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Luka Rooney
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Algo más de tres semanas daban para mucho. Podía haber investigado sobre alguna enfermedad, hacer alguna chapucilla de carpintero, nadar un rato, entrenar, hablar con el resto de humanos… Qué bonito hubiera sido, pero no. Tuve que guardar cama y ver usualmente al pobre Therax, que cada vez hacía más ademán de su pereza al curarme, supongo que hacer lo mismo durante tres semanas era aburrido para cualquiera, aún así, el rubio no rechistó ningún día, algo que agradecí bastante. Los primeros días ojeaba minuciosamente cada cosa que hacía sin apenas mediar palabra. De médico a médico, el respeto era algo esencial, y poco a poco, Therax empezó a ganárselo. Me hizo curas bastante correctas, casi rozaban la perfección. Ni si quiera yo podría haberlo hecho mejor, la verdad.
Se paró en cada herida, en cada rasguño, y poco a poco, durante las tres semanas, empecé a encontrarme mejor. Bastante mejor me atrevería a decir.
Todos los integrantes de la banda entraron un par de veces a visitarme justo al partir, cuando peor estaba. Zane vino una tercera hacía ya una semana. Le pedí sus mancuernas para no perder la forma. Pese al consejo del rubio de guardar cama y no hacer nada más, empecé a entrenar y a andar mientras éste no estaba en mi habitación. Le insistí una y otra vez de mi necesidad de nadar y lo terapéutica que ésta podía llegar a ser. Pero no se la colé, aunque algo de cierto tenían esas palabras, así que decidí entrenar y andar por mi bien.
“Un médico que se salta las recomendaciones de otro quizá no sea buen ejemplo para el resto” Pensaba cada día que no hacía caso a alguna recomendación de Therax.
Cuando me encontraba sentado, levantando ambas mancuernas de veinte kilos cada una en una serie de cincuenta repeticiones, el rubio entró por la puerta en un horario que no acostumbraba.
-Hemos llegado Luka… - Su cara al verme lo dijo todo. Me había pillado…
- ¡Vale! Me prepararé para salir – Le comenté intentando hacer que nada había pasado y cogiendo un par de prendas de ropa. Si no me habían engañado, habríamos llegado a Drum, isla bastante famosa por su frío, así como sus médicos y sus cerezos “mágicos”.
Therax pareció desaparecer, seguro que tendría que decirme algo cuando bajásemos del barco. Alguna reprimenda, aunque seguro que no muy dura, su carácter era bastante pacífico, al menos lo que había visto hasta ahora.
Realicé una serie de estiramientos para ver el alcance de mis heridas en aquél momento. Me tiraba ligeramente el brazo, pero por lo demás, no estaba del todo mal. Quizá no estuviese en plenas condiciones para pelear, pero sí que podría hacer vida normal respecto al resto de cosas.
Cuando salí a la cubierta, Zane nos contó su plan. Él, Haruka y Spanner irían por su lado, ya que tenían “algo que hacer”. Nox parecía no haber salido aún, así que Therax y yo estaríamos solos.
-Tras tanto tiempo tumbado… Me apetece dar un paseíto y tomar algo. ¿Te vienes Therax? Tú también puedes venir Tibs. – Comenté esta última parte intentando poner una voz más tranquila, ya que Tibs parecía no quererme mucho, quizá esta vez cambiase sus gruñidos por cualquier gesto cariñoso.
Esperé la respuesta de Therax y me bajé del barco, en dirección al primer bar que viese. Un poquito de sake, ron o cerveza me vendría genial, a la par que aliviaría mi dolor. Además, era el momento de confesarle a Therax que yo también era médico.
“Creo que hoy es el día de las broncas. Me regañará por no hacerle caso y por mentirle. Aunque, al no decírselo, quizá no sea una mentira…”
Al entrar en el pub, noté la tenue luz del lugar, muy característica de los mejores sitios para beber o ver striptease. Anduve hasta la mesa más alejada de la barra, la cual hacía esquina. Me senté y esperé un minuto hasta que el camarero vino.
-Pónganos uno de sus mejores whiskeys, a la primera ronda invito yo.-Espeté esperando a que el camarero se fuese. – Gracias por haberme aguantado, Therax. Soy mal paciente, y en gran parte, es porque yo también soy médico… Pero como sabrás, la mayor parte del tratamiento que me has hecho no podría habérmelo aplicado yo con mucho éxito…
Esperé la respuesta del rubio espadachín mientras notaba como todo el mundo parecía mirarnos en exceso, hasta tal punto que parecía que nos querían leer la mente.
“No me huele nada bien esto”
Se paró en cada herida, en cada rasguño, y poco a poco, durante las tres semanas, empecé a encontrarme mejor. Bastante mejor me atrevería a decir.
Todos los integrantes de la banda entraron un par de veces a visitarme justo al partir, cuando peor estaba. Zane vino una tercera hacía ya una semana. Le pedí sus mancuernas para no perder la forma. Pese al consejo del rubio de guardar cama y no hacer nada más, empecé a entrenar y a andar mientras éste no estaba en mi habitación. Le insistí una y otra vez de mi necesidad de nadar y lo terapéutica que ésta podía llegar a ser. Pero no se la colé, aunque algo de cierto tenían esas palabras, así que decidí entrenar y andar por mi bien.
“Un médico que se salta las recomendaciones de otro quizá no sea buen ejemplo para el resto” Pensaba cada día que no hacía caso a alguna recomendación de Therax.
Cuando me encontraba sentado, levantando ambas mancuernas de veinte kilos cada una en una serie de cincuenta repeticiones, el rubio entró por la puerta en un horario que no acostumbraba.
-Hemos llegado Luka… - Su cara al verme lo dijo todo. Me había pillado…
- ¡Vale! Me prepararé para salir – Le comenté intentando hacer que nada había pasado y cogiendo un par de prendas de ropa. Si no me habían engañado, habríamos llegado a Drum, isla bastante famosa por su frío, así como sus médicos y sus cerezos “mágicos”.
Therax pareció desaparecer, seguro que tendría que decirme algo cuando bajásemos del barco. Alguna reprimenda, aunque seguro que no muy dura, su carácter era bastante pacífico, al menos lo que había visto hasta ahora.
Realicé una serie de estiramientos para ver el alcance de mis heridas en aquél momento. Me tiraba ligeramente el brazo, pero por lo demás, no estaba del todo mal. Quizá no estuviese en plenas condiciones para pelear, pero sí que podría hacer vida normal respecto al resto de cosas.
Cuando salí a la cubierta, Zane nos contó su plan. Él, Haruka y Spanner irían por su lado, ya que tenían “algo que hacer”. Nox parecía no haber salido aún, así que Therax y yo estaríamos solos.
-Tras tanto tiempo tumbado… Me apetece dar un paseíto y tomar algo. ¿Te vienes Therax? Tú también puedes venir Tibs. – Comenté esta última parte intentando poner una voz más tranquila, ya que Tibs parecía no quererme mucho, quizá esta vez cambiase sus gruñidos por cualquier gesto cariñoso.
Esperé la respuesta de Therax y me bajé del barco, en dirección al primer bar que viese. Un poquito de sake, ron o cerveza me vendría genial, a la par que aliviaría mi dolor. Además, era el momento de confesarle a Therax que yo también era médico.
“Creo que hoy es el día de las broncas. Me regañará por no hacerle caso y por mentirle. Aunque, al no decírselo, quizá no sea una mentira…”
Al entrar en el pub, noté la tenue luz del lugar, muy característica de los mejores sitios para beber o ver striptease. Anduve hasta la mesa más alejada de la barra, la cual hacía esquina. Me senté y esperé un minuto hasta que el camarero vino.
-Pónganos uno de sus mejores whiskeys, a la primera ronda invito yo.-Espeté esperando a que el camarero se fuese. – Gracias por haberme aguantado, Therax. Soy mal paciente, y en gran parte, es porque yo también soy médico… Pero como sabrás, la mayor parte del tratamiento que me has hecho no podría habérmelo aplicado yo con mucho éxito…
Esperé la respuesta del rubio espadachín mientras notaba como todo el mundo parecía mirarnos en exceso, hasta tal punto que parecía que nos querían leer la mente.
“No me huele nada bien esto”
-Cállate de una santa vez -ordenó Therax, molesto por los sarcásticos comentarios que César soltaba gracias al collar-. Ven y dame eso, anda. Ya he tenido bastante de ti por... no sé, por mucho tiempo -añadió, levantándose del tonel en el que se encontraba sentado y acercándose al viejo lobo. No sabía por qué continuaba dejándole puesto el dispositivo de conducta la mayor parte del tiempo, pero el hecho era que lo hacía.
-Cura a Luka y deja de hacer el tonto con el chucho. Ya que estás, dile que ya hemos llegado -ordenó Zane desde el timón. El rubio alzó la vista hacia el capitán. No era necesario que le avisara; ya sabía que habían llegado a su destino. «No habría curas que hacer si hiciese lo que le digo», se quejó en su fuero interno. No sabía si el gyojin se pensaba que le engañaba de algún modo, pero el disimulo y la discreción no eran su principal virtud.
Sí, sabía que en cuanto había sido capaz de comenzar a moverse había comenzado a ignorar por completo las recomendaciones que le había dado. De cualquier modo, no podía dejar de tratar las heridas del hombre-pez, así que guardó el collar de César en un lugar que no fuese accesible para él y se encaminó hacia el camarote de Luka. «No sé a qué viene tanta prisa, si siempre me paso más tarde para verle las heridas», se preguntó.
No obstante, cuando abrió la puerta se encontró con un cuadro que no esperaba. Sabía que el gyojin caminaba por su habitación, ya que la madera crujía con contundencia cuando lo hacía, pero jamás hubiera imaginado que el muy bestia estuviera levantando peso.
-Hemos llegado, Luka -musitó a media voz, valorando si ignorar la imagen o despellejarlo allí mismo. Sin embargo, el hombre-pez en seguida dejó lo que estaba haciendo y se dispuso a recoger algunas cosas. «Ya te he visto», se dijo el espadachín mientras se daba la vuelta y se encaminaba hacia su propio camarote. Se aseguró de recoger suficientes medicinas para las curas. Viendo la falta de cuidado que ponía el gyojin, era más que probable que le hiciesen falta.
Una vez estuvo listo, abandonó su habitación y se encaminó hacia la cubierta. Allí se encontraban Zane, Spanner y Haru. ¿Dónde demonios se habían metido Nox, Hou y Alviss? De cualquier modo, los tres primeros al parecer tenían algo que hacer. Therax no sabía si sería algo importante o no, y ni siquiera se molestó en preguntar adónde iban. Ya estaba acostumbrado a las fugas esporádicas de los miembros de la tripulación. «Tal vez debería empezar a hacerlas yo también», pensó.
-Ya... tumbado -dije ante el comentario del gyojin, haciendo al mismo tiempo un gesto con la cabeza para que César y Tib los acompañaran-. Como vuelva a pillarte serán dos meses encamado, y me aseguraré de que sea Haru quien te cure... así que piénsatelo bien la próxima vez que cojas una mancuerna de ésas cuando te haya mandado reposo -concluyó, profiriendo una sonora carcajada. Tras aquello, aceptó la invitación del gyojin y se encaminó hacia la primera taberna que divisó.
Aunque... Bueno, lo cierto era que aquel local iba más allá de lo que se podía esperar de un bar al uso. La iluminación y los pequeños escenarios distribuidos por el lugar eran demasiado característicos. Therax esperaba que, en cualquier momento, alguna chica -o chico- ligerita de ropa apareciese sobre uno de ellos. Lo cierto era que aquello no le interesaba lo más mínimo.
En su lugar, prestaba atención a las extrañas miradas que les dirigían los clientes. Estaba acostumbrado a ello. A fin de cuentas, viajaba con un lobo y un cánido para nada peculiar y, por si no fuera suficiente, en esa ocasión iba a beber con un gyojin repleto de heridas. No obstante, activó su Haki de observación para sondear el ambiente del local. Su compañía sin duda atraía la atención de los allí presentes, pero había algo más, algo que estaba por ocurrir.
-¿Sabes qué? No me sorprende. Dicen que los médicos son los peores pacientes -comentó ante la revelación de Luka-. Pero eso no quita que te vaya a dar una tunda si vuelvo a pillarte como antes. -Una nueva carcajada escapó de su garganta, en esa ocasión para intentar aparentar que no era consciente de lo que sucedía a su alrededor.
Charlaron durante un rato, durante el cual la expectación que había puesta sobre ellos fue acrecentándose. César comenzó a gruñir de vez en cuando a causa de la incomodidad, y Tib se tumbó entre las piernas de su amo preparado para lo que fuera. El espadachín se calló en cuanto percibió aquella presencia que se acercaba.
Una mano estampó dos carteles de "Se busca" en la mesa. Therax sabía cuáles serían los rostros que vería allí antes de dirigir su vista hacia ellos. El propietario de la mano era un tipo escuálido que debía rondar la cincuentena. Sin embargo, la escasez de dientes y el estropeado aspecto de su piel hacían que aparentase veinte más. El tipo se sentó en el asiento que había quedado libre junto a ellos, y el domador pudo notar cómo Tib se ponía en tensión. Un toque en en el costado provocó que el Muryn se relajara... al menos en parte.
-¿Dónde está el Descamisetado? Sé que sois parte de su tripulación y tengo un encargo para el que me gustaría contrataros. Creedme si os digo que no lo podréis rechazar -dijo lentamente al tiempo que se relamía los labios. Therax no sabía qué era más intenso: si la repugnancia que le causaba su persona o el mal olor que emanaba de su boca.
-Cura a Luka y deja de hacer el tonto con el chucho. Ya que estás, dile que ya hemos llegado -ordenó Zane desde el timón. El rubio alzó la vista hacia el capitán. No era necesario que le avisara; ya sabía que habían llegado a su destino. «No habría curas que hacer si hiciese lo que le digo», se quejó en su fuero interno. No sabía si el gyojin se pensaba que le engañaba de algún modo, pero el disimulo y la discreción no eran su principal virtud.
Sí, sabía que en cuanto había sido capaz de comenzar a moverse había comenzado a ignorar por completo las recomendaciones que le había dado. De cualquier modo, no podía dejar de tratar las heridas del hombre-pez, así que guardó el collar de César en un lugar que no fuese accesible para él y se encaminó hacia el camarote de Luka. «No sé a qué viene tanta prisa, si siempre me paso más tarde para verle las heridas», se preguntó.
No obstante, cuando abrió la puerta se encontró con un cuadro que no esperaba. Sabía que el gyojin caminaba por su habitación, ya que la madera crujía con contundencia cuando lo hacía, pero jamás hubiera imaginado que el muy bestia estuviera levantando peso.
-Hemos llegado, Luka -musitó a media voz, valorando si ignorar la imagen o despellejarlo allí mismo. Sin embargo, el hombre-pez en seguida dejó lo que estaba haciendo y se dispuso a recoger algunas cosas. «Ya te he visto», se dijo el espadachín mientras se daba la vuelta y se encaminaba hacia su propio camarote. Se aseguró de recoger suficientes medicinas para las curas. Viendo la falta de cuidado que ponía el gyojin, era más que probable que le hiciesen falta.
Una vez estuvo listo, abandonó su habitación y se encaminó hacia la cubierta. Allí se encontraban Zane, Spanner y Haru. ¿Dónde demonios se habían metido Nox, Hou y Alviss? De cualquier modo, los tres primeros al parecer tenían algo que hacer. Therax no sabía si sería algo importante o no, y ni siquiera se molestó en preguntar adónde iban. Ya estaba acostumbrado a las fugas esporádicas de los miembros de la tripulación. «Tal vez debería empezar a hacerlas yo también», pensó.
-Ya... tumbado -dije ante el comentario del gyojin, haciendo al mismo tiempo un gesto con la cabeza para que César y Tib los acompañaran-. Como vuelva a pillarte serán dos meses encamado, y me aseguraré de que sea Haru quien te cure... así que piénsatelo bien la próxima vez que cojas una mancuerna de ésas cuando te haya mandado reposo -concluyó, profiriendo una sonora carcajada. Tras aquello, aceptó la invitación del gyojin y se encaminó hacia la primera taberna que divisó.
Aunque... Bueno, lo cierto era que aquel local iba más allá de lo que se podía esperar de un bar al uso. La iluminación y los pequeños escenarios distribuidos por el lugar eran demasiado característicos. Therax esperaba que, en cualquier momento, alguna chica -o chico- ligerita de ropa apareciese sobre uno de ellos. Lo cierto era que aquello no le interesaba lo más mínimo.
En su lugar, prestaba atención a las extrañas miradas que les dirigían los clientes. Estaba acostumbrado a ello. A fin de cuentas, viajaba con un lobo y un cánido para nada peculiar y, por si no fuera suficiente, en esa ocasión iba a beber con un gyojin repleto de heridas. No obstante, activó su Haki de observación para sondear el ambiente del local. Su compañía sin duda atraía la atención de los allí presentes, pero había algo más, algo que estaba por ocurrir.
-¿Sabes qué? No me sorprende. Dicen que los médicos son los peores pacientes -comentó ante la revelación de Luka-. Pero eso no quita que te vaya a dar una tunda si vuelvo a pillarte como antes. -Una nueva carcajada escapó de su garganta, en esa ocasión para intentar aparentar que no era consciente de lo que sucedía a su alrededor.
Charlaron durante un rato, durante el cual la expectación que había puesta sobre ellos fue acrecentándose. César comenzó a gruñir de vez en cuando a causa de la incomodidad, y Tib se tumbó entre las piernas de su amo preparado para lo que fuera. El espadachín se calló en cuanto percibió aquella presencia que se acercaba.
Una mano estampó dos carteles de "Se busca" en la mesa. Therax sabía cuáles serían los rostros que vería allí antes de dirigir su vista hacia ellos. El propietario de la mano era un tipo escuálido que debía rondar la cincuentena. Sin embargo, la escasez de dientes y el estropeado aspecto de su piel hacían que aparentase veinte más. El tipo se sentó en el asiento que había quedado libre junto a ellos, y el domador pudo notar cómo Tib se ponía en tensión. Un toque en en el costado provocó que el Muryn se relajara... al menos en parte.
-¿Dónde está el Descamisetado? Sé que sois parte de su tripulación y tengo un encargo para el que me gustaría contrataros. Creedme si os digo que no lo podréis rechazar -dijo lentamente al tiempo que se relamía los labios. Therax no sabía qué era más intenso: si la repugnancia que le causaba su persona o el mal olor que emanaba de su boca.
Luka Rooney
Fama
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Destreza
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Agudeza
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Akuma no mi
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La esperada bronca de Therax llegó más pronto que tarde. Tras espetarme algún que otro comentario, acabó amenazando sobre mi integridad si no seguía sus consejos. Y es que tener a Haruka de médico, era más que una amenaza.
Una vez en la taberna, todo iba bien, charlábamos tranquilamente hasta que el propio tabernero, que no nos había quitado ojo durante todo el rato, se presenció ante nosotros, depositando dos carteles “Wanted”, cuyas cabezas no eran ni más ni menos que las nuestras.
-Vaya, Therax, vas progresando.- Espeté en tono jocoso a la par que ojeaba el mío. – Me encanta, salgo tan natural…
Entonces, el hombre nos dijo que buscaba a Zane, que haría un encargo que no podríamos rechazar. No pude evitar quedarme mirándolo fijamente unos segundos. El tipo era bastante feo, olía mal, tenía alitosis y le quedaban un par de dientes solamente. Lo peor es que no tenía un semblante temerario. Quizá con un par de cicatrices en la cara, una mirada más turbia y un cuerpo más fornido, podría inspirar algo de miedo. Pero no, ni por asomo.
-¿Tú crees? ¿Crees que no podemos rechazarlo? Pues empieza a servirnos bebida y entonces, podremos hablar.
El tabernero, sin mediar palabra, trajo algo de bebida y se volvió a sentar.
-El tema es, que Zane podría conseguirlo, pero vosotros creo que no.
-Zane está un poco ocupado ahora mismo, ¿Verdad Therax?
El tipo empezó a rascarse la cabeza, hasta que pareció ocurrírsele algo. La gente que se encontraba en la taberna parecía mirarnos sin importarle la discreción. No dejaba de ojear a mi alrededor y sólo veía un tugurio sin apenas luz, a siete u ocho personas ahogando sus penas en alcohol, todas ellas mirándonos fijamente a la par que daban sendos tragos profundos a sus jarras. ¿Sabrían que era lo que nos iban a proponer?
-Veréis, ahora mismo hay un laboratorio del gobierno aquí, en el cual se están investigando una serie de prototipos médicos. Hay cierta gente a la que le interesa bastante esa información, y esa gente, paga bastante bien. Si dais información, seréis recompensados. Si conseguís los planos, seréis gratamente recompensados. Y si conseguís un prototipo de la máquina, podréis nadar entre oro.
Aquello me hizo pensar durante un instante. ¿Un laboratorio del gobierno? Quizá deberíamos avisar a Zane y compañía, no podíamos exponernos a mucho peligro. Además, ¿Quién habría allí dentro? El tipo parecía no facilitarnos mucha más información. Ni si quiera le creía. Miré a Therax e intenté averiguar que pensaba.
-No sé, a mi no me huele muy bien, Therax. – Le comenté mientras miraba al hombre, que aún no se había marchado. -¿Nos puede facilitar algún tipo de información más? Verá, si vamos a ciegas, la suma que os pediremos será mucho mayor.
La verdad es que todo aquello era bastante complicado de digerir. Aquél tipo nos conocía y conocía a nuestro capitán, algo no muy complicado, puesto que nuestras cabezas tenían un precio. Pero se había plantado con total descaro en nuestra mesa para hacernos un encargo. ¡Ni siquiera le conocíamos! Aquello era una locura, y más aún lo era el hecho de entrar en un laboratorio del gobierno, que a saber qué tipo de vigilancia tendría, seguro que muy avanzada, coger unos planos, y marcharnos. Ah, y si podíamos, coger una máquina que a saber qué hacía exactamente y, sobre todo, a saber cuánto pesaba. Ni si quiera estaba en perfectas condiciones, por lo que no podría realizar mucho esfuerzo, y delegar toda la responsabilidad en Therax, no era una gran opción.
“Hagamos lo que hagamos, creo que no vamos a salir muy bien parados” Pensé, deseando que las cosas se hubieran dado de otra manera. Quizá si Zane y compañía hubieran venido a tomarse una copa antes de ir a ocuparse de sus asuntos, ahora tendrían otras cuestiones que hacer junto a nosotros. Pero no había sido así, por lo que la elección quedaba en nuestra mano.
Una vez en la taberna, todo iba bien, charlábamos tranquilamente hasta que el propio tabernero, que no nos había quitado ojo durante todo el rato, se presenció ante nosotros, depositando dos carteles “Wanted”, cuyas cabezas no eran ni más ni menos que las nuestras.
-Vaya, Therax, vas progresando.- Espeté en tono jocoso a la par que ojeaba el mío. – Me encanta, salgo tan natural…
Entonces, el hombre nos dijo que buscaba a Zane, que haría un encargo que no podríamos rechazar. No pude evitar quedarme mirándolo fijamente unos segundos. El tipo era bastante feo, olía mal, tenía alitosis y le quedaban un par de dientes solamente. Lo peor es que no tenía un semblante temerario. Quizá con un par de cicatrices en la cara, una mirada más turbia y un cuerpo más fornido, podría inspirar algo de miedo. Pero no, ni por asomo.
-¿Tú crees? ¿Crees que no podemos rechazarlo? Pues empieza a servirnos bebida y entonces, podremos hablar.
El tabernero, sin mediar palabra, trajo algo de bebida y se volvió a sentar.
-El tema es, que Zane podría conseguirlo, pero vosotros creo que no.
-Zane está un poco ocupado ahora mismo, ¿Verdad Therax?
El tipo empezó a rascarse la cabeza, hasta que pareció ocurrírsele algo. La gente que se encontraba en la taberna parecía mirarnos sin importarle la discreción. No dejaba de ojear a mi alrededor y sólo veía un tugurio sin apenas luz, a siete u ocho personas ahogando sus penas en alcohol, todas ellas mirándonos fijamente a la par que daban sendos tragos profundos a sus jarras. ¿Sabrían que era lo que nos iban a proponer?
-Veréis, ahora mismo hay un laboratorio del gobierno aquí, en el cual se están investigando una serie de prototipos médicos. Hay cierta gente a la que le interesa bastante esa información, y esa gente, paga bastante bien. Si dais información, seréis recompensados. Si conseguís los planos, seréis gratamente recompensados. Y si conseguís un prototipo de la máquina, podréis nadar entre oro.
Aquello me hizo pensar durante un instante. ¿Un laboratorio del gobierno? Quizá deberíamos avisar a Zane y compañía, no podíamos exponernos a mucho peligro. Además, ¿Quién habría allí dentro? El tipo parecía no facilitarnos mucha más información. Ni si quiera le creía. Miré a Therax e intenté averiguar que pensaba.
-No sé, a mi no me huele muy bien, Therax. – Le comenté mientras miraba al hombre, que aún no se había marchado. -¿Nos puede facilitar algún tipo de información más? Verá, si vamos a ciegas, la suma que os pediremos será mucho mayor.
La verdad es que todo aquello era bastante complicado de digerir. Aquél tipo nos conocía y conocía a nuestro capitán, algo no muy complicado, puesto que nuestras cabezas tenían un precio. Pero se había plantado con total descaro en nuestra mesa para hacernos un encargo. ¡Ni siquiera le conocíamos! Aquello era una locura, y más aún lo era el hecho de entrar en un laboratorio del gobierno, que a saber qué tipo de vigilancia tendría, seguro que muy avanzada, coger unos planos, y marcharnos. Ah, y si podíamos, coger una máquina que a saber qué hacía exactamente y, sobre todo, a saber cuánto pesaba. Ni si quiera estaba en perfectas condiciones, por lo que no podría realizar mucho esfuerzo, y delegar toda la responsabilidad en Therax, no era una gran opción.
“Hagamos lo que hagamos, creo que no vamos a salir muy bien parados” Pensé, deseando que las cosas se hubieran dado de otra manera. Quizá si Zane y compañía hubieran venido a tomarse una copa antes de ir a ocuparse de sus asuntos, ahora tendrían otras cuestiones que hacer junto a nosotros. Pero no había sido así, por lo que la elección quedaba en nuestra mano.
«Sí, ¿pero qué está haciendo?», se preguntó Therax cuando el gyojin reveló que el pelirrojo no podría oír la oferta del tabernero siquiera. Sin embargo, no dijo nada. Únicamente realizó un breve asentimiento y dio un trago del whiskey que le acababan de servir. Se sintió tentado de recriminar al tipo que, si tenía algo que ofrecerles o pedirles, lo mínimo era que les sirviese algo decente. No obstante, una vez más optó por callarse y seguir escuchando lo que les tenía que decir.
-No es que no huela bien, Luka, es que el tufo llega a Sabaody -comentó el rubio con serenidad, dejando el vaso sobre la mesa y evaluando si sería buena idea volver a dar un trago o no-. Entiendo que quien sea pueda pensar que, por el simple hecho de que la Marina nos busque, podamos estar interesados en algo así. Hasta ahí bien, pero me parece ridículamente sospechoso que nos abordes de esa manera y nos sueltes toda esa información por las buenas -añadió, clavando en esta ocasión sus ojos azules en los del dueño del local.
Tenía unos estropeados ojos marrones, con unas escleras amarillentas surcadas por infinidad de diminutos vasos sanguíneos. ¿Realmente no había nada en aquel tipo que se pudiera observar sin sentir asco? Sin embargo, el sujeto ni siquiera hizo el amago de apartar la vista. Quedaba claro que no era un tipo que inspirase temor o respeto, pero tampoco parecía ser alguien fácil de impresionar. «¿Y por qué tendría que impresionarse por verte la cara? Ni que fueras Zane, o Haru... Sí, Haru acobardaría hasta al mismísimo demonio», reflexionó, dejando que su mente divagara durante menos de un segundo antes de volver a la realidad.
-Yo no me muevo de aquí hasta que me digas quién eres, quién está interesado en conseguir esos planos y por qué -sentenció, dirigiéndole una mirada al gyojin para averiguar si opinaba igual que él-. Y ya que estás, cuéntame con qué podemos encontrarnos en esa supuesta instalación. -No sabía si el tipo tendría algún tipo de información al respecto, pero no perdía nada por preguntar. Además, dudaba mucho que pudiese sacarle algo más dirigiéndose a él de forma educada.
Aquel artilugio podía serle útil a la banda, pero antes de lanzarse a por él debía evaluar si el gyojin herido y él mismo se bastarían para hacerse con el cachivache. Mientras esperaba la respuesta del tabernero, reflexionando al tiempo que dirigía miradas de soslayo al hombre-pez, decidió atreverse y volver a probar el whiskey. Tal vez su primera impresión hubiera sido errónea. «Ni uno más», se dijo al comprobar que el gusto seguía siendo igual de espantoso.
No se lo pensó y apartó la copa, volviendo a dirigirse al hombre y mostrando una amplia y cínica sonrisa:
-¿Y bien?
-No es que no huela bien, Luka, es que el tufo llega a Sabaody -comentó el rubio con serenidad, dejando el vaso sobre la mesa y evaluando si sería buena idea volver a dar un trago o no-. Entiendo que quien sea pueda pensar que, por el simple hecho de que la Marina nos busque, podamos estar interesados en algo así. Hasta ahí bien, pero me parece ridículamente sospechoso que nos abordes de esa manera y nos sueltes toda esa información por las buenas -añadió, clavando en esta ocasión sus ojos azules en los del dueño del local.
Tenía unos estropeados ojos marrones, con unas escleras amarillentas surcadas por infinidad de diminutos vasos sanguíneos. ¿Realmente no había nada en aquel tipo que se pudiera observar sin sentir asco? Sin embargo, el sujeto ni siquiera hizo el amago de apartar la vista. Quedaba claro que no era un tipo que inspirase temor o respeto, pero tampoco parecía ser alguien fácil de impresionar. «¿Y por qué tendría que impresionarse por verte la cara? Ni que fueras Zane, o Haru... Sí, Haru acobardaría hasta al mismísimo demonio», reflexionó, dejando que su mente divagara durante menos de un segundo antes de volver a la realidad.
-Yo no me muevo de aquí hasta que me digas quién eres, quién está interesado en conseguir esos planos y por qué -sentenció, dirigiéndole una mirada al gyojin para averiguar si opinaba igual que él-. Y ya que estás, cuéntame con qué podemos encontrarnos en esa supuesta instalación. -No sabía si el tipo tendría algún tipo de información al respecto, pero no perdía nada por preguntar. Además, dudaba mucho que pudiese sacarle algo más dirigiéndose a él de forma educada.
Aquel artilugio podía serle útil a la banda, pero antes de lanzarse a por él debía evaluar si el gyojin herido y él mismo se bastarían para hacerse con el cachivache. Mientras esperaba la respuesta del tabernero, reflexionando al tiempo que dirigía miradas de soslayo al hombre-pez, decidió atreverse y volver a probar el whiskey. Tal vez su primera impresión hubiera sido errónea. «Ni uno más», se dijo al comprobar que el gusto seguía siendo igual de espantoso.
No se lo pensó y apartó la copa, volviendo a dirigirse al hombre y mostrando una amplia y cínica sonrisa:
-¿Y bien?
Luka Rooney
Fama
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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Aquél tipo no parecía soltar prenda, pese a que Therax le presionaba sutilmente, intentando indagar algunos aspectos del trabajo que el hombre nos planteaba.
Arqueé la ceja al ver el poco detalle y las vagas contestaciones del hombre, quien no sabía si nos estaba tomando el pelo, o simplemente era un recadero y realmente no tenía ni idea de cómo iba el asunto.
-Al ser del gobierno, habrá agentes del gobierno. La máquina será grande y seguro que pesa.-Comentó vagamente a la par que movía los brazos en señal de indiferencia.
-Está claro.- Espeté en un tono algo ofuscado. –No creo que sea buena idea, rubiales. Este hombre está intentando que nos suicidemos en una misión sin darnos ningún detalle.- Aproveché el momento para levantarme y darle más dramatismo al asunto.
”Realmente no creo que haya mucha gente allí. Si hay científicos, éstos son bastante raros, seguro que quieren trabajar solos sin que nadie les moleste. Aunque claro, también está la otra opción. Cualquier chalado guarda bien sus tesoros. Igual hay alarmas que no podemos detectar o cualquier utensilio que se escape de nuestro conocimiento.”
Pese a tener medianamente claro que era una mala idea, no paré de darle vueltas esperando que Therax se levantase.
-No podéis marcharos. Os contaré algo más. Pero de verdad, no puedo revelaros el nombre de quién ha hecho el encargo. Creo que sois muy nuevos en esto del mercado negro… - Hizo una pequeña pausa mientras intentaba proferir una carcajada que derivó en un eructo. - Os pondré un poco al día. –El tufo tras el eructo era insoportable. Giré la cabeza para evitar vomitar y esperé unos segundos hasta poder volver a mirarle. Afortunadamente, no me perdía gran cosa. - Hay gente que mueve muchos hilos en las sombras, y por su seguridad, salvo que sean tipos con mucho renombre, no se conocerá quién solicita el encargo. Respecto a los detalles del encargo… La seguridad del sitio es elevada, pero no por la cantidad de personas que hay allí, si no por la elevada tecnología del sitio. Habrá algún guardia, claro, y seguro que también hay un par más dentro, aunque no estoy seguro. Habrá algunos científicos, pero éstos no deberían ser ningún problema.- Finalizó levantándose y dándonos una especie de acreditación.
-Bueno, ahora sí que nos has dicho algo, ¿no?-Comenté a la par que miraba a Therax.
-Supongo. La acreditación la tendréis que entregar junto a la mercancía cuando la consigáis. Da igual donde, en cualquier parte de esta isla, acabará llegando a quien hizo el encargo.
-¿Y la pasta? ¿Llegará también a nosotros?
-No. Os adelantaré la mitad, la otra mitad os la haré llegar, no os preocupéis por ello.
“Ajam, me suena un poco mal pero bueno”
No teníamos ningún dato relevante, en realidad. Un sitio del gobierno en el cual habría seguridad. Todo ok. Era un laboratorio, por lo que habría científicos de prestigio. Todo ok hasta aquí también. Y, obviamente, habría seguridad. Tango guardias como tecnológica.
Algo que podíamos predecir completamente sin que el tipo nos dijera nada. Pero al menos nos dio una acreditación y nos iba a dar una parte de la recompensa por conseguirlo.
-Eso sí.- Espetó con un semblante bastante más agresivo que antes. –Si me la jugáis, huís, u os vais con mi dinero, os mataré.- Finalizó dándonos el dinero, el cual metí en mi mochila. Ya tendríamos tiempo para repartirlo.
Miré fijamente al tabernero y le cogí del cuello, golpeándolo con la pared del local a la par que apretaba levemente sobre su propio cuello, sujetándolo mientras éste quedaba colgado por mi mano.
-Como vuelvas a amenazarnos, seré yo el que te mate a ti.
-Cuando dije que te mataría, me refería al hombre del encargo.- Dijo el hombre sollozando.
Le solté y éste cayó al suelo, golpeándose y reincorporándose de manera bastante patética.
-Salgamos, Therax.
Justo al salir, anduvimos un par de minutos para no hablar justo en la puerta del local y me planté enfrente del rubio.
-¿Qué te parece? Hemos cobrado, pero ahora tengo cierto interés en el sitio… Aunque quizá sea demasiado peligroso… Por otra parte, Zane y compañía se lo estarán pasando bien sin nosotros…
Esperé su respuesta y actuaría conforme a ella. Después de todo, éramos compañeros de banda. O simplemente gente que vivía en el mismo barco, aún no lo tenía muy claro.
Arqueé la ceja al ver el poco detalle y las vagas contestaciones del hombre, quien no sabía si nos estaba tomando el pelo, o simplemente era un recadero y realmente no tenía ni idea de cómo iba el asunto.
-Al ser del gobierno, habrá agentes del gobierno. La máquina será grande y seguro que pesa.-Comentó vagamente a la par que movía los brazos en señal de indiferencia.
-Está claro.- Espeté en un tono algo ofuscado. –No creo que sea buena idea, rubiales. Este hombre está intentando que nos suicidemos en una misión sin darnos ningún detalle.- Aproveché el momento para levantarme y darle más dramatismo al asunto.
”Realmente no creo que haya mucha gente allí. Si hay científicos, éstos son bastante raros, seguro que quieren trabajar solos sin que nadie les moleste. Aunque claro, también está la otra opción. Cualquier chalado guarda bien sus tesoros. Igual hay alarmas que no podemos detectar o cualquier utensilio que se escape de nuestro conocimiento.”
Pese a tener medianamente claro que era una mala idea, no paré de darle vueltas esperando que Therax se levantase.
-No podéis marcharos. Os contaré algo más. Pero de verdad, no puedo revelaros el nombre de quién ha hecho el encargo. Creo que sois muy nuevos en esto del mercado negro… - Hizo una pequeña pausa mientras intentaba proferir una carcajada que derivó en un eructo. - Os pondré un poco al día. –El tufo tras el eructo era insoportable. Giré la cabeza para evitar vomitar y esperé unos segundos hasta poder volver a mirarle. Afortunadamente, no me perdía gran cosa. - Hay gente que mueve muchos hilos en las sombras, y por su seguridad, salvo que sean tipos con mucho renombre, no se conocerá quién solicita el encargo. Respecto a los detalles del encargo… La seguridad del sitio es elevada, pero no por la cantidad de personas que hay allí, si no por la elevada tecnología del sitio. Habrá algún guardia, claro, y seguro que también hay un par más dentro, aunque no estoy seguro. Habrá algunos científicos, pero éstos no deberían ser ningún problema.- Finalizó levantándose y dándonos una especie de acreditación.
-Bueno, ahora sí que nos has dicho algo, ¿no?-Comenté a la par que miraba a Therax.
-Supongo. La acreditación la tendréis que entregar junto a la mercancía cuando la consigáis. Da igual donde, en cualquier parte de esta isla, acabará llegando a quien hizo el encargo.
-¿Y la pasta? ¿Llegará también a nosotros?
-No. Os adelantaré la mitad, la otra mitad os la haré llegar, no os preocupéis por ello.
“Ajam, me suena un poco mal pero bueno”
No teníamos ningún dato relevante, en realidad. Un sitio del gobierno en el cual habría seguridad. Todo ok. Era un laboratorio, por lo que habría científicos de prestigio. Todo ok hasta aquí también. Y, obviamente, habría seguridad. Tango guardias como tecnológica.
Algo que podíamos predecir completamente sin que el tipo nos dijera nada. Pero al menos nos dio una acreditación y nos iba a dar una parte de la recompensa por conseguirlo.
-Eso sí.- Espetó con un semblante bastante más agresivo que antes. –Si me la jugáis, huís, u os vais con mi dinero, os mataré.- Finalizó dándonos el dinero, el cual metí en mi mochila. Ya tendríamos tiempo para repartirlo.
Miré fijamente al tabernero y le cogí del cuello, golpeándolo con la pared del local a la par que apretaba levemente sobre su propio cuello, sujetándolo mientras éste quedaba colgado por mi mano.
-Como vuelvas a amenazarnos, seré yo el que te mate a ti.
-Cuando dije que te mataría, me refería al hombre del encargo.- Dijo el hombre sollozando.
Le solté y éste cayó al suelo, golpeándose y reincorporándose de manera bastante patética.
-Salgamos, Therax.
Justo al salir, anduvimos un par de minutos para no hablar justo en la puerta del local y me planté enfrente del rubio.
-¿Qué te parece? Hemos cobrado, pero ahora tengo cierto interés en el sitio… Aunque quizá sea demasiado peligroso… Por otra parte, Zane y compañía se lo estarán pasando bien sin nosotros…
Esperé su respuesta y actuaría conforme a ella. Después de todo, éramos compañeros de banda. O simplemente gente que vivía en el mismo barco, aún no lo tenía muy claro.
«¿Rubiales?», pensó Therax al escuchar al gyojin, dirigiéndole a continuación una mirada entre confundida y enfadada. La mantuvo durante unos segundos, buscando asegurarse de que el hombre-pez se diera cuenta. Sin embargo, optó por no decir nada. No le parecía buena idea discutir -si es que a aquello se le podría llamar de ese modo- en esas circunstancias y delante de semejante sabandija.
Por otro lado, la artimaña de Luka había surtido efecto. El rubio había imitado a su compañero al levantarse, sin ser plenamente consciente de cuánto había de farol y cuánto de verdad en su amenaza. El hecho era que el tabernero había interpretado el gesto de los piratas como un "adiós, búscate la vida" y había cambiado radicalmente su actitud. La nueva información que les proporcionaba no era nada del otro mundo; todo lo que decía era más que esperable de una instalación gubernamental. No obstante, siempre venía bien elevar esos datos de la categoría de suposiciones a la de hechos.
«¿Dinero de antemano?», se preguntó el espadachín al oír los términos del acuerdo. El asunto desde el primer momento le había dado mala espina pero, conforme el tipo soltaba información por su hedionda boca, el domador cada vez veía más claro que nada bueno podría salir de allí. Sin embargo, el montante de dinero que el mellado le iba a entregar a Luka era más que considerable, y en aquellos momentos la banda no estaba pasando por sus mejores momentos económicos. «¿Acaso podemos llamarnos así?», se cuestionó el rubio a continuación.
Mientras Luka amenazaba al tabernero, Therax le quitó la acreditación a su compañero y comenzó a observarla. A él se le daba fatal aquel tipo de actividad. Era un desastre en casi todo lo que implicase fingir y camuflarse desde que tenía uso de razón.
-¿A quién se le ocurre decirle eso a un gyojin, por Dios? -preguntó al tabernero, que había osado amenazar a Luka y se encontraba con su cuello semiaplastado y su cabeza pegada a la pared-. Y aún más a éste, que no es capaz de tolerar ni la más simple de las bromas. Tiene muy mala leche -exageró, pasando a centrar su atención en el hombre-pez. «Si a mí se me da mal infiltrarme, de éste mejor ni hablamos», afirmó en su fuero interno.
Siguió a Luka hasta la salida, no sin antes extraer un par de billetes del dinero que el tabernero les acababa de dar y dejarlos sobre una mesa a modo de pago. El whiskey no había sido el mejor, eso seguro, pero aún así se lo había servido.
-Hmmm... Sí, no hay duda de que es interesante -comentó-, y peligroso -añadió tras unos segundos-. No sé yo si eso de la acreditación nos va a servir de mucho. Yo soy un negado haciéndome pasar por otra persona y tú... Bueno, sólo hay que mirarte. Eres enorme y tienes escamas, y hasta donde yo sé la el Gobierno Mundial no se lleva muy bien con tu raza. No pienso entregarle nada a ese tío ni a quien quiera que sea su jefe, pero quiero saber si el chisme ése podría sernos útil o no. Así que supongo que podríamos probar. Vamos a... un segundo.
Acto seguido, Therax volvió al interior de la taberna. ¿Acaso les había dicho el sujeto dónde se encontraban esas supuestas instalaciones? No lo recordaba, así que prefirió entrar y asegurarse. Cinco minutos y tres golpes más tarde, tenía una localización aproximada del lugar y menos agresividad acumulada. ¿Por qué demonios, si estaba tan empeñado en hacerse con sus servicios, se resistía tanto a revelarles información?
Se vieron obligados a caminar a buen ritmo durante unas tres horas, siempre en dirección este y siguiendo un pico montañoso que se veía a lo lejos. «Podría haber dado una localización más precisa o algo», se quejó el rubio en un momento dado. Terminaron por detenerse entre unos árboles, a unas decenas de metros de una enorme colina nevada.
-Ése debería ser el lugar. ¿Alguna idea? -preguntó en voz baja al gyojin.
Por otro lado, la artimaña de Luka había surtido efecto. El rubio había imitado a su compañero al levantarse, sin ser plenamente consciente de cuánto había de farol y cuánto de verdad en su amenaza. El hecho era que el tabernero había interpretado el gesto de los piratas como un "adiós, búscate la vida" y había cambiado radicalmente su actitud. La nueva información que les proporcionaba no era nada del otro mundo; todo lo que decía era más que esperable de una instalación gubernamental. No obstante, siempre venía bien elevar esos datos de la categoría de suposiciones a la de hechos.
«¿Dinero de antemano?», se preguntó el espadachín al oír los términos del acuerdo. El asunto desde el primer momento le había dado mala espina pero, conforme el tipo soltaba información por su hedionda boca, el domador cada vez veía más claro que nada bueno podría salir de allí. Sin embargo, el montante de dinero que el mellado le iba a entregar a Luka era más que considerable, y en aquellos momentos la banda no estaba pasando por sus mejores momentos económicos. «¿Acaso podemos llamarnos así?», se cuestionó el rubio a continuación.
Mientras Luka amenazaba al tabernero, Therax le quitó la acreditación a su compañero y comenzó a observarla. A él se le daba fatal aquel tipo de actividad. Era un desastre en casi todo lo que implicase fingir y camuflarse desde que tenía uso de razón.
-¿A quién se le ocurre decirle eso a un gyojin, por Dios? -preguntó al tabernero, que había osado amenazar a Luka y se encontraba con su cuello semiaplastado y su cabeza pegada a la pared-. Y aún más a éste, que no es capaz de tolerar ni la más simple de las bromas. Tiene muy mala leche -exageró, pasando a centrar su atención en el hombre-pez. «Si a mí se me da mal infiltrarme, de éste mejor ni hablamos», afirmó en su fuero interno.
Siguió a Luka hasta la salida, no sin antes extraer un par de billetes del dinero que el tabernero les acababa de dar y dejarlos sobre una mesa a modo de pago. El whiskey no había sido el mejor, eso seguro, pero aún así se lo había servido.
-Hmmm... Sí, no hay duda de que es interesante -comentó-, y peligroso -añadió tras unos segundos-. No sé yo si eso de la acreditación nos va a servir de mucho. Yo soy un negado haciéndome pasar por otra persona y tú... Bueno, sólo hay que mirarte. Eres enorme y tienes escamas, y hasta donde yo sé la el Gobierno Mundial no se lleva muy bien con tu raza. No pienso entregarle nada a ese tío ni a quien quiera que sea su jefe, pero quiero saber si el chisme ése podría sernos útil o no. Así que supongo que podríamos probar. Vamos a... un segundo.
Acto seguido, Therax volvió al interior de la taberna. ¿Acaso les había dicho el sujeto dónde se encontraban esas supuestas instalaciones? No lo recordaba, así que prefirió entrar y asegurarse. Cinco minutos y tres golpes más tarde, tenía una localización aproximada del lugar y menos agresividad acumulada. ¿Por qué demonios, si estaba tan empeñado en hacerse con sus servicios, se resistía tanto a revelarles información?
Se vieron obligados a caminar a buen ritmo durante unas tres horas, siempre en dirección este y siguiendo un pico montañoso que se veía a lo lejos. «Podría haber dado una localización más precisa o algo», se quejó el rubio en un momento dado. Terminaron por detenerse entre unos árboles, a unas decenas de metros de una enorme colina nevada.
-Ése debería ser el lugar. ¿Alguna idea? -preguntó en voz baja al gyojin.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El término rubiales pareció incomodar a Therax, que me respondió con una mirada un tanto peculiar. Achiné los ojos a la par que le miraba, intentando imitar su pose. ¿Acaso era una señal? No lo tomé como tal, sino como algún método anti-estreñimiento o algo así.
Tras mi amenaza, Therax evidenció los hechos avisando al tabernero (aunque algo tarde) de lo peligroso que podía llegar a ser molestarme o importunarme.
Tras salir, Therax decidió pagar, algo que se me había pasado por alto. Hablamos durante unos segundos hasta que el espadachín se percató de un gran detalle. ¿Dónde estaba el laboratorio?
-Hubiera estado bien preguntarlo, sí. – Dije a la par que ladeaba la cabeza en señal de negación.
Me adelanté un par de metros para ojear el terreno, y ví como no había ni rastro de cualquier cosa que se asemejara algo a un laboratorio.
Tras unos minutos Therax volvió, asegurando que ya sabía dónde teníamos que ir.
Caminamos durante varias horas, parando únicamente a hidratarnos. Durante un gran instante de tiempo pensé que nos habían engañado, pero entonces, ¿Qué pintaba el dinero? ¿Acaso era falso? Por más que lo miraba, a mí me parecía, como mínimo, una réplica bastante exacta.
EL camino era bastante aburrido, casas por aquí y por allá, después un largo sendero sin mucha vegetación y finalmente, nuestro destino. Una colina helada donde, supuestamente, estaría la instalación.
Therax me preguntó sobre qué hacer en ese momento.
“Pues no sé… Pensaba que se te ocurriría algo a ti en lo que veníamos” Pensé a la par que me llevaba la mano derecha a la barbilla, adoptando una pose pensativa. Entonces, en ese momento, recordé el comentario que previamente el espadachín había hecho sobre la rivalidad entre Gyojins y el Gobierno.
-Pues bien- Espeté colocándome en el lateral de un árbol mientras miraba. – Parece que no se ve mucha guardia por aquí… Se me ocurre algo.
“Aunque… quizá es exponerse demasiado”
-He pensado en un plan para entrar. Me atarás las manos, me colocarás un par de tiritas más por la cara, me amordazarás e iremos dentro como si me hubieras detenido. No digas mi nombre, quizá si lo dices rápidamente caigan en quién eres. – Espeté, estando ahora menos seguro del plan. – El caso es, que puedes decir que estás esperando a que vengan a por mí para trasladarme a… No sé, ¿Conoces alguna cárcel marina por aquí? No suelo frecuentarlas.- Finalicé intentando quitarle algo de hierro al asunto, que ya de por sí era difícil. – No me ates en exceso, así podre actuar si las cosas se ponen feas.
“Y si mi cuerpo lo permite” Pensé ladeando el hombro.
-Bueno, ¿Qué dices? ¿Se te ocurre algo mejor?- Finalicé sin preguntarle si era buen plan, pues obviamente, no lo era. Pero en ese momento, me pareció la mejor opción que podíamos tomar. Un agente recién llegado que ha capturado a un Gyojin y este va a ser trasladado a una cárcel. Hasta ahí, todo correcto. Si conseguíamos burlar la seguridad del sitio y entrar, teníamos la mitad del trabajo hecha. Por otro lado, quizá allí dentro tuviéramos que separarnos. O peor aún, fuésemos supervisados por alguien. En cualquier caso, parecía ser una de las pocas opciones que podíamos tomar. Quizá el rubio tomase otra decisión.
Tras mi amenaza, Therax evidenció los hechos avisando al tabernero (aunque algo tarde) de lo peligroso que podía llegar a ser molestarme o importunarme.
Tras salir, Therax decidió pagar, algo que se me había pasado por alto. Hablamos durante unos segundos hasta que el espadachín se percató de un gran detalle. ¿Dónde estaba el laboratorio?
-Hubiera estado bien preguntarlo, sí. – Dije a la par que ladeaba la cabeza en señal de negación.
Me adelanté un par de metros para ojear el terreno, y ví como no había ni rastro de cualquier cosa que se asemejara algo a un laboratorio.
Tras unos minutos Therax volvió, asegurando que ya sabía dónde teníamos que ir.
Caminamos durante varias horas, parando únicamente a hidratarnos. Durante un gran instante de tiempo pensé que nos habían engañado, pero entonces, ¿Qué pintaba el dinero? ¿Acaso era falso? Por más que lo miraba, a mí me parecía, como mínimo, una réplica bastante exacta.
EL camino era bastante aburrido, casas por aquí y por allá, después un largo sendero sin mucha vegetación y finalmente, nuestro destino. Una colina helada donde, supuestamente, estaría la instalación.
Therax me preguntó sobre qué hacer en ese momento.
“Pues no sé… Pensaba que se te ocurriría algo a ti en lo que veníamos” Pensé a la par que me llevaba la mano derecha a la barbilla, adoptando una pose pensativa. Entonces, en ese momento, recordé el comentario que previamente el espadachín había hecho sobre la rivalidad entre Gyojins y el Gobierno.
-Pues bien- Espeté colocándome en el lateral de un árbol mientras miraba. – Parece que no se ve mucha guardia por aquí… Se me ocurre algo.
“Aunque… quizá es exponerse demasiado”
-He pensado en un plan para entrar. Me atarás las manos, me colocarás un par de tiritas más por la cara, me amordazarás e iremos dentro como si me hubieras detenido. No digas mi nombre, quizá si lo dices rápidamente caigan en quién eres. – Espeté, estando ahora menos seguro del plan. – El caso es, que puedes decir que estás esperando a que vengan a por mí para trasladarme a… No sé, ¿Conoces alguna cárcel marina por aquí? No suelo frecuentarlas.- Finalicé intentando quitarle algo de hierro al asunto, que ya de por sí era difícil. – No me ates en exceso, así podre actuar si las cosas se ponen feas.
“Y si mi cuerpo lo permite” Pensé ladeando el hombro.
-Bueno, ¿Qué dices? ¿Se te ocurre algo mejor?- Finalicé sin preguntarle si era buen plan, pues obviamente, no lo era. Pero en ese momento, me pareció la mejor opción que podíamos tomar. Un agente recién llegado que ha capturado a un Gyojin y este va a ser trasladado a una cárcel. Hasta ahí, todo correcto. Si conseguíamos burlar la seguridad del sitio y entrar, teníamos la mitad del trabajo hecha. Por otro lado, quizá allí dentro tuviéramos que separarnos. O peor aún, fuésemos supervisados por alguien. En cualquier caso, parecía ser una de las pocas opciones que podíamos tomar. Quizá el rubio tomase otra decisión.
-Hmmm... Bueno, supongo que sí. No parece que tengamos otra opción mejor -comentó el rubio sin apartar la mirada de la colina, como si hablara consigo mismo en lugar de con el gyojin. «¿Cómo se entrará ahí? No creo que con apartar la nieve sea suficiente para encontrar la puerta», razonó-. Pero creo que sería más creíble si me hiciese pasar un cazarrecompensas que busca un lugar seguro donde dejar su premio.
Siempre y cuando Luka no tuviera problema con su ligera modificación sobre el plan inicial, se dispondría a prepararlo todo. Repartiría una serie de tiritas de forma casi anárquica por la escamosa piel del hombre-pez, procurando que un buen número de ellas se localizasen sobre las zonas que solían salir más perjudicadas en combate.
-Un momento, ¿tienes alguna cuerda o algo con lo que pueda atarte? -Si tuviese algo que pudiera servir, lo emplearía para aprisionar bien sus manos, asegurándose de que el nudo no dejase lugar a dudas de que no pretendía liberar su botín. En caso contrario, emplearía la cuerda que empleaba para mantener fijas sus espadas a la espalda y llevarías estas últimas en la mano libre.
Una vez todo estuvo listo, abandonaron el refugio que les proporcionaban los árboles y se encaminaron hacia la colina. Allí no había nada, y Therax comenzaba a pensar que el tabernero les había engañado cuando algo extraño ocurrió. Súbitamente, un golpe seco en la cabeza lo detuvo. ¿Con qué se había dado? Allí no había dada. Tanteó lo que había ante él con el pie para descubrir que algo invisible le impedía avanzar. «¿Pero se puede saber qué es esto?», se preguntó, golpeando repetidas veces en la misma zona.
Entonces, a su derecha y a la altura de su cabeza, el aire... ¿se abrió? para dejar ver una lente roja, cuyo centro se movía de un lugar a otro como un ojo inquieto.
-¿Quién va? ¡Identificación! -dijo una voz aguda que provenía de algún lugar frente a él.
-Moho, Moho Yoyo -respondió el rubio a media voz, aún confuso por lo que estaba sucediendo ante él-. Necesito un lugar seguro en el que esconder a este gyojin. Es Luka Rooney, de la banda del Descamisetado, y cuando vine a por él me informaron de que aquí había una instalación del Gobierno Mundial -añadió, mostrando la identificación que les había dado proporcionado el tipo del bar. No era gran cosa: un permiso para acceder temporalmente al lugar, pero no especificaba la identidad ni el cometido del portador.
Se hizo el silencio al otro lado del comunicador invisible. ¿Acaso había colgado el tipo? Therax quería pensar que no, porque la lente continuaba perfectamente visible. El sonido de un botón precedió al ascenso de una compuerta invisible frente a ellos. «¿Pero qué co...?», pensó el espadachín al ver cómo ante ellos aparecía un frío y metálico recibidor.
-Pasa, rápido -ordenó la voz-. ¿Quién me mandaría a mí meterme en esto? Con lo bien que estaba yo forrándome en la empresa -se quejó el tipo antes de cortar la comunicación.
El rubio obedeció sin rechistar y, en cuanto ambos se encontraron dentro, la compuerta se cerró a sus espaldas. Frías y grises baldosas conformaban el suelo sobre el que se asentaban los pies de los piratas, y una ovaladas paredes metálicas que se continuaban con el techo daban al lugar la apariencia de un cilindro cortado por la mitad.
-¿Y ahora qué? -musitó para que sólo el gyojin pudiera escucharle-. Nos vendría bien enterarnos de la seguridad que hay, así que no empieces a dar tortas hasta que sepamos algo.
Entonces, una puerta se abrió a la derecha de donde se encontraban y de ella emergieron dos sujetos trajeados que se aproximaron a ellos.
Siempre y cuando Luka no tuviera problema con su ligera modificación sobre el plan inicial, se dispondría a prepararlo todo. Repartiría una serie de tiritas de forma casi anárquica por la escamosa piel del hombre-pez, procurando que un buen número de ellas se localizasen sobre las zonas que solían salir más perjudicadas en combate.
-Un momento, ¿tienes alguna cuerda o algo con lo que pueda atarte? -Si tuviese algo que pudiera servir, lo emplearía para aprisionar bien sus manos, asegurándose de que el nudo no dejase lugar a dudas de que no pretendía liberar su botín. En caso contrario, emplearía la cuerda que empleaba para mantener fijas sus espadas a la espalda y llevarías estas últimas en la mano libre.
Una vez todo estuvo listo, abandonaron el refugio que les proporcionaban los árboles y se encaminaron hacia la colina. Allí no había nada, y Therax comenzaba a pensar que el tabernero les había engañado cuando algo extraño ocurrió. Súbitamente, un golpe seco en la cabeza lo detuvo. ¿Con qué se había dado? Allí no había dada. Tanteó lo que había ante él con el pie para descubrir que algo invisible le impedía avanzar. «¿Pero se puede saber qué es esto?», se preguntó, golpeando repetidas veces en la misma zona.
Entonces, a su derecha y a la altura de su cabeza, el aire... ¿se abrió? para dejar ver una lente roja, cuyo centro se movía de un lugar a otro como un ojo inquieto.
-¿Quién va? ¡Identificación! -dijo una voz aguda que provenía de algún lugar frente a él.
-Moho, Moho Yoyo -respondió el rubio a media voz, aún confuso por lo que estaba sucediendo ante él-. Necesito un lugar seguro en el que esconder a este gyojin. Es Luka Rooney, de la banda del Descamisetado, y cuando vine a por él me informaron de que aquí había una instalación del Gobierno Mundial -añadió, mostrando la identificación que les había dado proporcionado el tipo del bar. No era gran cosa: un permiso para acceder temporalmente al lugar, pero no especificaba la identidad ni el cometido del portador.
Se hizo el silencio al otro lado del comunicador invisible. ¿Acaso había colgado el tipo? Therax quería pensar que no, porque la lente continuaba perfectamente visible. El sonido de un botón precedió al ascenso de una compuerta invisible frente a ellos. «¿Pero qué co...?», pensó el espadachín al ver cómo ante ellos aparecía un frío y metálico recibidor.
-Pasa, rápido -ordenó la voz-. ¿Quién me mandaría a mí meterme en esto? Con lo bien que estaba yo forrándome en la empresa -se quejó el tipo antes de cortar la comunicación.
El rubio obedeció sin rechistar y, en cuanto ambos se encontraron dentro, la compuerta se cerró a sus espaldas. Frías y grises baldosas conformaban el suelo sobre el que se asentaban los pies de los piratas, y una ovaladas paredes metálicas que se continuaban con el techo daban al lugar la apariencia de un cilindro cortado por la mitad.
-¿Y ahora qué? -musitó para que sólo el gyojin pudiera escucharle-. Nos vendría bien enterarnos de la seguridad que hay, así que no empieces a dar tortas hasta que sepamos algo.
Entonces, una puerta se abrió a la derecha de donde se encontraban y de ella emergieron dos sujetos trajeados que se aproximaron a ellos.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pese a mis sospechas, Therax aceptó sin aparentemente pensar mucho, la oferta de llevarme hasta la puerta a modo de “Estúpido Gyojin capturado”. Con suerte conseguiríamos entrar y, una vez dentro, quién sabe cómo irían las cosas. Eso sí, le pareció mejor darle una vuelta a la historia y, en vez de hacerse pasar por agente o marine, hacerse pasar por cazarrecompensas. Sin duda, el movimiento era muy acertado, ya que, en cualquier momento, le podrían haber pedido algún tipo de acreditación o información que desconocería.
Pensé cómo hacer las cosas hasta entrar, intentando de esta manera tenerlo todo atado. Tenía claro que debía ejercer la figura de rehén, tendría que fingir un rostro abatido, hablar con mala hostia y moverme como un perro con correa. Hasta ahí todo bien. También tendría que hacer el amago de no querer moverme en alguna ocasión, dando a entender que el estar allí no había sido precisamente un acto democrático.
Arqueé la ceja, viendo la dificultad del panorama. ¿Y si no podíamos entrar? Ahí terminaría el plan y, probablemente, nuestros días como piratas. Pero confiábamos en que todo fuese algo mejor.
En ese momento, Therax preguntó por algo que hiciese de cuerda.
”Vale, lo más esencial y no he pensado en ello, genial. Te va a salir muy bien el plan, Luka” Acompañé el pensamiento de un más que ostensible movimiento con los brazos, el cual indicaba lo poco contento que estaba en ese momento. Pero el rubio tenía un as bajo la manga. O más concretamente a la espalda. Cogió la cuerda con la que se ataba las katanas en ésta y la empleó para ponérmela sobre las manos.
-Suéltala un poco más.-Espeté con un semblante bastante serio. No me gustaba nada tener las manos atadas, al fin y al cabo era un gesto de esclavitud, o como mínimo, de anti-libertad. Me había pasado años defendiéndolo, y el simple hecho de que las dos manos estuviesen juntas, rozadas por una cuerda, me ponía el bello de punta.
Avanzamos por el camino a paso lento, pisando sobre la suave nieve que le daba una belleza encantadora a la zona. Me entraban ganas de tirarme sobre esta y rodar, como cuando era pequeño, pero no era el momento. Quizá, si todo salía bien, tendría un minuto para lanzarme por allí.
Therax parecía un poco nervioso, y yo también lo estaba. Cuando llamó al laboratorio, la espera se hizo agónica. Fue inevitable pensar en la cara del tabernero y en cómo le estrangularía con una sola mano. Pero finalmente, parecía haber dicho la verdad.
“¿Moho yoyo?” Fue la respuesta de Therax ante la pregunta del guarida. Sin duda, rubiales no parecía ser un mote con el que el espadachín se sintiese a gusto, pero definitivamente, tendría que probar fortuna con moho yoyo. Tenía mucho juego.
Therax se desenvolvió de una manera brillante. Me sorprendió, ya que acostumbraba a ser un tipo bastante reservado e inocente. Alguien, en pocas palabras, incapaz de mentir, o al menos de hacerlo bien, pero parecía que ante la autoridad, le salía un sexto sentido que para nada me vendría bien.
-Vale, me portaré bien. – Contesté ante su petición de no liarla hasta tenerlo claro. – Pero te dije que me apretases menos las cuerdas… No me las voy a poder soltar si no me ayudas.- Hice una última pausa mientras veíamos a dos hombres acercarse hacia nosotros. – Y, sobre todo, quédate con el camino, soy malísimo para eso. – Finalicé a la par que salía andando hacia los guardias y les mostraba una terrorífica cara a la par que intentaba fulminarlos con la mirada.
-Suicios humanos…
-Vaya, otro Gyojin más. ¿Y tú eres? – Dijo el primer guardia dirigiéndose a Therax. El guardia era de piel ligeramente morena, altura considerable, en torno a dos metros y sin aparentes armas visibles.
-Parece una buena captura, chaval. ¿Siempre tiene esta mala hostia? – Comentó el segundo, que era ligeramente más bajo que el anterior y portaba dos katanas, ambas a su izquierda.
Intenté acercarme lo máximo que pude a ambos, mostrando mi odio hacia ellos e intentando que Therax me diese algún correctivo, ya fuese en manera de golpe o tirón con la cuerda. Pero quería dejar claro que estaba allí en contra de mi voluntad y que Therax, o mejor dicho, Moho yoyo, no dudaría en emplear la fuerza contra mí si era necesario.
Aquellas dos personas parecían ser agentes del gobierno, o al menos trabajar para este. Fueron hablando con Therax por el camino, y me hicieron alguna pregunta que no dudé en ignorar.
Pasamos un par de habitaciones que parecían simples cuartos, hasta llegar a una sala de controles, donde uno de ellos hizo una pausa para coger un par de refrescos, los cuales cedió a Therax y a su otro compañero.
”Qué hospitalarios”
Continuamos andando hasta que, finalmente, llegamos a la sala donde había un láser.
”¿Será el nuestro?” Pensé durante unos segundos, hasta darme cuenta que no, era mucho peor que el nuestro.
El primer guardia llamó a un físico, que vino y nos contó que hacía ese láser con demasiados tecnicismos. Tantos que desconecté durante un tiempo, sólo me quedé con las palabras importantes. “Es capaz de perforar el cuerpo humano y desintegrarlo en menos de diez segundos” Pero claro, es la versión de prueba, algo así como un prototipo, por lo que a saber de qué era capaz y si tenía algún tipo de límite.
¿Cómo podía el gobierno financiar investigaciones así? ¿Qué bien conseguían?
-Sabiendo esto, señor Moho yoyo, le voy a ceder el honor de apretar el botón y ver el alcance de este láser sobre esa escoria de Gyojin. – Dijo mientras los dos guardias me colocaban unas cadenas sobre las muñecas, dejándome colgado del cielo, sin muchas opciones de escapar.
“Dónde me he metido…” Pensé a la par que le ponía ojitos a Therax, con la intención de que se le ocurriese algo y me sacara de aquella. Le estaría eternamente agradecido.
“Si me sacas de esta, Therax, te voy a enseñar lo que hubiera solucionado dos tortazos a tiempo” Ojeé a los guardias y noté como mi ira aumentaba.
Pensé cómo hacer las cosas hasta entrar, intentando de esta manera tenerlo todo atado. Tenía claro que debía ejercer la figura de rehén, tendría que fingir un rostro abatido, hablar con mala hostia y moverme como un perro con correa. Hasta ahí todo bien. También tendría que hacer el amago de no querer moverme en alguna ocasión, dando a entender que el estar allí no había sido precisamente un acto democrático.
Arqueé la ceja, viendo la dificultad del panorama. ¿Y si no podíamos entrar? Ahí terminaría el plan y, probablemente, nuestros días como piratas. Pero confiábamos en que todo fuese algo mejor.
En ese momento, Therax preguntó por algo que hiciese de cuerda.
”Vale, lo más esencial y no he pensado en ello, genial. Te va a salir muy bien el plan, Luka” Acompañé el pensamiento de un más que ostensible movimiento con los brazos, el cual indicaba lo poco contento que estaba en ese momento. Pero el rubio tenía un as bajo la manga. O más concretamente a la espalda. Cogió la cuerda con la que se ataba las katanas en ésta y la empleó para ponérmela sobre las manos.
-Suéltala un poco más.-Espeté con un semblante bastante serio. No me gustaba nada tener las manos atadas, al fin y al cabo era un gesto de esclavitud, o como mínimo, de anti-libertad. Me había pasado años defendiéndolo, y el simple hecho de que las dos manos estuviesen juntas, rozadas por una cuerda, me ponía el bello de punta.
Avanzamos por el camino a paso lento, pisando sobre la suave nieve que le daba una belleza encantadora a la zona. Me entraban ganas de tirarme sobre esta y rodar, como cuando era pequeño, pero no era el momento. Quizá, si todo salía bien, tendría un minuto para lanzarme por allí.
Therax parecía un poco nervioso, y yo también lo estaba. Cuando llamó al laboratorio, la espera se hizo agónica. Fue inevitable pensar en la cara del tabernero y en cómo le estrangularía con una sola mano. Pero finalmente, parecía haber dicho la verdad.
“¿Moho yoyo?” Fue la respuesta de Therax ante la pregunta del guarida. Sin duda, rubiales no parecía ser un mote con el que el espadachín se sintiese a gusto, pero definitivamente, tendría que probar fortuna con moho yoyo. Tenía mucho juego.
Therax se desenvolvió de una manera brillante. Me sorprendió, ya que acostumbraba a ser un tipo bastante reservado e inocente. Alguien, en pocas palabras, incapaz de mentir, o al menos de hacerlo bien, pero parecía que ante la autoridad, le salía un sexto sentido que para nada me vendría bien.
-Vale, me portaré bien. – Contesté ante su petición de no liarla hasta tenerlo claro. – Pero te dije que me apretases menos las cuerdas… No me las voy a poder soltar si no me ayudas.- Hice una última pausa mientras veíamos a dos hombres acercarse hacia nosotros. – Y, sobre todo, quédate con el camino, soy malísimo para eso. – Finalicé a la par que salía andando hacia los guardias y les mostraba una terrorífica cara a la par que intentaba fulminarlos con la mirada.
-Suicios humanos…
-Vaya, otro Gyojin más. ¿Y tú eres? – Dijo el primer guardia dirigiéndose a Therax. El guardia era de piel ligeramente morena, altura considerable, en torno a dos metros y sin aparentes armas visibles.
-Parece una buena captura, chaval. ¿Siempre tiene esta mala hostia? – Comentó el segundo, que era ligeramente más bajo que el anterior y portaba dos katanas, ambas a su izquierda.
Intenté acercarme lo máximo que pude a ambos, mostrando mi odio hacia ellos e intentando que Therax me diese algún correctivo, ya fuese en manera de golpe o tirón con la cuerda. Pero quería dejar claro que estaba allí en contra de mi voluntad y que Therax, o mejor dicho, Moho yoyo, no dudaría en emplear la fuerza contra mí si era necesario.
Aquellas dos personas parecían ser agentes del gobierno, o al menos trabajar para este. Fueron hablando con Therax por el camino, y me hicieron alguna pregunta que no dudé en ignorar.
Pasamos un par de habitaciones que parecían simples cuartos, hasta llegar a una sala de controles, donde uno de ellos hizo una pausa para coger un par de refrescos, los cuales cedió a Therax y a su otro compañero.
”Qué hospitalarios”
Continuamos andando hasta que, finalmente, llegamos a la sala donde había un láser.
”¿Será el nuestro?” Pensé durante unos segundos, hasta darme cuenta que no, era mucho peor que el nuestro.
El primer guardia llamó a un físico, que vino y nos contó que hacía ese láser con demasiados tecnicismos. Tantos que desconecté durante un tiempo, sólo me quedé con las palabras importantes. “Es capaz de perforar el cuerpo humano y desintegrarlo en menos de diez segundos” Pero claro, es la versión de prueba, algo así como un prototipo, por lo que a saber de qué era capaz y si tenía algún tipo de límite.
¿Cómo podía el gobierno financiar investigaciones así? ¿Qué bien conseguían?
-Sabiendo esto, señor Moho yoyo, le voy a ceder el honor de apretar el botón y ver el alcance de este láser sobre esa escoria de Gyojin. – Dijo mientras los dos guardias me colocaban unas cadenas sobre las muñecas, dejándome colgado del cielo, sin muchas opciones de escapar.
“Dónde me he metido…” Pensé a la par que le ponía ojitos a Therax, con la intención de que se le ocurriese algo y me sacara de aquella. Le estaría eternamente agradecido.
“Si me sacas de esta, Therax, te voy a enseñar lo que hubiera solucionado dos tortazos a tiempo” Ojeé a los guardias y noté como mi ira aumentaba.
Mientras los tipos se acercaban, Therax no podía terminar de creerse que su interpretación hubiera dado resultado. Al caminar por la nieve, había ido repitiéndose una y otra vez la improvisada coartada que se le había ocurrido. No era gran cosa y estaba completamente exenta de detalles, pero milagrosamente había bastado para satisfacer las inquisiciones de la voz aguda.
Sin embargo, ahora venía lo difícil. Los tipos que se aproximaban a ellos apestaban a Gobierno Mundial, y su capacidad de improvisación instantánea era poco menos que nula. Sabía que en cuanto le hiciesen tres preguntas seguidas sería fácil que se delatase, así que tragó saliva y trató de volver a meterse en su pésimo papel.
-Moho, mi nombre es Moho -dijo el rubio un tanto nervioso. El tipo arqueó una ceja y le preguntó por el gyojin-. Pues no, normalmente es muy tranquilo. Le gustan los barcos y esas cosas -añadió, dándose cuenta al instante de que aquélla era una información que no tendría por qué conocer-. Me gusta informarme acerca de mis presas -comentó rápidamente, sin apenas dar tiempo a que la ceja del agente se arquease más.
El moreno dirigió una mirada rara al de las katanas, pero entonces el gyojin tuvo la mejor idea que se le podía haber ocurrido: adoptó una actitud amenazante contra los sujetos, provocando que centraran en él su atención. Therax no se lo pensó, de manera que dio un fuerte tirón de la cuerda con la que mantenía aprisionado a Luka a modo de correctivo.
Aquel gesto pareció agradar a los agentes, que guiaron a cazador y presa por unos pasillos hasta alcanzar una estancia ocupada por un láser. El rubio dio un largo trago del refresco que le habían ofrecido anteriormente, haciendo tiempo para pensar una respuesta para la pregunta que acababan de hacerle. No podía evitar cuestionarse si los agentes sospecharían algo, ya que el paseo estaba resultando más bien un interrogatorio. Había ido respondiendo como buenamente había podido, procurando no contradecirse para levantas las mínimas sospechas posibles.
No parecía haber surtido efecto. Tal vez fuera por lo escueto de sus contestaciones, o tal vez por el leve tembleque que se podía apreciar en su voz, pero el hecho era que el tipo de las katanas se había ido retrasando un poco con respecto al resto del grupo. El rubio sabía que aquello no podía presagiar nada bueno, pero se sintió aliviado cuando llamaron a un científico para que les explicara cómo funcionaba el láser frente al cual se habían detenido.
Therax asentía como si escuchase, pero en su fuero interno trataba de seguir elaborando torpemente su falsa identidad y, de paso, idear cómo podrían salir de allí. «¿Quién nos mandaría a nosotros meternos en esto?», se preguntó mientras el físico se alejaba. Y entonces colgaron al gyojin. No pudo evitar imaginarse un salmón en salazón esperando a ser transportado, pero el ofrecimiento del agente sacó aquella comparación de su cabeza.
-Pero... debería ser entregado a la Marina, ¿no? -preguntó para ganar tiempo, consciente de que el agente tendría alguna excusa preparada-. Para que sea juzgado, encarcelado y todo eso.
-Tal vez, pero esta escoria no merece nada más. Nadie se enterará ni le echará de menos -respondió el moreno al tiempo que esbozaba una sonrisa.
Un segundo, dos segundos, tres segundos. El tiempo pasaba y Therax mantenía el dedo a unos centímetros del botón que debía accionar el láser, pensando en cómo podría sacar a Luka de esa situación manteniendo la endeble coartada que tenía. La decisión no fue tomada por él. El inconfundible sonido de una espada desenvainándose a sus espaldas le avisó de lo que estaba por venir.
No se lo pensó y, en vez de girarse sobre sí mismo, saltó hacia el gyojin y empleó a Byakko para cortar las cadenas que lo mantenían preso. El láser apuntaba alto, así que no serviría de nada si el hombre-pez no estaba colgado. Acto seguido, deshizo rápidamente el nudo que había hecho en torno a sus muñecas y encaró a los agentes.
-Ya decía yo que tu cara me sonaba de algo -dijo el que había estado caminando detrás del grupo, que ya había desenfundado ambos sables-. Tú eres el rubito ése de la banda del Descamisetado, ¿no? Hay que ser imbécil para meterse de este modo en la boca del lobo. -Una carcajada precedió la acometida del espadachín del Gobierno Mundial, que lanzó un corte en cruz en dirección al torso del domador.
Therax desenvainó rápidamente a Yuki-onna, dejando las fundas de sus espadas en el suelo y frenando las hojas de su enemigo con las suyas propias. No era la situación más favorable, eso seguro. No sabían quién más habría en aquellas instalaciones ni cuál podría ser su nivel aproximado y, por si fuera poco, una alarma comenzó a sonar en todo el recinto.
-Genial... Pues para ti el otro, Luka -dijo antes de separar un poco al espadachín de una patada.
Sin embargo, ahora venía lo difícil. Los tipos que se aproximaban a ellos apestaban a Gobierno Mundial, y su capacidad de improvisación instantánea era poco menos que nula. Sabía que en cuanto le hiciesen tres preguntas seguidas sería fácil que se delatase, así que tragó saliva y trató de volver a meterse en su pésimo papel.
-Moho, mi nombre es Moho -dijo el rubio un tanto nervioso. El tipo arqueó una ceja y le preguntó por el gyojin-. Pues no, normalmente es muy tranquilo. Le gustan los barcos y esas cosas -añadió, dándose cuenta al instante de que aquélla era una información que no tendría por qué conocer-. Me gusta informarme acerca de mis presas -comentó rápidamente, sin apenas dar tiempo a que la ceja del agente se arquease más.
El moreno dirigió una mirada rara al de las katanas, pero entonces el gyojin tuvo la mejor idea que se le podía haber ocurrido: adoptó una actitud amenazante contra los sujetos, provocando que centraran en él su atención. Therax no se lo pensó, de manera que dio un fuerte tirón de la cuerda con la que mantenía aprisionado a Luka a modo de correctivo.
Aquel gesto pareció agradar a los agentes, que guiaron a cazador y presa por unos pasillos hasta alcanzar una estancia ocupada por un láser. El rubio dio un largo trago del refresco que le habían ofrecido anteriormente, haciendo tiempo para pensar una respuesta para la pregunta que acababan de hacerle. No podía evitar cuestionarse si los agentes sospecharían algo, ya que el paseo estaba resultando más bien un interrogatorio. Había ido respondiendo como buenamente había podido, procurando no contradecirse para levantas las mínimas sospechas posibles.
No parecía haber surtido efecto. Tal vez fuera por lo escueto de sus contestaciones, o tal vez por el leve tembleque que se podía apreciar en su voz, pero el hecho era que el tipo de las katanas se había ido retrasando un poco con respecto al resto del grupo. El rubio sabía que aquello no podía presagiar nada bueno, pero se sintió aliviado cuando llamaron a un científico para que les explicara cómo funcionaba el láser frente al cual se habían detenido.
Therax asentía como si escuchase, pero en su fuero interno trataba de seguir elaborando torpemente su falsa identidad y, de paso, idear cómo podrían salir de allí. «¿Quién nos mandaría a nosotros meternos en esto?», se preguntó mientras el físico se alejaba. Y entonces colgaron al gyojin. No pudo evitar imaginarse un salmón en salazón esperando a ser transportado, pero el ofrecimiento del agente sacó aquella comparación de su cabeza.
-Pero... debería ser entregado a la Marina, ¿no? -preguntó para ganar tiempo, consciente de que el agente tendría alguna excusa preparada-. Para que sea juzgado, encarcelado y todo eso.
-Tal vez, pero esta escoria no merece nada más. Nadie se enterará ni le echará de menos -respondió el moreno al tiempo que esbozaba una sonrisa.
Un segundo, dos segundos, tres segundos. El tiempo pasaba y Therax mantenía el dedo a unos centímetros del botón que debía accionar el láser, pensando en cómo podría sacar a Luka de esa situación manteniendo la endeble coartada que tenía. La decisión no fue tomada por él. El inconfundible sonido de una espada desenvainándose a sus espaldas le avisó de lo que estaba por venir.
No se lo pensó y, en vez de girarse sobre sí mismo, saltó hacia el gyojin y empleó a Byakko para cortar las cadenas que lo mantenían preso. El láser apuntaba alto, así que no serviría de nada si el hombre-pez no estaba colgado. Acto seguido, deshizo rápidamente el nudo que había hecho en torno a sus muñecas y encaró a los agentes.
-Ya decía yo que tu cara me sonaba de algo -dijo el que había estado caminando detrás del grupo, que ya había desenfundado ambos sables-. Tú eres el rubito ése de la banda del Descamisetado, ¿no? Hay que ser imbécil para meterse de este modo en la boca del lobo. -Una carcajada precedió la acometida del espadachín del Gobierno Mundial, que lanzó un corte en cruz en dirección al torso del domador.
Therax desenvainó rápidamente a Yuki-onna, dejando las fundas de sus espadas en el suelo y frenando las hojas de su enemigo con las suyas propias. No era la situación más favorable, eso seguro. No sabían quién más habría en aquellas instalaciones ni cuál podría ser su nivel aproximado y, por si fuera poco, una alarma comenzó a sonar en todo el recinto.
-Genial... Pues para ti el otro, Luka -dijo antes de separar un poco al espadachín de una patada.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era inevitable que nos pillaran.
Un tipo tímido y cortado, que entra en un laboratorio con un Gyojin con cadena, al cual dice haber capturado. Responde ambiguamente y de la manera más corta que puede a todas las preguntas, a la par que agacha ligeramente la cabeza y duda en sus propias respuestas.
Pero hubiera preferido que nos hubieran pillado antes. La situación en aquél momento era peor que insostenible. Aunque yo si que estaba sostenible. Sujeto a unas cadenas en lo alto del laboratorio, para ser exactos. No podía moverme debido a las heridas que tenía por todo el cuerpo, pero tenía claro que cuando Therax pulsara el botón, giraría el cuerpo en su totalidad para girar a la derecha y evadir lo que fuera que saliese de aquél láser.
Therax mantenía la mano tan cerca del botón que el corazón parecía que se me iba a salir. La tensión del momento se incrementaba cada vez más, y parecía que no iría a menos en ningún instante. El rubio parecía intentar estar ganando tiempo, pero… ¿Tiempo para qué?
Quizá esperaba que pudiera liberarme de alguna manera, pero las cadenas estaban rígidas, y los grilletes eran resistentes, ni siquiera en plenas condiciones podría haberlos roto en unos segundos.
El espadachín estaba en un aprieto ligeramente menor que el mío, pero parecía dudar tanto que por un momento pensé que saldría corriendo y me dejaría allí mismo.
Entonces, en ese preciso instante, el hombre que nos había dejado unos segundos, volvió y desenvainó su espada lentamente. Intenté hacerle señas a Therax, que estaba justo delante de éste, pero parecía no querer mirarme.
”Vamos, tonto, huye!”
Con un ágil movimiento, Therax consiguió dar un potente salto hacia mí con una katana desenvainada, dando un par de tajos y cortando las cadenas que me tenían sujeto.
Al caer al suelo, Therax me liberó de sus ataduras, pero no dió tiempo a romper los grilletes.
Entonces, el hombre que había aparecido escasos segundos atrás, hizo un semi-teatro, dejándonos claro que nos habían pillado. Acometió contra Therax y una alarma empezó a sonar, a la par que el rubio me invitaba a unirme a la pelea, contra el otro hombre.
- Qué remedio. Intentaré pelear con estas cadenas por aquí sueltas- Espeté a la par que miraba las cadenas que me colgaban de las muñecas. La de la izquierda era de siete u ocho centímetros, no me molestaría demasiado. Sin embargo, la de la derecha colgaba casi treinta centímetros, molestándome algo más.
El otro humano saltó hacia mí con el puño derecho en alto. Desde mi ubicación, adopté una posición defensiva arqueando el cuerpo unos veinticinco grados hacia la derecha y bajando el puño derecho hasta que mi rival estaba a escasos cincuenta centímetros, cuando realicé el giro completo y ambos puños derechos chocaron uno contra otro. Se creó una pequeña onda expansiva que sopló cerca de nosotros.
”Estamos en un buen lío”
El humano realizó una patada a la altura del costado que me hizo “volar” algunos metros y chocar contra una pared.
Al reincorporarme, ojeé a Therax y al otro espadachín, que estaban teniendo un intenso combate, pero no pude ojearlo por mucho tiempo, ya que mi rival volvió a la carga, esta vez a modo de patada voladora, la cual no me costó demasiado evadir saltando hacia el lateral derecho.
Al momento el humano se levantó y empezó a lanzar una serie de golpes que me limitaba en esquivar usando mantra. Gracias al propio mantra, noté dos presencias ajenas a nosotros cuatro acercándose, lo cual hizo que me distrajera y recibí un par de puñetazos a la altura del mentón y el estómago. Éste último fue más débil que los demás, lo cual, probablemente, se debía a que la longitud entre su brazo y mi estómago era mayor que la que había entre su brazo y mi mentón. Aproveché la situación para agarrar el brazo de mi oponente y darle un contundente golpe a la altura de la flexura del codo, provocando un peculiar sonido que hizo al humano dar un salto y estirar el propio brazo.
- Therax, dáte prisa, alguien se acerca. - El sonido de la alarma quizá dificultase que el rubio me entendiese, pero de no hacerlo, quizá se diese cuenta por sí mismo. Por la distancia en la que había notado la presencia, no tardarían más de un minuto en llegar.
Aproveché la pequeña interrupción del combate para sacar la botella de agua de mi mochila y rociarme los puños de ella, a la par que invitaba con la mano derecha a venir a mi rival. Debía ser contundente si quería serle de ayuda a Therax, pero también tenía que intentar idear un plan de huida. ¿Dónde estarían los planos? No tendría mucho sentido haber montado todo aquél percal para al final huir simplemente. Quizá, con suerte, podríamos recogerlos y huir a través de algún conducto.
Un tipo tímido y cortado, que entra en un laboratorio con un Gyojin con cadena, al cual dice haber capturado. Responde ambiguamente y de la manera más corta que puede a todas las preguntas, a la par que agacha ligeramente la cabeza y duda en sus propias respuestas.
Pero hubiera preferido que nos hubieran pillado antes. La situación en aquél momento era peor que insostenible. Aunque yo si que estaba sostenible. Sujeto a unas cadenas en lo alto del laboratorio, para ser exactos. No podía moverme debido a las heridas que tenía por todo el cuerpo, pero tenía claro que cuando Therax pulsara el botón, giraría el cuerpo en su totalidad para girar a la derecha y evadir lo que fuera que saliese de aquél láser.
Therax mantenía la mano tan cerca del botón que el corazón parecía que se me iba a salir. La tensión del momento se incrementaba cada vez más, y parecía que no iría a menos en ningún instante. El rubio parecía intentar estar ganando tiempo, pero… ¿Tiempo para qué?
Quizá esperaba que pudiera liberarme de alguna manera, pero las cadenas estaban rígidas, y los grilletes eran resistentes, ni siquiera en plenas condiciones podría haberlos roto en unos segundos.
El espadachín estaba en un aprieto ligeramente menor que el mío, pero parecía dudar tanto que por un momento pensé que saldría corriendo y me dejaría allí mismo.
Entonces, en ese preciso instante, el hombre que nos había dejado unos segundos, volvió y desenvainó su espada lentamente. Intenté hacerle señas a Therax, que estaba justo delante de éste, pero parecía no querer mirarme.
”Vamos, tonto, huye!”
Con un ágil movimiento, Therax consiguió dar un potente salto hacia mí con una katana desenvainada, dando un par de tajos y cortando las cadenas que me tenían sujeto.
Al caer al suelo, Therax me liberó de sus ataduras, pero no dió tiempo a romper los grilletes.
Entonces, el hombre que había aparecido escasos segundos atrás, hizo un semi-teatro, dejándonos claro que nos habían pillado. Acometió contra Therax y una alarma empezó a sonar, a la par que el rubio me invitaba a unirme a la pelea, contra el otro hombre.
- Qué remedio. Intentaré pelear con estas cadenas por aquí sueltas- Espeté a la par que miraba las cadenas que me colgaban de las muñecas. La de la izquierda era de siete u ocho centímetros, no me molestaría demasiado. Sin embargo, la de la derecha colgaba casi treinta centímetros, molestándome algo más.
El otro humano saltó hacia mí con el puño derecho en alto. Desde mi ubicación, adopté una posición defensiva arqueando el cuerpo unos veinticinco grados hacia la derecha y bajando el puño derecho hasta que mi rival estaba a escasos cincuenta centímetros, cuando realicé el giro completo y ambos puños derechos chocaron uno contra otro. Se creó una pequeña onda expansiva que sopló cerca de nosotros.
”Estamos en un buen lío”
El humano realizó una patada a la altura del costado que me hizo “volar” algunos metros y chocar contra una pared.
Al reincorporarme, ojeé a Therax y al otro espadachín, que estaban teniendo un intenso combate, pero no pude ojearlo por mucho tiempo, ya que mi rival volvió a la carga, esta vez a modo de patada voladora, la cual no me costó demasiado evadir saltando hacia el lateral derecho.
Al momento el humano se levantó y empezó a lanzar una serie de golpes que me limitaba en esquivar usando mantra. Gracias al propio mantra, noté dos presencias ajenas a nosotros cuatro acercándose, lo cual hizo que me distrajera y recibí un par de puñetazos a la altura del mentón y el estómago. Éste último fue más débil que los demás, lo cual, probablemente, se debía a que la longitud entre su brazo y mi estómago era mayor que la que había entre su brazo y mi mentón. Aproveché la situación para agarrar el brazo de mi oponente y darle un contundente golpe a la altura de la flexura del codo, provocando un peculiar sonido que hizo al humano dar un salto y estirar el propio brazo.
- Therax, dáte prisa, alguien se acerca. - El sonido de la alarma quizá dificultase que el rubio me entendiese, pero de no hacerlo, quizá se diese cuenta por sí mismo. Por la distancia en la que había notado la presencia, no tardarían más de un minuto en llegar.
Aproveché la pequeña interrupción del combate para sacar la botella de agua de mi mochila y rociarme los puños de ella, a la par que invitaba con la mano derecha a venir a mi rival. Debía ser contundente si quería serle de ayuda a Therax, pero también tenía que intentar idear un plan de huida. ¿Dónde estarían los planos? No tendría mucho sentido haber montado todo aquél percal para al final huir simplemente. Quizá, con suerte, podríamos recogerlos y huir a través de algún conducto.
Therax se encontraba interceptando un nuevo tajo horizontal cuando el gyojin le avisó de que alguien más se acercaba. «Sí, lo he notado», pensó, completamente concentrado en el espadachín con el que se estaba enfrentando. Era un tipo bastante habilidoso; aunque sus cortes no eran demasiado potentes, eran rápidos y precisos, lo que impedía al rubio responder con la intensidad que le gustaría.
Podía percibir vagamente cómo Luka continuaba enfrentándose al otro tipo. Era consciente de que, pese a haber cortado sus cadenas, no le había librado de los grilletes que sujetaban sus muñecas. Le hubiera gustado hacerlo, pero el hecho era que la situación no dejaba mucho margen de maniobra.
Desvió una nueva estocada de su oponente, aprovechando el mismo movimiento para generar una onda cortante con Yuki-onna que desplazase al sujeto hacia atrás. Surtió efecto... al menos en parte. El individuo se vio arrastrado varios metros, pero no los suficientes como para que Therax pudiese preparar una ofensiva verdaderamente potente.
-Se acabó -carcajeó el espadachín rival al tiempo que se abría la puerta que conducía a la sala en la que se encontraban. De ésta emergieron otros cuatro hombres, todos ellos trajeados al igual que los dos con los que se enfrentaban. «Genial, fiesta de bienvenida», se dijo el rubio, observando cómo los nuevos oponentes tomaban posiciones tras los que ya se encontraban allí, junto al cuadro de mandos del láser.
-Si no nos vamos pronto vendrá todo el mundo, Luka -gritó el domador mientras observaba los alrededores en busca de alguna escapatoria. No la había. Únicamente había un acceso que actuaba como entrada y salida, así que deberían emplearlo-. ¡Nos vamos! -exclamó al tiempo que se precipitaba contra su oponente.
Empleó a Yuki-onna para lanzar una nueva onda cortante contra él, mientras que con Byakko apuntó hacia el cuadro de mandos. No había más opciones. Esperaba que Luka le hubiera escuchado y le acompañase. De poco serviría tener que darse la vuelta porque el gyojin no hubiese podido zafarse de los trajeados.
La chapa que cubría los controles no opuso mucha resistencia, de manera que lo que protegía saltó por los aires. Therax aprovechó el revuelo para realizar sendos cortes sobre las rodillas de su oponente y, sin pararse para enfrentarse a los recién llegados, rebasó su posición y se encaminó hacia la salida.
Antes de salir, se giró para comprobar si el hombre-pez le seguía y, al encontrarse de frente con el láser, no se lo pensó y lanzó hacia él una nueva onda cortante. «Dudo que eso le haga bien a alguien», se convenció mientras veía cómo se destruía el arma.
Podía percibir vagamente cómo Luka continuaba enfrentándose al otro tipo. Era consciente de que, pese a haber cortado sus cadenas, no le había librado de los grilletes que sujetaban sus muñecas. Le hubiera gustado hacerlo, pero el hecho era que la situación no dejaba mucho margen de maniobra.
Desvió una nueva estocada de su oponente, aprovechando el mismo movimiento para generar una onda cortante con Yuki-onna que desplazase al sujeto hacia atrás. Surtió efecto... al menos en parte. El individuo se vio arrastrado varios metros, pero no los suficientes como para que Therax pudiese preparar una ofensiva verdaderamente potente.
-Se acabó -carcajeó el espadachín rival al tiempo que se abría la puerta que conducía a la sala en la que se encontraban. De ésta emergieron otros cuatro hombres, todos ellos trajeados al igual que los dos con los que se enfrentaban. «Genial, fiesta de bienvenida», se dijo el rubio, observando cómo los nuevos oponentes tomaban posiciones tras los que ya se encontraban allí, junto al cuadro de mandos del láser.
-Si no nos vamos pronto vendrá todo el mundo, Luka -gritó el domador mientras observaba los alrededores en busca de alguna escapatoria. No la había. Únicamente había un acceso que actuaba como entrada y salida, así que deberían emplearlo-. ¡Nos vamos! -exclamó al tiempo que se precipitaba contra su oponente.
Empleó a Yuki-onna para lanzar una nueva onda cortante contra él, mientras que con Byakko apuntó hacia el cuadro de mandos. No había más opciones. Esperaba que Luka le hubiera escuchado y le acompañase. De poco serviría tener que darse la vuelta porque el gyojin no hubiese podido zafarse de los trajeados.
La chapa que cubría los controles no opuso mucha resistencia, de manera que lo que protegía saltó por los aires. Therax aprovechó el revuelo para realizar sendos cortes sobre las rodillas de su oponente y, sin pararse para enfrentarse a los recién llegados, rebasó su posición y se encaminó hacia la salida.
Antes de salir, se giró para comprobar si el hombre-pez le seguía y, al encontrarse de frente con el láser, no se lo pensó y lanzó hacia él una nueva onda cortante. «Dudo que eso le haga bien a alguien», se convenció mientras veía cómo se destruía el arma.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El rubio sabía apañárselas de sobra y, pese a mis avisos, ya tenía en mente lo que estaba pasando y, sobre todo, el peligro que estaba por venir si todo seguía igual. O al menos su gesto decía eso, pero quizá lo que quería decirme era que dejara de resaltar lo obvio.
Me centré en mi oponente, que volvió a las andadas con una combinación de golpes ágiles. Recibí un par en diferentes partes del cuerpo, pero esquivé el último dando una voltereta lateral y realicé un barrido con los grilletes.
Alguna utilidad les tengo que dar.
Tras ello, vi cómo Therax se disponía a huir, consciente de la baja probabilidad que tenían los dos piratas contra tanto enemigo. Más teniendo en cuenta la insoportable sirena sonando todo el rato, que era un mal augurio.
Procedí a seguirlo, pero alguien me agarró del hombro y realizó una llave que intentaba dejarme sin aire, posicionando su antebrazo entre mi cuello. Intenté darle un par de codazos, pero no eran lo suficientemente fuertes para que me liberase. Notaba como el aire empezaba a faltarme, hasta tal punto que empecé a revolverme casi desesperadamente. En uno de esos intentos, cogí el grillete derecho, que era el más largo, y realicé sendos golpes en el costado del agente, hasta que me soltó. Éste quedó en una posición un poco “vencida”, flexionando ambas piernas y quedando casi a expensas de un golpe de gracia. Aproveché que ya tenía agarrados los grilletes para finalizar con un golpe más potente aún sobre las costillas de este, el cual le despidió varios metros hacia el lateral, dejándome por fin libre.
Respiré aliviado a la par que salía corriendo hacia Therax, que parecía haber resuelto sus propios problemas con la suficiente soltura. Incluso aprovechó para lanzar sendas proyecciones que se acabaron cargando el láser y le hicieron saltar por los aires. Afortunadamente, a mí sólo me llegó una ráfaga de viento y tuve que esquivar alguna que otra piedra de la explosión.
”Este tipo es mucho más fuerte de lo que aparenta”
Llegué a su altura mientras el rubio acababa con el último panel de control del láser. El resto de humanos nos miraba de manera bastante poco cariñosa. Agarré del brazo a Therax para que se diese cuenta que estaba justo detrás de él y tomé la primera salida que vi. Pese a que mi capacidad para perderme era bastante elevada, confiaba en que esta vez no lo fuera tanto.
Los agentes nos seguían cada vez más cerca, por lo que decidí meterme en una de las habitaciones a toda velocidad, chocando contra una puerta que derribé y cayendo sobre una especie de lona de grandes dimensiones.
-Qué cojones… ¿Qué es esto Therax? – Pregunté al rubio espadachín mientras me reincorporaba tras la caída.
-¡Vosotros! ¡Ya la habéis liado bastante, no vais a salir de aquí con vida!-Espetó uno de los agentes, que en apenas un segundo se plantó en mi cara y me dio una patada en la cara, lanzándome hacia atrás y golpeándome con algo metálico.
-¡Están en la sala de experimentación con especies raras!-Comentó otro agente a lo que parecía ser un walkie.
Entonces, mi cuerpo empezó a definir sus músculos aún más, mis ojos se empezaron a tornar rojizos, a la par que mostraba cada vez más mis afilados dientes. Miré hacia lo que ahora era nuestro escenario, seguidamente a Therax, y finalmente a mi presa.
-No te acerques mucho, Therax. Y ve preparando vendajes. –Tras ello, sonreí maquiavélicamente y me dirigí con toda la agilidad que pude hacia mi veloz rival.
La bestia había despertado.
Me centré en mi oponente, que volvió a las andadas con una combinación de golpes ágiles. Recibí un par en diferentes partes del cuerpo, pero esquivé el último dando una voltereta lateral y realicé un barrido con los grilletes.
Alguna utilidad les tengo que dar.
Tras ello, vi cómo Therax se disponía a huir, consciente de la baja probabilidad que tenían los dos piratas contra tanto enemigo. Más teniendo en cuenta la insoportable sirena sonando todo el rato, que era un mal augurio.
Procedí a seguirlo, pero alguien me agarró del hombro y realizó una llave que intentaba dejarme sin aire, posicionando su antebrazo entre mi cuello. Intenté darle un par de codazos, pero no eran lo suficientemente fuertes para que me liberase. Notaba como el aire empezaba a faltarme, hasta tal punto que empecé a revolverme casi desesperadamente. En uno de esos intentos, cogí el grillete derecho, que era el más largo, y realicé sendos golpes en el costado del agente, hasta que me soltó. Éste quedó en una posición un poco “vencida”, flexionando ambas piernas y quedando casi a expensas de un golpe de gracia. Aproveché que ya tenía agarrados los grilletes para finalizar con un golpe más potente aún sobre las costillas de este, el cual le despidió varios metros hacia el lateral, dejándome por fin libre.
Respiré aliviado a la par que salía corriendo hacia Therax, que parecía haber resuelto sus propios problemas con la suficiente soltura. Incluso aprovechó para lanzar sendas proyecciones que se acabaron cargando el láser y le hicieron saltar por los aires. Afortunadamente, a mí sólo me llegó una ráfaga de viento y tuve que esquivar alguna que otra piedra de la explosión.
”Este tipo es mucho más fuerte de lo que aparenta”
Llegué a su altura mientras el rubio acababa con el último panel de control del láser. El resto de humanos nos miraba de manera bastante poco cariñosa. Agarré del brazo a Therax para que se diese cuenta que estaba justo detrás de él y tomé la primera salida que vi. Pese a que mi capacidad para perderme era bastante elevada, confiaba en que esta vez no lo fuera tanto.
Los agentes nos seguían cada vez más cerca, por lo que decidí meterme en una de las habitaciones a toda velocidad, chocando contra una puerta que derribé y cayendo sobre una especie de lona de grandes dimensiones.
-Qué cojones… ¿Qué es esto Therax? – Pregunté al rubio espadachín mientras me reincorporaba tras la caída.
-¡Vosotros! ¡Ya la habéis liado bastante, no vais a salir de aquí con vida!-Espetó uno de los agentes, que en apenas un segundo se plantó en mi cara y me dio una patada en la cara, lanzándome hacia atrás y golpeándome con algo metálico.
-¡Están en la sala de experimentación con especies raras!-Comentó otro agente a lo que parecía ser un walkie.
Entonces, mi cuerpo empezó a definir sus músculos aún más, mis ojos se empezaron a tornar rojizos, a la par que mostraba cada vez más mis afilados dientes. Miré hacia lo que ahora era nuestro escenario, seguidamente a Therax, y finalmente a mi presa.
-No te acerques mucho, Therax. Y ve preparando vendajes. –Tras ello, sonreí maquiavélicamente y me dirigí con toda la agilidad que pude hacia mi veloz rival.
La bestia había despertado.
El rubio comenzó a correr junto al gyojin en cuanto éste último le agarró. El hombre-pez iba un poco por delante, marcando un camino que desconocía. «A saber dónde acabamos», se dijo el espadachín mientras Luka derribaba una puerta y se introducía en una habitación. Por un momento Therax pensó que su elección estaba fundamentada en algo. Tal vez hubiera visto algo en lo que él no había reparado, pero sus esperanzas fueron desechadas en cuanto su compañero abrió la boca.
-¿Y cómo quieres que lo sepa? -inquirió al tiempo que el gyojin se zafaba de la lona sobre la que había aterrizado. A sus espaldas, los pasos se habían ido acercando y se encontraban más cerca que en ningún momento hasta entonces-. Parece que no... -No logró terminar, porque un agente accedió a la estancia. Encabezaba un grupo más numeroso, compuesto por todos los sujetos de los que habían escapado en la sala del láser.
Entonces fue cuando Luka comenzó a actuar de un modo de lo más extraño. «¿Vendajes? Estupendo, otra vez a cuidar de la sardina», se quejó el espadachín en su fuero interno. No obstante, mientras el gyojin se precipitaba contra el tipo que había entrado, Therax usó uno de sus sables para cortar la lona. La tela calló al suelo con ruido sordo, dejando al descubierto una nave de dimensiones considerables. Un sinfín de jaulas de todos los tamaños se repartían por la zona, apilándose unas sobre otras al tiempo que dejaban pasillos para que los científicos se moviesen entre ellas.
Los habitantes de las celdas eran de lo más variopinto. Desde animales comunes que con toda seguridad esperaban su turno para servir como experimentos hasta aberraciones de todo tipo. Therax no pudo evitar sobrecogerse, y lo que en un primer momento había sido un intento por identificar una ruta de huida se convirtió en una oleada de furia.
Se giró hacia la puerta derribada justo cuando dos agentes se disponían a entrar. No se lo pensó. Una ráfaga de viento rodeó sus pies justo cuando se lanzaba a gran velocidad en su dirección, y sin pensárselo trazó sendos cortes a la altura del cuello de los tipos. Tras hacerlo salió al pasillo, donde tres individuos más aguardaban noticias.
-Luka, hay más aquí -exclamó, asomando un instante la cabeza al interior para comprobar que había tres trajeados más dentro. ¿De dónde habían salido?-. Bueno, supongo que estos son para mí entonces -musitó mientras corría hacia ellos una vez más. No debían ser de un rango muy elevado, porque no fueron capaces de oponer mucha resistencia. En cuanto hubo acabado con ellos, volvió a introducirse en la sala de experimentación para encontrarse con el gyojin.
-¿Y cómo quieres que lo sepa? -inquirió al tiempo que el gyojin se zafaba de la lona sobre la que había aterrizado. A sus espaldas, los pasos se habían ido acercando y se encontraban más cerca que en ningún momento hasta entonces-. Parece que no... -No logró terminar, porque un agente accedió a la estancia. Encabezaba un grupo más numeroso, compuesto por todos los sujetos de los que habían escapado en la sala del láser.
Entonces fue cuando Luka comenzó a actuar de un modo de lo más extraño. «¿Vendajes? Estupendo, otra vez a cuidar de la sardina», se quejó el espadachín en su fuero interno. No obstante, mientras el gyojin se precipitaba contra el tipo que había entrado, Therax usó uno de sus sables para cortar la lona. La tela calló al suelo con ruido sordo, dejando al descubierto una nave de dimensiones considerables. Un sinfín de jaulas de todos los tamaños se repartían por la zona, apilándose unas sobre otras al tiempo que dejaban pasillos para que los científicos se moviesen entre ellas.
Los habitantes de las celdas eran de lo más variopinto. Desde animales comunes que con toda seguridad esperaban su turno para servir como experimentos hasta aberraciones de todo tipo. Therax no pudo evitar sobrecogerse, y lo que en un primer momento había sido un intento por identificar una ruta de huida se convirtió en una oleada de furia.
Se giró hacia la puerta derribada justo cuando dos agentes se disponían a entrar. No se lo pensó. Una ráfaga de viento rodeó sus pies justo cuando se lanzaba a gran velocidad en su dirección, y sin pensárselo trazó sendos cortes a la altura del cuello de los tipos. Tras hacerlo salió al pasillo, donde tres individuos más aguardaban noticias.
-Luka, hay más aquí -exclamó, asomando un instante la cabeza al interior para comprobar que había tres trajeados más dentro. ¿De dónde habían salido?-. Bueno, supongo que estos son para mí entonces -musitó mientras corría hacia ellos una vez más. No debían ser de un rango muy elevado, porque no fueron capaces de oponer mucha resistencia. En cuanto hubo acabado con ellos, volvió a introducirse en la sala de experimentación para encontrarse con el gyojin.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Therax parecía confuso y enfadado conmigo, en parte le entendía, pero mi parte más inocente no podía entender cómo éste podía fruncir el ceño cada vez que intentaba liderar algo. Claro está que que todo saliese mal tenía algo que ver.
La pelea contra aquél tipo parecía una competición por quién era más rápido. Mis golpes se perdían en el aire con una facilidad pasmosa, algo que empezaba a mosquearme.
Entonces, el humano me dio un par de golpes a la altura del costado que, casi con total seguridad, volvieron a abrir mi herida.
”Estupendo, le va a hacer una gracia a Therax…”
El dolor era cada vez más intenso, por cada movimiento que hacía al evadir a mi rival, éste aumentaba. Entonces me palpé el pecho y noté la sangre cayendo por mi torso. La mano empezó a empaparse y me asusté, pero pronto tuve que volver a la realidad, al recibir un golpe a la altura de la cabeza del humano, el cual pude parar con la mano izquierda, cubriéndola de haki y usando el puño derecho para atizarle un potente golpe a la altura del estómago, usando el Karate Gyojin a la par que concentraba todas las partículas de sangre de la mano y el cuerpo en el puño, potenciando el golpe.
-Voy! – Espeté tras el golpe a un comentario del rubio, el cual me había avisado de que había más unos segundos antes.
Pero justo al dar un paso hacia la dirección del espadachín, noté una presencia justo a mi espalda. Instintivamente me giré ciento ochenta grados para parar el golpe que venía directo al costado, donde antes se me había abierto la herida.
”Encima jugamos sucio…”
Salté hacia atrás y adopté una posición ofensiva, inclinando la cadera y ladeando levemente las rodillas, girando la muñeca derecha y sin perder de vista a mi rival, el cual parecía impacientarse ante mis movimientos.
Y tanto que lo hizo. De un potente salto se dirigió, puño en alto, a mi ubicación. Sólo tuve que dar un leve giro y alzar a la mayor velocidad que pude el puño, golpeando y destrozando la cara de mi rival, que acabó en el suelo sin moverse.
Noté un leve hormigueo en el puño, que no podía si no incrementar mi adrenalina. El puño en primera instancia y la herida abierta a la altura del pecho dificultarían de ahora en adelante mis movimientos.
Entonces, un grupo de tres agentes se abalanzó sobre mí. No parecían saber combatir, pero eran tres, lo cual me dejaba en desventaja numérica. Esquivé un par de golpes y lancé una patada a la altura de la cabeza del primero, seguido de un puñetazo en el mentón del segundo y ágilmente agarré del cuello al tercero.
- Me vas a decir ahora dónde se encuentra el láser regenerativo. - Espeté a la par que apretaba cada vez más su cuello. Una simple mano apuntando a un lugar fue suficiente. Lancé al tipo del cuello y lo estampé contra una pared.
Me acerqué a las jaulas entonces, dispuesto a conocer el por qué de aquella sala. Y mi sorpresa se incrementó por cada jaula que veía. Desde animales comunes a engendros mezclados. Animales que ni si quiera sabría decir si pertenecían a ese sector, e incluso algunos que parecían muertos, ya que ni se movían.
Entonces salí de mi ensimismamiento y salí corriendo hacia Therax, que justo venía hacia mí.
-Lo siento, pero me vinieron tres después. – Le comenté ante mi imposibilidad de haber ido a ayudarle. – Por lo que he visto te las has apañado bastante bien solito. ¿Me sigues? - Dije de forma cariñosa a la par que intentaba tapar mi mano, de momento era el único sitio por el que se me veía sangre, pero quizá si Therax me descubría, me volvería a echar la bronca.
Salí corriendo en la dirección que nos habíamos movido al principio, que casualmente era donde el humano me había señalado. No tardamos más de medio minuto en llegar, y mi semblante cambió ligeramente, esbozando un amago de sonrisa.
-¡Mira moho yoyo! – Dije con tono sarcástico. – Parece un láser que cuadra bastante con la descripción, ¿Verdad?
El láser de la sala era bastante grande, de unos tres metros de alto y quizá dos de ancho. Predominaban los colores rojo y azul, y tenía una esfera en la punta. Sonreí mientras lo tocaba, palpando el frío metal que parecía bastante robusto. No ví ningún botón de encendido, tampoco lo pulsaría de verlo.
En ese preciso momento, se me vino a la mente lo que podría hacer un utensilio así, notando un coquilleo por toda la columna. Aquello era bastante antinatural desde el punto de vista médico. Lo que está muerto, no puede morir. Pero tampoco volver vivir.
Me dirigí hacia la esquina superior izquierda en busca de algún plano u hoja que nos diese alguna pista de con qué estaba hecho y cómo se había fabricado. Después de todo, era a por lo que veníamos.
-Qué raro que no venga nadie, Therax.
La pelea contra aquél tipo parecía una competición por quién era más rápido. Mis golpes se perdían en el aire con una facilidad pasmosa, algo que empezaba a mosquearme.
Entonces, el humano me dio un par de golpes a la altura del costado que, casi con total seguridad, volvieron a abrir mi herida.
”Estupendo, le va a hacer una gracia a Therax…”
El dolor era cada vez más intenso, por cada movimiento que hacía al evadir a mi rival, éste aumentaba. Entonces me palpé el pecho y noté la sangre cayendo por mi torso. La mano empezó a empaparse y me asusté, pero pronto tuve que volver a la realidad, al recibir un golpe a la altura de la cabeza del humano, el cual pude parar con la mano izquierda, cubriéndola de haki y usando el puño derecho para atizarle un potente golpe a la altura del estómago, usando el Karate Gyojin a la par que concentraba todas las partículas de sangre de la mano y el cuerpo en el puño, potenciando el golpe.
-Voy! – Espeté tras el golpe a un comentario del rubio, el cual me había avisado de que había más unos segundos antes.
Pero justo al dar un paso hacia la dirección del espadachín, noté una presencia justo a mi espalda. Instintivamente me giré ciento ochenta grados para parar el golpe que venía directo al costado, donde antes se me había abierto la herida.
”Encima jugamos sucio…”
Salté hacia atrás y adopté una posición ofensiva, inclinando la cadera y ladeando levemente las rodillas, girando la muñeca derecha y sin perder de vista a mi rival, el cual parecía impacientarse ante mis movimientos.
Y tanto que lo hizo. De un potente salto se dirigió, puño en alto, a mi ubicación. Sólo tuve que dar un leve giro y alzar a la mayor velocidad que pude el puño, golpeando y destrozando la cara de mi rival, que acabó en el suelo sin moverse.
Noté un leve hormigueo en el puño, que no podía si no incrementar mi adrenalina. El puño en primera instancia y la herida abierta a la altura del pecho dificultarían de ahora en adelante mis movimientos.
Entonces, un grupo de tres agentes se abalanzó sobre mí. No parecían saber combatir, pero eran tres, lo cual me dejaba en desventaja numérica. Esquivé un par de golpes y lancé una patada a la altura de la cabeza del primero, seguido de un puñetazo en el mentón del segundo y ágilmente agarré del cuello al tercero.
- Me vas a decir ahora dónde se encuentra el láser regenerativo. - Espeté a la par que apretaba cada vez más su cuello. Una simple mano apuntando a un lugar fue suficiente. Lancé al tipo del cuello y lo estampé contra una pared.
Me acerqué a las jaulas entonces, dispuesto a conocer el por qué de aquella sala. Y mi sorpresa se incrementó por cada jaula que veía. Desde animales comunes a engendros mezclados. Animales que ni si quiera sabría decir si pertenecían a ese sector, e incluso algunos que parecían muertos, ya que ni se movían.
Entonces salí de mi ensimismamiento y salí corriendo hacia Therax, que justo venía hacia mí.
-Lo siento, pero me vinieron tres después. – Le comenté ante mi imposibilidad de haber ido a ayudarle. – Por lo que he visto te las has apañado bastante bien solito. ¿Me sigues? - Dije de forma cariñosa a la par que intentaba tapar mi mano, de momento era el único sitio por el que se me veía sangre, pero quizá si Therax me descubría, me volvería a echar la bronca.
Salí corriendo en la dirección que nos habíamos movido al principio, que casualmente era donde el humano me había señalado. No tardamos más de medio minuto en llegar, y mi semblante cambió ligeramente, esbozando un amago de sonrisa.
-¡Mira moho yoyo! – Dije con tono sarcástico. – Parece un láser que cuadra bastante con la descripción, ¿Verdad?
El láser de la sala era bastante grande, de unos tres metros de alto y quizá dos de ancho. Predominaban los colores rojo y azul, y tenía una esfera en la punta. Sonreí mientras lo tocaba, palpando el frío metal que parecía bastante robusto. No ví ningún botón de encendido, tampoco lo pulsaría de verlo.
En ese preciso momento, se me vino a la mente lo que podría hacer un utensilio así, notando un coquilleo por toda la columna. Aquello era bastante antinatural desde el punto de vista médico. Lo que está muerto, no puede morir. Pero tampoco volver vivir.
Me dirigí hacia la esquina superior izquierda en busca de algún plano u hoja que nos diese alguna pista de con qué estaba hecho y cómo se había fabricado. Después de todo, era a por lo que veníamos.
-Qué raro que no venga nadie, Therax.
El gyojin se disponía a salir de la sala de experimentación cuando Therax entró en ella. Al parecer había logrado ocuparse sin mucha dificultad de los tipos que habían aparecido. «Espero que no se haya hecho nada», pensó el espadachín mientras asentía ante el comentario de Luka y comenzaba a correr detrás de él.
Volvió a preguntarse si tenía alguna idea de hacia dónde se dirigía, pero el hecho de que no se arrojase contra alguna puerta al azar le confirmó que así era. No había otra opción más allá de que hubiera conseguido extraer información de alguno de los sujetos que dejaban atrás. No se demoraron mucho antes de entrar en una nueva sala, la cual era ocupada en buena parte por otro láser.
-Pues... supongo que sí -respondió el domador al tiempo que sonreía. «¿Moho Yoyo? Mira que había nombres, pues he elegido el más ridículo», se dijo, divertido-. No sé cuántos láseres tendrán aquí dentro, pero no creo que haya muchos más aparte de éste y el otro -comentó mientras inspeccionaba el artefacto.
Era un prototipo, sí, pero era increíble pensar que pudiese existir una mente capaz de diseñar algo así. Tras examinarlo detenidamente, se dirigió hacia una mesa situada en la esquina opuesta a la que se había ido el hombre-pez. Allí había notas de todo tipo: finalidad del láser, fallos que se habían producido durante el desarrollo, escollos que había tenido que superar al fabricarlo... Muchas cosas, de eso no cabía duda, pero nada de planos que detallasen cómo debía construirse.
-Sí, es muy raro -dijo en voz alta sin volverse hacia Luka-. Creo que nos hemos cruzado con ocho tipos, ¿no? -Lo cierto era que no estaba muy seguro del número exacto-. Me parece extraño que pongan a unos agentes como esos a vigilar algo como esto -añadió al tiempo que guardaba todos los papeles en una carpeta vacía que había sobre el escritorio-. Debe haber más seguridad... y no sé tú, pero yo no quiero quedarme a conocerlos. ¿Hay algo por allí? En esta zona hay muchas notas, pero ni rastro de los planos.
Acto seguido, se encaminó hacia el gyojin llevando la carpeta en la mano. Por el camino fue revolviendo todo lo que encontraba a su paso. Lo que buscaban podría estar en cualquier lugar y, aunque se negaba a dejar algo de tanto poder en manos de un tipo como el que había intentado contratarlos, no pensaba irse de allí sin ello.
-Por cierto, ¿cómo tienes las heridas? No sería raro que se te hubieran abierto con tanto movimiento -comentó despreocupadamente.
Volvió a preguntarse si tenía alguna idea de hacia dónde se dirigía, pero el hecho de que no se arrojase contra alguna puerta al azar le confirmó que así era. No había otra opción más allá de que hubiera conseguido extraer información de alguno de los sujetos que dejaban atrás. No se demoraron mucho antes de entrar en una nueva sala, la cual era ocupada en buena parte por otro láser.
-Pues... supongo que sí -respondió el domador al tiempo que sonreía. «¿Moho Yoyo? Mira que había nombres, pues he elegido el más ridículo», se dijo, divertido-. No sé cuántos láseres tendrán aquí dentro, pero no creo que haya muchos más aparte de éste y el otro -comentó mientras inspeccionaba el artefacto.
Era un prototipo, sí, pero era increíble pensar que pudiese existir una mente capaz de diseñar algo así. Tras examinarlo detenidamente, se dirigió hacia una mesa situada en la esquina opuesta a la que se había ido el hombre-pez. Allí había notas de todo tipo: finalidad del láser, fallos que se habían producido durante el desarrollo, escollos que había tenido que superar al fabricarlo... Muchas cosas, de eso no cabía duda, pero nada de planos que detallasen cómo debía construirse.
-Sí, es muy raro -dijo en voz alta sin volverse hacia Luka-. Creo que nos hemos cruzado con ocho tipos, ¿no? -Lo cierto era que no estaba muy seguro del número exacto-. Me parece extraño que pongan a unos agentes como esos a vigilar algo como esto -añadió al tiempo que guardaba todos los papeles en una carpeta vacía que había sobre el escritorio-. Debe haber más seguridad... y no sé tú, pero yo no quiero quedarme a conocerlos. ¿Hay algo por allí? En esta zona hay muchas notas, pero ni rastro de los planos.
Acto seguido, se encaminó hacia el gyojin llevando la carpeta en la mano. Por el camino fue revolviendo todo lo que encontraba a su paso. Lo que buscaban podría estar en cualquier lugar y, aunque se negaba a dejar algo de tanto poder en manos de un tipo como el que había intentado contratarlos, no pensaba irse de allí sin ello.
-Por cierto, ¿cómo tienes las heridas? No sería raro que se te hubieran abierto con tanto movimiento -comentó despreocupadamente.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Therax respondió afirmativamente ante mi creencia de que aquél enorme láser era lo que estábamos buscando. Parecía que por fín estábamos teniendo algo de suerte, teniendo en cuenta que no habían parado de venir guardias y la sirena no dejaba de sonar. Aunque esto último persistía, los guardias parecieron cesar su intento de seguir viniendo. O quizá ya no quedaban más.
Empecé a indagar sobre la mesa, había montones de papeles, algunos tenían cálculos matemáticos y físicos que se escapaban a mi conocimiento. Otros simplemente eran distintos dibujos de lo que entendía que sería la estructura del láser.
De cualquier modo, recogí todos los que pude y los metí en diferentes carpetas, dado su grosor.
Rebusqué por los cajones, los estantes, entre los libros… Pero no parecía haber nada más. Entonces, al fondo, una caja llamó mi atención. En ella se podían ver las iniciales de lo que probablemente contendría, siendo éstas E.E. Me acerqué hacia ella mientras escuchaba cómo el rubio afirmaba que también le parecía raro que no viniese nadie, y más raro aún le parecía que el sitio guardase cosas tan importantes y con una seguridad que dejaba bastante que desear.
- Supongo que es porque son prototipos y no máquinas finalizadas. Aún así, creo como tú, tiene que haber algo más de seguridad por aquí.- Miré a Therax tras responderle, pero éste seguía buscando en la esquina opuesta de mí, por lo que cogí la caja y depositandola sobre la mesa, empecé a ver qué tenía.
”No puede ser” Pensé al ver la cantidad de cajas que había de esteroides de energía. Ahora todo cuadraba, E.E quería decir Esteroides de Energía.
- No te lo vas a creer, Therax. ¿Sábes lo que es esta píldora? - Esperé su respuesta, aunque fuese afirmativa o negativa, le explicaría todo lo que sabía sobre ella. Estaba tan entusiasmado por el hallazgo que debía hacerlo. - Es una especie de droga, que te duplica la fuerza, acelera tu sanación e incrementa tus reflejos. La contrapartida es que te resta tiempo de vida. No se sabe con certeza si son horas, días, meses o años. En la isla Gyojin era bastante común… - Proseguí buscando en la caja, notando una gran diferencia entre unas cajas y otras. - Me parece curioso. Todas las cajas tienen un color bastante distinto, salvo estas dos. - Le mostré ambas, viéndose un color rojizo tirando a granate y negro combinado. - Sin embargo, estas tienen otro. - Le mostré ahora un par del resto, siendo los colores predominantes amarillo y negro. - Yo sólo había visto las primeras. Es como si hubiesen replicado la droga de alguna manera. Pero si el color cambia… ¿Qué no habrá cambiado de su interior? - Definitivamente no iba a hacer de conejillo de indias probando aquella droga. Metí las dos que reconocía en la mochila, al igual que la carpeta con los papeles reunidos. - Dame la tuya si quieres.- Le comenté al rubio, esperando que me la diese para meterlas todas en la mochila, que ya iba al máximo de su capacidad. De lo contrario, dejaría que él la llevara, pero no parecía tener nada con qué transportarlo más allá de sus manos.
Entendí entonces que era la hora de marcharnos. Therax me preguntó por mis heridas, ante lo cual no tenía muchas opciones.
- Están bien, aunque no sé cuánto aguantarán. - Mentí sin mirar a la cara al rubio y esperando que la sangre no me jugase una mala pasada. Tenía claro que si las cosas se ponían chungas, tomaría una pastilla, y ello acabaría con las heridas abiertas. Había guardado tres en el bolsillo, con la previsión de, si tenía que usarlas, tenerlas más a mano.
- ¿En serio ese tipo quería que le llevásemos el prototipo? ¡Es enorme! - Comenté a la par que nos alejábamos de la puerta de la sala.
Justo al salir, miré hacia todas direcciones, esperando ubicarme, pero eso no pasó. En ese momento la alarma dejó de sonar. Y unas puertas del techo empezaron a bajarse. había aproximadamente una cada tres o cuatro metros. Therax se quedó atrapado a mi derecha.
Las puertas tenían un lector de huellas, que a priori debía ser la única manera de abrirlas legalmente. Tenían un cristal cuadrado de aproximadamente medio metro, que parecía bastante duro, y el resto era algún metal de bastante dureza.
Golpeé la puerta que colindaba con Therax, esperando que éste me oyese. Le empecé a hablar, pero tenía pinta que la sala era hermética y estaba insonorizada.
Entonces, como por arte de magia, unos gases empezaron a salir del techo. Instintivamente me quité la chaqueta para ponérmela alrededor de la nariz. Con suerte, conseguiría no respirar aquél gas el máximo tiempo posible.
Como medida desesperada, puse la huella sobre el detector, esperando que se abriese. Pero la única respuesta por parte del sistema fue un simple “Patrón de huella no detectado. Inténtelo de nuevo”.
”Espero que a Therax se le ocurra algo. Si no, estamos jodidos” Pensé a la par que agarraba uno de los esteroides de energía. Quizá, con su fuerza pudiera romper el cristal… O quizá lo tomaría para nada. La cuestión es que debía alargar lo máximo posible el tomarlo.
Empecé a indagar sobre la mesa, había montones de papeles, algunos tenían cálculos matemáticos y físicos que se escapaban a mi conocimiento. Otros simplemente eran distintos dibujos de lo que entendía que sería la estructura del láser.
De cualquier modo, recogí todos los que pude y los metí en diferentes carpetas, dado su grosor.
Rebusqué por los cajones, los estantes, entre los libros… Pero no parecía haber nada más. Entonces, al fondo, una caja llamó mi atención. En ella se podían ver las iniciales de lo que probablemente contendría, siendo éstas E.E. Me acerqué hacia ella mientras escuchaba cómo el rubio afirmaba que también le parecía raro que no viniese nadie, y más raro aún le parecía que el sitio guardase cosas tan importantes y con una seguridad que dejaba bastante que desear.
- Supongo que es porque son prototipos y no máquinas finalizadas. Aún así, creo como tú, tiene que haber algo más de seguridad por aquí.- Miré a Therax tras responderle, pero éste seguía buscando en la esquina opuesta de mí, por lo que cogí la caja y depositandola sobre la mesa, empecé a ver qué tenía.
”No puede ser” Pensé al ver la cantidad de cajas que había de esteroides de energía. Ahora todo cuadraba, E.E quería decir Esteroides de Energía.
- No te lo vas a creer, Therax. ¿Sábes lo que es esta píldora? - Esperé su respuesta, aunque fuese afirmativa o negativa, le explicaría todo lo que sabía sobre ella. Estaba tan entusiasmado por el hallazgo que debía hacerlo. - Es una especie de droga, que te duplica la fuerza, acelera tu sanación e incrementa tus reflejos. La contrapartida es que te resta tiempo de vida. No se sabe con certeza si son horas, días, meses o años. En la isla Gyojin era bastante común… - Proseguí buscando en la caja, notando una gran diferencia entre unas cajas y otras. - Me parece curioso. Todas las cajas tienen un color bastante distinto, salvo estas dos. - Le mostré ambas, viéndose un color rojizo tirando a granate y negro combinado. - Sin embargo, estas tienen otro. - Le mostré ahora un par del resto, siendo los colores predominantes amarillo y negro. - Yo sólo había visto las primeras. Es como si hubiesen replicado la droga de alguna manera. Pero si el color cambia… ¿Qué no habrá cambiado de su interior? - Definitivamente no iba a hacer de conejillo de indias probando aquella droga. Metí las dos que reconocía en la mochila, al igual que la carpeta con los papeles reunidos. - Dame la tuya si quieres.- Le comenté al rubio, esperando que me la diese para meterlas todas en la mochila, que ya iba al máximo de su capacidad. De lo contrario, dejaría que él la llevara, pero no parecía tener nada con qué transportarlo más allá de sus manos.
Entendí entonces que era la hora de marcharnos. Therax me preguntó por mis heridas, ante lo cual no tenía muchas opciones.
- Están bien, aunque no sé cuánto aguantarán. - Mentí sin mirar a la cara al rubio y esperando que la sangre no me jugase una mala pasada. Tenía claro que si las cosas se ponían chungas, tomaría una pastilla, y ello acabaría con las heridas abiertas. Había guardado tres en el bolsillo, con la previsión de, si tenía que usarlas, tenerlas más a mano.
- ¿En serio ese tipo quería que le llevásemos el prototipo? ¡Es enorme! - Comenté a la par que nos alejábamos de la puerta de la sala.
Justo al salir, miré hacia todas direcciones, esperando ubicarme, pero eso no pasó. En ese momento la alarma dejó de sonar. Y unas puertas del techo empezaron a bajarse. había aproximadamente una cada tres o cuatro metros. Therax se quedó atrapado a mi derecha.
Las puertas tenían un lector de huellas, que a priori debía ser la única manera de abrirlas legalmente. Tenían un cristal cuadrado de aproximadamente medio metro, que parecía bastante duro, y el resto era algún metal de bastante dureza.
Golpeé la puerta que colindaba con Therax, esperando que éste me oyese. Le empecé a hablar, pero tenía pinta que la sala era hermética y estaba insonorizada.
Entonces, como por arte de magia, unos gases empezaron a salir del techo. Instintivamente me quité la chaqueta para ponérmela alrededor de la nariz. Con suerte, conseguiría no respirar aquél gas el máximo tiempo posible.
Como medida desesperada, puse la huella sobre el detector, esperando que se abriese. Pero la única respuesta por parte del sistema fue un simple “Patrón de huella no detectado. Inténtelo de nuevo”.
”Espero que a Therax se le ocurra algo. Si no, estamos jodidos” Pensé a la par que agarraba uno de los esteroides de energía. Quizá, con su fuerza pudiera romper el cristal… O quizá lo tomaría para nada. La cuestión es que debía alargar lo máximo posible el tomarlo.
Therax escuchó atentamente la explicación del gyojin. Jamás había oído hablar de esas píldoras, pastillas o como se quisieran llamar. No cabía duda de que eran útiles, pero el hecho de que se encontraran en un laboratorio de investigación y experimentación no le terminaba de convencer. ¿Y si producían reacciones adversas fatales o incontrolables? Vio con buenos ojos que Luka las guardara, pero en seguida se convenció de que no las probaría hasta que supiese con certeza qué eran capaces de hacer y qué no.
Acto seguido guardó su propia carpeta en la mochila del hombre-pez, dándose cuenta al mismo tiempo de lo útil que resultaba. «Tal vez debería hacerme con una de ésas», pensó para, acto seguido, descartarlo al imaginarse corriendo con ella a la espalda. Por otro lado, el pirata afirmó que sus heridas se encontraban bien por el momento. Therax estuvo a punto de amenazarle con un "más te vale", pero en seguida se lo quitó de la cabeza. Lo mínimo era que se fiara de él... al menos un poco.
-Sí, sí que es enorme -comentó el espadachín tras dirigirle una mirada al láser. No le convencía la idea de que terminasen de desarrollar el artefacto y, en el último momento, se dio la vuelta y lo encaró-. Y si no nos lo podemos llevar nosotros, no debería poder nadie -añadió, desenvainando a Byakko y saltando hacia el dispositivo. Dio cuantos cortes vio necesarios hasta que estimó que el aparato era irreconocible. «Espero que al menos les cueste reconstruir esto», se dijo, envainando su sable y volviendo con el gyojin.
No habían caminado mucho fuera de la sala cuando, súbitamente, la sirena dejó de sonar y unas pesadas puertas cayeron a lo largo del pasillo, separándolo en múltiples celdas. Por desgracia para ellos, una de las barreras fue a parar justo entre ambos, dejándolos aislados en compartimentos diferentes. Therax se aproximó al cristal para ver cómo Luka trataba de comunicarse con él, pero el sonido era ahogado por el metal y no era capaz de entender nada.
Por si fuera poco, un extraño gas comenzó a caer del techo, descendiendo lentamente para prolongar la agonía de sus víctimas. Therax no se lo pensó. Sabía lo que debía hacer para salvarse a sí mismo por el momento, pero no tenía ni la menor idea de cómo sacar al gyojin del aprieto.
Sin esperar ni un segundo, se transformó en su forma híbrida y creó una corriente de aire ascendente, empujando el gas contra el techo. No tenía ni la menor idea de los efectos que podría tener, pero no pensaba averiguarlo. Al mismo tiempo, desenfundó a Byakko y la imbuyó en Haki de armadura. Tal vez de ese modo fuese capaz de atravesar, si no el metal de la puerta, al menos el cristal. Y así fue. El cristal estaba reforzado, pero tras varios impactos cedió. El gas ya se encontraba a la que sería la altura de la cabeza del gyojin si se encontrara de pie, pero el rubio volvió a crear una corriente de viento que atravesase el hueco que había dejado el cristal y empujase el gas de la otra celda hacia arriba.
-¡Ahora piensa en algo para sacarnos de aquí! -exclamó para que Luka pudiera oírle.
Acto seguido guardó su propia carpeta en la mochila del hombre-pez, dándose cuenta al mismo tiempo de lo útil que resultaba. «Tal vez debería hacerme con una de ésas», pensó para, acto seguido, descartarlo al imaginarse corriendo con ella a la espalda. Por otro lado, el pirata afirmó que sus heridas se encontraban bien por el momento. Therax estuvo a punto de amenazarle con un "más te vale", pero en seguida se lo quitó de la cabeza. Lo mínimo era que se fiara de él... al menos un poco.
-Sí, sí que es enorme -comentó el espadachín tras dirigirle una mirada al láser. No le convencía la idea de que terminasen de desarrollar el artefacto y, en el último momento, se dio la vuelta y lo encaró-. Y si no nos lo podemos llevar nosotros, no debería poder nadie -añadió, desenvainando a Byakko y saltando hacia el dispositivo. Dio cuantos cortes vio necesarios hasta que estimó que el aparato era irreconocible. «Espero que al menos les cueste reconstruir esto», se dijo, envainando su sable y volviendo con el gyojin.
No habían caminado mucho fuera de la sala cuando, súbitamente, la sirena dejó de sonar y unas pesadas puertas cayeron a lo largo del pasillo, separándolo en múltiples celdas. Por desgracia para ellos, una de las barreras fue a parar justo entre ambos, dejándolos aislados en compartimentos diferentes. Therax se aproximó al cristal para ver cómo Luka trataba de comunicarse con él, pero el sonido era ahogado por el metal y no era capaz de entender nada.
Por si fuera poco, un extraño gas comenzó a caer del techo, descendiendo lentamente para prolongar la agonía de sus víctimas. Therax no se lo pensó. Sabía lo que debía hacer para salvarse a sí mismo por el momento, pero no tenía ni la menor idea de cómo sacar al gyojin del aprieto.
Sin esperar ni un segundo, se transformó en su forma híbrida y creó una corriente de aire ascendente, empujando el gas contra el techo. No tenía ni la menor idea de los efectos que podría tener, pero no pensaba averiguarlo. Al mismo tiempo, desenfundó a Byakko y la imbuyó en Haki de armadura. Tal vez de ese modo fuese capaz de atravesar, si no el metal de la puerta, al menos el cristal. Y así fue. El cristal estaba reforzado, pero tras varios impactos cedió. El gas ya se encontraba a la que sería la altura de la cabeza del gyojin si se encontrara de pie, pero el rubio volvió a crear una corriente de viento que atravesase el hueco que había dejado el cristal y empujase el gas de la otra celda hacia arriba.
-¡Ahora piensa en algo para sacarnos de aquí! -exclamó para que Luka pudiera oírle.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Arrinconado por cuatro paredes y agobiado por un gas que cada vez se despedía con más fuerza, intenté pensar en algo que pudiera sernos útil, tanto a Therax como a mí.
Los esteroides no eran una opción por ahora, quizá si la cosa se torcía aún más lo pudiera llegar a ser, pero renunciar a un tiempo de vida sin ser estrictamente necesario, no pasaba por mi cabeza en esos instantes.
Entonces, ví cómo Therax se transformaba. Aquello quería decir que no veía otra opción que la fuerza bruta, algo que, de lo poco que sabía de Therax, sería lo siguiente tras emplear el ingenio.
Quizá en aquella ocasión era la opción más viable, pero yo no tenía unas katanas con las que cortar el metal o el cristal, por lo que mi única opción era golpear a base de bien el cristal y esperar que cediese, se rompiese, se me clavase en el puño o acabase viendo a Therax huir mientras le maldecía. En cualquiera de los casos, había que intentarlo.
Los primeros dos impactos me notificaron lo que ya sabía; Era bastante complicado partir el cristal. Tenía una especie de refuerzo que, unido al grosor, dificultaron enormemente quebrarlo. Concentré las partículas de agua de mi cuerpo para potenciar el golpe, pero aún así era bastante complicado.
Notaba como el cristal parecía querer desplazarse, pero no podía romperlo por completo. Cubrí mi puño de haki para realizar lo mismo, y ahí el cristal empezó a ceder algo más.
Tras una serie de rápidos puñetazos el cristal empezó a agrietarse ligeramente. Había descubierto que golpeando los bordes de éste, era más sencillo romperlo que intentándolo en el centro. Mientras tanto, notaba cómo el gas empezaba a llegar hasta mí pese a haber cubierto mi nariz, por lo que me erguí un poco más, afectando ligeramente a los golpes despedidos.
Desde la lejanía pude ver los tajos que Therax lanzaba a la par que maldecía a los espadachines. Tenían una facilidad para huir increíble, al igual que para luchar. Cuatro tajos por aquí, cuatro por allá y la víctima caía al suelo tras unos agónicos segundos de incertidumbre.
”Qué fácil rompen todo.”
Ladeé de nuevo la cadera, girando levemente y realizando un nuevo puñetazo, éste más contundente, que a su vez creó una grieta aún mayor. Continué golpeando el cristal por todo el borde sin pensármelo, añadiendo esta vez una serie de repetidos golpes sobre la base de la grieta, que poco poco se fue haciendo mayor.
Entonces, cuando estaba a punto de reventar el cristal, una onda cortante de Therax terminó de quebrarlo. Tuve que lanzarme a la izquierda desesperadamente para que la onda no me diese, pero afortundamente, el cristal terminó haciéndose añicos, cayendo en gran parte al suelo.
Fuí reptando por el suelo con el suficiente cuidado de no clavarme ningún cristal hasta acercarme a Therax, quien intentó que le guiara hacia la salida.
”A buen guía te has ido tú a arrimar” Pensé mientras ojeaba el terreno. Había una gran cantidad de “jaulas”, si así queríamos llamarlo, y en el centro un pasillo llevaba a alguna dirección.
- Llámame visionario, pero creo que este pasillo está hecho para ir donde realmente quieren que vayamos. - Realicé una pausa esperando contestación de Therax. - Aunque quizá si no ven hacia dónde vamos, tengan que salir. - Finalicé con una amplia sonrisa.
Dí dos zancadas y tras ello vino un salto con el cual me apoyé sobre uno de los cristales de la jaula, manteniéndome agarrado sobre la cámara que había a una altura de unos cuatro metros, justo antes de llegar al techo. Firmé mi rostro durante unos segundos, tornándolo algo sádico, para después quebrar la cámara en dos.
Realicé lo mismo con las otras dos cámaras cercanas, ojeando de nuevo toda la zona con la intención de divisar si había alguna más. Tras ello, me acerqué a Therax. Lo cierto es que se me había ocurrido algo, pero no tenía ni idea de si funcionaría. Habría que probarlo, siempre y cuando a Therax le pareciese bien.
- Sabemos por dónde hemos venido. - Dije mintiendo claramente. - Pero la obviedad invita a pensar que esa puerta estará cerrada y sellada. Y me temo que estará hecha de algún material muchísimo más duro que los que hemos roto hace un momento. - Realicé una nueva pausa con la intención de dar la idea que creía definitiva. La verdad es que estaba dando demasiados rodeos, no me extrañaba que Therax terminase golpeándome y obligándome a ir al grano, pero aquella situación era tan tensa, que no le venía mal una ligera pizca de tensión extra. - Todo buen laboratorio tiene su propia herrería, o al menos una sala habilitada para moldear todos los metales que usan en los láseres. Durante mis años en la isla Gyojin, ví lo residuales que podían llegar a ser los gases que ciertos metales despedían, por lo que los conductos de ventilación eran más que necesarios. - Apunté hacia el techo, a una zona cercana a donde había roto las cámaras. - Y por allí quizá encontremos una salida, una sala de control donde poder activar las puertas, o cualquier sala que nos ayude a salir de aquí. - Salí en dirección a la esquina, colocando ambas manos juntas e incitando a Therax a subir a mi mano para que después pudiese meterse por el conducto de ventilación. - ¿Qué me dices? - Espeté esperando que aceptase mi caballerosa oferta de dejar que entrase primero. Al fin y al cabo, si el aire le atraía hacia alguna hélice o algún objeto cortante, seguro que podía desenvolverse con sus dichosas katanas y cortarlo.
Los esteroides no eran una opción por ahora, quizá si la cosa se torcía aún más lo pudiera llegar a ser, pero renunciar a un tiempo de vida sin ser estrictamente necesario, no pasaba por mi cabeza en esos instantes.
Entonces, ví cómo Therax se transformaba. Aquello quería decir que no veía otra opción que la fuerza bruta, algo que, de lo poco que sabía de Therax, sería lo siguiente tras emplear el ingenio.
Quizá en aquella ocasión era la opción más viable, pero yo no tenía unas katanas con las que cortar el metal o el cristal, por lo que mi única opción era golpear a base de bien el cristal y esperar que cediese, se rompiese, se me clavase en el puño o acabase viendo a Therax huir mientras le maldecía. En cualquiera de los casos, había que intentarlo.
Los primeros dos impactos me notificaron lo que ya sabía; Era bastante complicado partir el cristal. Tenía una especie de refuerzo que, unido al grosor, dificultaron enormemente quebrarlo. Concentré las partículas de agua de mi cuerpo para potenciar el golpe, pero aún así era bastante complicado.
Notaba como el cristal parecía querer desplazarse, pero no podía romperlo por completo. Cubrí mi puño de haki para realizar lo mismo, y ahí el cristal empezó a ceder algo más.
Tras una serie de rápidos puñetazos el cristal empezó a agrietarse ligeramente. Había descubierto que golpeando los bordes de éste, era más sencillo romperlo que intentándolo en el centro. Mientras tanto, notaba cómo el gas empezaba a llegar hasta mí pese a haber cubierto mi nariz, por lo que me erguí un poco más, afectando ligeramente a los golpes despedidos.
Desde la lejanía pude ver los tajos que Therax lanzaba a la par que maldecía a los espadachines. Tenían una facilidad para huir increíble, al igual que para luchar. Cuatro tajos por aquí, cuatro por allá y la víctima caía al suelo tras unos agónicos segundos de incertidumbre.
”Qué fácil rompen todo.”
Ladeé de nuevo la cadera, girando levemente y realizando un nuevo puñetazo, éste más contundente, que a su vez creó una grieta aún mayor. Continué golpeando el cristal por todo el borde sin pensármelo, añadiendo esta vez una serie de repetidos golpes sobre la base de la grieta, que poco poco se fue haciendo mayor.
Entonces, cuando estaba a punto de reventar el cristal, una onda cortante de Therax terminó de quebrarlo. Tuve que lanzarme a la izquierda desesperadamente para que la onda no me diese, pero afortundamente, el cristal terminó haciéndose añicos, cayendo en gran parte al suelo.
Fuí reptando por el suelo con el suficiente cuidado de no clavarme ningún cristal hasta acercarme a Therax, quien intentó que le guiara hacia la salida.
”A buen guía te has ido tú a arrimar” Pensé mientras ojeaba el terreno. Había una gran cantidad de “jaulas”, si así queríamos llamarlo, y en el centro un pasillo llevaba a alguna dirección.
- Llámame visionario, pero creo que este pasillo está hecho para ir donde realmente quieren que vayamos. - Realicé una pausa esperando contestación de Therax. - Aunque quizá si no ven hacia dónde vamos, tengan que salir. - Finalicé con una amplia sonrisa.
Dí dos zancadas y tras ello vino un salto con el cual me apoyé sobre uno de los cristales de la jaula, manteniéndome agarrado sobre la cámara que había a una altura de unos cuatro metros, justo antes de llegar al techo. Firmé mi rostro durante unos segundos, tornándolo algo sádico, para después quebrar la cámara en dos.
Realicé lo mismo con las otras dos cámaras cercanas, ojeando de nuevo toda la zona con la intención de divisar si había alguna más. Tras ello, me acerqué a Therax. Lo cierto es que se me había ocurrido algo, pero no tenía ni idea de si funcionaría. Habría que probarlo, siempre y cuando a Therax le pareciese bien.
- Sabemos por dónde hemos venido. - Dije mintiendo claramente. - Pero la obviedad invita a pensar que esa puerta estará cerrada y sellada. Y me temo que estará hecha de algún material muchísimo más duro que los que hemos roto hace un momento. - Realicé una nueva pausa con la intención de dar la idea que creía definitiva. La verdad es que estaba dando demasiados rodeos, no me extrañaba que Therax terminase golpeándome y obligándome a ir al grano, pero aquella situación era tan tensa, que no le venía mal una ligera pizca de tensión extra. - Todo buen laboratorio tiene su propia herrería, o al menos una sala habilitada para moldear todos los metales que usan en los láseres. Durante mis años en la isla Gyojin, ví lo residuales que podían llegar a ser los gases que ciertos metales despedían, por lo que los conductos de ventilación eran más que necesarios. - Apunté hacia el techo, a una zona cercana a donde había roto las cámaras. - Y por allí quizá encontremos una salida, una sala de control donde poder activar las puertas, o cualquier sala que nos ayude a salir de aquí. - Salí en dirección a la esquina, colocando ambas manos juntas e incitando a Therax a subir a mi mano para que después pudiese meterse por el conducto de ventilación. - ¿Qué me dices? - Espeté esperando que aceptase mi caballerosa oferta de dejar que entrase primero. Al fin y al cabo, si el aire le atraía hacia alguna hélice o algún objeto cortante, seguro que podía desenvolverse con sus dichosas katanas y cortarlo.
«Así que por ahí se iba. ¿Cómo no los he visto?», se preguntó Therax mientras dirigía su mirada hacia donde apuntaba el gyojin. En el techo había unos conductos de ventilación que permitían que el gas que el rubio mantenía en las alturas saliese de las diferentes celdas improvisadas. Tenía sentido: debían tener un sistema que les permitiese extraer aquella sustancia de los pasillos tras cumplir su función.
Era cierto que el plan de Luka dejaba mucho al azar, pero no había ninguna alternativa mejor. El espadachín siempre había pensado que los hombres-pez eran inferiores intelectualmente con respecto a los humanos... ¿Sería su compañero la excepción que confirmaba la regla, o realmente todo era un surtido de tópicos que él había asumido sin cuestionarlos siquiera? Fuera como fuere, el hecho era que el pirata había encontrado una posible salida donde él sólo había visto metal y cristal.
-Sí, vamos -respondió el domador tras evaluar lo que proponía el gyojin-. Pero esa cosa ha tenido que escapar por ahí, no hay otro sitio -añadió, dando a entender que pensaba dejar un margen para que el gas que pudiera quedar se disipase. Cuando estimó que había transcurrido tiempo suficiente, apoyó uno de sus pies sobre las manos de Luka para que éste le acercase al techo. Empleando una mano para estabilizarse con lo poco que quedaba de la cámara, trató de empujar la trampilla que servía de acceso al sistema de ventilación, pero oponía demasiada resistencia. El apoyo que el hombre-pez le brindaba no era lo suficientemente estable como para ejercer toda la fuerza que podía, así que no se lo pensó y empleó uno de su sables para cortar la rejilla.
Una vez tuvo acceso al interior, asomó la cabeza para comprobar las condiciones en las que se encontraban los conductos. Cuál fue su sorpresa al comprobar que las paredes metálicas se elevaban algo más de los dos metros. «Aquí entro yo perfectamente», se alegró por un instante. No obstante, en seguida se dio cuenta de que si estaban diseñados de ese modo era porque también estaban pensados para que la gente se moviera por su interior... y al pensar en gente no se refería a intrusos precisamente.
Pasó ambos brazos y se introdujo en el sistema de ventilación para, acto seguido, tumbarse y tenderle la mano al gyojin. No debería tener problema para él para llegar hasta ésta, aunque dudaba que fuese capaz de alcanzar el acceso que había abierto sin nadie que le ayudase a completar los últimos centímetros.
-Esto es grande, Luka -comentó-. Yo puedo caminar de pie perfectamente. Tú... no sé, la verdad -añadió al tiempo que tiraba de él y le ayudaba a subir-. Creo que la salida debería estar por allí -dijo tras detenerse unos segundos para intentar orientarse. No tenía ni la menor idea de dónde se encontraban, pero creía poder recordar -o intuir, aunque no quisiese asumir un término tan azaroso- la dirección aproximada de la que provenían.
Saltó el hueco por el que habían accedido a esa zona y se dispuso a caminar por aquellos túneles de metal, tratando siempre de seguir una dirección similar. Terminaron por detenerse frente a una enorme hélice que no se movía a demasiada velocidad. No obstante, entre sus aspas y a varios metros de distancia se podía distinguir el exterior. Bajo sus pies, al otro lado de la trampilla que se encontraba entre ambos, una voz grave e iracunda daba órdenes a una multitud de pasos que se alejaban en diferentes direcciones.
-¡Yo me quedo en la puerta por si intentan salir, pero encontradlos! -exclamó.
-¿Qué hacemos? -susurró Therax para que sólo el hombre-pez pudiera oírle.
Era cierto que el plan de Luka dejaba mucho al azar, pero no había ninguna alternativa mejor. El espadachín siempre había pensado que los hombres-pez eran inferiores intelectualmente con respecto a los humanos... ¿Sería su compañero la excepción que confirmaba la regla, o realmente todo era un surtido de tópicos que él había asumido sin cuestionarlos siquiera? Fuera como fuere, el hecho era que el pirata había encontrado una posible salida donde él sólo había visto metal y cristal.
-Sí, vamos -respondió el domador tras evaluar lo que proponía el gyojin-. Pero esa cosa ha tenido que escapar por ahí, no hay otro sitio -añadió, dando a entender que pensaba dejar un margen para que el gas que pudiera quedar se disipase. Cuando estimó que había transcurrido tiempo suficiente, apoyó uno de sus pies sobre las manos de Luka para que éste le acercase al techo. Empleando una mano para estabilizarse con lo poco que quedaba de la cámara, trató de empujar la trampilla que servía de acceso al sistema de ventilación, pero oponía demasiada resistencia. El apoyo que el hombre-pez le brindaba no era lo suficientemente estable como para ejercer toda la fuerza que podía, así que no se lo pensó y empleó uno de su sables para cortar la rejilla.
Una vez tuvo acceso al interior, asomó la cabeza para comprobar las condiciones en las que se encontraban los conductos. Cuál fue su sorpresa al comprobar que las paredes metálicas se elevaban algo más de los dos metros. «Aquí entro yo perfectamente», se alegró por un instante. No obstante, en seguida se dio cuenta de que si estaban diseñados de ese modo era porque también estaban pensados para que la gente se moviera por su interior... y al pensar en gente no se refería a intrusos precisamente.
Pasó ambos brazos y se introdujo en el sistema de ventilación para, acto seguido, tumbarse y tenderle la mano al gyojin. No debería tener problema para él para llegar hasta ésta, aunque dudaba que fuese capaz de alcanzar el acceso que había abierto sin nadie que le ayudase a completar los últimos centímetros.
-Esto es grande, Luka -comentó-. Yo puedo caminar de pie perfectamente. Tú... no sé, la verdad -añadió al tiempo que tiraba de él y le ayudaba a subir-. Creo que la salida debería estar por allí -dijo tras detenerse unos segundos para intentar orientarse. No tenía ni la menor idea de dónde se encontraban, pero creía poder recordar -o intuir, aunque no quisiese asumir un término tan azaroso- la dirección aproximada de la que provenían.
Saltó el hueco por el que habían accedido a esa zona y se dispuso a caminar por aquellos túneles de metal, tratando siempre de seguir una dirección similar. Terminaron por detenerse frente a una enorme hélice que no se movía a demasiada velocidad. No obstante, entre sus aspas y a varios metros de distancia se podía distinguir el exterior. Bajo sus pies, al otro lado de la trampilla que se encontraba entre ambos, una voz grave e iracunda daba órdenes a una multitud de pasos que se alejaban en diferentes direcciones.
-¡Yo me quedo en la puerta por si intentan salir, pero encontradlos! -exclamó.
-¿Qué hacemos? -susurró Therax para que sólo el hombre-pez pudiera oírle.
Luka Rooney
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Akuma no mi
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Mi cauto aliado pensó durante segundos si mi idea era viable. Desde la lejanía le veía con cara de pocos amigos, quizá pensando en la estupidez de mi plan. O quizá simplemente estaba pensando en cómo afrontar la curiosa situación en la cual nos veíamos inmersos.
Esperé pacientemente, con el mismo gesto con el que le pregunté, hasta que por fín se acercó y pareció aceptar la oferta, esperando unos segundos más para que todo se ventilase. Simplemente afirme ante su petición, me parecía lo más lógico del mundo.
”Al final va a ser verdad que hacemos un buen equipo. Lo que a él se le pasa a mí no y viceversa”
Therax subió el primero, utilizando de nuevo sus katanas ante el mínimo problema. En este caso para cortar la rejilla que nos haría entrar hacia el conducto, dejando así una especie de “puerta abierta” para acceder.
- Yi isti il ispidichin isindi lis kitinis. - Espeté de mal gusto con cierto tono irónico, aunque con la voz a un nivel que quizá Therax desde arriba no llegó a escuchar.
Y, una vez el espadachín estaba arriba, me tocaba a mí. Según el rubio los canales eran amplios, de unos dos metros de altura, por lo que él iba cómodo y yo… tendría que ir, de cualquier manera. Aunque quizá ligeramente encorvado podría pasar sin problemas. De cualquier manera, lo importante era cómo acceder, ya que yo no contaba con la ayuda de alguien que me alzase, ni tenía la suficiente agilidad como para saltar y llegar.
Pese a ello, intenté saltar un par de veces, pero no conseguí llegar hasta arriba, quedándome algo así como medio metro. A sabiendas de que mi única ayuda era una diminuta mano de Therax, que asomaba unos quince centímetros por debajo de la rejilla… me alejé unos metros para coger carrerilla, apoyar el pie sobre la pared e intentar coger su mano. No fué hasta el tercer intento que conseguí agarrarme a su mano y subir gracias a su ayuda.
Efectivamente, los conductos eran ligeramente más bajos que yo, pero la incomodidad de ir agachado todo el rato, me hizo ir a gatas, pareciendo una nueva mascota de Therax.
- A mí aún no me has domado, ni espero que lo hagas. - Le dije espetando tras ello una ligera carcajada.
La verdad es que la situación era bastante cómica. El espadachín avanzaba a la par que yo le seguía, a gatas, por unos conductos que no sabíamos dónde nos llevarían, pero que olían al gas que nos habían echado entre aquellas cuatro paredes.
Al final, tras andar unos minutos llegamos a una especie de hélice que se movía lentamente, y que daba al exterior.
- Por f… - No pude acabar la frase al oír algo, a la par que veía como Therax se llevaba el dedo índice a la boca para hacerme callar.
Por lo visto habían venido refuerzos. Y una voz de jefe, mandaba al resto dentro mientras decía que él se quedaría fuera, por si escapabamos. Durante un momento pensé en si habíamos dejado alguna prueba de dónde nos encontrábamos en ese preciso instante. Pronto caí en la brusquedad en la que Therax había partido la entrada del conducto.
- Yo esperaría un par de segundos, usaría esto - Señalé hasta casi tocar una de sus katanas. - partiría aquello - usé de nuevo el dedo índice para indicar el aspa. - Y después actuaría en función de lo que nos encontremos. Que seguro que no es bueno.
Intenté ver al tipo al que muy seguramente nos iríamos a enfrentar, pero no pude divisarle desde mi posición, por lo que simplemente aguanté a que Therax estimase oportunos altar hacia él.
- Recuerda, tenemos que ser rápidos y usar el factor sorpresa. Quizá podamos acabar con él rápidamente. Después, yo me encargaré del barco de éstos, así no nos perseguirán. - Finalicé frotándome las manos. Para un Gyojin, hundir un barco era sencillo, pero reconfortante. Pero hundir un barco marine o del gobierno, lo era aún más. Sobre todo si era del gobierno, ya que les estabas devolviendo gran parte del sufrimiento que te habían hecho aguantar durante gran parte de tu vida.
”Quién nos diría a nosotros hacerle caso al maldito tabernero. No nos avisó de nada de esto… Al menos tenemos unos planos que estarán en mejores manos que en las suyas”
Esperé pacientemente, con el mismo gesto con el que le pregunté, hasta que por fín se acercó y pareció aceptar la oferta, esperando unos segundos más para que todo se ventilase. Simplemente afirme ante su petición, me parecía lo más lógico del mundo.
”Al final va a ser verdad que hacemos un buen equipo. Lo que a él se le pasa a mí no y viceversa”
Therax subió el primero, utilizando de nuevo sus katanas ante el mínimo problema. En este caso para cortar la rejilla que nos haría entrar hacia el conducto, dejando así una especie de “puerta abierta” para acceder.
- Yi isti il ispidichin isindi lis kitinis. - Espeté de mal gusto con cierto tono irónico, aunque con la voz a un nivel que quizá Therax desde arriba no llegó a escuchar.
Y, una vez el espadachín estaba arriba, me tocaba a mí. Según el rubio los canales eran amplios, de unos dos metros de altura, por lo que él iba cómodo y yo… tendría que ir, de cualquier manera. Aunque quizá ligeramente encorvado podría pasar sin problemas. De cualquier manera, lo importante era cómo acceder, ya que yo no contaba con la ayuda de alguien que me alzase, ni tenía la suficiente agilidad como para saltar y llegar.
Pese a ello, intenté saltar un par de veces, pero no conseguí llegar hasta arriba, quedándome algo así como medio metro. A sabiendas de que mi única ayuda era una diminuta mano de Therax, que asomaba unos quince centímetros por debajo de la rejilla… me alejé unos metros para coger carrerilla, apoyar el pie sobre la pared e intentar coger su mano. No fué hasta el tercer intento que conseguí agarrarme a su mano y subir gracias a su ayuda.
Efectivamente, los conductos eran ligeramente más bajos que yo, pero la incomodidad de ir agachado todo el rato, me hizo ir a gatas, pareciendo una nueva mascota de Therax.
- A mí aún no me has domado, ni espero que lo hagas. - Le dije espetando tras ello una ligera carcajada.
La verdad es que la situación era bastante cómica. El espadachín avanzaba a la par que yo le seguía, a gatas, por unos conductos que no sabíamos dónde nos llevarían, pero que olían al gas que nos habían echado entre aquellas cuatro paredes.
Al final, tras andar unos minutos llegamos a una especie de hélice que se movía lentamente, y que daba al exterior.
- Por f… - No pude acabar la frase al oír algo, a la par que veía como Therax se llevaba el dedo índice a la boca para hacerme callar.
Por lo visto habían venido refuerzos. Y una voz de jefe, mandaba al resto dentro mientras decía que él se quedaría fuera, por si escapabamos. Durante un momento pensé en si habíamos dejado alguna prueba de dónde nos encontrábamos en ese preciso instante. Pronto caí en la brusquedad en la que Therax había partido la entrada del conducto.
- Yo esperaría un par de segundos, usaría esto - Señalé hasta casi tocar una de sus katanas. - partiría aquello - usé de nuevo el dedo índice para indicar el aspa. - Y después actuaría en función de lo que nos encontremos. Que seguro que no es bueno.
Intenté ver al tipo al que muy seguramente nos iríamos a enfrentar, pero no pude divisarle desde mi posición, por lo que simplemente aguanté a que Therax estimase oportunos altar hacia él.
- Recuerda, tenemos que ser rápidos y usar el factor sorpresa. Quizá podamos acabar con él rápidamente. Después, yo me encargaré del barco de éstos, así no nos perseguirán. - Finalicé frotándome las manos. Para un Gyojin, hundir un barco era sencillo, pero reconfortante. Pero hundir un barco marine o del gobierno, lo era aún más. Sobre todo si era del gobierno, ya que les estabas devolviendo gran parte del sufrimiento que te habían hecho aguantar durante gran parte de tu vida.
”Quién nos diría a nosotros hacerle caso al maldito tabernero. No nos avisó de nada de esto… Al menos tenemos unos planos que estarán en mejores manos que en las suyas”
«¿Y por qué da por supuesto que tendremos que enfrentarnos a él?», se preguntó el espadachín, contemplando alternativamente la rejilla que había a sus pies y las aspas que les separaban del exterior. Era cuanto menos inocente pensar que con romper una hélice y correr se acabarían sus problemas, pero no había nada de malo en tener una mínima esperanza... ¿no?
Siendo sincero, lo más seguro era que tuvieran algo pensado para esas ocasiones. ¿Qué clase de laboratorio secreto sería si no tuviese medidas de seguridad para evitar huidas como aquélla? De cualquier modo, lanzarse contra ese tipo dentro de sus propias instalaciones le parecía un suicidio, así que se colocó frente a las grandes aspas y desenfundó a Byakko.
-Pues vamos a intentar salir de aquí de una vez, ¿no? -inquirió en voz baja tras asegurarse de que el gyojin aún llevaba la mochila con todo lo importante que pensaban sustraer. Únicamente fue necesario un tajo para quebrar el metal que les separaba del exterior. Fue oblicuo y firme, dado con la seguridad de quien sabe que surtirá efecto. Dos de las aspas se rompieron, y menos de un segundo después comenzó a sonar una nueva alarma. Era diferente de la anterior: más aguda y con un ritmo bastante más elevado.
Sin embargo, el rubio no se lo pensó. Le dio un toque en el brazo a Luka y se precipitó hacia la nieve que había en el exterior. La abertura en la edificación se encontraba a varios metros de altura, de modo que se vio obligado a rodar una distancia considerable sobre el grueso manto de nieve. No hubo daños, pues éste amortiguó la caída.
-¿De verdad pensabais que os libraríais de nosotros de una manera tan simple? -dijo entonces la misma voz que habían escuchado en los conductos. El laboratorio de experimentación seguía siendo invisible, pero la puerta de acceso se encontraba abierta de par en par y se podía ver el interior. ¿Cómo harían aquello? En el acceso había tres tipos trajeados, uno de los cuales era el que se había dirigido a ellos y, con toda seguridad, el jefe de la seguridad del recinto.
Era un hombre de piel negra, y su altura no debía ser menor a los dos metros y medio. No parecía particularmente musculado, pero en su cabeza llamaban la atención los dibujos que, alternándose con zonas rasuradas, formaba el pelo cortado al mínimo. A ambos lados de él se encontraban los sujetos que les habían recibido al entrar, con todas las posibles heridas aparentemente curadas. «Pero si hemos roto el láser», se quejó el domador en su fuero interno.
-¡Tenemos más métodos para sanar los daños que recibimos, zoquetes! -gritó el espadachín, como si pudiera leerle la mente al domador-. Y ahora devolved lo que habéis cogido. -La última orden precedió al desenfundado de sus sables y, después de hacerlo, se lanzó contra Therax. El otro tipo hizo lo propio con el gyojin, mientras que el que parecía llevar la voz cantante se quedó aguardando. «Se le van a abrir las heridas, lo sé», refunfuñó para sí el rubio, pensando en el trabajo que le había costado que el hombre-pez se recuperase.
No obstante, era obvio que no había otra opción más que el enfrentamiento, así que desenvainó a Yuki-onna y cruzó sus espadas para recibir el primer ataque del agente.
Siendo sincero, lo más seguro era que tuvieran algo pensado para esas ocasiones. ¿Qué clase de laboratorio secreto sería si no tuviese medidas de seguridad para evitar huidas como aquélla? De cualquier modo, lanzarse contra ese tipo dentro de sus propias instalaciones le parecía un suicidio, así que se colocó frente a las grandes aspas y desenfundó a Byakko.
-Pues vamos a intentar salir de aquí de una vez, ¿no? -inquirió en voz baja tras asegurarse de que el gyojin aún llevaba la mochila con todo lo importante que pensaban sustraer. Únicamente fue necesario un tajo para quebrar el metal que les separaba del exterior. Fue oblicuo y firme, dado con la seguridad de quien sabe que surtirá efecto. Dos de las aspas se rompieron, y menos de un segundo después comenzó a sonar una nueva alarma. Era diferente de la anterior: más aguda y con un ritmo bastante más elevado.
Sin embargo, el rubio no se lo pensó. Le dio un toque en el brazo a Luka y se precipitó hacia la nieve que había en el exterior. La abertura en la edificación se encontraba a varios metros de altura, de modo que se vio obligado a rodar una distancia considerable sobre el grueso manto de nieve. No hubo daños, pues éste amortiguó la caída.
-¿De verdad pensabais que os libraríais de nosotros de una manera tan simple? -dijo entonces la misma voz que habían escuchado en los conductos. El laboratorio de experimentación seguía siendo invisible, pero la puerta de acceso se encontraba abierta de par en par y se podía ver el interior. ¿Cómo harían aquello? En el acceso había tres tipos trajeados, uno de los cuales era el que se había dirigido a ellos y, con toda seguridad, el jefe de la seguridad del recinto.
Era un hombre de piel negra, y su altura no debía ser menor a los dos metros y medio. No parecía particularmente musculado, pero en su cabeza llamaban la atención los dibujos que, alternándose con zonas rasuradas, formaba el pelo cortado al mínimo. A ambos lados de él se encontraban los sujetos que les habían recibido al entrar, con todas las posibles heridas aparentemente curadas. «Pero si hemos roto el láser», se quejó el domador en su fuero interno.
-¡Tenemos más métodos para sanar los daños que recibimos, zoquetes! -gritó el espadachín, como si pudiera leerle la mente al domador-. Y ahora devolved lo que habéis cogido. -La última orden precedió al desenfundado de sus sables y, después de hacerlo, se lanzó contra Therax. El otro tipo hizo lo propio con el gyojin, mientras que el que parecía llevar la voz cantante se quedó aguardando. «Se le van a abrir las heridas, lo sé», refunfuñó para sí el rubio, pensando en el trabajo que le había costado que el hombre-pez se recuperase.
No obstante, era obvio que no había otra opción más que el enfrentamiento, así que desenvainó a Yuki-onna y cruzó sus espadas para recibir el primer ataque del agente.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Therax me miró de una manera un tanto confusa. Quizá cuestionando lo que estaba diciendo, pero lo cierto era que no se le veía demasiado confiado tras haber escuchado la conversación de aquella voz.
Esperamos unos segundos hasta que ví en su rostro la firmeza característica de un espadachín cuando se dispone a cortar algo. O a alguien, aunque en este tipo era algo.
Observé su rostro, obviando sus palabras, viendo cuán grande era la decisión que tenía en ese momento a la par que desenfundó la espada, fijándome después en el incremento de la decisión de su rostro al haber cortado aquélla hélice. El propio rubio me sacó de mi ensimismamiento dándome un golpe en el brazo, precipitándose hacia el vacío en lo que para mí, era un suicidio.
Cuando miré desde la ventana, pude ver como mi alarmismo se había apoderado de nuevo de mí y, como casi siempre, sin mucho fundamento.
La altura era de un par de metros, por lo que ni me lo pensé y proseguí lo que empezaban a ser ”las hazañas del pequeño Therax y como cortar casi cualquier cosa”.
Aproveché la suavidad de la nieve para rodar utilizando la habilidosa técnica de la croqueta, para posteriormente chocar contra los piés de Therax.
Entonces, la voz que habíamos escuchado desde arriba nos sorprendió de nuevo.
Como era costumbre en los marines, se vanaglorió de su habilidad para cogernos, a la par que venían dos hombres a su lado.
Empezaron a decirnos que, como en parte era de esperar, estaban trabajando en más prototipos similares al que habíamos destruido. Supongo que, teniendo la capacidad de regenerar los tejidos de tal manera, estaban implementando tal conocimiento en distintos utensilios, ya fueran láseres, o algunos quizá más pequeños y útiles en batallas.
El tema es que el panorama no pintaba muy bien. Nos pidieron, de manera no muy amable, que devolviésemos lo que habíamos cogido de manera poco amigable también.
Consciente de que nos pelearíamos en breve, deposité la mochila durante un segundo en el suelo, quitándome todo el ropaje superior y lanzándolo a la nieve.
- En honor de un peculiar hombre cuya mera afición es quitarse los ropajes de arriba y enseñar su desnudo torso, yo, Luka Rooney, no permitiré que esta mochila caiga en vuestras manos de nuevo. - Finalicé poniéndomela a la espalda de nuevo.
Aquel numerito no era ninguna tontería. Estábamos a unas temperaturas bastante bajas, por lo que podría sufrir una hipotermia de no entrar rápidamente en calor, pero el ambiente húmedo me beneficiaba tanto, que sin ropa podría captar mejor las partículas del ambiente, pudiendo emplear así el Gyojin Karate con una mayor profundidad y eficacia.
Y ante mis palabras, el primer rival entró en escena lanzándose a Therax, mientras que el segundo hacía lo propio hacia mí, ante la atenta mirada del hombre de la voz, que esperaba el momento idóneo para entrar en escena.
Amortiguando el impacto del humano con la palma de la mano, miré fijamente a éste, intentando provocarle y que perdiera el norte.
- Así que tú eres la marioneta de ese de ahí, ¿no? - Señalé con los ojos al hombre calvo. - Y a su vez, mi sparring.
El hombre no pudo esbozar una carcajada ante mi comentario, dando un paso hacia atrás y adoptando una pose defensiva.
- ¿Que yo soy tu sparring? Vamos, golpéame con toda la fuerza que quieras, te devolveré el golpe el doble de fuerte.
- Simplemente eres un humano… Y no eres demasiado inteligente.
- Prueba, sucio Gyojin.
Cerré los ojos durante un segundo, canalizando la energía del ambiente, las partículas rondaban mis puños, aunque aún no con toda la firmeza que me gustaría, por lo que decidí dar una serie de puñetazos en distintos lugares del humano con la simple intención de probar sus defensas, las cuales parecían bastante robustas.
”Me da a mi que esto va a ser un combate bastante duro, y no sé si las heridas resistirán a más esfuerzo”
Esperamos unos segundos hasta que ví en su rostro la firmeza característica de un espadachín cuando se dispone a cortar algo. O a alguien, aunque en este tipo era algo.
Observé su rostro, obviando sus palabras, viendo cuán grande era la decisión que tenía en ese momento a la par que desenfundó la espada, fijándome después en el incremento de la decisión de su rostro al haber cortado aquélla hélice. El propio rubio me sacó de mi ensimismamiento dándome un golpe en el brazo, precipitándose hacia el vacío en lo que para mí, era un suicidio.
Cuando miré desde la ventana, pude ver como mi alarmismo se había apoderado de nuevo de mí y, como casi siempre, sin mucho fundamento.
La altura era de un par de metros, por lo que ni me lo pensé y proseguí lo que empezaban a ser ”las hazañas del pequeño Therax y como cortar casi cualquier cosa”.
Aproveché la suavidad de la nieve para rodar utilizando la habilidosa técnica de la croqueta, para posteriormente chocar contra los piés de Therax.
Entonces, la voz que habíamos escuchado desde arriba nos sorprendió de nuevo.
Como era costumbre en los marines, se vanaglorió de su habilidad para cogernos, a la par que venían dos hombres a su lado.
Empezaron a decirnos que, como en parte era de esperar, estaban trabajando en más prototipos similares al que habíamos destruido. Supongo que, teniendo la capacidad de regenerar los tejidos de tal manera, estaban implementando tal conocimiento en distintos utensilios, ya fueran láseres, o algunos quizá más pequeños y útiles en batallas.
El tema es que el panorama no pintaba muy bien. Nos pidieron, de manera no muy amable, que devolviésemos lo que habíamos cogido de manera poco amigable también.
Consciente de que nos pelearíamos en breve, deposité la mochila durante un segundo en el suelo, quitándome todo el ropaje superior y lanzándolo a la nieve.
- En honor de un peculiar hombre cuya mera afición es quitarse los ropajes de arriba y enseñar su desnudo torso, yo, Luka Rooney, no permitiré que esta mochila caiga en vuestras manos de nuevo. - Finalicé poniéndomela a la espalda de nuevo.
Aquel numerito no era ninguna tontería. Estábamos a unas temperaturas bastante bajas, por lo que podría sufrir una hipotermia de no entrar rápidamente en calor, pero el ambiente húmedo me beneficiaba tanto, que sin ropa podría captar mejor las partículas del ambiente, pudiendo emplear así el Gyojin Karate con una mayor profundidad y eficacia.
Y ante mis palabras, el primer rival entró en escena lanzándose a Therax, mientras que el segundo hacía lo propio hacia mí, ante la atenta mirada del hombre de la voz, que esperaba el momento idóneo para entrar en escena.
Amortiguando el impacto del humano con la palma de la mano, miré fijamente a éste, intentando provocarle y que perdiera el norte.
- Así que tú eres la marioneta de ese de ahí, ¿no? - Señalé con los ojos al hombre calvo. - Y a su vez, mi sparring.
El hombre no pudo esbozar una carcajada ante mi comentario, dando un paso hacia atrás y adoptando una pose defensiva.
- ¿Que yo soy tu sparring? Vamos, golpéame con toda la fuerza que quieras, te devolveré el golpe el doble de fuerte.
- Simplemente eres un humano… Y no eres demasiado inteligente.
- Prueba, sucio Gyojin.
Cerré los ojos durante un segundo, canalizando la energía del ambiente, las partículas rondaban mis puños, aunque aún no con toda la firmeza que me gustaría, por lo que decidí dar una serie de puñetazos en distintos lugares del humano con la simple intención de probar sus defensas, las cuales parecían bastante robustas.
”Me da a mi que esto va a ser un combate bastante duro, y no sé si las heridas resistirán a más esfuerzo”
«Vaya, otro exhibicionista a la lista», pensó el espadachín al ver cómo el gyojin descubría su torso. No pudo evitar reparar en las evidentes señales de que sus heridas se habían abierto. Se disponía a recriminarle no haber dicho nada, pero el espadachín con el que se enfrentaba volvía a la ofensiva después de que hubiera rechazado su primer ataque.
Sus espadas comenzaron a refulgir con un brillo cegador, el cual iba acompañado de un agudo silbido que no gustó en absoluto al domador. Cuando los sables comenzaron a vibrar el tono fue haciéndose más grave. Tras unos segundos, su enemigo saltó y comenzó a blandir las hojas en dirección a Therax. De éstas surgían unas ondas blanquecinas que hacían el mismo ruido que las espadas.
El rubio no se quedó para comprobar cuál era su efecto, sino que se desplazó todo lo rápido que pudo hacia el lado opuesto a Luka, aprovechando la ocasión para reprocharle haberle mentido:
-Luka, ¿no me habías dicho que tus heridas estaban bien? -inquirió en voz alta, viendo cómo las ondas, tras impactar en el lugar en el que se encontraba hacia apenas unos instantes, detonaban y desplazaban la nieve varios metros. Por otro lado, el agente continuaba atacando desde las alturas. Cada vez que lanzaba una nueva descarga de energía, la potencia que ésta liberaba hacía que se elevase un poco en el aire. De ese modo se mantenía flotando, y no parecía que tuviese pensado dejar de hacerlo hasta que alguna de aquellas explosiones diese en el blanco.
Cada vez se acercaban más a él, y poco a poco la intensidad de las mismas iba creciendo. No le quedaba otra alternativa, así que decidió adoptar de nuevo su forma híbrida para responder mejor a las ofensivas de su enemigo. En seguida notó la diferencia, pues en cuanto las alas azules surgieron en su espalda empezó a desplazarse a una velocidad mayor, siendo mucho más fácil anticiparse a las ondas que pretendían alcanzarle.
En cuanto ganó unos metros de ventaja se elevó en el aire para aproximarse al agente, que no cesó de lanzarle energía explosiva. Él esquivaba como podía pero, cuando tuvo a su oponente al alcance, éste dejó de atacarle y se dejó caer a gran velocidad hacia la nieve. Buscando no darle tiempo para que se recompusiera, lanzó una onda cortante con Yuki-onna en su dirección y se precipitó hacia él en picado.
El trajeado recibió el ataque de Therax interponiendo su espada. Sus pies se hundieron varios metros en la nieve, pero aguantó la posición y, tras hacer acopio de fuerzas, logró separar al rubio. El domador se alejó varios metros, quedando suspendido a unos escasos dos metros del suelo. Sus alas se encontraban completamente desplegadas, y de vez en cuando realizaba un único y potente aleteo para permanecer en el aire. Desde donde se encontraba podía ver al jefe de los sujetos con los que se estaban enfrentando. Permanecía en la puerta de acceso a las instalaciones, con los brazos cruzados y observando con atención y gesto pétreo los combates que se desarrollaban frente a él.
-¡No tengo tiempo que perder contigo! -exclamó el rubio antes de volver a la carga. Su oponente sonrió con autosuficiencia y excitación ante el reclamo del espadachín, que se lanzó a por él volando a ras de suelo y con intención de provocarle un tajo cruzado a nivel del pecho. Sin embargo, el agente logró interceptar el ataque.
-Esto no ha hecho más que empezar -afirmó en voz baja para, acto seguido, volver a repelerle y tomar la ofensiva.
Sus espadas comenzaron a refulgir con un brillo cegador, el cual iba acompañado de un agudo silbido que no gustó en absoluto al domador. Cuando los sables comenzaron a vibrar el tono fue haciéndose más grave. Tras unos segundos, su enemigo saltó y comenzó a blandir las hojas en dirección a Therax. De éstas surgían unas ondas blanquecinas que hacían el mismo ruido que las espadas.
El rubio no se quedó para comprobar cuál era su efecto, sino que se desplazó todo lo rápido que pudo hacia el lado opuesto a Luka, aprovechando la ocasión para reprocharle haberle mentido:
-Luka, ¿no me habías dicho que tus heridas estaban bien? -inquirió en voz alta, viendo cómo las ondas, tras impactar en el lugar en el que se encontraba hacia apenas unos instantes, detonaban y desplazaban la nieve varios metros. Por otro lado, el agente continuaba atacando desde las alturas. Cada vez que lanzaba una nueva descarga de energía, la potencia que ésta liberaba hacía que se elevase un poco en el aire. De ese modo se mantenía flotando, y no parecía que tuviese pensado dejar de hacerlo hasta que alguna de aquellas explosiones diese en el blanco.
Cada vez se acercaban más a él, y poco a poco la intensidad de las mismas iba creciendo. No le quedaba otra alternativa, así que decidió adoptar de nuevo su forma híbrida para responder mejor a las ofensivas de su enemigo. En seguida notó la diferencia, pues en cuanto las alas azules surgieron en su espalda empezó a desplazarse a una velocidad mayor, siendo mucho más fácil anticiparse a las ondas que pretendían alcanzarle.
En cuanto ganó unos metros de ventaja se elevó en el aire para aproximarse al agente, que no cesó de lanzarle energía explosiva. Él esquivaba como podía pero, cuando tuvo a su oponente al alcance, éste dejó de atacarle y se dejó caer a gran velocidad hacia la nieve. Buscando no darle tiempo para que se recompusiera, lanzó una onda cortante con Yuki-onna en su dirección y se precipitó hacia él en picado.
El trajeado recibió el ataque de Therax interponiendo su espada. Sus pies se hundieron varios metros en la nieve, pero aguantó la posición y, tras hacer acopio de fuerzas, logró separar al rubio. El domador se alejó varios metros, quedando suspendido a unos escasos dos metros del suelo. Sus alas se encontraban completamente desplegadas, y de vez en cuando realizaba un único y potente aleteo para permanecer en el aire. Desde donde se encontraba podía ver al jefe de los sujetos con los que se estaban enfrentando. Permanecía en la puerta de acceso a las instalaciones, con los brazos cruzados y observando con atención y gesto pétreo los combates que se desarrollaban frente a él.
-¡No tengo tiempo que perder contigo! -exclamó el rubio antes de volver a la carga. Su oponente sonrió con autosuficiencia y excitación ante el reclamo del espadachín, que se lanzó a por él volando a ras de suelo y con intención de provocarle un tajo cruzado a nivel del pecho. Sin embargo, el agente logró interceptar el ataque.
-Esto no ha hecho más que empezar -afirmó en voz baja para, acto seguido, volver a repelerle y tomar la ofensiva.
Luka Rooney
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Agilidad
Destreza
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Instinto
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Akuma no mi
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Me encontraba absorto en el combate, viendo la defensa de aquél tipo, que parecía superior a la media, cuando éste elevó su puño a tal velocidad que me lancé hacia atrás para esquivarlo, cayendo al suelo de culo.
- Bonita pose se te ha quedado. - Comentó sonriendo mientras miraba el otro combate.
Me levanté viendo a Therax, que parecía tener más que palabras con su rival. En una de ellas, cuando estaba levantándome, el rubio me recriminó que le había mentido cuando le comenté que mis heridas estaban “bien”.
- Y lo están, pero no perfectas. - Espeté mirando de nuevo a mi rival. - En peores plazas hemos toreado, Therax.
Caminé hacia mi rival, a la par que el extraño tipo hacía lo propio. En ese momento una especie de explosión cayó cerca de nosotros, creando una pequeña humareda y una leve corriente desde el suelo. Giré la cabeza mirando a Therax con incredulidad. Afortunadamente, era su rival y no el mío, ya que no sabría cómo pararle.
- Imagínate que es una reja, Therax. Córtalo. - Espeté, como si me considerase un maestro de la esgrima.
Tras ello, volví la mirada a la peculiar calva de mi rival, la cual me sacaba de quicio, y no sabía por qué. No es que tuviese nada en contra de los calvos, pero algo pasaba con esa en concreto.
Fuí potenciando mi puño, llevando todas las partículas de agua de mi cuerpo hacia allí, preparado para el ataque. Pero el calvo hizo algo que no pude prever.
Desapareció.
Cuando quise darme cuenta, estaba a mi espalda, cargando una patada que recibí de lleno mientras giraba el rostro, algo que quizá empeoró el golpe.
”Qué cojones…”
- No se te da muy bien esto de pelear.
- No si me golpean desde la espalda como una sucia rata.- Espeté tras levantarme y ojear a mi rival. Aquella extraña técnica era demasiado rápida y no podía seguirla. ¿Qué sería?
Mi rival se lanzó hacia mí con el puño en posición ofensiva, tras lo cual acometí en su dirección, placándolo y recibiendo un golpe en la espalda. Aún tenía todas las partículas de agua en el puño, por lo que aproveché para darle un par de golpes en el torso a mi rival, que se protegía únicamente el rostro con ambas manos.
- La niña - golpeé - se protege - propiné un nuevo golpe- el rostro - dí un nuevo golpe, cada vez más potente - porque cree - ahora bajé al estómago - que saldrá - dos nuevos puñetazos - con su cara - penúltimo golpe - actual.- Finalicé con un azote más potente que el resto en el estómago y el rival me lanzó hacia atrás de un intenso empujón, aunque no tardé en reincorporarme y ponerme de pié.
- La niña va a empezar a pegar ahora. - Dijo el calvo con un malhumor más que evidente.
Se lanzó hacia mí con ira, golpeando de manera aleatoria. No pude defenderme con demasiada eficacia, recibiendo algunos golpes que crearían hematomas. El tipo, pese a defenderse bien, pegaba duro, algo que sin duda, costaba encontrar. La gente solía especializarse en ofensa o defensa, pero generalmente, no tenían un buen nivel de ambos.
Cuando el tipo realizó un movimiento en falso, le empujé con la rodilla levemente, creando un hueco entre ambos, una situación en la que me encontraba más cómodo. Ladeé la cadera y empecé a mover los puños ágilmente en diversas direcciones, centrándome sobre todo en la parte superior del calvo, tanto torso como rostro.
Pero mis puños no parecían surtir mucho efecto, alguno daba de soslayo, pero sin mayores impactos. Entonces, el tipo volvió a desaparecer y, al momento, recibí un golpe en el costado que me mandó directo al suelo.
- Con cariño, de tu niña favorita. - Espetó con tono sarcástico el calvo.
- Tienes poco pelo para ser una niña. - Comenté mientras me levantaba.
”Sea como sea, tengo que buscar cómo combatir ese ataque. Si no, estoy perdido”
- Bonita pose se te ha quedado. - Comentó sonriendo mientras miraba el otro combate.
Me levanté viendo a Therax, que parecía tener más que palabras con su rival. En una de ellas, cuando estaba levantándome, el rubio me recriminó que le había mentido cuando le comenté que mis heridas estaban “bien”.
- Y lo están, pero no perfectas. - Espeté mirando de nuevo a mi rival. - En peores plazas hemos toreado, Therax.
Caminé hacia mi rival, a la par que el extraño tipo hacía lo propio. En ese momento una especie de explosión cayó cerca de nosotros, creando una pequeña humareda y una leve corriente desde el suelo. Giré la cabeza mirando a Therax con incredulidad. Afortunadamente, era su rival y no el mío, ya que no sabría cómo pararle.
- Imagínate que es una reja, Therax. Córtalo. - Espeté, como si me considerase un maestro de la esgrima.
Tras ello, volví la mirada a la peculiar calva de mi rival, la cual me sacaba de quicio, y no sabía por qué. No es que tuviese nada en contra de los calvos, pero algo pasaba con esa en concreto.
Fuí potenciando mi puño, llevando todas las partículas de agua de mi cuerpo hacia allí, preparado para el ataque. Pero el calvo hizo algo que no pude prever.
Desapareció.
Cuando quise darme cuenta, estaba a mi espalda, cargando una patada que recibí de lleno mientras giraba el rostro, algo que quizá empeoró el golpe.
”Qué cojones…”
- No se te da muy bien esto de pelear.
- No si me golpean desde la espalda como una sucia rata.- Espeté tras levantarme y ojear a mi rival. Aquella extraña técnica era demasiado rápida y no podía seguirla. ¿Qué sería?
Mi rival se lanzó hacia mí con el puño en posición ofensiva, tras lo cual acometí en su dirección, placándolo y recibiendo un golpe en la espalda. Aún tenía todas las partículas de agua en el puño, por lo que aproveché para darle un par de golpes en el torso a mi rival, que se protegía únicamente el rostro con ambas manos.
- La niña - golpeé - se protege - propiné un nuevo golpe- el rostro - dí un nuevo golpe, cada vez más potente - porque cree - ahora bajé al estómago - que saldrá - dos nuevos puñetazos - con su cara - penúltimo golpe - actual.- Finalicé con un azote más potente que el resto en el estómago y el rival me lanzó hacia atrás de un intenso empujón, aunque no tardé en reincorporarme y ponerme de pié.
- La niña va a empezar a pegar ahora. - Dijo el calvo con un malhumor más que evidente.
Se lanzó hacia mí con ira, golpeando de manera aleatoria. No pude defenderme con demasiada eficacia, recibiendo algunos golpes que crearían hematomas. El tipo, pese a defenderse bien, pegaba duro, algo que sin duda, costaba encontrar. La gente solía especializarse en ofensa o defensa, pero generalmente, no tenían un buen nivel de ambos.
Cuando el tipo realizó un movimiento en falso, le empujé con la rodilla levemente, creando un hueco entre ambos, una situación en la que me encontraba más cómodo. Ladeé la cadera y empecé a mover los puños ágilmente en diversas direcciones, centrándome sobre todo en la parte superior del calvo, tanto torso como rostro.
Pero mis puños no parecían surtir mucho efecto, alguno daba de soslayo, pero sin mayores impactos. Entonces, el tipo volvió a desaparecer y, al momento, recibí un golpe en el costado que me mandó directo al suelo.
- Con cariño, de tu niña favorita. - Espetó con tono sarcástico el calvo.
- Tienes poco pelo para ser una niña. - Comenté mientras me levantaba.
”Sea como sea, tengo que buscar cómo combatir ese ataque. Si no, estoy perdido”
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