[Pasado] Medicina sobre el papel, planos por doquier

En esa ocasión no saltó antes de comenzar a ejecutar esa técnica tan molesta, sino que las espadas del agente comenzaron a refulgir y vibrar mientras se precipitaba en dirección al rubio. No había suficiente distancia entre ambos como para que Therax reaccionase alejándose, así que interpuso a Byakko y a Yuki-onna para amortiguar las explosiones que sabía se veían sobre él.

Y así fue, el brillo de las hojas de su enemigo aumentó de intensidad cuando las cuatro espadas se cruzaron, y un incremento del zumbido precedió a la explosión que lanzó al domador varios metros hacia atrás. Mientras volaba extendió sus alas, remontando el vuelo para recuperar la posición. Sin embargo, su enemigo no tenía pensado darle ni un respiro. Desde el suelo comenzó a encadenar ondas cortantes que iban en su dirección. Al igual que anteriormente, cada una de ellas tenía más potencia que la anterior. Además, cada vez se movían a más velocidad y eran de mayor tamaño lo que, sumado a su creciente potencial explosivo, hacía de ellas un elemento a temer.

Cuando dos de ellas estuvieron a punto de alcanzarle, vio claro que permanecer a tanta distancia del tipo no era una opción viable. Sin pensarlo ni un segundo más, esquivó una tercera y se precipitó hacia él. Su enemigo jadeaba a consecuencia de la energía invertida en atacar con esas ondas, así que ésa podría ser su oportunidad.

Pudo oír cómo el agente cogía aire profundamente justo antes de que sus sables volvieran a cruzarse, aprovechando el impuso que Therax llevaba para girar sobre sí mismo y apartarse de su trayectoria. El rubio enseguida desplegó las alas para frenarse en seco, dándose la vuelta para lanzar un tajo diagonal con Byakko en dirección a su pecho. El sable fue recubriéndose de escarcha conforme se acercaba al tipo, mas éste logró detener el corte.

Yuki-onna también se heló cuando el domador la empleó para tratar de alcanzar el hombro derecho de su enemigo, que estuvo lento para detener el segundo ataque. El cansancio había hecho mella en él, disminuyendo su capacidad de reacción y favoreciendo que la hoja de Therax desgarrase la carne del hombro del trajeado. Un gemido de dolor se escapó de su boca, acompañando la caída a la nieve de la espada que sostenía con ese brazo.

Therax sonrió, pero ese momento de satisfacción le costó un codazo en la nariz por parte de su oponente, que no tardó en agacharse a recoger de nuevo su arma. No obstante, por cómo sostenía el sable era fácil deducir que ese brazo ya no le serviría de mucho.

Entonces, sorprendentemente, volvió a soltar la espada que acababa de recoger del suelo. Asió con firmeza el mango del sable que aún conservaba y sus manos comenzaron a brillar con una intensidad que no había mostrado hasta ese momento.

El filo de su arma no tardó en hacer lo mismo, extendiendo un intenso zumbido por todo el lugar. La sensación que producía era que un sinfín de abejas saldría de su interior de un momento a otro. Nada más lejos de la realidad; aquel sable únicamente escupía ondas cortantes endemoniadas, y lo hizo una vez más.

El agente trazó sendos cortes formando una cruz, y del lugar donde la hoja había hendido el aire surgió una equis de cinco metros de altura. Therax no tardó en crear un círculo de luz azulada a su alrededor, el cual comenzó retraerse y elevarse hasta alcanzar la altura de su cintura. Tras eso se disipó en una onda cortante de trescientos sesenta grados, la cual se encontró en uno de sus puntos con el centro de la cruz. Ambas ondas se neutralizaron, explotando y descomponiéndose en una multitud de pequeñas y brillantes perlas azules y blancas.

Ambos contendientes jadeaban con intensidad, exhaustos, pero ninguno estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.

La concentración propia de la batalla no era suficiente como para dejar de oír los continuos estruendos que provocaba la lucha entre Therax y el otro humano, que parecía ser mucho más fuerte de lo que aparentaba en un principio.

Mi rival me miraba mientras me relamía la sangre del rostro, fruto del último golpe recibido. Lo ojeé y pensé en cómo actuar. Su ataque tenía pinta de ser siempre igual. De algún modo, alcanzaba una velocidad tan alta que era casi imperceptible para el ser humano. Pero yo no era un simple humano…

Ladeando la cabeza hacia ambos lados, miré de nuevo a mi presa, que ahora estaba en suelo firme y, tras ello, me encaminé a darle un golpe, puño derecho en ristre. Éste hizo lo propio con su puño, por lo que todo aparentaba ser un choque de fieles luchadores.
Cuando estábamos a ochenta centímetros el uno del otro, como si de una función teatral se tratase, realizamos sendos movimientos para acabar chocando un puño con el otro, creando una pequeña corriente de aire, a la cual se le tenía que añadir un sonoro grito por parte de ambos.
Nuestras miradas se cruzaron y, entonces, expandí la mano derecha para atrapar el puño de mi rival, pegando un fuerte tirón hacia abajo del brazo de éste y, tras ello, dando un giro de ciento ochenta grados, golpear con la pierna el costado del humano, que salió despedido un par de metros.

”Y nuevamente, como se siente en inferioridad, sacará de nuevo esa extraña técnica”

Preparado para realizar una defensa exitosa, concentré mi mente en el combate entre el humano y yo, siendo por primera vez cuando dejaba de oír los extruendos por parte de Therax y su rival. Entonces, me percaté de algo. El humano estaba levantándose mientras portaba algo en la mano. Desde la distancia y debido a que intentaba cubrirlo, no pude ver qué era, pero me puse en alerta más que nunca. Y entonces, el insistente agente salió en mi dirección, dando un par eses quizá para despistar y, después, desapareciendo de nuevo.

Cerré los ojos con total tranquilidad a la par que intentaba divisar todo lo que ocurría a mi alrededor. Y, de repente, quizá gracias al mantra, quizá gracias a la propia intuición, me giré rápidamente, topándome con una pierna que se dirigía con intenciones poco amigables hacia mi rostro. Por puro instinto posicioné ambas manos tapando mi cara, siendo capaz de agarrar la pierna con la derecho. Pero aquello no pareció frenar a mi rival, que se impulsó e intentó clavarme un objeto afilado en el hombro. Pese a moverme hacia un lateral, el objeto se quedó clavado en el brazo izquierdo y, tras un segundo agónico, me dí cuenta que era una jeringuilla.

- Y ahora, en cinco minutos, puede que te desmayes. O algo peor. - Espetó el hombre con una sonora carcajada, mientras veía al que parecía ser el líder riendo también.

Intenté ignorar aquella frase y, al tener a mi rival cogido por la pierna, apretar todo lo que pude, golpeándolo severamente contra el suelo, tras ello, empecé a dar duros puñetazos contra las piernas de éste, intentando romperle alguna. De manera extraña, mi rival no parecía revolverse demasiado, quejándose de manera sonora durante cada puñetazo, pero sin una mayor repercusión visible.
Y entonces, noté ese chasquido que tanto placer da en una pelea. Un hueso roto. Cegado por la ira del combate y el placer de aquél característico crujido murmuré mientras seguía rompiendo sus huesos cada vez con mayor afán.

- Deberías haberte dado cuenta de que peleabas con un Gyojin. Me acabas de dar una ventaja de la que te arrepentirás toda tu vida.

Entonces, pasé a golpear su rostro mientras su cuerpo parecía inerte. Se había desmayado y empezaba a dejar un charco de sangre a nuestro alrededor, algo que sin duda debía alertar al jefe del humano, cuya ira debía ser aún mayor que la mía al ver sufrir así a uno de sus chicos.

Tras haber acabado con el tipo me levanté, tambaleándome ligeramente y quité la jeringuilla de mi brazo, lanzándola al suelo. Aproveché el momento para cerrar los ojos y concentrarme en las partículas de mi organismo, localizando pronto a unas con mayor densidad que la sangre y moviéndolas hacia la boca, con la clara intención de expulsarlas.
Entonces, noté una presencia justo delante mía y, al abrir los ojos, era el líder, que me realizó una patada tan potente que salí despedido y choqué contra un par de árboles, partiéndolos mientras caía al suelo. Vomité un par de veces, soltando sangre y aquella sustancia tan densa, que todo junto, formó un color rosado en el suelo.

”¿Y ahora qué? ¿Me afectará mucho este veneno?”

Me levanté a duras penas, caminando hacia el lugar donde estábamos peleando y ojeando a Therax, rogándole que acabase pronto o que el que acabaría sería el líder conmigo.
Y, como si el líder fuese capaz de leer mis pensamientos, se dirigió a toda velocidad hacia mí.

Empecé a concentrar todas las partículas de agua de mi cuerpo alrededor de éste, dándole una mayor dureza y esperando que fuese suficiente para aguantar algún que otro embiste del humano, cuyo rostro ya no exhibía ninguna sonrisa.

Sable en mano, el espadachín trajeado se precipitó de nuevo hacia su oponente. Therax respondió elevándose otra vez para evadir su primer envite, pero en esa ocasión optó por no alejarse de su rival. Si lo hacía, con toda seguridad éste volvería a lanzarle las molestas ondas explosivas que tantos dolores de cabeza le estaban causando. De hecho, en cuanto quedó patente que la hoja del agente no le alcanzaría el dichoso zumbido fue perfectamente audible una vez más.

El rubio no se lo pensó, y en cuanto se supo a salvo ejecutó un corte descendente con Byakko y Yuki-onna en dirección a la espalda de su enemigo. No obstante, el tipo no había bajado la guardia. Se dio la vuelta justo a tiempo para interceptar uno de los tajos, el que iba dirigido a su ya dañado hombro derecho. A cambio, una lesión similar a la que había sufrido en primer lugar paso a adornar su torso.

Por desgracia para el domador, la posición del brazo había provocado que el filo no lacerase la carne del modo en que lo habría hecho normalmente. Aunque, por otro lado, la sangre de su adversario teñía la nieve bajo él en un inequívoco signo de que el combate estaba a punto de terminar. Therax sonrió antes de ejecutar una última embestida. El tipo había sido un oponente más que digno y le había dado un combate justo... Trataría de no acabar con su vida.

Había posado sus pies en el suelo y, tras dar un casi imperceptible salto, creó una corriente de viento a su favor que impactó de pleno en sus alas. Se lanzó hacia el trajeado a toda velocidad, realizando un corte diagonal en su torso que provocó que cayese al suelo. El sujeto estaba vivo y, aunque sangraba bastante y tardaría en recuperarse de sus heridas, debería ser capaz de salir de aquélla.

El crujido de unos árboles a sus espaldas provocó que se diese la vuelta, alarmado. Luka acababa de estrellarse contra ellos tras ser golpeado por el corpulento agente que había actuado como líder hasta el momento. Su primer oponente yacía inerte en el suelo. ¿Estaría vivo? Conociendo la aversión que el gyojin tenía hacia la mayoría de los humanos, no era descabellado pensar que hubiera decidido acabar con su vida.

Fuera como fuere, no era el mejor momento para pensar en la actitud del hombre-pez hacia la humanidad. El grandullón embutido en un traje volvía a lanzarse a la carga, y el pirata parecía estar preparándose para recibir el impacto. ¿En qué demonios estaba pensando? Therax era consciente de que no le daría tiempo a llegar antes de que se produjese el choque, así que lanzó sendas ondas cortantes en dirección al enemigo que quedaba en pie.

Un sinfín de chispas rodeaban la energía que había nacido de sus espadas, emitiendo un molesto sonido que se apagó justo cuando acertaron de pleno en el hombro derecho del agente. Si bien no fue suficiente para derribarlo, el tipo se desestabilizó considerablemente un instante antes de golpear a Luka. Esperando que hubiera sido suficiente para que el pirata fuese capaz de encajar el golpe, voló en su dirección para unirse al combate. Era evidente que uno solo no podría vencer al corpulento hombre.

La desafiante mirada que el humano exhibía en su acometida me hacía pensar en el devenir del combate. Se le veía un tipo tan decidido como excelso en fuerza.

Mi defensa estaba preparada, pero me preguntaba si sería suficiente para recibir el impacto de mi rival. Aún notaba un incesante hormigueo alrededor del brazo, muy posiblemente debido al veneno.

Ágilmente, cuando mi rival estaba a punto de impactarme, ladeé la cadera y llevé ambos brazos hacia el puño de mi rival, quien, de no sorprenderme en el último momento, iba a realizar un golpe descendente hacia el torso. Pero entonces, algo impactó en el propio hombro del humano, lo cual mermó bastante su ataque. Aún así, éste impactó sobre mis brazos, consiguiendo así una defensa exitosa.

El tipo pareció quedarse unos segundos en shock tras recibir el impacto. En aquel momento hubiera jurado que realizó el impacto únicamente por inercia. Pero… ¿quién sabe?
Aproveche su confusión para girar el puño y llevarlo hasta mi cadera, fijando el golpe con el puño izquierdo y, seguidamente, realizar un potente puñetazo que sin duda debería hacer alguna mella en el humano. Pero éste reaccionó tan rápidamente que amortiguó gran parte del golpe con su palma derecha, saliendo impulsado unos metros hacia atrás.

Segundos después Therax llegó hasta mí, aprovechando la pequeña distancia que había ahora entre ambos. Entonces supuse que el tenía que ver con aquél impacto que había recibido mi rival. Aunque ahora era nuestro rival. Entonces, intenté divisar a su contrincante, viéndolo tirado sobre la nieve rodeado de un montón de sangre.

Pensaba que me tocaba acabar con éste sólo. - Espeté en tono jocoso. - Ya he visto que tu combate ha ido bastante… - Y mi frase quedó a medias para dar paso a un desagradable momento. Sin poder controlarlo, vomité de golpe, cayendo de rodillas a la par que intentaba localizar donde residía ese veneno. - Este tipo… es bastante duro. - Comenté como si nada hubiera pasado. -Dame un par de minutos y estaré al cien por cien de nuevo. - Aunque no estaba seguro de ello, pero más valía no preocupar de más al domador, aunque a juzgar por su aspecto, seguro que se olía algo.

Aprovechando los segundos de cortesía que el líder de aquellos dos ex-rivales nos daba, empecé a remover todas las partículas líquidas en mi interior, desde agua a sangre, intentando encontrar lo que quedase de aquella misteriosa sustancia en mi interior, la cual parecía que a cada segundo que estaba en contacto con mi interior, proporcionaba una debilidad que me mermaba de tal manera que incluso me tambaleaban las piernas.

Divisé entonces a mi rival, inmerso aún en la localización del veneno internamente mientras intentaba reincorporarme. Éste se impulsó de nuevo a una velocidad de vértigo en mi dirección de nuevo, quizá consciente de lo fácil que sería acabar conmigo en aquellas circustancias.

”Así que no entendemos de honor…” Pensé mientras esperaba la acción del intrépido luchador.

El gyojin logró sobrevivir al golpe del forzudo trajeado y, según parecía, lo había hecho con bastante soltura. Mientras se aproximaba a toda velocidad, Therax no pudo evitar preguntarse qué parte del resultado correspondería a su onda cortante y qué parte a la propia habilidad del hombre-pez. Lo más probable era que la robustez de Luka hubiera sido lo más decisivo... sólo había que ver el tamaño del escamoso ser. No obstante, era una duda sobre la que con toda certeza preguntaría más adelante... si es que lograban salir de allí.

Alcanzó la posición de su compañero poco después de que lograse repeler al agente y, mientras miraba al adversario, oía los comentarios del gyojin. Sin embargo, se vio obligado a apartar su mirada del oponente para clavarla en Luka cuando éste vomitó. «¿Y pretende seguir hablando como si nada?», se preguntó, molesto, cuando comprobó que continuaba con su discurso tratando de aparentar normalidad.

-Te doy todos los segundos que quieras, pero explícame a qué ha venido eso. Y ahórrate lo del cansancio y las heridas que traías si estás pensando en ello, porque los dos sabemos que no has llegado hasta ese punto y que no justifica.... Bueno, eso -terminó, haciendo un gesto con Byakko en dirección al charco de vómito que había frente al pirata.

El rubio había fijado por completo su Haki de observación en el enemigo, lo que le había permitido centrar su atención en Luka disminuyendo considerablemente los riesgos de ser cazado en un descuido. En consecuencia, cuando el jefe de seguridad del laboratorio volvió a abalanzarse sobre ellos pudo reaccionar.

Creía ser capaz de evadir el envite sin mayores problemas, pero no era necesario volver a mirar a Luka para saber que éste no podría moverse un ápice siquiera. Del mismo modo, si trataba de bloquear el ataque permaneciendo quieto lo más probable era que saliera disparado, arrastrando al gyojin consigo en el proceso.

Sólo se ocurrió una cosa en aquel momento. Activó su Haki de armadura y, tras batir una única vez las alas con gran potencia, se propulsó a toda velocidad hacia el trajeado. Lo más probable era que, si no se veía desplazado, su compañero al menos se desestabilizase, pero no se encontraba en una situación en la que pudiera satisfacer su curiosidad.

Una mano inmensa se aproximaba a él, prometiendo casar graves daños en sus espadas si las empleaba para frenar el impacto. «No sólo tengo los filos», se dijo el espadachín en pleno vuelo, haciendo que los nudillos del agente chocaran contra la guardia de sus sables. Por un momento, fruto de la inercia que se había generado tras el choque, ambos quedaron casi inmóviles en el sitio. Sin embargo, el grandullón lanzó entonces un nuevo puñetazo en dirección al abdomen del domador. Éste no pudo hacer más que interponer una de sus rodilla, librándose de la mayor parte del daño pero saliendo despedido a causa de la fuerza que llevaba el golpe.

En cuanto se supo lejos del rival, desplegó sus alas para estabilizarse en el aire y, tras eso, descendió hasta situarse de nuevo junto a Luka. El enemigo se crujió el cuello al tiempo que esbozaba una sonrisa de satisfacción, dando a entender con ello que el combate acababa de empezar.

Indudablemente la reacción de mi vomitona no había dejado indiferente a Therax, que parecía ostentosamente preocupado por mi estado, hasta tal punto que me preguntó, dejando de manera evidente mis futuras excusas en entredicho con un simple “y no me digas que...”.

Sin duda estaba obligado a contarle la verdad, algo que sinceramente pensaba sería contraproducente. Pero cada día, el domador que empezó siendo bastante ingenuo, acabó enterándose de más cosas de las que me gustaría. Así que ojeé al rival y tras ello al espadachín, centrando mis ojos en los suyos.

- Aquél tipo - Señalé sobre la ubicación por la que debía estar su maltrecho cuerpo, sin quitar la mirada de Therax - me inyectó algún tipo de veneno del cual aún me estoy desprendiendo. - Finalicé aún desde el suelo, bajando ahora la mirada ante un nuevo intento de vomitona.

”Concentrate, Luka, tú puedes…”

- Como te he dicho, dame dos minutos y todo estará bien. - Comenté sin mirar esta vez al espadachín mientras proseguía mis, hasta ahora, fallidos intentos por liberarme de aquella dichosa sustancia.

Y entonces, observé cómo el rubio se marchaba a la par que el enemigo se diría hacia mí, algo que sin duda le agradecí desde la lejanía.

”Ha debido ser el golpe que el grandullón me dió mientras estaba expulsándolo todo” Pensé mirando el combate de los dos tipos, que parecía igualado de momento, algo que me daba aún más tiempo para conseguir mi objetivo.

Cerré los ojos y visualicé las partículas de sangre de mi interior moviéndose a través de las venas, distribuyendo la sangre por distintos puntos. Sólo había sangre por allí… ¿Qué podía ocurrir? Entonces, pensé que quizá era el propio efecto de la sustancia que ya había estado el suficiente tiempo en contacto con mi sangre y gracias a ello, estaba sufriendo los síntomas del propio veneno.

”No puede ser… sólo estuvo unos segundos en mi interior… Debe haber otra explicación lógica”

Resignado, hice una nueva incursión en mi interior a la par que concentraba mi mente en ello, poniendo en grave peligro mi integridad física si Therax acababa cayendo ante su rival, pero… Si no conseguía expulsar aquella extraña sustancia, tendría poco de qué preocuparme entonces. Pronto noté cómo cerca del lugar donde había recibido el pinchazo tenía cierta sustancia de distinta densidad que la sangre. Dicha sustancia se encontraba pegada sobre una de las paredes de la vena, por lo que expulsarlo de allí sería una misión complicada.

”Esto podría matarme, pero… Uno… Dos...” Pensé a la par que agarraba con firmeza el suelo, consciente del dolor que me produciría realizar la técnica en ese momento.

«Conque veneno», pensó el espadachín tras aterrizar. No sabía cómo demonios se las apañaba el hombre-pez para que todo ese tipo de cosas le sucedieran a él. Sin ir más lejos, algunas semanas atrás había tenido la brillante idea de poco menos que inmolarse en solitario. Era cierto que gracias a ello habían podido escapar de Little Garden sin temor a que nadie los persiguiese, pero esa forma de actuar acabaría por acarrearle algún problema aún más grave.

Tendría que hablar con él seriamente al respecto, pero eso sería en otro momento. El enemigo había hecho un leve amago de comenzar a hablar, pero parecía habérselo replanteado. Tal vez hubiese sido simplemente una respiración algo más profunda ¿Quién sabía? De cualquier modo, aquélla no era la situación más idónea para ese tipo de apreciaciones tan banales.

Tras adoptar una pose de batalla un tanto rara -ridícula a ojos del rubio-, el agente volvió a lanzarse a la carga. En esa ocasión no iba tan rápido; tal vez la gran velocidad de la que había hecho gala anteriormente no fuese más que algún tipo de habilidad que no podía emplear tanto como quisiese. Aunque, por otro lado, todo podía ser una simple estratagema para que él hiciese ese razonamiento y así cogerle desprevenido. «Si ésa es tu intención vas listo», afirmó Therax con convencimiento en su fuero interno.

Una vez más, agitó sus alas con potencia para lanzarse en dirección a su enemigo. Apenas unos metros los separaban, y el gigantón ya había comenzado a mover el puño derecho para tratar de golpearle el costado. Al verlo, el domador abrió sus alas cuan anchas eran, logrando que actuasen a modo de paracaídas y frenando casi en seco al provocar una corriente de viento en su contra.

El movimiento no terminó de pillar por sorpresa al agente que, si bien no fue capaz de conectar el puñetazo, aprovechó el impulso para apartarse de la trayectoria descendente que describían Byakko y Yuki-onna. ¿Acaso sería capaz de usar el Haki de observación? No era para nada descabellado pensar que, a la hora de seleccionar a alguien capaz de proteger unas instalaciones como aquéllas, hubiesen elegido a alguien con capacidad para enfrentarse todo tipo de oponentes.

No sabía si su suposición sería acertada o no, pero decidió actuar como si así fuese durante el resto del enfrentamiento. Si se ponía en lo peor sería menos probable que le sorprendiese.

-Creo que sabe usar Haki, Luka -dijo en voz alta con la intención de que el gyojin le pudiera oír. Aunque... para escucharle tendría que estar vivo, por supuesto. ¿Estaría logrando sobreponerse al dichoso veneno? ¿Cómo demonios estaba intentando hacerlo? Se planteó mirar en dirección al pirata, pero el enemigo volvía a la carga. Se movío a una gran velocidad, apareciendo en poco tiempo a la izquierda del domador. Tratando de que fuera imparable, lanzó una patada en dirección a su barriga con la intención de que saliese despedido con violencia.

Una vez más, Therax empleó la guardia de sus sables -imbuidas en Haki- para interponerlas en la trayectoria del golpe. Fue desplazado varios metros, sí, pero nada comparado con lo que ese golpe estaba destinado a moverlo en un principio. No cabía duda de que su enemigo atesoraba más fuerza bruta que él, pero era menos ágil y veloz. Debería jugar bien sus cartas para conseguir vencerlo, y que el gyojin pudiese colaborar ayudaría bastante.

Podía escuchar las corrientes de viento que Therax provocaba con sus alas. Incluso a sus sables cortando el viento. Y, sin embargo, solo notaba la respiración de su rival, que iba intercalándose con la mía, a cada cual más sonora.

Ladeé la cabeza una vez más. Un nuevo intento fallido, y ya iban unos cuantos. Cada vez estaba más débil, y pese a que ya tenía localizada aquella sustancia venenosa, no era capaz de despegarla de la pared intravenosa.

Sabe usar Haki, Luka Escuché desde la lejanía.

Y entonces fui consciente que quizá aquella llamada estaba más encaminada a saber si estaba bien que a informarme. Algo así como una llamada con la que el domador intentase invocarme. Desgraciadamente, no creía que el rubio fuese capaz de leer mi mente, aunque quizá me sorprendiese.

Proseguí mi intentona nuevamente hasta que por fin noté un ligero avance en forma de nueva vomitona. Parecía que era la única manera de expulsarlo, por lo que hice varios intentos mientras rezaba porque Therax siguiese con vida.

”No hay veneno que pueda contigo, Luka” Intenté concienciarme mientras proseguía.

Y entonces, empecé a empujar con toda mi fuerza la sangre sobre la sustancia, despegandola poco a poco y mareándome por momentos.

- Vamos Therax, sólo un poquito más…-murmuré de una manera tan suave que seguramente no me oyese- Hazlo por nosotros.

Y entonces me levanté lentamente, dejando claro que ya casi estaba listo. Con suerte Therax me vería y se daría cuenta de que en breve estaría luchando a su lado.

Supongo que de momento se las puede apañar solo Pensé al verle desenvolverse con tanta soltura.

De hecho, me pregunto cómo combatiremos juntos contra ese tipo. ¿Quizá nos estorbemos?

Mis preguntas tendrían que esperar, ya que nuevamente me disponía a vomitar, aunque ahora lo hice de una manera más elegante. Quizá todo lo elegante que se puede esperar del simple hecho de vomitar. Me apoyé en uno de los árboles que aún seguían en pié y vomité notoriamente, quizá la vez que más sustancia expulsé. Al tocar el árbol noté un pinchazo en la espalda, quizá recordando los golpes que recibí en el combate anterior.

”Espera… Y si…”

Había tenido una idea, y el tiempo diría si era buena o no. Me acerqué lentamente hacia el cuerpo de mi antiguo rival, notando un malestar en todo el cuerpo que pronto se iría si todo salía bien.

Permaneció quieto durante unos segundos, observando a su enemigo mientras respiraba agitadamente. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo el gyojin continuaba devolviendo el contenido de su estómago sobre la nieve, hecho que parecía divertir al agente. El tipo esbozaba una sonrisa burlona y segura, demostrando la confianza que tenía en que sería capaz de derrotar a ambos piratas si llegase el momento. «¿Pero se puede saber qué hace?», se preguntó Therax al ver que Luka se levantaba y se dirigía hacia su antiguo oponente. ¿Habría sido el veneno capaz de nublar su juicio?

Le hubiera interesado interrogar al hombre-pez al respecto, hacer un receso en el enfrentamiento para ir a comprobar cómo se encontraba uno de los miembros más recientes de la tripulación, pero el dichoso trajeado no estaba muy por la labor. Como si pretendiese divertirse a su costa, entre cada envite y el siguiente permitía deliberadamente que el domador se repusiese de la acometida anterior. Aquella forma de actuar tan prepotente y chulesca sacaba al espadachín de sus casillas, pero no podía dejarse llevar por la furia. El jefe de seguridad no les dejaría marcharse, eso era seguro, pero debería intentarlo si finalmente el gyojin era incapaz de combatir eficazmente el veneno... Si es que lo estaba haciendo; si le había pedido algo de tiempo sería porque tenía algún plan, ¿no? Therax se aferraba a aquella esperanza mientras seguía resistiendo las embestidas de su rival.

Tal y como demostró el nuevo movimiento del grandullón, el tiempo de descanso había terminado. Sin mediar palabra, volvió a arrojarse sobre el rubio con clara intención de conectar un rodillazo en su barriga. De nuevo, el espadachín empleó la guardia de uno de sus sables -imbuida en Haki de armadura- para amortiguar el impacto y, aunque se desplazó algunos metros sobre la nieve, soportó el golpe estoicamente.

Sin embargo, el oponente no había terminado. Trató de lanzar un puñetazo descendente con su enorme mano izquierda, buscando con ello impactar en la cabeza del rubio. Therax saltó hacia atrás en el último momento y, cuando el puño del agente impacto en el suelo, una poderosa y violenta onda de choque despejó toda la nieve en un radio de dos metros en torno al trajeado. Por si el domador no lo tenía ya suficientemente claro, aquel ataque fallido terminó de convencerle de que debía mantenerse alejado de las manazas del agente.

Pero no podía dedicarse exclusivamente a defenderse. Colocó el extremo distal de Byakko sobre el suelo, atravesando la capa de nieve sobre la que se asentaban sus pies hasta lograr identificar una superficie dura. Una veintena de estacas de hielo nacieron consecutivamente de la tierra, buscando alcanzar de algún modo al enemigo del rubio. La mayoría de ellas no lograron atravesar su carne, mas algunas consiguieron provocar cortes de una profundidad moderada en sus piernas.

Cuando comprobó que no aparecían más, el tipo se detuvo y se paró por un momento a evaluar los daños. Había liberado un gemido de dolor y su rostro había pasado de la autosuficiencia a la cólera. Therax lo vio venir, pero fue incapaz de reaccionar del todo. Energía de un extraño color violáceo rodeó el puño derecho del agente y, para cuando el domador se dio cuenta, pese a que había interpuesto sus sables en la trayectoria del golpe, su enemigo se había desplazado hasta él y le había lanzado un mazazo en forma de puñetazo. Su Haki de armadura seguía activo, mas salió despedido. Quebró el tronco de un árbol a su paso, y casi parte el del siguiente cuando se detuvo al chocar contra él. Pudo oír el crujido detrás de él. Esperaba sinceramente que fuera la corteza al resquebrajarse, pero un intenso dolor en la espalda le indicaba que lo más probable era que tuviera alguna costilla rota.

Por si fuera poco, la violencia del impacto le había dejado sin respiración. En consecuencia, preso de la angustia, trataba de inspirar con fuerza para vencer la resistencia que encontraba. Mientras tanto podía ver cómo frente a él su enemigo se preparaba para volver a la carga.

El camino se hizo lento, aunque estábamos al lado. La cabeza me daba vueltas y mi movilidad se veía reducida, hasta tal punto, que dude si tirarme al suelo y esperar a que todo pasara. Pero la vida es para los valientes. Y yo lo era.

Al llegar al cuerpo del agente que yacía sobre la fría nieve, busque por sus pertenencias hasta que di con la jeringuilla, que aún seguía a medias. La cogí y la guarde en el bolsillo del pantalón para, posteriormente, volver a concentrarme en mi interior.

“Ya no puede quedar más…”

Noté la sangre fluyendo por mis venas, recorriendo todo mi cuerpo. Y ya casi no había rastro de aquella sustancia… Aunque me percaté de unas partículas diminutas sobre garganta, las cuales intentar mover en repetidas ocasiones hasta que finalmente pude volver a vomitar de nuevo, dejando ya por fin mi cuerpo libre de aquella extraña sustancia.

Entonces, empecé a mover a gran velocidad la sangre de mi organismo, lo cual me ayudaría a hacer una nueva comprobación más exhaustiva. Y, finalmente, así fue. No había ni gota de aquella sustancia. Por fin estaba preparado para ayudar a Therax.

Aún estaba sin camiseta, lo cual me hacía sentir un frío excesivo, pero a la vez lo toleraba relativamente bien. El haber cesado temporalmente el combate hacía que el frío fuese más notorio, pero aquello no había hecho más que empezar, por lo que si quería ayudar a Therax, tendría que luchar y emplear mi 100%.

Me quité los pantalones largos, dejando unos cortos y luciendo un look veraniego… Aunque quizá no fuese temporada. Aproveche para hacer la croqueta sobre la blanquecina nieve y, tras ello, me puse la mochila y salí andando en dirección a Therax.

Pero entonces, divisé al espadachín sufriendo un potente golpe que le desplazó varios metros de manera lateral.

“Así que… ahora está algo más difícil" Pensé a la par que salía corriendo en dirección al domador, que iba a sufrir un nuevo golpe del agente si no era capaz de detenerle.

Afortunadamente, mi agilidad fue suficiente para placar al agente cuando se dirigía a toda velocidad hacia el espadachín de nuevo. Tal como un rayo cae sobre la superficie, me abalancé ante el agente que, pese a la advertencia de Therax sobre su haki, no pudo hacer nada para evadir el placaje. Quizá se confió en exceso viéndome vomitar minutos antes.
Durante el golpe pude aprovechar la confusión para morderle el antebrazo derecho, notando cierta cantidad de sangre alrededor de mi boca, pese a que ésta no era visible en el agente debido a su vestimenta. Una vez en el suelo, el agente se revolvió y me golpeó en un par de ocasiones, obligándome a saltar hacia atrás y ponerme a la altura de Therax, donde empecé a encontrarme de nuevo ligeramente mal, aunque hice.

-¿Estás bien, Rubiales?-le dije a la par que le tendía la mano y escupía algo de sangre- No te preocupes, esta vez no es mía.

Spoiler:

Logró volver a tomar aire apenas unos segundos antes de que todo sucediese. Una calma momentánea le invadió antes de que, frente a él, el agente alzase el puño y lo lanzase hacia él al tiempo que se movía en su dirección. No tenía tiempo de apartarse, y no podía asegurar que su Haki fuese suficiente para amortiguar lo suficiente el impacto. No. Debía hacer algo. Tal vez...

Concentrándose en una zona concreta de la trayectoria que debía trazar el puño, se esforzó en crear una corriente de viento lo suficientemente fuerte como para frenar o reducir la potencia del golpe. Aun así, era la primera vez que trataba de hacer algo como aquello y no las tenía todas consigo.

Fue entonces cuando el gyojin intervino de forma casi milagrosa. «¿Era necesario esperar tanto?», se quejó el espadachín en su fuero interno. Sin embargo, aunque el trajeado fue desplazado y no llegó a consumar su ofensiva, de la maza que tenía por mano brotó una potente ráfaga de energía anaranjada que avanzó en dirección a Therax. El improvisado muro de viento que había intentado hacer opuso resistencia al principio, mas no tardó en ceder ante el ímpetu del ataque.

Con algo menos de impulso, la energía siguió avanzando hacia el rubio, que se centró en emplear su Haki de armadura para tratar de reducir al mínimo los daños. El tronco sobre el que se encontraba terminó de quebrarse, y el espadachín terminó postrado varios metros más allá del mismo al ser golpeado.

El torso le dolía y, por mucho que trataba de identificar el lugar concreto del que procedía la sensación, era incapaz de lograrlo. ¿Se habría roto alguna costilla más? Era lo más seguro, pero el hecho de que aún pudiera respirar apuntaba a que ningún pulmón había sido perforado.

Con algo de esfuerzo, se levantó y clavó sus ojos en el grandullón que acababa de hacerle morder el polvo. Después de placarlo, Luka se había separado y había acudido junto a él. «¿Rubiales?», pensó al escuchar al hombre-pez, diciéndose a sí mismo que tendría una charla con él para acabar de raíz con el apodo que acababa de imponerle.

-He estado mejor -respondió, agachándose para recoger a Byakko. El sable había salido despedido a unos metros de su dueño después del segundo golpe-. Pero todavía puedo dar guerra.

En esa ocasión no comentó nada acerca de la sangre del gyojin, pues sabía que él mismo necesitaría cuidados más adelante y cualquier reprimenda podría volverse en su contra. Que Luka se hubiese revelado como médico sería mucho más útil de lo que había pensado en un primer momento.

Sin decir nada más, cruzó ambos sables ante sí y ambos filos fueron envueltos por un espeso y brillante manto de escarcha. No pensaba volver a dejarse golpear de ese modo.

El agente miraba con parsimonia cada paso que dábamos. Therax parecía altamente dañado, y su semblante era más serio que de costumbre. Quizá consciente de la complicación propia del combate y del riesgo que tenían nuestras vidas. Pese a ello, su ímpetu por seguir peleando no decrecía, algo que en parte me agradaba y en otra, me preocupaba.

”Me parece que el rubito tiene complejo de Gyojin. Al final va a acabar más dañado que yo”

Ladeé el cuello esperando algún movimiento del agente, mas, sin embargo, parecía aguardar a algo. ¿Vendrían refuerzos? ¿Estaría esperando algo en concreto? ¿Que atacásemos?

Aunque no parecía muy viable un ataque en ese momento debido al estado de mi compañero, pensé durante unos segundos si realmente era la mejor opción. Pronto decidí mantenerme al lado de Therax, quien, por primera vez desde que estábamos en la banda (o una de las primeras), necesitaba de mi ayuda.

Empecé a concentrar todas las partículas líquidas de mi interior en las palmas de las manos, aguardando así un movimiento del agente, que parecía estar demasiado tranquilo, pese a que ahora que tenía dos rivales en vez de uno.

- Nunca hemos combatido juntos, y espero que no nos estorbemos -comenté sin dejar de mirar al agente-, lo único que quiero es que acabemos todo esto lo más rápido posible.

”Solo tengo que encontrar el momento y entonces… Podemos salir de esta”

Y entonces, el agente se desplazó hasta mí a una velocidad envidiable, cargando su puño justo cuando estaba frente a mí, seguidamente, empezó a dar puñetazos a distintas zonas de mi cuerpo, los cuales fuí repeliendo como buenamente podía con las palmas de las manos, endurecidas gracias al Gyojin Karate. No me costó mucho repeler las cuatro primeras, pero las siguientes venían a más velocidad y mayor potencia, algo que sin duda debía contrarrestar de algún modo. Recibí varios impactos hasta que decidí que tenía que ponerle freno de alguna manera o el combate acabaría pronto para mí.

”Creo que… No estoy a la altura aún. Pero quizá entre los dos podamos conseguirlo” Pensé a la par que endurecía los antebrazos, cobrando estos un color oscuro y, tras ello, pasaba a la ofensiva, recibiendo algún que otro golpe del agente.

Pegando con los antebrazos a cada golpe suyo conseguía despejar la zona del pecho del agente, por lo que era más viable un ataque contundente en esta zona. Pero aún así, su velocidad superaba la mía con creces, por lo que sólo llegaba a ser eso, un intento.

En uno de los innumerables golpes que nos estábamos dando mutuamente, conseguí desplazarme lateralmente y evadir el golpe del agente, pudiendo así propinar uno en el pecho de manera contundente, por fín. Ésto hizo al agente saltar hacia atrás y, de manera imprevista, lanzó una serie de ráfagas cortantes hacia nosotros. ¿Cómo lo había hecho?

Intenté evadirlas todas, pero una rozó mi brazo izquierdo, creando un corte que empezó a sangrar rápidamente. Y entonces, justo tras recibir el corte, el agente apareció delante mía, propinándome un puñetazo que pude evadir desplazando ágilmente mi cuerpo hacia la izquierda, pero el siguiente golpe en forma de patada me dió de lleno en el rostro.

- Mierda… Este tipo es demasiado -susurré mirándole de nuevo-, puede que incluso para ambos.

El tipo salió disparado ahora hacia Therax mientras intentaba reincorporarme, palpando de nuevo el bolsillo derecho y concentrando mi energía para dar una acometida más dura la siguiente vez.

-Más nos vale no estorbarnos -susurró Therax mientras intentaba evaluar con algo más de precisión los daños recibidos-. Acabar con esto no -dijo a continuación-; con él -terminó, haciendo un gesto con la cabeza para señalar al agente que se lo estaba poniendo todo tan difícil.

El trajeado no tardó en volver a tomar la iniciativa, lanzándose a por Luka a gran velocidad con los puños en alto. El rubio trató de reaccionar, mas una nueva punzada al girarse bruscamente le impidió moverse con la celeridad que le hubiera gustado. Maldiciendo por lo bajo, contempló cómo su compañero y el enemigo se enzarzaban en un intercambio de golpes en el que, pese a ser menos habilidoso, el gyojin se defendó bastante bien.

Cuando el espadachín se disponía a intervenir, el forzudo jefe de seguridad del centro de investigación le propinó una patada al hombre-pez y se volvió para atacarle a él. «Mierda», pensó al darse cuenta de que acababa de perder el factor sorpresa. Una vez más, se esforzó en frenar su trayectoria manipulando el viento a su alrededor. De nuevo se hizo evidente que el oponente perdía buena parte del impulso que llevaba -algo más que la vez anterior a ojos de Therax-, pero logró continuar con su camino en dirección al domador.

El rubio cruzó sus alas ante él, formando una primera línea de defensa tras la cual se colocó en guardia con los sables en alto. El puñetazo logró hacer que el improvisado escudo de energía que había generado cediese. No obstante, consiguió emplear la guardia de sus sables -aún imbuidas en Haki de armadura- para interceptar un golpe que llevaba mucha menos potencia de la que tenía al principio.

Girando sobre sí mismo, el espadachín se hizo a un lado tras desviar el impacto y trató de emplear el filo helado de Yuki-onna para producir un corte en su muslo. Por desgracia, el agente no había descuidado su defensa y se separó lo suficiente como para que la hoja pasase a unos centímetros de él. «¡Ahora!», pensó inconscientemente el espadachín, extendiendo el Haki de armadura por una de sus alas y lanzando con ella un corte en dirección al hombro izquierdo del enemigo.

El tipo esbozó una mueca de sorpresa y enfado mientras recibía el tajo. Una línea de sangre tiñó la nieve cuando se alejó, tratando con ello de ganar espacio para valorar cuál debía ser su propio movimiento. Therax, por su parte, aleteó una única vez con potencia para situarse de nuevo junto a Luka. Como la mayoría de sus oponentes, el agente no esperaba que pudiese usar sus alas como una espada más. Lo había pagado, sí, pero lo más probable era que no volviese a caer en un truco como aquél.

-¡Esto no ha terminado! -exclamó desde la distancia el espadachín, asegurándose de que el grandullón le oyese-. ¿Puedes seguir? -añadió después en dirección al gyojin, empleando para ello un tono considerablemente más bajo.

Desde el suelo pude divisar cómo mi rival salía en dirección al rubio a una velocidad desmesurada. Mientras tanto, me reincorporé, cerciorándome de que el golpe no había revestido mayor gravedad y observando el panorama, en el cual no podía participar de momento dada la lejanía entre aquellos dos dignos combatientes y un servidor. Therax se las apañaba con distintas artimañas hasta que su ala hizo de espada y pegó un tajo al agente, que sorprendido salió hacia atrás, separándose de nosotros durante un instante que aprovechamos para juntarnos.

Al mirar la posición donde habían luchado pude ver un tono rojizo que el agente había dejado sobre la blanquecina superficie. Buen símil tendríamos si comparásemos al perro (del gobierno) meando (sangrando) sobre la acolchada y blanca nieve. Therax pronto vociferó una amenaza al agente a la par que me preguntaba si estaba en condiciones de seguir.

- Claro que sí, esto no ha hecho más que empezar -comenté con una fingida sonrisa-, tendremos que pensar algo…

Y entonces observé cómo el agente venía hacia mí a una elevada velocidad. A penas me dió tiempo a reaccionar, pero conseguí parar su embestida frenando sus puños con las palmas de mis manos, retrocediendo forzadamente en el transcurso.

”Tiene que tener algún punto débil”

Intenté darle un potente cabezazo, pero mi rival no sólo contento con evadirlo con evidente soltura, movió la rodilla hacia mi estómago, golpeándome a la par que se zafaba de mis manos. Pero aquella continua humillación no podía quedar así. No podía dejar que Therax o cualquiera viese cómo sólo servía para ganar tiempo y recibir heridas por el equipo. Tenía que hacer algo más. Tenía que sorprender al domador de alguna manera.

Concentrando todas las partículas de agua alrededor de mi puño derecho, comencé a mirar a mi rival con un semblante cada vez más gélido. Tras ello, concentré el haki en el izquierdo y me abalancé sobre mi rival. Éste empezó a esquivar poco a poco los golpes, pese a que iba intercalando alguna patada al combo. Sin embargo, el agente en una de sus múltiples evasiones lanzó un puñetazo que pude esquivar con ciertas dificultades, dejándome en una posición idónea para empezar a golpear duramente su torso, hasta tal punto que tosió un par de veces sangre. Cuando pretendía darle el toque de gracia sobre el propio estómago, el propio agente, al grito de shigan, me atravesó el hombro derecho con su dedo. Jamás había visto un golpe tan veloz ni tan eficaz con un simple dedo. Seguidamente, desapareció a la par que iba apareciendo en distintas posiciones a una velocidad pasmosa, para de repente presentarse justo enfrente mía, donde dirigió un puñetazo hacia mi rostro.

”Otra vez la misma mierda no…”

A la par que me giraba lateralmente, agarré su muñeca izquierda con la mano derecha y tiré fuertemente de ella, provocando que el puñetazo fuese hacia otra dirección y, posteriormente, tiré hacia mí, mordiendo con mis afilados a la par que vigorosos dientes su antebrazo. Un par de gritos resonaron por la zona, hasta que el marine empezó a golpearme en diferentes sitios, logrando tras unos segundos desplazarme de nuevo hacia la dirección opuesta del espadachín.

”¿Cómo podría avisar a Therax de mi intención?”

Sin duda, mi estrategia se estaba viendo alterada por la participación del rubio en el combate, aunque sin duda, prefería eso a luchar solo contra aquél salvaje de desmedida fuerza. ¿Y si…? Definitivamente mi mente había creído dar con el clavo.

El rubio se giró un poco hacia el gyojin para escuchar lo que tenía que decirle. Therax perdió de vista al agente durante unos escasos segundos, pero fueron suficientes para que el tipo pasase a la ofensiva sin que tuviese tiempo de reaccionar. Una vez más optó por atacar primero a Luka, que continuaba defendiéndose de forma brillante mientras ambos se alejaban de donde estaban hasta hacía unos instantes.

El domador se apresuró a unirse al combate en cuanto fue consciente de lo que acababa de suceder. Sin embargo, el intercambio de golpes entre los dos forzudos había sido bastante rápido por lo que, cuando Therax alcanzó la posición de su contrincante y su compañero, el hombre-pez ya había mordido al trajeado.

Batió las alas con fuerza y, cuando había cubierto la mitad de la distancia que separaba al enemigo de él, éste realizó un brusco y rápido movimiento con los brazos en su dirección. Al igual que había sucedido antes, unas ráfagas de energía cortante nacieron y surcaron el aire en dirección al espadachín.

Tratando de lograr lo que ya había intentado realizar en dos ocasiones, se esforzó por crear una corriente de viento ante él que ejerciese la función de muro. Mientras tanto, confiando en que funcionaría, siguió acercándose al rival con los sables en alto. Por desgracia, pese a que perdieron buena parte de la fuerza que llevaban en principio, las ondas lograron atravesar su defensa y continuar su camino.

Buscaban su hombro derecho. Therax intentó desviar su trayectoria para evadirlas, pero el espacio era insuficiente y la energía mordió su carne como si de unos afilados colmillos se tratase. El rubio apretó los dientes, conteniendo el gemido de dolor que amenazaba con escapar de su garganta y alzando sus espadas imbuidas en Haki de armadura. Ambas hojas adoptaron un color negro que emitía reflejos violáceos, y fueron a impactar sobre unos antebrazos cruzados del mismo color.

De la zona del golpe surgió una poderosa corriente de viento que se propagó en todas direcciones y, después de un segundo, el agente salió despedido.

-¡Rankyaku! -exclamó mientras se desplazaba en el aire, lanzando una patada en dirección al domador. La onda que siguió al movimiento cogió completamente por sorpresa al rubio que, aun logrando proteger su abdomen con Haki, fue rechazado. Mientras se desplazaba por el aire, una gran cantidad de vaho comenzó a manar de su cuerpo, consolidándose a su alrededor en forma de alargadas agujas de hielo.

Sin pensárselo, arrojó la mayoría en dirección al trajeado y, desplegando sus alas para frenarse, recuperó la estabilidad y se dirigió de nuevo hacia Luka. «No vuelvo a quitarle el ojo de encima», se dijo mientras se volvía a centrar en el agente, que extraía dos proyectiles de su hombro izquierdo. ¿Cómo demonios lo habría hecho para librarse del resto?

El combate estaba siendo bastante confuso. Era obvio que tanto Therax como yo no sabíamos combatir en parejas. Eso, o que quizá nunca lo habíamos hecho. Durante un instante mientras el atrevido rubio cruzaba algo más que miradas contra el agente, palpé de nuevo la jeringuilla, consciente de que el momento había llegado.

“Tendremos que huir durante unos días, ni siquiera sabemos si el barco está por aquí o nuestros compañeros lo han usado para huír.”

Entonces, saqué la jeringuilla y se la enseñé a Therax aprovechando que el agente estaba dándome la espalda. Con suerte me la vería y captaría mi sencillo plan, pinchar al tipo para ganar tiempo.

La verdad es que el sentimiento que otorgaba el veneno no era ni más ni menos que atrofiar los músculos poco a poco y segregarte algún tipo de componente químico que te atontaba y te hacía sentir una sensación de sueño que te agotaba mentalmente. Quizá sentí los primeros síntomas a los dos o tres minutos, cuando realmente me preocupé. Por lo que deduje que era un veneno de rapidez media. Quizá, si era capaz de pinchar al agente, podríamos ganar tiempo para huír, pues a los tres o cuatro minutos caería y dejaría de tener fuerza para moverse.

“Vamos Therax, confío en ti, entiéndeme”

Entonces, observé cómo el agente lanzaba unas ondas cortantes en dirección al domador, que a duras penas pudo defenderse, seguidamente, el domador hizo gala de su turno lanzándole una serie de proyectiles de hielo mientras me dirigía una breve pero intensa mirada.

“¿Será una señal? ¿Ha entendido mi mensaje?”

Sólo dos de los tantos proyectiles que el rubio lanzó impactaron en su rival, su defensa había consistido en mover su cuerpo como si de una hoja de papel se tratase, algo bastante extraño, la verdad. Entonces, el rival volvió a mirarnos. Therax se había acercado hasta mi posición, por lo que volvíamos a estar cerca.

- Estamos poniéndoselo demasiado fácil, vamos a combatir ambos a la vez, creo que es mejor estrategia que ir de uno en uno -comenté sin mirar al domador-. Prepárate para nuestro plan.

“Nuestro plan”. Consciente de que quizá no había sido lo suficientemente explícito mostrándole la jeringuilla, confiaba en que dedujera por sí mismo qué era lo que quería referirme.

Concentré todos los fluidos de mi magullado cuerpo alrededor de las extremidades superiores e inferiores, concretamente de rodilla hacia abajo y de mano a antebrazo. Entonces, el agente hizo un movimiento, nuevamente a una velocidad vertiginosa apareció a mi derecha, dotando de un oscuro color sus manos empezó a golpear en diversas zonas de mi cuerpo. Mi defensa se basó en recibir los golpes en las zonas donde había movilizado los fluidos, absorviéndo de esta manera la potencia de sus feroces golpes. Anteponiendo el antebrazo derecho sobre todo, noté un ligero crujido que no tenía buena pinta en uno de los innumerables y ágiles golpes que fuí recibiendo. En uno de éstos, conseguí desplazar la mano izquierda del agente hacia su mismo lado, pudiendo entonces ladear la cadera y golpear con el pié en su tobillo, haciéndole que cediese ligeramente y dejándolo de cara a Therax.

- ¡Todo tuyo, Therax! -vociforé esperando que le entretuviese unos segundos a la par que sacaba la jeringuilla y la cogía con la mano derecha.

”Si todo sale bien, conseguiré por fín clavársela”

«Nuestro plan...», pensó el domador al oír el comentario del gyojin. ¿A qué se refería exactamente? Durante el intercambio de golpes que había mantenido con el agente le había parecido distinguir que Luka le mostraba algo; una jeringuilla según creía. Sin embargo, el hombre-pez debía haberla guardado y no se encontraban en situación de pedirle que se la volviera a enseñar.

Therax no tenía ni idea de cuál sería el efecto de la inyección, pero decidió confiar en su compañero. Dado que era él quien tenía la aguja, quedaba claro que la función del rubio no sería otra que asegurarse de generar una oportunidad. «Espero que su idea sea inyectarle lo que sea que hay ahí dentro», se dijo.

Lo cierto era que apenas conocía al gyojin. Había aparecido como por arte de magia en Little Garden, emergiendo del mar para comunicarles que había algún tipo de problema con el barco. Independientemente de eso, pese al tiempo que habían pasado juntos debido a las heridas de Luka, no mantenían una relación tan estrecha como para entenderse a la perfección sin palabras. No obstante, no quedaba otra alternativa mas que confiar en que hubiera captado las intenciones del pirata.

Unos instantes después, el agente volvió a tomar la iniciativa y cargó contra un flanco del hombre-pez. «Te va a tocar aguantar un poco», dijo el espadachín en su fuero interno para, acto seguido, separarse del miembro de los Arashi y el trajeado. Su objetivo no era otro que buscar un ángulo que le permitiese poner en apuros al enemigo.

Así lo hizo, de modo que se elevó unos metros en el aire y se lanzó a toda velocidad hacia el grandullón. El inicio de su envite coincidió con un golpe que Luka le propinó en el tobillo. "¡Todo tuyo, Therax!, pudo escuchar. Aquel grito provocó que acelerase hasta el límite de sus posibilidades, arriesgándose a que el agente hiciese algo inesperado y no tuviese margen de maniobra.

Un brusco movimiento frente a él le indicó que así era. El funcionario golpeó el aire con su puño, generando una onda que avanzó con velocidad y violencia hacia el rubio. No tendría tiempo para cambiar su trayectoria así que, una vez más, trató de generar una corriente de viento lo suficientemente potente como para servir de muro. Confiando de nuevo en que surtiría efecto, no frenó ni un ápice y colocó sus espadas en posición de ataque.

La descarga de energía lanzada por el trajeado chocó contra una pared invisible tras recorrer unos metros. Se podía apreciar a la perfección cómo pujaba por vencer la resistencia que se le ofrecía pero, por primera vez, se deshizo sin alcanzar su objetivo. Aquel era el momento que habían estado esperando. Dudaba mucho que tuviesen otra oportunidad como ésa, así que trazó sendos cortes oblicuos con sus sables imbuidos en Haki de armadura. Ambos iban en dirección al pecho de su oponente, que cruzó frente a su cuerpo unos brazos de brillante color negro. A los destellos que emitían de por sí se unieron las chispas generadas por la colisión.

El agente fue arrastrado por la nieve varios metros, pero no llegó a perder el equilibrio en ningún momento. El surco que rompía la nívea monotonía sobre la que se desplazaban debía alcanzar los cinco metros. Por otro lado, Therax continuaba tratando de superar -inútilmente- la fuerza de su oponente, que tampoco se podía permitir liberar ninguna de sus extremidades.

-¡Ahora, Luka! -exclamó el domador, consciente de que se encontrarían en graves problemas si había interpretado mal al gyojin o éste no conseguía ponerle la inyección.

La eficiencia del domador luchando era increíble, ya que pese a estar visiblemente cansado y magullado le estaba plantando cara al agente, que se las veía y deseaba para doblegar al rubio.

Pese a enseñarle un par de veces la jeringuilla, el espadachín parecía no haberle encontrado sentido a mi acción. Y eso que la señalé, se la mostré y hasta sonreí. Pero no hizo ningún gesto de aprobación, aunque puede que al fin y al cabo, todo fuese fruto de una mas que elaborada táctica para que el agente no se percatara de nuestras intenciones. Y puede que fuese buena idea. Al menos yo había caído.

Tras mi golpe en el tobillo, Therax volvió a crear una especie de viento que chocó contra la corriente creada por el agente. ¿En serio estaba entrenando aquella técnica en ese justo momento? Quizá fuese por su estado, pero me había percatado de los distintos intentos que había hecho, todos venidos de menos a más en un afán por lograr superar la fuerza de su adversario. Finalmente, está última intentona tuvo éxito, algo que sin duda le agradecí.

Tuve que desplazarme unos metros lateralmente para que ninguno de los ataques me diese, y justo después, Therax chocó en un imponente impacto que, tras hacer saltar chispas, desplazó lateralmente al trajeado luchador.

Al grito de “Ahora Luka”, salí corriendo hacia el agente y, cuando aún no había frenado del todo, me lancé con la intención de placarlo, chocando mi hombro contra su pecho. Durante un instante estuvimos enzarzados en una peculiar a la par que triste lucha por ver quién se ponía encima y adoptaba una posición dominante. Pero no hizo falta. En una de las múltiples intentonas del agente por posicionarse arriba, conseguí ver la ocasión perfecta. Tenía su brazo apoyado sobre la suave nieve, lo cual aproveche para clavar la aguja e insertar todo el veneno a la par que le miraba directamente a los ojos.

-Jaque, cabrón -Esbocé con una sádica sonrisa.

La acción del luchador no se hizo esperar, dándome un puñetazo que, ayudado de la nieve, hizo desplazarme sobre ésta unos metros hasta que choqué con lo que parecía ser un árbol. ¿O quizá era el domador?

-Nos quedan unos minutos antes de tener una ventaja clara -comenté mientras me reincorporaba-. Y hay que aprovecharla.

Tras ello me giraría y, en caso de haberme dado contra un árbol, nada de lo que había dicho tendría sentido. A no ser que los árboles nos escucharán y comprendiesen. Algo que llegado el caso me anotaría como excusa.

Desde su posición, el rubio pudo ver cómo el gyojin hacía caso de su aviso y se abalanzaba sobre el agente. Él también lo vio, mas no se encontraba en posición de intentar evadir o anular el placaje del hombre-pez. Ambos se alejaron de Therax tras el impacto y, observando cómo forcejeaban a una distancia no demasiado grande de él, el domador posó sus pies en la tierra y comenzó a respirar agitadamente.

Lograr frenar la onda del trajeado había sido todo un reto y, como buena barrera a superar, le había obligado a dedicar buena parte de sus energías a ello. Por otro lado, a pesar de que la adrenalina desterraba el dolor y el escozor de sus heridas a un segundo plano, las lesiones habían hecho mella en él.

Sin apartar su vista del forcejeo en el que se encontraban enzarzados el pirata y el funcionario, dio un rápido vistazo a los daños sufridos. Algunas manchas de sangre teñían el hombro que había sido alcanzado por las ondas del enemigo, y un dolor lacerante se acentuaba cada vez que tocaba determinadas zonas de su torso. «Veremos qué tal cuando me inspeccionen la espalda», pensó, recordando los violentos golpes que se había dado contra algunos de los árboles de la zona.

No obstante, no era momento para detenerse a analizar minuciosamente los desperfectos. Tras tomar aire profundamente, se irguió y se dispuso a averiguar si podía ayudar a Luka. Por suerte no fue necesario, ya que la sardina había logrado inyectar lo que quiera que hubiese en la jeringuilla en el agente.

Sin embargo, en un último intento por alejar al escamoso ser de él, el trajeado había atinado a propinarle un golpe que le había mandado a volar. Por si no fuese suficiente, el gyojin avanzaba directo hacia el domador que, sorprendido, no tuvo tiempo para reaccionar y sirvió como freno.

-¿Se puede saber cuánto pesas? -preguntó, dejando que algún quejido de dolor saliera de su boca y volviendo a ponerse en pie-. ¿Y se puede saber qué demonios es eso y de dónde lo has sacado? -añadió una vez se hubo separado de su compañero-. Pues habrá que darle un poco más de guerra hasta ese momento, ¿no? -dijo en último lugar, respondiendo al comentario que había hecho el hombre-pez-. De todos modos, deberíamos asegurarnos de que todo sigue en la mochila antes de irnos.

Sin añadir nada más, volvió a colocarse en guardia antes de abalanzarse de nuevo sobre el enemigo. Esperaba que fuese la última vez y que, después de ganar el tiempo que necesitaban, pudiesen irse de allí y olvidar aquellas malditas instalaciones de una vez por todas. «¿Quién me mandaría a mí dejarme enredar por ese desgraciado?», se recriminó mientras aleteaba por segunda vez para propulsarse. La enfermiza cara del tabernero desapareció de su mente cuando sus espadas volvieron a colisionar con los brazos del grandullón, que opuso menos resistencia que anteriormente y se deslizó por la nieve varios metros.

Si Luka reaccionaba con rapidez y atacaba también, tal vez pudiesen asegurarse del todo de tener una vía de escape mínimamente segura. Aunque, por otro lado, no sabía si habría decidido revisar si lo que habían sustraído seguía en su lugar ni si, de haberlo hecho, ya habría terminado.

Tras darme la vuelta pude ver el semblante del rubio algo más preocupado y sobreesforzado que de costumbre, además de escuchar alguna queja y un evidente suspiro de dolor. Lo achaqué a su primera pregunta sobre mi peso, aunque quizá había algo más que me ocultaba.

- Hace mucho que no me peso, pero esto es puro músculo -comenté en tono jocoso, aunque quizá no era el momento -. Lo que le he inyectado es algún tipo de veneno, no sé a ciencia cierta cuál es, pero tiene bastantes efectos negativos durante un periodo de tiempo corto. Es el que el otro tipo -susurré a la par que señalaba el cuerpo del agente inconsciente- me inyectó.

Tras ello, me reincorporé con la ayuda del propio domador y me sacudí la nieve que tenía por todo el cuerpo. Divisé al agente al otro lado parado, quizá consciente de que todo se había acabado para él. Hice caso a las palabras de Therax y observé que todo lo obtenido seguía en la mochila, especialmente el plano. Quizá nada de lo que estábamos haciendo tendría sentido si nos íbamos de la isla sin aquella representación a escala de la máquina que anteriormente habíamos visto por nosotros mismos.

De repente, el espadachín decidió pasar al ataque y le seguí lo más rápido que pude, aunque evidentemente, impulsado por sus alas, llegó antes al objetivo. Sin embargo, de un nuevo golpe logró desplazar al agente, que parecía algo más débil que antes. Sin vacilar ni un segundo, me lancé al tipo ágilmente, aunque éste fué capaz de frenar el impacto de lleno e intentó propinarme un par de débiles golpes que pude evadir sin demasiados problemas.

El tiempo pareció pararse. Un diminuto copo de nieve se posó sobre mi nariz, recordándome el frío que estaba pasando. Tenía parte del cuerpo entumecido, aquella temeridad de quitarme la camiseta en medio de la batalla quizá había sido más que una simple atrevimiento y tuviese que pagarlo caro. De cualquiera de las maneras, había demasiado en juego como para rendirse o dejar de esforzarse tanto. Todo pasaba por vencer al agente y huir.

Ágilmente evadí un nuevo golpe del agente, propinándole una fuerte patada que me hizo retumbar la propia pierna en la rodilla, el agente bajó la guardia por un segundo y empecé un combo de golpes sobre el rostro que empezaron a mermar en demasía al rival, el cual, de repente, desapareció.

Miré hacia todos los lados posibles durante segundos, hasta que por fín le ví, a mi izquierda y con una nueva jeringuilla en el brazo.

- Si crees que jugamos con venenos sin tener los antídotos, me parece que eres tan iluso como aparentas.

”Debo hacerme con ese antídoto lo antes posible”

Pero pese a que tuviese un antídoto, no me alarmé. La sustancia había estado en contacto con la sangre durante el suficiente tiempo como para seguir pasándole factura unos minutos más. Y es lo que debíamos aprovechar. Si acabábamos el combate, tenía que ser pronto, o de lo contrario, nuestro rival seguiría teniendo una fuerza descomunal.

Agaché la mano para tocar la nieve mientras absorvía parte del agua de ésta, concentrándola toda en el puño izquierdo. Salí corriendo hacia mi rival, que me esperaba con una falsa sonrisa en el rostro. No, no era momento para sonreír, al menos para él. Con un pequeño salto, propiné un rodillazo que fue respondido con una firme defensa del agente y, tras ello, agarré su maltrecho hombro con la mano derecha, apretando hasta el punto que el agente emitió un grito y chocó ambos brazos contra el mío.

”Justo lo que quería”

Aplicando haki en la parte donde el agente impactó, logré frenar el impacto de éste y, impulsandome en el propio hombro herido, me posicioné en su espalda, desde donde le hice una llave sobre el cuello con la flexura del codo, inmovilizándole así y agarrando uno de sus brazos con el restante.

- ¡Tuyo, Therax! -grité a la par que mordía una parte del cuello de mi rival.

Luka se abalanzó sobre el agente de nuevo. Therax se disponía a hacerlo, pero un sonido proveniente de las instalaciones atrajo su atención. Pese a que había tratado de desterrar esa idea a las profundidades de su conciencia para centrarse en la batalla, no había logrado hacerlo del todo. Por desgracia para él, sus temores se hacían realidad.

Una alarma completamente diferente a las que habían escuchado hasta entonces brotó de las entrañas de las instalaciones, cuyas puertas de acceso no se habían cerrado en ningún momento. ¿Qué clase de iluso podría pensar que tres agentes -por muy fuerte que fuese uno de ellos- serían toda la seguridad de aquel lugar? Lo cierto era que él lo había llegado a creer al ver que nadie más acudía, pero eso estaba por cambiar.

Cuando el rubio volvió a centrarse en el enfrentamiento, aún no se escuchaban los pasos de los agentes que -sin duda alguna- aparecerían en la entrada del laboratorio más tarde o más temprano. Lo hizo justo para comprobar cómo el trajeado se inyectaba algo, y sus palabras posteriores confirmaron sus sospechas iniciales: un antídoto. ¿Es que nada iba a salirles bien aquel día, o qué?

El hombre-pez no tardó en pasar a la acción después de aquello. Por su parte, el domador se colocó en posición y volvió a la carga. Al haberse aplicado la cura, no sabía hasta qué punto sería efectivo el tóxico. En teoría había pasado tiempo suficiente tras la administración del mismo como para que, a pesar de ser contrarrestado, hiciese algo de efecto.

Fuera como fuere, no se iba a sentar a comprobarlo. De un potente aleteo cubrió la distancia que le separaba de los contendientes y, haciendo caso a la indicación de Luka, trazó dos cortes en cruz en dirección al pecho del agente. El tipo se impulsó hacia arriba, separando los pies del suelo y usando las suelas de sus zapatos para frenar el filo de los sables. «¿Aún tiene energía para usar Haki?», se quejó en fuero interno, pues era obvio que sí.

Aprovechando el apoyo que le brindaban las espadas del rubio, el funcionario se lanzó hacia atrás. En el proceso logró zafarse de la llave con la que el gyojin lo mantenía inmovilizado, yendo a parar unos metros por detrás de su posición.

-Estaban tardando demasiado -dijo entre jadeos, un tanto encorvado y esforzándose por recuperar la respiración que el hombre-pez le había arrebatado unos instantes antes-. Esa alarma sólo se dispara cuando, después de una incursión, la patrulla que sale de caza no regresa en un tiempo prudente. Esto se va a llenar de agentes en menos de cinco minutos. ¡No tenéis nada que hacer!

Su último comentario, cargado de triunfo y autosuficiencia, vino seguido por una nueva pose de defensa. Estaba claro que había desistido de la idea de vencer a los piratas y que, en su lugar, ganaría tiempo hasta que los refuerzos llegasen.

La llave aplicada al agente parecía estar surtiendo efecto, hasta que una sonora alarma estalló ante nuestras caras. Curiosamente, el sonido era distinto al primero que habíamos escuchado en nuestra incursión en el laboratorio. Me pregunté durante un instante si realmente dentro del gobierno tendrían un sonido distinto de alarma para cada situación. Sería bastante curioso y útil a la par.

”Quizá…”

Aproveché el momento y la llave para meter la mano en el bolsillo del agente y, tras un par de tirones, conseguir el antídoto que se había tomado anteriormente. Sin dar mucha bola al asunto lo introduje en mi bolsillo. Pero no todo iba a salir bien… En ese momento, utilizando de nuevo la extraña técnica con la cual el tipo parecía golpear el aire, se liberó de mi llave aprovechando que no estaba aplicando la misma fuerza que al principio.

”Mierda… ¡Joder Luka!”

Durante unos segundos creí haberla cagado bastante, pero viendo su estado y lo que el agente dijo, empecé a preocuparme por otros temas… ¿Más agentes? ¿Serían de un nivel similar al de este tipo?

Corrí hasta la ubicación de Therax, donde, al estar hombro con hombro, le susurré.

- No te dije nada en el laboratorio, pero sé que posees una Zoan de algo raro. Te propongo algo -miré de reojo la pose defensiva del agente a la par que un séquito de una docena de agentes salía hacia nosotros portando espadas y martillos de diferentes dimensiones-. Tú eres más fuerte que yo, encárgate de entretener al jefe. Yo iré a por esos de ahí, pero no voy a poder con todos. Transformate en tu forma completa y huyamos, no podemos hacer otra cosa… Si vamos al puerto podremos escapar sin muchos problemas. Si en tierra soy útil, en agua más aún, así que no podrán seguirnos, te doy mi palabra.

Dejé un par de segundos esperando una afirmación o una negativa ante mi propuesta y salí corriendo hacia los agentes al grito de “¡Libertad!”. Aquella épica película bélica me había inspirado en algunas batallas. Y esta era la más similar, doce contra uno, corriendo unos frente a otros, con sed de sangre y ganas de partir cabezas. Allá íbamos.

Todos se colocaron en fila, seis delante y seis detrás y fueron encorvando su fina línea hasta formar un semicírculo y, justo en ese momento mis hombros se oscurecieron y plaqué a los tres primeros, seguidos de los que estaban detrás. Una sucesión de golpes se fue dando en todas partes del cuerpo. Los fluidos de mi cuerpo se desplazaron hasta los antebrazos y bajaron a las manos, logrando así una firmeza superior y parando todos los golpes que podía con estos. Golpeé en el rostro a uno de ellos, otro me hizo un corte a la altura del hombro, el más alto sufrió una patada en la cadera que lo dejó tirado en el suelo, el que parecía tener más carisma del grupo cayó ante una de mis acometidas… Pero estaba exhausto y aún quedaban diez en pie. Aquello no pintaba demasiado bien.

Ojeé a Therax y le pedí telepáticamente que no tardase mucho, pero aquello quizá no eramás que un nuevo y absurdo intento por confirmar una de mis teorías más modernas. La había vuelto a liar. Miré de nuevo a mis rivales, que cargaron nuevamente ante mí.

"Haré lo mismo que ese tipo... Si no puedes ganar a tus rivales, entretenlos"

Concentré los fluidos de mi cuerpo alrededor de éste, creando una capa que me proporcionaría una resitencia extra y, tras ello, empecé a desplazar cada golpe de mis enemigos al sentido contrario y, posteriormente, intentaba un contraataque. La mayor parte de las veces no surtía efecto, pero en algún que otro movimiento pude desarmar a mis rivales, dejando las armas debajo de mí, por lo que si las querían... Tendrían que derrotarme.

- No sois mas que perros que obedecen a un amo. Buscad en vuestro interior y veréis que no le estáis haciendo ningún bien al mundo. Os pienso exterminar, ratas de cloaca.

Aquello pareció exasperar a mis rivales, que cambiaron sus semblantes y arremetieron ahora con mucha más ira.

Therax escuchó en silencio las palabras de Luka, sin apartar su vista del agente que tantos quebraderos de cabeza les estaba causando y asintiendo ante la estrategia del gyojin. Cómo no, optaba por llevar a cabo un plan que rozaba el suicidio para, de algún modo, salir vivo en el último momento y regresar al barco.

El rubio no sabía si el hombre-pez le había contagiado su temeridad, pero lo cierto era que no veía una alternativa mejor a la que le proponía. Sólo había un problema: la palabra "apañar" se podía leer por doquier. Él debía apañárselas para plantarle cara en solitario al agente algo más de tiempo. Del mismo modo, el pirata se tendría que apañar para no caer ante doce hombres entrenados para dar caza a gente como ellos. Tras eso -si milagrosamente había un "tras eso"- el domador volvería a tener que apañárselas para sacar volando a la sardina loca.

Suspiró mientras Luka se alejaba en dirección a los refuerzos, haciendo gala de un ímpetu y un arrojo propios de un demente. Por su parte, Therax se colocó en guardia y desplegó sus alas cuan grandes eran. ¿Si pretendía impresionar al funcionario con aquello? En absoluto. El tipo ya había demostrado ser un hueso duro de roer y unas cuantas plumas de energía azul no harían que se alterase... pero quedaba bien.

Después de respirar profundamente un par de veces, creó una corriente de viento en dirección al funcionario y dejó que golpeara de lleno sus alas. Su impulso añadió velocidad al desplazamiento, colocándose en seguida a un metro escaso de su oponente. Sin dudarlo, realizó un tajo vertical con Byakko. Sin embargo, el tipo alzó su brazo derecho e hizo que el sable impactara contra un antebrazo de un demasiado familiar color oscuro. «¿Es que no va a parar nunca de hacer eso?», se quejó Therax en su fuero interno mientras era repelido en la dirección de la que venía.

Al mismo tiempo, dirigió un rápido vistazo hacia el gyojin. Parecía ser capaz de ingeniárselas para sobrevivir. Como no podía ser de otro modo, su actitud era completamente defensiva. Lo cierto era que no se le podía pedir otra cosa en esas circunstancias. De hecho, por un momento agradeció que no se hubiera lanzado de cabeza contra una docena de agentes... serían demasiadas heridas que curar, y ya estaba harto de tratar escamas.

Fuera como fuere, no podía permitirse el lujo de dejar más tiempo al hombre-pez frente al grupo de funcionarios. Debía sobrepasar al que ejercía de líder y cumplir el plan de su compañero. Con esa idea en mente, volvió a la carga. En esa ocasión ganó un poco más de altura, buscando con ello no ir directamente contra el cuerpo del sujeto. Al ver que comenzaba a desplazarse, el tipo empezó a lanzar puñetazos al aire. De cada uno de ellos nacía una corriente de energía anaranjada que se dirigió con violencia hacia el domador.

Therax se movió hacia los lados como pudo, evitando por poco los ataques de su enemigo y oyendo cómo los árboles se quebraban a sus espaldas. Quedaba claro que debía mantenerse alejado de aquellas cosas. Cuando se encontró lo suficientemente cerca, lanzó sendos cortes en cruz en dirección al pecho. El agente volvió a interceptar sus espadas con sus brazos, cruzándolos para proteger su torso al completo.

Entonces fue cuando el espadachín decidió intentarlo. Aprovechando el apoyo que le brindaba el trajeado, se impulsó hacia delante. En cuanto hubo rebasado su posición su forma comenzó a cambiar, adoptando la apariencia de una imponente águila de plumaje azulado. Las escasas zonas donde las plumas eran doradas refulgieron cuando la débil luz del sol incidió sobre ellas.

-¡Luka! -gritó mientras se lanzaba a toda velocidad hacia los refuerzos que habían salido de las instalaciones. «Espero que me haya oído y se aparte», pensó al ver que el pirata se encontraba en su camino. En condiciones normales habría esperado que subiese a su lomo en el proceso, pero no conocía al gyojin como para saber a qué podía atenerse.

Los duros golpes de los agentes no se hicieron esperar. Incluso cuando intentaba golpearles, sus cuerpos tenían una más que notoria dureza. Aquello no auguraba nada bueno. Seguro que, de salir con vida de aquello, mi cuerpo se veía afectado con multitud de contusiones y hematomas.

“El duro precio de la piratería”

Uno de los agentes se adelantó al resto, obviandome por completo y dirigiéndose a la ubicación de Therax. No podía permitir aquello, si bien el rubio no tendría mucho problema en enfrentarse a un tipo más, eso retrasaría nuestra huida, que por otra parte, era ya altamente complicada.

Agarré el brazo izquierdo del agente y lo atraje hacia mí, agachándome tras ello. Por instinto, supongo, el agente lanzó un puñetazo al aire que acabó chocando contra la cara de uno de los agentes.

-Como pollos sin cabeza -comenté en tono burlesco mientras soltaba una carcajada.

Pero mis comentarios no hacían sino enfadar aún más a los agentes, que ya de por sí tenían cara de pocos amigos.

Uno de ellos me propinó una patada en el abdomen desde atrás y, seguidamente, otro se lanzó a por mi. Pude esquivar al segundo lanzándome al suelo, pero quizá hubiera sido mejor opción recibir el golpe, ya que una serie de tres agentes se abalanzaron sobre mí, inmovilizándome mientras el resto me golpeaba.

Una vena se fue notando cada vez más en mi sien. Y en el puño derecho. Y en el cuello. Síntoma inequívoco de que mi ira estaba a punto de salir, y quizá aquella no era una buena noticia, pero tampoco podía quejarme. Si algo podía apartar a aquellos agentes era un Gyojin enfurecido.

Empleando haki en ambos brazos propiné sendos golpes a los agentes que me retenían, aunque aquello sólo bastó para que los que me atizaban lo hicieran con más ímpetu. Entonces mi semblante empezó a cambiar por completo, tornándose los ojos rojos, dilatándose las pupilas, notándose más definidos los músculos y agudizando los sentidos. Habían despertado a la bestia.

Con un potente mordisco en el brazo de uno de los agentes cuya misión era retenerme creé un goteo de sangre que pronto se convirtió en un charco. Aquello me incitaba más aún a seguir presente en mi misión de salvar mi vida. Por enésima vez.

El tipo sangrante se apartó y dejó un resquicio que aproveché para, moviendo el cuerpo de un segundo agente levantarme de nuevo.

-Venid todos a mi -dije regodeándome-. ¡Venid!

En un primer instante sus semblantes parecían algo asustados, sin embargo, hicieron caso a mis palabras y vinieron hacia mí. Aquella era una oportunidad para demostrar lo que valía. Sin embargo… En ese preciso momento Therax me llamó, obligándome a mirar en su dirección. Unas hermosas plumas azules iban dejando la estela de su paso. Había conseguido de alguna manera zafarse de su rival, y ahora venía transformado en lo que se suponía era su forma completa dispuesto a salvarme.

Ladeé el cuello sin saber muy bien qué hacer. Su vuelo venía directamente hacia mi ubicación, por lo que rápidamente entendí que iba a embestir todos esos tipos y, si quería huir con él, tendría que subirme mientras venía.

“Sólo veo una manera de huir… Y es esta”

Corriendo hacia los agentes -y dirección opuesta a Therax-, amagué un puñetazo a la altura de la cabeza para, seguidamente, al ver cómo el agente se agachaba, dar un salto hacia su espalda y, tras ello, saltar hasta un segundo agente, impulsándome en cabeza y esperando que la caída fuese a lomos de Therax el rubio. O quizá ahora debiera ser Therax plumas azules.

Therax se aproximaba al nutrido grupo de agentes cada vez a más velocidad. Podía notar cómo el aire trataba de hacer resistencia para frenarlo, pero no lo conseguía. Tal vez ir tan rápido no fuese buena idea en realidad. El gyojin era un ser corpulento y nada garantizaba que fuese capaz de subir a su espalda a semejante velocidad. ¿O sí?

Estupefacto, el domador contempló como Luka comenzaba a brincar y apoyarse en sus oponentes para ganar altura. Quizás llegase a lograrlo al fin y al cabo. Preso de la adrenalina y de la emoción del momento, el ave de plumaje azulado liberó un sonoro y agudo chillido unos instantes antes de arrasar con los trajeados. Uno de ellos se apartó en el último momento de su trayectoria, logrando librarse del pico que amenazaba con impactar de pleno en su pecho.

Los individuos que se situaban a los lados del primero no tuvieron tanta suerte. Varios de ellos -los que se encontraban al alcance del pájaro- fueron embestidos y golpeados por las alas, siendo arrastrados varios metros antes de desplomarse pesadamente sobre la nieve. Una caída que casi se podía calificar como golpe debido al peso le informó de que el hombre-pez se las había ingeniado para subir sobre él.

Cuando se supo libre del lastre que suponían los funcionarios, remontó el vuelo y creó una corriente de aire para subir a más velocidad aún. Pensó en avisar al gyojin de sus intenciones, pero cuando se le ocurrió ya era demasiado tarde para alertarle de que habría un cambio brusco de velocidad. Si no se había caído era porque había reaccionado a tiempo. ¿Se habría agarrado con las manos o habría empleado sus piernas para sujetarse? Lo cierto era que no lo había notado al estar tan enfocado en alejarse de aquel infierno propiedad del Gobierno. No obstante, aquélla no era la pregunta que tenía más presente... ¿Le olería la espalda a pescado cuando su compañero bajase? Desde lo más profundo de su alma esperaba que no.

Los gritos a sus espaldas le indicaron que los agentes de seguridad de las instalaciones no se habían dado por vencidos. Algunas de las inconfundibles ondas anaranjadas del grandullón pasaron junto a él... algunas demasiado cerca para su gusto. ¿Los seguirían para intentar darles caza? Era lo más probable, pero dudaba que pudiesen igualar su velocidad. Por otro lado, si no daba la casualidad de que todos estaban en el barco y preparados para irse se demorarían un poco antes de partir. Aquello no le gustó en absoluto a Therax, que aceleró todo lo que pudo en dirección al puerto.

-¿Cómo te llevas con las alturas? -preguntó en voz alta a Luka-. No son mis mejores amigas -añadió, mirando hacia abajo al tiempo que tragaba saliva-. Espero que disfrutes el viaje, aunque será corto. -Sus últimas palabras fueron acompañadas por un ligero cambio de dirección, quedando la zona portuaria frente a ellos, en la distancia.