Luthia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
![Las plantas y la medicina [Yumiko y elgesugha] Empty](https://2img.net/i/empty.gif)
-“Qué lugar tan… Pacífico” Comentó Tura mientras caminaba a lado de su compañera, por primera vez en algún tiempo, parecía que el joven nervioso al fin mostraba algo de paz. “Ciertamente es un cambio de los lugares que hemos estado”
Feliz, seguía mirando alrededor. Había algo de gente aquí y allá, pero el lugar tan amplio y abierto evitaba que le diera un ataque de pánico.
-“Si…” respondió ella mientras veía a las demás personas interactuar unas con las otras, mercaderes con comunes, vendedores de vegetales con los de frutas. Parecía que llevaban una vida sin mucho de qué preocuparse. Incluso hasta sonreían.
Lucía hizo un ruido pensativo. En cierta manera, esto le dio algo de nostalgia. Los mercaderes y su gente tan felices le recordaban a su isla natal.
A veces, la necesidad de regresar ahí le abrumaban, pero había prometido no hacerlo hasta que encontrase a su hermana y la trajera de vuelta consigo.
Pero conforme más pasaban los días, más lejos se veía la posibilidad de lograr todo lo que ella deseaba.
-“¿Lucy?”
-“¿Eh?” Aparentemente se perdió en sus pensamientos y fue incapaz de escuchar a Tura, quien le llamaba “¿Qué pasa? ¿Qué quieres, que?”
-“Pregunte si estabas bien. Te quedaste muy callada de repente…”
-“¿Lo hice? Hmm…” Poso su mano en su barbilla, ponderando un poco más. “Sólo estaba recordando algunas cosas de mi isla. Este lugar se parece un poco, es todo” Afirmó, aunque era obvio que eso no era todo lo que estaba en su mente.
-“¿Segura que eso es todo?” A pesar de haberse conocido no mucho tiempo atrás, Tura parecía saber detectar cuando algo le molestaba a su compañera.
-“Si…” Lucía se detuvo de tope y volteo a mirar a Tura de manera fría.
Esto logró intimidar al joven espadachín
-“O-okay, okay. De acuerdo… Lo siento”
-“Olvídalo”
Lucía dio un suspiro largo y ruidoso. Necesitaba descansar, era incapaz de poder dormir del todo bien en el barco, no solamente porque se movía constantemente, sino también porque pesadillas la habían estado atormentando constantemente. Muchas incluían la muerte de sus padres, y el abandono de su hermana.
El Sol estaba en un punto agradable, y se sentía una leve brisa que parecía adecuarla para dormir un rato.
Sólo tendría que encontrar un lugar donde poder recostarse. ¿Quizás un árbol? Eso daría buena sombra. Volteo alrededor, tratando de buscar un lugar más apartado de donde se encontraban los negocios.
Siguió caminando automáticamente y medio dormida fuera de la villa, donde a lo lejos observó vegetación. Le pareció buena idea al momento buscar ahí.
-“Um… ¿A dónde vamos?” Inquirió su compañero, quien aún lo seguía, pero decidió hablar al momento que vio que se alejaban de la civilización
-“Solamente quiero descansar un rato… No he podido dormir bien en el barco, y no sé cuando volvamos a zarpar…” Quiso seguir hablando pero un bostezo la interrumpió, al terminar, continuó “Quiero aprovechar este lugar un poco”
Al acercarse a donde planeaban llegar, Lucía buscó un lugar para poder sentarse. Un lugar con suficiente sombra, pero también con algo de calidez del Sol.
-“¿Quieres que me quede contigo?”
-“Haz lo que quieras” Refunfuño Lucía mientras se sentaba en el pasto “Te veías sumamente feliz allá atrás. Deberías volver”
-“Y-yo estoy feliz estando contigo…” Pero pronto se dio cuenta que su comentario podría ser tomado de forma errónea, puso una de sus manos detrás de su cabeza. “Es decir, y-yo-”
-“S-silencio…” Lucía parecía que también le había aturdido un poco el comentario de su compañero. Quizás la sombra en la que se encontraba evitaba que se viera su sonrojamiento. “Sólo déjame dormir…”
“Lo siento…” Tura se sentó cerca de ella, quitándose la vaina, junto con sus espadas y posándolas a un lado, para que no le estorbaran. Al haber sido un mercader, los barcos y su movimiento no le afectaban mucho a la hora de dormir. No tenía sueño, pero el lugar era pacifico. Relajarse no se escuchaba nada mal.
Feliz, seguía mirando alrededor. Había algo de gente aquí y allá, pero el lugar tan amplio y abierto evitaba que le diera un ataque de pánico.
-“Si…” respondió ella mientras veía a las demás personas interactuar unas con las otras, mercaderes con comunes, vendedores de vegetales con los de frutas. Parecía que llevaban una vida sin mucho de qué preocuparse. Incluso hasta sonreían.
Lucía hizo un ruido pensativo. En cierta manera, esto le dio algo de nostalgia. Los mercaderes y su gente tan felices le recordaban a su isla natal.
A veces, la necesidad de regresar ahí le abrumaban, pero había prometido no hacerlo hasta que encontrase a su hermana y la trajera de vuelta consigo.
Pero conforme más pasaban los días, más lejos se veía la posibilidad de lograr todo lo que ella deseaba.
-“¿Lucy?”
-“¿Eh?” Aparentemente se perdió en sus pensamientos y fue incapaz de escuchar a Tura, quien le llamaba “¿Qué pasa? ¿Qué quieres, que?”
-“Pregunte si estabas bien. Te quedaste muy callada de repente…”
-“¿Lo hice? Hmm…” Poso su mano en su barbilla, ponderando un poco más. “Sólo estaba recordando algunas cosas de mi isla. Este lugar se parece un poco, es todo” Afirmó, aunque era obvio que eso no era todo lo que estaba en su mente.
-“¿Segura que eso es todo?” A pesar de haberse conocido no mucho tiempo atrás, Tura parecía saber detectar cuando algo le molestaba a su compañera.
-“Si…” Lucía se detuvo de tope y volteo a mirar a Tura de manera fría.
Esto logró intimidar al joven espadachín
-“O-okay, okay. De acuerdo… Lo siento”
-“Olvídalo”
Lucía dio un suspiro largo y ruidoso. Necesitaba descansar, era incapaz de poder dormir del todo bien en el barco, no solamente porque se movía constantemente, sino también porque pesadillas la habían estado atormentando constantemente. Muchas incluían la muerte de sus padres, y el abandono de su hermana.
El Sol estaba en un punto agradable, y se sentía una leve brisa que parecía adecuarla para dormir un rato.
Sólo tendría que encontrar un lugar donde poder recostarse. ¿Quizás un árbol? Eso daría buena sombra. Volteo alrededor, tratando de buscar un lugar más apartado de donde se encontraban los negocios.
Siguió caminando automáticamente y medio dormida fuera de la villa, donde a lo lejos observó vegetación. Le pareció buena idea al momento buscar ahí.
-“Um… ¿A dónde vamos?” Inquirió su compañero, quien aún lo seguía, pero decidió hablar al momento que vio que se alejaban de la civilización
-“Solamente quiero descansar un rato… No he podido dormir bien en el barco, y no sé cuando volvamos a zarpar…” Quiso seguir hablando pero un bostezo la interrumpió, al terminar, continuó “Quiero aprovechar este lugar un poco”
Al acercarse a donde planeaban llegar, Lucía buscó un lugar para poder sentarse. Un lugar con suficiente sombra, pero también con algo de calidez del Sol.
-“¿Quieres que me quede contigo?”
-“Haz lo que quieras” Refunfuño Lucía mientras se sentaba en el pasto “Te veías sumamente feliz allá atrás. Deberías volver”
-“Y-yo estoy feliz estando contigo…” Pero pronto se dio cuenta que su comentario podría ser tomado de forma errónea, puso una de sus manos detrás de su cabeza. “Es decir, y-yo-”
-“S-silencio…” Lucía parecía que también le había aturdido un poco el comentario de su compañero. Quizás la sombra en la que se encontraba evitaba que se viera su sonrojamiento. “Sólo déjame dormir…”
“Lo siento…” Tura se sentó cerca de ella, quitándose la vaina, junto con sus espadas y posándolas a un lado, para que no le estorbaran. Al haber sido un mercader, los barcos y su movimiento no le afectaban mucho a la hora de dormir. No tenía sueño, pero el lugar era pacifico. Relajarse no se escuchaba nada mal.
Yumiko Mei
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por una vez más me encontraba en aquella villa tan interesante con nombre de color y fruta a la vez, Villa Orange. Había estado ocupada algunos días buscando algo de información sobre diversas plantas y sus efectos, pero era el momento de probar algunos de sus efectos en esta isla, pero para ello necesitaba de alguna especie de pacientes o quizás algún evento interesante que me permitiera usarlos. En la villa había bastantes personas moviéndose de un lado a otro y haciendo su vida diaria como era normal. Los niños correteaban y cantaban canciones piratas, así como otros hacían de mano de la justicia, jugando el papel de la marina, era divertido verlos jugar de esa manera y que ellos fueran tan inocentes que no supieran todo lo que los piratas y la marina conllevan. No era defensora ni de una ni de otra parte, a decir verdad, me importaba poco el bando al que pertenecía, mientras me permitiese mantener mis ingresos, mis amigos y mis familiares a salvo, no me importaba.
Seguí caminando por esas densas y pobladas calles, cuando de pronto observé dos personas sentadas, una joven de pelo violeta y un chico de pelo negro, parecían no ser de por ahí y tenía cierta curiosidad en ver si conocían la isla, puesto que yo ya sabía diversas partes de la isla, no sería una mala guía, aunque todo dependía de lo que ellos pensasen de mi primera impresión. Me acerqué normalmente y me senté al lado de estos, con una sonrisa y mientras miraba al cielo algo intrigada por lo que debería decir nada más conocer a esos desconocidos.
-Hace un buen día jóvenes viajeros. ¿Sois de por aquí o quizás de más lejanos y curiosos mares? Siento mi entrometimiento, pero he viajado varias veces a esta isla y si os apetece, podría indicaros alguna que otra curiosidad de este peculiar e interesante villa con nombre de fruta.-Dije con voz suave y delicada y sin ninguna intención oculta mientras miraba a la joven y el joven que ahí se encontraban. Tras mis frases esbocé una sonrisa y cambié mi mirada hacia el infinito, es decir, hacia el cielo.
Las nubes cubrían parte del cielo, pero parecían estar disipándose más que juntándose. Los rayos del sol atravesaban los pequeños agujeros que entre las nubes había y mostraban un cielo caluroso y angelical. La naturaleza era sorprendente en la mayoría de los casos y eso ya lo había aprendido por experiencia, en la naturaleza se encontraba gran cantidad de los elementos tecnológicos que hoy en día usábamos, puesto que de la naturaleza también provenimos nosotros, un mero mecanismo tan complejo que aún no somos capaces de entender. Veía el cuerpo humano como un mecanismo, igual que los animales y el resto de seres vivos, todo funcionaba con un fin y tenía una causa, es decir, todo se presentaba como reacción de un estímulo o movimiento, es así como veía el mundo, puesto que me encantaba la tecnología y la naturaleza en igual medida, no podía dejar de buscar evidencias tecnológicas en la naturaleza y viceversa.
-En cuanto a mi, mi nombre es Yumiko Mei y principalmente dedico mi vida a la cacería de piratas y otros criminales, no estoy segura de haber hecho lo correcto al deciros esto último, pero bueno, cualquiera puede ganarse mi confianza.-Dije suavemente y terminando con una sonrisa inocente al haber desvelado más de lo que debía, como normalmente me solía pasar. Tras eso esperé la respuesta de la joven y el joven y seguí mirándoles con curiosidad. Sus vestimentas eran distintas de las que solía ver por las islas en las que viajaba, al parecer vestían ropas no comunes y para poco, eran de menor estatura que yo, a decir verdad, les sacaba a los dos una cabeza, aunque eso era lo de menos, las apariencias suelen engañar y eso lo sabía por experiencia.
Seguí caminando por esas densas y pobladas calles, cuando de pronto observé dos personas sentadas, una joven de pelo violeta y un chico de pelo negro, parecían no ser de por ahí y tenía cierta curiosidad en ver si conocían la isla, puesto que yo ya sabía diversas partes de la isla, no sería una mala guía, aunque todo dependía de lo que ellos pensasen de mi primera impresión. Me acerqué normalmente y me senté al lado de estos, con una sonrisa y mientras miraba al cielo algo intrigada por lo que debería decir nada más conocer a esos desconocidos.
-Hace un buen día jóvenes viajeros. ¿Sois de por aquí o quizás de más lejanos y curiosos mares? Siento mi entrometimiento, pero he viajado varias veces a esta isla y si os apetece, podría indicaros alguna que otra curiosidad de este peculiar e interesante villa con nombre de fruta.-Dije con voz suave y delicada y sin ninguna intención oculta mientras miraba a la joven y el joven que ahí se encontraban. Tras mis frases esbocé una sonrisa y cambié mi mirada hacia el infinito, es decir, hacia el cielo.
Las nubes cubrían parte del cielo, pero parecían estar disipándose más que juntándose. Los rayos del sol atravesaban los pequeños agujeros que entre las nubes había y mostraban un cielo caluroso y angelical. La naturaleza era sorprendente en la mayoría de los casos y eso ya lo había aprendido por experiencia, en la naturaleza se encontraba gran cantidad de los elementos tecnológicos que hoy en día usábamos, puesto que de la naturaleza también provenimos nosotros, un mero mecanismo tan complejo que aún no somos capaces de entender. Veía el cuerpo humano como un mecanismo, igual que los animales y el resto de seres vivos, todo funcionaba con un fin y tenía una causa, es decir, todo se presentaba como reacción de un estímulo o movimiento, es así como veía el mundo, puesto que me encantaba la tecnología y la naturaleza en igual medida, no podía dejar de buscar evidencias tecnológicas en la naturaleza y viceversa.
-En cuanto a mi, mi nombre es Yumiko Mei y principalmente dedico mi vida a la cacería de piratas y otros criminales, no estoy segura de haber hecho lo correcto al deciros esto último, pero bueno, cualquiera puede ganarse mi confianza.-Dije suavemente y terminando con una sonrisa inocente al haber desvelado más de lo que debía, como normalmente me solía pasar. Tras eso esperé la respuesta de la joven y el joven y seguí mirándoles con curiosidad. Sus vestimentas eran distintas de las que solía ver por las islas en las que viajaba, al parecer vestían ropas no comunes y para poco, eran de menor estatura que yo, a decir verdad, les sacaba a los dos una cabeza, aunque eso era lo de menos, las apariencias suelen engañar y eso lo sabía por experiencia.
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