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- Mientras que llega este tío, supongo que me serviréis de calentamiento.
El lobo negro se hallaba en el puerto de aquella isla, con una sonrisa en su rostro y por supuesto, sin camiseta. No hacía un frío exagerado ese día, por lo que se había dado el lujo de llevar el abrigo y la ropa en una mochila enorme que llevaba a su espalda. El cadejo tenía frente a sus ojos a un semigigante de la marina, el cual parecía ser bastante agresivo. A su espalda había unos diez marines armados con espadas. Le sorprendió muchísimo que le atacasen, pero no iba a quejarse. Con su precio era normal que fuesen a por él de aquella forma. Bostezó un poco y decidió terminar rápido la cosa. No le haría gracia que el chico llegase y le viese liado en aquel altercado.
- ¡New Akumu!
Kedra gritó con fuerza canalizando su energía en los músculos y empezó a volverse más musculoso. Sus ojos cambiaron a un tono azulado, perdiendo la pupila y formándose un aura a su alrededor. Unas marcas negras salieron de su rostro dándole un aspecto más agresivo y sus dientes se afilaron. El terrible ser se desplazó a una velocidad de unos cuatrocientos kilómetros por hora hasta colocarse tras el enorme marine. De una potente patada en la cabeza hizo que sus ojos quedasen en blanco y perdiera el conocimiento. Los otros hombres empezaron a correr hacia él. De un puñetazo al aire formó una enorme onda de choque que mandó a volar a todos hacia el mar. El frío hizo que salieran gritando y corriendo a buscar refugio. Una pequeña risa salió de la boca del pirata, el cual había cambiado bastante en dos años. Tenía algo de barba, más musculatura y una expresión más calmada.
- Bueno, espero que no molestéis más. – Mencionó volviendo a su forma normal.
Kedra no iba a largarse del puerto. Se mantuvo mirando al mar esperando a la persona que esperaba. Syxel debía de estar al llegar, aunque no sabía de qué forma lo haría. Dos años habían pasado desde lo hablado en aquel restaurante de hermosa carne. Auron en ese momento estaba oculto en un pequeño hotel, en la habitación más cara de hecho. Era una suerte que se pagase al final, así podrían largarse sin dar ni un solo berri. Bostezó con ganas y se dio cuenta de que los marines habían desaparecido. El hombre enorme de hecho besaba el suelo y dormía como un bebé. El luchador tenía el sitio listo ante todo, pues no pensaba entrenar al chaval con todos aquellos capullos por la zona. Era curioso sentir las miradas sobre él de aquella forma tan descarada, pero no le molestaba. La gente inocente temblaba, pero él no pensaba hacerle nada a nadie que no se lo mereciera.
- Si la tierra es redonda y se llama planeta… Si fuese plana se llamaría redondeta… Curioso. – Filosofó consigo mismo mientras esperaba con calma.
El lobo negro se hallaba en el puerto de aquella isla, con una sonrisa en su rostro y por supuesto, sin camiseta. No hacía un frío exagerado ese día, por lo que se había dado el lujo de llevar el abrigo y la ropa en una mochila enorme que llevaba a su espalda. El cadejo tenía frente a sus ojos a un semigigante de la marina, el cual parecía ser bastante agresivo. A su espalda había unos diez marines armados con espadas. Le sorprendió muchísimo que le atacasen, pero no iba a quejarse. Con su precio era normal que fuesen a por él de aquella forma. Bostezó un poco y decidió terminar rápido la cosa. No le haría gracia que el chico llegase y le viese liado en aquel altercado.
- ¡New Akumu!
Kedra gritó con fuerza canalizando su energía en los músculos y empezó a volverse más musculoso. Sus ojos cambiaron a un tono azulado, perdiendo la pupila y formándose un aura a su alrededor. Unas marcas negras salieron de su rostro dándole un aspecto más agresivo y sus dientes se afilaron. El terrible ser se desplazó a una velocidad de unos cuatrocientos kilómetros por hora hasta colocarse tras el enorme marine. De una potente patada en la cabeza hizo que sus ojos quedasen en blanco y perdiera el conocimiento. Los otros hombres empezaron a correr hacia él. De un puñetazo al aire formó una enorme onda de choque que mandó a volar a todos hacia el mar. El frío hizo que salieran gritando y corriendo a buscar refugio. Una pequeña risa salió de la boca del pirata, el cual había cambiado bastante en dos años. Tenía algo de barba, más musculatura y una expresión más calmada.
- Bueno, espero que no molestéis más. – Mencionó volviendo a su forma normal.
Kedra no iba a largarse del puerto. Se mantuvo mirando al mar esperando a la persona que esperaba. Syxel debía de estar al llegar, aunque no sabía de qué forma lo haría. Dos años habían pasado desde lo hablado en aquel restaurante de hermosa carne. Auron en ese momento estaba oculto en un pequeño hotel, en la habitación más cara de hecho. Era una suerte que se pagase al final, así podrían largarse sin dar ni un solo berri. Bostezó con ganas y se dio cuenta de que los marines habían desaparecido. El hombre enorme de hecho besaba el suelo y dormía como un bebé. El luchador tenía el sitio listo ante todo, pues no pensaba entrenar al chaval con todos aquellos capullos por la zona. Era curioso sentir las miradas sobre él de aquella forma tan descarada, pero no le molestaba. La gente inocente temblaba, pero él no pensaba hacerle nada a nadie que no se lo mereciera.
- Si la tierra es redonda y se llama planeta… Si fuese plana se llamaría redondeta… Curioso. – Filosofó consigo mismo mientras esperaba con calma.
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Fui batiendo las alas cada vez más despacio, perdiendo altura hasta situarme sobre el tejado de una de las casas cercanas al puerto. Allí arriba, en cuclillas sobre la húmeda nieve, centré mi atención en el espectáculo que había comenzado. Duró apenas un par de minutos, puede que incluso menos. Haciendo gala de una fuerza y velocidad sobrehumanas, Nightmare despachó a aquellos pobres desgraciados de la marina sin apenas despeinarse.
Una vez terminado el encuentro, Kedra se quedó allí en pie, con la vista fija en el mar. Probablemente aguardando mi llegada. No era mi intención hacerle esperar, por lo que de un salto alcé nuevamente el vuelo para dirigirme hasta su posición. Aterricé a su espalda, haciendo desaparecer las alas en el mismo instante. Enseguida se percató de mi presencia, aunque no se dio la vuelta. Durante unos minutos continuó oteando el horizonte, en silencio.
- No ha sido fácil encontrarte - comenté mientras sacaba del bolsillo el fragmento de su vivre card que me había entregado en el North Blue, hacía ya más de dos años. - Pero te dije que vendría y aquí estoy.
Finalmente se dio la vuelta, mostrando una sonrisa de satisfacción en su rostro. A diferencia del mío, su aspecto sí que había cambiado ligeramente. Incluso puede que hubiese crecido un poco.
- Me alegro de volver a verte.
Di un paso al frente, ofreciéndole la mano a modo de saludo. Este hizo lo propio, devolviéndome el apretón. Lo acompañamos de un par de palmadas en el hombro, dando a cualquiera que viese la escena desde fuera la sensación de que éramos dos viejos amigos que llevaban tiempo sin verse. Aunque en cierto modo podía ser cierto, en mi cabeza tenía claro que con aquello más bien trataba de comprobar si me había mantenido en forma.
- Mi tripulación aún tardará unos días en llegar - le informé tras separarnos. - He querido adelantarme para que pudiésemos hablar a solas. Después de todo, me sigues debiendo una respuesta.
Una vez terminado el encuentro, Kedra se quedó allí en pie, con la vista fija en el mar. Probablemente aguardando mi llegada. No era mi intención hacerle esperar, por lo que de un salto alcé nuevamente el vuelo para dirigirme hasta su posición. Aterricé a su espalda, haciendo desaparecer las alas en el mismo instante. Enseguida se percató de mi presencia, aunque no se dio la vuelta. Durante unos minutos continuó oteando el horizonte, en silencio.
- No ha sido fácil encontrarte - comenté mientras sacaba del bolsillo el fragmento de su vivre card que me había entregado en el North Blue, hacía ya más de dos años. - Pero te dije que vendría y aquí estoy.
Finalmente se dio la vuelta, mostrando una sonrisa de satisfacción en su rostro. A diferencia del mío, su aspecto sí que había cambiado ligeramente. Incluso puede que hubiese crecido un poco.
- Me alegro de volver a verte.
Di un paso al frente, ofreciéndole la mano a modo de saludo. Este hizo lo propio, devolviéndome el apretón. Lo acompañamos de un par de palmadas en el hombro, dando a cualquiera que viese la escena desde fuera la sensación de que éramos dos viejos amigos que llevaban tiempo sin verse. Aunque en cierto modo podía ser cierto, en mi cabeza tenía claro que con aquello más bien trataba de comprobar si me había mantenido en forma.
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La mirada del cadejo continuaba fija en el océano de forma calmada. Observaba las aguas como si fueran su propio hogar, y así lo eran. El pirata de las sombras siempre fue un asesino de los mares, hasta que cambió a un simple viajero. No robaba a gente inocente, ni mataba, pero no podía evitar partirle la cara a los idiotas que iban por él. Justo entonces escuchó unas palabras a su espalda. Una sonrisa irónica se formó en su rostro al mismo tiempo que se giraba observando a su compañero. Tal como habían prometido, allí estaban los dos después de un par de años. Parecía igual que hacía aquellos veinticuatro meses, apenas había cambiado, no como el cadejo. Kedra entonces se dio cuenta de que el viento estaba en contra, ya entendía la razón de no haberle olido. Tal vez él lo hizo a posta, o quizás suerte. El caso es que ahora debían hablar de algunas cosas.
Estrechó la mano del chico además de darle una palmada en el hombro y después le sonrió. El lobo negro no sonreía antes, pero desde que fue padre siempre estaba de buen humor. Se alegraba incluso de ver al chico, el cual había mantenido una buena fama durante todo aquel tiempo.
- Has cumplido tu palabra de reunirte conmigo. He oído escuchar de ti este tiempo y aquí te tengo, con una actitud ejemplar. Mi respuesta es un sí. Te ayudaré, Syxel. Voy a llevar tu nombre a la cúspide pirata. Espero que entiendas que no me conformo con poco, te quiero ver de Yonkou. – Mencionó mostrando una sonrisa siniestra.
El cadejo había sido el capitán de uno, el segundo al mando de otro, siempre terminaba junto a los Yonkous, por lo que convertiría a Syxel en uno. Prefería verle a él en ese puesto antes que a otro. Se tronó un poco los huesos del cuello y le indicó que le siguiera. La pesadilla pasó cerca del cuerpo de un marine inconsciente y de un tirón se llevó la chaqueta, por si el clima se ponía peor. No tardó en llevarlo hasta un claro en mitad del bosque. Cuando estuvo allí se quedó mirándole a los ojos con una sonrisa algo tétrica, pero al mismo tiempo inspiraba confianza de alguna manera.
- Hay sitio donde alojarse y si tu equipo tardará unos días, te enseñaré unas cuantas cosas. Dime ¿Cuáles crees que son tus debilidades bélicas actuales? No te cortes, de aquí no va a salir. – Terminó de decir golpeando un árbol de forma muy suave.
El temblor hizo caer una especie de fruta amarilla y de forma redonda, la cual solo creía en climas nevados. Le dio un mordisco entonces. El contenido era verde y el sabor ácido, pero a él parecía encantarle. Continuó masticando mientras esperaba su respuesta.
Estrechó la mano del chico además de darle una palmada en el hombro y después le sonrió. El lobo negro no sonreía antes, pero desde que fue padre siempre estaba de buen humor. Se alegraba incluso de ver al chico, el cual había mantenido una buena fama durante todo aquel tiempo.
- Has cumplido tu palabra de reunirte conmigo. He oído escuchar de ti este tiempo y aquí te tengo, con una actitud ejemplar. Mi respuesta es un sí. Te ayudaré, Syxel. Voy a llevar tu nombre a la cúspide pirata. Espero que entiendas que no me conformo con poco, te quiero ver de Yonkou. – Mencionó mostrando una sonrisa siniestra.
El cadejo había sido el capitán de uno, el segundo al mando de otro, siempre terminaba junto a los Yonkous, por lo que convertiría a Syxel en uno. Prefería verle a él en ese puesto antes que a otro. Se tronó un poco los huesos del cuello y le indicó que le siguiera. La pesadilla pasó cerca del cuerpo de un marine inconsciente y de un tirón se llevó la chaqueta, por si el clima se ponía peor. No tardó en llevarlo hasta un claro en mitad del bosque. Cuando estuvo allí se quedó mirándole a los ojos con una sonrisa algo tétrica, pero al mismo tiempo inspiraba confianza de alguna manera.
- Hay sitio donde alojarse y si tu equipo tardará unos días, te enseñaré unas cuantas cosas. Dime ¿Cuáles crees que son tus debilidades bélicas actuales? No te cortes, de aquí no va a salir. – Terminó de decir golpeando un árbol de forma muy suave.
El temblor hizo caer una especie de fruta amarilla y de forma redonda, la cual solo creía en climas nevados. Le dio un mordisco entonces. El contenido era verde y el sabor ácido, pero a él parecía encantarle. Continuó masticando mientras esperaba su respuesta.
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¿Yonkou? Los cuatro emperadores del mar. No creía que ese fuese título que encajase mucho conmigo, pero desde luego no sería yo quién replicara el notable y ambicioso objetivo que proponía. Por lo que me limité a asentir ante su declaración. Tras la breve charla le seguí, alejándonos del puerto, hasta adentrarnos en un bosque cercano.
Al cabo de un rato nos encontrábamos en mitad de un claro bastante amplio. Una vez situados en el centro del mismo, nos detuvimos. Kedra me dirigió una mirada inquietante, la cual hizo que se me helara la sangre más incluso que el frío invernal de aquella isla. Por suerte, Nightmare estaba de mi lado. Lo contrario sin duda alguna habría supuesto un prematuro y desagradable final a mi viaje.
Lo que me preguntó a continuación, aunque extraño, me hizo reflexionar. Me mantuve en silencio, alcé las manos y apreté ambos puños, con fuerza. A mi mente acudieron, una a una, todas las ocasiones en las que no había tenido la fuerza suficiente para lograr algo. Continué retrocediendo en mis recuerdos hasta llegar al más doloroso de todos, perteneciente a una época muy antigua de mi vida. No pude evitar aprender la mandíbula, tratando de contener la ira que comenzaba a sentir.
- Temo no ser lo bastante fuerte para afrontar cuanto nos espera. Para guiar a mis camaradas en nuestro viaje, para protegerles... - respondí finalmente, tragándome el orgullo.
Al cabo de un rato nos encontrábamos en mitad de un claro bastante amplio. Una vez situados en el centro del mismo, nos detuvimos. Kedra me dirigió una mirada inquietante, la cual hizo que se me helara la sangre más incluso que el frío invernal de aquella isla. Por suerte, Nightmare estaba de mi lado. Lo contrario sin duda alguna habría supuesto un prematuro y desagradable final a mi viaje.
Lo que me preguntó a continuación, aunque extraño, me hizo reflexionar. Me mantuve en silencio, alcé las manos y apreté ambos puños, con fuerza. A mi mente acudieron, una a una, todas las ocasiones en las que no había tenido la fuerza suficiente para lograr algo. Continué retrocediendo en mis recuerdos hasta llegar al más doloroso de todos, perteneciente a una época muy antigua de mi vida. No pude evitar aprender la mandíbula, tratando de contener la ira que comenzaba a sentir.
- Temo no ser lo bastante fuerte para afrontar cuanto nos espera. Para guiar a mis camaradas en nuestro viaje, para protegerles... - respondí finalmente, tragándome el orgullo.
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Proteger a los suyos era algo que él también quiso en su momento e hizo al cadejo sonreír de forma pesada. Los putos traidores de Kage Akuma. Negó un poco con la cabeza y se quedó pensativos unos segundos. Mordió de nuevo aquella deliciosa fruta y mientras masticaba pensó en algo divertido. En la despedida le nombró el haki, sería el momento perfecto de hacerle aprenderlo o en caso de que lo tuviese, mejorarlo. Tosió unos segundos y después dio un par de saltos en el sitio para calentar. Le dirigió una mirada un poco cabrona por así decirlo y después de eso señaló el suelo.
- Cien flexiones ahora mismo, mientras las haces voy a hablarte de algo. Escucha bien todo lo que voy a decir y que no te vea parar. – Una vez dijo aquello mordió de nuevo la deliciosa fruta y continuó dando vueltas a su alrededor.
Pensó bien lo que iba a decirle, pues muchos se tomaban el haki como algo imposible, pero no lo era. Había que hacer las cosas adecuadas en el momento adecuado y con el sacrificio adecuado. Con todo eso nivelado, sería fácil hacerle aprender dicho poder a su máximo exponente. Tosió de nuevo un par de veces por el clima, pero eso le daba igual, pues así él mismo ganaría resistencia. Esperaba que Syxel usase guantes o se iba a congelar las manos. Bueno, tampoco sería algo tan desastroso, mejor para su entrenamiento.
- Si quieres proteger algo le pones una funda o una coraza. Tú debes ser la armadura de los tuyos y por eso haremos aquello que hablamos haca dos años. El haki, te lo voy a subir de poder hasta las nubes, así que prepárate. También trabajaremos la forma física, el arte del combate y las canalizaciones físicas. En cuanto termines las flexiones vas a atacarme físicamente lo más fuerte que puedas y prepárate para recibir dos golpes en el pecho. – Avisó también de antemano dándole otro mordisco a la fruta dorada que poseía en su mano, la cual le estaba agradando muchísimo.
Colocó su espalda pegada al tronco de un árbol y una vez hizo aquello mostró una sonrisa calmada. Ahora tan solo debería esperar a que terminase y atacase. Después atacaría al pecho, que era la zona afectada muscularmente cuando uno hacía flexiones. Su trabajo sería aguantar los golpes y hacer de armadura humana.
- Cien flexiones ahora mismo, mientras las haces voy a hablarte de algo. Escucha bien todo lo que voy a decir y que no te vea parar. – Una vez dijo aquello mordió de nuevo la deliciosa fruta y continuó dando vueltas a su alrededor.
Pensó bien lo que iba a decirle, pues muchos se tomaban el haki como algo imposible, pero no lo era. Había que hacer las cosas adecuadas en el momento adecuado y con el sacrificio adecuado. Con todo eso nivelado, sería fácil hacerle aprender dicho poder a su máximo exponente. Tosió de nuevo un par de veces por el clima, pero eso le daba igual, pues así él mismo ganaría resistencia. Esperaba que Syxel usase guantes o se iba a congelar las manos. Bueno, tampoco sería algo tan desastroso, mejor para su entrenamiento.
- Si quieres proteger algo le pones una funda o una coraza. Tú debes ser la armadura de los tuyos y por eso haremos aquello que hablamos haca dos años. El haki, te lo voy a subir de poder hasta las nubes, así que prepárate. También trabajaremos la forma física, el arte del combate y las canalizaciones físicas. En cuanto termines las flexiones vas a atacarme físicamente lo más fuerte que puedas y prepárate para recibir dos golpes en el pecho. – Avisó también de antemano dándole otro mordisco a la fruta dorada que poseía en su mano, la cual le estaba agradando muchísimo.
Colocó su espalda pegada al tronco de un árbol y una vez hizo aquello mostró una sonrisa calmada. Ahora tan solo debería esperar a que terminase y atacase. Después atacaría al pecho, que era la zona afectada muscularmente cuando uno hacía flexiones. Su trabajo sería aguantar los golpes y hacer de armadura humana.
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