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El Sol ya se estaba ocultando, era un precioso atardecer en la isla de Conomi, sobre un tejado bastante grande situado en la Villa Cocoyasi, podía verse una figura que se hallaba sentada tranquilamente. Sus dorados ojos de fondo oscuro contemplaban el final del día con calma y tranquilidad, no llevaba la camiseta puesta, dejando ver su torso curtido. En la zona del corazón tenía tatuada una media luna negra, sus cabellos eran castaños y algo pinchudos. En sus pies llevaba dos botas de acero blancas y la única prenda visible era un pantalón del mismo tono que el calzado. Este hombre no era otro que el cadejo negro, Kedra. La pesadilla había encontrado una isla dónde los carteles por su cabeza no habían llegado y eso le daba paz y tranquilidad, huir siempre era cansado y ahora después de mucho tiempo estaba relajándose allí sentado.
Cerró los ojos empezando a recordar lo que por ahora había conseguido descubrir de su pasado, tan solo sabía su nombre y que había asesinado a mucha gente inocente. De hecho seguía asesinando si trataban de encerrarlo o matarlo pero eso era normal, si nadie le atacaba o provocaba, él tampoco tenía motivo para hacerlo. El viento comenzó a mover sus cabellos despacio y el frío se hacía notar, sin embargo le daba muchísima pereza buscar otro sitio y se quedó allí quieto. Ahora estaba preguntándose algunas cosas ¿Tendría familia o alguien por quién luchar? Si así era sería una verdadera lástima no poder hacerlo. Tenía la esperanza de ir con Dexter, el dragón que casi lo mata en aquella taberna del Norte, sin embargo no tuvo tal invitación, no tenía de hecho a dónde ir y lo único que le preocupaba ahora era un sitio dónde pasar la noche sin tener que pagar mucho o huir de la isla.
Su haki de observación entonces se disparó por las nubes alertándole de que por las inmediaciones había una presencia poderosa, de hecho empezó a olfatear y no era un olor desconocido, pero debido a su amnesia ya podía ser su hermano que no se iba a dar cuenta. De modo que ahora alzó una ceja y entrecerró los ojos despacio, abrazándose así mismo debido al frío que hacía. Se le había ocurrido una idea pero prefería guardarla para más adelante, por ahora aguantaba bien en lo alto de aquel tejado.
Cerró los ojos empezando a recordar lo que por ahora había conseguido descubrir de su pasado, tan solo sabía su nombre y que había asesinado a mucha gente inocente. De hecho seguía asesinando si trataban de encerrarlo o matarlo pero eso era normal, si nadie le atacaba o provocaba, él tampoco tenía motivo para hacerlo. El viento comenzó a mover sus cabellos despacio y el frío se hacía notar, sin embargo le daba muchísima pereza buscar otro sitio y se quedó allí quieto. Ahora estaba preguntándose algunas cosas ¿Tendría familia o alguien por quién luchar? Si así era sería una verdadera lástima no poder hacerlo. Tenía la esperanza de ir con Dexter, el dragón que casi lo mata en aquella taberna del Norte, sin embargo no tuvo tal invitación, no tenía de hecho a dónde ir y lo único que le preocupaba ahora era un sitio dónde pasar la noche sin tener que pagar mucho o huir de la isla.
Su haki de observación entonces se disparó por las nubes alertándole de que por las inmediaciones había una presencia poderosa, de hecho empezó a olfatear y no era un olor desconocido, pero debido a su amnesia ya podía ser su hermano que no se iba a dar cuenta. De modo que ahora alzó una ceja y entrecerró los ojos despacio, abrazándose así mismo debido al frío que hacía. Se le había ocurrido una idea pero prefería guardarla para más adelante, por ahora aguantaba bien en lo alto de aquel tejado.
Lion D. Émile
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El capitán cogió el tenedor y el cuchillo y comenzó a cortar el filete, haciendo gala de una elegancia y modales poco propios de un pirata. La comida de Oodamui no era precisamente la mejor del mundo, pero aquel día le supo a gloria. Había conseguido ya dos de sus Pecados en tiempo récord, y ambos habían hecho el Pacto. Estaban pasando demasiado tiempo en la misma isla (ya llevaban tres días allí) pero viendo lo bien que le estaba yendo le apetecía probar suerte y quedar un día más. Aunque no apareciese milagrosamente otro Pecado, quería un barril de manzanas y otro de sidra, pues había descubierto que las del lugar estaban deliciosas. Aprovechando la casa que había tomado para la reunión con Lujuria, se había asentado en ella mientras estuviese en el lugar. Junto con él había algunos miembro de su tripulación para hacerle compañía y protegerle, entre ellos el semigante Oodamui, cocinero de la banda.
Tras acabar su comida, se dirigió al salón, donde comenzó unas cuantas partidas de cartas con Diego. Tras unirse unos cuantos más y pasar bastantes horas (en las cuáles más de uno se quedó sin dinero), decidieron dejaron en un empate y tomar una copa de uno de los mejores tintos de la bodega de Émile. Mientras estaban disfrutando del vino, de repente le llegó un mensaje mental del Pardo, el gato parlante. "Capitán, ahora mismo estoy viendo a un tipo con recompensa en el pueblo. Y es un pez de los gordos. Tiene 126.000.000 por su cabeza." Vaya, eso era incluso más que Diego. Tal vez le interesase saber quién era el extraño. Tras devolverle el mensaje preguntándole la identidad, el gato le contestó: "Kedra la Pesadilla. Tenía oído que este tipo era un auténtico monstruo, pero de momento no ha hecho nada extraño." Émile miró por la ventana. Aun no era de noche... tal vez aun pudiera reunirse con él. "Invítalo a venir con nosotros. Conocí a ese hombre hace años."
- Kedra, ¿eh? - murmuró, con una media sonrisa - Moved el culo patanes, y traed comida y más bebida. Pronto tendremos un invitado.
Los piratas (menos Diego, que se mantuvo sentado) se levantaron y comenzaron a cumplir las órdenes de su capitán. El espadachín se limitó a mirarle alzando una ceja, ante lo cuál Émile alzó una ceja y dijo:
- El gato ha visto a un viejo conocido mío en el pueblo. El capitán de los desaparecido Kage Akuma, Kedra.
El otro tan sólo asintió y se recostó en su sillón. Émile se levantó y se acercó a la ventana, observando a través de esta con impaciencia.
Tras acabar su comida, se dirigió al salón, donde comenzó unas cuantas partidas de cartas con Diego. Tras unirse unos cuantos más y pasar bastantes horas (en las cuáles más de uno se quedó sin dinero), decidieron dejaron en un empate y tomar una copa de uno de los mejores tintos de la bodega de Émile. Mientras estaban disfrutando del vino, de repente le llegó un mensaje mental del Pardo, el gato parlante. "Capitán, ahora mismo estoy viendo a un tipo con recompensa en el pueblo. Y es un pez de los gordos. Tiene 126.000.000 por su cabeza." Vaya, eso era incluso más que Diego. Tal vez le interesase saber quién era el extraño. Tras devolverle el mensaje preguntándole la identidad, el gato le contestó: "Kedra la Pesadilla. Tenía oído que este tipo era un auténtico monstruo, pero de momento no ha hecho nada extraño." Émile miró por la ventana. Aun no era de noche... tal vez aun pudiera reunirse con él. "Invítalo a venir con nosotros. Conocí a ese hombre hace años."
- Kedra, ¿eh? - murmuró, con una media sonrisa - Moved el culo patanes, y traed comida y más bebida. Pronto tendremos un invitado.
Los piratas (menos Diego, que se mantuvo sentado) se levantaron y comenzaron a cumplir las órdenes de su capitán. El espadachín se limitó a mirarle alzando una ceja, ante lo cuál Émile alzó una ceja y dijo:
- El gato ha visto a un viejo conocido mío en el pueblo. El capitán de los desaparecido Kage Akuma, Kedra.
El otro tan sólo asintió y se recostó en su sillón. Émile se levantó y se acercó a la ventana, observando a través de esta con impaciencia.
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Kedra continuaba tranquilo mientras observaba el horizonte, sus dorados ojos continuaban entrecerrados. De repente un olor muy desagradable llegó a su olfato, los jodidos felinos del diablo. Trató de aguantar su instinto y no buscar al sujeto que desprendía tal aroma, sin embargo fue el propio minino el que dio con él. Parecía ser un humano con aspecto de gato, con un elegante sombrero, había sido bastante ágil colocándose cerca del lobo sin que este pudiera verlo. De no ser porque era un usuario zoan y tenía haki, nunca se habría dado cuenta, esbozó una sonrisa calmada y ahora esperó con calma, no quiso mostrar que se había dado cuenta ¿Le atacaría por detrás como solían hacer muchos?
Al parecer no fue así, de hecho aquel felino ahora le estaba hablando y le propuso una extraña invitación. El animal no mencionó nombres pero sí que eran varios. Una extraña aura negra empezó a salir del castaño pero este enseguida se puso la mano en la cabeza y la anuló por completo, sus instintos eran demasiado fuertes. Hizo el esfuerzo de ignorarlos y ahora se puso en pie, aquel pequeño a su lado parecía incluso un niño pues el cadejo casi llegaba a los dos metros. El pirata ahora sintió despacio mientras observaba al pequeño gatito, que desprendía un poder considerable para el tamaño que tenía. De hecho no iba a ser el lobo negro el que le juzgara por ser bajito, él no solía ofender a la gente. – Está bien, iré contigo ya que no tengo dónde ir ahora mismo. – Su tono de voz era serio y algo frío, como si no se fiara ni un pelo, cosa que en verdad era provocada por ser él un gato y Kedra un cánido y de los grandes.
Estuvo caminando con aquel felino un buen rato hasta salir del pueblo, lo estaba llevando a la afueras al parecer, de hecho no tardaron mucho en llegar a un acantilado, cerca de él había una casa, el lobo negro alzó una ceja y empezó a caminar hacia ella. Al llegar en la puerta se hallaba un hombre de cuatro metros, un tipo moreno que parecía ser un jodido mastodonte, algo extraño empezó a pasar por la mente del cadejo, su haki le decía que ese capullo era poderoso. De hecho se sorprendió cuando notó que incluso podía ser más fuerte que él, aquello le hizo despertar una parte que llevaba dormida, quería enfrentarse a ese tío y estuvo a punto de avisarle de que iba a atacar. Sin embargo negó varias veces, no entendía por qué había sentido algo así, de hecho ahora recordó que le habían invitado y simplemente pasó por al lado de aquel enorme hombre mientras se centraba en percibir más cosas.
El luchador siguió su camino tranquilamente hasta que notó la presencia y el olor que había sentido antes, le era familiar pero no conseguía recordar de qué. Llegó a otra sala junto al gato y fue cuando vio a un tipo sentado en un sillón y a otro hombre mirando por la ventaja, justamente se centró en ese. – Lion D. Émile… – Dijo simplemente observándolo, había visto carteles ofreciendo muchísimo dinero por su cabeza, además era como si no fuese la primera vez que lo veía. Tal vez podía recordar algo de su pasado con ese hombre ahora ahí, su haki le decía que todos en esa sala tenían un poder monstruoso, sobre todo el propio conquistador y el tipo sentado. De repente se cruzó de brazos y soltó un suspiro para después dar un paso hacia delante estando alerta en todo momento, al fin y al cabo no los conocía. – El gato me ha contado que deseáis invitarme ¿Puedo preguntar a qué se debe esa muestra de generosidad? – Dijo aquellas palabras en un tono desconfiado mientras olfateaba diversos olores, la mayoría de distintos tipos de alimentos.
Al parecer no fue así, de hecho aquel felino ahora le estaba hablando y le propuso una extraña invitación. El animal no mencionó nombres pero sí que eran varios. Una extraña aura negra empezó a salir del castaño pero este enseguida se puso la mano en la cabeza y la anuló por completo, sus instintos eran demasiado fuertes. Hizo el esfuerzo de ignorarlos y ahora se puso en pie, aquel pequeño a su lado parecía incluso un niño pues el cadejo casi llegaba a los dos metros. El pirata ahora sintió despacio mientras observaba al pequeño gatito, que desprendía un poder considerable para el tamaño que tenía. De hecho no iba a ser el lobo negro el que le juzgara por ser bajito, él no solía ofender a la gente. – Está bien, iré contigo ya que no tengo dónde ir ahora mismo. – Su tono de voz era serio y algo frío, como si no se fiara ni un pelo, cosa que en verdad era provocada por ser él un gato y Kedra un cánido y de los grandes.
Estuvo caminando con aquel felino un buen rato hasta salir del pueblo, lo estaba llevando a la afueras al parecer, de hecho no tardaron mucho en llegar a un acantilado, cerca de él había una casa, el lobo negro alzó una ceja y empezó a caminar hacia ella. Al llegar en la puerta se hallaba un hombre de cuatro metros, un tipo moreno que parecía ser un jodido mastodonte, algo extraño empezó a pasar por la mente del cadejo, su haki le decía que ese capullo era poderoso. De hecho se sorprendió cuando notó que incluso podía ser más fuerte que él, aquello le hizo despertar una parte que llevaba dormida, quería enfrentarse a ese tío y estuvo a punto de avisarle de que iba a atacar. Sin embargo negó varias veces, no entendía por qué había sentido algo así, de hecho ahora recordó que le habían invitado y simplemente pasó por al lado de aquel enorme hombre mientras se centraba en percibir más cosas.
El luchador siguió su camino tranquilamente hasta que notó la presencia y el olor que había sentido antes, le era familiar pero no conseguía recordar de qué. Llegó a otra sala junto al gato y fue cuando vio a un tipo sentado en un sillón y a otro hombre mirando por la ventaja, justamente se centró en ese. – Lion D. Émile… – Dijo simplemente observándolo, había visto carteles ofreciendo muchísimo dinero por su cabeza, además era como si no fuese la primera vez que lo veía. Tal vez podía recordar algo de su pasado con ese hombre ahora ahí, su haki le decía que todos en esa sala tenían un poder monstruoso, sobre todo el propio conquistador y el tipo sentado. De repente se cruzó de brazos y soltó un suspiro para después dar un paso hacia delante estando alerta en todo momento, al fin y al cabo no los conocía. – El gato me ha contado que deseáis invitarme ¿Puedo preguntar a qué se debe esa muestra de generosidad? – Dijo aquellas palabras en un tono desconfiado mientras olfateaba diversos olores, la mayoría de distintos tipos de alimentos.
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Al cabo de un rato lo vio acercarse hacia la casa, acompañado por el gato. Era tal y como lo recordaba, tal vez algo mayor y más corpulento, pero por lo demás estaba como siempre. Sonriendo, cogió su copa de la mesa y agitó suavemente su contenido, haciéndolo girar. Le dio un sorbo mientras activaba su Visión Demoníaca, volviéndose sus ojos carmesíes, y miró a la pared, al punto en que debía estar en aquel momento. A través de esta vio a sus hombres, representados como formas rojizas, pero en el caso de Kedra era un rojo muy claro. Sin embargo, al mismo tiempo podía ver un aura rojo intenso que se desprendía de esta. Aquello era muy extraño, era la primera vez que veía a una persona así. ¿Su maldad estaba suprimida por algo, y por eso lo veía como a un ser no malévolo, pero con un aura comparable en malignidad a la suya? Desactivó su poder y se giró hacia la puerta del salón en el momento en que el joven pirata entraba.
- Oh, bienvenido Kedra - dijo, con una sonrisa amable.
Las palabras de la Pesadilla lo confundieron. ¿Desde cuándo era tan amable? Y... ¿tanto le extrañaba que hubiera invitado a un viejo compañero a una copa en un encuentro fortuito? Cierto era que no habían intercambiado más que cuatro o cinco frases, pero los dos habían combatido en la guerra del East Blue en el mismo bando. Eso debía generar como mínimo un ligero sentimiento de camaradería.
- Vamos Kedra, ¿así tratas a los viejos compañeros? Toma asiento, por favor. El camino desde el pueblo es largo y seguramente quieras tomarte un descanso - dijo, en su tono más diplomático. A continuación se giró hacia otro de los piratas presentes - Sírvele una copa a Kedra. ¿Qué tomarás? ¿Tinto, blanco, sidra, cerveza? Si no te sirven, creo que tenemos un tonel de hidromiel aun. Y en caso de que no bebas alcohol, hay agua por supuesto.
El capitán se acomodó en su sillón y dio otro trago a su copa, valorando la situación. Tenía ante él a un antiguo veterano de guerra, cuya banda llevaba unos tres años disuelta y que salvo por unas pocas apariciones esporádicas que llevaban ocurriendo desde hacía un par de meses, no se había escuchado oír hablar de él nada tras el momento de la disolución. Para hacer más peculiar la situación, un hombre como él que en el pasado había sido temido como uno de los más terribles y sanguinarios piratas, ahora parecía un santurrón y hasta hablaba amablemente. ¿Qué narices estaba ocurriendo allí? Debía tantearlo y tratar de sonsacárselo... tal vez pudiera sacar tajada del asunto.
- Y dime, Kedra, ¿qué ha sido de ti? Hace mucho que no hablamos, desde Loguetown. De hecho, ahora que lo pienso, hace una temporada que no hay noticias tuyas en los periódicos - con un gesto señaló la mesa frente a él, llena de aperitivos y viandas - Sírvete a gusto, por cierto. Mi comida es la tuya.
- Oh, bienvenido Kedra - dijo, con una sonrisa amable.
Las palabras de la Pesadilla lo confundieron. ¿Desde cuándo era tan amable? Y... ¿tanto le extrañaba que hubiera invitado a un viejo compañero a una copa en un encuentro fortuito? Cierto era que no habían intercambiado más que cuatro o cinco frases, pero los dos habían combatido en la guerra del East Blue en el mismo bando. Eso debía generar como mínimo un ligero sentimiento de camaradería.
- Vamos Kedra, ¿así tratas a los viejos compañeros? Toma asiento, por favor. El camino desde el pueblo es largo y seguramente quieras tomarte un descanso - dijo, en su tono más diplomático. A continuación se giró hacia otro de los piratas presentes - Sírvele una copa a Kedra. ¿Qué tomarás? ¿Tinto, blanco, sidra, cerveza? Si no te sirven, creo que tenemos un tonel de hidromiel aun. Y en caso de que no bebas alcohol, hay agua por supuesto.
El capitán se acomodó en su sillón y dio otro trago a su copa, valorando la situación. Tenía ante él a un antiguo veterano de guerra, cuya banda llevaba unos tres años disuelta y que salvo por unas pocas apariciones esporádicas que llevaban ocurriendo desde hacía un par de meses, no se había escuchado oír hablar de él nada tras el momento de la disolución. Para hacer más peculiar la situación, un hombre como él que en el pasado había sido temido como uno de los más terribles y sanguinarios piratas, ahora parecía un santurrón y hasta hablaba amablemente. ¿Qué narices estaba ocurriendo allí? Debía tantearlo y tratar de sonsacárselo... tal vez pudiera sacar tajada del asunto.
- Y dime, Kedra, ¿qué ha sido de ti? Hace mucho que no hablamos, desde Loguetown. De hecho, ahora que lo pienso, hace una temporada que no hay noticias tuyas en los periódicos - con un gesto señaló la mesa frente a él, llena de aperitivos y viandas - Sírvete a gusto, por cierto. Mi comida es la tuya.
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Impresionante, Kedra estaba alucinando después de mucho tiempo, una persona que no le trataba mal ni salía corriendo, ni siquiera trataba de atacarle. Los ojos del cadejo se abrieron un poco más de la cuenta y miró un poco a su alrededor, no olfateaba nada extraño y al parecer no había intenciones hostiles. Tomó asiento tranquilamente y se quedó mirando al chico directamente a los ojos, cuando escuchó la palabra “compañero” sintió como un rayo de esperanza aparecía en su vida por fin. No quería estropearlo y esperó a que aquella persona terminase de hablar, aunque por la recompensa que tenía, confirmaba más lo de que era un asesino como pocos. Tras la propuesta de alcohol o alguna otra bebida por parte de aquel castaño, el lobo negro asintió con calma mientras le respondía. – Qué sea agua, no me gusta el sabor del alcohol. – Ahora se cruzó de brazos allí sentado mientras continuaba escuchando.
Al parecer ellos dos habían hablado bastante y habían estado en Loguetown, tal vez llegaba el momento de preguntarle a aquel tipo todo lo que quería saber. La amabilidad era demasiada, tal vez eran grandes amigos y todo, fue entonces cuando el cadejo se levantó y caminó hacia la comida para coger un pedazo de carne y llevárselo a la boca, empezando a masticarlo con toda la calma del mundo y disfrutando del sabor. – Hay algo que debo decirte, Émile. – Cogió un puñado de canapés y volvió a su sitio mientras ahora clavaba sus dorados ojos en los de aquel conquistador, sin duda sus orbes eran aterradores y poco comunes, sin embargo aquella persona le miraba sin gestos raros ni nada por el estilo. – Hace unos meses desperté en un bosque, medio muerto y herido. Sin embargo sobreviví, a mi alrededor había indicios de haber batallado contra varias bestias, las huellas eran enormes y había restos de ácido y de hierbas quemadas por todos lados. También pude ver charcos y llevaba mucho sin llover, me atacaron. Desde ese día no recuerdo nada de mi vida, tan solo el Shichibukai Dexter trató de matarme esa noche y me contó que era un asesino, aún no sé qué está pasando y no te reconozco, tal vez puedas ayudarme. – Sus palabras iban en un tono tranquilo y calmado mientras continuaba comiendo.
De hecho ahora una potente aura oscura empezó a salir de su cuerpo, sin embargo no llegó a acercarse a nadie pues la ocultó lo antes posible tocándose de nuevo la cabeza, era como si algo quisiese salir de él últimamente. De todas formas ahora esperaba la ayuda de aquel chico que le había llamado compañero. – Lo único que no he olvidado son mis poderes y mi capacidad de luchar, eso sí lo tengo todavía. – Mencionó esas palabras emitiendo una mirada un pelín sádica que recordaba al verdadero Kedra, sin embargo enseguida su expresión volvió a ser la misma de siempre, tranquila y simple. Si “The nightmare” resurgía sería un jodido peligro para el mundo ya que el lobo negro mosqueado podía ser extremadamente peligroso y más con sus preciosas rumbles, las cuales había perdido. Sin embargo si recordaba dónde estaba su barco podía ir por ellas, algún día iba a despertar de aquel extraño sueño, algún día podría salir el demonio y pagaría su ira con todo el planeta, por ahora era un perezoso luchador con un poder increíble.
Al parecer ellos dos habían hablado bastante y habían estado en Loguetown, tal vez llegaba el momento de preguntarle a aquel tipo todo lo que quería saber. La amabilidad era demasiada, tal vez eran grandes amigos y todo, fue entonces cuando el cadejo se levantó y caminó hacia la comida para coger un pedazo de carne y llevárselo a la boca, empezando a masticarlo con toda la calma del mundo y disfrutando del sabor. – Hay algo que debo decirte, Émile. – Cogió un puñado de canapés y volvió a su sitio mientras ahora clavaba sus dorados ojos en los de aquel conquistador, sin duda sus orbes eran aterradores y poco comunes, sin embargo aquella persona le miraba sin gestos raros ni nada por el estilo. – Hace unos meses desperté en un bosque, medio muerto y herido. Sin embargo sobreviví, a mi alrededor había indicios de haber batallado contra varias bestias, las huellas eran enormes y había restos de ácido y de hierbas quemadas por todos lados. También pude ver charcos y llevaba mucho sin llover, me atacaron. Desde ese día no recuerdo nada de mi vida, tan solo el Shichibukai Dexter trató de matarme esa noche y me contó que era un asesino, aún no sé qué está pasando y no te reconozco, tal vez puedas ayudarme. – Sus palabras iban en un tono tranquilo y calmado mientras continuaba comiendo.
De hecho ahora una potente aura oscura empezó a salir de su cuerpo, sin embargo no llegó a acercarse a nadie pues la ocultó lo antes posible tocándose de nuevo la cabeza, era como si algo quisiese salir de él últimamente. De todas formas ahora esperaba la ayuda de aquel chico que le había llamado compañero. – Lo único que no he olvidado son mis poderes y mi capacidad de luchar, eso sí lo tengo todavía. – Mencionó esas palabras emitiendo una mirada un pelín sádica que recordaba al verdadero Kedra, sin embargo enseguida su expresión volvió a ser la misma de siempre, tranquila y simple. Si “The nightmare” resurgía sería un jodido peligro para el mundo ya que el lobo negro mosqueado podía ser extremadamente peligroso y más con sus preciosas rumbles, las cuales había perdido. Sin embargo si recordaba dónde estaba su barco podía ir por ellas, algún día iba a despertar de aquel extraño sueño, algún día podría salir el demonio y pagaría su ira con todo el planeta, por ahora era un perezoso luchador con un poder increíble.
Lion D. Émile
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fuerza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Akuma no mi
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Vaya, vaya, vaya. Así que el pequeño Kedra había olvidado quién era y estaba solito en el mundo. Qué pena... Émile contuvo una sonrisa, y dio otro trago a su tinto, vaciando la copa. Estaba delicioso, pero decidió no tomar más para evitar que le pudiera afecta y embotar sus sentidos. Necesitaría de todas sus dotes sociales y habilidad para aquella conversación. "Ay, pobrecillo y solitario Kedra... suerte que te he encontrado. Tu buen amigo Émile se encargará de cuidarte." Pensó, malévolamente. Empezaba a pensar que aquella suerte no podía ser real. ¿De verdad le estaba saliendo todo tan bien, o alguien estaba velando por su buena suerte? Nada más llegar a la isla se encontró a Kenneth y lo reclutó como Amon, Ira. Al día siguiente pasó una agradable mañana con Haine, tras la cuál se convirtió en Lilith. Y hoy se encontraba con la Pesadilla amnésico y creyéndolo un amigo. Pensaría que era una conspiración para matarle si Haine y Kennet no hubieran formulado el juramento de lealtad, quedando ligados a él. A menos que hubiera un tercero manipulándolos sin que lo supieran...
- Menudo embrollo en el que te has metido, Kedra. En el pasado te hiciste bastantes enemigos. Otros tan sólo quieren la recompensa por tu cabeza. Deberías andarte con ojo de ahora en adelante, al menos hasta que recuperes tu recuerdos. Son muchos los que te capturarían gustosos.
Dio dos palmadas y llamó a otro de sus hombres a voces. Le pidió que le trajeran un vaso de zumo de naranja, tras lo cuál se volvió a acomodar en su sofá pensando su siguiente movimiento. Era pronto para pedirle que se uniera a él sin más, primero debía tantear más el terreno y tratar de ganarse su confianza. Sin embargo, tal vez sí fuera más apropiado proponerle quedarse con él hasta que recuperara su memoria, y por el camino trataría de lograr que le jurase lealtad. Tal vez acabara siendo uno de los Pecados, incluso.
- Supongo que pretendes que te cuente quién eres... está bien, pregunta lo que quieras. La verdad es que nunca llegamos a conversar demasiado, pero te contaré lo que conozco de tu historia. Tú y yo coincidimos en la batalla de Loguetown, durante la guerra del East Blue, combatiendo del lado pirata. Estuve a punto de pelearme con uno de tus nakamas, que fue lo bastante irreflexivo como para intentar atacarme, pero por suerte lo paraste. No nos conocemos de mucho más, pero no podía localizar a un ex-compañero de guerra sin invitarle a algo.
En ese momento entró el pirata con su zumo. Émile lo cogió y dio un trago, conteniendo una mueca. Tomarlo después del vino no sabía particularmente bien... se había equivocado en su elección. Sin embargo, tampoco era del todo desagradable. Apoyó el vaso en la mesa y cogió un canapé para quitarse el sabor de la boca. El que cogió llevaba salmón ahumado, cebolla troceada y mayonesa. Sabía a verdadera gloria. Aun estaba terminando de tragar el primero cuando cogió otro y empezó a hablar:
- Hasta ahora te las has apañado bien, pero Black podría volver a localizarte, o alguien de su nivel. Si quieres, vente conmigo. En mi barco hay espacio de sobra y nunca vienen mal las manos extra. De hecho, tener a un luchador de tu categoría incluso sería una buena defensa. A cambio podré intentar ayudarte a recuperar tus recuerdos, aunque no prometo nada. Nunca he lidiado con amnésicos, y no se cómo se soluciona una pérdida de memoria - advirtió.
Decidió ser sincero en esos temas desde el principio. Una mentira o una media verdad podría causar mucho más mal que bien, y Émile quería a Kedra en su bando. No le convenía que en un futuro decidiera dejar la banda por algo así, o incluso que se volviera su enemigo.
- Menudo embrollo en el que te has metido, Kedra. En el pasado te hiciste bastantes enemigos. Otros tan sólo quieren la recompensa por tu cabeza. Deberías andarte con ojo de ahora en adelante, al menos hasta que recuperes tu recuerdos. Son muchos los que te capturarían gustosos.
Dio dos palmadas y llamó a otro de sus hombres a voces. Le pidió que le trajeran un vaso de zumo de naranja, tras lo cuál se volvió a acomodar en su sofá pensando su siguiente movimiento. Era pronto para pedirle que se uniera a él sin más, primero debía tantear más el terreno y tratar de ganarse su confianza. Sin embargo, tal vez sí fuera más apropiado proponerle quedarse con él hasta que recuperara su memoria, y por el camino trataría de lograr que le jurase lealtad. Tal vez acabara siendo uno de los Pecados, incluso.
- Supongo que pretendes que te cuente quién eres... está bien, pregunta lo que quieras. La verdad es que nunca llegamos a conversar demasiado, pero te contaré lo que conozco de tu historia. Tú y yo coincidimos en la batalla de Loguetown, durante la guerra del East Blue, combatiendo del lado pirata. Estuve a punto de pelearme con uno de tus nakamas, que fue lo bastante irreflexivo como para intentar atacarme, pero por suerte lo paraste. No nos conocemos de mucho más, pero no podía localizar a un ex-compañero de guerra sin invitarle a algo.
En ese momento entró el pirata con su zumo. Émile lo cogió y dio un trago, conteniendo una mueca. Tomarlo después del vino no sabía particularmente bien... se había equivocado en su elección. Sin embargo, tampoco era del todo desagradable. Apoyó el vaso en la mesa y cogió un canapé para quitarse el sabor de la boca. El que cogió llevaba salmón ahumado, cebolla troceada y mayonesa. Sabía a verdadera gloria. Aun estaba terminando de tragar el primero cuando cogió otro y empezó a hablar:
- Hasta ahora te las has apañado bien, pero Black podría volver a localizarte, o alguien de su nivel. Si quieres, vente conmigo. En mi barco hay espacio de sobra y nunca vienen mal las manos extra. De hecho, tener a un luchador de tu categoría incluso sería una buena defensa. A cambio podré intentar ayudarte a recuperar tus recuerdos, aunque no prometo nada. Nunca he lidiado con amnésicos, y no se cómo se soluciona una pérdida de memoria - advirtió.
Decidió ser sincero en esos temas desde el principio. Una mentira o una media verdad podría causar mucho más mal que bien, y Émile quería a Kedra en su bando. No le convenía que en un futuro decidiera dejar la banda por algo así, o incluso que se volviera su enemigo.
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Aquello era impresionante, el jodido cadejo había estado metido en una guerra y no lo sabía, una gotita de sudor bajó por su mejilla ahora ¿En serio estaba tan loco para meterse en esos berenjenales? Debía de tener mucho valor y ganas para hacer algo así, ahora le daría un palo impresionante y se quedaría durmiendo en alguna esquina. – Demasiados han intentado capturarme de hecho, pero aquí me tienes, libre y en perfecto estado. – Mencionó ahora sonriendo de lado mientras continuaba escuchando las palabras de aquel chico de pelo castaño. Lo de que el dragón podía localizarle era cierto pero dijo que le iba a hacer nada de modo que eso no era problema, sin embargo las siguientes palabras si le interesaron bastante y fue cuando prestó más atención.
Le estaba invitando a ir con él en su barco y ayudarle por el momento, a cambio le pensaba echar una mano a recordar su pasado y eso le hizo alzar una ceja y tomar muchísimo más interés en aquella conversación, estaba claro que ese pirata sabía jugar bien sus cartas. El lobo negro estiró la mano cogiendo ahora lo que parecía ser una gamba y empezando a pelarla despacio, el capullo sabía elegir bien lo que estaba bueno de verdad. Una vez se la hubo comido terminó de escuchar las palabras de aquel hombre y enseguida se relamió despacio para acto seguido contestarle. – Realmente es interesante, me gustaría saber si tengo alguien a quien proteger o familia pero no creo que sepas algo, si es así dímelo. – Ahora se puso en pie para después abrir sus ojos algo más y sonreír de lado al hombre que tenía frente a sus ojos.
Notaba un poder inmenso en él cada vez que activaba su mantra, como si no fuese solo una persona y dentro tuviese algo, aquello no le intimidaba, es más empezaba a ser excitante la idea de luchar contra él. Últimamente tenía pensamientos violentos y no se los sacaba de la cabeza, por ello negó varias veces algo confuso para después suspirar. – Muy bien, si me aceptas viajaré contigo entonces. Tengo conocimiento médicos y puedo forjar armas, además entiendo de motores y esas cosas, pero lo mejor es que no permitiré que nadie toque a tu banda ni a ti. No necesito verte luchar para saber que eres poderoso, pero si eres mi compañero te defenderé de cualquier peligro, ahora sí, si no me dejan dormir tomaré medidas. – Lo último pareció lo más serio de todo, el lobo negro adoraba dormir, era un momento increíblemente cómodo y hermoso que no podía desaprovecharse de ninguna manera. – ¿Qué deseas que hagamos ahora? Supongo que eres de esos tipos a los que les gusta la diversión. – Añadió ahora mostrando una sonrisa ladeada, la cual dejó ver uno de sus colmillos que sobresalió de forma un poco exagerada.
Le estaba invitando a ir con él en su barco y ayudarle por el momento, a cambio le pensaba echar una mano a recordar su pasado y eso le hizo alzar una ceja y tomar muchísimo más interés en aquella conversación, estaba claro que ese pirata sabía jugar bien sus cartas. El lobo negro estiró la mano cogiendo ahora lo que parecía ser una gamba y empezando a pelarla despacio, el capullo sabía elegir bien lo que estaba bueno de verdad. Una vez se la hubo comido terminó de escuchar las palabras de aquel hombre y enseguida se relamió despacio para acto seguido contestarle. – Realmente es interesante, me gustaría saber si tengo alguien a quien proteger o familia pero no creo que sepas algo, si es así dímelo. – Ahora se puso en pie para después abrir sus ojos algo más y sonreír de lado al hombre que tenía frente a sus ojos.
Notaba un poder inmenso en él cada vez que activaba su mantra, como si no fuese solo una persona y dentro tuviese algo, aquello no le intimidaba, es más empezaba a ser excitante la idea de luchar contra él. Últimamente tenía pensamientos violentos y no se los sacaba de la cabeza, por ello negó varias veces algo confuso para después suspirar. – Muy bien, si me aceptas viajaré contigo entonces. Tengo conocimiento médicos y puedo forjar armas, además entiendo de motores y esas cosas, pero lo mejor es que no permitiré que nadie toque a tu banda ni a ti. No necesito verte luchar para saber que eres poderoso, pero si eres mi compañero te defenderé de cualquier peligro, ahora sí, si no me dejan dormir tomaré medidas. – Lo último pareció lo más serio de todo, el lobo negro adoraba dormir, era un momento increíblemente cómodo y hermoso que no podía desaprovecharse de ninguna manera. – ¿Qué deseas que hagamos ahora? Supongo que eres de esos tipos a los que les gusta la diversión. – Añadió ahora mostrando una sonrisa ladeada, la cual dejó ver uno de sus colmillos que sobresalió de forma un poco exagerada.
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Émile ya no contuvo su sonrisa. Aquello no podría estar saliéndole más redondo. Había conseguido a un posible futuro miembro para su banda, y por ahora viajaría con ellos al módico precio de no interrumpirle mientras dormía. ¿Podía pedir más? "Dos Pecados, un arma legendaria y un aliado en tres días. Realmente soy un hombre afortunado." ¿Estaría su padre velando por él desde el otro mundo? Desde luego eso explicaría muchas cosas. Pero en fin, no era el momento de pensar en aquella clase de cosas. Tenía un nuevo compañero al que atender. Cogió otro de los canapés y se lo comió, tras lo cuál dio un trago al zumo. Ya no le sabía mal, ahora que se había quitado el sabor al vino de la boca, aunque seguía un poco raro al tomarlo con aquellas cosas.
- Por desgracia desconozco si tienes familia. Si la tenías, la ocultaste al mundo, como es lo lógico. Tenías bastantes enemigos y la habrían intentando exterminar - sentenció el pirata.
Sobre qué hacer en aquel momento... la verdad es que no se había planteado nada, a parte de seguir vagueando en el salón y disfrutar de los lujos de la vida de pirata poderoso. Por otro lado, tal vez fuera un buen momento para poner a Kedra a prueba y comprobar cómo de poderoso era realmente. Así de paso podría desoxidarse un poco y entrenar, pues la pelea contra Kenneth no le había servido ni para empezar a calentar.
- Bueno, si tantas ganas tienes de acción podemos salir fuera y entrenarnos un rato. No me vendría mal un poco de ejercicio, llevo unos días un poco pausados.
Mientras decía eso, se levantó y cogió dos pistolas con fundas que se enganchó al cinturón. Estas fundas eran de cuero negro y tenían un pentáculo rojo cada una. Las pistolas eran iguales salvo en el color: una era negra con símbolos tribales dorados y la otra era blanca con los mismos símbolos en rojo oscuro. Por un momento se planteó estrenar a Averno y Estigia, pero quería entrenar, no matar a Kedra. Aquellas pistolas debían ser reservadas para un combate real... eran demasiado poderosas.
- Por desgracia desconozco si tienes familia. Si la tenías, la ocultaste al mundo, como es lo lógico. Tenías bastantes enemigos y la habrían intentando exterminar - sentenció el pirata.
Sobre qué hacer en aquel momento... la verdad es que no se había planteado nada, a parte de seguir vagueando en el salón y disfrutar de los lujos de la vida de pirata poderoso. Por otro lado, tal vez fuera un buen momento para poner a Kedra a prueba y comprobar cómo de poderoso era realmente. Así de paso podría desoxidarse un poco y entrenar, pues la pelea contra Kenneth no le había servido ni para empezar a calentar.
- Bueno, si tantas ganas tienes de acción podemos salir fuera y entrenarnos un rato. No me vendría mal un poco de ejercicio, llevo unos días un poco pausados.
Mientras decía eso, se levantó y cogió dos pistolas con fundas que se enganchó al cinturón. Estas fundas eran de cuero negro y tenían un pentáculo rojo cada una. Las pistolas eran iguales salvo en el color: una era negra con símbolos tribales dorados y la otra era blanca con los mismos símbolos en rojo oscuro. Por un momento se planteó estrenar a Averno y Estigia, pero quería entrenar, no matar a Kedra. Aquellas pistolas debían ser reservadas para un combate real... eran demasiado poderosas.
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Al parecer no se sabía nada acerca de los contactos más íntimos del luchador, era normal al fin y al cabo, pero ahora venía la parte entretenida pues aceptó la idea de moverse y divertirse y para ello el mejor modo era luchar. A continuación salieron a aquella pradera junto al acantilado y se alejaron un poco de la casa para que esta no sufriera daños como era normal, en ese momento el lobo negro sonrió de lado. – Creo que me tomaré el lujo de atacar primero. – Dijo ahora en voz alta mientras se relamía y mostraba una sonrisa intensa ahora, sus dientes afilados eran temibles y su expresión era muy distinta a la anterior, estaba deseando tener un pequeño combate con un conquistador de los mares. Era una oportunidad única para estrenar sus nuevas habilidades.
Sin pensárselo mucho empezó a cambiar de forma pues para tener que luchar contra ese chico iba a tener que empezar fuerte desde el principio. Un aura blanca empezó a rodearlo de repente y sus dorados ojos cambiaron ahora a un tono rojo como la sangre. – ¡Mayin Okami! – Mencionó ahora mientras su poder aumentaba un poco, especialmente la velocidad ya que en aquella forma podía alcanzar velocidades difíciles de seguir. Analizó a su enemigo despacio, no parecía muy musculoso y eso quizás podía darle cierta ventaja, iba a atacar en la zona más frágil en temas de lucha, el estómago. Si conseguía darle varios golpes con fuerza quizás logrará hacerle un daño suficiente como para que quisiera detener la pelea, cosa que el lobo dejaría. – ¡Shinu! – Gritó ahora el cadejo con fuerza mientras sus brazos tomaban un color negro metálico dando a entender que había activado su haki armadura (Nvl2)
Sin pensarlo más, salió disparado a aquella endiablada velocidad rumbo a su oponente, su objetivo era echar durante el viaje el puño derecho hacia atrás y al llegar al tirador tratar de golpearle con toda su fuerza en el centro del estómago. Aquel ataque iba imbuido en energía destructiva, si conseguía impactar lo más mínimo desencadenaría una onda destructiva que se desplazaría a seis metros a la redonda y por lo tanto agrietando el suelo de ese espacio. Tras haber atacado, hubiese impactado o no, se quedaría a corta distancia tratando de mirar al chico a los ojos con una sonrisa algo sádica. – ¡Esto se pone divertido! – Sus palabras iban llenas de emoción, se notaba que estaba disfrutando y el combate no había hecho más que comenzar.
Sin pensárselo mucho empezó a cambiar de forma pues para tener que luchar contra ese chico iba a tener que empezar fuerte desde el principio. Un aura blanca empezó a rodearlo de repente y sus dorados ojos cambiaron ahora a un tono rojo como la sangre. – ¡Mayin Okami! – Mencionó ahora mientras su poder aumentaba un poco, especialmente la velocidad ya que en aquella forma podía alcanzar velocidades difíciles de seguir. Analizó a su enemigo despacio, no parecía muy musculoso y eso quizás podía darle cierta ventaja, iba a atacar en la zona más frágil en temas de lucha, el estómago. Si conseguía darle varios golpes con fuerza quizás logrará hacerle un daño suficiente como para que quisiera detener la pelea, cosa que el lobo dejaría. – ¡Shinu! – Gritó ahora el cadejo con fuerza mientras sus brazos tomaban un color negro metálico dando a entender que había activado su haki armadura (Nvl2)
Sin pensarlo más, salió disparado a aquella endiablada velocidad rumbo a su oponente, su objetivo era echar durante el viaje el puño derecho hacia atrás y al llegar al tirador tratar de golpearle con toda su fuerza en el centro del estómago. Aquel ataque iba imbuido en energía destructiva, si conseguía impactar lo más mínimo desencadenaría una onda destructiva que se desplazaría a seis metros a la redonda y por lo tanto agrietando el suelo de ese espacio. Tras haber atacado, hubiese impactado o no, se quedaría a corta distancia tratando de mirar al chico a los ojos con una sonrisa algo sádica. – ¡Esto se pone divertido! – Sus palabras iban llenas de emoción, se notaba que estaba disfrutando y el combate no había hecho más que comenzar.
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Con una sonrisa, se desabotonó la camisa y se quitó la corbata, tirando ambas prendas a uno de los piratas. Junto a la casa había todo un grupo de curiosos observando, entre ellos varios de sus oficiales. Con el torso desnudo, Émile mostraba un cuerpo delgado pero atlético, de músculos fuertes. Podía estar especializado en el combate a distancia, pero no había descuidado el cuerpo a cuerpo. No por nada había sido entrenado por un monje del Sokudan. Viendo los cambios en el cuerpo y aspecto de Kedra, decidió que aquel no iba a ser un combate sencillo. Podía ver con su mantra que el joven era más débil que él, pero la diferencia era lo suficientemente pequeña como para que pudiera llegar a hacerle mucho daño si se descuidaba. Émile cerró los ojos y entonó una plegaria silenciosa: "Maestro, otórgame tu fuerza." De repente un pentáculo rojo se dibujó en la frente del pirata, al tiempo que dos enormes alas negras surgían a su espalda. Cuando abrió sus ojos de nuevo, estos se habían vuelto rojos.
- Por eso me llaman Kuro no Tenshi. Y ahora verás por qué todos me temen.
Mientras el joven cargaba, Émile tuvo una breve visión de una potente explosión frente a él. Su mantra le había alertado: aquello no era un golpe normal. Tomando precauciones, se cubrió cruzando ambas alas frente a su cuerpo y recubriéndolas con su haki de armadura. Las plumas pasaron de negro azabache a negro metálico, dándole un aspecto extraño. Aun a pesar de su defensa, el golpe fue tan brutal que salió disparado varios metros hacia atrás, y los huesos de sus alas partieron con un sonido poco agradable. Con un gruñido de dolor, Émile las dobló tras su espalda, dio varias piruetas y cayó agazapado, resoplando. Se levantó, con sus ojos brillando y una expresión cruel y dijo:
- Me toca...
Comenzó a correr a una velocidad sorprendente, al tiempo que todo su torso se recubría con haki armadura. ¿Su estrategia? Ninguna. Una simple demostración de poder puro, con la que avasallar a la Pesadilla y demostrarle su poder. Con un salvaje grito, cargó su puño derecho y le lanzó un puñetazo al pecho. No fue un gran golpe, si bien era lo bastante fuerte como para matar a una persona normal si daba en la cabeza, pero le faltaba técnica. Pero eso no era lo importante. Al tiempo que golpeaba, el puño comenzó a brillar en verde, y al golpear (diese a Kedra o al aire) liberaría un estallido de energía demoníaca. Al no ser física, no empujaría ni dañaría a Kedra, pero dañaría a su cuerpo quemando su energía vital. A continuación, aprovechando el posible factor sorpresa de la onda, lanzaría un gancho ascendente en dirección a su mentón. En su forma de Luzbel, la actual, y con el Pacto Demoníaco activo era bastante más fuerte, ágil y veloz de lo normal, así que no sería moco de pavo incluso no siendo luchador.
- ¡Diabolic Iron Fist!
- Por eso me llaman Kuro no Tenshi. Y ahora verás por qué todos me temen.
Mientras el joven cargaba, Émile tuvo una breve visión de una potente explosión frente a él. Su mantra le había alertado: aquello no era un golpe normal. Tomando precauciones, se cubrió cruzando ambas alas frente a su cuerpo y recubriéndolas con su haki de armadura. Las plumas pasaron de negro azabache a negro metálico, dándole un aspecto extraño. Aun a pesar de su defensa, el golpe fue tan brutal que salió disparado varios metros hacia atrás, y los huesos de sus alas partieron con un sonido poco agradable. Con un gruñido de dolor, Émile las dobló tras su espalda, dio varias piruetas y cayó agazapado, resoplando. Se levantó, con sus ojos brillando y una expresión cruel y dijo:
- Me toca...
Comenzó a correr a una velocidad sorprendente, al tiempo que todo su torso se recubría con haki armadura. ¿Su estrategia? Ninguna. Una simple demostración de poder puro, con la que avasallar a la Pesadilla y demostrarle su poder. Con un salvaje grito, cargó su puño derecho y le lanzó un puñetazo al pecho. No fue un gran golpe, si bien era lo bastante fuerte como para matar a una persona normal si daba en la cabeza, pero le faltaba técnica. Pero eso no era lo importante. Al tiempo que golpeaba, el puño comenzó a brillar en verde, y al golpear (diese a Kedra o al aire) liberaría un estallido de energía demoníaca. Al no ser física, no empujaría ni dañaría a Kedra, pero dañaría a su cuerpo quemando su energía vital. A continuación, aprovechando el posible factor sorpresa de la onda, lanzaría un gancho ascendente en dirección a su mentón. En su forma de Luzbel, la actual, y con el Pacto Demoníaco activo era bastante más fuerte, ágil y veloz de lo normal, así que no sería moco de pavo incluso no siendo luchador.
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Su golpe impactó con la onda de destrucción, haciendo que su oponente cayera contra el suelo, cosa que le hizo sonreír de lado, no todos los días uno conseguía golpear a un conquistador. Eso le motivó bastante y por ello se centró en el combate, lo que no le gustaba es que hubiese curiosos allí mirando y eso provocó un leve gruñido del cadejo. La sensación de un combate solitario le gustaba pero nunca tener público, siempre sentía que cuando luchaba con alguien cerca iba a ser atacado por más de una persona, era una manía que se le había metido ya. Ahora decidió tratar de ignorarlos y centrarse en la pelea que estaba teniendo con aquel chico de cabellos castaños y el cuál desprendía un poder impresionante, seguramente estaban a niveles muy distintos, él por el momento no podía vencer, pero por el contrario si podía darle guerra.
El lobo negro observaba las alas de aquel chico, eran increíbles y por un momento le vino a la mente lo maravilloso que debía de ser volar, debía de inventar alguna técnica para lograrlo pues debía de ser una ventaja bastante buena. Ahora pudo ver como su adversario corría hacia él y lo primero que hizo fue imbuirse en haki totalmente, además el tatuaje de su pecho empezó a extenderse a buena velocidad para darle más dureza. Cuando el puño del pistolero fue hacia su pecho, él se frenó apretando los pectorales para pararlo, cosa que hizo pues no notó daño físico, no pasaron ni dos segundos cuando notó un dolor intenso dentro del cuerpo, no pudo evitar escupir sangre a un lado. Notó una sensación extraña de cansancio y ahora soltó un leve jadeo cerrando el ojo derecho.
No se esperó el golpe pero por suerte su Yami Moon se había extendido hasta la cara haciendo una buena defensa que al menos parará una parte del puñetazo, de milagro no se mordió la lengua y dio un paso hacia atrás soltando un gruñido de dolor. El chico era bastante fuerte y eso solo significaba que el lobo negro debía usar su fuerza totalmente para darle algo de caña, ahora soltó una pequeña risa. – Te demostraré parte de mi poder… – Dicho aquello soltó un enorme rugido más propio de una bestia que de un humano, sus ojos se volvieron más rojizos aún, su tamaño creció hasta los cuatro metros y por si fuera poco su musculatura aumentó. Un enorme hombre lobo estaba frente a él, su tamaño era imponente y resultaba poco comparado con lo que iba a pasar. – ¡Berserker nivel cuatro! – Su tamaño volvió a elevarse dejándolo ahora en cinco metros, su pelaje tenía una pigmentación oscura pero con toques rojizos y sus ojos perdieron la pupila, cogió un aumento de fuerza considerable ahora. Además activó el primer alzamiento del camino Norte y sus pupilas brillaron en un tono azulado mientras su cuerpo se llenaba de marcas negras, había duplicado su fuerza, su tatuaje se extendió del todo dejando libre solo los ojos.
Echó su puño hacia atrás y este empezó a brillar en un tono rojo intenso, alrededor de este se formó el aura de un dragón, a continuación el cadejo soltó un rugido mayor al anterior y se lanzó por el pirata. Trató de impactar un poderoso puñetazo en el rostro del conquistador, si le daba liberaría una onda de choque en toda su cara gracias al Soul Dragón. Una vez lo hiciera le diese o no, correría tras él e intentaría impactarle una poderosa patada en todo el pecho con intención de provocar un enorme dolor, acto seguido rugiría con fuerza y esperaría el turno de su adversario. Desde que empezó con su combinación había estado imbuido en haki armadura todo el tiempo, sin embargo se sentía dolorido internamente, como si además le costase respirar de alguna forma.
El lobo negro observaba las alas de aquel chico, eran increíbles y por un momento le vino a la mente lo maravilloso que debía de ser volar, debía de inventar alguna técnica para lograrlo pues debía de ser una ventaja bastante buena. Ahora pudo ver como su adversario corría hacia él y lo primero que hizo fue imbuirse en haki totalmente, además el tatuaje de su pecho empezó a extenderse a buena velocidad para darle más dureza. Cuando el puño del pistolero fue hacia su pecho, él se frenó apretando los pectorales para pararlo, cosa que hizo pues no notó daño físico, no pasaron ni dos segundos cuando notó un dolor intenso dentro del cuerpo, no pudo evitar escupir sangre a un lado. Notó una sensación extraña de cansancio y ahora soltó un leve jadeo cerrando el ojo derecho.
No se esperó el golpe pero por suerte su Yami Moon se había extendido hasta la cara haciendo una buena defensa que al menos parará una parte del puñetazo, de milagro no se mordió la lengua y dio un paso hacia atrás soltando un gruñido de dolor. El chico era bastante fuerte y eso solo significaba que el lobo negro debía usar su fuerza totalmente para darle algo de caña, ahora soltó una pequeña risa. – Te demostraré parte de mi poder… – Dicho aquello soltó un enorme rugido más propio de una bestia que de un humano, sus ojos se volvieron más rojizos aún, su tamaño creció hasta los cuatro metros y por si fuera poco su musculatura aumentó. Un enorme hombre lobo estaba frente a él, su tamaño era imponente y resultaba poco comparado con lo que iba a pasar. – ¡Berserker nivel cuatro! – Su tamaño volvió a elevarse dejándolo ahora en cinco metros, su pelaje tenía una pigmentación oscura pero con toques rojizos y sus ojos perdieron la pupila, cogió un aumento de fuerza considerable ahora. Además activó el primer alzamiento del camino Norte y sus pupilas brillaron en un tono azulado mientras su cuerpo se llenaba de marcas negras, había duplicado su fuerza, su tatuaje se extendió del todo dejando libre solo los ojos.
Echó su puño hacia atrás y este empezó a brillar en un tono rojo intenso, alrededor de este se formó el aura de un dragón, a continuación el cadejo soltó un rugido mayor al anterior y se lanzó por el pirata. Trató de impactar un poderoso puñetazo en el rostro del conquistador, si le daba liberaría una onda de choque en toda su cara gracias al Soul Dragón. Una vez lo hiciera le diese o no, correría tras él e intentaría impactarle una poderosa patada en todo el pecho con intención de provocar un enorme dolor, acto seguido rugiría con fuerza y esperaría el turno de su adversario. Desde que empezó con su combinación había estado imbuido en haki armadura todo el tiempo, sin embargo se sentía dolorido internamente, como si además le costase respirar de alguna forma.
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Su táctica había funcionado, pero bastante peor de lo que se esperaba. Kedra era muy robusto, tanto que encajó sin despeinarse el puñetazo a pecho descubierto, y que el derechazo al mentón tan sólo le hizo retroceder un paso. De hecho, ahora le escocían los nudillos a él de lo duro que estaba el cuerpo del luchador. Con una mueca de dolor, retrocedió de un salto. Sabiendo que era un combatiente cuerpo a cuerpo, quedarse tan cerca de él era una idea cuanto menos estúpida. Observó al otro con interés, viendo cómo parte de su cuerpo se había vuelto negro, ¿qué sería eso? Posiblemente la razón de que siguiese en pie aun después de un gancho ascendente que hubiese bastado para noquear a gente bastante poderosa. Las palabras del otro no fueron pronunciadas con su voz normal, si no que fue una a medio camino entre una humana y un rugido.
- Ya veo por qué te llaman pesadilla - dijo, entrecerrando los ojos.
El ser había crecido hasta convertirse en un monstruoso híbrido entre cánido y humano, más del doble de alto que el propio Émile, mucho más corpulento y de un aspecto bestial, salvaje y terrorífico. Parecía un ser salido de las peores historias de terror. Pesadilla era definitivamente un nombre que encajaba muy bien con Kedra. "Tendré que sacar la artillería pesada" pensó, desenfundando sus pistolas. Viendo la intención de cargar de su rival, apuntó hacia el frente con ambas armas y canalizó su energía hacia estas, al tiempo que apretaba los gatillos:
- ¡Powered Propulsion!
Un estallido de llamas salió de sus armas, y Émile comenzó a "volar" a ras de suelo de espaldas. Sus pistolas se habían convertido en pequeños propulsores. Tras alejarse varios metros, se paró con un derrape y apuntó a la inmensa bestia que se le venía encima. Si no lograba frenarla antes de que llegase hasta él, el siguiente golpe le iba a doler de verdad. Parecía que Kedra no se había ganado la reputación por nada... era un auténtico monstruo. Concentró tanto energía normal como demoníaca en sus armas, y entonces volvió a disparar. Esta vez fueron dos disparos que avanzaron hacia Kedra a la velocidad del sonido. En cuanto le impactaran, generaría una explosión de cinco metros de radio cargada de energía demoníaca. Era su letal Cannon Mode, pero con una versión de menos potencia. El Cannon Mode a máximo potencial y a tan poca distancia hubiese hecho volar en pedazos a Kedra, a su tripulación, la casa y a él mismo.
- ¡Diabolic Mini Cannon!
- Ya veo por qué te llaman pesadilla - dijo, entrecerrando los ojos.
El ser había crecido hasta convertirse en un monstruoso híbrido entre cánido y humano, más del doble de alto que el propio Émile, mucho más corpulento y de un aspecto bestial, salvaje y terrorífico. Parecía un ser salido de las peores historias de terror. Pesadilla era definitivamente un nombre que encajaba muy bien con Kedra. "Tendré que sacar la artillería pesada" pensó, desenfundando sus pistolas. Viendo la intención de cargar de su rival, apuntó hacia el frente con ambas armas y canalizó su energía hacia estas, al tiempo que apretaba los gatillos:
- ¡Powered Propulsion!
Un estallido de llamas salió de sus armas, y Émile comenzó a "volar" a ras de suelo de espaldas. Sus pistolas se habían convertido en pequeños propulsores. Tras alejarse varios metros, se paró con un derrape y apuntó a la inmensa bestia que se le venía encima. Si no lograba frenarla antes de que llegase hasta él, el siguiente golpe le iba a doler de verdad. Parecía que Kedra no se había ganado la reputación por nada... era un auténtico monstruo. Concentró tanto energía normal como demoníaca en sus armas, y entonces volvió a disparar. Esta vez fueron dos disparos que avanzaron hacia Kedra a la velocidad del sonido. En cuanto le impactaran, generaría una explosión de cinco metros de radio cargada de energía demoníaca. Era su letal Cannon Mode, pero con una versión de menos potencia. El Cannon Mode a máximo potencial y a tan poca distancia hubiese hecho volar en pedazos a Kedra, a su tripulación, la casa y a él mismo.
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El enorme lobo corría hacia el pirata sonriendo de lado dispuesto a lanzar aquel terrible golpe. Sin embargo cuando lo vio empezar a retroceder entendió que iba a tener que tomar mucha más velocidad si quería impactarle. En ese momento observó como su oponente le apuntaba con sus armas de fuego, lo que provocó que el cadejo frunciera un poco el ceño y comenzara a moverse en zigzag. Cuando estaba a punto de llegar hasta su presa notó un poderoso impacto en el hombro izquierdo, tan doloroso que tuvo que frenarse en seco y soltar un enorme grito de dolor. No solo había pasado eso, sin entender nada salió volando por los aires hasta caer contra el suelo. El disparó le había hecho una herida impresionante en la zona dañada, además había traspasado la carne totalmente, cosa que hizo que Kedra quedara tendido en el suelo con los ojos cerrados.
Tenía quemaduras por todo el torso y parte de la espalda debido a la explosión que había surgido de aquel proyectil que ni siquiera alcanzó a ver. Émile era un autentico demonio y su habilidad era legendaria, estaba claro que ese tipo podía eliminar incluso a un almirante si se lo proponía. El luchador no se levantaba del suelo, era como si hubiese quedado inconsciente al no haber podido resistir semejante ataque, por si fuera poco notaba como parte de su energía le había abandonado. A su mente empezaron a llegar extraños recuerdos entre los que se encontraban las dulces palabras de una asesina de mirada salvaje y melena azulada. Algunos momentos como risas con Dexter y combates contra tipos de su antigua tripulación le hacían temblar un poco. El líquido carmesí no paraba de salir de su extremidad y fue cuando el castaño comenzó a ponerse en pie muy despacio, su puño se imbuyó ahora en unas llamas doradas que parecían desprender algo de calor. El lobo se golpeó así mismo en la zona herida pero sin emitir ningún tipo de sonido, al menos consiguió cortar la hemorragia quemándose con aquella habilidad.
Los ojos del luchador estaban totalmente cerrados y parecía estar a punto de caer al suelo, de hecho otro ataque como el anterior y no podría ni siquiera moverse. Pasaron unos momentos más hasta que algo raro empezó a suceder. El humo del cadejo negro salió de su cuerpo de una forma bastante exagerada, su forma de cinco metros resultaba intimidante pero ahora estaba a punto de serla mucho más. El pirata abrió los ojos mostrando un tono rojizo en lugar de azulado en sus pupilas para acto seguido empezar soltar unos leves sollozos. Estuvo así unos instantes hasta que por fin elevó el tono y mostró la diabólica realidad. Una inmensa carcajada que no tenía fin y hacía parecer a su dueño un jodido loco. – ¡Hahahahahaha! ¡Hahahahahaha! ¡Hahahahaha! ¡Hola Émile! – Las últimas palabras las había dicho con un tono divertido y sádico. Los recuerdos habían sido devueltos a su portador, ahora el autentico diablo estaba allí, Kedra había recuperado su memoria. Pese a todo le interesaba viajar con aquel conquistador pues era mejor que estar solo y además se había portado bastante bien con él.
Trató de aguantar el inmenso dolor que ahora acosaba a su hombro izquierdo. Colocó su mano derecha sobre el suelo y en ese momento empezaron a formarse dos cánidos negros de ojos rojizos. Los dos animales rugieron mirando al chico demonio, el lobo por su parte se quedó mirando a los cotillas que observaban la pelea y sin importarles el nivel de poder elevado que tenían, les dejó claras las cosas. – ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡Me molestan vuestras miradas! – A continuación dirigió sus rojizos ojos hacia el propio capitán de la banda de bucaneros. – Te invito a que compruebes la diferencia de antes a ahora, capitán. – Una vez hubo dicho aquellas palabras empezó a hacer aparecer de nuevo las marcas negras en su cuerpo y sus pupilas tomaron aquel extraño tono azulado. Sin pleno aviso empezó a mover el brazo derecho de un lado a otro acumulando la última chispa de energía que le quedaba, su técnica definitiva en esa forma.
Activó el Mayin Okami para ir a toda la velocidad posible, debido a su forma híbrida podía alcanzar la velocidad del Soru fácilmente. Trató de acercarse al conquistador moviéndose de un lado a otro para no recibir un tiro como el anterior. Una vez se asegurará de estar lo suficientemente cerca lanzaría un terrible puñetazo al aire, ondulándolo y formando una terrible onda cortante. Dicho ataque tenía la forma de un perro negro con cuernos que mostraba toda la esencia de la pesadilla, además de estar imbuida en haki armadura, llevaba las últimas energías del luchador. Una vez la hubiese lanzado, diera o no en su objetivo saltaría hacia atrás y volvería a la forma humana emitiendo una ladeada sonrisa un poco siniestra. – No estoy en estado de seguir combatiendo pero admito que ha sido divertido, capitán. Por el momento puedes contar con mis servicios, lo de despertarme mientras duermo sigue en pie, a no ser que sea para un combate tan intenso como el de este. – Dicho eso se cruzó de brazos y se relamió despacio, dejando ver una mirada que mostraba al autentico Kedra ¿Qué pensaría ahora el ángel negro?
Tenía quemaduras por todo el torso y parte de la espalda debido a la explosión que había surgido de aquel proyectil que ni siquiera alcanzó a ver. Émile era un autentico demonio y su habilidad era legendaria, estaba claro que ese tipo podía eliminar incluso a un almirante si se lo proponía. El luchador no se levantaba del suelo, era como si hubiese quedado inconsciente al no haber podido resistir semejante ataque, por si fuera poco notaba como parte de su energía le había abandonado. A su mente empezaron a llegar extraños recuerdos entre los que se encontraban las dulces palabras de una asesina de mirada salvaje y melena azulada. Algunos momentos como risas con Dexter y combates contra tipos de su antigua tripulación le hacían temblar un poco. El líquido carmesí no paraba de salir de su extremidad y fue cuando el castaño comenzó a ponerse en pie muy despacio, su puño se imbuyó ahora en unas llamas doradas que parecían desprender algo de calor. El lobo se golpeó así mismo en la zona herida pero sin emitir ningún tipo de sonido, al menos consiguió cortar la hemorragia quemándose con aquella habilidad.
Los ojos del luchador estaban totalmente cerrados y parecía estar a punto de caer al suelo, de hecho otro ataque como el anterior y no podría ni siquiera moverse. Pasaron unos momentos más hasta que algo raro empezó a suceder. El humo del cadejo negro salió de su cuerpo de una forma bastante exagerada, su forma de cinco metros resultaba intimidante pero ahora estaba a punto de serla mucho más. El pirata abrió los ojos mostrando un tono rojizo en lugar de azulado en sus pupilas para acto seguido empezar soltar unos leves sollozos. Estuvo así unos instantes hasta que por fin elevó el tono y mostró la diabólica realidad. Una inmensa carcajada que no tenía fin y hacía parecer a su dueño un jodido loco. – ¡Hahahahahaha! ¡Hahahahahaha! ¡Hahahahaha! ¡Hola Émile! – Las últimas palabras las había dicho con un tono divertido y sádico. Los recuerdos habían sido devueltos a su portador, ahora el autentico diablo estaba allí, Kedra había recuperado su memoria. Pese a todo le interesaba viajar con aquel conquistador pues era mejor que estar solo y además se había portado bastante bien con él.
Trató de aguantar el inmenso dolor que ahora acosaba a su hombro izquierdo. Colocó su mano derecha sobre el suelo y en ese momento empezaron a formarse dos cánidos negros de ojos rojizos. Los dos animales rugieron mirando al chico demonio, el lobo por su parte se quedó mirando a los cotillas que observaban la pelea y sin importarles el nivel de poder elevado que tenían, les dejó claras las cosas. – ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡Me molestan vuestras miradas! – A continuación dirigió sus rojizos ojos hacia el propio capitán de la banda de bucaneros. – Te invito a que compruebes la diferencia de antes a ahora, capitán. – Una vez hubo dicho aquellas palabras empezó a hacer aparecer de nuevo las marcas negras en su cuerpo y sus pupilas tomaron aquel extraño tono azulado. Sin pleno aviso empezó a mover el brazo derecho de un lado a otro acumulando la última chispa de energía que le quedaba, su técnica definitiva en esa forma.
Activó el Mayin Okami para ir a toda la velocidad posible, debido a su forma híbrida podía alcanzar la velocidad del Soru fácilmente. Trató de acercarse al conquistador moviéndose de un lado a otro para no recibir un tiro como el anterior. Una vez se asegurará de estar lo suficientemente cerca lanzaría un terrible puñetazo al aire, ondulándolo y formando una terrible onda cortante. Dicho ataque tenía la forma de un perro negro con cuernos que mostraba toda la esencia de la pesadilla, además de estar imbuida en haki armadura, llevaba las últimas energías del luchador. Una vez la hubiese lanzado, diera o no en su objetivo saltaría hacia atrás y volvería a la forma humana emitiendo una ladeada sonrisa un poco siniestra. – No estoy en estado de seguir combatiendo pero admito que ha sido divertido, capitán. Por el momento puedes contar con mis servicios, lo de despertarme mientras duermo sigue en pie, a no ser que sea para un combate tan intenso como el de este. – Dicho eso se cruzó de brazos y se relamió despacio, dejando ver una mirada que mostraba al autentico Kedra ¿Qué pensaría ahora el ángel negro?
Lion D. Émile
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Émile observó con cierta frialdad al gigantesco ser. Había sido mucho más fácil de lo que esperaba. Ni siquiera había necesitado activar todo su poder. Aunque claro, ni siquiera un Señor de la Caza había sobrevivido a aquel golpe. Con cierta decepción, enfundó sus pistolas y observó el cuerpo inmóvil de Kedra, de brazos cruzados. Este comenzó a levantarse con ciertas dificultades, tras lo cuál se golpeó el hombro con el puño al tiempo que había un destello dorado. El olor a carne quemada llegó hasta el pirata. "Así que cauterizándose la herida. Bueno, no está mal." A continuación empezó a... ¿sollozar? Aquello empezaba a parecer patético. El capitán estaba perdiendo la paciencia, y estaba a punto de darse la vuelta e irse cuando de repente escuchó una poderosa carcajada. Extraño... decidió quedarse mirando algo más, a ver si la Pesadilla aun podía sorprenderle, aunque de momento había logrado que le perdiera un poco de respeto. Entonces el cadejo comenzó a saludarle como si hiciera tiempo que no le veía. Émile arqueó una ceja. ¿Qué estaba pasando? Activó su Visión Demoníaca llevado por una corazonada, y vio que Kedra había cambiado. Era de un rojo intenso y oscuro, lo cuál sólo evocaba una maldad terrible y profunda.
- Así que has vuelto, viejo zorro... - dijo, con una sonrisa fiera.
El otro parecía dispuesto y aun con fuerza para darle batalla. Eso cambiaba mucho las cosas, parecía que estaba realmente hecho de una pasta más dura de que creía. De repente este le cargó a una velocidad absurda, y viéndose sin tiempo para reaccionar, Émile pasó a su forma completa. Entonces se vio ante un enorme perro negro cornudo de energía. Recubriendo su cuerpo con haki, trató de soportar el embate tan bien como pudo, y cayó varios metros más atrás. Se incorporó de nuevo, con varios dolorosos cortes bastante grandes por todo el cuerpo. De no haber sido quien era, el golpe lo habría partido en pedazos. Sin embargo, no era tan fácil cortar el cuerpo de un demonio... no sin recurrir a la plata o el hierro frío. El capitán volvió a su forma de Luzbel, y una luz dorada envolvió su cuerpo al tiempo que sus heridas comenzaban a cerrarse lentamente.
- Tu reputación no te hace honra. Eres incluso más duro de lo que dicen - sonrió - Será un placer tenerte en la banda, y bienvenido al mundo real de nuevo, Kedra.
Manteniendo su malévola sonrisa, comenzó a acercarse a la casa a paso lento. Tenía que terminar de cerrar sus heridas con su poder, y a continuación se daría una ducha para quitarse la sangre. Con Kedra a su lado sería imparable... ahora sólo tenía que convertirlo en uno de sus Pecados. Sólo le faltaba encontrarle el apropiado.
- Así que has vuelto, viejo zorro... - dijo, con una sonrisa fiera.
El otro parecía dispuesto y aun con fuerza para darle batalla. Eso cambiaba mucho las cosas, parecía que estaba realmente hecho de una pasta más dura de que creía. De repente este le cargó a una velocidad absurda, y viéndose sin tiempo para reaccionar, Émile pasó a su forma completa. Entonces se vio ante un enorme perro negro cornudo de energía. Recubriendo su cuerpo con haki, trató de soportar el embate tan bien como pudo, y cayó varios metros más atrás. Se incorporó de nuevo, con varios dolorosos cortes bastante grandes por todo el cuerpo. De no haber sido quien era, el golpe lo habría partido en pedazos. Sin embargo, no era tan fácil cortar el cuerpo de un demonio... no sin recurrir a la plata o el hierro frío. El capitán volvió a su forma de Luzbel, y una luz dorada envolvió su cuerpo al tiempo que sus heridas comenzaban a cerrarse lentamente.
- Tu reputación no te hace honra. Eres incluso más duro de lo que dicen - sonrió - Será un placer tenerte en la banda, y bienvenido al mundo real de nuevo, Kedra.
Manteniendo su malévola sonrisa, comenzó a acercarse a la casa a paso lento. Tenía que terminar de cerrar sus heridas con su poder, y a continuación se daría una ducha para quitarse la sangre. Con Kedra a su lado sería imparable... ahora sólo tenía que convertirlo en uno de sus Pecados. Sólo le faltaba encontrarle el apropiado.
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