Zadeki
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Akuma no mi
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Mi cuerpo no paraba de temblar y mis dientes castañeaban sin control. La idea de viajar a la isla Gelum ahora no parecía tan buena como hace algunos días.
- Al menos la nieve es más linda de lo que imaginaba. –una ventisca sacudió mi larga cabellera y heló mi cuerpo aún más.- Pero el frio en ese sitio es horrible. –me crucé de brazos en un intento de mantener mi calor corporal.
Caminé entre la nieve, pero mi avance era pausado a causa de los pequeños espasmos en mi cuerpo a causa de las bajas temperaturas. Esta manera tan peculiar de andar me delató de inmediato como un extranjero, además de sacarle una o dos rizas a quienes me veían.
- Calor, necesito calor. –me quejé conmigo mismo mientras intentaba encontrar con la mirada cualquier tipo de establecimiento que sirviera como refugio contra el frío.
Después de unos minutos de tortura, el sonido de las risas llamó mi atención hacia un edificio con un cartel que ponía “El agujero del cerdote”
- Parece que lo están pasando bien ahí adentro.
Sin pensarlo dos veces entré en el lugar y de inmediato el calor emitido por los clientes fue agradecido por mi cuerpo. Debido al placer que sentía por haber escapado de los vientos fríos de la isla, no me percaté de las miradas que algunos de los hombres me lanzaron al entrar.
Aún con algo de dificultad caminé hasta acercarme a un asiento vacío en la barra.
El hombre detrás de esta me miró con duda, pues era el único cliente que a sus ojos debería ser solo un mocoso. Antes de que comenzara a realizar comentarios para que me largara, realicé el pedido de cualquier platillo caliente. Coloqué el dinero sobre la barra y esperé sentado en el banquillo a que mi pedido llegara para poder comer algo.
- Al menos la nieve es más linda de lo que imaginaba. –una ventisca sacudió mi larga cabellera y heló mi cuerpo aún más.- Pero el frio en ese sitio es horrible. –me crucé de brazos en un intento de mantener mi calor corporal.
Caminé entre la nieve, pero mi avance era pausado a causa de los pequeños espasmos en mi cuerpo a causa de las bajas temperaturas. Esta manera tan peculiar de andar me delató de inmediato como un extranjero, además de sacarle una o dos rizas a quienes me veían.
- Calor, necesito calor. –me quejé conmigo mismo mientras intentaba encontrar con la mirada cualquier tipo de establecimiento que sirviera como refugio contra el frío.
Después de unos minutos de tortura, el sonido de las risas llamó mi atención hacia un edificio con un cartel que ponía “El agujero del cerdote”
- Parece que lo están pasando bien ahí adentro.
Sin pensarlo dos veces entré en el lugar y de inmediato el calor emitido por los clientes fue agradecido por mi cuerpo. Debido al placer que sentía por haber escapado de los vientos fríos de la isla, no me percaté de las miradas que algunos de los hombres me lanzaron al entrar.
Aún con algo de dificultad caminé hasta acercarme a un asiento vacío en la barra.
El hombre detrás de esta me miró con duda, pues era el único cliente que a sus ojos debería ser solo un mocoso. Antes de que comenzara a realizar comentarios para que me largara, realicé el pedido de cualquier platillo caliente. Coloqué el dinero sobre la barra y esperé sentado en el banquillo a que mi pedido llegara para poder comer algo.
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El dueño colocó delante de mí un tazón de madera con un estofado que no paraba de emitir vapor. Me acerqué un poco para oler la comida y de inmediato un aroma un poco picante, acompañado del olor a carne llegó a mi nariz.
El hombre se marchó para atender al resto de los clientes que continuaban realizando pedidos de alcohol, así como a los nuevos que recién comenzaban a realizar órdenes.
Aun tiritando a causa del frío comencé a comer con esperanza de entrar en calor. Un sabor picante se extendió por toda mi boca, no era algo exagerado, por el contrario, tras 3 cucharadas el sabor se hacía disfrutable. Quizás de estar acompañado con algunas patatas o un poco de pan sería más disfrutable.
Un sonido estruendoso se escuchó en todo el lugar y llamó la atención de gran parte de los hombres de entre los cuales me incluía. Giré sobre mi asiento mientras sostenía el tazón con unas de mis manos para continuar comiendo.
Un hombre de apariencia corpulento se encontraba de pie con uno de sus brazos flexionado para mostrar sus músculos. Si mirabas bien podrías ver a otro hombre tirado en el piso con expresión de dolor y sosteniendo su hombro, la mesa donde ambos deberían estar sentados se había partido a la mitad.
Mientras el hombre corpulento con un rostro que recordaba a un bulldog celebraba sin modestia el haber ganado en las pulseadas, otro hombre se aproximó al herido para ayudarlo a ponerse de pie. Lo siguiente fue una discusión perfectamente audible pues el bar se había sumido en silencio. Los 2 hombres alegaban que el gordo había hecho trampa y por tanto no se llevaría el dinero de la apuesta, obviamente esto no le pareció nada bien y empujó al hombre que había ayudado al perdedor. El empujón fue lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el equilibrio y caer de espaldas en otra mesa derramando los tarros de cerveza de 4 tipos con cara de pocos amigos.
- Ohh, ¿Cómo terminará esto? –continué comiendo mientras esperaba el desenlace.
El hombre se marchó para atender al resto de los clientes que continuaban realizando pedidos de alcohol, así como a los nuevos que recién comenzaban a realizar órdenes.
Aun tiritando a causa del frío comencé a comer con esperanza de entrar en calor. Un sabor picante se extendió por toda mi boca, no era algo exagerado, por el contrario, tras 3 cucharadas el sabor se hacía disfrutable. Quizás de estar acompañado con algunas patatas o un poco de pan sería más disfrutable.
Un sonido estruendoso se escuchó en todo el lugar y llamó la atención de gran parte de los hombres de entre los cuales me incluía. Giré sobre mi asiento mientras sostenía el tazón con unas de mis manos para continuar comiendo.
Un hombre de apariencia corpulento se encontraba de pie con uno de sus brazos flexionado para mostrar sus músculos. Si mirabas bien podrías ver a otro hombre tirado en el piso con expresión de dolor y sosteniendo su hombro, la mesa donde ambos deberían estar sentados se había partido a la mitad.
Mientras el hombre corpulento con un rostro que recordaba a un bulldog celebraba sin modestia el haber ganado en las pulseadas, otro hombre se aproximó al herido para ayudarlo a ponerse de pie. Lo siguiente fue una discusión perfectamente audible pues el bar se había sumido en silencio. Los 2 hombres alegaban que el gordo había hecho trampa y por tanto no se llevaría el dinero de la apuesta, obviamente esto no le pareció nada bien y empujó al hombre que había ayudado al perdedor. El empujón fue lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el equilibrio y caer de espaldas en otra mesa derramando los tarros de cerveza de 4 tipos con cara de pocos amigos.
- Ohh, ¿Cómo terminará esto? –continué comiendo mientras esperaba el desenlace.
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