-Área de 20 metros de radio.
- Zona del desierto. No tenéis donde ocultaros, en caso de que hubieseis pretendido hacerlo. La temperatura es alta y el aire seco. El suelo está cubierto de arena y han dispuesto ventiladores de gran potencia que podrían activarse causando una tormenta de arena.
- Empieza AEG13
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Bueno, 2 puntos no estaban mal, aunque me parecía poco para haber llevado a cabo con éxito una misión tan peligrosa. Pero si esa era la puntuación que habían decidido otorgarme no me quedaba más remedio que aceptarlo. Así que me dirigí a la zona de combate que me habían asignado. Al entrar en ella pude fijarme en las condiciones de ésta. Unos 20 metros suelo de arena, un calor inhumano y casi sin humedad en el aire. Vamos, un ambiente desértico. Para colmo, vi varios ventiladores en los lados. Si se activaban y creaban un viento capaz de mover la arena podían ser una importante molestia.
En aquel momento, entró mi oponente. Mi asombro fue mayúsculo al comprobar que se trataba de ¡UN ÁRBOL QUE SE MOVÍA Y TENÍA CARA! Para colmo, llevaba una chaqueta con galones de Capitán de la Marina, por lo que imaginaba que sería poderoso. Como, a pesar de ser un combate, no se trataba de matar al otro, sino que simplemente buscaba medir las fuerzas de cada uno, saludé a mi peculiar oponente con una ligera inclinación de cabeza y un:
- Buena suerte, que gane el mejor.
Acto seguido, me quité la chaqueta y la camisa para soportar mejor el calor, activé mi Haki de Observación, y dejé que mi cuerpo cambiase, pasando a medir 2,5 metros y cubriéndose de pelaje de tigre. Mi cabeza pasó a ser la de este animal, y brotaron garras en mi pies y mis manos, cuyas palmas pasaron a estar orientadas hacia fuera.
Al ser un árbol, probablemente mi rival acusara mucho más que yo las condiciones climatológicas, pues se iría secando y perdiendo energía. Por lo tanto, debía hacer lo posible por alargar el combate y tendría ventaja. Además, seguramente debido a su composición sería bastante rígido, por lo que suponía que le costaría bastante girarse y darse la vuelta. Debido a esto, comenzaría por usar el Soru para intentar colocarme a su espalda, a una distancia prudencial (unos 4-5 metros) y lanzaría contra mi rival una onda de choque [Manual Genkidama]. Con esto, comprobaría la rapidez de movimientos de mi rival.
Fuera cual fuera el resultado, me mantendría en movimiento y con el Mantra centrado en él, esperando a que me atacara. Eso me serviría para ir analizando su forma de combatir y buscar sus puntos débiles.
En aquel momento, entró mi oponente. Mi asombro fue mayúsculo al comprobar que se trataba de ¡UN ÁRBOL QUE SE MOVÍA Y TENÍA CARA! Para colmo, llevaba una chaqueta con galones de Capitán de la Marina, por lo que imaginaba que sería poderoso. Como, a pesar de ser un combate, no se trataba de matar al otro, sino que simplemente buscaba medir las fuerzas de cada uno, saludé a mi peculiar oponente con una ligera inclinación de cabeza y un:
- Buena suerte, que gane el mejor.
Acto seguido, me quité la chaqueta y la camisa para soportar mejor el calor, activé mi Haki de Observación, y dejé que mi cuerpo cambiase, pasando a medir 2,5 metros y cubriéndose de pelaje de tigre. Mi cabeza pasó a ser la de este animal, y brotaron garras en mi pies y mis manos, cuyas palmas pasaron a estar orientadas hacia fuera.
Al ser un árbol, probablemente mi rival acusara mucho más que yo las condiciones climatológicas, pues se iría secando y perdiendo energía. Por lo tanto, debía hacer lo posible por alargar el combate y tendría ventaja. Además, seguramente debido a su composición sería bastante rígido, por lo que suponía que le costaría bastante girarse y darse la vuelta. Debido a esto, comenzaría por usar el Soru para intentar colocarme a su espalda, a una distancia prudencial (unos 4-5 metros) y lanzaría contra mi rival una onda de choque [Manual Genkidama]. Con esto, comprobaría la rapidez de movimientos de mi rival.
Fuera cual fuera el resultado, me mantendría en movimiento y con el Mantra centrado en él, esperando a que me atacara. Eso me serviría para ir analizando su forma de combatir y buscar sus puntos débiles.
- Cosas:
- - Stats de clase a nivel 37+5: Agilidad 4, Reflejos 3, Fuerza 3, Velocidad 2, Resistencia 1
- Forma Completa: x3 a los cinco stats.
- Soru
- Manual Genkidama
- Haki Observación Entrenado (3 seg de antelación)
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Así que pelear... Kodama había supuesto que las pruebas para alcanzar el almirantazgo serían complejas y elaboradas, que pondrían a prueba las facultades mentales de los candidatos y les obligarían a sobrepasar los límites de su cordura y de lo imaginable. Tal vez había pensado demasiado en ello.
El extraño escenario arenoso y desértico que le habían asignado parecía diseñado para hacerle pasar un mal rato. Calor sofocante, terreno seco y yermo, un viento áspero que le arrancaba las hojas de la cabeza. Era un lugar donde ninguna planta podía vivir -bueno, los cactus sí, pero esos eran gente rara-, donde ningún árbol osaba pisar. No soportaba unas condiciones así, por lo que creó una pompa a su alrededor y al menos se aisló de la arena. "Un poco mejor", se dijo. Aun así, más le valía no pasar mucho tiempo allí; resultaba perturbador.
El chico con el que le habían emparejado no era marine. ¿Por qué estaba participando entonces? Puede que hubiera en juego puestos en otras organizaciones. ¿Sería uno de esos agentes mal llamados secretos? Complexión fuerte, traje negro, pinta de tipo duro. O era del Cipher Pol, o un recaudador de impuestos.
-Buenas, muchacho. ¿Seguro que no deberías estar en el colegio? -le dijo. Kodama no tenía muy claro la edad que tendría, ni tampoco sabía cuántos años pasaban los humanos en el colegio-. Soy Kodama. Siento decirte que no me gusta este sitio, así que pienso acabar deprisa.
Ante sus ojos, el jovenzuelo empezó a cambiar. Zoan, nada inusual. Parecía un tigre o algún otro felino, aunque quizás tuviese algún poder inesperado y aleatorio. De aspecto feroz, pero no tan alto como él. ¿Sabría usar las...? Sí, eso era el Soru claramente. Kodama lo vio desaparecer como por arte de magia; odiaba cuando hacían eso.
"Allá vamos".
Imbuyó la burbuja de haki y ésta se endureció imposiblemente. Una onda de choque se estrelló contra ella, sacudiendo la arena con fuerza. No estaba mal, debía admitirlo, pero no sería suficiente. Sin girarse, hizo surgir cuatro ramas de su espalda. Dejó que atravesaron la burbuja y trató de golpear y aferrar con ellas al hombre-tigre. Haría lo mismo con sus raíces, hundiéndolas y deslizándolas por debajo de la arena para aparecer bajo el humano. Si conseguía sujetarlo, solo tenía que darle la vuelta, meterle la cabeza en la arena y esperar a que se rindiera.
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Nada más entrar a la zona de combate, el extraño hombre-árbol creó una especie de burbuja a su alrededor. Probablemente eso redujera los efectos que el clima tenía en su cuerpo vegetal. Pero lo que realmente me chocó fue que pudo endurecer dicha pompa con su Haki para detener mi ataque. Aquello complicaba mucho las cosas, ya que le otorgaba una capacidad defensiva a tener en cuenta. Tendría que atravesarla si quería golpearle.
No tuve tiempo para pensar nada más, pues en ese momento unas ramas salieron de su espalda hacia mí. Menos mal que tenía el Haki de Observación centrado en él, y eso me dio tiempo a utilizar el Kami-e para doblarme sobre mí mismo y evitar que me alcanzaran. Sin embargo, justo después aparecieron desde el suelo varias raíces, y no logré evitarlas todas. Una de ellas rodeó mi tobillo derecho, y otra mi muñeca derecha. Entonces comenzó a tirar de mí, levantándome en el aire y tratando de darme la vuelta. - ¿Pero qué pretende, enterrarme en la arena? - pensé, y rápidamente creé un filo en mi brazo libre [Manual Aura de Aceros] y corté las ataduras de mi otra muñeca, para después pasar a las del pié. Aún así, cuando las raíces dejaron de sujetarme, caí al suelo con fuerza.
Desconocía si mi veneno le afectaría, al tratarse de una planta, pero esperaba que así fuera. Eso me daría una importante ventaja. Sin embargo, dado que no era seguro, no podía contar con ello. Además, tenía que elaborar un plan para lograr sobrepasar la barrera que suponía aquella burbuja que rodeaba a mi oponente. Así que creé 3 clones con mi mismo aspecto, y comencé a usar el Soru mientras las tres figuras simulaban también usarlo, de forma que los 4 íbamos intercambiando posiciones a gran velocidad mientras nos acercábamos a mi oponente.
Cuando estaba a apenas 5 metros, me situé detrás del clon central. Éste se lanzó contra la burbuja simulando un zarpazo con Haki, mientras los otros dos clones hacían lo propio por los laterales. Al ser meras ilusiones no causarían ningún daño, pero esperaba distraerle. Yo, mientras tanto, en el último momento saltaría hasta situarme encima del hombre-árbol, y me dejaría caer sobre él al tiempo que susurraba - Tekkai -, y cubría mi ahora rígido cuerpo con Haki de Armadura. Esperaba que, al llegar mi ataque desde otro ángulo y ligeramente después de las distracciones, no lograra protegerse eficazmente de él. Era arriesgado, pero debía asumirlo si quería ganar el combate.
No tuve tiempo para pensar nada más, pues en ese momento unas ramas salieron de su espalda hacia mí. Menos mal que tenía el Haki de Observación centrado en él, y eso me dio tiempo a utilizar el Kami-e para doblarme sobre mí mismo y evitar que me alcanzaran. Sin embargo, justo después aparecieron desde el suelo varias raíces, y no logré evitarlas todas. Una de ellas rodeó mi tobillo derecho, y otra mi muñeca derecha. Entonces comenzó a tirar de mí, levantándome en el aire y tratando de darme la vuelta. - ¿Pero qué pretende, enterrarme en la arena? - pensé, y rápidamente creé un filo en mi brazo libre [Manual Aura de Aceros] y corté las ataduras de mi otra muñeca, para después pasar a las del pié. Aún así, cuando las raíces dejaron de sujetarme, caí al suelo con fuerza.
Desconocía si mi veneno le afectaría, al tratarse de una planta, pero esperaba que así fuera. Eso me daría una importante ventaja. Sin embargo, dado que no era seguro, no podía contar con ello. Además, tenía que elaborar un plan para lograr sobrepasar la barrera que suponía aquella burbuja que rodeaba a mi oponente. Así que creé 3 clones con mi mismo aspecto, y comencé a usar el Soru mientras las tres figuras simulaban también usarlo, de forma que los 4 íbamos intercambiando posiciones a gran velocidad mientras nos acercábamos a mi oponente.
Cuando estaba a apenas 5 metros, me situé detrás del clon central. Éste se lanzó contra la burbuja simulando un zarpazo con Haki, mientras los otros dos clones hacían lo propio por los laterales. Al ser meras ilusiones no causarían ningún daño, pero esperaba distraerle. Yo, mientras tanto, en el último momento saltaría hasta situarme encima del hombre-árbol, y me dejaría caer sobre él al tiempo que susurraba - Tekkai -, y cubría mi ahora rígido cuerpo con Haki de Armadura. Esperaba que, al llegar mi ataque desde otro ángulo y ligeramente después de las distracciones, no lograra protegerse eficazmente de él. Era arriesgado, pero debía asumirlo si quería ganar el combate.
- Cosillas:
- - Puedo lanzar dos ataques por turno gracias al manual prisa.
- Mind Clones: Mediante los poderes mentales otorgados por su Akuma, Thawne puede crear ilusiones con su mismo aspecto (hasta 1 por cada 10 niveles). Estas ilusiones serán intangibles y no podrán atacar ni defender, pero podrán moverse, hablar y fingir que realizan técnicas como Thawne les ordene. Duran un máximo de 1 post por cada 20 niveles. Es decir, creo 3 clones que duran 1 post. Pueden simular visualmente cualquiera de mis técnicas, pero no hacen daño ya que son simples espejismos.
- Ambos Hakis son de nivel Entrenado.
- Edito para aclarar que mi Veneno produce mareos e inestabilidad durante 2 posts (aunque no se si afecta a Kodama por eso de ser un árbol y tal). Puedo aplicarlo a mis técnicas cortantes o penetrantes cuerpo a cuerpo, por eso al cortar las raíces mediante los filos de Aura de Aceros podría envenenar.
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-Eh, eh, eh, no hace falta ser tan brusco -comentó cuando aquel hombrecillo salvaje le amputó un par de sus raíces.
¿Acaso no sabía que eran su medio de vida? Menos mal que cosas como esas volvían a crecer tan fácilmente como el cabello de los humanos. En fin, los jóvenes eran impulsivos y no sabían jugar con cuidado. Lo curioso era la leve sensación de mareo que le embargaba. El desértico suelo parecía bambolearse ligeramente de un lado a otro, así que hundió las raíces en el suelo para no hacer el ridículo cayéndose. Qué molesta sensación. Sería mejor que no se fiese demasiado de sus ojos.
"Veamos. Rokushiki, transformaciones, copias de sí mismo...". No eran engaños muy buenos, pues para alguien con mantra era fácil desecharlas como meras ilusiones, pero tenían un aspecto muy realista. Era evidente, pues solo uno de ellos emitía una voz, cual era el de verdad. Por suerte, el haki no se mareaba. ¿Los otros tendrían algún tipo de consistencia? ¿Podrían hacerle daño? Daba igual; justo cuando uno de los cinco clones se separaba de los demás, les lanzó unas cuantas estacas por si acaso -algunas más de las necesarias, porque no estaba como para apuntar muy bien- y vio cómo éstas atravesaban sus cuerpos etéreos. El ataque desde arriba ya era otra cosa. Suerte que tenía unos grandes reflejos. Kodama no quiso poner a prueba la resistencia de su escudo de jabón, así que dejó sin haki la pompa y permitió que el agente la traspasara.
Obviamente, no iba a dejarse golpear.
En cuanto el hombre trajeado entró en su burbuja, Kodama echó mano a las espadas. No habría recurrido a ellas de no tener cierta prisa, aunque una parte de él se preocupaba por si iba demasiado lejos. Dejó que el poder del sol le diese fuerzas, y canalizó la energía del astro rey hacia su acero. Musitando una leve disculpa, por si las moscas, descargó ambas armas en un corte diagonal con el que desviar la trayectoria de su oponente y, ya de paso, lanzarlo por los aires con un par de cicatrices nuevas. Se sentía un tanto inestable, pero estando tan cerca difícilmente podía fallar. Aunque usó únicamente un mínimo de haki para no arriesgarse a partirlo en dos.
- Cosas usadas:
- Ámbito Sol: Bajo el Sol, Kodama se vuelve un 50% más fuerte. Cosas de plantas y tal. Además, logra canalizar la energía del sol a través de sus espadas, que alcanzan temperaturas lo bastante altas como para incendiar aquello que corta. Obviamente, solo aquello susceptible de prenderse en llamas.
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El hombre-árbol parecía mareado, por lo que mi veneno debía de haberle afectado. Aquello era buena noticia, pues me daba ventaja.
Cuando salté, lanzó varias ramas más contra mis clones. Parecía que, debido al mareo, no quería arriesgarse a fallar, pues lanzó muchas más de las necesarias. Logré entrar dentro de su burbuja, lo que me dio esperanzas de poder golpear a mi oponente. Sin embargo, éstas se desvanecieron de repente al ver como mi arbóreo rival desenfundaba sus espadas y, haciendo gala de unos excelsos reflejos, descargaba con ellas un corte con el que frenó mi acometida.
El dolor que sentí en aquel momento fue abrumador. No sospechaba que aquel Marine tuviera una fuerza tan descomunal, pues a pesar de estar protegido por el Tekkai y mi Haki Armadura, su espadazo me mandó volando varios metros. Aterricé sobre mi espalda, y rápidamente comprobé que, por suerte, mi defensa me había salvado de ser cortado por la mitad. No obstante, había recibido un tremendo golpe en el hombro y el costado derechos, y sangraba un poco, ya que, aunque no fuese muy profundamente (bendito Tekkai), había logrado cortarme. Para colmo, su golpe llevaba algún tipo de energía extraña, y allí donde sus espadas me habían golpeado tenía una quemadura con bastante mal aspecto. Probablemente, ese sería otro de los motivos por el que tampoco sangraba demasiado, aunque no tenía muy claro qué prefería.
Reuní toda la energía que pude para, mediante la técnica aprendida del Manual Micaiah, sanar en lo posible el corte. Del mismo modo, usé después la capacidad regenerativa que mi fruta del diablo me otorgaba para terminar de cerrar la herida. La quemadura la dejaría para más adelante, ya que, si quería seguir luchando, la prioridad era cerrar las heridas, pues el dolor nunca me ha detenido.
Así, pese al tremendo dolor que sentía, y al cansancio que ya empezaba a ser muy evidente, me dispuse a seguir luchando, no sin antes decir a mi adversario:
- Bueno, está claro que la diferencia de poder entre ambos es notable, pero no me rendiré tan fácilmente. Si se trata de que nuestros superiores comprueben nuestra fuerza y determinación en combate, no pienso dejar que me vean rendirme tan pronto. Aún no se cómo, pero conseguiré golpearte.
Dicho esto, un aura oscura comenzó a envolver mi cuerpo, lo que me volvería mucho más veloz. En ese momento, comencé a desplazarme con la mayor rapidez que pude, alternando la carrera normal con el Soru mientras me movía en semicírculos alrededor de mi oponente. La idea era tratar de que, al seguirme con la vista, el mareo y la inestabilidad que sentía se acentuaran. De esa manera, cabía la posibilidad de que descuidara su defensa.
Si lograba ver un pequeño traspiés o desequilibrio en mi rival, usaría todas las fuerzas que me quedaban en llegar lo más rápido posible hasta él e intentar golpearle con mi técnica más poderosa, creando una esfera de oscuridad en mi mano y tratando de impactar con ella en el cuerpo/tronco del hombre-árbol.
Si no se desequilibraba, continuaría moviéndome de la misma forma a la espera de que me atacase, teniendo en todo momento mi Mantra centrado en él para ayudarme a anticipar dichos ataques.
Cuando salté, lanzó varias ramas más contra mis clones. Parecía que, debido al mareo, no quería arriesgarse a fallar, pues lanzó muchas más de las necesarias. Logré entrar dentro de su burbuja, lo que me dio esperanzas de poder golpear a mi oponente. Sin embargo, éstas se desvanecieron de repente al ver como mi arbóreo rival desenfundaba sus espadas y, haciendo gala de unos excelsos reflejos, descargaba con ellas un corte con el que frenó mi acometida.
El dolor que sentí en aquel momento fue abrumador. No sospechaba que aquel Marine tuviera una fuerza tan descomunal, pues a pesar de estar protegido por el Tekkai y mi Haki Armadura, su espadazo me mandó volando varios metros. Aterricé sobre mi espalda, y rápidamente comprobé que, por suerte, mi defensa me había salvado de ser cortado por la mitad. No obstante, había recibido un tremendo golpe en el hombro y el costado derechos, y sangraba un poco, ya que, aunque no fuese muy profundamente (bendito Tekkai), había logrado cortarme. Para colmo, su golpe llevaba algún tipo de energía extraña, y allí donde sus espadas me habían golpeado tenía una quemadura con bastante mal aspecto. Probablemente, ese sería otro de los motivos por el que tampoco sangraba demasiado, aunque no tenía muy claro qué prefería.
Reuní toda la energía que pude para, mediante la técnica aprendida del Manual Micaiah, sanar en lo posible el corte. Del mismo modo, usé después la capacidad regenerativa que mi fruta del diablo me otorgaba para terminar de cerrar la herida. La quemadura la dejaría para más adelante, ya que, si quería seguir luchando, la prioridad era cerrar las heridas, pues el dolor nunca me ha detenido.
Así, pese al tremendo dolor que sentía, y al cansancio que ya empezaba a ser muy evidente, me dispuse a seguir luchando, no sin antes decir a mi adversario:
- Bueno, está claro que la diferencia de poder entre ambos es notable, pero no me rendiré tan fácilmente. Si se trata de que nuestros superiores comprueben nuestra fuerza y determinación en combate, no pienso dejar que me vean rendirme tan pronto. Aún no se cómo, pero conseguiré golpearte.
Dicho esto, un aura oscura comenzó a envolver mi cuerpo, lo que me volvería mucho más veloz. En ese momento, comencé a desplazarme con la mayor rapidez que pude, alternando la carrera normal con el Soru mientras me movía en semicírculos alrededor de mi oponente. La idea era tratar de que, al seguirme con la vista, el mareo y la inestabilidad que sentía se acentuaran. De esa manera, cabía la posibilidad de que descuidara su defensa.
Si lograba ver un pequeño traspiés o desequilibrio en mi rival, usaría todas las fuerzas que me quedaban en llegar lo más rápido posible hasta él e intentar golpearle con mi técnica más poderosa, creando una esfera de oscuridad en mi mano y tratando de impactar con ella en el cuerpo/tronco del hombre-árbol.
Si no se desequilibraba, continuaría moviéndome de la misma forma a la espera de que me atacase, teniendo en todo momento mi Mantra centrado en él para ayudarme a anticipar dichos ataques.
- Aclaraciones:
- - La hostia recibida ha sido tremenda, considerando el corte como de gravedad moderada, y la quemadura como grave.
Por tanto, uso el Manual Micaiah para bajar el corte a leve, y la regeneración de mi Akuma para cerrarlo.
- Me mantengo en pie para seguir luchando gracias al PU Voluntad Inquebrantable: La tremenda fuerza de voluntad de Thawne le permite seguir combatiendo durante mucho tiempo más de lo normal a pesar del dolor o el cansancio (las heridas que reciba seguirán siendo igual de graves, solo que aguantará mucho mejor el dolor).
- Para atacar (solo en caso de ver trastabillar a Kodama) uso Dark Pulse: Thawne crea una bola de oscuridad en la palma de su mano, del tamaño de ésta, que puede usar para golpear una vez (no puede lanzarla). Este ataque tiene el doble de la fuerza de Thawne. Puede usarlo una vez cada 2 turnos.
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De todas las criaturas de la naturaleza que Kodama había visto durante su larga, larga vida -en realidad, la mayoría eran pájaros y varios tipos de ardillas-, los seres humanos eran sin duda los más peculiares. Se negaban a echarse atrás ante cualquier peligro, sin importar su potencial para matarlos, por considerarlo deshonroso. Curioso concepto, el del honor. Él no lo entendía, pero había aprendido a no cuestionar a los susceptibles hombrecillos. Así que, cuando el joven manifestó su intención de ir con todo hasta las últimas consecuencias, el hombre-árbol se limitó a asentir.
No trató de seguir el ritmo de los movimientos del agente. En cuanto lo intentó, vio que no iba a ser capaz, no tan solo por su velocidad, sino también por su inexplicable mareo, así que se concentró en sobrellevar el bamboleo del universo y no dejar que le obstaculizase demasiado. ¿Se trataba de algún veneno? ¿Cuándo le había inoculado? Luego se lo preguntaría, si es que estaba de humor para ello. Era más urgente averiguar qué hacer frente a esa extraña bola hecha de... algo. No parecía precisamente inofensiva.
Cerró los ojos y se centró en el escasísimo tiempo que tendría entre que su mantra le advirtiese del ataque hasta que éste se produjera. Un segundo, no más. El humano se lanzó al ataque en cuanto vio una abertura en su defensa. "Es rápido", fue lo único que tuvo tiempo a pensar. Disparó varias bellotas al agente pero, cuando quiso darse cuenta, había las había enviado hacia donde no tocaba. ¿Cuánto tiempo iba a estar así?
Lo único a lo que tuvo tiempo fue a defenderse con el brazo. El orbe de oscuridad era mucho más peligroso que lo que el humano había mostrado antes, y consiguió lanzar a Kodama por los aires. Para levantarse tuvo que reconstruir sus piernas a partir de las raíces. Por suerte, aunque se tambaleó los primeros pasos, logró no perder el equilibrio. Eso habría sido vergonzoso. Claro que, dado que su brazo izquierdo había quedado arrancado a la altura del codo por ese maldito ataque, no habría importado tanto.
-Ojalá fueses de la Marina, chico. Tu habilidad es más necesaria con nosotros que con los de traje.
Mientras hablaba, el jabón que segregaba su cuerpo fue tomando forma para rodearlos a ambos con una gran pompa. En cuanto estuvo cargada con haki, Kodama empezó a reducirla. No quería que su rival se escapase. Con su único brazo empuñaba una de las espadas, recubierta con docenas de sus propias hojas. Éstas no durarían mucho en un clima así, por lo que mejor darse prisa. Se abalanzó sobre el agente sin dejar de hacer girar su arma y proyectó un corte vertical con todas sus fuerzas.
El acero no llegaría a tocar al chico. En su lugar, las hojas absorberían oxígeno en un área de unos metros a la redonda, sustituyéndolo por dióxido de carbono. Algo así no duraría mucho en un espacio abierto, claro, pero contaba con que una repentina asfixia le pillase por sorpresa y así poder golpearle con una rama y dejarlo fuera de combate.
- Spoiler:
- Oxígeno: Como buen árbol, Kodama hace la fotosíntesis. Este ámbito le otorga la capacidad de invertir y acelerar este proceso natural. Además, es capaz de recubrir sus espadas con varias de sus hojas recién cortadas. De esta forma, cuando agita sus armas absorbe oxígeno y lo sustituye por dióxido de carbono, en un área pequeña y equivalente a la fuerza con la que mueva las espadas (unos cinco metros a su alrededor como máximo).
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En cuanto vi que mi oponente cerraba los ojos, me lancé a por él a toda velocidad. El árbol me lanzó una especie de ¿bellotas?. No pude asegurarme de lo que eran debido a que en ese momento me estaba moviendo hacia él dispuesto a golpearle. Por suerte, la rapidez de mis movimientos hizo que su ataque fallara, y logré impactar contra uno de sus brazos, que había colocado en el último momento como defensa.
Sonreí al ver que había conseguido lanzar volando a mi oponente, y partir su rama-brazo a la altura de lo que supuestamente era el codo. Sin embargo, mi rival logró recuperar rápidamente el equilibrio antes de caer al suelo. Cuando recobró la verticalidad, me dijo que mi habilidad sería muy útil en la Marina, y que debería unirme a ellos. A pesar de que me halagaba que alguien tan poderoso como aquel hombre-árbol estuviera impresionado por mi fuerza, no estaba precisamente de acuerdo en lo de unirme a ellos.
- Gracias por la oferta, pero no quiero ir por ahí siempre con ese uniforme tan llamativo, prefiero pasar desapercibido.
Aunque claro, probablemente aquel enorme ser hecho de madera no supiera ni siquiera lo que significaba pasar desapercibido, pues no lograba imaginar una situación en la que su presencia no llamase poderosamente la atención.
De repente, mi oponente expandió la extraña burbuja que le rodeaba hasta lograr que nos cubriera a ambos. No sabía qué pretendía, pero desde luego no era nada bueno. Por si acaso, utilicé el Soru con intención de salir del radio de aquella pompa. Para mi desgracia, cuando fui a atravesarla se volvió completamente negra, y choqué contra ella, rebotando. Estaba atrapado. Entonces el árbol se lanzó hacia mí espada en mano. Por suerte, mi Manta y el Kami-e me permitirían esquivar su ataque.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando, al intentar evadir su acometida, me di cuenta de que no había lanzado su espada contra mí, sino que había cortado el aire. Súbitamente, comencé a sentir que me ahogaba, como si, por mucho aire que cogiera, no fuese suficiente. Empecé a marearme ligeramente, momento en el que vi fugazmente como una rama caía sobre mí y me golpeaba en la cabeza.
Cuando recobré la consciencia me encontraba en una camilla. Parecía una especie de enfermería. Eso significaba que había perdido el combate. Me daba rabia, ya que nunca he sido el tipo de persona que encaja fácilmente una derrota, pero a la vez estaba orgulloso de cómo me había enfrentado a un rival mucho más poderoso que yo.
Sonreí al ver que había conseguido lanzar volando a mi oponente, y partir su rama-brazo a la altura de lo que supuestamente era el codo. Sin embargo, mi rival logró recuperar rápidamente el equilibrio antes de caer al suelo. Cuando recobró la verticalidad, me dijo que mi habilidad sería muy útil en la Marina, y que debería unirme a ellos. A pesar de que me halagaba que alguien tan poderoso como aquel hombre-árbol estuviera impresionado por mi fuerza, no estaba precisamente de acuerdo en lo de unirme a ellos.
- Gracias por la oferta, pero no quiero ir por ahí siempre con ese uniforme tan llamativo, prefiero pasar desapercibido.
Aunque claro, probablemente aquel enorme ser hecho de madera no supiera ni siquiera lo que significaba pasar desapercibido, pues no lograba imaginar una situación en la que su presencia no llamase poderosamente la atención.
De repente, mi oponente expandió la extraña burbuja que le rodeaba hasta lograr que nos cubriera a ambos. No sabía qué pretendía, pero desde luego no era nada bueno. Por si acaso, utilicé el Soru con intención de salir del radio de aquella pompa. Para mi desgracia, cuando fui a atravesarla se volvió completamente negra, y choqué contra ella, rebotando. Estaba atrapado. Entonces el árbol se lanzó hacia mí espada en mano. Por suerte, mi Manta y el Kami-e me permitirían esquivar su ataque.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando, al intentar evadir su acometida, me di cuenta de que no había lanzado su espada contra mí, sino que había cortado el aire. Súbitamente, comencé a sentir que me ahogaba, como si, por mucho aire que cogiera, no fuese suficiente. Empecé a marearme ligeramente, momento en el que vi fugazmente como una rama caía sobre mí y me golpeaba en la cabeza.
Cuando recobré la consciencia me encontraba en una camilla. Parecía una especie de enfermería. Eso significaba que había perdido el combate. Me daba rabia, ya que nunca he sido el tipo de persona que encaja fácilmente una derrota, pero a la vez estaba orgulloso de cómo me había enfrentado a un rival mucho más poderoso que yo.
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