- Área de 20 metros de radio.
- Zona Neutra. Esta zona no presenta ningún cambio físico o ambiental. Es solo una sala vacía con un suelo de tatami y paredes de color blanco.
-Empieza Kodama.
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Otro combate. No estaba mal comprobar la capacidad bélica de los soldados, pero le habría gustado que hubiesen más pruebas que no implicasen hacer daño a sus compañeros: decoración floral, poda de bonsáis, un concurso para ve quién hacía crecer más a su geranio en diez años... Claro que los humanos no tenían paciencia para esas cosas. Quizás luchar fuese mejor que tener que aguantar sus constantes muestras de impaciencia y sus molestas prisas. Sí, sin duda era mejor.
Esperó a su contrincante echando una siestecita. Adoptó su forma de árbol y se quedó allí plantado, alegrándose por el cambio de escenario; aquel terreno arenoso y árido no era para él. Claro que el blanco tampoco era lo suyo. Le faltaba la brisa y el olor de la hierba, los pájaros cantando y las ardillas comiendo nueces por ahí. Se imaginó que la habitación estaba repleta de otros árboles. Vio con total nitidez como Jerry el Nogal, un viejo amigo suyo, poco hablador y bastante paradito, se erguía frente a las impolutas paredes de la sala de combate. Un ardilla con una cicatriz en el ojo que siempre mordisqueaba la corteza de Kodama apareció también en su imaginación. Ese molesto roedor... Era de los pocos seres vivos que detestaba, y estaba seguro de que el sentimiento era mutuo.
¿Era la ardilla con quien tenía que luchar? En la ronda anterior había combatido contra una especie de tigre, por lo que no le extrañaría que le tocase otro mamífero. Siempre le sorprendía la cantidad de seres medio animal que rondaban por el mundo.
No supo jamás cuánto tiempo pasó allí. Esperaba a su contrincante, pero con el tiempo llegó a olvidarse. Se le daba muy bien abstraerse. Así que, cuando se despertó por fin, ya ni recordaba para qué había ido allí.
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Una vez más de vuelta al ring. Su nuevo oponente era Kodama, otro marine más. Estaba seguro de que su nombre le sonaba de algo, así que probablemente este combate sería mucho más duro que el anterior. Ya había supuesto que encontraría muchos grandes nombres en aquella competición, no por nada se había encontrado con un Vicealmirante en la misión. Incluso creía haber visto a Al Naion con una bufanda y gritando algo sobre justicia en mitad de la plaza de Marineford. Así pues seguramente si el nombre le era familiar podía esperarse una auténtica prueba, lo que le motivaba aún más. Cuanto más fuertes fuesen los oponentes que enfrentara, más aprendería y más poderoso se volvería y necesitaba toda la experiencia que pudiera acumular para cumplir sus metas. Observó la puerta frente a él y respiró hondo, relajándose, para cruzarla con decisión.
- Pero... ¿qué?
Estaba en una sala blanca con un tatami en el suelo y... un árbol. Un maldito árbol en mitad de la nada. Avanzó unos pasos con desconfianza y estudió con cuidado la planta, sospechando que pudiera tratarse de alguna clase de trampa. No podía cerciorarse sin acercarse más, pero parecía realmente un árbol normal y corriente. Entonces empezó a hilar ideas y se percató de qué le sonaba el nombre, arqueando una ceja muy sorprendido. Desde luego el mundo estaba lleno de cosas muy raras, aunque probablemente ese ser era lo más extraño que había visto hasta la fecha.
- ¿Capitán Kodama? Mi nombre es Izumi Hachiro.
El marine era un maldito hombre árbol, ni más ni menos. Era famoso por... bueno, por lo que era. No tenía claro si era particularmente poderoso o si había realizado grandes hazañas, pero sólo por su rango ya intuía que efectivamente debía serlo. Alzó las manos dándole una orden mental a Kameleon, y entonces su brazalete comenzó a deformarse y se dividió en dos masas informes que avanzaron a sus manos, adoptando en estas el aspecto de dos espadas cortas aparentemente simples, de mango negro. Un destello verde relució en sus ojos cuando activó su Jōkyūsei, aunque, ¿realmente serviría de algo? No tenía del todo claro ser capaz de leer los movimientos de una planta. Haría lo que pudiera de todas a todas, al fin y al cabo teóricamente tenía parte de humano aunque no lo aparentara.
- Main Slot Three...
Un tenue brillo recorrió la hoja de sus armas y estas se rodearon de un aura blanca. No tenía claro cómo comenzar aquel combate... pero en todo caso, mejor estar preparado para lo que pudiera ocurrir. Tal vez al final las técnicas robadas a Abel le fueran a venir bien y todo. En fin, en aquel caso los subterfugios y ataques sorpresa no iban a servir de nada, y no tenía nada contra él, así decidió que sería mejor ser deportivo y respetuoso. Además no quería arriesgarse a un ataque a ciegas hasta haberle visto actuar.
- Cuando estéis listo, capitán.
- Pero... ¿qué?
Estaba en una sala blanca con un tatami en el suelo y... un árbol. Un maldito árbol en mitad de la nada. Avanzó unos pasos con desconfianza y estudió con cuidado la planta, sospechando que pudiera tratarse de alguna clase de trampa. No podía cerciorarse sin acercarse más, pero parecía realmente un árbol normal y corriente. Entonces empezó a hilar ideas y se percató de qué le sonaba el nombre, arqueando una ceja muy sorprendido. Desde luego el mundo estaba lleno de cosas muy raras, aunque probablemente ese ser era lo más extraño que había visto hasta la fecha.
- ¿Capitán Kodama? Mi nombre es Izumi Hachiro.
El marine era un maldito hombre árbol, ni más ni menos. Era famoso por... bueno, por lo que era. No tenía claro si era particularmente poderoso o si había realizado grandes hazañas, pero sólo por su rango ya intuía que efectivamente debía serlo. Alzó las manos dándole una orden mental a Kameleon, y entonces su brazalete comenzó a deformarse y se dividió en dos masas informes que avanzaron a sus manos, adoptando en estas el aspecto de dos espadas cortas aparentemente simples, de mango negro. Un destello verde relució en sus ojos cuando activó su Jōkyūsei, aunque, ¿realmente serviría de algo? No tenía del todo claro ser capaz de leer los movimientos de una planta. Haría lo que pudiera de todas a todas, al fin y al cabo teóricamente tenía parte de humano aunque no lo aparentara.
- Main Slot Three...
Un tenue brillo recorrió la hoja de sus armas y estas se rodearon de un aura blanca. No tenía claro cómo comenzar aquel combate... pero en todo caso, mejor estar preparado para lo que pudiera ocurrir. Tal vez al final las técnicas robadas a Abel le fueran a venir bien y todo. En fin, en aquel caso los subterfugios y ataques sorpresa no iban a servir de nada, y no tenía nada contra él, así decidió que sería mejor ser deportivo y respetuoso. Además no quería arriesgarse a un ataque a ciegas hasta haberle visto actuar.
- Cuando estéis listo, capitán.
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"Este debe ser viejo", se dijo Kodama al ver el pelo blanco del recién llegado. El cabello de los humanos encanecía con el paso de los años -otra inexplicable rareza más para añadir a la lista-, por lo que debía rondar los cincuenta o más. Apenas unos retoños y ya se consideraban viejos... En el bosque no durarían ni un siglo, apenas el ciclo reproductivo de los naranjos. O eso le había dicho Paul el Naranajo.
-Cuando estéis listo, capitán -le dijo el chico.
¿Listo para qué? ¿Tenían alguna misión? Qué violento. Nadie le había informado de... "Oh, claro". Por fin se acordó.
-Buena suerte, joven -dijo el marine mientras retornaba a su forma humanoide.
A pesar de la considerable reducción de estatura, todavía poder seguir mirando al humano desde arriba. ¿Sería un marine o un agente? No le había dado rango alguno, por lo que suponía que sería lo segundo. Espadachín, para más señas. Kodama desenvainó sus propias armas cuando vio las del joven Izumi. Jamás entendería cómo una especie con unas extremidades tan cortas podían manejar las espadas correctamente.
-Un combate de espadachines, ¿eh? Intentemos no pasarnos -sugirió. "Intentaré no pasarme", habría preferido decir, pero habría sido descortés desde la perspectiva humana. Iba aprendiendo poco a poco.
Era hora de comenzar. El hombre-árbol avanzó hacia Izumi y descargó una combinación de varios golpes para poner a prueba la destreza de su rival. Arriba, izquierda, derecha, arriba, derecha, abajo, izquierda, arriba -al ser tan alto, estaba acostumbrado a atacar desde arriba a todo el mundo-, y un corte doble en horizontal con fuerza suficiente como para lanzarlo contra en muro si lo pillaba a contrapie.
Todo el edificio se ve sacudido de repente, siendo la sacudida mayor en un lado que en otro.
Off rol: Eric ha trastocado un poco los sistemas que hacían surgir los distintos campos, así que estos van a alterarse de vez en cuando a partir de ahora. Divertíos.
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Asintió como respuesta y se puso en guardia, atento a los movimientos de Kodama. Su cuerpo era demasiado extraño para él, y donde en un humano hubiese podido estudiar su lenguaje corporal y tratar de anticiparse a sus intenciones, en el árbol sólo veía madera en movimiento. Con el suficiente tiempo podría ver a través de su manera de pelear la forma de anticiparse, pero de base estaba en desventaja. Era irónico que hubiese ido a encontrarse justo contra el rival frente al que su estilo de pelea era más ineficaz. Chasqueó la lengua molesto mientras observaba sus alrededores. Nada podría ayudar en esa ocasión; el tatami estaba impoluto y salvo por eso la sala estaba vacía. Observó al capitán desenvainar sus espadas en un movimiento elegante. Así que también usaba un estilo con dos espadas... ¿podía ser aquel encuentro más desafortunado e irónico? Respiró hondo y adelantó el pie izquierdo como si se preparara para avanzar, pero entonces el hombre árbol comenzó a correr hacia él realmente rápido, descargando un corte sobre él. A duras penas logró realizar un bloqueo en cruz mientras centraba su voluntad en las hojas haciendo que estas se volvieran de un tono negro. Su defensa fue rota con una facilidad insultante, recibiendo un doloroso corte en el hombro. "Joder... es fuerte, muy fuerte." El asalto no se acabó ahí; un corte más desde un lado, desde el otro... y aunque trataba de evadirle, cada vez que le cortaba notaba una horrible debilidad apoderarse de su cuerpo.
- Kairoseki... - murmuró con una nota de pánico.
Con enorme esfuerzo logró recuperar la compostura y viendo al árbol preparar un doble corte, se echó hacia atrás con un soru. O sería más correcto decir que se impulsó y se dejó caer, consiguiendo que las espadas le trazaran dos líneas sangrientas en el torso, pero no demasiado profundas. Rodó varios metros con un gañido y se levantó de golpe, jadeando. Sus hombros, pecho y costado estaban llenos de heridas y su rasgada camisa empapada en sangre. No parecía que ninguna fuese realmente peligrosa, pero estaba muy seguro de que eso era porque el marine se había contenido contra él. "Ahora me hago una idea de cómo se sentía Abel." ¿Cómo luchaba contra un ser que le superaba tan insultantemente en fuerza, rango y habilidad con la espada? Había notado que no era peculiarmente ágil gracias a su minucioso estudio, pero con aquel poder esa pequeña diferencia entre ambos no iba a resultar determinante a su favor en absoluto. Notó un ligero mareo, pero apretó los dientes con fuerza y se obligó a mantenerse en pie e incoporarse del todo. Cada movimiento que hacía era una auténtica tortura, pues notaba sus músculos heridos quejarse. ¿Pero qué quedaba salvo aguantarlo? Unió ambas espadas por los mangos y de repente estas comenzaron a deformarse, juntarse y alargarse en ambas direcciones.
- Si no puedo vencerte como espadachín, entonces lo haré por otros medios - las espadas formaron una larga asta con una cabeza de alabarda - Halberd Mode.
Entonces un fuerte temblor sacudió la estancia, haciéndole trastabillar. ¿Qué diablos había pasado? Suponiendo que sería consecuencia de otros combates, decidió continuar y no perder el tiempo. Hizo girar el arma entre sus manos y se puso en pose de carga, mientras un aura de chispas verdes comenzaba a recorrer su cuerpo. Empleando nuevamente su soru corrió hacia él, dejando una estela del mismo color a su paso. ¿Una carga frontal? ¿Tan desesperado estaba, o tanto confiaba en el rango de su arma? Por supuesto que no. Cuando estaba a algo más de dos metros de él, comenzó a elevarse saltando en el aire con su geppou y se llevó la mano izquierda a una de las espadas cortas de su cinto, realizando un extraño y rápido movimiento: desenvainó y volvió a envainar el arma dos veces seguidas. Su arma emitió un fuerte chirrido, que aunque desagradable, a él no le haría nada. Sin embargo con él pretendía desorientar y desequilibrar a Kodama: aquella era la técnica que le había robado a Abel.
- Main Slot Two: ¡Sonic Burst!
De inmediato dio una pirueta con un nuevo geppou y se situó bocaabajo. Entonces se impulsó hacia el suelo con un nuevo salto, cayendo en diagonal y pasando a unos dos metros del árbol mientras trazaba un arco con la alabarda en dirección hacia él, tratando de cortarle con el hacha del arma a la altura de su... ¿costado? Quién sabía con ese bicho. Tras eso rápidamente soltó su mano derecha del arma y la interpuso entre él y el suelo mientras tensaba todo su cuerpo, activado su tekkai. El tatami se hundió un poco en esa zona por el impacto, pero salvo por el dolor en sus heridas por forzarse tanto, no tuvo mayores problemas. Impulsándose con el brazo volvió a erguirse. Sin perder tiempo, clavó su alabarda en el suelo y levantó ambas piernas mientras se mantenía agarrado al asta. Su movimiento generó dos veloces ondas verdes con el borde negro, directas hacia Kodama.
- ¡Busou: Rankyaku!
- Kairoseki... - murmuró con una nota de pánico.
Con enorme esfuerzo logró recuperar la compostura y viendo al árbol preparar un doble corte, se echó hacia atrás con un soru. O sería más correcto decir que se impulsó y se dejó caer, consiguiendo que las espadas le trazaran dos líneas sangrientas en el torso, pero no demasiado profundas. Rodó varios metros con un gañido y se levantó de golpe, jadeando. Sus hombros, pecho y costado estaban llenos de heridas y su rasgada camisa empapada en sangre. No parecía que ninguna fuese realmente peligrosa, pero estaba muy seguro de que eso era porque el marine se había contenido contra él. "Ahora me hago una idea de cómo se sentía Abel." ¿Cómo luchaba contra un ser que le superaba tan insultantemente en fuerza, rango y habilidad con la espada? Había notado que no era peculiarmente ágil gracias a su minucioso estudio, pero con aquel poder esa pequeña diferencia entre ambos no iba a resultar determinante a su favor en absoluto. Notó un ligero mareo, pero apretó los dientes con fuerza y se obligó a mantenerse en pie e incoporarse del todo. Cada movimiento que hacía era una auténtica tortura, pues notaba sus músculos heridos quejarse. ¿Pero qué quedaba salvo aguantarlo? Unió ambas espadas por los mangos y de repente estas comenzaron a deformarse, juntarse y alargarse en ambas direcciones.
- Si no puedo vencerte como espadachín, entonces lo haré por otros medios - las espadas formaron una larga asta con una cabeza de alabarda - Halberd Mode.
Entonces un fuerte temblor sacudió la estancia, haciéndole trastabillar. ¿Qué diablos había pasado? Suponiendo que sería consecuencia de otros combates, decidió continuar y no perder el tiempo. Hizo girar el arma entre sus manos y se puso en pose de carga, mientras un aura de chispas verdes comenzaba a recorrer su cuerpo. Empleando nuevamente su soru corrió hacia él, dejando una estela del mismo color a su paso. ¿Una carga frontal? ¿Tan desesperado estaba, o tanto confiaba en el rango de su arma? Por supuesto que no. Cuando estaba a algo más de dos metros de él, comenzó a elevarse saltando en el aire con su geppou y se llevó la mano izquierda a una de las espadas cortas de su cinto, realizando un extraño y rápido movimiento: desenvainó y volvió a envainar el arma dos veces seguidas. Su arma emitió un fuerte chirrido, que aunque desagradable, a él no le haría nada. Sin embargo con él pretendía desorientar y desequilibrar a Kodama: aquella era la técnica que le había robado a Abel.
- Main Slot Two: ¡Sonic Burst!
De inmediato dio una pirueta con un nuevo geppou y se situó bocaabajo. Entonces se impulsó hacia el suelo con un nuevo salto, cayendo en diagonal y pasando a unos dos metros del árbol mientras trazaba un arco con la alabarda en dirección hacia él, tratando de cortarle con el hacha del arma a la altura de su... ¿costado? Quién sabía con ese bicho. Tras eso rápidamente soltó su mano derecha del arma y la interpuso entre él y el suelo mientras tensaba todo su cuerpo, activado su tekkai. El tatami se hundió un poco en esa zona por el impacto, pero salvo por el dolor en sus heridas por forzarse tanto, no tuvo mayores problemas. Impulsándose con el brazo volvió a erguirse. Sin perder tiempo, clavó su alabarda en el suelo y levantó ambas piernas mientras se mantenía agarrado al asta. Su movimiento generó dos veloces ondas verdes con el borde negro, directas hacia Kodama.
- ¡Busou: Rankyaku!
- cosas usadas:
- Haki de armadura desarrollado (uso endurecimiento en los rankyakus) 1/15 rondas
- Accelerate [Manual Prisa]: Una vez por combate puede potenciar temporalmente su cuerpo para mejorar su coordinación y velocidad pudiendo lanzar un segundo ataque en el mismo post. Cuando activa esta técnica, deja una estela verde al moverse.
- Soru
- Tekkai
- Tekkai kenpo: Aprende a moverse empleando el tekkai.
- Geppou
- Rankyaku
- Técnica copiada a Abel: Consiste en enfundar la espada (notōjutsu) con una velocidad sobrehumana. El roce de la espada al entrar a la funda a tal velocidad genera una onda ultrasónica. Causa un daño tremendo en los tímpanos, por esta razón les hacer perder el equilibrio y la coordinación, pero no afecta a quien lo usa pues este puede dirigir la dirección de la onda.
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Kodama contempló sus espadas ensangrentadas y se preguntó si no había ido demasiado lejos. ¿Debería ir con más cuidado? Un rápido vistazo al cuerpo de Izumi le confirmó que su vida no peligraba, por lo que respiró aliviado. Matar a uno de sus futuros subordinados habría sido un mal comienzo para quien aspirase a un puesto de poder.
-Qué curiosa arma -dijo Kodama, admirado por la capacidad del objeto para cambiar de forma como si nada. ¿De qué estaría hecho?
Y aún más increíble fue que, en cuanto hubo alterado su arma, una sacudida hizo temblar el edificio al completo. Kodama no había sido, por lo que tenía que ser obra de Izumi. Qué poder... Puede que lo hubiera subestimado. Desde luego, sabía moverse. El Roble se preparó para recibir su ataque frontal, esperando el movimiento trampa. Siempre había un movimiento trampa. Y lo hubo: un salto, una sorpresa clásica. Lo que no esperaba era ese horrible sonido que parecía taladrarle los tímpanos. ¿Por qué tendría tímpanos? Decidió ocultarlos bajo su corteza cuando vio que afectaba a su equilibrio. "Otro como el de antes. ¿A todos los agentes les enseñan estas cosas en la academia?".
Vio venir el ataque desde un lado y se giró para bloquearlo. Sin embargo, el suelo se movió hacia donde no debía y Kodama tuvo que apoyar el pie donde no pretendía, así que el corte penetró en su corteza profundamente. Se apresuró a segregar resina de inmediato para cerrar la herida y a lanzar una estocada que hendió poco más que aire. Odiaba no moverse como quería. Resultaba terriblemente molesto.
Los otros ataques le pillaron con la guardia baja, pero logró detenerlos con una rama imbuida en haki que surgió de su espalda. Que momento tan intenso.
-Yo me rendiría, chico -sugirió, sin darse cuenta de que con los tímpanos ocultos no oiría si lo hacía o no.
Multitud de ramas brotaron del cuerpo de Kodama. Por culpa de aquel irritante chirrido, poder o lo que fuera, no apuntaba demasiado bien, por lo que las extendió en abanico a diferentes alturas. No necesitaría apuntar si simplemente acribillaba todo lo que hubiese frente a él. Aunque no le gustaba la expresión, abrió fuego. Cada rama comenzó a disparar bellotas con la misma potencia con la que una ametralladora vomitaría fuego y plomo, aunque con algo menos de maldad. Él disparaba frutos y haki, y confiaba en no agujerearle la cabeza al chico por accidente.
- Usado:
- Shinseina Kudamono (frutos sagrados): Es capaz de generar bellotas a partir de sus ramas que dispara como si fuesen balas. El crecimiento de estos frutos merma su energía, por lo que no puede hacerlos crecer indefinidamente. Estos frutos son disparados desde sus ramas e impactan como si fuesen balas.
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Observó con cierta sorpresa cómo el filo de la alabarda lograba hacerle un único corte en el tronco, que pronto se recubrió con una sustancia pastosa... ¿resina?. Las ondas no resultaron tan efectivas y se desvanecieron contra una rama imbuida en haki. Había logrado herirle una vez, y si podía hacerlo podía llegar a tumbarlo. Era evidente que Kodama lo superaba en casi todos los aspecto, pero si aprovechaba bien la ligera ventaja que le daba su agilidad (superada de todos modos por todo lo demás) podría intentar algo. No le había mostrado su akuma no mi, así que contaba con el factor sorpresa. Con una sonrisa de confianza, dio un par de giros y florituras con el asta hasta acabar en pose de carga. Seguía sin ser capaz de analizar su lenguaje corporal, pero comenzaba a ver a patrones en sus movimientos. Le costaba más que con otros comprenderlos, pero comenzaba a hacerse una idea de cómo moverse para adaptarse de la manera correcta a él. Al escuchar lo que dijo el capitán sonrió con altanería y contestó.
- Lo siento, pero no soy de los que se dejan vencer. Tendrás que tomar la victoria por la fuerza.
De repente un montón de ramas comenzaron a brotar y crecer desde el hombre árbol. Parecía que iba a pasar a la ofensiva, aunque no tenía claro de qué manera. Decidió cambiar de táctica, sabiendo que atacar a ciegas podría ser un error fatal. Con una orden mental la alabarda volvió a cambiar de forma, pasando a ser un escudo con la bandera del gobierno. De repente algo pasó volando muy cerca de él, demasiado, haciéndole daño en la cara y cortándole un mechón de pelo. "¿Un disparo? Pero si no tiene..." Se fijó en una bellota creciendo a gran velocidad en una rama, y otra más, y otra... alarmado, se cubrió con el escudo la cara y el pecho mientras potenciaba este con su haki de armadura. Se agachó un poco para cubrirse lo máximo posible y potenció su defensa activando su tekkai. Por un momento se creyó más o menos a salvo, pero no fue suficiente. Los fuertes golpes amenazaban con arrancarle el escudo de las manos, y pese a tener cubierto parte de su cuerpo, la parte baja de su abdomen y sus piernas fueron duramente castigados. Notó un "crac" seguido de un agudo dolor en su pecho, y fue derribado. Tosió con esfuerzo, echando algo de sangre, y levantando el brazo derecho con torpeza comprobó que el escudo se había roto.
- Joder... ¿estamos en serio?
Se había confiado demasiado, pretendiendo encajar de lleno un ataque de alguien que era evidentemente muy superior a él. Era imbécil... si su meta era vencer a los mejores y estaba en desventaja, debía superarlos en astucia. Se intentó levantar, temblando, pero el dolor de sus piernas hacía que le costara horrores moverlas, y si intentaba apoyar el peso en ellas la intensidad era tal que le daba la impresión de tener fuego líquido en su carne. ¿Y ya estaba? ¿Dos ataques y ya no podía ni tenerse en pie? Era patético... tan solo esperaba que Minami no estuviera viendo el combate. Apretó los dientes, mientras sentía algo latir dentro de él, un poder oculto al que hacía mucho que no recurría. Las venas de su cuerpo comenzaron a marcársele en rojo, al tiempo que el iris de sus ojos se teñían del mismo color. Con un gesto decidido se levantó, esta vez sin titubeos, mientras se ponía la mano sobre el pecho emanando una luz verde, calmando el dolor parcialmente.
- Gauntlet Mode.
El escudo comenzó a deformarse y recubrir sus manos y antebrazos, formando dos guanteletes como los de una armadura, pero con pinchos en los nudillos. Los trozos que se habían roto en el ataque de Kodama también se refundieron en el arma. Sentía su cuerpo a punto de estallar en mil pedazos del dolor, y cada latido de su corazón hacía vibrar todo su ser. Inspiró lentamente y se puso en posición con los brazos alzados. Tras dirigirle una última mirada al marine, y poniendo toda su determinación y esperanza en su desesperado ataque, murmuró:
- Soru.
Esta vez sí fue una carga frontal con todas las de la ley, sin truco ni trampa. Bueno, eso no era del todo cierto. En medio del ataque dio una orden mental a Kameleon e hizo que los guanteletes se convirtieran en dos espadas cortas, lanzando un corte en equis al tronco, con un aura azulada recorriendo los aceros.
- Lo siento, pero no soy de los que se dejan vencer. Tendrás que tomar la victoria por la fuerza.
De repente un montón de ramas comenzaron a brotar y crecer desde el hombre árbol. Parecía que iba a pasar a la ofensiva, aunque no tenía claro de qué manera. Decidió cambiar de táctica, sabiendo que atacar a ciegas podría ser un error fatal. Con una orden mental la alabarda volvió a cambiar de forma, pasando a ser un escudo con la bandera del gobierno. De repente algo pasó volando muy cerca de él, demasiado, haciéndole daño en la cara y cortándole un mechón de pelo. "¿Un disparo? Pero si no tiene..." Se fijó en una bellota creciendo a gran velocidad en una rama, y otra más, y otra... alarmado, se cubrió con el escudo la cara y el pecho mientras potenciaba este con su haki de armadura. Se agachó un poco para cubrirse lo máximo posible y potenció su defensa activando su tekkai. Por un momento se creyó más o menos a salvo, pero no fue suficiente. Los fuertes golpes amenazaban con arrancarle el escudo de las manos, y pese a tener cubierto parte de su cuerpo, la parte baja de su abdomen y sus piernas fueron duramente castigados. Notó un "crac" seguido de un agudo dolor en su pecho, y fue derribado. Tosió con esfuerzo, echando algo de sangre, y levantando el brazo derecho con torpeza comprobó que el escudo se había roto.
- Joder... ¿estamos en serio?
Se había confiado demasiado, pretendiendo encajar de lleno un ataque de alguien que era evidentemente muy superior a él. Era imbécil... si su meta era vencer a los mejores y estaba en desventaja, debía superarlos en astucia. Se intentó levantar, temblando, pero el dolor de sus piernas hacía que le costara horrores moverlas, y si intentaba apoyar el peso en ellas la intensidad era tal que le daba la impresión de tener fuego líquido en su carne. ¿Y ya estaba? ¿Dos ataques y ya no podía ni tenerse en pie? Era patético... tan solo esperaba que Minami no estuviera viendo el combate. Apretó los dientes, mientras sentía algo latir dentro de él, un poder oculto al que hacía mucho que no recurría. Las venas de su cuerpo comenzaron a marcársele en rojo, al tiempo que el iris de sus ojos se teñían del mismo color. Con un gesto decidido se levantó, esta vez sin titubeos, mientras se ponía la mano sobre el pecho emanando una luz verde, calmando el dolor parcialmente.
- Gauntlet Mode.
El escudo comenzó a deformarse y recubrir sus manos y antebrazos, formando dos guanteletes como los de una armadura, pero con pinchos en los nudillos. Los trozos que se habían roto en el ataque de Kodama también se refundieron en el arma. Sentía su cuerpo a punto de estallar en mil pedazos del dolor, y cada latido de su corazón hacía vibrar todo su ser. Inspiró lentamente y se puso en posición con los brazos alzados. Tras dirigirle una última mirada al marine, y poniendo toda su determinación y esperanza en su desesperado ataque, murmuró:
- Soru.
Esta vez sí fue una carga frontal con todas las de la ley, sin truco ni trampa. Bueno, eso no era del todo cierto. En medio del ataque dio una orden mental a Kameleon e hizo que los guanteletes se convirtieran en dos espadas cortas, lanzando un corte en equis al tronco, con un aura azulada recorriendo los aceros.
- Técnicas:
- - Técnica copiada a Abel: Sus cortes crean escarcha en la zona afectada. La escarcha es acumulativa.
- Renovate [Manual Micaiah]: Emitiendo energía se centra en una herida y reduce su gravedad. Puede hacerlo una vez por combate. La herida, en el mismo turno, bajará un nivel. Herida grave > Herida moderada > Herida leve > Herida superficial.
- Last Stand: Sólo puede recurrir a esta técnica cuando su cansancio y heridas hacen mella en él hasta el punto de estar a punto de caer derrotado, le resultan un auténtico problema o está al borde de la muerte. Recupera su energía y recibe un aumento del 100% a su fuerza, velocidad y agilidad y es capaz de seguir peleando durante un mínimo de dos posts pese a sus heridas.
- Soru
- Tekkai
- Ronda 2/15 de haki de armadura
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"Aún sigue en pie. Hoy día los entrenan duros", se dijo Kodama. Era bueno ver que los servidores de la justicia no flaqueaban y se rendían ante los problemas. Claro que no estaba acostumbrado a ser él uno de esos problemas. Era una sensación rara. En cualquier caso era bueno ver que no había agujereado la cabeza de Izumi sin querer. Su escudo y esas habilidades que enseñaban a los espías le habían ayudado a sobrellevar lo peor del ataque, mientras que la pared de detrás se había convertido en un colador, con decenas agujeros abiertos en ella y otras tantas bellotas tiradas por doquier.
-No hay nada más agotador que tener que ganar una victoria -murmuró el Roble, más para sí que para que el otro lo escuchara-. Allá vamos, pues.
De no haber tenido unas armas de gran calidad, habría sentido envidia de esa cosa que cambiaba de forma. Espadas, escudos, guanteletes... ¿Cuántas formas más podría adoptar? Podía resultar algo problemática mientras desconociera los límites de sus transformaciones. Sería mejor mantenerla a buen recaudo.
Estaba tan centrado en el arma que el movimiento le pilló un poco por sorpresa.
"Deja de relajarte tanto, viejo", se recriminó mientras acumulaba hako para defenderse de los puñetazos que le esperaban y lanzaba dos estocadas a sendas manos de Izumi. "Te lo dije", se reprochó cuando el repentino cambio de ofensiva logró dejarle dos marcas cortantes en el abdomen. Había tenido el tiempo justo de acumular algo de haki para que no le partiese en dos. Aunque la congelación no se la esperaba. Odiaba el hielo; casi tanto como el fuego. Las plantas necesitaban un buen clima.
El chico estaba resultando ser un oponente más insistente y eficaz de lo que había esperado. De cada una de las ramas que antes disparaba ráfagas de mortíferas bellotas, empezó a surgir jabón. Una pompa cargada de haki por cada una -doce en total-, aproximadamente del tamaño de una cabeza humana. Estaba seguro de ser lo bastante rápido como para poder pillarlo. O casi. La idea era estrellar todas esas pompas contra él y, tras golpearlo, fundirlas en una sola para dejarlo encerrado en su mezcla de haki y jabón.
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No tuvo tiempo para celebrar su éxito, pues una sacudida de dolor recorrió su cuerpo. Las marcas de su piel por un momento titilaron como si fueran luces y parecieron a punto de desaparecer. Su poder le abandonaba rápidamente; había sufrido demasiado daño y estaba empleando todas sus energías en mantenerse en pie. Alzó la mirada jadeando, con un gesto desafiante en el rostro. Pese a todo, las heridas no habían sido graves y Kodama seguía en pie, listo para continuar el combate. De sus ramas comenzaron a surgir e hincharse una esferas transparentes que salieron disparadas hacia él. Desconociendo la naturaleza del ataque, decidió que lo mejor sería mantenerse lo más alejado posible, pero en cuanto intentó retroceder la pierna derecha le falló y resbaló. Cerró los ojos esperando un duro golpe contra el suelo, pero en lugar de eso sintió una superficie extraña y elástica. Parpadeó, confuso al ver el mundo a su alrededor deformado. No era un fallo de su visión, estaba dentro de... algo.
- Pero qué...
Trató de levantarse, pero sólo logró resbalar y comenzar a girar enloquecidamente con aquella extraña esfera. Una vez logró parar, respiró hondo y trató de razonar la situación, mientras tocaba la superficie de aquella cosa. Era... ¿como jabón? ¿Estaba en una maldita pompa gigante? Buscó con la mirada y las manos sus espadas, pero no las encontró. Mierda, debía haberlas soltado sin darse cuenta cuando resbaló. ¿Y ahora qué? Estaba encerrado, con sus fuerzas mermando rápidamente y sin Kameleon. Aún tenía su pistola y sus armas normales, pero no tenía claro que fuesen a llegar para cortar aquello. Pero si no probaba... desenvainó torpemente y trató de apuñalar la esfera, logrando sólo que se deformara. Agitó violentamente el arma tratando de cortar la superficie, sin éxito. Así que... eso era todo. Suspiró hondo y sonrió con pesar.
- Admito mi derrota. Me rindo.
Eso era todo. Su "Last Stand" duraría sólo unos pocos segundos más y tras eso apenas podrías caminar. Aunque lograra romper aquella pompa con un rankyaku o recurriendo a su endurecimiento para potenciar sus golpes, luego con suerte tendría tiempo para lanzar un último ataque antes de caer. ¿Podría intentarlo? Sí, y en condiciones normales lo haría. Sin embargo en aquel combate no se jugaba la vida, el éxito de una misión ni nada similar. Le dolía la derrota en su orgullo, le dolía más que mil puñaladas, pero no era tan imbécil como para arriesgar su salud en un acto fútil. Aún quedaban más combates y no quería que aquello acabara como el torneo de Underwater. Así pues, aunque doliera, admitía que aquel encuentro había acabado.
- Ahora... ¿puedes sacarme de esta cosa?
- Pero qué...
Trató de levantarse, pero sólo logró resbalar y comenzar a girar enloquecidamente con aquella extraña esfera. Una vez logró parar, respiró hondo y trató de razonar la situación, mientras tocaba la superficie de aquella cosa. Era... ¿como jabón? ¿Estaba en una maldita pompa gigante? Buscó con la mirada y las manos sus espadas, pero no las encontró. Mierda, debía haberlas soltado sin darse cuenta cuando resbaló. ¿Y ahora qué? Estaba encerrado, con sus fuerzas mermando rápidamente y sin Kameleon. Aún tenía su pistola y sus armas normales, pero no tenía claro que fuesen a llegar para cortar aquello. Pero si no probaba... desenvainó torpemente y trató de apuñalar la esfera, logrando sólo que se deformara. Agitó violentamente el arma tratando de cortar la superficie, sin éxito. Así que... eso era todo. Suspiró hondo y sonrió con pesar.
- Admito mi derrota. Me rindo.
Eso era todo. Su "Last Stand" duraría sólo unos pocos segundos más y tras eso apenas podrías caminar. Aunque lograra romper aquella pompa con un rankyaku o recurriendo a su endurecimiento para potenciar sus golpes, luego con suerte tendría tiempo para lanzar un último ataque antes de caer. ¿Podría intentarlo? Sí, y en condiciones normales lo haría. Sin embargo en aquel combate no se jugaba la vida, el éxito de una misión ni nada similar. Le dolía la derrota en su orgullo, le dolía más que mil puñaladas, pero no era tan imbécil como para arriesgar su salud en un acto fútil. Aún quedaban más combates y no quería que aquello acabara como el torneo de Underwater. Así pues, aunque doliera, admitía que aquel encuentro había acabado.
- Ahora... ¿puedes sacarme de esta cosa?
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