Arthur vs Zuko

Olía fatal. Aunque el calor era ligeramente placentero para el dragón. Se encontraba practicando estiramientos sobre la caliente roca, esperando a su oponente. Esperaba que Dretch, su anterior contrincante, estuviese bien, ya que había visto en este bastante potencial. No tenía muy claro a qué organización pertenecía, pero lo más probable es que fuese un miembro del Cipher Pol, como él mismo lo fue antaño. Y aún así, sintiéndose ligeramente mal porque aquello desvirtuaba un poco al agente, esperaba que su contrincante actual pudiese darle algo más de guerra. ¿Sería un marine aquella vez? En aquel evento solo se había cruzado con dos de ellos, y esperaba aquella vez encontrarse con un compañero. ¿Aunque tal vez sería mejor un superior? Era por todos sabido que el rango de Zuko era uno que le quedaba pequeño. Por suerte, era poco probable que lo subestimaran por ello, ya que era un dato bastante conocido en la marina.

“La joven promesa”, lo llamaban. Aunque el dragón siempre lo había encontrado exagerado, sobre todo después de aquel día que quiso hacerse el valiente y chocó contra un muro llamado Dexter. Aquel golpe de realidad sirvió al sargento para que no se confiara llegado algún momento crítico. Se sentía bastante bien en aquel lugar acalorado. No solo era resistente al calor por su naturaleza dracónica, sino que además se sentía cómodo en ese tipo de ambientes. Aunque quitaría el olor con gusto.

El combate contra el tal Kenmei había acabado al llegar al límite de tiempo y me tocaba otro combate contra otro oponente. Otra vez en el mismo escenario, algo que me recordaba que, cuando todo esto acabase, le cantaría las cuarenta al encargado de organizar esto exigiendo un informe detallado con el presupuesto y los gastos que han supuesto montar toda esta parafernalia. Pero ahora al rollo.

Mi oponente se estaba estirando antes del combate, ¿es que acaso el anterior reto no había sido calentamiento suficiente? O a lo mejor su estilo de lucha necesita de cierta preparación previa. Sea como fuere un combate era un combate. Me aseguré de que la manta blanca y la máscara que llevaba estuvieran bien fijas y no se cayesen durante el encuentro. Con un gesto del brazo lo saludé al estilo militar una vez me aseguré de que se había percatado de mi presencia, no quería empezar en combate con un ataque sorpresa. Saqué a Zinogre, mi arma y mi compañero, un glaive carmesí de líneas puras y geometría perfecta. Miré a mi contrincante para ver que ya estaba listo y, justo en el instante en que ambos estábamos preparados me lancé de frente comenzando con la ofensiva.

Me dispuse a salvar los metros que nos separaban con una rápida carrera para acortar distancias y, cuando llegase a él lanzaría un tajo descendente, continuando el giro con mi propio cuerpo dando un tajo en diagonal hacia la derecha y dejando la guardia necesaria para responder a sus ataques. O ese era el plan.

De pronto, antes siquiera de que llegase a mitad de camino, el edificio entero se sacudió haciéndome perder el equilibro, por si fuera poco comenzaron a caer gotas de lava por todas partes y el suelo comenzó a inundarse, tragándome una repentina ola de roca fundida. Hasta aquí habíamos llegado, no sólo habían hecho esto sacándolo del presupuesto de su culo, sino que encima estos chapuzas no eran capaces de asegurar un edificio estable. Saqué la mano de entre la roca fundida, de no ser por mis poderes estaría bastante muerto ahora mismo. Con gran esfuerzo di un salto fuera de la superficie viscosa de la lava y traté de enfriar de golpe toda la que se nos echaba encima, tratando de hacer un muro de roca a nuestro alrededor que evitase más accidentes.

Todo empezó a temblar. Lava empezó a caer del techo y el suelo empezó a verse cubierto por la candente roca fundida. Con rapidez, el dragón dio un salto y se mantuvo en el aire, utilizando su geppou. Su oponente había llegado ya y Zuko había visto como se lo tragaba una ola de lava. Frunció el ceño y se contuvo las ganas de gritar. Estaba enfadado. ¿Cómo podía ser que preparasen un campo tan peligroso e inestable? El dragón era resistente a ello, pero le había costado la vida a…

Oh… Seguía vivo. Salió de la lava sin haber sufrido daño alguno. Alrededor de ambos contrincantes la lava empezaba a enfriarse y endurecerse, no solo creando un suelo que poder pisar sino también una pared que los rodeaba. El dragón volvió a tocar el suelo volcánico con los pies.

─Que alivio, durante un momento pensé que habías muerto -le dijo suspirando.

Aunque aquello despertaba su curiosidad. Eso significaba que su oponente, como él, era resistente a la lava y las altas temperaturas. No solo eso, sino que podía manipular esta de algún extraño modo, pudiendo bajar su temperatura. ¿Será un maestro de lava? En Reddo Teikkoku existían historias de maestros de los elementos tan poderosos que podían manipular la lava misma, pero el dragón nunca había visto uno, y nadie parecía haberlo hecho. ¿Tal vez una Fruta del diablo de lava? ¿Una logia? Fuese lo que fuese, aquella persona iba a ser un contrincante más que interesante.

─Bueno, arreglado este inconveniente… Empecemos.

Queriendo probar las capacidades que tenía aquel hombre con las altas temperaturas, se colocó en posición y llevó la mano hacia atrás. Aquel era un movimiento de Maestría del Fuego que tenían los maestros medios y se utilizaba para provocar una gran bola de fuego. La Palma Abierta. Zuko movió una pierna hacia delante, dando un fuerte paso que agrietó la piedra volcánica bajo él. Entonces, dio un fuerte golpe seco con la mano izquierda delante suyo a la vez que posicionaba la palma derecha mirando hacia abajo. Una enorme bola de fuego emergió y salió disparada hacia su contrincante.

Una vez arreglado el problema de la lava me dispuse a seguir con el combate, esta vez seriamente en serio. A mi contrincante tampoco parecía importarle mucho el calor extremo, no notaba que su cuerpo sufriese los síntomas de un sofoco o un golpe de calor. Eso significaba que podría tener cierta resistencia a las altas temperaturas.

Una vez me confirmó que estaba dispuesto a empezar me puse en guardia para ver como adoptaba una pose rara, encadenando movimientos que nunca había visto, pisando fuertemente el suelo para luego golpear el aire y generar una bola de fuego de tamaño considerable. Lo único que pasó por mi mente en ese momento fue un "Otra vez no" ¿Cuántas personas podían controlar o generar fuego? No es como si hubiera escuelas que lo enseñaran como un arte marcial ¿o si? El mero hecho de ver la forma en la que había realizado ese ataque me indicaba que era posible... bueno, tenía más sentido que el okama kenpo ¿qué tenía que ver el ser un travesti con que se te den bien las artes marciales? Sin duda el mundo estaba loco.

Cuando la bola llegó a mi lado di rápido y limpio un tajo con mi arma, generando una corriente de aire que la disipase, así como absorbiendo su calor. Esperaba que fuera capaz de más, sino esto sería bastante aburrido. Por ahora reservaría el Trans Am, su uso no me cansaba, pero activarlo varias veces al día tenía cierta carga que acababa desgastando. Me gustaría llegar a la última ronda lo más fresco posible.

- No está mal, ya es más grande que la del anterior oponente. - Dije con tono de "refuerzo positivo" - Pero ¿Eso es todo?

Tras preguntar tensé los músculos y eché el arma atrás. Me coloqué en posición y di un "paso" hacia él, poniendo todas las fuerzas en las piernas para impulsarme de golpe y sortear la distancia que nos separaba. Al llegar a poco más de un metro de él, clavé el arma en el suelo en diagonal, comunicando parte de mi fuerza a este y usando el resto para elevarme en el aire mientras continuaba avanzando. Siguiendo con la fuerza cinética que me quedaba giré sobre mí mismo para realizar el auténtico golpe, con un tajo descendente desde arriba que acabaría con el arma volviendo a impactar en el suelo con mis fuerzas. Incluso si evitaba el tajo, la fuerza de mi repentina aceleración y frenazo generarían un estallido sonico.

Cosas usadas:

Su contrincante dispersó el fuego como si nada. Una sonrisa se dibujó en el rostro del sargento al ver que su actual enemigo era un hueso duro y que aquel combate podría llegar a ser interesante. Sus sospechas se confirmaron cuando, a una velocidad abismal, el encapuchado redujo la distancia entre ambos, clavando su espada en el suelo y realizando con la inercia un verdadero ataque con esta. Haciendo uso de sus avanzados reflejos, el dragón dio un salto hacia atrás para evitar el corte, cruzando los brazos frente a si para cubrirse. Sin embargo, aquello no fue todo. Un fuerte estallido en forma de onda expansiva lo expulsó hacia atrás, haciendo que su espalda golpease contra la volcánica piedra que ahora los rodeaba. El sargento abrió la boca, perdiendo la respiración un segundo por el golpe. El impacto había agrietado la improvisada pared.

Reincorporándose, miró a su enemigo, con una sonrisa en la cara. Poco a poco, su estatura empezó a aumentar, mientras que su piel empezaba a verse cubierta por escamas del color del latón. De su espalda nacieron dos enormes alas de murciélago. Sus piernas se convirtieron en poderosas patas traseras de dragón a la par que le crecía una larga cola y de su frente emergían dos cuernos hacia atrás.

─Aún no me has dicho tu nombre -dijo mientras terminaba su transformación -. Yo soy Zuko.

Debía hacer gala de su fuerza, pero también debía tener cuidado. Estaba lloviendo lava sobre ellos y su fuerza en aquel estado podría perfectamente echar abajo aquellos muros. Había comprobado, no solo tras el ataque realizado sino la supervivencia de su enemigo a un baño de lava, que el fuego sería inútil contra él. Por tanto, el firebending tan solo le serviría como apoyo para movilizarse. Y eso hizo. Utilizando el Soru, el dragón dejó su lugar, dejando tras de si un rastro del fuego usado para propulsarse y aumentar su velocidad y rodear a su enemigo. Al aparecer justo detrás de él, levantaría la pierna por encima de su cabeza, propulsándola con fuego y girando sobre si mismo, para golpearlo con una patada descendente desde lo alto.

Mi contrincante pudo evitar mi corte, aunque se vio sorprendido por la fuerza de mi desplazamiento, saliendo volando hasta chocar contra un muro. Tras eso se incorporó para comenzar a transformarse. Su piel se cubrió de escamas mientras rasgos reptilianos comenzaban a surgir de su cuerpo, garras, cola y cuernos, a parte de alas ¿De qué me sonaba? Oh claro, es posible que se tratase de un usuario y que hubiera consumido una akuma no mi de dragón, o eso o de lagarto volador cornudo de las selvas de Amazon Lily, una especie de pequeño reptil en peligro de extinción, su carne es deliciosa y no hacen gran cosa por alejarse de los depredadores, de hecho tienen cierta tendencia a la muerte, puede que por eso esté en peligro de extinción.

- Capitán Arthur Silverwing.- Me presenté mientras regresaba a la pose de combate.

Tras eso Zuko comenzó a moverse a gran velocidad, propulsándose con el fuego que creaba. A una velocidad que rivalizaba con la que usé antes no tardó en posicionarse a mi espalda, para luego impulsar su pierna en un movimiento en arco descendente. No estaba mal, a diferencia del anterior contrincante, este había deducido que el fuego no serviría de mucho conmigo. En su lugar pelearía con sus artes marciales. Era bastante rápido, y su posición me hacía difícil responder con un movimiento preciso. En vez de trazar un torpe arco hacia atrás que podía ser perfectamente esquivado (por alguien con alas) clavé a Zinogre en el suelo, afiancé mis mis piernas en la posición más estable posible, plegué mi brazo derecho hacia arriba y coloqué la mano izquierda sobre la clavícula derecha como apoyo. Justo antes del impacto tensé los músculos y activé el Knight Armor para crear una protección extra y encajar en golpe con mi hombro derecho. De inmediato unas placas de cristales rojizos se formaron creando una armadura parcial, la cual también cubría mis hombros. El golpe tenía una fuerza considerable, si no me hubiese preparado puede que me hubiese dislocado el hombro. Justo en ese momento, antes de que Zuko pudiese recuperarse de su golpe trataría de agarrar su pie (o garra o pata) entre el hombro y el cuello, y con los brazos agarrando la pierna. Si la presa salía bien, giraría sobre mí mismo para ganar inercia y lo soltaría para estamparlo en el suelo. En cambio si se libraba cogería mi arma y me alejaría un par de metros para ponerme en guardia ante un nuevo ataque.

Cosas usadas: