Mellanie Grim
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había un griterío incesante en la plaza. Reunidos alrededor de dos hombres que echaban un concurso de pulsos, estaban hombres, mujeres y algún que otro mocoso curioso. Mellanie Se hallaba oculta entre la multitud, viendo esa competencia que para ella no tenía ningún sentido. La cara de uno de los contendientes estaba roja como el tomate, mientras que el otro no parecía esforzarse mucho. El que parecía llevar la ventaja concretó su victoria rápidamente y levantó los brazos en un gesto de triunfo.
- ¡Donde está mi premio! ¡Eh! – gritaba con un condenado.
De pronto, su mirada se posó en Mellanie. El hombre musculoso levantó su dedo índice y señalo a la joven pirata.
- ¡Tú, preciosa! ¡Eres mi premio!
La gente que estaba alrededor de la chica, la empujó hacia adelante. Las risas y los silbidos picaros emergieron de la multitud y Mellanie empezó a incomodarse mucho. El enorme hombre se le acercó a la joven y acercó su rostro hasta donde estaba el de ella.
- Eh, cariño, que tal si te invitó una copa más tarde y luego vamos a divertirnos juntos.
- No te atrevas a ponerme un dedo encima, mastodonte de cuarta o lo pagarás muy caro.
- Me gustan las chicas de tu tipo. Domarte será muy fácil.
La mano del fornido hombre comenzaba a moverse en dirección de Mellanie. Antes de que llegara a tocar su hombro, la chica tomó la muñeca del hombre con su mano derecha cruzada, se giró velozmente, dobló un poco el torso de su cuerpo hacia la izquierda y tiró del brazo del fortachón. El mentón del pobre hombre colisionó de lleno contra el codo izquierdo de la chica y ella lo soltó para que se fuera impulsando hacía atrás. Cayó de espalda destrozando la mesa donde antes había ganado su partida de pulso. Se quedó tendido en el piso, sin moverse. La gente abrió camino cuando ella cogió la mochila que se le había caído al suelo al momento de reaccionar al acoso. Empezó a caminar entre miradas de temor y murmullos.
- ¡Donde está mi premio! ¡Eh! – gritaba con un condenado.
De pronto, su mirada se posó en Mellanie. El hombre musculoso levantó su dedo índice y señalo a la joven pirata.
- ¡Tú, preciosa! ¡Eres mi premio!
La gente que estaba alrededor de la chica, la empujó hacia adelante. Las risas y los silbidos picaros emergieron de la multitud y Mellanie empezó a incomodarse mucho. El enorme hombre se le acercó a la joven y acercó su rostro hasta donde estaba el de ella.
- Eh, cariño, que tal si te invitó una copa más tarde y luego vamos a divertirnos juntos.
- No te atrevas a ponerme un dedo encima, mastodonte de cuarta o lo pagarás muy caro.
- Me gustan las chicas de tu tipo. Domarte será muy fácil.
La mano del fornido hombre comenzaba a moverse en dirección de Mellanie. Antes de que llegara a tocar su hombro, la chica tomó la muñeca del hombre con su mano derecha cruzada, se giró velozmente, dobló un poco el torso de su cuerpo hacia la izquierda y tiró del brazo del fortachón. El mentón del pobre hombre colisionó de lleno contra el codo izquierdo de la chica y ella lo soltó para que se fuera impulsando hacía atrás. Cayó de espalda destrozando la mesa donde antes había ganado su partida de pulso. Se quedó tendido en el piso, sin moverse. La gente abrió camino cuando ella cogió la mochila que se le había caído al suelo al momento de reaccionar al acoso. Empezó a caminar entre miradas de temor y murmullos.
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