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Loyal D.Edward
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Dos semanas, dos infinitas semanas habían pasado desde que me había lanzado al mar con aquella roñosa barca , la cuál a simple vista tenía más parecido a un coladero que a un navío, pero en aquel momento estaba convencido de que era mi única opción, ya que mi último paradero había sido una isla completamente exenta de cualquier rastro de civilización, y por si esto fuese poco, también estaba desierta, con tan solo un río que atravesaba la isla.
Antes de que mis fuerzas flaqueasen aun mas, decidí lanzarme a la desesperada a alta mar, pero parecía que en aquellos días la suerte no estaba de mi lado. La barca se estaba quebrando debido al temporal tan agresivo, y siendo este el menor de mis problemas, la falta de alimento comenzaba a pasar una grave factura, tanto, que lo último que recuerdo es sentir como la cabeza comenzaba a darme vueltas, haciendo que me precipitase al suelo de mi frágil transporte, notando como las gotas de lluvia me caían en la frente, resbalando hasta el filo de mi barbilla mientras mis ojos se cerraban lentamente.
-¡Ha despertado!-Dijo una voz masculina cercana al ver que me incorporaba del suelo, justo cuándo me toqué la cabeza con ambas manos.
-Duele..-Dije en voz baja mientras me agarraba a un barrote que tenía a mi derecha para poder erguirme.-Espera, ¿Barrotes?-Comenté al percatarme de la situación, levantando la mirada del suelo, para poder ver con mis propios ojos como me encontraba, efectivamente, encarcelado.
Iba a abrir la boca pero una voz al fondo del pasillo se me anticipó, al tiempo que se acercaba caminando, dejando que la luz de los candiles fuesen descubriendo su silueta.
-Avisen al comandante.-Dijo aquella voz femenina con decisión en aquel momento en el que pude ver su cara.
-¡Si, capitana!-Sonaron al unísono las voces de seis hombres, que vestidos con una peculiar armadura azul, blanca y gris, marcharon raudos por el portón metálico que se encontraba al final del habitáculo.
Me fijé en su aspecto mientras abría mi celda con una gran llave plateada que llevaba colgada al cinto. Tenía el cabello rubio, corto pero no en exceso, y peinado hacia un lado. Tenía una cicatriz que atravesaba en perpendicular su ceja izquierda. Poseía un rostro pálido, poblado de pecas y algunos lunares. Lo que más destacaba de su físico a parte de su cicatriz, eran sus ojos azulados del color del cielo,y unos dientes blancos como el marfil.
Su vestimenta era algo extraña, mas que nada por el vivo colorido y la mezcla de tonos en su atuendo. Portaba unas botas marrones que le llegaban a la mitad de la tibia, junto con un pantalón ajustado de colores amarillo pálido y azul, que acababa con unos tonos blancos y rojos al final, y unas rodilleras metálicas que lucían llenas de rasguños. En la parte del torso, la joven llevaba una chaqueta de color azul con mangas hasta los codos, detalles de cuadros marrones y una camisa abierta blanca y desgasta debajo, que dejaba ver la parte desde su cuello hasta su cintura de una manera bastante atrevida.
-Levanta, nos vamos de paseo-Dijo mientras me miraba con un gesto bastante agrio y se acercaba, dejandose escuchar de fondos los chirrios de la puerta al abrirse.
-Espera, donde mierd..- Frené en seco la oración al quedarme sin respiración unos breves instantes, al notar que me había golpeado con una patada en mis partes, haciendo que hincase una rodilla en el suelo, para acto seguido aprovechar la confusión para colocarme unas esposas macizas en las manos.
-¿¡Que cojones haces?!Desgraciada..- Le dije aún resintiendo me en el suelo, sin tener fuerza para alzar la voz.
-Acabamos de salir de una guerra, hay que tomar precauciones.-Dicho esto, empezó a tirar de la cadena que llegaba hasta mis esposas, indicándome con tal gesto que la siguiese fuera de la celda.
Antes de que mis fuerzas flaqueasen aun mas, decidí lanzarme a la desesperada a alta mar, pero parecía que en aquellos días la suerte no estaba de mi lado. La barca se estaba quebrando debido al temporal tan agresivo, y siendo este el menor de mis problemas, la falta de alimento comenzaba a pasar una grave factura, tanto, que lo último que recuerdo es sentir como la cabeza comenzaba a darme vueltas, haciendo que me precipitase al suelo de mi frágil transporte, notando como las gotas de lluvia me caían en la frente, resbalando hasta el filo de mi barbilla mientras mis ojos se cerraban lentamente.
-¡Ha despertado!-Dijo una voz masculina cercana al ver que me incorporaba del suelo, justo cuándo me toqué la cabeza con ambas manos.
-Duele..-Dije en voz baja mientras me agarraba a un barrote que tenía a mi derecha para poder erguirme.-Espera, ¿Barrotes?-Comenté al percatarme de la situación, levantando la mirada del suelo, para poder ver con mis propios ojos como me encontraba, efectivamente, encarcelado.
Iba a abrir la boca pero una voz al fondo del pasillo se me anticipó, al tiempo que se acercaba caminando, dejando que la luz de los candiles fuesen descubriendo su silueta.
-Avisen al comandante.-Dijo aquella voz femenina con decisión en aquel momento en el que pude ver su cara.
-¡Si, capitana!-Sonaron al unísono las voces de seis hombres, que vestidos con una peculiar armadura azul, blanca y gris, marcharon raudos por el portón metálico que se encontraba al final del habitáculo.
Me fijé en su aspecto mientras abría mi celda con una gran llave plateada que llevaba colgada al cinto. Tenía el cabello rubio, corto pero no en exceso, y peinado hacia un lado. Tenía una cicatriz que atravesaba en perpendicular su ceja izquierda. Poseía un rostro pálido, poblado de pecas y algunos lunares. Lo que más destacaba de su físico a parte de su cicatriz, eran sus ojos azulados del color del cielo,y unos dientes blancos como el marfil.
Su vestimenta era algo extraña, mas que nada por el vivo colorido y la mezcla de tonos en su atuendo. Portaba unas botas marrones que le llegaban a la mitad de la tibia, junto con un pantalón ajustado de colores amarillo pálido y azul, que acababa con unos tonos blancos y rojos al final, y unas rodilleras metálicas que lucían llenas de rasguños. En la parte del torso, la joven llevaba una chaqueta de color azul con mangas hasta los codos, detalles de cuadros marrones y una camisa abierta blanca y desgasta debajo, que dejaba ver la parte desde su cuello hasta su cintura de una manera bastante atrevida.
-Levanta, nos vamos de paseo-Dijo mientras me miraba con un gesto bastante agrio y se acercaba, dejandose escuchar de fondos los chirrios de la puerta al abrirse.
-Espera, donde mierd..- Frené en seco la oración al quedarme sin respiración unos breves instantes, al notar que me había golpeado con una patada en mis partes, haciendo que hincase una rodilla en el suelo, para acto seguido aprovechar la confusión para colocarme unas esposas macizas en las manos.
-¿¡Que cojones haces?!Desgraciada..- Le dije aún resintiendo me en el suelo, sin tener fuerza para alzar la voz.
-Acabamos de salir de una guerra, hay que tomar precauciones.-Dicho esto, empezó a tirar de la cadena que llegaba hasta mis esposas, indicándome con tal gesto que la siguiese fuera de la celda.
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Contemplaba la calle, paciente. No estaba seguro de las horas que llevaba allí. El frío seguía haciendo mella en mis huesos, pero me obligaba a permanecer inmóvil. Estaba situado de forma estratégica, de modo que mi figura era prácticamente invisible a la sombra de la luna, en aquel tejado. Cualquiera podría haber afirmado que no había nada allí, pero entonces... lo vi. Un leve respingo.
-Ya están aquí.
Di un salto desde mi posición al tejado contiguo, dejando ver mi figura moviéndose por el aire, con la capa negra ondeando tras de mí. La capa me cubría, me ocultaba, pero también dejaba ver mi aspecto más amenazador. No tardé mucho en localizar a mis objetivos.
-Son dos... ¿Solo dos?- forcé mi vista, obligándome a ver con claridad en aquella oscuridad. Por una pequeña calle totalmente vacía en aquella cerrada noche, apareció un pequeño carro tirado por dos personas. Justo lo que estaba esperando.
Lo que llevaba horas esperando.
Los hombres avanzaron a paso seguro mientras cargaban el carro. Parecían distraídos con su labor, inconscientes del peligro que les acechaba. Esperé paciente desde el tejado, hasta que estaban justo debajo… Y entonces salté.
Mi llegada pilló completamente desprevenido al primer hombre, que hizo un esfuerzo inútil por sacar su espada de la funda, justo antes de que el reverso de la mía le alcanzase en el costado. El hombre cayó de rodillas lamentándose, y aproveché ese momento para lanzarme a por el segundo. Pero ya estaba preparado y en guardia. Tanteé su defensa lanzando un leve espadazo, que chocó contra su hoja. El hombre parecía confiado… Demasiado confiado. ¿Acaso no veía que estaba en peligro? Aparté aquellos pensamientos de mi mente y me obligué a acabar la tarea cuanto antes. Aprovechando lo estrecho de la calle, me apoyé en una pared y me impulsé hacia él, justo antes de poner al máximo mis sentidos…
-“Borg”.
De repente, todo parecía más claro. Mi mente se había liberado de cualquier pensamiento inoportuno, y me sentía ágil como un gato. El hombre levantó su espada, intentando hacerme un corte desde el lado izquierdo… Pero de algún modo, lo vi venir. Bloqueé su espada con la mía, justo a tiempo para propinarle un rodillazo en la cara. El hombre cayó de bruces, inconsciente.
Me acerqué tranquilamente al otro, aún gastando el uso de Borg, y vi como que el hombre se había “recuperado”. Permanecía de rodillas, consciente. Me contemplaba entre curioso y aterrado… O no. No parecía sentir miedo. ¿Cuál era el problema con aquellos tipos?
Dejé que observase mi figura unos segundos más, con el leve vapor emanando de mi cuerpo debido al uso de Borg, y luego le propiné una patada en el mismo sitio donde había recibido el golpe anterior, dejándole fuera de combate.
-Muy bien, hora de recoger el premio.
Me acerqué al pequeño carro y tanteé con los dedos lo que había dentro, dado que la luz de la luna no era suficiente para iluminar bien el contenido. Examiné entre los sacos apilados, hasta que di con lo que buscaba.
Saqué una pequeña bolsita, cuyo contenido tintineó al moverse, y la abrí para comprobar su contenido. Metí la mano, y el tacto del oro resbaló entre mis dedos. Sonreí, preparado para abandonar el lugar, pero de repente vi un pequeño destello por el rabillo del ojo. Me estaba dando la vuelta, preparado para luchar, pero entonces… Lo sentí. Un fuerte golpe. Mi cabeza comenzó a chirriar de dolor, y todo se volvió negro.
-Ya están aquí.
Di un salto desde mi posición al tejado contiguo, dejando ver mi figura moviéndose por el aire, con la capa negra ondeando tras de mí. La capa me cubría, me ocultaba, pero también dejaba ver mi aspecto más amenazador. No tardé mucho en localizar a mis objetivos.
-Son dos... ¿Solo dos?- forcé mi vista, obligándome a ver con claridad en aquella oscuridad. Por una pequeña calle totalmente vacía en aquella cerrada noche, apareció un pequeño carro tirado por dos personas. Justo lo que estaba esperando.
Lo que llevaba horas esperando.
Los hombres avanzaron a paso seguro mientras cargaban el carro. Parecían distraídos con su labor, inconscientes del peligro que les acechaba. Esperé paciente desde el tejado, hasta que estaban justo debajo… Y entonces salté.
Mi llegada pilló completamente desprevenido al primer hombre, que hizo un esfuerzo inútil por sacar su espada de la funda, justo antes de que el reverso de la mía le alcanzase en el costado. El hombre cayó de rodillas lamentándose, y aproveché ese momento para lanzarme a por el segundo. Pero ya estaba preparado y en guardia. Tanteé su defensa lanzando un leve espadazo, que chocó contra su hoja. El hombre parecía confiado… Demasiado confiado. ¿Acaso no veía que estaba en peligro? Aparté aquellos pensamientos de mi mente y me obligué a acabar la tarea cuanto antes. Aprovechando lo estrecho de la calle, me apoyé en una pared y me impulsé hacia él, justo antes de poner al máximo mis sentidos…
-“Borg”.
De repente, todo parecía más claro. Mi mente se había liberado de cualquier pensamiento inoportuno, y me sentía ágil como un gato. El hombre levantó su espada, intentando hacerme un corte desde el lado izquierdo… Pero de algún modo, lo vi venir. Bloqueé su espada con la mía, justo a tiempo para propinarle un rodillazo en la cara. El hombre cayó de bruces, inconsciente.
Me acerqué tranquilamente al otro, aún gastando el uso de Borg, y vi como que el hombre se había “recuperado”. Permanecía de rodillas, consciente. Me contemplaba entre curioso y aterrado… O no. No parecía sentir miedo. ¿Cuál era el problema con aquellos tipos?
Dejé que observase mi figura unos segundos más, con el leve vapor emanando de mi cuerpo debido al uso de Borg, y luego le propiné una patada en el mismo sitio donde había recibido el golpe anterior, dejándole fuera de combate.
-Muy bien, hora de recoger el premio.
Me acerqué al pequeño carro y tanteé con los dedos lo que había dentro, dado que la luz de la luna no era suficiente para iluminar bien el contenido. Examiné entre los sacos apilados, hasta que di con lo que buscaba.
Saqué una pequeña bolsita, cuyo contenido tintineó al moverse, y la abrí para comprobar su contenido. Metí la mano, y el tacto del oro resbaló entre mis dedos. Sonreí, preparado para abandonar el lugar, pero de repente vi un pequeño destello por el rabillo del ojo. Me estaba dando la vuelta, preparado para luchar, pero entonces… Lo sentí. Un fuerte golpe. Mi cabeza comenzó a chirriar de dolor, y todo se volvió negro.
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-¿Necesitas que te lleve en brazos?Anda más rápido, no tenemos todo el día.-Soltó tajante la chica, que ni siquiera se preocupó por dirigir su mirada hacia mí al hablar. Ella continuaba mirando al frente, con una postura erguida y estilizada, dando de vez en cuando algún esporádico tirón a la cadena de mis esposas, viendo que a duras penas podía seguir el ritmo.
-Estaría mejor si me sintiese las pelotas.- Solté cabreado , frunciendo el ceño, con un gesto aún adolorido.
-Da las gracias de que todavía las tienes en su sitio.-Exclamó dando al primer paso hacia lo que parecían unas escaleras de caracol.
-Furcia.-Maldecí entre dientes.
Conforme comenzabamos a ascender por la espiral que formaban las escaleras , los oxidados candiles fueron dando paso a la luz natural, que se filtraba por unos huecos que parecían estar estratégicamente situados en la piedra de las paredes, los cuáles, vistos desde mi posición, pude percartarme de como se iban estrechando conforme se abrían paso hasta el otro lado del muro.
-Así que tampoco has visto nunca una arpillera.-En este punto no sabía si estaba sorprendida o solo intentaba burlarse de mi.
-Apuesto a que tu tampoco has visto esto nunca, bastarda.-Lancé la directa en voz baja, instante en el que le dedicaba un gesto universal considerado bastante grosero con ambas manos, conocido popularmente como peineta, como regalo por la amabilidad de la capitana.
-¿Que has dicho?-Dijo volteando la mitad del rostro en la dirección en la que me encontraba.
-Que soy una caja llena de sorpresas, capitana.-Le respondí, dedicandole unos gestos de burla cuándo se volteaba para retomar el rumbo.
Cuándo quise darme cuenta, habíamos topado con el final de las escaleras, esta vez dos guardias, vestidos de forma similar a los de las celdas, se posicionaban a ambos lados del portón que daba al exterior, portando firmes una lanza entre sus manos.
-Abrid, tengo que hablar con el comandante.-
-¡A la orden, capitana!-Le saludaron con un gesto nervioso y acto seguido abrieron la puerta, dejando entrar un potente foco de luz que me dejó cegado unos momentos hasta que mis pupilas consiguieron acostumbrarse.
Cuándo por fin pude ver con claridad lo que me rodeaba, nos encontrábamos en lo alto de una muralla de piedra grisácea que encerraba en su interior todo un distrito militar. A un lado se encontraban unas robustas tiendas de campaña improvisadas, por las que merodeaban soldados haciendo sus quehaceres diarios. Por otro lado, un batallón de ellos entrenando ,siguiendo la voz cantante de un superior.
-Estamos muy alto..- Murmuré casi sin darme cuenta.
-No lo llaman el corazón del ejercito por nada.-Comentó la capitana, que parecía haberme escuchado, antes de pararse en seco al final de nuestro trayecto. Justo en frente de nosotros se alzaba un pequeño torreon circular que conectaba con otra parte de la muralla al otro lado, tenía un aspecto menos desgastado que rl resto de la construcción , como si se hubiese construido posteriormente.Otros dos guardias se alzaban en la puerta de la entrada, en esta ocasión vestidos de diferente manera a los anteriores, mas robustos y con tonos mas oscuros en la armadura.Sin ni siquiera hacer preguntas se apartaron a un lado, dejandonos pasar al interior del habitáculo, pasando tras nosotros hasta que alguien sentado al fondo de la sala en un sillón les hizo un gesto con la mano de espaldas a ellos, indicándoles que nos dejasen a solas.
-Ponte cómodo..tenemos mucho de lo que hablar.-Tras escuchar sus palabras, la capitana que me acompañaba me tiró de la hasta hacerme sentar en un silla de madera con un tono carbón.
-Identificate.-Soltó la chica con tono imperativo al levantarme la cabeza bruscamente para que mirase la silueta difusa de aquel hombre acomodado al final de la decorada sala.
-Me llam..-- ¡Dirigete con respeto a nuestro comandante maldito!- Me cortó en seco sin que llegase a pronunciar una sola letra de mi nombre.
-Lo siento...comandante-Exclamé.
Ambos permanecieron en silencio unos instantes tras mis palabras.
-Debe ser duro...Estar rodeado de capullos-Terminé haciendo un esbozo de reirme con las pocas fuerzas que me quedaban, viendo como el puño de la chica a mi lado se dirigía hacía mi pómulo.
-¡¡Espera, Ves!!-La orden de su superior fue captada al instante, deteniendose a escasos centímetros de llegar a contactarme.
El hombre se levantó de su asiento, y tras voltearse se dirigió hacia mi a paso lento mientras dejaba una taza encima de su mesa y se secaba la los labios con el antebrazo, dejándome ver por fin su rostro al completo.
-Estaría mejor si me sintiese las pelotas.- Solté cabreado , frunciendo el ceño, con un gesto aún adolorido.
-Da las gracias de que todavía las tienes en su sitio.-Exclamó dando al primer paso hacia lo que parecían unas escaleras de caracol.
-Furcia.-Maldecí entre dientes.
Conforme comenzabamos a ascender por la espiral que formaban las escaleras , los oxidados candiles fueron dando paso a la luz natural, que se filtraba por unos huecos que parecían estar estratégicamente situados en la piedra de las paredes, los cuáles, vistos desde mi posición, pude percartarme de como se iban estrechando conforme se abrían paso hasta el otro lado del muro.
-Así que tampoco has visto nunca una arpillera.-En este punto no sabía si estaba sorprendida o solo intentaba burlarse de mi.
-Apuesto a que tu tampoco has visto esto nunca, bastarda.-Lancé la directa en voz baja, instante en el que le dedicaba un gesto universal considerado bastante grosero con ambas manos, conocido popularmente como peineta, como regalo por la amabilidad de la capitana.
-¿Que has dicho?-Dijo volteando la mitad del rostro en la dirección en la que me encontraba.
-Que soy una caja llena de sorpresas, capitana.-Le respondí, dedicandole unos gestos de burla cuándo se volteaba para retomar el rumbo.
Cuándo quise darme cuenta, habíamos topado con el final de las escaleras, esta vez dos guardias, vestidos de forma similar a los de las celdas, se posicionaban a ambos lados del portón que daba al exterior, portando firmes una lanza entre sus manos.
-Abrid, tengo que hablar con el comandante.-
-¡A la orden, capitana!-Le saludaron con un gesto nervioso y acto seguido abrieron la puerta, dejando entrar un potente foco de luz que me dejó cegado unos momentos hasta que mis pupilas consiguieron acostumbrarse.
Cuándo por fin pude ver con claridad lo que me rodeaba, nos encontrábamos en lo alto de una muralla de piedra grisácea que encerraba en su interior todo un distrito militar. A un lado se encontraban unas robustas tiendas de campaña improvisadas, por las que merodeaban soldados haciendo sus quehaceres diarios. Por otro lado, un batallón de ellos entrenando ,siguiendo la voz cantante de un superior.
-Estamos muy alto..- Murmuré casi sin darme cuenta.
-No lo llaman el corazón del ejercito por nada.-Comentó la capitana, que parecía haberme escuchado, antes de pararse en seco al final de nuestro trayecto. Justo en frente de nosotros se alzaba un pequeño torreon circular que conectaba con otra parte de la muralla al otro lado, tenía un aspecto menos desgastado que rl resto de la construcción , como si se hubiese construido posteriormente.Otros dos guardias se alzaban en la puerta de la entrada, en esta ocasión vestidos de diferente manera a los anteriores, mas robustos y con tonos mas oscuros en la armadura.Sin ni siquiera hacer preguntas se apartaron a un lado, dejandonos pasar al interior del habitáculo, pasando tras nosotros hasta que alguien sentado al fondo de la sala en un sillón les hizo un gesto con la mano de espaldas a ellos, indicándoles que nos dejasen a solas.
-Ponte cómodo..tenemos mucho de lo que hablar.-Tras escuchar sus palabras, la capitana que me acompañaba me tiró de la hasta hacerme sentar en un silla de madera con un tono carbón.
-Identificate.-Soltó la chica con tono imperativo al levantarme la cabeza bruscamente para que mirase la silueta difusa de aquel hombre acomodado al final de la decorada sala.
-Me llam..-- ¡Dirigete con respeto a nuestro comandante maldito!- Me cortó en seco sin que llegase a pronunciar una sola letra de mi nombre.
-Lo siento...comandante-Exclamé.
Ambos permanecieron en silencio unos instantes tras mis palabras.
-Debe ser duro...Estar rodeado de capullos-Terminé haciendo un esbozo de reirme con las pocas fuerzas que me quedaban, viendo como el puño de la chica a mi lado se dirigía hacía mi pómulo.
-¡¡Espera, Ves!!-La orden de su superior fue captada al instante, deteniendose a escasos centímetros de llegar a contactarme.
El hombre se levantó de su asiento, y tras voltearse se dirigió hacia mi a paso lento mientras dejaba una taza encima de su mesa y se secaba la los labios con el antebrazo, dejándome ver por fin su rostro al completo.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Jue 1 Feb 2018 - 17:39}
-Como le digo, mi señor, no tardará en recuperarse. La última herida que tuvo, la sanó el doble de rápido de lo que yo lo haría. Es cuestión de minutos. Estoy seguro de que agradecería que se preocupase lo menos posible.
-Está bien, está bien. Pero ocúpate de que no me manche las sábanas de sangre. Eso sí que sería un problema.
-Por supuesto, mi señor.
Oí el sonido de la puerta al cerrarse, e inmediatamente después abrí los ojos.
-Sería un inconveniente manchar estas bonitas sábanas de sangre, ¿no, Saed?- dije en voz baja, notando el dolor en mi cabeza con cada latido. Estaba tumbado sobre una cama, con la luz del sol llenando la pequeña habitación.
Saed me miró, entre sorprendido y divertido.
-Veo que has despertado. Aunque no lo parezca, estaba preocupado. Lleva un rato por aquí. De hecho, no descarto que vuelva dentro de poco.
Asentí, distraído, y palpé las vendas en mi cabeza. La herida no parecía grave, pero había sido lo suficientemente fuerte como para dejarme inconsciente. De un solo golpe.
-¿Te importaría quitarme esto de la cabeza? Nunca vas a conseguir que me case si sigues decorándome con estos extraños atuendos.- Saed puso los ojos en blanco, y se limitó a quitarme la venda lentamente.
-Oh, sé que tus deseos están lejos de la vida en pareja. Pero realmente no necesitas esto: ni siquiera tienes sangre. Simplemente quería asegurarme de que parecías lo suficientemente herido como para que te dejasen descansar tranquilo.- me guiñó un ojo, sonriendo, y recogió sus cosas de la mesita de al lado de la cama, poniéndose en pie. Le devolví la sonrisa, y miré por la ventana mientras le formulaba la pregunta que tantas veces había hecho en los últimos meses…
-¿Hay noticias?
La expresión de Saed se entristeció, mientras negaba con la cabeza.
-No, no las hay.- dijo, cortante, antes de darse la vuelta y marcharse hacia la puerta. Claro que no, pensé.
-Espera, Saed. Iré contigo.- dije, mientras me incorporaba. Él asintió mientras cogía mis espadas, y ambos salimos de la habitación.
Saed era una buena persona. Llevaba meses trabajando en aquella casa en las afueras de Novigrado, en una pequeña aldea al este de las murallas de la ciudad. Había dedicado su vida a servir a los demás y, por mucho que aquello fuese en contra de mis principios, no era quién para cambiarle. Aun así, estaba seguro de que si pudiese experimentar la libertad, ya no podría dejar de anhelarla.
Dejamos atrás un pasillo y llegamos a la puerta trasera de la casa, la cual atravesamos para llegar finalmente al exterior. Debía de ser mediodía, y unas pocas nubes dispersas no impedían al sol iluminar los cultivos y la extensión de campo y bosque que había hacia el sur… Contrastanto totalmente con la ciudad que se alzaba al oeste del poblado. La gran Novigrado, principal ciudad del Reino de Greenlyn, morada del rey regente.
-Dudo que algún día deje de sorprenderme…- dije hablando para mí, mientras miraba ensimismado las altas murallas de la ciudad.
-¿Cómo dices?- preguntó Saed, ladeando la cabeza.
-Oh, no es nada. Es solo que me impresiona la vista desde aquí. Es curioso cómo una ciudad tan bonita y avanzada, puede ser a veces tan cruel.- mi acompañante asintió, pero luego fijó la vista en las murallas, y algo pareció venírsele a la mente.
-La verdad, no lo sé. Llevo tiempo aquí, pero aún pienso que la guerra civil es la causante de todos los altercados que hay últimamente. Parece haber cierto movimiento en contra del nuevo rey, pero además… Hay algo más, algo que quizás tiene que ver con…
-¡Xey! ¡Saed! ¡¿Sois vosotros?!- El discurso de Saed se vio interrumpido por el pequeño Bogy, que corría alterado hacia nosotros. Inmediatamente ambos nos acercamos a él, al ver su cara de preocupación.
Bogy dejó atrás a Saed, apartándolo, y vino corriendo hacia mí, con la cara roja y la respiración entrecortada.
-¿Se puede saber qu…
-¡Hay uno! ¡Lo han visto!
-¿De qué estás hablando, Bogy? Intenta explicarte mejor…
-¡Lo han visto en el puerto, hace tres horas!- Bogy paró a coger aire, y casi con un grito, lo soltó:
>>¡Uno de tus nakamas!
-Está bien, está bien. Pero ocúpate de que no me manche las sábanas de sangre. Eso sí que sería un problema.
-Por supuesto, mi señor.
Oí el sonido de la puerta al cerrarse, e inmediatamente después abrí los ojos.
-Sería un inconveniente manchar estas bonitas sábanas de sangre, ¿no, Saed?- dije en voz baja, notando el dolor en mi cabeza con cada latido. Estaba tumbado sobre una cama, con la luz del sol llenando la pequeña habitación.
Saed me miró, entre sorprendido y divertido.
-Veo que has despertado. Aunque no lo parezca, estaba preocupado. Lleva un rato por aquí. De hecho, no descarto que vuelva dentro de poco.
Asentí, distraído, y palpé las vendas en mi cabeza. La herida no parecía grave, pero había sido lo suficientemente fuerte como para dejarme inconsciente. De un solo golpe.
-¿Te importaría quitarme esto de la cabeza? Nunca vas a conseguir que me case si sigues decorándome con estos extraños atuendos.- Saed puso los ojos en blanco, y se limitó a quitarme la venda lentamente.
-Oh, sé que tus deseos están lejos de la vida en pareja. Pero realmente no necesitas esto: ni siquiera tienes sangre. Simplemente quería asegurarme de que parecías lo suficientemente herido como para que te dejasen descansar tranquilo.- me guiñó un ojo, sonriendo, y recogió sus cosas de la mesita de al lado de la cama, poniéndose en pie. Le devolví la sonrisa, y miré por la ventana mientras le formulaba la pregunta que tantas veces había hecho en los últimos meses…
-¿Hay noticias?
La expresión de Saed se entristeció, mientras negaba con la cabeza.
-No, no las hay.- dijo, cortante, antes de darse la vuelta y marcharse hacia la puerta. Claro que no, pensé.
-Espera, Saed. Iré contigo.- dije, mientras me incorporaba. Él asintió mientras cogía mis espadas, y ambos salimos de la habitación.
Saed era una buena persona. Llevaba meses trabajando en aquella casa en las afueras de Novigrado, en una pequeña aldea al este de las murallas de la ciudad. Había dedicado su vida a servir a los demás y, por mucho que aquello fuese en contra de mis principios, no era quién para cambiarle. Aun así, estaba seguro de que si pudiese experimentar la libertad, ya no podría dejar de anhelarla.
Dejamos atrás un pasillo y llegamos a la puerta trasera de la casa, la cual atravesamos para llegar finalmente al exterior. Debía de ser mediodía, y unas pocas nubes dispersas no impedían al sol iluminar los cultivos y la extensión de campo y bosque que había hacia el sur… Contrastanto totalmente con la ciudad que se alzaba al oeste del poblado. La gran Novigrado, principal ciudad del Reino de Greenlyn, morada del rey regente.
-Dudo que algún día deje de sorprenderme…- dije hablando para mí, mientras miraba ensimismado las altas murallas de la ciudad.
-¿Cómo dices?- preguntó Saed, ladeando la cabeza.
-Oh, no es nada. Es solo que me impresiona la vista desde aquí. Es curioso cómo una ciudad tan bonita y avanzada, puede ser a veces tan cruel.- mi acompañante asintió, pero luego fijó la vista en las murallas, y algo pareció venírsele a la mente.
-La verdad, no lo sé. Llevo tiempo aquí, pero aún pienso que la guerra civil es la causante de todos los altercados que hay últimamente. Parece haber cierto movimiento en contra del nuevo rey, pero además… Hay algo más, algo que quizás tiene que ver con…
-¡Xey! ¡Saed! ¡¿Sois vosotros?!- El discurso de Saed se vio interrumpido por el pequeño Bogy, que corría alterado hacia nosotros. Inmediatamente ambos nos acercamos a él, al ver su cara de preocupación.
Bogy dejó atrás a Saed, apartándolo, y vino corriendo hacia mí, con la cara roja y la respiración entrecortada.
-¿Se puede saber qu…
-¡Hay uno! ¡Lo han visto!
-¿De qué estás hablando, Bogy? Intenta explicarte mejor…
-¡Lo han visto en el puerto, hace tres horas!- Bogy paró a coger aire, y casi con un grito, lo soltó:
>>¡Uno de tus nakamas!
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Jue 1 Feb 2018 - 18:52}
Estaba disfrutando de la “tranquilidad” en aquella taberna, después del conflicto que tuve para entrar en la isla, sin duda alguna había elegido mal momento para entrar en ella. Básicamente, a la hora de llegar con un pequeño bote que había robado a unos granujas, al puerto del Reino de Greenlyn, en Dorithia según los carteles y información que me habían dado los mercaderes del lugar no me dejarían pasar tan fácilmente, pues la isla atravesaba un momento difícil y la gente desconfiaba de los demás, sobre todo de los forasteros como yo. La gente aún parecía afectada por el conflicto de la guerra civil, según me había comentado el tabernero. Mi figura misteriosa, con capa y mi capucha atraía algunas miradas de los demás clientes por allí
-No deberías llamar demasiado la atención, no querrás atraer a gente del ejercito hacía ti, ¿o si?...O es que acaso te estas escondiendo ellos?- Menciono un sujeto bastante entrometido que estaba a dos sillas de distancia de mí en la barra, no sabía a que se refería, tal vez solo intentaba asustarme por qué el sabía que no era de ahí. Me limité a mirarlo para después ignorarlo, parecía ser solo un borracho que quería desquitarse de su mal día.
Seguí disfrutando de aquel silencio en la taberna, era bastante tarde y había poca gente en la taberna, aunque solo pasaron unos pocos minutos hasta que aquel bello sentimiento de tranquilidad se acabara. El hombre que había estado fastidiándome antes se sentó justo al lado mío, destilaba un olor bastante desagradable a alcohol acumulado de una semana, como si solo se hubiera bañado una vez en muchísimo tiempo. No quería causar problemas al tabernero así que me levante del lugar para marcharme de ahí, le deje el dinero para acto seguido darle las gracias al hombre con el que había estado charlando bastante rato y me había dado información bastante valiosa del lugar donde me encontraba, gente amable como ese hombre no se encontraba por todos lados.
Justo después que deje la propina y estaba a punto de marcharme, sentí un fuerte agarre en mi brazo izquierdo, rápidamente me di cuenta que se trataba de aquel hombre, di un gran suspiro de decepción y cerré los ojos por unos segundos, pues precisamente me quería ir del lugar para evitar un espectáculo –La gente como tu me suele irritar, y bastante….- Dijo el hombre robusto y calvo, que parecía esconder una pequeña navaja en la parte interior de su pantalón, pero se lograba ver a simple vista –Debería llevarte con el rey y hacerlos que te obliguen a ser un esclavo, no t…- Ni siquiera lo deje terminar lo oración, lo sujete del cuello y con todas mis fuerzas lo azote en aquel piso de madera causando alguna que otra pequeña grieta, que dejo al pobre hombre inconsciente al instante.
-¿Así que hay esclavos por aquí?- Murmuré, era una situación que no me agradaba para nada y apreté un poco los dientes al sentir algo de rabia por esa situación. Al menos pelear con el borracho había servido de algo. No me percate que había llamado la atención de la gente del lugar, me había olvidado por completo que estaba intentando no causar problemas. Incluso había gente fuera de la taberna que por casualidad habían mirado todo lo que paso.
Sin más rodeos, me coloque la capucha correctamente y frote mis manos debido a la noche fría en el Reino de Greenlyn, para después llevar mis manos a los bolsillos Conforme comencé a avanzar la pequeña multitud comenzó a dispersarse y desviar la mirada como si nada hubiera pasado..
-No deberías llamar demasiado la atención, no querrás atraer a gente del ejercito hacía ti, ¿o si?...O es que acaso te estas escondiendo ellos?- Menciono un sujeto bastante entrometido que estaba a dos sillas de distancia de mí en la barra, no sabía a que se refería, tal vez solo intentaba asustarme por qué el sabía que no era de ahí. Me limité a mirarlo para después ignorarlo, parecía ser solo un borracho que quería desquitarse de su mal día.
Seguí disfrutando de aquel silencio en la taberna, era bastante tarde y había poca gente en la taberna, aunque solo pasaron unos pocos minutos hasta que aquel bello sentimiento de tranquilidad se acabara. El hombre que había estado fastidiándome antes se sentó justo al lado mío, destilaba un olor bastante desagradable a alcohol acumulado de una semana, como si solo se hubiera bañado una vez en muchísimo tiempo. No quería causar problemas al tabernero así que me levante del lugar para marcharme de ahí, le deje el dinero para acto seguido darle las gracias al hombre con el que había estado charlando bastante rato y me había dado información bastante valiosa del lugar donde me encontraba, gente amable como ese hombre no se encontraba por todos lados.
Justo después que deje la propina y estaba a punto de marcharme, sentí un fuerte agarre en mi brazo izquierdo, rápidamente me di cuenta que se trataba de aquel hombre, di un gran suspiro de decepción y cerré los ojos por unos segundos, pues precisamente me quería ir del lugar para evitar un espectáculo –La gente como tu me suele irritar, y bastante….- Dijo el hombre robusto y calvo, que parecía esconder una pequeña navaja en la parte interior de su pantalón, pero se lograba ver a simple vista –Debería llevarte con el rey y hacerlos que te obliguen a ser un esclavo, no t…- Ni siquiera lo deje terminar lo oración, lo sujete del cuello y con todas mis fuerzas lo azote en aquel piso de madera causando alguna que otra pequeña grieta, que dejo al pobre hombre inconsciente al instante.
-¿Así que hay esclavos por aquí?- Murmuré, era una situación que no me agradaba para nada y apreté un poco los dientes al sentir algo de rabia por esa situación. Al menos pelear con el borracho había servido de algo. No me percate que había llamado la atención de la gente del lugar, me había olvidado por completo que estaba intentando no causar problemas. Incluso había gente fuera de la taberna que por casualidad habían mirado todo lo que paso.
Sin más rodeos, me coloque la capucha correctamente y frote mis manos debido a la noche fría en el Reino de Greenlyn, para después llevar mis manos a los bolsillos Conforme comencé a avanzar la pequeña multitud comenzó a dispersarse y desviar la mirada como si nada hubiera pasado..
Loyal D.Edward
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El gesto serio de aquel hombre, que se mostraba ante mí con los brazos cruzados, era clara seña de que la tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo.
-Eres un sujeto bastante curioso, ¿sabes?-Su tono agrio encajaba a la perfección con su gesto.
-Cuando te encontramos en el puerto..-Prosiguió.-Los que te examinaron dijeron que cualquier persona normal hubiese muerto hace días.-Tras un breve silencio y manteniendo la mirada fija en mis ojos, reanudó el interrogatorio al ver que me disponía a incorporarme de la silla para hablar. La capitana, al lado izquierdo de mi asiento, presionó levemente mi hombro con su mano derecha para indicar que me quedase en mi posición.
-Hemos examinado en nuestro registro..-
-No tenemos ningún indicio de que seas un criminal buscado, ni siquiera un fugitivo..pero..-
-Pero las armas que llevabas contigo, ningún civil podría empuñarlas y mucho menos conseguirlas.-Concluyó la frase la capitana, que aun se encontraba a mi lado.
-¿Llevas mucho tiempo vagando verdad?-Dijo mirando a mis sucios y quebrados ropajes.
-¿¡E-e-eeeeeeeeeeeeeeh?!-Un pequeño escalofrío me recorrió la espalda, los ojos casi se me salen de las órbitas y mi lengua parecía ondular como si de olas se tratase.
-E-e-es verdad... mis katanas..-
-¿¡Que demonios habeis echo con ellas?!, os juro que blablablabla yo blablablablabla matar blablabla malditos blablablabla cabrones.- Me puse tan nervioso que me levanté de un sobresalto de la silla , mientes lucían afilados como los de un tiburón y mi cabeza estaba tan roja que casi me salía humo a presión por las orejas, hablando tan deprisa que apenas se entendía nada de lo que decía.
-Cállate, están bien guardadas.- Interrumpió la capitana.
-Ah, entonces todo perfecto.-Mi irá paró en seco y le dirigí un pulgar en alto a los interrogadores.
-El caso es..-Dije volviendo al tema, al ver que seguían esperando una respuesta por mi parte. Una sombra tapaba parte de mi rostro en aquel momento.
-Que yo soy un fiero guerrero del mar, ¿sabéis?- Giré mi rostro a un lado, haciéndome el interesante, sonrojandome ante mi propia afirmación.
Ambos me miraron arqueando una ceja. En aquel momento, entre toda la morralla presente en mi cerebro, pareció emerger de las sombras, iluminando aquella inmensa oscuridad, una pequeña bombilla.
-Es verdad...No puedo decirles quien soy o en el mejor de los casos acabaré con mi cabeza rodando por el suelo del cuartel mas cercano o pudriéndome en el infierno de Impel Down. Seguramente cuando nos separamos..al no encontrar nuestros cuerpos nos dieron por muertos a todos y por eso no aparezco en los carteles de recompensa. Lo cuál quiere decir..¡¡Que mi verdadera identidad está muerta!!.- Me dije a mí mismo en mis pensamientos, reflexionando lo que acababa de soltar.
Y para bien o para mal, aquella parecía ser la única esperanza de salir ileso de aquella situación, y como yo mismo sabía que no podría engañarles como Loyal D. Edward, lo hice de la única forma que sabía, inventándome un papel.
-Así es, yo...yo...-Paré un instante para ponerme mi puño cerrado sobre mis labios tras soltar una leve y falsa tos.
-¡¡¡Yo soy el embajador del reino de Wano!!!.-Grité levantando ambas manos, esposadas, al cielo.
Un silencio demoledor recorrió la sala unos segundos, en los que solo resonaban mis anteriores palabras.
-¿El reino de Wano?..La gente dice que no se puede entrar ni salir de ese reino..-Comentó la capitana, casi tan confusa como para herirse a sí misma.
-Idioooooooooooooooooota, capitana Mess (Capitana desastre).- Le dirigí una mirada burlona muy satisfactoria.
-¿¡Que has dicho?!--¡¡¡Me llamo capitana Ves, puto anormal!!!-Casi como un trueno, el canto de su mano abierta me golpeó en la parte superior del cráneo, haciendo que bajo su mano creciese un chichón del tamaño de una manzana.
-C-c-com-o ib-b-b-ba dicien...do.-Dijé balbuceando, aturdido por el demoledor impacto.
-Soy el noble hijo del daimyo del área de Yatagama.-Por supuesto, el nombre era inventado.
-Y como tal...solo nosotros, la familia real, tenemos derecho de salir al mar. Ningún País puede mantenerse completamente aislado del resto del mundo, pero los detalles son información confidencial, que jamás revelare, antes realizando me el harakiri que traicionar mi honor de samurai.- Incliné el torso hacia la mesa, decidido.
-Tenemos maneras muy poco diplomáticas de hacer que hables.-Un escalofrío me volvió a recorrer el cuerpo al escuchar el tono de aquellas palabras por parte de la capitana, intenté no titubear y tornar la situación a mi favor.
-Será mejor que no me toquéis.-Una sonrisa emergió de la nada.
-Los samurais del reino de wano son tan fuertes que ni siquiera la marina se atreve a lidiar con ellos,incluso...hay algunos que son capaces de matar dragones.-Comencé a reírme levemente, con una sonrisa pícara.
-Asi qué... será mejor que no me hinchéis las pelotas, o lo poco que queda de vuestros país ni siquiera podrá levantarse.-Comencé a reírme un poco mas fuerte.
-Porque...ahora que estáis débiles..¿No querréis que otro país entero pise estas tierras verdad, comandante?-Comencé a reírme algo mas fuerte. El comandante continuaba pensativo con cara de póker, esperando escuchar mis palabras.
-Recordad bien mi nombre antes de que sea tarde, yo..yo..soy el emisario en secreto de mi reino..¡¡¡Elpa.. Llaringas!!!- Me vine tan arriba que me subí en lo alto de la silla mientras miraba al techo y reía con unas carcajadas atronadoras y desafiantes.
-Eres un sujeto bastante curioso, ¿sabes?-Su tono agrio encajaba a la perfección con su gesto.
-Cuando te encontramos en el puerto..-Prosiguió.-Los que te examinaron dijeron que cualquier persona normal hubiese muerto hace días.-Tras un breve silencio y manteniendo la mirada fija en mis ojos, reanudó el interrogatorio al ver que me disponía a incorporarme de la silla para hablar. La capitana, al lado izquierdo de mi asiento, presionó levemente mi hombro con su mano derecha para indicar que me quedase en mi posición.
-Hemos examinado en nuestro registro..-
-No tenemos ningún indicio de que seas un criminal buscado, ni siquiera un fugitivo..pero..-
-Pero las armas que llevabas contigo, ningún civil podría empuñarlas y mucho menos conseguirlas.-Concluyó la frase la capitana, que aun se encontraba a mi lado.
-¿Llevas mucho tiempo vagando verdad?-Dijo mirando a mis sucios y quebrados ropajes.
-¿¡E-e-eeeeeeeeeeeeeeh?!-Un pequeño escalofrío me recorrió la espalda, los ojos casi se me salen de las órbitas y mi lengua parecía ondular como si de olas se tratase.
-E-e-es verdad... mis katanas..-
-¿¡Que demonios habeis echo con ellas?!, os juro que blablablabla yo blablablablabla matar blablabla malditos blablablabla cabrones.- Me puse tan nervioso que me levanté de un sobresalto de la silla , mientes lucían afilados como los de un tiburón y mi cabeza estaba tan roja que casi me salía humo a presión por las orejas, hablando tan deprisa que apenas se entendía nada de lo que decía.
-Cállate, están bien guardadas.- Interrumpió la capitana.
-Ah, entonces todo perfecto.-Mi irá paró en seco y le dirigí un pulgar en alto a los interrogadores.
-El caso es..-Dije volviendo al tema, al ver que seguían esperando una respuesta por mi parte. Una sombra tapaba parte de mi rostro en aquel momento.
-Que yo soy un fiero guerrero del mar, ¿sabéis?- Giré mi rostro a un lado, haciéndome el interesante, sonrojandome ante mi propia afirmación.
Ambos me miraron arqueando una ceja. En aquel momento, entre toda la morralla presente en mi cerebro, pareció emerger de las sombras, iluminando aquella inmensa oscuridad, una pequeña bombilla.
-Es verdad...No puedo decirles quien soy o en el mejor de los casos acabaré con mi cabeza rodando por el suelo del cuartel mas cercano o pudriéndome en el infierno de Impel Down. Seguramente cuando nos separamos..al no encontrar nuestros cuerpos nos dieron por muertos a todos y por eso no aparezco en los carteles de recompensa. Lo cuál quiere decir..¡¡Que mi verdadera identidad está muerta!!.- Me dije a mí mismo en mis pensamientos, reflexionando lo que acababa de soltar.
Y para bien o para mal, aquella parecía ser la única esperanza de salir ileso de aquella situación, y como yo mismo sabía que no podría engañarles como Loyal D. Edward, lo hice de la única forma que sabía, inventándome un papel.
-Así es, yo...yo...-Paré un instante para ponerme mi puño cerrado sobre mis labios tras soltar una leve y falsa tos.
-¡¡¡Yo soy el embajador del reino de Wano!!!.-Grité levantando ambas manos, esposadas, al cielo.
Un silencio demoledor recorrió la sala unos segundos, en los que solo resonaban mis anteriores palabras.
-¿El reino de Wano?..La gente dice que no se puede entrar ni salir de ese reino..-Comentó la capitana, casi tan confusa como para herirse a sí misma.
-Idioooooooooooooooooota, capitana Mess (Capitana desastre).- Le dirigí una mirada burlona muy satisfactoria.
-¿¡Que has dicho?!--¡¡¡Me llamo capitana Ves, puto anormal!!!-Casi como un trueno, el canto de su mano abierta me golpeó en la parte superior del cráneo, haciendo que bajo su mano creciese un chichón del tamaño de una manzana.
-C-c-com-o ib-b-b-ba dicien...do.-Dijé balbuceando, aturdido por el demoledor impacto.
-Soy el noble hijo del daimyo del área de Yatagama.-Por supuesto, el nombre era inventado.
-Y como tal...solo nosotros, la familia real, tenemos derecho de salir al mar. Ningún País puede mantenerse completamente aislado del resto del mundo, pero los detalles son información confidencial, que jamás revelare, antes realizando me el harakiri que traicionar mi honor de samurai.- Incliné el torso hacia la mesa, decidido.
-Tenemos maneras muy poco diplomáticas de hacer que hables.-Un escalofrío me volvió a recorrer el cuerpo al escuchar el tono de aquellas palabras por parte de la capitana, intenté no titubear y tornar la situación a mi favor.
-Será mejor que no me toquéis.-Una sonrisa emergió de la nada.
-Los samurais del reino de wano son tan fuertes que ni siquiera la marina se atreve a lidiar con ellos,incluso...hay algunos que son capaces de matar dragones.-Comencé a reírme levemente, con una sonrisa pícara.
-Asi qué... será mejor que no me hinchéis las pelotas, o lo poco que queda de vuestros país ni siquiera podrá levantarse.-Comencé a reírme un poco mas fuerte.
-Porque...ahora que estáis débiles..¿No querréis que otro país entero pise estas tierras verdad, comandante?-Comencé a reírme algo mas fuerte. El comandante continuaba pensativo con cara de póker, esperando escuchar mis palabras.
-Recordad bien mi nombre antes de que sea tarde, yo..yo..soy el emisario en secreto de mi reino..¡¡¡Elpa.. Llaringas!!!- Me vine tan arriba que me subí en lo alto de la silla mientras miraba al techo y reía con unas carcajadas atronadoras y desafiantes.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Sáb 3 Feb 2018 - 14:17}
-Un poco de fruta, agua suficiente y… Claro, y mis espadas. Creo que lo llevo todo.
-¿De verdad vas a marcharte?- Saed me miraba preocupado, mientras metía algunas monedas en una bolsita de cuero.
-Claro que me marcho. Me gustaría haber salido por la mañana, pero prefiero no esperar- Y era lo cierto. El día ya estaba avanzado y quedaban pocas horas de sol, pero no podía permitirme dejar escapar aquella pista.
Uno de mis nakamas… ¿Quién? Probablemente sería una pista falsa, pero… ¿Y si no lo era?
-¿Y qué hay de lo de Novigrado? Dejaste un trabajo a medias, no creo que a nadie la agrade. Además, sabes tan bien como yo que las cosas explotarán de un día para otro. No creo que quieras…
-No, Saed- miré a mi acompañante a los ojos, y puse una mano en su hombro. -Voy a ir. Tengo que hacerlo. Novigrado estará bien sin mí unos días. Además, no soy ningún salvador… Ya no- noté como algo apretaba mi pecho, pero me deshice de ese sentimiento, y continué guardando mis cosas. –Bien, creo que ya está todo. Dile al señor de la casa que volveré cuando pueda, mandaré mensajes a través del pequeño Bogy. ¿Seguro que no quieres venir?
-Oh, no podría. Mis deberes están aquí. Pero antes de que te vayas, tengo algo que darte- Saed metió la mano en un cajón, y sacó un pergamino con varias líneas escritas a mano y un pequeño sello en la parte inferior…
-Un contrato. ¿De quién?
-¿Importa?- Saed lo puso entre mis manos y continuó hablando. –En el pergamino tienes todos los detalles. En los alrededores de Dalvik están desapareciendo algunas personas. Te pilla de camino, solo quiero que investigues… Y ten mucho cuidado.
Asentí, pero algo parecía no cuadrar en todo aquello. ¿Por qué tanta prisa? Podría hacerlo en otro momento...
-Es una conocida- dijo Saed, casi como leyéndome el pensamiento. -Lossie... ha desaparecido también. No me gustaría que terminase mal- comentó, intentando forzar una sonrisa.
Resoplé, leyendo por encima el contrato. –Está bien, solo si me pilla de camino, y si no pierdo mucho tiempo. Igual no lo has notado, pero tengo algo de prisa.
Saed sonrió sinceramente, tendiéndome la mano, y acto seguido se la estreché.
-Que Gold Roger esté contigo.
Un par de horas de viaje más tarde, el sol estaba comenzando a volverse rojizo, cerca del horizonte. Dalvik debe de andar cerca, medité, mientras miraba hacia el sur. El camino, rodeado de prado y vegetación, daba paso a un bosque de árboles claros, decorados por hojas de color rojizo y anaranjado…
Aquel bonito espectáculo casi me distrajo de los sonidos que se escuchaban a mis espaldas, a algunos árboles de distancia. Me siguen…. ¿Pero quién? Intenté mantener la compostura mientras seguía caminando, tratando de parecer inofensivo. Lo mejor será internarme en el bosque, podré perderles la pista más fácilmente. Sin pensarlo más, me apresuré entre la arboleda.
Llevaba quince minutos caminando, y aquellas presencias no desaparecían tras de mí. La cúpula de árboles taponaba lo que quedaba de sol, y la oscuridad se había apoderado de los alrededores. Bien, es el momento, pensé, y acto seguido eché a correr zigzageando, evitando los troncos de los árboles. No tardé en escuchar pasos apresurados tras de mí, justo como esperaba. Llegué ante un gran tronco de árbol, y lo rodeé para que perdiesen contacto visual conmigo un instante… Instante que aproveché para saltar y agarrarme a una de las ramas más bajas y gruesas, haciendo un esfuerzo para subirme a ella. Conseguí mantener mi equilibrio justo en el instante en que aparecían por debajo de mí. Tres. Desorientados, se quedaron sin saber hacia dónde proseguir…
Y aproveché ese segundo de distracción para saltar encima de uno de ellos. Le golpeé con la empuñadura de una de mis espadas en la cabeza, haciendo que cayese al suelo, y me giré para atacar al segundo, que pareció descubrir un método infalible para evitar el golpe.
-¡Por favor, para! ¡No queremos hacerte daño!- gritó, con las palmas de las manos hacia mí, agitándose rápidamente. Era una chica de unos quince años, con el pelo rizado y rubio.
-Habla. Ahora- le dije tranquilamente, sin bajar mi espada, ni dejar de vigilar a los otros dos… aunque uno de ellos, al que había golpeado, permanecía quieto en el suelo.
-Lo haremos, pero… ¿podemos curar antes a nuestro amigo? Creo que lo has dejado inconsciente… - dijo, intentando aguantar los sollozos.
-Eh… claro que no, niña. Solo está jugando- me giré hacia el chico y me agaché para susurrarle. –¡Despierta, maldito malandrín!- dije más alto de lo que quería, notando como la niña me miraba, impaciente. –Oh, creo que está durmiendo… pero está bien, no te preocupes- le dije amistosamente, ofreciendo mi mejor sonrisa nerviosa.
Unos minutos más tarde, nos encontrábamos los cuatro alrededor de una hoguera, la única luz que podía verse en aquella parte del bosque. El chico permanecía inconsciente, y las otras dos (pues resultó que la otra persona era también una niña), me habían puesto al corriente de la situación. Estábamos a unos diez minutos andando de Dalvik. Al parecer habían salido a jugar al bosque, pero me había cruzado en su camino, y querían ver si tenía algo que ver con las desapariciones. Desde luego, son valientes para su edad, pensé, mientras calentaba las manos en el fuego.
-¿Escuchas eso?- mis pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de una de las niñas.
-¿Qué? No he escuchado nada.
-Ese gruñido… El tío Ben dice que siempre suena cuando va a desaparecer alguien…- la chica se abrazó repentinamente las rodillas, mientras comenzaba a hablar para sí. –Por favor, por favor, ahora no… por favor…
Iba a intentar tranquilizarla, pero en ese momento lo escuché. Un gruñido, cerca. Muy cerca. Nos acechaba. Parecía que podíamos morir en cualquier instante…. Pero desapareció. Su presencia se esfumó, y el aire quedó tranquilo y pacífico… pero noté cómo mis manos aún temblaban. Estábamos en problemas.
-¿De verdad vas a marcharte?- Saed me miraba preocupado, mientras metía algunas monedas en una bolsita de cuero.
-Claro que me marcho. Me gustaría haber salido por la mañana, pero prefiero no esperar- Y era lo cierto. El día ya estaba avanzado y quedaban pocas horas de sol, pero no podía permitirme dejar escapar aquella pista.
Uno de mis nakamas… ¿Quién? Probablemente sería una pista falsa, pero… ¿Y si no lo era?
-¿Y qué hay de lo de Novigrado? Dejaste un trabajo a medias, no creo que a nadie la agrade. Además, sabes tan bien como yo que las cosas explotarán de un día para otro. No creo que quieras…
-No, Saed- miré a mi acompañante a los ojos, y puse una mano en su hombro. -Voy a ir. Tengo que hacerlo. Novigrado estará bien sin mí unos días. Además, no soy ningún salvador… Ya no- noté como algo apretaba mi pecho, pero me deshice de ese sentimiento, y continué guardando mis cosas. –Bien, creo que ya está todo. Dile al señor de la casa que volveré cuando pueda, mandaré mensajes a través del pequeño Bogy. ¿Seguro que no quieres venir?
-Oh, no podría. Mis deberes están aquí. Pero antes de que te vayas, tengo algo que darte- Saed metió la mano en un cajón, y sacó un pergamino con varias líneas escritas a mano y un pequeño sello en la parte inferior…
-Un contrato. ¿De quién?
-¿Importa?- Saed lo puso entre mis manos y continuó hablando. –En el pergamino tienes todos los detalles. En los alrededores de Dalvik están desapareciendo algunas personas. Te pilla de camino, solo quiero que investigues… Y ten mucho cuidado.
Asentí, pero algo parecía no cuadrar en todo aquello. ¿Por qué tanta prisa? Podría hacerlo en otro momento...
-Es una conocida- dijo Saed, casi como leyéndome el pensamiento. -Lossie... ha desaparecido también. No me gustaría que terminase mal- comentó, intentando forzar una sonrisa.
Resoplé, leyendo por encima el contrato. –Está bien, solo si me pilla de camino, y si no pierdo mucho tiempo. Igual no lo has notado, pero tengo algo de prisa.
Saed sonrió sinceramente, tendiéndome la mano, y acto seguido se la estreché.
-Que Gold Roger esté contigo.
Un par de horas de viaje más tarde, el sol estaba comenzando a volverse rojizo, cerca del horizonte. Dalvik debe de andar cerca, medité, mientras miraba hacia el sur. El camino, rodeado de prado y vegetación, daba paso a un bosque de árboles claros, decorados por hojas de color rojizo y anaranjado…
Aquel bonito espectáculo casi me distrajo de los sonidos que se escuchaban a mis espaldas, a algunos árboles de distancia. Me siguen…. ¿Pero quién? Intenté mantener la compostura mientras seguía caminando, tratando de parecer inofensivo. Lo mejor será internarme en el bosque, podré perderles la pista más fácilmente. Sin pensarlo más, me apresuré entre la arboleda.
Llevaba quince minutos caminando, y aquellas presencias no desaparecían tras de mí. La cúpula de árboles taponaba lo que quedaba de sol, y la oscuridad se había apoderado de los alrededores. Bien, es el momento, pensé, y acto seguido eché a correr zigzageando, evitando los troncos de los árboles. No tardé en escuchar pasos apresurados tras de mí, justo como esperaba. Llegué ante un gran tronco de árbol, y lo rodeé para que perdiesen contacto visual conmigo un instante… Instante que aproveché para saltar y agarrarme a una de las ramas más bajas y gruesas, haciendo un esfuerzo para subirme a ella. Conseguí mantener mi equilibrio justo en el instante en que aparecían por debajo de mí. Tres. Desorientados, se quedaron sin saber hacia dónde proseguir…
Y aproveché ese segundo de distracción para saltar encima de uno de ellos. Le golpeé con la empuñadura de una de mis espadas en la cabeza, haciendo que cayese al suelo, y me giré para atacar al segundo, que pareció descubrir un método infalible para evitar el golpe.
-¡Por favor, para! ¡No queremos hacerte daño!- gritó, con las palmas de las manos hacia mí, agitándose rápidamente. Era una chica de unos quince años, con el pelo rizado y rubio.
-Habla. Ahora- le dije tranquilamente, sin bajar mi espada, ni dejar de vigilar a los otros dos… aunque uno de ellos, al que había golpeado, permanecía quieto en el suelo.
-Lo haremos, pero… ¿podemos curar antes a nuestro amigo? Creo que lo has dejado inconsciente… - dijo, intentando aguantar los sollozos.
-Eh… claro que no, niña. Solo está jugando- me giré hacia el chico y me agaché para susurrarle. –¡Despierta, maldito malandrín!- dije más alto de lo que quería, notando como la niña me miraba, impaciente. –Oh, creo que está durmiendo… pero está bien, no te preocupes- le dije amistosamente, ofreciendo mi mejor sonrisa nerviosa.
Unos minutos más tarde, nos encontrábamos los cuatro alrededor de una hoguera, la única luz que podía verse en aquella parte del bosque. El chico permanecía inconsciente, y las otras dos (pues resultó que la otra persona era también una niña), me habían puesto al corriente de la situación. Estábamos a unos diez minutos andando de Dalvik. Al parecer habían salido a jugar al bosque, pero me había cruzado en su camino, y querían ver si tenía algo que ver con las desapariciones. Desde luego, son valientes para su edad, pensé, mientras calentaba las manos en el fuego.
-¿Escuchas eso?- mis pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de una de las niñas.
-¿Qué? No he escuchado nada.
-Ese gruñido… El tío Ben dice que siempre suena cuando va a desaparecer alguien…- la chica se abrazó repentinamente las rodillas, mientras comenzaba a hablar para sí. –Por favor, por favor, ahora no… por favor…
Iba a intentar tranquilizarla, pero en ese momento lo escuché. Un gruñido, cerca. Muy cerca. Nos acechaba. Parecía que podíamos morir en cualquier instante…. Pero desapareció. Su presencia se esfumó, y el aire quedó tranquilo y pacífico… pero noté cómo mis manos aún temblaban. Estábamos en problemas.
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Caminaba cabizbajo sin ninguna especie de motivación o objetivo, se sentía extraño estar solo de nuevo por los mares, tan solo vagando por allí. Me alejaba poco a poco de aquella extraña escena de la que había participado, podía haberme marchado de ahí, pero alguna extraña razón me hizo estampar la cara de aquel hombre contra el piso. A mis espaldas se escuchaban pasos apresurados, planeaba seguir sin darle importancia, pero estando tan alejado de aquella taberna me parecía extraño. Así pues, me di media vuelta intrigado, no me agradaba que me estuvieran siguiendo.
Escuche una voz a unos pocos metros de mi posición -Oye, eso fue bastante increíble. Has derrotado a ese hombre tan grande sin despeinarte. Por tu figura tan misteriosa estoy seguro que no eres de por aquí. Estaba en la taberna observando todo lo que paso-Dijo un joven con el pelo bastante desarreglado y su vestimenta no era la mejor de todas, juzgando a simple vista parecía que tenia tan solo unos dos años o tres años menos que yo -Si me seguiste hasta aquí, estoy seguro que eso no es lo único que quieres, ¿verdad?. Tienes razón, no soy de por aquí. Lo siento, tengo que marcharme, no me agrada mucho la compañía- Exclamé, contestando y mostrándome algo hostil con el chico para hacer que desistiera de lo que fuera que tenia en mente, guardando las distancias para después seguir mi camino.
-¡Por favor, ayúdame-! Gritó el joven mientras se arrodillaba, rogando por …. Aun no sabía de que se trataba todo esto, tan solo me quede observando bastante extrañado por la reacción del chico -Levanta la cabeza. ¿De que se trata todo esto?, pareces bastante alterado- Conteste, aun guardando algo las distancias. La verdad no tenía la obligación de ayudarlo, aun así no tenia nada mejor que hacer e incluso llegaba a pensar que si valía la pena conseguiría un lugar para pasar algunos días ahorrando dinero y después de eso seguir mi camino, manteniendo las esperanzas de averiguar del paradero de mis nakama.
-Veras, vivo en una zona pobre de por aquí, en la ciudad de Dorithia. El lugar es frecuentado por gente de baja categoría, es una zona que raramente es frecuentada por los soldados del ejercito, por lo tanto suele emplearse para hacerse negocios bajos. Al principio vivía tranquilamente con mi hermana y mi abuela allí, hasta que llego gente mala a visitarnos, amenazándonos con arrebatarnos nuestro pequeño hogar si no pagábamos alguna especie de impuestos. No soy el único en esta situación, pero nadie parece querer tomar cartas en el asunto, solo viven atemorizados. Tenían tatuajes de lobos huargo en el cuello, como si pertenecieran a alguna especie de organización. El hombre que dejaste hace unos momentos inconsciente era uno de ellos y me ha sorprendido que lo has derrotado sin titubear. Han ido tomando fuerza después de la guerra civil aprovechándose de la situación y la gente, mientras algunos cargos corruptos del ejercito no hacen nada- Soltó el joven sin dejarse nada, mientras apretaba los puños y parecía aguantarse las lágrimas, no solía ayudar a cualquier persona que se me cruzase en el camino, pero su historia parecía muy convincente.
-Se..-se que no tienes la obligación de ayudarme, así como también se que lo que te pido es demasiado, pero mi situación es tan desesperada que pensé que alguien como tu…. Un extranjero podría ayudarme..- Dijo con los ojos brillosos, esperanzado en que mi respuesta fuera un si.
-Tengo muchas ganas de conocerlos, además debes decirme tu nombre- Dije con una ligera sonrisa para después pedirle que me mostrara el camino. Ahora, al menos tenía algo en lo que ocuparme
Escuche una voz a unos pocos metros de mi posición -Oye, eso fue bastante increíble. Has derrotado a ese hombre tan grande sin despeinarte. Por tu figura tan misteriosa estoy seguro que no eres de por aquí. Estaba en la taberna observando todo lo que paso-Dijo un joven con el pelo bastante desarreglado y su vestimenta no era la mejor de todas, juzgando a simple vista parecía que tenia tan solo unos dos años o tres años menos que yo -Si me seguiste hasta aquí, estoy seguro que eso no es lo único que quieres, ¿verdad?. Tienes razón, no soy de por aquí. Lo siento, tengo que marcharme, no me agrada mucho la compañía- Exclamé, contestando y mostrándome algo hostil con el chico para hacer que desistiera de lo que fuera que tenia en mente, guardando las distancias para después seguir mi camino.
-¡Por favor, ayúdame-! Gritó el joven mientras se arrodillaba, rogando por …. Aun no sabía de que se trataba todo esto, tan solo me quede observando bastante extrañado por la reacción del chico -Levanta la cabeza. ¿De que se trata todo esto?, pareces bastante alterado- Conteste, aun guardando algo las distancias. La verdad no tenía la obligación de ayudarlo, aun así no tenia nada mejor que hacer e incluso llegaba a pensar que si valía la pena conseguiría un lugar para pasar algunos días ahorrando dinero y después de eso seguir mi camino, manteniendo las esperanzas de averiguar del paradero de mis nakama.
-Veras, vivo en una zona pobre de por aquí, en la ciudad de Dorithia. El lugar es frecuentado por gente de baja categoría, es una zona que raramente es frecuentada por los soldados del ejercito, por lo tanto suele emplearse para hacerse negocios bajos. Al principio vivía tranquilamente con mi hermana y mi abuela allí, hasta que llego gente mala a visitarnos, amenazándonos con arrebatarnos nuestro pequeño hogar si no pagábamos alguna especie de impuestos. No soy el único en esta situación, pero nadie parece querer tomar cartas en el asunto, solo viven atemorizados. Tenían tatuajes de lobos huargo en el cuello, como si pertenecieran a alguna especie de organización. El hombre que dejaste hace unos momentos inconsciente era uno de ellos y me ha sorprendido que lo has derrotado sin titubear. Han ido tomando fuerza después de la guerra civil aprovechándose de la situación y la gente, mientras algunos cargos corruptos del ejercito no hacen nada- Soltó el joven sin dejarse nada, mientras apretaba los puños y parecía aguantarse las lágrimas, no solía ayudar a cualquier persona que se me cruzase en el camino, pero su historia parecía muy convincente.
-Se..-se que no tienes la obligación de ayudarme, así como también se que lo que te pido es demasiado, pero mi situación es tan desesperada que pensé que alguien como tu…. Un extranjero podría ayudarme..- Dijo con los ojos brillosos, esperanzado en que mi respuesta fuera un si.
-Tengo muchas ganas de conocerlos, además debes decirme tu nombre- Dije con una ligera sonrisa para después pedirle que me mostrara el camino. Ahora, al menos tenía algo en lo que ocuparme
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Lun 5 Feb 2018 - 15:22}
Una gota de sudor parecía recorrer la frente de ambos altos cargos ante la inesperada situación.
-¿De donde demonios... ha salido este imbécil...?- Se preguntaron ambos al unísono, con tono de resignación.
Mientras tanto yo seguía en mi ficticio mundo, visualizando mi poderosa posición mientras me mantenía de pie sobre el asiento.
-¡¡Jajajajajaja!! Maldición...no alcanzo a escuchar lo que dicen los plebeyos con tanto jaleo.-Hice el gesto de ponerme una mano en la oreja y me incliné ligeramente hacia delante.
-¿¡Que decís?!¿¡Que si esta figura que se alza ante los mortales es el legendario espadachín que parte galeones con la mirada?!...Así es..¡¡Ese soy yo!!Espero que mi brillante figura no os deje ciegos de por vida..-Tendí una rodilla sobre la silla y volví a girar el rostro mientras me sonrojaba, haciéndome el interesante.
-Por favor...deteneos...os lo suplico, no me gustaría que les pasase algo a mis incontables seguidores mundiales por culpa de mi desbordante divinidad..-Dos lágrimas salientes respectivamente de ambos ojos comenzaron a descender por mis mejillas.
-Es sorprendente...además de todo soy humilde..preocupándome por la basura humana...es un milagro... que les haya tocado vivir en esta época...-
-Ahora...ahora tendrán...una historia que contarle a sus nietos.-Las lagrimas empezaron a brotar con fuerza, cuál cataratas.
Mientras yo continuaba con mi llamativo monólogo de fondo, la capitana Ves y el comandante comenzaron a debatir que hacer con mi persona.
-Comandante, ¿no deberíamos mandarlo sin más a las minas? Es lo que se suele hacer con los reclusos. Al menos así serviría para algo.- Finalizó la frase con un suspiro.
-Entiendo lo que dices Ves, pero ese no es el protocolo, no con forasteros, quiero decir.
-¿Entonces...cuál es el protocolo, comandante?
-No hay protocolo.-Comentó decidido con gesto neutral.
-¡¡No lo digas tan despreocupado, comandante!!-Le gritó con los ojos en blanco y los dientes afilados, parecía una bruja, una jodida bruja mandona.
-Se me ha ocurrido algo.-Una leve sonrisa se dejaba intuir en su rostro.
Acto seguido el comandante comenzó a caminar hacia la parte de atrás de la habitación, mientras la capitana miraba intrigada. Paró en frente de un mueble robusto y antiguo, el cuál se dividía en compartimentos compuestos de algún tipo de metal grisáceo. Se arrodilló para tener alcance al que estaba situado mas abajo de todos ellos, en el cual había estampada en chapa oxidada la letra "S", el cuál abrió tanteando la cerradura con una de las llaves de su cinto.
-No me digas que..-Pude escuchar el cuchicheo entre dientes de la capitana.
Cuando quise reaccionar, me di cuenta que llevaba varios minutos hablando solo, mientras el resto de los presentes dialogaban a mi espalda.
-¡¡Cabrones!!¿¡Como os atrevéis a ignorarme?!-Mis dientes podrían haber rallado queso en aquel momento.
-¡¡A mí!!¡¡Elegido de los sietes mares!!¡¡Décimo tercer dios del olimp- Un golpe seco sobre la mesa detuvo mi oración. Se trataba del comandante, que había depositado un pergamino a dos palmos de mí.
-Si es verdad todo lo que dices, te daremos una oportunidad... de que recuperes tu libertad.-Concluyó extendiendo el pergamino sobre la mesa.
-¿Que hago con esto?..¿Me limpio el culo?-Súbitamente el karma apodado Ves arremetió contra mi persona en lo que podríamos describir como una atronadora lluvia de collejas.
-L-l-lo... zien..to ..muxo..zeñora capitana..-Me disculpé casi sin poder vocalizar, ahora convertido en mitad hombre mitad chichón debido al inmenso poder de la violencia.
-Déjame que te comente, ya que supongo que no lo sabes.-Interrumpió el comandante.
-En este reino, poseemos lo que llamamos los contratos.-
-E-entiendo.-Incliné mi cabeza, mostrando mis portentosos chichones, para indicar que prosiguiese.
-Los contratos son unas órdenes emitidas por gente de todas las clases sociales, desde un tabernero, hasta, en ultima instancia, el rey del reino, Rabodid V “El severo”. En estos contratos, se formula una petición, normalmente una tarea que el emisor no puede realizar o en la que necesita ayuda, esto puede ir desde recoger setas visionarias, hasta...-Realizó una pausa para tomar aire.
-Como es tu caso, un contrato de cazador.-Tragué saliva y abrí bien los ojos, aquel hombre había logrado captar mi atención.
-Mientras no se trate de gatitos...ps- Remoloneé con el dedo encima de la mesa.
-Son demasiado lindos, comandante.-Mis ojos brillaron, a punto de soltar una lágrima.
-Los contratos se ordenan por rango de menor a mayor dificultad, los cuales son..E,D,C,B,A y.. por último, hay un tipo de contratos que solo el rey puede emitir, los de rango S.-Un pinchazo me recorrió la espalda en aquel momento, al bajar la mirada hacia el pergamino y ver que efectivamente, allí se encontraba, arriba del todo, bien grande, la susodicha letra.
-Hay una bestia... que lleva atormentándonos un tiempo. Pensábamos que se trataba de una leyenda. Los avistamientos dicen que merodea por el este de la isla , cerca del pantano. El problema es...que por alguna razón.. cada vez se está acercando mas al fuerte...y...y...-Apretó el puño con rabia.
-Han desaparecido 33 de nuestros hombres en los últimos meses, en el cambio de patrulla, generalmente por la noche.... y desaparecen sin dejar rastro.-Concluyó la capitana.
-Menudos paquetes.-Dije entre dientes.
-¿Que has dicho?.-Me preguntó la capitana.
-Que al menos tuvieron una muerte honorable, capitana.-
-Por eso, el rey, envuelto en frustración, ofreció... y ofrece... un millón de monedas de oro al que le lleve la cabeza de la bestia.-
-¿¡¡U-u-unnnnnnnn millóooooooon!!?- Mis ojos tomaron la forma de dos berries dorados durante unos instantes.
-Por fin... por fin podre dejar de vivir de latas de conserva y cambiarme estas ropas de vagabundo.-Dos lágrimas volvieron a caer por mis mejillas.
-No sabemos si creer lo que dicen los rumores, pero... se comenta que la bestia es de grande como los dragones de los cuentos, y que con solo mirarle a los ojos...-
-Se trata de un basilisco plateado, por eso yo le acompañaré.-Interrumpió una voz femenina que provenía de lo mas alto de la sala. Allí estaba , en una de las vigas del techo, sentada con aires despreocupados , como si llevara todo el día escuchando, esperando para pronunciarse.
-¿De donde demonios... ha salido este imbécil...?- Se preguntaron ambos al unísono, con tono de resignación.
Mientras tanto yo seguía en mi ficticio mundo, visualizando mi poderosa posición mientras me mantenía de pie sobre el asiento.
-¡¡Jajajajajaja!! Maldición...no alcanzo a escuchar lo que dicen los plebeyos con tanto jaleo.-Hice el gesto de ponerme una mano en la oreja y me incliné ligeramente hacia delante.
-¿¡Que decís?!¿¡Que si esta figura que se alza ante los mortales es el legendario espadachín que parte galeones con la mirada?!...Así es..¡¡Ese soy yo!!Espero que mi brillante figura no os deje ciegos de por vida..-Tendí una rodilla sobre la silla y volví a girar el rostro mientras me sonrojaba, haciéndome el interesante.
-Por favor...deteneos...os lo suplico, no me gustaría que les pasase algo a mis incontables seguidores mundiales por culpa de mi desbordante divinidad..-Dos lágrimas salientes respectivamente de ambos ojos comenzaron a descender por mis mejillas.
-Es sorprendente...además de todo soy humilde..preocupándome por la basura humana...es un milagro... que les haya tocado vivir en esta época...-
-Ahora...ahora tendrán...una historia que contarle a sus nietos.-Las lagrimas empezaron a brotar con fuerza, cuál cataratas.
Mientras yo continuaba con mi llamativo monólogo de fondo, la capitana Ves y el comandante comenzaron a debatir que hacer con mi persona.
-Comandante, ¿no deberíamos mandarlo sin más a las minas? Es lo que se suele hacer con los reclusos. Al menos así serviría para algo.- Finalizó la frase con un suspiro.
-Entiendo lo que dices Ves, pero ese no es el protocolo, no con forasteros, quiero decir.
-¿Entonces...cuál es el protocolo, comandante?
-No hay protocolo.-Comentó decidido con gesto neutral.
-¡¡No lo digas tan despreocupado, comandante!!-Le gritó con los ojos en blanco y los dientes afilados, parecía una bruja, una jodida bruja mandona.
-Se me ha ocurrido algo.-Una leve sonrisa se dejaba intuir en su rostro.
Acto seguido el comandante comenzó a caminar hacia la parte de atrás de la habitación, mientras la capitana miraba intrigada. Paró en frente de un mueble robusto y antiguo, el cuál se dividía en compartimentos compuestos de algún tipo de metal grisáceo. Se arrodilló para tener alcance al que estaba situado mas abajo de todos ellos, en el cual había estampada en chapa oxidada la letra "S", el cuál abrió tanteando la cerradura con una de las llaves de su cinto.
-No me digas que..-Pude escuchar el cuchicheo entre dientes de la capitana.
Cuando quise reaccionar, me di cuenta que llevaba varios minutos hablando solo, mientras el resto de los presentes dialogaban a mi espalda.
-¡¡Cabrones!!¿¡Como os atrevéis a ignorarme?!-Mis dientes podrían haber rallado queso en aquel momento.
-¡¡A mí!!¡¡Elegido de los sietes mares!!¡¡Décimo tercer dios del olimp- Un golpe seco sobre la mesa detuvo mi oración. Se trataba del comandante, que había depositado un pergamino a dos palmos de mí.
-Si es verdad todo lo que dices, te daremos una oportunidad... de que recuperes tu libertad.-Concluyó extendiendo el pergamino sobre la mesa.
-¿Que hago con esto?..¿Me limpio el culo?-Súbitamente el karma apodado Ves arremetió contra mi persona en lo que podríamos describir como una atronadora lluvia de collejas.
-L-l-lo... zien..to ..muxo..zeñora capitana..-Me disculpé casi sin poder vocalizar, ahora convertido en mitad hombre mitad chichón debido al inmenso poder de la violencia.
-Déjame que te comente, ya que supongo que no lo sabes.-Interrumpió el comandante.
-En este reino, poseemos lo que llamamos los contratos.-
-E-entiendo.-Incliné mi cabeza, mostrando mis portentosos chichones, para indicar que prosiguiese.
-Los contratos son unas órdenes emitidas por gente de todas las clases sociales, desde un tabernero, hasta, en ultima instancia, el rey del reino, Rabodid V “El severo”. En estos contratos, se formula una petición, normalmente una tarea que el emisor no puede realizar o en la que necesita ayuda, esto puede ir desde recoger setas visionarias, hasta...-Realizó una pausa para tomar aire.
-Como es tu caso, un contrato de cazador.-Tragué saliva y abrí bien los ojos, aquel hombre había logrado captar mi atención.
-Mientras no se trate de gatitos...ps- Remoloneé con el dedo encima de la mesa.
-Son demasiado lindos, comandante.-Mis ojos brillaron, a punto de soltar una lágrima.
-Los contratos se ordenan por rango de menor a mayor dificultad, los cuales son..E,D,C,B,A y.. por último, hay un tipo de contratos que solo el rey puede emitir, los de rango S.-Un pinchazo me recorrió la espalda en aquel momento, al bajar la mirada hacia el pergamino y ver que efectivamente, allí se encontraba, arriba del todo, bien grande, la susodicha letra.
-Hay una bestia... que lleva atormentándonos un tiempo. Pensábamos que se trataba de una leyenda. Los avistamientos dicen que merodea por el este de la isla , cerca del pantano. El problema es...que por alguna razón.. cada vez se está acercando mas al fuerte...y...y...-Apretó el puño con rabia.
-Han desaparecido 33 de nuestros hombres en los últimos meses, en el cambio de patrulla, generalmente por la noche.... y desaparecen sin dejar rastro.-Concluyó la capitana.
-Menudos paquetes.-Dije entre dientes.
-¿Que has dicho?.-Me preguntó la capitana.
-Que al menos tuvieron una muerte honorable, capitana.-
-Por eso, el rey, envuelto en frustración, ofreció... y ofrece... un millón de monedas de oro al que le lleve la cabeza de la bestia.-
-¿¡¡U-u-unnnnnnnn millóooooooon!!?- Mis ojos tomaron la forma de dos berries dorados durante unos instantes.
-Por fin... por fin podre dejar de vivir de latas de conserva y cambiarme estas ropas de vagabundo.-Dos lágrimas volvieron a caer por mis mejillas.
-No sabemos si creer lo que dicen los rumores, pero... se comenta que la bestia es de grande como los dragones de los cuentos, y que con solo mirarle a los ojos...-
-Se trata de un basilisco plateado, por eso yo le acompañaré.-Interrumpió una voz femenina que provenía de lo mas alto de la sala. Allí estaba , en una de las vigas del techo, sentada con aires despreocupados , como si llevara todo el día escuchando, esperando para pronunciarse.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Mar 6 Feb 2018 - 18:25}
“Peligro en las cercanías de Dalvik. Desde hace varias semanas, están siendo notificadas desapariciones. No hay relación entre ellas. Algunas personas desaparecen cuando se cierne la noche, otras, a plena luz del día. Dieciséis vecinos en total, mujeres y niños incluidos. Los pocos testigos que dicen haberlas presenciado, aseguran que se escuchan ruidos extraños justo antes de que ocurran. Puede tratarse de algún depredador de gran tamaño […]
Se requiere ayuda urgente.
Contrato de rango B.”
Intentaba recordar a toda velocidad las palabras que había leído del contrato, aunque faltaban algunos detalles en mi memoria.
-Y una mierda… de rango B- dije entre jadeos.
-¡¿Qué has dicho?!- gritó unas de las niñas, que corría a mi lado.
-Da igual… ¡Sigue corriendo!
Nos encontrábamos cerca de la parte final del bosque. Desde que habíamos escuchado aquel extraño ruido, nuestros instintos primarios habían aparecido y habíamos echado a correr a toda velocidad en dirección a Dalvik. Las niñas corrían a mi lado, intentando evitar lo mejor posible los obstáculos del bosque -dada la oscuridad de la noche-, mientras que yo mantenía el ritmo con el chico aún inconsciente sujeto en mi hombro, como un saco.
-¿¡Cuánto queda?! ¡Tu amigo no es precisamente ligero!- le dije a la misma chica, sin dejar de correr. Ella miró al frente unos segundos, y luego asintió con la cabeza.
-¡Ya hemos llegado!
De repente, la maleza del bosque dio paso a una zona más descampada, con un marcado camino de tierra entre el césped. El sendero conducía directamente hasta una pequeña aldea, con varias casitas de madera rodeadas por altas antorchas. Demasiadas antorchas. Un círculo de éstas iluminaba todo el perímetro exterior de la aldea, brillando como pequeños faros en medio de aquella noche.
-¡Si conseguimos llegar, estaremos a salvo!- gritó la niña, con convicción.
Intenté ignorar la seguridad que había puesto en ese comentario, pero confié en que tuviese razón. Por fortuna, no tuvimos ningún obstáculo en el camino que nos impidiese llegar, y una vez dentro del círculo, noté cómo varios aldeanos esperaban de pie, mirándonos.
-¡Cattie! ¡¿Se puede saber dónde estabais? ¿Y qué le ha pasado a Ned?- dijo una señora mayor, con aspecto preocupado. Noté que varios aldeanos me miraban, y no tardé en darme cuenta de lo que ocurría.
-Oh, Ned- dejé al chico lentamente en el suelo, y me retiré un poco –Pobre Ned, lleva inconsciente unas horas… Qué susto nos ha dado, ¿verdad, Curti?- dije con una risa nerviosa mientras miraba a la niña, esperando su complicidad.
La chica pareció notar mi intención, y me señaló con un dedo.
-Le golpeó tan fuerte que casi lo mata. Y me llamo Cattie, idiota.
Noté como todos los aldeanos me miraban repentinamente, y me apresuré a mover las manos en gesto de negación.
-Oh, no, no, no no no… Me perseguían y…
-Espera- me cortó la anciana. -Catt, ¿de nuevo persiguiendo gente? Hija, nos habéis dado tantos problemas… Un demonio ronda el lugar, secuestrando gente, ¡y vosotras no paráis de escaparos al bosque! ¿No ves el problema? Deberíais…
Aproveché aquella pequeña reprimenda insufrible para alejarme unos pasos y contemplar el perímetro. Desde el interior del círculo de antorchas, la mayoría de casas de la aldea estaban iluminadas, pero no se veía nada de la parte exterior.
-Un arma de doble filo, supongo- dije, dando unos pasos, mientras miraba alrededor. –Si bien esta zona tiene luz suficiente para evitar alguna tragedia, es imposible ver algo fuera de la aldea, ya que las antorchas te ciegan si intentas escrutar la oscuridad del bosque. Además… -me acerqué a uno de los altos palos sobre los que ardía el fuego, y pasé un dedo por su superficie, notando como resbalaba. -¿Algún tipo de aceite? Está claro que estas llamas les protegerán de animales convencionales, pero ese tipo de monstruo… Ya veo, piensan que el aceite podría…- detuve mi discurso en seco al notar como varias personas me estaban escuchando, y me miraban con preocupación. Claro. Para ellos, esto era más que suficiente para ahuyentar lobos, fantasmas y cualquier otro espíritu. No sería yo quien jugase con sus ilusiones.
>>¿Quién está al mando aquí?- dije lo más alto que pude. Acto seguido, un hombre fornido, con barba y un marcado tatuaje de un lobo en el cuello se adelantó, haciendo un gesto con la cabeza.
-Ese soy yo.
Saqué el contrato y lo puse ante él.
-¿Rango B?- dije mientras señalaba el pergamino.
El hombre pareció sorprenderse un segundo, pero al instante agachó la cabeza, y juntó sus manos.
-Verás, es que… Nadie se atrevería a ayudarnos si el rango del contrato fuese mayor… Debes entendernos, ha desaparecido gente. Nuestros hijos y nietos están en peligro. Estoy seguro de que otros han emitido este contrato por un mayor precio y mejor rango, no pido que te conformes con nuestra recompensa, solo una ayuda para esta pobre gente- dijo apenado, y luego me miró.
Parecía que decía la verdad. El perímetro de antorchas era prueba más que suficiente.
-Está bien, te escucho. Y date prisa, porque partiré al amanecer. Vamos a hablar de ese demonio vuestro.
Se requiere ayuda urgente.
Contrato de rango B.”
Intentaba recordar a toda velocidad las palabras que había leído del contrato, aunque faltaban algunos detalles en mi memoria.
-Y una mierda… de rango B- dije entre jadeos.
-¡¿Qué has dicho?!- gritó unas de las niñas, que corría a mi lado.
-Da igual… ¡Sigue corriendo!
Nos encontrábamos cerca de la parte final del bosque. Desde que habíamos escuchado aquel extraño ruido, nuestros instintos primarios habían aparecido y habíamos echado a correr a toda velocidad en dirección a Dalvik. Las niñas corrían a mi lado, intentando evitar lo mejor posible los obstáculos del bosque -dada la oscuridad de la noche-, mientras que yo mantenía el ritmo con el chico aún inconsciente sujeto en mi hombro, como un saco.
-¿¡Cuánto queda?! ¡Tu amigo no es precisamente ligero!- le dije a la misma chica, sin dejar de correr. Ella miró al frente unos segundos, y luego asintió con la cabeza.
-¡Ya hemos llegado!
De repente, la maleza del bosque dio paso a una zona más descampada, con un marcado camino de tierra entre el césped. El sendero conducía directamente hasta una pequeña aldea, con varias casitas de madera rodeadas por altas antorchas. Demasiadas antorchas. Un círculo de éstas iluminaba todo el perímetro exterior de la aldea, brillando como pequeños faros en medio de aquella noche.
-¡Si conseguimos llegar, estaremos a salvo!- gritó la niña, con convicción.
Intenté ignorar la seguridad que había puesto en ese comentario, pero confié en que tuviese razón. Por fortuna, no tuvimos ningún obstáculo en el camino que nos impidiese llegar, y una vez dentro del círculo, noté cómo varios aldeanos esperaban de pie, mirándonos.
-¡Cattie! ¡¿Se puede saber dónde estabais? ¿Y qué le ha pasado a Ned?- dijo una señora mayor, con aspecto preocupado. Noté que varios aldeanos me miraban, y no tardé en darme cuenta de lo que ocurría.
-Oh, Ned- dejé al chico lentamente en el suelo, y me retiré un poco –Pobre Ned, lleva inconsciente unas horas… Qué susto nos ha dado, ¿verdad, Curti?- dije con una risa nerviosa mientras miraba a la niña, esperando su complicidad.
La chica pareció notar mi intención, y me señaló con un dedo.
-Le golpeó tan fuerte que casi lo mata. Y me llamo Cattie, idiota.
Noté como todos los aldeanos me miraban repentinamente, y me apresuré a mover las manos en gesto de negación.
-Oh, no, no, no no no… Me perseguían y…
-Espera- me cortó la anciana. -Catt, ¿de nuevo persiguiendo gente? Hija, nos habéis dado tantos problemas… Un demonio ronda el lugar, secuestrando gente, ¡y vosotras no paráis de escaparos al bosque! ¿No ves el problema? Deberíais…
Aproveché aquella pequeña reprimenda insufrible para alejarme unos pasos y contemplar el perímetro. Desde el interior del círculo de antorchas, la mayoría de casas de la aldea estaban iluminadas, pero no se veía nada de la parte exterior.
-Un arma de doble filo, supongo- dije, dando unos pasos, mientras miraba alrededor. –Si bien esta zona tiene luz suficiente para evitar alguna tragedia, es imposible ver algo fuera de la aldea, ya que las antorchas te ciegan si intentas escrutar la oscuridad del bosque. Además… -me acerqué a uno de los altos palos sobre los que ardía el fuego, y pasé un dedo por su superficie, notando como resbalaba. -¿Algún tipo de aceite? Está claro que estas llamas les protegerán de animales convencionales, pero ese tipo de monstruo… Ya veo, piensan que el aceite podría…- detuve mi discurso en seco al notar como varias personas me estaban escuchando, y me miraban con preocupación. Claro. Para ellos, esto era más que suficiente para ahuyentar lobos, fantasmas y cualquier otro espíritu. No sería yo quien jugase con sus ilusiones.
>>¿Quién está al mando aquí?- dije lo más alto que pude. Acto seguido, un hombre fornido, con barba y un marcado tatuaje de un lobo en el cuello se adelantó, haciendo un gesto con la cabeza.
-Ese soy yo.
Saqué el contrato y lo puse ante él.
-¿Rango B?- dije mientras señalaba el pergamino.
El hombre pareció sorprenderse un segundo, pero al instante agachó la cabeza, y juntó sus manos.
-Verás, es que… Nadie se atrevería a ayudarnos si el rango del contrato fuese mayor… Debes entendernos, ha desaparecido gente. Nuestros hijos y nietos están en peligro. Estoy seguro de que otros han emitido este contrato por un mayor precio y mejor rango, no pido que te conformes con nuestra recompensa, solo una ayuda para esta pobre gente- dijo apenado, y luego me miró.
Parecía que decía la verdad. El perímetro de antorchas era prueba más que suficiente.
-Está bien, te escucho. Y date prisa, porque partiré al amanecer. Vamos a hablar de ese demonio vuestro.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Miér 7 Feb 2018 - 6:02}
Al parecer, charlando con el chico me dijo que se llamaba Ren, pensé que era importante saber nuestros nombres, al menos hasta que el asunto con los hombres con el tatuaje de lobo Huargo en el cuello quedara zanjado. Algo me estaba molestando, se que había aceptado ayudarle, pero en verdad ¿podía acabar con esa organización criminal yo solo?.. En principio evaluaría la situación e intentaría dialogar con ellos, aunque probablemente esa era la opción mas aburrida. El sol inundaba con un color anaranjado las calles de Dorithia, teníamos algunas horas caminando y el atardecer estaba comenzando a llegar. Conforme más avanzábamos, el ambiente y los alrededores se volvían algo rústicos, nos acercábamos y el momento decisivo se acercaba poco a poco. Las condiciones de aquel lugar eran algo malas y si algo caracterizaba a esta ciudad, era la cantidad abundante de mercaderes, pero aquí no había ninguno, creo que entendía un poco la razón del por qué.
De repente nos detuvimos y llegamos a una especie de depósito, como era de esperarse acceder no era tan fácil, pues tan solo había una cortina de hierro algo oxidada y en mal estado, seguramente para entrar ahí se necesitaba hacer un montón de ruido y no había ninguna ventana para poder infiltrarse, lo cual me dio una idea muy interesante, si rompía los fusibles probablemente no tendrían energía, eso eliminaría la ventaja numérica. -Nunca suele haber nadie vigilando por esta parte, pero parece difícil entrar por aquí, aun así, se que aquí se reúnen algunos miembros pues he estado siguiendo hace algunas semanas a algunos hombres con el tatuaje, al que derrotaste en la taberna, por ejemplo. Solo que …. Jamás me anime a hacer nada contra ellos, soy un cobarde-
La información que me había dado era más que suficiente, tal vez Ren no se daba cuenta, pero ya había hecho mas que cualquiera de las personas que vivían ahí, y para mí eso era más que suficiente. Rodeamos el lugar hasta que encontrar una puerta, había un hombre, con un arma de fuego custodiando el lugar. Camine como si nada hacia él, sin decir nada, mientras aquel hombre me decía que me detuviera a la vez que me apuntaba con su arma. Me dio la impresión que estaba nervioso, parecía como si no estuviera del todo entrenado en combate. Aproveche su confusión, y una especie de aura amarilla comenzaba a salir de mi cuerpo, acelerando aun más mi velocidad para dejar inconsciente a mi oponente de un golpe que jamás pudo haber visto venir.
-Ren, ya sabes que hacer- Le dije mientras asentía con la cabeza, indicándole que bajara el interruptor, mientras yo tomaba el arma del hombre que acababa de derrotar para causarles confusión y me infiltraba en el lugar con pasos pausados, estaba listo para encargarme de aquellos tipos, aprovechándome de su desconcierto, solo tenía que disparar una bala al aire para jugar con sus mentes y que el espectáculo, por fin comenzara.
De repente nos detuvimos y llegamos a una especie de depósito, como era de esperarse acceder no era tan fácil, pues tan solo había una cortina de hierro algo oxidada y en mal estado, seguramente para entrar ahí se necesitaba hacer un montón de ruido y no había ninguna ventana para poder infiltrarse, lo cual me dio una idea muy interesante, si rompía los fusibles probablemente no tendrían energía, eso eliminaría la ventaja numérica. -Nunca suele haber nadie vigilando por esta parte, pero parece difícil entrar por aquí, aun así, se que aquí se reúnen algunos miembros pues he estado siguiendo hace algunas semanas a algunos hombres con el tatuaje, al que derrotaste en la taberna, por ejemplo. Solo que …. Jamás me anime a hacer nada contra ellos, soy un cobarde-
La información que me había dado era más que suficiente, tal vez Ren no se daba cuenta, pero ya había hecho mas que cualquiera de las personas que vivían ahí, y para mí eso era más que suficiente. Rodeamos el lugar hasta que encontrar una puerta, había un hombre, con un arma de fuego custodiando el lugar. Camine como si nada hacia él, sin decir nada, mientras aquel hombre me decía que me detuviera a la vez que me apuntaba con su arma. Me dio la impresión que estaba nervioso, parecía como si no estuviera del todo entrenado en combate. Aproveche su confusión, y una especie de aura amarilla comenzaba a salir de mi cuerpo, acelerando aun más mi velocidad para dejar inconsciente a mi oponente de un golpe que jamás pudo haber visto venir.
-Ren, ya sabes que hacer- Le dije mientras asentía con la cabeza, indicándole que bajara el interruptor, mientras yo tomaba el arma del hombre que acababa de derrotar para causarles confusión y me infiltraba en el lugar con pasos pausados, estaba listo para encargarme de aquellos tipos, aprovechándome de su desconcierto, solo tenía que disparar una bala al aire para jugar con sus mentes y que el espectáculo, por fin comenzara.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Jue 8 Feb 2018 - 20:17}
-Y bueno, eso es todo.
Esas palabras me despertaron del pequeño sueño que acababa de tener.
-Ya veo, señor Lans. Entonces, si todo está solucionado…- me levanté de la silla, dirigiéndome a la puerta. A decir verdad, aún no recordaba ni qué hacía allí.
-Hijo, ¿pero me has escuchado? Dieciocho personas ya, ese contrato está desactualizado. ¿Y dices que no pasa nada? ¿Y quién demonios es Lans?
Medité unos segundos, de pie, dando la espalda a aquel hombre, intentando recordar algunos fragmentos de su charla. Estaba en la casa del “jefe” de aquella pequeña aldea, Dalvik, donde me había contado todo lo relativo a las desapariciones. Al recordar aquello, no tardé en recordar también por qué me había quedado dormido.
-Oh, sí- me di la vuelta, acercándome un poco más a él. El hombre estaba sentado en una pequeña silla, junto a la chimenea que decoraba el salón de aquella casa. –Bueno, básicamente… El monstruo ya se ha ido.
-¿Cómo dices?
-Se ha ido- hice un gesto con la mano, como apartando algo de delante mía –Conozco la conducta de las bestias como esa. Hace semanas que no ocurre ninguna desaparición. Te felicito: vuestro círculo sagrado de fuego espiritual ha ahuyentado a la bestia. Recibes mi enhorabuena como premio.
-Hijo, creo que no es momento para bromear…
Resoplé, y me senté de nuevo.
-Te lo explicaré rápidamente– comencé, mientras acariciaba mi barbilla de forma distraída. –hay dos factores a tener en cuenta en estos casos. El primero, como ya te he explicado, el mayor volumen de las desapariciones sucedió hace semanas. Seguramente, la bestia se ha ido. Algo debió ahuyentarla de su cueva, o dondequiera que se hospedase… O quizás simplemente partió para buscar una zona más poblada. El caso es que no anda por los alrededores.
El hombre asintió lentamente y luego giró la cabeza.
-¿Y el segundo?- dijo con cierto tono dubitativo.
-El segundo es aún más simple: El clima. Dalvik está cerca de un pantano, la humedad es abundante y con las lluvias del último mes, aún más. Esa bestia parece no ser muy amiga de este tipo de ambiente, y su naturaleza le ha hecho ir en otra dirección. Seguramente a alguna zona más montañosa, o con mayor número de construcciones. Puedes estar seguro.
El hombre pareció convencido de mis palabras, y se recostó mirando al techo, haciendo que la luz de la hoguera iluminase su tatuaje del cuello.
-Pero entonces…- dijo súbitamente, sin moverse. -¿Qué hay del ruido que escuchasteis en el bosque?
-Eso… Bueno. No estoy seguro, pero no era vuestro “demonio”. Era algún tipo de bestia voladora…- pausé unos segundos, sin saber si debería continuar.
-¿Hm?
-Seguramente, un grifo. Pero no debéis preocuparos, parecía que sobrevolaba el bosque, solo de paso.
Sentí un pequeño pinchazo mental como recordatorio de que tenía que irme, así que me levanté de la silla y me dispuse a salir por la puerta, no sin antes estrechar la mano del hombre.
-Podéis contactar con Saed, en una pequeña aldea al este de Novigrado, si ocurre algo más... Pero dudo que haya problemas.
-De acuerdo- El hombre estrechó mi mano y me acompañó a la salida, con gesto de decepción. "Supongo que quería llevarse algo de mérito por la caza... Pero al fin y al cabo, es mejor así." pensé, mientras salía al exterior.
Una vez fuera, noté cómo el amanecer había llegado a la aldea, dotando de un aspecto peculiar a los alrededores. El perímetro de antorchas seguía en pie, pero apagado, dejando un raro círculo en la parte exterior. Respiré el fresco aire de la mañana y, tras despedirme de las chicas y los aldeanos que encontré, abandoné Dalvik por un caminito en la parte sur, rumbo a mi próximo destino.
-Dorithia, allá vamos.
Esas palabras me despertaron del pequeño sueño que acababa de tener.
-Ya veo, señor Lans. Entonces, si todo está solucionado…- me levanté de la silla, dirigiéndome a la puerta. A decir verdad, aún no recordaba ni qué hacía allí.
-Hijo, ¿pero me has escuchado? Dieciocho personas ya, ese contrato está desactualizado. ¿Y dices que no pasa nada? ¿Y quién demonios es Lans?
Medité unos segundos, de pie, dando la espalda a aquel hombre, intentando recordar algunos fragmentos de su charla. Estaba en la casa del “jefe” de aquella pequeña aldea, Dalvik, donde me había contado todo lo relativo a las desapariciones. Al recordar aquello, no tardé en recordar también por qué me había quedado dormido.
-Oh, sí- me di la vuelta, acercándome un poco más a él. El hombre estaba sentado en una pequeña silla, junto a la chimenea que decoraba el salón de aquella casa. –Bueno, básicamente… El monstruo ya se ha ido.
-¿Cómo dices?
-Se ha ido- hice un gesto con la mano, como apartando algo de delante mía –Conozco la conducta de las bestias como esa. Hace semanas que no ocurre ninguna desaparición. Te felicito: vuestro círculo sagrado de fuego espiritual ha ahuyentado a la bestia. Recibes mi enhorabuena como premio.
-Hijo, creo que no es momento para bromear…
Resoplé, y me senté de nuevo.
-Te lo explicaré rápidamente– comencé, mientras acariciaba mi barbilla de forma distraída. –hay dos factores a tener en cuenta en estos casos. El primero, como ya te he explicado, el mayor volumen de las desapariciones sucedió hace semanas. Seguramente, la bestia se ha ido. Algo debió ahuyentarla de su cueva, o dondequiera que se hospedase… O quizás simplemente partió para buscar una zona más poblada. El caso es que no anda por los alrededores.
El hombre asintió lentamente y luego giró la cabeza.
-¿Y el segundo?- dijo con cierto tono dubitativo.
-El segundo es aún más simple: El clima. Dalvik está cerca de un pantano, la humedad es abundante y con las lluvias del último mes, aún más. Esa bestia parece no ser muy amiga de este tipo de ambiente, y su naturaleza le ha hecho ir en otra dirección. Seguramente a alguna zona más montañosa, o con mayor número de construcciones. Puedes estar seguro.
El hombre pareció convencido de mis palabras, y se recostó mirando al techo, haciendo que la luz de la hoguera iluminase su tatuaje del cuello.
-Pero entonces…- dijo súbitamente, sin moverse. -¿Qué hay del ruido que escuchasteis en el bosque?
-Eso… Bueno. No estoy seguro, pero no era vuestro “demonio”. Era algún tipo de bestia voladora…- pausé unos segundos, sin saber si debería continuar.
-¿Hm?
-Seguramente, un grifo. Pero no debéis preocuparos, parecía que sobrevolaba el bosque, solo de paso.
Sentí un pequeño pinchazo mental como recordatorio de que tenía que irme, así que me levanté de la silla y me dispuse a salir por la puerta, no sin antes estrechar la mano del hombre.
-Podéis contactar con Saed, en una pequeña aldea al este de Novigrado, si ocurre algo más... Pero dudo que haya problemas.
-De acuerdo- El hombre estrechó mi mano y me acompañó a la salida, con gesto de decepción. "Supongo que quería llevarse algo de mérito por la caza... Pero al fin y al cabo, es mejor así." pensé, mientras salía al exterior.
Una vez fuera, noté cómo el amanecer había llegado a la aldea, dotando de un aspecto peculiar a los alrededores. El perímetro de antorchas seguía en pie, pero apagado, dejando un raro círculo en la parte exterior. Respiré el fresco aire de la mañana y, tras despedirme de las chicas y los aldeanos que encontré, abandoné Dalvik por un caminito en la parte sur, rumbo a mi próximo destino.
-Dorithia, allá vamos.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Vie 9 Feb 2018 - 14:38}
-¿¡Cuánto tiempo llevas ahí sinvergüenza?! ¡¡No puedes espiar a la gente cuándo te de la gana, estoy negociando con el comandante y la capitana Mess!!- Le grité, alzando el puño, a la despreocupaba chica, que aunque apenas la podía ver con claridad desde allí abajo, se dejaba intuir su silueta.
-¡¡Es capitana Ves subnormal!!- Replicó de fondo.
-Ya lo sé, capitana Arrest (arresto)..-Le hice un gesto desganado con la mano para que dejará de hablar, mientras me reía internamente, intentando que no se me notase. Una vena se hinchó alrededor de la sien de la capitana, su mirada ahora desprendía chispas, a pesar de que permanecía callada.
La chica del techo, sin prestarle atención a mi comentario, tomó impulso desde su asiento y saltó hacia el suelo de la habitación, apenas a un par de palmos de donde nos encontraba, aterrizando silenciosa como si hubiese un colchón sobre el piso.
-¡¡ No hagas cómo que no me escuchas maldita!!-Dije mientras frotaba mis dientes entre sí, provocando que chirriasen.
-Ya está atardeciendo, tenemos que partir ya si queremos tener alguna oportunidad esta noche.-
-¿Oportunidad?...E..esta...¿noche?...-Quedé en shock por un instante, mi respiración se detuvo.
-No hay duda....Ella...ella...quiere que copulemos.-Me puse las manos en las mejillas mientras mi cara se tornaba rojiza a la velocidad del rayo.
Me detuve a admirar su figura. Sus cabellos , blancos como la nieve , se dejaban caer cuidadosamente por los laterales de su frente. Sus labios eran rojizos y delgados, del color de los pétalos de una rosa. Al lado de su mejilla izquierda se extendía una marcada cicatriz que llegaba hasta la cercanía de sus ojos, de color azul turquesa.
-Maldición...-Un río de lágrimas comenzó a brotar de mis ojos.
-Voy a romperle el corazón cuando se entere que soy un pirata...-Comenté mientras me palpaba la parte izquierda de mi pecho con una mano.
-Es una pena...que lo sentimientos no sean para un hombre duro como yo.-Sequé las lágrimas con mi antebrazo, poniendo acto seguido cara de póker.
-¿ Que demonios haces?...Llevas cinco minutos murmurando solo, ya he aclarado lo que tenia que aclarar..vámonos-Terminó haciendo un gesto con la mano para que la siguiese mientras caminaba hacia la puerta.
-Espera, Kity.-Reprochó el comandante.
-Ya te he dicho que no puedes hacer lo que te de la gana con los reclusos d..--¿Quieres que sigan desapareciendo tus hombres, Rouk?.-El comandante quedó callado con un gesto de impotencia e ira en su rostro. La capitana pareció acompañar en el sentimiento.
-No creo que al rey le importe que solucione sus problemas.-Finalizó, dándose media vuelta de nuevo, continuando su trayecto. En aquel instante ella se percató de que la capitana iba a pronunciarse, pero la peliblanca se la adelantó.
-Ya tengo todo lo que necesito, capitana.-Se metió la mano en el bolsillo y le mostró una gran llave de color plateado.
-Tu nunca cambias.-Le dirigió una pequeña sonrisa de resignación a mi nuevo acompañante.
Al ver que abrió la puerta, me levanté algo precipitado y a duras penas para colocarme a su rebufo. Pude ver con claridad una espada envainada que llevaba a su espalda, me dejó pensativo unos instantes, puesto que por su aspecto a simple vista no parecía un arma corriente.
-Acércate.-
-Es la hora...de nuestro primer beso.-Dos hilos de sangre descendían desde mis fosas nasales al tiempo que me acercaba levante con los ojos cerrados y juntando los labios.
-Ya está.-Exclamó con un suspiro tras escucharse un traqueteo metálico.
-¿E..Eh..?..-Abrí los ojos lentamente en medio de la confusión. Mis esposas se desplomaron cual bloque de cemento hacia el suelo. Una gota de sudor recorrió mi nuca.
-Ya veo... los asuntos de palacio...van despacio.-Utilicé una de mis gastadas mangas para secarme las fosas nasales.
-Oe oe, no deberías liberarme así por las buenas.-Repliqué
-Eh...No creo que quieras matar a un basilisco con la mirada, idiota.--Eso lo hacen ellos, bueno...más o menos.-Concluyó rascándose la barbilla con un dedo.
-Eso solo lo haces tú, señorita-Pensé, poniendo cara de tonto al sonrojarme.
-Que estoy haciendo...-Me dije a mí mismo al percatarme de la situación.
-Un pirata como yo...un honorable guerrero que se precie.. no puede tener sentimientos, o le harán débil.-Me autoconvencí en mi mente.
-No es eso, es que... es que...-Volví a repetir, contestando por fin a la peliblanca.
-Yo soy un fiero guerrero...libre como ahora y con la piedad de la que carezco, podría matarte en un descuido.-Mis frías palabras parecían no importarle mucho mientras caminábamos bordeando la parte de la muralla contigua a la habitación de la que habíamos salido hace unos minutos.
-Mis manos, de apariencia inofensiva, talladas en la gran batalla, pueden mutilar multitudes de miembros con el pasar de una simple brisa.-Contemplé mis manos con asombro, besándome la palma de una de estas. Esperaba que mis duras palabras le sirviesen como aviso.
-Así que....por favor...te lo ruego...no te fíes de mi.-Le dirigí una mirada intimidadora, parecía que la joven se había detenido hace ya un rato ante lo que parecían unos establos a la salida de Morment.
-¿¡Has escuchado algo de lo que te estoy diciendo?!Sube al caballo de una vez, pesado.-Comenzó a tirarme de una de las orejas para llevarme hasta su montura, un imponente caballo de lomo plateado y cabello color ceniza.
-¿¡Que es esto que arremete contra mí con tal fuerza?!...-Me pregunté , cerrando los ojos y los puños.
-¿Así es como se siente el toque divino de una diosa de la fertilidad?...¿Es esta la llama que hace que mi corazón arda sin mesura?...¿Simboliza este acto la conquista de la isla más perdida de los sietes mares?...mi...corazón...-Me arrodillé en el suelo al notar un fuerte dolor de barriga.
-¿Me estoy jiñando..?No...son las mariposas...las mariposas que traen la primavera a mi alma vagabunda.-Tomé un gran impulso desde el suelo.
-¡¡¡Por supuesto!!!¡¡¡Kity-chan!!!-Salté con todas mis fuerzas, con los puños en alto , para alcanzar la montura que nos llevaría a la entrada del cielo. Al abrirse , mis ojos mutaron para convertirse en la forma de dos corazones que parecían salirse de sus órbitas en dirección a la figura de mi dama de ensueño.
-¡¡Es capitana Ves subnormal!!- Replicó de fondo.
-Ya lo sé, capitana Arrest (arresto)..-Le hice un gesto desganado con la mano para que dejará de hablar, mientras me reía internamente, intentando que no se me notase. Una vena se hinchó alrededor de la sien de la capitana, su mirada ahora desprendía chispas, a pesar de que permanecía callada.
La chica del techo, sin prestarle atención a mi comentario, tomó impulso desde su asiento y saltó hacia el suelo de la habitación, apenas a un par de palmos de donde nos encontraba, aterrizando silenciosa como si hubiese un colchón sobre el piso.
-¡¡ No hagas cómo que no me escuchas maldita!!-Dije mientras frotaba mis dientes entre sí, provocando que chirriasen.
-Ya está atardeciendo, tenemos que partir ya si queremos tener alguna oportunidad esta noche.-
-¿Oportunidad?...E..esta...¿noche?...-Quedé en shock por un instante, mi respiración se detuvo.
-No hay duda....Ella...ella...quiere que copulemos.-Me puse las manos en las mejillas mientras mi cara se tornaba rojiza a la velocidad del rayo.
Me detuve a admirar su figura. Sus cabellos , blancos como la nieve , se dejaban caer cuidadosamente por los laterales de su frente. Sus labios eran rojizos y delgados, del color de los pétalos de una rosa. Al lado de su mejilla izquierda se extendía una marcada cicatriz que llegaba hasta la cercanía de sus ojos, de color azul turquesa.
-Maldición...-Un río de lágrimas comenzó a brotar de mis ojos.
-Voy a romperle el corazón cuando se entere que soy un pirata...-Comenté mientras me palpaba la parte izquierda de mi pecho con una mano.
-Es una pena...que lo sentimientos no sean para un hombre duro como yo.-Sequé las lágrimas con mi antebrazo, poniendo acto seguido cara de póker.
-¿ Que demonios haces?...Llevas cinco minutos murmurando solo, ya he aclarado lo que tenia que aclarar..vámonos-Terminó haciendo un gesto con la mano para que la siguiese mientras caminaba hacia la puerta.
-Espera, Kity.-Reprochó el comandante.
-Ya te he dicho que no puedes hacer lo que te de la gana con los reclusos d..--¿Quieres que sigan desapareciendo tus hombres, Rouk?.-El comandante quedó callado con un gesto de impotencia e ira en su rostro. La capitana pareció acompañar en el sentimiento.
-No creo que al rey le importe que solucione sus problemas.-Finalizó, dándose media vuelta de nuevo, continuando su trayecto. En aquel instante ella se percató de que la capitana iba a pronunciarse, pero la peliblanca se la adelantó.
-Ya tengo todo lo que necesito, capitana.-Se metió la mano en el bolsillo y le mostró una gran llave de color plateado.
-Tu nunca cambias.-Le dirigió una pequeña sonrisa de resignación a mi nuevo acompañante.
Al ver que abrió la puerta, me levanté algo precipitado y a duras penas para colocarme a su rebufo. Pude ver con claridad una espada envainada que llevaba a su espalda, me dejó pensativo unos instantes, puesto que por su aspecto a simple vista no parecía un arma corriente.
-Acércate.-
-Es la hora...de nuestro primer beso.-Dos hilos de sangre descendían desde mis fosas nasales al tiempo que me acercaba levante con los ojos cerrados y juntando los labios.
-Ya está.-Exclamó con un suspiro tras escucharse un traqueteo metálico.
-¿E..Eh..?..-Abrí los ojos lentamente en medio de la confusión. Mis esposas se desplomaron cual bloque de cemento hacia el suelo. Una gota de sudor recorrió mi nuca.
-Ya veo... los asuntos de palacio...van despacio.-Utilicé una de mis gastadas mangas para secarme las fosas nasales.
-Oe oe, no deberías liberarme así por las buenas.-Repliqué
-Eh...No creo que quieras matar a un basilisco con la mirada, idiota.--Eso lo hacen ellos, bueno...más o menos.-Concluyó rascándose la barbilla con un dedo.
-Eso solo lo haces tú, señorita-Pensé, poniendo cara de tonto al sonrojarme.
-Que estoy haciendo...-Me dije a mí mismo al percatarme de la situación.
-Un pirata como yo...un honorable guerrero que se precie.. no puede tener sentimientos, o le harán débil.-Me autoconvencí en mi mente.
-No es eso, es que... es que...-Volví a repetir, contestando por fin a la peliblanca.
-Yo soy un fiero guerrero...libre como ahora y con la piedad de la que carezco, podría matarte en un descuido.-Mis frías palabras parecían no importarle mucho mientras caminábamos bordeando la parte de la muralla contigua a la habitación de la que habíamos salido hace unos minutos.
-Mis manos, de apariencia inofensiva, talladas en la gran batalla, pueden mutilar multitudes de miembros con el pasar de una simple brisa.-Contemplé mis manos con asombro, besándome la palma de una de estas. Esperaba que mis duras palabras le sirviesen como aviso.
-Así que....por favor...te lo ruego...no te fíes de mi.-Le dirigí una mirada intimidadora, parecía que la joven se había detenido hace ya un rato ante lo que parecían unos establos a la salida de Morment.
-¿¡Has escuchado algo de lo que te estoy diciendo?!Sube al caballo de una vez, pesado.-Comenzó a tirarme de una de las orejas para llevarme hasta su montura, un imponente caballo de lomo plateado y cabello color ceniza.
-¿¡Que es esto que arremete contra mí con tal fuerza?!...-Me pregunté , cerrando los ojos y los puños.
-¿Así es como se siente el toque divino de una diosa de la fertilidad?...¿Es esta la llama que hace que mi corazón arda sin mesura?...¿Simboliza este acto la conquista de la isla más perdida de los sietes mares?...mi...corazón...-Me arrodillé en el suelo al notar un fuerte dolor de barriga.
-¿Me estoy jiñando..?No...son las mariposas...las mariposas que traen la primavera a mi alma vagabunda.-Tomé un gran impulso desde el suelo.
-¡¡¡Por supuesto!!!¡¡¡Kity-chan!!!-Salté con todas mis fuerzas, con los puños en alto , para alcanzar la montura que nos llevaría a la entrada del cielo. Al abrirse , mis ojos mutaron para convertirse en la forma de dos corazones que parecían salirse de sus órbitas en dirección a la figura de mi dama de ensueño.
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Caminaba a paso tranquilo por el sendero que conducía hacia Dorithia. El clima estaba mejorando con cada paso, el camino seguía rodeado de verde pasto y podían verse algunos pinos y abetos en las cercanías. Todo un espectáculo para la vista. El problema era que llevaba viendo ese mismo paisaje durante varias horas seguidas.
-Maldición, ¿por qué no compré un caballo? Quizás incluso podría haber ido en algún barco que surcase el lado este de la isla. Aunque la situación en ese extremo sigue siendo algo peligrosa…
Paré de hablar al darme cuenta de que conversaba solo, y miré hacia el sur, intentando ver algo que me indicase que Dorithia estaba más cerca. Estaba tan ensimismado intentando ver algo, que no noté que una persona salía de entre los árboles.
El sujeto en cuestión llevaba unos trapos por ropa. Se dirigía corriendo en mi dirección, con un ruido sonando con cada paso que daba. Un ruido como de…
-¿Cadenas?
El tipo avanzó hasta casi llegar a mi posición, sin detenerse.
-Alto ahí, amigo. Creo que no quieres meter….
-¡Tú! ¡Ayúdame, rápido!- me dijo sin parar, interrumpiéndome. –¡Por favor, necesito que me escondas! Yo, no sé cómo… ¡Pero lo he conseguido! ¡He sido liberado!- señaló su pie derecho, al que rodeaba un cierre de una cadena. El otro extremo parecía haber sido roto de alguna forma brusca.
-¿Un… esclavo?- medité un segundo. Si las historias que se contaban eran ciertas, el rey estaba utilizando esclavos en las minas, como objetos o herramientas. Era el principal motivo por el que estaba sufriendo tantas rebeliones a pequeña escala.
-¡Sí, lo soy! ¡Lo era! ¡Y necesito que me ayudes, me persiguen!- apenas me dio tiempo a reaccionar a su propuesta, cuando escuché un zumbido. Una fracción de segundo después, y antes de que pudiese siquiera dejar de mirarle, una flecha atravesó la cabeza del hombre de lado a lado, haciendo que su cuerpo cayese al instante al suelo.
Un hombre apareció de entre los árboles.
-Maldición, un soldado del rey- el tipo se acercó. Portaba un arco en las manos, una espada en su cintura, y el característico atuendo de los soldados.
-No sabes cómo me ha costado cazar a este cabrón- dijo, propinándole una patada al cadáver del esclavo. –A pesar de comer poco, trabajar todo el día y tener una cadena atada al tobillo, ¡corría como un pelícaro! Suerte que se ha estado quieto un momento. Y ahora, amigo…- dijo guardando su arco, y cogiendo su espada. –Ahora, te diré lo que pasa. Este reino está regido por unas leyes inalterables, y una de ellas es que no puedes ayudar a un esclavo. A un esclavo que se escapa, se le pena con la muerte. A un hombre que le ayuda, se le castiga de igual forma. Así que… -adoptó una pose ofensiva, y acto seguido se lanzó.
Esquivé su primer golpe, que a pesar de su discurso me pilló por sorpresa, y salté a un lado. Era rápido. Pero era uno, y con suerte, estaba cansado.
-Cálmate un segundo, acababa de conocerle- al tipo no pareció importarle, ya que tuve que esquivar otro de sus ataques.
Cogí mis dos espadas en un instante y solté mi bolsa de viaje, pasando al ataque. Lancé dos espadazos muy rápidos a su costado, que el hombre esquivó y tras esto intentó golpearme en las piernas. Su ataque fue rápido, pero no lo suficiente. Salté y me coloqué a un lado suyo.
Medité un segundo. “Si tuviese mejores apoyos… Todo es llano aquí, y no puedo perder mucho tiempo. Una batalla de desgaste sería perjudicial para mí, y sigo teniendo prisa…". No necesité meditar mucho más para darme cuenta de lo que necesitaba.
-Borg.
Mis músculos se reforzaron y noté cómo el vapor comenzaba a emanar de mi cuerpo. Formaba pequeñas columnas de humo casi transparente, que me envolvían y se dispersaban casi al mismo tiempo.
-Oh, ¿eres mago? No me digas que esperas que eso me asuste- el soldado intentó darme con un espadazo de lleno en el vientre, pero lo esquivé sin problemas. Su golpe era demasiado obvio, pero además, mis reflejos estaban potenciados gracias al uso de Borg.
Sin decir una palabra, aproveché la cercanía y le di un tajo de lleno en la pierna. El tipo cayó hincando una rodilla, momento que aproveché para darle una patada en la cabeza. Cayó de espaldas, dolido, y apenas un segundo después terminé de dejarlo inconsciente con otro golpe en el mismo sitio.
Me giré para ver el cadáver del esclavo y contemplé su cuerpo unos segundos. Miré hacia una pequeña colina en el sur, y suspiré.
-Lo siento, amigo.
Una hora más tarde, estaba sentado al lado de la tumba de aquel esclavo, dejando que el viento refrescase mi cara. Quizás, todo aquello relacionado con las rebeliones no era ninguna tontería. Quizás el pueblo no necesitaba a ese rey. Quizás…
-Maldición, ¿por qué no compré un caballo? Quizás incluso podría haber ido en algún barco que surcase el lado este de la isla. Aunque la situación en ese extremo sigue siendo algo peligrosa…
Paré de hablar al darme cuenta de que conversaba solo, y miré hacia el sur, intentando ver algo que me indicase que Dorithia estaba más cerca. Estaba tan ensimismado intentando ver algo, que no noté que una persona salía de entre los árboles.
El sujeto en cuestión llevaba unos trapos por ropa. Se dirigía corriendo en mi dirección, con un ruido sonando con cada paso que daba. Un ruido como de…
-¿Cadenas?
El tipo avanzó hasta casi llegar a mi posición, sin detenerse.
-Alto ahí, amigo. Creo que no quieres meter….
-¡Tú! ¡Ayúdame, rápido!- me dijo sin parar, interrumpiéndome. –¡Por favor, necesito que me escondas! Yo, no sé cómo… ¡Pero lo he conseguido! ¡He sido liberado!- señaló su pie derecho, al que rodeaba un cierre de una cadena. El otro extremo parecía haber sido roto de alguna forma brusca.
-¿Un… esclavo?- medité un segundo. Si las historias que se contaban eran ciertas, el rey estaba utilizando esclavos en las minas, como objetos o herramientas. Era el principal motivo por el que estaba sufriendo tantas rebeliones a pequeña escala.
-¡Sí, lo soy! ¡Lo era! ¡Y necesito que me ayudes, me persiguen!- apenas me dio tiempo a reaccionar a su propuesta, cuando escuché un zumbido. Una fracción de segundo después, y antes de que pudiese siquiera dejar de mirarle, una flecha atravesó la cabeza del hombre de lado a lado, haciendo que su cuerpo cayese al instante al suelo.
Un hombre apareció de entre los árboles.
-Maldición, un soldado del rey- el tipo se acercó. Portaba un arco en las manos, una espada en su cintura, y el característico atuendo de los soldados.
-No sabes cómo me ha costado cazar a este cabrón- dijo, propinándole una patada al cadáver del esclavo. –A pesar de comer poco, trabajar todo el día y tener una cadena atada al tobillo, ¡corría como un pelícaro! Suerte que se ha estado quieto un momento. Y ahora, amigo…- dijo guardando su arco, y cogiendo su espada. –Ahora, te diré lo que pasa. Este reino está regido por unas leyes inalterables, y una de ellas es que no puedes ayudar a un esclavo. A un esclavo que se escapa, se le pena con la muerte. A un hombre que le ayuda, se le castiga de igual forma. Así que… -adoptó una pose ofensiva, y acto seguido se lanzó.
Esquivé su primer golpe, que a pesar de su discurso me pilló por sorpresa, y salté a un lado. Era rápido. Pero era uno, y con suerte, estaba cansado.
-Cálmate un segundo, acababa de conocerle- al tipo no pareció importarle, ya que tuve que esquivar otro de sus ataques.
Cogí mis dos espadas en un instante y solté mi bolsa de viaje, pasando al ataque. Lancé dos espadazos muy rápidos a su costado, que el hombre esquivó y tras esto intentó golpearme en las piernas. Su ataque fue rápido, pero no lo suficiente. Salté y me coloqué a un lado suyo.
Medité un segundo. “Si tuviese mejores apoyos… Todo es llano aquí, y no puedo perder mucho tiempo. Una batalla de desgaste sería perjudicial para mí, y sigo teniendo prisa…". No necesité meditar mucho más para darme cuenta de lo que necesitaba.
-Borg.
Mis músculos se reforzaron y noté cómo el vapor comenzaba a emanar de mi cuerpo. Formaba pequeñas columnas de humo casi transparente, que me envolvían y se dispersaban casi al mismo tiempo.
-Oh, ¿eres mago? No me digas que esperas que eso me asuste- el soldado intentó darme con un espadazo de lleno en el vientre, pero lo esquivé sin problemas. Su golpe era demasiado obvio, pero además, mis reflejos estaban potenciados gracias al uso de Borg.
Sin decir una palabra, aproveché la cercanía y le di un tajo de lleno en la pierna. El tipo cayó hincando una rodilla, momento que aproveché para darle una patada en la cabeza. Cayó de espaldas, dolido, y apenas un segundo después terminé de dejarlo inconsciente con otro golpe en el mismo sitio.
Me giré para ver el cadáver del esclavo y contemplé su cuerpo unos segundos. Miré hacia una pequeña colina en el sur, y suspiré.
-Lo siento, amigo.
Una hora más tarde, estaba sentado al lado de la tumba de aquel esclavo, dejando que el viento refrescase mi cara. Quizás, todo aquello relacionado con las rebeliones no era ninguna tontería. Quizás el pueblo no necesitaba a ese rey. Quizás…
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Lun 12 Feb 2018 - 4:15}
El nerviosismo y la esperanza entristecida se apoderan de todo mi cuerpo. El Capitán del barco mercante en el que me encuentro acaba de anunciar que llegaremos a tierra firme en unos pocos minutos, si, estoy nuevamente en el ruedo, a punto de llegar a una isla sin ningún valor intrínseco para mi, Reino de Greenlyn o algo así, da igual, toda corona es estúpida, pienso. No obstante, para entender esto, creo que es necesario retroceder un poco en el tiempo, tal vez meses o tal vez años, pero como lo explicare sencillamente, tan solo daré un breve paseo por algunos acontecimientos:
La separación de mi banda y posible muerte de casi todos mis compañeros fue un golpe durisimo. Logre escaparme y con mi guitarra he conseguido sobrevivir con lo justo tocando en diferentes bares de un circuito limitado pero amplio culturalmente.
Regresaron los fantasmas de mi pasado y con ellos mi adicción a las drogas, que es al día de hoy, lo único que me mantiene con vida y me mata a la vez.
Y finalmente lo que me hizo emprender este viaje después de tanto tiempo. Hace unos días, luego de una actuación en un sitio bastante prestigioso, mientras intentaba pincharme una vena, un compañero artista vio una de las fotos que había dejado en la repisa, era la foto de mi excapitan y amigo de años: Xeyner. Rápidamente indague la curiosidad de mi colega y este me contesto que recordaba esa cara de algún lado reciente, que le parecía que era de Greenlyn, un sitio en el que había actuado hacia poco.
Solamente estos tres hechos (a simple vista tan ordinarios) significan tres cortes transversales en mi vida reciente, son bisagra para mi alma.
El barco mercante termina su viaje para mi. Estamos en el puerto de Dorithia según me comentan los marinos de a bordo, le dejo al capitán las pocas monedas que me quedan y mi armónica afinada en Sol, en señal de agradecimiento especial.
Antes de saltar al puerto doy una ultima mirada a la cubierta, miro la vieja guitarra colectiva que tienen los comerciantes para sus noches de farras, y se me pianta un lagrimon. ¿Hace cuanto tiempo que yo no puedo tocar mi guitarra por diversión como solía hacer?... Mucho, debo encontrar a Xeyner, quizás todo sea una falsa alarma y aunque no lo fuera, quizás no solucione ninguno de mis bloqueos ni depresiones ni adicciones, pero aun así debo encontrarlo, tal vez haya más noticias, tal vez el viento este soplando de nuevo hacia el futuro.
Piso tierra firme y comienzo a caminar, la ciudad es un poco antigua pero tiene su encanto.
Muero de ganas de una cerveza y algo para comer pero no tengo ni un desgraciado Berrie. Quizás pueda encontrar una casa de empeño y empeñar un par de mis armónicas, pienso. La guitarra jamás, pero las armónicas (aunque duele igual) suelen ir y venir con mayor frecuencia, y plata es algo que, por desgracia, preciso como nunca antes. Sigo caminando, ahora con los ojos en plan rastreador.
La separación de mi banda y posible muerte de casi todos mis compañeros fue un golpe durisimo. Logre escaparme y con mi guitarra he conseguido sobrevivir con lo justo tocando en diferentes bares de un circuito limitado pero amplio culturalmente.
Regresaron los fantasmas de mi pasado y con ellos mi adicción a las drogas, que es al día de hoy, lo único que me mantiene con vida y me mata a la vez.
Y finalmente lo que me hizo emprender este viaje después de tanto tiempo. Hace unos días, luego de una actuación en un sitio bastante prestigioso, mientras intentaba pincharme una vena, un compañero artista vio una de las fotos que había dejado en la repisa, era la foto de mi excapitan y amigo de años: Xeyner. Rápidamente indague la curiosidad de mi colega y este me contesto que recordaba esa cara de algún lado reciente, que le parecía que era de Greenlyn, un sitio en el que había actuado hacia poco.
Solamente estos tres hechos (a simple vista tan ordinarios) significan tres cortes transversales en mi vida reciente, son bisagra para mi alma.
El barco mercante termina su viaje para mi. Estamos en el puerto de Dorithia según me comentan los marinos de a bordo, le dejo al capitán las pocas monedas que me quedan y mi armónica afinada en Sol, en señal de agradecimiento especial.
Antes de saltar al puerto doy una ultima mirada a la cubierta, miro la vieja guitarra colectiva que tienen los comerciantes para sus noches de farras, y se me pianta un lagrimon. ¿Hace cuanto tiempo que yo no puedo tocar mi guitarra por diversión como solía hacer?... Mucho, debo encontrar a Xeyner, quizás todo sea una falsa alarma y aunque no lo fuera, quizás no solucione ninguno de mis bloqueos ni depresiones ni adicciones, pero aun así debo encontrarlo, tal vez haya más noticias, tal vez el viento este soplando de nuevo hacia el futuro.
Piso tierra firme y comienzo a caminar, la ciudad es un poco antigua pero tiene su encanto.
Muero de ganas de una cerveza y algo para comer pero no tengo ni un desgraciado Berrie. Quizás pueda encontrar una casa de empeño y empeñar un par de mis armónicas, pienso. La guitarra jamás, pero las armónicas (aunque duele igual) suelen ir y venir con mayor frecuencia, y plata es algo que, por desgracia, preciso como nunca antes. Sigo caminando, ahora con los ojos en plan rastreador.
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-Oye tu, ve a revisar eso- Escuché mientras permanecía agachado mientras aprovechando la oscuridad me camuflaba con un montón de madera tirada por ahí y una gran barra que posiblemente podría cubrirme de las balas si lograba tener suerte. Tan solo esperando el momento para que pasara y poder derribarlo. No podía dejar que saliera nadie, si Ren estaba por ahí cerca no sería buena idea de ninguna forma. Apunté el arma al techo y con mi dedo índice de la mano izquierda me tape el oído, no estaba acostumbrado a disparar armas de fuego después de todo.
Disparé el arma mientras con los ojos cerrados los apretaba, haciendo un gesto indicando disgusto, nunca iba a acostumbrarme a usar una pistola. Volví a concentrarme y rápidamente evalué la situación a la vez que ellos se acababan la munición desesperadamente. Apuntando y vaciando los cargadores a cualquier lugar menos a mi cuerpo. El bello sonido de las balas cayendo en el suelo unas tras otras se había detenido, lo cual me propuso una sonrisa de oreja a oreja, había salido vivo de esa.
-¡¿Qué esperas?! Asegúrate de revisar que ha sido eso - Me daba la impresión de haber escuchado una indicación con voz temblorosa, era mi momento para atacar. En cuclillas avancé hasta aquella barra rellena de agujeros por todas partes, se podía decir que me había colocado en un buen ángulo al haber evitado todas las balas.
Esperé el momento justo en el que aquel hombre se puso cerca mío para recibirlo con un puñetazo imbuido con aquella armadura invisible que si bien no era tan fuerte, con las ondas de choque de mi estilo de pelea lo hacían quedar fuera de combate inmediatamente. –Solo quedan… ¿Dos?- Murmure mientras azotaba la palma de mi mano en mi cara. Si bien tenían el tatuaje de lobo huargo en el cuello, parecía que su base de operaciones residía en otro lugar.
Mientras abría los ojos me encontré con la “sorpresa” que los otros dos hombres corrían hacia a mi. La oscuridad ya no estaba muy a mi favor, pues desde tan cerca me habían detectado. Ambos con unas pequeñas dagas, al menos eso pude notar a simple vista, no se podía ver tan claro y eso podía resultarme un problema . Uno de mis talentos en combate eran la agilidad y los reflejos, así que con saltos ligeros hacía la derecha esquive sus ataques, si bien eran rápidos y parecían más adiestrados en combate que el que vigilaba la entrada, yo era más rápido aún.
Después de unos cuantos segundos esquivando sus ataques habían logrado acorralarme, pues no podía acercarme si no quería perder los brazos. Estaba en desventaja, pero ya sabía lo que tenía que hacer. A ellos no parecía importarles nada mas que acabar con mi vida ahí mismo y era normal, había interrumpido su juego de cartas. Requería el uso de mi fruta, así que comencé a iluminarme, desprendiendo una luz bastante fuerte y alumbrando la mayoría de la parte de aquel lugar. Ellos ya no iban a poder seguir mi ritmo, ahora podía ver sus ataques con más claridad y esquivarlos sin despeinarme.
Le propine un rodillazo al de mi izquierda en sus partes, aprovechando la confusión, seguro que se quedaba ahí tirado por unos minutos. - A ti no te necesito - Le dije al otro tipo mientras mi puño ya había contactado con su cuerpo, le salía sangre de la boca, le había propinado dos golpes tan fuertes en el abdomen en cuestión de unos segundos con la ayuda de mi habilidad, que cayo al suelo enseguida.
-Tu podrás responderme unas preguntas, ¿verdad?- Le dije al otro tipo, que para mi suerte había quedado consciente.
Disparé el arma mientras con los ojos cerrados los apretaba, haciendo un gesto indicando disgusto, nunca iba a acostumbrarme a usar una pistola. Volví a concentrarme y rápidamente evalué la situación a la vez que ellos se acababan la munición desesperadamente. Apuntando y vaciando los cargadores a cualquier lugar menos a mi cuerpo. El bello sonido de las balas cayendo en el suelo unas tras otras se había detenido, lo cual me propuso una sonrisa de oreja a oreja, había salido vivo de esa.
-¡¿Qué esperas?! Asegúrate de revisar que ha sido eso - Me daba la impresión de haber escuchado una indicación con voz temblorosa, era mi momento para atacar. En cuclillas avancé hasta aquella barra rellena de agujeros por todas partes, se podía decir que me había colocado en un buen ángulo al haber evitado todas las balas.
Esperé el momento justo en el que aquel hombre se puso cerca mío para recibirlo con un puñetazo imbuido con aquella armadura invisible que si bien no era tan fuerte, con las ondas de choque de mi estilo de pelea lo hacían quedar fuera de combate inmediatamente. –Solo quedan… ¿Dos?- Murmure mientras azotaba la palma de mi mano en mi cara. Si bien tenían el tatuaje de lobo huargo en el cuello, parecía que su base de operaciones residía en otro lugar.
Mientras abría los ojos me encontré con la “sorpresa” que los otros dos hombres corrían hacia a mi. La oscuridad ya no estaba muy a mi favor, pues desde tan cerca me habían detectado. Ambos con unas pequeñas dagas, al menos eso pude notar a simple vista, no se podía ver tan claro y eso podía resultarme un problema . Uno de mis talentos en combate eran la agilidad y los reflejos, así que con saltos ligeros hacía la derecha esquive sus ataques, si bien eran rápidos y parecían más adiestrados en combate que el que vigilaba la entrada, yo era más rápido aún.
Después de unos cuantos segundos esquivando sus ataques habían logrado acorralarme, pues no podía acercarme si no quería perder los brazos. Estaba en desventaja, pero ya sabía lo que tenía que hacer. A ellos no parecía importarles nada mas que acabar con mi vida ahí mismo y era normal, había interrumpido su juego de cartas. Requería el uso de mi fruta, así que comencé a iluminarme, desprendiendo una luz bastante fuerte y alumbrando la mayoría de la parte de aquel lugar. Ellos ya no iban a poder seguir mi ritmo, ahora podía ver sus ataques con más claridad y esquivarlos sin despeinarme.
Le propine un rodillazo al de mi izquierda en sus partes, aprovechando la confusión, seguro que se quedaba ahí tirado por unos minutos. - A ti no te necesito - Le dije al otro tipo mientras mi puño ya había contactado con su cuerpo, le salía sangre de la boca, le había propinado dos golpes tan fuertes en el abdomen en cuestión de unos segundos con la ayuda de mi habilidad, que cayo al suelo enseguida.
-Tu podrás responderme unas preguntas, ¿verdad?- Le dije al otro tipo, que para mi suerte había quedado consciente.
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-¡Quieres dejar de moverte hacia atrás!No me hagas repetirte que te agarres a mí, que te vas a caer melón.-Me reprochó la peliblanca al ver que me encontraba en el extremo posterior de la montura, tambaleándome al ritmo del trote de aquel pura sangre mientras nos perdíamos por un inmenso bosque de pinos que se iba encerrando sobre el seno de una cordillera.
-¡Cállate!Esa clase de actos....mancillaran mi honor de guerrero, conduciéndome a una vida de lujuria y deseos banales.-Le contesté enganchado como una garrapata a la parte de atrás del animal, sintiendo como mi mandíbula vibraba a causa del galope.
-¿¡Que manera de hablar es esa?!Como te caigas te dejaré ahí tirado, que lo sepas.-Sus ojos en blanco no indicaban un tono amigable.
Suspiré con resignación y comencé a deslizarme lentamente por el caballo marcha atrás sin mirar a la poseedora de las riendas. Al llegar a su espalda, extendí mis brazos lentamente hasta que ..
-!!!YIAAAAAAAAAA¡¡¡-Grité como un jodido animal al notar como las palmas de mis manos entraban en contacto con su cintura. En aquel momento pareció que una corriente ascendente de lava nacía de mis entrañas.
-¿¡EHHHHHHH?!- Gritó mi acompañante al escuchar mi reacción , casi deteniendo la montura en seco como consecuencia del sobresalto.
-¿¡ Es que no puedes estarte calladito?!-Giró su torso todo lo que pudo para, con ambas manos, agarrar dos pliegues de mis gabardina y comenzar a tambalearme con la fuerza devastadora de un Aqua Laguna.
Su ahínco se difuminó al percatarse de que mi mirada se había perdido durante unos segundos en el horizonte.
-Ya estamos aquí.-Deshizo el poderoso agarre para tornarse de nuevo al frente, donde se alzaba, perdida en medio de aquel bosque, una soberbia fortaleza que parecía fusionarse de lleno con la montaña. De un color grisáceo que se mimetizaba con el ambiente, rodeado a las afueras por unos mortales acantilados, envuelto en un colchón de vegetación por los cuatro costados. Amigo, oh amigo, aquello era un deleite para mis sentidos.
-Yo también puse esa cara la primera vez.-Su mirada se iluminó por un instante. Pestañeé un par de veces y me encajé lentamente la mandíbula con la mano derecha para quitarme aquel gesto de bobo de encima.
-No es tan grande como Morment, pero admito que es mas impresionante.-El viento soplaba con forma de suave brisa aquel día. Las hojas de los altos arboles que camuflaban aquella fortaleza ondulaban al compás del viento en forma de bienvenida a medida que nos acercábamos hacia un intimidante portón de acero rejado y oxidado.
-Espera, Kity-chan.-Llamé su atención mientras la joven bajaba con un delicado salto al suelo, nos encontrábamos ahora en frente de un pequeño puente de madera que daba de bruces contra el portón, y del que podría decir que la palabra que no venía a la cabeza en aquel momento era “seguro”.
-No te preocupes, lleva muchos años en pie,es mas robusto de lo parece.-Acarició a su caballo y se plantó al frente, guiándolo con un toque sutil de las riendas hacia el final de trayecto.
-No es el puente.-La chica frenó el avance por un momento para voltearse a escuchar mis palabras.
-Pensaba que teníamos que ir a por el basotosco.-Comenté algo confuso.
-Y es cierto, iremos a por el basilisco plateado, pero antes... tenemos que hacer algo...no puedes dejarlo todo al azar..¿entiendes?-Su mirada confiada apaciguó mis dudas en aquel momento.
-Eso es...está intentando propiciar el coito cuál primates en celo en este escondrijo alejado de cualquier forma de vida, que estúpido he sido.- Me repetí convencido en mi mente, golpeando el puño contra la palma de mi otra mano intentando contener el sangrado de mis fosas nasales.
-¡Claro claro¡-Le dirigí un pulgar en alto como signo de aprobación. Instantes después un sonido ensordecedor y molesto dio paso a la apertura del portón, que dejó al descubierto la vista de un gran patio central rodeado de algunos establos y restos de herramientas varias, como dianas, muñecos de madera y un pozo central que parecía abastecer las necesidades de los que vivieron allí, quizás hace...¿cien años? O al menos eso fue lo primero que pensé al ver los restos de musgo en las inmediaciones.
-¿Qué pa-sa-rá?¿Qué misterios ha-brá?Puede ser mi gran no-cheeeeeeeeeeeeee-Me dirigí cantando enérgicamente hacia la entrada del lugar con las manos entrelazadas a la altura del pecho.
Siguiendo el rastro de mi anhelada doncella subí por unas escaleras en el costado del patio, que bordeaban este hasta llegar a una planta ligeramente superior, desde la que se podía visualizar la entrada a aquel enorme edificio medio derruido, custodiada por una gran puerta de madera con unas inscripciones que no supe interpretar, y un par de antorchas a los lados que parecían tener mas telarañas que las partes nobles del Gorosei. Una figurá se posaba indiferente al lado de la puerta, apoyado de costado sobre el mohoso muro, con los brazos entrecruzados. Me acercaba con brío al lugar, hasta que, de repente...ocurrió. Los últimos rayos del atardecer en Greenlyn iluminaron su rostro de derecha a izquierda, dejándolo al descubierto. Casi por acto reflejo me detuve en seco, mis ojos se abrieron como platos y del sobresalto me tambaleé, cayendo de espaldas al suelo,observando, sin saber como reaccionar, aquella escena tan surrealista.
-¡Cállate!Esa clase de actos....mancillaran mi honor de guerrero, conduciéndome a una vida de lujuria y deseos banales.-Le contesté enganchado como una garrapata a la parte de atrás del animal, sintiendo como mi mandíbula vibraba a causa del galope.
-¿¡Que manera de hablar es esa?!Como te caigas te dejaré ahí tirado, que lo sepas.-Sus ojos en blanco no indicaban un tono amigable.
Suspiré con resignación y comencé a deslizarme lentamente por el caballo marcha atrás sin mirar a la poseedora de las riendas. Al llegar a su espalda, extendí mis brazos lentamente hasta que ..
-!!!YIAAAAAAAAAA¡¡¡-Grité como un jodido animal al notar como las palmas de mis manos entraban en contacto con su cintura. En aquel momento pareció que una corriente ascendente de lava nacía de mis entrañas.
-¿¡EHHHHHHH?!- Gritó mi acompañante al escuchar mi reacción , casi deteniendo la montura en seco como consecuencia del sobresalto.
-¿¡ Es que no puedes estarte calladito?!-Giró su torso todo lo que pudo para, con ambas manos, agarrar dos pliegues de mis gabardina y comenzar a tambalearme con la fuerza devastadora de un Aqua Laguna.
Su ahínco se difuminó al percatarse de que mi mirada se había perdido durante unos segundos en el horizonte.
-Ya estamos aquí.-Deshizo el poderoso agarre para tornarse de nuevo al frente, donde se alzaba, perdida en medio de aquel bosque, una soberbia fortaleza que parecía fusionarse de lleno con la montaña. De un color grisáceo que se mimetizaba con el ambiente, rodeado a las afueras por unos mortales acantilados, envuelto en un colchón de vegetación por los cuatro costados. Amigo, oh amigo, aquello era un deleite para mis sentidos.
-Yo también puse esa cara la primera vez.-Su mirada se iluminó por un instante. Pestañeé un par de veces y me encajé lentamente la mandíbula con la mano derecha para quitarme aquel gesto de bobo de encima.
-No es tan grande como Morment, pero admito que es mas impresionante.-El viento soplaba con forma de suave brisa aquel día. Las hojas de los altos arboles que camuflaban aquella fortaleza ondulaban al compás del viento en forma de bienvenida a medida que nos acercábamos hacia un intimidante portón de acero rejado y oxidado.
-Espera, Kity-chan.-Llamé su atención mientras la joven bajaba con un delicado salto al suelo, nos encontrábamos ahora en frente de un pequeño puente de madera que daba de bruces contra el portón, y del que podría decir que la palabra que no venía a la cabeza en aquel momento era “seguro”.
-No te preocupes, lleva muchos años en pie,es mas robusto de lo parece.-Acarició a su caballo y se plantó al frente, guiándolo con un toque sutil de las riendas hacia el final de trayecto.
-No es el puente.-La chica frenó el avance por un momento para voltearse a escuchar mis palabras.
-Pensaba que teníamos que ir a por el basotosco.-Comenté algo confuso.
-Y es cierto, iremos a por el basilisco plateado, pero antes... tenemos que hacer algo...no puedes dejarlo todo al azar..¿entiendes?-Su mirada confiada apaciguó mis dudas en aquel momento.
-Eso es...está intentando propiciar el coito cuál primates en celo en este escondrijo alejado de cualquier forma de vida, que estúpido he sido.- Me repetí convencido en mi mente, golpeando el puño contra la palma de mi otra mano intentando contener el sangrado de mis fosas nasales.
-¡Claro claro¡-Le dirigí un pulgar en alto como signo de aprobación. Instantes después un sonido ensordecedor y molesto dio paso a la apertura del portón, que dejó al descubierto la vista de un gran patio central rodeado de algunos establos y restos de herramientas varias, como dianas, muñecos de madera y un pozo central que parecía abastecer las necesidades de los que vivieron allí, quizás hace...¿cien años? O al menos eso fue lo primero que pensé al ver los restos de musgo en las inmediaciones.
-¿Qué pa-sa-rá?¿Qué misterios ha-brá?Puede ser mi gran no-cheeeeeeeeeeeeee-Me dirigí cantando enérgicamente hacia la entrada del lugar con las manos entrelazadas a la altura del pecho.
Siguiendo el rastro de mi anhelada doncella subí por unas escaleras en el costado del patio, que bordeaban este hasta llegar a una planta ligeramente superior, desde la que se podía visualizar la entrada a aquel enorme edificio medio derruido, custodiada por una gran puerta de madera con unas inscripciones que no supe interpretar, y un par de antorchas a los lados que parecían tener mas telarañas que las partes nobles del Gorosei. Una figurá se posaba indiferente al lado de la puerta, apoyado de costado sobre el mohoso muro, con los brazos entrecruzados. Me acercaba con brío al lugar, hasta que, de repente...ocurrió. Los últimos rayos del atardecer en Greenlyn iluminaron su rostro de derecha a izquierda, dejándolo al descubierto. Casi por acto reflejo me detuve en seco, mis ojos se abrieron como platos y del sobresalto me tambaleé, cayendo de espaldas al suelo,observando, sin saber como reaccionar, aquella escena tan surrealista.
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La noche acababa de caer cuando se alzó ante mí lo que llevaba horas buscando.
-Dorithia... Al fin.
Me interné a pasear por las calles de la ciudad, mientras la observaba. Era grande, quizás no tanto como Novigrado, pero aun desde el perímetro exterior se podía escuchar el ambiente. Los últimos barcos iban y venían del puerto, iluminados con las luces de abordo. Las calles estaban llenas de gente que paseaba o hacía sus labores, proporcionando un ajetreo curioso a pesar de la hora.
-Bien, y se supone que en algún lugar de por aquí vieron a uno de ellos- me giré y le toqué el hombro a un hombre que pasaba, para hablarle -Perdone… ¿ha visto a alguno de mis nakamas?
El hombre se encogió de hombros, escupió en el suelo y se marchó, negando con la cabeza.
-Esto no funciona… Creo que iré a la oficina central de información de la ciudad.
Cinco minutos más tarde, estaba en la barra de una taberna abarrotada. Era más grande de lo habitual, y las camareras se deslizaban entre las mesas con una habilidad incontestable, repartiendo jarras y recibiendo pedidos prácticamente a la par.
La taberna tenía forma de semicírculo, y su parte menos ancha estaba coronada por un escenario apenas unos palmos elevado del suelo. La barra quedaba en el lado opuesto, y sobre ésta había habilitada otra especie de sala para ver las actuaciones, pero parecía vacía.
En ese momento tocaba el laúd un hombre de edad avanzada, cuyos dedos se movían rápidamente por las cuerdas. Terminó en un suspiro, y la taberna estalló en aplausos y silbidos. El hombre inclinó la cabeza respetuosamente, y se marchó del escenario sonriendo y saludando a algunos amigos.
-Es Theralt, un viejo músico. Los años no parecen pasar para él.
Me giré y vi de pie, a mi lado en la barra, a una chica. Debía tener mi edad, y en sus manos sostenía la caja de un instrumento. Su pelo era rojo como el atardecer y caía a ambos lados de su cara, el resto recogido en una coleta baja. Varias pecas decoraban sus mejillas, dándole cierto aspecto infantil.
-Sí, te hablo a ti- sus palabras me sacaron del ensimismamiento, y asentí con la cabeza. –Me pregunto qué haces aquí.
Sonreí, y señalé mi jarra de sake con la cabeza, y después al escenario.
-Beber y escuchar música. ¿No es a eso a lo que se viene aquí?
La chica resopló y me miró de arriba a abajo.
-Oh, vamos. Ni siquiera has aplaudido. Theralt está viejo, pero si no es capaz de sacarte una sonrisa, algo falla.
Miré a mi alrededor, y vi que estaba atrayendo varias miradas. Algunos hombres me examinaban desafiantes, y otros en señal de respeto. "Estoy llamando demasiado la atención", pensé, y desvié mi vista a mi jarra sin contestar a la chica.
-En cualquier caso, espero que disfrutes de la actuación.
Me giré sin saber por qué decía aquello, y la vi encaminarse hacia la parte delantera de la taberna. Atrajo la mirada de las personas en las mesas por las que pasaba, y se subió al escenario. Sin decir una palabra, sacó una cuidada guitarra de su estuche, afinó las cuerdas, y comenzó a cantar.
El bullicio en la taberna cesó. Todos quedaron en silencio, y su voz inundó el ambiente. Cantaba de forma suave, pero poderosa. Tocaba las cuerdas de forma amable, dejando que sus dedos se deslizasen por ellas, como si fuese otra de sus extremidades. Su rasgueo se mezclaba con el tono de su voz, y antes de que pudiese darme cuenta, había sido atrapado por la canción.
Era música que jamás había escuchado antes, parecida a ciertas baladas que se cantaban en Novigrado, pero... Era diferente. Parecía hacer referencia a una historia antigua, muy antigua. Algo forjado siglos atrás y que había sobrevivido hasta el día de hoy. Solo tenía ciertas rimas, ni siquiera buena métrica, pero de algún modo conseguía atraparte. Sin haberme percatado, ya había llegado de nuevo al estribillo.
Noté cómo cada espectador de la taberna había quedado prendado de aquella melodía, y cuando cesó, fue como despertar de un sueño. Durante unos segundos, nadie habló... Hasta que de repente, el público estalló en aplausos y gritos. Algunas mujeres lloraban desconsoladas, abrazadas al brazo de sus maridos, que hacían lo posible por contenerse.
La chica guardó su guitarra y bajó con gracia del escenario, entre más aplausos y vitoreos. Saludó a algunas personas y se dirigió directamente hacia mí. Intenté reponerme de la impresión y aparenté no haber estado prestando demasiada atención. Una vez que llegó a la barra, se acercó a mí y noté su pelo contactando con mi piel. Me habló al oído con un susurro.
-Nos vemos arriba en cinco minutos. Tenemos algo de lo que hablar.
-Dorithia... Al fin.
Me interné a pasear por las calles de la ciudad, mientras la observaba. Era grande, quizás no tanto como Novigrado, pero aun desde el perímetro exterior se podía escuchar el ambiente. Los últimos barcos iban y venían del puerto, iluminados con las luces de abordo. Las calles estaban llenas de gente que paseaba o hacía sus labores, proporcionando un ajetreo curioso a pesar de la hora.
-Bien, y se supone que en algún lugar de por aquí vieron a uno de ellos- me giré y le toqué el hombro a un hombre que pasaba, para hablarle -Perdone… ¿ha visto a alguno de mis nakamas?
El hombre se encogió de hombros, escupió en el suelo y se marchó, negando con la cabeza.
-Esto no funciona… Creo que iré a la oficina central de información de la ciudad.
Cinco minutos más tarde, estaba en la barra de una taberna abarrotada. Era más grande de lo habitual, y las camareras se deslizaban entre las mesas con una habilidad incontestable, repartiendo jarras y recibiendo pedidos prácticamente a la par.
La taberna tenía forma de semicírculo, y su parte menos ancha estaba coronada por un escenario apenas unos palmos elevado del suelo. La barra quedaba en el lado opuesto, y sobre ésta había habilitada otra especie de sala para ver las actuaciones, pero parecía vacía.
En ese momento tocaba el laúd un hombre de edad avanzada, cuyos dedos se movían rápidamente por las cuerdas. Terminó en un suspiro, y la taberna estalló en aplausos y silbidos. El hombre inclinó la cabeza respetuosamente, y se marchó del escenario sonriendo y saludando a algunos amigos.
-Es Theralt, un viejo músico. Los años no parecen pasar para él.
Me giré y vi de pie, a mi lado en la barra, a una chica. Debía tener mi edad, y en sus manos sostenía la caja de un instrumento. Su pelo era rojo como el atardecer y caía a ambos lados de su cara, el resto recogido en una coleta baja. Varias pecas decoraban sus mejillas, dándole cierto aspecto infantil.
-Sí, te hablo a ti- sus palabras me sacaron del ensimismamiento, y asentí con la cabeza. –Me pregunto qué haces aquí.
Sonreí, y señalé mi jarra de sake con la cabeza, y después al escenario.
-Beber y escuchar música. ¿No es a eso a lo que se viene aquí?
La chica resopló y me miró de arriba a abajo.
-Oh, vamos. Ni siquiera has aplaudido. Theralt está viejo, pero si no es capaz de sacarte una sonrisa, algo falla.
Miré a mi alrededor, y vi que estaba atrayendo varias miradas. Algunos hombres me examinaban desafiantes, y otros en señal de respeto. "Estoy llamando demasiado la atención", pensé, y desvié mi vista a mi jarra sin contestar a la chica.
-En cualquier caso, espero que disfrutes de la actuación.
Me giré sin saber por qué decía aquello, y la vi encaminarse hacia la parte delantera de la taberna. Atrajo la mirada de las personas en las mesas por las que pasaba, y se subió al escenario. Sin decir una palabra, sacó una cuidada guitarra de su estuche, afinó las cuerdas, y comenzó a cantar.
El bullicio en la taberna cesó. Todos quedaron en silencio, y su voz inundó el ambiente. Cantaba de forma suave, pero poderosa. Tocaba las cuerdas de forma amable, dejando que sus dedos se deslizasen por ellas, como si fuese otra de sus extremidades. Su rasgueo se mezclaba con el tono de su voz, y antes de que pudiese darme cuenta, había sido atrapado por la canción.
Era música que jamás había escuchado antes, parecida a ciertas baladas que se cantaban en Novigrado, pero... Era diferente. Parecía hacer referencia a una historia antigua, muy antigua. Algo forjado siglos atrás y que había sobrevivido hasta el día de hoy. Solo tenía ciertas rimas, ni siquiera buena métrica, pero de algún modo conseguía atraparte. Sin haberme percatado, ya había llegado de nuevo al estribillo.
“Reposa el hombre en el risco,
recogiendo la labor del niño.
Yace el lobo aullando,
buscado con pesar y llanto.
La doncella al fin ha amado,
pero no es hombre al que ha encontrado.
Pues dentro de la tormenta,
aún prende llama lenta.
Pero la historia no aguarda
y solo halla ceniza amarga.
Aunque ama y desea desde la cuna,
pura encuentra en su camino la luna.”
recogiendo la labor del niño.
Yace el lobo aullando,
buscado con pesar y llanto.
La doncella al fin ha amado,
pero no es hombre al que ha encontrado.
Pues dentro de la tormenta,
aún prende llama lenta.
Pero la historia no aguarda
y solo halla ceniza amarga.
Aunque ama y desea desde la cuna,
pura encuentra en su camino la luna.”
Noté cómo cada espectador de la taberna había quedado prendado de aquella melodía, y cuando cesó, fue como despertar de un sueño. Durante unos segundos, nadie habló... Hasta que de repente, el público estalló en aplausos y gritos. Algunas mujeres lloraban desconsoladas, abrazadas al brazo de sus maridos, que hacían lo posible por contenerse.
La chica guardó su guitarra y bajó con gracia del escenario, entre más aplausos y vitoreos. Saludó a algunas personas y se dirigió directamente hacia mí. Intenté reponerme de la impresión y aparenté no haber estado prestando demasiada atención. Una vez que llegó a la barra, se acercó a mí y noté su pelo contactando con mi piel. Me habló al oído con un susurro.
-Nos vemos arriba en cinco minutos. Tenemos algo de lo que hablar.
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Precisión
Intelecto
Agudeza
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-Ma..ma..¡¡MANTIS!!-Grité boquiabierto desde el suelo de la entrada, a un par de metros de él.
Y allí estaba, el hombre que hace ya un tiempo derrotamos durante nuestra estancia en Rainbase, la ciudad del reino de la arena, Arabasta. Las imágenes de aquella vivencia fluían por mi mente durante breves instantes, desenterrando recuerdos que durante muchos meses intenté desechar de mi conciencia. Para mi sorpresa y por obra del destino aquel detestable hombre seguía vivo, incluso después de que, tras nuestra batalla contra él y Cruz, al lado de mi nakama caído, el que en su día dio su vida para que nosotros pudiésemos continuar nuestro viaje, al que apodaban “el demonio blanco”, Kraken, cuyo sacrificio, despertando un profundo resentimiento en mi interior, fue en vano.
No había duda, era él. Es posible que lograse ocultar su identidad con aquella máscara tan característica que solía llevar, pero...en el momento en el que lo derroté... en el momento en el que el casino se derrumbada por las llamas..pude ver aquel tatuaje tan característico e inconfundible en la parte izquierda de su cuello junto con su rostro, en el momento en el que caía inconsciente para ser devorado por las llamas. No había quedado exento de marcas aún así, puesto que cuando los últimos rayos de sol iluminaron su rostro, pude ver con claridad como la mitad derecha de su rostro se encontraba desfigurado debido a las profundas quemaduras, ahora lucía como el verdadero monstruo que era.
-¿¡Que haces aquí maldito cabrón?!-Me impulsé rápidamente desde el suelo al recordar todo lo ocurrido, eché mano casi por acto reflejo a la parte derecha de mi cinto, dándome cuenta rápidamente de que mis katanas no se encontraban donde solían, por lo que me puse en guardia con los puños en alto, mientras mi supuesto contrincante permanecía calmado, apoyado en el frío y derrumbado muro de aquella enorme e intrigante fortaleza.
-¡¡No creas que olvidé lo que hiciste, mal nacido!!-Grité con rabia, haciendo referencia al contrabando de material ilegal y sobre explotación de personas que blanqueaba gracias a la propiedad del Rain Dinners. Salté hacia su posición con todas mis fuerzas, rotando mi hombro derecho para preparar el puñetazo.
-¡¡Espera, Loyal!!- La figura de la peliblanca se interpuso en mi trayectoria con ambos brazos abiertos, como si se tratase de la figura del hombre de vitruvio. Mi gesto cambió por completo al escuchar semejantes palabras, haciéndome caer como un plomo delante de la figura de la joven.
-¿Cómo me has llamado?-Le respondí, inmóvil y perplejo.
-Él no está aquí para pelear-Puso ambas manos a la altura de mi esternón, buscando frenar una hipotética arremetida.
-No pienso fiarme de este cabrón ¿¡Acaso no sabes lo que hizo?!-Mi mandíbula se tensó , provocando que mis dientes se juntasen.
-No estoy diciendo que seas su amigo, ¡¡Sólo pido que no peleéis!! Deja de lado el pasado...aunque sea sólo por esta vez, dame una oportunidad.-La tormenta de emociones se calmó. Me limité a escupir en dirección al trillado suelo como signo de desprecio mientras mantenía la mirada fija sobre la cara desfigurada de aquel hombre.
-Tranquilo, no estoy aquí por ti, no tengo ningún asunto que tratar contigo...Okami.-Me estremecí con el resonar de aquel nombre en mis tímpanos, hacía mucho tiempo que no lo escuchaban mis oídos.
-Vamos-La joven me propinó un pequeño empujón en la espalda, fijando la mirada en la gruesa puerta de madera, a lo que reaccioné mordiéndome los labios con rabia en forma de reproche mientras me dirigía al interior de la morada.
Al llegar al interior de la entrada principal, la oscuridad del lugar era difuminada con tímidas antorchas y grandes faroles, al parecer de aceite o de algún tipo de resina. Tan solo unos pasos mas adelante, el lugar se abría de manera laberíntica, dejando al descubierto unas imponentes columnas de piedra maciza, rodeadas por numerosas vigas de madera desnuda. Numerosos utensilios en desuso le daban la poca vida que tenía aquel lugar, entre ellos jaulas, cofres, barriles, calderas, pieles animales, espejos, libros, armas...que casi pasaban desapercibidos tras la tenue luz de unas pequeñas velas de cera.
Mantis, que lideraba la fila india, llegó hasta la mitad del habitáculo, sentándose en un pequeño sillón de piel considerablemente seco y arrugado. Kity, por su parte, se dirigió a la derecha hacia una habitación contigua, no sin antes dirigirse a mí para que tomara asiento.
-Siéntate, se que tenemos muchas preguntas que responder.-Resoplé al mirar al subnormal del sillón y me dirigí a silla cercana mirando a otro lado en busca de evitar el contacto.
Tras unos incómodos momentos de espera y un sonido de traqueteo en la habitación contigua, Kity abrió la puerta de un empujón con la planta del pie, y se dirigió hacia nuestra posición con una bandeja con tres jarras de algún metal de tono cobrizo y una botella alargada de color amarillento uniforme. Tras ponerlas en la mesa e incitarme a beber, dí el primer trago con tal de no hacer el feo.
-¿Qué es?No me gusta la bebida...pero debo admitir que tiene su punto.-Me relamí las comisuras de la boca con la lengua.
-Aroma de Toussant, llevaba ahí metido algunos años.- No tenía ni idea de bebida, pero me limité a asentir con la cabeza y a acabarme la jarra de un trago, después de estar al borde del colapso mi cuerpo me lo pedía.
-Bueno...-Dije al depositar la jarra sobre la rectangular mesa y secarme con el antebrazo.-Supongo que es mi turno.-Un breve silencio sobrevoló el lugar. Tomé aire.
-Supongo que es tontería esconderme mas, pero... ¿se puede saber como cojones sabéis mi nombre?Se supone que yo, para el mundo...estoy muerto....Además, ¿Porque ayudar a un esclavo mas a realizar una misión de rango S?No creo que lo hagáis con todo el que pasa por las celdas,¿verdad?..¿Porqué no dejar que me pudra en las minas?¿¡Que tengo yo que esos pobres infelices no tienen?!Maldición... las cosas no cuadran una mierda...-Mi ceño se fruncía conforme las palabras salían disparadas de mi boca.
-No te confundas, ella te ha ayudado, yo no.-Comentó gratuitamente el mamarracho de turno, Mantis.
-La diferencia...-Interrumpió ella en el momento en el que comencé a mirar al soplapollas con desprecio.
-La diferencia... es que puedes ocultar tu identidad... pero no tu pasado-Mis pupilas se dilataron ligeramente.
-Y qué...puedes ayudar a salvar este reino-
Y allí estaba, el hombre que hace ya un tiempo derrotamos durante nuestra estancia en Rainbase, la ciudad del reino de la arena, Arabasta. Las imágenes de aquella vivencia fluían por mi mente durante breves instantes, desenterrando recuerdos que durante muchos meses intenté desechar de mi conciencia. Para mi sorpresa y por obra del destino aquel detestable hombre seguía vivo, incluso después de que, tras nuestra batalla contra él y Cruz, al lado de mi nakama caído, el que en su día dio su vida para que nosotros pudiésemos continuar nuestro viaje, al que apodaban “el demonio blanco”, Kraken, cuyo sacrificio, despertando un profundo resentimiento en mi interior, fue en vano.
No había duda, era él. Es posible que lograse ocultar su identidad con aquella máscara tan característica que solía llevar, pero...en el momento en el que lo derroté... en el momento en el que el casino se derrumbada por las llamas..pude ver aquel tatuaje tan característico e inconfundible en la parte izquierda de su cuello junto con su rostro, en el momento en el que caía inconsciente para ser devorado por las llamas. No había quedado exento de marcas aún así, puesto que cuando los últimos rayos de sol iluminaron su rostro, pude ver con claridad como la mitad derecha de su rostro se encontraba desfigurado debido a las profundas quemaduras, ahora lucía como el verdadero monstruo que era.
-¿¡Que haces aquí maldito cabrón?!-Me impulsé rápidamente desde el suelo al recordar todo lo ocurrido, eché mano casi por acto reflejo a la parte derecha de mi cinto, dándome cuenta rápidamente de que mis katanas no se encontraban donde solían, por lo que me puse en guardia con los puños en alto, mientras mi supuesto contrincante permanecía calmado, apoyado en el frío y derrumbado muro de aquella enorme e intrigante fortaleza.
-¡¡No creas que olvidé lo que hiciste, mal nacido!!-Grité con rabia, haciendo referencia al contrabando de material ilegal y sobre explotación de personas que blanqueaba gracias a la propiedad del Rain Dinners. Salté hacia su posición con todas mis fuerzas, rotando mi hombro derecho para preparar el puñetazo.
-¡¡Espera, Loyal!!- La figura de la peliblanca se interpuso en mi trayectoria con ambos brazos abiertos, como si se tratase de la figura del hombre de vitruvio. Mi gesto cambió por completo al escuchar semejantes palabras, haciéndome caer como un plomo delante de la figura de la joven.
-¿Cómo me has llamado?-Le respondí, inmóvil y perplejo.
-Él no está aquí para pelear-Puso ambas manos a la altura de mi esternón, buscando frenar una hipotética arremetida.
-No pienso fiarme de este cabrón ¿¡Acaso no sabes lo que hizo?!-Mi mandíbula se tensó , provocando que mis dientes se juntasen.
-No estoy diciendo que seas su amigo, ¡¡Sólo pido que no peleéis!! Deja de lado el pasado...aunque sea sólo por esta vez, dame una oportunidad.-La tormenta de emociones se calmó. Me limité a escupir en dirección al trillado suelo como signo de desprecio mientras mantenía la mirada fija sobre la cara desfigurada de aquel hombre.
-Tranquilo, no estoy aquí por ti, no tengo ningún asunto que tratar contigo...Okami.-Me estremecí con el resonar de aquel nombre en mis tímpanos, hacía mucho tiempo que no lo escuchaban mis oídos.
-Vamos-La joven me propinó un pequeño empujón en la espalda, fijando la mirada en la gruesa puerta de madera, a lo que reaccioné mordiéndome los labios con rabia en forma de reproche mientras me dirigía al interior de la morada.
Al llegar al interior de la entrada principal, la oscuridad del lugar era difuminada con tímidas antorchas y grandes faroles, al parecer de aceite o de algún tipo de resina. Tan solo unos pasos mas adelante, el lugar se abría de manera laberíntica, dejando al descubierto unas imponentes columnas de piedra maciza, rodeadas por numerosas vigas de madera desnuda. Numerosos utensilios en desuso le daban la poca vida que tenía aquel lugar, entre ellos jaulas, cofres, barriles, calderas, pieles animales, espejos, libros, armas...que casi pasaban desapercibidos tras la tenue luz de unas pequeñas velas de cera.
Mantis, que lideraba la fila india, llegó hasta la mitad del habitáculo, sentándose en un pequeño sillón de piel considerablemente seco y arrugado. Kity, por su parte, se dirigió a la derecha hacia una habitación contigua, no sin antes dirigirse a mí para que tomara asiento.
-Siéntate, se que tenemos muchas preguntas que responder.-Resoplé al mirar al subnormal del sillón y me dirigí a silla cercana mirando a otro lado en busca de evitar el contacto.
Tras unos incómodos momentos de espera y un sonido de traqueteo en la habitación contigua, Kity abrió la puerta de un empujón con la planta del pie, y se dirigió hacia nuestra posición con una bandeja con tres jarras de algún metal de tono cobrizo y una botella alargada de color amarillento uniforme. Tras ponerlas en la mesa e incitarme a beber, dí el primer trago con tal de no hacer el feo.
-¿Qué es?No me gusta la bebida...pero debo admitir que tiene su punto.-Me relamí las comisuras de la boca con la lengua.
-Aroma de Toussant, llevaba ahí metido algunos años.- No tenía ni idea de bebida, pero me limité a asentir con la cabeza y a acabarme la jarra de un trago, después de estar al borde del colapso mi cuerpo me lo pedía.
-Bueno...-Dije al depositar la jarra sobre la rectangular mesa y secarme con el antebrazo.-Supongo que es mi turno.-Un breve silencio sobrevoló el lugar. Tomé aire.
-Supongo que es tontería esconderme mas, pero... ¿se puede saber como cojones sabéis mi nombre?Se supone que yo, para el mundo...estoy muerto....Además, ¿Porque ayudar a un esclavo mas a realizar una misión de rango S?No creo que lo hagáis con todo el que pasa por las celdas,¿verdad?..¿Porqué no dejar que me pudra en las minas?¿¡Que tengo yo que esos pobres infelices no tienen?!Maldición... las cosas no cuadran una mierda...-Mi ceño se fruncía conforme las palabras salían disparadas de mi boca.
-No te confundas, ella te ha ayudado, yo no.-Comentó gratuitamente el mamarracho de turno, Mantis.
-La diferencia...-Interrumpió ella en el momento en el que comencé a mirar al soplapollas con desprecio.
-La diferencia... es que puedes ocultar tu identidad... pero no tu pasado-Mis pupilas se dilataron ligeramente.
-Y qué...puedes ayudar a salvar este reino-
- Para Xey:
- Para Xeyner ( puede ser ignorado): A la salida de la posada en la que te encuentras, hay un tablón, en el que destaca un cartel blanco con los bordes desgastados, en el que aparece la figura de un hombre, de rostro escuálido, con un trapo rojo tapando la mitad izquierda de la cara formando una diagonal, de donde asoma una prominente cicatriz que le llega hasta el labio superior.También posee orejas picudas y su ojo derecho, el visible, es de color verde oliva . “Ivoreth, el renegado””Vivo o Muerto” Pone debajo. Las leyendas dicen que fue el único que sobrevivió a la cadena perpetua del rey Rabodid V. Quizás es una cara fácil de olvidar, o quizás no, quién sabe..
- Para Haru:
- Para Haru ( puede ser ignorado): El hombre al que interrogas te confiesa en su lecho de muerte que el hombre al mando de todo y en secreto es el actual capitán de la guardia de la ciudad de Novigrado, Genge “La sabandija”. Un cabrón con contactos por todas partes y la protección del rey, dominando la mayoría de los asuntos oscuros que esconde la ciudad. En definitiva, un cabrón escurridizo.
- Para Ryu:
- Para Ryuichi( puede ser ignorado): Al caminar por las calles, destaca entre el populacho un hombre con cara de pocos amigos, de estatura bastante mas baja que la media, una cresta mohicana y una barba mas robusta que la mayoría, te pide ayuda, ya que ve que eres músico, para encontrar a un amigo suyo, un tal Xavier, todo un mujeriego bebedor que las conquista con su inigualable labia. Ah si, el enano enfurecido se llama Doltan por cierto.
Ryuichi
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Vie 16 Feb 2018 - 6:32}
No me costo mucho trabajo encontrar una tienda de empeño; eso tenia bastante sentido siendo una ciudad portuaria y sumamente comercial, siempre habrá algún forastero dispuesto a dejar un poco de sus riquezas por necesidad momentánea. Aunque me costaba admitirlo, yo estaba en esa situación.
Salí de la tienda bastante amargado por tener que dejar dos de mis preciadas armónicas, pero mucho más animado por poder comer algo, tomar un buen Sake y quizás algo más.
Camine algunos pasos por la ciudad sin un rumbo fijo, intentando no pensar mucho, como queriendo cruzarme con alguna taberna con la excusa de la casualidad, como por arte de una magia que en realidad esta digitada y planeada con mucha antelación.
Finalmente, mis ojos se posaron sobre una taberna que parecía bastante amplia y me encare hacia ella. Estaba a punto de llegar a la puerta del local, cuando se me atravesó un curioso sujeto, casi empujándome, y comenzó a hablar apresuradamente. Era un hombre bajito, con un corte de cabello mohicano, una actitud y una apariencia bastante Punk.
- He observado que eres músico - soltó sus primeras palabras claras tras algunos minutos de agite constante
- Ajá, ¿Y... que se te ofrece? - conteste bastante amargado por haberme visto truncado en mi ingreso al bar
- Perdón por esta intromisión tan intempestiva - Respondió con mayor amargura que la mía, pero continuo - Mi nombre es Dalton, llegue a esta isla hace algunos meses buscando a un amigo mio, Xavier, pero el se empeña en no aparecer... y bueno, como eres músico, asumo por la guitarra, pensé que podrías ayudarme, los músicos siempre conocen mucha gente, ademas puedes hacer muchas preguntas y nadie sospechara nada ni te mirara mal, mira como te ves, así vestido y con tu instrumento, no das tanta mala espina como yo, ja ja ja - Así concluyo su monologo el enano nervioso, entre risa y desesperación. Debo admitir que me dio un poco de lastima entre todo el fastidio.
- Bien, bien, curiosos razonamientos los tuyos, pero, en ese caso... acompáñame a la taberna, vamos a tomar unos tragos, quizás tu también puedas ayudarme -
Ingresamos en la taberna, estaba abarrotada de gente. Tuve entonces la ligera sensación de que quizás Xeyner podría estar entre el tumulto, no obstante, si lo pensaba de forma racional, Xey podía estar en cualquier lugar de la isla o ni siquiera estar en ningún lado, así que opte por dirigirme a la barra con Dalton, pedir un buen filete, algo para tomar y sacar la foto de mi excapitan, para preguntar por él tras conversar y tomar un poco. También debía relajarme un rato, después de todo era un simple humano.
Salí de la tienda bastante amargado por tener que dejar dos de mis preciadas armónicas, pero mucho más animado por poder comer algo, tomar un buen Sake y quizás algo más.
Camine algunos pasos por la ciudad sin un rumbo fijo, intentando no pensar mucho, como queriendo cruzarme con alguna taberna con la excusa de la casualidad, como por arte de una magia que en realidad esta digitada y planeada con mucha antelación.
Finalmente, mis ojos se posaron sobre una taberna que parecía bastante amplia y me encare hacia ella. Estaba a punto de llegar a la puerta del local, cuando se me atravesó un curioso sujeto, casi empujándome, y comenzó a hablar apresuradamente. Era un hombre bajito, con un corte de cabello mohicano, una actitud y una apariencia bastante Punk.
- He observado que eres músico - soltó sus primeras palabras claras tras algunos minutos de agite constante
- Ajá, ¿Y... que se te ofrece? - conteste bastante amargado por haberme visto truncado en mi ingreso al bar
- Perdón por esta intromisión tan intempestiva - Respondió con mayor amargura que la mía, pero continuo - Mi nombre es Dalton, llegue a esta isla hace algunos meses buscando a un amigo mio, Xavier, pero el se empeña en no aparecer... y bueno, como eres músico, asumo por la guitarra, pensé que podrías ayudarme, los músicos siempre conocen mucha gente, ademas puedes hacer muchas preguntas y nadie sospechara nada ni te mirara mal, mira como te ves, así vestido y con tu instrumento, no das tanta mala espina como yo, ja ja ja - Así concluyo su monologo el enano nervioso, entre risa y desesperación. Debo admitir que me dio un poco de lastima entre todo el fastidio.
- Bien, bien, curiosos razonamientos los tuyos, pero, en ese caso... acompáñame a la taberna, vamos a tomar unos tragos, quizás tu también puedas ayudarme -
Ingresamos en la taberna, estaba abarrotada de gente. Tuve entonces la ligera sensación de que quizás Xeyner podría estar entre el tumulto, no obstante, si lo pensaba de forma racional, Xey podía estar en cualquier lugar de la isla o ni siquiera estar en ningún lado, así que opte por dirigirme a la barra con Dalton, pedir un buen filete, algo para tomar y sacar la foto de mi excapitan, para preguntar por él tras conversar y tomar un poco. También debía relajarme un rato, después de todo era un simple humano.
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Mar 20 Feb 2018 - 5:12}
-Listo- Dije después de haber prendido una vela con un encendedor de alguno de los hombres que habían quedado derrotados. Tampoco quise restablecer la energía, me parecía que quedaba mejor de esa manera, con un poco de suerte al interrogar a aquel hombre eso lo hacía hablar mas fácil, una idea bastante tonta pero como decían por ahí, soñar no costaba nada. Ren tan solo me miraba boquiabierto, como si hubiera descubierto el One Piece o algo así. Supongo que le asombraba el hecho de que, en tan solo unos minutos había derrotado a los hombres que habían estado atormentando esta pequeña zona de Dorithia.
El lugar estaba inundando con un silencio incomodo, no sabía por donde empezar y Ren le pegaba pequeñas bofetadas al único hombre con tatuaje de lobo huargo, el unico que había quedado consciente. No sabía si para mantenerlo despierto o simplemente desquitarse un poco con su cara, probablemente eran las dos.
–Te convendría comenzar a hablar, o no tendría sentido que permanezcas con vida- Intentaba dar la apariencia del chico malo aunque la verdad es que tampoco iba a matarlo, era algo que no me resultaba agradable, pero en estas circunstancias, lo que había aprendido es que seria mas fácil hacerlo hablar de esta manera.
Después de todo a estas sabandijas, cuando les llega la hora parecen no querer aceptarlo. Mis ojos miraban fijamente el único ojo que quedaba abierto de mi enemigo, con mi típica mirada indiferente que se me daba tan bien. Espere unos minutos, sin decir ninguna palabra, di un gran suspiro y comencé poco a poco, a iluminar mi brazo derecho, mientras tocaba el musculo del mismo con mi otra mano
-Esta bien, ya he perdido demasiado tiempo contigo- Retrocedí un par de metros, para coger impulso y terminar de mandar a dormir a aquel hombre -¡S-Se a quien buscas , p-pero por favor no me mates!- Dijo tartamudeando justo antes que mi puño conectara en su cara, apenas podía hablar arrastrando los dientes, de no haber dicho nada lo habría dejado inconsciente, seguramente el hambre me había quitado la paciencia.
Tomé un gran balde y lo llené de agua, para después vaciar todo el agua en la cara de aquel tipo. Si estaba dispuesto a hablar debía tratarlo "mejor" Seria muy malo que se quedara dormido después de haber accedido a contarme todo -S-Se que es lo que quieres, el hombre al que buscas, por aquí lo conocen como la sabandija- Se detuvo por unos momentos y sin habérmelo esperado Ren le vacío algunos otros litros de agua en la cabeza, pero resulto bastante efectivo, después de la paliza que le había propiciado era normal que quisiera ir a dormir
-Se llama Genge y actualmente es el líder de la guardia de la ciudad de novigrado, obviamente esta protegido por muchos hombres y recibe el apoyo del rey, jamás he tratado con el en persona, tiene muchos contactos como para darse el lujo de no darnos las ordenes el mismo. Y ahora, el me matara a mi y a mis compañeros por haber contado todo esto, por favor, déjanos irnos cuanto antes- Dijo agitado, y bastante acelerado. Parecía que Genge era un hombre vil, con el cual debía ir con cuidado. Aquella situación puso en dudo mi capacidad para derrotar a alguien con tal prestigio. Si quería derrotar a Genge, tendría toda la armada en mi contra. Fue entonces que me di cuenta, que en tan solo unos horas, me había sumergido en un asunto bastante malo.
El lugar estaba inundando con un silencio incomodo, no sabía por donde empezar y Ren le pegaba pequeñas bofetadas al único hombre con tatuaje de lobo huargo, el unico que había quedado consciente. No sabía si para mantenerlo despierto o simplemente desquitarse un poco con su cara, probablemente eran las dos.
–Te convendría comenzar a hablar, o no tendría sentido que permanezcas con vida- Intentaba dar la apariencia del chico malo aunque la verdad es que tampoco iba a matarlo, era algo que no me resultaba agradable, pero en estas circunstancias, lo que había aprendido es que seria mas fácil hacerlo hablar de esta manera.
Después de todo a estas sabandijas, cuando les llega la hora parecen no querer aceptarlo. Mis ojos miraban fijamente el único ojo que quedaba abierto de mi enemigo, con mi típica mirada indiferente que se me daba tan bien. Espere unos minutos, sin decir ninguna palabra, di un gran suspiro y comencé poco a poco, a iluminar mi brazo derecho, mientras tocaba el musculo del mismo con mi otra mano
-Esta bien, ya he perdido demasiado tiempo contigo- Retrocedí un par de metros, para coger impulso y terminar de mandar a dormir a aquel hombre -¡S-Se a quien buscas , p-pero por favor no me mates!- Dijo tartamudeando justo antes que mi puño conectara en su cara, apenas podía hablar arrastrando los dientes, de no haber dicho nada lo habría dejado inconsciente, seguramente el hambre me había quitado la paciencia.
Tomé un gran balde y lo llené de agua, para después vaciar todo el agua en la cara de aquel tipo. Si estaba dispuesto a hablar debía tratarlo "mejor" Seria muy malo que se quedara dormido después de haber accedido a contarme todo -S-Se que es lo que quieres, el hombre al que buscas, por aquí lo conocen como la sabandija- Se detuvo por unos momentos y sin habérmelo esperado Ren le vacío algunos otros litros de agua en la cabeza, pero resulto bastante efectivo, después de la paliza que le había propiciado era normal que quisiera ir a dormir
-Se llama Genge y actualmente es el líder de la guardia de la ciudad de novigrado, obviamente esta protegido por muchos hombres y recibe el apoyo del rey, jamás he tratado con el en persona, tiene muchos contactos como para darse el lujo de no darnos las ordenes el mismo. Y ahora, el me matara a mi y a mis compañeros por haber contado todo esto, por favor, déjanos irnos cuanto antes- Dijo agitado, y bastante acelerado. Parecía que Genge era un hombre vil, con el cual debía ir con cuidado. Aquella situación puso en dudo mi capacidad para derrotar a alguien con tal prestigio. Si quería derrotar a Genge, tendría toda la armada en mi contra. Fue entonces que me di cuenta, que en tan solo unos horas, me había sumergido en un asunto bastante malo.
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-Sabes, has tenido suerte. Mucha suerte.
Levanté la cabeza de mi jarra de sake y miré al tabernero. El hombre me miraba mientras limpiaba una jarra mojada con un trapo y sonreía.
-He visto hombres pasar horas intentando conseguir una cena con ella, y no lo han logrado. Que se haya dirigido a ti tan rápidamente… Si eres nuevo en la ciudad, te recomiendo no permanecer mucho por aquí- terminó diciendo mientras reía, aunque no sabía si interpretar aquellas palabras como una mofa o la realidad.
Habían pasado unos minutos desde que había recibido la invitación de aquella misteriosa chica. Otra joven estaba ahora en el escenario, y tocaba el arpa despreocupadamente. La gente no atendía con la misma intensidad que en la actuación anterior, pero daba un ambiente mucho más propicio para dialogar y disfrutar de la compañía.
Con aquella música de fondo, estaba valorando si debería acceder a la petición de la chica pelirroja. No tenía por qué ser una trampa, no había manera de que fuese algo peligroso, pero… ¿por qué me conocía? Alejé aquellas dudas de mi mente, y dejé unos berries en la barra. Si había ido hasta Dorithia, necesitaba información…. Y quizás ella pudiese dármela.
Avancé por un lateral de la taberna hasta que encontré unas escaleras que subían a la parte de arriba. Caminé lentamente por ellas, subiendo los peldaños, hasta que visualicé dicha planta. Era aproximadamente del tamaño del escenario, y estaba situada enfrente de él, pero en el piso superior. Podía verse prácticamente toda la taberna menos la barra (ya que estaba debajo), y el sonido de la música llegaba mucho mejor de lo que lo hacía en el resto del lugar, al ser un espacio alejado de la muchedumbre. En una de las paredes había pegado un llamativo cartel con la figura de un hombre, con media cara tapada por un trapo rojo y una enorme cicatriz: “Ivoreth, el renegado - Vivo o Muerto”. Anoté mentalmente aquel nombre, y eché un vistazo alrededor.
Y allí estaba la chica. Sentada a una mesa de madera con dos sillas, miraba la actuación despreocupada. Notó mi presencia al terminar de subir las escaleras, y me hizo un gesto con una mano.
-Vamos, aquí nadie molestará.
Me acerqué y tomé asiento, mientras intentaba evitar mirarla. Su pelo parecía más rojo aún por una pequeña lámpara situada cerca, y llevaba un vestido verde, con adornos marrones.
-Bien, ¿qué te ha parecido?- me dijo, y noté cómo me miraba fijamente. Desvié la mirada.
-¿Qué me ha parecido qué?
Puso los ojos en blanco y resopló, haciendo acto seguido un gesto con las manos, simulando tocar una guitarra imaginaria.
-Oh, la actuación. Bueno, no ha estado mal. Hacía tiempo que no pasaba por una taberna como esta, a beber y ver actuaciones. Supongo que eso quita puntos como crítico.
La chica rió levemente, y me di cuenta de que había hablado más de lo que deseaba.
-En cualquier caso, ¿por qué estoy aquí? Lo creas o no, no tengo mucho tiempo ahora mismo, y…
La chica se incorporó hacia mí en la silla, apoyando los brazos en la mesa y hablando en tono más confidencial.
-Lossie.
-¿Qué?- pregunté, intentando recordar de qué me sonaba ese nombre.
-Llevabas un rato pensando cómo preguntarlo, ¿no? Pues ya lo tienes. Lossie.
-No, no tenía intención…- paré en seco al recordar por qué conocía ese nombre. –Saed me habló de ti. Pero dijo que habías sido secuestrada por aquel monstruo… ¿Por qué estás aquí?
Lossie rió y se cruzó de piernas, despreocupada.
-Oh, ese viejo habla demasiado. No, no me secuestró nadie. ¿De veras creíste eso? Es una de las peores excusas que he escuchado de él últimamente.
-Pero entonces, ¿por qué…?
-Porque yo soy la fuente de información- dijo, escueta. - y eso nadie más debe saberlo. Cualquiera podría haberos escuchado allí, y no habría sido conveniente para nadie.
Asentí lentamente, procesando la información, y entonces mis ojos se iluminaron.
-Entonces… entonces…- me levanté de la silla y apoyé las manos en la mesa. -¡¿Has visto a uno de mis nakamas?!
Lossie asintió mientras sonreía, y también se levantó. Se dirigió a una ventana del tamaño de una persona promedio que había en la pared más cercana, y la abrió sigilosamente. La luz de la luna se reflejó en el suelo, y una ligera brisa entró por el espacio abierto.
-Vamos, tengo algo que enseñarte.- dijo mientras se aventuraba al exterior.
-De acuerdo- le contesté. Sin embargo, mi respuesta se vio apagada por una voz proveniente del escenario. El que parecía el dueño del local, había mandado callar a la muchedumbre y hablaba en un tono suficientemente alto para ser escuchado en toda la taberna.
-¡Han terminado las actuaciones programadas para hoy, señoras y caballeros! Pero como cada noche es especial, reto a cualquier músico del público a subir aquí y ganarse la mitad de su peso en comida. ¡¿Qué me decís?! ¡¿Algún valiente?!
Levanté la cabeza de mi jarra de sake y miré al tabernero. El hombre me miraba mientras limpiaba una jarra mojada con un trapo y sonreía.
-He visto hombres pasar horas intentando conseguir una cena con ella, y no lo han logrado. Que se haya dirigido a ti tan rápidamente… Si eres nuevo en la ciudad, te recomiendo no permanecer mucho por aquí- terminó diciendo mientras reía, aunque no sabía si interpretar aquellas palabras como una mofa o la realidad.
Habían pasado unos minutos desde que había recibido la invitación de aquella misteriosa chica. Otra joven estaba ahora en el escenario, y tocaba el arpa despreocupadamente. La gente no atendía con la misma intensidad que en la actuación anterior, pero daba un ambiente mucho más propicio para dialogar y disfrutar de la compañía.
Con aquella música de fondo, estaba valorando si debería acceder a la petición de la chica pelirroja. No tenía por qué ser una trampa, no había manera de que fuese algo peligroso, pero… ¿por qué me conocía? Alejé aquellas dudas de mi mente, y dejé unos berries en la barra. Si había ido hasta Dorithia, necesitaba información…. Y quizás ella pudiese dármela.
Avancé por un lateral de la taberna hasta que encontré unas escaleras que subían a la parte de arriba. Caminé lentamente por ellas, subiendo los peldaños, hasta que visualicé dicha planta. Era aproximadamente del tamaño del escenario, y estaba situada enfrente de él, pero en el piso superior. Podía verse prácticamente toda la taberna menos la barra (ya que estaba debajo), y el sonido de la música llegaba mucho mejor de lo que lo hacía en el resto del lugar, al ser un espacio alejado de la muchedumbre. En una de las paredes había pegado un llamativo cartel con la figura de un hombre, con media cara tapada por un trapo rojo y una enorme cicatriz: “Ivoreth, el renegado - Vivo o Muerto”. Anoté mentalmente aquel nombre, y eché un vistazo alrededor.
Y allí estaba la chica. Sentada a una mesa de madera con dos sillas, miraba la actuación despreocupada. Notó mi presencia al terminar de subir las escaleras, y me hizo un gesto con una mano.
-Vamos, aquí nadie molestará.
Me acerqué y tomé asiento, mientras intentaba evitar mirarla. Su pelo parecía más rojo aún por una pequeña lámpara situada cerca, y llevaba un vestido verde, con adornos marrones.
-Bien, ¿qué te ha parecido?- me dijo, y noté cómo me miraba fijamente. Desvié la mirada.
-¿Qué me ha parecido qué?
Puso los ojos en blanco y resopló, haciendo acto seguido un gesto con las manos, simulando tocar una guitarra imaginaria.
-Oh, la actuación. Bueno, no ha estado mal. Hacía tiempo que no pasaba por una taberna como esta, a beber y ver actuaciones. Supongo que eso quita puntos como crítico.
La chica rió levemente, y me di cuenta de que había hablado más de lo que deseaba.
-En cualquier caso, ¿por qué estoy aquí? Lo creas o no, no tengo mucho tiempo ahora mismo, y…
La chica se incorporó hacia mí en la silla, apoyando los brazos en la mesa y hablando en tono más confidencial.
-Lossie.
-¿Qué?- pregunté, intentando recordar de qué me sonaba ese nombre.
-Llevabas un rato pensando cómo preguntarlo, ¿no? Pues ya lo tienes. Lossie.
-No, no tenía intención…- paré en seco al recordar por qué conocía ese nombre. –Saed me habló de ti. Pero dijo que habías sido secuestrada por aquel monstruo… ¿Por qué estás aquí?
Lossie rió y se cruzó de piernas, despreocupada.
-Oh, ese viejo habla demasiado. No, no me secuestró nadie. ¿De veras creíste eso? Es una de las peores excusas que he escuchado de él últimamente.
-Pero entonces, ¿por qué…?
-Porque yo soy la fuente de información- dijo, escueta. - y eso nadie más debe saberlo. Cualquiera podría haberos escuchado allí, y no habría sido conveniente para nadie.
Asentí lentamente, procesando la información, y entonces mis ojos se iluminaron.
-Entonces… entonces…- me levanté de la silla y apoyé las manos en la mesa. -¡¿Has visto a uno de mis nakamas?!
Lossie asintió mientras sonreía, y también se levantó. Se dirigió a una ventana del tamaño de una persona promedio que había en la pared más cercana, y la abrió sigilosamente. La luz de la luna se reflejó en el suelo, y una ligera brisa entró por el espacio abierto.
-Vamos, tengo algo que enseñarte.- dijo mientras se aventuraba al exterior.
-De acuerdo- le contesté. Sin embargo, mi respuesta se vio apagada por una voz proveniente del escenario. El que parecía el dueño del local, había mandado callar a la muchedumbre y hablaba en un tono suficientemente alto para ser escuchado en toda la taberna.
-¡Han terminado las actuaciones programadas para hoy, señoras y caballeros! Pero como cada noche es especial, reto a cualquier músico del público a subir aquí y ganarse la mitad de su peso en comida. ¡¿Qué me decís?! ¡¿Algún valiente?!
Ryuichi
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La conversación con Dalton no estaba resultando demasiado útil. Ninguno de los dos sabia nada de la persona que buscaba el otro, y el tabernero que me atendía a mi tampoco supo decirme si había visto a mi Nakama. Además, quizás, mis preguntas le parecieran sospechosas.
- No lo se hombre, por aquí pasan muchas cosas, muchas personas... Pero te diré algo, estoy seguro de que en un rato, el encargado de aquí montara su numero y dejara a gente del publico subir a cantar por su consumición, quizás de esa manera llames la atención, no lo sé, podrías intentarlo - Concluyo el hombre de la barra, bastante animado, yo solo asentí con la cabeza, desganado.
Lo cierto era que no tenia ninguna gana de cantar, hacia mucho tiempo que no tocaba nada y me sentía atrofiado. Lo único que podía cantar, tal vez, era una canción inédita sin terminar, que posiblemente fuera muy modificada en un futuro, pero era lo único que tenia fresco en mi memoria, y era lo bastante melancólica, casi hablada, como para hacerla fácil en ese aspecto, más allá de que su melodía era digna de cierta complejidad musical, combinando más de un solo con arpegiados y muchos cambios, una canción bastante revolucionaria ahora que lo pensaba bien.
- Vamos Ryuichi, hazlo, yo también necesito llamar la atención y ¿Que mejor que viéndote actuar? Jiojiojio - Se apresuro a decir Dalton
- Lo lamento, no puedo hacerlo, la canción que puedo hacer necesita de... de al menos dos guitarras o una guitarra y un piano para ser bien ejecutada... Aunque a decir verdad he gastado más de la cuenta y el beneficio no me vendría mal… pero bueno, si no se puede, no se puede, lo lamento - conteste inquieto
- Pero si seras distraído... observa el escenario, la esquina derecha... ¿Ves el mantel? ¿Y esas patas saliendo por fuera? ¡Ahí hay un piano idiota! -
- ¿Y quien tocara la guitarra? de doce cuerdas por cierto - Increpe bastante molesto por la conversación
- Yo lo haré... no soy un experto como tu, jiojiojio, pero algo sé, ¿Ves mi aspecto? solía tocar en una banda Punk... si, bastante lamentable esa época de mi vida, pero bueno, dime la secuencia de acordes, tu empieza con la melodía e improvisaremos, algo tiene que salir - Menciono Dalton bastante contento.
Yo no podía creer tantas casualidades, pero finalmente tuve que aceptarlo y decir que ya veríamos que hacer llegado el momento.
Por lo pronto, seguimos bebiendo un poco más e intercambiando ideas fugaces.
Lo cierto era que mi mente seguía bastante bloqueada, cuando de repente, tras finalizar una actuación bastante ignota, la voz del presentador anuncio el fin de la grilla pero dijo exactamente lo que el camarero había previsto.
Entonces me invadió un breve pánico escénico, bastante extraño en mi pero muy real, aunque no pudo durar mucho, pues cuando quise darme cuenta, Dalton ya estaba en el escenario anunciando la presentación del “Duo extraviaDos’’.
Avance con paso lento hacia el escenario sin saludar, deje descubrir el piano con un movimiento seco de mi brazo, y me senté en el taburete aterciopelado y algo hundido por el desgaste. Palpe con la mano izquierda las teclas y la madera: Estaba un poco deteriorado pero era un buen piano. Mire a Dalton y ambos asentimos para comenzar la breve y directa balada sin mediar más palabras, dejando que las canciones hablen por si mismas, que el estruendo suave y algo dulce de mis manos tocando el piano, hablara por si solo:
"Nada sabe el viento
que nunca se queda,
que todo ayuda a perder.
Soplan en los mares rachas de aire nuevo
que al fin me harán comprender
Quiero una canción
que sea ola cuando no navegue yo,
que se haga fuerte en el agua
cuando no respire yo,
quiero un barco que te cante
cuando ya no cante yo.
Y lo barcos encallan,
pero estas son las voces
que nadie podrá apresar
Y mucha gente se pierde
pero nunca es el final.
Mucha gente se pierde
pero los hombres del mar…
volverán a naufragar"...
Pero mientras estaba tocando el solo final de piano, con el acompañamiento pausado de mi guitarra en manos de un Dalton muy excéntrico que tocaba parado y haciendo unos ademanes bastante exagerados (herencia de su epoca Punk, supongo) la emoción comenzó a apoderarse de mi, y enganche el principio del Sake de Binks ''Yohoho, yohoho…" con el final de mi balada. Y así continué tocando enérgicamente, hasta terminar la mítica canción de piratería y camaradería. Era un clásico, pero era consciente de que la había tocado como poseído, casi sin darme cuenta, acompañada por una orquesta de demonios. Luego de esto me pare (aprovechando los segundos de silencio que se estaban dando) fui hasta la parte delantera del escenario, dije simplemente "Gracias por escuchar mis tristezas, que tengan una buena vida, ahora solo espero que esta sonoridad se traduzca en más alcohol, je je, adiós", y me baje hacia la barra. Ni siquiera se me ocurrió aprovechar mi momento de fama para preguntar por mi Nakama con su foto, tan solo quería emborracharme.
- No lo se hombre, por aquí pasan muchas cosas, muchas personas... Pero te diré algo, estoy seguro de que en un rato, el encargado de aquí montara su numero y dejara a gente del publico subir a cantar por su consumición, quizás de esa manera llames la atención, no lo sé, podrías intentarlo - Concluyo el hombre de la barra, bastante animado, yo solo asentí con la cabeza, desganado.
Lo cierto era que no tenia ninguna gana de cantar, hacia mucho tiempo que no tocaba nada y me sentía atrofiado. Lo único que podía cantar, tal vez, era una canción inédita sin terminar, que posiblemente fuera muy modificada en un futuro, pero era lo único que tenia fresco en mi memoria, y era lo bastante melancólica, casi hablada, como para hacerla fácil en ese aspecto, más allá de que su melodía era digna de cierta complejidad musical, combinando más de un solo con arpegiados y muchos cambios, una canción bastante revolucionaria ahora que lo pensaba bien.
- Vamos Ryuichi, hazlo, yo también necesito llamar la atención y ¿Que mejor que viéndote actuar? Jiojiojio - Se apresuro a decir Dalton
- Lo lamento, no puedo hacerlo, la canción que puedo hacer necesita de... de al menos dos guitarras o una guitarra y un piano para ser bien ejecutada... Aunque a decir verdad he gastado más de la cuenta y el beneficio no me vendría mal… pero bueno, si no se puede, no se puede, lo lamento - conteste inquieto
- Pero si seras distraído... observa el escenario, la esquina derecha... ¿Ves el mantel? ¿Y esas patas saliendo por fuera? ¡Ahí hay un piano idiota! -
- ¿Y quien tocara la guitarra? de doce cuerdas por cierto - Increpe bastante molesto por la conversación
- Yo lo haré... no soy un experto como tu, jiojiojio, pero algo sé, ¿Ves mi aspecto? solía tocar en una banda Punk... si, bastante lamentable esa época de mi vida, pero bueno, dime la secuencia de acordes, tu empieza con la melodía e improvisaremos, algo tiene que salir - Menciono Dalton bastante contento.
Yo no podía creer tantas casualidades, pero finalmente tuve que aceptarlo y decir que ya veríamos que hacer llegado el momento.
Por lo pronto, seguimos bebiendo un poco más e intercambiando ideas fugaces.
Lo cierto era que mi mente seguía bastante bloqueada, cuando de repente, tras finalizar una actuación bastante ignota, la voz del presentador anuncio el fin de la grilla pero dijo exactamente lo que el camarero había previsto.
Entonces me invadió un breve pánico escénico, bastante extraño en mi pero muy real, aunque no pudo durar mucho, pues cuando quise darme cuenta, Dalton ya estaba en el escenario anunciando la presentación del “Duo extraviaDos’’.
Avance con paso lento hacia el escenario sin saludar, deje descubrir el piano con un movimiento seco de mi brazo, y me senté en el taburete aterciopelado y algo hundido por el desgaste. Palpe con la mano izquierda las teclas y la madera: Estaba un poco deteriorado pero era un buen piano. Mire a Dalton y ambos asentimos para comenzar la breve y directa balada sin mediar más palabras, dejando que las canciones hablen por si mismas, que el estruendo suave y algo dulce de mis manos tocando el piano, hablara por si solo:
"Nada sabe el viento
que nunca se queda,
que todo ayuda a perder.
Soplan en los mares rachas de aire nuevo
que al fin me harán comprender
Quiero una canción
que sea ola cuando no navegue yo,
que se haga fuerte en el agua
cuando no respire yo,
quiero un barco que te cante
cuando ya no cante yo.
Y lo barcos encallan,
pero estas son las voces
que nadie podrá apresar
Y mucha gente se pierde
pero nunca es el final.
Mucha gente se pierde
pero los hombres del mar…
volverán a naufragar"...
Pero mientras estaba tocando el solo final de piano, con el acompañamiento pausado de mi guitarra en manos de un Dalton muy excéntrico que tocaba parado y haciendo unos ademanes bastante exagerados (herencia de su epoca Punk, supongo) la emoción comenzó a apoderarse de mi, y enganche el principio del Sake de Binks ''Yohoho, yohoho…" con el final de mi balada. Y así continué tocando enérgicamente, hasta terminar la mítica canción de piratería y camaradería. Era un clásico, pero era consciente de que la había tocado como poseído, casi sin darme cuenta, acompañada por una orquesta de demonios. Luego de esto me pare (aprovechando los segundos de silencio que se estaban dando) fui hasta la parte delantera del escenario, dije simplemente "Gracias por escuchar mis tristezas, que tengan una buena vida, ahora solo espero que esta sonoridad se traduzca en más alcohol, je je, adiós", y me baje hacia la barra. Ni siquiera se me ocurrió aprovechar mi momento de fama para preguntar por mi Nakama con su foto, tan solo quería emborracharme.
Loyal D.Edward
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-Sigo sin entenderlo.-Miré fijamente a Kity, como si esperase que con una sola mirada todas mis dudas se disiparan.
-Yo ya no soy nadie, mi identidad murió hace mucho tiempo para el mundo...Yo no puedo salvar ningún reino.-Agarré la jarra metálica buscando ahogar las penas con el Aroma de Toussant, intentando contrarrestar el tono agrio de mis palabras.
-Ni siquiera...ni siquiera...-Apreté mi mano derecha con impotencia, lo que provocó que la jarra comenzase a abollarse hasta el punto de ser inutilizable, evacuando el poco liquido que le quedaba por ambos bordes superiores.
La imagen de las llamas de fuego consumiéndolo todo..rompiendo nuestros sueños como un espejo que cae al suelo,y en medio, la imagen del rostro de aquel hombre, el vicealmirante Kagami, haciéndose cada vez mas minúsculo hasta desaparecer en medio del inmenso caos que el mismo había propagado. Todo aquello divagaba por mi conciencia pesando como una losa de cemento, como si nunca fuera a poder desprenderme de aquel trauma de un hombre que lo ha perdido todo, como si, quizás salir vivo aquel día fuese mas una condena que una segunda oportunidad.
-El día que destronasteis Drum...yo lo vi con mis propios ojos.-Mi respiración se detuvo un pequeño instante.
-El día que el Rain Dinners se arrodilló a la sombra de unos desconocidos novatos, los reinos de alrededor quedaron perplejos.-
-Por eso..-La peliblanca se levantó lentamente de su asiento, dejando iluminar su esbelto rostro a la luz de una vela cercana en sus últimos momentos de esplendor.
-Yo se que no puedes salvar este reino solo..ni tu ni nadie. Sin importar nuestras ambiciones ahora mismo, no importa cuales sean, nadie puede alcanzarlas solo.-La imagen de mis nakamas hizo mella conforme las palabras resonaban en mis tímpanos.
-Eso solíamos decir...-Pensé mientras fijaba mi mirada se clavaba en la vela al lado de Kity, observando como, antes de extinguirse, emitía su luz mas poderosa, quedando momentos después en mera ceniza inservible.
-Entonces dime, Loyal D.Edward.-Apoyó ambos brazos sobre la mesa cerrando los puños y se inclinó para dirigirse a mi con una mezcla de emociones confusa entre rabia y tristeza.
-¿Que clase de personas erais? Que no temen a morir por salvar un reino manipulado...que no les importa tener al gobierno mundial en su contra..que se autoproclamaban piratas.. pero actuaban como los justos.-
-Libres.-Mi rostro ensombrecido habló por si solo. La joven se sobresaltó ligeramente al escuchar mis palabras, retrocediendo un par de pasos atrás con respecto a la mesa, mirando fijamente con estupefacción.
El resplandor de las velas y los candiles del lugar se fue consumiendo uno detrás como si de un efecto dominó se tratase, dejándonos cautivos en medio de la noche si no fuese por los tímidos rayos de luna llena que entraban por las cristaleras del lugar.
Al percibir la llegada de la noche, y viendo que una simple charla apresurada no iba a saciar todas nuestras preguntas, Kity advirtió en imperativo que debíamos descansar en aquel momento, ya que nuestra partida se realizaría un tiempo antes del amanecer, con la intención de cazar al basilisco plateado en su retorno de la cacería. A decir verdad no estaba acostumbrado a beber ya que no formaba parte de mi estilo de vida, por lo que cuando quise darme cuenta el Aroma de Toussant me estaba propiciando una modorra considerable.
Sin poner en duda las indicaciones de joven, subí con dificultad por unas escaleras que me indicó hasta llegar a un amplio baño, decorado con espejos y abundantes utensilios de mujer que ni siquiera supe que existían hasta aquel instante. En el centro de la sala había un gran barreño, lleno hasta las trancas de agua templada. Me quité la ropa con torpeza y la dejé desperdigada por el suelo, cayendo somnoliento de cabeza al fondo del barril al apoyar un pie sobre este. Tras una intensa y feroz batalla contra mi archienemigo el ahogo, conseguí apoyar la espalda en uno de los laterales del barreño, sacando ambos pies por fuera, quedando en una postura parecida a la de una estrella de mar.
-¿Es hoy...cuándo aullará el lobo?-Me pregunté a mi mismo mientras miraba pasmado como se alzaba una apabullante luna llena al otro lado de la cristalera de la sala, reclinando la nuca en el borde, mientras mis ojos se cerraban lentamente con aquella imagen de fondo...
-¡¡ARRIBA MALDITA MARMOTA!!-Fue lo siguiente que escuché cuando mis ojos volvieron a abrirse, maravilloso despertador estarás pensando. El aporreo en la puerta era constante, sentí incluso que la reverse mountain se caía.
En el momento en que los golpes me sacaron del trance, intenté levantarme del barreño sin éxito, ya que al dormirme en el agua estaba tan arrugado que una pasa luciría sana a mi lado.
-D..d...dame un momento...Kity-chan.- Mi voz sonaba como si tuviese algún tipo de deficiencia cerebral severa.
-¡¡Que demonios dices!!...llevo un buen rato llamándote,¡¡ tenemos que salir ya!!-
-U..ugh...ugh....uuuuuuuuuuuuuuuuughhhhhh....vamos campeón..-Me intentaba dar ánimos a mi mismo mientras salía de aquel agujero de la muerte. Caí al suelo de bruces en el momento en el que Kity-chan consiguió forzar la puerta de la sala, iluminando esta con un pequeño candil de mano.
-Cómo es posible que te durmieras en el...--K..Kity-chan..-Mi rostro se levanto del suelo, dejándose iluminar a un par de palmos de la joven.
-¿¿¡¡EEEEEEEEEHHHHHHHH??!!-Gritó, sin poder remediarlo, al ver mi aspecto de no muerto.
Tras unos segundos de susto en los que conseguí recobrar mi forma humana y vestirme, fui arrastrado de una oreja desde la salida del baño hasta la zona de los establos donde se encontraba la montura de Kity, cargada de bártulos enrollados que le daban un aspecto mas propio de un mulo de carga que de un caballo.
Los minutos parecían pasar eternos en aquel laberinto de pinos y abetos hasta que aprecié un leve chapoteo en las herraduras del caballo a medida que este galopaba, nos habíamos adentrado en una zona pantanosa. Pensaba que vagábamos sin rumbo , pero entonces... el caballo se detuvo...
-Yo ya no soy nadie, mi identidad murió hace mucho tiempo para el mundo...Yo no puedo salvar ningún reino.-Agarré la jarra metálica buscando ahogar las penas con el Aroma de Toussant, intentando contrarrestar el tono agrio de mis palabras.
-Ni siquiera...ni siquiera...-Apreté mi mano derecha con impotencia, lo que provocó que la jarra comenzase a abollarse hasta el punto de ser inutilizable, evacuando el poco liquido que le quedaba por ambos bordes superiores.
La imagen de las llamas de fuego consumiéndolo todo..rompiendo nuestros sueños como un espejo que cae al suelo,y en medio, la imagen del rostro de aquel hombre, el vicealmirante Kagami, haciéndose cada vez mas minúsculo hasta desaparecer en medio del inmenso caos que el mismo había propagado. Todo aquello divagaba por mi conciencia pesando como una losa de cemento, como si nunca fuera a poder desprenderme de aquel trauma de un hombre que lo ha perdido todo, como si, quizás salir vivo aquel día fuese mas una condena que una segunda oportunidad.
-El día que destronasteis Drum...yo lo vi con mis propios ojos.-Mi respiración se detuvo un pequeño instante.
-El día que el Rain Dinners se arrodilló a la sombra de unos desconocidos novatos, los reinos de alrededor quedaron perplejos.-
-Por eso..-La peliblanca se levantó lentamente de su asiento, dejando iluminar su esbelto rostro a la luz de una vela cercana en sus últimos momentos de esplendor.
-Yo se que no puedes salvar este reino solo..ni tu ni nadie. Sin importar nuestras ambiciones ahora mismo, no importa cuales sean, nadie puede alcanzarlas solo.-La imagen de mis nakamas hizo mella conforme las palabras resonaban en mis tímpanos.
-Eso solíamos decir...-Pensé mientras fijaba mi mirada se clavaba en la vela al lado de Kity, observando como, antes de extinguirse, emitía su luz mas poderosa, quedando momentos después en mera ceniza inservible.
-Entonces dime, Loyal D.Edward.-Apoyó ambos brazos sobre la mesa cerrando los puños y se inclinó para dirigirse a mi con una mezcla de emociones confusa entre rabia y tristeza.
-¿Que clase de personas erais? Que no temen a morir por salvar un reino manipulado...que no les importa tener al gobierno mundial en su contra..que se autoproclamaban piratas.. pero actuaban como los justos.-
-Libres.-Mi rostro ensombrecido habló por si solo. La joven se sobresaltó ligeramente al escuchar mis palabras, retrocediendo un par de pasos atrás con respecto a la mesa, mirando fijamente con estupefacción.
El resplandor de las velas y los candiles del lugar se fue consumiendo uno detrás como si de un efecto dominó se tratase, dejándonos cautivos en medio de la noche si no fuese por los tímidos rayos de luna llena que entraban por las cristaleras del lugar.
Al percibir la llegada de la noche, y viendo que una simple charla apresurada no iba a saciar todas nuestras preguntas, Kity advirtió en imperativo que debíamos descansar en aquel momento, ya que nuestra partida se realizaría un tiempo antes del amanecer, con la intención de cazar al basilisco plateado en su retorno de la cacería. A decir verdad no estaba acostumbrado a beber ya que no formaba parte de mi estilo de vida, por lo que cuando quise darme cuenta el Aroma de Toussant me estaba propiciando una modorra considerable.
Sin poner en duda las indicaciones de joven, subí con dificultad por unas escaleras que me indicó hasta llegar a un amplio baño, decorado con espejos y abundantes utensilios de mujer que ni siquiera supe que existían hasta aquel instante. En el centro de la sala había un gran barreño, lleno hasta las trancas de agua templada. Me quité la ropa con torpeza y la dejé desperdigada por el suelo, cayendo somnoliento de cabeza al fondo del barril al apoyar un pie sobre este. Tras una intensa y feroz batalla contra mi archienemigo el ahogo, conseguí apoyar la espalda en uno de los laterales del barreño, sacando ambos pies por fuera, quedando en una postura parecida a la de una estrella de mar.
-¿Es hoy...cuándo aullará el lobo?-Me pregunté a mi mismo mientras miraba pasmado como se alzaba una apabullante luna llena al otro lado de la cristalera de la sala, reclinando la nuca en el borde, mientras mis ojos se cerraban lentamente con aquella imagen de fondo...
-¡¡ARRIBA MALDITA MARMOTA!!-Fue lo siguiente que escuché cuando mis ojos volvieron a abrirse, maravilloso despertador estarás pensando. El aporreo en la puerta era constante, sentí incluso que la reverse mountain se caía.
En el momento en que los golpes me sacaron del trance, intenté levantarme del barreño sin éxito, ya que al dormirme en el agua estaba tan arrugado que una pasa luciría sana a mi lado.
-D..d...dame un momento...Kity-chan.- Mi voz sonaba como si tuviese algún tipo de deficiencia cerebral severa.
-¡¡Que demonios dices!!...llevo un buen rato llamándote,¡¡ tenemos que salir ya!!-
-U..ugh...ugh....uuuuuuuuuuuuuuuuughhhhhh....vamos campeón..-Me intentaba dar ánimos a mi mismo mientras salía de aquel agujero de la muerte. Caí al suelo de bruces en el momento en el que Kity-chan consiguió forzar la puerta de la sala, iluminando esta con un pequeño candil de mano.
-Cómo es posible que te durmieras en el...--K..Kity-chan..-Mi rostro se levanto del suelo, dejándose iluminar a un par de palmos de la joven.
-¿¿¡¡EEEEEEEEEHHHHHHHH??!!-Gritó, sin poder remediarlo, al ver mi aspecto de no muerto.
Tras unos segundos de susto en los que conseguí recobrar mi forma humana y vestirme, fui arrastrado de una oreja desde la salida del baño hasta la zona de los establos donde se encontraba la montura de Kity, cargada de bártulos enrollados que le daban un aspecto mas propio de un mulo de carga que de un caballo.
Los minutos parecían pasar eternos en aquel laberinto de pinos y abetos hasta que aprecié un leve chapoteo en las herraduras del caballo a medida que este galopaba, nos habíamos adentrado en una zona pantanosa. Pensaba que vagábamos sin rumbo , pero entonces... el caballo se detuvo...
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Re: ¡Un nuevo comienzo!¡La llama de Spectral Shadows nunca se apaga![Libre] {Sáb 24 Feb 2018 - 9:42}
Apenas había salido un par de pasos por la ventana cuando una leve lluvia comenzó a caer. Al momento mi pelo descendió sobre mi frente, mojado. Lo aparté con una mano y oculté mi cabeza con la capucha negra de mi capa. Lossie me miraba unos pasos por delante, de pie en una repisa de madera que salía directamente desde la ventana. Dicha superficie conectaba con el tejado contiguo, por donde, al parecer, deberíamos avanzar.
Hice ademán de seguirla, pero una extraña melodía comenzó a sonar desde el interior de la taberna. Un piano latía con extraña sutileza, mientras se podía escuchar alguna voz de asombro por parte del público. Me intenté dejar llevar por la música un segundo, pero apenas podía escucharse bien. Quizás si me acercaba un poco más, la voz de aquel tipo…
-¿Sigues ahí? ¿Me estás escuchando?- la voz de Lossie me despertó del minitrance que acababa de sufrir, y asentí con la cabeza. –Date prisa, cualquiera puede vernos aquí. Además, tengo algo urgente que enseñarte.
Seguí a la chica pelirroja por el tejado, y fuimos a parar a un saliente cercano. Nos agachamos al llegar al borde. La música de la taberna ya era prácticamente inaudible, pero el eco del interior aún hacía llegar algo de sonido. Intenté concentrarme en lo que importaba, y atendí a Lossie.
-Bien, ¿ves ese tipo de ahí?- dijo señalando a alguien que caminaba por la calle. Vestía ropa común, pero había algo extraño en él. Se movía de forma demasiado precavida, mirando hacia atrás continuamente e intentando disimular su trayectoria.
-Un ladrón- dije, al instante. –Ese tipo acaba de robar, o va a hacerlo dentro de poco. Y si no se trata de eso, parece que oculta algo.
Lossie asintió, y se tocó su propio cuello, para después señalar al tipo. -Fíjate bien.
Miré con más detenimiento, y vi que en la parte izquierda de su cuello tenía un tatuaje. De un lobo huargo.
Ladeé la cabeza mientras pensaba, y acto seguido lo recordé.
-Lo he visto antes… En Dalvik. El jefe de la aldea tenía uno igual.
Lossie me miró entre asustada y sorprendida. Reflexionó unos segundos, y me contestó.
-Esto es malo. Muy malo. ¿Cómo han llegado tan lejos en tan poco tiempo…?- se llevó una mano a la cara mientras pensaba, y aproveché para hablar.
-No estoy seguro de cómo algo de esto puede ayudar a encontrar a mi nakama.
La lluvia cayó con algo más de fuerza en ese momento, y empezó a teñir el pelo rojo de Lossie en un tono más oscuro. Ella también se puso su capucha, y se giró para mirarme.
-Tus nakamas, querrás decir.
La miré extrañado, y al momento abrí los ojos como platos.
-¿Dos? ¿Cómo? ¿Cuándo…?- me incorporé casi por acto reflejo, impaciente.
Lossie me hizo un gesto para que me agachase, ya que estábamos demasiado expuestos, y no tuve más remedio que hacerle caso. Después de todo, las tejas estaban mojadas y mi equilibrio de pie no era el mejor.
-Hace poco me llegó información de que uno de los tuyos había sido visto en los alrededores, pero no sé quién. Cada vez es más complicado conseguir información decente, con todo lo que está ocurriendo. Lo único que sé, es que puede estar conectado con esa extraña organización. Quizás incluso se trate de uno de sus miembros.
Aquella reflexión me hizo dudar, pero si era algún tipo de organización malvada, no podía creerlo. Miré al cielo dejando que las gotas de lluvia cayesen en mi cara, y entonces lo escuché.
El sonido de la taberna había aumentado, y unas cuantas personas del público parecían cantar a coro la canción más legendaria de los siete mares.
-Sake de Binks- dije sin poder evitar sonreír.
Me eché sobre el tejado mojado escuchando el estribillo, entonado por tantas personas a la vez. Me relajé mirando al cielo, atendiendo a la canción hasta el final.
-Tengo que verlo- dije súbitamente, y me incorporé. La canción ya había terminado, pero quizás me daría tiempo a ver algo. Bajé lo más rápido que pude del tejado hasta el suelo, ignorando la voz apagada de Lossie. Desde el exterior de la taberna miré a través de la ventana. Un tipo bastante pequeño y con una gran cresta levantaba las manos y recibía la ovación del público, pero la gente parecía atender a otra parte. No conseguí ver a qué o quién miraban, pero aquello era más que suficiente.
-Aún hay esperanza- dije para mí, sonriendo, mientras me daba la vuelta y volvía a las calles. Sabía lo que tenía que buscar.
Hice ademán de seguirla, pero una extraña melodía comenzó a sonar desde el interior de la taberna. Un piano latía con extraña sutileza, mientras se podía escuchar alguna voz de asombro por parte del público. Me intenté dejar llevar por la música un segundo, pero apenas podía escucharse bien. Quizás si me acercaba un poco más, la voz de aquel tipo…
-¿Sigues ahí? ¿Me estás escuchando?- la voz de Lossie me despertó del minitrance que acababa de sufrir, y asentí con la cabeza. –Date prisa, cualquiera puede vernos aquí. Además, tengo algo urgente que enseñarte.
Seguí a la chica pelirroja por el tejado, y fuimos a parar a un saliente cercano. Nos agachamos al llegar al borde. La música de la taberna ya era prácticamente inaudible, pero el eco del interior aún hacía llegar algo de sonido. Intenté concentrarme en lo que importaba, y atendí a Lossie.
-Bien, ¿ves ese tipo de ahí?- dijo señalando a alguien que caminaba por la calle. Vestía ropa común, pero había algo extraño en él. Se movía de forma demasiado precavida, mirando hacia atrás continuamente e intentando disimular su trayectoria.
-Un ladrón- dije, al instante. –Ese tipo acaba de robar, o va a hacerlo dentro de poco. Y si no se trata de eso, parece que oculta algo.
Lossie asintió, y se tocó su propio cuello, para después señalar al tipo. -Fíjate bien.
Miré con más detenimiento, y vi que en la parte izquierda de su cuello tenía un tatuaje. De un lobo huargo.
Ladeé la cabeza mientras pensaba, y acto seguido lo recordé.
-Lo he visto antes… En Dalvik. El jefe de la aldea tenía uno igual.
Lossie me miró entre asustada y sorprendida. Reflexionó unos segundos, y me contestó.
-Esto es malo. Muy malo. ¿Cómo han llegado tan lejos en tan poco tiempo…?- se llevó una mano a la cara mientras pensaba, y aproveché para hablar.
-No estoy seguro de cómo algo de esto puede ayudar a encontrar a mi nakama.
La lluvia cayó con algo más de fuerza en ese momento, y empezó a teñir el pelo rojo de Lossie en un tono más oscuro. Ella también se puso su capucha, y se giró para mirarme.
-Tus nakamas, querrás decir.
La miré extrañado, y al momento abrí los ojos como platos.
-¿Dos? ¿Cómo? ¿Cuándo…?- me incorporé casi por acto reflejo, impaciente.
Lossie me hizo un gesto para que me agachase, ya que estábamos demasiado expuestos, y no tuve más remedio que hacerle caso. Después de todo, las tejas estaban mojadas y mi equilibrio de pie no era el mejor.
-Hace poco me llegó información de que uno de los tuyos había sido visto en los alrededores, pero no sé quién. Cada vez es más complicado conseguir información decente, con todo lo que está ocurriendo. Lo único que sé, es que puede estar conectado con esa extraña organización. Quizás incluso se trate de uno de sus miembros.
Aquella reflexión me hizo dudar, pero si era algún tipo de organización malvada, no podía creerlo. Miré al cielo dejando que las gotas de lluvia cayesen en mi cara, y entonces lo escuché.
El sonido de la taberna había aumentado, y unas cuantas personas del público parecían cantar a coro la canción más legendaria de los siete mares.
-Sake de Binks- dije sin poder evitar sonreír.
Me eché sobre el tejado mojado escuchando el estribillo, entonado por tantas personas a la vez. Me relajé mirando al cielo, atendiendo a la canción hasta el final.
-Tengo que verlo- dije súbitamente, y me incorporé. La canción ya había terminado, pero quizás me daría tiempo a ver algo. Bajé lo más rápido que pude del tejado hasta el suelo, ignorando la voz apagada de Lossie. Desde el exterior de la taberna miré a través de la ventana. Un tipo bastante pequeño y con una gran cresta levantaba las manos y recibía la ovación del público, pero la gente parecía atender a otra parte. No conseguí ver a qué o quién miraban, pero aquello era más que suficiente.
-Aún hay esperanza- dije para mí, sonriendo, mientras me daba la vuelta y volvía a las calles. Sabía lo que tenía que buscar.
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