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Dretch
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El tiempo pareció detenerse, ya que ninguno de los corsarios pareció tambalearse o precipitarse por la borda. Tras unos segundos de tensión, todos los piratas se dieron cuenta de que seguían de una sola pieza, por lo que comenzaron a escucharse múltiples risas, seguidas de otra buena cantidad de insultos. Para cuando el agente quiso darse cuenta, ya era tarde. Uno de los corsarios, el que tenía un extraño tatuaje sobre su torso, había saltado al muelle y ahora se acercaba sonriente hacia él. El agente trató de disparar a bocajarro el resto de balas de su tambor. Sin embargo, a pesar de que su pulso era firme, a medida que apretaba el gatillo, los proyectiles salían despedidos en direcciones erráticas.
- Parece que la fortuna no te sonríe hoy, camarada – dijo, asegurándose de arrastrar las silabas en la última palabra – Permíteme que te muestre las bondades de mi querida Franan.
El ruido, similar al de una decena de orangutanes en celo, se elevó desde la cubierta de la fragata. Fue entonces cuando el agente se percató de que el pirata desenvainaba un viejo alfanje que fácilmente podía haber vivido tiempos mejores. Sin embargo, de su hoja comenzaron a surgir unos extraños cuernos retorcidos similares a los de un carnero. Aquello le hizo entender que los juegos estaban a punto de terminar.
- ¿Así que te gustan las cabras? Mira que había fetiches raros para elegir – se burló.
La cara del pirata se desencajó y, a pesar de que el agente tensó su musculatura para encajar el golpe de aquella extraña arma, pudo sentir como sus costillas ardían de dolor al contacto con los cuernos de aquella pseudo-bestia. El agente guiñó su ojo sano y le lanzó un beso al corsario, haciendo que este le ataca una última vez. La misión había fracasado, pero había cumplido con su conciencia. A lo lejos, en la fragata, una sorprendida Kaori se había deshecho de sus ataduras gracias a un fortuito disparo y, tras mirar atrás una última vez, comenzaba a abandonar el lugar a sabiendas de que sus dos compañeros habían sido derrotados. Si se movía con presteza aun podria pedir refuerzos y salvarlos, pero, en cualquier caso, probablemente la Karasu no volvería a confiarles la recuperación de los diamantes y Dupree.
- Parece que la fortuna no te sonríe hoy, camarada – dijo, asegurándose de arrastrar las silabas en la última palabra – Permíteme que te muestre las bondades de mi querida Franan.
El ruido, similar al de una decena de orangutanes en celo, se elevó desde la cubierta de la fragata. Fue entonces cuando el agente se percató de que el pirata desenvainaba un viejo alfanje que fácilmente podía haber vivido tiempos mejores. Sin embargo, de su hoja comenzaron a surgir unos extraños cuernos retorcidos similares a los de un carnero. Aquello le hizo entender que los juegos estaban a punto de terminar.
- ¿Así que te gustan las cabras? Mira que había fetiches raros para elegir – se burló.
La cara del pirata se desencajó y, a pesar de que el agente tensó su musculatura para encajar el golpe de aquella extraña arma, pudo sentir como sus costillas ardían de dolor al contacto con los cuernos de aquella pseudo-bestia. El agente guiñó su ojo sano y le lanzó un beso al corsario, haciendo que este le ataca una última vez. La misión había fracasado, pero había cumplido con su conciencia. A lo lejos, en la fragata, una sorprendida Kaori se había deshecho de sus ataduras gracias a un fortuito disparo y, tras mirar atrás una última vez, comenzaba a abandonar el lugar a sabiendas de que sus dos compañeros habían sido derrotados. Si se movía con presteza aun podria pedir refuerzos y salvarlos, pero, en cualquier caso, probablemente la Karasu no volvería a confiarles la recuperación de los diamantes y Dupree.
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