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Cuando desembarqué en la Isla Judicial una sensación familiar me invadió. Aquel lugar se había convertido ya prácticamente en mi hogar, el sitio donde acudía a descansar tras cada misión y a recibir instrucciones para la próxima. Y en esa ocasión me hacía falta un buen descanso. La reciente batalla de Gray Rock no era algo de lo que uno se recuperaba así como así, incluso tratándose de alguien con tanta tolerancia al dolor y al cansancio.
Estaba deseando llegar a mi habitación, comer algo y descansar, pues aunque habían pasado ya un par de semanas todavía podía sentir en mi cuerpo los golpes recibidos en la cruenta guerra que se había librado en aquella maldita base de la Marina. Sin embargo, la posibilidad de llevar a cabo mi deseo se esfumó como la mejores prendas el primer día de rebajas. Apenas había puesto los pies en la isla George, uno de los múltiples encargados de entregar mensajes a los agentes, me abordó con una carta. En ella, firmada del puño y letra del líder de la División, se podía leer:
Estimado Agente Anders.
He recibido hace escasos días un informe sobre una prometedora Iniciada. Creo que, por sus capacidades, podría ser una gran incorporación para nuestra División. Por desgracia, ahora mismo carezco del tiempo necesario para evaluarla y decidir si es o no válida, así que debo confiarte esta tarea. Sé que has participado con anterioridad en evaluaciones de Iniciados, así que no será terreno desconocido para ti. Me fío de tu criterio a la hora de valorar sus habilidades y comprobar si de verdad es tan prometedora como dicen sus informes. He encargado que dejen su ficha en tus aposentos para que puedas informarte sobre ella previamente. Muchas gracias.
Ichimura Hachiro.
A decir verdad, tener que evaluar a una Iniciada no era lo que más me apetecía en aquel momento. Estaba cansado del viaje y quería relajarme un rato. Sin embargo, durante la evaluación que realicé junto a Dretch de los ahora agentes de pleno derecho Rexair y Nyx me había dado cuenta de que me gustaba bastante más de lo que creía poner a prueba a los novatos y a la vez tratar de enseñarles algo nuevo. Así que me dirigí a mi habitación.
Allí, como decía la carta, encontré el expediente completo de la nueva Iniciada. Ellie... según su ficha era una mink, lo cual me llamó la atención. No había sabido de ningún miembro de dicha raza que hubiese decidido unirse a las filas del Gobierno Mundial hasta que conocí a Rexair, que además había terminado uniéndose a nuestra División, y tan poco tiempo después me encontraba con una segunda persona. ¿Sería mera coincidencia?
Desde luego, si sus habilidades se parecían a lo que su ficha decía sería una gran adición. No obstante, esa era precisamente mi misión: comprobar qué había de cierto en aquellas palabras escritas. Así que mandé llamar de nuevo a George, y le encargué que buscase a la Iniciada Ellie. Debía comunicarle que el Agente Anders la esperaba en la sala de entrenamiento número cinco para evaluar sus capacidades.
Una vez el chico partió en busca de la mink, me dirigí a aquella sala. La había elegido precisamente por ser un amplio recinto cerrado sin ningún tipo de vegetación, lo que dados los datos que había en la ficha sobre los poderes de la Iniciada seguramente ayudaría a prevenir accidentes. Me senté en el centro del lugar con las piernas cruzadas y cerré los ojos, dejando la mente en blanco. La meditación probablemente me permitiría relajarme un poco mientras Ellie llegaba.
Estaba deseando llegar a mi habitación, comer algo y descansar, pues aunque habían pasado ya un par de semanas todavía podía sentir en mi cuerpo los golpes recibidos en la cruenta guerra que se había librado en aquella maldita base de la Marina. Sin embargo, la posibilidad de llevar a cabo mi deseo se esfumó como la mejores prendas el primer día de rebajas. Apenas había puesto los pies en la isla George, uno de los múltiples encargados de entregar mensajes a los agentes, me abordó con una carta. En ella, firmada del puño y letra del líder de la División, se podía leer:
Estimado Agente Anders.
He recibido hace escasos días un informe sobre una prometedora Iniciada. Creo que, por sus capacidades, podría ser una gran incorporación para nuestra División. Por desgracia, ahora mismo carezco del tiempo necesario para evaluarla y decidir si es o no válida, así que debo confiarte esta tarea. Sé que has participado con anterioridad en evaluaciones de Iniciados, así que no será terreno desconocido para ti. Me fío de tu criterio a la hora de valorar sus habilidades y comprobar si de verdad es tan prometedora como dicen sus informes. He encargado que dejen su ficha en tus aposentos para que puedas informarte sobre ella previamente. Muchas gracias.
Ichimura Hachiro.
A decir verdad, tener que evaluar a una Iniciada no era lo que más me apetecía en aquel momento. Estaba cansado del viaje y quería relajarme un rato. Sin embargo, durante la evaluación que realicé junto a Dretch de los ahora agentes de pleno derecho Rexair y Nyx me había dado cuenta de que me gustaba bastante más de lo que creía poner a prueba a los novatos y a la vez tratar de enseñarles algo nuevo. Así que me dirigí a mi habitación.
Allí, como decía la carta, encontré el expediente completo de la nueva Iniciada. Ellie... según su ficha era una mink, lo cual me llamó la atención. No había sabido de ningún miembro de dicha raza que hubiese decidido unirse a las filas del Gobierno Mundial hasta que conocí a Rexair, que además había terminado uniéndose a nuestra División, y tan poco tiempo después me encontraba con una segunda persona. ¿Sería mera coincidencia?
Desde luego, si sus habilidades se parecían a lo que su ficha decía sería una gran adición. No obstante, esa era precisamente mi misión: comprobar qué había de cierto en aquellas palabras escritas. Así que mandé llamar de nuevo a George, y le encargué que buscase a la Iniciada Ellie. Debía comunicarle que el Agente Anders la esperaba en la sala de entrenamiento número cinco para evaluar sus capacidades.
Una vez el chico partió en busca de la mink, me dirigí a aquella sala. La había elegido precisamente por ser un amplio recinto cerrado sin ningún tipo de vegetación, lo que dados los datos que había en la ficha sobre los poderes de la Iniciada seguramente ayudaría a prevenir accidentes. Me senté en el centro del lugar con las piernas cruzadas y cerré los ojos, dejando la mente en blanco. La meditación probablemente me permitiría relajarme un poco mientras Ellie llegaba.
- NOTA:
- - Tengo permiso del user de Hachiro para que sea él quien me encargue evaluar a Ellie.
Ellie
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Ellie se encontraba en su habitación tomándose uno de sus innumerables descansos a lo largo del día. Últimamente rellenar tanto papeleo la agotaba demasiado, y solo veía a su amada guitarra como una de las únicas y divertidas maneras de evadirse.
Aquél día se decidió a intentar aprender un nuevo solo, y para ello estuvo más de media hora practicando, tocando cada nota individualmente y uniéndolas después. Era un pequeño método para aprendices que le habían enseñado, y gracias a ello continuaba mejorando sus dotes con la guitarra.
Afortunadamente, había acabado más de la mitad de su trabajo, y aquello, por raro que pareciese, le permitía disfrutar al cien por cien de su música.
Cuando estaba apunto de dominar su técnica, alguien llamó de manera firme a la puerta.
-Ya va -comentó dejando la guitarra sobre la cama con suma delicadeza.
Cuando abrió, un tal George le dijo que había alguien interesado en su historial, algo que hizo que la mink arquease la ceja. Probablemente el tipo no eligió bien las palabras con las cuales expresarse, puesto que su historial constaría de apenas medio folio. Aunque… quizá fuese una mitad de hoja bastante interesante. De cualquiera de las maneras, el tal George la citó en la sala cinco, donde el agente Anders esperaba. No sabía a qué se exponía realmente, y mucho menos qué querían de ella. Con un mensaje tan difuso, no pudo sacar ninguna conclusión.
Pese a ello, había escuchado muy buenas cosas del agente Anders. Sin ir más lejos, su legendario combate unas semanas atrás en Gray Rock. Quizá tuviese opción de preguntarle algunas cosas y, sobre todo, aprender él.
-Está bien, gracias George, allí estaré.
Una vez el hombre se marchó, la mink ojeó su armario con detenimiento y empezó su particular guerra con qué llevaría puesto. Quería llevar algo cómodo, sin embargo, no quería ir de cualquier manera a ver al agente Anders.
Tras un par de minutos más, la loba por fin se fijó en la ropa que la vestiría; Unas mallas ajustadas y una camiseta con el logo de ennies lobby, ambas prendas combinaban perfectamente y le parecieron cómodas y no demasiado vulgares. Hizo un par de estiramientos y se sintió cómoda con lo que llevaba, así que salió de la habitación rumbo a la sala número cinco. No recordaba haber estado nunca en aquél lugar, así que estaba expectante por ver qué le deparaba.
El camino estaba repleto de agentes yendo hacia un lado y otro, mas Ellie solo reconoció a una decena de ellos. Quizá debía plantearse lo de socializar un poco con sus compañeros.
Después de unos minutos y siguiendo las intuitivas señales que mandaban a las habitaciones de entrenamiento, Ellie llegó a la sala número cinco y, tras llamar un par de veces a la puerta, se decidió a entrar.
Sí veía a Anders, le haría una breve reverencia y se presentaría. Probablemente no podría reprimir las ganas de lamerse la pata derecha, fruto del nerviosismo. ¿Qué quería exactamente Anders de ella?
Aquél día se decidió a intentar aprender un nuevo solo, y para ello estuvo más de media hora practicando, tocando cada nota individualmente y uniéndolas después. Era un pequeño método para aprendices que le habían enseñado, y gracias a ello continuaba mejorando sus dotes con la guitarra.
Afortunadamente, había acabado más de la mitad de su trabajo, y aquello, por raro que pareciese, le permitía disfrutar al cien por cien de su música.
- Las clases:
Cuando estaba apunto de dominar su técnica, alguien llamó de manera firme a la puerta.
-Ya va -comentó dejando la guitarra sobre la cama con suma delicadeza.
Cuando abrió, un tal George le dijo que había alguien interesado en su historial, algo que hizo que la mink arquease la ceja. Probablemente el tipo no eligió bien las palabras con las cuales expresarse, puesto que su historial constaría de apenas medio folio. Aunque… quizá fuese una mitad de hoja bastante interesante. De cualquiera de las maneras, el tal George la citó en la sala cinco, donde el agente Anders esperaba. No sabía a qué se exponía realmente, y mucho menos qué querían de ella. Con un mensaje tan difuso, no pudo sacar ninguna conclusión.
Pese a ello, había escuchado muy buenas cosas del agente Anders. Sin ir más lejos, su legendario combate unas semanas atrás en Gray Rock. Quizá tuviese opción de preguntarle algunas cosas y, sobre todo, aprender él.
-Está bien, gracias George, allí estaré.
Una vez el hombre se marchó, la mink ojeó su armario con detenimiento y empezó su particular guerra con qué llevaría puesto. Quería llevar algo cómodo, sin embargo, no quería ir de cualquier manera a ver al agente Anders.
Tras un par de minutos más, la loba por fin se fijó en la ropa que la vestiría; Unas mallas ajustadas y una camiseta con el logo de ennies lobby, ambas prendas combinaban perfectamente y le parecieron cómodas y no demasiado vulgares. Hizo un par de estiramientos y se sintió cómoda con lo que llevaba, así que salió de la habitación rumbo a la sala número cinco. No recordaba haber estado nunca en aquél lugar, así que estaba expectante por ver qué le deparaba.
El camino estaba repleto de agentes yendo hacia un lado y otro, mas Ellie solo reconoció a una decena de ellos. Quizá debía plantearse lo de socializar un poco con sus compañeros.
Después de unos minutos y siguiendo las intuitivas señales que mandaban a las habitaciones de entrenamiento, Ellie llegó a la sala número cinco y, tras llamar un par de veces a la puerta, se decidió a entrar.
Sí veía a Anders, le haría una breve reverencia y se presentaría. Probablemente no podría reprimir las ganas de lamerse la pata derecha, fruto del nerviosismo. ¿Qué quería exactamente Anders de ella?
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El ligero sonido de unos pasos acercándose interrumpió mi meditación. Aquellos momentos de introspección y autoconocimiento siempre me habían resultado tremendamente placenteros y útiles. Nada como darse cuenta de las propias fortalezas y debilidades, virtudes y defectos, para llegar a un estado de plena aceptación de uno mismo. Y solo de ese modo podía alcanzarse el verdadero poder.
Cuando abrí los ojos, pude ver ante mí a una mink hembra que parecía pertenecer a alguna especie de cánido, probablemente una loba. Debía de ser Ellie, no había muchas otras alternativas plausibles.
Mientras me ponía relajadamente en pie, la recién llegada realizó una breve reverencia en mi dirección al tiempo que se presentaba, confirmando mis sospechas, como Ellie. Casi al momento, la mink se lamió con fruición la pata delantera derecha. Dio la sensación, al menos de ojos tan expertos en el análisis psicológico como lox míos, de que se trataba de un gesto involuntario, casi compulsivo. Probablemente se debería al nerviosismo, algo natural en la mayoría de Iniciados al someterse a su evaluación inicial y que, salvo que fuese de tal magnitud que le impidiese mostrar sus habilidades adecuadamente, no pensaba tener en cuenta.
- Bienvenida, Ellie. Mi nombre es Anders D. Thawne, y soy el Agente encargado de tu evaluación inicial. He estado leyendo tu informe, y a decir verdad parece prometedor. No obstante, hay cosas que es mejor comprobar en persona, así como otras que quiero preguntarte.
Mirando fijamente a los ojos de la Iniciada, hice una pequeña pausa para observar sus reacciones, empapándome de toda la información necesaria a partir no solo de sus palabras, sino también de sus gestos.
- Bien,ahora cuéntame tus motivos para ingresar en el Cipher Pol, qué metas u objetivos principales tienes en la vida, y cuáles son tus puntos fuertes. En lo referente a esto último, lo que más me interesa es en qué crees que puedes aportar más a nuestra organización, qué tipo de funciones piensas que podrías realizar con más éxito.
Cuando abrí los ojos, pude ver ante mí a una mink hembra que parecía pertenecer a alguna especie de cánido, probablemente una loba. Debía de ser Ellie, no había muchas otras alternativas plausibles.
Mientras me ponía relajadamente en pie, la recién llegada realizó una breve reverencia en mi dirección al tiempo que se presentaba, confirmando mis sospechas, como Ellie. Casi al momento, la mink se lamió con fruición la pata delantera derecha. Dio la sensación, al menos de ojos tan expertos en el análisis psicológico como lox míos, de que se trataba de un gesto involuntario, casi compulsivo. Probablemente se debería al nerviosismo, algo natural en la mayoría de Iniciados al someterse a su evaluación inicial y que, salvo que fuese de tal magnitud que le impidiese mostrar sus habilidades adecuadamente, no pensaba tener en cuenta.
- Bienvenida, Ellie. Mi nombre es Anders D. Thawne, y soy el Agente encargado de tu evaluación inicial. He estado leyendo tu informe, y a decir verdad parece prometedor. No obstante, hay cosas que es mejor comprobar en persona, así como otras que quiero preguntarte.
Mirando fijamente a los ojos de la Iniciada, hice una pequeña pausa para observar sus reacciones, empapándome de toda la información necesaria a partir no solo de sus palabras, sino también de sus gestos.
- Bien,ahora cuéntame tus motivos para ingresar en el Cipher Pol, qué metas u objetivos principales tienes en la vida, y cuáles son tus puntos fuertes. En lo referente a esto último, lo que más me interesa es en qué crees que puedes aportar más a nuestra organización, qué tipo de funciones piensas que podrías realizar con más éxito.
Ellie
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Ellie observó a Thawne mientras éste hablaba sobre los motivos por los que la había hecho llamar. Por lo visto le había impresionado algo su historial en la agencia. La loba no pudo evitar sonreír casi hasta el punto de parecer una pequeña niña con un nuevo juguete. Que alguien con tanta experiencia como él le alabase su trabajo, era algo que le hacía estar orgullosa de lo que había conseguido en el cuerpo.
La mink aguantó la mirada a Anders durante toda la charla. Le parecía que era un gesto de respeto que debía tener con él. Cuando el agente terminó, ella se dispuso a hablar.
- Antes de nada, me gustaría agradecer las palabras que ha tenido hacia mi expediente, agente Thawne. Sobre lo demás… Soy una joven mink que salió muy pronto de Zou y tenía muy claras sus ambiciones; hacer de este mundo un mundo mejor. No comparto todo lo que el gobierno significa, aunque no esté muy bien que lo diga... -hizo una pequeña pausa para auto-preguntarse si tanta sinceridad sería buena- Pero es así. Considero que tengo unos fuertes ideales, y que soy una persona muy analítica. Quizá son dos de mis principales virtudes. En el campo de batalla soy ágil, me rijo por un estilo de lucha rápido y golpes veloces. Además, consumí una akuma no mi que intento no utilizar mucho, puesto que aún no la controlo demasiado bien y es altamente peligrosa.
La loba decidió no dar más pistas sobre la akuma, ya que quizá si ahondaba mucho en el tema, Anders le pidiese que mostrara su poder. Estaba casi segura que su fruta no constaba en su expediente, pero quizá a ojos de alguien tan experimentado y con tantos hilos -presumiblemente- en el gobierno, no era demasiado complicado saberlo todo de una persona. Recordó entonces que le faltaba una parte de la pequeña entrevista por contestar, fué entonces cuando volvió a lamerse la pata, indecisa sobre si ser sincera o no. Quizá Thawne fuese la primera persona que mereciese escuchar cuál era su sueño. Las aspiraciones de la joven y las metas que se había propuesto alcanzar a corto y largo plazo.
- Considero que he de serte completamente sincera, así que esto que estás a punto de oír, te convertirá en la única persona, a parte de mí, que lo sabe. Mis metas a corto plazo son relativamente sencillas. La primera es promocionar dentro del CP y convertirme en alguien realmente útil para el gobierno. Y creo que vuestra organización podría ayudarme a ello, al igual que yo lo haría con vosotros. Una ayuda recíproca, podríamos decir. A largo plazo… Tengo muchos planes. El que más ilusión me hace es volver a Zou. Creo que todo el mundo cree que estoy muerta, y no sé si será buena idea mostrarles que no es así. Aunque sin duda es lo que más me apetece. -la loba miró durante unos segundos al suelo, forzándose a no llorar- Para terminar… Creo que vuestra organización es una de las mejores, y el simple hecho de que os planteéis mi entrada, me hace ver que voy por buen camino. Si así lo deseáis y lo creéis oportuno, pondré mi vida a vuestra disposición.
Sin más, la loba se centraría en la mirada de Thawne, intentando así desvelar si le había gustado lo que había oído o por el contrario había perdido todas sus opciones por entrar en su organización. De la cual, por cierto, sólo había oído hablar de dos de sus integrantes.
La mink aguantó la mirada a Anders durante toda la charla. Le parecía que era un gesto de respeto que debía tener con él. Cuando el agente terminó, ella se dispuso a hablar.
- Antes de nada, me gustaría agradecer las palabras que ha tenido hacia mi expediente, agente Thawne. Sobre lo demás… Soy una joven mink que salió muy pronto de Zou y tenía muy claras sus ambiciones; hacer de este mundo un mundo mejor. No comparto todo lo que el gobierno significa, aunque no esté muy bien que lo diga... -hizo una pequeña pausa para auto-preguntarse si tanta sinceridad sería buena- Pero es así. Considero que tengo unos fuertes ideales, y que soy una persona muy analítica. Quizá son dos de mis principales virtudes. En el campo de batalla soy ágil, me rijo por un estilo de lucha rápido y golpes veloces. Además, consumí una akuma no mi que intento no utilizar mucho, puesto que aún no la controlo demasiado bien y es altamente peligrosa.
La loba decidió no dar más pistas sobre la akuma, ya que quizá si ahondaba mucho en el tema, Anders le pidiese que mostrara su poder. Estaba casi segura que su fruta no constaba en su expediente, pero quizá a ojos de alguien tan experimentado y con tantos hilos -presumiblemente- en el gobierno, no era demasiado complicado saberlo todo de una persona. Recordó entonces que le faltaba una parte de la pequeña entrevista por contestar, fué entonces cuando volvió a lamerse la pata, indecisa sobre si ser sincera o no. Quizá Thawne fuese la primera persona que mereciese escuchar cuál era su sueño. Las aspiraciones de la joven y las metas que se había propuesto alcanzar a corto y largo plazo.
- Considero que he de serte completamente sincera, así que esto que estás a punto de oír, te convertirá en la única persona, a parte de mí, que lo sabe. Mis metas a corto plazo son relativamente sencillas. La primera es promocionar dentro del CP y convertirme en alguien realmente útil para el gobierno. Y creo que vuestra organización podría ayudarme a ello, al igual que yo lo haría con vosotros. Una ayuda recíproca, podríamos decir. A largo plazo… Tengo muchos planes. El que más ilusión me hace es volver a Zou. Creo que todo el mundo cree que estoy muerta, y no sé si será buena idea mostrarles que no es así. Aunque sin duda es lo que más me apetece. -la loba miró durante unos segundos al suelo, forzándose a no llorar- Para terminar… Creo que vuestra organización es una de las mejores, y el simple hecho de que os planteéis mi entrada, me hace ver que voy por buen camino. Si así lo deseáis y lo creéis oportuno, pondré mi vida a vuestra disposición.
Sin más, la loba se centraría en la mirada de Thawne, intentando así desvelar si le había gustado lo que había oído o por el contrario había perdido todas sus opciones por entrar en su organización. De la cual, por cierto, sólo había oído hablar de dos de sus integrantes.
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Las palabras de la Iniciada resultaron ciertamente sorprendentes. Pese a mi duro entrenamiento y las largas horas de práctica con el objetivo de convertirme en alguien indescifrable para los demás, alguien cuyas emociones fuese imposible discernir, me resultó difícil no esbozar una mueca de sorpresa ante la exagerada sinceridad de la mink. Resultaba extraño, casi hasta sospechoso, aquel grado de franqueza.
Por suerte para ella, no se encontraba ante uno de los muchos fanáticos que poblaban las filas del Cipher Pol, sino con alguien escéptico y con pensamiento propio. De no haber sido así, es probable que hubiese sido expulsada del cuerpo, y tal vez incluso acusada de traición, aunque esto hubiera sido a todas luces excesivo. No obstante, dada la radicalidad de ciertos agentes, tampoco me parecía algo imposible. Por su propio bien, Ellie iba a tener que aprender a controlar su sinceridad.
Sin embargo, para unos oídos como los míos las confesiones de la Iniciada sonaban interesantes. Expresaban la misma agudeza mental y capacidad de pensamiento crítico que yo tanto valoraba, la propia razón por encima de la obediencia ciega. Desde luego, la entrevista con Ellie comenzaba con buen pie. Hachiro parecía haber tenido buen ojo enviándomela para que la evaluase.
El nombre del líder de Sombras del Deber trajo de nuevo a mi mente un debate interno que llevaba ya un tiempo abierto. Desde los acontecimientos de Gray Rock, no podía evitar pensar que urgía un cambio en la jerarquía de nuestra División. Hachiro era un líder intelectualmente más que preparado, pero yo no era inferior a él en ese aspecto. Además, aunque eso para mí era lo menos importante, mi rango dentro del Cipher Pol era considerablemente más alto que el suyo. No obstante, habían sido los sucesos en aquel cuartel del Gobierno Mundial los que me habían hecho empezar a plantearme aquello. Allí ambos habíamos combatido a dos famosos Revolucionarios y, mientras yo llevaba ventaja frente al más poderoso de los dos cuando nos ordenaron retirarnos, el peliblanco había necesitado que yo le sacase de allí, pues no era capaz de continuar luchando tras caer derrotado. Eso sí, no tenía intención de causar ningún problema. Tenía un gran respeto por Hachiro y por sus capacidades, por lo que mi próximo movimiento sería hablar con él en privado. Estaba seguro de que, entre dos personas de nuestro nivel intelectual y de pensamiento lógico, no sería muy complicado llegar a la misma conclusión. De hecho, sabiendo lo orgulloso que era el peliblanco, era incluso posible que él estuviese dando vueltas también a ese mismo asunto.
Volviendo a la conversación con Ellie, me resultaron intrigantes sus palabras sobre una Akuma no mi. Así que era usuaria... Esa era una información interesante, dado que no figuraba en su ficha. No obstante, parecía tener cierto temor a sus propios poderes aún. ¿Qué clase de habilidades poseería? Tendría que averiguarlo durante la evaluación.
Una vez la Iniciada terminó de hablar, me tomé un momento para dejar que mi interlocutora intentase analizarme y, al mismo tiempo, observar cómo reaccionaba. Tras unos segundos, comencé a hablar con voz grave y calmada:
- No debes preocuparte por expresar con sinceridad tus opiniones ante mí, Ellie. Una de las cosas que más valoro en un agente es la capacidad de pensar por sí mismo y de criticar adecuadamente las órdenes si estas están mal dadas. Sin embargo, no pienses que esa es la tónica general en el Cipher Pol. En nuestras filas abundan los fanáticos y los títeres que cumplen cualquier encomienda sin cuestionarse lo más mínimo si es o no correcta, y probablemente te mirarían con recelo cuanto menos si expresases tan abiertamente ideas como las que acabas de exponer. Por lo tanto, si vas a ser parte de nuestra organización, debes aprender a ser más precavida en cuanto a con quién compartes tus pensamientos.
De nuevo, hice una pausa, permitiendo a la mink procesar mis palabras. No se trataba ni mucho menos de una reprimenda, sino de un consejo, y mi tono de voz así había pretendido expresarlo. Poco después, continué, mirando fijamente a los ojos de mi interlocutora:
- Si estás aquí imagino que estarás familiarizada con el Seimei Kikkan. Ahora bien, ¿eres plenamente consciente de qué es realmente y de cómo nos permite, con mucho entrenamiento, adquirir las habilidades secretas conocidas como Rokushiki?
Tras esta pregunta, dejaría a la Iniciada que respondiese. Mi intención era comprobar si verdaderamente entendía el funcionamiento del Rokushiki, o si simplemente se limitaba a querer aprender esas poderosas técnicas que rebasaban todos los límites del ser humano. Este punto era importante, pues un entendimiento amplio del significado de nuestras habilidades posibilitaba alcanzar la maestría en ellas. Una vez contestase, le haría dos últimas preguntas antes de comenzar con la parte física de la evaluación:
- ¿Conoces alguna de las técnicas del Rokushiki? ¿Cuál de las que no conoces estás más interesada en aprender?
Por suerte para ella, no se encontraba ante uno de los muchos fanáticos que poblaban las filas del Cipher Pol, sino con alguien escéptico y con pensamiento propio. De no haber sido así, es probable que hubiese sido expulsada del cuerpo, y tal vez incluso acusada de traición, aunque esto hubiera sido a todas luces excesivo. No obstante, dada la radicalidad de ciertos agentes, tampoco me parecía algo imposible. Por su propio bien, Ellie iba a tener que aprender a controlar su sinceridad.
Sin embargo, para unos oídos como los míos las confesiones de la Iniciada sonaban interesantes. Expresaban la misma agudeza mental y capacidad de pensamiento crítico que yo tanto valoraba, la propia razón por encima de la obediencia ciega. Desde luego, la entrevista con Ellie comenzaba con buen pie. Hachiro parecía haber tenido buen ojo enviándomela para que la evaluase.
El nombre del líder de Sombras del Deber trajo de nuevo a mi mente un debate interno que llevaba ya un tiempo abierto. Desde los acontecimientos de Gray Rock, no podía evitar pensar que urgía un cambio en la jerarquía de nuestra División. Hachiro era un líder intelectualmente más que preparado, pero yo no era inferior a él en ese aspecto. Además, aunque eso para mí era lo menos importante, mi rango dentro del Cipher Pol era considerablemente más alto que el suyo. No obstante, habían sido los sucesos en aquel cuartel del Gobierno Mundial los que me habían hecho empezar a plantearme aquello. Allí ambos habíamos combatido a dos famosos Revolucionarios y, mientras yo llevaba ventaja frente al más poderoso de los dos cuando nos ordenaron retirarnos, el peliblanco había necesitado que yo le sacase de allí, pues no era capaz de continuar luchando tras caer derrotado. Eso sí, no tenía intención de causar ningún problema. Tenía un gran respeto por Hachiro y por sus capacidades, por lo que mi próximo movimiento sería hablar con él en privado. Estaba seguro de que, entre dos personas de nuestro nivel intelectual y de pensamiento lógico, no sería muy complicado llegar a la misma conclusión. De hecho, sabiendo lo orgulloso que era el peliblanco, era incluso posible que él estuviese dando vueltas también a ese mismo asunto.
Volviendo a la conversación con Ellie, me resultaron intrigantes sus palabras sobre una Akuma no mi. Así que era usuaria... Esa era una información interesante, dado que no figuraba en su ficha. No obstante, parecía tener cierto temor a sus propios poderes aún. ¿Qué clase de habilidades poseería? Tendría que averiguarlo durante la evaluación.
Una vez la Iniciada terminó de hablar, me tomé un momento para dejar que mi interlocutora intentase analizarme y, al mismo tiempo, observar cómo reaccionaba. Tras unos segundos, comencé a hablar con voz grave y calmada:
- No debes preocuparte por expresar con sinceridad tus opiniones ante mí, Ellie. Una de las cosas que más valoro en un agente es la capacidad de pensar por sí mismo y de criticar adecuadamente las órdenes si estas están mal dadas. Sin embargo, no pienses que esa es la tónica general en el Cipher Pol. En nuestras filas abundan los fanáticos y los títeres que cumplen cualquier encomienda sin cuestionarse lo más mínimo si es o no correcta, y probablemente te mirarían con recelo cuanto menos si expresases tan abiertamente ideas como las que acabas de exponer. Por lo tanto, si vas a ser parte de nuestra organización, debes aprender a ser más precavida en cuanto a con quién compartes tus pensamientos.
De nuevo, hice una pausa, permitiendo a la mink procesar mis palabras. No se trataba ni mucho menos de una reprimenda, sino de un consejo, y mi tono de voz así había pretendido expresarlo. Poco después, continué, mirando fijamente a los ojos de mi interlocutora:
- Si estás aquí imagino que estarás familiarizada con el Seimei Kikkan. Ahora bien, ¿eres plenamente consciente de qué es realmente y de cómo nos permite, con mucho entrenamiento, adquirir las habilidades secretas conocidas como Rokushiki?
Tras esta pregunta, dejaría a la Iniciada que respondiese. Mi intención era comprobar si verdaderamente entendía el funcionamiento del Rokushiki, o si simplemente se limitaba a querer aprender esas poderosas técnicas que rebasaban todos los límites del ser humano. Este punto era importante, pues un entendimiento amplio del significado de nuestras habilidades posibilitaba alcanzar la maestría en ellas. Una vez contestase, le haría dos últimas preguntas antes de comenzar con la parte física de la evaluación:
- ¿Conoces alguna de las técnicas del Rokushiki? ¿Cuál de las que no conoces estás más interesada en aprender?
Ellie
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
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La loba no pudo evitar lamerse la pata a la par que escuchaba a Thawne. Tenía cierto nerviosismo, y sin duda se transmitía en gestos como aquél. La pequeña reprimenda hizo que la mink agachase ligeramente la cabeza. Era la segunda vez que alguien le echaba una regañina en el gobierno, y ambas habían sido por su “excesiva sinceridad”. Tendría que reflexionar por ello, sin duda.
Cuando el agente acabó, Ellie se limitó a asentir con la cabeza. Se había decidido a cambiar aquél punto de su personalidad dependiendo de la persona que tuviese delante, pero todo conllevaría un pequeño periodo de transición. Quién sabe cuál sería la mejor opción para modificar aquella conducta.
Tras la breve reflexión, la loba miró a los ojos a Thawne, e intentó obtener toda la información que su rostro diese. Le preguntó si conocía los secretos del Seimei Kikan, así como los límites a los que el usuario debía llevar su cuerpo para controlarlo a la perfección.
- Sí, señor Thawne. Conozco los secretos del Seimei Kikan. He leído todos o casi todos los libros de la biblioteca, aunque reconozco que lo he visto pocas veces en persona. Es la clave del Rokushiki y, por ende, la primera técnica que se suele aprender. Soy consciente del esfuerzo físico que conlleva, así como los límites a los que hay que llevar el cuerpo para controlarlo. Dígame, señor Thawne. ¿Cómo se siente alguien teniendo semejante poder?
Ellie sabía que Thawne tenía una gran reputación en la agencia, así como conocía de la alta jerarquía del humano. Pero… Hasta ahora había sido demasiado “normal”. Ninguna prepotencia, ninguna mala contestación… Nunca había conocido a alguien tan fuerte que fuese a la vez tan amigable y cercano.
Finalmente, el agente decidió preguntar algo que pilló por sorpresa a la mink, y fue acerca de las técnicas del Rokushiki que conocía. La loba, sin dejar de mirar a los ojos a Thawne, respiró profundo y contestó de manera sincera, obviando por unos instantes la primera reprimenda del agente.
- Lo siento, señor Thawne, pero aún no conozco la base del Rokushiki. He intentado entrenarlo por mi cuenta, pero no he sido capaz de lograr ningún avance significativo. ¿Me daría usted una clase? Estoy seguro que podré avanzar mucho más en diez minutos con usted que veinte horas por mi cuenta.
La joven pensó que era buena idea pedir algo de ayuda en ese momento, y entonces recordó que quizá medirían sus fuerzas después. Ellie tenía claro que el nivel de fuerza entre ambos contendientes estaba a años luz, pero seguía ofuscada con su fruta. Quizá sería mejor mencionarlo antes de que su rival saliese dañado por accidente.
- Pero antes… He de decirle algo. Si entrenamos, o en algún momento quieres medir mis fuerzas… He de decirte que pese a que nuestros poderes distan bastante de estar igualados, aún no soy consciente del poder real de mi fruta. He conseguido controlarla, en condiciones normales, no haré daño a nadie que no quiera. Pero si me llevan hasta el límite… -la cara de Ellie cambió por completo, recordando el último incidente en la misión de “los arcos rojos”- Tengo miedo de causarle algún daño sin querer. No quiero que esto suene prepotente, ni mucho menos. Pero…
La mink se acercó hasta una de las mancuernas situadas en una pared paralela y se acercó de nuevo hasta el agente. Rasgó un poco el metal, para que su compañero viese de qué se trataba.
- Creo que será mejor que conozcas mi poder antes de elegir qué es lo que quieres saber de mí.
Ellie transformó su mano en lava y empezó a fundir la pesa. Llevó su temperatura hasta los cien grados, para después incrementarla doscientos y, tras diez segundos, llegar a los seiscientos. El metal empezó a desfigurarse, aunque no terminó de fundirse. Algunas gotas de lava cayeron al suelo, y tras cuarenta segundos, dejó la mancuerna sobre el suelo.
- Mi akuma no mi me permite controlar la lava. No me gustaría que se confiara y al intentar golpearme… Ya sabe.
En aquél momento Ellie se sintió algo estúpida. No creía que alguien del poder de Thawne se confiase de tal manera, y mucho menos creía que el agente no tuviese conocimiento del poder de la natural de Zou. Al fin y al cabo, si la habían llamado, sería por algo.
Cuando el agente acabó, Ellie se limitó a asentir con la cabeza. Se había decidido a cambiar aquél punto de su personalidad dependiendo de la persona que tuviese delante, pero todo conllevaría un pequeño periodo de transición. Quién sabe cuál sería la mejor opción para modificar aquella conducta.
Tras la breve reflexión, la loba miró a los ojos a Thawne, e intentó obtener toda la información que su rostro diese. Le preguntó si conocía los secretos del Seimei Kikan, así como los límites a los que el usuario debía llevar su cuerpo para controlarlo a la perfección.
- Sí, señor Thawne. Conozco los secretos del Seimei Kikan. He leído todos o casi todos los libros de la biblioteca, aunque reconozco que lo he visto pocas veces en persona. Es la clave del Rokushiki y, por ende, la primera técnica que se suele aprender. Soy consciente del esfuerzo físico que conlleva, así como los límites a los que hay que llevar el cuerpo para controlarlo. Dígame, señor Thawne. ¿Cómo se siente alguien teniendo semejante poder?
Ellie sabía que Thawne tenía una gran reputación en la agencia, así como conocía de la alta jerarquía del humano. Pero… Hasta ahora había sido demasiado “normal”. Ninguna prepotencia, ninguna mala contestación… Nunca había conocido a alguien tan fuerte que fuese a la vez tan amigable y cercano.
Finalmente, el agente decidió preguntar algo que pilló por sorpresa a la mink, y fue acerca de las técnicas del Rokushiki que conocía. La loba, sin dejar de mirar a los ojos a Thawne, respiró profundo y contestó de manera sincera, obviando por unos instantes la primera reprimenda del agente.
- Lo siento, señor Thawne, pero aún no conozco la base del Rokushiki. He intentado entrenarlo por mi cuenta, pero no he sido capaz de lograr ningún avance significativo. ¿Me daría usted una clase? Estoy seguro que podré avanzar mucho más en diez minutos con usted que veinte horas por mi cuenta.
La joven pensó que era buena idea pedir algo de ayuda en ese momento, y entonces recordó que quizá medirían sus fuerzas después. Ellie tenía claro que el nivel de fuerza entre ambos contendientes estaba a años luz, pero seguía ofuscada con su fruta. Quizá sería mejor mencionarlo antes de que su rival saliese dañado por accidente.
- Pero antes… He de decirle algo. Si entrenamos, o en algún momento quieres medir mis fuerzas… He de decirte que pese a que nuestros poderes distan bastante de estar igualados, aún no soy consciente del poder real de mi fruta. He conseguido controlarla, en condiciones normales, no haré daño a nadie que no quiera. Pero si me llevan hasta el límite… -la cara de Ellie cambió por completo, recordando el último incidente en la misión de “los arcos rojos”- Tengo miedo de causarle algún daño sin querer. No quiero que esto suene prepotente, ni mucho menos. Pero…
La mink se acercó hasta una de las mancuernas situadas en una pared paralela y se acercó de nuevo hasta el agente. Rasgó un poco el metal, para que su compañero viese de qué se trataba.
- Creo que será mejor que conozcas mi poder antes de elegir qué es lo que quieres saber de mí.
Ellie transformó su mano en lava y empezó a fundir la pesa. Llevó su temperatura hasta los cien grados, para después incrementarla doscientos y, tras diez segundos, llegar a los seiscientos. El metal empezó a desfigurarse, aunque no terminó de fundirse. Algunas gotas de lava cayeron al suelo, y tras cuarenta segundos, dejó la mancuerna sobre el suelo.
- Mi akuma no mi me permite controlar la lava. No me gustaría que se confiara y al intentar golpearme… Ya sabe.
En aquél momento Ellie se sintió algo estúpida. No creía que alguien del poder de Thawne se confiase de tal manera, y mucho menos creía que el agente no tuviese conocimiento del poder de la natural de Zou. Al fin y al cabo, si la habían llamado, sería por algo.
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Akuma no mi
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Por el momento, la entrevista con la mink estaba resultando ciertamente interesante. Entre otras características, gracias a nuestra conversación estaba pudiendo observar un agudo intelecto, una gran sinceridad, un carácter amable y cierto grado de nerviosismo o inseguridad, evidente en gestos como los frecuentes lametones en su brazo. Parecía prometedora, aunque como todo novato aún tenía muchas cosas por pulir.
Su respuesta sobre el Seimei Kikkan fue satisfactoria, pues era todo lo que podía esperarse de un Iniciado. Como tal, carecía del conocimiento sobre el verdadero poder de la técnica que proporciona la experiencia, pero parecía comprender lo básico. En cuanto a las distintas técnicas que componían el arte del Rokushiki, tampoco fue una sorpresa que aún no conociese ninguna. La loba acababa de ingresar en la organización, bastante habría tenido con asimilar tan rápido las bases del Seimei Kikkan.
La petición de Ellie de entrenar me agradó profundamente. Si había algo necesario para progresar, no solo en el Cipher Pol sino en cualquier ámbito de la vida, eso era el ferviente deseo de ser mejor. Esa llama parecía arder con intensidad en los ojos de la Iniciada, lo que hacía que su perfil cobrase aún más interés de cara al futuro.
Poco después, sin darme tiempo a contestar, la loba volvió al tema de su Akuma no mi. Resultaba intrigante, pues parecía que incluso ella misma estaba asustada de su propio poder. Y lo más curioso de todo era que daba la sensación de que lo estaba más por la seguridad de quienes la rodeaban que por la suya propia, lo que denotaba un gran corazón. Eso siempre era positivo, aunque con matices. Yo no le exigiría elegir entre su misión y sus valores, pero con seguridad algún otro agente de alto rango lo haría más temprano que tarde. ¿Hacia dónde se inclinaría en ese momento la mink?
No hubo tiempo para más reflexiones, pues en aquel instante Ellie hizo una interesante revelación. Cogió una mancuerna y, para mi sorpresa, transformó su mano en lo que parecía lava. Pronto un calor abrasador comenzó a brotar de ella, y la pesa metálica fue poco a poco deformándose presa de las altas temperaturas. Finalizada su demostración, la mink dejó la mancuerna en el suelo. Finalmente todo cuadraba. Se trataba de una usuaria Logia. Ahora sí que el interés en contar con ella en nuestra división tomaba una nueva dimensión. A su perfil de persona inteligente y con buen corazón se unía un poder con un enorme potencial, y de una clase muy difícil de ver entre los miembros de nuestra organización. Una habilidad ciertamente poco discreta, pero que dotaba a Ellie de un amplio abanico de posibilidades. Mirando a la Iniciada a los ojos, decidí responder:
- Se trata sin duda de un poder muy útil, pero también peligroso. No seré yo quien te diga que no hagas uso de él, pues te hará mucha falta en el futuro para sobrevivir ante los poderosos enemigos a los que deberás enfrentarte, pero debes concentrarte en dominarlo para evitar accidentes. Tu habilidad tiene el potencial de ser tremendamente destructiva, y me alegra que esté en manos de alguien con buen corazón.
Y ahora, - dije, haciendo una pequeña pausa para que Ellie asimilase mis palabras, - hablemos más en profundidad sobre el Seimei Kikkan. Como bien has dicho, se trata de la base del Rokushiki y, como tal, es lo primero que se enseña a toda persona que entra en la organización. No obstante, no se proporciona un conocimiento profundo sobre él, sino que únicamente se muestra lo necesario para permitir desarrollar el resto de técnicas. Pero si miras bajo la superficie, podrás ver un gran potencial. Al fin y al cabo, el Seimei Kikkan es la capacidad de controlar el propio cuerpo, desde las uñas de tus pies al último pelo de tu cabeza. Debes comprender, por tanto, que las posibilidades que otorga van mucho más allá de ser un mero instrumento para el aprendizaje de técnicas más poderosas.
En particular en tu caso, siendo una mink, espero que comprendas la versatilidad que un verdadero dominio del Seimei Kikkan podría darte. Sin pararme demasiado a pensar se me ocurre que podrías llegar a hacer cosas como manejar a voluntad tu pelaje, tus garras o tu cola, aparte de lograr capacidades similares a las que podemos hacer los humanos. Dentro de esto se incluyen, por ejemplo, la capacidad de variar ligeramente el tamaño del propio cuerpo, o la de amplificar ciertas capacidades durante un tiempo. ¿Hay algo de todo esto que te interese especialmente, Ellie?
Tras mi pregunta, observé con atención a mi interlocutora, buscando analizar sus reacciones. Si la mink era tan inteligente como parecía, seguramente se daría cuenta de la tremenda utilidad de desarrollar las habilidades que acababa de describirle, e incluso podía ser que me sorprendiese aplicándolas de un modo original que no esperase.
Su respuesta sobre el Seimei Kikkan fue satisfactoria, pues era todo lo que podía esperarse de un Iniciado. Como tal, carecía del conocimiento sobre el verdadero poder de la técnica que proporciona la experiencia, pero parecía comprender lo básico. En cuanto a las distintas técnicas que componían el arte del Rokushiki, tampoco fue una sorpresa que aún no conociese ninguna. La loba acababa de ingresar en la organización, bastante habría tenido con asimilar tan rápido las bases del Seimei Kikkan.
La petición de Ellie de entrenar me agradó profundamente. Si había algo necesario para progresar, no solo en el Cipher Pol sino en cualquier ámbito de la vida, eso era el ferviente deseo de ser mejor. Esa llama parecía arder con intensidad en los ojos de la Iniciada, lo que hacía que su perfil cobrase aún más interés de cara al futuro.
Poco después, sin darme tiempo a contestar, la loba volvió al tema de su Akuma no mi. Resultaba intrigante, pues parecía que incluso ella misma estaba asustada de su propio poder. Y lo más curioso de todo era que daba la sensación de que lo estaba más por la seguridad de quienes la rodeaban que por la suya propia, lo que denotaba un gran corazón. Eso siempre era positivo, aunque con matices. Yo no le exigiría elegir entre su misión y sus valores, pero con seguridad algún otro agente de alto rango lo haría más temprano que tarde. ¿Hacia dónde se inclinaría en ese momento la mink?
No hubo tiempo para más reflexiones, pues en aquel instante Ellie hizo una interesante revelación. Cogió una mancuerna y, para mi sorpresa, transformó su mano en lo que parecía lava. Pronto un calor abrasador comenzó a brotar de ella, y la pesa metálica fue poco a poco deformándose presa de las altas temperaturas. Finalizada su demostración, la mink dejó la mancuerna en el suelo. Finalmente todo cuadraba. Se trataba de una usuaria Logia. Ahora sí que el interés en contar con ella en nuestra división tomaba una nueva dimensión. A su perfil de persona inteligente y con buen corazón se unía un poder con un enorme potencial, y de una clase muy difícil de ver entre los miembros de nuestra organización. Una habilidad ciertamente poco discreta, pero que dotaba a Ellie de un amplio abanico de posibilidades. Mirando a la Iniciada a los ojos, decidí responder:
- Se trata sin duda de un poder muy útil, pero también peligroso. No seré yo quien te diga que no hagas uso de él, pues te hará mucha falta en el futuro para sobrevivir ante los poderosos enemigos a los que deberás enfrentarte, pero debes concentrarte en dominarlo para evitar accidentes. Tu habilidad tiene el potencial de ser tremendamente destructiva, y me alegra que esté en manos de alguien con buen corazón.
Y ahora, - dije, haciendo una pequeña pausa para que Ellie asimilase mis palabras, - hablemos más en profundidad sobre el Seimei Kikkan. Como bien has dicho, se trata de la base del Rokushiki y, como tal, es lo primero que se enseña a toda persona que entra en la organización. No obstante, no se proporciona un conocimiento profundo sobre él, sino que únicamente se muestra lo necesario para permitir desarrollar el resto de técnicas. Pero si miras bajo la superficie, podrás ver un gran potencial. Al fin y al cabo, el Seimei Kikkan es la capacidad de controlar el propio cuerpo, desde las uñas de tus pies al último pelo de tu cabeza. Debes comprender, por tanto, que las posibilidades que otorga van mucho más allá de ser un mero instrumento para el aprendizaje de técnicas más poderosas.
En particular en tu caso, siendo una mink, espero que comprendas la versatilidad que un verdadero dominio del Seimei Kikkan podría darte. Sin pararme demasiado a pensar se me ocurre que podrías llegar a hacer cosas como manejar a voluntad tu pelaje, tus garras o tu cola, aparte de lograr capacidades similares a las que podemos hacer los humanos. Dentro de esto se incluyen, por ejemplo, la capacidad de variar ligeramente el tamaño del propio cuerpo, o la de amplificar ciertas capacidades durante un tiempo. ¿Hay algo de todo esto que te interese especialmente, Ellie?
Tras mi pregunta, observé con atención a mi interlocutora, buscando analizar sus reacciones. Si la mink era tan inteligente como parecía, seguramente se daría cuenta de la tremenda utilidad de desarrollar las habilidades que acababa de describirle, e incluso podía ser que me sorprendiese aplicándolas de un modo original que no esperase.
Ellie
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Sin duda la primera percepción de Ellie era correcta. Aquél hombre que tenía enfrente era un referente a seguir. Ya no por lo que se decía de él, sino por lo que estaba denotando con cada gesto y palabra que mostraba.
Tras la demostración de poderes de la loba, Thawne elogió su potencial, algo que hizo sonrojar en exceso a la mink. Incluso volvió a relamerse la pata continuamente sin darse cuenta, acto que tenía ya tan interiorizado que acababa siendo un mecanismo de defensa ante situaciones similares.
En ese momento todo empezó a tomar un camino que a Ellie le agradó. Anders empezó a hablar sobre el Seimei Kikkan. La mayoría de conceptos ya los tenía interiorizados la loba, sin embargo, no había caído en la peligrosidad de la técnica en sí. Sabía que era la base para lo demás, pero… ¿Hasta dónde podrían llegar sus capacidades en ese sentido?
- Creo que todo el Rokushiki es altamente peligroso por la complejidad de una perfecta ejecución -comentó la loba mirando a los ojos al humano-. Y como no, la base del estilo también debe serlo.
Entonces, la mink pasó la palma de su pata por su antebrazo, notando el aterciopelado tacto de su sedoso pelaje. Y entonces se dió cuenta del potencial de la técnica. Realmente había pasado por encima todas las posibilidades que le brindaba un total y completo control de su cuerpo. Gracias a Thawne, ahora sabía algo más. No debía quedarse en lo superficial de la teoría, debía ir más allá.
- Supongo que como buena novata, he pasado por alto muchos detalles. Me siento un tanto estúpida -comentó a la par que agachaba la cabeza-. Pero bueno, lo importante es aprender. Y con tan solo estar unos minutos contigo, ya he aprendido una valiosa lección. Nada de lo que aquí pueda aprender será suficiente, siempre deberé ir más allá, y eso conllevará mayor esfuerzo y sacrificio. Algo que estoy dispuesta a correr.
Ellie volvió a lamerse la pata un par de veces, intentando pensar qué era lo que más útil le sería de aquella técnica. Intentó pensar rápido, pero lo cierto era que perdió completamente la noción del tiempo mientras cavilaba sus opciones. Bien era cierto que podía usar su cola y moverla “más o menos” a su gusto. Tenía un gran pelaje, unos duros y afilados colmillos, y unas garras agudas y dañinas. Cualquiera de esas opciones sería muy potente, pero no era capaz de decidirse por una.
- El pelaje es nuestro principal rasgo -comentó en voz alta, pensando que también era su principal carga ante el mundo-, por lo que quizá fuese la mejor opción. Sin embargo… Lo que más utilizo son las extremidades, tanto puños como piés. Y ahí poseo unas garras que, bien usadas, pueden cortar cualquier tipo de piel -Ellie alzó la pata derecha e hizo ver sus afiladas garras-. Creo que cualquiera de las dos opciones sería increíble. Y creo que me estoy decantando más por una que por otra, sin embargo… ¿Sería muy indiscreto si le pido su opinión? Creo que usted me puede hacer ver, desde la experiencia, qué sería más útil. Aunque es cierto que no me ha visto pelear, ni sabe cómo me muevo, he de decirle que mi estilo de lucha es ágil y directo. Se centra en esquivar y golpear rápido. Y luego está el tema de la akuma no mi que has visto. No sé, quizá pueda haber alguna combinación que se me pase por la cabeza.
Era cierto que la joven loba no tenía muy claro si estaba excediendo la confianza que tenía con Thawne, pero si éste y su grupo habían depositado fé en ella, quizá sería mejor que la ayudasen a pulir sus habilidades en función de la experiencia que ya tenían.
Tras la demostración de poderes de la loba, Thawne elogió su potencial, algo que hizo sonrojar en exceso a la mink. Incluso volvió a relamerse la pata continuamente sin darse cuenta, acto que tenía ya tan interiorizado que acababa siendo un mecanismo de defensa ante situaciones similares.
En ese momento todo empezó a tomar un camino que a Ellie le agradó. Anders empezó a hablar sobre el Seimei Kikkan. La mayoría de conceptos ya los tenía interiorizados la loba, sin embargo, no había caído en la peligrosidad de la técnica en sí. Sabía que era la base para lo demás, pero… ¿Hasta dónde podrían llegar sus capacidades en ese sentido?
- Creo que todo el Rokushiki es altamente peligroso por la complejidad de una perfecta ejecución -comentó la loba mirando a los ojos al humano-. Y como no, la base del estilo también debe serlo.
Entonces, la mink pasó la palma de su pata por su antebrazo, notando el aterciopelado tacto de su sedoso pelaje. Y entonces se dió cuenta del potencial de la técnica. Realmente había pasado por encima todas las posibilidades que le brindaba un total y completo control de su cuerpo. Gracias a Thawne, ahora sabía algo más. No debía quedarse en lo superficial de la teoría, debía ir más allá.
- Supongo que como buena novata, he pasado por alto muchos detalles. Me siento un tanto estúpida -comentó a la par que agachaba la cabeza-. Pero bueno, lo importante es aprender. Y con tan solo estar unos minutos contigo, ya he aprendido una valiosa lección. Nada de lo que aquí pueda aprender será suficiente, siempre deberé ir más allá, y eso conllevará mayor esfuerzo y sacrificio. Algo que estoy dispuesta a correr.
Ellie volvió a lamerse la pata un par de veces, intentando pensar qué era lo que más útil le sería de aquella técnica. Intentó pensar rápido, pero lo cierto era que perdió completamente la noción del tiempo mientras cavilaba sus opciones. Bien era cierto que podía usar su cola y moverla “más o menos” a su gusto. Tenía un gran pelaje, unos duros y afilados colmillos, y unas garras agudas y dañinas. Cualquiera de esas opciones sería muy potente, pero no era capaz de decidirse por una.
- El pelaje es nuestro principal rasgo -comentó en voz alta, pensando que también era su principal carga ante el mundo-, por lo que quizá fuese la mejor opción. Sin embargo… Lo que más utilizo son las extremidades, tanto puños como piés. Y ahí poseo unas garras que, bien usadas, pueden cortar cualquier tipo de piel -Ellie alzó la pata derecha e hizo ver sus afiladas garras-. Creo que cualquiera de las dos opciones sería increíble. Y creo que me estoy decantando más por una que por otra, sin embargo… ¿Sería muy indiscreto si le pido su opinión? Creo que usted me puede hacer ver, desde la experiencia, qué sería más útil. Aunque es cierto que no me ha visto pelear, ni sabe cómo me muevo, he de decirle que mi estilo de lucha es ágil y directo. Se centra en esquivar y golpear rápido. Y luego está el tema de la akuma no mi que has visto. No sé, quizá pueda haber alguna combinación que se me pase por la cabeza.
Era cierto que la joven loba no tenía muy claro si estaba excediendo la confianza que tenía con Thawne, pero si éste y su grupo habían depositado fé en ella, quizá sería mejor que la ayudasen a pulir sus habilidades en función de la experiencia que ya tenían.
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A medida que la loba iba hablando, mi buena opinión sobre ella se afianzaba cada vez más. Sus palabras denotaban humildad, inteligencia y, sobre todo, la decidida voluntad de escuchar, aprender y esforzarse al máximo para progresar. Y esos rasgos de su personalidad la hacían potencialmente más valiosa para nuestra división que cualquier akuma no mi. Su facilidad para asimilar mis palabras, darse cuenta de lo limitado de su visión acerca del Seimei Kikkan hasta aquel momento y de las posibilidades que se abrían ante ella si dominaba realmente dicha técnica, y además establecer sus propios razonamientos para terminar pidiendo nuevamente consejo... Aquella mink definitivamente apuntaba a convertirse en una gran agente en un futuro no muy lejano.
- Tienes razón, Ellie. Si lo que buscas es moverte con celeridad y golpear rápido ser capaz de manipular tus garras podría ser de gran ayuda. Incluso aprovechar, como has dicho, para de algún modo combinar esto con el elemento del que tu cuerpo está formado podría ser una muy buena idea.
La verdad era que el hecho de ser una mink junto con las peculiares y poderosas capacidades que su fruta del diablo le otorgaba concedían a Ellie multitud de posibilidades a la hora de improvisar nuevos modos de utilizar el Seimei Kikkan, y el Rokushiki en general. Solo su imaginación podría poner límites a dichos progresos.
- De acuerdo, - dije mientras mis ojos se fijaban en los de la loba con seriedad, tratando de hacerle entender que había llegado el momento de la verdad. - ha llegado la hora de probar tus habilidades en el combate. Quiero que te enfoques en intentar encontrar algún nuevo uso para el Seimei Kikkan como hemos hablado. Mientras tanto, ¡demuéstrame de qué eres capaz!
Mientras las últimas palabras salían de mis labios, adopte una posición de guardia, expectante. Quería observar con detenimiento los movimientos de la mink y analizar al detalle sus habilidades en el combate, sus fortalezas, debilidades y principales focos de mejora, para así hacerme una idea lo más precisa posible de su nivel actual y su potencial.
- Tienes razón, Ellie. Si lo que buscas es moverte con celeridad y golpear rápido ser capaz de manipular tus garras podría ser de gran ayuda. Incluso aprovechar, como has dicho, para de algún modo combinar esto con el elemento del que tu cuerpo está formado podría ser una muy buena idea.
La verdad era que el hecho de ser una mink junto con las peculiares y poderosas capacidades que su fruta del diablo le otorgaba concedían a Ellie multitud de posibilidades a la hora de improvisar nuevos modos de utilizar el Seimei Kikkan, y el Rokushiki en general. Solo su imaginación podría poner límites a dichos progresos.
- De acuerdo, - dije mientras mis ojos se fijaban en los de la loba con seriedad, tratando de hacerle entender que había llegado el momento de la verdad. - ha llegado la hora de probar tus habilidades en el combate. Quiero que te enfoques en intentar encontrar algún nuevo uso para el Seimei Kikkan como hemos hablado. Mientras tanto, ¡demuéstrame de qué eres capaz!
Mientras las últimas palabras salían de mis labios, adopte una posición de guardia, expectante. Quería observar con detenimiento los movimientos de la mink y analizar al detalle sus habilidades en el combate, sus fortalezas, debilidades y principales focos de mejora, para así hacerme una idea lo más precisa posible de su nivel actual y su potencial.
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La mink no podía dejar de ojear a Thawne. Su presencia y su sabiduría inundaban su mente, y por momentos pensó en que quizá, con el tiempo, podría llegar a ser alguien como él. Pronto esa idea se despejó de su mente cuando prestó más atención a las conjeturas e ideas de su compañero que a los planes futuros e inciertos que brotaban en su mente.
Por lo visto el agente pensaba igual que ella. Quizá el juego con las garras tenía más beneficios que el que pudiera surgir del pelaje, además de contar con el beneficio de ser algo inesperado, que siempre era algo a tener en cuenta. O al menos, menos esperado que el pelaje, que ya de por sí llamaba la atención a simple vista.
Estoy lista Pensó a la par que observaba cómo su compañero adoptaba una pose claramente defensiva. Era evidente que le cedía la intención de empezar el combate. Quizá quisiera fijarse en algo. ¿Cómo debía actuar ahora la loba?
Con cierto miedo a no ser lo que su compañero buscaba, Ellie sacó sus garras, haciendo caso a lo que Anders había comentado. Lo cierto era que dominar el Seimei Kikkan era todo un reto para ella, y aún lo era más estando delante de quien estaba. ¿Presión? Sí, pero más que presión la joven agente tenía miedo de ser rechazada por no dar la talla. Pese a ello, intentaría con todas sus ganas y haría aquello que estuviese a su alcance para dominar la extraña herramienta que el gobierno ponía en sus manos.
Realmente la loba sabía que no era rival para Thawne. Que ni siquiera sería capaz de golpearle si éste no quería. Pero le intrigaba saber qué valoración daría a sus movimientos, si la consideraría apta, si vería el potencial que ella creía tener… Y sobre todo, si creía que podía llegar a ser alguien respetable en el cuerpo. La opinión de un agente como Anders era muy a tener en cuenta.
Con semblante serio, garras fuera, mirada desafiante y el cuerpo ligeramente inclinado, la mink asintió con la cabeza, dándole a entender a su compañero que estaba lista para realizar el primer envite. Flexionando ligeramente las rodillas, Ellie utilizó su electro para impulsarse a gran velocidad hacia su rival. Conforme se iba acercando fue contrayendo las muñecas y adoptando una pose distinta, intentando que sus uñas se moldeasen a su gusto. O al menos se moldeasen. O se moviesen mínimamente. Lo cierto era que cualquier cosa valía para empezar.
Una vez llegó hasta su compañero, intentaría darle un puñetazo en el pecho con la pata derecha -empleando de nuevo su electro para crear una pequeña descarga tras el golpe-, y tras ello extendería su garra e intentaría realizar una marca en el estómago con el izquierdo. Finalmente, y antes de dar un salto hacia atrás, realizaría una patada cuya intención era dar en el tobillo derecho del agente.
Seguro que no conseguía nada, pero aquello era una simple demostración de su habilidad con el electro. Que el agente viese la velocidad que podía alcanzar sería un punto a favor -al menos eso creía ella siendo tan novata como era-, y además, si Thawne era capaz de percibir la pequeña descarga, seguro que sentía cierta curiosidad por aquella habilidad. Quizá incluso no supiera a qué se debía. En cualquiera de los casos, Ellie se limitaría a hacer gala de su agilidad y su electro, pero en ningún caso emplearía su akuma no mi. No hasta que fuese capaz de controlarla hasta el punto de no herir de gravedad a sus compañeros. Quién sabe si, para ser compañero de Thawne, éste le pediría que la usara. En tal caso no le quedaría más remedio, pero ya había advertido al agente de la peligrosidad de su habilidad especial.
Tenía un mal presentimiento, pero no estaba segura de si era respecto a la akuma, a su compañero, o a cualquier otra circunstancia próxima. Pero algo no le olía nada bien. Y de olfato la loba no iba escasa, precisamente.
Por lo visto el agente pensaba igual que ella. Quizá el juego con las garras tenía más beneficios que el que pudiera surgir del pelaje, además de contar con el beneficio de ser algo inesperado, que siempre era algo a tener en cuenta. O al menos, menos esperado que el pelaje, que ya de por sí llamaba la atención a simple vista.
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Con cierto miedo a no ser lo que su compañero buscaba, Ellie sacó sus garras, haciendo caso a lo que Anders había comentado. Lo cierto era que dominar el Seimei Kikkan era todo un reto para ella, y aún lo era más estando delante de quien estaba. ¿Presión? Sí, pero más que presión la joven agente tenía miedo de ser rechazada por no dar la talla. Pese a ello, intentaría con todas sus ganas y haría aquello que estuviese a su alcance para dominar la extraña herramienta que el gobierno ponía en sus manos.
Realmente la loba sabía que no era rival para Thawne. Que ni siquiera sería capaz de golpearle si éste no quería. Pero le intrigaba saber qué valoración daría a sus movimientos, si la consideraría apta, si vería el potencial que ella creía tener… Y sobre todo, si creía que podía llegar a ser alguien respetable en el cuerpo. La opinión de un agente como Anders era muy a tener en cuenta.
Con semblante serio, garras fuera, mirada desafiante y el cuerpo ligeramente inclinado, la mink asintió con la cabeza, dándole a entender a su compañero que estaba lista para realizar el primer envite. Flexionando ligeramente las rodillas, Ellie utilizó su electro para impulsarse a gran velocidad hacia su rival. Conforme se iba acercando fue contrayendo las muñecas y adoptando una pose distinta, intentando que sus uñas se moldeasen a su gusto. O al menos se moldeasen. O se moviesen mínimamente. Lo cierto era que cualquier cosa valía para empezar.
Una vez llegó hasta su compañero, intentaría darle un puñetazo en el pecho con la pata derecha -empleando de nuevo su electro para crear una pequeña descarga tras el golpe-, y tras ello extendería su garra e intentaría realizar una marca en el estómago con el izquierdo. Finalmente, y antes de dar un salto hacia atrás, realizaría una patada cuya intención era dar en el tobillo derecho del agente.
Seguro que no conseguía nada, pero aquello era una simple demostración de su habilidad con el electro. Que el agente viese la velocidad que podía alcanzar sería un punto a favor -al menos eso creía ella siendo tan novata como era-, y además, si Thawne era capaz de percibir la pequeña descarga, seguro que sentía cierta curiosidad por aquella habilidad. Quizá incluso no supiera a qué se debía. En cualquiera de los casos, Ellie se limitaría a hacer gala de su agilidad y su electro, pero en ningún caso emplearía su akuma no mi. No hasta que fuese capaz de controlarla hasta el punto de no herir de gravedad a sus compañeros. Quién sabe si, para ser compañero de Thawne, éste le pediría que la usara. En tal caso no le quedaría más remedio, pero ya había advertido al agente de la peligrosidad de su habilidad especial.
Tenía un mal presentimiento, pero no estaba segura de si era respecto a la akuma, a su compañero, o a cualquier otra circunstancia próxima. Pero algo no le olía nada bien. Y de olfato la loba no iba escasa, precisamente.
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Akuma no mi
Varios
Ellie pasó a la ofensiva sin titubear, mostrando sus garras y una gran velocidad. Su rapidez de movimientos era digna de tener en cuenta para una novata, pero lógicamente aún se encontraba muy lejos de alcanzar un nivel similar al mío. No obstante, decidí no esquivar todos sus golpes para comprobar su potencia. Me agradó comprobar que, como muchos miembros de su raza, era capaz de utilizar eficazmente el electro, esa peculiar habilidad de los mink que les da la capacidad de producir cierta cantidad de energía eléctrica y utilizarla en combate. Eso podría haber sido un problema para mí, pues aunque sus ataques no tuviesen gran fuerza en comparación con la que yo poseía las descargas eléctricas me afectan igual que a un humano normal. Sin embargo gracias a mi elegante y fiable traje eso no pasaría.
Activé mi mantra, creando un vínculo telepático también con la mink. Quería ver cómo iba a moverse antes de tiempo, de ese modo podría analizar mejor su forma de combatir y corregir mejor posibles fallos. Usando mi antebrazo izquierdo, desvié el primer golpe lanzado por la loba. Su fuerza era, como había esperado, inferior a la mía, pero también sorprendente para una iniciada. Acto seguido me doblé ligeramente sobre mí mismo, evitando así su zarpazo, y aprovechando la inercia salté hacia delante dando una voltereta en el aire. Nada más finalizar el movimiento. De este modo cuando Ellie, tras ver cómo su patada hendía el aire, diese el salto hacia atrás que tenía planeado, le estaría esperando. Agarraría a la loba por detrás, rodeando sus brazos desde abajo y uniendo mis brazos tras su cabeza. Así la dejaría inmovilizada.
- No está nada mal, Ellie. Tu velocidad y fuerza, así como tu control sobre el electro, son más que respetables para una iniciada. No obstante, debes tener siempre en cuenta una cosa. No importa cuán fuerte y rápida seas, siempre habrá alguien que lo sea más. Por lo tanto, si no conoces a tu oponente, asume que es más fuerte que tú y no te lances a lo loco a por él. De ese modo podrás observar primero cuáles son sus puntos fuertes y débiles, y así te resultará mucho más sencillo vencerle.
Tras mis palabras solté a la mink, haciéndole un gesto con la cabeza que indicaba que el entrenamiento se reanudaba. Sin embargo, antes de que eso sucediera se oyó un gran ruido, y seguidamente varias voces comenzaron a gritar. Entre la distancia y el jaleo que se había montado en un momento costaba escuchar lo que decían, así que expandí mi mente, tratando de escuchar los pensamientos de quienes hablaban. De ese modo pude averiguar lo que ocurría, y al instante se lo comuniqué a la iniciada con voz firme pero a la vez motivadora:
- Parece que vas a tener la oportunidad de probarte de verdad. - afirmé mientras sonreía levemente a la mink. - Un pequeño grupo de revolucionarios ha irrumpido en el puerto tratando de rescatar a un compañero que va a ser ejecutado por sus crímenes. Yo me adelantaré, ¿vienes?
Y, casi sin dar tiempo a la loba a contestarme, empecé a elevarme por el aire mediante el Geppou. De ese modo llegaría mucho antes que sorteando los edificios y recorriendo los pasillos. En apenas unos segundos me hallaba frente a los criminales. Eran cinco hombres y tres mujeres, que al parecer habían llegado en un submarino (no sabía de dónde había podido sacar la Revolución un submarino capaz de atravesar el Calm Belt sin ser atacado por los Reyes Marinos. Dos de los varones y una de las féminas eran gyojins. Suponiendo que serían los más poderosos de entre los asaltantes, me dirigí a ellos mientras ordenaba a los tres agentes que se encontraban a mi alrededor que se ocupasen de los humanos. Con una poderosa patada descendente mientras caía al suelo derribé a uno de ellos y, poniéndome en frente de los otros dos, les dejé claro que no pasarían de ese punto sin derrotarme primero.
Ambos peces rieron, tal vez pensando que un solo agente, y además humano, no era rival para ellos. Aún no lo sabían, pero estaban cometiendo un grave error. Miré a ambos, retándoles a abalanzarse sobre mí, mientras esperaba la llegada de Ellie. Quería ver cómo se desenvolvía en una batalla de verdad, prestando ayuda a los tres agentes que, en minoría, trataban de contener a los cinco asaltantes humanos.
Activé mi mantra, creando un vínculo telepático también con la mink. Quería ver cómo iba a moverse antes de tiempo, de ese modo podría analizar mejor su forma de combatir y corregir mejor posibles fallos. Usando mi antebrazo izquierdo, desvié el primer golpe lanzado por la loba. Su fuerza era, como había esperado, inferior a la mía, pero también sorprendente para una iniciada. Acto seguido me doblé ligeramente sobre mí mismo, evitando así su zarpazo, y aprovechando la inercia salté hacia delante dando una voltereta en el aire. Nada más finalizar el movimiento. De este modo cuando Ellie, tras ver cómo su patada hendía el aire, diese el salto hacia atrás que tenía planeado, le estaría esperando. Agarraría a la loba por detrás, rodeando sus brazos desde abajo y uniendo mis brazos tras su cabeza. Así la dejaría inmovilizada.
- No está nada mal, Ellie. Tu velocidad y fuerza, así como tu control sobre el electro, son más que respetables para una iniciada. No obstante, debes tener siempre en cuenta una cosa. No importa cuán fuerte y rápida seas, siempre habrá alguien que lo sea más. Por lo tanto, si no conoces a tu oponente, asume que es más fuerte que tú y no te lances a lo loco a por él. De ese modo podrás observar primero cuáles son sus puntos fuertes y débiles, y así te resultará mucho más sencillo vencerle.
Tras mis palabras solté a la mink, haciéndole un gesto con la cabeza que indicaba que el entrenamiento se reanudaba. Sin embargo, antes de que eso sucediera se oyó un gran ruido, y seguidamente varias voces comenzaron a gritar. Entre la distancia y el jaleo que se había montado en un momento costaba escuchar lo que decían, así que expandí mi mente, tratando de escuchar los pensamientos de quienes hablaban. De ese modo pude averiguar lo que ocurría, y al instante se lo comuniqué a la iniciada con voz firme pero a la vez motivadora:
- Parece que vas a tener la oportunidad de probarte de verdad. - afirmé mientras sonreía levemente a la mink. - Un pequeño grupo de revolucionarios ha irrumpido en el puerto tratando de rescatar a un compañero que va a ser ejecutado por sus crímenes. Yo me adelantaré, ¿vienes?
Y, casi sin dar tiempo a la loba a contestarme, empecé a elevarme por el aire mediante el Geppou. De ese modo llegaría mucho antes que sorteando los edificios y recorriendo los pasillos. En apenas unos segundos me hallaba frente a los criminales. Eran cinco hombres y tres mujeres, que al parecer habían llegado en un submarino (no sabía de dónde había podido sacar la Revolución un submarino capaz de atravesar el Calm Belt sin ser atacado por los Reyes Marinos. Dos de los varones y una de las féminas eran gyojins. Suponiendo que serían los más poderosos de entre los asaltantes, me dirigí a ellos mientras ordenaba a los tres agentes que se encontraban a mi alrededor que se ocupasen de los humanos. Con una poderosa patada descendente mientras caía al suelo derribé a uno de ellos y, poniéndome en frente de los otros dos, les dejé claro que no pasarían de ese punto sin derrotarme primero.
Ambos peces rieron, tal vez pensando que un solo agente, y además humano, no era rival para ellos. Aún no lo sabían, pero estaban cometiendo un grave error. Miré a ambos, retándoles a abalanzarse sobre mí, mientras esperaba la llegada de Ellie. Quería ver cómo se desenvolvía en una batalla de verdad, prestando ayuda a los tres agentes que, en minoría, trataban de contener a los cinco asaltantes humanos.
Ellie
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Tal y como la joven mink sabía, estaba a años luz de la fuerza de Thawne. De lo contrario, habría echado por tierra todas aquellas historias que alguna vez escuchó sobre la leyenda que se iba formando alrededor de la figura del agente. Cuando se quiso dar cuenta, la loba había fallado todos sus ataques, y se encontraba dando una patada al aire.
Notó una presencia atrás, pero ya era tarde, estaba totalmente inmovilizada. Había perdido, como era de esperar, mas aquello no le sacó del ensimismamiento de haber visto a Thawne moverse. Sí, había sido un juego para él, pero la mink había visto una agilidad admirable. Y eso era lo que quería conseguir, ser una luchadora ágil, veloz y certera.
Cuando el agente la soltó, Ellie dió un par de pasos hacia atrás y se crujió el cuello. Tenía un leve dolor en él, se había puesto nerviosa durante la llave de su compañero y debía haber forzado algún músculo. El caso es que Thawne hizo gala de su honorabilidad y le dió un consejo a la agente.
- Valoro mucho su consejo, señor Thawne. Muchas gracias, lo tendré en cuenta en las siguientes peleas, le doy mi palabra.
Si bien era cierto que Ellie aún no había entendido del todo sus palabras, sabía que encontraría un significado pronto. Él la había instado a atacar primero, o al menos había percibido eso de su postura. ¿Acaso le malinterpretó? ¿O se refería a la forma de atacar? Quizá debía haber hilado algún otro combo más imprevisible, o puede que se refieriese a la manera de ejecutar los golpes. En cualquier caso, debía reflexionar las palabras de alguien como Thawne. No era para menos.
- Gracias -comentó sonrojada-. Trabajo duro para ser mejor cada día, y palabras como las suyas me hacen mejorar -comentó respecto a los halagos que recibió-. Sé que sería un incordio para gente como vosotros, pero estoy segura que si en vez de entrenar con maestros, nos diesen una hora a la semana con gente más experimentada como tú, seríamos un cuerpo de élite mucho más eficaz. Pero es solo mi opinión -comentó la joven a la par que se lamía la pata derecha, consciente de que se había ido del tema central nuevamente.
Y entonces un ruido se escuchó, y Thawne cambió su rostro a uno más serio. Pronto el agente le contó a la mink qué ocurría, y ésta no entendió muy bien cómo era capaz de saberlo. Pero aquello daba igual. Thawne salió volando usando una de las técnicas del CP, y Ellie pensó durante un par de segundos cuál era la manera más eficiente y rápida de llegar hasta donde Anders fuese.
Sin pensarlo más y habiendo trazado un plan en su cabeza, la mink bajó por las escaleras a toda velocidad, y una vez en la calle, empezó a correr lo más rápido que pudo. Cuando alcanzó una velocidad adecuada, pasó a correr posando las cuatro patas, lo que le daba una mayor estabilidad y una capacidad para adquirir aún más velocidad. Su olfato haría el resto. Gracias a su condición de mink loba, era capaz de reconocer a las personas por su aroma. Afortunadamente, el de Thawne era bastante característico, quizá por el perfume que llevara. De cualquier manera, y antes de que fuese consciente de a qué podían enfrentarse, Ellie llegó hasta la posición de Thawne.
Allí pudo ver a algunos gyojins, y un submarino a lo lejos. ¿Cómo habían llegado hasta allí? La desconfianza natural de Ellie le instaba a pensar que había sido un chivatazo de alguien dentro del gobierno. Pero aún era demasiado pronto para compartir sus conspiraciones.
- Veo que ya te has encargado de uno -comentó a la par que intentaba regular su ritmo cardíaco tras la carrera-. Y veo que el resto de agentes son bastante lentos.
Antes de poder decir nada más, un gyojin salió corriendo hacia ella y le dió un potente puñetazo en el estómago. O esa era su intención. El puño atravesó el cuerpo de Ellie, y la lava hizo que éste se quemase lentamente. La cara del gyojin se transformó de una sonrisa a una de sorpresa, y finalmente una de terror. Ellie agarró el brazo del gyojin y transformó sus manos en lava también. Sorprendentemente, su rival, probablemente en shock, no hizo nada durante los siguientes tres segundos, y la joven agente no supo cómo reaccionar. Pensó que había ganado antes de tiempo. El gyojin llevó su brazo intacto hacia el costado de la mink, que recibió un duro golpe que la hizo gritar de dolor. Tras el golpe siguió una serie de combos que Ellie esquivó a duras penas, encontrando una oportunidad para golpear a su rival. Pero aquello no era una pelea como cualquier otra, era una en la que se sentía con la obligación de sorprender a Thawne.
Con la seguridad que el mismo agente le transmitía, aprovechó la brecha en la defensa del gyojin para bajar la zarpa a la par que sacaba las afiladas uñas, intentando que estas se deformasen a su gusto. Y consiguió moldearlas, pero no darles una forma clara, de hecho, la forma de las uñas perjudicaba bastante el golpe, ya que se cerraron más de la cuenta y el impacto perdió capacidad de corte. Sin embargo, aquello no fue lo que más sorpendió a la mink, sino la película negra que, fruto de la ira, cubrió su puño derecho. Duró apenas tres segundos, y no estaba segura de haber visto lo que había visto, pero era cierto que el golpe no le había dolido. Pese a ello, el golpe impactó y abrió un espacio entre los dos contendientes, aunque no creó daños aparentes.
Sin duda, la ira de haber recibido aquél golpe había causado esa película extraña. Y era igual de obvio que la concentración a la hora de alterar la forma de las uñas no había sido suficiente. Si quería conseguir su objetivo e impresionar a Thawne debería dar mucho más de sí. Y Ellie estaba dispuesta a llevar a su cuerpo al límite para ello.
Notó una presencia atrás, pero ya era tarde, estaba totalmente inmovilizada. Había perdido, como era de esperar, mas aquello no le sacó del ensimismamiento de haber visto a Thawne moverse. Sí, había sido un juego para él, pero la mink había visto una agilidad admirable. Y eso era lo que quería conseguir, ser una luchadora ágil, veloz y certera.
Cuando el agente la soltó, Ellie dió un par de pasos hacia atrás y se crujió el cuello. Tenía un leve dolor en él, se había puesto nerviosa durante la llave de su compañero y debía haber forzado algún músculo. El caso es que Thawne hizo gala de su honorabilidad y le dió un consejo a la agente.
- Valoro mucho su consejo, señor Thawne. Muchas gracias, lo tendré en cuenta en las siguientes peleas, le doy mi palabra.
Si bien era cierto que Ellie aún no había entendido del todo sus palabras, sabía que encontraría un significado pronto. Él la había instado a atacar primero, o al menos había percibido eso de su postura. ¿Acaso le malinterpretó? ¿O se refería a la forma de atacar? Quizá debía haber hilado algún otro combo más imprevisible, o puede que se refieriese a la manera de ejecutar los golpes. En cualquier caso, debía reflexionar las palabras de alguien como Thawne. No era para menos.
- Gracias -comentó sonrojada-. Trabajo duro para ser mejor cada día, y palabras como las suyas me hacen mejorar -comentó respecto a los halagos que recibió-. Sé que sería un incordio para gente como vosotros, pero estoy segura que si en vez de entrenar con maestros, nos diesen una hora a la semana con gente más experimentada como tú, seríamos un cuerpo de élite mucho más eficaz. Pero es solo mi opinión -comentó la joven a la par que se lamía la pata derecha, consciente de que se había ido del tema central nuevamente.
Y entonces un ruido se escuchó, y Thawne cambió su rostro a uno más serio. Pronto el agente le contó a la mink qué ocurría, y ésta no entendió muy bien cómo era capaz de saberlo. Pero aquello daba igual. Thawne salió volando usando una de las técnicas del CP, y Ellie pensó durante un par de segundos cuál era la manera más eficiente y rápida de llegar hasta donde Anders fuese.
Sin pensarlo más y habiendo trazado un plan en su cabeza, la mink bajó por las escaleras a toda velocidad, y una vez en la calle, empezó a correr lo más rápido que pudo. Cuando alcanzó una velocidad adecuada, pasó a correr posando las cuatro patas, lo que le daba una mayor estabilidad y una capacidad para adquirir aún más velocidad. Su olfato haría el resto. Gracias a su condición de mink loba, era capaz de reconocer a las personas por su aroma. Afortunadamente, el de Thawne era bastante característico, quizá por el perfume que llevara. De cualquier manera, y antes de que fuese consciente de a qué podían enfrentarse, Ellie llegó hasta la posición de Thawne.
Allí pudo ver a algunos gyojins, y un submarino a lo lejos. ¿Cómo habían llegado hasta allí? La desconfianza natural de Ellie le instaba a pensar que había sido un chivatazo de alguien dentro del gobierno. Pero aún era demasiado pronto para compartir sus conspiraciones.
- Veo que ya te has encargado de uno -comentó a la par que intentaba regular su ritmo cardíaco tras la carrera-. Y veo que el resto de agentes son bastante lentos.
Antes de poder decir nada más, un gyojin salió corriendo hacia ella y le dió un potente puñetazo en el estómago. O esa era su intención. El puño atravesó el cuerpo de Ellie, y la lava hizo que éste se quemase lentamente. La cara del gyojin se transformó de una sonrisa a una de sorpresa, y finalmente una de terror. Ellie agarró el brazo del gyojin y transformó sus manos en lava también. Sorprendentemente, su rival, probablemente en shock, no hizo nada durante los siguientes tres segundos, y la joven agente no supo cómo reaccionar. Pensó que había ganado antes de tiempo. El gyojin llevó su brazo intacto hacia el costado de la mink, que recibió un duro golpe que la hizo gritar de dolor. Tras el golpe siguió una serie de combos que Ellie esquivó a duras penas, encontrando una oportunidad para golpear a su rival. Pero aquello no era una pelea como cualquier otra, era una en la que se sentía con la obligación de sorprender a Thawne.
Con la seguridad que el mismo agente le transmitía, aprovechó la brecha en la defensa del gyojin para bajar la zarpa a la par que sacaba las afiladas uñas, intentando que estas se deformasen a su gusto. Y consiguió moldearlas, pero no darles una forma clara, de hecho, la forma de las uñas perjudicaba bastante el golpe, ya que se cerraron más de la cuenta y el impacto perdió capacidad de corte. Sin embargo, aquello no fue lo que más sorpendió a la mink, sino la película negra que, fruto de la ira, cubrió su puño derecho. Duró apenas tres segundos, y no estaba segura de haber visto lo que había visto, pero era cierto que el golpe no le había dolido. Pese a ello, el golpe impactó y abrió un espacio entre los dos contendientes, aunque no creó daños aparentes.
Sin duda, la ira de haber recibido aquél golpe había causado esa película extraña. Y era igual de obvio que la concentración a la hora de alterar la forma de las uñas no había sido suficiente. Si quería conseguir su objetivo e impresionar a Thawne debería dar mucho más de sí. Y Ellie estaba dispuesta a llevar a su cuerpo al límite para ello.
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Ellie parecía conservar la misma predisposición para aprender que llevaba observando todo el tiempo, cosa que me agradó profundamente. De igual modo, su propuesta sobre pasar tiempo con agentes más experimentados en lugar de con los maestros asignados por el Cipher Pol era inteligente, aunque tenía un pequeño problema. El número de agentes con la experiencia suficiente para resultar más didácticos que los profesores era muy limitado, y en muchas ocasiones los pocos que lo éramos estábamos cumpliendo misiones delicadas. No obstante, la irrupción del grupo de revolucionarios no me permitió explicar aquello a la loba.
Ya en el puerto, y tras derribar al primero de los gyojins, pude asistir a la llegada de la mink, quien rápidamente se emparejó con otro de los habitantes del mar. Sus habilidades como usuaria Logia resultaron muy útiles desde el primer momento, y daba la sensación de saber usarlas bastante bien en el combate cuerpo a cuerpo. No obstante, y como pronto quedó demostrado, eso no la hacía invulnerable a los golpes ni mucho menos.
Su primer intento de mejorar en el uso de sus garras no tuvo el éxito deseado, pero sin embargo sí que ocurrió algo que ni yo mismo esperaba durante su ataque. No sabría decir si fue la ira provocada tras recibir un golpe, el deseo de mostrarme que era una agente prometedora o simplemente su voluntad de mejorar, pero la mink logró utilizar, de forma inconsciente, el Haki. No podía sino admitir que aquello hablaba muy bien de su potencial, pues yo mismo había tardado bastante más en lograr despertarlo.
Mientras tanto, el gyojin al que había derribado se levantó, y tanto él como su congénere hembra se lanzaron a por mí. Haciendo gala de mi rapidez de movimientos esquivé ambas acometidas, aunque el ataque de la mujer estuvo a punto de alcanzarme. Acto seguido, me enzarzé en un intercambio de golpes con ambos peces, que pese a mis escasos conocimientos de biología marina me recordaban a un rorcual y una tiburón martillo. Eran fuertes, incluso para ser gyojins, pero el hombre era muy lento. Sin embargo la mujer... estaba mostrando ser una contrincante tremendamente poderosa, e incluso logró golpearme dos veces: una en el costado derecho y otra en la rodilla izquierda.
Tras un par de minutos de intenso toma y daca, finalmente logré perforar el lateral del cuello del cetáceo con el índice de mi mano derecha, y este cayó al suelo mientras se ahogaba en un charco de su propia sangre. Su compañera de batalla, rabiosa, emitió un feroz grito que casi podría haberse considerado rugido, y retomó la ofensiva. Parecía decidida a no darme tregua, y sus golpes eran duros. Usaba el Haki con maestría, y daba la sensación de, en lo referente a fuerza bruta, ser superior a mí. Así que mi mejor opción era aprovechar los aspectos en los que yo era mejor, y uno de ellos era la velocidad.
Por lo tanto, comencé a centrar mis energías en desplazarme lo más rápido posible, ejecutando sprints de unos pocos metros y frenando para luego volver a arrancar. Mi objetivo no era otro que cansar a mi oponente, obligándole a moverse más de lo que estaba acostumbrada.
Ya en el puerto, y tras derribar al primero de los gyojins, pude asistir a la llegada de la mink, quien rápidamente se emparejó con otro de los habitantes del mar. Sus habilidades como usuaria Logia resultaron muy útiles desde el primer momento, y daba la sensación de saber usarlas bastante bien en el combate cuerpo a cuerpo. No obstante, y como pronto quedó demostrado, eso no la hacía invulnerable a los golpes ni mucho menos.
Su primer intento de mejorar en el uso de sus garras no tuvo el éxito deseado, pero sin embargo sí que ocurrió algo que ni yo mismo esperaba durante su ataque. No sabría decir si fue la ira provocada tras recibir un golpe, el deseo de mostrarme que era una agente prometedora o simplemente su voluntad de mejorar, pero la mink logró utilizar, de forma inconsciente, el Haki. No podía sino admitir que aquello hablaba muy bien de su potencial, pues yo mismo había tardado bastante más en lograr despertarlo.
Mientras tanto, el gyojin al que había derribado se levantó, y tanto él como su congénere hembra se lanzaron a por mí. Haciendo gala de mi rapidez de movimientos esquivé ambas acometidas, aunque el ataque de la mujer estuvo a punto de alcanzarme. Acto seguido, me enzarzé en un intercambio de golpes con ambos peces, que pese a mis escasos conocimientos de biología marina me recordaban a un rorcual y una tiburón martillo. Eran fuertes, incluso para ser gyojins, pero el hombre era muy lento. Sin embargo la mujer... estaba mostrando ser una contrincante tremendamente poderosa, e incluso logró golpearme dos veces: una en el costado derecho y otra en la rodilla izquierda.
Tras un par de minutos de intenso toma y daca, finalmente logré perforar el lateral del cuello del cetáceo con el índice de mi mano derecha, y este cayó al suelo mientras se ahogaba en un charco de su propia sangre. Su compañera de batalla, rabiosa, emitió un feroz grito que casi podría haberse considerado rugido, y retomó la ofensiva. Parecía decidida a no darme tregua, y sus golpes eran duros. Usaba el Haki con maestría, y daba la sensación de, en lo referente a fuerza bruta, ser superior a mí. Así que mi mejor opción era aprovechar los aspectos en los que yo era mejor, y uno de ellos era la velocidad.
Por lo tanto, comencé a centrar mis energías en desplazarme lo más rápido posible, ejecutando sprints de unos pocos metros y frenando para luego volver a arrancar. Mi objetivo no era otro que cansar a mi oponente, obligándole a moverse más de lo que estaba acostumbrada.
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La mink notaba cómo su corazón bombeaba cada vez más y más sangre, fruto del esfuerzo que estaba realizando. Ya no solo tenía que defenderse a sí misma, sino que tenía que evitar quedar en evidencia delante de Thawne.
Aún no le había quedado del todo claro qué había visto el agente en ella. Y mucho menos sabía qué buscaba en ella, pero lo cierto era que no tenía una mejor oportunidad para demostrar su talento. Además, contaba con el comodín de su compañero, al cual veía desenvolverse con una soltura única. A la loba le costaba seguir los pasos de su compañero, pese a la facilidad con la que éste los ejecutaba. ¿Estaría dando su mayor potencial? Ellie lo dudaba, aunque tenía ganas de ver hasta dónde era capaz de llegar la eminencia Thawne.
Cuando quiso darse cuenta, un enorme puño estaba a escasos centímetros de su cara. El intento de la agente por evitarlo llegó tan tarde como la vista le avisó, y el golpe hizo que saliese unos metros despedida hasta chocar con una pared de un edificio gubernamental.
Consciente de lo importante que era una rápida reincorporación, la mink se levantó lo más ágilmente que pudo, notando un ligero sabor a sangre en la boca. Seguro que el golpe le había producido algún tipo de herida, pero no tenía tiempo para comprobarlo.
Lo bueno, pese al golpe, era que la mink ya tenía claro qué plan seguir. Su rival pasaba a la ofensiva en cuanto tenía ocasión, por lo que solo tenía que darle a entender que había llegado el momento correcto, y después contraatacar. Y así lo hizo.
Ellie hizo algo que se le daba muy bien, hacer creer a su rival que estaba herida. Mucho más de lo que realmente estaba. Bastó con hincar la rodilla derecha y tocarse la cara con la pata derecha, y cuando observó el rostro de su rival, tuvo que evitar con todas sus fuerzas sonreír; se lo había tragado.
El gyojin salió a gran velocidad hacia ella, dejando ver su siguiente movimiento, un golpe con el puño derecho. Ellie esperó hasta el último momento, arriesgándose a recibir el golpe, y justo entonces, giró sobre sí misma y se colocó en el costado derecho del gyojin, clavándole la garra derecha a la par que volvía a intentar modificar la forma de las uñas, lográndolo de nuevo, pero sin terminar de conseguir hacerlo tal y como quería. Las uñas empezaron a crecer, pero a medida que crecían giraban sobre sí mismas, creando formas extrañas y poco útiles. Aquello hizo que se introdujesen en el interior de su rival, pero no llegaron a herir ningún órgano interno, para desgracia de la agente. Instintivamente, y fruto de verse atrapada, Ellie convirtió su garra en lava, creando una intensa quemadura en su rival, que a diferencia de la primera vez, reaccionó ágilmente golpeando de nuevo a la mink, ésta vez en el pecho.
De nuevo la loba fue a parar a la pared anterior, aunque esta vez golpeó con más fuerza contra ella y le costó más levantarse. Al hacerlo, observó a su aliado pelear con una agilidad pasmosa, elegante y casi imposible de seguir.
- Algún día me moveré así -comentó por lo bajo, casi sin querer e intentando que nadie le oyese.
Aún no le había quedado del todo claro qué había visto el agente en ella. Y mucho menos sabía qué buscaba en ella, pero lo cierto era que no tenía una mejor oportunidad para demostrar su talento. Además, contaba con el comodín de su compañero, al cual veía desenvolverse con una soltura única. A la loba le costaba seguir los pasos de su compañero, pese a la facilidad con la que éste los ejecutaba. ¿Estaría dando su mayor potencial? Ellie lo dudaba, aunque tenía ganas de ver hasta dónde era capaz de llegar la eminencia Thawne.
Cuando quiso darse cuenta, un enorme puño estaba a escasos centímetros de su cara. El intento de la agente por evitarlo llegó tan tarde como la vista le avisó, y el golpe hizo que saliese unos metros despedida hasta chocar con una pared de un edificio gubernamental.
Consciente de lo importante que era una rápida reincorporación, la mink se levantó lo más ágilmente que pudo, notando un ligero sabor a sangre en la boca. Seguro que el golpe le había producido algún tipo de herida, pero no tenía tiempo para comprobarlo.
Lo bueno, pese al golpe, era que la mink ya tenía claro qué plan seguir. Su rival pasaba a la ofensiva en cuanto tenía ocasión, por lo que solo tenía que darle a entender que había llegado el momento correcto, y después contraatacar. Y así lo hizo.
Ellie hizo algo que se le daba muy bien, hacer creer a su rival que estaba herida. Mucho más de lo que realmente estaba. Bastó con hincar la rodilla derecha y tocarse la cara con la pata derecha, y cuando observó el rostro de su rival, tuvo que evitar con todas sus fuerzas sonreír; se lo había tragado.
El gyojin salió a gran velocidad hacia ella, dejando ver su siguiente movimiento, un golpe con el puño derecho. Ellie esperó hasta el último momento, arriesgándose a recibir el golpe, y justo entonces, giró sobre sí misma y se colocó en el costado derecho del gyojin, clavándole la garra derecha a la par que volvía a intentar modificar la forma de las uñas, lográndolo de nuevo, pero sin terminar de conseguir hacerlo tal y como quería. Las uñas empezaron a crecer, pero a medida que crecían giraban sobre sí mismas, creando formas extrañas y poco útiles. Aquello hizo que se introdujesen en el interior de su rival, pero no llegaron a herir ningún órgano interno, para desgracia de la agente. Instintivamente, y fruto de verse atrapada, Ellie convirtió su garra en lava, creando una intensa quemadura en su rival, que a diferencia de la primera vez, reaccionó ágilmente golpeando de nuevo a la mink, ésta vez en el pecho.
De nuevo la loba fue a parar a la pared anterior, aunque esta vez golpeó con más fuerza contra ella y le costó más levantarse. Al hacerlo, observó a su aliado pelear con una agilidad pasmosa, elegante y casi imposible de seguir.
- Algún día me moveré así -comentó por lo bajo, casi sin querer e intentando que nadie le oyese.
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