Nueva en el Cipher Pol [Priv. Zuko & Tay]

La ciudad del agua. La última vez que estuvo en aquel lugar, fue una de sus últimas misiones como miembro del Cipher Pol. Su presencia en aquel lugar era un secreto para todo el mundo excepto para los involucrados en el incidente y la batalla de dragones en el cielo de Water Seven. La ciudad estaba tranquila. El agua de los canales emitía un tranquilizador sonido de arroyo y el cielo era azul. Sin embargo, toda aquella tranquilidad y alegría se esfumaba en cuanto recordaba el motivo por el que estaba allí.

Era una orden a medias de la marina y el Cipher Pol. Si bien hacía ya dos años de aquel incidente, parecía que en el lado de los revolucionarios no lo habían olvidado tanto. Gracias a espías del Cipher Pol había llegado a los oídos del gobierno que varios de los hombres de Morrison, el dragón al que Zuko derrotó salvando toda Water Seven, habían decidido terminar el trabajo. Debido a que él había sido el que resolvió el anterior conflicto, había sido llamado para este segundo. Aunque no era lo único. Le habían informado de que se uniría a él una iniciada del Cipher Pol.

No sabía mucho de ella, solo que era una chica y era nueva. Seguramente recién salida de su entrenamiento inicial. Era posible que aún no conociese el rokushiki, incluso. En aquel momento estaba esperando a la que sería su compañera. Llevaría unos diez minutos, por lo que esperaba que aún tardase un poco más. De mientras, el capitán se deleitaba observando el azul cielo y como las cristalinas aguas recorrían los canales.

Desde que Taylor había abandonado Kern echaba en falta a sus hermanos. El proyecto había terminado y ahora a todos les esperaba una nueva vida, si es que se le podía decir así. A quién más echaba de menos era a Alexander, pero llevaba días sin saber de él y eso le preocupaba. La autómata miró hacia todos lados, analizando el lugar en el que se encontraba.

Su primer destino era Water Seven, el paraíso del agua. El profesor Fitzgerald ya le había comentado anteriormente que una vez que ingresara en las agencias del Gobierno Mundial debería seguir las órdenes estrictamente de los superiores, aquello no era como en Kern en donde todos se conocían y eran bastante permisivos. Ahora tocaba ser seria y responsable, aunque eso no terminaba de agradarle. Si fuera por ella, habría huido junto con dos compañeros más del proyecto.

Taylor caminó alejada del borde de los canales por precaución y siguiendo las coordenadas que le habían enviado para encontrarse recorrió numerosos canales deleitándose con las actividades que desempeñaban las personas normales. Allá por donde iba siempre recibía miradas furtivas de señoras o señores que veían a una persona muy extravagante, pero lo que de verdad desconocían era lo que había en el interior de la autómata.

Dobló la esquina y llegó hasta una zona bastante más calmada, apenas había edificios en aquella zona, puede que algún gran almacén. El agua se adentraba en la ciudad mediante canales a los laterales e incluso salpicaba alguna que otra vez. Taylor vio al hombre que estaba de espaldas; si, debía ser él. Se acercó silenciosa.

-Capitán Zuko - Dijo en voz alta, tratando de captar su atención. Conocía sus datos gracias al profesor Fitzgerald -. Soy Taylor Fitzgerald, la nueva iniciada en esta misión.

Zuko pudo escuchar desde su posición como un par de niños se fijaban en él. Escuchó un “mira, mamá, un marine” que consiguió arrancarle una leve sonrisa. El aspecto del capitán llamaba la atención, con su llamativa larga capa con la palabra “justicia” escrita en grandes letras a su espalda. Sin embargo, aquello no era malo. Más fácil le sería a su contacto encontrarle. Y así fue. Una voz femenina dijo su rango y nombre a su espalda. La chica tenía un tono algo rebelde, como si de una integrante de un grupo punk se tratase, aunque mantenía respeto en ella.

Cuando la vio se dio cuenta de que su aspecto concordaba con lo que su voz decía. No parecía la típica agente, que iban trajeados y en un intento de no llamar la atención fracasaban, pues nadie en el mundo va trajeado tan amenudo. Aquella chica, sin embargo, con aquel aspecto tan llamativo, era como esconder un árbol en un bosque. Nadie sospecharía de ella. La muchacha tenía que alzar la cabeza para mirarle a los ojos, pues le llegaba hasta los hombros, aunque aquello no significaba que la chica fuese bajita. De hecho era bastante alta. Era el dragón quien tenía una altura inusual. O eso se decía, aún incluso después de haberse cruzado con gente el doble de alta que él.

—No tienes porque llamarme Capitán, no soy tu superior -dijo con un tono amigable-. Aunque… técnicamente en esta misión si lo soy. No importa. Puedes llamarme Zuko.

La muchacha era bastante guapa, y su toque rebelde despertaba cierta atracción por lo prohibido en la libido del dragón. Sin embargo, decidió no centrarse en esa sensación. Al menos no por ahora. El dragón entonces resumió la situación a la muchacha, aunque esta debería tener ya más o menos una idea. Si algo recordaba de sus tiempos como agente es que venía siempre preparadito de casa. Le contó sobre el incidente, omitiendo su participación, y le explicó como los que ahora buscaban eran miembros de ese grupito, buscando cierta venganza y acabar lo que su fallecido líder había empezado. Un poco tarde, pero al menos lo intentaban.

—¿Alguna pregunta? -antes de que pudiera contestar chocó ambas manos-. Bien, porque no hay tiempo. Vayamos hacia el cuartel para prepararnos. Tú ven conmigo y no te separes mucho. Si algo me ha contado mi amiga Lara es que en el cuartel de Water Seven suelen acosar un poco a las chicas guapas y subestimar su potencial. No digo que no puedas defenderte, pero es mejor no empezar una escena, ¿comprendes? -y le guiñó un ojo.

«¿Dices que vas a apartar los pensamientos lujuriosos pero aún así tiras la primera ficha?» Dijo el dragón en su cabeza.

«Ey, tampoco pasa nada. Coqueteo inofensivo.»

El capitán de la marina se dignó a girarse finalmente y Taylor lo observó de arriba abajo. Conocía todo lo que debía saber gracias a los datos que le había enviado el profesor Fitzgerald a su receptor de información. La presentación entre ambos había sido un poco extraña, el marine le pedía que no le hablara como si fuese el capitán mientras que las órdenes que recibió eran tratarlo como al superior que dirigiría la misión. Eso mantuvo inquieta un buen rato a la autómata hasta que decidió responder lo primero que se le ocurrió.

-¡Entendido capitán Zuko! - De poco había servido la frase anterior, era como si en su mente hubiera un cortocircuito de órdenes a las que no supo hacer caso.

Después de aquel incidente tan vergonzoso, la cyborg escuchó con atención los problemas que habían ocurrido en Water Seven. La investigación no iba a ser fácil si varias personas trataban de sabotearla por venganza. Cuando el capitán preguntó por las dudas, Taylor abrió la boca, pero enseguida la cerró. La primera impresión que tenía del hombre era su gran energía por hacer las cosas. La autómata sonrió y caminó a su paso a medida que se acercaban al cuartel.

Sin embargo, arqueó una ceja ante la advertencia del acoso en los cuarteles. ¿Por qué un lugar donde se debía preservar la igualdad y el respeto, era uno de los lugares que lo promulgaba? Taylor tenía muchas ideas sobre aquella situación, pese a no ser humana, las había vivido antes de la conversión y recordaba ligeramente el trato que recibía.

-Capitán... ¿se da cuenta de qué soy una cyborg, verdad? - Aquella pregunta tal vez provocaría tensión hasta la llegada del cuartel, pero Taylor necesitaba decirle la verdad para aclarar el asunto del acoso. Nadie molestaba a los autómatas del gobierno y mucho menos, querrían coquetear con ellos.

Tras aquel silencio que se formó después de la pregunta, la pelirrosa observó como el cuartel de la marina se veía a lo lejos, mostrando sus grandes torres.

«Espera... ¿Qué diantres es un cyborg?» -preguntó Zuko en su cabeza, teniendo la decencia de no hacer tal pregunta en voz alta.

Tal vez descubriría lo que es avanzada la jornada. ¿Significaba aquello que no era humana? Para el dragón lo parecía. Y aunque no lo fuera, si el gobierno la había enviado para aquella misión era por algo. Lo más probable es que aquella misión fuese una prueba, para ver de que era capaz la agente, poniéndola junto a un miembro de la marina que en secreto formó parte del Cipher Pol, y que además tenía vínculos especiales hacia aquella misión. Se rascó un poco el mentón al ver el cuartel frente a él, pensando en que tal vez podría pasarse a saludar a Lara... tal vez luego.

Entró en el lugar, recibiendo las miradas de reclutas y soldados que saludaban al capitán. Aunque muy posiblemente algunas de las miradas fuesen dirigidas hacia otra persona. Sin embargo, a Zuko no le molestaban las miradas. Como marine tenía cierta misión que cumplir, que podría ser harto estresante, sin embargo venía con cierta ventaja. Al dragón le encantaba dar imagen de alguien fuerte y épico, que pudiese inspirar tropas, y aquella capa ondeante de capitán aportaba bastante a aquello.

Abrió la puerta del despacho de Lara, que estaría usando él durante aquella misión pues la rubia no estaba en el cuartel en aquellos instantes, motivo principal por el que no pudo ir a visitarla. Cuando pasó Taylor cerró la puerta y se llevó la mano al bolsillo, sacando de este un paquete que parecía ser de tabaco, aunque al abrirlo pudo verse como en realidad estaba lleno de caramelos con palo. Sacó uno de ellos y lo desenvolvió, poniéndoselo en la boca, para después ofrecerle uno a la agente.

—Revolucionarios. Cuéntame... ¿Tienes experiencia con estos?