Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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No le dio tiempo a hacer nada de lo que se había propuesto. Apenas había avanzado un par de metros cuando algo le golpeó la cadera. Después el brazo. Frustrada pero no sorprendida, movió el brazo creando un muro entre ella y su oponente. La ráfaga de proyectiles continuó, pero la pantalla de energía ante ella logró desviarlas. Esperaba que no le cayeran a nadie en la cabeza. Demonios, a ella iban a salirle un par de preciosos moratones. De hecho, espera, ¿qué rayos eran? ¿pelotas de goma? Vale, ahora sí estaba sorprendida.
Sin salir de detrás de su refugio improvisado, observó a su oponente. Era... redondo. No gordo, redondo. Y estaba rebotando en el aire. De su mano salían más de esas molestas pelotas y por sus palabras estaba decidido a cortarle el paso. Con esa akuma estaría mejor en una fábrica de juguetes, pero quién era ella para juzgar la elección de carrera de los demás.
- Ah, te gustan las pelotitas... pues tengo un par para ti. A mi nadie me dice por dónde ir, canica del tres al cuarto.
Sin cortarse un pelo, le lanzó dos orbes oscuros asomándose por un lado del muro. Uno apuntando a la mano de las pelotas y el otro a su enorme barriga. Con un objetivo tan grande, esperaba no fallar. Las detonaría tan pronto se le acercaran, aunque si le explotaban tras la cabeza tampoco iba a quejarse.
- No es nada personal, pero necesito seguir subiendo. Apártate ahora que aún puedes.
Sin salir de detrás de su refugio improvisado, observó a su oponente. Era... redondo. No gordo, redondo. Y estaba rebotando en el aire. De su mano salían más de esas molestas pelotas y por sus palabras estaba decidido a cortarle el paso. Con esa akuma estaría mejor en una fábrica de juguetes, pero quién era ella para juzgar la elección de carrera de los demás.
- Ah, te gustan las pelotitas... pues tengo un par para ti. A mi nadie me dice por dónde ir, canica del tres al cuarto.
Sin cortarse un pelo, le lanzó dos orbes oscuros asomándose por un lado del muro. Uno apuntando a la mano de las pelotas y el otro a su enorme barriga. Con un objetivo tan grande, esperaba no fallar. Las detonaría tan pronto se le acercaran, aunque si le explotaban tras la cabeza tampoco iba a quejarse.
- No es nada personal, pero necesito seguir subiendo. Apártate ahora que aún puedes.
- Cosas usadas:
- Night Shadow: Lys utiliza energía su demoníaca para formar un muro (Igual de alto que ella y un poco más ancho) entre ella y el enemigo. Dura 2 turnos.
- Orbes oscuros: Tras un intenso entrenamiento, Lys es capaz de utilizar la energía que gasta al enfurecerse para emplearla posteriormente. Con esa energía es capaz de producir esferas negras del tamaño de una naranja mediana con poder explosivo equivalente a medio kg de TNT. Puede dirigirlas en el aire, a una velocidad de 20 m/s. Explotarán a los 10 segundos (A no ser que las detone antes) desde el momento en que son lanzadas. AF
El hombre coge mucho aire de golpe, y el tamaño de la circunferencia que es su cuerpo aumenta ligeramente. Recibe en su estómago de lleno tu ataque, sin embargo parece que su barriga ha absorbido parte del impacto. Sin embargo, parece que algo si que le ha afectado, pues ha sido movido un poco hacia atrás y al abrir la boca de esta sale un humo negro y algo de sangre. Tose un poco, aunque enseguida vuelve a recuperar la compostura.
—¡Ball Tornado! —grita a la par que se pone a girar sobre si mismo con los brazos exténdidos.
Gira tan rápido que es imposible distinguir lo que es. De ese gordo tornado salen disparadas varias bolas de goma que van directas a chocar contra la barrera que has erigido, sin embargo, otras que parecían irse locas a otro sitio, rebotan en el aire como si hubieran impactado con algo sólido hasta colocarse detrás de ti y a los lados, dispuestas a saltarse tu barrera.
Puedes sentir la presencia de alguien familiar acercándose.
—¡Ball Tornado! —grita a la par que se pone a girar sobre si mismo con los brazos exténdidos.
Gira tan rápido que es imposible distinguir lo que es. De ese gordo tornado salen disparadas varias bolas de goma que van directas a chocar contra la barrera que has erigido, sin embargo, otras que parecían irse locas a otro sitio, rebotan en el aire como si hubieran impactado con algo sólido hasta colocarse detrás de ti y a los lados, dispuestas a saltarse tu barrera.
Puedes sentir la presencia de alguien familiar acercándose.
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- Esas no rebotan ¿Eeeh? - dijo gritando con una sonrisa al ver toser a su enemigo. Se fijó en que se había hinchado otro poco y una idea comenzó a cobrar forma en su mente. Sin embargo, antes de que pudiera concretarla, el tipo contraatacó.
- La verdad, nunca he entendido esa costumbre de gritar el nombre de vuestros ataques. No eres el primero que lo hace, pero siempre suena igual de estúpido.- Para cuando empezó a girar, Lys ya tenía una idea mental de su técnica y no le sorprendió ver las bolas volar por todo el lugar. Desenfundó los sai, dispuesta a ir hacia él, pero algo la retuvo tras su barrera. Algunas de las bolas estaban... ¿botando en el aire? Corrigieron su rumbo rápidamente, para dirigirse hacia ella. - Interesante.- Murmuró, antes de ponerse a devolverlas con los sai. Algunas se le escaparon y le impactaron en el hombro y la cadera. Si al día siguiente aún tenía un sitio del que levantarse, iba a ser un suplicio. Dolían como condenadas.
Harta de juegos, saltó la barrera antes de que se deshiciera y se dirigió con decisión hacia el hombre bola. Agarró dos cuchillos y los lanzó apuntando a su cuello y su corazón sin frenar en ningún momento. Ella también sabía redirigir cosas. Si eso lo mataba sería un problema menos, pero en caso contrario pensaba llegar y hundir sus sai en la carne del enemigo. A los globos hay que pincharlos.
En ese momento, notó algo reconocible. Le costó un poco recordar a quién pertenecía esa presencia, pero en cuanto lo logró sonrió sin frenar su ataque. Al final aquel idiota dramático había vuelto.
- La verdad, nunca he entendido esa costumbre de gritar el nombre de vuestros ataques. No eres el primero que lo hace, pero siempre suena igual de estúpido.- Para cuando empezó a girar, Lys ya tenía una idea mental de su técnica y no le sorprendió ver las bolas volar por todo el lugar. Desenfundó los sai, dispuesta a ir hacia él, pero algo la retuvo tras su barrera. Algunas de las bolas estaban... ¿botando en el aire? Corrigieron su rumbo rápidamente, para dirigirse hacia ella. - Interesante.- Murmuró, antes de ponerse a devolverlas con los sai. Algunas se le escaparon y le impactaron en el hombro y la cadera. Si al día siguiente aún tenía un sitio del que levantarse, iba a ser un suplicio. Dolían como condenadas.
Harta de juegos, saltó la barrera antes de que se deshiciera y se dirigió con decisión hacia el hombre bola. Agarró dos cuchillos y los lanzó apuntando a su cuello y su corazón sin frenar en ningún momento. Ella también sabía redirigir cosas. Si eso lo mataba sería un problema menos, pero en caso contrario pensaba llegar y hundir sus sai en la carne del enemigo. A los globos hay que pincharlos.
En ese momento, notó algo reconocible. Le costó un poco recordar a quién pertenecía esa presencia, pero en cuanto lo logró sonrió sin frenar su ataque. Al final aquel idiota dramático había vuelto.
- Cositas:
- Night Confussion: Lys utiliza su energía demoníaca para redirigir los cuchillos que lanza hasta 3 veces. En caso de no consumir las 3 oportunidades, queda en el cuchillo y se redirige hacia el objetivo cuando esté a menos de 3 cm de este. Puede causarle desde picazón hasta quemaduras de 2 grado.
- 45.- Ámbito: Desplazamientos. Concentrando la energía de su cuerpo en la planta de los pies, Lys es capaz de moverse por paredes y - techos con relativa facilidad. De forma activa, es capaz de dar grandes saltos en una dirección una vez por post, moviéndose el doble de rápido que un ''sprint'' normal. 2 post de recarga, con un cansancio notable, o 1 post de recarga con un cansancio moderado.
Tu cuchillo entra en contacto con la piel del extraño hombre gordo. Y esta... ¿se hunde? Es como si estuvieras apretando una aguja contra una pelota de goma. El hombre parece apretar los dientes, como si estuviera intentando aguantar algo. Sin embargo, su extraña piel con tacto de plástico termina cediendo y de un agujero empieza a surgir aire. El hombre sale volando como un globo deshinchándose, haciendo un ruido muy molesto, pero sin alejarse de ti. Finalmente, vuelve a reincorporarse, con sus pies botando en el aire como antes. Sin embargo, esta vez, su aspecto es radicalmente distinto.
—Hacía mucho tiempo que nadie me obligaba a salir de mi forma defensiva. Eres buena —dice con una sonrisa mientras estira un brazo a un lado.
Su sonrisa se borra de golpe cuando una telaraña choca contra su brazo y algo se balancea desde esta. Está apunto de caer hacia abajo, pero se reincorpora y aguanta el nuevo peso adherido a su brazo. Aquella cosa que cuelga desde la telaraña se balancea y salta hasta aterrizar en una drámatica pose en lo alto de uno de los muros, cerca vuestra.
—¡Ha llegado! ¡El emisario del infierno! ¡Supaidaman!
No lleva la máscara puesta y su traje está roto por el pecho. Fatman lo mira con rabia.
—El traidor, como no. ¡No importa! ¡Os mataré a ambos!
Dicho eso, impulsándose en el aire, salta hacia ti con el puño echado hacia atrás dispuesto a golpearte con él. Al mismo tiempo, Supaidaman salta a por él. Lo mismo puedes ayudarle a que encaje su golpe.
- La verdadera forma de Fatman:
—Hacía mucho tiempo que nadie me obligaba a salir de mi forma defensiva. Eres buena —dice con una sonrisa mientras estira un brazo a un lado.
Su sonrisa se borra de golpe cuando una telaraña choca contra su brazo y algo se balancea desde esta. Está apunto de caer hacia abajo, pero se reincorpora y aguanta el nuevo peso adherido a su brazo. Aquella cosa que cuelga desde la telaraña se balancea y salta hasta aterrizar en una drámatica pose en lo alto de uno de los muros, cerca vuestra.
—¡Ha llegado! ¡El emisario del infierno! ¡Supaidaman!
No lleva la máscara puesta y su traje está roto por el pecho. Fatman lo mira con rabia.
—El traidor, como no. ¡No importa! ¡Os mataré a ambos!
Dicho eso, impulsándose en el aire, salta hacia ti con el puño echado hacia atrás dispuesto a golpearte con él. Al mismo tiempo, Supaidaman salta a por él. Lo mismo puedes ayudarle a que encaje su golpe.
Aki D. Arlia
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¿Se hundía? ¿Se hundía? Presionó un poco más y logró su objetivo, la tripa del señor comenzó a soltar aire. Lys aguantó pacientemente frente a él hasta que terminó de desinflarse y se reincorporó. Menudo idiota habían contratado para defender algo como la aguja. Al escuchar su elogio, no puede por menos que sonreír y mirarle con algo de pena.
- Me encantaría decir lo mismo, pero me temo que no puedo. Ah y... cuidado. O no.
Supaidaman había vuelto con otra entrada triunfal. Su traje estaba destrozado y ya no tenía máscara. Le miró por un momento, tenía que admitir que era bastante mono. Quizá podía adoptarlo si sobrevivía a todo, no parecía que tuviera un lugar al que volver. Nadie que lo tuviera se comportaría así, a no ser que hubiera una aldea entera de gente con un extraño fetiche por las arañas. Aunque... ahora que lo pensaba no sonaba tan descabellado como le habría gustado. Bueno, siempre había tiempo de preguntarle más tarde. De momento había que rematar al antaño gordo.
Vio como Supaidaman se lanzaba hacia su enemigo al tiempo que este saltaba hacia ella y no dudó ni un solo segundo en encogerse y chillar como si estuviera avergonzada, tapándose el pecho y mirando a su enemigo con lágrimas en los ojos.
- ¡N-no, por favor, no me haga eso!
Al mismo tiempo, conjuró el poder de su akuma para aumentar el deseo del hombre y lograr distraerlo por un momento. Mientras tanto y aprovechando su pose, ocultó un cuchillo entre sus manos. Si hacía falta se haría a un lado para esquivar su puñetazo, pero si Supaidaman encajaba el golpe aprovecharía para acuchillarle en el pecho y rematarle. No quería dejar nada a la suerte.
- Me encantaría decir lo mismo, pero me temo que no puedo. Ah y... cuidado. O no.
Supaidaman había vuelto con otra entrada triunfal. Su traje estaba destrozado y ya no tenía máscara. Le miró por un momento, tenía que admitir que era bastante mono. Quizá podía adoptarlo si sobrevivía a todo, no parecía que tuviera un lugar al que volver. Nadie que lo tuviera se comportaría así, a no ser que hubiera una aldea entera de gente con un extraño fetiche por las arañas. Aunque... ahora que lo pensaba no sonaba tan descabellado como le habría gustado. Bueno, siempre había tiempo de preguntarle más tarde. De momento había que rematar al antaño gordo.
Vio como Supaidaman se lanzaba hacia su enemigo al tiempo que este saltaba hacia ella y no dudó ni un solo segundo en encogerse y chillar como si estuviera avergonzada, tapándose el pecho y mirando a su enemigo con lágrimas en los ojos.
- ¡N-no, por favor, no me haga eso!
Al mismo tiempo, conjuró el poder de su akuma para aumentar el deseo del hombre y lograr distraerlo por un momento. Mientras tanto y aprovechando su pose, ocultó un cuchillo entre sus manos. Si hacía falta se haría a un lado para esquivar su puñetazo, pero si Supaidaman encajaba el golpe aprovecharía para acuchillarle en el pecho y rematarle. No quería dejar nada a la suerte.
Como si todo fuera a cámara lenta ves como el hombre se sonroja y, mientras sigue adelante, parece perder la concentración. El puño de Supaidaman encaja perfectamente en su mejilla y lo manda lejos, no sin antes recibir un corte de tu intento de puñalada al pecho justo antes de salir despedido. Supaidaman aterriza en el suelo, mirándote para luego observar a Fatman, que se ha reincorporado en medio del aire y ahora os mira con rabia.
—Pero serás... ¡Puta!
Echa el puño hacia atrás mientras se impulsa hacia ti. Puedes ver como el puño se hincha como una pelota hasta tomar un tamaño considerable. Eso no es todo, se vuelve totalmente de un color negro brillante. Supaidaman lanza una telaraña a su pie y tira de él, buscando menguar su impacto haciendo que, de darte, el golpe no sea tan grave. Aunque aún así tiene pinta de que va a doler.
—Pero serás... ¡Puta!
Echa el puño hacia atrás mientras se impulsa hacia ti. Puedes ver como el puño se hincha como una pelota hasta tomar un tamaño considerable. Eso no es todo, se vuelve totalmente de un color negro brillante. Supaidaman lanza una telaraña a su pie y tira de él, buscando menguar su impacto haciendo que, de darte, el golpe no sea tan grave. Aunque aún así tiene pinta de que va a doler.
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Lys frunció brevemente el ceño al escuchar el exabrupto de su enemigo, pero no perdió el tiempo. Se echó hacia atrás para evitar el puño a la vez que levantaba la pierna con la intención de soltarle una patada en todo el pecho.
Funcionara o no, convocaría una bola de fuego infernal en cada mano y las lanzaría contra el pobre desgraciado, intentando deshacerse de él de una vez por todas.
- Cualquier puta tiene más dignidad que tú.- Susurró con asco.
Funcionara o no, convocaría una bola de fuego infernal en cada mano y las lanzaría contra el pobre desgraciado, intentando deshacerse de él de una vez por todas.
- Cualquier puta tiene más dignidad que tú.- Susurró con asco.
El fuego infernal impacta en su cuerpo. Grita de dolor y su puño se desinfla. Deja de flotar y cae al suelo, como un muñeco de goma inerte. No hace ningún ruido y su ropa todavía arde, a la par que de su boca sale humo. No puedes ver muy bien si está muerto o no desde tu posición, aunque Supaidaman se acerca y le da unos golpes con el pie.
—Fatman, bastardo de goma... No tendría que haber pasado esto, si tan solo te hubieses dado cuenta del mal que era esta aguja...
Entonces Supaidaman te mira, esperando a que bajes o que digas algo. Has vencido y puedes volver a postear en el tema principal.
—Fatman, bastardo de goma... No tendría que haber pasado esto, si tan solo te hubieses dado cuenta del mal que era esta aguja...
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