Un encuentro fugaz (Omega- Lexy)

Había pasado una semana desde mi encuentro con aquel extraño peliblanco con habilidades propias de mago en aquella mugrosa taberna. Ahora, estaba dando vueltas por la ciudad de Nueva Ohara haciendo los típicos hurtos para ir sobreviviendo al día a día y poder pagarme un pasaje para irme a otro lugar cuando me apeteciera. Esta vez llevaba mi atuendo de aventura con el bazuka atado a la espalda, mis diversos cinturones con balas, mis dos pistolas, algunas granadas al cinturón y una pequeña daga atada al muslo izquierdo. Tenía un mapa de la ciudad en mis manos el cual estaba leyendo mientras me acercaba a la tasca de "La hija del capitán" para tomar un trago antes de retirarme a la habitación que había alquilado para esa noche por 12  berries.

Una vez entré en la taberna todo iba a las mil maravillas. Los clientes estaban festejando, unos con sus jarras llenas de cerveza mientras que otros jugaban a juegos de azar entre carcajadas y eructos. Yo me senté en uno de los taburetes de la barra y pedí un pincho de tarta de manzana y un zumo de mora fresco. El tabernero no tardó en darme mi pedido y yo no tardé en pagarle la cuenta al momento puesto que no quería que me molestara más tarde.

A mi derecha había un marinero procedente de una tripulación pirata, que estaba hablando con otro compañero. Ambos hablaban sobre una incursión de la Marina por aquellos mares contra una serie de piratas que pululaban por la zona..nada grave, el día a día, pero que me hacía que pensar que veríamos marines en breves por la isla. Di un pequeño sorbo al vaso donde estaba mi zumo mientras cogía uno de los periódicos de encima de la barra y me ponía a hacer el sudoku de la pág 32.  El día se estaba acabando y la noche no tardaría en llegar...y estaba cansada...así que solo deseaba acabar mi ronda y subir a mi habitación.

El destino parecía empeñado en jugar con él. No había sido suficiente con intentar ligar con una loca psicópata que ahora tenía que cruzársela en la siguiente fase de su viaje. Más aún, cuando la vio iba armada hasta los dientes... ¡tenía hasta un lanzamisiles! ¿Quién en su sano juicio le vendía un arma como esa a una mujer con esas taras psicológicas? El caso fue que, bien por insensatez o por sentido del deber, comenzó a seguirla y vigilarla. Mantenerse fuera de su vista por las calles atestadas de gente no fue complicado. Más lo fue estar a una distancia prudente y poder igualmente mantenerse al tanto de sus movimiento. Salvo por carterismo y robos menores no hizo nada que considerase digno de intervenir. No iba a arrestarla por mangar unos cuantos berries; los destrozos que ocasionaría la pelea serían peores que los males remediados. Además sentía curiosidad; quería ver si realmente era tan peligrosa como el tabernero había dicho.

Acabó siguiéndola hasta un antro de mala muerte llamado "La hija del capitán." Tenía pinta del típico bar de los bajos fondos. Dado que no llevaba ropa con la que camuflarse y aunque confiaba en su habilidad para pasar desapercibido, decidió no entrar de primeras. Dio un par de vueltas en torno al edificio examinándolo, y finalmente se situó en un callejón desde el que la veía por una ventana. No hacía nada fuera de lo común; beber y escribir algo. Tras unos minutos de vigilancia, se dirigió a la puerta trasera y entró por esta, accediendo a la trastienda con cuidado. Frente a él, el tabernero silbaba mientras ordenaba unas cajas. "En los líos que me meto..." pensó, situándose tras el hombre. Rápidamente le hizo una presa en torno al cuello con el brazo izquierdo, mientras con el derecho sacó la pistola y lo encañonó.

- Contesta a mi pregunta o te vuelo los sesos. Si haces ruido, intentas liberarte o darte la vuelta en algún momento, aprieto el gatillo. Responde "sí" si te ha quedado claro.

- Sí - dijo en voz queda el tabernero.

- ¿Se aloja la chica de pelo azul en tu taberna?

- ¿Qué chic... - Atsu amartilló la pistola como advertencia - Ah, la de la barra... sí, sí. Se ha quedado con una habitación.

- ¿Cuál?

- La doce.

- Bien elegido. Ahora voy a liberarte. Vas a caminar lentamente contra esa pared sin girarte, y te taparás los ojos hasta que me haya ido. Como vea que intentas darte la vuelta o mirarme, te pego un tiro. Si intentas avisarla en algún momento, eres hombre muerto.

Poco después el joven agente estaba en la habitación de Lexy, sentado sobre la cama y mirando a la puerta con la pistola en la mano. Entrar no había sido problema gracias a la llave maestra del tabernero que había cogido prestada durante el forcejeo. Ahora sólo quedaba esperar a que subiera y hablar con ella. Esta vez sin tapujos ni máscaras. Tenía que determinar hasta qué punto era una amenaza.

Ya estaba cansada de hacer tiempo así que me dispuse a recoger mis cosas de la barra y dirigirme hacia la habitación. Por unos segundos no pude divisar al tabernero para poder despedirme de él adecuadamente, hasta que, lo vi entrar en la sala por la puerta de la bodega con una cara seria y preocupada. Ni que hubiera visto a un fantasma.

-Ey, ya me voy a la habitación que nadie me moleste ¿vale? -dije mientras me dirigía al tabernero ,y este, torció la vista asustado y se volvió a meter en la bodega. ¿Que demonios le pasaba?. Bueno me daba igual la verdad...así que procedí a subir las escaleras hasta el segundo piso.

Cuando había llegado al pasillo donde estaban las habitaciones, saqué mi llave de mi cinturón y abrí la puerta totalmente cansada...casi la llave me llevaba a mi al interior. Cuando entré....me encontré el pastel. ¡EL ALBINO!. No pude sacar mis pistola porque estaba tumbado en la cama apuntándome con su pistola. Ante la impotencia de no poder hacer nada le dije:

-¿Quieres que te pinte como a una de mis chicas francesas ?-dije mientras me acercaba a la cómoda de la izquierda de la habitación para dejar allí encima mi cinturón con mis do pistolas y el bazuka...estaba cansada y pesaban.

Con total tranquilidad le dije:

-¿Quieres una copa? Tengo ron y algo de vodka. Si vienes a por lo que creo..deberás estar muy borracho..y me duele la cabeza- dije jocosa antes de cambiar el tono a serio- ¿Sueles colarte mucho en las habitaciones de las damas?

No tuvo que esperar demasiado. A los pocos minutos escuchó la llave en la cerradura, y la chica apareció en el umbral de la puerta. A pesar de su evidente sorpresa no actuó como correspondería a alguien en su situación, sino que tras bromear al respecto dejó caer sus armas y entró en la habitación. No parecía darse cuenta de la situación, al menos de primeras, pero Atsu podía ver perfectamente en su actitud que sí era perfectamente consciente. Sólo no se la tomaba tan en serio como para actuar en consecuencia. La miró con seriedad y después de unos segundos dijo:

- Ron estará bien.

Y ahora, ¿qué? ¿Le preguntaba sin más por su vida? ¿La arrestaba? Desde luego le sobraban pruebas y motivos para hacerlo después de todo lo que le había visto. Sin embargo no la había seguido para eso... aún. Primero tenía que evaluar sus respuestas y decidir lo que hacer con ella. Interrogarla para ver hasta qué punto su locura era fachada, y si se trataba de una criminal menor que se limitaba a vaciar carteras y meterse en líos en los bajos fondos o de alguien realmente peligroso como el tabernero de la última vez había asegurado.

- Ahora vamos a tener una conversación tú y yo. Me vas a contar de qué iba todo ese asunto con los piratas en Diamuird. Y me vas a contar quién eres realmente y a qué te dedicas.

Su tono fue serio y autoritario, y en ningún momento dejó de apuntarle con la pistola. Su dedo pulgar reposaba sobre el percutor, listo para amartillar la pistola como advertencia si en algún momento Lexy hacía algo indebido o seguía tomándose la situación a broma.

Me mantuve de espaldas al peliblanco mientras asentía con la cabeza a sus palabras y le servía en un pequeño vaso una copa de ron. Yo me serví otra y me dispuse a entregársela. Extendí mi mano, como quién ofrece un arma a un amigo con total confianza. Mantenía mi rostro alegre como si aquello fuera una simple reunión de amigos a pesar de que pertenecíamos a mundos distintos.

Me apoyé en la pared frente a la cama y me deslicé hasta caer al suelo sentada con  mi copa en la mano.Mi rostro ahora era de cierta pena.

-¿Conversar? Eso es super aburrido... -dije alzando la vista hacia su pistola- Baja tu juguete, si quisiera haberte hecho pupa ya te la habría hecho...y tu a mi. Así que..¿que tal si nos dejamos de medirla y dejas la pistola sobre la cama o sobre el mueble donde dejé las mías? No tengo intención de empezar un tiroteo....aún no.- Dije señalándole el mueble donde estaba el bazuka.

-¿A que me dedico? Pues a robar....para comer y comprarme cosas que hacen "Bumba Bumba" ya sabes...aunque últimamente no me ha ido muy bien y tuve que pedir dinero a unos prestamistas....y conste que soy buena pagadora, pero últimamente me parecía poco gracioso el tener que devolverles el dinero...además...lo de la taberna estuvo divertido. ¿no?-dije con un tono jocoso mientras me levantaba poco a poco hasta incorporarme por completo.

-¿Y que es de ti?... o bien estás aquí porque te gusto o  bien porque vienes a hacerme daño....y flores no veo por ningún lado. -dije antes de acercarme al mueble donde estaba la jarra con ron para servirme otra copa.

De momento no pasaba de otra criminal más, nada que entrase en lo que trabajaban en la agencia, pero sabía que aquella mujer tenía potencia para ser una amenaza mucho mayor. Bueno, no. No lo sabía, sólo lo sospechaba. Dudó unos segundos, pero finalmente con un suspiro, puso el seguro a la pistola y la apoyó en la cama a su lado. Ser algo civilizado, sí. Tan idiota como para no dejar el arma a distancia de seguridad, no. Llevó la copa a la boca y probó un trago del licor sin dejar de vigilarla. El alcohol barato le escoció en la nariz y la garganta, pero lo tragó sin hacer ningún comentario y cruzó una pierna sobre la otra.

- Estoy aquí para saber más de ti y si eres realmente una amenaza. Cierto tabernero me contó una historia muy interesante sobre ti. Te había llamado... ¿la princesa del crimen? Y en clave casi profética habló sobre las proezas que vas a realizar - añadió con una sonrisa torva.

Las palabras de aquel hombre habían sido el culmen a todo lo que había visto en su primer encuentro. No se las había podido quitar de la cabeza desde entonces. Se había cuestionado numerosas veces la cordura del tabernero, pero algo le decía que cuerdo o loco, aquel hombre había tenido mucho contacto con Lexy y sabía más de ella de lo que parecía.

- Así que dime, "ceniza peliazul", ¿qué pretendes realmente con semejante arsenal? ¿Simplemente vives el día a día o realmente eres una especie de emisaria del caos que ha venido a hacer explotar cosas?

Los mofletes se me hincharon debido al aire que había tragado como producto de una carcajada que iba a sonar de aquí al Nuevo Mundo, pero me contuve lo suficiente como para tomar otra decisión más dramática. Coloque mi mano sobre mis ojos y haciendo el gesto de pena que haría llorar al propio Shakespeare.

-Hállome en lloros cual obrero sin sueldo mensual, oh dioses del averno y de los cielos. Me siento tan afligida, tan dolida mi buen peliblanco....-dije antes de recuperar la compostura- ¿Como solo me han llamado eso? ¿Princesa? ¿Tengo pinta de dormirme y que un bello y cachas príncipe venga a besarme?.....oh por dios si sabes de alguno avísame.

Caminé hacia el peliblanco paso a paso hasta ponerme frente a él. Apoyé mis brazos uno a cada lado de él hasta quedar cara a cara.

- No he buscado ese...apodo. Solo me llaman eso por mis métodos para divertime....sabes...yo no soy mala, en absoluto, solo una incomprendida. La gente dice que mato gente..y yo realmente no los mato...se mueres ellos solos..¿sabes como? te lo contaré más adelante. He estado sola durante muucho tiempo...me han intentado violar...estafar...matar y nadie la ha conseguido. ¿Sabes por qué? Porque siempre mueren antes por factores....ponzoñosos.

Me aparté de él y me senté a su lado.

-Bueno después de este delirio, te diré lo que quieres saber. ¿Que pretendo? Si te soy sincera..no lo sé. Soy una idea...un estado mental....hago mi voluntad acorde a mis planes y los ejecuto. Pero tu sientes curiosidad por mi, y eso me encanta conste....pero  que me llamen "princesa del crimen"tiene un porqué y prefiero que lo averigües... además nos perderemos los fuegos artificiales si seguimos hablando....¿más ron?

En el momento en que se puso frente a él, tan cerca que sus rostros casi se rozaban, su corazón se aceleró. Se mordió la lengua para intentar conservar la mente fría y no dejar que otra vez sus instintos acabasen dictando sus acciones. Apretó la mano libre y contuvo la respiración, soltándola en cuanto ella se apartó. Si era realmente peligrosa para el mundo estaba por determinar, pero empezaba a quedarle claro que para él lo era. Aunque normalmente supiera ser lógico y racional, ella siempre lograba turbarle y despertar sus emociones. Vació el resto del vaso de un trago y se lo tendió cuando le ofreció más bebida. Se arrepintió casi al momento. Más alcohol no era lo que necesitaba.

- Entonces, ¿te encargas de que los que fueran a hacerte daño mueran antes?

Eso era. Mantener una línea de pensamiento racional y analizar sus palabras le ayudaría a mantener la mente ocupada y distraída de otras cosas. Así que había un motivo tras ese apodo... antes había mencionado lo de besarla. También lo de la ponzoña. ¿Envenenaba a sus víctimas tras cortejarlas? No, ¿cómo encajaba eso en una princesa? Iba a tener que indagar más si quería saberlo, porque eso tal vez le ayudaría a dilucidar el misterio tras aquella chica. Se las daba de víctima de la sociedad, pero al mismo tiempo reconocía haber asesinado gente. Actuaba como si estuviera trastornada, pero tras sus actos podía atisbarse una serena lucidez. Como si tuviera muy claro en todo momento todo lo que hacía. Si estaba loca, no era la clase de locura que cegase de la realidad, eso lo tenía claro. Y eso podía hacerla más peligrosa aún.

- Me temo que vas a tener que darme más pistas, "princesa" - dijo, girándose hacia ella.

Sonreí ante la aceptación de la copa de ron que le había ofrecido. Mientras se la servía de espaldas, de mi mano, salió un pequeño líquido de color morado...apenas unas gotitas inofensivas de un veneno corrosivo. Si el albino lo ingería, como mucho, tendría un ardor en la garganta muy intenso.. que ríete tu de las guindillas. Eso me daría suficiente tiempo como para escapar por la puerta.

Me acerqué a mis armas y comencé a equiparmelas nuevamente. ¿Podía atacarme mientras hacía eso? Claramente. Así que una vez equipada le ofrecí la copa al peliblanco. En un principio el veneno se difluyó muy bien la la bebida y no dejaba rastro salvo por el sabor ácido. Le ofrecí la copa con una gran sonrisa.

-Toma, y brinda a mi salud mientras te cuento querido- dije mientras me llevaba las manos a la nuca, cogía aire profundamente y comencé a soltar palabras como una ametralladora- Pienso asaltar todos los bancos de estos mares, hacerme con la suficiente pasta para compar la bomba más grande del mundo y volar Marinejois...no sin antes cepillarme a piratas, civiles y marines por el camino. Arrancaré la piel y me comeré los corazones de todo aquel que se me cruce y luego miraré dibujos animados, PERO ANTE TODO,¡ PIENSO COMPRARME UN BAZUKA MÁS GRANDE PORQUE EL TAMAÑO NENE IMPORTA!-finalicé el discurso  recuperando el aliento- ¿Te vale o te lo pongo por escrito?.

Si bebía el vaso de ron mientras hablaba, también escucharía esto:

-Ah si bebes agua para calmar el ardor...te quemará más. Toma miga de pan...creo que abajo en la taberna hay en abundancia aunque algo reseca...sino acabará perforándote el esófago. Si, es un veneno. No es letal ya que me has caído bien, así que.....¡¡au revoir!!

Saldría corriendo escaleras abajo hacia la taberna con el objetivo de desaparecer de allí. Si me intentaba parar, cosa que podía hacer, el ardor del veneno comenzaría a darle problemas.

En cuanto cogió el vaso dio un largo trago. Craso error. ¿Cómo se le ocurría aceptar nada que le diera una criminal? Un fuerte ardor recorrió su boca y garganta. Entre toses y gañidos cayó al suelo, mientras el dolor se iba extendiendo por sus entrañas. Las palabras de Lexy le llegaban como de lejos, y notaba sus venas palpitando en sus oídos. Los brazos le temblaban y le costaba respirar. Alargó la mano para coger la miga de pan y se la metió con avidez en la boca, sin pararse a pensar que pudiera ser otra trampa. Se agarró la barriga notando una punzada de dolor en el estómago, y dio un gañido de dolor. Frente a él vio el charco del ron caído, humeando y burbujeando sobre la madera del suelo. ¿Veneno? Esa mierda era corrosiva. ¿Sería un ácido? Se levantó con esfuerzo y cogió su pistola.

- Joder... ¡Lexy!

Era tarde para seguirla. Salió al pasillo con esfuerzo, sin verla por ahí. A esas alturas podía estar ya en la calle hacia el puerto, o hacia a saber dónde. Se metió la mano entre la ropa y tanteó en bus de su den den mushi. Tenía que llamar a su jefe. Había que avisar sobre ella. Era realmente peligrosa, demasiado para seguir suelta. Se iba a asegurar de que hubiese carteles de "se busca" y que las autoridades estuvieran alertadas sobre ella. Había que capturarla y encerrarla donde no pudiera causar más daños. Marcando el número de la agencia, se acercó el caracol a la cara.

- Quiero informar de una criminal peligrosa - dijo con voz ronca - Agente Omega, código 0277-B-870. Su nombre es Lexy. Mujer humana joven, pelo azul largo y liso, en torno al metro ochenta, constitución delgada. En torno a unos veinte años. Tiene una gran cantidad de armas incluyendo un lanzamisiles. Emplea veneno - tosió - Es altamente inestable y está mentalmente trastornada.

- Agente Omega, tenemos ya registrada a esta criminal. Lexy, por treinta millones. ¿Quiere informar de algún crimen nuevo?

- Sí - gruñó - Acaba de envenenarme y huir de mí. También es culpable de contrabando de armas, homicidio múltiple y asesinato. Mandaré un informe cuando no me esté muriendo - añadió con sarcasmo.

Se dejó caer contra la pared, atormentado por el dolor. Si todo iba bien, Lexy había dicho la verdad y no moriría. Si es que aquella tortura podía considerarse mejor.