Puto Arthur [Libre]

Durante años Galhard había deseado visitar la ciudad de Enies Lobby, pensaba que allí, al ser la ciudad de la justicia, dominaría la calma, la educación y la rectitud de las gentes, cuando Al Naion comentó que por indisposición de Arthur se vería obligado a tener que ir él mismo a encargarse de papeleo y que necesitaría manos para ello la curiosidad del recluta pudo más que su pereza y cual crío se ofreció a acompañarle, algo habitual en Galhard, ofrecerse a tareas que le quedan grandes y le meten en quebraderos de cabeza.

Una vez Gal y Al se vistieron con la mítica prenda característica de los Kiritsu fueron rápidamente hacia Enies Lobby, la fascinación de Galhard duraría poco, segundos después de que ambos desembarcasen en Enies Lobby una turba de funcionarios del gobierno con una cara de inmenso pavor y esposas en ristre les apresaron.

Su cerebro desconectó hasta que escoltados llegaron a una de las calles, se encontraba esposado con las manos en la cintura, corvado y con los ojos entrecerrados miró a su alrededor, Al con su porte relajado y grandilocuente habitual parecía que poco le importaba estar esposado, incluso podría parecer que disfrutaba en cierta forma y no solo por hacer rabiar a los funcionarios, por delante de ellos habían unos guardias que a juzgar por sus caras debían tener un sueldo todavía menor que el suyo.
Dieron unos pocos pasos hasta que el grupo de funcionarios y guardias violentamente arrebataron la bufanda al recluta que no tardó en enfadarse y espetar.
-¡Eh! id con cuidado que esa bufanda es de seda importada del South Blue y lana de la isla Rubeck, vale más que vuestros sueldos, cernícalos.- Una vez despojado de su bufanda y clavando sus ojos en los brutos que la tenían ahora mirándola con pavor suspiró.
-¿Que clase de fobia absurda es esta a la gente con bufanda? Ni que un sujeto con bufanda os hubiese hecho perrerías... El recluta iba a proseguir con su crítica pero quedó impactado por la capacidad de Al de comprimir casi cuarenta bufandas en su cuello. "Quitando su fruta, frío no debía pasar" pensaba Galhard mientras reía de la puya del almirante a los funcionarios.
Cuando este último alzó sus manos llevando a que mirasen todos hacía arriba Galhard, aprovechó para deshacerse de las esposas haciendo uso de un pequeño alambre que sacó de su abrigo, pasar por una rueda identificación esposado... tenía que dar mucha pereza y ser incomodo.

-Y bien ¿No se supone que si son del servicio de inteligencia del gobierno deberían al menos reconocer a un almirante de la armada?- Dijo Galhard con cierta malicia, cuando ni él mismo conoce a más que dos almirantes y ni se molesta en conocer a los demás altos cargos. Después de ese comentario desafortunado uno de los guardias de cara alegre le propició un capón y volvió a ponerle las esposas incautando también el abrigo de Galhard en el proceso.

-Almirante Al, si tus manos están tan libres...¿Podrías echarme un cable antes de que estos pervertidos con cara de estar más amargados que el café que bebe Arthur me dejen en pelotas?

32 vertical: mamífero arborícola herbívoro de movimientos lentos. Podría ser... ¿un orangután? Aquellos bichos pesaban mucho, igual eran lentos. No, le faltaba una casilla, no podía ser. Gorila tampoco entraba. Chasqueó la lengua, molesto, y jugueteó con el bolígrafo entre sus dedos. Había mucho jaleo de fondo, alguien hablaba a gritos distrayéndole de su crucigrama. Seguro que eran los marines, como de costumbre. Aquellos paletos de mar no sabía mantener el tono a un volumen civilizado. Iba a seguir pasando del tema hasta que escuchó la palabra mágica. ¿Alguien había sido tan idiota como para traer una bufanda a Ennies Lobby? Desde lo de aquel colgado que había cortado la maqueta de la Puerta de la Justicia, los jefes habían prohibido que nadie trajera una al recinto de la isla. Dirigió la mirada hacia la calle desde su privilegiada posición, sentado en el borde del tejado del bar, y vio la escena.

- ¡Perezoso, joder! - exclamó, apresurándose a escribir en el periódico.

Espera, ¿aquel entusiasta de la lana no le era familiar? Ese pelo rubio y esa cara de empanado... en el momento en que se bajó la tela para mostrar su cara se le encendió la bombilla. Con un suspiro de frustración, se descolgó del tejado y descendió dando zancadas, como si bajara una escalera. En cuanto tocó el suelo enrolló el periódico y le cruzó la cara al guardia más cercano con este.

- ¡Ineptos! ¡Es el Almirante Koneko! ¿Qué demonios creéis que estáis haciendo?

Cuando el soldado iba a replicar, con la tez enrojecida y alzando un dedo acusador, Atsu le dio una "estocada" en la nariz con el periódico.

- ¡Saca las llaves de una vez y suelta a su compañero, becerro! Mis disculpas, Almirante Koneko. La normativa de vestimenta es muy estricta en Ennies Lobby. Igualmente debo pedirle que se quite la... las bufandas.

Pese a todo, era bastante más impresionante en persona que en la prensa. Le sacaba varias cabezas de altura. A decir verdad, hasta el marine que le escoltaba era más alto que Atsu, aunque empezaba a acostumbrarse. En su tierra era una persona de estatura media, pero la Marina estaba llena de monstruos hiperhormonados. Había oído decir que tenía que ver con una alimentación especial a base de rey del mar, pero a él le sonaba a esteroides.

Roland ya empezaba a pensar que ese día iba a ser tan aburrido y monótono como otro cualquiera. Acababa de salir de su laboratorio y se dirigía a la sala de entrenamientos para, como su nombre indica, entrenar. El día anterior había realizado las mismas acciones, y el anterior, y el anterior, y el anterior... No es como si eso le desagradara, pero echaba de menos la acción de las misiones y la emoción del día a día. Resignado a vivir días iterativos prosiguió por su camino en la ciudad de Ennies Lobby.

Cual fue su sorpresa al encontrarse una situación completamente inesperada que podría cambiarle el día por completo. Al girar una esquina se topó con algunos agentes que habían detenido a lo que parecían dos marines. No habría llamado especialmente la atención del mink de no haber sido porque empezaron a armar un numerito. Un marine, destacable por su altura, se había librado de sus esposas no sin antes hacer gala de su habilidad para llevar bufandas al cuello. Sin duda estaba haciendo el imbécil y a Roland le estaban dando ganas de intervenir.

Justo cuando se acercaba a los individuos un agente llamado Omega apareció como caído del cielo e interfirió antes de que Roland pudiera hacerlo. Demostrando su hábil manejo de los periódicos dejó claro en voz alta que se el marine más alto era, nada más y nada menos, que un almirante de la marina. Ja. Como si a un marine con tal rango se le hubiera perdido algo en Ennies Lobby. Lo más probable es que se tratase de un impostor. ¿Y su acompañante? Seguramente un subordinado con el que intentaría que la treta fuera más creíble.

Ahora sin ninguna duda Roland se dirigió al variopinto grupo e hizo gala de su inmensa sagacidad como agente que se precia.

- Tú, Omega. ¿Qué estás haciendo? Estos agentes a los que has aporreado con tu periódico, por muy simplones que fueran, estaban haciendo bien su trabajo. En verdad no por él - señaló con el dedo al supuesto almirante - pudo librarse de sus esposas, pero al menos lo intentaron. ¿Y ahora vienes tú y dices que les dejen libres y campantes en la isla de la Justicia? Qué vergüenza de agente. Más tarde hablaré con tus superiores, ahora arreglaré este estropicio yo mismo.

El agente Omega había demostrado una actitud muy confiada para ser un agente del Gobierno. En este trabajo uno no podía fiarse ni de su sombra, no quería pensar qué podría ocurrir si dejaba libre a esas dos personas.

- Ahora viene lo bueno - murmuró mientras se giraba hacia los visitantes, mirando al más alto -. Si bien es posible que seas realmente un almirante de la Marina, lo cierto es que has entrado aquí sin realizar los debidos trámites. Traes indumentaria inadecuada, no llevas en tu pecho la chapa de visitante y lo que es peor, no pareces conocer nuestro régimen legislativo. Pero da igual. Aunque no parezcas un almirante, tengo mi propio método para descubrirlo - y sin más dilación desenganchó su lanza de la espalda para realizar un ataque consistente en un arco perpendicular al suelo contra el supuesto almirante.

Los segundos con las segundas esposas le parecieron una eternidad al recluta que al verse liberado y con su chaqueta y bufanda de vuelta se encontró cómodo nuevamente, cuando todo empezaba a salir del malentendido otro funcionario más malhumorado e impertinente hizo presencia, arremetiendo verbalmente con aquel que les había dado el trato que merecía un almirante y su subalterno, para acabar de sazonar la crispación de Galhard hacia ese sujeto pudo darse cuenta gracias a su haki de observación que estaba por lanzar un ataque, aunque iba a ser inútil, contra Al y además se trataba de un mink, la raza que tan poca estima le despertaba y que provocaba en él alergia.

Ni corto ni perezoso reparó en la poca profesionalidad de los funcionarios que les habían colocado las esposas de no incautar las armas que portaban y con gran rapidez se anticipó al golpe de lanza que el felino preparaba bloqueándolo con su sable y aprovechando la fricción generada por la lanza y su sable para posicionar la punta de su espada cerca de del cuello del mink flexionando las rodillas en el proceso.

-Alto ahí misifú, una continuación de estas hostilidades ante un oficial de la armada y esto no quedará en un aviso o lo que es peor, el almirante hará granizado de Mink- Dijo con voz animada antes de estornudar.

Había que reconocer que Galhard se había venido arriba, pero debía aprovechar a llevar la voz cantante en la disputa antes de que la alergia le golpease con más fuerza que el capón que Al seguramente le iba a propiciar.

Cuando el Almirante le llamó jovencito fue un poco... ¿raro? No parecía ser tan mayor. Es decir, entre la altura descomunal y su físico era evidente que estaba ya en su pleno desarrollo corporal, así que salvo que fuese de una raza no humana ya habría pasado de los veinticinco, pero eso aplicaba también a él. Por su piel y líneas de expresión no parecía ser muy mayor, a no ser que se conservara muy bien. Él también pareció notar que había algo raro así que intentó rectificar sin demasiado éxito. Entre llamar a alguien muchacho o jovencito no había tanta diferencia. Decidió ignorar el lapsus del Almirante y cuadrándose ante él con un gesto bastante relajado (al fin y al cabo él no era militar), le saludó:

- Bienvenido a Marineford, Almirante Koneko.

Por lo general Atsu tendía a ser una persona calmada y racional. Por lo general. Sin embargo si había algo que no era recomendable hacer era herir su orgullo. Y su compañero de trabajo, el agente Oppenheimer tenía la capacidad de sacarle de quicio con su actitud altanera e irrespetuosa. Se limitó a responder a sus insultos con una mirada fría y desdeñosa que ocultaba una ardiente ira. No dejó traslucir sus verdaderas emociones, sintiendo el calor extendiéndose por sus mejillas y su pecho. Había algo de razón en las palabras de Roland por mucho que odiase admitirlo, pero por otro lado tenía sus razones para haberse fiado al momento de Al. No "percibía" nada en aquel momento. Sin embargo, sólo por estar seguro respiró hondo y "extendió" su percepción hacia el alto mando marine. No sentía aquella malicia que emanaban las personas que tenían intenciones perversas. Si realmente fuese un infiltrado, por lo menos no era malévolo. Y aunque eso no lo librase de ser peligroso, dudaba que fuese el caso.

- ¿Realmente, agent...

No llegó a hablar, pues la situación se fue de madre en cuestión de segundos. Entre el impulsivo y descerebrado Roland intentando atacar al Almirante y el subordinado de este poniéndolo en jaque tras bloquearlo, la situación parecía a punto de estallar. En un veloz paso, con el viento silbando en sus oídos apareció entre ambos y trató de apartar sus armas con sus antebrazos. Con una mirada censora y severa alternó la vista entre ambos.

- Las hostilidades entre cuerpos del Gobierno está penado por el Código Militar del Gobierno Mundial. Además el régimen interno de Ennies Lobby castiga el enfrentamiento físico fuera de las áreas designadas para entrenamiento con tres días de reclusión para los infractores - clavó su mirada en los ojos de Oppenheimer, ya sin contener su desprecio - y que un agente sea lo bastante inepto como para no sólo no reconocer al captor del Yonkou Legan Legim, sino creer que alguien que ni siquiera ha pensado en ponerse un atuendo que no levante sospechas ha logrado llegar hasta Ennies Lobby, demuestra una falta de criterio indigna de un agente. Guarda tu arma o tendré que dar parte de ti a la policía militar de la base.

Al final el día iba a resultar emocionante y todo. El ataque que ejecutó contra el supuesto almirante fue bloqueado por su subalterno quien no parecía tener nada de especial. Roland se sorprendió por su velocidad de reacción pero ese pensamiento se desvaneció de su mente cuando el marine osó insultarle.

- ¿Misifú? ¿Granizado de mink? Yo te voy a dar a ti un granizado, mocoso resfriado - exclamó a la vez que apartaba la espada que tenía en su cuello con la parte de atrás de la lanza.

Justo cuando iba a realizar un ataque contra él para bajarle los humos el incompetente agente de pelo platino interrumpió lo que podría haber sido una de las mejores lecciones que Roland hubiera dado en su vida. Y no solo le volvieron a interrumpir, sino que otra vez habían vuelto a cuestionarle. Esta vez no sintió la misma furia que en el momento en el que el muchacho constipado le insultó, sino que el agente le dio lástima. Lástima por no poder contener su orgullo herido al arremeter verbalmente contra él, y lástima por no ser capaz de ver más allá de lo que tenía delante de sus narices. Por supuesto que el mink conocía al Almirante Al Naion y había oído hablar de sus hazañas. Su ataque no era un mero golpe producido por las ansias de luchar, se trataba de una estratagema para sacar a la luz el verdadero poder del almirante y así comprobar si era él en realidad.

- Agente Omega - le dijo mientras mantenía su arma en la mano -, no me hables de falta de criterio cuando tú mismo cometiste un error de juicio al dejar libres a estos hombres sin siquiera comprobar su identidad pasándote la seguridad del recinto por el forro de tus huevos morenos. Yo, sin embargo, he sido capaz de cumplir con ese objetivo y por ende con mi trabajo de una forma eficaz, a pesar de algún estorbo... - comentó mirando con desdén al espadachín que le insultó -. Y si no me crees, mira - terminó la frase señalando al supuesto almirante.

Ahora Roland sabía que se trataba del auténtico Almirante Koneko. ¿El motivo? Había empleado sus poderes procedentes de su fruta del diablo. A pesar de estar haciendo payasadas y boberías, lo cual hacía que el mink fuera perdiendo el respeto por el alto mando enfrente suyo, no cabía duda, se trataba del mismísimo Al Naion.

- ¿Ves esa habilidad? - continuó hablando con Omega -. Ese es un poder intrasferible que posee el almirante. Era la única forma de comprobar que era él, y para ello debía obligarle a usarlo, aunque al parecer no hacía tanta falta. En fin, en una cosa coincido con este hombre, si alguien no se ha quedado contento, vamos a resolverlo en la arena - dijo declarando sus intenciones a la vez que se movía a la zona que señaló el ahora ya confirmado almirante, con lanza en mano.

"¿Porqué ese maldito gato tenía que moverse tanto?" pensaba Galhard mientras cada vez el picor de su nariz se le hacía más insoportable.por alguna absurda razón la cabeza del almirante había estallado, cosa que le traía recuerdos de haber presenciado una cosa así con anterioridad, algún ritual o manía extraña se repetía para si mismo mientras guardaba su espada. Si bien el felino le había puesto de los nervios, hasta el punto de ver a Zay como alguien con quien estaría dispuesto a tomarse una taza de té con toda la tranquilidad del mundo, el hecho de no poder llevar bufanda imposibilitaba que pudiese pelear contra el Mink y siendo sinceros, aunque saltaba a la legua que él estaba en mejor forma física el Mink funcionario parecía un artista marcial bastante curtido, algo que le daría pereza de enfrentar.
-¿Que yo que? Se giró el recluta para responder a la acusación de Al ¿No crees que puede ser de tener el cuello tan comprimido por las bufandas?- Después de tratar de quitar de encima la acusación Galhard comenzó a estornudar nuevamente, esta vez fueron siete seguidos, que le dejaron los ojos lagrimosos.
-Gesuelto el malentedido gya nos podemos ir a migag la ciudad esta ¿No? ¿O hay ma pgotogolos?- Dijo el marine soltando después un sonoro estornudo que le dejó la nariz roja y goteante. -Madita adegia, va a pedear quien yo me se así.-

Sin duda la prohibición de la bufanda iba a fastidiar a Galhard si no encontraba una mascarilla, de todas formas la pereza estaba tomando posesión de su cuerpo y tras el viaje en barco lo que menos le apetecía era ponerse a pelear contra un gato sin que pudiese recordar como pelear en condiciones.

Después de sacarse un pañuelo y sonarse la nariz con disimulo tomó aire y se dirigió al funcionario que parecía tener dos dedos de frente. ¿No deberíais pelear vosotros? Te está amenazando por haber tenido mucha más vista que él, se nota que solo quiere buscar líos, eso de la fruta es una excusa para cargarte con el muerto y ponerse la medalla, no te dejes pisar amigo mio-  Dicho esto el recluta tomó del hombro a Atsu tratando de animarle a tomar parte de la disputa.-ALmiranteee ¿Quien crees que ganaría entre ellos dos ¿El zay del gobierno con un arma para compensar algo o este buen hombre de aquí experto en la lucha con diarios que no le teme a nada?- La expresión de Gal se tornó comica mientras se acercaba a Al Naion y volvía a sonarse la nariz, esta vez con menos decoro.

Por fin se acercaban, esperaba que estuvieran listos para una auténtica bronca. Cada palabra que les escuchaba, cada paso despreocupado que daban hacía que me hirviese más la sangre... literalmente. De todas formas, dadas las palabras de Al, una inoportuna multitud se estaba arremolinando alrededor de nosotros. El cabrón llamaba tanto la atención que nadie parecía haber reparado en mi presencia, y eso que me encontraba en medio de una plaza a plena luz del día... Bueno, por lo menos él si que lo sabía.

Por lo que les escuché parecía que querían arreglar una disputa en un combate oficial. Bueno, eso o habían venido a entrenar novatos... a pesar de sus maneras eso era una motivación que podía llegar a aceptar, y el hecho de que cada vez hubiera más gente sólo ponía las cosas mejor, más mendrugos que aprenderían una valiosa lección. No es que contaran con mi bendición al completo, pero por lo menos podría aprovechar para enmendar sus errores y, de paso, algunos de los míos.

- A la cúpula del trueno le falta trueno y el domo de la sangre le falta sangre. - Mascullé para mí mismo, aunque sospechaba que Al podría escucharme.

Primero el trueno. Centré toda mi fuerza en mi mano derecha y di un potente golpe con ella, agrietando el suelo y hundiendo parte de la arena a varios metros a la redonda, formando una suerte de cráter. Luego el Domo sangriento. Este era más complicado, comencé haciendo la técnica de la Chaosfere, pero sin la parte explosiva, sólo una cúpula de hielo de 10 metros de radio, reforzado con mis cristales rojizos, lo que le daba un todo más carmesí. La arena estaba lista, sólo faltaban los contendientes.

No pude evitar fijarme en la cara de Galhard, ojos llorosos, e hinchados, cara con puntos rojizos , nariz irritada y moqueante... sin duda alguna no era una forma en la cual alguien debería ver a un marine. Tras toda la espectacular pantomima para preparar la arena, sin mediar palabra me moví lo más rápido que pude en línea recta, situándome en un parpadeo tras el nuevo miembro de la brigada. Dejé que notara mi siniestra presencia y que fuera testigo de como mis espectrales garras se cernían sobre su rostro. Sin mediar palabra agarré su mentón con una mano y con la otra coloqué la máscara sobre su rostro. La vieja cara de Smileyman se adaptó perfectamente a su nuevo hogar, con esto por lo menos no tendría el problema de la alergia.

- Cuando puedas suénate la nariz, no creo que los espectadores escuchen a un comentarista constipado. - Susurré a su oído. - Al, yo seré el árbitro. ¿O quieres reservarte el derecho a ser el ALbitro?

Una vena se marcó en la sien de Atsu, pero no dijo nada. En otro momento probablemente le hubiese causado una mínima impresión contemplar los poderes del hombre de hielo, pero la furia que sentía hacia el mink superaba con creces sus demás emociones. Un sonido como el de un trueno y la vibración que siguieron al golpe le hicieron retroceder un paso. Una figura fantasmal les esperaba a unos metros, junto a un cráter perfectamente circular y una cúpula rojiza que cubría la arena. Al principio se puso en guardia, pero ni el Almirante ni su compañero parecieron alarmarse por su presencia. Cuando el extraño ser avernal se puso a hablar con ellos se dio cuenta de que era bastante bajito, incluso más que él. De hecho fue capaz de alguna manera de ponerle una máscara al tal Galhard pese a la diferencia de tamaño, mientras tanto este (conteniendo sus mocos y estornudos) y el Almirante decidían por él que lucharía contra Oppenheimer y apostaban por su victoria.

- Nunca he dicho que... - suspiró con fuerza y entornó los ojos - En fin, está bien. Pondré en su lugar a este bocazas.

Antes de entrar en la cúpula echó un vistazo al teatral enano. Diría que también le sonaba bastante. Desde luego no debía haber muchos retacos capaces de hacer algo como eso. Tras tocar la pared cristalina comprobó que estaba muy fría. ¿Hielo? ¿No era acaso la Hie Hie no mi la única fruta del diablo capaz de mostrar esos poderes? Frunció el ceño extrañado, mientras entraba y se situaba a un lado de la arena, esgrimiendo su periódico con gesto impasible. La verdad es que no esperaba gran cosa de aquel combate. Su poder no se correspondía a su rango actual, y no esperaba que otro iniciado fuese a darle ningún problema.

- Eres un varas, Roland. No vas a echarte novia en la vida con esa actitud.

Ató el periódico con una goma para mantenerlo enrollado y lo hizo girar en su mano despreocupadamente. Supuso que serviría mientras no se pasase con la fuerza o el gatete sacara una espada en llamas. Pero eso sería estúpido. ¿Quién iba a prender su espada en llamas y estropear la hoja más allá de toda salvación? A no ser que contase con poderes quebradores de la física que evitasen que la espada se estropeara. ¿Podría Roland cometer esa clase de agravios contra las leyes del mundo? Miró con rostro aburrido al mink y se sacó un moco de la nariz mientras bostezaba con desgana.

A medida que el mink se iba acercando a la arena varios sucesos se arremolinaron para acabar formando todo un espectáculo digno de salir en el periódico. Por un lado el marine mocoso, que cada vez soltaba más fluidos por su cara, consiguió escapar del ajuste de cuentas usando su diabólica labia para convencer al agente Omega de que se enfrentara a Roland. Por otro lado, el Almirante había pasado a convertirse en un maestro de ceremonias que anunció el encuentro como si de un combate de boxeo se tratase, anunciando públicamente que Omega y Roland se enfrentarían. Todo iba bien salvo que el señor almirante le había llamado Zay y había dicho varias sandeces sobre él. Esto hizo que apretara sus puños y se enrabietara, pero de nada servía gritarle en ese momento. Por su orgullo y credibilidad como agente del Cipher Pol estaba obligado a hacer frente al peliblanco, el cuál se había resignado a pelear. Una vez se encargase del agente, ajustaría cuentas con el marine.

Además, ocurrió algo extraño. Un pequeño personaje salido de la nada destrozó el suelo en el que iban a combatir de un puñetazo dejando un gran cráter con varios escombros a su alrededor. Además del gran ruido que provocó semejante golpe, apareció una cúpula a su alrededor. Era transparente con un matiz rojo, como el color de la sangre, pero se podía ver a través de él. Después, del mismo personaje se acercó al almirante y su subordinado e interactuó con ellos. No sabía quién era él, pero supuso que, si el almirante no se mostraba sorprendido, no debía preocuparse demasiado, a pesar de las poderosas y extrañas habilidades que acababa de mostrar. Realmente parecía querer convertir el encuentro en un espectáculo de exhibición, a lo cual Roland tampoco se negaba. Quería enseñar a todos como dejaba en el suelo tumbado al agente, el cual se lo merecía por su incompetencia.

Una vez que los dos agentes estaban dentro de la Cúpula del Trueno, o el Domo de Sangre, ya no sabía como referirse a ese sitio porque el almirante le había cambiado el nombre varias veces, el moreno le soltó una pulla que Roland le devolvió.

- ¿Para qué quiero una novia si puedo apalizarte aquí delante de todos?

Si de una cosa estaba orgulloso Roland además de su ingenio, era de su capacidad de respuesta. No pensaba dejarse perder en un combate dialéctico. Ni en uno real. Ni siquiera en un concurso de comer pasteles. Él era el mejor, y así debía demostrarlo.

- ¿Un periódico? ¿Vas en serio? - observó Roland mientras se ponía en posición de batalla con su lanza -. No me pienso contener. Si quieres intentar ganarme será mejor que te dejes de jueguecitos con la prensa y te lo tomes en serio. Aunque claro, no serás capaz de derrotarme - terminó de hablar mientras empezaba a realizar su primer movimiento consistente en un corte paralelo al suelo para luego sujetar su arma con los dos brazos y lanzar una serie de estocadas contra el agente. Roland sabía que un agente del Cipher Pol sería capaz de esquivar esos golpes tan simples, pero esperaba que así Omega dejara de tomárselo tan a la ligera y le diera un poco de juego, ya que quería disfrutar del combate además de derrotarle.

De pronto antes de que pudiese reaccionar, un ser lleno de una ira conocida hizo acto de presencia, poniéndole al recluta una máscara, de aspecto un tanto extraño. Esto iba a salvarle de los crueles pelos del mink y con el susurro del enmascarado reparó en que sólo podía tratarse de él terror de los Indisciplinados, el maestro de los caballitos, Arthur el devora cafés. En un rápido movimiento se le levantó levemente la máscara y se sonó por última vez la nariz. La máscara le ayudaba a esconder su sonrisa al ver que su plan había funcionado y que podría ver de que pasta estaban hechos meganardo y el felino. Al le acercó un micro que le retiró antes de que pudiese hablar presentando a Gal como un invitado especial.

Galhard de haber tenido tiempo habría explicado que sus esperanzas se encontraban en Nardo pero si no conseguía un arma mejor que un viejo diario en llamas el Zay del gobierno tenía las de ganar con su arma compensadora, de todas formas, el combate sería digno de ver y bastaba con que alguno de los contrincantes se confiase para que el otro obtuviese la ventaja.

Con smileyman como árbitro ya tenían el equipo al completo, Al narraría el evento y él se dignaria a ser el comentarista secundario que daría jugo al encuentro. Tomando el segundo micro que Al le lanzó y observando como este mismo les lanzaba una pantufla a cada uno, arma que recibía una notable bonificacion contra los felinos, no pudo esperar más a tomar parte del evento

-Sin duda esto hace del encuentro más interesante, la pantufla enemiga natural de los mininos es un arma letal en manos de madres que portan rizos en al cabeza ¿Como resultará en manos de nuestros combatientes? Las apuestas están abiertas queridos espectadores del lugar, acerquense y depositen sus berries, jugosas recompensas esperan a aquellos que apuesten por el funcionario ganador, no se admiten reembolsos. Dicho esto mi experiencia como narrador amateur en las gélidas aguas del North Blue me hacen decir que el encuentro pasará a la historia de Enies Lobby como la primera batalla en la cúpula del trueno hecha a pantuflazos. Mis habilidades de tasador ven potencial de ganador a Nardo pero el instinto animal y predatorio de Roland "Er Zai" puede darle la vuelta a la tortilla haciendo de él un rival a temer. Ya saben, de los Minks uno debe estar atento o pueden saltar chispas. Espero que las pantuflas sean de goma o tendrás que comprarte un par nuevo estimado Al. Pues mientras hablamos el agente Roland a empezado el show y no con su arma reglamentaria ¿Debería suponer esto una penalización Smileyman?

Galhard llevó su rostro hacia Arthur el cual había decidido ponerse como entrenador de Nardo, una lástima que se adjudicase el caballo ganador pensaba Gal mientras este retaba a Al. Sin duda esto pasaría a la historia como la legendaria pelea de entrenadores entre Scarfdude y Smileyman.

-¿Tomo las riendas de árbitro y comentarista mientras vosotros lleváis a vuestras estrellas a la victoria? DAMAS Y SEÑOROS, la diversión estará servida en una épica batalla ¿quien de los dos funcionarios mal pagados se alzará con la victoria? No os perdáis un encuentro apasionante lleno de lágrimas sudor... Y... SANGREEE. Es hora de hacer que la ciudad de la justicia pierda su color gris y reviva de un color rojizo, un color lleno de ensueño y emociones, quiero escuchar vuestras voces, vuestros coros y vuestras carteras soltar los berries para esta apuesta completamente licita y patrocinada por Fobra Enterntainments SL, seguro que esta batalla sea recordada como un antes y un después en la forma de resolver diferencias entre las crispadas vidas de agentes agobiados. ¡Gritad al unísono! ¡QUE VIVA LA CÚPULA DEL TRUENO! ¡QUE HIVA VUESTRO COMBATIENTE FAVORITO!

El ambiente se dividía en voces que aclamaban a Roland, voces que aclamaban a omega, dos voces que gritaban de placer por hacerlo al aire libre y quejas de que la cuota de apuestas era muy alta. Todo parecía indicar que todos iban a disfrutar del evento.

Echó a un lado el periódico y cogió al vuelo la zapatilla mientras terminaba de bostezar. ¿Más apropiado para un gato? Pues claro que lo era. Contuvo una risa y empezó a practicar su giro de muñeca, golpeando el aire mientras se imaginaba que lo hacía con los cuartos traseros de Oppenheimer. Miró a este de soslayo, como dejándole caer lo que le esperaba, y movió las cejas arriba y abajo con una sonrisa:

- Tu habilidad es increíble, joven Rolandín - saltó sin moverse del sitio, evitando el primer golpe - Gran golpe. Ahora sólo necesitas repetirlo unas diez veces más rápido.

Mientras soltaba la segunda picada balanceó su cuerpo casi perezosamente hacia un lado, evitando una estocada. Una segunda y una tercera siguieron, sin más éxito. Mientras los dos marines y su amigo enmascarado comentaban animadamente el combate, Atsu redondeaba un moco entre su dedo índice y su pulgar, con una sonrisa traviesa. ¿Tomarse en serio el combate? Aunque estuviese haciendo ver más fácil evitar al mink de lo que realmente era, aquello no era ni suficiente para hacerle esforzarse. Ni siquiera tenía que recurrir al kami-e para evitar aquellos tímidos embates.

- ¿Sabías que una dieta equilibrada es la base para un cuerpo fuerte?[/i]

Aprovechando o bien que le contestara, o simplemente tirando a ver si tenía suerte y abría para respirar, alzó la mano y haciendo presión entre la uña del dedo índice y la yema del pulgar le lanzó su cuasi-esférico proyectil a la boca. A continuación siguió su audaz ataque avanzando por la izquierda del gato, evitando la lanza al pegarse al asta, y trazando un arco con el brazo preparó un buen bofetón con la zapatilla contra la mejilla izquierda del felino. Lo que no se esperaba era que el calzado prendiese en llamas. Es decir, de la nada empezaron a salir literalmente jodidas llamas alrededor de la pantufla. Y no es que le quemase la mano, ¿pero cómo iba a reaccionar al ver eso? Así como completó el arco soltó la zapatilla con un grito:

- ¡¿QUÉ COJ...?!

La expectación se sentía en el ambiente. El combate había empezado y el público estaba exaltado. De un momento a otro lo que parecía un día normal y tranquilo se había convertido en un espectáculo realmente llamativo. Cada vez más gente se congregaba alrededor de la cúpula de hielo disfrutaba del combate a su manera. A Roland aquello le gustaba cada vez más. No entendía por qué había gente que apoyaba al agente Omega, pero si algo tenía claro es que no iba a decepcionar a su público. O eso pensaba él.

El mink había comenzado una ofensiva para hacer que el agente se lo tomara en serio, pero no había funcionado. No solo había escogido como arma final una de las pantuflas que había lanzado el Almirante, cosa que él nunca se dignaría a hacer, sino que además se estaba hurgando la nariz en busca de "oro" mientras evitaba los ataques. Quizás Roland se hubiera contenido demasiado con el agente. Su actitud estaba empezando a ser molesta y se había decidido a darle su merecido sin escatimar en esfuerzos, pero su forma de ser tan bocazas le traicionó en el peor momento. No era capaz de mantener la boca cerrada y ya mucho era que no contestara a cada crítica de los comentaristas. Por eso cuando el agente Omega se mofaba de él le respondía.

- Espera y verás velocidad. Esto no ha hecho más que empezar - respondió a la primera pulla del agente.

- ¿Y tú sabías que los...? - se atragantó cuando un moco de su oponente cruzó su boca para pegarse a su campanilla -. COF, COF -soltaba mientras tosía para escupir el pequeño moco -. ¡QUÉ ASCO! ¿Eso es lo que te enseñaban de pequeño? - y antes de poder continuar hablando recibió un golpe en la cara. Debido al moco no lo había visto venir pero sabía que se trataba de la pantufla del agente. No había recibido mucho daño, pero dolía igual que una bofetada y sentía un ligero olor a chamusquina que provenía de su cara.

- Maldito seas agente. Haciendo uso de sucios trucos como lanzar tus mucosidades o hacer arder unas pantuflas. Debería darte verguenza - le espetó al moreno después de su golpe. De repente se le ocurrió una idea y continuó hablando pero esta vez elevó la voz para que todas las personas que observaban el combate pudieran escucharle -. ¿QUÉ OS HA PARECIDO ESA TRISTE ACTUACIÓN? ¿LA CONSIDERAN DIGNA DE UN AGENTE? SI YO FUERA ÉL ESTARÍA MUERTO DE VERGÜENZA. NOS HABÍAMOS REUNIDOS TODO PARA UN HONORABLE ENCUENTRO ENTRE DOS LUCHADORES PERO ÉL NO DEJA DE USAR TRIQUIÑUELAS DEJANDO POR LOS SUELOS EL NOMBRE DEL CIPHER POL. ¡¡BUHHHHH, ABAJO EL AGENTE OMEGA!! - alentó a los espectadores para que empezaran a abuchear a su rival. Esperaba que las críticas del público afectaran mentalmente a su rival.

Una vez hecho se acercó con presteza a su rival y realizó un Shigan directo al hombro de su brazo predilecto, es decir, con el que había sujetada su "arma" si es que así podía llamarse desde el principio del combate.

La congregación de gente aumentaba más y más, Al y Gal lo daban todo mientras narraban el combate de una forma propia de los combates de lucha libre que daban los fines de semana en 4Blue TV. La afrenta había llegado a un punto álgido tras el combo de el agente Omega.
-Ow, si es que estos minks son como animales, se lo comen todo, la estrategia era simple pero le ha funcionado a nuestra estrella Meganardo, esa combinación de misil mucal y pantuflazo flamigero ha sido portentoso. ¿Que si se trata de una técnica secreta del Cipher Pol preguntas mi estimado compañero narrativo Al? No... Es algo mucho más difícil de lograr, es una técnica que pasa de generación en generación... Se trata del chancletazo infernal, la técnica definitiva y más pulida que una madre puede lograr tras años y años de golpear a sus hijos con la chancla... En las peluquerías siempre dicen esta pregunta ¿Es la chancla quien hace a la madre o es la madre quien hace a la chancla?... ESTAMOS ANTE UNA PROEZA SIN PRECEDENTES QUERIDISIMO PÚBLICO, no sólo el agente ha logrado ejecutar esa letal y ancestral técnica si no que lo ha logrado sin ser madre y adaptando el chancletazo infernal a una pantufla... ¡MILAGROSO! Esto decantaría cualquier combate normal pero el mink aguanta como una fiera, su legendaria resistencia fruto de haber resistido los peores chancletazos que una madre Mink puede dar a sus crías se alza como si nada tras ese brutal ataque, MADRE MIA que emoción ¿Hacia que lado de la balanza se decantarán las apuestas?-

Antes de que el recluta acabase su apasionado discurso fue tomado de sopetón por el almirante y lanzado contra Arthur a toda potencia
"¿Que le pegue una paliza a Arthur? Pero si me revienta con solo mirarme"
—A-allé voy, proyectil Kiritsu, nivel recluta!!

El marine iba a desenfundar su espada pero al ver el cariño con el que parecía que iba a recibirle Arthur, Galhard bajó la guardia y con lágrimas en los ojos cesó su ataque, convirtiendo su posición de proyectil a una postura similar a la de una princesa que salta a los brazos de su Salvador, no podía equivocarse más cuando su superior lo lanzó ferozmente después de dar multitud de vueltas contra Omega creyendo que lo lanzaba contra el Mink.
-P-proyectil K-kiritsu nivel recluta traicionado

Por la inercia Galhard empezó a girar sobre si mismo volviéndose una especie de tornado mientras se dirigía a Nardo.

Tras el susto inicial, Atsu retrocedió un par de pasos riéndose a carcajadas. Hacía tiempo que no presenciaba algo tan ridículo y épico. ¿Épicamente ridículo? ¿O ridículamente épico? En cualquier caso estaba claro que era una situación ABSURDA se mirase como se mirase. Roland terminó de mejorar la interpretación con un discurso digno del matón patio de colegio más espabilado, despertando un nuevo aluvión de carcajadas por su parte, cosa que empeoró con los comentarios de los marines.

- ¡Ay! No puedo más... parad... - dijo entre lágrimas de risa.

Se mordió el labio con fuerza para obligarse a contenerse, hasta hacerse sangre, justo para ver al otro preparándose para ir de nuevo contra él. Ya era tarde para esquivar por las buenas, y viendo al otro alzar la mano (¿por qué no usaba la lanza?) aflojó sus articulaciones y dejó que su cuerpo se moviese ligeramente, como una hoja en el viento. Reaccionó al golpe balanceándose suave y prestamente hacia la izquierda, pero la mano de Roland se movió con más celeridad de lo que había previsto. El dedo enganchó el borde de su chaqueta a la altura del hombro y la desgarró como si fuera papel, junto con la camisa y haciéndole una rozadura. Arqueó una ceja mientras aprovechaba su movimiento para iniciar una retirada:

- Soru - se alejó tres metros en un momento, para luego chasquear la lengua - Me has jodido el traje. Luego se lo explicas tú a los de Gestiones.

Se quitó la chaqueta y la corbata, lanzándolas a un lado de la arena. Ahora sí que estaba medianamente impresionado; el shigan era una técnica de rokushiki lo bastante avanzada como para que no fuesen enseñándola a un iniciado así como así. Entre otras cosas por su complejidad. ¿Y aquel gatito subido de humos sabía usarla? "Pues vaya con Rolandín. Llegó a reaccionar un instante más tarde y me jode el hombro." Se limpió la sangre de la boca con el dorso de la mano y sonrió traviesamente. Ya sabía cómo iba a responder a aquella ofensa. Alzó ambas manos retorciendo los dedos con una expresión diabólica:

- Misifú-uuu, hora de juga-aaar

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y de repente tuvo la sensación de que algo iba extremadamente mal. Una imagen de un bote giratorio de crema dirigiéndose desde los cielo hacia él surco su mente. ¿Qué era aquello? ¿qué hacía teniendo esos pensamientos en mitad del combate? ¿Y por qué crema? Sin siquiera planteárselo, su cuerpo reaccionó por él echándose hacia atrás de un salto. Algo se estampó violentamente contra el suelo justo donde había estado un instante antes, con un golpe sordo y una humareda. Atsu se rascó la barbilla pensativo, tratando de buscarle lógica a todo lo que acababa de ocurrir.

- ¿Por casualidad te apellidas Crema? - preguntó al derribado Galhard con delicadeza.

crema:

Por poco, muy poco, el Shigan no acertó en el hombro de Omega. El agente esquivó son soltura la técnica del Rokushiki obteniendo tan solo un simple roce. Si bien había desgarrado su ropa y le había hecho una herida, esta no era la suficientemente grande para ser significativa. Al parecer el moreno agente era más capaz de lo que parecía a primera vista.

Roland se había percatado y no estaba para nada contento. No solo el público se había tomado su intento de abuchear a su rival como unas cómicas palabras por las que empezaron a reírse de él y a burlarse, sino que además sus intentos por apalizar al agente Omega resultaban frustrados. Odiaba admitirlo pero era alguien hábil. Nunca lo diría en voz alta, pero no podía bajar la guardia en ningún o si no las tornas podrían volverse. Si bien parecía llevar la ventaja por el momento, el otro agente aún no había mostrado de qué era capaz, y parecía que ahora se iba a poner serio. Se había alejado de él y le había soltado otro comentario en mitad del combate.

- A la próxima te joderé algo más que el traje - dijo tras haber comprobado que en esta ocasión no había ningún moco en sus manos.

Acto seguido su rival se quitó la chaqueta junto a la corbata, lo cuál era un indicio de que se lo empezaba a tomar en serio. En parte Roland se lo agradecía, si era capaz de derrotarle usando todas sus fuerzas, no volvería a molestarle en momentos futuros. Así que ahora empezaba lo bueno.

Y tanto que fue así, que Roland no pudo evitar que se le escapara un bufido al ver la situación ante sí. El que antaño era el acompañante del Almirante resulta que se había convertido en una especia de bala humana que se movía directa hacia su rival. Por desgracia el mink no iba a tener la buena suerte de que eso desequilibrara el combate ya que Omega fue capaz de evadir al mocoso hombre-bala, pero aprovechó ese preciso momento en el que se había distraído para moverse rápidamente hacia él con su Soru y asestarle una estocada con su lanza que aún sujetaba con su mano izquierda.