Puto Arthur [Libre]

“Hay señor, mira mira, mira que pompa más grande ha hecho Arthur, ¡hahahaha! Venga saca una foto con un Den den muchi e imprímela en grande, ¡hahaha!” dije mirando hacia atrás a la vez que señalaba la pompa que estaba haciendo Artuhr con su grito. Lo que no me imaginé fue que cuando explotase gran parte del caramelo cayese encima del capitán de brigada Al.

Esto hizo que el Almirante comenzase a soltar improperios de todo lo que le venía a la cabeza, principalmente contra mí mientras se intentaba quitar el caramelo que tenía encima. Aproveché el caramelo que tenía encima y un poco más del que había por allí para formar una tumbona en la que moviéndola hice que el capitán quedase tumbado.

-Eso es, señor Naion, saque toda esa rabia que lleva dentro – dije haciendo una silla y unas gafas y sentándome a su lado como si fuese su psicólogo.

Me llevé una patilla a los labios con una mano mientras escuchaba atentamente a Al y crucé las piernas.

De pronto noté como un aire frio se comenzaba a arremolinar entorno a Al y a mí, con cada palabra. Poco a poco, muchos fragmentos de hielo, de los cuales muchos me atravesaron en mi forma logia, para pegarse al cuerpo del capitán que poco a poco hizo que me tocase mirar cada vez más alto. Para cuando terminó de hablar, el capitán estaba en un golem de hielo de cincuenta metros. También surgió una espada cristalina de la que salían bonitos colores como los de un arcoíris.

Lo siguiente que vi fue como la punta de aquella espada caía sobre mi persona, la punta me cortó por la mitad en el plano sagital. Quedando dividido en dos mitades de azúcar. Extendí los brazos y aprovechando el caramelo que había por el lugar los extendí hasta un edifico cercano para agarrarme a él y arrastrarme hasta él para volver a juntarme.

-Dancho, pero si ya te lo limpié, bueno, quizás quede un poco de olor, pero creo que lo que has hecho ha sido un poco exagerado, podría haber muerto, y lo sabes. – le repliqué al Almirante cuando me recompuse.

Gal seguía peleando con uñas y dientes contra un basto número de soldados y capitanes muy superiores a él, su pulso se aceleró, sus venas se marcaron más y pese a que sus golpes y cortes eran ahora más superficiales parecía moverse a una velocidad mucho mayor, la cual, permitía que pudiese esquivar la mayoría de ataques no sin gritar improperios a Omega y Oppen quienes por alguna extraña razón se habían perdido entre la multitud de solados y agentes.

Si sus superiores no acaban su combate él iba a estar en serios apuros contra la marabunta de funcionarios que se abalanzaban contra él, ante tal situación tuvo una idea, recordó que su padre y sus maestros le enseñaron una técnica para escapar de una situación en la que estuviese acorralado, si bien aquello que le enseñaron tenía una aplicación en un número menor de amenazas el cadete pensó que era ahora o nunca y bajo su sugerente y escaso vestuario se lanzó a ejecutar su propia variante de la técnica, haciendo que contemplar aquello fuese un dantesco espectáculo.

Comenzó a aprovechar su velocidad para saltar encima de los numerosos soldados mientras soltaba cortes en todas direcciones, quienes no tuviesen una vista ágil sólo verían algo brillante que botaba entre soldados mientras ondas cortantes salían en cada choque. Aquellos que por el contrario tuviesen una vista más curtida verían a un hombre en paños menores que en ocasiones no cubrían sus partes mover su espada cual poseso mientras se movía como un mono entre los agentes y marines que se acercaban para luego acabar subiendo de forma estrafalaria a una de las azoteas de un edificio.

Durante ese tiempo que estuve bajo aquella gran masa dulce de caramelo tuve una especie de sueño lúcido... o puede que una alucinación inducida por una intoxicación por azúcar, o quizás la falta de aire me estuviera jugando una mala pasada. Pude verme en medio de una arena delante de bestias, tomando un café con una vieja conocida, y como la cabeza de una bestia mecánica gigante, con tentáculos por piernas y llamas en la cabeza, portando el arma de la libertad en la mano.

La burbuja reventó, dejando pasar la luz a mi rostro. Emergí de entre el caramelo fundido como un avatar de la venganza ardiendo de furia. Las llamas adquirieron la forma sonriente de smileyman. Entonces lo vi, el caramelo de Jack, duro pero flexible, el hielo de Al, bello y frío, mis llamas luminosas y ardientes, y Galhard.

Salté liberándome de mi anterior prisión, llevándome parte del caramelo sobre mi cuerpo. Flexioné el brazo con el arma, profiriendo un profano e innombrable grito de furia a la vez que descargaba mi ira sobre la cabeza del golem que Al había forjado, mandando grandes fragmentos de hielo a volar, los cuales se perdieron en el abismo bajo la isla. Me quedé de pie como un faro de furia sobre los hombros vacíos del coloso.

- ¡Contemplad y escuchad! - Grité desde lo alto, escuchando como los ecos repetían mi llamado a los cuatro vientos. - ¡En nuestras manos está la clave, de nosotros depende el nacimiento del salvador definitivo del gobierno mundial! - Mi rostro se calmó y mi voz adquirió un tono más sereno. - Por separado sólo somos una panda de patanes excepcionalmente poderosos, pero con nuestros poderes combinados alcanzaremos crearemos al héroe definitivo... Tengo un plan.

Se levantó, bastante aturdido. Notaba dolor en la cabeza y tenía una sensación extraña en la cara, como si estuviera algo pegado. Al pasarse la mano vio que era sangre a medio coagular y suciedad. ¿Qué diablos había ocurrido? ¿Y su épica pelea en la cúpula del trueno contra el puto gato? La cúpula estaba destrozada y cerca de él escuchaba mucho jaleo. Tras incorporarse se dio cuenta de que estaba totalmente desnudo.

- Oh, maravilloso...

Caminó hacia el exterior de la cúpula cojeando un poco, mientras recordaba los últimos sucesos. Habían compartido un choque de espadas de bros en el aire, tras lo que la gravedad había decidido recordarle que no sabía volar. Y entonces el suelo le había hecho un brofist en la cara. Bueno, y en todo el cuerpo. Joder, cómo le dolía la espalda. Salió de los restos del estadio para encontrarse con una multitud de marines... ¡atacando a su nuevo bro!

- ¡Aguanta, señor Crema!

Se lanzó a por los marineritos dando un grito de batalla y largándole una patada en la cara al más cercano. Tras eso empezó a avanzar hacia Galhard a puñetazos, mordiscos y cabezazos. Cerca estaban ocurriendo cosas más raras. Había hielo y una masa de lo que parecía caramelo, y de una burbuja de ese mismo material salió el contraalmirante Arthur.

- ¡Entrenador Arthur! ¡He perdido la pantufla del juicio!

Tal vez la pérdida de sangre le estaba haciendo daño.

La espada de hielo se hundió en la calle como un cuchillo en mantequilla. Suavemente, sin temblar, simplemente entrando a las entrañas de la Tierra hasta que se percató de dos cosas: La primera, que al contacto con el azúcar de Jack su hielo tomaba una forma distinta, como cremosa. La segunda de que una tormenta de carámbanos llovió sin que él la provocase, mientras Arthur se colocaba entre los hombros de su descabezado cascanueces.

- ¡Arthur, baja de ahí o te daré de golpes hasta la Edad e Piedra! -gritó, mientras el enano comenzaba a brillar con luz propia, en una gigantesca esfera de fuego que casualmente curvaba sus llamas en un gesto aterradoramente sonriente-. No...

De pronto, lo tuvo claro. Se acercó a Jack, algo más calmado, y probó en el borde de la grotesca espada la combinación de sus poderes. ¡Era helado! No entendía cómo, pero era posible que el azúcar y el frío, junto con aquel golpe de la leche, hubiesen formado algo más allá de sus elementos. Algo más fuerte, más flexible... Algo único. Algo con lo que podrían reemplazar el costosísimo experimento Nu7Cr4ck3R, al cual siempre le faltaban fondos y no había un ingeniero capaz de ensamblarlo. Podían hacer de esa aberración la mayor arma de la Marina, tal como Arthur decía. Y no le faltaba razón. No le sobraba razón.

Envainó su espada y tendió la mano a Jack para ayudarlo a levantarse, mirando fijamente a sus ojos. Llevaban tanto tiempo juntos que ambos pensaban casi como un único ente, como alguien por encima de las individualidades, centrado en crear un mundo mejor. No dijo nada, pero era momento de fundirse en un único ser por el bien de la Marina. Por el bien del mundo.

Señaló al corazón del Cascanueces gigante, donde se abrió un agujero a medida que él, tornado en ventisca, se iba acercando, y desde allí se posicionó para verlo todo. Arthur incendiaba el hielo sobre él, pero al mismo tiempo robaba su calor para alimentar la cabeza del que desde ese día sería recordado como el I-Scream Nutcracker. Al menos, de cara al exterior de la brigada, porque él tenía muy claro cómo debía nombrar a aquella cosa.

- ¡Jack, súbete al Alvenger GX! -gritó, finalmente, y vio cómo todo su hielo se iba volviendo, poco a poco, cremoso como un helado.

En lo que ninguno de los tres había pensado era en cómo reaccionarían los agentes de Ennies Lobby al ver una criatura grotesca como estaban haciendo. La única y verdadera pregunta que faltaba por hacerse era: ¿Cuántos tentáculos iba a ponerle Jack a su sistema de lucha coordinada?

Aquello estaba siendo demasiado raro y aleatorio, el capitán d la brigada dejo de estar tan enfadado cuando vio como Arthur se subía en algo que parecían unos hombros sin cabeza, bueno él era la cabeza. El pequeño comenzó un discurso al que no preste atención tras las palabras del Almirante. “Si no me ve Al, le voy zurrando yo también” dije mirando hacia un lado hacia la nada.

-Eso, quite además es raro tener que mirarte por encima del hombro, más aún tener que levantar la cabeza para hablarte.

No me había fijado, pero cuando terminé de hablar vi como el hielo y el azúcar se habían como fusionado en algo extraño. El azúcar había adaptado el hielo, y el hielo el azúcar. El capitán me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Acepté su ayuda, para luego tornarse él en ventisca subiendo hacia un cascanueces gigante. “Con eso se partirán muchas bolas, quiero decir… nueces” dije mirando a un lado.

El capitán me invitó a subir también al que denominó Alvenger GX, sin duda el nombre no era del todo malo, pero un poco raro, quizás hasta que me acostumbrase a escucharlo. Me acerqué a la masa de hielo y la toqué. Comencé a generar caramelo que como antes había pasado pareció fundirse con el hielo formando aquella cosa tan extraña.

-Bueno, esto tiene pinta de molar un montón desde fuera. Es hora de darle el toque final.

De la cintura del golem de hielo comenzaron a salir de forma grotesca tentáculos, hasta ocho. Colocados en unas posiciones en las que eran fáciles de mover. Terminé dándole un gran toque a la estructura poniéndole en la cintura un pequeño tutú de azúcar. Ahora estaba listo.

-Ya terminé de montar a Golpo o Pulmen, como prefieras. – Dije mirando hacia arriba al capitán.

Bien, el marine escasamente vestido había logrado subir a lo alto de la azotea donde pudo ver a su compañero Omega, decidió que le esperaría justamente allí pues aquello frenaría el número de efectivos que decidirían seguirlo hasta lo alto de esa torre, confiriendo al marine el tiempo suficiente para no solo descansar si no acomodarse la bufanda en forma de taparrabos japonés que, sumado a su mascara, generaba un impacto más grande que ver a alguien desnudo.

-Esta es la determinación de la justicia que llevo por máscara, que mi imagen se grabe a fuego en los ojos de aquellos que osan oponerse- Dijo con voz ominosa, realmente el cansancio, el choque de espadas y la poca ropa estaban afectando a la psique del marine que adoptó una personalidad paralela a la suya mientras se refugiaba en su identidad de Geodude.

Desde allí también tenía el lujo de poder observar con pleno detalle el encuentro de Jack, Arthur y Al y mientras cruzaba sus brazos y dejaba que la tira sobrante de su bufanda, ahora convertida en taparrabos bailase al frente debido al viento decidió esperar a ver como todo seguía desarrollándose.

Los actores estaban en sus puestos, el escenario estaba preparado. No podía pedir mejor público que Eines Lobby, pues este sería el día que el defensor definitivo de la justicia se alzaría por encima de sus tejados y proyectaría su sombra sobre los malvados, así como su luz sobre los dignos. Las llamas se arremolinaban a mi alrededor formando el último rostro que verían los criminales que osasen perturbar la paz del mundo en nuestra guardia. Lo único que me preguntaba era... ¿Por qué narices los tentáculos y el uniforme de marinera? En fin, ya tendíamos tiempo de discutir los detalles de la estética.

Tenía mis sospechas, pero la combinación del hielo y el azúcar habían creado el helado que serviría de cimientos para crear el cuerpo, no nos teníamos que preocupar porque las llamas lo derritieran, pues eran mis poderes los que disipaban el calor que trataba de derretir nuestra creación y lo usaba para alimentar la flamante cabeza del guardián de la justicia. El mundo por fin vería lo que era el ápice del rendimiento. Pero antes...

En efecto, el agente peliblanco había peleado bien, a pesar de que hubiese perdido la pantufla no podía quedarse sin su recompensa. Suerte que entre el hielo había incrustadas algunas espadas y uno o dos rifles retorcidos. El calor había incinerado la madera, dejando el metal al rojo, pero no era suficiente. Con mis manos los tomé y los doblé formando una bola. Comencé a inducirles una temperatura extrema hasta el punto que la conductividad de la masa de metal incandescente hizo que levitase entre mis dedos, comenzando a rotar lentamente.

- PantufLas... Rotat E. - Comencé a conjurar mientras me concentraba. - P anTUflAs RotaTTo Fasta. - Cada palabra se distorsionaba más que la anterior a causa del aire caliente y de la concentración que estaba dedicando a mantener la cabeza y la forja improvisada, al tiempo que la masa informe comenzaba a dividirse y a rotar a mayor velocidad. - Pantuflas... go... G o. - Las dos masas de metal comenzaron a tomar una forma alargada y plana. - Can you FeeL IT? - Usaba cada vector, cada pequeño retazo de calor e inducción para esculpir la forma deseada e ir enfriando las partes con el perfil deseado. - ¡WE AchIeV Ed Maximun VeocitY!

- ¿Estás bien? - Preguntó Galhard desde la lejanía.

- ¿QUIEN ERES TU PARA ACUSARME? - Grité algo salido de mis cabales por el rito realizado. Puede que me estubiera emborrachando en lo absurdo de la situación. - ¡Traedme su cuerpo! Necesitamos un sacrificio para que el I-Scream Nutcracker pueda funcionar. - Ordené señalándolo con el dedo a la vez que las llamas se avivaban con un tono rojizo como el sol del atardecer. - En cuanto a tí...- Extendí mi mano y la hundí en la masa de metal fundido para sacar dos pantuflas metálicas, perfectamente forjadas y que mantenía a temperatura ambiente, les había dado forma y las había templado para formar una matriz cristalina estable. - De ahora en adelante eres mi enviado. - Lancé las pantuflas a sus pies, ve y difunde la palabra.