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Al fin le habéis tocado las partes blandas al Almirante de la flota. ¿Cómo lo habéis hecho? Es una respuesta que os va a tocar meditar durante vuestra próxima misión en una isla que, hasta hace unos días, ni siquiera sabíais que existía. Según el informe la isla se llama Gorham, una isla primaveral repleta de grandes plantas tropicales, extraños animales y una única ciudad situada en el noroeste de la misma. Antaño la isla era usada por los primeros veinte reyes del mundo para su uso y disfrute, pero por alguna razón que se desconoce la abandonaron sin dar explicaciones.
Se cree que en lo más profundo de lo que ahora es la selva tropical hay un lugar que aguarda algo que, de forma inconsciente, los creadores del gobierno mundial dejaron allí. Muchos son aquellos que han intentado obtener dichos bienes antiguos, pero ninguno lo ha conseguido. La urgencia de obtenerlo ahora reside, según los informantes de la marina, en que alguien ha filtrado información y se han avistado barcos con bandera negra en las costas de la isla. Sí, se puede pensar que quizás hayan parado en ese lugar para descansar y seguir con su camino. Sin embargo, ¿cuántos maleantes preguntan por antiguas leyendas sobre tesoros perdidos? En fin. El almirante de la flota tiene mucha fe en vosotros, así que no le defraudéis.
Se cree que en lo más profundo de lo que ahora es la selva tropical hay un lugar que aguarda algo que, de forma inconsciente, los creadores del gobierno mundial dejaron allí. Muchos son aquellos que han intentado obtener dichos bienes antiguos, pero ninguno lo ha conseguido. La urgencia de obtenerlo ahora reside, según los informantes de la marina, en que alguien ha filtrado información y se han avistado barcos con bandera negra en las costas de la isla. Sí, se puede pensar que quizás hayan parado en ese lugar para descansar y seguir con su camino. Sin embargo, ¿cuántos maleantes preguntan por antiguas leyendas sobre tesoros perdidos? En fin. El almirante de la flota tiene mucha fe en vosotros, así que no le defraudéis.
Nota: Tenéis la libertad que queráis para usar el NPC del almirante de la flota y hablar con él si lo deseais. Además, también podéis llegar a la isla como os de la gana.
Habían sido las tres palabras más inoportunas de su vida. La primera, "no", había sido normal. La cara de Hyoshi al escucharla no había cambiado ni un ápice, expectante. En aquel momento de estrechez se preguntaba por qué había seguido hablando y, más aún, por qué su Haki de observación no había hecho sonar las alarmas cuando había dicho la segunda: "Te". ¿Cómo habría podido esperar que ese arqueamiento de ceja fuese una amenaza? La mirada intensa del almirante de la flota, el labio fruncido y los brazos cruzados mientras lo escrutaba pausadamente desde su sillón no habían sido un freno para decir la última, un rotundo y casi desafiante "atreverás". Y oh, sorpresa, se había atrevido. Era su jefe al fin y al cabo, y a pesar de que había podido librarse de las consecuencias burocráticas e incluso legales de aquel enfrentamiento, no podía aplicar un vacío legal al humor que se gastaba su único jefe.
- Al menos podría haberme dado un cuarto más grande -se quejó a Galhard, enfurruñado-. Ya que tú estés en un barril está bien, pero lo mío... ¿No te parece una puta vergüenza?
Hyoshi le había dado un puñetazo extremadamente fuerte en el pecho. No había utilizado Haki. Sin embargo había dejado sobre el suelo una red de Kairoseki y, con su cabeza entre las manos, había tardado más bien poco en meterlo dentro de un tarro de cristal y cerrarlo con lo que, amenazadoramente, había afirmado sería una tapa de kairoseki. Estaba seguro de que era un farol, pero si siendo una cabeza decidía arriesgarse a probar suerte corría el riesgo de morir. Lo peor, además, había sido que Galhard tuviese más espacio que él; pero Galhard seguramente no hubiese sido tan bocachancla... O quizá no había opción de meterlo en un envase más pequeño.
- ¡Pero vamos a ver! ¿Es que hay un mono al timón? Me estoy hartando de tantos virajes desastrosos. -Lo que en algún momento había sido el gallardo almitante era ahora poco más que una cabeza sobre ocho patitas de hielo que podían moverse al ritmo de sus silbidos, aunque los tenía clavados en el cristal para evitar moverse-. ¡Cretino!
Con ese grito hubo un estruendo, y lo próximo que vio fue su cuerpo completo en una playa debajo de él. Los restos del barril reposaban en la costa a unos metros y la tapa del tarro había resultado ser, finalmente, hojalata. Puto Hyoshi. Aunque no lo hubiese llevado por la fuerza habría ido; era una misión que alguien debía realizar, y mejor que se ocupase él y no el maldito Kodama que, por cierto, había desaparecido misteriosamente en una aventura interdimensional... O eso había decidido escribir Jack el mono -habían decidido llamarlo "el mono" para distinguirlo del pequeño mono araña que solía llevar al hombro. Aunque pensándolo bien era mejor Jack "el humano" por diferenciarlo de Jack el mono, el mono araña de Jack el humano. Sí, definitivamente lo mejor era llamrlos Jack y Jack el mono- para el nuevo número de "Scarfguy vs Smileyman", al que Jack -el mono araña que normalmente guionizaba la historia- había invitado a colaborar para el especial del número setenta y tres de la historia, coincidiendo con el nombre oficial de la brigada. En cualquier caso, Al y Galhard tenían trabajo por hacer.
- ¡¿Por qué coño tenían que lanzarnos?! -preguntó, a voz de grito-. ¡Habría venido más cómodo en la moto, joder!
Comprobó que, a pesar de la extraña forma de viajar, aún llevaba las armas consigo, y tras dar cuenta de todas ellas se puso manos a la obra, en busca de un camino que seguir.
- Al menos podría haberme dado un cuarto más grande -se quejó a Galhard, enfurruñado-. Ya que tú estés en un barril está bien, pero lo mío... ¿No te parece una puta vergüenza?
Hyoshi le había dado un puñetazo extremadamente fuerte en el pecho. No había utilizado Haki. Sin embargo había dejado sobre el suelo una red de Kairoseki y, con su cabeza entre las manos, había tardado más bien poco en meterlo dentro de un tarro de cristal y cerrarlo con lo que, amenazadoramente, había afirmado sería una tapa de kairoseki. Estaba seguro de que era un farol, pero si siendo una cabeza decidía arriesgarse a probar suerte corría el riesgo de morir. Lo peor, además, había sido que Galhard tuviese más espacio que él; pero Galhard seguramente no hubiese sido tan bocachancla... O quizá no había opción de meterlo en un envase más pequeño.
- ¡Pero vamos a ver! ¿Es que hay un mono al timón? Me estoy hartando de tantos virajes desastrosos. -Lo que en algún momento había sido el gallardo almitante era ahora poco más que una cabeza sobre ocho patitas de hielo que podían moverse al ritmo de sus silbidos, aunque los tenía clavados en el cristal para evitar moverse-. ¡Cretino!
Con ese grito hubo un estruendo, y lo próximo que vio fue su cuerpo completo en una playa debajo de él. Los restos del barril reposaban en la costa a unos metros y la tapa del tarro había resultado ser, finalmente, hojalata. Puto Hyoshi. Aunque no lo hubiese llevado por la fuerza habría ido; era una misión que alguien debía realizar, y mejor que se ocupase él y no el maldito Kodama que, por cierto, había desaparecido misteriosamente en una aventura interdimensional... O eso había decidido escribir Jack el mono -habían decidido llamarlo "el mono" para distinguirlo del pequeño mono araña que solía llevar al hombro. Aunque pensándolo bien era mejor Jack "el humano" por diferenciarlo de Jack el mono, el mono araña de Jack el humano. Sí, definitivamente lo mejor era llamrlos Jack y Jack el mono- para el nuevo número de "Scarfguy vs Smileyman", al que Jack -el mono araña que normalmente guionizaba la historia- había invitado a colaborar para el especial del número setenta y tres de la historia, coincidiendo con el nombre oficial de la brigada. En cualquier caso, Al y Galhard tenían trabajo por hacer.
- ¡¿Por qué coño tenían que lanzarnos?! -preguntó, a voz de grito-. ¡Habría venido más cómodo en la moto, joder!
Comprobó que, a pesar de la extraña forma de viajar, aún llevaba las armas consigo, y tras dar cuenta de todas ellas se puso manos a la obra, en busca de un camino que seguir.
Galhard
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La boca de Al parecía que no podía llevar a los dos a mas problemas, por el momento, Galhard se encontraba tumbado boca arriba en una extraña playa, lo último que recordaba es haberse quedado dormido en una silla al lado de Al mientras el almirante de la flota les reprochaba el caos generado en Enies Lobby, realmente apuntaba maneras, en la inocente mente de Galhard se dibujaba una escena muy alejada de la realidad
"Y mi padre me decía que no serviría como marine y mírame, siendo cadete estoy aquí reunido con el AL-mirante y el almirante viejo... Si es que estoy hecho un fiera" Sonreía mientras poco a poco sus ojos se iban cerrando."¿Por qué estoy en una playa y con la sensación de haber estado en un sitio apretado? Me duele la espalda, cinco minutitos más de sueño no me irán mal, al fin y al cabo si estoy en una playa es porque deben habernos dado unas vacaciones" El recluta poco a poco volvía a cerrar los ojos mientras usaba unos tablones del barril como una improvisada almohada.
-Ah, esto es vida... Dijo el cadete hasta quedarse dormido, cosa que no duró mucho tiempo pues los gritos de indignación de Al le despertaron.
-¿Que ocurre Almirante? ¿Otra vez la selfie le salió mal o se le mojó el papel fotográfico? En verdad, ahora que me fijo estamos empapados, deberías mirar si todo está en orden. De todos modos, tampoco no hay mucho que hacer si así es.
Galhard se incorporó, con los ojos aún entrecerrados y caminó hasta Al, quien parecía que se lo llevaban los demonios. Se fijó que solo había un barril roto entre los restos de la playa. "Oi oi ¿Tan tacaños son en la marina que nos han puesto a los dos en el mismo barril? Con razón me duele todo... O espera... ¿Como metes a un monstruo como Al en un barril tan pequeño si ya hay otra persona dentro?" Sus ojos se abrieron como platos mientras trataba de hacer una imagen mental de que tan contorsionista podía resultar el almirante o que tan experto era Hyoshi en encajar las cosas, mientras lo hacía se dio la vuelta y mirando con asombro la rara vegetación de la isla y lo que a lo lejos parecía ser un apetitoso avestruz gigante hizo que su barriga empezase a gruñir
- Imagina hacer una tortilla con los huevos de ese bicho Al, podríamos tener para los dos y aún nos sobraría un poco para hacer un pica pica en la cena.- Empezó a hacer crujir sus articulaciones mientras se acomodaba y despertaba del todo.-¡Vamos a seguirla hasta su nido y cazarla junto a sus huevos! Dijo el joven sin reparar mucho a las respuestas que podía darle Al a las preguntas que había formulado. Al fin y al cabo, aunque la reunión había sido un reproche en la mente de Gal se dibujaba como un logro y eso le hacía estar sin preocupaciones.
"Y mi padre me decía que no serviría como marine y mírame, siendo cadete estoy aquí reunido con el AL-mirante y el almirante viejo... Si es que estoy hecho un fiera" Sonreía mientras poco a poco sus ojos se iban cerrando."¿Por qué estoy en una playa y con la sensación de haber estado en un sitio apretado? Me duele la espalda, cinco minutitos más de sueño no me irán mal, al fin y al cabo si estoy en una playa es porque deben habernos dado unas vacaciones" El recluta poco a poco volvía a cerrar los ojos mientras usaba unos tablones del barril como una improvisada almohada.
-Ah, esto es vida... Dijo el cadete hasta quedarse dormido, cosa que no duró mucho tiempo pues los gritos de indignación de Al le despertaron.
-¿Que ocurre Almirante? ¿Otra vez la selfie le salió mal o se le mojó el papel fotográfico? En verdad, ahora que me fijo estamos empapados, deberías mirar si todo está en orden. De todos modos, tampoco no hay mucho que hacer si así es.
Galhard se incorporó, con los ojos aún entrecerrados y caminó hasta Al, quien parecía que se lo llevaban los demonios. Se fijó que solo había un barril roto entre los restos de la playa. "Oi oi ¿Tan tacaños son en la marina que nos han puesto a los dos en el mismo barril? Con razón me duele todo... O espera... ¿Como metes a un monstruo como Al en un barril tan pequeño si ya hay otra persona dentro?" Sus ojos se abrieron como platos mientras trataba de hacer una imagen mental de que tan contorsionista podía resultar el almirante o que tan experto era Hyoshi en encajar las cosas, mientras lo hacía se dio la vuelta y mirando con asombro la rara vegetación de la isla y lo que a lo lejos parecía ser un apetitoso avestruz gigante hizo que su barriga empezase a gruñir
- Imagina hacer una tortilla con los huevos de ese bicho Al, podríamos tener para los dos y aún nos sobraría un poco para hacer un pica pica en la cena.- Empezó a hacer crujir sus articulaciones mientras se acomodaba y despertaba del todo.-¡Vamos a seguirla hasta su nido y cazarla junto a sus huevos! Dijo el joven sin reparar mucho a las respuestas que podía darle Al a las preguntas que había formulado. Al fin y al cabo, aunque la reunión había sido un reproche en la mente de Gal se dibujaba como un logro y eso le hacía estar sin preocupaciones.
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Arena blanca, trozos de madera hinchándose en lugares en que no sabíais que teníais en vuestro cuerpo, un avestruz muy grande y juguetón picando la cabeza de Galhard cariñosamente para llamar su atención… La mejor manera de irrumpir en una isla, claro que sí.
Os encontráis en la región noroeste de la isla, concretamente a unos escasos quinientos metros de la ciudad principal. Veis que tiene un aspecto que mezcla lo medieval con lo contemporáneo, lo antiguo con lo moderno, lo cibernético y lo rústico. ¿Será una de esas islas que fundaron los amantes del steampunk? Sí, es exactamente eso.
La ciudad está rodeada por una muralla de piedra con una puerta metálica, seguramente de bronce, en las que se puede ver unas ruedecitas y algunos engranajes muy guays. Se encuentra abierta y solo hay un hombre allí, podríais entrar, o tal vez no. Si lo hacéis veis que hay una gran cantidad de locales y sitios de interés abiertos: museos de todo tipo, bares, pubs con buen licor y una catedral de planta rectangular con tres naves y un gran reloj en una de sus torres. ¿Lo raro? Que es un reloj digital.
Si decidís no entrar… podéis perseguir al avestruz al bosque. Allí hay un camino repleto de heces de distintos animales y una cueva con pinturas rupestres y un pasadizo que desciende hasta saber dónde, pero hay un hombre llamado Bob, que tiene una frondosa barba y unos ojos azules muy penetrantes.
¿Qué hacéis jóvenes marines?
Os encontráis en la región noroeste de la isla, concretamente a unos escasos quinientos metros de la ciudad principal. Veis que tiene un aspecto que mezcla lo medieval con lo contemporáneo, lo antiguo con lo moderno, lo cibernético y lo rústico. ¿Será una de esas islas que fundaron los amantes del steampunk? Sí, es exactamente eso.
La ciudad está rodeada por una muralla de piedra con una puerta metálica, seguramente de bronce, en las que se puede ver unas ruedecitas y algunos engranajes muy guays. Se encuentra abierta y solo hay un hombre allí, podríais entrar, o tal vez no. Si lo hacéis veis que hay una gran cantidad de locales y sitios de interés abiertos: museos de todo tipo, bares, pubs con buen licor y una catedral de planta rectangular con tres naves y un gran reloj en una de sus torres. ¿Lo raro? Que es un reloj digital.
Si decidís no entrar… podéis perseguir al avestruz al bosque. Allí hay un camino repleto de heces de distintos animales y una cueva con pinturas rupestres y un pasadizo que desciende hasta saber dónde, pero hay un hombre llamado Bob, que tiene una frondosa barba y unos ojos azules muy penetrantes.
¿Qué hacéis jóvenes marines?
- Galhard, no -dijo la primera vez, tranquilamente, esperando que fuese suficiente para detener el ímpetu del cadete-. Galhard... -repetiría, más despacio, si aun así decidía perseguir al pollo gigante-. ¡No!
Dio un par de vueltas sobre sí mismo, examinando todo a su alrededor: En el mar el barco sin bandera reconocible que los había transportado buscaba puerto, y siguiendo la ruta no fue difícil darse cuenta de hacia dónde se dirigía. Justo detrás de él, y no a mucha distancia, emergía una imponente ciudad amurallada. Veía altas torres con grandes chimeneas que soltaban vapor y humo por igual, mecanismos y dispositivos que contrastaban enormemente con el aspecto medieval que poseía a simple vista. Pero, a decir verdad, resultaba un contraste agradable de ver.
- Galhard, no -dijo una última vez, por si acaso. Sabía que su compañero tendía a irse por las ramas a veces de forma demasiado literal, y había un bosque demasiado cerca-. Tenemos una misión importante que cumplir.
Se habían avistado barcos pirata en la costa, lo cual era una razón fundamental por la que habían debido personarse allí, aunque eso no sería relevante de no ser porque la isla, al parecer, había pertenecido a los Nobles Mundiales tiempo atrás y habían dejado en ella algo. Algo que, de hecho, al parecer la banda pirata estaba buscando. No sabían qué era, pero si los dragones celestiales le daban tanta importancia como para mandarlo a él significaba que se trataba de algo que no podía caer bajo ningún concepto en manos de un criminal.
El problema residía en que no sabían qué buscaban, dónde encontrarlo ni cómo hacerlo. Y lo que era peor, tampoco tenía a Arthur cerca para indicarle cómo debían proceder. No obstante tenía una solución: ¡Iba a meterse en el papel de Arthur!
- ¡Me cago en mi puta vida Galhard! ¡Ponte a cuatro patas y encínchate la silla! -gritó-. ¡Es hora del caballito!
A medida que decía aquello se fue agachando hasta que su culo casi tocaba el suelo en una posición de cuclillas algo extraña.
- Al, si no me das un buen café voy a matarte. -Casi lo tenía, estaba floreciendo una idea en su cabeza-. Las poblaciones tienden a asentarse por estratos. Normalmente una población nueva se asienta en el mismo espacio que la anterior, y es por eso que las ruinas normalmente están bajo tierra. Sin embargo, si esta gente ha escondido algo no tiene mucho sentido que el Gobierno lo sepa y no haya venido a recogerlo a no ser que nadie sepa dónde está. Lo único que queda entonces es...
Y se cayó de culo, cortando de golpe todo su razonamiento. Ya casi lo tenía, pero todo se esfumó de su cabeza cuando dejó de ser Arthur. Volvía a ser Al, pero se le había ocurrido una idea. De quién sabe dónde sacó un bigote postizo totalmente negro y se lo colocó bajo la nariz, cubriendo este a su vez con una bufanda de color negro y haciendo que la chaqueta de general tuviese un tono completamente rojo, con hombreras doradas.
- Dejemos que los piratas nos lleven hasta el lugar. ¿Qué te parece, Galhard? ¿Nos infiltramos?
Sin esperar mucha respuesta enfiló hacia la ciudad dispuesto a entrar en la taberna más cercana al puerto y de más mala muerte que pudiera encontrarse. Por el momento iba a intentar pasar desapercibido, aunque quién sabe si eso duraría mucho. Al fin y al cabo detener a la banda y luego rebuscar también era una buena opción.
Dio un par de vueltas sobre sí mismo, examinando todo a su alrededor: En el mar el barco sin bandera reconocible que los había transportado buscaba puerto, y siguiendo la ruta no fue difícil darse cuenta de hacia dónde se dirigía. Justo detrás de él, y no a mucha distancia, emergía una imponente ciudad amurallada. Veía altas torres con grandes chimeneas que soltaban vapor y humo por igual, mecanismos y dispositivos que contrastaban enormemente con el aspecto medieval que poseía a simple vista. Pero, a decir verdad, resultaba un contraste agradable de ver.
- Galhard, no -dijo una última vez, por si acaso. Sabía que su compañero tendía a irse por las ramas a veces de forma demasiado literal, y había un bosque demasiado cerca-. Tenemos una misión importante que cumplir.
Se habían avistado barcos pirata en la costa, lo cual era una razón fundamental por la que habían debido personarse allí, aunque eso no sería relevante de no ser porque la isla, al parecer, había pertenecido a los Nobles Mundiales tiempo atrás y habían dejado en ella algo. Algo que, de hecho, al parecer la banda pirata estaba buscando. No sabían qué era, pero si los dragones celestiales le daban tanta importancia como para mandarlo a él significaba que se trataba de algo que no podía caer bajo ningún concepto en manos de un criminal.
El problema residía en que no sabían qué buscaban, dónde encontrarlo ni cómo hacerlo. Y lo que era peor, tampoco tenía a Arthur cerca para indicarle cómo debían proceder. No obstante tenía una solución: ¡Iba a meterse en el papel de Arthur!
- ¡Me cago en mi puta vida Galhard! ¡Ponte a cuatro patas y encínchate la silla! -gritó-. ¡Es hora del caballito!
A medida que decía aquello se fue agachando hasta que su culo casi tocaba el suelo en una posición de cuclillas algo extraña.
- Al, si no me das un buen café voy a matarte. -Casi lo tenía, estaba floreciendo una idea en su cabeza-. Las poblaciones tienden a asentarse por estratos. Normalmente una población nueva se asienta en el mismo espacio que la anterior, y es por eso que las ruinas normalmente están bajo tierra. Sin embargo, si esta gente ha escondido algo no tiene mucho sentido que el Gobierno lo sepa y no haya venido a recogerlo a no ser que nadie sepa dónde está. Lo único que queda entonces es...
Y se cayó de culo, cortando de golpe todo su razonamiento. Ya casi lo tenía, pero todo se esfumó de su cabeza cuando dejó de ser Arthur. Volvía a ser Al, pero se le había ocurrido una idea. De quién sabe dónde sacó un bigote postizo totalmente negro y se lo colocó bajo la nariz, cubriendo este a su vez con una bufanda de color negro y haciendo que la chaqueta de general tuviese un tono completamente rojo, con hombreras doradas.
- Dejemos que los piratas nos lleven hasta el lugar. ¿Qué te parece, Galhard? ¿Nos infiltramos?
Sin esperar mucha respuesta enfiló hacia la ciudad dispuesto a entrar en la taberna más cercana al puerto y de más mala muerte que pudiera encontrarse. Por el momento iba a intentar pasar desapercibido, aunque quién sabe si eso duraría mucho. Al fin y al cabo detener a la banda y luego rebuscar también era una buena opción.
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-Ñee... Está bien, adios señor pollo algún día nos invitarás a un buen desayuno...- Dijo el cadete mientras miraba con cara triste como su fugaz mascota se perdía en la espesura de la vegetación, las reglas eran las reglas, aunque no fuese partidario de obedecerlas la admiración a los de la brigada hacía que su rebeldía estuviese bajo control cuando ellos le daban una orden.
-¿Una misión? ¿Es aquello que hablaste con el almirante de la flota? Me quedé dormido al principio de la conversación, supongo que nos mandó una misión importante reconociendo nuestra valía, sí. Lo que... No te negaré que echo de menos tener a Arthur, siempre tiene un buen plan en ment...- Gal paró en seco su charla cuando escuchó a Al gritar como si fuese Arthur, en una posición bochornosa, la cual cabía decir que aún así continuaba siendo más alto que el imitado. En otra situación habría reído pero la mención de los pasos que llevaban a sufrir un caballito disparó los flashbacks de guerra en el aprendiz de marine dejando su rostro pálido
El ruido de Al al caer de culo devolvió a la realidad a Galhard. ¿Dejar que los piratas nos llevasen allí? Estaba claro que el almirante hoy estaba iluminado pero el problema residía en algo pequeño o muy grande según como se mirase, si bien la idea era buena fallaba en algo primordial.
-Mmm... Mal plan no es... Incluso no llevo uniforme de marine pero ¿No cree que incluso si dejas tu traje aquí van a reconocerle? Quizás son piratas novatos pero estoy seguro que alguien de tu altura les sería sospechoso por no decir que quizás hayan visto tu cara...
El superior hizo oídos sordos a las palabras de su compañero y se dirigió a la ciudad, Gal se encogió de hombros y tras un suspiro decidió seguirlo, no sin antes girar nuevamente la cabeza en dirección hacia donde el avestruz se había ido con cierta pena
-Ay... Tortillador... Siempre te recordaré
Los dos marines no tardaron en llegar a la extraña ciudad que había en la isla, desde luego el cadete había viajado mucho pero jamás había visto un lugar con tan curiosos mecanismos y extraña arquitectura, era toda una aventura que hizo que su barriga empezase a rugir.
¿Y si vamos a la taberna de allí? Esta cerca del puerto seguro que hay pescado o lo que buscábamos... ¿He de llamarte por algún nombre diferente aquí?
Galhard pensó que sería adecuado usar nombres distintos si al final el almirante decidía seguir con su plan poco factible de infiltración.
La taberna por fuera se veía algo descuidada pero las ventanas mostraban mucha actividad en su interior.
-¿Una misión? ¿Es aquello que hablaste con el almirante de la flota? Me quedé dormido al principio de la conversación, supongo que nos mandó una misión importante reconociendo nuestra valía, sí. Lo que... No te negaré que echo de menos tener a Arthur, siempre tiene un buen plan en ment...- Gal paró en seco su charla cuando escuchó a Al gritar como si fuese Arthur, en una posición bochornosa, la cual cabía decir que aún así continuaba siendo más alto que el imitado. En otra situación habría reído pero la mención de los pasos que llevaban a sufrir un caballito disparó los flashbacks de guerra en el aprendiz de marine dejando su rostro pálido
El ruido de Al al caer de culo devolvió a la realidad a Galhard. ¿Dejar que los piratas nos llevasen allí? Estaba claro que el almirante hoy estaba iluminado pero el problema residía en algo pequeño o muy grande según como se mirase, si bien la idea era buena fallaba en algo primordial.
-Mmm... Mal plan no es... Incluso no llevo uniforme de marine pero ¿No cree que incluso si dejas tu traje aquí van a reconocerle? Quizás son piratas novatos pero estoy seguro que alguien de tu altura les sería sospechoso por no decir que quizás hayan visto tu cara...
El superior hizo oídos sordos a las palabras de su compañero y se dirigió a la ciudad, Gal se encogió de hombros y tras un suspiro decidió seguirlo, no sin antes girar nuevamente la cabeza en dirección hacia donde el avestruz se había ido con cierta pena
-Ay... Tortillador... Siempre te recordaré
Los dos marines no tardaron en llegar a la extraña ciudad que había en la isla, desde luego el cadete había viajado mucho pero jamás había visto un lugar con tan curiosos mecanismos y extraña arquitectura, era toda una aventura que hizo que su barriga empezase a rugir.
¿Y si vamos a la taberna de allí? Esta cerca del puerto seguro que hay pescado o lo que buscábamos... ¿He de llamarte por algún nombre diferente aquí?
Galhard pensó que sería adecuado usar nombres distintos si al final el almirante decidía seguir con su plan poco factible de infiltración.
La taberna por fuera se veía algo descuidada pero las ventanas mostraban mucha actividad en su interior.
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La ciudad era todo fiesta y diversión, casi parecía una versión más exquisita de Jaya. Podéis ver a ciertos delincuentes de renombre por las calles, agarrando botellas de ron del malo y cantando. ¿Qué demonios está ocurriendo en esa isla? Y lo más importante, ¿por qué no os han invitado? ¡Ah, claro! Sois marines… En fin. Si avanzáis por la ciudad veis que, en mitad de la plaza, junto a la torre del gran reloj, están montando un escenario.
La taberna que llama la atención del joven Galhard está en un estado algo lamentable por fuera, pero por dentro es un paraíso para todo aquel que adore la extravagante mezcla entre lo vitange y lo futurista; como casi todo en la isla, prácticamente. Dentro hay una pequeña plataforma en una esquina, y están pidiendo un voluntario para que toque algo y anime la fiesta. Así mismo, parece que tienen oferta en jarras de zarzaparrilla, cerveza negra y una especie de bebida que llaman el crea viudas , que pese a su nombre parece tener mucho éxito.
En una esquina hay un grupo de sujetos vestidos de traje, con gran bigotes finos y ondulados, monóculo y bastones. Parece algo así como un circulo selecto, que desentona con toda la clase de maleantes que hay alrededor.
—¡Vamos! —Alza la voz el que parece el dueño del local. Un sujeto tan ancho como fuerte, vestido con una camisa de rajas y cuello blanco y un delantal. No se sabe si lleva pantalones, pero parece enérgico—. ¡Quién sea capaz de animar al rancio de mi cuñado, le invito a lo que quiera durante los días que quedan de festival! —dijo, señalando con la mano la pequeña plataforma.
La taberna que llama la atención del joven Galhard está en un estado algo lamentable por fuera, pero por dentro es un paraíso para todo aquel que adore la extravagante mezcla entre lo vitange y lo futurista; como casi todo en la isla, prácticamente. Dentro hay una pequeña plataforma en una esquina, y están pidiendo un voluntario para que toque algo y anime la fiesta. Así mismo, parece que tienen oferta en jarras de zarzaparrilla, cerveza negra y una especie de bebida que llaman el crea viudas , que pese a su nombre parece tener mucho éxito.
En una esquina hay un grupo de sujetos vestidos de traje, con gran bigotes finos y ondulados, monóculo y bastones. Parece algo así como un circulo selecto, que desentona con toda la clase de maleantes que hay alrededor.
—¡Vamos! —Alza la voz el que parece el dueño del local. Un sujeto tan ancho como fuerte, vestido con una camisa de rajas y cuello blanco y un delantal. No se sabe si lleva pantalones, pero parece enérgico—. ¡Quién sea capaz de animar al rancio de mi cuñado, le invito a lo que quiera durante los días que quedan de festival! —dijo, señalando con la mano la pequeña plataforma.
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