Pantera y ciervo [Moja y Ivan]

Las calles parecían casi desiertas. Meln no era el lugar más hospitalario, y que las tropas de la marina patrullasen las calles arrestando a todo el que considerasen un aliado de Bleyd o un enemigo del Gobierno en general. Una espesa niebla había recubierto las calles impidiendo la visión. Un hombre alto y pelirrojo, vestido con ropas blancas de habitante del desierto, vigilaba el puerto desde un tejado, observando una vivre card. A su lado un gyojin joven albino con una enorme espada sonrió, mostrando unos dientes de tiburón - No porque mires más ese papel va a volver - le dijo. El pelirrojo no contestó inmediatamente. Se guardó el papel y apoyó el brazo derecho sobre una rodilla, con una mirada taciturna.

- Lo sé.

- Entonces deja de poner esa cara. ¿Por qué no le pegamos una paliza a esos debiluchos de ahí? - dijo Noah, señalando a una patrulla marine.

- Aún no.

El gyojin suspiró aburrido y se sentó contra una chimenea. Nassor se limitó a seguir observando la zona, usando su Dairokkan para escuchar todo lo que ocurría en su entorno. Pronto se reunirían cinco patrullas en el puerto, y en ese momento, atacarían. Roger también estaba por la zona, además de Taito y un buen grupo de sus chicos. ¿Por qué hacían eso? Por mandar un mensaje. Los Jigoku no Kaizoku habían vuelto, y era hora de que todo el mundo lo supiera. Se empezó a levantar y desenvainó el Filo de Érebo, una katana de filo negro. Noah volvió a sonreír y agarró su mandoble.

- Haz que todos estén alerta. A mi señal atacaremos.

Frunció el ceño al ver las aguas del puerto moverse. ¿Era eso un submarino? Por un momento se planteó cancelar la operación, pensando que la Marina había recibido refuerzos inesperados, pero luego se fijó en que en la enorme bestia de metal no había ninguna clase de enseña del Gobierno. Era sólo algún recién llegado, pero convendría mantenerlo vigilado.

¿Sabéis esa sensación de cuando os quedáis encerrados en un ascensor por unas horas? Pues si eso lo multiplicáis por mil, os haréis una idea de cómo me llegué a sentir. El viaje se me había echo eterno y las clases con Ivan, bueno, fueron un poco tediosas a decir verdad. pero por fin habíamos llegado a nuestro destino, el punto donde nos separábamos. Aprendí bastante y eso me hizo crecer un poco, tuvimos un par de pequeñas aventuras durante el viaje, pero nada destacable o por lo menos nada que pueda ser importante. Ya habíamos llegado al puerto, en el que desembarque y en el cual comenzaba una nueva etapa de mi vida, salí del submarino por la escotilla, dedicándole un ''Nos vemos pronto guau'' al que fue hasta ese momento mi instructor en la navegación.

Di un salto y pise el muelle, me eche lis cosas al hombro empecé a caminar por el puerto, respirando por fin el aire limpio. La niebla no dejaba ver mucho, pero se notaba en el ambiente la presencia de bastante gente. ¿Gente del gobierno? Fue lo primero que pensé al acercarme a un grupo de personas, estaban buscado a alguien aunque no sabía a quien. Me puse la capucha y seguí caminando, en mi pequeña aventura con Katharina, un agente del CP había visto mi cara y había escapado, lo que suponía que podría haber una recompensa por mi cabeza. Aunque pensándolo bien mi actuación aquella vez no fue muy llamativa.

Me acerqué a un tablón de anuncios, en los que había varios carteles de ''se busca'', me busqué por ellos y por suerte mi cara ni mi nombre estaba en ninguno de ellos. Los que si vi fueron los de Bleyd y los piratas del Jigoku no Kaizoku. Quizás iba siendo hora de que me uniera a alguna banda. El tiempo con Ivan me enseñó que tener aliados es una gran ventaja a la hora de sobrevivir en este mundo.

Del submarino salió una figura encapuchada. Su cuerpo y forma de moverse llamaron la atención de Nassor, que prestó atención al recién llegado. Eran movimientos gráciles, que le recordaban más a los de un gran felino que a los de un humano. No le veía bien el rostro desde ahí arriba, pero casi podría asegurar que había visto un morro en lugar de cara. En cualquier caso no era un marine, así que salvo que se entrometiera en la pelea no era una amenaza. Lo vio acercarse a un tablón de anuncios y ponerse a revisar los carteles de se busca. ¿Cazarrecompensas? "Por tu bien, no nos ataques. No seremos compasivos" pensó, torciendo el gesto. No habían ido allí para matar a gente que no tenía que ver con su lucha, pero se defenderían si tocaba hacerlo.

Finalmente las cinco patrullas se reunieron en la zona. Bueno, más que reunirse coincidieron sus recorridos. De hecho un de ellas estaba a punto de salir de la plaza cuando la última entraba, y otras dos se habían detenido porque los oficiales al cargo se habían puesto a charlar. Era el momento ideal. Alzó la katana y canalizando su energía por esta la hizo destellar con chispas eléctricas. Noah se rió sanguinariamente y, empuñando su enorme espada, se lanzó a la plaza con un grito de guerra. Al mismo tiempo piratas ocultos por toda la plaza comenzaron a salir de callejones, barriles, de detrás de cajas, soportales... en apenas un momento se desató una batalla campal. Nassor envainó su katana y observó por un momento la escaramuza, tratando de discernir en qué punto sería más necesaria su ayuda.

- Sabaku no Arashi... - dijo, agachándose poco a poco tras localizar un punto de fuerte resistencia. Las dos patrullas que se habían juntado a charlar se habían puesto a defenderse, espalda contra espalda. El viento comenzó a moverse formando remolinos en torno al pelirrojo, quien se colocó a cuatro patas con las piernas flexionadas, apuntando hacia el lugar de la refriega - ¡Jet Stream! - salió disparado como una bala humana humana, estrellando su puño contra uno de los oficiales de las patrullas. Al tiempo que el se lanzaba al combate, una enorme sombra cuadrúpeda salió de su escondite, rugiendo y uniéndose a él. Era Kilah, su amiga y mascota, un guepardo tan grande como un tigre de gran tamaño. Saltó sobre uno de los marines, derribándolo y mordiendo su cuello. En apenas un momento la formación se desbarató y los marines comenzaron a ser avasallados.

Me había empanado mirando el tablón, cuando de repente cuatro o cinco patrullas de marines habían convergido casi al lado mío. Por un momento me dio la sensación de que me habían venido a buscar a mí, pero por suerte al fijarme bien pude ver que ninguno estaba en posición de atacarme, o eso me decía mi haki. Gracias a eso pude tranquilizarme, había entrenado el haki en el camino con Ivan, y eso me daba algo de confianza, pero era algo muy fugaz. Aún solo podía ver ataques a muy corto tiempo antes de que se ejecutaran. Podía sentir signos de hostilidad hacia mí pero muy levemente, lo que hacía que no me confiara del todo.

De pronto, como si de la nada, aparecieron montones de piratas, dando comienzo una pequeña batalla. No sabía muy bien quienes era. Había escuchado rumores de que Bleyd hizo estragos en la isla, lo cual el motivo de tantos marines. Pero estos piratas, ¿Quienes eran? Fui prácticamente rodeado de peleas, estaba en medio de la plaza, al lado del tablón de anuncios sin saber muy bien que hacer. Hasta que dos marines cayeron encima mia, habían sido pareado y lanzados contra mi. Se levantaron y pude sentir como empezaron a ser hostiles contra mi. Tuve la sensación de que me habían confundido con uno de esos piratas, me levanté como pude y saqué a Nenya y Narya, mis hermosas dagas gemelas. Me puse en posición defensiva, y me dispuse a pelear, si venían a por mi no les sería fácil.

Se abalanzaron sobre mí con sus espadas en alto, active mi haki de observación, lo que me ayudó a parar sus ataques y propinar sendos contraataques, haciendo caer a los marines malheridos al suelo gritando ayuda. Sus gritos atrajeron a un par de marines más, con lo que decidí escabullirme y escapar de la zona. En mi condición no era buena idea quedarme a pelear a corta distancia. ¿Al igual puedo conseguir algo de fama? Pensé por un momento, mi instinto salvaje me hacía moverme fácilmente entre las peleas. Me acerqué a un edificio que tenía un balcón bajo, de poco más de dos metros de altura. De un salto me subí al balcón y dando otro más hacia el tejado ya tendría la posición perfecta para acabar con un par de Marines. Saque a Vilya y me puse en posición de disparar.

La refriega fue intensa y de corta duración. Nassor no tuvo demasiado que hacer, una vez hubo disparatado la defensa del grupo central. Los marines luchaban valientemente, pero no eran rivales para la furia del Shikanari Rojo. Una vez los que estaban junto a él cayeron, miró en torno a él y comenzó a dar órdenes a su tripulación, ocupándose de que nadie quedara aislado y todas las patrullas fuesen sometidas sin que hubiera fugas. Entonces vio a un joven recluta que estaba a punto de rematar a un caído, pero cuando aún estaba a punto de bajar su alfanje Nassor ya se había plantado a su lado y agarrado su muñeca. Lo miro seriamente - Nosotros no matamos a los caídos ni a los que se rinden, chico. Somos piratas, pero no asesinos - tras eso le soltó la mano y dio una patada hacia atrás, golpeando en el estómago a un marine que se les había acercado por la espalda. La escaramuza concluyó pocos segundos después.

- Roger, ¿cuántas bajas tenemos? - preguntó, dirigiéndose a un enorme gyojin de piel amarilla - Tenemos tres heridos capitán. La emboscada ha salido a la perfección.

- Perfecto. Organiza a los hombres. Quiero que le quitéis sus armas a esta gente, junto con todo lo de valor que lleven. Llevadlo todo al barco.

Se giró y comenzó a caminar hacia un lado de la plaza, donde había visto al extraño de antes sobre un tejado. Seguía ahí, con un enorme fusil de precisión en sus manos. Había visto durante la batalla que sus tiros emitían unos extraños destellos; debía contar con alguna clase de habilidad. Ahora, al verlo desde abajo se fijó en que sus rasgos no parecían humanos. ¿Usuario de zoan, o sería de alguna de las razas humanoides de Grand Line? Le hizo un gesto con la mano a modo de saludo y dijo:

- Eres bueno con ese arma, y veo que no eres amigo de la Marina. Te agradezco tu ayuda en esta pelea. ¿Quién eres, extraño?

La refriega había sido corta pero un poco intensa, una vez hubo terminada. Dediqué un momento a revisar el fusil, había cogido una pequeña manía y era revisarlo cada dos por tres, lo había conseguido de forma ilícita, pero en este tiempo con él le había cogido bastante cariño. Me lo estaba poniendo al hombro cuando un pelirrojo me empezó a hablar desde abajo, aún me encontraba en el tejado, así que de un par de saltos y baje de nuevo a la calle. No sabía quien era esa persona, así que decidí acercarme con cuidado, aún después de haberlo visto pelear contra la marina. Lo miré de arriba a abajo y fue entonces cuando lo reconocí. Era Nassor, el nuevo capitán de los Jigoku no Kaizoku, tras la desaparición de su antiguo capitán.

Me quité la capucha dejando ver mi rostro, aunque mi forma de ser me decía que no hablara. No pude contener la tentación de conocer a esa persona. Extendí mi mano para estrechársela, -hola, me llamo Moja, soy un mink del nuevo mundo guau. Por ahora soy un pirata independiente, estaré un tiempo en esta isla, si necesitáis ayuda con estos marines podéis contar con la mía guau.- le dije esperando una respuesta de Nassor. El Grand Line no era un lugar para estar solo, y ya no tenía la ayuda de Ivan, así que prefería estar con aquellos pirata antes de ser capturado por los marines.

Había oído mencionar a la raza de los mink en alguna ocasión, y durante la reunión pirata de Mock Town había visto algunos. Todo lo que sabía era que se trataba de una especie medio hombre medio animal del Nuevo Mundo, y que eran grandes guerreros. Por lo de pronto Moja había demostrado saber defenderse en combate. Le llamó la atención el hecho de que parecía ladrar cada vez que terminaba una frase... ¿no era medio pantera? O eso parecía, al menos. Kilah, su guepardo, se acercó hacia ellos olfateando en dirección a Moja con desconfianza. Entonces arqueó la espalda y le bufó. Nassor se limitó a echarle una mirada de advertencia, y la enorme felina se alejó, sin quitarle los ojos de encima al mink.

- Parece que no le has caído demasiado bien a Kilah - dijo cortésmente con una sonrisa - Pero no te proecupes, suele ser huraña con los extraños.

Le tendió la mano y se la estrechó. Normalmente Nassor era una persona desconfiada y no muy abierta, pero respetaba a los buenos guerreros y Moja les había echado una mano sin conocerles de nada. Si bien eso en otro caso podría haberle llevado a sospechar, sentía una simpatía natural hacia él por su aspecto. Tendía a confiar más en los animales que en las personas, y trasladó inconscientemente eso hacia el mink.

- Mi nombre es Nassor, capitán de los Jigoku no Kaizoku. Como puedes ver, no hay mucho más que hacer por aquí. Sin embargo... - se rascó la barbilla. ¿Sería buena idea llevárselo con ellos? Decía que era un pirata independiente, y ellos necesitaban reclutas. Podía poner a prueba si era una persona de confianza, y reclutarlo si cumplía - Tengo una tarea en la ciudad, pero mis chicos van a estar ocupados. Si me acompañas y me ayudas con posibles patrullas, te estaré de lo más agradecido.

Aquel enorme gato me gruñó, lo que me hizo recelar un poco. No estaba acostumbrado a ver animales tan grandes. Nassor me dijo que no preocupara que siempre era así. Yo no estaba seguro de eso, pero al igual el tiempo que pasaría con aquellos piratas terminara haciendo que el enorme guepardo me cogiera cariño. Y quien sabe pudiera ser que me uniera a ellos en algún momento. Si lo hacia bien, quizás pudiera conseguir un sitio entre aquellos piratas bastante conocidos, algo de fama no me vendría mal. Pero bueno eso seria tener mucha esperanza.

Escuche la oferta de Nassor de ayudarle la cual no me desagradó, a decir verdad. Y el echo de que no se llegara a reír de mi TOC, me hacia tener un poco de confianza con aquella persona. Le eche una mirada, -estaré encantado de ayudarte guau- le contesté. Ganarme el favor de aquel hombre era bastante bueno para mi, pensé en ese momento. Ademas, después de que Ivan me dejara allí poco más tenia que hacer. Conseguir un transporte a algún Blue era mi intención desde un principio y estaba claro que ellos podrían ayudarme a eso.

Me acomodé el fusil al hombro y le dije -te sigo guau-, a lo cual me dispuse a seguir al capitán.

Asintió con la cabeza al mink y a continuación dio un silbido. Kilah se acercó en silencio y se puso a su derecha, frotando su cabeza contra él. Le rascó la cabeza con una mano mientras con la otra le hacía un gesto a Noah. El gyojin se acercó, apoyando su enorme espadón en el hombro y mirando con curiosidad a Moja. Nassor se dispuso a presentar a ambos:

- Noah, este es Moja. Es un pirata independiente, es el tirador que nos ha ayudado durante la pelea. Moja, Noah es uno de mis oficiales - tras eso miró significativamente al gyojin - Voy al interior de la ciudad a encargarme de ese asunto. No te alejes mucho y no montéis más jaleo. No me apetecería volver y encontrarme con media ciudad en llamas.

- Ya, ya, no te preocupes - replicó con un gesto despreocupado - Encantado, chico pantera.

No estaba muy convencido de que Noah fuese a comportarse en su ausencia, pero tenía la esperanza de que acabase aburriéndose si no encontraba nadie a quien pegarle y se echara a dormir la siesta en una esquina hasta que fuera el momento de marcharse. Tras dirigirle una última mirada, echó a caminar hacia el interior de la ciudad con Kilah a su lado. No habían escogido aquel puerto para dar su mensaje a la Marina y al mundo por azar. En Meln había alguien que podía ayudarle a descubrir el misterio de un objeto legado por su capitán. Un viejo conocido de sus tiempos de cazador que había ido a parar a aquella tierra. No entendía cómo había ido a parar a aquel lugar siniestro y alejado, aunque jamás había entendido bien a aquel hombre.

- El barrio al que vamos no es el mejor sitio para vagabundear de noche. Y probablemente ya has descubierto que muchos humanos tienden a ser crueles con los de otras razas. Cúbrete bien el rostro y procuremos no llamar la atención.

Meln en general tenía muy mala pinta: calles oscuras, edificios en mal estado, gente siniestra con el rostro tapado y armas a la vista... pero los barrios bajos parecían sacados de una novela negra. Mientras caminaban por los callejones llenos de inmundicia, Nassor mantuvo una mano sobre la empuñadura de la katana y la otra en su bolsa, advirtiendo con la mirada a los maleantes que se fijaban en ellos que no eran gente a la que quisieran intentar robar. Finalmente llegaron a la casa que buscaba. Si no fuera por el número del viejo cartel no hubiese podido distinguirla del resto de edificios pétreos y ennegrecidos por la contaminación. Se acercó a la puerta y dio dos toques secos para llamar.

-Encantado guau- le conteste al gyojin, poco iba intentando superar el ser introvertido, lo cual no era nada fácil. Eché un vistazo a la plaza antes de marchar, todos los marines habían sido derrotados sin haber casi daños a la tripulación de Nassor. Me parecía increíble que fuera capaz de dar órdenes a toda esa gente, yo en cambio sería completamente inútil haciéndolo, o eso es la sensación que me daba en aquella ocasión. Me puse la capucha, intentando tapar mi cara felina lo más que podía, ante la advertencia del Capitan. En el viaje con Ivan había tenido la suerte de no encontrarme con gente escuadra y aquellas palabras de advertencia me hacían ponerme en guardia. No quería tener ningún susto del que arrepentirme después. Empecé a andar detrás de aquel hombre, siguiéndolo hasta aquellos callejones oscuros. Mientras andaba por aquellas calles agarre fuertemente mi fusil. La inquietud de comía por dentro, no sabía si seguir a Nassor era buena idea, pero ya estaba allí poco más podía hacer.

Llegamos al lugar al cual nos dirigíamos sin ningún contratiempo, lo que hizo que sintiera un poco de alivio. No podía confiar completamente en Nassor todavía. Apenas lo conocía de hacía un rato y lo seguía como si nada. Por dentro sentía como si me estuviera metiendo en la boca del lobo.

Al principio no hubo respuesta. Sin embargo para los superiores sentidos del pirata era evidente que alguien se estaba moviendo en silencio en el interior. Escuchó el suave rumor de una cortina moviéndose en una de las ventanas, pero no se giró a mirar por no asustar más al inquilino. Después de un momento, le sintió caminando en el rellano y acercándose a la puerta. Una voz seca dijo desde el interior - ¿Sí? ¿Quién es? - a lo que Nassor contestó - Ciervo. Vengo acompañado de un amigo - no hubo respuesta inmediatamente, pero sintió el ruido de la tapa de la mirilla - Quítate la capucha - dijo la voz. Nassor se descubrió el rostro y parte del pelo por un momento para que pudiese comprobar su identidad y volvió a taparse rápidamente, para asegurarse de que en los alrededores nadie más le reconocía. La puerta se abrió pesadamente, mostrando a un hombre bajito, corpulento y con los brazos muy largos. Tenía labios muy gruesos, gafas y pelo negro recogido en una cola de caballo.

- Pasad, rápido - apremió, observando la calle con desconfianza mientras entraban, y cerrando a continuación - Perdona las precauciones, Nassor. Este no es buen barrio, y a estas horas de la noche hay que tener cuidado con a quién le abres - hizo un gesto con uno de sus largos brazos para que le siguieran, mostrando una curiosa característica: tenía dos codos. Aquello evidentemente no sorprendió al pelirrojo, que ya le conocía de antemano y sabía de su raza. Entraron en un salón lleno de montañas de libros, estanterías con más de estos y una mesita con varios sillones. Estando ya dentro, se quitó la capa y la dejó en un perchero, y se dispuso a hacer las presentaciones - Moja, este es Bor. Bor, Moja - tras eso se acercó a uno de los sillones y se sentó, colocando una bolsa de cuero sobre la mesa.

- Encantado - dijo Bor, alargando uno de sus brazos hacia Moja para estrecharle la mano. Cuando Moja dijera más de una frase mostrando el toc, le miraría con curiosidad y diría - ¿Es eso una compulsión incontrolable? Puedo intentar ayudarte con eso. Tengo algunos libros que... - Nassor suspiró y miró al brazoslargos, que se detuvo y dijo - pero ciertamente no es asunto mío, y ahora tengo temas que resolver con mi buen amigo Ciervo. Si quieres, luego podemos hablarlo - Bor era un hombre simpático, pero carecía de perspicacia para las relaciones sociales. Su pasión eran los libros: era un erudito conocedor de miles de temas diferentes. Sin embargo era incapaz de no meterse en asuntos ajenos, se iba por las ramas hablando y mil pequeños problemas más. Finalmente el hombre se sentó y alargó la mano hacia la bolsa, deteniéndose en el último momento y mirando a Nassor - ¿Puedo? - el pirata asintió secamente. Entonces el otro la cogió y desató, desvelando una fruta de color rosa con espirales moradas con aspecto de melocotón. Bor se la acercó mucho, observándola en detalle. Tras un momento la dejó en la mesa, se levantó de un salto y corrió a una estantería, comenzando a rebuscar en esta. Finalmente volvió con un pesado tomo polvoriento.

- Vamos a ver qué eres, pequeña.

Parecía como que nos estuvieran siguiendo y que estuviéramos pidiendo asilo, muy de película todo. Lo cual me hacia sentir emoción y miedo a la vez, porque realmente no sabia que hacíamos allí. Después de preguntar quienes eramos y hacer quitarle la capucha a Nassor, una persona nos abrió la puerta. Me quede un poco extrañado al verlo, pues este tenia ¿Dos codos? Era algo peculiar que nunca había llegado a ver en persona en mi pequeña aventura. Había escuchado de tipo de personas pero aun así me sorprendió. Nassor nos presentó, -Igualmente guau- le contesté a Bor estrechándole la mano, el cual al escucharme se intereso inmediatamente por mi TOC, haciéndome quedar un poco desconcertado, ¿Quien era esta persona y que hacíamos allí? se pasaba por mi cabeza. Fue entonces cuando el pirata sacó algo de su bolsa.

-¿Eso es una akuma no mi? guau- pregunte al verlo, los ojos se me abrieron al verla. Era la primera vez en mi vida en ver una, me quede observándola un rato mientras Bor buscaba un libro en sus estanterías, era algo impresionante. Sentía verdadera curiosidad de que tipo era. En mis días de estudiante había escuchado, que existían diferentes tipo y que te otorgaban diferentes tipos de poderes. Bor por fin encontró su libro y se acercó a examinarla.

- Vaya si lo es, y además pronto sabremos cuál - respondió inmediatamente Bor, mientras pasaba frenéticamente páginas de su libro. Nassor miró por un momento al hombre y luego se giró hacia Moja - Mi tripulación consiguió esta fruta hace un tiempo, pero desconocemos qué poderes da. Si sabemos cuál es podríamos dársela a alguno de la tripulación, o si no nos interesa, venderla - repuso el capitán. Mientras el erudito trabajaba, se acercó a uno de los sillones y se acomodó. Bor estaba tan inmerso en el trabajo que no iba a acordarse de ofrecerles asiento, así que más les valía tomarlo ellos mismos. Le hizo un gesto a Moja para que hiciera lo mismo.

- Bor es un erudito, sabe mucho de temas muy variados. Por eso hemos venido a visitarle.

La verdad era que Bor no era sólo un estudioso, sino que en un pasado había sido cazador y viajado con Nassor un corto tiempo. No habían terminado de congeniar como equipo, pero no se habían llevado demasiado mal. A Bor le gustaba hablar más que a un niño los dulces, y Nassor era más de escuchar que de aportar a la conversación. Y dado que el otro sabía de muchos temas, no solían agotársele los detalles interesantes que mencionar. A pesar de que ahora él era pirata habían mantenido la amistad. Al fin y al cabo Bor se había retirado, pues en cuanto tuvo dinero suficiente para comprar suficientes libros para el resto de su vida, se compró una casa en Síderos y se olvidó de las cacerías y los criminales.

- Dices que eres pirata, pero no tienes banda. ¿Qué te ha llevado a la piratería? - preguntó Nassor, con curiosidad.

Vi como Nassor se sentaba en un sillón cercano mientras Bor se concentraba en la akuma. Yo no sabia muy bien que hacer, dudaba si acompañar al capitán y sentarme o mantenerme allí de pie. Tras unos segundos meditándolo tomé la decisión de acompañarlo, no pareciera que a Bor le pareciera descortés que nos acomodáramos, estaba demasiado concentrado en lo suyo. Me acerqué, me descolgué mi fusil, lo apoyé y tomé asiento en el sillón que estaba cerca de Nassor. Con el que empecé a conversar ligeramente.

Empezó preguntándome el porque a la piratería y eso era algo sencillo de responder, -pues es sencillo guau. Los mink siempre hemos sido una facción independiente del gobierno guau. Para mi era más natural hacerme pirata que pertenecer al gobierno mundial, desde pequeño siempre quise navegar y tenía claro que quería seguir conservando mi libertad, antes que seguir ordenes guau- le contesté.

-A día de hoy sigo siendo independiente, pero si tuviera una buena oferta de una banda me podría unir sin problemas guau- le dije. Para ser yo, tenia la lengua suelta, pero me sentía cómodo con Nassor, había como una conexión animal entre nosotros y no sabia realmente por qué. Me acomodé en aquel sillón y continué conversando con el capitán, me interesaba aquel hombre, parecía realmente fuerte y audaz. Alguien, sin duda, del que aprender.

- ¡Lo tengo! - exclamó Bor. Nassor se levantó y se acercó al libro, echando un ojo a la página. La imagen de esta coincidía con la fruta que tenían enfrente. Tipo paramecia, hombre anillo. ¿Hombre anillo? Qué raro. Cogió el libro con permiso del erudito, mientras este, muy orgulloso de sí mismo, comenzaba a dar explicaciones - La paramecia de anillos permite a su usuario moldear cualquier superficie y generar anillos a partir de esta, de cualquier tamaño o grosor. Además una vez creados puede moverlos a voluntad a su alrededor. Es una akuma que entra en el grupo de las menospreciadas, como la Bane Bane no mi o la de caramelo, pero tiene un gran potencial. Entre otras aplicaciones, puede emplearse para abrir vías de escape creando anillos en las paredes para poder pasar, crear un anillo inadvertidamente bajo un enemigo para luego subirlo y aprisionarle, o crear estructuras con los anillos. Es una akuma versátil, con la debilidad de que depende de la presencia de materiales útiles.

La explicación de Bor era bastante similar a lo que ponía en el libro, por lo que pudo ver el pelirrojo. Sonaba interesante... podrían sacar un buen dinero por ella, si nadie de la banda acababa interesado en comerla. De todos modos dudaba que ninguno de los oficiales, que eran o gyojins o ya usuarios de akuma, quisieran la akuma, y no iba a dársela a un grumete sin experiencia ni potencial. Lo más probable es que acabase vendiéndola, salvo que... se levantó y dijo - Bor, ¿me acompañas un momento? - le pasó el brazo por la espalda al erudito y abandonaron la estancia, dejando la akuma intencionalmente a solas con Moja. Esta era su prueba: en ningún momento dejó de vigilar la estancia, pues activó su oído de ciervo para escuchar a detalle lo que pasaba mientras en el interior. Si Moja intentaba coger para sí la akuma y comérsela o robarla, entraría a detenerle. Si podía dejarle solo unos minutos con ella sin que la tentación le pudiera, le haría una oferta.

- Dime Bor, ¿qué ha sido de tu vida? Aún no hemos podido ponernos al día.

Bor casi me mata del susto al encontrar cual era la fruta y que poderes. Nassor se levanto y fue donde él. Empezaron a hablar sobre algo de unos poderes de crear anillos o no se que cosa. A decir verdad no prestaba realmente atención. Me había sorprendido ver una fruta del diablo en persona, pero no estaba realmente interesado en ellas. Puesto que te quitaba la posibilidad de nadar y eso era un handicap a la hora de navegar. Me daba miedo ahogar sin poder hacer nada y no estaba dispuesto a correr el riesgo, al menos en ese momento. Primero tenia que hacerse mucho mas fuerte. Tener una akuma, pensaba que no me beneficiaba.

Al poco de hablar Bor y Nassor se alejaron para hablar, dejándome solo en aquella sala. ¿De que estarán hablando? pensé en ese instante. Ya que se conocían y habían tenido un pasado juntos imaginé que también tendrían algún secreto que otro. Era algo que no me incumbía y prefería no meter las narices en algo que no tenia que ver conmigo. Si el capitán me lo querría decir en un futuro, estaría encantado de escucharlo, sino me tendría que quedar con la duda, estaba claro. Llevaba un rato allí sentado, el sillón era cómodo pero estaba un poco aburrido. Venia de haberme pegado un viaje encerrado en el submarino de Ivan y me apetecía salir, no quedarme allí metido.

-¿Vais a tardar mucho? guau- dije al rato, no sabia muy bien que pasaba. Llegue a pensar que se trataba de algún tipo de prueba de mi paciencia o algo. No sabia que hacer, ni como ponerme para estar cómodo. Al final decidí levantarme e ir hacia donde se encontraban Nassor y Bor. -Me aburro un poco guau- les dije.

Moja logró sorprenderle al aparecer de repente. Arqueó una ceja y asomó la cabeza hacia el salón. La fruta seguía en el sitio. Miró al mink e hizo algo que era poco habitual en el gigante pelirrojo: sonrió. Le tendió la mano amistosamente para estrechársela y dijo:

- Eres un hombre de fiar, Moja.

Tras eso se giró hacia Bor y se despidió de él. Recogió la akuma y se la guardó en la bolsa. Luego le dio una par de palmadas en el hombro al mink para indicarle que le siguiera y salió a la calle. En el momento en que salieron fuera, Kilah saltó desde un tejado y se posó a su lado. Se estiró con un ronroneo y se frotó contra Nassor.

- Dejarte a solas con la akuma fue una prueba. Has cumplido con mis expectativas.

Empezaron a recorrer las calles de vuelta al puerto. Si antes la gente del barrio les había echado el ojo, ahora con la enorme guepardo a su lado desviaron la mirada y prefirieron apartarse.

- Quiero hacerte una oferta, Moja. Eres hábil con el fusil, de fiar y has estado dispuesto a echarnos una mano - se giró hacia él y le tendió la mano - Únete a Jigoku no Kaizoku. Habrá un sitio para ti a nuestro lado.

Al llegar donde estaban aquellos dos, Nassor me sonrió y me dijo aquellas palabras que en aquel momento no entendí. Después se despidió de bor y yo hice lo mismo, acto seguido recogió la akuma me dijo que saliéramos. Hice caso a lo que me dijo y salimos a fuera. Entonces aquel enorme gato desde un tejado llegando al lado del pirata.

Las palabras del pirata me hicieron sentir que había obrado bien. En ese momento no me interesaba la akuma, y robarle a alguien que acaba de conocer y acompañado, ademas de haber luchado juntos, no me parecía correcto. -Muchas gracias, la verdad no me interesa la akuma, ademas de que después de haberte ayudado no me parecía bien robarte guau- le contesté soltando una pequeña risotada.

Continuamos andando, de vuelta a los muelles. Aquel enorme minino intimidaba a la gente y al estar al lado de Nassor me sentía algo seguro. Al poco el capitán me hizo la pregunta, la cual no era fácil de responder. Unirme a aquella banda de piratas o continuar solo, era una duda bastante complicada de resolver, pero tenia que responder en ese momento. Me gustaba viajar solo, pero llegados a cierto punto no podía continuar en solitario.

-Acepto gratamente la oferta "Capitán", mi viaje ahora mismo no puede continuar solo, así que estaré encantado de continuar dentro de su tripulación guau- le respondí mientras le estrechaba la mano al pirata.