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Contratante: Míster Dr. Jhon Doe
Descripción de la misión: El Dr. Jhon Doe, arqueólogo de profesión, solicita un o una guardaespaldas que le acompañe a lo más profundo del North Blue para, ehem, guardarle las espaldas, mientras explora una fortaleza oculta en los bosques de Swallow.
Objetivos secundarios o alternativos: Ayudar al doctor a comprender la naturaleza de la Fortaleza de Piedra. Es de saber común que la isla ha estado siempre deshabitada, así que… ¿Qué son sus ruinas? ¿cómo han llegado ahí? ¿para que servían?
Recompensa: 4.000.000 de berries y material extraído de la Fortaleza, suficiente como para forjar un arma grande o dos pequeñas. También serviría para una pieza de armadura, etc. Dicho material tiene características de atermia y resistencia a la corrosión infrecuentes.
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: Permiso del Dr. Para utilizar el campamento que monta junto a la Fortaleza de Piedra en cualquier momento, de ser necesario.
Descripción de la misión: El Dr. Jhon Doe, arqueólogo de profesión, solicita un o una guardaespaldas que le acompañe a lo más profundo del North Blue para, ehem, guardarle las espaldas, mientras explora una fortaleza oculta en los bosques de Swallow.
Objetivos secundarios o alternativos: Ayudar al doctor a comprender la naturaleza de la Fortaleza de Piedra. Es de saber común que la isla ha estado siempre deshabitada, así que… ¿Qué son sus ruinas? ¿cómo han llegado ahí? ¿para que servían?
Recompensa: 4.000.000 de berries y material extraído de la Fortaleza, suficiente como para forjar un arma grande o dos pequeñas. También serviría para una pieza de armadura, etc. Dicho material tiene características de atermia y resistencia a la corrosión infrecuentes.
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: Permiso del Dr. Para utilizar el campamento que monta junto a la Fortaleza de Piedra en cualquier momento, de ser necesario.
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Misión: La Fortaleza de Piedra
Mando: Míster Dr. Jhon Doe
Localización: Isla "Swallow". North Blue
Objetivos Primarios:
FIN DE INFORME************************************************************************************************************************************************
El día estaba claro, sin una sola nube en el horizonte, y el viaje en el barco turístico seguía, pese al mal agüero del pesimista del doctor, sin una sola traba. Aquí y allá salpicaban la cubierta del velero pequeñas familias de curiosos, sibaritas y jóvenes de luna de miel, almas cándidas que desde luego contrataban con la figura uniformada del soldado que escoltaba al inquieto tirillas que veía cuchillos detrás de cada sombra.
—No lo entiendo, no lo entiendo —repetía, tal y como había venido haciendo desde la formal y austera presentación del que había respondido al contrato—. ¿Pero por qué no tienes armas? ¿Cómo me vas a proteger si no tienes armas?
—No tengo dinero suficiente para costearmelas, doctor. Espero que eso cambie gracias a sus cua...
—¡Cua! ¡Cuá! ¡Cuántísimas cosas que veremos en la isla! ¡Sí, señor! ¡Qué expléndida manera de pasar las vacaciones! —dijo con un tono tan nervioso como alto.
Una vez los niños, viles espías de sus enemigos, desaparecieron, el doctor al que le daba espanto la sangre cogió suplicantemente del brazo a Krieg.
—Ya tengo suficiente con tus pintas, por favor, no hagas las cosas más difíciles... Tan solo quiero pasar desapercibido y terminar con esto cuanto antes —lloriqueó.
—Sí, señor.
El anuncio del afable capitán, un gordito de nariz de palo, puso bien contentos a los pasajeros. ¡Pronto llegarían a Swallow, y con gusto los guías turísticos les llevarían a deleitarse con un picnic al aire libre!
Misión: La Fortaleza de Piedra
Mando: Míster Dr. Jhon Doe
Localización: Isla "Swallow". North Blue
Objetivos Primarios:
- Escolta y protección de Míster Dr. Jhon Doe
FIN DE INFORME
El día estaba claro, sin una sola nube en el horizonte, y el viaje en el barco turístico seguía, pese al mal agüero del pesimista del doctor, sin una sola traba. Aquí y allá salpicaban la cubierta del velero pequeñas familias de curiosos, sibaritas y jóvenes de luna de miel, almas cándidas que desde luego contrataban con la figura uniformada del soldado que escoltaba al inquieto tirillas que veía cuchillos detrás de cada sombra.
—No lo entiendo, no lo entiendo —repetía, tal y como había venido haciendo desde la formal y austera presentación del que había respondido al contrato—. ¿Pero por qué no tienes armas? ¿Cómo me vas a proteger si no tienes armas?
—No tengo dinero suficiente para costearmelas, doctor. Espero que eso cambie gracias a sus cua...
—¡Cua! ¡Cuá! ¡Cuántísimas cosas que veremos en la isla! ¡Sí, señor! ¡Qué expléndida manera de pasar las vacaciones! —dijo con un tono tan nervioso como alto.
Una vez los niños, viles espías de sus enemigos, desaparecieron, el doctor al que le daba espanto la sangre cogió suplicantemente del brazo a Krieg.
—Ya tengo suficiente con tus pintas, por favor, no hagas las cosas más difíciles... Tan solo quiero pasar desapercibido y terminar con esto cuanto antes —lloriqueó.
—Sí, señor.
El anuncio del afable capitán, un gordito de nariz de palo, puso bien contentos a los pasajeros. ¡Pronto llegarían a Swallow, y con gusto los guías turísticos les llevarían a deleitarse con un picnic al aire libre!
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Estaba buscando sus cosas, cuando el capitán dio la voz: "Tieeera a la vista". Se apresuró en recoger todas las cosas y fue a la cubierta, allí se encontraban todos los pasajeros observando la costa que poco a poco se hacía más grande.
Dio una vuelta por allí, buscando a Kristoph y al Doctor Doe. Casi al momento vio al doctor, estaba con un tipo extraño.
-Doctor, ya estamos casi listos. -Dijo mientras miraba al ¿hombre? que había con él. -Tú debes ser el soldado que dijo "doc" que nos acompañaría.
El Doctor no se dio cuenta que había llegado, ni siquiera que le estaba hablando. Su vista estaba fija en la isla, comprendió entonces por qué quería una escolta.
-Yo soy Osten. -Se presentó al soldado. -Si se entusiasma de ésta manera creo que tendremos mucho trabajo... -Continuó mientras señalaba al hombre que debían proteger.
Miró en derredor en busca de Kristoph, "Siempre llega tarde, espero que no se haya distraído en el restaurante.", pensó mientras seguía buscándolo por la cubierta.
Dio una vuelta por allí, buscando a Kristoph y al Doctor Doe. Casi al momento vio al doctor, estaba con un tipo extraño.
-Doctor, ya estamos casi listos. -Dijo mientras miraba al ¿hombre? que había con él. -Tú debes ser el soldado que dijo "doc" que nos acompañaría.
El Doctor no se dio cuenta que había llegado, ni siquiera que le estaba hablando. Su vista estaba fija en la isla, comprendió entonces por qué quería una escolta.
-Yo soy Osten. -Se presentó al soldado. -Si se entusiasma de ésta manera creo que tendremos mucho trabajo... -Continuó mientras señalaba al hombre que debían proteger.
Miró en derredor en busca de Kristoph, "Siempre llega tarde, espero que no se haya distraído en el restaurante.", pensó mientras seguía buscándolo por la cubierta.
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"Se busca guardaespaldas"
Kristoph se preguntaba cómo sería el Dr. Jhon Doe, se preguntaba tantas cosas. Se supone que él iba a ser cazarrecompensas, no un guardaespaldas de mierda, había aceptado el puesto solo porque, como de costumbre, pagaban bien.
Guardó el panfleto en la alforja, dejó de lado su carcoma mental y terminó de sentarse al borde de la cama. La noche había estado movidita, Kristoph hasta se había mareado por la fuerza con la que las olas golpeaban el barco. Ahora estaba muerto de hambre y una afortunada corriente de aire llevó hasta su camarote el olor a comida de la cocina, Kristoph se limitó a seguir el olor casi con los párpados aún cerrados por el sueño.
El restaurante del barco era del tipo buffet libre, no había demasiada gente comiendo, así que Kristoph aprovechó y se sirvió un poco de todo lo que había en el menú.
Kristoph llevaba ya la mitad de su desayuno cuando escuchó a alguien gritar. - ¡Tieeerra a la vistaaa! - Se metió en la boca todo el pan que pudo y salió corriendo del restaurante dejando su desayuno sin terminar.
La tripulación del barco y los pasajeros del mismo llenaban la cubierta, Kristoph buscó a Osten, pero no lo encontraba por ninguna parte. Se asomó al borde del barco para ver mejor la tierra, Swallow se encontraba justo frente a ellos.
Kristoph se preguntaba cómo sería el Dr. Jhon Doe, se preguntaba tantas cosas. Se supone que él iba a ser cazarrecompensas, no un guardaespaldas de mierda, había aceptado el puesto solo porque, como de costumbre, pagaban bien.
Guardó el panfleto en la alforja, dejó de lado su carcoma mental y terminó de sentarse al borde de la cama. La noche había estado movidita, Kristoph hasta se había mareado por la fuerza con la que las olas golpeaban el barco. Ahora estaba muerto de hambre y una afortunada corriente de aire llevó hasta su camarote el olor a comida de la cocina, Kristoph se limitó a seguir el olor casi con los párpados aún cerrados por el sueño.
El restaurante del barco era del tipo buffet libre, no había demasiada gente comiendo, así que Kristoph aprovechó y se sirvió un poco de todo lo que había en el menú.
Kristoph llevaba ya la mitad de su desayuno cuando escuchó a alguien gritar. - ¡Tieeerra a la vistaaa! - Se metió en la boca todo el pan que pudo y salió corriendo del restaurante dejando su desayuno sin terminar.
La tripulación del barco y los pasajeros del mismo llenaban la cubierta, Kristoph buscó a Osten, pero no lo encontraba por ninguna parte. Se asomó al borde del barco para ver mejor la tierra, Swallow se encontraba justo frente a ellos.
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El enmascarado uniformado asintió con firmeza y decisión. No le importaba que la unidad aumentase, no era avaro en la cuestión al pago y sabía bien que a más ojos estuvieran atentos a posibles peligros menos posibilidades había de que la misión fracasara. Desgraciadamente también era consciente de que la presencia de más miembros para la tropa, especialmente al no conocerse, conllevaba serios riesgos.
—Soy Krieg —declaró con el marcado acento de su homónima tierra perdida. Hizo caso omiso a la gracieta, pues no estaba en su código de conducta burlarse del que actualmente era su superior.
—¡Ves, él si que sabe! Una pedazo de espada y un pistolón. Eso es un tipo preparado, Krieg, a ver si aprendes.
—Sí, señor.
—Empecemos a movernos entonces —instó el doctor—, a más antes lleguemos más antes podré hacer mi trabajo.
Y, cómo no, como el puesto de guardaespaldas había sido usurpado con filo y pólvora, Krieg quedó relegado a ser una vulgar mula de carga para todos los bártulos del delgaducho doctor. Una mochila, un pequeño petate, raciones de comida neuróticamente organizada; le dio todo salvo su preciado maletín. El peso no desagradaba a Krieg, y aunque le incomodaba su nuevo papel en la misión, que hacía difícil cumplir el primer objetivo con facilidad, estaba allí para recibir órdenes.
—Soy Krieg —declaró con el marcado acento de su homónima tierra perdida. Hizo caso omiso a la gracieta, pues no estaba en su código de conducta burlarse del que actualmente era su superior.
—¡Ves, él si que sabe! Una pedazo de espada y un pistolón. Eso es un tipo preparado, Krieg, a ver si aprendes.
—Sí, señor.
—Empecemos a movernos entonces —instó el doctor—, a más antes lleguemos más antes podré hacer mi trabajo.
Y, cómo no, como el puesto de guardaespaldas había sido usurpado con filo y pólvora, Krieg quedó relegado a ser una vulgar mula de carga para todos los bártulos del delgaducho doctor. Una mochila, un pequeño petate, raciones de comida neuróticamente organizada; le dio todo salvo su preciado maletín. El peso no desagradaba a Krieg, y aunque le incomodaba su nuevo papel en la misión, que hacía difícil cumplir el primer objetivo con facilidad, estaba allí para recibir órdenes.
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Bajaron del barco en comandita, Krieg llevaba los bártulos del doctor y no se le veía muy contento con eso. El profesor estaba encantado con la espada y la pistola de Osten, que no dejó de aprovechar la ocasión de pavonearse un poco. Le enseñó la espada de cerca, y con la pistola se entretuvo un poco explicando sus cualidades.
Detrás de ellos estaban Krieg y Kristoph, no hablaban mucho y la expresión de Krieg cada vez era más sombría. La isla era extraña, a simple vista Osten no sabía decir por qué pero no le daba buena espina.
-Doctor, ¿qué le parece si empezamos ya? -Preguntó mirando al cielo despejado. -Será mejor empezar ya antes de que se haga de noche.
Echó un vistazo alrededor y vio al resto de pasajeros bajando e instalándose en la playa, eran casi todos turistas. La playa era grande, de arena fina blanca, en la linde ya se intuía el bosque que había en la isla, con algunas palmeras diseminadas por la arena, lo que daba la impresión de estar en una costa tropical, a pesar de la localización. El clima también acompañaba al turismo, hacía calor y una suave brisa permitía estar en la playa sin que el sol quemase demasiado.
-Krieg, Kristoph, ¿qué os parece si alguno de nosotros va por delante para ir despejando camino? -Preguntó dirigiéndose a sus compañeros.
Detrás de ellos estaban Krieg y Kristoph, no hablaban mucho y la expresión de Krieg cada vez era más sombría. La isla era extraña, a simple vista Osten no sabía decir por qué pero no le daba buena espina.
-Doctor, ¿qué le parece si empezamos ya? -Preguntó mirando al cielo despejado. -Será mejor empezar ya antes de que se haga de noche.
Echó un vistazo alrededor y vio al resto de pasajeros bajando e instalándose en la playa, eran casi todos turistas. La playa era grande, de arena fina blanca, en la linde ya se intuía el bosque que había en la isla, con algunas palmeras diseminadas por la arena, lo que daba la impresión de estar en una costa tropical, a pesar de la localización. El clima también acompañaba al turismo, hacía calor y una suave brisa permitía estar en la playa sin que el sol quemase demasiado.
-Krieg, Kristoph, ¿qué os parece si alguno de nosotros va por delante para ir despejando camino? -Preguntó dirigiéndose a sus compañeros.
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La isla Swallow parecía realmente una gigantesca golondrina, el terreno, desde aquella distancia, se veía completamente abrupto, a Kristoph le estaban doliendo los músculos solo de pensar cuánto tendría que escalar para llegar a su destino.
Bajaron del barco en la playa que parecía la cola de la gran golondrina.
- Es impresionante cómo la vegetación se ha adaptado para vivir aquí, me pregunto qué clase de animales encontraremos en estos bosques. - Las palabras del Doctor estaban tan cargadas de entusiasmo que hasta Kristoph se emocionó, quién sabe qué clase de plantas de Swallow podrían tener usos medicinales.
Empezaron a andar y Osten sugirió que uno de ellos se colocara al frente para ir despejando el camino y tener bajo control las amenazas, Krieg parecía molesto y ocupado cargando el equipaje del Doctor, así que Kristoph se ofreció a ir delante.
- Alejémonos de la muchedumbre, el río que nos llevará a la fortaleza se encuentra al norte, luego solo tenemos que seguirlo hasta las ruinas. - El Doctor parecía saber perfectamente donde se encontraba la fortaleza ¿seguro que era la primera vez que Jhon visitaba aquellas ruinas?
Bajaron del barco en la playa que parecía la cola de la gran golondrina.
- Es impresionante cómo la vegetación se ha adaptado para vivir aquí, me pregunto qué clase de animales encontraremos en estos bosques. - Las palabras del Doctor estaban tan cargadas de entusiasmo que hasta Kristoph se emocionó, quién sabe qué clase de plantas de Swallow podrían tener usos medicinales.
Empezaron a andar y Osten sugirió que uno de ellos se colocara al frente para ir despejando el camino y tener bajo control las amenazas, Krieg parecía molesto y ocupado cargando el equipaje del Doctor, así que Kristoph se ofreció a ir delante.
- Alejémonos de la muchedumbre, el río que nos llevará a la fortaleza se encuentra al norte, luego solo tenemos que seguirlo hasta las ruinas. - El Doctor parecía saber perfectamente donde se encontraba la fortaleza ¿seguro que era la primera vez que Jhon visitaba aquellas ruinas?
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Paso a paso; así iba Krieg, concentrándose en el pequeño traqueteo de las cosas a su espalda. Cristal con cristal, hierro con hierro, la guarniciones de guisantes moviéndose, el contenido de las latas inclinándose, de un lado hacia otro, la tela de los petates rozándose entre sí. ¿Por qué estaba concentrado en aquel sutil embrujo de sensaciones? No es que le parecieran hermosas, pese a que lo fueran, sino que trataba de regular su andar de tal manera que la carga que cargaba permaneciese lo más estable posible.
Porque bueno, cualquiera podría simplemente andar llevando los trastos, pero él quería ir más allá. Quería que aquel acto tan banal rebosara de práctica excelencia.
—Tomaré la retaguardia —declaró con su siempre claro deje marcial.
Siempre vigilante y atento, como debe serlo todo buen soldado, Krieg examinó al nuevo miembro de la tropa desde detrás de sus cristales tintados. El tal Kristoph, que había sido nombrado por su más educado colega, era un espadachín delgado, y de no ser por la cicatriz en su mejilla bien podría habersele confundido con cualquier mengano natal de una isla de katanas. No había nada de especial en él, lo que desde luego no era alentador ya que los hombres más normales, como bien había aprendido Krieg, solían ser los más peligrosos.
El terreno de Swallow, como bien habían señalado sus compañeros, era exacerbadamente rocoso. Incluso el lecho del río que debían seguir tenía desniveles aquí y allá que, aunque salpicaban un paisaje de hermosas y pequeñas cataratas, hacían arto difícil moverse con facilidad. El último de los hijos de Krieg, también último en la fila, caminaba con lentitud y seguridad, y aunque se veía obligado alguna que otra vez a detenerse para buscar asidero en una fortuita roca, intentaba seguirles el ritmo como bien podía.
Silencioso e incansable, el retaco uniformado solo se detenía en los momentos en que el crujir de una rama o el precipitar de algún canto rodado amenazaba con suponer un peligro mayor para su causa. Mas, de momento, todo parecía estar en paz.
Porque bueno, cualquiera podría simplemente andar llevando los trastos, pero él quería ir más allá. Quería que aquel acto tan banal rebosara de práctica excelencia.
—Tomaré la retaguardia —declaró con su siempre claro deje marcial.
Siempre vigilante y atento, como debe serlo todo buen soldado, Krieg examinó al nuevo miembro de la tropa desde detrás de sus cristales tintados. El tal Kristoph, que había sido nombrado por su más educado colega, era un espadachín delgado, y de no ser por la cicatriz en su mejilla bien podría habersele confundido con cualquier mengano natal de una isla de katanas. No había nada de especial en él, lo que desde luego no era alentador ya que los hombres más normales, como bien había aprendido Krieg, solían ser los más peligrosos.
El terreno de Swallow, como bien habían señalado sus compañeros, era exacerbadamente rocoso. Incluso el lecho del río que debían seguir tenía desniveles aquí y allá que, aunque salpicaban un paisaje de hermosas y pequeñas cataratas, hacían arto difícil moverse con facilidad. El último de los hijos de Krieg, también último en la fila, caminaba con lentitud y seguridad, y aunque se veía obligado alguna que otra vez a detenerse para buscar asidero en una fortuita roca, intentaba seguirles el ritmo como bien podía.
Silencioso e incansable, el retaco uniformado solo se detenía en los momentos en que el crujir de una rama o el precipitar de algún canto rodado amenazaba con suponer un peligro mayor para su causa. Mas, de momento, todo parecía estar en paz.
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Avanzar por ese terreno era especialmente duro, más si llevabas un montón de bártulos. Miró hacia atrás y Krieg los seguía sin problema, aunque estaba más preocupado por el doctor, a cada paso se resbalaba, tropezaba o emitía sonidos agudos de sorpresa.
-Doctor, si no deja de hacer ruiditos, todos los predadores de la isla se nos echarán encima. -Susurró Osten
Kristoph iba delante y parecía que no veía nada inusual, aunque estaba seguro de que había algo vigilando. Ya había tenido esa sensación antes.
-Vamos a hacer un alto aquí. Descansaremos. -Anunció en ese momento. -Kristoph, nos hemos desviado del rumbo, quédate con el doctor mientras Krieg y yo intentamos buscar un paso que nos permita seguir.
Ya estaba preparando la estrategia cuando llegó Krieg a su altura, estaba seguro de que Kristoph estaría de acuerdo con él, pero el soldado...
-¿Te parece bien el plan Krieg? -Preguntó hablando más alto de la cuenta, la máscara que llevaba Krieg parecía bastante aislante.
Mientras buscaba la aprobación de sus compañeros, echó un vistazo disimulado por el terreno. Seguía teniendo la sensación de que había alguien o algo acechándolos.
-Doctor, si no deja de hacer ruiditos, todos los predadores de la isla se nos echarán encima. -Susurró Osten
Kristoph iba delante y parecía que no veía nada inusual, aunque estaba seguro de que había algo vigilando. Ya había tenido esa sensación antes.
-Vamos a hacer un alto aquí. Descansaremos. -Anunció en ese momento. -Kristoph, nos hemos desviado del rumbo, quédate con el doctor mientras Krieg y yo intentamos buscar un paso que nos permita seguir.
Ya estaba preparando la estrategia cuando llegó Krieg a su altura, estaba seguro de que Kristoph estaría de acuerdo con él, pero el soldado...
-¿Te parece bien el plan Krieg? -Preguntó hablando más alto de la cuenta, la máscara que llevaba Krieg parecía bastante aislante.
Mientras buscaba la aprobación de sus compañeros, echó un vistazo disimulado por el terreno. Seguía teniendo la sensación de que había alguien o algo acechándolos.
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Tal como Kristoph predijo, caminar por aquellos senderos escarpados era cansado, de hecho, era extremadamente cansado, aunque Kristoph admitía que le cansaba más el hecho de pensarlo que de hacerlo.
Osten caminaba junto al Doctor, con una mano siempre echada a su pistola. Krieg caminaba un poco más atrás, cargando con los cacharros del Doctor, Kristoph estaba seguro de que el Doctor estaba subestimando la capacidad de aquel muchacho, pero no sería él quien le llevara la contraria a su contratante.
-Vamos a hacer un alto aquí. Descansaremos. Kristoph, nos hemos desviado del rumbo, quédate con el Doctor mientras Krieg y yo intentamos buscar un paso que nos permita seguir. - La propuesta de Osten no sorprendió a Kristoph, conocía a su amigo, seguramente se había dado cuenta de algo. De todos modos, lo mejor era no dejar desprotegido al Doctor, así que Kristoph estaba de acuerdo con separarse, siempre que fuera momentáneamente.
- A mí me parece bien, de paso asegúrate de que no nos está siguiendo ningún bicho raro. - Kristoph envainó su katana y puso su mano derecha sobre el mango, descansando el brazo.
Kristoph pensaba que Krieg aceptaría la oferta, era su oportunidad de librarse de los trastos del Doctor, al menos por un momento.
Osten caminaba junto al Doctor, con una mano siempre echada a su pistola. Krieg caminaba un poco más atrás, cargando con los cacharros del Doctor, Kristoph estaba seguro de que el Doctor estaba subestimando la capacidad de aquel muchacho, pero no sería él quien le llevara la contraria a su contratante.
-Vamos a hacer un alto aquí. Descansaremos. Kristoph, nos hemos desviado del rumbo, quédate con el Doctor mientras Krieg y yo intentamos buscar un paso que nos permita seguir. - La propuesta de Osten no sorprendió a Kristoph, conocía a su amigo, seguramente se había dado cuenta de algo. De todos modos, lo mejor era no dejar desprotegido al Doctor, así que Kristoph estaba de acuerdo con separarse, siempre que fuera momentáneamente.
- A mí me parece bien, de paso asegúrate de que no nos está siguiendo ningún bicho raro. - Kristoph envainó su katana y puso su mano derecha sobre el mango, descansando el brazo.
Kristoph pensaba que Krieg aceptaría la oferta, era su oportunidad de librarse de los trastos del Doctor, al menos por un momento.
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Cada paso que daba el doctor precipitaba tras de sí una pequeña nube de guijarros y polvo que hacían aún más difícil la caminata de Krieg. ¿Pero le importaba esto al soldado? No. Sin descanso, midiendo sus movimientos con una prudente cautela, iba paso a paso cerrando la estrafalaria caravana destinada a proteger al estudioso.
Firme, persistente e incansable, así era Krieg. Así había sido toda su nación hasta el desastroso final del que solo queda su nombre hecho carne, huesos y convicción. El despojo que quedó bajo el uniforme no es ya un hombre; es más. Mucho más.
Habiendo escuchado la propuesta del pistolero, el porteador de trastos se detuvo. Giró a un lado, luego a otro y, finalmente se dio la vuelta por completo habiendo con ello examinado la disposición del escarpado terreno.
—Aquí no —declaró—; ahí.
Había señalado una pequeña pared, un trozo enorme de roca que había rodado a saber cuántos siglos y que formaba un firme parapeto de cualquier otra piedra suicida. Era lo suficientemente alta como para cubrir a un hombre arrodillado, una altura justa para subirla rápidamente a pie si los peligros venían desde abajo.
Pese a los suspiros del tirillas del doctor, Krieg avanzó hasta allí, empujó los guijarros a un lado para hacer huevo a los bártulos y subió el escalón de piedra para volver a echar un prudencial vistazo. De nuevo, nada iba mal; pero aquello no significaba que nada pudiera hacerlo en un próximo futuro. Había aprendido que las cosas cambiaban en medio instante, y que un cuarto era más que suficiente para matar a un hombre.
—Creo que deberías quedarte tú de guardia, Osten. No tenemos respuesta contra armas de fuego; iré a echar un vistazo más adelante.
Dicho aquello con su acostumbrada firmeza descolgó de su correa la pala táctica y la aseguró firmemente en su postura extendida. Su arma era poco ortodoxa, pero un hombre sin dinero difícilmente podía agenciarse nada mejor.
Caminando con una decidida cautela, Krieg siguió el lecho hacia lo alto del río hasta encontrar un pequeño remanso de placas planas que permitía, a duras penas, acceder al terreno boscoso que rodeaba el río.
"Este parece un buen lugar donde pescar", se dijo.
¡Ay, cuánta razón tenía! ¡Y qué suerte que no era la época de los salmones, o ya habrían tenido muchos problemas con los animales que tanto los disfrutan!
Hecho aquello continuaría un poco más adelante, asegurándose de que el peligro no les estaba acechando allí, y luego bajó para comunicar que el terreno era igual de difícil pero, pese a ello, seguro.
Firme, persistente e incansable, así era Krieg. Así había sido toda su nación hasta el desastroso final del que solo queda su nombre hecho carne, huesos y convicción. El despojo que quedó bajo el uniforme no es ya un hombre; es más. Mucho más.
Habiendo escuchado la propuesta del pistolero, el porteador de trastos se detuvo. Giró a un lado, luego a otro y, finalmente se dio la vuelta por completo habiendo con ello examinado la disposición del escarpado terreno.
—Aquí no —declaró—; ahí.
Había señalado una pequeña pared, un trozo enorme de roca que había rodado a saber cuántos siglos y que formaba un firme parapeto de cualquier otra piedra suicida. Era lo suficientemente alta como para cubrir a un hombre arrodillado, una altura justa para subirla rápidamente a pie si los peligros venían desde abajo.
Pese a los suspiros del tirillas del doctor, Krieg avanzó hasta allí, empujó los guijarros a un lado para hacer huevo a los bártulos y subió el escalón de piedra para volver a echar un prudencial vistazo. De nuevo, nada iba mal; pero aquello no significaba que nada pudiera hacerlo en un próximo futuro. Había aprendido que las cosas cambiaban en medio instante, y que un cuarto era más que suficiente para matar a un hombre.
—Creo que deberías quedarte tú de guardia, Osten. No tenemos respuesta contra armas de fuego; iré a echar un vistazo más adelante.
Dicho aquello con su acostumbrada firmeza descolgó de su correa la pala táctica y la aseguró firmemente en su postura extendida. Su arma era poco ortodoxa, pero un hombre sin dinero difícilmente podía agenciarse nada mejor.
Caminando con una decidida cautela, Krieg siguió el lecho hacia lo alto del río hasta encontrar un pequeño remanso de placas planas que permitía, a duras penas, acceder al terreno boscoso que rodeaba el río.
"Este parece un buen lugar donde pescar", se dijo.
¡Ay, cuánta razón tenía! ¡Y qué suerte que no era la época de los salmones, o ya habrían tenido muchos problemas con los animales que tanto los disfrutan!
Hecho aquello continuaría un poco más adelante, asegurándose de que el peligro no les estaba acechando allí, y luego bajó para comunicar que el terreno era igual de difícil pero, pese a ello, seguro.
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Finalmente, Osten se quedó con el doctor mientras Krieg y Kristoph iban a explorar el terreno. La localización que propuso Krieg para esperarlos era buena, junto a una gran piedra, de manera que prácticamente tendría que despreocuparse de su espalda, aunque si alguien o algo se abalanzaba desde arriba tendría algún problema.
La piedra era lo suficientemente alta para escalarla si había algún problema de frente y si atacaban desde arriba el doctor podría agacharse y cubrirse, pero Osten, por su tamaño, tendría problemas.
-Doctor, apóyese en la roca para descansar. -Le propuso Osten, con intención de que estuviese a cubierto.
-Esto no es una piedra cualquiera, es un trozo de una muralla, pero con el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas se ha desgastado tanto que parece un simple pedrusco. -El doctor se agachó a analizar ese trozo de muralla. -En un primer análisis, diría que tiene entre ochocientos y novecientos años de antigüedad. -Prosiguió mientras ignoraba a Osten.
En ese momento, aparecieron Kristoph y Krieg, según dijeron al frente continuaba el río y estaba un poco más despejado. Cogió las cosas del doctor y ésta vez se quedó en la retaguardia.
Avanzaron sin contratiempos hasta que el doctor se paró en seco y se quedó mirando el suelo. Parecía que estaba viendo algo que sólo él podía ver.
La piedra era lo suficientemente alta para escalarla si había algún problema de frente y si atacaban desde arriba el doctor podría agacharse y cubrirse, pero Osten, por su tamaño, tendría problemas.
-Doctor, apóyese en la roca para descansar. -Le propuso Osten, con intención de que estuviese a cubierto.
-Esto no es una piedra cualquiera, es un trozo de una muralla, pero con el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas se ha desgastado tanto que parece un simple pedrusco. -El doctor se agachó a analizar ese trozo de muralla. -En un primer análisis, diría que tiene entre ochocientos y novecientos años de antigüedad. -Prosiguió mientras ignoraba a Osten.
En ese momento, aparecieron Kristoph y Krieg, según dijeron al frente continuaba el río y estaba un poco más despejado. Cogió las cosas del doctor y ésta vez se quedó en la retaguardia.
Avanzaron sin contratiempos hasta que el doctor se paró en seco y se quedó mirando el suelo. Parecía que estaba viendo algo que sólo él podía ver.
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Al final Kristoph y Krieg fueron designados para avanzar en busca de amenazas. Sin embargo, la única amenaza que encontraron fue el propio terreno.
Kristoph estaba asombrado con la flora de aquella isla, ya había recogido algunas plantas para preparar fármacos, pero si seguía encontrando aquella vegetación tan inusual no tardaría en llenar su alforja.
- No parece que haya ningún peligro, deberíamos avisarlos. - Kristoph hablaba para sí mismo, pero Krieg asintió conforme.
Ya a la vuelta, encontraron a Osten montando guardia y al Doctor examinando entusiasmado la roca que los parapetaba.
- Se trata de un trozo de muralla, aunque con el pasar de los años tan solo un experto lo distinguiría de una roca normal. - El profesor explicaba con emoción su hallazgo.
- ¿Entonces ya estamos cerca de la fortaleza, Doctor? ¿Cómo ha llegado este trozo de muralla hasta aquí? - Aunque pareciera que Kristoph se estaba interesando en la naturaleza de las ruinas, en realidad lo único que quería era no caminar mucho más y terminar el trabajo lo más pronto posible.
Kristoph estaba asombrado con la flora de aquella isla, ya había recogido algunas plantas para preparar fármacos, pero si seguía encontrando aquella vegetación tan inusual no tardaría en llenar su alforja.
- No parece que haya ningún peligro, deberíamos avisarlos. - Kristoph hablaba para sí mismo, pero Krieg asintió conforme.
Ya a la vuelta, encontraron a Osten montando guardia y al Doctor examinando entusiasmado la roca que los parapetaba.
- Se trata de un trozo de muralla, aunque con el pasar de los años tan solo un experto lo distinguiría de una roca normal. - El profesor explicaba con emoción su hallazgo.
- ¿Entonces ya estamos cerca de la fortaleza, Doctor? ¿Cómo ha llegado este trozo de muralla hasta aquí? - Aunque pareciera que Kristoph se estaba interesando en la naturaleza de las ruinas, en realidad lo único que quería era no caminar mucho más y terminar el trabajo lo más pronto posible.
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¡Con cuánta pasión hablaba Míster Dr. Jhon Doe! ¡Y cuanto podía contar aquel trozo de piedra para un ojo atento curtido, cómo no, en las artes de la antiguedad! ¿Pero le importaba esto al resto? Poco; o al menos eso era lo que parecía. Krieg, depie sobre la pequeña muralla, escuchaba los discursitos que se marcaba el letrado para sí, apreciando, todo lo que la tensa atencíon que debía mantener le permitía, los secretos escondidos en la piedra.
Si aquel trozo de muro había llegado hasta allí, desde luego lo había hecho desde lo alto, arrastrado por tórridas lluvias de un otoño sin clemencia. La orografía de Swallow parecía hacerla bastante peligrosa cuando había precipitaciones, tanto terreno rocoso era proclive a despeñarse, por no hablar de los miles de riachuelos que debían encontrar el camino preferente entre las miles de grietas para llegar de nuevo al mar.
—Deberíamos seguir adelante —mencionó Krieg, consciente de lo expuestos que estaban.
—¡En un momento! ¡Tenía pensado tomar muestras de la roca, y ahora que tengo este trozo que está ya roto no tengo que destruir más historia! —dijo, casi trastabillando en su camino a coger las herramientas del petate.
Más cuando alguien demuestra tanto interés en algo es porque se divierte, y es de todos conocido cómo de rápido se marcha el tiempo en estos buenos momentos. Marchando de aquí para allá entre los guijarros, Krieg continuó con su vigía sosteniendo firmemente la pala entre sus manos. Esperaba no tener que usarla, pero estaba preparado para todo.
Si aquel trozo de muro había llegado hasta allí, desde luego lo había hecho desde lo alto, arrastrado por tórridas lluvias de un otoño sin clemencia. La orografía de Swallow parecía hacerla bastante peligrosa cuando había precipitaciones, tanto terreno rocoso era proclive a despeñarse, por no hablar de los miles de riachuelos que debían encontrar el camino preferente entre las miles de grietas para llegar de nuevo al mar.
—Deberíamos seguir adelante —mencionó Krieg, consciente de lo expuestos que estaban.
—¡En un momento! ¡Tenía pensado tomar muestras de la roca, y ahora que tengo este trozo que está ya roto no tengo que destruir más historia! —dijo, casi trastabillando en su camino a coger las herramientas del petate.
Más cuando alguien demuestra tanto interés en algo es porque se divierte, y es de todos conocido cómo de rápido se marcha el tiempo en estos buenos momentos. Marchando de aquí para allá entre los guijarros, Krieg continuó con su vigía sosteniendo firmemente la pala entre sus manos. Esperaba no tener que usarla, pero estaba preparado para todo.
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"En un momento", eso es lo que dijo el doctor que tardarían en ponerse otra vez en movimiento. Pero ese "momento" fue lo suficientemente largo como para que a Kristoph le diese tiempo a llenar todas las cantimploras.
Todavía tenía la sensación de que estaban siendo vigilados, pero seguía sin ver nada.
-Krieg, hay algo al acecho -susurró Osten al soldado.
Se había acercado a Krieg despacio, como si fuera una casualidad estar en ese punto. Después se puso a vagar un poco para prevenir también a Kristoph, quien todavía seguía abriendo la marcha.
-Oye, acércate un poco al grupo. Tenemos compañía que no quiere que la veamos -dijo Osten en voz baja.
Al retroceder al grupo, se dio cuenta que el doctor iba cada vez más lejos del río, sin dejar de mirar el suelo.
-"Doc", se está alejando del curso del río -explicó de forma que el doctor lo oyese sin tener que levantar mucho la voz.
-Estoy siguiendo el camino -dijo escuetamente.
¿Camino?¿Dónde? Miró alrededor y lo único que veía era tierra, hojarasca y vegetación. No se apreciaba ningún camino.
-Señor, ¿de qué camino habla? -preguntó Osten mirando el terreno.
Todavía tenía la sensación de que estaban siendo vigilados, pero seguía sin ver nada.
-Krieg, hay algo al acecho -susurró Osten al soldado.
Se había acercado a Krieg despacio, como si fuera una casualidad estar en ese punto. Después se puso a vagar un poco para prevenir también a Kristoph, quien todavía seguía abriendo la marcha.
-Oye, acércate un poco al grupo. Tenemos compañía que no quiere que la veamos -dijo Osten en voz baja.
Al retroceder al grupo, se dio cuenta que el doctor iba cada vez más lejos del río, sin dejar de mirar el suelo.
-"Doc", se está alejando del curso del río -explicó de forma que el doctor lo oyese sin tener que levantar mucho la voz.
-Estoy siguiendo el camino -dijo escuetamente.
¿Camino?¿Dónde? Miró alrededor y lo único que veía era tierra, hojarasca y vegetación. No se apreciaba ningún camino.
-Señor, ¿de qué camino habla? -preguntó Osten mirando el terreno.
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Kristoph tuvo tiempo de sobra para llevar las cantimploras de todos mientras el Doctor se despachaba a gusto hablando sobre aquella roca, después de cerca de un cuarto de hora de palabrería y de recoger muestras, se pusieron en marcha al fin.
La formación seguía igual, Kristoph al frente, Osten junto al Doctor y Krieg en retaguardia. Osten le estaba susurrando algo a Krieg, luego se acercó a Kristoph.
-Oye, acércate un poco al grupo. Tenemos compañía que no quiere que la veamos. - Le dijo Osten en apenas un leve susurro.
¿Qué sentido tenía susurrar? Si algo había allí, desde luego no eran humanos, ningún animal se percataría de nada aunque lo hablásemos normalmente, aún así era mejor prevenir que curar.
Al volver hacia atrás, Osten le indicó al Doctor que se estaba saliendo del rumbo. El Doctor Jhon se limitó a decir que estaba siguiendo el camino, Kristoph pensó que aquel Doctor había debido consumir alguna sustancia alucinógena, aunque no dudó en seguirlo.
- El terreno aquí es más árido, lo que significa que hay menos sustrato y que ha sido más transitado a lo largo de los años, este tipo de rastro no se borra en mucho tiempo. - El Doctor, al ver las caras de los demás allí presentes, se apresuró a explicar cómo sabía por dónde iba el camino. - De hecho, se puede saber cuánto tiempo hace que no se anda por un camino solo examinando el sustrato, aunque supongo por aquí seguro que han pasado animales y no sería muy fiable ese tipo de prueba. - Ya estaba otra vez el Doctor enrollándose, Kristoph se apresuró y le dio un pequeño empujón.
- No deberíamos detenernos aquí, Doctor, podría haber bestias peligrosas rondando. - El Doctor se tensó y comenzó a caminar de nuevo.
La formación seguía igual, Kristoph al frente, Osten junto al Doctor y Krieg en retaguardia. Osten le estaba susurrando algo a Krieg, luego se acercó a Kristoph.
-Oye, acércate un poco al grupo. Tenemos compañía que no quiere que la veamos. - Le dijo Osten en apenas un leve susurro.
¿Qué sentido tenía susurrar? Si algo había allí, desde luego no eran humanos, ningún animal se percataría de nada aunque lo hablásemos normalmente, aún así era mejor prevenir que curar.
Al volver hacia atrás, Osten le indicó al Doctor que se estaba saliendo del rumbo. El Doctor Jhon se limitó a decir que estaba siguiendo el camino, Kristoph pensó que aquel Doctor había debido consumir alguna sustancia alucinógena, aunque no dudó en seguirlo.
- El terreno aquí es más árido, lo que significa que hay menos sustrato y que ha sido más transitado a lo largo de los años, este tipo de rastro no se borra en mucho tiempo. - El Doctor, al ver las caras de los demás allí presentes, se apresuró a explicar cómo sabía por dónde iba el camino. - De hecho, se puede saber cuánto tiempo hace que no se anda por un camino solo examinando el sustrato, aunque supongo por aquí seguro que han pasado animales y no sería muy fiable ese tipo de prueba. - Ya estaba otra vez el Doctor enrollándose, Kristoph se apresuró y le dio un pequeño empujón.
- No deberíamos detenernos aquí, Doctor, podría haber bestias peligrosas rondando. - El Doctor se tensó y comenzó a caminar de nuevo.
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Paso a paso, como debían de hacerse las cosas, Krieg continuó con su labor como estoico portador. Sus pies firmes, duros, prácticamente se asían a la tierra para distribuir homogéneamente la pesada carga a su espalda. Sin descanso y con decisión cerraba la comitiva de cazadores que habían dado su palabra, si no su honor, a la misión de proteger al Doctor en la extraña tierra de Swallow.
Recién pasado el lecho del río, el impetuoso y neurótico letrado dirigió a los que eran de momento sus hombres por caminos de polvo entre la foresta que conquistaba sin pudor los recovecos entre los mil valles de la escarpada orografía de la isla.
Osten, arcabucero y espadachín, dirigió unas cortas pero intranquilas palabras al hombre tras la máscara de gas. ¿Pero acaso le inquietaba esta verdad al soldado? No. La vida para él era una guerra constante, y esto no se diferenciaba en absoluto de cualquier otro día.
Pero sí que hay algo que le molestó en la situación que se dió justo después. Kristoph, el que le había parecido un calmado y silencioso espadachín que bien había hecho en rellenar las cantimploras, cometió el error de empujar al tirillas del doctor. Fue solo un pequeño golpe, un leve gesto que a pesar de la diferencia de fuerzas no es una amenaza... pero la misión es muy clara.
—Kristoph. No vuelvas a hacer eso.
No hubo ningún "o"; ninguna alternativa a aquella amenaza que tenía más de promesa que de otra cosa.
Recién pasado el lecho del río, el impetuoso y neurótico letrado dirigió a los que eran de momento sus hombres por caminos de polvo entre la foresta que conquistaba sin pudor los recovecos entre los mil valles de la escarpada orografía de la isla.
Osten, arcabucero y espadachín, dirigió unas cortas pero intranquilas palabras al hombre tras la máscara de gas. ¿Pero acaso le inquietaba esta verdad al soldado? No. La vida para él era una guerra constante, y esto no se diferenciaba en absoluto de cualquier otro día.
Pero sí que hay algo que le molestó en la situación que se dió justo después. Kristoph, el que le había parecido un calmado y silencioso espadachín que bien había hecho en rellenar las cantimploras, cometió el error de empujar al tirillas del doctor. Fue solo un pequeño golpe, un leve gesto que a pesar de la diferencia de fuerzas no es una amenaza... pero la misión es muy clara.
—Kristoph. No vuelvas a hacer eso.
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Después de su advertencia, Kristoph se tensó un poco, pero Krieg seguía impasible, como si no fuese con él la cosa. El doctor volvió a pararse y empezó a dar otra charla sobre cómo podía distinguir el camino. Entonces pasaron varias cosas a la vez.
—No deberíamos detenernos aquí, Doctor, podría haber bestias peligrosas rondando —le dijo Kristoph al doctor Doe dándole un pequeño empujón para que siguiese el camino.
—Kristoph. No vuelvas a hacer eso —amenazó Krieg.
Osten se dio la vuelta para encararse a él, el único que permitía amenazar a su amigo era el mismo Osten. Pero el empujón que le dio Kristoph al doctor resultó todo un acierto, pues en el mismo momento que John dio un paso para equilibrarse se clavó una flecha en el suelo, en el mismo punto que estaba el doctor un segundo antes.
Como si tuviera un muelle, Osten saltó para cubrir al doctor, tirándolo al suelo y poniéndose en la trayectoria de un posible segundo ataque. Mientras lo hacía ya tenía la espada desenvainada y el trabuco a punto.
—No deberíamos detenernos aquí, Doctor, podría haber bestias peligrosas rondando —le dijo Kristoph al doctor Doe dándole un pequeño empujón para que siguiese el camino.
—Kristoph. No vuelvas a hacer eso —amenazó Krieg.
Osten se dio la vuelta para encararse a él, el único que permitía amenazar a su amigo era el mismo Osten. Pero el empujón que le dio Kristoph al doctor resultó todo un acierto, pues en el mismo momento que John dio un paso para equilibrarse se clavó una flecha en el suelo, en el mismo punto que estaba el doctor un segundo antes.
Como si tuviera un muelle, Osten saltó para cubrir al doctor, tirándolo al suelo y poniéndose en la trayectoria de un posible segundo ataque. Mientras lo hacía ya tenía la espada desenvainada y el trabuco a punto.
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Kristoph no iba a entrar al juego, pasaba de aquellos enfrentamientos de machitos luchando por ver quién tenía más testosterona en sangre.
Entonces cayó la flecha. En el mismo instante en que Osten llegó hasta el Doctor para cubrirlo, con su pistola y su filo a punto, Kristoph ya estaba saltando en la dirección de la que venía la flecha.
Su katana chocó de frente con la hoja de la punta de una lanza, Kristoph esquivó un ataque dando una vuelta a la izquierda y dio un estoque que alcanzó el brazo de su rival.
Entonces fue cuando pudo distinguir mejor a su oponente, se trataba de un hombre con el rostro curtido, unos treinta o cuarenta años, musculoso y con un distintivo tatuaje en el brazo derecho, a Kristoph le sonaba aquella marca, pero no recordaba de qué, y no era momento de pensarlo.
Kristoph giró esta vez a la derecha y alcanzó a dar un tajo en la pierna izquierda de su contrincante, que cayó al suelo incapaz de seguir de pie. El aire vibró y una flecha se clavó en el brazo de Kristoph, frente a él apareció una chica de unos veinte años, arco en mano y carcaj lleno a rebosar de flechas, llevaba el mismo tatuaje que su compañero ¿acaso eran piratas?
El filo de la espada de Kristoph brilló mientras se concentraba, aquella chica tendría que sacar una flecha, apuntar con su arco y lanzarla, no iba a darle tiempo.
Kristoph lanzó su técnica, "lluvia de hojas", empezó a dar estoques y decenas de flechas de energía espiritual salieron de su espada, buscando la carne de aquella pirata, su compañero consiguió ponerse en pie y se colocó entre el ataque y la muchacha. Mientras el pirata moría la arquera desaparecía.
Entonces cayó la flecha. En el mismo instante en que Osten llegó hasta el Doctor para cubrirlo, con su pistola y su filo a punto, Kristoph ya estaba saltando en la dirección de la que venía la flecha.
Su katana chocó de frente con la hoja de la punta de una lanza, Kristoph esquivó un ataque dando una vuelta a la izquierda y dio un estoque que alcanzó el brazo de su rival.
Entonces fue cuando pudo distinguir mejor a su oponente, se trataba de un hombre con el rostro curtido, unos treinta o cuarenta años, musculoso y con un distintivo tatuaje en el brazo derecho, a Kristoph le sonaba aquella marca, pero no recordaba de qué, y no era momento de pensarlo.
Kristoph giró esta vez a la derecha y alcanzó a dar un tajo en la pierna izquierda de su contrincante, que cayó al suelo incapaz de seguir de pie. El aire vibró y una flecha se clavó en el brazo de Kristoph, frente a él apareció una chica de unos veinte años, arco en mano y carcaj lleno a rebosar de flechas, llevaba el mismo tatuaje que su compañero ¿acaso eran piratas?
El filo de la espada de Kristoph brilló mientras se concentraba, aquella chica tendría que sacar una flecha, apuntar con su arco y lanzarla, no iba a darle tiempo.
Kristoph lanzó su técnica, "lluvia de hojas", empezó a dar estoques y decenas de flechas de energía espiritual salieron de su espada, buscando la carne de aquella pirata, su compañero consiguió ponerse en pie y se colocó entre el ataque y la muchacha. Mientras el pirata moría la arquera desaparecía.
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El proyectil se clavó en el suelo sin doblarse ni quebrarse. Indemne, así como el profesor, quedó allí tirado en el suelo al que pronto el letrado hubo de unirse. Osten no estaba gordo, pero un impetuoso placaje con la intención de protegerle contra todo daño era más que suficiente para derribar al sabio y sacarle todo el aliento de su cuerpo.
La respuesta de Kristoph también fue instantánea. Allá fue, a combatir a los bandidos que les atacaban y habían salido de los matojos como crueles lobos en busca de presas. Enzarzado en un cruel y rápido combate, el espadachín demostraba su valía al resto con diestros cortes y peligrosas proyecciones que no tardaron en dar muerte al músculo del dúo.
¿Pero qué hacía Krieg? Krieg permanecía firme, tal y como lo había hecho durante toda su nueva vida y el infernal trayecto hasta allí. Mas esto no era ni mucho menos un signo de cobardía o innacción, sino un estoico despliegue de resistencia y autocontrol. Después de todo el asesino que le había asestado la puñalada por el costado le había arrebatado casi todo su aliento con aquel ataque. Pero al soldado le bastaba con un pequeño resoplo para seguir adelante.
Cerrando su codo bajo el brazo extendido del enjuto y zarrapastroso bandido, Krieg asió firmemente a su enemigo antes de propinarle un palazo en toda la jeta. Por supuesto el rufián tenía un cuchillo gemelo en el otro brazo, pero lo cierto es que cualquiera pierde un poco la razón cuando le golpean tan duramente el cráneo. Con la nariz aplanada tras el golpetazo y una tolerancia al dolor prácticamente nula, el asesino se cubrió instintivamente el rostro al que, una y otra vez, le seguían cayendo golpes.
El crujido de hueso y cartílago sumados al pringoso chapoteo de la carne golpeada fue tomando la voz cantante entre las campanadas a pala. Con la respiración acelerada resonando a través de su máscara, Krieg soltó finalmente el lánguido cuerpo del caído cuya daga persistía, aún firmemente, en su lado izquierdo.
El peso de su espalda sumado al de la herida se convirtieron entonces en una carga demasiado grande. Krieg se vio obligado a detenerse un momento para intentar recuperar el aliento antes de acercarse al resto del grupo. Y aunque al principio sus pasos renqueaban con la debilidad propia de alguien acuchillado, se esforzó en corregir aquella desviación al cuarto paso.
—Doctor, ¿nos ha ocultado algo de esta misión? —dijo, todo lo firmemente que podía.
Porque desde luego los excursionistas que les habían acompañado en el barco no habían mencionado nada de bandidos en Swallow.
La respuesta de Kristoph también fue instantánea. Allá fue, a combatir a los bandidos que les atacaban y habían salido de los matojos como crueles lobos en busca de presas. Enzarzado en un cruel y rápido combate, el espadachín demostraba su valía al resto con diestros cortes y peligrosas proyecciones que no tardaron en dar muerte al músculo del dúo.
¿Pero qué hacía Krieg? Krieg permanecía firme, tal y como lo había hecho durante toda su nueva vida y el infernal trayecto hasta allí. Mas esto no era ni mucho menos un signo de cobardía o innacción, sino un estoico despliegue de resistencia y autocontrol. Después de todo el asesino que le había asestado la puñalada por el costado le había arrebatado casi todo su aliento con aquel ataque. Pero al soldado le bastaba con un pequeño resoplo para seguir adelante.
Cerrando su codo bajo el brazo extendido del enjuto y zarrapastroso bandido, Krieg asió firmemente a su enemigo antes de propinarle un palazo en toda la jeta. Por supuesto el rufián tenía un cuchillo gemelo en el otro brazo, pero lo cierto es que cualquiera pierde un poco la razón cuando le golpean tan duramente el cráneo. Con la nariz aplanada tras el golpetazo y una tolerancia al dolor prácticamente nula, el asesino se cubrió instintivamente el rostro al que, una y otra vez, le seguían cayendo golpes.
El crujido de hueso y cartílago sumados al pringoso chapoteo de la carne golpeada fue tomando la voz cantante entre las campanadas a pala. Con la respiración acelerada resonando a través de su máscara, Krieg soltó finalmente el lánguido cuerpo del caído cuya daga persistía, aún firmemente, en su lado izquierdo.
El peso de su espalda sumado al de la herida se convirtieron entonces en una carga demasiado grande. Krieg se vio obligado a detenerse un momento para intentar recuperar el aliento antes de acercarse al resto del grupo. Y aunque al principio sus pasos renqueaban con la debilidad propia de alguien acuchillado, se esforzó en corregir aquella desviación al cuarto paso.
—Doctor, ¿nos ha ocultado algo de esta misión? —dijo, todo lo firmemente que podía.
Porque desde luego los excursionistas que les habían acompañado en el barco no habían mencionado nada de bandidos en Swallow.
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Doctor, ¿nos ha ocultado algo de esta misión?
La pregunta de Krieg resonó en el ambiente, que después de la breve reyerta había quedado extrañamente silenciosa. Krieg se acercó un poco, tambaleante, alejándose del cuerpo de uno de los atacantes que había quedado con una masa sanguinolenta de carne donde debía estar la cabeza.
Una mancha roja se extendía por el costado de Krieg, se notaba que a duras penas estaba de pie. Para Osten aquello era una muestra de fortaleza que merecía respeto, pero no era tonto y sabía que las personas valían más estando vivas que muertas.
—Kristoph, rápido, atiende a Krieg —ordenó Osten mientras se encaraba con el doctor Doe. —Esto se ha pasado de la raya, una emboscada y un compañero herido. Explíquese.
—Muy bien, muy bien. Pedí ayuda para esta exploración porque en el círculo de arqueólogos se estaba comentando que una banda de piratas se había asentado en la isla —dijo jadeando por la presión de la rodilla de Osten en su pecho. —Si hubiese sabido que pasaría esto os lo habría dicho.
Durante la explicación, tenía los ojos un poco desorbitados y no quitaba la mirada de la mancha roja de Krieg. Cuando acabó de hablar, Osten se levantó y enseguida fue a inspeccionar los cadáveres, los dos presentaban un tatuaje en el pecho, una calavera negra con dos lanzas cruzadas por detrás.
Ese símbolo le sonaba mucho, se quitó la mochila de la espalda y sacó de ella el fajo de carteles de búsqueda actualizado que hace unos días le mandaron desde la Marina. Pasó uno a uno hasta que encontró en que el estaba buscando,
El cartel lo encabezaba una foto de un tipo musculoso con el símbolo que llevaban los asaltantes tatuado en el pecho. Con el cartel en la mano se acercó a Kristoph y a Krieg, se lo mostró para que viesen a qué se estaban enfrentando.
La pregunta de Krieg resonó en el ambiente, que después de la breve reyerta había quedado extrañamente silenciosa. Krieg se acercó un poco, tambaleante, alejándose del cuerpo de uno de los atacantes que había quedado con una masa sanguinolenta de carne donde debía estar la cabeza.
Una mancha roja se extendía por el costado de Krieg, se notaba que a duras penas estaba de pie. Para Osten aquello era una muestra de fortaleza que merecía respeto, pero no era tonto y sabía que las personas valían más estando vivas que muertas.
—Kristoph, rápido, atiende a Krieg —ordenó Osten mientras se encaraba con el doctor Doe. —Esto se ha pasado de la raya, una emboscada y un compañero herido. Explíquese.
—Muy bien, muy bien. Pedí ayuda para esta exploración porque en el círculo de arqueólogos se estaba comentando que una banda de piratas se había asentado en la isla —dijo jadeando por la presión de la rodilla de Osten en su pecho. —Si hubiese sabido que pasaría esto os lo habría dicho.
Durante la explicación, tenía los ojos un poco desorbitados y no quitaba la mirada de la mancha roja de Krieg. Cuando acabó de hablar, Osten se levantó y enseguida fue a inspeccionar los cadáveres, los dos presentaban un tatuaje en el pecho, una calavera negra con dos lanzas cruzadas por detrás.
Ese símbolo le sonaba mucho, se quitó la mochila de la espalda y sacó de ella el fajo de carteles de búsqueda actualizado que hace unos días le mandaron desde la Marina. Pasó uno a uno hasta que encontró en que el estaba buscando,
Vivo o muerto
SEFTON·"GRIM"·SOREN
6.000.000 B
Se busca por participación en asesinatos de civiles, alboroto del orden público y delitos contra el Gobierno Mundial. Es una persona peligrosa y agresiva. MARINA.
El cartel lo encabezaba una foto de un tipo musculoso con el símbolo que llevaban los asaltantes tatuado en el pecho. Con el cartel en la mano se acercó a Kristoph y a Krieg, se lo mostró para que viesen a qué se estaban enfrentando.
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Kristoph, con la flecha aún en el brazo, corrió a atender la herida de Krieg.
- Aquí no tengo hilo y aguja, así que tendrás que conformarte con un vendaje bien fuerte y dejar que sea otro quien cargue los trastos. - Dijo Kristoph mientras envolvía el torso de Krieg con vendas. Mientras, Osten discutía con el Doctor, acabó sacando un panfleto de recompensa, era el tipo musculoso, un pirata con una recompensa de seis millones.
- Doc, habría estado bien saber de esto antes de empezar el trabajo, la formación habría sido diferente y habríamos estado más alerta. Si sabe algo más, será mejor que lo diga, por su propia seguridad, podremos protegerle mejor. - Aquello había sacado de sus casillas a Kristoph, sacó la flecha de su brazo y la lanzó a un lado del camino.
- Se dice que el capitán de la banda es un especialista en lucha cuerpo a cuerpo, al parecer tiene un estilo interesante con puños americanos, aunque no tengo ni idea de quién es, ni de cuántos componen su tripulación. - El Doctor aún estaba impactado por el ataque, estaba tirado en el suelo, con la respiración aún entrecortada.
- Entonces... tenemos un capitán desconocido que usa puños americanos para pelear y una arquera, deberíamos dar por hecho que hay más miembros. Osten ¿Ën algún cartel sale algo de este capitán? - Kristoph estaba acelerado, su mente iba a mil por hora, esperaba que el cartel tuviera alguna pista, aunque también sabía que tenían que empezar a moverse cuanto antes.
- Aquí no tengo hilo y aguja, así que tendrás que conformarte con un vendaje bien fuerte y dejar que sea otro quien cargue los trastos. - Dijo Kristoph mientras envolvía el torso de Krieg con vendas. Mientras, Osten discutía con el Doctor, acabó sacando un panfleto de recompensa, era el tipo musculoso, un pirata con una recompensa de seis millones.
- Doc, habría estado bien saber de esto antes de empezar el trabajo, la formación habría sido diferente y habríamos estado más alerta. Si sabe algo más, será mejor que lo diga, por su propia seguridad, podremos protegerle mejor. - Aquello había sacado de sus casillas a Kristoph, sacó la flecha de su brazo y la lanzó a un lado del camino.
- Se dice que el capitán de la banda es un especialista en lucha cuerpo a cuerpo, al parecer tiene un estilo interesante con puños americanos, aunque no tengo ni idea de quién es, ni de cuántos componen su tripulación. - El Doctor aún estaba impactado por el ataque, estaba tirado en el suelo, con la respiración aún entrecortada.
- Entonces... tenemos un capitán desconocido que usa puños americanos para pelear y una arquera, deberíamos dar por hecho que hay más miembros. Osten ¿Ën algún cartel sale algo de este capitán? - Kristoph estaba acelerado, su mente iba a mil por hora, esperaba que el cartel tuviera alguna pista, aunque también sabía que tenían que empezar a moverse cuanto antes.
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Costosamente, Krieg se desprendió de la mochila. Cada movimiento era un atroz recordatorio de que el puñal seguía firmemente asido a su costado, desgarrando aún la carne que se atrevía a contraerse alrededor de su filo. Parecía que en el testamento del rufián apaleado había un oscuro enser para el soldado; quizás una promesa de que pronto lo seguiría.
—Como mande el doctor —dijo sintiendo que un desalentador frío le subía por la garganta.
Dejó a Kristoph hacer su trabajo con un reflexivo silencio que no osó ser interrumpido siquiera por un gruñido de queja. Krieg era un hombre duro, e incluso entre los hijos de su tierra había demostrado una tolerancia al dolor dignas de su orgulloso esteriotipo. Como último remanente de los caídos se obligaba a serlo, y por mucho que se sintiera apagado por la rápida pérdida de sangre no cedería en demostrar en quién se había convertido.
—Puedo hacerlo —dijo con un suspiro que amenazó ahogarlo—. Puedo llevar las cosas.
Pues ¿qué iba a hacer en su estado si no? Se había convertido rápidamente en un lastre, un muerto en vida que a duras penas podría defender al doctor cuando así lo requiriese la situación. Debía ser útil. Y sin conocer nada de aquellos rufianes lo único que le quedaba era seguir cumpliendo la función que había hecho. Debía, y podríamos decir que necesitaba, llevar el equipo.
—Como mande el doctor —dijo sintiendo que un desalentador frío le subía por la garganta.
Dejó a Kristoph hacer su trabajo con un reflexivo silencio que no osó ser interrumpido siquiera por un gruñido de queja. Krieg era un hombre duro, e incluso entre los hijos de su tierra había demostrado una tolerancia al dolor dignas de su orgulloso esteriotipo. Como último remanente de los caídos se obligaba a serlo, y por mucho que se sintiera apagado por la rápida pérdida de sangre no cedería en demostrar en quién se había convertido.
—Puedo hacerlo —dijo con un suspiro que amenazó ahogarlo—. Puedo llevar las cosas.
Pues ¿qué iba a hacer en su estado si no? Se había convertido rápidamente en un lastre, un muerto en vida que a duras penas podría defender al doctor cuando así lo requiriese la situación. Debía ser útil. Y sin conocer nada de aquellos rufianes lo único que le quedaba era seguir cumpliendo la función que había hecho. Debía, y podríamos decir que necesitaba, llevar el equipo.
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Una vez tratado Krieg, y tras insistir éste en cargar con las cosas, se pusieron en marcha de nuevo. Iban mucho más lento, en primer lugar por la herida de Krieg y en segundo lugar porque entre Kristoph y Osten iban haciendo batidas cada pocos metros de marcha. No estaban dispuestos a sufrir otra emboscada que en esta ocasión podría acabar peor para ellos.
Se hizo de noche y decidieron acampar en una pequeña cueva que encontraron por el camino, estaba lo suficientemente cerca del camino para no perderse y lo suficientemente resguardada para evitar sobresaltos inoportunos.
—Krieg, descansa toda la noche. Kristoph, entre tú y yo haremos guardia —ordenó Osten con tono que no admitía réplica. —Si estás pensando en replicar, estoy dispuesto a dejarte inconsciente.
Esto último lo dijo mirando directamente a Krieg, ya empezaba a comprender la naturaleza del hombre que los acompañaba y no estaba dispuesto a que nadie del grupo muriese por orgullo.
Desplegaron sus sacos de dormir y el Doctor se acostó de inmediato, después de sus explicaciones no había vuelto a hablar, ni a pararse a examinar más cosas. Parecía que se había dado cuenta del peligro que suponían los piratas.
Kristoph sacó una moneda del bolsillo, sin preguntar, Osten eligió directamente cara. Lanzó la moneda al aire, girando sin cesar hasta que cayó al suelo, los dos se asomaron para ver qué había salido.
—Cruz, no te vayas a dormir —dijo Osten con una sonrisa en la cara mientras se metía en el saco.
Se hizo de noche y decidieron acampar en una pequeña cueva que encontraron por el camino, estaba lo suficientemente cerca del camino para no perderse y lo suficientemente resguardada para evitar sobresaltos inoportunos.
—Krieg, descansa toda la noche. Kristoph, entre tú y yo haremos guardia —ordenó Osten con tono que no admitía réplica. —Si estás pensando en replicar, estoy dispuesto a dejarte inconsciente.
Esto último lo dijo mirando directamente a Krieg, ya empezaba a comprender la naturaleza del hombre que los acompañaba y no estaba dispuesto a que nadie del grupo muriese por orgullo.
Desplegaron sus sacos de dormir y el Doctor se acostó de inmediato, después de sus explicaciones no había vuelto a hablar, ni a pararse a examinar más cosas. Parecía que se había dado cuenta del peligro que suponían los piratas.
Kristoph sacó una moneda del bolsillo, sin preguntar, Osten eligió directamente cara. Lanzó la moneda al aire, girando sin cesar hasta que cayó al suelo, los dos se asomaron para ver qué había salido.
—Cruz, no te vayas a dormir —dijo Osten con una sonrisa en la cara mientras se metía en el saco.
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Siguieron el camino, al Doctor le cambió la cara y el ánimo completamente, Kristoph veía en sus ojos que aquel hombre temía por su vida, y eso era responsabilidad de Kristoph. Habían apuñalado a Krieg, pero podría haber sido al Doctor, y algo le decía que el Doctor no hubiera sobrevivido a una herida así, ni habría sabido reaccionar como lo hizo Krieg.
Kristoph puso sus ojos sobre Krieg, el vendaje estaba cada vez más rojo y empapado en sangre, aún así Krieg no se quejaba, era una persona fuerte y resistente, seguramente con una noche de descanso un buen cataplasma estaría como nuevo a la mañana siguiente, o al menos fuera de peligro.
Osten y Kristoph paraban al grupo cada poco tiempo e inspeccionaban el terreno, no se habían encontrado con más piratas ¿Tal vez se habían ido tras matar a uno de ellos?
Poco a poco se hizo la noche y acamparon en una cueva junto al camino. Kristoph se dirigió hacia Krieg, sabía que no le gustaba que lo cuidasen, pero a Kristoph le daba bastante igual. Comenzó a retirar los vendajes y la herida de Krieg quedó al descubierto, ya no sangraba, aquello era un avance. Kristoph sacó de su alforja algunas de las hojas que había recogido en Swallow, hizo un cataplasma con ellas y las colocó entre la herida de Krieg y las nuevas vendas, que quedaron aún más prietas que las primeras.
- Si todo va bien, mañana por la mañana podrás moverte sin miedo a que se vuelva a abrir la herida, aunque no hagas esfuerzos innecesarios. - Kristoph le advirtió, pero sabía que el soldado no le haría caso alguno.
Osten lanzó una moneda al aire para decidir quién hacía la primera guardia.
- Cruz, no te vayas a dormir. - Dijo el cabrón de Osten con una sonrisa de oreja a oreja mientras se metía en su saco.
La primera guardia se dio sin incidencias, algún ruido de animales puso sobre aviso a Kristoph, pero al rato este volvía a estar relajado, aún así, no quitó su mano del mango de su katana.
Kristoph puso sus ojos sobre Krieg, el vendaje estaba cada vez más rojo y empapado en sangre, aún así Krieg no se quejaba, era una persona fuerte y resistente, seguramente con una noche de descanso un buen cataplasma estaría como nuevo a la mañana siguiente, o al menos fuera de peligro.
Osten y Kristoph paraban al grupo cada poco tiempo e inspeccionaban el terreno, no se habían encontrado con más piratas ¿Tal vez se habían ido tras matar a uno de ellos?
Poco a poco se hizo la noche y acamparon en una cueva junto al camino. Kristoph se dirigió hacia Krieg, sabía que no le gustaba que lo cuidasen, pero a Kristoph le daba bastante igual. Comenzó a retirar los vendajes y la herida de Krieg quedó al descubierto, ya no sangraba, aquello era un avance. Kristoph sacó de su alforja algunas de las hojas que había recogido en Swallow, hizo un cataplasma con ellas y las colocó entre la herida de Krieg y las nuevas vendas, que quedaron aún más prietas que las primeras.
- Si todo va bien, mañana por la mañana podrás moverte sin miedo a que se vuelva a abrir la herida, aunque no hagas esfuerzos innecesarios. - Kristoph le advirtió, pero sabía que el soldado no le haría caso alguno.
Osten lanzó una moneda al aire para decidir quién hacía la primera guardia.
- Cruz, no te vayas a dormir. - Dijo el cabrón de Osten con una sonrisa de oreja a oreja mientras se metía en su saco.
La primera guardia se dio sin incidencias, algún ruido de animales puso sobre aviso a Kristoph, pero al rato este volvía a estar relajado, aún así, no quitó su mano del mango de su katana.
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