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Aki D. Arlia
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Mientras hablaban, les iban rodeando. Lys se contuvo de alterar su propia aura para no parecer amenazante; si de verdad había alguien lo bastante poderosa o habilidosa como para leerla, lo sería también para ver cómo cambiaba y… eso no daría una buena impresión. Su mejor baza, por lo menos ahora, seguía siendo la honestidad. Si eso no funcionaba... ya se encargarían de ganar tiempo para improvisar.
En cuestión de segundos, cayeron sobre ellos. Una detrás de Freites, apuntándole a la espalda. Otras dos, alrededor de la pirata. Sin embargo, no estaban solas. Podía ver bastantes puntas de flecha sobresaliendo entre los arbustos. Resultaba obvio quiénes eran: se habían topado de bruces con aquellas a las que habían ido a buscar. Vestían poca ropa, pero saltaba a la vista que cada prenda era de exquisita confección. Incluso las capas que les cubrían gritaban elegancia. Más aún, el porte de todas y cada una de ellas era admirable. Eran buenas guerreras; lo sabían y se enorgullecían de ello. Podía notarlo en la forma en la que se movían… porque ella se movía igual. Silenciosas, elegantes, mortíferas. Le habría encantado ponerse cómoda, explicar que venía a hacer amigas e irse a tomar un tentempié con ellas, pero por desgracia la situación era un pelín más tensa.
Levantó una ceja, sorprendida al ver que confundían a Freites con una niña. A ella le saltaba a la vista que de mujer tenía poco, pero quizá que hubieran pasado años sin ver a un hombre lo explicaba. Con seriedad, buscó los ojos de la amazona que tenía delante. La que había hablado primero estaba a su espalda, pero no quería hacer movimientos bruscos.
-Venimos en son de paz, a parlamentar con la reina y la princesa… en caso de que nos concedan ese tremendo honor.
Habló con voz firme, pero no orgullosa. Estaba siendo sincera. Sabía de sobras que no era poca hazaña llegar hasta la realeza de ese lugar. Se aseguró de activar su encanto levemente sobre todas las presentes, consciente de que iba a necesitarlo. Solo un poco. No quería que notasen que no había sido algo natural.
-Sin embargo, estimadas guerreras, me temo que ha habido un error. Estoy a cargo de mi acompañante, pero no es una niña, si no un hombre.
Con cuidado y movimientos pequeños, lentos, le colocaría una mano en el hombro a Freites y apretaría un poco, señalándole que se arrodillase. Necesitaban convencerlas no solo de que no era una amenaza, si no de que no tenían por qué matarle.
-Como he dicho, está a mi cargo. También él anhela hablar con la princesa y no le habría traído si pensara que puede causar cualquier tipo de problemas. – Paseó la mirada por los arbustos, clavándola con intensidad allí donde distinguía una presencia.- Mi nombre es Lysbeth Ardian. Quizá hayáis oído hablar de mí. Quizá no. He venido hasta esta isla para ofrecer mi alianza y pleitesía a la tribu de las Kuja.
Tras acabar su pequeño discurso, bajó la mirada y la cabeza en señal de sumisión, sin dejar de estar alerta. Una cosa era demostrarles sus intenciones y otra quedarse desprevenida a su merced. Volvió a aumentar ligeramente el deseo de las guerreras, tanto por ella como por Freites, aunque por él en menor medida. Esperaba que ayudase a contrarrestar el odio natural que imaginaba que estaban sintiendo.
Algo las distrajo, bueno, a todos. Oyó un rugido espeluznante en la lejanía y alzó una ceja ante la reacción de las mujeres. ¿Con qué demonios estaría jugando Yasei? Fuera lo que fuera, imaginaba que acabaría por domesticarlo. Ocultó una pequeña sonrisa agachando más la cabeza. Esperaba que cuando regresase le dejase acariciarlo.
En cuestión de segundos, cayeron sobre ellos. Una detrás de Freites, apuntándole a la espalda. Otras dos, alrededor de la pirata. Sin embargo, no estaban solas. Podía ver bastantes puntas de flecha sobresaliendo entre los arbustos. Resultaba obvio quiénes eran: se habían topado de bruces con aquellas a las que habían ido a buscar. Vestían poca ropa, pero saltaba a la vista que cada prenda era de exquisita confección. Incluso las capas que les cubrían gritaban elegancia. Más aún, el porte de todas y cada una de ellas era admirable. Eran buenas guerreras; lo sabían y se enorgullecían de ello. Podía notarlo en la forma en la que se movían… porque ella se movía igual. Silenciosas, elegantes, mortíferas. Le habría encantado ponerse cómoda, explicar que venía a hacer amigas e irse a tomar un tentempié con ellas, pero por desgracia la situación era un pelín más tensa.
Levantó una ceja, sorprendida al ver que confundían a Freites con una niña. A ella le saltaba a la vista que de mujer tenía poco, pero quizá que hubieran pasado años sin ver a un hombre lo explicaba. Con seriedad, buscó los ojos de la amazona que tenía delante. La que había hablado primero estaba a su espalda, pero no quería hacer movimientos bruscos.
-Venimos en son de paz, a parlamentar con la reina y la princesa… en caso de que nos concedan ese tremendo honor.
Habló con voz firme, pero no orgullosa. Estaba siendo sincera. Sabía de sobras que no era poca hazaña llegar hasta la realeza de ese lugar. Se aseguró de activar su encanto levemente sobre todas las presentes, consciente de que iba a necesitarlo. Solo un poco. No quería que notasen que no había sido algo natural.
-Sin embargo, estimadas guerreras, me temo que ha habido un error. Estoy a cargo de mi acompañante, pero no es una niña, si no un hombre.
Con cuidado y movimientos pequeños, lentos, le colocaría una mano en el hombro a Freites y apretaría un poco, señalándole que se arrodillase. Necesitaban convencerlas no solo de que no era una amenaza, si no de que no tenían por qué matarle.
-Como he dicho, está a mi cargo. También él anhela hablar con la princesa y no le habría traído si pensara que puede causar cualquier tipo de problemas. – Paseó la mirada por los arbustos, clavándola con intensidad allí donde distinguía una presencia.- Mi nombre es Lysbeth Ardian. Quizá hayáis oído hablar de mí. Quizá no. He venido hasta esta isla para ofrecer mi alianza y pleitesía a la tribu de las Kuja.
Tras acabar su pequeño discurso, bajó la mirada y la cabeza en señal de sumisión, sin dejar de estar alerta. Una cosa era demostrarles sus intenciones y otra quedarse desprevenida a su merced. Volvió a aumentar ligeramente el deseo de las guerreras, tanto por ella como por Freites, aunque por él en menor medida. Esperaba que ayudase a contrarrestar el odio natural que imaginaba que estaban sintiendo.
Algo las distrajo, bueno, a todos. Oyó un rugido espeluznante en la lejanía y alzó una ceja ante la reacción de las mujeres. ¿Con qué demonios estaría jugando Yasei? Fuera lo que fuera, imaginaba que acabaría por domesticarlo. Ocultó una pequeña sonrisa agachando más la cabeza. Esperaba que cuando regresase le dejase acariciarlo.
Zaina Nitocris
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¿Miedo? Señores, esta mujer está lo suficientemente loca para no saber qué es eso, y por eso ante ese rugido en lugar de miedo se emociona, se excita incluso y la sangre de su cuerpo se altera… Ah no, espera, que eso es por el mordisco. Se agacha tras pisar a la serpiente y descabezarla, sus garras cortan los dos puntos y la sangre fluye de forma brusca mientras su piel parece hacer reacción a aquellas cuchillas. El veneno con el que las cuchillas habían sido forjadas dificultaba la cicatrización, casi como un anticoagulante natural y esto ayudaría a eliminar el veneno de la sangre, aunque se pasaría un rato sangrando.
Se vendó la zona con un poco de cuerdas, unas hojas de aloe vera que encontró y listo, la pasta impediría que saliera demasiada sangre y el aloe vera acabaría por ayudarla a cicatrizar todo aquel percal.
Sus gatos se acercaron a ella, y Jade maulló ligeramente angustiada, nuestra dama le rascó el mentón y le susurró palabras dulces, antes de que el resto se refugiara en ella agarrara al pequeño en brazos.- Mis gatitos asustadizos… -Tras parar de rascarles sale una mujer de entre la maleza, pero nuestra dama no se inmuta demasiado. Una sonrisa pinta sus labios y sus colmillos de gata se muestras de forma divertida.
-Algo así como turismo, digamos que he venido a conocer a la reina de la selva, algo me dice que es tan interesante como la bonita serpiente de la que me hice amiga.- Jade le gruñe a la extraña y nuestra dama le riñe ligeramente con la mirada, causando que agache suavemente el morro.- Nada de gruñirle a nuestra invitada, discúlpala, es algo impulsiva.-Se encoge suavemente de hombros, antes de cruzarse de brazos y clavar sus orbes de esmeralda en la muchacha.- Trabajo con venenos, así que iba a analizar el veneno de esta serpiente, soy cocinera, domadora y algo así como excursionista, pero puedo prometerte que vengo en son de paz.- Levanta las garras con buena voluntad, esa sonrisa traviesa y felina y una clara calma que vete tú a saber de dónde sale.
-Me encantaría seguir hablando contigo… Pero tengo una reina a la que conocer.- Y antes de que la mujer pueda decir algo, Sahir se la quedaría mirando un instante hipnotizándola con sus ojos para que cuando pestañeara, nuestra dama de cabellos negros y orbes esmeraldas se perdiera entre la maleza, hacia el lugar de origen del rugido.
-Vamos lindo gatito…¡Tengo ganas de ver que tan grande eres!
¿Alguna vez os he dicho que es como una niña pequeña cuando de animales va la cosa?
Se vendó la zona con un poco de cuerdas, unas hojas de aloe vera que encontró y listo, la pasta impediría que saliera demasiada sangre y el aloe vera acabaría por ayudarla a cicatrizar todo aquel percal.
Sus gatos se acercaron a ella, y Jade maulló ligeramente angustiada, nuestra dama le rascó el mentón y le susurró palabras dulces, antes de que el resto se refugiara en ella agarrara al pequeño en brazos.- Mis gatitos asustadizos… -Tras parar de rascarles sale una mujer de entre la maleza, pero nuestra dama no se inmuta demasiado. Una sonrisa pinta sus labios y sus colmillos de gata se muestras de forma divertida.
-Algo así como turismo, digamos que he venido a conocer a la reina de la selva, algo me dice que es tan interesante como la bonita serpiente de la que me hice amiga.- Jade le gruñe a la extraña y nuestra dama le riñe ligeramente con la mirada, causando que agache suavemente el morro.- Nada de gruñirle a nuestra invitada, discúlpala, es algo impulsiva.-Se encoge suavemente de hombros, antes de cruzarse de brazos y clavar sus orbes de esmeralda en la muchacha.- Trabajo con venenos, así que iba a analizar el veneno de esta serpiente, soy cocinera, domadora y algo así como excursionista, pero puedo prometerte que vengo en son de paz.- Levanta las garras con buena voluntad, esa sonrisa traviesa y felina y una clara calma que vete tú a saber de dónde sale.
-Me encantaría seguir hablando contigo… Pero tengo una reina a la que conocer.- Y antes de que la mujer pueda decir algo, Sahir se la quedaría mirando un instante hipnotizándola con sus ojos para que cuando pestañeara, nuestra dama de cabellos negros y orbes esmeraldas se perdiera entre la maleza, hacia el lugar de origen del rugido.
-Vamos lindo gatito…¡Tengo ganas de ver que tan grande eres!
¿Alguna vez os he dicho que es como una niña pequeña cuando de animales va la cosa?
Freites D. Alpha
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Y pensar que todo esto es simplemente la punta de iceberg ¿Verdad? ¿Verdad que si?... ¿A quién quiero engañar? Decirles que el pequeño pirata esperaba una cálida bienvenida por parte de los habitantes de esta isla sería una falacia de calibres bíblicos, pero no se arrepentía para nada, ante sus ojos se encontraban las Kuja, las poderosas guerreras de élite, muchos mitos decían que una sola de ella podía contra diez hombres. El pelilargo sonreía, estaba feliz. La emboscada había sido ejecutada con una maestría ejemplar y, Alpha no se lo esperaba. ME atrevería decir que incluso las llego a subestimar un poco, puesto que el tiene la habilidad de poder seguir un rastros y tratar de predecir una posible emboscada. Aunque siendo francos, posiblemente eso no fuera hecho diferencia alguna.
“Veamos… tres a la vista y completamente rodeados desde los arbustos, definitivamente es un jaque”
Suzaku al ver que su compañero se veía apuntado desde la espalda, volteo la cabeza para lanzarle una mirada fija a la amazona directamente a los ojos pero, el chiquillo puso cara de pocos amigos. Observado a su súper ave y le negó con la cabeza, ella simplemente regreso a su posición original y mirara en todas direcciones, siempre alertar. Y fue allí cuando su maestra se dispuso a dar la explicación de quieres eran y para que venían a esta isla. El herrero simplemente guardaba silencio e incluso sonrió un poco al momento de aclarar que él era un hombre. – “¿Tan femenino luzco?” – Pensó. Luego, al sentir que su maestra le colocaba la mano en el hombro, señalándole que se colocara de rodillas al suelo. Él no tendría problema con ello, después de todo Alpha es una persona que no se ve afectado por ese tipo de cosas.
Le dio un par de palmaditas a su fiel compañera con plumas, ella se colocó hasta la altura del suelo para que el pirata pudiera bajar de una manera más cómoda. Luego el pequeño tomo una postura bastante oriental, colocando sus rodillas y pies en el suelo, apoyando todo su peso sobre sus piernas, la clásica sentada japonesa. Este se recogería las mangas un poco al escuchar aquel rugido imponente. Si le tocaba pelear con aquella criatura, se aseguraría de estar listo para ello.
“Veamos… tres a la vista y completamente rodeados desde los arbustos, definitivamente es un jaque”
Suzaku al ver que su compañero se veía apuntado desde la espalda, volteo la cabeza para lanzarle una mirada fija a la amazona directamente a los ojos pero, el chiquillo puso cara de pocos amigos. Observado a su súper ave y le negó con la cabeza, ella simplemente regreso a su posición original y mirara en todas direcciones, siempre alertar. Y fue allí cuando su maestra se dispuso a dar la explicación de quieres eran y para que venían a esta isla. El herrero simplemente guardaba silencio e incluso sonrió un poco al momento de aclarar que él era un hombre. – “¿Tan femenino luzco?” – Pensó. Luego, al sentir que su maestra le colocaba la mano en el hombro, señalándole que se colocara de rodillas al suelo. Él no tendría problema con ello, después de todo Alpha es una persona que no se ve afectado por ese tipo de cosas.
Le dio un par de palmaditas a su fiel compañera con plumas, ella se colocó hasta la altura del suelo para que el pirata pudiera bajar de una manera más cómoda. Luego el pequeño tomo una postura bastante oriental, colocando sus rodillas y pies en el suelo, apoyando todo su peso sobre sus piernas, la clásica sentada japonesa. Este se recogería las mangas un poco al escuchar aquel rugido imponente. Si le tocaba pelear con aquella criatura, se aseguraría de estar listo para ello.
Dark Satou
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Freites y Lysbeth:
Zaina:
- La escena pasa muy rápido. En el mismo instante que mencionas que es un hombre, todas se sienten muy confusas. No solo por el deseo que estás generando, sino porque todas a la vez sienten que eres una persona increíblemente poderosa. La belleza es equivalente a poder en esa isla, y con tu fruta del diablo, haces que hasta una salga corriendo con sentimientos encontrados.
―Observándote bien... ―Dice la que te había hablado antes, con un tono ciertamente dudoso―. Eres realmente bella. Demasiado bella.
Si realmente está dudando sobre si has hecho algo sobre ella, o simplemente está correspondiendo a tu poder, es un misterio por ahora. No levantan las armas al chaval por ahora, de hecho las bajan inmediatamente. El problema es que no parecen interesarles para nada el chico: están todas observándote a la vez a ti, como si el pirata ni siquiera existiese.
―No entraremos en detalle, pero te llevaremos a una audición con su señoría. Por lo menos después de que la marine se encargue de negociar algo.
Tras decirte eso, acaba mirando a Freites con el ceño fruncido. No parece ni siquiera querer dedicarle un gesto de afecto: se nota que las mujeres tienen un odio irracional sobre los hombres, que van más allá de la razón. Por lo menos las de este grupo. Os queda decidir esperar, o insistir para que os vayan llevando hacia allá. En el caso de hacer lo segundo, aceptarán por miedo a Lysbeth: pero quizás la belleza de Lysbeth pueda acabar siendo un arma de doble filo... Quién sabe.
Zaina:
- ―Pero... Pero... ―Dice intentando elevar su tono de voz.
Marchas sin dejar hablar mucho a la amazona, la cual se dedica activamente a perseguirte por la zona. Intenta llamar tu atención de varias formas, la primera algo orgullosa esperando que le hables. La segunda, con pequeños ruidos. La tercera es directa, intentándote tocar el hombro.
―Es una locura. Estás entrando en el territorio que los marines prohibieron. ―Te exclama algo preocupada―. Admiro tu valentía y tu belleza, la cual me debe indicar que eres realmente fuerte. Pero esto es un suicidio.
Tras pasar un rato, podrías llegar a escuchar algo correteando. Suena con fuerza, y parece que la mujer que te sigue también lo escucha. Si te giras para mirar, verás cómo falta la parte de arriba del torso de la amazona. Nada te indica más que tus felinos deberían estar muy asustados: el animal que acaba de pasar por una décima de segundo, se puede identificar como un felino. Y es uno grande y majestuoso. De hecho, la raza no es algo que le define demasiado. Tiene características muy extrañas para ser de esa familia de animales, las cuales quedará a tu elección si decides haberlas visto o no.
Si continuas caminando y decides aventurarte, deberías de trazar un gran plan. No se nota como algo que pueda capturar un domador normal, y, aunque acabes de domar a un rey marino y estés en proceso de reclamarlo como tuyo, tienes que elegir. Seguir la pista del felino o tomar como prioridad ayudar a la serpiente marítima.
Aki D. Arlia
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De… acuerdo. Había metido la pata. Definitivamente. ¡Una de las amazonas acababa de salir corriendo! Lo había visto por el rabillo del ojo, pero no había sabido interpretar del todo la cara que había puesto antes de huir. Exactamente, ¿dónde estaba el problema? Lys se encontraba confusa. Todas la estaban mirando y aunque no era alguien que se pusiera nerviosa en el escenario, no tener ni idea de qué estaba pasando por sus cabezas estaba haciendo que se pusiera a la defensiva antes incluso de abrir la boca.
Cerró los ojos un segundo y respiró hondo, relajando el poder de su fruta poco a poco. No estaba segura de si tenía que ver, pero escuchar a la amazona que había hablado antes le confirmó que a lo mejor se había pasado. ¿Demasiado bella? ¿Era un cumplido o una sospecha? De momento estaba claro que lo mejor era ser cauta.
Alzó la cabeza, esbozando una tímida sonrisa amigable. Por lo menos habían bajado las lanzas y por ahora ninguna había intentado asestarle un golpe a Freites. Sus ojos relucieron un segundo cuando nombró a la marine. ¿Qué necesitaba el gobierno mundial negociar con la tribu de las Kuja? ¿Intentaban conseguir una alianza? No le gustaba esa posibilidad. Puede que le faltase información acerca de esa tribu, pero sabía que eran independientes. Se debían lealtad solo a sí mismas y Lys respetaba esa cualidad. Habló con calma, tratando de ignorar las reacciones de las amazonas como si fueran algo habitual y en lugar de estar en mitad de la selva con su vida en peligro se encontraran en unas apacibles negociaciones.
-Me parece acertado. ¿Quizá podríamos ir caminando con calma? No me malinterpreten, lo último que quiero es cruzarme con la marine. No apruebo a una organización con tantas muertes e injusticias a sus espaldas. No obstante, no dudo de que tienen un buen motivo para negociar con ellos; es muy cierto que poseen numerosos recursos.
Si comenzaban a caminar iría mansamente, del lado de Freites. Si no, simplemente se quedaría sonriendo con algo de inocencia y amabilidad.
Cerró los ojos un segundo y respiró hondo, relajando el poder de su fruta poco a poco. No estaba segura de si tenía que ver, pero escuchar a la amazona que había hablado antes le confirmó que a lo mejor se había pasado. ¿Demasiado bella? ¿Era un cumplido o una sospecha? De momento estaba claro que lo mejor era ser cauta.
Alzó la cabeza, esbozando una tímida sonrisa amigable. Por lo menos habían bajado las lanzas y por ahora ninguna había intentado asestarle un golpe a Freites. Sus ojos relucieron un segundo cuando nombró a la marine. ¿Qué necesitaba el gobierno mundial negociar con la tribu de las Kuja? ¿Intentaban conseguir una alianza? No le gustaba esa posibilidad. Puede que le faltase información acerca de esa tribu, pero sabía que eran independientes. Se debían lealtad solo a sí mismas y Lys respetaba esa cualidad. Habló con calma, tratando de ignorar las reacciones de las amazonas como si fueran algo habitual y en lugar de estar en mitad de la selva con su vida en peligro se encontraran en unas apacibles negociaciones.
-Me parece acertado. ¿Quizá podríamos ir caminando con calma? No me malinterpreten, lo último que quiero es cruzarme con la marine. No apruebo a una organización con tantas muertes e injusticias a sus espaldas. No obstante, no dudo de que tienen un buen motivo para negociar con ellos; es muy cierto que poseen numerosos recursos.
Si comenzaban a caminar iría mansamente, del lado de Freites. Si no, simplemente se quedaría sonriendo con algo de inocencia y amabilidad.
Zaina Nitocris
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No es que estuviera ignorando a la muchacha, era que tenía cosas entre manos ligeramente más importantes, por eso cuando la vio trepar por Jade para tocar su hombro, Zaina con la calma de quien ve llover, agarró a la dama de la cintura.- Con cuidado, Jade se mueve más de la cuenta.- La sentaría calmadamente encima del animal de cuatro metros y medio y simplemente escucharía lo que dice.- Agradezco tus bonitas palabras, pero solo es un suicidio si te rindes...- Le guiña un ojo, sigue a lo suyo y cuando se da cuenta, la sangre la baña y esa cosa ha salido…¿Volando? ¿Corriendo? Sea como sea Zaina chasquea la lengua y obliga a Jade a parar, mientras una patada baja el resto del cadáver.
Se quita los restos de sangre con el pañuelo y suspira, mientras se da cuenta de que aquello ha tenido que ser algo grande… Mucho más grande que Jade. Sabe que tenía que ver lo que pasaba con el Rey Marino pero ahora mismo tiene que averiguar qué demonios hacer con ese felino ya que lo sabe… Va a ser suyo. Va a tener que juntas un montón de planes locos y sus animales están asustados, alterados y temerosos, pero eso no quiere decir que eso le vaya a impedir hacer algo.
Baja de Jade, alejándolos a todos del cadáver, mientras los relaja y los hace calmarse poco a poco, con la mirada buscaría dejarlos cerca de un par de árboles que se cubrían entre ellos, haciendo un pequeño techo.- Quedaos aquí, tengo que asegurarme de que ese amigo me vea a mi como su presa y no a vosotros.- Jade emite un pequeño quejido ante la idea y nuestra dama la relaja con un gesto. –Tengo algo en mente, relájate.- Zaina no era de esas domadoras que forzaban a los animales a seguirla por el miedo y el temor a que los mataran o hirieran.
Le gustaba formar un lazo con sus animales, un vínculo, que confiaran en ella y finalmente entendieran que su presencia es algo así como la de una hermana. Pero de momento tiene que hacer lo importante, y es llamar la atención de ese bicho. Con la cobra en la bolsa a su espalda, bañada en mucha sangre de humana que menos mal no era suya y preparada, nuestra amazona particular se adentró a buscar al inmenso felino esperando alejarlo de sus propias mascotas.
-Sé que voy a tardar…Pero no puedo dejar que les hagan daño.- Piensa en su nuevo amigo…¿Amiga? Sabe que en cuanto caiga la noche o al siguiente día se acercara a la costa a darle algo de comer y mimos, pero aquello no es algo que haga en un solo día.
Tal vez tarde semanas, o incluso algún mes, pero es necesario.
De momento, tocaba llamar la atención del felino principal al que llamaban el Rey y era momento de enseñarle quien era la Reina, aunque ella se consideraba algo más como una emperatriz más o menos.
Se quita los restos de sangre con el pañuelo y suspira, mientras se da cuenta de que aquello ha tenido que ser algo grande… Mucho más grande que Jade. Sabe que tenía que ver lo que pasaba con el Rey Marino pero ahora mismo tiene que averiguar qué demonios hacer con ese felino ya que lo sabe… Va a ser suyo. Va a tener que juntas un montón de planes locos y sus animales están asustados, alterados y temerosos, pero eso no quiere decir que eso le vaya a impedir hacer algo.
Baja de Jade, alejándolos a todos del cadáver, mientras los relaja y los hace calmarse poco a poco, con la mirada buscaría dejarlos cerca de un par de árboles que se cubrían entre ellos, haciendo un pequeño techo.- Quedaos aquí, tengo que asegurarme de que ese amigo me vea a mi como su presa y no a vosotros.- Jade emite un pequeño quejido ante la idea y nuestra dama la relaja con un gesto. –Tengo algo en mente, relájate.- Zaina no era de esas domadoras que forzaban a los animales a seguirla por el miedo y el temor a que los mataran o hirieran.
Le gustaba formar un lazo con sus animales, un vínculo, que confiaran en ella y finalmente entendieran que su presencia es algo así como la de una hermana. Pero de momento tiene que hacer lo importante, y es llamar la atención de ese bicho. Con la cobra en la bolsa a su espalda, bañada en mucha sangre de humana que menos mal no era suya y preparada, nuestra amazona particular se adentró a buscar al inmenso felino esperando alejarlo de sus propias mascotas.
-Sé que voy a tardar…Pero no puedo dejar que les hagan daño.- Piensa en su nuevo amigo…¿Amiga? Sabe que en cuanto caiga la noche o al siguiente día se acercara a la costa a darle algo de comer y mimos, pero aquello no es algo que haga en un solo día.
Tal vez tarde semanas, o incluso algún mes, pero es necesario.
De momento, tocaba llamar la atención del felino principal al que llamaban el Rey y era momento de enseñarle quien era la Reina, aunque ella se consideraba algo más como una emperatriz más o menos.
Freites D. Alpha
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“¿Entonces toca ir avanzando lento mientras esperamos que la marina haga lo suyo? Mmmm… no me agrada pero no tenemos otra alternativa”
Esta situación amerita tener paciencia, y el pequeño pirata era bastante bueno para ello, después de todo tiene manera de como matar el tiempo. Dio un pequeño suspiro y se recogió aún más las mangas del kimono, llegando hasta la altura de sus hombros. En su brazo izquierdo estaba su apreciado tatuaje que consistía en un árbol de botón de cerezos, llevarlo es parte de la tradición de su familia. Alpha se subió nuevamente sobre su súper ave y esta se levantó del suelo. Curioso de lo que pudiera ocurrir después y mostrándose indiferente a la poca amabilidad de la amazona, simplemente correspondió su mirada hostil con otra, pero la del pequeño pirata estaba llena de amabilidad y ternura, acompañada de una sonrisa.
-Suzaku, espada común – La magnífica compañera del herrero busco entre sus Alforjas una de las espadas que eran propiedad del pelilargo. Este la tomo entre sus manos, analizándola y tratando de buscar una manera de convertirla en algo útil. – Suzaku… molde circular. El de canicas. – Y nuevamente la plumífera busco entre las pertenencias del pequeño y le entrego lo que este extraño pirata le pedía, era un molde hecho de piedra que formaba parte de su kit de herrería, este tenía forma de estuche y poseía dos compartimentos, el primero el de arriba que es por donde introduces el metal derretido, y el segundo que era el de abajo donde lo abres una vez el metal termina de reposar lo retiras para ver el resultado. Todo esto con un simple propósito, crear canicas de acero.
Con mucha tranquilidad y paciencia, coloco el acero de aquella espada en su mano derecha y este utilizaría su habilidad para fundir aquella espada pedazo por pedazo, hasta llegar al mango. El acero fundido caía sobre el molde rellenando todos los orificios (ya decidirá el moderador cuantas canicas metálicas me alcanzan a crear con la espada común sacrificada). Después de terminar, este sellaría el molde con mucho cuidado y esperaría a que este estuviera listo.
- Bueno… pronto mis canicas estarán, este mango puede que me sea útil en otra oportunidad. Suzaku… todas mis pistolas por favor. – El ave le entregaría todas las pistolas al pelilargo (las tres de calidad infrecuente y la de calidad comun) mientras este le entregaba el mango de la antigua espada. Luego de eso comenzó a desarmar sus pistolas, retirando el acero de los mangos y comenzando a analizar que podría hacer con este material. – Mmmm… Creo que lo utilizare después para otras cosas, estas pistolas me sobran, pero el material de los cilindros puede que me sea útil después. Es todo pequeña. – Le entrego nuevamente todo al ave exceptuando el molde para canicas. Lo mantenía entre sus manos esperando pacientemente que estuvieran listas.
Luego de todo aquello, Alpha se quedó un momento analizando las armas de cada una de las presentes, eran de una calidad excelente. Aunque no le sorprendía. En su mente tenía un claro - “Yo puedo forjar algo mejor que eso” - Y de hecho, era cierto, el pirata tenía las herramientas para forjar algo de la misma calidad.
- Maestra… El forjado de las amazonas es de excelente calidad… de hecho me recuerda un poco al de mi madre. La herrera de lo imposible Titania fue magnifica en vida. – Un recuerdo amargo paso por su cabeza en ese momento. El momento que todo en su familia se fue al diablo por culpa del gobierno mundial. Alpha dio un pequeño suspiro y, su expresión cambio a una bastante triste. – Descansa en paz mamá… estoy siguiendo los pasos que jure defender con mi vida.
Esta situación amerita tener paciencia, y el pequeño pirata era bastante bueno para ello, después de todo tiene manera de como matar el tiempo. Dio un pequeño suspiro y se recogió aún más las mangas del kimono, llegando hasta la altura de sus hombros. En su brazo izquierdo estaba su apreciado tatuaje que consistía en un árbol de botón de cerezos, llevarlo es parte de la tradición de su familia. Alpha se subió nuevamente sobre su súper ave y esta se levantó del suelo. Curioso de lo que pudiera ocurrir después y mostrándose indiferente a la poca amabilidad de la amazona, simplemente correspondió su mirada hostil con otra, pero la del pequeño pirata estaba llena de amabilidad y ternura, acompañada de una sonrisa.
-Suzaku, espada común – La magnífica compañera del herrero busco entre sus Alforjas una de las espadas que eran propiedad del pelilargo. Este la tomo entre sus manos, analizándola y tratando de buscar una manera de convertirla en algo útil. – Suzaku… molde circular. El de canicas. – Y nuevamente la plumífera busco entre las pertenencias del pequeño y le entrego lo que este extraño pirata le pedía, era un molde hecho de piedra que formaba parte de su kit de herrería, este tenía forma de estuche y poseía dos compartimentos, el primero el de arriba que es por donde introduces el metal derretido, y el segundo que era el de abajo donde lo abres una vez el metal termina de reposar lo retiras para ver el resultado. Todo esto con un simple propósito, crear canicas de acero.
Con mucha tranquilidad y paciencia, coloco el acero de aquella espada en su mano derecha y este utilizaría su habilidad para fundir aquella espada pedazo por pedazo, hasta llegar al mango. El acero fundido caía sobre el molde rellenando todos los orificios (ya decidirá el moderador cuantas canicas metálicas me alcanzan a crear con la espada común sacrificada). Después de terminar, este sellaría el molde con mucho cuidado y esperaría a que este estuviera listo.
- Bueno… pronto mis canicas estarán, este mango puede que me sea útil en otra oportunidad. Suzaku… todas mis pistolas por favor. – El ave le entregaría todas las pistolas al pelilargo (las tres de calidad infrecuente y la de calidad comun) mientras este le entregaba el mango de la antigua espada. Luego de eso comenzó a desarmar sus pistolas, retirando el acero de los mangos y comenzando a analizar que podría hacer con este material. – Mmmm… Creo que lo utilizare después para otras cosas, estas pistolas me sobran, pero el material de los cilindros puede que me sea útil después. Es todo pequeña. – Le entrego nuevamente todo al ave exceptuando el molde para canicas. Lo mantenía entre sus manos esperando pacientemente que estuvieran listas.
Luego de todo aquello, Alpha se quedó un momento analizando las armas de cada una de las presentes, eran de una calidad excelente. Aunque no le sorprendía. En su mente tenía un claro - “Yo puedo forjar algo mejor que eso” - Y de hecho, era cierto, el pirata tenía las herramientas para forjar algo de la misma calidad.
- Maestra… El forjado de las amazonas es de excelente calidad… de hecho me recuerda un poco al de mi madre. La herrera de lo imposible Titania fue magnifica en vida. – Un recuerdo amargo paso por su cabeza en ese momento. El momento que todo en su familia se fue al diablo por culpa del gobierno mundial. Alpha dio un pequeño suspiro y, su expresión cambio a una bastante triste. – Descansa en paz mamá… estoy siguiendo los pasos que jure defender con mi vida.
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Freites y Lysbeth:
Zaina:
- Freites, logras crear diez canicas pero un trozo de acero al rojo vivo, por el mismo movimiento y la posición poco ortodoxa que llevas hace que caiga algo encima de tu ave. Esta se agita brevemente, chillando descontrolada y llamando la atención de todas las amazonas que, a parte de mirarte aún peor por ponerte a fundir en vez de comportarte con respeto y seguirlas sin rechistar, no toleran demasiado que hayas dañado un animal. Aunque sea tuyo. Quizás ese tipo de cosas deberías de hacerlas con calma y sin moverte. Aunque seas una forja viviente, tienes que comportarte acorde a la situación: las amazonas ahora están aún más mosca contigo. No puedes verlo directamente, pero cuchichean por lo bajo comentando lo que acabas de hacer. Y si llegases a escuchar algún tono de voz o fijarte en alguna expresión, no serían agradables.
Por tu parte Lysbeth, parece que te vas comportando más acorde, ya que parecen tomar tus palabras con mayor respeto. Te escuchan atentamente y acaban por contestarte.
―Sí, iremos con calma. Acamparemos en la mitad del bosque y esperaremos a que pase la noche. Mientras tanto, si realmente queréis una audiencia con la reina, deberíais mostraros dignos. ―Para un momento para frotarse la sien con esmero―. Tenemos un problema con un animal que ha escapado de la Marine. El que llamamos Rey. Lleva ya unos meses por aquí campando como quiere, y si no lo encontramos, nos meteremos en problemas. El oficial que suele venir es... Bueno, es.
No parece tener mucho reparo por contar lo que pasa con la Marine: seguramente, la idea de la alianza de la Shichibukai vaya en contra del pueblo. La noche empieza a llegar tras las horas caminando y podéis ver que empiezan a reunir de todo para acampar. Aquí tendréis libertad para ayudar, quedaros quietos, hablar, analizar la situación... Tendréis también libertad para narrar el entorno en el que estáis con la base de que es un típico bosque frondoso. Buenas noches.
Zaina:
- Bueno, claro, bañarte en sangre puede acabar llamando la atención del felino. Pero espero que tengas un buen plan en mente, ya que es extremadamente peligroso hacer algo así ante un animal que ha hecho desaparecer la mitad del torso de una persona en un plis plas. Puedes escuchar los arbustos moverse, pero el cielo está empezando a teñirse de naranja. Quizás puedas seguir las marcas que va dejando el animal: almohadillas gigantes marcadas en el suelo. Parece pesar bastante, quizás más del doble o el triple de las marcas que pueda dejar Jade. También si llegases a seguir sangre o rastros del cadáver, acabarías llegando a una parte de la selva que acaba en una gran cueva. La cueva parece tener restos de esqueletos por ahí tirados, y no parece que el hueso haya perdido el color, así que tienen que ser muy recientes.
Algo parece venir de la cueva y sacar el hocico. Las sombras tapan gran parte de su cuerpo, pero seguramente será un animal que nunca antes has visto. Lamentablemente, aún no puedes fijarte del todo. Y la noche se está haciendo. Esa parece ser su guarida, pero seguramente necesites trazar un plan excelente o pedir ayuda a tus compañeros. Es muy peligroso entrar en esa cueva sin preparación y a oscuras. El felino parece estar bien servido, ya que no viene a por ti y, aunque te haya olido, pasa totalmente y vuelve a la cueva. A partir de aquí tienes libertad de movimientos, pero la noche tiene que acabar pasando. Te encuentras en una salida del bosque, en el que puedes ver la cueva elevarse desde la tierra, como una especie de mini montaña en una llanura. Fuera de ahí tienes libertad narrativa para interactuar con el entorno.
- Anotación:
- No sé si estará permitido o si has hecho mal, Patata, pero preferiría que conceptos offrol se aclarasen en un spoiler al final del post.
Aki D. Arlia
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A su lado, Freites se subió al ave y comenzó a hacer algo con armas y una extraña cosa de metal. Las amazonas, lógicamente, no reaccionaron bien. Le miraban mal y cuchicheaban en voz baja. El ave se agitó un poco, aunque en cuanto se volvió para comprobar que estuviera bien vio que no era por las mujeres, si no que algo le había caído en las plumas. Sin saber bien qué hacer, le puso una mano en el cuello para intentar calmarlo. Si salía corriendo ahora podía meterles en un buen lío. Necesitaban mantener la calma y su papel de inofensivos extranjeros.
Asintió tranquilamente y atendió a las palabras de la amazona que parecía estar a cargo. Comenzaron a caminar sin prisa por la selva mientras le explicaba que al parecer tenían problemas con un animal… que había escapado de la Marine. Lysbeth sonrió nada más escuchar eso. Una sonrisa encantadora, porque era absolutamente sincera. Con que ese era el asunto que ataba a las Kuja a la marina. Quien fuera que estuviera a cargo de negociar con ellas claramente no les caía en gracia. Tal vez pudieran utilizar eso para hacer más endebles sus relaciones… si no cortarlas por completo y devolverles su autonomía. Si el único problema era un animal… sabía a la perfección quién podía resolver el tema.
Aguardó a una mejor oportunidad. Caminaron varias horas y cuando la noche llegó, trató de ayudar como buenamente pudo a las Kuja para colocar el campamento. No estaba muy puesta en el manejo de tiendas, aunque sabía hacer una buena fogata. Prestó atención a cómo lo hacían ellas y replicó los movimientos para ser de utilidad, aun si no terminaba de comprender los procesos. En poco tiempo, todo estuvo listo. Buscó entonces a la mujer que le había hablado del animal Rey, pidiéndole permiso para hablar con ella. Si accedía, le contaría lo siguiente:
-No me gustaría asegurar nada, pero… creo que podemos ser la solución a sus problemas. Verá, no venimos solos. Una segunda mujer vino con nosotros, pero nos separamos al llegar a la costa. Estoy convencida de que ella es justo la persona que necesitan. Es hermosa y fiera, y tiene un don con las bestias. Nos separamos porque un rey marino que se encontró con nuestro barco decidió que ella debía ir con él. Por lo poco que nos contó necesitaba su ayuda, aunque no sabemos más. Estoy aguardando a que contacte con nosotros, pero no me sorprendería que hubiera dado ella misma con ese animal.
Aguardó su reacción, antes de añadir para que no se preocupase:
-No hay motivo de alarma, sin embargo. Es una buena combatiente y no le habría dejado ir sola si pensara que corría cualquier tipo de peligro. Seré la primera en ir a su lado si lo necesita, desde luego. Pero estoy convencida de que si no ella, nosotras podemos ayudarles con ese problema.- Frunció el ceño, un tanto molesta.- Sé que no soy quién para decir esto, pero la idea de que tengan que negociar con la marina me repugna. Admiro su autosuficiencia.
Asintió tranquilamente y atendió a las palabras de la amazona que parecía estar a cargo. Comenzaron a caminar sin prisa por la selva mientras le explicaba que al parecer tenían problemas con un animal… que había escapado de la Marine. Lysbeth sonrió nada más escuchar eso. Una sonrisa encantadora, porque era absolutamente sincera. Con que ese era el asunto que ataba a las Kuja a la marina. Quien fuera que estuviera a cargo de negociar con ellas claramente no les caía en gracia. Tal vez pudieran utilizar eso para hacer más endebles sus relaciones… si no cortarlas por completo y devolverles su autonomía. Si el único problema era un animal… sabía a la perfección quién podía resolver el tema.
Aguardó a una mejor oportunidad. Caminaron varias horas y cuando la noche llegó, trató de ayudar como buenamente pudo a las Kuja para colocar el campamento. No estaba muy puesta en el manejo de tiendas, aunque sabía hacer una buena fogata. Prestó atención a cómo lo hacían ellas y replicó los movimientos para ser de utilidad, aun si no terminaba de comprender los procesos. En poco tiempo, todo estuvo listo. Buscó entonces a la mujer que le había hablado del animal Rey, pidiéndole permiso para hablar con ella. Si accedía, le contaría lo siguiente:
-No me gustaría asegurar nada, pero… creo que podemos ser la solución a sus problemas. Verá, no venimos solos. Una segunda mujer vino con nosotros, pero nos separamos al llegar a la costa. Estoy convencida de que ella es justo la persona que necesitan. Es hermosa y fiera, y tiene un don con las bestias. Nos separamos porque un rey marino que se encontró con nuestro barco decidió que ella debía ir con él. Por lo poco que nos contó necesitaba su ayuda, aunque no sabemos más. Estoy aguardando a que contacte con nosotros, pero no me sorprendería que hubiera dado ella misma con ese animal.
Aguardó su reacción, antes de añadir para que no se preocupase:
-No hay motivo de alarma, sin embargo. Es una buena combatiente y no le habría dejado ir sola si pensara que corría cualquier tipo de peligro. Seré la primera en ir a su lado si lo necesita, desde luego. Pero estoy convencida de que si no ella, nosotras podemos ayudarles con ese problema.- Frunció el ceño, un tanto molesta.- Sé que no soy quién para decir esto, pero la idea de que tengan que negociar con la marina me repugna. Admiro su autosuficiencia.
Zaina Nitocris
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Chasquea la lengua, se queja levemente pero al menos sabe que con la guarida localizada tiene cosas que hacer, preparaciones como para arreglar un barco. Bañarse tranquilamente en la zona del mar al menos para quitarse la sangre, darle de comer a su amigo el Rey Marino y lo más importante de todo, establecer un pequeño campamento en la playa. De esa manera puede controlar lo que ve y lo que no viene, lo que se acerca y no. Contando con todo eso también tiene un plan que empezar con la serpiente que descansa dentro del saco que ha dejado en la arena.
Jade y el resto de sus fieras descansan en la playa tras darle ella de comer al animal que pronto espera que sea su amigo.- Voy a encargarme de ese Rey y luego prometo cumplir con lo que te prometí.- Rascarle el morro y mantenerse ligeramente alejada de aquel animal era la opción por el momento, tenía un par de cosas en mente pero era consciente de que todas podían resultar una locura. Negó mientras la hoguera de la playa comenzaba a iluminarlo todo y la sopa comenzaba a hervir.- Es tu gran momento…- Tiró el contenido del saco y la serpiente emite un claro sonido de dolor mientras moría lentamente presa del fuego. Un par de movimientos con la cuchara y todas sus bestias arrugan la nariz.
-Nadie dijo que tenía que estar bueno, no es una comida nutritiva.- Era su idea para acostumbrar a su cuerpo a los venenos de una manera que sacaba lo mejor de ella y de su segundo mayor amor, la cocina. Una vez dejó de hervir sacó un poco con el cuenco, las especias y el modo de preparación debería de atenuar el veneno lo suficiente como para que no la matara al instante. La idea era ir bebiendo cada día de aquella cantidad, el primer día un sorbo, el segundo dos y así hasta poder consumir aquel veneno sin sentir los efectos o sin morir por la cantidad. Rouge se acercó a ella, antes de que bebiera y le recordó algo a nuestra dama.
Sacando el den den mushi comenzó a llamar a sus compañeros de misión, después de todo no estaba sola en aquella isla.- ¿Sabéis? He encontrado un gato mucho más grande e interesante para domesticar, es algo fiero y maleducado, pero nada que no pueda solucionar. Tengo su guarida y algo así como un plan, pero no es del todo seguro.- Entonces le dio un sorbo a aquel cuenco infernal, con cara de disgusto.- ¿Y vosotros que? -Tras hablar con ellos y organizar un plan y un par de cosas, nuestra dama pasó la primera noche.
Vomitó toda la cena al cabo de un par de horas, la fiebre y los temblores no desaparecieron ni con aquella carne capaz de regular su temperatura, muchas cosas pasaron por su cabeza mientras se abrazaba a su mascota entre ellas… Que aquello era tan solo el primer sorbo, aún quedan demasiados en aquel cuenco.
Jade y el resto de sus fieras descansan en la playa tras darle ella de comer al animal que pronto espera que sea su amigo.- Voy a encargarme de ese Rey y luego prometo cumplir con lo que te prometí.- Rascarle el morro y mantenerse ligeramente alejada de aquel animal era la opción por el momento, tenía un par de cosas en mente pero era consciente de que todas podían resultar una locura. Negó mientras la hoguera de la playa comenzaba a iluminarlo todo y la sopa comenzaba a hervir.- Es tu gran momento…- Tiró el contenido del saco y la serpiente emite un claro sonido de dolor mientras moría lentamente presa del fuego. Un par de movimientos con la cuchara y todas sus bestias arrugan la nariz.
-Nadie dijo que tenía que estar bueno, no es una comida nutritiva.- Era su idea para acostumbrar a su cuerpo a los venenos de una manera que sacaba lo mejor de ella y de su segundo mayor amor, la cocina. Una vez dejó de hervir sacó un poco con el cuenco, las especias y el modo de preparación debería de atenuar el veneno lo suficiente como para que no la matara al instante. La idea era ir bebiendo cada día de aquella cantidad, el primer día un sorbo, el segundo dos y así hasta poder consumir aquel veneno sin sentir los efectos o sin morir por la cantidad. Rouge se acercó a ella, antes de que bebiera y le recordó algo a nuestra dama.
Sacando el den den mushi comenzó a llamar a sus compañeros de misión, después de todo no estaba sola en aquella isla.- ¿Sabéis? He encontrado un gato mucho más grande e interesante para domesticar, es algo fiero y maleducado, pero nada que no pueda solucionar. Tengo su guarida y algo así como un plan, pero no es del todo seguro.- Entonces le dio un sorbo a aquel cuenco infernal, con cara de disgusto.- ¿Y vosotros que? -Tras hablar con ellos y organizar un plan y un par de cosas, nuestra dama pasó la primera noche.
Vomitó toda la cena al cabo de un par de horas, la fiebre y los temblores no desaparecieron ni con aquella carne capaz de regular su temperatura, muchas cosas pasaron por su cabeza mientras se abrazaba a su mascota entre ellas… Que aquello era tan solo el primer sorbo, aún quedan demasiados en aquel cuenco.
Freites D. Alpha
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Ups, definitivamente eso no había salido del todo bien. Alpha había logrado obtener lo que se proponía, pero la cuestión es que su compañera plumífera había pagado un pequeño precio. Quizás fue un momento de descuido o tal vez el simple hecho de que recordar a su madre siempre le hacía desligarse de todo lo demás y vaciarse en sus propios pensamientos, pero sin importar la razón lo hecho… hecho esta.
Por suerte no fue una gran cantidad de metal fundido lo que había caído sobre las plumas de la súper ave y, el chiquillo era aún más suertudo de tener a Lysbeth cerca, ya que con un rápido reflejo logro mantener en la misma posición a Suzaku, mientras que el pirata se concentraba en quitar las plumas con los restos del metal. Eran unas cuantas gotas, pero seguramente dolían mucho.
-Shhh… Ya, ya… ha sido mi error. – Decía el pequeño mientras quitaba el plumaje lleno de metal ardiendo. Al quitar la última, Suzaku se mostró aliviada, Aunque no perdió el tiempo y volteo la cabeza para darle unos cuantos picotazos en modo de “reclamo”. – Lo sé, lo sé. Totalmente mi error hermosa.
Y a pesar de que todo fuera accidente, a las amazonas no parecía importarles, ya que las miradas con odio y los susurros no paraban. El pelilargo no se lo tomaba a pecho, cada cabeza es un mundo y cada persona tiene derecho de pensar de la mejor manera que le plazca pero, en este caso la situación lo hacía pensar un poco más y, no simplemente pensamientos vacíos, en definitiva Alpha quería encontrar la manera de cómo ganarse el favor de las amazonas, y la única que se le ocurrió de momento, era narrar un poco sobre de él
Por otro lado, al notar que las amazonas no se notaban conformes con una alianza entre la princesa y la marina, hizo que pirata al igual que Lys, sonriera ¿A quién pretendía engañar? Disfrutaba con saber que los “azulejos” no tenían la aceptación de esta isla. Pero ya sería en otro momento en que ocuparía su atención en ese problema Marine, por ahora lo importante es cumplir el primer paso, confianza.
Utilizando sus “reflejos fotógrafos” observaba detalladamente como las amazonas preparaban las tiendas, aprendiendo rápidamente a como armarlas, luego el pequeño comenzó ayudar a su maestra. Fue más que fácil encender la fogata, simplemente recogiéndose la manga del kimono y tocándola con la mano.
Luego de un rato, y haber logrado colocar un lugar donde acampar, el pequeño recibir una llamada por su den den mushi. El no perdió el tiempo y se puso en marcha en el lugar donde se encontraba su maestra y, agachando la cabeza dando una reverencia, se dispuso a interrumpir por un momento para contestar la llamada. - ¿Si? Excelente Yasei. Confió ciegamente en tu maravillosa habilidad para domar lo que sea, después de todo si lograste domar a un rey marino esto no será nada para ti. – Mientras Alpha respondía aquello, no pudo evitar embozar una sonrisa, sabía que la criminal la estaba pasando bien, ella solía disfrutar este tipo de cosas. – Por nuestra parte todo esta bien, en caso todo bien con Lysbeth. He de ser honesto, no me he comportado de la mejor manera y por accidente he quemado a Suzaku, pero no ha sido grave. Te mantendré informado en tal caso, procura descansar, diosa de los felinos. – El herrero colgó el den den. Y de aquí ya era el momento de llevar a cabo su plan, esperando que el saber un poco más de él.
-¡Guerreras! – Refiriéndose a las mujeres, las llamaba a todas mientras se colocaba en el centro del campamento. – Se muy bien que no soy bienvenido en este lugar. Se muy bien que para ustedes ser un hombre ya es un castigo divino y… se muy bien que par ustedes simplemente soy un simple hombre más. Y no las juzgo ni las maldigo por señalarme o cuestionarme por lo que soy. Pero… al menos permitan que yo les narre algo o mejor dicho, cantarles. Son libres de verme como gusten después de que les narre esto.
Era momento de utilizar uno de sus habilidades, era momento de utilizar el primer gran instrumento que todo solista debería tener, era momento de utilizar aquello que lo haría ganar mil y una guerras inspirando a todos sus hermanos y a todos sus soldados.
Era momento de escuchar su voz.
Al terminar de cantar, el herrero de lo imposible dio un suspiro un poco melancolico y deprimido, recordar la canción que su madre le escribió a el, cuando era un pequeño, le llenaba de muchos sentimientos.
-Soy Freites D. Irkenox Alpha. Hijo de Freites Titania, la herrera de lo inimaginable. Ella fue antigua líder de la dinastía Freites, hasta que los nobles, de la Red Line, aquellos que son protegido por los marines, conspiraran en contra de nuestra familia. Lavándole el cerebro nuestros seres queridos con engaños, logrando que se organizaran para que traicionaran a mi madre, y… haciendo que ella y yo realizáramos un acto del cual no estamos orgullosos. – Una pausa momentánea justo allí, unas lágrimas salieron por los ojos del chiquillo. El las limpiaría rápidamente para luego proseguir. - El tiempo me ha mostrado que la familia no se trata sangre o carne. Se trata de vivir con aquellas personas que puedan compartir un sueño o un objetivo en común y disfrutarlo del éxito de lograrlo. Soy un herrero, un guerrero y un músico. Y por todo mi comportamiento inadecuado, ofrezco mis mas sinceras disculpas.
Dicho aquello, el joven rey de la forja se coloco rodillas al suelo, arrodillándose ante las presentes en señal de respeto y para pedir perdón. Era momento de tratar de ganarse a su futuras hermanas, y siendo honesto era la mejor manera de lograrlo.
Por suerte no fue una gran cantidad de metal fundido lo que había caído sobre las plumas de la súper ave y, el chiquillo era aún más suertudo de tener a Lysbeth cerca, ya que con un rápido reflejo logro mantener en la misma posición a Suzaku, mientras que el pirata se concentraba en quitar las plumas con los restos del metal. Eran unas cuantas gotas, pero seguramente dolían mucho.
-Shhh… Ya, ya… ha sido mi error. – Decía el pequeño mientras quitaba el plumaje lleno de metal ardiendo. Al quitar la última, Suzaku se mostró aliviada, Aunque no perdió el tiempo y volteo la cabeza para darle unos cuantos picotazos en modo de “reclamo”. – Lo sé, lo sé. Totalmente mi error hermosa.
Y a pesar de que todo fuera accidente, a las amazonas no parecía importarles, ya que las miradas con odio y los susurros no paraban. El pelilargo no se lo tomaba a pecho, cada cabeza es un mundo y cada persona tiene derecho de pensar de la mejor manera que le plazca pero, en este caso la situación lo hacía pensar un poco más y, no simplemente pensamientos vacíos, en definitiva Alpha quería encontrar la manera de cómo ganarse el favor de las amazonas, y la única que se le ocurrió de momento, era narrar un poco sobre de él
Por otro lado, al notar que las amazonas no se notaban conformes con una alianza entre la princesa y la marina, hizo que pirata al igual que Lys, sonriera ¿A quién pretendía engañar? Disfrutaba con saber que los “azulejos” no tenían la aceptación de esta isla. Pero ya sería en otro momento en que ocuparía su atención en ese problema Marine, por ahora lo importante es cumplir el primer paso, confianza.
Utilizando sus “reflejos fotógrafos” observaba detalladamente como las amazonas preparaban las tiendas, aprendiendo rápidamente a como armarlas, luego el pequeño comenzó ayudar a su maestra. Fue más que fácil encender la fogata, simplemente recogiéndose la manga del kimono y tocándola con la mano.
Luego de un rato, y haber logrado colocar un lugar donde acampar, el pequeño recibir una llamada por su den den mushi. El no perdió el tiempo y se puso en marcha en el lugar donde se encontraba su maestra y, agachando la cabeza dando una reverencia, se dispuso a interrumpir por un momento para contestar la llamada. - ¿Si? Excelente Yasei. Confió ciegamente en tu maravillosa habilidad para domar lo que sea, después de todo si lograste domar a un rey marino esto no será nada para ti. – Mientras Alpha respondía aquello, no pudo evitar embozar una sonrisa, sabía que la criminal la estaba pasando bien, ella solía disfrutar este tipo de cosas. – Por nuestra parte todo esta bien, en caso todo bien con Lysbeth. He de ser honesto, no me he comportado de la mejor manera y por accidente he quemado a Suzaku, pero no ha sido grave. Te mantendré informado en tal caso, procura descansar, diosa de los felinos. – El herrero colgó el den den. Y de aquí ya era el momento de llevar a cabo su plan, esperando que el saber un poco más de él.
-¡Guerreras! – Refiriéndose a las mujeres, las llamaba a todas mientras se colocaba en el centro del campamento. – Se muy bien que no soy bienvenido en este lugar. Se muy bien que para ustedes ser un hombre ya es un castigo divino y… se muy bien que par ustedes simplemente soy un simple hombre más. Y no las juzgo ni las maldigo por señalarme o cuestionarme por lo que soy. Pero… al menos permitan que yo les narre algo o mejor dicho, cantarles. Son libres de verme como gusten después de que les narre esto.
Era momento de utilizar uno de sus habilidades, era momento de utilizar el primer gran instrumento que todo solista debería tener, era momento de utilizar aquello que lo haría ganar mil y una guerras inspirando a todos sus hermanos y a todos sus soldados.
Era momento de escuchar su voz.
"Humo verás de la montaña al respirar
y el viento entre valles sooooplará
el cielo y su luz, pronto oscurecerá
y sabrás que Alpha vendrá
Tropezarás, a un abismo te enfrentarás
gritos y aullidos te envuelven hoy
cerca de un puente, el frío te congelará
si lo cruzas allí hallarás a Alpha
Río infernal, que a la tierra calcinará
Su reino de piedra ocultó esta
Como un dios, el acero repicará
es aquel llamado Alpha
Llamas que caen, cual estrellas verás saltar
es la forja de una divinidad
fuelles y fuego, trabajan con decisión
El joven de la forja está aquí, es Alpha"
y el viento entre valles sooooplará
el cielo y su luz, pronto oscurecerá
y sabrás que Alpha vendrá
Tropezarás, a un abismo te enfrentarás
gritos y aullidos te envuelven hoy
cerca de un puente, el frío te congelará
si lo cruzas allí hallarás a Alpha
Río infernal, que a la tierra calcinará
Su reino de piedra ocultó esta
Como un dios, el acero repicará
es aquel llamado Alpha
Llamas que caen, cual estrellas verás saltar
es la forja de una divinidad
fuelles y fuego, trabajan con decisión
El joven de la forja está aquí, es Alpha"
Al terminar de cantar, el herrero de lo imposible dio un suspiro un poco melancolico y deprimido, recordar la canción que su madre le escribió a el, cuando era un pequeño, le llenaba de muchos sentimientos.
-Soy Freites D. Irkenox Alpha. Hijo de Freites Titania, la herrera de lo inimaginable. Ella fue antigua líder de la dinastía Freites, hasta que los nobles, de la Red Line, aquellos que son protegido por los marines, conspiraran en contra de nuestra familia. Lavándole el cerebro nuestros seres queridos con engaños, logrando que se organizaran para que traicionaran a mi madre, y… haciendo que ella y yo realizáramos un acto del cual no estamos orgullosos. – Una pausa momentánea justo allí, unas lágrimas salieron por los ojos del chiquillo. El las limpiaría rápidamente para luego proseguir. - El tiempo me ha mostrado que la familia no se trata sangre o carne. Se trata de vivir con aquellas personas que puedan compartir un sueño o un objetivo en común y disfrutarlo del éxito de lograrlo. Soy un herrero, un guerrero y un músico. Y por todo mi comportamiento inadecuado, ofrezco mis mas sinceras disculpas.
Dicho aquello, el joven rey de la forja se coloco rodillas al suelo, arrodillándose ante las presentes en señal de respeto y para pedir perdón. Era momento de tratar de ganarse a su futuras hermanas, y siendo honesto era la mejor manera de lograrlo.
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La noche se cierne ante vosotros y os dais cuenta de que el calor de la jungla empieza a notarse con mucha humedad. La temperatura es más baja en general pero podéis volver a sentiros pegajosos e incluso molestos. Hay una cantidad de bichos en el aire abismal, hasta picándoos por alguna que otra parte. El sonido del lugar os envuelve y cada ruido puede causaros paranoya si así lo decidís. Sin duda una isla en el Calm Belt puede ser más peligrosa de lo que parece, ya que sin una suficiente preparación la selva os puede devorar. Si sois de sueño ligero, sin duda, no podréis descansar correctamente. Pueden escucharse siseos, arbustos removerse, algún que otro aullido de fondo... Parecen haber más felinos de lo normal. La cosa es que no estáis solos, a pesar de estar acompañados por animales o amazonas. Hay más y no lo podéis negar. Así que lo mejor sería que hicieseis vuestras cosas e intentaseis descansar. Velar por vuestra seguridad o no os lo dejo a vosotros.
Freites y Lysbeth:
Zaina:
Freites y Lysbeth:
- Veamos Freites, sin lugar a dudas, has causado sentimientos encontrados con tu actuación en general. Hay algunas que te han ignorado completamente, otras que les ha parecido hasta pueril debido a que no has explicado que fue una canción que te dedicaron. Creen que eres bastante ególatra por hablar de ti en tercera persona, por lo que pierden totalmente el interés a la hora de tu discurso conmovedor. Sin embargo, alguna que otra sí que le ha interesado y hasta, podría decirse, que se les ha metido algo en el ojo, porque les has hecho llorar. También parecen haber creído tu historia y parecen interesadas por tu madre más que por ti, por lo que te rodean un pequeño grupo y te obligan a ir con ellas para que les cuentes sobre Titania.
―¿Y cómo era tu madre? ―Pregunta una de ellas llevándose la mano a los mofletes―. Supondré que esa canción te la dedicó, ¿no? ¿Sino quién hace canciones de sí mismo desde esa perspectiva? Suena a que te la hicieron, vamos.
―Sí, sin lugar a dudas. El problema es que nuestras hermanas no piensan lo mismo y tampoco podemos oponernos a ellas. No somos de los rangos más altos y nos ignorarían, así que poco podemos hacer para ayudarle. Quizás correr algún que otro buen rumor sobre él cuando lleguemos al poblado.
La tercera se introduce en la conversación cortando bruscamente a la segunda, apartándola incluso para sacudirte brevemente tomándote de los hombros.
―¡¿Pero está bien el pájaro?!
Poco más puedes hacer que intentar aprovechar esta oportunidad para convencerlas o expresarle tus verdaderas intenciones. ¿Porque hasta a lo mejor te pueden ayudar a ligar con la reina, no crees?
Lysbeth, el resto de amazonas que no se han quedado embobadas con la canción de Freites te han tomado total atención tras tus palabras previas a su discurso. Siguen teniendo esa admiración casi platónica hacia ti, y cuando les comentas sobre una segunda mujer parecen hasta sorprenderse. Sin lugar a duda estas mujeres son realmente honestas: no tienen ningún problema en admitir que una mujer es más bella y fuerte que ellas, dejando su orgullo de lado. De hecho se les puede ver en la cara que les gustaría conocer a Yasei tanto como les ha gustado conocerte a ti. Lógicamente han observado a Freites tomar el den den mushi, pero al haber explicado tú previamente la presencia de la moza de los felinos no se lo han tomado a mal. De hecho parecen ser mucho más cuidadosas de lo normal: han intentado hasta poner la oreja para ver si realmente se salía de la línea lo que ha dicho.
Tras comentarles lo de la Marine, la líder del grupo una vez más habla contigo. Te pide que te acerques con ella y, si aceptas, mantendrá una conversación contigo.
―Verás. Entiendo tu punto de vista y lo comparto. No estamos de acuerdo casi ninguna con la decisión de aliarnos con la Marine. Nuestra jefa conocía de sobras que la propia Boa Hancock acabó traicionándolos por una persona en especial. Vienen aquí y hacen absolutamente lo que quieren. Se creen los reyes del mambo, vamos. Encima no hay casi mujeres, ¿tú te lo puedes creer? ―Se le puede ver en la cara una expresión de rabia―. Si nosotras entrásemos en ese cuerpo se dejarían de gilipolleces. Por eso mismo os pido que eliminéis al rey de la selva. Es una de las mascotas de los vice-almirantes que suelen venir. Si lo matáis o lo hacéis desaparecer a lo mejor la Marine culpa a la reina y podemos acabar con esta alianza estúpida. Somos fuertes de sobras para defendernos solas y tenemos recursos por todos los lados. Que les jodan.
A partir de aquí sois libres para hacer lo que queráis, pero vuestra narración debe acabar tras despertar.
Zaina:
- Es impresionante: la serpiente marina sigue ahí plasmada esperando, con la misma postura y mirando firme a las estatuas. Baja sin dudar ni un momento el morro y te lo ofrece para que la acaricies. Muy seguramente casi ni sienta tu tacto al tener escamas, pero parece reconfortarle brevemente. Acerca la cabeza y te pega un pequeño empujón con ella, pero no para hacerte daño. Lo hace en muestra de agradecimiento o sumisión, eso ya va a tu interpretación. Parece que echa de menos algo y tiene una gran ansiedad, ya que al darte la muestra de afecto se pone rígida y empieza a sisear hacia el aire, casi como si una madre llamase a sus crías. Aunque son otro tipo de animales, y quizás simplemente es un gesto que puedes ignorar. Al fin y al cabo no se conoce demasiado la raza.
La estrategia de cocinar de alguna forma lo que estás a punto de ingerir puede ser hasta inteligente. Al fin y al cabo el cuerpo humano evoluciona para adaptarse a todo lo que se le ponga por delante. Claro, en eso intervienen muchas generaciones de por medio, pero siempre puede forzarse la máquina de alguna forma. Este mundo es uno raro en el que hay gente lanzando llamas por la boca, ¿por qué tú no podrías segregar veneno? Tras ingerirlo mientras tienes la llamada, puedes escuchar de fondo el cuchicheo de las amazonas. No están solos y quizás necesiten tu ayuda... O no. Por lo que te dice Freites podrías quedarte más tranquila, pero eso ya va a tu elección.
Una vez pasas la noche con una indigestión de la hostia, puedes levantarte notando dos cosas. La primera que no puedes ver del todo claro: tu vista está ligeramente borrosa, casi como con una neblina por delante. No te impide ver lo que tienes delante, pero has perdido bastante distancia de profundidad a la hora de ver. Lo segundo, es que tienes las manos sudando. Y el sudor es de un color con un tono ligeramente verdoso, casi rozando lo transparente. A partir de aquí eres libre para hacer lo que quieras y asumir lo que necesites. Suerte.
Aki D. Arlia
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Afinó el oído cuando llamó Yasei, por supuesto. ¿Un gato grande, fiero y maleducado? Su intuición había estado en lo correcto y se alegraba genuinamente de ello. Se rió entre dientes al escuchar la respuesta de Freites. Esperaba que alguna amazona hubiera oído por casualidad lo de domar a un rey marino. Estaba convencida de que en cuanto dieran con ella las Kuja revolotearían alrededor de la dama del desierto como polillas cerca de una hoguera.
Escuchó también la canción de su compañero, un tanto embelesada. Tenía buena voz y por unos instantes le dieron ganas de bailar algo lento para acompañarle. Sin embargo, ese era el momento del pequeño pirata. Asintió con muda aprobación al ver como un par de amazonas se acercaban a él en busca de más información. Era perfecto. Nada más que un comienzo, tampoco nada menos. Cualquier cosa que le ayudase a conseguir su objetivo era más que bienvenida. Sabía que las trataría con amabilidad y respeto, que era justo lo que necesitaban. Estaba orgullosa de él.
Me acerqué a la amazona tal y como ella me pedía. Nos encontrábamos un tanto apartadas del campamento y aunque solo eran unos pasos, sus palabras me hicieron entender el por qué de la privacidad. Le dejó hablar y desahogarse, porque claramente era un tema que le enervaba. Lo comprendía, por supuesto. Trató de ponerle una mano en el hombro para reconfortarla, atenta a su lenguaje corporal para quitarla con naturalidad si veía que le incomodaba. Esbozó una sonrisa triste antes de responderle.
-Ey. Lo entiendo. ¿Qué si me lo creo? Lo que todavía estoy asimilando es que exista un paraíso como el vuestro; vuestra independencia y forma de vida se han convertido en una leyenda por los cuatro confines… y con razón, pues por mucho que me pese sois una excepción. No debería ser así. Y si bien he conocido a marines con buen corazón, también eran tercos como mulas y ciegos a la realidad de aquello a lo que servían.
Meneó la cabeza, como intentando apartar un pensamiento molesto. No mentía, en realidad. Y le parecía triste, pero no era su responsabilidad ir abriéndole los ojos a la gente. Ella seguía su camino y ellos el suyo, sin más. Y de todas formas, ahora tenían cosas más importantes en las que pensar. Caviló unos segundos, antes de pedirle un segundo a la amazona y sacar su den den mushi para llamar a Yasei. No se apartó de su acompañante, no tenía sentido ocultarle nada.
-Hola preciosa, ¿cómo andas? Escuché lo que le dijiste a Freites y creo que sé quién es ese gatete que andas buscando. Dime dónde te encuentras, acudiremos a echarte un cable. Sé que puedes tú sola, pero no me fio de que aparezca alguien inesperado. Te contaré más cuando estemos allí.
En realidad, le parecía muy cobarde por parte de la marina aliarse con las amazonas y reclutar su ayuda en lugar de adentrarse ellos mismos en la jungla para recuperar su mascota. Si se había escapado, tan bien domado no debía estar, vicealmirante o no. Guardó el den den mushi y miró fijamente a la amazona. Era el momento de ponerse seria.
-Estoy casi convencida de que mi compañera ha encontrado al animal que estáis buscando. Quiero acudir a apoyarla, tanto para asegurarme de que todo sale bien como para ayudaros con vuestra situación. Sin embargo, no quiero que nadie piense que estamos intentando escapar. ¿Nos acompañaríais, tú y una amazona de tu elección? Seréis nuestros testigos y custodios; una vez todo termine regresaremos a la tribu de las Kuja junto a vosotras, tienes mi palabra.
Esperó su respuesta con calma. Si se negaba, le diría que lo entendía, pero que debía seguir a su instinto. Cogería a Freites y se irían por la jungla en dirección a la cueva en la que se encontraba Yasei. Si aceptaba, irían con ellas. Una vez llegasen y hechas las preocupaciones, se ocuparía de la joven. Lysbeth no sabía mucho de venenos, pero pese a lo que pudiera parecer sí tenía instinto maternal y sabía cuidar de los suyos. Le prepararía una cama mullidita con hojas y mantas para que pudiera descansar adecuadamente y haría un poco de té. La cocina no era lo suyo tampoco, pero algo tan simple como calentar una hoja que reconocía estaba a su alcance. Esperaba que le ayudase a calmar el estómago. No cuestionaba sus motivos para llevar a cabo lo que estaba haciendo, pero era cierto que le intrigaba.
Una vez todos estuvieran asentados y descansando, se quedaría a la salida de la cueva, trenzando varias lianas entre sí para hacer sogas y entretenerse. No iba a dormir; no lo necesitaba y esta noche prefería ser la que se quedase haciendo guardia. Tenían un largo día por delante.
Escuchó también la canción de su compañero, un tanto embelesada. Tenía buena voz y por unos instantes le dieron ganas de bailar algo lento para acompañarle. Sin embargo, ese era el momento del pequeño pirata. Asintió con muda aprobación al ver como un par de amazonas se acercaban a él en busca de más información. Era perfecto. Nada más que un comienzo, tampoco nada menos. Cualquier cosa que le ayudase a conseguir su objetivo era más que bienvenida. Sabía que las trataría con amabilidad y respeto, que era justo lo que necesitaban. Estaba orgullosa de él.
Me acerqué a la amazona tal y como ella me pedía. Nos encontrábamos un tanto apartadas del campamento y aunque solo eran unos pasos, sus palabras me hicieron entender el por qué de la privacidad. Le dejó hablar y desahogarse, porque claramente era un tema que le enervaba. Lo comprendía, por supuesto. Trató de ponerle una mano en el hombro para reconfortarla, atenta a su lenguaje corporal para quitarla con naturalidad si veía que le incomodaba. Esbozó una sonrisa triste antes de responderle.
-Ey. Lo entiendo. ¿Qué si me lo creo? Lo que todavía estoy asimilando es que exista un paraíso como el vuestro; vuestra independencia y forma de vida se han convertido en una leyenda por los cuatro confines… y con razón, pues por mucho que me pese sois una excepción. No debería ser así. Y si bien he conocido a marines con buen corazón, también eran tercos como mulas y ciegos a la realidad de aquello a lo que servían.
Meneó la cabeza, como intentando apartar un pensamiento molesto. No mentía, en realidad. Y le parecía triste, pero no era su responsabilidad ir abriéndole los ojos a la gente. Ella seguía su camino y ellos el suyo, sin más. Y de todas formas, ahora tenían cosas más importantes en las que pensar. Caviló unos segundos, antes de pedirle un segundo a la amazona y sacar su den den mushi para llamar a Yasei. No se apartó de su acompañante, no tenía sentido ocultarle nada.
-Hola preciosa, ¿cómo andas? Escuché lo que le dijiste a Freites y creo que sé quién es ese gatete que andas buscando. Dime dónde te encuentras, acudiremos a echarte un cable. Sé que puedes tú sola, pero no me fio de que aparezca alguien inesperado. Te contaré más cuando estemos allí.
En realidad, le parecía muy cobarde por parte de la marina aliarse con las amazonas y reclutar su ayuda en lugar de adentrarse ellos mismos en la jungla para recuperar su mascota. Si se había escapado, tan bien domado no debía estar, vicealmirante o no. Guardó el den den mushi y miró fijamente a la amazona. Era el momento de ponerse seria.
-Estoy casi convencida de que mi compañera ha encontrado al animal que estáis buscando. Quiero acudir a apoyarla, tanto para asegurarme de que todo sale bien como para ayudaros con vuestra situación. Sin embargo, no quiero que nadie piense que estamos intentando escapar. ¿Nos acompañaríais, tú y una amazona de tu elección? Seréis nuestros testigos y custodios; una vez todo termine regresaremos a la tribu de las Kuja junto a vosotras, tienes mi palabra.
Esperó su respuesta con calma. Si se negaba, le diría que lo entendía, pero que debía seguir a su instinto. Cogería a Freites y se irían por la jungla en dirección a la cueva en la que se encontraba Yasei. Si aceptaba, irían con ellas. Una vez llegasen y hechas las preocupaciones, se ocuparía de la joven. Lysbeth no sabía mucho de venenos, pero pese a lo que pudiera parecer sí tenía instinto maternal y sabía cuidar de los suyos. Le prepararía una cama mullidita con hojas y mantas para que pudiera descansar adecuadamente y haría un poco de té. La cocina no era lo suyo tampoco, pero algo tan simple como calentar una hoja que reconocía estaba a su alcance. Esperaba que le ayudase a calmar el estómago. No cuestionaba sus motivos para llevar a cabo lo que estaba haciendo, pero era cierto que le intrigaba.
Una vez todos estuvieran asentados y descansando, se quedaría a la salida de la cueva, trenzando varias lianas entre sí para hacer sogas y entretenerse. No iba a dormir; no lo necesitaba y esta noche prefería ser la que se quedase haciendo guardia. Tenían un largo día por delante.
Zaina Nitocris
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Odiaba la sensación en el estómago que aquel veneno le estaba dejando. Era como tener un agujero infinito que no eres capaz de llenar con nada, solo te quedas observando como todo desaparece dentro suya y pase lo que pase no te llena. Los sudores fríos y los escalofríos son lo de menos, incluso cuando esa mañana se levanta dándose cuenta de que sus ojos de gatita no ven más lejos de uno o dos metros. Incluso ese jodido y desagradable sudor verdoso es algo que simplemente está ahí, al menos hasta que tus gatos se acercan y Jade da una ligera arcada presa del olor y las sensaciones que llegan a su nariz.
Un baño a la orilla del mar intenta calmar todo aquello, sin embargo no es excesivamente efectivo. Se envuelve con una túnica de seda negra y camina despacio, siguiendo a Rouge que no se separa demasiado de ella. Es entonces que la segunda llamada sucede y asiente ante las palabras de Lys- He armado un campamento cerca de la playa, en diagonal a donde está el bicho, venir aquí y luego os guiare hasta la cueva- No tardaron demasiado en llegar con sus indicaciones, el problema fue que la mujer entró en pánico en cuanto la vio de aquella manera y Zaina no pudo evitar sonreír- Oh vamos, estoy bien, estoy buscando… Algo, sí, le podemos llamar algo a buscar segregar o resistir venenos tras su Ingesta – Se encoge de hombros y se deja mimar, mientras el Rey Marino se preocupa por ella al verla.
Finalmente les indicadores donde está la cueva y todo aquello, trazar un plan es sencillo con Lys y el muchacho allí. Él solo tiene que hacer los grilletes adecuados o una celda para moverlo, Lys y ella se encargarán de reducirlo y transportarlo hasta una zona segura y aislada de la isla- Nos lo llevaremos fuera, o bien hacerle una jaula en la playa o meterlo en el barco, tengo que sacarlo de esa cueva y ver que demonios hay dentro para que se ponga así el Rey Marino – Suspira ligeramente, acepta la cama, el té que no sabe tan mal como la muchacha puede llegar a pensar y se acurruca. Esa clase de cosas tardan cuarenta y ocho horas en digerirse pero es consciente de que mañana a la noche tendrá que darle dos sorbos a esa jodida sopa.
De momento esperaba que las Amazonas también colaborasen a la hora de meter o agarrar al inmenso felino ya que el muchacho solo lo tendría complicado al ser tan grande. Les dejaría una parte de su cena, nada del caldo de serpiente por supuesto, aun podía hacer algo sencillo pero impresionante para el resto.
Entonces al caer la siguiente noche, lo único que tuvo que hacer fue dormir y saber que a la mañana siguiente estaría rumbo a aquella cueva con todo preparado. No iba a ser fácil, pero si todos colaboraban, la palabra imposible perdía su significado. Entre todos serían capaces de salvar aquella isla y conseguir todo lo que se proponían.
Un baño a la orilla del mar intenta calmar todo aquello, sin embargo no es excesivamente efectivo. Se envuelve con una túnica de seda negra y camina despacio, siguiendo a Rouge que no se separa demasiado de ella. Es entonces que la segunda llamada sucede y asiente ante las palabras de Lys- He armado un campamento cerca de la playa, en diagonal a donde está el bicho, venir aquí y luego os guiare hasta la cueva- No tardaron demasiado en llegar con sus indicaciones, el problema fue que la mujer entró en pánico en cuanto la vio de aquella manera y Zaina no pudo evitar sonreír- Oh vamos, estoy bien, estoy buscando… Algo, sí, le podemos llamar algo a buscar segregar o resistir venenos tras su Ingesta – Se encoge de hombros y se deja mimar, mientras el Rey Marino se preocupa por ella al verla.
Finalmente les indicadores donde está la cueva y todo aquello, trazar un plan es sencillo con Lys y el muchacho allí. Él solo tiene que hacer los grilletes adecuados o una celda para moverlo, Lys y ella se encargarán de reducirlo y transportarlo hasta una zona segura y aislada de la isla- Nos lo llevaremos fuera, o bien hacerle una jaula en la playa o meterlo en el barco, tengo que sacarlo de esa cueva y ver que demonios hay dentro para que se ponga así el Rey Marino – Suspira ligeramente, acepta la cama, el té que no sabe tan mal como la muchacha puede llegar a pensar y se acurruca. Esa clase de cosas tardan cuarenta y ocho horas en digerirse pero es consciente de que mañana a la noche tendrá que darle dos sorbos a esa jodida sopa.
De momento esperaba que las Amazonas también colaborasen a la hora de meter o agarrar al inmenso felino ya que el muchacho solo lo tendría complicado al ser tan grande. Les dejaría una parte de su cena, nada del caldo de serpiente por supuesto, aun podía hacer algo sencillo pero impresionante para el resto.
Entonces al caer la siguiente noche, lo único que tuvo que hacer fue dormir y saber que a la mañana siguiente estaría rumbo a aquella cueva con todo preparado. No iba a ser fácil, pero si todos colaboraban, la palabra imposible perdía su significado. Entre todos serían capaces de salvar aquella isla y conseguir todo lo que se proponían.
Freites D. Alpha
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Al parecer, todo había dado un resultado positivo. Cierto grupo pequeño de las amazonas habían logrado conectar con el pequeño de alguna manera. Rápidamente le rodearon y le guiaron a otro lugar, donde todas y cada una montaban más interés sobre su madre que sobre el mismo, cosa que no le molestaba en lo absoluto.
- ¿Mi madre? Mi madre era una mujer maravillosa. – Dijo amablemente, respondiendo a la primera chica – Una poderosa mujer, herrera e historiadora. De cabellera larga y muy hermosa, solía medir unos dos metros y medio, era una mujer totalmente alta y única. Es una lastima que no pude heredar su altura, pero si llegue a heredar su talento para la herrería, y una que otra cosilla en realidad. Mama solía vivir con el sueño de fundar un reino donde todos podamos vivir en conjunto. Sin discriminación y sin importar de donde fueras. Donde se le la oportunidad a todos de luchar por lo que más deseen. He de decir también que ese también ha sido mi sueño desde que tengo memoria, fundar un país donde todos podamos vivir juntos. Navego por el mundo dándoles la oportunidad a todos por igual. Haciéndolos parte de mi familia, así como Titania Freites quiso hacerlo hace ya unos años. Y si, estas en lo correcto. Esa solía ser la canción de cuna que mi madre solía cantarme a mí. Esa era la visión que ella tenía de mí.
Y te puedo entender a ti también joven promesa guerrera. – Dijo a la segunda amazona. – Entiendo muy bien las razones y los motivos por la cual los hombres son mal vistos en esta isla y no quiero que nadie se pelee con nadie, hasta comparto su misma opinión. Aunque debo decirlos que existen muy pocos hombres que valen la pena, ya que el resto son otra cosa. He viajado mucho y he podido corroborar muchas cosas con mis propios ojos. Pero también he de decirte esto: Hombre o mujer, da igual. Lo que realmente importa es lo que tu corazón expresa. Se que me entiendes, después de todo. Somos de la misma especie, somos guerreros. Aunque si realmente quieren ayudarme todas. Solo les pediría cuatro cosas:
la primera seria la oportunidad de poder estudiar junto con las herreras de aquí el arte de las herrería amazónica, tengo muchas ideas y tengo muchos proyectos en una bitácora personal, la cual me comprometo a entregarle mis diseños únicamente a ustedes, ya que son armaduras para mujeres.
La segunda es mucho más simple, quiero una gran botella de sake, el mejor sake que tengan en la isla y en una enorme botella. Si he de pagarla, la pagare. No tengo problema con ello. La razon es que me gustaria poder compartir con todas ustedes y las invito a compartir una comida conmigo y con Lysbeth.
La tercera es un poco complicada, me gustaría una guitarra. Me gustaría poder tocarles muchas más canciones a todas ustedes, También sería una gran oportunidad para que observen a la poderosa Lysbeth bailar. Es una bailarina de muy alto calibre.
Y por último seria hierro en suficientes cantidades para hacer una enorme jaula o cadenas en su defecto. Aparte de la poderosa Lysbeth Ardian, ha venido también a la isla la implacable Yasei, ladomadora de las arenas. Una mujer de igual belleza que la pirata aquí presente y una gran amiga. Ella se encuentra en la búsqueda del felino que la marina tanto busca, y quisiera darle un apoyo.
Después de platicar con calma y esperar que las amazonas meditaran sobre todo lo que el chiquillo había hablado, la tercera amazonas le tomaría de los hombros preguntando por el estado de la súper ave. Alpha sonreiría y le miraría con amabilidad. Dio un pequeño silbido y la plumífera se acercaría rápidamente ante todos.
- No te preocupes, ella está bien. – dijo mientras Suzaku se acercaba a la amazonas que preguntaba por ella, bajando su cabeza para ella pudiera acariciarle. – Suzaku es una súper ave de clase guerrera. Resistente y fuerte. Aun no la he usado en mi primero batalla puesto que aún no he forjado el arma indicada para que ambos podamos luchar como uno solo pero puedes notar que está bien guerrera. Puedo notar también tu pasión por los animales, al igual que todas las presentes. Puedo prometerte una cosa: traeré para ti un ejemplar macho de las súper aves de guerra y dártelo de obsequio, dime tu nombre y una vez termine mis asuntos traerá yo mismo un ejemplar para ti. A diferencia de las hembras, ellos vuelan por los cielos a grandes velocidades. Mientras que las féminas de esta raza son conocidas por ser mortales en tierra. Y a decir verdad. Si Suzaku quisiera, ella pudiera herirme de gravedad en cualquier momento.
Suzaku se mostraba orgullosa ante aquella explicación sobre su especie. Después de ser acariciada (si es que la amazona lo hace) levantaría le pecho con orgullo, como si dijese: Soy la más fuerte en tierra putos. Por otro lado Alpha tenía una cosa más que añadir.
-Oh si, algo más. He venido a una audiencia con la princesa. He por eso que al igual que Lysbeth estoy aquí. He sido totalmente honesto hasta este punto. También quiero que sepan que cualquier cosa con la que pueda ayudarlas, pueden contar conmigo. Y agradezco de todo corazón que me dieran la oportunidad de escucharme.
En caso de que ellas pudieran entregarle el metal para preparar la jaula o las cadenas. Alpha se quedaría despierto lo necesario para forjarlas mientras acompaña a su maestra en la guardia. Ya descansaría lo que necesitara en otro momento. Después de todo tiene el aguanta necesario para durar lo que haga falta. La noche es joven y la batalla se acerca. Sin importar quien fuese, era necesario estar listo.
- ¿Mi madre? Mi madre era una mujer maravillosa. – Dijo amablemente, respondiendo a la primera chica – Una poderosa mujer, herrera e historiadora. De cabellera larga y muy hermosa, solía medir unos dos metros y medio, era una mujer totalmente alta y única. Es una lastima que no pude heredar su altura, pero si llegue a heredar su talento para la herrería, y una que otra cosilla en realidad. Mama solía vivir con el sueño de fundar un reino donde todos podamos vivir en conjunto. Sin discriminación y sin importar de donde fueras. Donde se le la oportunidad a todos de luchar por lo que más deseen. He de decir también que ese también ha sido mi sueño desde que tengo memoria, fundar un país donde todos podamos vivir juntos. Navego por el mundo dándoles la oportunidad a todos por igual. Haciéndolos parte de mi familia, así como Titania Freites quiso hacerlo hace ya unos años. Y si, estas en lo correcto. Esa solía ser la canción de cuna que mi madre solía cantarme a mí. Esa era la visión que ella tenía de mí.
Y te puedo entender a ti también joven promesa guerrera. – Dijo a la segunda amazona. – Entiendo muy bien las razones y los motivos por la cual los hombres son mal vistos en esta isla y no quiero que nadie se pelee con nadie, hasta comparto su misma opinión. Aunque debo decirlos que existen muy pocos hombres que valen la pena, ya que el resto son otra cosa. He viajado mucho y he podido corroborar muchas cosas con mis propios ojos. Pero también he de decirte esto: Hombre o mujer, da igual. Lo que realmente importa es lo que tu corazón expresa. Se que me entiendes, después de todo. Somos de la misma especie, somos guerreros. Aunque si realmente quieren ayudarme todas. Solo les pediría cuatro cosas:
la primera seria la oportunidad de poder estudiar junto con las herreras de aquí el arte de las herrería amazónica, tengo muchas ideas y tengo muchos proyectos en una bitácora personal, la cual me comprometo a entregarle mis diseños únicamente a ustedes, ya que son armaduras para mujeres.
La segunda es mucho más simple, quiero una gran botella de sake, el mejor sake que tengan en la isla y en una enorme botella. Si he de pagarla, la pagare. No tengo problema con ello. La razon es que me gustaria poder compartir con todas ustedes y las invito a compartir una comida conmigo y con Lysbeth.
La tercera es un poco complicada, me gustaría una guitarra. Me gustaría poder tocarles muchas más canciones a todas ustedes, También sería una gran oportunidad para que observen a la poderosa Lysbeth bailar. Es una bailarina de muy alto calibre.
Y por último seria hierro en suficientes cantidades para hacer una enorme jaula o cadenas en su defecto. Aparte de la poderosa Lysbeth Ardian, ha venido también a la isla la implacable Yasei, ladomadora de las arenas. Una mujer de igual belleza que la pirata aquí presente y una gran amiga. Ella se encuentra en la búsqueda del felino que la marina tanto busca, y quisiera darle un apoyo.
Después de platicar con calma y esperar que las amazonas meditaran sobre todo lo que el chiquillo había hablado, la tercera amazonas le tomaría de los hombros preguntando por el estado de la súper ave. Alpha sonreiría y le miraría con amabilidad. Dio un pequeño silbido y la plumífera se acercaría rápidamente ante todos.
- No te preocupes, ella está bien. – dijo mientras Suzaku se acercaba a la amazonas que preguntaba por ella, bajando su cabeza para ella pudiera acariciarle. – Suzaku es una súper ave de clase guerrera. Resistente y fuerte. Aun no la he usado en mi primero batalla puesto que aún no he forjado el arma indicada para que ambos podamos luchar como uno solo pero puedes notar que está bien guerrera. Puedo notar también tu pasión por los animales, al igual que todas las presentes. Puedo prometerte una cosa: traeré para ti un ejemplar macho de las súper aves de guerra y dártelo de obsequio, dime tu nombre y una vez termine mis asuntos traerá yo mismo un ejemplar para ti. A diferencia de las hembras, ellos vuelan por los cielos a grandes velocidades. Mientras que las féminas de esta raza son conocidas por ser mortales en tierra. Y a decir verdad. Si Suzaku quisiera, ella pudiera herirme de gravedad en cualquier momento.
Suzaku se mostraba orgullosa ante aquella explicación sobre su especie. Después de ser acariciada (si es que la amazona lo hace) levantaría le pecho con orgullo, como si dijese: Soy la más fuerte en tierra putos. Por otro lado Alpha tenía una cosa más que añadir.
-Oh si, algo más. He venido a una audiencia con la princesa. He por eso que al igual que Lysbeth estoy aquí. He sido totalmente honesto hasta este punto. También quiero que sepan que cualquier cosa con la que pueda ayudarlas, pueden contar conmigo. Y agradezco de todo corazón que me dieran la oportunidad de escucharme.
En caso de que ellas pudieran entregarle el metal para preparar la jaula o las cadenas. Alpha se quedaría despierto lo necesario para forjarlas mientras acompaña a su maestra en la guardia. Ya descansaría lo que necesitara en otro momento. Después de todo tiene el aguanta necesario para durar lo que haga falta. La noche es joven y la batalla se acerca. Sin importar quien fuese, era necesario estar listo.
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Freites:
Lysbeth:
Zaina:
Hay mucho bicho revoloteando y ni siquiera las dos amazonas que os siguen parecen estar muy tranquilas hacia la dirección a la que os dirigís. Parecen algo tímidas ya que se han presentado ante Yasei con un vago movimiento de mano y evitando una mirada directa. Más o menos como pasó con Lysbeth. Dicho esto, tenéis libertad narrativa para entrar en la cueva e interactuar con vuestras compañeras para dirigiros a ellas. No os dirán que no a una buena charla y hasta quizás podrán aportaros algo de información. Si no os pasáis pidiendo, claro.
- Te escuchan atentamente pero empiezan a fruncir el ceño conforme hablas y hablas y hablas. Te habían comentado sobre difundir algún que otro buen rumor y de que no tenían ningún tipo de estatus en la isla. Por lo que básicamente, has tirado demasiado de la cuerda. No parecen tan interesadas como antes y se encuentran un poco agobiadas ya que no pueden hacer nada por ti, no por lo menos de lo que has pedido. Se acerca la que te había preguntado por el pájaro, que es la que parece la que habla por las tres y te pone una mano en el hombro.
―Te volvemos a repetir que no podemos hacer casi nada. Además, ¿tú te escuchas? ¿Cómo te vamos a dar metal? Estamos en medio de la jungla. Creo que nos hemos equivocado contigo, por lo menos por ahora. Así que por ahora vamos a alejarnos y ver cómo van las cosas, porque no queremos que nos dejes en ridículo con esa actitud. No sé quién te crees, pero estás pidiendo demasiado por hacer absolutamente nada. Aquí las cosas se ganan a sudor y a base de acciones. Pedir no te llevará a ningún lado, así que toma nuestro consejo y no lo vuelvas a hacer.
La segunda da un paso adelante e interviene por ti.
―Por lo menos podremos ayudarle a una. Por lo que nos has contado de tu madre y sincerarte. Y si nos das un ave de esas, claro.
Tras hablar contigo y esperar tu respuesta, te queda la noche por delante mientras sigues del lado de Lysbeth. Sin guitarra, sake o metal. Pero bueno, por lo menos puedes suspirar aliviado de que no hayan perdido del todo contigo la esperanza.
Lysbeth:
- Parece escucharte atentamente mientras hablas y se deja colocar la mano encima. Va asintiendo lentamente con la cabeza a todo lo que le dices, mostrándose bastante receptiva. Se lleva la mano al brazo y baja la cabeza: no parece que tenga muchas ganas de que os vayáis a por el rey. Quizás se encuentra hasta ligeramente preocupada por lo que pueda pasarte. Por eso mismo levanta la mirada y chasquea los dedos, viniendo dos de las chicas que no habían hablado hasta ahora. Parecen más inexpertas que los demás y, por el atuendo que tienen, sin capa, o inexpertas o exploradoras.
―Te encomendaré dos de mis chicas. No porque no me fíe de ti, que lo hago ahora mismo, si no porque podrán guiaros por la selva si pasa algo. También nos comentarán sobre la mujer con la que vais y tras eso nos dirigiremos a la reina para comentárselo todo, que es seguramente por lo que habéis venido aquí.
Suspira algo aliviada: puede notarse que tanto ella como las demás están preocupadas por el animal al que llaman el rey. Dicho esto se vuelve a ayudar a montar el campamento y puedes seguir con tu noche de guardia. Es larga y algo aburrida ―según como quieras verla― y no escuchas mucho más que los típicos sonidos de jungla por la noche: arbustos moviéndose, algún que otro siseo, alguna que otra pelea de animales... Pero logras llegar hasta Zaina, justo donde te ha indicado y puedes acompañarla como la buena mami Lys que eres. Se le puede notar de lejos que algo no va bien con ella.
Zaina:
- Lógicamente la noche de descanso que te mereces es ardua. Literalmente. Deberías notar en tu garganta una especie de ardor que no puede relacionarse con una comida copiosa. Es algo que sube y baja poco a poco. Quizás deberías ver qué puedes hacer con ese sentimiento una vez haya pasado la noche. Por suerte Lysbeth ha llegado junto a Freites y te ha proporcionado la ayuda necesaria para tratarte ligeramente.
Una vez despiertas ―no habrás dormido más de tres o cuatro horas― el sudor de color ha desaparecido. ¿Eso es algo bueno, o algo malo? ¿Para lograr tu objetivo debes seguir ingiriendo veneno cocinado o tratar de hacer otra cosa? El límite está impuesto, y tú sabrás lo que harás con ello. Pero no has muerto en esa noche a pesar de lo que has hecho. Y quizás eso mismo sea un paso positivo, por lo que deberías aprovechar y seguir tu instinto. Sea cual sea, claro.
Los mininos parecen estar más tranquilos de forma general y tu serpiente marina favorita está durmiendo debajo del agua, pero levanta la cabeza y hace un pequeño movimiento al verte. Parece que se encuentra bastante cansada: se habrá tirado, por su lenguaje corporal y los indicios que puedas sacar de ella, toda la noche vigilándote. Parece haber reconocido que te encontrabas mal en general y ha estado alerta en todo momento.
Hay mucho bicho revoloteando y ni siquiera las dos amazonas que os siguen parecen estar muy tranquilas hacia la dirección a la que os dirigís. Parecen algo tímidas ya que se han presentado ante Yasei con un vago movimiento de mano y evitando una mirada directa. Más o menos como pasó con Lysbeth. Dicho esto, tenéis libertad narrativa para entrar en la cueva e interactuar con vuestras compañeras para dirigiros a ellas. No os dirán que no a una buena charla y hasta quizás podrán aportaros algo de información. Si no os pasáis pidiendo, claro.
Zaina Nitocris
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Una sonrisa pinta sus labios pese a que el cansancio amenaza con darle un gran golpe en la cabeza, no puede evitar acercarse a su nueva amiga. Le da un gran abrazo a la mujer que ha hecho cualquier función de madre mejor de lo que la suya lo había hecho en algún momento en vida. Le guiña un ojo y se va a darle mimos a la otra...¿Entidad? Que también ha estado preocupada por ella aquella noche.
El Rey Marino agacha la cabeza y ella comienza a rascarle debajo del mentón, ambos han pasado una noche infernal, pero la dama de orbes esmeralda no puede evitar apreciar la pequeña solidaridad del animal.- Gracias por cuidarme, pero ando mejor.- Después de darle de comer y de tener cuidado, solo tiene que asearse para despertarse, atarse el largo cabello en una coleta alta y colocarse la túnica para taparse, luego colocarse las garras y comenzar con todo aquello.
-El plan es el siguiente, Jade y yo llamaremos su atención para sacarlo de la cueva, es brutalmente rápido pero dudo que lo sea tanto como para ganarte a ti, querida.- Una sonrisa felina aparece en sus labios mientras mira a la súcubo, confía de sobra en las habilidades de su compañera de equipo.- El señorito y las amazonas se encargaran de atarlo y agarrarlo una vez lo mantengamos en el suelo.- Tras contarles el plan y comenzar el camino, nota la tensión de las amazonas, sabe de sobra que no es algo especialmente sencillo para nadie. Mientra Rouge se queda mirando a ambas mujeres, nuestra dama no puede evitar sonreír levemente.- Agradezco que hayan venido a ayudarnos, toda mano de obra es poca...Pero contadme, ¿Cómo demonios ha llegado un bicho así a esta isla? ¿Qué sabéis de él? - Esperando sacar una amena charla y cualquier detalle posible de aquella conversación, nuestra dama llegaría finalmente hasta la boca de la cueva.
Una vez en ese lugar, empezaría a indicar posiciones, si eran inteligentes podrían reducirlo antes de que se dieran cuenta. Lys atacaría desde las alturas, si se colocaba en la parte de arriba de la entrada de la cueva podría reducirlo contra el suelo antes de que el animal atinara a salir corriendo a esa endiablada velocidad. Zaina y Jade harían de cebo y con un poco de suerte, entre todos lograrían retenerlo.
Luego de todo aquello volverían a la playa, donde Zaina le daría al chico todas las joyas y cadenas de oro que tenía y podía llevar, que como dueña de una joyería y antigua hija de una de las potencias de oro, no era poco.- Te tiene que dar para unos brazales y un collar que se adapte por cadena, me gustaría que fuera para las cuatro patas, pero no podremos… Al menos para las delanteras y el cuello.- Entonces esperarian, pasarían la noche en aquella playa planeandolo todo y listo.
El tema del veneno, bueno, tenía un plan para intercalar con la sopa de los demonios. Solo tenía que hacérselo beber a otro animal y luego comerlo, de esta forma el estómago y el cuerpo del animal lo trabajaría primero y ella podría manejar los síntomas de una manera mucho más suave. Luego cazaría algo y lo metería en esa dichosa sopa hasta que se la tragara entera. Eso fue lo que hizo para la cena, con un conejo bastante grande lo cocinó tras todo lo pasado y comenzó a comerlo. No sabía casi a veneno y su cuerpo lo asimiló mejor que el dichoso caldito de las narices, pero al día siguiente sería otra historia.
El Rey Marino agacha la cabeza y ella comienza a rascarle debajo del mentón, ambos han pasado una noche infernal, pero la dama de orbes esmeralda no puede evitar apreciar la pequeña solidaridad del animal.- Gracias por cuidarme, pero ando mejor.- Después de darle de comer y de tener cuidado, solo tiene que asearse para despertarse, atarse el largo cabello en una coleta alta y colocarse la túnica para taparse, luego colocarse las garras y comenzar con todo aquello.
-El plan es el siguiente, Jade y yo llamaremos su atención para sacarlo de la cueva, es brutalmente rápido pero dudo que lo sea tanto como para ganarte a ti, querida.- Una sonrisa felina aparece en sus labios mientras mira a la súcubo, confía de sobra en las habilidades de su compañera de equipo.- El señorito y las amazonas se encargaran de atarlo y agarrarlo una vez lo mantengamos en el suelo.- Tras contarles el plan y comenzar el camino, nota la tensión de las amazonas, sabe de sobra que no es algo especialmente sencillo para nadie. Mientra Rouge se queda mirando a ambas mujeres, nuestra dama no puede evitar sonreír levemente.- Agradezco que hayan venido a ayudarnos, toda mano de obra es poca...Pero contadme, ¿Cómo demonios ha llegado un bicho así a esta isla? ¿Qué sabéis de él? - Esperando sacar una amena charla y cualquier detalle posible de aquella conversación, nuestra dama llegaría finalmente hasta la boca de la cueva.
Una vez en ese lugar, empezaría a indicar posiciones, si eran inteligentes podrían reducirlo antes de que se dieran cuenta. Lys atacaría desde las alturas, si se colocaba en la parte de arriba de la entrada de la cueva podría reducirlo contra el suelo antes de que el animal atinara a salir corriendo a esa endiablada velocidad. Zaina y Jade harían de cebo y con un poco de suerte, entre todos lograrían retenerlo.
Luego de todo aquello volverían a la playa, donde Zaina le daría al chico todas las joyas y cadenas de oro que tenía y podía llevar, que como dueña de una joyería y antigua hija de una de las potencias de oro, no era poco.- Te tiene que dar para unos brazales y un collar que se adapte por cadena, me gustaría que fuera para las cuatro patas, pero no podremos… Al menos para las delanteras y el cuello.- Entonces esperarian, pasarían la noche en aquella playa planeandolo todo y listo.
El tema del veneno, bueno, tenía un plan para intercalar con la sopa de los demonios. Solo tenía que hacérselo beber a otro animal y luego comerlo, de esta forma el estómago y el cuerpo del animal lo trabajaría primero y ella podría manejar los síntomas de una manera mucho más suave. Luego cazaría algo y lo metería en esa dichosa sopa hasta que se la tragara entera. Eso fue lo que hizo para la cena, con un conejo bastante grande lo cocinó tras todo lo pasado y comenzó a comerlo. No sabía casi a veneno y su cuerpo lo asimiló mejor que el dichoso caldito de las narices, pero al día siguiente sería otra historia.
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La amazona parecía algo reticente a que capturásemos al rey, pero ya había decidido. Era lo mejor que podían hacer, librarles de la marina y conseguirle una nueva victoria y captura a Yasei. Todos salían ganando, así que tendría que tranquilizarse y disfrutar del espectáculo. Cuando tomó su decisión final y le encomendó a dos de sus mujeres, se lo agradeció con una pequeña reverencia y una gran sonrisa.
-Cuidaré de ellas en todo momento; regresarán con nosotros sanas y salvas para contaros nuestra hazaña, a ti y a la reina.
Llegamos con Yasei un rato más tarde, acompañadas de Freites. Fue una noche larga, pero por la mañana comenzamos a idear un plan. Decidieron las posiciones relativamente rápido y luego, todo lo que quedó por hacer fue diseñar las ataduras. No teníamos gran cosa en cuanto a materiales se refería, pero por suerte, nuestra amiga había llegado cubierta en cadenas y joyas de oro de los pies a la cabeza. Hicieron los cálculos; Freites forjaría lo que necesitaban. Iban un tanto cortos, pero sabían que el tiempo jugaba en su contra. Antes o después, el bicho tendría que salir de la cueva y ellos deberían estar preparados para apresarlo.
-De no ser suficiente, volaré hasta el barco y buscaré algo más. Fijo que en algún cajón tengo joyas que puedan fundirse.
Y si no, siempre podía arrancar alguna placa de revestimiento interior del barco. ¿La sala de calderas o algo así? No estaba segura y le dolía un poco toquetear de esa forma a su niña bonita, pero no creía que fuera a causar ninguna molestia a la hora de navegar. Además, valía la pena.
Pasó el resto del día charlando con las amazonas que habían venido con ellos, asegurándose de que se sintieran cómodas con todos y, en general, ayudando en lo que pudiese. No tenía mucho más que hacer hasta que estuvieran listos, pero agradecía el momento de calma. Una vez todo estuviera preparado, sabía qué iba a hacer. Sería ella quien se colocaría en la entrada de la cueva y utilizaría sus poderes para hacer salir al animal. No estaba segura de que fuera a funcionar del todo, pero podía intentarlo. Si hacía efecto, todo lo que tendría que hacer sería revolotear lo justo fuera de su alcance para darles al resto la oportunidad de apresarle que necesitaban. Sencillo. O no.
-Cuidaré de ellas en todo momento; regresarán con nosotros sanas y salvas para contaros nuestra hazaña, a ti y a la reina.
Llegamos con Yasei un rato más tarde, acompañadas de Freites. Fue una noche larga, pero por la mañana comenzamos a idear un plan. Decidieron las posiciones relativamente rápido y luego, todo lo que quedó por hacer fue diseñar las ataduras. No teníamos gran cosa en cuanto a materiales se refería, pero por suerte, nuestra amiga había llegado cubierta en cadenas y joyas de oro de los pies a la cabeza. Hicieron los cálculos; Freites forjaría lo que necesitaban. Iban un tanto cortos, pero sabían que el tiempo jugaba en su contra. Antes o después, el bicho tendría que salir de la cueva y ellos deberían estar preparados para apresarlo.
-De no ser suficiente, volaré hasta el barco y buscaré algo más. Fijo que en algún cajón tengo joyas que puedan fundirse.
Y si no, siempre podía arrancar alguna placa de revestimiento interior del barco. ¿La sala de calderas o algo así? No estaba segura y le dolía un poco toquetear de esa forma a su niña bonita, pero no creía que fuera a causar ninguna molestia a la hora de navegar. Además, valía la pena.
Pasó el resto del día charlando con las amazonas que habían venido con ellos, asegurándose de que se sintieran cómodas con todos y, en general, ayudando en lo que pudiese. No tenía mucho más que hacer hasta que estuvieran listos, pero agradecía el momento de calma. Una vez todo estuviera preparado, sabía qué iba a hacer. Sería ella quien se colocaría en la entrada de la cueva y utilizaría sus poderes para hacer salir al animal. No estaba segura de que fuera a funcionar del todo, pero podía intentarlo. Si hacía efecto, todo lo que tendría que hacer sería revolotear lo justo fuera de su alcance para darles al resto la oportunidad de apresarle que necesitaban. Sencillo. O no.
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-Suzaku, vivre card - La súper ave se dispuso a sacar un pedazo de papel con una pluma de una de sus alforjas. El pirata la tomo y rápidamente se dispuso a arrancar un pedazo de aquel papel para luego escribir su nombre en él y entregarlo. – Puedo darte el ave en otra oportunidad. Puesto que son de una isla lejana da aquí. Si luego de un mes después de que salga de aquí vez que no he cumplido mi promesa. Entrega esta vivre card a tus hermanas, inventa cualquier mentira o calaña de mí y haz que vallan a matarme. Prefiero la muerte antes de fallar a una promesa.
Una vez dicho eso, el herrero se retiraría lentamente, sin esperar respuesta. No la necesitaba, todas las mujeres de esta isla eran ante sus ojos juezas y ya se estaba comenzando hartar de intentar caer bien porque si a todas en este lugar ¿Acaso no era suficiente con ser honesto? – Lys. – Llamo a su maestra. – No estoy sintiéndome muy bien la verdad, pero tratare de terminar con lo que he comenzado. – Era cierto, la hostilidad y el desprecio era algo que ya formaba parte de su vida pirata, eso era pan de cada día y era un tipo de molestia de la cual ya estaba acostumbrado pero ¿Odiado por ser hombre? Eso ya era otra cosa, eso le deprimía, después de tanto tiempo Alpha sintió nuevamente lo que era estar deprimido.
Y así estuvo, todo el trayecto hasta llegar hasta Yasei. Alpha en ese momento se encontraba distante en muchas maneras. Mental y espiritualmente. Era algo totalmente nuevo para él, en su mente se preguntaba mil manera de cómo hacer que esa sensación desapareciese. Incluso su cabello comenzó lentamente a incendiarse por que inconscientemente su akuma se estaba activando. Al darse cuenta de ello inmediatamente controlo su habilidad para que nada pasase. Si, en definitiva estaba perdido.
-Lo siento… no sé qué me pasa, estoy distraído - Al escuchar la petición de Yasei, simplemente se puso a analizar las posibilidades – Es insuficiente, necesitare más metal. Maestra ¿crees poder tener algo que podamos utilizar en el barco?
Pues sí, era momento de trabajar. Era momento de generar algo nuevo y resistente y a la vez bonito. Seria unas cadenas de oro solido. Requeriría tiempo y concentración. Descubriendo toda la parte superior. Dejando ver toda su cuerpo desde la cadera para arriba. El pirata dio un pequeño vistazo a su tatuaje de botón de cerezo y lo miraba con un poco de melancolía, recordando algo que le hacía feliz. Cuando su maestra llegara con las demás cosa. El cabello de Alpha se encendería completamente en llamas y el calor formaría parte de su cuerpo. – Suzaku, herramientas.
Y allí comenzaría su odisea personal de el en contra del metal. Una contra uno con el oro. El joven rey de la forja tenía curiosidad de que daría como resultado. Su concentración era magnifica, parecía que ya había olvidado todo lo que había ocurrido hace unos instantes para ser uno con la forja. Utilizando todo. Buscaba dar como resultado unos hermosos grilletes dorados con cadenas, estos tenían joyas incrustadas para Yasei, y tal como lo había pedido, para un animal grande. Después de un largo tiempo. Ya estaría lista.
- He terminado. Este es mi regalo de ti para ti. Yasei.
Una vez dicho eso, el herrero se retiraría lentamente, sin esperar respuesta. No la necesitaba, todas las mujeres de esta isla eran ante sus ojos juezas y ya se estaba comenzando hartar de intentar caer bien porque si a todas en este lugar ¿Acaso no era suficiente con ser honesto? – Lys. – Llamo a su maestra. – No estoy sintiéndome muy bien la verdad, pero tratare de terminar con lo que he comenzado. – Era cierto, la hostilidad y el desprecio era algo que ya formaba parte de su vida pirata, eso era pan de cada día y era un tipo de molestia de la cual ya estaba acostumbrado pero ¿Odiado por ser hombre? Eso ya era otra cosa, eso le deprimía, después de tanto tiempo Alpha sintió nuevamente lo que era estar deprimido.
Y así estuvo, todo el trayecto hasta llegar hasta Yasei. Alpha en ese momento se encontraba distante en muchas maneras. Mental y espiritualmente. Era algo totalmente nuevo para él, en su mente se preguntaba mil manera de cómo hacer que esa sensación desapareciese. Incluso su cabello comenzó lentamente a incendiarse por que inconscientemente su akuma se estaba activando. Al darse cuenta de ello inmediatamente controlo su habilidad para que nada pasase. Si, en definitiva estaba perdido.
-Lo siento… no sé qué me pasa, estoy distraído - Al escuchar la petición de Yasei, simplemente se puso a analizar las posibilidades – Es insuficiente, necesitare más metal. Maestra ¿crees poder tener algo que podamos utilizar en el barco?
Pues sí, era momento de trabajar. Era momento de generar algo nuevo y resistente y a la vez bonito. Seria unas cadenas de oro solido. Requeriría tiempo y concentración. Descubriendo toda la parte superior. Dejando ver toda su cuerpo desde la cadera para arriba. El pirata dio un pequeño vistazo a su tatuaje de botón de cerezo y lo miraba con un poco de melancolía, recordando algo que le hacía feliz. Cuando su maestra llegara con las demás cosa. El cabello de Alpha se encendería completamente en llamas y el calor formaría parte de su cuerpo. – Suzaku, herramientas.
Y allí comenzaría su odisea personal de el en contra del metal. Una contra uno con el oro. El joven rey de la forja tenía curiosidad de que daría como resultado. Su concentración era magnifica, parecía que ya había olvidado todo lo que había ocurrido hace unos instantes para ser uno con la forja. Utilizando todo. Buscaba dar como resultado unos hermosos grilletes dorados con cadenas, estos tenían joyas incrustadas para Yasei, y tal como lo había pedido, para un animal grande. Después de un largo tiempo. Ya estaría lista.
- He terminado. Este es mi regalo de ti para ti. Yasei.
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Zaina:
Freites y Lysbeth:
Tras montar las preparaciones necesarias y dejar pasar una noche más para que Yasei pueda hacerse su caldo especial, el sol sale y os despierta, o por lo menos despierta a los que durmiesen. La mujerzuela de arabasta ha podido descansar ligeramente mejor que el último día, mostrándose la serpiente acuática más relajada. La costa sigue igual y el clima no ha cambiado, por lo que podéis encaminaros a la cueva si así lo decidís. Los usuarios del mantra notarán la presencia interior de algo fuerte, nada más que destaque. Ahí dentro está el rey. Parece salir hacia fuera para amenazaros con su simple presencia, mirándoos a todos y colocando una postura agresiva, erizando tanto su pelaje como su rabo.
Las amazonas se preparan y el animal se abalanza hacia delante, haciendo un barrido con el lomo para daros a todos a la vez. Tiene alas, por cierto, y no dudará en usarlas.
- Las dos mujeres, una vez os reunís y habláis, están totalmente fascinadas contigo. Se ven atentas a todo lo que dices y acaban contestándote.
―Es la mascota personal del vice-almirante que suele venir a visitar a la reina ―contesta bastante enfadada una al mencionar aquello.
La otra interrumpe, observándote fascinada.
―¿Cuántas mujeres fuertes hay en la isla? ¿Vienen más con nosotras? Tienes que ser muy fuerte ―te comenta mientras te intenta tomar de la mano en buena señal.
Te empiezas a encontrar mejor tras debatir el plan, estableciendo un patrón que no dudarán en usar cuando llegue el momento. Después de eso le das las joyas a Freites y, aunque no le llega para todo, Lysbeth le da las restantes. ¡Qué lástima! Te has quedado sin joyas. Pero supongo que eso no será un problema para ti, ¿o sí? Tampoco es que las vaya a necesitar nadie por ahora. Dicho esto, tienes un pequeño lapsus y recreas el plan casi vívido en tu cabeza, pero cuando te das cuenta estás en el sitio con Freites forjando las cadenas. Lo último que te falta es volver a hacer tu caldo casero y encuentras, tras un buen rato buscando, un conejo. Parece funcionar de tal forma que la próxima noche que pasas no es tan grave como la anterior, lo único que tienes que hacer es levantarte un par de veces para ir al baño. O al follaje, vamos.
Freites y Lysbeth:
- Le has dado un papel normal, ya que Suzaku no ha encontrado ninguna vivre card y, como la ave inteligente que es, ha decidido improvisar. No se lo han tomado muy a cuenta y han decidido ignorarlo, ya que directamente no saben qué es una vivre card.
―Bueno, tener palabra es algo que valoramos ―te contestan antes de que os vayáis.
Una vez te reúnes con Zaina y empiezas a darle al tema de la forja, no necesitas mucho más de lo que te trae. Simplemente has dejado sin joyas tanto una como otra, ya que gracias a la oferta de Lysbeth, te alcanza para no tener que arrancar una tubería o alguna parte del Loreley. Las amazonas acaban accediendo a hablar contigo, Lysbeth, las cuales no te dicen demasiado. Lo típico de la vida de las amazonas, pero por lo menos te han dado un dato muy interesante por si hasta ahora no te habías dado cuenta: las amazonas equiparan la belleza al poder. ¿Por eso a lo mejor creen que eres tan fuerte, no? Porque a parte de serlo, también desprendes atractivo, tanto físico como con la fruta del diablo. Poco más os dicen a parte del minitrivia, pero podéis dar por sentado de que esas amazonas confían en vosotros. De hecho han dejado ver a Freites de más cerca las lanzas, menuda mítica coincidencia.
Tras montar las preparaciones necesarias y dejar pasar una noche más para que Yasei pueda hacerse su caldo especial, el sol sale y os despierta, o por lo menos despierta a los que durmiesen. La mujerzuela de arabasta ha podido descansar ligeramente mejor que el último día, mostrándose la serpiente acuática más relajada. La costa sigue igual y el clima no ha cambiado, por lo que podéis encaminaros a la cueva si así lo decidís. Los usuarios del mantra notarán la presencia interior de algo fuerte, nada más que destaque. Ahí dentro está el rey. Parece salir hacia fuera para amenazaros con su simple presencia, mirándoos a todos y colocando una postura agresiva, erizando tanto su pelaje como su rabo.
Las amazonas se preparan y el animal se abalanza hacia delante, haciendo un barrido con el lomo para daros a todos a la vez. Tiene alas, por cierto, y no dudará en usarlas.
Zaina Nitocris
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-Espero que no le de pena, pienso quedármelo… Mis niños necesitan nueva compañía.- Rouge maúlla con regocijo, antes de que Mustafá lo levante y lo coloque en su espalda. Zaina sonríe de manera divertida, antes que las muchachas reclamen su atención. Con cuidado la dama de orbes esmeraldas acepta su tacto, sonriéndole de manera suave, mostrando uno de sus traviesos colmillos.- Venimos a ayudaros, y usaré toda la fuerza que tengo para asegurarme de que nunca más os preocupéis por ese animal.- Le despeina suavemente el cabello de forma cariñosa, antes de volver con todo el lío.
Luego pasaría la noche mejor de lo que pensaba, un par de veces al baño una ducha helada en el mar y nuestra dama de Arabasta está lista. Una coleta alta y esos ropajes de seda negra que hacen recordar a un espíritu del desierto, le da las cadenas de oro a Lys y se preparan para ir a ver a nuestro querido Rey de la Jungla.- Tened cuidado y manteneos alerta…- No tiene ganas de volver a perder a una amazona , la muchacha había sido devorada en un abrir y cerrar de ojos, tenía que evitarlo a toda costa.
Es tal vez por eso que cuando nuestro hombretón sale a tomar el aire, Yasei no puede evitar pensar que sin duda está justificado el que todos le tengan miedo.- Vale, admito que eres imponente, pero pienso domesticarte.- Esquiva el barrido saltando con fuerza, separando sus garras del suelo, en caso de que las amazonas no pudieran esquivarlo, Mustafá y Sahir se aseguraría de tirar de ellas hacía atrás, buscando apartarlas de la trayectoria.
-Es nuestro momento querida.- Jade gruñe, en altura el bicho sigue siendo más grande que nuestra adorada felina, pero eso no quiere decir que no esté lista para pelear por y para su mama. Ruge para llamar su atención y Yasei y su felino se acercan, la inmensa leopardo lanza un coletazo al suelo, cerca del animal para que centre su atención en ellas y así darle margen de maniobras a Lys. Tal vez a que se ponga seductora para el minino y así pueda ponerle los grilletes de manera tranquila o tal vez para que de una ostia lo mande a dormir.
Siendo sinceros cualquiera de las dos opciones le es válida, pero bueno, ahora lo importante es evitar que el bicho centre su atención en el resto.
No tenía ganas de que nadie saliera herido por meterse en una pelea épica entre bichos de varios metros con garras y colmillos chungos.
Luego pasaría la noche mejor de lo que pensaba, un par de veces al baño una ducha helada en el mar y nuestra dama de Arabasta está lista. Una coleta alta y esos ropajes de seda negra que hacen recordar a un espíritu del desierto, le da las cadenas de oro a Lys y se preparan para ir a ver a nuestro querido Rey de la Jungla.- Tened cuidado y manteneos alerta…- No tiene ganas de volver a perder a una amazona , la muchacha había sido devorada en un abrir y cerrar de ojos, tenía que evitarlo a toda costa.
Es tal vez por eso que cuando nuestro hombretón sale a tomar el aire, Yasei no puede evitar pensar que sin duda está justificado el que todos le tengan miedo.- Vale, admito que eres imponente, pero pienso domesticarte.- Esquiva el barrido saltando con fuerza, separando sus garras del suelo, en caso de que las amazonas no pudieran esquivarlo, Mustafá y Sahir se aseguraría de tirar de ellas hacía atrás, buscando apartarlas de la trayectoria.
-Es nuestro momento querida.- Jade gruñe, en altura el bicho sigue siendo más grande que nuestra adorada felina, pero eso no quiere decir que no esté lista para pelear por y para su mama. Ruge para llamar su atención y Yasei y su felino se acercan, la inmensa leopardo lanza un coletazo al suelo, cerca del animal para que centre su atención en ellas y así darle margen de maniobras a Lys. Tal vez a que se ponga seductora para el minino y así pueda ponerle los grilletes de manera tranquila o tal vez para que de una ostia lo mande a dormir.
Siendo sinceros cualquiera de las dos opciones le es válida, pero bueno, ahora lo importante es evitar que el bicho centre su atención en el resto.
No tenía ganas de que nadie saliera herido por meterse en una pelea épica entre bichos de varios metros con garras y colmillos chungos.
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El día amaneció despejado. Lys lo vio perfectamente, sentada en la copa de un árbol. Había vuelto a pasar la noche haciendo guardia, pero se había permitido una pequeña siesta de media hora acurrucada en una rama bastante alta. Despertó para el amanecer, sin embargo y fue la primera en ponerse en pie. Llegó al campamento ya en su forma completa, lista para actuar.
Más pronto que tarde, todos estuvieron preparados. Las cadenas estaban hechas y las amazonas preparadas. Casi le parecía que les miraban con otros ojos; como mínimo, estaba segura de que confiaban en ellos y pretendía estar a la altura de esa confianza. Si conseguían atrapar al bicho a la primera, habrían dado un paso muy importante en su misión. Las impresionarían, conseguirían quitarles a la marina de encima y Jade y Rouge tendrían un nuevo compañero de juegos. Era perfecto.
Sopesó las cadenas en sus manos mientras todos se ponían en sus puestos. De pasada, se preguntó si podría instigarle al animal un fetiche por el BDSM a última hora, pero parecía algo demasiado específico como para que lo comprendiese. Por muy grande que fuera, o fuerte, porque podía sentirlo, no podía esperar que tuviera consciencia. Y de tenerla, sinceramente, era un uso bastante estúpido de la misma. Aunque… le había dado una idea.
Lysbeth no era domadora, pero tampoco era ajena a los animales. Soltó un silbido de admiración cuando salió de la cueva. Era imponente, enorme y tenía alas. Quizá sería un pelín más complicado de lo que habían planeado. Estaba a la defensiva, también, aunque no podía culparlo. Utilizó sus poderes sobre el bicho mientras aleteaba para esquivar el barrido de su cola. Los gatos de Yasei estaban atrayendo su atención, pero necesitaba que se fijase en ella para lo que iba a hacer a continuación. Más concretamente, que se fijase en lo que llevaba en las manos.
Se acercó al bicho con cuidado, haciendo sonar las cadenas y esquivando los posibles ataques que le lanzara. Una vez tuviera su atención, cambiaría el foco de sus poderes. Haría que el animal desease las cadenas. Primero ella, luego el objeto, si todo salía bien podría acercarse a él sin que le dieran ganas de arrancarle la cabeza de un mordisco. Y si conseguía eso, le pondría en primer lugar el maravilloso collar de oro que les dejaría tirar de él y maniobrar. A continuación, si tenía éxito, irían las esposas para las patas delanteras.
Mantendría un ojo en todo momento sobre las amazonas. Había prometido mantenerlas a salvo y si en algún instante corrían peligro interpondría un muro de energía entre ellas y lo que intentara atacarlas, aún si significaba tardar un poco más en ponerle la correa al bicho. Al fin y al cabo, su prioridad era que nadie saliese herido.
Más pronto que tarde, todos estuvieron preparados. Las cadenas estaban hechas y las amazonas preparadas. Casi le parecía que les miraban con otros ojos; como mínimo, estaba segura de que confiaban en ellos y pretendía estar a la altura de esa confianza. Si conseguían atrapar al bicho a la primera, habrían dado un paso muy importante en su misión. Las impresionarían, conseguirían quitarles a la marina de encima y Jade y Rouge tendrían un nuevo compañero de juegos. Era perfecto.
Sopesó las cadenas en sus manos mientras todos se ponían en sus puestos. De pasada, se preguntó si podría instigarle al animal un fetiche por el BDSM a última hora, pero parecía algo demasiado específico como para que lo comprendiese. Por muy grande que fuera, o fuerte, porque podía sentirlo, no podía esperar que tuviera consciencia. Y de tenerla, sinceramente, era un uso bastante estúpido de la misma. Aunque… le había dado una idea.
Lysbeth no era domadora, pero tampoco era ajena a los animales. Soltó un silbido de admiración cuando salió de la cueva. Era imponente, enorme y tenía alas. Quizá sería un pelín más complicado de lo que habían planeado. Estaba a la defensiva, también, aunque no podía culparlo. Utilizó sus poderes sobre el bicho mientras aleteaba para esquivar el barrido de su cola. Los gatos de Yasei estaban atrayendo su atención, pero necesitaba que se fijase en ella para lo que iba a hacer a continuación. Más concretamente, que se fijase en lo que llevaba en las manos.
Se acercó al bicho con cuidado, haciendo sonar las cadenas y esquivando los posibles ataques que le lanzara. Una vez tuviera su atención, cambiaría el foco de sus poderes. Haría que el animal desease las cadenas. Primero ella, luego el objeto, si todo salía bien podría acercarse a él sin que le dieran ganas de arrancarle la cabeza de un mordisco. Y si conseguía eso, le pondría en primer lugar el maravilloso collar de oro que les dejaría tirar de él y maniobrar. A continuación, si tenía éxito, irían las esposas para las patas delanteras.
Mantendría un ojo en todo momento sobre las amazonas. Había prometido mantenerlas a salvo y si en algún instante corrían peligro interpondría un muro de energía entre ellas y lo que intentara atacarlas, aún si significaba tardar un poco más en ponerle la correa al bicho. Al fin y al cabo, su prioridad era que nadie saliese herido.
Freites D. Alpha
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Un trabajo bien hecho y, a pesar de ello no era uno de los mejores. Alpha miraba detenidamente las cadenas que entregaba a la dama del desierto, asegurándose que todo estaba bien. Una vez entregada, se pondría en otro plan.
Era momento de indagar profundamente en las lanzas de las amazonas. Un diseño bastante simple pero efectivo en su respecta opinión. El chiquillo se encontraba anotando en su bitácora todo lo que aprendía sobre la herrería amazónica, trataría de reconocer a simple vista de que clase de metal se tratase y de no reconocerlo preguntaría amablemente a las mujeres de que tipo era.
En otras cuestiones, El pequeño tendría en su mente otra duda ¿Realmente éramos los primeros en llegar a este lugar? Preguntaría a Yasei por donde había venido antes de comenzar a sentirse mal. Su instinto le sugería a gritos echar un vistazo alrededor antes de ponerse a descansar y así estar listos para la mañana siguiente. No sería nada favorable tener una emboscada durante el ataque y, aunque Lysbeth montara guardia, era mejor se precavido por dos.
Antes de dormir, Alpha hecho un vistazo a los alrededores, utilizando su “rastreo intensivo”, el pirata trataría de encontrar rastros de otras personas a parte de ellos. Quizás mientras Yasei estaba en mal estado, estaba siendo vigilada, es una posibilidad. La cuestión seria ¿Vigilada por quién? Si el pelilargo encontraba algo, correría la voz. De no, era momento de descansar.
A la mañana siguiente ya todo estaba listo para la captura. El plan le parecería correcto, Lysbeth era la más indicada para el asunto. Una vez aquella enorme criatura apareció ante ellos, el señor de la guerra simplemente embozo una sonrisa. Suzaku miraba a aquel animal con cara de pocos amigos. Es normal, los animales se parecen a sus dueños. – No Suzaku, el será un nuevo amigo para Yasei, nada de pelear. – La súper ave dio un suspiro. Realmente quería probarse contra aquella enorme cosa, pero ya sería en otro momento. En cuanto aquel enorme gato hizo el barrido. La plumifera, quien llevaba a su pequeño amigo en el lomo dio un gran salto logrando esquivar. Esta era una oportunidad perfecta para Alpha para responder con un disparo de su arquebuz, pero no lo hizo. Estábamos en misión de captura, no de caza. El pirata estaba tomando un rol un poco más de soporte en caso de que algo saliera mal, pero también alerta, por que después de todos no eramos los únicos que buscábamos a aquel felino.
Era momento de indagar profundamente en las lanzas de las amazonas. Un diseño bastante simple pero efectivo en su respecta opinión. El chiquillo se encontraba anotando en su bitácora todo lo que aprendía sobre la herrería amazónica, trataría de reconocer a simple vista de que clase de metal se tratase y de no reconocerlo preguntaría amablemente a las mujeres de que tipo era.
En otras cuestiones, El pequeño tendría en su mente otra duda ¿Realmente éramos los primeros en llegar a este lugar? Preguntaría a Yasei por donde había venido antes de comenzar a sentirse mal. Su instinto le sugería a gritos echar un vistazo alrededor antes de ponerse a descansar y así estar listos para la mañana siguiente. No sería nada favorable tener una emboscada durante el ataque y, aunque Lysbeth montara guardia, era mejor se precavido por dos.
Antes de dormir, Alpha hecho un vistazo a los alrededores, utilizando su “rastreo intensivo”, el pirata trataría de encontrar rastros de otras personas a parte de ellos. Quizás mientras Yasei estaba en mal estado, estaba siendo vigilada, es una posibilidad. La cuestión seria ¿Vigilada por quién? Si el pelilargo encontraba algo, correría la voz. De no, era momento de descansar.
A la mañana siguiente ya todo estaba listo para la captura. El plan le parecería correcto, Lysbeth era la más indicada para el asunto. Una vez aquella enorme criatura apareció ante ellos, el señor de la guerra simplemente embozo una sonrisa. Suzaku miraba a aquel animal con cara de pocos amigos. Es normal, los animales se parecen a sus dueños. – No Suzaku, el será un nuevo amigo para Yasei, nada de pelear. – La súper ave dio un suspiro. Realmente quería probarse contra aquella enorme cosa, pero ya sería en otro momento. En cuanto aquel enorme gato hizo el barrido. La plumifera, quien llevaba a su pequeño amigo en el lomo dio un gran salto logrando esquivar. Esta era una oportunidad perfecta para Alpha para responder con un disparo de su arquebuz, pero no lo hizo. Estábamos en misión de captura, no de caza. El pirata estaba tomando un rol un poco más de soporte en caso de que algo saliera mal, pero también alerta, por que después de todos no eramos los únicos que buscábamos a aquel felino.
Dark Satou
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—¡Pero qué mala leche de maldito rey! —grita una de las amazonas tirándose hacia atrás.
Las dos, al estar en una posición más segura, han esquivado con facilidad.
Por vuestra parte, lográis esquivar el ataque en barrido y empezáis a trabajar con él. Parece cambiar de actitud cuando Lysbeth usa su fruta del diablo con él, pero quizás no es la mejor idea. Sí, no quiere atacar ahora de forma general pero sí quiere tirarse encima de ti para… Ya sabes. Lo logras esquivar y con un esfuerzo en conjunto entre todos, junto con el repentino deseo por jugar con las cadenas como si le fuese la vida, lo lográis acabar encadenando. Es difícil, es voluminoso y se intenta resistir: parece no gustarle, aun deseándolas, estar encadenado. Se retuerce ligeramente en el sitio e intenta romperlas, pero no puede, así que acaba tumbándose y mirándoos. Por todo su lomo tiene varias dagas clavadas, además de un rastro de sangre ya seca. Si la súcubo centra su mantra en él, podrá escuchar o intentar mantener una conversación con él —la cual confesará que está siendo maltratado brutalmente—. Yasei debería poder notar en su lenguaje corporal que se siente asustado y al borde de la muerte. Está hiperventilando y tiene el rabo entre las piernas.
—Menos mal, podremos llevarlo por fin con el vice-almirante —comenta una de las amazonas guardando la distancia suficiente, parece tenerle mucho respeto al animal—. La reina dijo expresamente que debíamos devolverlo. Con esto os ganaréis la confianza y podréis tener la reunión.
La otra se rasca un poco la nuca, casi empática por el animal.
—¿Pero es lo correcto? Seguramente lo acaben matando si lo devolvemos —exclamó mientras iba mirando de un lado a otro, casi buscando refugio en vuestra mirada.
Ahora podéis tomar dos caminos: volvéis al campamento que tenéis improvisado y dejáis allí al felino alado o lo lleváis con el grupo de amazonas. Hagáis lo que hagáis podéis meditarlo y discutir: las dos mujeres que van con nosotros no tienen pinta de querer llevaros la contraria, y menos tras ver la fuerza de Lysbeth.
Las dos, al estar en una posición más segura, han esquivado con facilidad.
Por vuestra parte, lográis esquivar el ataque en barrido y empezáis a trabajar con él. Parece cambiar de actitud cuando Lysbeth usa su fruta del diablo con él, pero quizás no es la mejor idea. Sí, no quiere atacar ahora de forma general pero sí quiere tirarse encima de ti para… Ya sabes. Lo logras esquivar y con un esfuerzo en conjunto entre todos, junto con el repentino deseo por jugar con las cadenas como si le fuese la vida, lo lográis acabar encadenando. Es difícil, es voluminoso y se intenta resistir: parece no gustarle, aun deseándolas, estar encadenado. Se retuerce ligeramente en el sitio e intenta romperlas, pero no puede, así que acaba tumbándose y mirándoos. Por todo su lomo tiene varias dagas clavadas, además de un rastro de sangre ya seca. Si la súcubo centra su mantra en él, podrá escuchar o intentar mantener una conversación con él —la cual confesará que está siendo maltratado brutalmente—. Yasei debería poder notar en su lenguaje corporal que se siente asustado y al borde de la muerte. Está hiperventilando y tiene el rabo entre las piernas.
—Menos mal, podremos llevarlo por fin con el vice-almirante —comenta una de las amazonas guardando la distancia suficiente, parece tenerle mucho respeto al animal—. La reina dijo expresamente que debíamos devolverlo. Con esto os ganaréis la confianza y podréis tener la reunión.
La otra se rasca un poco la nuca, casi empática por el animal.
—¿Pero es lo correcto? Seguramente lo acaben matando si lo devolvemos —exclamó mientras iba mirando de un lado a otro, casi buscando refugio en vuestra mirada.
Ahora podéis tomar dos caminos: volvéis al campamento que tenéis improvisado y dejáis allí al felino alado o lo lleváis con el grupo de amazonas. Hagáis lo que hagáis podéis meditarlo y discutir: las dos mujeres que van con nosotros no tienen pinta de querer llevaros la contraria, y menos tras ver la fuerza de Lysbeth.
Zaina Nitocris
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-Es lo que pasa con los hombres cariño, todos se vuelven irascibles si les tiras de la cola.- Tras esa broma, nuestra dama se prepara para cuando consiguen reducir al mínimo. Sin embargo algo la escama rápidamente, su respiración, su forma de moverse. Solo tiene que moverse a un costado para ver las dagas y los ojos de la domara se volverían dos pozos tristes.- Jade quédate detrás, chicos retroceded…- Es en ese momento que se acerca poco a poco, se ha quitado las garras y le enseña que va despacio de manera tranquila. Con sus capacidades de domara sabía cómo ayudarlo, pero también sabía lo más importante, tratar sus heridas y asegurarse de estabilizar los daños para que no le pasara nada.
Niegas rápidamente mirando a las damas.- Lo siento, pero no va a ir a ninguna parte que no sea el barco, tengo que estabilizarlo...Y no pienso dejar que lo maten.- La dama de Arabasta se acerca al imponente león, antes de buscar entre los bolsillos y maletas de Jade algo de comida para el animal. Tiene algo de conejo que no cocinó al veneno, y no tarda demasiado en apañar algo con un par de plantas y unas hojas para envolverlo.- Esto debería ayudarle, tiene algo de ajo, el ajo es un antibiótico natural, tanto consumible como para las heridas.- La idea de acercarte a la boca de algo tan grande te cuesta, pero esperas que ayude a rebajar su odio total y completo hacia vosotros. Eres capaz de comunicarte con tus animales, de acercarte a ellos y de que te entiendan, tomas aire y esperas que funcione.- Tengo que quitarte las dagas, y te va a doler, comete esto y relájate…- Independientemente de que haga caso o no, dejaria el conejo delante, a su alcance, y se acercaria a su lomo.
-Lys amor mio, si intenta placarme…-Vas a decirle algo, pero niegas finalmente.- No, vamos a cooperar grandullón, pienso sacarte de aquí con vida.- Verla tomar aire y agarrar empeño es sin duda una cosa digna de ver de una dama como ella que parece tener un temple de acero, pero hasta una mosca podría notar que la sola idea de ver morir a un animal torturado le duele demasiado. Recordar las cicatrices de Jade, sus llantos y gritos, es lo que hacen que Zaina tenga el cuidado de una madre para quitarle las vendas y pasarle con cuidado aquello, para que sus heridas no se abran. Le tiembla el pulso un instante, se muerde el labio y agarra aire de nuevo, una vez más. Sabe que va a dolerle, pero ella aguanta el tipo, si se tiene que comer una hostia y salir volando, es algo que va a aceptar, se va a levantar, sacudir la sangre y bueno, seguir...Si no, bueno, suerte para ella.
Luego de que intentara aquello, miraría a los presentes, recordando que tiene pendiente ver qué demonios pasa con la cueva, pero entonces Jade le daría un par de cabezazos, y la haría girar a las estatuas.- Ah…¡Es verdad! -Y es que si, señoras y señores, nuestra dama se había perdido haciendo gala de su mala orientación.- Ay señor, chicos…¿Podéis llevarlo al barco? Jade os ayudará a transportarlo junto con Mustafá, así podréis estabilizarlo para que Lys no haga todo el trabajo.- Se limpiaría las manos con un paño, mientras la preocupación brillaría en sus ojos, clavándose en todos los allí presentes.- Os daré un mechón de cabello del animal bañado en sangre, una garra… Incluso yo misma le sacaré un colmillo para que lo entreguéis como ofrenda y muestra, pero no puedo dejar que lo entreguéis a una muerte segura.- La sola idea de pensarlo hace que se le nuble la mirada, Jade le da un suave golpe por la espalda y toma aire.- Tengo… Tengo que acercarme a las estatuas , para ayudar al Rey Marino, estaré allí en diez minutos, si no vuelvo, dejarlo encerrado en el barco e iros a ver a la Reina, no tardaré.
Jade iría con cuidado, buscando cargar parte del inmenso león con ayuda del resto para llevarlo al barco, todos los felinos harían cualquier cosa que Lys le pidiera, mientras Zaina se adentraba con calma hacia las estatuas, luego de eso intentaría volver para la playa.
Niegas rápidamente mirando a las damas.- Lo siento, pero no va a ir a ninguna parte que no sea el barco, tengo que estabilizarlo...Y no pienso dejar que lo maten.- La dama de Arabasta se acerca al imponente león, antes de buscar entre los bolsillos y maletas de Jade algo de comida para el animal. Tiene algo de conejo que no cocinó al veneno, y no tarda demasiado en apañar algo con un par de plantas y unas hojas para envolverlo.- Esto debería ayudarle, tiene algo de ajo, el ajo es un antibiótico natural, tanto consumible como para las heridas.- La idea de acercarte a la boca de algo tan grande te cuesta, pero esperas que ayude a rebajar su odio total y completo hacia vosotros. Eres capaz de comunicarte con tus animales, de acercarte a ellos y de que te entiendan, tomas aire y esperas que funcione.- Tengo que quitarte las dagas, y te va a doler, comete esto y relájate…- Independientemente de que haga caso o no, dejaria el conejo delante, a su alcance, y se acercaria a su lomo.
-Lys amor mio, si intenta placarme…-Vas a decirle algo, pero niegas finalmente.- No, vamos a cooperar grandullón, pienso sacarte de aquí con vida.- Verla tomar aire y agarrar empeño es sin duda una cosa digna de ver de una dama como ella que parece tener un temple de acero, pero hasta una mosca podría notar que la sola idea de ver morir a un animal torturado le duele demasiado. Recordar las cicatrices de Jade, sus llantos y gritos, es lo que hacen que Zaina tenga el cuidado de una madre para quitarle las vendas y pasarle con cuidado aquello, para que sus heridas no se abran. Le tiembla el pulso un instante, se muerde el labio y agarra aire de nuevo, una vez más. Sabe que va a dolerle, pero ella aguanta el tipo, si se tiene que comer una hostia y salir volando, es algo que va a aceptar, se va a levantar, sacudir la sangre y bueno, seguir...Si no, bueno, suerte para ella.
Luego de que intentara aquello, miraría a los presentes, recordando que tiene pendiente ver qué demonios pasa con la cueva, pero entonces Jade le daría un par de cabezazos, y la haría girar a las estatuas.- Ah…¡Es verdad! -Y es que si, señoras y señores, nuestra dama se había perdido haciendo gala de su mala orientación.- Ay señor, chicos…¿Podéis llevarlo al barco? Jade os ayudará a transportarlo junto con Mustafá, así podréis estabilizarlo para que Lys no haga todo el trabajo.- Se limpiaría las manos con un paño, mientras la preocupación brillaría en sus ojos, clavándose en todos los allí presentes.- Os daré un mechón de cabello del animal bañado en sangre, una garra… Incluso yo misma le sacaré un colmillo para que lo entreguéis como ofrenda y muestra, pero no puedo dejar que lo entreguéis a una muerte segura.- La sola idea de pensarlo hace que se le nuble la mirada, Jade le da un suave golpe por la espalda y toma aire.- Tengo… Tengo que acercarme a las estatuas , para ayudar al Rey Marino, estaré allí en diez minutos, si no vuelvo, dejarlo encerrado en el barco e iros a ver a la Reina, no tardaré.
Jade iría con cuidado, buscando cargar parte del inmenso león con ayuda del resto para llevarlo al barco, todos los felinos harían cualquier cosa que Lys le pidiera, mientras Zaina se adentraba con calma hacia las estatuas, luego de eso intentaría volver para la playa.
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