Dancing queen | {Privado Dark, Brianna}

—Esto está quedando genial.

El moreno se llevó las manos a la cintura, observando la casa de dos pisos que acababa de pintar. Se había tirado varias horas con rodillo en mano, pintando de blanco toda la fachada. Poder volar era algo que facilitaba el trabajo en gran forma. Si no, tendría que haber estado moviendo la escalera de un lado para otro con cuidado de no manchar nada. Su nueva propiedad le había costado cinco millones de berries, pero tenía un billón casi guardado en la nave, así que no había problema en absoluto. No tenía el mejor aspecto posible, pero con un arduo trabajo acabaría siendo un buen sitio en el que vivir. Tras haber bajado de Norin le apetecía asentarse y a parte de la base secreta que tenía en la isla, tener una casa no estaba de más. Se estaba preparando para reclamar la isla bajo su protección y todo lo que tuviese de más iría bastante bien.

Una vez dejó todo en el suelo, sonrió mientras observaba la casa. Había quedado genial. Sí, se podía hacer alguna que otra reformilla en las ventanas, puertas... Pero él no era experto en eso. Prefería contratar a algún carpintero o lampista para que se encargasen de hacer las reparaciones.

—Señor Dark señor Dark —exclamó la chica de los cocoteros.

—Oh, hola pequeña. ¿Qué pasa? —Le preguntó.

—Ya está de camino la señorita que llamó.

El moreno sonrió brevemente.

—Gracias, pequeña. Mandaré a Luminis a que la recoja.

Silbó poniéndose los dedos en la boca y esperó a que viniese el zorro a por él. Su casa estaba relativamente cerca del puerto, quizás a quince minutos andando. Había invitado a Brianna Byrne a que acudiese a la isla: ya había pasado una buena temporada desde que se vieron la última vez. Encima había recuperado sus memorias y físico original. Además de que había comido una fruta del diablo. Tenía muchas cosas que contarle, hasta que él también venía de Hallstat. Soltó un largo suspiro algo agobiado y acabó viendo a Luminis.

—¿Dark-sama? ¿Quieres que vaya a por ella? —exclamó el pequeño zorro cián.

—Sí, Luminis. Gracias. Tráela para aquí y ya vamos viendo —le respondió con una sonrisa.

El zorro empezó a saltar por los tejados de las casas hasta que llegó a identificar la mujer que le había descrito Dark. Entonces bajó al suelo y se colocó delante de ella, chocándole con una pata en la pierna.

—¿Señorita Byrne? Dark-sama le está esperando en su casa. Si me sigue le llevaré hasta ella. Yo soy Luminis —le explicó.

Dark la había invitado unos días a una isla que respondía al nombre de Sarmin, la verdad es que tenía curiosidad por el motivo por el cual la había llamado. Es cierto que desde la ultima misión que habían hecho juntos había pasado ya un tiempo y en cierta forma echaba de menos sus locuras y sus ocurrencias. Así que no tuvo que pensarlo mucho, en cuanto recibió la invitación Brianna se embarco y puso rumbo a Sarmin para encontrarse con su buen amigo. El viaje fue agradable y por suerte no se cruzo con ninguna tormenta hasta que llego al fin a las costas de Sarmin y desembarco una vez tuvo bien anclado del barco. Una vez en la playa rebusco el lugar que le había indicado el albino para encontrar el camino, pero no daba con el y se empezaba a impacientar un poco.

Sin embargo, justo antes de que emprendiera un camino incierto escucho una voz que la hizo parar y fijarse en un punto concreto. ¿Eso era un zorrito azul? Arqueo un poco la ceja y entonces asintió ante su pregunta. ¿Dark tenía ahora una mascota? Bueno, se dispuso a seguir al animalito para poder encontrarse con su amigo. Una vez atravesaron la distancia entre la playa y el lugar donde se tenía que encontrar con Dark pudo ver aquella maravillosa casa de dos plantas. Era una completa preciosidad y no podía dejar de admirarla.

Pero entonces pensó en buscar a Dark, después de todo ¿donde estaba ese canalla? fue entonces cuando sus ojos se fijaron en un hombre moreno que por todos los demonios se parecía mucho a su amigo pero al mismo tiempo era demasiado diferente como para ser él. — ¿Dark? — su voz sonó como un murmullo bastante confundido. ¿Desde cuando era moreno? ¿Donde estaba su brazo dragón? ¿Qué demonios estaba pasando aquí? Tenía demasiadas preguntas en la cabeza y por el momento ninguna respuesta y más le valía a ese bribón contestarlas todas o le iba a dar un zape en la cabeza que le iba a sacar los ojos.

—Dios, Brianna. Cuánto tiempo —exclamó abriéndose de brazos y dedicándole un largo abrazo—. Seguro que tendrás un montón de preguntas. Pasa.

Pasó por el jardín de la casa, abriendo la verja exterior y después la puerta interior, la cual estaba en un porche bastante coqueto. Una vez dentro, le ofreció asiento y fue hacia la cocina para sacar tanto frutas como naranjas, de las cuales, usando solo la mano, exprimiría el jugo que ella le pidiese. Una vez servido en dos vasos de cristal, él se tomo el de naranja de un trago y se sentó en un diván que había delante del de Brianna. La forma que tenía de andar, de hablar, se podía notar que era alguien distinto pero a la vez era la misma persona. De hecho era mucho más maduro que hace un mes gracias a haber recuperado la memoria.

—Lo primero... ¿Qué tal estás, amiga mía? —Le preguntó con una sonrisa, esperando su respuesta—. Yo he pasado por mucho este mes, pero lo más importante es que he recuperado la memoria.

Se levantó y fue hasta una vitrina, sacando varias fotos. Las colocó en la mesa y evidentemente, eran de él. Se veía algo más mayor, pero podía verse una con Rayne, otra con Ashley y otra con Louise.

—He recuperado lo que me pertenecía —exclamó mientras creaba una llama en su mano y la miraba algo melancólico—. Pero a un coste terrible. Mi primogénita ha muerto. Rayne, mi segunda hija, le tendió una trampa en un intento de llamar mi atención. Lo que era una treta para que acabase saliendo, acabó en un juicio extraoficial del gobierno mundial. Tuve... tuve que ejecutarla yo mismo... —dijo mientras la llama se extinguía y sus manos temblaban de forma extrema—. Sé que te sonará algo horrible por parte de mi segunda hija, pero Kiseki se había perdido en el camino de la piratería. Se había vuelto una persona horrible, asesina y despiadada. Y me culpo por ello, por no estar ahí para ella. Pero sé que tengo que ser fuerte y avanzar.

Se volvió a sentar con un profundo suspiro mientras se secaba una lágrima. Era la primera vez que había contado eso desde que bajó de Norin, pero la cosa no acababa allí.

—Y no acaba ahí la cosa. Te va a parecer una locura, pero mi madre es hermana de Derian Markov. ¿Qué puedes sacar al respecto? —Acabó preguntando mientras hundía la cara en sus manos.

Desde luego era bastante sorprendente la capacidad que tenía la gente de cambiar en unos meses. Dark había cambiado casi completamente, le faltaba un brazo dragón, su pelo ahora era negro, si no fuera por su voz y sus ojos realmente Brianna dudaría sobre que aquel hombre fuera su amigo. Pero había ciertas cosas que eran totalmente inconfundibles. Suspirando se acerco a él y le abrazo con cierta fuerza, se alegraba mucho de verle entero y de ver que se encontraba bien. Sin embargo estaba segura de que algo tenía que haber pasado si la había llamado de aquella forma y ahora se encontraba en aquella forma. Algo le decía que las cosas ya no eran como antes y que el mundo por mucho que ella en ocasiones quisiera pararlo, no dejaba de girar y las cosas no dejaban de cambiar.

Entro en la casa junto a su compañero y tomó asiento para después tomar un poco de zumo de naranja, la verdad es que estaba bastante bueno y le apetecía algo dulce pero sin ser empalagoso. Escucho con atención la historia que el moreno tenía que contarle y por un momento sintió su estómago revolverse. Recordaba a aquella chiquilla, esa fe ciega en la justicia, en una justicia que te da la espalda tan rápido como puede. Suspiro intentando controlarse — conocí a tu hija hace un mes o así...si...siento mucho que tuvieras que pasar por todo eso, debió ser terrible...  — desde luego aquella chica estaba dispuesta a cualquier cosa por defender lo que ella llama justicia. Para ella matar a alguien nunca era justicia por mucho que hubiera hecho.

Puede resultar extraño o incluso podemos decir que Brianna era un poco ilusa o blanda, pero para ella una vida era una vida y siendo médico no había otra cosa que le doliera más que la muerte de alguien. Después cuando supo que la madre de Dark era una Markov le miro como si tuviera tres ojos ¿realmente era hermano de Ivan? Aquello debía ser una completa broma, suspiro de forma un poco pesada mientras se recostaba en el sillón. Por un momento no supo que decir, luego se froto un poco los brazos por un momento se sentía incomoda — así que eres hermano de Ivan — no estaba segura de que más podría decir en aquel momento. Hacía tiempo que había estado pensando que la compañía del vampiro no era buena para ella y que ella tampoco era buena para el vampiro, después de todo querían cosas distintas, demasiado distintas. Era mejor que terminasen aquella especie de relación que tenían si es que se la puede llamar así realmente teniendo en cuenta que apenas se veían desde hacía ya tiempo.

Por ese motivo la mujer se había alejado del albino y estaba buscando la forma de descubrir si los sentimientos que tenía hacía él eran realmente amor u otra cosa completamente diferente. Estaba un poco molesta y nerviosa, molesta por que parecía que el vampiro nunca tenía tiempo para ella y segundo, estaba nerviosa por que su padre y los agentes del gobierno estaban cada vez más cerca de ella. No solo eso, estar con Ivan y su banda le había traído serios problemas y ahora estaba segura de que los piratas que la seguían estaban más enterados de su paradero, cosa que no le hacía ninguna gracia. Las cosas no estaban saliendo bien y ella cada vez estaba menos convencida de lo que hacía a su lado.

Dark calló ante lo de Rayne. Tenía sentido. Le había estado buscando de forma desesperada y el mundo le había visto con Ivan. Seguramente habría negociado con Brianna si sabía algo de él. Después frunció el ceño con lo de Ivan.

—No... No soy hermano de Ivan. Somos primos, básicamente. Pero nos estamos tomando un tiempo entre comillas de vacaciones. La última vez que hicimos una misión... Fue horrible. —Paró un momento para llevarse las manos a la cara—. Evitamos morir por una bomba nuclear por un puto segundo... Además de haber luchado, yo qué sé... ¿Cincuenta o sesenta personas? Y todos de oficial hacia arriba. Fue una masacre horrible de la cual no considero una victoria. Murió mucha gente inocente.

Se levantó del sillón y fue a por un café para él y un té para Brianna. Los puso en la mesa y se lo ofreció.

—¿Las cosas van mal con Ivan, verdad? Tu postura, la forma en la que hablas... —Suspiró pesadamente—. Puedes confiar en mí, Brianna. Sigo siendo el mismo de siempre, pero con cuarenta años más en la cabeza. Tranquila. Para mí, sigues siendo mi compañera asaltatumbas favorita. Y una persona a la que puedo llamar amiga en este mundo de traidores —acabó diciéndole con una sonrisa—. Me alegro de que funcionase lo de tu trato. Y, aunque quiera a Ivan, y sea mi familia, tú tienes tu propia libertad y decisiones. Los Sinners te han arrastrado a una espiral de mierda. Y es lógico que, tras haber valido tu cabeza millones, te sintieses así. Te aconsejo tener una pequeña introspección contigo misma y ver qué quieres realmente. ¿Quieres a alguien de aventuras, que te ponga en peligro aún queriéndote y protegiéndote? O... —Recordó a Louise, la casa en la montaña—. ¿Quieres a alguien con quien pasar el resto de tus días tranquila? Eso es tu decisión. Y yo la respetaré como amigo que soy.

Se acabó el café y se levantó, yendo hasta su lado y sentándose en el reposabrazos del sofá, apoyándole una mano en el hombro.

—Yo no te puedo ayudar a tomar una decisión. Pero puedo hacer que te valgas por ti misma más de lo que ya haces, Brianna. Aunque no quieras luchar tendrás que hacerlo alguna vez. Cuéntame todo lo que necesites, desahógate y habla. Llora si hace falta. Después... —Se levantó y se la quedó mirando—. A sudar como cuando conseguimos la esmeralda. Pasemos un mes en mi casa. Te enseñaré a usar los hakis, ya que no quiero que te pase nada. Y menos si vas a dejar de ir con Ivan. Esos piratas todavía te seguirán, muy seguramente, y tendrás que defenderte sola.

Volvió a rodear la mesa y se sentó, cruzándose de piernas y apoyándose bien para escucharla.

Siendo sinceros no había nada que decidir, ya lo habían hecho, ya habían decidido que lo mejor para los dos era alejarse para evitar que pudieran hacerle daño a ella y que pudieran usarla para atraparlo a él. Las cosas por desgracia no siempre salen como uno espera y por mucho que Brianna estuviera enamorada del vampiro no podía hacer nada para que aquello saliera bien. Él tenía sus metas y no podía atarle a ella ni podía obligarle a dejar la vida que llevaba, sería demasiado cruel por su parte pero ella tampoco podía dejar atrás sus deseos y convertirse en pirata para surcar los mares con él y su banda. Ella era una ciudadana, era una persona que tan solo buscaba vivir en paz y tranquilidad haciendo lo que más le gustaba, ayudar a la gente.

Tomo la taza de té entre sus manos y sin poderlo evitar sus ojos se llenaron completamente de lágrimas en el momento en que dio el primer sorbo. Se notaba que Dark la conocía bien y que podía ver claramente lo mucho que estaba sufriendo la joven. No podía negar que el vampiro era alguien muy importante para ella y que tenía su corazón completamente lleno de su presencia y de sentimientos hacía él. Pero por el bien de ambos era mejor estar separados y eso era algo que le estaba rompiendo el corazón. Sus lágrimas no tardaron en caer de sus ojos comenzando a sollozar, necesitaba sacarlo de alguna manera y aunque no le gustaba mostrarse de aquella forma no podía evitarlo.

— No hay nada que decidir Dark...Ivan y yo hemos roto, por el bien de ambos... — su voz sonaba quebrada y llena de pena, se notaba el dolor que le provocaba aquella conversación y hablar de aquel tema. — No era seguro para mi viajar con él y se exponía a que el gobierno o los marines me usaran para atraparle así que decidimos que lo mejor era alejarnos — pero eso era terriblemente doloroso. ¿Cómo separarte de la persona que amas? Brianna tendría que dejar de pensar en ello y seguir adelante por su propio bien y por el bien del albino, se imaginaba que él tampoco lo estaría pasando bien y solo esperaba que se mantuviera a salvo. La idea de Dark de quedarse con él un tiempo primeramente la sorprendió un poco, pero luego le pareció una gran idea. Podía aprovechar aquel lugar para tomarse el descanso que había pensado tomarse tras la carrera. Le vendría bastante bien y al menos estaría con alguien que de alguna forma la entiende.

— Esta bien, me parece una buena idea — se seco un poco las lágrimas con las manos aunque no podía dejar de sollozar en aquel momento. Estaba muy triste, sentía una opresión muy grande en su pecho y no dejaba de pensar en Ivan y de ver esa sonrisa pilla que le ponía en ocasiones o cuando se ponía a actuar de forma infantil para sacarle una sonrisa o para bromear con ella. Los momentos románticos entre los dos en el velero viendo las estrellas. Tras recordar aquello nuevamente se echo a llorar mientras se tapaba la cara con las manos, era una situación muy difícil y dolorosa para ella.

Tras escucharla y ver cómo rompía a llorar, Dark se acercó a ella y se agachó, ofreciéndole un largo abrazo para intentar calmarla. Sentía en lo más profundo de su ser que lo más sencillo sería manipularla con su fruta del diablo, pero aquel poder era uno del que no debía abusar. Ni mucho menos delante de una mujer a la que consideraba como de su familia. Apretó con fuerza su espalda e impregnó brevemente el poder de su fruta en sus palabras para darle el sentimiento de calidez simplemente. Así con esa voz lograría estar ligeramente más serena.

—Brianna, no hay mal que por bien no venga —le explicó mientras sacaba un pañuelo y se ofrecía a secarle las lágrimas—. Gracias a mis desgracias logré conoceros. Y me siento muy afortunado de ello. Quizás gracias a esta desgracia, más adelante, cuando tu corazón sane encontrarás a un hombre del cual puedas vivir la vida que deseas. Hasta ese entonces, vive como la mujer que eres. Con coraje y fuerza de voluntad. Porque te sobran esas dos cosas —acabó diciéndole con una sonrisa.

Se separó de ella y caminó hacia la mesa, recogiendo todo y guardando las fotos que le había enseñado en su bolsillo. Agarró las tazas de té y café junto a los platos con los que las sirvió, dejándolos en el fregadero y fregándolos en un momento. Después volvió a ella y se llevó las manos a la cintura, observándola y esperando que estuviese algo mejor. No quería hablar todo el rato de cosas que doliesen, porque llevaba un dolor emocional encima de la hostia. Necesitaba entrenar y mejorar. Quizás aquello les ayudaría a los dos. Le ofreció salir por la puerta de atrás para llegar a un pequeño jardín. Ahí sacó de su cinturón varios cuchillos. Levantó una diana que tenía tirada por ahí y se colocó al lado de su amiga.

—Tengo seis cuchillos. Quiero que, poco a poco, intentes acertar en el centro de la diana. Cuando hayas logrado acertar los seis en el círculo interior de esta forma. Mírame atentamente. Primero lo haré rápido y después lo haré lento, ¿vale? —Le explicó con una sonrisa.

Se colocó los cuchillos en la mano izquierda y empezó a lanzarlos lo más rápido que podía, impactando todos en el círculo interior en un momento. Después los recogió y empezó a enseñarle el movimiento de mano a Brianna. Levantándola hasta detrás del hombro y después lanzando la hoja. Repitió el mismo proceso cinco veces más, intentándolos tirar de la forma más lenta posible. Cuando volvió a recogerlos, se los cedió por el mango, cogiendo él la hoja para dárselos y se colocó detrás de ella para ayudarla tanto en la postura, como para darle consejos activos para que su precisión mejorase.

—Verás. Vi en la forma en la que mirabas las puertas cuando las creabas y creo que tienes un buen ojo. Si logras coordinar tu ojo con tu cuerpo puedes llegar a hacer cosas muy interesantes con las puertas y los cuchillos. ¿Qué me dices? ¿Te animas, Bri-chan? —Acabó diciendo animado.

Sin embargo él no iba a quedarse sólo ahí. Había logrado saber en base a ver otras personas que podía dominar la fruta del diablo de una forma muy especial. Se dedicó a transformarse en forma híbrida, sin intentar transpasar los límites de la forma completa. No deseaba verse como un demonio entero para poder aprovechar la mejora que conseguía. Sabía que podía rebajar aquello un escalón pero necesitaría unas semanas mínimo para poder comprender la naturaleza de su fruta.

—No te asustes, Bri-chan. Pienso tirarme el mes que estés aquí con esta forma —le comentó mientras se concentraba.

Ella no podía pensar en ningún otro que no fuera Ivan, él era quien siempre rondaba su mente y por quien palpitaba su corazón. Es cierto que podría sonar demasiado cliché o demasiado romántico o ingenuo, pero Brianna estaba realmente enamorada del vampiro y le costaba bastante no poder estar a su lado y que tuvieran que alejarse de aquella forma. Pero también sabía que el mundo seguía girando y que tenía que avanzar, la idea de entrenarse y volverse más fuerte le gustaba, le gustaba mucho para que engañarnos. Quería ser auto suficiente, quería poder defenderse de aquellos que la perseguían y de alguna forma lograr que la dejaran en paz. Además de eso, si conseguía ser libre de todo aquello, seguramente podría volver con Ivan o tal vez no, pero al menos sería libre.

Abrazó con fuerza a Dark intentando calmarse aunque sollozo un rato sobre su hombro, después tomó el pañuelo que le ofrecía para poder secarse las lágrimas. Una vez se sintió un poco mas relajada se levanto de donde estaba sentada y salió junto con Dark por la puerta trasera hasta el jardincito. La verdad es que aquella casita le parecía de lo más encantadora, podía imaginarse perfectamente una vida tranquila en una casa parecida, pero aquello eran simples sueños que seguramente no podría conseguir a corto plazo. Era algo complicado, pero tarde o temprano conseguiría cumplir sus deseos.

No iba a darse por vencida tan pronto, claro que no. Si había sobrevivido todos esos años no iba a dejarse vencer tan fácilmente ahora. No cuando tenía la meta tan cerca y solo tenía que esforzarse un poco más para conseguir lo que quería. Escucho con atención las palabras de Dark, suponía que quería que se entrenase de esa forma para mejorar sus movimientos y que pudiera defenderse sola. Se concentró y tomó los cuchillos que le ofrecía Dark después de dispararlos él mismo. La verdad es que nunca se había puesto intentar acertar en un punto concreto con un arma y no es que tuviera por costumbre practicar puntería excepto para abrir sus puertas de vez en cuando pero eso era otra historia.

Por un momento se sintió extraña y aún mas cuando Dark pronunció aquellas palabras, se giro a mirarle sin entender a que se refería y cuando le vio de aquella forma se sorprendió bastante. ¿Desde cuando Dark podía transformarse así? Tal vez en sus viajes había consumido una fruta del diablo, era la respuesta más lógica a sus preguntas y la verdad es que por un momento se sintió un poco mal por que no había indagado mucho más en su historia cuando estuvieron dentro. Aunque en ocasiones era mejor ir haciéndolo poco a poco, ninguno de los dos estaban ahora mismo en condiciones, al menos animicamente hablando como para seguir hablando de desastres. — Esta noche, en la cena, seguimos hablando del tema ¿vale? creo que aún tienes mucho que contarme — suspirando le dedico una dulce aunque triste sonrisa y entonces volvió a girarse para mirar la diana.

Respiro hondo mientras fijaba su mirada en el centro de la diana, no sabía si sería o no capaz pero lo intentaría hasta conseguirlo. El primer cuchillo dio en la parte baja y mas alejada del centro. No le sorprendió, después de todo tenía que calibrar el peso de los cuchillos y la fuerza con la que debía lazar. Volvió a respirar hondo y fijo un poco más sus ojos en la diana, jugueteo con uno de los cuchillos entre sus dedos, otra cosa no, pero Brianna era muy habilidosa con sus manos. El segundo cuchillo impacto más cerca que el primero y algo mas centrado. Así siguió lanzando hasta que al fin acertó justo en el centro con el sexto cuchillo. Sonrió satisfecha con el primer intento que había tenido, es cierto que solo uno de los cuchillos se había clavado en el centro, pero para ser la primera vez no estaba nada mal.

Conforme su amiga practicaba, él estaba sentado en el suelo transformado. Le había sorprendido aquello a la mujer, pero la historia de cómo comió la fruta se la contaría otro día. No estaba preparado para hablar de aquel tema ya lo que tenía demasiado reciente y tenía sus sentimientos muy confusos. Creía que se merecía estar solo pero al haber visto cómo Diana se preocupó por él algo dentro de él se removió. Y claro, también cómo todos se preocupaban de él. Había conocido gente espectacular, y mantenía una relación de amistad más sana que con los de Lupus Custos. A pesar de querer mucho a Alex e Isma sentía que lejos estaban mejor. Dark no era un hombre de seguir a nadie. Era un hombre de crecer por sí mismo sin estar bajo el yugo de otra persona. Así que agarró aire y controló su forma híbrida. Era algo que no le resultaba excesivamente difícil, pero el problema era no tener que transformarse en la completa. Tras un rato se dirigió a la morena.

—Genial Brianna. Ir acertando uno es más que suficiente, ¿vas cogiendo ya el truco para lanzarlos? —Le preguntó con una sonrisa.

Se acercó a ella y le corrigió un poco la postura para que arquease más el brazo. Así tendría más espacio para moverlo y poder apuntar. Aquellos movimientos eran ligeramente complicados, pero era como montar en bici. Una vez lo aprendiese podría colarle un cuchillo hasta en la cabeza de un tío que estuviese a veinte metros. Y aunque no le gustaba la idea de que su amiga matase, quizás se vería envuelta en alguna ocasión con un tema tan peliagudo que tendría que hacerlo. Porque en ese mundo, era matar o que te matasen. Era absurdamente triste pero era la verdad. Por eso prefería ayudar a la mujer a seguir entrenando y que se volviese mucho más hábil de lo que ya era. Para no tener que llorar la pérdida de ningún ser querido más.

—Vamos, a ver si acabas acertando los seis. ¡Ánimo! —Acabó gritándole con el puño en alto.

Dark siempre le había parecido una persona despreocupada y algo alocada, sin embargo, una cosa estaba clara, lo que uno parecía no siempre correspondía a como se era realmente. Se notaba que su amigo guardaba dentro de si una tristeza profunda, una historia larga que le costaba contar. No insistiría por el momento, pero en algún momento intentaría sonsacarle lo suficiente como para romper un poco la barrera que él mismo había formado alrededor de si mismo para evitar el dolor. De vez en cuando era bueno derrumbarse y dejarse vencer, al menos en compañía de alguien de confianza. Brianna quería ayudarle igual que él siempre estaba a su lado para ayudarla.

Siguió practicando con los cuchillos hasta que el sol comenzó a ocultarse. Ahora conseguía que tres de los seis cuchillos dieran completamente en el blanco, la verdad es que la chica era bastante constante y aunque estaba cansada y dolorida por tanto tiempo realizando los mismos movimientos no se daba por vencida. No obstante en el momento en que se fijo que el cielo se cubría completamente de oscuridad miro a su compañero y después se acerco un poco a él tras recoger los cuchillos una vez más. — Creo que deberíamos parar por hoy, se hace tarde Dark — se la notaba bastante cansada, Brianna no tenía costumbre de hacer tanto esfuerzo físico, después de todo nunca se había dedicado a luchar y por lo tanto tampoco había tenido necesidad de entrenar nada.

Espero a que Dark se moviera de donde estaba y ver si estaba de acuerdo con la idea de dejarlo por ahora, por su parte no daba más de si y se notaba bastante. Suspiro un poco mientras se secaba un poquito el sudor que le perlaba la frente y entonces se acerco a la casa con intenciones de entrar por la misma puerta que habían usado para salir. Quería comer algo, darse una ducha y meterse en la primera cama que encontrase, aunque tendría que preguntarle a Dark donde iba a dormir ella porque con todo el lío de ponerse a entrenar no habían hablado del tema en ningún momento y no sabía si su compañero había preparado una habitación para ella o no. Siendo sinceros la doctora podía quedarse dormida en cualquier momento y en cualquier lugar en las condiciones en las que estaba, incluso en el sofá, le daba un poco igual.

Observaba de vez en cuando a su amiga, dándole algún que otro consejo mientras meditaba. Igualmente, tenía un progreso de lo más increíble: era muy hábil en general con los cuchillos, por lo que una vez llegase al objetivo subirían un nivel. Aún así la noche se había hecho ya y parecía cansada, por lo que decidió responderle con una sonrisa a la petición de parar.

—Claro, ¿te apetece que haga la cena? —le preguntó mientras le echaba un brazo por detrás y la pegaba a él como un signo de afecto.

La verdad es que se sentía muy bien con Brianna, casi la podía declarar como su mejor amiga. Tanto él como ella se entendían muy bien y congeniaban de tal forma que se les pasaban las horas voladas, incluso entrenando. Dark continuaba transformado en su forma híbrida intentando comprender qué o quién era realmente. Era muy difícil mantenerla constantemente, pero por lo menos poco a poco iba entendiendo cómo reducir el cansancio que provocaba. Después iría aumentando la intensidad, pero decidió por un segundo pegar un pequeño susto a Brianna con su cola, pasándola brevemente por su pierna y después escondiéndola.

—Te haré un omelette, prepárate para flipar —le amenazó. Porque aquello era una amenaza. Dark no sabía cocinar bien.

Se puso su delantal de cocinero y empezó. Lo primero era cortar la cebolla y los pimientos, cosa la cual no le costó nada. Los lanzó al aire y realizó una barbaridad de cortes con el cuchillo, cayendo a un bol que tenía en la mano izquierda. Sonrió brevemente y procedió a irse hacia otro bol, donde agarró dos huevos y le petaron en su mano. Se cayeron unos trozos de cáscara pero Dark pensó: «Bueno, eso es calcio. Se tiene que poner fuerte, ¡la estoy ayudando!» era eso o coger las cáscaras. Y él no se ensuciaba los dedos. Lo juntó todo y empezó a echar perejil. No sabía distinguir entre perejil y orégano, por lo que echó el primero. Seguramente le daría buen sabor, quién sabe. Lo último fue el azúcar. El perejil daría un toque salado y el azúcar dulce... ¡Qué explosión de sabores!

Lo último que necesitó fue pasarlo por la olla a presión. Porque claro, recordaba que era ahí. Era eso o la sartén y no quería gastar mucho aceite de oliva. Salía muy caro. Se lo sirvió y sonrió, esperando que lo probase. ¿Le gustaría?

Suspiro bastante cansada después del día entero de entrenamiento que habían tenido, la verdad es que se notaba que había mejorado pero también se notaba que estaba muy cansada. Entro junto a Dark en la casa y camino un poquito en dirección al salón, cuando le dijo de hacer la cena iba a decirle que le ayudaba justo cuando sintió un algo tocando su tobillo. Dio un pequeño salto y entonces miro a Dark un poco asustada, al ver una leve risilla escapar de sus labios le puso unos pucheros y le dio un golpecito con la cadera a modo de regañina — haz el favor de no asustarme así — gruño un poquito y bufo también pero de forma muy cómica. Después asintió a las palabras de Dark y se sentó en el sillón para relajarse un poco.

Se relajo un poco hasta que empezó a oler la cena que estaba preparando Dark, no olía nada mal y la verdad es que le estaba empezando a dar cada vez más hambre aunque lentamente se estaba quedando dormida. No estaba segura de si quería comer o simplemente dormir, aunque si que esperaba poder darse una ducha antes de tener que hacer cualquiera de las dos cosas. — ¿Te molesta si voy a darme una ducha antes de cenar? así aprovecho... — fue entonces al baño para ducharse rápido, por suerte tenía algo de ropa en el velero que había traído en una bolsita y se pudo cambiar. Una vez que ya estuvo limpita y un poco mas relajada gracias al agua caliente fue de nuevo al salón para ver si Dark había terminado de cocinar.

Al parecer lo había conseguido así que espero a que pusiera la cena sobre la mesa y cogió el tenedor para pinchar un poquito y llevarlo a su boca. En cuanto mordió sintió algo crujir y no le dio buena espina en absoluto, pero luego miro a Dark y vio lo emocionado que estaba por haberle hecho una tortilla y demás. Suspiro y siguió comiendo un poco mas intentando no poner caras raras. — Gracias por la cena Dark y por ayudarme a entrenar, la verdad es que últimamente estoy preocupada y asustada, pero no es momento de hablar de mi, ¿no querías contarme algo? — después de todo se había quedado con ganas de que le contase mas cosas sobre su familia, sus hijas y todo lo que había ocurrido, se notaba que necesitaba hablar con alguien y dejar salir todo el dolor que tenía en su pecho.

—Verás... hay muchas cosas que deseo contarte. Sobretodo sobre mi vida y el camino que sigo. Pero sé que estás más dolida que yo en este momento. Puedo enseñarte una única cosa que quizás no sea lo correcto. Pero lo haré igualmente. Quiero saber si me aceptarás después de que lo veas.

Le ofreció la mano y señaló hacia la puerta. Esa puerta conducía unas escaleras hacia abajo. Después podría verse una sala totalmente blanca y perfectamente conservada. Exceptuando por un ataúd de cristal, estaba vacía y podía notarse ligeramente más fría que el resto de la casa. Se acercó hasta el medio de la habitación y colocó la mano encima de la barrera transparente, bajando la cabeza y colocándola encima. Pudieron notarse lágrimas caer y el sonido de las uñas rasgando el cristal. Dentro estaba ella, una mujer que podía confundirse perfectamente por el moreno. Los rasgos faciales eran muy parecidos y mantenía un pelo negro como el carbón, llegándole hasta casi los pies. Tenía un pañuelo colocado por encima del cuello, donde podía verse claramente en la transparencia de este un corte profundo ya tratado.

—Ella es Kiseki, mi primogénita. Rayne me obligó a matarla. No quiero explicar la historia, pero no pude hacer otra cosa. Tengo un dolor por dentro que no puedo explicar de ninguna forma. Me consume cada día que pasa, más que la muerte de mis tres esposas, Brianna. Porque sí, tuve tres, y las tres murieron. Recordarlo todo me consume. Y perdí la memoria a propósito para no consumir lo de mi alrededor. Porque purgué Jaya, Brianna. Maté a cientos y cientos de personas inocentes por mi cabeza. ¿Y si vuelvo a ser esa persona? ¿Y si no hay nada que me detenga esta vez?

Siguió arañando el cristal. Sacó del bolsillo de su chaqueta una foto y se la presentó tembloroso. Era de él, con Kiseki cuando era bastante pequeña, casi con cuatro años. La sostenía en brazos y se le veía muy feliz. No lo era realmente en esa foto, pero tener su hija le hacía creer que su vida tenía sentido. Y ahora estaba solo. Ya no lo tenía.

Conocía a Dark desde hacía ya un tiempo y sin embargo ninguno sabía casi nada acerca del otro. Él no conocía su pasado y ella no conocía el de él, en ningún momento se lo habían preguntado, en ningún momento habían querido inmiscuirse en la vida del otro, pero aquel día las cosas estaban cambiando. Al parecer en aquel momento ambos necesitaban contar cosas, ambos necesitaban sacar de su pecho el dolor que les habían causado ciertos sucesos que habían ocurrido a lo largo de sus vidas. Un suspiro salió de los labios de Brianna, tal vez algo preocupada por las palabras de Dark, pero si quería contarle algo estaba dispuesta a escucharle.

Le siguió todo el camino hasta que llegaron al lugar indicado, donde pudo ver aquel sarcófago y a la joven que descansaba en su interior. Pudo ver las lágrimas de Dark y escuchar la historia que le estaba contando. Definitivamente Rayne en ocasiones merecía un sermón, aquella chica estaba tan cegada por la "justicia" que ni siquiera respetaba los sentimientos que un padre le tiene a su hija. Por mucho que esa hija se pudiera volver malvada o cualquier locura semejante. Seguía siendo la hija de Dark y obligarlo a matarla era una completa aberración. Suspiro con cierta pena al ver el sufrimiento reflejado en su rostro y mientras él continuaba contando su historia ella simplemente se acercó a él y coloco su mano en su hombro. Buscaba darle un poco de apoyo y hacerle sentir mejor hasta que terminase.

Vio la foto y después se la devolvió, coloco una mano en su mejilla y mientras una lágrima caía por su mejilla Brianna habló — lo siento mucho Dark, no se cuanto sufrimiento has soportado todos estos años hasta el punto de perder la memoria por ello, pero ahora eres otra persona, eres alguien mejor que aprendió de sus errores y estoy segura ahora eres un hombre mejor — necesitaba apoyo y ella se lo iba a dar. Se acercó a él unos cuantos pasos más y lo abrazo con fuerza, aprovechando que estaba agachado contra el sarcófago para que quedase acurrucado entre sus brazos, en aquel momento necesitaba ser reconfortado y Brianna sería quien le diera toda la ayuda que realmente necesitase.

— Eres un buen hombre Dark y estoy segura de que ahora mismo hay muchas cosas buenas por las que merece la pena seguir en este camino ¿verdad? — tenía amigos, se había reencontrado con su otra hija, era un buen hombre que estaba demostrando arrepentimiento por lo que había sucedido en el pasado y que demostraba que quería cambiar y volver a ser un hombre bueno. No debía hundirse en la miseria simplemente por que algo no saliera bien o por que lo recuerdos pudieran abrumarlo. Ella misma se había dejado llevar demasiado tiempo por el dolor de un pasado difícil de superar, pero había tomado una decisión y era firme con ella, él debía hacer lo mismo. — Yo confió en ti Dark, estoy segura de que todo irá bien — y eso era lo que él más necesitaba escuchar en aquel momento y ella lo sabía.

—Ya me he ido dando cuenta que lamentarme no me llevará a ningún sitio. Pero gracias por tus palabras, Brianna. Nada me traerá a Kiseki de vuelta, pero por lo menos tengo en mi corazón sus recuerdos. Recuerdos que no pienso desperdiciar, ya que pensar en todo esto solo hace que quiera hacerme más fuerte —exclamó mientras dejaba fluir aún más la energía de su forma híbrida—. ¿Por lo que quieres que vayamos a dormir? Creo que estará genial descansar un poco. Tú te has esforzado lo suficiente como para avanzar. Así que repetiremos esto una semanita, más o menos. Pero no solo eso, te iré enseñando también cómo cortar de forma más eficiente con ellos. Gracias al entrenamiento de tirarlos ya vas cogiendo el juego de muñeca, por lo que estoy seguro de que serás bastante más diestra.

Se dirigió hacia arriba y esperó a que su amiga le acompañase hasta el dormitorio. Tenía uno de invitados, el cual estaba perfectamente recogido. Soltaba una fragancia a lavanda de lo más exquisita, además de tener las sábanas encajadas a la perfección. Justo al lado de la cama estaba colocada una mesita con varios libros apilados, que podía leer si así lo deseaba. Y fuera de eso no había mucha más decoración que varios cuadros perfectamente alineados y una planta para decorar. Así por lo menos el aire de la habitación estaría más puro, o por lo menos eso creía él. Señaló al armario y lo abrió después, enseñando ropa de todo tipo de la talla de Brianna. A simple ojo podía saber más o menos sus proporciones, por lo que había decidido ponerle ropa de todo tipo para que estuviese más cómoda. A parte de que tenía dos pares de pijamas: uno con pequeñas estrellas que brillaban y otro de pandas. Estaba seguro que le gustaría todo aquello, por lo que le dedicó un abrazo y se dirigió hacia la cocina para prepararle un vaso de leche caliente para dormir mientras se cambiaba.

Sin embargo, él era un genio del entrenamiento. Todo lo que hacía, como movimientos hasta el fuego que sacaba de su misma mano lograba hacerle avanzar poco a poco. La eficiencia de su fruta iba aumentando, y entendía poco a poco qué significaba estar en forma híbrida. Volvió al cuarto, esperando que la bruja estuviese cambiada, y picó. Una vez le dejó pasar le ofreció la taza de leche caliente, con un sobre de chocolate al lado, galletas con pepitas y una cuchara para agitar. Le dedicó una sonrisa y le dio un beso en la mejilla acompañado de un buenas noches. Quizás al estar al lado de una chica relativamente joven salía su instinto paternal, el cual estaba totalmente atrofiado por haber perdido a una de sus hijas. Por lo que salió hacia fuera y se dirigió a su dormitorio, quitándose la ropa y dejándola con cuidado encima de la silla. Se quedó en ropa interior y se tiró a la cama, cerrando los ojos e intentando dormir con la forma híbrida activada. Si lo lograba ya lo vería al día siguiente.

Y así es como empezó la primera semana del mes que iban a pasar juntos: repitiendo todo lo que habían aprendido.

Realmente le apenaba ver en aquella situación y en aquel estado a Dark. Era un buen hombre que había sufrido demasiados reveses en su vida, pero tenía que sobreponerse y seguir adelante. Después de todo no había otra forma de vivir, uno tenía que luchar y que seguir adelante. Por su parte era igual, tenía que sobreponerse a muchas cosas y seguir luchando. Demostrar que su pasado no puede dominar su presente, demostrarse a si misma que es una mujer fuerte que puede valerse por si misma y que no volverá a permitir que le hagan daño como hicieron antaño. No, ahora Brianna estaba preparándose para defenderse de todo cuanto quisieran echarle encima.

Sonrió cuando Dark le llevo la taza de leche calentita, se había puesto el pijama de estrellitas y se había metido en la cama, pero no pudo negarse al capricho de comerse una galleta con el vaso de leche. — Gracias Dark, buenas noches — le dedico una dulce sonrisa para luego dejar la taza vacía en la mesita de noche y acurrucarse en la cama para dormir. Las primeras horas, como era costumbre en ella, durmió bien, pero en cuanto pasaron de las doce de la noche las pesadillas acudieron a su cabeza, una tras otra, los recuerdos de todo cuanto había sufrido. Brianna se movía nerviosa entre las sabanas, tiraba de ellas mientras su respiración se agitaba.

Aún no conseguía evitar aquellas pesadillas durmiendo sola, era algo que la atormentaba de una forma que no podía evitar, no podía huir de ellas. De repente, sin poderlo evitar, se incorporo como un resorte, quedo sentada en la cama mientras comenzaba a gritar terriblemente asustada y llena de angustia, una de sus manos se arañaba el cuello mientras que la otra se clavaba las uñas en el brazo contrario con fuerza, llegando a sangrar. — ¡!No! ¡Basta! ¡suéltame por favor! — estaba aterrada, aún con los ojos abiertos seguía viendo aquellas escenas en la oscuridad que reinaba en la habitación. Y aquellas escenas la llevaban a un estado completamente angustioso.

Abrió los ojos, algo sobresaltado. Había escuchado gritar a Brianna y eso no podía ser bueno. Se levantó sin siquiera ponerse unos pantalones —dormía siempre en ropa interior— y se dirigió corriendo hasta la habitación de su amiga. Hincó la rodilla a su lado y la tomó de la mano, apartando el pelo de su frente y activando el poder de su fruta mientras acercaba los labios a su oreja. Odiaba tener que hacer cosas de ese calibre, pero despertar a una persona en medio de una pesadilla no era bueno. Por lo que empezó a recitar, con un tono de lo más cálido. El magnetismo que desprendían sus palabras seguramente se meterían en su cabeza y ayudarían a calmar el rumbo que estaba tomando en su propio sueño.

—Tranquila, todo saldrá bien. Tú solo sigue mi voz y olvídate de tu alrededor. Te encuentras ahora mismo en un río, con una pradera llena de flores delante —explicó con susurros—. Puedes escuchar el sonido de los pájaros a tu alrededor y puedes andar por toda la zona si te bajas de la barca. Es tu espacio, en el que podrás huir siempre. Aquí nada te puede dañar. Solo puedes relajarte debajo de un sol que te recorre toda tu piel y te da calidez. No molesta, no pica. La temperatura es perfecta. Disfruta.

Se separó de su oído y salió de la habitación, cerrando detrás de él la puerta con mucho cuidado. Entornó el pomo y se llevó las manos a las caderas, mirando hacia las escaleras. O se iba a dormir o seguía entrenando. Miró hacia fuera y vio que seguramente eran las tres o cuatro de la mañana, por lo que suspiró y bajó hasta el piso de abajo. Caminó hasta la cocina y miró hacia sus manos. Entendía qué era subir el escalón siendo un humano, ¿pero cómo podía hacerlo con la forma híbrida? No podía simplemente tragarse el aura como hacía con la anterior técnica. Tenía que ser más preciso, pero sabía que no era tan fácil como parecía. Así que abrió su libro de recetas y decidió cocinar siguiendo instrucciones. Le haría unas tortitas o algo, o por lo menos haría uso del horno. Seguramente una vez se despertase iría bien un buen desayuno. Quizás saldría al naranjero de fuera y le haría algo de zumo fresco.

—Me trae tantos recuerdos a cuando Kiseki tenía pesadillas —musitó mirando por la ventana una vez puso el horno—. Ya le preguntaré qué tal cuando despierte. Seguramente no lo está pasando bien.

Estaba aterrada, hacía tiempo que no sentía una pesadilla tan fuerte, ni si quiera le dolor que se estaba realizando a si misma le ayudaba a despertar y darse cuenta de que todo aquello ya había pasado. Que estaba a salvo, aunque la oscuridad que la rodeaba no era una buena compañía. Sintió entonces una mano tomar la suya y estuvo a punto de golpear a quien hubiese realizado aquel acto. No obstante escucho unas dulces palabras que la hicieron relajarse totalmente. ¿Ese era Dark? Ahora mismo su cabeza no era capaz de distinguir mucho pero por el momento estaba sintiéndose cada ve más relajada.

Al final terminó por imaginar en su cabeza todo aquel hermoso paisaje que le estaban describiendo. Se relajo completamente y se acurrucó nuevamente en la cama. Soñando de forma placida con aquella playa y dejando que en su sueño apareciese nuevamente el amor de su vida. Aquel al que había tenido que dejar por le bien de ambos. Cuando despertó a la mañana siguiente sintió el escozor de los arañazos en su cuello y también el dolor de las heridas en el brazo. Supo entonces que había sido una noche movida y que seguramente habría asustado a Dark.

Tal vez debería haberle avisado de que sus noches eran un poco complicadas y que sus pesadillas solían ser un autentico dolor de cabeza. Se levanto de la cama y tras ir un momento al baño a limpiarse un poco el cuello y el brazo, refrescando la zona de las herias para que fuera bajando un poco aquel rojizo tono que habían tomado bajo al salón. Se encontró con un aroma bastante agradable y con un Dark que había preparado el desayuno para ambos. Le dedico una leve sonrisa — lo siento mucho, te di un buen susto anoche ¿verdad? debería haberte avisado de mis pesadillas — se sentía mal por haber molestado así a su amigo. Se sentó para desayunar con él, se notaba en su carita que estaba arrepentida de haberle despertado.

Después de todo ambos estaban cansados tras el ajetreo que se traían con los entrenamientos y el no dormir tampoco era algo que les fuese bien a ninguno. Pero intentaría prepararse una de sus infusiones para ver si lograba descansar un poco mejor las siguientes noches. De lo contrario tendría que buscar la forma de sentirse segura nuevamente. Añoraba los brazos de Ivan rodeándola por las noches, haciéndola sentir protegida y a salvo. Cuando él no estaba, era el pelaje cálido de Kodlak quien la hacía saber que no estaba sola, pero ahora no tenía nada. Tal vez era hora de demostrarse a si misma que no necesitaba más protección que su propia determinación.

Le dedicó una agradable mirarla al verla, que cambió rápidamente a una de preocupación cuando habló. Sí, estaba mal. ¿Pero qué era lo que le perturbaba? Parecía que le había ayudado por la postura que mantenía, ¿habría entrado a su sala personal? Era gracioso decir eso con sus poderes de la fruta del diablo, pero tampoco iba a decir chistes de puertas en alto. Eso era demasiado de su viejo yo, el amnésico. Prefería mantener el chiste en la cabeza y no dar vergüenza ajena.

—Entonces, ¿qué has soñado? —Inquirió con una ceja arqueada—. Porque si ha resultado ser algo bonito, te he echado un pequeño cable —le explicó, pegándole un codazo amistoso después de acabar.

Brianna se notaba cansada, no mentía para nada. Él tampoco estaba excepcionalmente descansado, pero aguantaba mucho mejor las sesiones de entrenamiento intensivo. Bostezó tapándose la boca con la mano y se dirigió hasta la cafetera, sirviéndose un café negro y calentando la taza de cerámica con una llama por debajo. Le echó dos cucharas de azúcar y después se sentó en la mesa, degustando el aroma del café y después soltando una vaga sonrisa. El café que vendían en Samirn no era excepcionalmente malo, pero tampoco podía quejarse. Eso mejor que no tomarlo. Miró fijamente a su amiga y ladeó la cabeza un poco. ¿Qué estaría pensando ahora? Más o menos podía adivinarlo, pero prefería dejar la intimidad de su mente para ella misma.

—Podemos tomarlo de descanso hoy, si quieres. Céntrate un poco en ti misma y lo que sientes. Quizás sea hasta mejor que domines el tema de tus pesadillas antes de que sigas entrenando —le explicó mientras se relajaba en la silla—. ¿Qué es lo que sueñas, y cómo crees que lo puedes solucionar, Brianna? Cuéntame. A lo mejor no me crees, pero soy psicólogo también.

Dejó descansar los brazos sobre la mesa y adoptó una posición neutra, fijando la mirada ante los ojos de la morena. Le dedicó una sonrisa cálida y esperó para escuchar, se merecía de sobras contar por qué soñaba eso. Porque si no había titubeado en la cueva antaño, cuando estaban haciendo cosas de arqueología, que algo le diese más miedo que eso le intrigaba demasiado. Su mejor amiga era una sujeto muy interesante, al fin y al cabo. Y no sabía lo suficiente de ella como para decir: hey, me considero un gran amigo. Por ello mismo debía callar y aprender, si le había escuchado a él era el turno de protegerla.

No le gustaba hablar de sus pesadillas, por que eran recuerdos de un turbio pasado que prefería no tener que recordar. Aunque por mucho que quisiera olvidar, aquellas escenas se repetían una y otra vez en su cabeza y era algo realmente terrible. Un suspiro salió de sus labios mientras se centraba en terminase el zumo de naranja que había dejado para el final. Le gustaba tomarlo lo último por que solía dejarle un gusto muy bueno en la boca y le refrescaba bastante. Pensó en como contestar a las preguntas que le había hecho su amigo sin resultar molesta o pesada, tal vez débil ante sus ojos aunque técnicamente eso debería darle igual.

— Al principio más que sueños son recuerdos, son escenas de mi pasado que vienen a atormentarme, después, escuche tu voz y bueno, supongo que tu narración me hizo pensar en otra cosa y soñé con una escena bastante bonita — había soñado con aquella maravillosa playa, el mar en calma, la arena calentita bajo los pies los rayos del sol y una brisa de lo más refrescante y maravillosa que hacía el día de lo más encantador y relajado. — Luego apreció Ivan en mi sueño...supongo que lo hecho mucho de menos — suspiro con pena, dios, no podía evitarlo, echaba tanto de menos al vampiro que lo único que quería hacer últimamente era dejar lo que estaba haciendo y correr a sus brazos nuevamente.

Pero no podía hacer eso, no podía dejarse llevar. Primero de todo tenía que volverse más fuerte y después podría ir a su lado sin temor a que alguien pudiera usarla para ir contra él. Una vez que pudiera defenderse por su cuenta podría demostrarse a si misma que no era una inútil, que era alguien fuerte que podía con todo cuanto le echaran encima y que Ivan no tendría que estar siempre defendiéndola — tengo que volverme mas fuerte, para no seguir teniendo miedo, cuando sepa que puedo defenderme y que no podrán volverme a hacer lo que me hicieron, estoy segura de que estos sueños desaparecerán — le dedicó una leve sonrisa a Dark mientras volvía a dar un trago a su zumo de naranja.