Dark Satou
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
—Ugh... Si no me muevo hoy, acabaré baldado —exclamó en voz alta.
Rascó su cabeza mientras miraba a la máquina de escribir. Sacó el papel e hizo una bola de él, tirándolo a una papelera que estaba llena de las mismas bolas. Se levantó de la silla y se estiró brevemente, frunciendo el ceño algo enfadado. Tenía que preparar la defensa del juicio y no sabía exactamente cómo hacerla, por lo que debía de estudiar libros de jurisdicción, leyes, ver cómo se podía representar a él mismo... Porque no tenía abogado. Y claro, aquello era una situación bastante jodida. No conocía a nadie que fuese bueno en aquel campo, por lo que él como lingüista y psicólogo y famoso cronista debía de armar todo de forma perfecta. Pero ya llevaba unos días ahí encerrado y le apetecía recorrer el mercado para ver qué cenaría hoy.
En sus tiempos de descanso había estado practicando con Fiamma Scarpone, apuntando desde cadera, a lo alto, desenfundando rápido... Vamos, un sin fin de cosas. No es que fuese la persona más precisa del mundo pero se defendía. Por lo que agarró otra bola de papel y se separó unos metros de la papelera, lanzándola y metiéndola dentro sin problema. Soltó una pequeña carcajada tras cuestionarse qué mierda hacía y se dirigió al lavabo para pegarse una buena ducha. Una vez salió, bien limpio y oliendo fenomenal, se colocó el kimono y salió a la calle con las manos metidas en las mangas. El mercado le quedaba bastante cerca, por lo que tras andar unos minutos, llegó.
Había muchísima gente y no le extrañaba: el clima de la isla, como siempre, estaba impresionante. Hacía un buen día y no había demasiada humedad, por lo que el calor que podía llegar a hacer era ligeramente seco y contrastaba con las corrientes de aire frío del mar. Por eso mismo había decidido ir con aquel conjunto, para volver a acostumbrarse a llevarlo. Hacía muchos años que no lo llevaba y le hacía sentirse ligeramente nostálgico. De hecho la gente se giraba a mirarle: toda la isla le conocía de sobras de haber hecho una generosa donación a las arcas del ayuntamiento y no había lugar por el que no le agradecieran o le pidiesen una foto.
Se paró delante de un puesto de armas improvisado y frunció el ceño, mirándolo directamente. La verdad es que eran de una calidad impresionante, pero tampoco era de extrañar. Samirn estaba ubicada en el nuevo mundo y el material de las hojas debía tener una mejor calidad. Si no cualquiera con un buen haki podría partirlas con facilidad.
—Oh, señor Dark, ¿qué tal? ¿Le interesa algo? —le preguntó el esbelto herrero.
—La verdad es que no, estoy bien servido. Pero miraré durante un rato más —le contestó con una sonrisa.
Rascó su cabeza mientras miraba a la máquina de escribir. Sacó el papel e hizo una bola de él, tirándolo a una papelera que estaba llena de las mismas bolas. Se levantó de la silla y se estiró brevemente, frunciendo el ceño algo enfadado. Tenía que preparar la defensa del juicio y no sabía exactamente cómo hacerla, por lo que debía de estudiar libros de jurisdicción, leyes, ver cómo se podía representar a él mismo... Porque no tenía abogado. Y claro, aquello era una situación bastante jodida. No conocía a nadie que fuese bueno en aquel campo, por lo que él como lingüista y psicólogo y famoso cronista debía de armar todo de forma perfecta. Pero ya llevaba unos días ahí encerrado y le apetecía recorrer el mercado para ver qué cenaría hoy.
En sus tiempos de descanso había estado practicando con Fiamma Scarpone, apuntando desde cadera, a lo alto, desenfundando rápido... Vamos, un sin fin de cosas. No es que fuese la persona más precisa del mundo pero se defendía. Por lo que agarró otra bola de papel y se separó unos metros de la papelera, lanzándola y metiéndola dentro sin problema. Soltó una pequeña carcajada tras cuestionarse qué mierda hacía y se dirigió al lavabo para pegarse una buena ducha. Una vez salió, bien limpio y oliendo fenomenal, se colocó el kimono y salió a la calle con las manos metidas en las mangas. El mercado le quedaba bastante cerca, por lo que tras andar unos minutos, llegó.
Había muchísima gente y no le extrañaba: el clima de la isla, como siempre, estaba impresionante. Hacía un buen día y no había demasiada humedad, por lo que el calor que podía llegar a hacer era ligeramente seco y contrastaba con las corrientes de aire frío del mar. Por eso mismo había decidido ir con aquel conjunto, para volver a acostumbrarse a llevarlo. Hacía muchos años que no lo llevaba y le hacía sentirse ligeramente nostálgico. De hecho la gente se giraba a mirarle: toda la isla le conocía de sobras de haber hecho una generosa donación a las arcas del ayuntamiento y no había lugar por el que no le agradecieran o le pidiesen una foto.
Se paró delante de un puesto de armas improvisado y frunció el ceño, mirándolo directamente. La verdad es que eran de una calidad impresionante, pero tampoco era de extrañar. Samirn estaba ubicada en el nuevo mundo y el material de las hojas debía tener una mejor calidad. Si no cualquiera con un buen haki podría partirlas con facilidad.
—Oh, señor Dark, ¿qué tal? ¿Le interesa algo? —le preguntó el esbelto herrero.
—La verdad es que no, estoy bien servido. Pero miraré durante un rato más —le contestó con una sonrisa.
Desde lo sucedido en Saboady y el desastroso escape de mi hermano para conmigo, habíamos llegado a parar en el Nuevo mundo de manera accidental que ahora estábamos varados en ese lugar con los otros piratas que nos habíamos logrado salvar el trasero con demasiada suerte en un islote perdido en el mar siendo que, mi hermano prefirió separarse por unos días de mi persona en su barco para buscar la manera de regresar en lo que yo hacia tareas de reconocimiento. Mas el recibimiento para con los que estaban en la isla no había sido demasiado cortés que se pudiese decir cuando atraque con mi pequeña embarcación en las costas en la que había llegado a encallar en las mismas pero ya tendría tiempo para sacarla fuera del lugar en cuestión.
Aun así, lo mejor que podía hacer en esos momentos era ganar algo de dinero y de la única manera que conocía era usar mis dotes de carpintería para hacer nuevamente algunas estatuillas para vender en el mercado local a pesar de que, yo ahora ya tenia un wanted en mi propio cabeza pero solamente tenia que hacer aquello en lo que esperaba que Frost encontrase una manera para volver a los Blues donde pudiésemos estar a salvo. De todas maneras me había entrado de que mis capitanas habían dejado la piratería y se habían aislado en una isla de las cuales, una de ellas era la legal dueña y por lo tanto, ahora ellas pasarían el tiempo que les quedara de vida para estar juntas, cosa que no era algo que les juzgaria para nada. Eso no queria decir que no tuviese un poco de envidia oculta de que las mismas pudieran estar tranquilas mientras que, tanto mi hermano como mi persona la estabamos pasando bastante mal, de todas maneras, me cargue algunos tocones de madera para irme directamente hacia el mercado para hacer las estatuillas.
Ahora ya tenia bastante practica en hacer varias figuras bastante mas elegantes por lo que, trataba de buscar la atención de las personas que estaban paseando por al frente de ese pequeño puesto comercial donde yo estaba tallando a mano con un cuchillo porque me parecía bastante mas sencillo para mi persona pero al parecer, por ser un extranjero no estaba teniendo para nada suerte en esos momentos pero no quería decir que me rendiría de al menos conseguir vender alguna de las estatuas de madera tallada..
Aun así, lo mejor que podía hacer en esos momentos era ganar algo de dinero y de la única manera que conocía era usar mis dotes de carpintería para hacer nuevamente algunas estatuillas para vender en el mercado local a pesar de que, yo ahora ya tenia un wanted en mi propio cabeza pero solamente tenia que hacer aquello en lo que esperaba que Frost encontrase una manera para volver a los Blues donde pudiésemos estar a salvo. De todas maneras me había entrado de que mis capitanas habían dejado la piratería y se habían aislado en una isla de las cuales, una de ellas era la legal dueña y por lo tanto, ahora ellas pasarían el tiempo que les quedara de vida para estar juntas, cosa que no era algo que les juzgaria para nada. Eso no queria decir que no tuviese un poco de envidia oculta de que las mismas pudieran estar tranquilas mientras que, tanto mi hermano como mi persona la estabamos pasando bastante mal, de todas maneras, me cargue algunos tocones de madera para irme directamente hacia el mercado para hacer las estatuillas.
Ahora ya tenia bastante practica en hacer varias figuras bastante mas elegantes por lo que, trataba de buscar la atención de las personas que estaban paseando por al frente de ese pequeño puesto comercial donde yo estaba tallando a mano con un cuchillo porque me parecía bastante mas sencillo para mi persona pero al parecer, por ser un extranjero no estaba teniendo para nada suerte en esos momentos pero no quería decir que me rendiría de al menos conseguir vender alguna de las estatuas de madera tallada..
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.