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Contratante: Comandante en Jefe del Gobierno Mundial
Descripcición: Tras el éxito conseguido por el grupo enviado anteriormente para descifrar el obelisco y eliminar dicha información para evitar que otros pudieran poseerla o divulgarla. El gobierno ha descubierto algo muy interesante y ha decidido actuar en consecuencia. Tu misión será encontrar, inmovilizar y entregar a Terra Kepler, el Gobierno Mundial la quiere con vida por lo que es de suma importancia que no sufra daños.
Objetivos secundarios: Conseguir que Terra Kepler (Usuaria de la Akuma de bombilla) confiese lo que pretende hacer o la isla en la que iba ha desembarcar.
Recompensa: doscientos setenta millones a repartir y una de las pertenencias de Terra Kepler (premio sorpresa) para cada uno
Recompensa por objetivo secundario: Conocimiento único
Descripcición: Tras el éxito conseguido por el grupo enviado anteriormente para descifrar el obelisco y eliminar dicha información para evitar que otros pudieran poseerla o divulgarla. El gobierno ha descubierto algo muy interesante y ha decidido actuar en consecuencia. Tu misión será encontrar, inmovilizar y entregar a Terra Kepler, el Gobierno Mundial la quiere con vida por lo que es de suma importancia que no sufra daños.
Objetivos secundarios: Conseguir que Terra Kepler (Usuaria de la Akuma de bombilla) confiese lo que pretende hacer o la isla en la que iba ha desembarcar.
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Un vicealmirante y su pequeña flota de navíos de la Marina navegaban por las aguas del Nuevo Mundo. Todos enviados por el mismísimo Comandante en Jefe, a capturar a una mujer que la cual... Zuko no había oído hablar en su vida. ¿Por qué una figura tan importante se preocupaba de la captura de alguien de quien no había oído hablar? El dragón había sido miembro del Cipher Pol muchos años y sabía como era el gobierno con sus secretos. Sin embargo, si la mujer era peligrosa debía caer. Unos cinco barcos llenos de marines armados hasta los dientes, capitaneados por el vicealmirante que, supuestamente, derrotó al ex-almirante Krauser debería bastar... Esperaban.
Aunque seguro que ni siquiera era el único vicealmirante de aquella pequeña flota. Tal vez en los otros barcos hubiese alguno. Fuera como fuese, se estaban acercando ya al último lugar donde se decía que habían visto a Kepler. El dragón había mandado varios barcos llegar a la isla por puertos distintos por si acaso alguien la veía salir del lugar y pedido que le avisasen en ese caso para poder abordar su embarcación de ser necesario. Desde el aviso de su avistamiento hasta la llegada marine habían pasado unas cinco horas, siendo estas las ventajas de poder navegar por el Calm Belt y la velocidad de los avanzados navíos marines.
El dragón se encontraba en cubierta, observando casi subido en el casco del barco, como la isla se iba haciendo cada vez más grande. No parecía recibir aviso de ninguno de los otros barcos, por lo que muy seguramente la mujer se encontraba todavía en la isla. Aunque no destacaba la posibilidad de que hubiesen llegado tarde y se hubiese marchado ya, pero Zuko mantenía las esperanzas. Siempre lo hacía. Ya llegaban a la isla.
Aunque seguro que ni siquiera era el único vicealmirante de aquella pequeña flota. Tal vez en los otros barcos hubiese alguno. Fuera como fuese, se estaban acercando ya al último lugar donde se decía que habían visto a Kepler. El dragón había mandado varios barcos llegar a la isla por puertos distintos por si acaso alguien la veía salir del lugar y pedido que le avisasen en ese caso para poder abordar su embarcación de ser necesario. Desde el aviso de su avistamiento hasta la llegada marine habían pasado unas cinco horas, siendo estas las ventajas de poder navegar por el Calm Belt y la velocidad de los avanzados navíos marines.
El dragón se encontraba en cubierta, observando casi subido en el casco del barco, como la isla se iba haciendo cada vez más grande. No parecía recibir aviso de ninguno de los otros barcos, por lo que muy seguramente la mujer se encontraba todavía en la isla. Aunque no destacaba la posibilidad de que hubiesen llegado tarde y se hubiese marchado ya, pero Zuko mantenía las esperanzas. Siempre lo hacía. Ya llegaban a la isla.
Dark Satou
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Dark y Galhard se encontraban en un barco que habían pedido a Lucio prestado en Dressrosa. Se dirigían hacia el reino de Mogaro, un país cercano a la capital del coliseo.
—Esto es muy difícil. Sé que está en esta isla, pero no se reduce simplemente a encontrarla sin más. Y menos con la fama que poseo. Aunque hay algo muy positivo... La estrella oscura también la busca, por lo que podemos usar eso para localizarla. Tendremos que difundir el mensaje y... —colocó un bigote de pega a Galhard y le quitó el tricornio de la cabeza—. Que no sepan que tú eres tú. Te estás haciendo muy famoso y encima eres vice-almirante, por lo que puede desconfiar Terra si te ve —tomó una pequeña pausa para mirarle seriamente—. Y estoy muy seguro de que puede matarnos a los dos a la vez. ¿Entiendes la gravedad, no?
Conforme veían acercarse más y más la isla, algo perturbó al moreno. ¿Qué hacían cinco barcos de la Marine por la zona? Aquello no era bueno. Tenían que meterse, como siempre, en medio de la nada. Gruñió enfadado y fue hasta una mesa que estaba en la cubierta colocada expresamente para él. Indicó al vice-almirante que viniese con él y agarró varios muñecos y figuras para colocarlas por el mapa de Mogaro. Empezó por colocar en la vera del puerto las figuras de los navíos y dentro del reino la figura que pertenecía a Terra Kepler. Se llevó un dedo a la boca y rumió por un momento, intentando analizar las mejores opciones para capturarla con vida. Agarró su figura y la de Galhard y las movió hacia dentro. Sacó un libro y lo colocó contra la mesa, buscando en las páginas algo desesperado —no sin antes ensalivarse el dedo— nombres. Pero no encontró nada.
—Hm... ¿Tú reconoces quién puede estar llevando los barcos, amigo mío? —Preguntó mientras seguía memorizando el mapa en su cabeza—. Porque vas a tener que hacer de salvoconducto mientras voy a por Terra. Gracias al gilipollas o gilipollas que hayan traído los barcos todo Mogaro estará alerta, incluida Terra —exclamó mientras se encendía un cigarro con una llama que le salía del dedo—. Así que el plan se va a complicar quince veces más.
Se colocó la otra mano en la cadera y empezó a inhalar y exhalar bocanadas de humo. A este paso se iba a tener que pasar a los puros como Lucio. Pero supo que tendría que encargarse solo. Por lo que, tras escuchar a su amigo, tiró el cigarro y se transformó en forma completa, elevándose en el aire y yendo directamente al barco que más destacaba, por lo menos en términos de presencias. No tardo nada en llegar rompiendo parte de la cubierta, para después revertir la forma y clavar a Haruno Rö y Yamato en el suelo —esta última, al tener la hoja rota, simplemente la dejo caer—. Levantó las manos y miró directamente al que reconocía como el vice-almirante Zuko, una persona famosa a su manera y sin lugar a dudas alguien que... Bueno, le recordaba a él en algún que otro rasgo físico. Pero eso no era lo importante.
—Tanto tú como yo nos conocemos —explicó sin dejar a nadie que hablase—. Por eso mismo te pido, que si conoces algo de mí y de la época que estuve en la Marine que retires los barcos. Si están más rato por aquí Terra Kepler se alarmará y podrá esconderse, inhabilitando el capturarla. Como ex-señor de la caza y ex-vice-almirante, te lo pido como favor. Quiero capturarla para demostrar al Gobierno Mundial que se equivocan conmigo y que me retiren la recompensa por mi cabeza —acabó diciendo de la forma más neutral posible, casi con algo de melancolía en sus palabras.
No podía meterse a combatir en aquel lugar. Era cierto que el plan se estaba yendo a la mierda, pero simplemente no podía. No sabía si podía contra el que tenía fama como dragón y, aunque diese por supuesto de que sí, a parte de ser un combate de lo más jodido tenía cinco barcos bajo su comando. Sin lugar a dudas, esto tendría que ser tratado de la forma más social posible.
—Esto es muy difícil. Sé que está en esta isla, pero no se reduce simplemente a encontrarla sin más. Y menos con la fama que poseo. Aunque hay algo muy positivo... La estrella oscura también la busca, por lo que podemos usar eso para localizarla. Tendremos que difundir el mensaje y... —colocó un bigote de pega a Galhard y le quitó el tricornio de la cabeza—. Que no sepan que tú eres tú. Te estás haciendo muy famoso y encima eres vice-almirante, por lo que puede desconfiar Terra si te ve —tomó una pequeña pausa para mirarle seriamente—. Y estoy muy seguro de que puede matarnos a los dos a la vez. ¿Entiendes la gravedad, no?
Conforme veían acercarse más y más la isla, algo perturbó al moreno. ¿Qué hacían cinco barcos de la Marine por la zona? Aquello no era bueno. Tenían que meterse, como siempre, en medio de la nada. Gruñió enfadado y fue hasta una mesa que estaba en la cubierta colocada expresamente para él. Indicó al vice-almirante que viniese con él y agarró varios muñecos y figuras para colocarlas por el mapa de Mogaro. Empezó por colocar en la vera del puerto las figuras de los navíos y dentro del reino la figura que pertenecía a Terra Kepler. Se llevó un dedo a la boca y rumió por un momento, intentando analizar las mejores opciones para capturarla con vida. Agarró su figura y la de Galhard y las movió hacia dentro. Sacó un libro y lo colocó contra la mesa, buscando en las páginas algo desesperado —no sin antes ensalivarse el dedo— nombres. Pero no encontró nada.
—Hm... ¿Tú reconoces quién puede estar llevando los barcos, amigo mío? —Preguntó mientras seguía memorizando el mapa en su cabeza—. Porque vas a tener que hacer de salvoconducto mientras voy a por Terra. Gracias al gilipollas o gilipollas que hayan traído los barcos todo Mogaro estará alerta, incluida Terra —exclamó mientras se encendía un cigarro con una llama que le salía del dedo—. Así que el plan se va a complicar quince veces más.
Se colocó la otra mano en la cadera y empezó a inhalar y exhalar bocanadas de humo. A este paso se iba a tener que pasar a los puros como Lucio. Pero supo que tendría que encargarse solo. Por lo que, tras escuchar a su amigo, tiró el cigarro y se transformó en forma completa, elevándose en el aire y yendo directamente al barco que más destacaba, por lo menos en términos de presencias. No tardo nada en llegar rompiendo parte de la cubierta, para después revertir la forma y clavar a Haruno Rö y Yamato en el suelo —esta última, al tener la hoja rota, simplemente la dejo caer—. Levantó las manos y miró directamente al que reconocía como el vice-almirante Zuko, una persona famosa a su manera y sin lugar a dudas alguien que... Bueno, le recordaba a él en algún que otro rasgo físico. Pero eso no era lo importante.
—Tanto tú como yo nos conocemos —explicó sin dejar a nadie que hablase—. Por eso mismo te pido, que si conoces algo de mí y de la época que estuve en la Marine que retires los barcos. Si están más rato por aquí Terra Kepler se alarmará y podrá esconderse, inhabilitando el capturarla. Como ex-señor de la caza y ex-vice-almirante, te lo pido como favor. Quiero capturarla para demostrar al Gobierno Mundial que se equivocan conmigo y que me retiren la recompensa por mi cabeza —acabó diciendo de la forma más neutral posible, casi con algo de melancolía en sus palabras.
No podía meterse a combatir en aquel lugar. Era cierto que el plan se estaba yendo a la mierda, pero simplemente no podía. No sabía si podía contra el que tenía fama como dragón y, aunque diese por supuesto de que sí, a parte de ser un combate de lo más jodido tenía cinco barcos bajo su comando. Sin lugar a dudas, esto tendría que ser tratado de la forma más social posible.
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Tuvo que aparecer esa persona. Alguien que había estado en sus pensamientos bastante últimamente, desde que el recientemente ascendido Galhard le habló en confianza de él. Alguien que conocía por sus hazañas y movimientos durante una larga etapa de cazador de recompensas, profesión que el dragón deleznaba, y después como Marine. Alguien que ya había ganado la fama del novato que asciende como un cohete antes que el propio dragón cuando lo hizo en su momento. El hombre habló y... ciertamente, lo dificultaba todo. El único motivo por el que el dragón daba un atisbo de confianza era por las palabras de Galhard y sus propias sospechas. El vicealmirante levantó una mano mientras hablaba, ordenando así a los soldados que no se acercasen a él mientras hablaba, aunque no dejaron de apuntarle con sus armas mientras se mantenía con los brazos alzados.
—Dark E. Satou. El vicealmirante que estabilizó Jaya y desapareció. Otro vicealmirante ha puesto su confianza en ti y los únicos motivos por los que ahora mismo no te estoy pidiendo que te rindas y te dejes encadenar es porque confío en su palabra y porque tu situación me parece extrañamente inusual si de verdad fueses un desertor. Sin embargo... Llegas aquí, haces mella en el mascarón de un navío reforzado de la marina y me pides que retire y abandone una orden dada por el mismísimo Comandante en Jefe. No el Almirante de Flota, el Comandante en Jefe. Si esa mujer ha hecho que los escalones más altos de la marina... No, del Gobierno Mundial la quieran entre rejas, no puedo marcharme así como así, y mucho menos obedeciendo las órdenes de un aparente traidor. Porque ellos no te conocen como Galhard ni han escuchado sus palabras como yo. ¿Cómo puedo asegurarles que eres bueno y que no estás del lado de Kepler y la estás ayudando a escapar? ¿Cómo puedo asegurarles que no te estás aprovechando de Galhard para esquivar los intentos de capturarte de la marina? ¿Cómo puedo asegurarles que no mentías en tu declaración de haber perdido los recuerdos? No puedo. Coincido en que una captura de este calibre podría inclinar la balanza a tu favor en el juicio, pero esa captura no ha ocurrido todavía y no puedo simplemente apartarme a un lado y dejar a un desertor que haga el trabajo que me han encomendado. Si has sido vicealmirante y de verdad añoras esos tiempos y quieres volver, deberías entenderme mejor que nadie.
—Señor —dijo uno de los soldados a Zuko, sin apartar la mirada de Dark, con un Denden Mushi en la mano tendiéndolo al vicealmirante—. Le llaman del barco al norte.
El dragón cogió el caracol, que ya se encontraba descolgado, y se lo acercó al rostro escuchando sus palabras.
—Vicealmirante Kasai, señor. Nos llegan noticias, han vuelto a avistar a Kepler en la isla, no se ha marchado.
—Gracias, espere próximas órdenes —contestó el dragón antes de colgar y volver a darle el caracol al soldado, que se marchó. Entonces, volvió a centrarse en Dark—. Los barcos rodean la isla, ahora que sé con algo más de seguridad que Kepler sigue en ella, no puedo retirar los barcos y arriesgar un escape.
El dragón entonces se llevó la mano al bolsillo interior de su chaqueta. Sacó entonces del mismo un Denden Mushi plateado, otorgado por el Almirante de Flota tan solo para esa misión, reminiscente de los infames caracoles dorados que llevaban los Almirantes para comandar las Buster Call, aunque aquel no otorgaba tal poder. Aún así, provocó cierta sensación de inquietud entre los soldados.
—Este es mi último recurso y no me gustaría usarlo. En el momento que accione esto, se dará la orden a los cinco barcos para que ataquen la isla simultáneamente, a cañonazos y a pie, provocando así una violenta toma de la ínsula en un agresivo toque de queda hasta que podamos sacar a Kepler de ella. Te cuento esto para que veas la magnitud de la situación y por qué no puedo hacer lo que me pides —dijo antes de volver a guardar el aparato—. Sin embargo, esto no ha destrozado del todo mi confianza por la palabra de Galhard. Estoy dispuesto a dar una orden especial para tu presencia en la flota y colaborar contigo. —Se movió a un lado y, al mismo, tiempo, los soldados a su espalda se separaron para formar un pequeño pasillo. El dragón entonces estiró el brazo invitando al ex-marine a cruzarlo—. Si vienes conmigo a las dependencias del capitán podrás contarme tus planes y colaboraremos en un plan de acción. Mientras los barcos sigan rodeando la isla, Kepler no podrá marcharse sin que me entere.
—Dark E. Satou. El vicealmirante que estabilizó Jaya y desapareció. Otro vicealmirante ha puesto su confianza en ti y los únicos motivos por los que ahora mismo no te estoy pidiendo que te rindas y te dejes encadenar es porque confío en su palabra y porque tu situación me parece extrañamente inusual si de verdad fueses un desertor. Sin embargo... Llegas aquí, haces mella en el mascarón de un navío reforzado de la marina y me pides que retire y abandone una orden dada por el mismísimo Comandante en Jefe. No el Almirante de Flota, el Comandante en Jefe. Si esa mujer ha hecho que los escalones más altos de la marina... No, del Gobierno Mundial la quieran entre rejas, no puedo marcharme así como así, y mucho menos obedeciendo las órdenes de un aparente traidor. Porque ellos no te conocen como Galhard ni han escuchado sus palabras como yo. ¿Cómo puedo asegurarles que eres bueno y que no estás del lado de Kepler y la estás ayudando a escapar? ¿Cómo puedo asegurarles que no te estás aprovechando de Galhard para esquivar los intentos de capturarte de la marina? ¿Cómo puedo asegurarles que no mentías en tu declaración de haber perdido los recuerdos? No puedo. Coincido en que una captura de este calibre podría inclinar la balanza a tu favor en el juicio, pero esa captura no ha ocurrido todavía y no puedo simplemente apartarme a un lado y dejar a un desertor que haga el trabajo que me han encomendado. Si has sido vicealmirante y de verdad añoras esos tiempos y quieres volver, deberías entenderme mejor que nadie.
—Señor —dijo uno de los soldados a Zuko, sin apartar la mirada de Dark, con un Denden Mushi en la mano tendiéndolo al vicealmirante—. Le llaman del barco al norte.
El dragón cogió el caracol, que ya se encontraba descolgado, y se lo acercó al rostro escuchando sus palabras.
—Vicealmirante Kasai, señor. Nos llegan noticias, han vuelto a avistar a Kepler en la isla, no se ha marchado.
—Gracias, espere próximas órdenes —contestó el dragón antes de colgar y volver a darle el caracol al soldado, que se marchó. Entonces, volvió a centrarse en Dark—. Los barcos rodean la isla, ahora que sé con algo más de seguridad que Kepler sigue en ella, no puedo retirar los barcos y arriesgar un escape.
El dragón entonces se llevó la mano al bolsillo interior de su chaqueta. Sacó entonces del mismo un Denden Mushi plateado, otorgado por el Almirante de Flota tan solo para esa misión, reminiscente de los infames caracoles dorados que llevaban los Almirantes para comandar las Buster Call, aunque aquel no otorgaba tal poder. Aún así, provocó cierta sensación de inquietud entre los soldados.
—Este es mi último recurso y no me gustaría usarlo. En el momento que accione esto, se dará la orden a los cinco barcos para que ataquen la isla simultáneamente, a cañonazos y a pie, provocando así una violenta toma de la ínsula en un agresivo toque de queda hasta que podamos sacar a Kepler de ella. Te cuento esto para que veas la magnitud de la situación y por qué no puedo hacer lo que me pides —dijo antes de volver a guardar el aparato—. Sin embargo, esto no ha destrozado del todo mi confianza por la palabra de Galhard. Estoy dispuesto a dar una orden especial para tu presencia en la flota y colaborar contigo. —Se movió a un lado y, al mismo, tiempo, los soldados a su espalda se separaron para formar un pequeño pasillo. El dragón entonces estiró el brazo invitando al ex-marine a cruzarlo—. Si vienes conmigo a las dependencias del capitán podrás contarme tus planes y colaboraremos en un plan de acción. Mientras los barcos sigan rodeando la isla, Kepler no podrá marcharse sin que me entere.
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Sin lugar a dudas, la fama del dragón le procedía. Era un hueso duro de roer y no accedió a retirar los barcos, pero por lo menos se encontraba perceptivo y parecía que tenía palabra sobre sus subordinados. A Dark no le interesaba que le apuntasen: podría matarlos a todos con dos simples movimientos de espada. Lo que realmente le importaba era convencer al hombre que tenía delante de que viniese a su lado y cooperase con él. Era muy difícil confiar con un criminal tachado de traidor, pero tampoco conocía la historia al completo. Por lo que tras escucharle y debatir en su propia cabeza qué le iba a responder, accedió al movimiento de mano y se dirigió hacia él hasta su camarote. Acogedor, pero solo había una cosa que le interesaba: la mesa de comando. Le echó una ojeada y se llevó la mano al mentón.
—Veamos... Necesitaré una mesa para explicar todo esto, que puedo suponer que tienes por ahí —exclamó mientras se acercaba y la despejaba con los dos brazos a la vez—. Mi plan era hacer un barrido empezando desde el puerto hasta las afueras de la ciudad. Terra es una persona mundialmente reconocida, por lo que simplemente preguntando a la gente acabaríamos encontrándola. Los habitantes de Mogaro suelen ser bastante parecidos a los de Dressrosa, y en la capital del coliseo Julius C. Zar no para de atacarla. Nosotros mismos venimos de defenderla de una flota ahora mismo, pero eso no tiene importancia ahora. Lo importante es que la señorita Kepler muy seguramente sea más fuerte que tú y yo juntos. Y quería gozar de la posición en la que estoy, ser pirata —cerró el puño, no le gustaba llamarse a sí mismo así—, para acabar drogándola. Sí, suena polémico, pero tengo esto —sacó del bolsillo las Jesus Pills—. Una de estas en la bebida y caes tres días en letargo. El plan era acercarme yo a ella, ganarme su confianza, drogarla y que el vice-almirante Galhard nos llevase tanto a ella como a mí a Mariejoa. No está demasiado lejos, por lo que creo que es el lugar más idóneo para entregar a una persona que vale casi tres billones.
Tomó un poco de espacio para que el dragón pudiese contestar, encendiéndose un cigarro y ofreciéndole otro de su cajetilla de tabaco. Una vez se lo colocó en la boca, intentó pensar más claramente la situación. Llegar al nivel de una buster call era algo que no se podían permitir, y mucho menos si en la misión ponía claramente de no dañarla. No sabía si el país de Mogaro era afiliado al gobierno mundial, por lo que un movimiento de ese calibre podría acabar con una rebelión en Dressrosa, al ser países vecinos y afiliados. Era muy importante realizar la misión con un perfil bajo y que nadie se enterase que una persona con tanta recompensa estuviese vivita y coleando como quería, porque sino todos empezarían a hacerlo y el aura opresora que mantenía el gobierno mundial con este tipo de personas se perdería. Por lo que conflictos políticos a parte, una vez escuchó y rumió, continuó hablando. Pero seguía teniendo por ahí un sentimiento bastante extraño. ¿Por qué si no le había visto nunca le sonaba bastante?
—Verás, agradezco tu voto de confianza y entiendo tu posición. Sí, fui quien logró el equilibrio en Jaya, pero eso es algo de lo que me arrepiento casi todos los días. He llegado a la conclusión de derramar sangre inocente, y sobretodo matar a personas innecesarias. Si se provoca una buster call sobre el reino de Mogaro, podrían usarte como cabeza de turco y acabar fuera de la Marine con una patada en tu trasero. Sí, suena jodido. Sí, tienes jurisdicción para hacerlo —exclamó mientras miraba una vez más el mapa e iba señalando hacia los puntos de entrada al reino—. Pero no te lo recomiendo. No te cargues en tu conciencia algo tan pesado, Zuko. Por lo que realmente te pido que retires los barcos, por lo menos a una distancia prudente. Ni siquiera te tienes que retirar tú. Pero Terra Kepler no os puede reconocer ni a ti, ni a Galhard. Si no el plan se irá a la mierda y nos veremos envueltos en una pelea de la que muy seguramente acabemos muertos. Así que esto es lo que hay. Si has escuchado mis palabras o has oído parte de mis últimas hazañas... He defendido bastantes lugares de piratas, trabajando con el vice-almirante. Si vamos al barco que nos ha prestado Lucio lo podemos hablar mejor. No está muy lejos, me puedes seguir volando. Iré desarmado en todo momento si es necesario.
¿Quizás sería todo más fácil si usaba el mesmerismo con él? Sí. Pero el dragón se veía una persona con una voluntad increíble, por lo que no estaba muy seguro de si funcionaría. Además de que se tenía impuesto una cosa: no usar la fruta del diablo con gente poderosa. No por lo menos esa faceta, claro. Prefería ser sincero con él y dedicarle un rato, en vez de intentar engañarle. De hecho, mientras volaba, si lo tenía detrás siguiéndole, le dijo una cosa bastante especial.
—Yo mismo me dejaré entregar por ti y por Galhard una vez esté dormido. Espero que eso te sirva para confiar en mí. Toda mi recompensa ha pasado por una única cosa: perdí la memoria completamente. Y caminé el camino equivocado mientras estaba amnésico.
—Veamos... Necesitaré una mesa para explicar todo esto, que puedo suponer que tienes por ahí —exclamó mientras se acercaba y la despejaba con los dos brazos a la vez—. Mi plan era hacer un barrido empezando desde el puerto hasta las afueras de la ciudad. Terra es una persona mundialmente reconocida, por lo que simplemente preguntando a la gente acabaríamos encontrándola. Los habitantes de Mogaro suelen ser bastante parecidos a los de Dressrosa, y en la capital del coliseo Julius C. Zar no para de atacarla. Nosotros mismos venimos de defenderla de una flota ahora mismo, pero eso no tiene importancia ahora. Lo importante es que la señorita Kepler muy seguramente sea más fuerte que tú y yo juntos. Y quería gozar de la posición en la que estoy, ser pirata —cerró el puño, no le gustaba llamarse a sí mismo así—, para acabar drogándola. Sí, suena polémico, pero tengo esto —sacó del bolsillo las Jesus Pills—. Una de estas en la bebida y caes tres días en letargo. El plan era acercarme yo a ella, ganarme su confianza, drogarla y que el vice-almirante Galhard nos llevase tanto a ella como a mí a Mariejoa. No está demasiado lejos, por lo que creo que es el lugar más idóneo para entregar a una persona que vale casi tres billones.
Tomó un poco de espacio para que el dragón pudiese contestar, encendiéndose un cigarro y ofreciéndole otro de su cajetilla de tabaco. Una vez se lo colocó en la boca, intentó pensar más claramente la situación. Llegar al nivel de una buster call era algo que no se podían permitir, y mucho menos si en la misión ponía claramente de no dañarla. No sabía si el país de Mogaro era afiliado al gobierno mundial, por lo que un movimiento de ese calibre podría acabar con una rebelión en Dressrosa, al ser países vecinos y afiliados. Era muy importante realizar la misión con un perfil bajo y que nadie se enterase que una persona con tanta recompensa estuviese vivita y coleando como quería, porque sino todos empezarían a hacerlo y el aura opresora que mantenía el gobierno mundial con este tipo de personas se perdería. Por lo que conflictos políticos a parte, una vez escuchó y rumió, continuó hablando. Pero seguía teniendo por ahí un sentimiento bastante extraño. ¿Por qué si no le había visto nunca le sonaba bastante?
—Verás, agradezco tu voto de confianza y entiendo tu posición. Sí, fui quien logró el equilibrio en Jaya, pero eso es algo de lo que me arrepiento casi todos los días. He llegado a la conclusión de derramar sangre inocente, y sobretodo matar a personas innecesarias. Si se provoca una buster call sobre el reino de Mogaro, podrían usarte como cabeza de turco y acabar fuera de la Marine con una patada en tu trasero. Sí, suena jodido. Sí, tienes jurisdicción para hacerlo —exclamó mientras miraba una vez más el mapa e iba señalando hacia los puntos de entrada al reino—. Pero no te lo recomiendo. No te cargues en tu conciencia algo tan pesado, Zuko. Por lo que realmente te pido que retires los barcos, por lo menos a una distancia prudente. Ni siquiera te tienes que retirar tú. Pero Terra Kepler no os puede reconocer ni a ti, ni a Galhard. Si no el plan se irá a la mierda y nos veremos envueltos en una pelea de la que muy seguramente acabemos muertos. Así que esto es lo que hay. Si has escuchado mis palabras o has oído parte de mis últimas hazañas... He defendido bastantes lugares de piratas, trabajando con el vice-almirante. Si vamos al barco que nos ha prestado Lucio lo podemos hablar mejor. No está muy lejos, me puedes seguir volando. Iré desarmado en todo momento si es necesario.
¿Quizás sería todo más fácil si usaba el mesmerismo con él? Sí. Pero el dragón se veía una persona con una voluntad increíble, por lo que no estaba muy seguro de si funcionaría. Además de que se tenía impuesto una cosa: no usar la fruta del diablo con gente poderosa. No por lo menos esa faceta, claro. Prefería ser sincero con él y dedicarle un rato, en vez de intentar engañarle. De hecho, mientras volaba, si lo tenía detrás siguiéndole, le dijo una cosa bastante especial.
—Yo mismo me dejaré entregar por ti y por Galhard una vez esté dormido. Espero que eso te sirva para confiar en mí. Toda mi recompensa ha pasado por una única cosa: perdí la memoria completamente. Y caminé el camino equivocado mientras estaba amnésico.
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La orden del Denden Mushi plateado no era equiparable a la de una Buster Call, claro. Estas últimas solían no dejar un solo rastro de la isla afectada, borrándola por completo del mapa y, algunos dicen, de la historia. Sin embargo seguía siendo una orden seria. Un último recurso al que solo acceder cuando todo lo demás falla, pues era literalmente tomar de rehén a la isla entera. Cuando escuchó las palabras del ex-marine se acercó al Denden Mushi de la mesa y lo accionó para hablar con el contramaestre del barco en el que se encontraban.
—Que en cada puerto hayan dos soldados vestidos de paisanos vigilando quien viene y quien va. Que los barcos se alejen de puerto pero que sigan atentos a cualquier navío que se marche. Eso es todo.
—Entendido, señor.
Colgó la llamada y después miró a Dark.
—Espero que tu plan funcione.
No le gustaban las salidas no-honorables de un conflicto. Zuko era así, sin embargo sabía perfectamente separar el honor personal de su trabajo. No tenía que sentirse orgulloso de lo que había hecho, tan solo hacerlo. Odiaba que su mérito y fama por la derrota de Krauser se basase en una mentira de un gobierno que valora más la opinión pública que su propio honor, sin embargo no se arrepentía de haber hecho lo que hizo en la Aguja. Vidas fueron salvadas.
Antes de marchar junto a él se separó al baño aparte para cambiarse de ropa y vestir de paisano, con una camisa roja y unos pantalones negros. Voló tras Dark aunque sin acceder a su forma completa, utilizando tan solo el Geppou. Era más silencioso y llamaba menos la atención que un hombre-dragón de más de tres metros de alto surcando los cielos. Escuchó las palabras de Dark durante el vuelo. El dragón notó sinceridad en él, o al menos es lo que su voz y palabras transmitían.
—Si tus palabras son sinceras yo mismo me encargaré de que recibas el mejor acuerdo posible para volver a nuestras filas.
—Que en cada puerto hayan dos soldados vestidos de paisanos vigilando quien viene y quien va. Que los barcos se alejen de puerto pero que sigan atentos a cualquier navío que se marche. Eso es todo.
—Entendido, señor.
Colgó la llamada y después miró a Dark.
—Espero que tu plan funcione.
No le gustaban las salidas no-honorables de un conflicto. Zuko era así, sin embargo sabía perfectamente separar el honor personal de su trabajo. No tenía que sentirse orgulloso de lo que había hecho, tan solo hacerlo. Odiaba que su mérito y fama por la derrota de Krauser se basase en una mentira de un gobierno que valora más la opinión pública que su propio honor, sin embargo no se arrepentía de haber hecho lo que hizo en la Aguja. Vidas fueron salvadas.
Antes de marchar junto a él se separó al baño aparte para cambiarse de ropa y vestir de paisano, con una camisa roja y unos pantalones negros. Voló tras Dark aunque sin acceder a su forma completa, utilizando tan solo el Geppou. Era más silencioso y llamaba menos la atención que un hombre-dragón de más de tres metros de alto surcando los cielos. Escuchó las palabras de Dark durante el vuelo. El dragón notó sinceridad en él, o al menos es lo que su voz y palabras transmitían.
—Si tus palabras son sinceras yo mismo me encargaré de que recibas el mejor acuerdo posible para volver a nuestras filas.
Galhard
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Como de costumbre Galhard se tuvo que quedar atrás ¿No habría sido más efectivo volar junto a él si se metía entre buques marines? pensó el joven mientras se quedó observando la isla. ¿De que servía hacer esta orden de forma tan opulenta si no había un plan de actuación fijo?
El gobierno mundial que tanto había calculado operaciones más pequeñas y prescindibles anteriormente con mucho más detalle y precisión se lanzaba de cabeza con un despliegue de fuerzas que, a juzgar por la capacidad de aquellos galeones, no iban a simplemente saludar o hacer un repaso minucioso a la isla. Más bien parecía un ataque naval en toda regla. Idéntico cuanto menos al movimiento anterior del Yonkou Julius con Dressrosa, el cual, había que destacar su infructuoso resultado a manos de una amenaza mucho menor como la que suponía su galeón y Dark.
En la mente de Galhard existía un pequeño atisbo de esperanza de revertir el daño que la presencia de aquellos barcos de guerra habrían provocado en la isla, todo parecía indicar que el líder de los Justice Riders encabezaba la ofensiva ¿En qué momento si el gobierno parece tan desesperado no se recurre a la brigada? ¿Tenían a caso pensado el uso de la misma como un plan z?. Muy poco probable, tan poco probable como podría resultar ahora para Dark de convencer a Terra y seguir con el plan que habían pensado.
—Espero que como mínimo estén presentes algunos miembros más de los justice riders... Quizás después de esto sea aún más difícil la infiltración y la camelación de Terra... — Murmuró el vice-almirante mientras intentaba hacer un símil de fuerzas ¿Podía contar con solo los rumores y las opiniones poco imparciales que había escuchado sobre Terra para determinar su fuerza? No quería menospreciar al vice-almirante Zuko pero si él estaba solo con soldados regulares y la misión se decantaba por la fuerza por más que se contase con un número mayor la superioridad que eso confería no igualaba la balanza. Además si la situación obligaba a abrir fuego a ciudades del reino ¿Como podría justificarse un ataque de esa magnitud a un estado soberano miembro del propio gobierno mundial? Habían ocurrido muchas cosas y muy rápidas, la creciente red de peticiones a tanto las autoridades como a personas independientes no hacían más que facilitar la propagación de información por todos los Blues, era de escándalo ver como incluso se había filtrado la obtención de los escritos de un obelisco por parte de la marine, sobretodo cuando aquella operación se llevó a acabo de forma mucho más sutil, Eso avivaría el fuego de la revolución que Krauser casi había apagado si era mismamente Zuko quien llevaba a cabo ese ataque, aunque a cuanto la filtración de información clasificada del gobierno y la marina ¿Significaba a caso que había algún traidor entre las filas de la marina?.
El vice-almirante golpeó sus mejillas mientras intentaba centrarse en imaginar una forma de relajar la tensión. Cuando miró al horizonte pudo ver como Dark y el vice-almirante Zuko se acercaban ¿O era el vice-almirante Komo.C.Yame? La verdad es que cuanto más los veía más idénticos le parecían.
—Pensaba que os habíais olvidado de mi, me alegro que los dos no os hayáis alterado mucho, supongo que podemos dejar ese sentimiento para la gente de Morago— Suspiró el marine, sabía que aunque fuese ahora del mismo rango que Zuko él seguía siendo en términos prácticos su superior así que la decisión final recaía en él. —¿Cual es la situación a reportar? La información facilitada deja a Terra como un monstruo al cual se desaconseja enfrentar en un combate directo ¿Que tanto ha perdido la paciencia el comandante en jefe del gobierno para tan ominosa maniobra Vice-almirante Zuko?— Preguntó mientras hacía un saludo militar y cruzaba los dedos para que realmente se tratase de Zuko y no de Yame, sería una situación muy bochornosa por su parte confundirlos de nuevo.
El gobierno mundial que tanto había calculado operaciones más pequeñas y prescindibles anteriormente con mucho más detalle y precisión se lanzaba de cabeza con un despliegue de fuerzas que, a juzgar por la capacidad de aquellos galeones, no iban a simplemente saludar o hacer un repaso minucioso a la isla. Más bien parecía un ataque naval en toda regla. Idéntico cuanto menos al movimiento anterior del Yonkou Julius con Dressrosa, el cual, había que destacar su infructuoso resultado a manos de una amenaza mucho menor como la que suponía su galeón y Dark.
En la mente de Galhard existía un pequeño atisbo de esperanza de revertir el daño que la presencia de aquellos barcos de guerra habrían provocado en la isla, todo parecía indicar que el líder de los Justice Riders encabezaba la ofensiva ¿En qué momento si el gobierno parece tan desesperado no se recurre a la brigada? ¿Tenían a caso pensado el uso de la misma como un plan z?. Muy poco probable, tan poco probable como podría resultar ahora para Dark de convencer a Terra y seguir con el plan que habían pensado.
—Espero que como mínimo estén presentes algunos miembros más de los justice riders... Quizás después de esto sea aún más difícil la infiltración y la camelación de Terra... — Murmuró el vice-almirante mientras intentaba hacer un símil de fuerzas ¿Podía contar con solo los rumores y las opiniones poco imparciales que había escuchado sobre Terra para determinar su fuerza? No quería menospreciar al vice-almirante Zuko pero si él estaba solo con soldados regulares y la misión se decantaba por la fuerza por más que se contase con un número mayor la superioridad que eso confería no igualaba la balanza. Además si la situación obligaba a abrir fuego a ciudades del reino ¿Como podría justificarse un ataque de esa magnitud a un estado soberano miembro del propio gobierno mundial? Habían ocurrido muchas cosas y muy rápidas, la creciente red de peticiones a tanto las autoridades como a personas independientes no hacían más que facilitar la propagación de información por todos los Blues, era de escándalo ver como incluso se había filtrado la obtención de los escritos de un obelisco por parte de la marine, sobretodo cuando aquella operación se llevó a acabo de forma mucho más sutil, Eso avivaría el fuego de la revolución que Krauser casi había apagado si era mismamente Zuko quien llevaba a cabo ese ataque, aunque a cuanto la filtración de información clasificada del gobierno y la marina ¿Significaba a caso que había algún traidor entre las filas de la marina?.
El vice-almirante golpeó sus mejillas mientras intentaba centrarse en imaginar una forma de relajar la tensión. Cuando miró al horizonte pudo ver como Dark y el vice-almirante Zuko se acercaban ¿O era el vice-almirante Komo.C.Yame? La verdad es que cuanto más los veía más idénticos le parecían.
—Pensaba que os habíais olvidado de mi, me alegro que los dos no os hayáis alterado mucho, supongo que podemos dejar ese sentimiento para la gente de Morago— Suspiró el marine, sabía que aunque fuese ahora del mismo rango que Zuko él seguía siendo en términos prácticos su superior así que la decisión final recaía en él. —¿Cual es la situación a reportar? La información facilitada deja a Terra como un monstruo al cual se desaconseja enfrentar en un combate directo ¿Que tanto ha perdido la paciencia el comandante en jefe del gobierno para tan ominosa maniobra Vice-almirante Zuko?— Preguntó mientras hacía un saludo militar y cruzaba los dedos para que realmente se tratase de Zuko y no de Yame, sería una situación muy bochornosa por su parte confundirlos de nuevo.
Dark Satou
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—Eso espero, Zuko. Estoy arreglando problemas por todos los blues, paraíso y nuevo mundo para poder volver —le contestó.
Llegaron hasta el navío de Galhard, donde este comentó un par de cosas. Nada de lo que pudiese responder él, por lo que tras hablar quiso exclamar lo que se le veía en mente. Galhard tenía razón en su punto y no podían cantar más o Terra iba a darse cuenta. Y no quería ser cegado por su fruta del diablo de bombilla.
—Antes de que el vice-almirante hable, me gustaría dejar clara una cosa. No gozamos de tanto tiempo como el que tenemos creer —puntualizó mientras se cruzaba de brazos—. Por lo que si te fías de mi palabra, Zuko, cuando acabes de hablar con Galhard me limitaré a llevármelo conmigo para que me pueda recoger una vez esté dormido. Al fin y al cabo es más fácil disfrazarle a ti que a él, y tu tienes una presencia más fuerte, por lo que no colaría demasiado que vinieses de paisano a pesar de habértelo currado.
Decidió no coger nada. De hecho, se polimorfó una vestimenta de lo más normal, casi de vacaciones. Se colocó a Haruno Rö en el cinturón de la cintura y se limitó a esperar a ver qué tenía que decir Galhard. Una vez hablase se lo llevaría volando hasta la isla y escondería su presencia.
Llegaron hasta el navío de Galhard, donde este comentó un par de cosas. Nada de lo que pudiese responder él, por lo que tras hablar quiso exclamar lo que se le veía en mente. Galhard tenía razón en su punto y no podían cantar más o Terra iba a darse cuenta. Y no quería ser cegado por su fruta del diablo de bombilla.
—Antes de que el vice-almirante hable, me gustaría dejar clara una cosa. No gozamos de tanto tiempo como el que tenemos creer —puntualizó mientras se cruzaba de brazos—. Por lo que si te fías de mi palabra, Zuko, cuando acabes de hablar con Galhard me limitaré a llevármelo conmigo para que me pueda recoger una vez esté dormido. Al fin y al cabo es más fácil disfrazarle a ti que a él, y tu tienes una presencia más fuerte, por lo que no colaría demasiado que vinieses de paisano a pesar de habértelo currado.
Decidió no coger nada. De hecho, se polimorfó una vestimenta de lo más normal, casi de vacaciones. Se colocó a Haruno Rö en el cinturón de la cintura y se limitó a esperar a ver qué tenía que decir Galhard. Una vez hablase se lo llevaría volando hasta la isla y escondería su presencia.
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Y allí estaba Galhard, que parecía también bastante preocupado. Se extrañó un poco. Por las palabras de Dark parecía que el ex-marine no confiaba en lo absoluto en la presencia de Zuko allí. Lo cual le hizo preguntarse que esperaban que la marina hiciese dada esa situación. No pudo evitar incluso desconfiar un poco en la insistencia del ex-marine con que el dragón no estuviese allí. Le hacía creer que al final las sospechas podrían ser ciertas, sin embargo... Galhard. No lo conocía mucho, pero lo suficiente como para saber que el muchacho tenía un ideal y convicción envidiable. Su palabra podía valer mucho.
—Lo que me sorprende, Galhard —respondió al vicealmirante en cuanto Dark hubiese terminado de hablar—. Es que pensaseis que el Comandante en Jefe iba a quedarse quieto después de decir que Kepler estaba aquí. Que simplemente esperaría a que alguien hiciese esto sin refuerzos. Deberíais haber, como mínimo, imaginado que el Comandante mandaría a alguien. —Le enseñó entonces a Galhard el DDM plateado—. Quieren a Kepler capturada, cueste lo que cueste. Esto es el último recurso y no me gustaría usarlo.
Volvió a guardarlo. No vio necesario explicarle a Galhard lo que ocurriría en cuanto accionase el botón. Era vicealmirante, ya debería saberlo y... debido a su rango tarde o temprano estaría en posesión de uno de esos en alguna misión. A pesar de sus sospechas iba a dejar que siguiesen con su plan. Confiaba en Galhard y en el tiempo que había invertido en la "rehabilitación" de Dark. Sin embargo...
—Antes de marcharos...—les dijo antes de que se fuesen—. Dark. Estoy confiando en el instinto y las palabras del vicealmirante Galhard, que ha decidido poner su confianza en ti. Si Kepler huye y me entero de que fue con tu ayuda y que traicionaste la confianza de Galhard, yo mismo te buscaré y te llevaré ante la justicia, entonces descubrirás que el mundo es muy pequeño cuando estoy enfadado y te estoy buscando. ¿Está claro?
Proyectó su voluntad en su voz. Imaginaba que alguien que había llegado tan lejos como Dark no se vería afectado por aquella su voluntad del conquistador, sin embargo no era su intención que le afectase. Tan solo quería que viese que iba en serio y que no iba a perdonar una traición a esas alturas.
—Lo que me sorprende, Galhard —respondió al vicealmirante en cuanto Dark hubiese terminado de hablar—. Es que pensaseis que el Comandante en Jefe iba a quedarse quieto después de decir que Kepler estaba aquí. Que simplemente esperaría a que alguien hiciese esto sin refuerzos. Deberíais haber, como mínimo, imaginado que el Comandante mandaría a alguien. —Le enseñó entonces a Galhard el DDM plateado—. Quieren a Kepler capturada, cueste lo que cueste. Esto es el último recurso y no me gustaría usarlo.
Volvió a guardarlo. No vio necesario explicarle a Galhard lo que ocurriría en cuanto accionase el botón. Era vicealmirante, ya debería saberlo y... debido a su rango tarde o temprano estaría en posesión de uno de esos en alguna misión. A pesar de sus sospechas iba a dejar que siguiesen con su plan. Confiaba en Galhard y en el tiempo que había invertido en la "rehabilitación" de Dark. Sin embargo...
—Antes de marcharos...—les dijo antes de que se fuesen—. Dark. Estoy confiando en el instinto y las palabras del vicealmirante Galhard, que ha decidido poner su confianza en ti. Si Kepler huye y me entero de que fue con tu ayuda y que traicionaste la confianza de Galhard, yo mismo te buscaré y te llevaré ante la justicia, entonces descubrirás que el mundo es muy pequeño cuando estoy enfadado y te estoy buscando. ¿Está claro?
Proyectó su voluntad en su voz. Imaginaba que alguien que había llegado tan lejos como Dark no se vería afectado por aquella su voluntad del conquistador, sin embargo no era su intención que le afectase. Tan solo quería que viese que iba en serio y que no iba a perdonar una traición a esas alturas.
Galhard
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Sin duda alguna Zuko iba en serio, aquella aura por no decir su aspecto draconiano le helarían la sangre a cualquiera, sabía que se jugaba demasiado pero por esa misma razón también debía estar dispuesto a los más alocados planes, más si se dejaba notar tanta aura, no sabían exactamente donde estaba Terra, ni cuan perceptiva podía ser con las presencias de la gente y hacer esas muestras no solo podían ser una invitación para la aguerrida pirata si no que podían servir para ser descubiertos.
—Se que no dejo de ser un novato en este cuerpo y algo consentido dadas las circunstancias que he tenido desde que entre al servicio....—Musitó mientras recordaba como desde su reclutamiento fue adoptado por Al y la brigada —Pero... hay una diferencia que el comandante en jefe, con sus años de experiencia, debería haber demostrado en este encuentro, la diferencia entre responder rápido con precisión y el de disparar al aire...— Hizo una pausa dramática y como si de un peligroso juego de estirar la cuerda se tratase con Zuko pese a tener los brazos de un perdedor clavó sus ojos en el otro vicealmirante —Como se suele decir, las bestias cuanto más acorraladas están más peligrosas se vuelven y...ante un escenario que podría dejar la isla casi arrasada ya debe hacerse una idea de nuestros planes y el desafío que le espera— Realmente los caballitos de Arthur habían hecho mella en la mente del marine y los entrenamientos teóricos que el mismo había sometido a Galhard le habían dotado de mejores conocimientos sobre el cuerpo, sus reglas, símbolos y protocolos, además de haber refinado las tácticas de guerra que había aprendido en Lyneel, sabía que en ocasiones una pequeña fuerza de infiltración podía hacer más maravillas que una dotación completa de barcos.
—Bien, tengo una última propuesta atrevida, Vicealmirante Zuko, algo que, si bien supone una prueba de fe más elevada—Espetó —Los grandes éxitos pueden salir caros y los grandes engaños aún más, me temo que una retirada sin más de la flota solo acrecentará la psicosis de Terra, la hará sospechar hasta de su propia sombra, en cambio... Usando magistralmente el engaño, incluso aunque ello nos dañe podemos hacer que la probabilidad de que confíe en nosotros aumente exponencialmente— Golpeó con la punta de su sable envainado en la cubierta del barco. —¿Estarías dispuesto a perder tres... No, dos barcos te tu flota?— Suspiró mientras observaba la bandera de uno de los barcos —Estoy abusando de tu buena fe, lo admito y sé que tan altos serían los costes de recuperación de los galeones pero ¿Que clase de loco haría eso a su propia flota con tal de engañar? Nadie lo esperaría y con ello, tu retirada... En caso de proceder a ella, claro está... Sería plenamente justificada así como la palabra de Dark sobre el ofrecimiento a unirse a esa extraña facción de la estrella oscura ¿O es que podrías dudar de tu salvador?— Dio unos ligeros pasos para volver a fijar su vista en la mirada de Zuko
—¿Alguien que tiene tanta fama a sus espaldas pese a su escasa recompensa? Una actuación así de fugaz y una falsa vía de escape serían las delicias de cualquier persona arrinconada.— Sonrío con picardía —Pero bueno, nuevamente eso dependerá de cuanto confíes en nuestro éxito y el nivel de implicación que tengas con el triunfo de la misión— Si el vicealmirante aceptaba tal sacrificio tendrían una forma de revertir completamente la aciaga posición en la que se encontraban, aunque aquello mismo dificultase las maniobras posteriores ahora debían quemar recursos.
—Ah y sobre ese Den Den Mushi de color plateado que llevas ¿De donde lo has sacado?— Ladeó la cabeza mientras Zuko lo guardaba —Se trata de uno de los cinco que un almirante o alguien con potestad para convocar una buster call, cedida también por un almirante, entrega a un vicealmirante, en sí mismos no tienen poder alguno puesto que dependen de la activación del dorado para actuar— Explicaba confuso tratando de entender el por qué lo enseñase. —¿Estás diciendo que hay una buster call en la recamara? ¿Que almirante ha autorizado tal atrocidad? Eso empeora aún más lo que comenté anteriormente y ¿En que papel te pondría a ti? Precisamente, el héroe que derrotó a Krauser y sus impulsos de genocidio en los Blues formando parte o perpetrando un acto tan cruel y horrible como lo que supone un buster call, no solo contra una nación soberana si no... Contra la población civil para borrar la isla del mapa. Krauser nos hizo el trabajo apagando él los fuegos de la revolución y dejando a ese grupo de guerrilleros como los sádicos del mar, si haces tal acto no solo limpiarás su nombre si no que revivirás las ascuas de la revolución.— Se explayó el marine mientras observaba con desagrado la situación. —Me parece una medida excesiva, poco eficaz. horrible y contraproducente, a la cual, incluso si mi rango en el cuerpo peligra me opondré de todas las maneras, sea de quien sea la orden— Las venas de la frente del marine se inflaron, no tenía eso que ellos llamaban haki del rey, no lograría ningún impacto en los presentes pero esas cosas le hacían hervir la sangre —Somos marines y para mí la gaviota que representa nuestro símbolo es para proteger a la gente de a pie... No para matarla en un juego de poderes— Dijo serio tras dar exhalar aire de forma sonora.
—Se que no dejo de ser un novato en este cuerpo y algo consentido dadas las circunstancias que he tenido desde que entre al servicio....—Musitó mientras recordaba como desde su reclutamiento fue adoptado por Al y la brigada —Pero... hay una diferencia que el comandante en jefe, con sus años de experiencia, debería haber demostrado en este encuentro, la diferencia entre responder rápido con precisión y el de disparar al aire...— Hizo una pausa dramática y como si de un peligroso juego de estirar la cuerda se tratase con Zuko pese a tener los brazos de un perdedor clavó sus ojos en el otro vicealmirante —Como se suele decir, las bestias cuanto más acorraladas están más peligrosas se vuelven y...ante un escenario que podría dejar la isla casi arrasada ya debe hacerse una idea de nuestros planes y el desafío que le espera— Realmente los caballitos de Arthur habían hecho mella en la mente del marine y los entrenamientos teóricos que el mismo había sometido a Galhard le habían dotado de mejores conocimientos sobre el cuerpo, sus reglas, símbolos y protocolos, además de haber refinado las tácticas de guerra que había aprendido en Lyneel, sabía que en ocasiones una pequeña fuerza de infiltración podía hacer más maravillas que una dotación completa de barcos.
—Bien, tengo una última propuesta atrevida, Vicealmirante Zuko, algo que, si bien supone una prueba de fe más elevada—Espetó —Los grandes éxitos pueden salir caros y los grandes engaños aún más, me temo que una retirada sin más de la flota solo acrecentará la psicosis de Terra, la hará sospechar hasta de su propia sombra, en cambio... Usando magistralmente el engaño, incluso aunque ello nos dañe podemos hacer que la probabilidad de que confíe en nosotros aumente exponencialmente— Golpeó con la punta de su sable envainado en la cubierta del barco. —¿Estarías dispuesto a perder tres... No, dos barcos te tu flota?— Suspiró mientras observaba la bandera de uno de los barcos —Estoy abusando de tu buena fe, lo admito y sé que tan altos serían los costes de recuperación de los galeones pero ¿Que clase de loco haría eso a su propia flota con tal de engañar? Nadie lo esperaría y con ello, tu retirada... En caso de proceder a ella, claro está... Sería plenamente justificada así como la palabra de Dark sobre el ofrecimiento a unirse a esa extraña facción de la estrella oscura ¿O es que podrías dudar de tu salvador?— Dio unos ligeros pasos para volver a fijar su vista en la mirada de Zuko
—¿Alguien que tiene tanta fama a sus espaldas pese a su escasa recompensa? Una actuación así de fugaz y una falsa vía de escape serían las delicias de cualquier persona arrinconada.— Sonrío con picardía —Pero bueno, nuevamente eso dependerá de cuanto confíes en nuestro éxito y el nivel de implicación que tengas con el triunfo de la misión— Si el vicealmirante aceptaba tal sacrificio tendrían una forma de revertir completamente la aciaga posición en la que se encontraban, aunque aquello mismo dificultase las maniobras posteriores ahora debían quemar recursos.
—Ah y sobre ese Den Den Mushi de color plateado que llevas ¿De donde lo has sacado?— Ladeó la cabeza mientras Zuko lo guardaba —Se trata de uno de los cinco que un almirante o alguien con potestad para convocar una buster call, cedida también por un almirante, entrega a un vicealmirante, en sí mismos no tienen poder alguno puesto que dependen de la activación del dorado para actuar— Explicaba confuso tratando de entender el por qué lo enseñase. —¿Estás diciendo que hay una buster call en la recamara? ¿Que almirante ha autorizado tal atrocidad? Eso empeora aún más lo que comenté anteriormente y ¿En que papel te pondría a ti? Precisamente, el héroe que derrotó a Krauser y sus impulsos de genocidio en los Blues formando parte o perpetrando un acto tan cruel y horrible como lo que supone un buster call, no solo contra una nación soberana si no... Contra la población civil para borrar la isla del mapa. Krauser nos hizo el trabajo apagando él los fuegos de la revolución y dejando a ese grupo de guerrilleros como los sádicos del mar, si haces tal acto no solo limpiarás su nombre si no que revivirás las ascuas de la revolución.— Se explayó el marine mientras observaba con desagrado la situación. —Me parece una medida excesiva, poco eficaz. horrible y contraproducente, a la cual, incluso si mi rango en el cuerpo peligra me opondré de todas las maneras, sea de quien sea la orden— Las venas de la frente del marine se inflaron, no tenía eso que ellos llamaban haki del rey, no lograría ningún impacto en los presentes pero esas cosas le hacían hervir la sangre —Somos marines y para mí la gaviota que representa nuestro símbolo es para proteger a la gente de a pie... No para matarla en un juego de poderes— Dijo serio tras dar exhalar aire de forma sonora.
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Su cabeza iba delirando a cada momento que escuchaba más hablar a los dos. Intentaba evadir el tema hasta que algo rompió del todo su frágil estado mental. ¿Que era el que había derrotado a Krauser? ¿La persona que había admirado cuando era cazador? No... No podía ser. Si Dark no hubiese querido volver a la Marine ahí mismo, habría atacado sin preguntar a Zuko Kasai. Intentó disimular varias lágrimas que salían de su cara y cerró el puño. Agarró el mango de Haruno Rö y pegó una estocada milimétrica a la altura del den den mushi plateado, intentando dar únicamente a este y no al vice-almirante. Movió el brazo y dejó liberar su presencia, consumiéndolo todo con su aura de pesadez. No podía concentrarse para tragarla. Necesitaba liberarla o iba a explotar.
—¿Sabes qué? He mantenido una posición neutral. He intentado no opinar pero me he cansado de tu actitud. ¿Has revisado los informes sobre la subida de mi recompensa, Zuko Kasai? ¿Has revisado las fotos del wanted, peliblanco? Mírame como estoy ahora. He servido al gobierno mundial más de lo que podrías haber servido tú en dos vidas enteras. Y no quiero dármelas de sobrado ni mucho menos, pero participé activamente en Loguetown y Mariejoa. Además de ser la única persona, en solitario, de poner un pie en Jaya e inclinar la balanza hacia el gobierno mundial —paró para tomar un descanso breve, en el que inclinó la cabeza—. ¿Sabes por qué desaparecí? Decidí retirarme de la Marine. Estrés por transtorno postraumático, exactamente. Se me venía a la cabeza una y otra vez haber perdido la pierna y brazo. Haber matado a cientos de personas que no merecían morir. Haber cazado a gente que me suplicaba que parase. Todo para el gobierno mundial. ¿Y encima ahora me entero de esta mierda, Zuko Kasai?
Movió un brazo hacia la derecha y concentró toda su voluntad en su mirada, impartiéndole un profundo terror junto a su fruta del diablo a Zuko. Si él era un dragón, él era la bestia de fuego. Un demonio. Y su voluntad no se doblegaba ante un ser alado si él mismo era un conquistador. Su haoshoku estaba a un nivel que permitía ignorar otros efectos mentales. Y notó lo que quería hacer. Y sí, era psicólogo. Notó que lo hacía para demostrar un cierto grado de seriedad. Tanto su lenguaje corporal como la forma en la que hablaba. Nada podía escaparse ante su ojo cuando estaba realmente serio.
—¿Que el gobierno mundial ha puesto en esa posición a Krauser? ¿Sabes quién es, verdad? Era un gran amigo mío. Y tengo delante al hombre que lo derrotó —soltó una carcajada sonora—. Krauser es tres veces más hombre que tú. Dudo que pudieses tocarle un pelo. Porque yo mismo tenía una diferencia de poder abismal contra él en su día. Fue quien me animó a unirme a la Marine, pero no todo acaba ahí. Parece ser que el destino quiere que te suelte algún tipo de intervención divina. Porque lo he visto en tu presencia. Eres hijo de mi hermana difunta, Izumi. Lo podría notar de sombras cuando tengo a la sangre de mi sangre delante. Lo noté con Rayne, mi hija, cuando la conocí por primera vez. Sabía que de alguna forma era mi sangre. Y desde que he intervenido contigo lo he notado constantemente. Y no solo por eso... Soy un experto psicólogo y lingüista. Y veo reflejadas en tus palabras una pérdida. Por lo menos veo reflejado que buscas algo o que has dejado de hacerlo. Por lo que se acabó. O entro ahí sin —cerró el puño con mucha fuerza, clavándose las uñas en la mano— putas amenazas de un den den o mato a toda tu puta flota y tú vas después. Ya he matado a mi hija, no me costará matar a mi sobrino. Por lo que apártate.
Hizo el amago de agarrar a Galhard para llevárselo hacia la isla intentando no quebrar. Si quebraba no iba a volver a la Marine. Y deseaba con todo su corazón redimirse. Pero algo no había cambiado desde que había recuperado la memoria: odiaba los perros del gobierno. Y esperaba con todo su corazón que su sobrino no fuese uno.
—¿Sabes qué? He mantenido una posición neutral. He intentado no opinar pero me he cansado de tu actitud. ¿Has revisado los informes sobre la subida de mi recompensa, Zuko Kasai? ¿Has revisado las fotos del wanted, peliblanco? Mírame como estoy ahora. He servido al gobierno mundial más de lo que podrías haber servido tú en dos vidas enteras. Y no quiero dármelas de sobrado ni mucho menos, pero participé activamente en Loguetown y Mariejoa. Además de ser la única persona, en solitario, de poner un pie en Jaya e inclinar la balanza hacia el gobierno mundial —paró para tomar un descanso breve, en el que inclinó la cabeza—. ¿Sabes por qué desaparecí? Decidí retirarme de la Marine. Estrés por transtorno postraumático, exactamente. Se me venía a la cabeza una y otra vez haber perdido la pierna y brazo. Haber matado a cientos de personas que no merecían morir. Haber cazado a gente que me suplicaba que parase. Todo para el gobierno mundial. ¿Y encima ahora me entero de esta mierda, Zuko Kasai?
Movió un brazo hacia la derecha y concentró toda su voluntad en su mirada, impartiéndole un profundo terror junto a su fruta del diablo a Zuko. Si él era un dragón, él era la bestia de fuego. Un demonio. Y su voluntad no se doblegaba ante un ser alado si él mismo era un conquistador. Su haoshoku estaba a un nivel que permitía ignorar otros efectos mentales. Y notó lo que quería hacer. Y sí, era psicólogo. Notó que lo hacía para demostrar un cierto grado de seriedad. Tanto su lenguaje corporal como la forma en la que hablaba. Nada podía escaparse ante su ojo cuando estaba realmente serio.
—¿Que el gobierno mundial ha puesto en esa posición a Krauser? ¿Sabes quién es, verdad? Era un gran amigo mío. Y tengo delante al hombre que lo derrotó —soltó una carcajada sonora—. Krauser es tres veces más hombre que tú. Dudo que pudieses tocarle un pelo. Porque yo mismo tenía una diferencia de poder abismal contra él en su día. Fue quien me animó a unirme a la Marine, pero no todo acaba ahí. Parece ser que el destino quiere que te suelte algún tipo de intervención divina. Porque lo he visto en tu presencia. Eres hijo de mi hermana difunta, Izumi. Lo podría notar de sombras cuando tengo a la sangre de mi sangre delante. Lo noté con Rayne, mi hija, cuando la conocí por primera vez. Sabía que de alguna forma era mi sangre. Y desde que he intervenido contigo lo he notado constantemente. Y no solo por eso... Soy un experto psicólogo y lingüista. Y veo reflejadas en tus palabras una pérdida. Por lo menos veo reflejado que buscas algo o que has dejado de hacerlo. Por lo que se acabó. O entro ahí sin —cerró el puño con mucha fuerza, clavándose las uñas en la mano— putas amenazas de un den den o mato a toda tu puta flota y tú vas después. Ya he matado a mi hija, no me costará matar a mi sobrino. Por lo que apártate.
Hizo el amago de agarrar a Galhard para llevárselo hacia la isla intentando no quebrar. Si quebraba no iba a volver a la Marine. Y deseaba con todo su corazón redimirse. Pero algo no había cambiado desde que había recuperado la memoria: odiaba los perros del gobierno. Y esperaba con todo su corazón que su sobrino no fuese uno.
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Dark se había enfadado. Zuko podía entender el motivo y por ello no iba a recriminar las palabras que dijo. El como lo juzgó a él y a su fuerza sin conocerle de nada, el como minimizó sin conocerlos sus actos por la justicia y el gobierno durante los años que llevaba trabajando en la Marina y en el Cipher Pol antes de eso. Aquel enfado, sin embargo, hizo que confiase algo más en la palabra del ex-marine. Lo notaba en su voz. Frustración entendible, pues tenía un plan y se había torcido por un evento inesperado. Una persona que estuviese mintiendo simplemente fingiría sumisión para seguir su plan. Aquella frustración era real y le daba autenticidad a sus intenciones.
Pero mencionó a su madre. ¿Cómo que sobrino? ¿Cómo conocía su nombre? Casi se vio obligado a interrumpirle y preguntarle por eso pero... No, no era el momento. Su búsqueda personal no había terminado, pero no podía dejar que interfiriese en su vida profesional. Ya hablaría de ello más tarde con él si todo eso salía bien. Sin embargo, había algo que si que quería decirle.
—Respetaba y respeto a Krauser —esperaba que aquellas palabras le hiciesen quedarse un poco más para escuchar lo que tuviese que decir—. Lamento que su frustración le hubiese llevado a abandonar la marina. Es un camino difícil para gente como nosotros... Este cuerpo militar es enorme y tiene tablas rotas, difíciles de arreglar. Él vio esas tablas y decidió marcharse, mientras que yo, por el momento, estoy intentando repararlas. Aún así, siempre respetaré el trabajo que hizo por nosotros, su fuerza y su convicción. Pero la Aguja era un instrumento de destrucción que amenazaba con destruir todo el North Blue. Y Brownie, el revolucionario que lo orquestó todo, pretendía prácticamente reducir el mundo a cenizas para levantar uno nuevo. Utilizó a Krauser, uno de sus oficiales revolucionarios, como cabeza de turco. Manipuló sus movimientos con una oscura habilidad de Fruta del diablo para obligarlo a luchar contra nosotros, como si fuese un títere, y el propio Krauser, resistiéndose a ello, amenazaba con destruir la aguja. Su intención era noble, acabar con los planes de ese desalmado que lo manipuló. Sin embargo, acabaría las miles de vidas que había en la Aguja en aquel instante, intentando salvar el North Blue. No confiaba en nosotros, creía que fracasaríamos y que la única manera de derrotar a Brownie era sacrificando todas esas vidas, incluida la suya. Sin embargo, lo derrotamos. Al hacerlo, no destruyó la aguja y dimos tiempo a gente más poderosa que nosotros a acabar con Brownie. Si de verdad Krauser tiene todavía el sentido de la justicia que quiero creer que tenía cuando era Marine... Ahora mismo estará satisfecho de que aquel día no se hayan perdido tantas vidas. Está vivo y recuperándose. Me mantengo en mi promesa de intentar conseguirte el mejor trato posible a tu vuelta y tú mismo podrás hablar con él —miró entonces al Denden Mushi, ahora destruido—. Y gracias por eso, ahora si esto se tuerce podré decir que no pude usarlo, ya que nunca tuve intención de poner esta isla en peligro. Aunque ha sido peligroso, podrías haberlo accionado sin querer —bromeó un poco, rascándose la nuca. Entonces suspiró y miró a Galhard—. Comparto tu opinión, Galhard. En cuanto a los barcos... no me importa el dinero que cuestan, tan solo las vidas que descansan en ellos —dijo y se llevó la mano al bolsillo, sacando un Denden Mushi (normal) y llamó al contramaestre del galeón del que vino para informar—. A partir de ahora el Vicealmirante Galhard tiene la misma potestad que yo para dar órdenes a esta flota, ¿de acuerdo? —tras la respuesta afirmativa colgó y dio a ambos una tarjeta con el número de contacto de su Denden Mushi escrito en ella—. Galhard, utiliza ese contacto para dar las ordenes que necesites para tu cortina de humo, pero por favor, que no se sacrifique ni una vida en ello. Dark... Te doy mi contacto por dos motivos. Si te descubren, llámame. Esa mujer es muy poderosa, y si siendo dos las probabilidades de victoria suben aunque solo sea un 1%, es algo a lo que nos tenemos que agarrar. Espero que no tenga que darse esa ocasión, de verdad. Y el otro motivo... Es para el futuro. Quiero mantener el contacto. Y ahora marchaos, llevad a cabo vuestro plan. Yo volveré a mi barco y esperaré noticias —los miró a ambos, directo a los ojos. Esta vez sin un solo atisbo de voluntad de dragón. Sin ira, amenazas o furia—. Confío en vosotros.
Y, una vez se hubiesen marchado, volvería a su barco a esperar, justo como había dicho.
Pero mencionó a su madre. ¿Cómo que sobrino? ¿Cómo conocía su nombre? Casi se vio obligado a interrumpirle y preguntarle por eso pero... No, no era el momento. Su búsqueda personal no había terminado, pero no podía dejar que interfiriese en su vida profesional. Ya hablaría de ello más tarde con él si todo eso salía bien. Sin embargo, había algo que si que quería decirle.
—Respetaba y respeto a Krauser —esperaba que aquellas palabras le hiciesen quedarse un poco más para escuchar lo que tuviese que decir—. Lamento que su frustración le hubiese llevado a abandonar la marina. Es un camino difícil para gente como nosotros... Este cuerpo militar es enorme y tiene tablas rotas, difíciles de arreglar. Él vio esas tablas y decidió marcharse, mientras que yo, por el momento, estoy intentando repararlas. Aún así, siempre respetaré el trabajo que hizo por nosotros, su fuerza y su convicción. Pero la Aguja era un instrumento de destrucción que amenazaba con destruir todo el North Blue. Y Brownie, el revolucionario que lo orquestó todo, pretendía prácticamente reducir el mundo a cenizas para levantar uno nuevo. Utilizó a Krauser, uno de sus oficiales revolucionarios, como cabeza de turco. Manipuló sus movimientos con una oscura habilidad de Fruta del diablo para obligarlo a luchar contra nosotros, como si fuese un títere, y el propio Krauser, resistiéndose a ello, amenazaba con destruir la aguja. Su intención era noble, acabar con los planes de ese desalmado que lo manipuló. Sin embargo, acabaría las miles de vidas que había en la Aguja en aquel instante, intentando salvar el North Blue. No confiaba en nosotros, creía que fracasaríamos y que la única manera de derrotar a Brownie era sacrificando todas esas vidas, incluida la suya. Sin embargo, lo derrotamos. Al hacerlo, no destruyó la aguja y dimos tiempo a gente más poderosa que nosotros a acabar con Brownie. Si de verdad Krauser tiene todavía el sentido de la justicia que quiero creer que tenía cuando era Marine... Ahora mismo estará satisfecho de que aquel día no se hayan perdido tantas vidas. Está vivo y recuperándose. Me mantengo en mi promesa de intentar conseguirte el mejor trato posible a tu vuelta y tú mismo podrás hablar con él —miró entonces al Denden Mushi, ahora destruido—. Y gracias por eso, ahora si esto se tuerce podré decir que no pude usarlo, ya que nunca tuve intención de poner esta isla en peligro. Aunque ha sido peligroso, podrías haberlo accionado sin querer —bromeó un poco, rascándose la nuca. Entonces suspiró y miró a Galhard—. Comparto tu opinión, Galhard. En cuanto a los barcos... no me importa el dinero que cuestan, tan solo las vidas que descansan en ellos —dijo y se llevó la mano al bolsillo, sacando un Denden Mushi (normal) y llamó al contramaestre del galeón del que vino para informar—. A partir de ahora el Vicealmirante Galhard tiene la misma potestad que yo para dar órdenes a esta flota, ¿de acuerdo? —tras la respuesta afirmativa colgó y dio a ambos una tarjeta con el número de contacto de su Denden Mushi escrito en ella—. Galhard, utiliza ese contacto para dar las ordenes que necesites para tu cortina de humo, pero por favor, que no se sacrifique ni una vida en ello. Dark... Te doy mi contacto por dos motivos. Si te descubren, llámame. Esa mujer es muy poderosa, y si siendo dos las probabilidades de victoria suben aunque solo sea un 1%, es algo a lo que nos tenemos que agarrar. Espero que no tenga que darse esa ocasión, de verdad. Y el otro motivo... Es para el futuro. Quiero mantener el contacto. Y ahora marchaos, llevad a cabo vuestro plan. Yo volveré a mi barco y esperaré noticias —los miró a ambos, directo a los ojos. Esta vez sin un solo atisbo de voluntad de dragón. Sin ira, amenazas o furia—. Confío en vosotros.
Y, una vez se hubiesen marchado, volvería a su barco a esperar, justo como había dicho.
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Eso facilitaba las cosas, Zuko y Galhard compartían la misma visión sobre las vidas humanas y aceptando aquel Den Den Mushi y contemplando el mushi plateado destruido contestó a Zuko. Obvió el discurso de Krauser, para él ese hombre formaba parte del pasado y aquellas ominosas agujas habían sido destruidas junto a las ambiciones del marionetista que movía los hilos en las sombras. Se resistió a lo que parecía un movimiento sin ganas de Dark de llevarle lejos y fijó su mirada en Zuko.
—Ninguna marine se comprometerá bajo riesgo de muerte salvo Dark y yo mismo, ambos sabemos que los objetos y las embarcaciones son reemplazables, más en este tipo de situaciones y operaciones, pero una vida... Sea de un soldado, de un civil o incluso de un mismo criminal es algo que no puede reemplazarse ni recuperarse...Bajo en muy extrañas circunstancias visto este extraño mar Así que los barcos serán hundidos, pero antes de que ello ocurra los marines que hayan en ellos recibirán la orden de ir poco a poco evacuando las naves que vayan a ser destruidas... De forma que, desde la costa de Morago, no pueda verse esa maniobra, si cuentas con algún soldado especialmente cualificado para este tipo de situaciones... — Dio un par de pasos mientras aclaraba sus pensamientos —Aún podríamos hacerlo más convincente puesto que, si controlamos el lugar donde se produciría el hundimiento... No, mejor que no, ese tipo de maniobras prefiero ser yo mismo quien las haga y se arriesgue, después de todo, no hay tanta gente que esté tan trillada como yo para manejar un barco que vaya a ser hundido o sufrir una explosión para luego salir a flote de los restos del mismo— Siguió dando pasos mientras pensaba como afilar aquella operación Dark podría cortar uno de los barcos sin dificultad imagino pero yo deberé quedarme fuera de la ecuación de hundimiento, después de todo solo podría derribar el otro barco usando un par de monedas y después de haber abusado de ello en la pelea contra la flota de Julius estoy seguro que Terra sabe sobre un marine que dispara monedas— Suspiró —Así que si voy a estar dando apoyo a Dark desde tierra tendré que buscar otra opción, es lo que tiene abusar tanto de un recurso...Esta operación fantasma requerirá de el ingenio de los tres para ser efectiva, así que si tienes alguna idea para hacerla más creíble soy todo oídos...— Apoyó sus brazos en la cubierta del barco de Lucio — Nadie se creería que un barco como este podría hundir un galeón de la marine por más que Dark trajese un compañero con él y sería repito, lo mismo que lo que ocurrió días atrás en Dressrosa, las noticias vuelan y esto olería demasiado— Miró al horizonte para volver a la mirada a Zuko—El objetivo precisamente de engañar a Terra es principalmente, incluso lejos del éxito, reducir el riesgo de muerte y el número de bajas todo lo que se pueda y más... Una ventaja de subir rápido en una institución es que siempre tienes presente el lugar de donde procedes y que cada soldado tiene una familia y un sueño y que lejos de ser ellos los escudos que protejan a los de mayor rango debemos ser los que estamos arriba quienes les protejamos con todo nuestro ingenio y fuerza.— Galhard apartó la mirada, sabía que en muchas ocasiones eso no era así, sabía que las instituciones del gobierno no eran grandes familias donde los mayores cuidasen de los demás pero allí donde su brazo llegase él tenía intención de que así fuese y esa fue una de sus mayores motivaciones para salir de la isla donde nació.
—De todas formas deberíamos evitar el uso de los mushis para solo ocasiones de vida o muerte, no son precisamente la forma de comunicación más segura. Nosotros marcharemos y pondremos en practica el plan pero recuerda que aún tenemos pendiente tomar un trago como prometí que invitaría cuando ocurrió lo de la aguja, no pienso fallar a mi palabra.— Espetó a sabiendas que ese tipo de comentarios solían ser acompañadas del cliché de un desenlace trágico. —¿Lucio se enfadará si este barco es destruido?— Preguntó esta vez a Dark, la respuesta era obvia, claro que sí —Muy a malas... Podemos usarlo para a atacar a las naves que vayan a ser destruidas y por consecuente que sea destruido por fuego marine desde el barco de Zuko...— Gal se apretaba la perilla, mientras que flexionaba las rodillas, bajando su cuerpo, quería emular a Al cuando intentaba pensar como Arthur, necesitaba poder pensar como sus dos superiores para encontrar una respuesta más oportuna al giro de acontecimientos y a decir verdad era menos peligroso salir de un barco que se hunde tras fuego enemigo que enfrentar a Terra en tierra.
—Ninguna marine se comprometerá bajo riesgo de muerte salvo Dark y yo mismo, ambos sabemos que los objetos y las embarcaciones son reemplazables, más en este tipo de situaciones y operaciones, pero una vida... Sea de un soldado, de un civil o incluso de un mismo criminal es algo que no puede reemplazarse ni recuperarse...
—De todas formas deberíamos evitar el uso de los mushis para solo ocasiones de vida o muerte, no son precisamente la forma de comunicación más segura. Nosotros marcharemos y pondremos en practica el plan pero recuerda que aún tenemos pendiente tomar un trago como prometí que invitaría cuando ocurrió lo de la aguja, no pienso fallar a mi palabra.— Espetó a sabiendas que ese tipo de comentarios solían ser acompañadas del cliché de un desenlace trágico. —¿Lucio se enfadará si este barco es destruido?— Preguntó esta vez a Dark, la respuesta era obvia, claro que sí —Muy a malas... Podemos usarlo para a atacar a las naves que vayan a ser destruidas y por consecuente que sea destruido por fuego marine desde el barco de Zuko...— Gal se apretaba la perilla, mientras que flexionaba las rodillas, bajando su cuerpo, quería emular a Al cuando intentaba pensar como Arthur, necesitaba poder pensar como sus dos superiores para encontrar una respuesta más oportuna al giro de acontecimientos y a decir verdad era menos peligroso salir de un barco que se hunde tras fuego enemigo que enfrentar a Terra en tierra.
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—Vaya... Tengo mucho por lo que contestar pero empezaré a hacerlo ahora mismo —exclamó mientras se encendía un cigarro y se apoyaba en la barandilla—. Gracias por confiar en mí, Zuko. Sé que te has callado y aprovechando lo que te ha comentado Galhard de la bebida, yo también te invitaré a una. De hecho podemos ir los tres y comentar más a fondo todo esto, fuera de tensiones. Lo siento por lo que te he dicho antes. Esta es una misión en la que tanto yo como Galhard nos jugamos el pellejo demasiado. Y admiro al joven marine porque sé que lo hace por ayudarme a volver a la Marine —exclamó mientras le dedicaba una sonrisa a Galhard y aprovechaba para tomar otra calada—. Os he escuchado atentamente a los dos y quiero deciros algo: solo yo quiero arriesgarme a esto. Vosotros dos sois jóvenes y tenéis mucho por delante. Por lo que si aceptas con los barcos intentaré no llevarme a ningún inocente por delante, no es mi estilo. No tengo mucho más que decir fuera de eso. Acepto lo de llamarte al den den normal, tendrás cada par de horas reportes sobre la situación. Al fin y al cabo, si vuelvo a la marine no sé si podré hacerlo como vice-almirante otra vez, por lo que intentaré tomarme esto como una orden de un superior. De los dos, vamos.
Se separó de la baranda y, con el número de den den mushi de Zuko, ofreció agarrar a Galhard otra vez. Una vez volaban hacia allá no pudo evitar ponerse nervioso. No sabía cómo, pero sentía la presencia de Terra desde la costa. De hecho, era una presencia devastadora. La más devastadora que había sentido hasta ahora. ¿Cómo iba a sentirse? ¿Tenía que advertir a Galhard de ello?
—Galhard, prométeme que bajo cualquier circunstancia irás tú antes que yo. Si alguien tiene que morir aquí, soy yo, ¿vale?
Tras dejarlo en la entrada del reino, agarró todo el aire posible e intentó mostrarse recto. No tenía miedo pero sabía que su vida peligraba por un mísero error. Y aunque había aceptado morir si era necesario, tampoco quería hacerlo. Sin den den mushi plateado de por medio tendrían un margen de error sin que muriese nadie, pero sabía que algo iba mal. Las calles del reino estaban totalmente vacías, sin nada de por medio. Todas las persianas echadas y las puertas cerradas. Había un silencio absoluto y solo veía una única cosa al final de la calle. Lógicamente él tampoco había escondido su presencia, por lo que estaban cara a cara. No cerca, pero los dos sabían que estaban a una distancia suficiente como para sentirse amenazados.
—Espero que todos estos años siendo embaucador den su fruto.
Se separó de la baranda y, con el número de den den mushi de Zuko, ofreció agarrar a Galhard otra vez. Una vez volaban hacia allá no pudo evitar ponerse nervioso. No sabía cómo, pero sentía la presencia de Terra desde la costa. De hecho, era una presencia devastadora. La más devastadora que había sentido hasta ahora. ¿Cómo iba a sentirse? ¿Tenía que advertir a Galhard de ello?
—Galhard, prométeme que bajo cualquier circunstancia irás tú antes que yo. Si alguien tiene que morir aquí, soy yo, ¿vale?
Tras dejarlo en la entrada del reino, agarró todo el aire posible e intentó mostrarse recto. No tenía miedo pero sabía que su vida peligraba por un mísero error. Y aunque había aceptado morir si era necesario, tampoco quería hacerlo. Sin den den mushi plateado de por medio tendrían un margen de error sin que muriese nadie, pero sabía que algo iba mal. Las calles del reino estaban totalmente vacías, sin nada de por medio. Todas las persianas echadas y las puertas cerradas. Había un silencio absoluto y solo veía una única cosa al final de la calle. Lógicamente él tampoco había escondido su presencia, por lo que estaban cara a cara. No cerca, pero los dos sabían que estaban a una distancia suficiente como para sentirse amenazados.
—Espero que todos estos años siendo embaucador den su fruto.
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Probablemente si Galhard hubiese puesto más empeño en entrenar su mantra que en disparar monedas a lo loco habría podido captar lo que Dark captaba, agarrado por su amigo le comentó mientras se acomodaba aquel extraño bigote y barba falsos que su compañero le había entregado.
—No puedo prometerte nada, pero solo diré que no tengo intención de morir aquí, de todas maneras a partir de este momento llámame Gaspard, será mejor pensar formas para acabar disimulando mejor— Dijo mientras se deshacía la coleta y se preparaba un moño, no era un camuflaje de primera, lógicamente, pero menos daba una piedra. El marine se sentía realmente desnudo sin su tricornio pero ¿Que más podía hacer? Ese sombrero era una diana en toda regla a estas alturas.
—El demonio sabe más por viejo que por demonio, tienes el beneficio de la edad. ¿Donde aterrizamos?— Repicó mientras la costa se veía más y más cerca.
Al final no sabía que directriz tomaría Zuko en cuanto a su flota así que deberían improvisar hasta ver como se desarrollaba todo y era preciso llegar cuanto antes a tierra. Lo más probable es que Terra, si tenía una tripulación la estuviese poniendo a punto para enfrentar a la flota o bien buscaría una vía de escape cuanto antes de la isla. Aquella mujer era un misterio y lo único que había escuchado de las dos personas que la habían visto en persona era bueno... Que la mujer era un terremoto en la cama.
—No puedo prometerte nada, pero solo diré que no tengo intención de morir aquí, de todas maneras a partir de este momento llámame Gaspard, será mejor pensar formas para acabar disimulando mejor— Dijo mientras se deshacía la coleta y se preparaba un moño, no era un camuflaje de primera, lógicamente, pero menos daba una piedra. El marine se sentía realmente desnudo sin su tricornio pero ¿Que más podía hacer? Ese sombrero era una diana en toda regla a estas alturas.
—El demonio sabe más por viejo que por demonio, tienes el beneficio de la edad. ¿Donde aterrizamos?— Repicó mientras la costa se veía más y más cerca.
Al final no sabía que directriz tomaría Zuko en cuanto a su flota así que deberían improvisar hasta ver como se desarrollaba todo y era preciso llegar cuanto antes a tierra. Lo más probable es que Terra, si tenía una tripulación la estuviese poniendo a punto para enfrentar a la flota o bien buscaría una vía de escape cuanto antes de la isla. Aquella mujer era un misterio y lo único que había escuchado de las dos personas que la habían visto en persona era bueno... Que la mujer era un terremoto en la cama.
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—Anda, pero si eres Dark E. Satou. Ahora entiendo el por qué de tu presencia —exclamó bastante contenta—. ¿Y tú... Eres Galhard, verdad? Os ven bastante juntos, por lo que puedo asumirlo con facilidad.
—Encantado, Kepler-san. Sí, Galhard es amigo mío —le respondió mientras le pasaba un brazo por detrás y lo pegaba a él en un símbolo de confianza—. Venía a avisarte de los barcos de fuera. ¿Te habrás enterado ya, no?
—La verdad es que no me importa demasiado. Puedo ponerme algo paranoica pero estoy bastante segura de que no me costaría nada tumbarlos. Además, primer error —exclamó mientras levantaba un dedo—. Vienes aquí directamente a por mí, así que será por algo. Y vas con un marine, por lo que puedo imaginármelo.
Dark negó con la cabeza mientras sonreía. Se tenía que mostrar decidido.
—Vengo de parte de la estrella oscura —dijo mientras sacaba el cartel de la misión—. Tanto yo como mi primo, Ivan, hemos estado ayudándoles a todo momento y Spolyart nos dijo si nos podíamos encargar de esto personalmente.
—No estoy interesada. Si quisiese unirme a algún lado ya lo habría hecho anteriormente.
Dark se cruzó de brazos y curvó un poco la cabeza. Despegó un poco las mangas de su kimono y se llevó una mano a la cadera. Aquello quizás pareció despertar algo en Terra, ya que pareció arquear una ceja.
—¿Conoces a Freites? Así, bajito. Os parecéis bastante —comentó mientras se acercaba más a él y tocaba la melena del moreno—. Madre del amor santo, qué pelazo. No me importaría tirar de él mientras te monto, la verdad.
Algo hizo clack en la cabeza de Dark: todo lo que parecía haberse complicado, ahora iba a ser mucho más sencillo. ¿Solo tenía que tirársela? Vamos, no quería intervenir al sexo para solucionar aquello, pero sí podía llegar a los preliminares y ofrecerle una copa. Copa con una pastilla, claro. Además de que si se esforzaba lo bastante no tendría ni siquiera que consumar con ella. Tenía que proteger sus votos de viudo a todo coste, por lo menos para sentirse bien con él mismo. Si realmente se veía amenazado no le diría que no, pero por lo menos tenía más oportunidades. Miró a Galhard de reojo y sonrió, señalando hacia la taberna más cercana.
—Oh, ¿que el marine viene a tomarse unas copas con nosotros también? ¿No te importa que sea una criminal, y tal? Porque yo si fuese marine no me importaría.
—Encantado, Kepler-san. Sí, Galhard es amigo mío —le respondió mientras le pasaba un brazo por detrás y lo pegaba a él en un símbolo de confianza—. Venía a avisarte de los barcos de fuera. ¿Te habrás enterado ya, no?
—La verdad es que no me importa demasiado. Puedo ponerme algo paranoica pero estoy bastante segura de que no me costaría nada tumbarlos. Además, primer error —exclamó mientras levantaba un dedo—. Vienes aquí directamente a por mí, así que será por algo. Y vas con un marine, por lo que puedo imaginármelo.
Dark negó con la cabeza mientras sonreía. Se tenía que mostrar decidido.
—Vengo de parte de la estrella oscura —dijo mientras sacaba el cartel de la misión—. Tanto yo como mi primo, Ivan, hemos estado ayudándoles a todo momento y Spolyart nos dijo si nos podíamos encargar de esto personalmente.
—No estoy interesada. Si quisiese unirme a algún lado ya lo habría hecho anteriormente.
Dark se cruzó de brazos y curvó un poco la cabeza. Despegó un poco las mangas de su kimono y se llevó una mano a la cadera. Aquello quizás pareció despertar algo en Terra, ya que pareció arquear una ceja.
—¿Conoces a Freites? Así, bajito. Os parecéis bastante —comentó mientras se acercaba más a él y tocaba la melena del moreno—. Madre del amor santo, qué pelazo. No me importaría tirar de él mientras te monto, la verdad.
Algo hizo clack en la cabeza de Dark: todo lo que parecía haberse complicado, ahora iba a ser mucho más sencillo. ¿Solo tenía que tirársela? Vamos, no quería intervenir al sexo para solucionar aquello, pero sí podía llegar a los preliminares y ofrecerle una copa. Copa con una pastilla, claro. Además de que si se esforzaba lo bastante no tendría ni siquiera que consumar con ella. Tenía que proteger sus votos de viudo a todo coste, por lo menos para sentirse bien con él mismo. Si realmente se veía amenazado no le diría que no, pero por lo menos tenía más oportunidades. Miró a Galhard de reojo y sonrió, señalando hacia la taberna más cercana.
—Oh, ¿que el marine viene a tomarse unas copas con nosotros también? ¿No te importa que sea una criminal, y tal? Porque yo si fuese marine no me importaría.
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Galhard no solía tener miedo, no por valentía pero por idiotez, podríamos decir que la vez donde el marine sintió lo más parecido al miedo fue cuando fue testigo de la habilidad de Astartea. Pero aquello le cogió de imprevisto. Todo aquel planteamiento, los planes auxiliares, el calculo de riesgos, el juego de voluntades entre él y Zuko ¿Realmente todo eso no había servido para nada? ¿Es que ese bigote falso tenía puesto Galhard?.
La mera voz de Kepler diciendo su nombre le quitó el aliento por unos segundos, como cuando eres atrapado mirando cosas indebidas. Con un rostro perplejo que no pudo disimular miró a Terra. Brilloso y Freites tenían razón, guapa lo era un rato y su tono de piel ligeramente oscuro le daban un toque exótico. Aquello aún confundió más al marine que la imaginaba como un monstruo de presencia aterradora simplemente se veía como otros piratas no del todo desagradables como había conocido.
Aún con su cara de asombro y con los ojos abiertos como platos miró a Dark que, sin ningún reparo y con una tranquilidad que el marine quería pensar que era falsa, confirmó que se trataban de quienes creía. Supongo que, después de todo, ya no tenía sentido ocultarlo.
La situación era demasiado pacifica. La mujer, completamente jovial, señaló con un dedo a Dark diciendo una verdad absoluta: Podría con los dos y probablemente sin despeinarse. Pero ¿Que tan segura estaba de si misma que incluso parece que tiene la intención de irse de farras con ellos?.
Que Dark se aferrase a los restos que quedaban del plan inicial le devolvió parte de la compostura y cordura a Galhard. Aún había una posibilidad... Que no tardó en ser quebrada por la negativa de la pirata, realmente hacía honor al espíritu libre que se asociaba romanticamente con la piratería.
Parecía que todo había acabado hasta que, de golpe Terra empezó a insinuarse a Dark... ¿Era esto un as en la manga de Dark o el universo se había vuelto loco? No podía ser tan fácil. Automáticamente Galhard respondió.
—No creo que encaje en la figura de un marine convencional, tengo un duelo amistoso pendiente con Zane, soy uña y carne con Dark... Podría decirse que hasta he entablado amistad con Freites después de ayudarle a conseguir dinero. La verdad no me importa tomar unos tragos con una pirata.— Se deshizo el moño y se quitó aquel bigote falso que tanto picaba —Será hasta divertido, salvo Jack pocos saben divertirse en la institución marine.— Suspiró mientras se encogía de hombros y el trío decidía avanzar hasta aquella taberna. ¿Habrían cerrado también por el despliegue o seguiría abierta?.
Galhard sin duda estaba más confundido que un pollo en skypiea.
La mera voz de Kepler diciendo su nombre le quitó el aliento por unos segundos, como cuando eres atrapado mirando cosas indebidas. Con un rostro perplejo que no pudo disimular miró a Terra. Brilloso y Freites tenían razón, guapa lo era un rato y su tono de piel ligeramente oscuro le daban un toque exótico. Aquello aún confundió más al marine que la imaginaba como un monstruo de presencia aterradora simplemente se veía como otros piratas no del todo desagradables como había conocido.
Aún con su cara de asombro y con los ojos abiertos como platos miró a Dark que, sin ningún reparo y con una tranquilidad que el marine quería pensar que era falsa, confirmó que se trataban de quienes creía. Supongo que, después de todo, ya no tenía sentido ocultarlo.
La situación era demasiado pacifica. La mujer, completamente jovial, señaló con un dedo a Dark diciendo una verdad absoluta: Podría con los dos y probablemente sin despeinarse. Pero ¿Que tan segura estaba de si misma que incluso parece que tiene la intención de irse de farras con ellos?.
Que Dark se aferrase a los restos que quedaban del plan inicial le devolvió parte de la compostura y cordura a Galhard. Aún había una posibilidad... Que no tardó en ser quebrada por la negativa de la pirata, realmente hacía honor al espíritu libre que se asociaba romanticamente con la piratería.
Parecía que todo había acabado hasta que, de golpe Terra empezó a insinuarse a Dark... ¿Era esto un as en la manga de Dark o el universo se había vuelto loco? No podía ser tan fácil. Automáticamente Galhard respondió.
—No creo que encaje en la figura de un marine convencional, tengo un duelo amistoso pendiente con Zane, soy uña y carne con Dark... Podría decirse que hasta he entablado amistad con Freites después de ayudarle a conseguir dinero. La verdad no me importa tomar unos tragos con una pirata.— Se deshizo el moño y se quitó aquel bigote falso que tanto picaba —Será hasta divertido, salvo Jack pocos saben divertirse en la institución marine.— Suspiró mientras se encogía de hombros y el trío decidía avanzar hasta aquella taberna. ¿Habrían cerrado también por el despliegue o seguiría abierta?.
Galhard sin duda estaba más confundido que un pollo en skypiea.
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Terra escuchó con una ceja arqueada a Galhard, mostrándose especialmente curiosa. Lamentablemente, Dark estaba empezando a ver el patrón de Terra: parecía una mujer que si no se hacía lo que quería, podían acabar en problemas. Por lo que tragó saliva y esperó a ver cómo la situación iba evolucionando. Sabía que su fruta del diablo no ayudaría con ella, por lo que tendría que meterla en la taberna.
—Así me gusta tu espíritu, hombre —exclamó mientras le pegaba un codazo a Galhard—. Cuando le digas a tus compis por el den den que se retiren nos tomamos todas las copas que quieras. Así sabré que tú, como vice-almirante, realmente puedo confiar en ti. Y claro, como el otro ex-señor de la caza ex-vice-almirante no tiene intenciones tampoco raras.
—A ver, tampoco es así la cos...
Dark fue cortado por una sola mirada de Terra. No supo que sintió en aquel momento, pero era casi como si le hubiese doblegado la voluntad con los ojos. Se quitó una gota de sudor frío y sacó el transmisor, colocándoselo a Galhard en la oreja.
—Venga, llama a los barcos. No queremos joder a nuestra amiga, ¿no? —Le dijo a su amigo mientras le miraba fijamente.
Galhard tenía que comprender que si no convencía a Zuko de que retirasen los barcos, estaban muy seguramente muertos. Y realmente no quería morir ahí y menos por alguien que quería tirárselo. Era una situación de lo más bizarra, y sabía que muy en el fondo a pesar de que Terra Kepler sonase amigable y confiada, era una amenaza real. Si no hacían lo que ella quería es cuando los problemas empezarían a salir. Por ahora habían tenido la suerte que, quizás por casualidad del destino, Freites se parecía a Dark. Y por la forma en la que hablaba, gracias a sus estudios de psicólogo y lingüista, sabía que Terra había consumado con aquel chaval. Vamos, podía notar el tono de la lujuria de fondo y, seguramente, si se esforzaba, podría notar más señales.
Entraron a la taberna, la cual abrió las puertas a Terra. Parecieron acogerla con sonrisas y vitoreos. De hecho hubieron opiniones mixtas sobre la escena: dos piratas y un vice-almirante entrando a tomar algo juntos. Se sentaron y Terra esperó a la decisión de Galhard.
—Así me gusta tu espíritu, hombre —exclamó mientras le pegaba un codazo a Galhard—. Cuando le digas a tus compis por el den den que se retiren nos tomamos todas las copas que quieras. Así sabré que tú, como vice-almirante, realmente puedo confiar en ti. Y claro, como el otro ex-señor de la caza ex-vice-almirante no tiene intenciones tampoco raras.
—A ver, tampoco es así la cos...
Dark fue cortado por una sola mirada de Terra. No supo que sintió en aquel momento, pero era casi como si le hubiese doblegado la voluntad con los ojos. Se quitó una gota de sudor frío y sacó el transmisor, colocándoselo a Galhard en la oreja.
—Venga, llama a los barcos. No queremos joder a nuestra amiga, ¿no? —Le dijo a su amigo mientras le miraba fijamente.
Galhard tenía que comprender que si no convencía a Zuko de que retirasen los barcos, estaban muy seguramente muertos. Y realmente no quería morir ahí y menos por alguien que quería tirárselo. Era una situación de lo más bizarra, y sabía que muy en el fondo a pesar de que Terra Kepler sonase amigable y confiada, era una amenaza real. Si no hacían lo que ella quería es cuando los problemas empezarían a salir. Por ahora habían tenido la suerte que, quizás por casualidad del destino, Freites se parecía a Dark. Y por la forma en la que hablaba, gracias a sus estudios de psicólogo y lingüista, sabía que Terra había consumado con aquel chaval. Vamos, podía notar el tono de la lujuria de fondo y, seguramente, si se esforzaba, podría notar más señales.
Entraron a la taberna, la cual abrió las puertas a Terra. Parecieron acogerla con sonrisas y vitoreos. De hecho hubieron opiniones mixtas sobre la escena: dos piratas y un vice-almirante entrando a tomar algo juntos. Se sentaron y Terra esperó a la decisión de Galhard.
Galhard
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La capacidad de Terra a leer cualquier tipo de imprevisto sobrepasaba toda medición que Galhard había hecho pesa a la amenaza que la misma ya suponía, es más, aún hubiese sobrepasado las capacidades del marine que no habría podido dar la orden de retirada si no fuese por el Mushi que el mismo Zuko le había entregado. Si bien, era un pensamiento lógico el de Terra él no tenía un mushi que diese ordenes directas y llamar a Kenzo para que este, a su vez, contactase con Zuko habría sido cuanto menos... Hilarante y largo.
Sacó el Mushi de su abrigo y lo miró algo preocupado ¿Sabría Zuko leer la situación? Después de lo ocurrido probablemente pero si no lo conseguía daba igual, no creo que después de morir se tengan muchas preocupaciones.
¿Terra les tenía pillados por los huevos o era al revés? Como fuese Galhard recordó que Zuko le había dado la misma potestad que él para actuar, eso dejaba fuera de la ecuación la presencia de Zuko que podría jugar un papel importante en el desarrollo o en el desenlace de la misma misión así que decidió, en último momento llamar a los centros de mando de los diferentes barcos, Zuko debería leer entre líneas lo ocurrido.
Si sobrevivía... Estaba seguro que tanto el comandante en jefe como el viejo Hyoshi lo enviarían a una misión mucho más peligrosa que la de Al con él.
—Aquí el vicealmirante Galhard— Contestó y tras unos segundos de pausa en el otro lado el marine siguió —La maniobra queda anulada, que la flota se retire al cuartel de Dressrosa, es probable que Julius decida atacar la ciudad nuevamente, además, han salido planes más divertidos que estar peinando una ciudad... Cualquier barco que no siga la orden no podrá asegurarse su seguridad. Corto y cambio. — Galhard esperaba que Zuko entendiese y que Terra confiase en él tras ello. No le gustaba hacer de candelabro pero menos aún poderlo ser de forma no metafórica.
"Espero que las farras de Jack me hayan servido lo suficiente para no desfallecer con las primeras gotas de alcohol" Pensó mientras imaginaba la reprimenda que Arthur, Hyoshi y el comandante le tendrían incluso aún cumpliendo con éxito la misión.
Sacó el Mushi de su abrigo y lo miró algo preocupado ¿Sabría Zuko leer la situación? Después de lo ocurrido probablemente pero si no lo conseguía daba igual, no creo que después de morir se tengan muchas preocupaciones.
¿Terra les tenía pillados por los huevos o era al revés? Como fuese Galhard recordó que Zuko le había dado la misma potestad que él para actuar, eso dejaba fuera de la ecuación la presencia de Zuko que podría jugar un papel importante en el desarrollo o en el desenlace de la misma misión así que decidió, en último momento llamar a los centros de mando de los diferentes barcos, Zuko debería leer entre líneas lo ocurrido.
Si sobrevivía... Estaba seguro que tanto el comandante en jefe como el viejo Hyoshi lo enviarían a una misión mucho más peligrosa que la de Al con él.
—Aquí el vicealmirante Galhard— Contestó y tras unos segundos de pausa en el otro lado el marine siguió —La maniobra queda anulada, que la flota se retire al cuartel de Dressrosa, es probable que Julius decida atacar la ciudad nuevamente, además, han salido planes más divertidos que estar peinando una ciudad... Cualquier barco que no siga la orden no podrá asegurarse su seguridad. Corto y cambio. — Galhard esperaba que Zuko entendiese y que Terra confiase en él tras ello. No le gustaba hacer de candelabro pero menos aún poderlo ser de forma no metafórica.
"Espero que las farras de Jack me hayan servido lo suficiente para no desfallecer con las primeras gotas de alcohol" Pensó mientras imaginaba la reprimenda que Arthur, Hyoshi y el comandante le tendrían incluso aún cumpliendo con éxito la misión.
El Diamante en bruto surcaba las olas con ligereza, presto desde el norte. Las últimas cuarenta y ocho horas había sido huésped en Mary Geoise para tener una conversación con el comandante en jefe del Gobierno Mundial, quien al parecer había cometido la insensatez de modificar un den den mushi plateado para permitir dar inicio a través de él a una Buster Call.
- ¡¿Pero cómo se os ocurre?! -reprendió a Hyoshi y al único superior de ambos-. ¡Cómo podéis ser tan estúpidos!
Hacía años que sus salidas de tono no eran castigadas como insubordinación. Al tenía un cierto pronto, pero también había encontrado un vacío legal que le permitía relevar a sus superiores si cometían alguna clase de insensatez como, por ejemplo, poner un arma de destrucción masiva en circulación. A veces, pese a todo, él parecía ser el único con un poco de cerebro; y eso hablaba francamente mal de la Marina.
- ¿Y si lo mata? -quiso saber-. ¿Si si se hace con la flota perfectamente equipada que habéis enviado? No sabemos quién es esa mujer, o al menos no os habéis molestado en decirlo -más bien se habían afanado en ocultarlo-. ¿Se os ha ocurrido pensar que le estáis dando poder potencial para arrasar una isla entera? ¡¿Es que sois idiotas?!
El tono de la conversación había subido hasta tal punto que los tres necesitaron tomar un respiro, pero tras volver la trifulca había continuado. La única conclusión razonable a la que habían llegado era la que ahora le ocupaba: Él debía ir. Debía evitar que Zuko muriese en manos de esa pirata de poder inenarrable, y además atraparla si era posible con vida y sin daños... O lo más entera posible.
Tal vez habría sido buen momento para recordarles que él no hacía daño a mujeres, pero tras abroncarlos con tanta vehemencia pareció un detalle insignificante. Por eso estaba allí él, con su séquito de cinco vicealmirantes, diez comodoros y veinte capitanes, cada uno al mando de un barco de guerra. Los cinco más poderosos, enormes destructores con artillería pesada, poseían un den den mushi plateado el cual, como siempre, estaba en manos de su oficial al mando mientras él, como de costumbre, había dejado el suyo guardado bajo llave en un fondo oculto de su caja fuerte en la Torre de Dressrosa.
Había enviado uno de sus barcos, un galeón pequeño y bastante rápido, en busca del vicealmirante Kasai. El capitán que lo comandaba, Ernest Blair, era un muchacho recién ascendido y muy enérgico, todo lo contrario a él a su edad, pero que le inspiraba cierta ternura. Tenía órdenes de hacerle destruir el den den mushi modificado antes de continuar la operación. Mientras tanto, sus demás barcos comenzaron a formar un cordón alrededor de la isla, y él salió disparado en su Kiritsu Motorbike. Pronto Jack y Arthur se le unirían.
Mientras conducía y congelaba las olas iba centrándose en las voces de cada persona. La mayoría débiles, una la de Galhard y a su lado... ¿Cómo? Se trataba de una presencia que no había sentido desde hacía años, justo al lado de una tan deslumbrante que casi hacía frente a la de Dexter. ¿En qué lío se había metido el novato esta vez?
Aceleró cuanto pudo para llegar al lugar, y por poco no lo consiguió. Sin embargo, a unos veinte metros de él, allí estaban los tres, en medio de un callejón. Sin embargo así sería mejor. Sacó su violín y tocó una nota al aire, haciendo que desde sus pies una delicada capa de hielo cubriese cada rincón, suelo y pared en cien metros a la redonda. Al parecer fue lo suficientemente llamativo como para que la mujer se fijase en él.
- Terra Kepler, quedas detenida en nombre del Gobierno Mundial. -Primer paso... Fuerza no letal. Comenzó a tocar, y a su espalda aparecieron decenas de valkirias montadas a caballo, listas para cargar-. O atente a las consecuencias.
- ¡¿Pero cómo se os ocurre?! -reprendió a Hyoshi y al único superior de ambos-. ¡Cómo podéis ser tan estúpidos!
Hacía años que sus salidas de tono no eran castigadas como insubordinación. Al tenía un cierto pronto, pero también había encontrado un vacío legal que le permitía relevar a sus superiores si cometían alguna clase de insensatez como, por ejemplo, poner un arma de destrucción masiva en circulación. A veces, pese a todo, él parecía ser el único con un poco de cerebro; y eso hablaba francamente mal de la Marina.
- ¿Y si lo mata? -quiso saber-. ¿Si si se hace con la flota perfectamente equipada que habéis enviado? No sabemos quién es esa mujer, o al menos no os habéis molestado en decirlo -más bien se habían afanado en ocultarlo-. ¿Se os ha ocurrido pensar que le estáis dando poder potencial para arrasar una isla entera? ¡¿Es que sois idiotas?!
El tono de la conversación había subido hasta tal punto que los tres necesitaron tomar un respiro, pero tras volver la trifulca había continuado. La única conclusión razonable a la que habían llegado era la que ahora le ocupaba: Él debía ir. Debía evitar que Zuko muriese en manos de esa pirata de poder inenarrable, y además atraparla si era posible con vida y sin daños... O lo más entera posible.
Tal vez habría sido buen momento para recordarles que él no hacía daño a mujeres, pero tras abroncarlos con tanta vehemencia pareció un detalle insignificante. Por eso estaba allí él, con su séquito de cinco vicealmirantes, diez comodoros y veinte capitanes, cada uno al mando de un barco de guerra. Los cinco más poderosos, enormes destructores con artillería pesada, poseían un den den mushi plateado el cual, como siempre, estaba en manos de su oficial al mando mientras él, como de costumbre, había dejado el suyo guardado bajo llave en un fondo oculto de su caja fuerte en la Torre de Dressrosa.
Había enviado uno de sus barcos, un galeón pequeño y bastante rápido, en busca del vicealmirante Kasai. El capitán que lo comandaba, Ernest Blair, era un muchacho recién ascendido y muy enérgico, todo lo contrario a él a su edad, pero que le inspiraba cierta ternura. Tenía órdenes de hacerle destruir el den den mushi modificado antes de continuar la operación. Mientras tanto, sus demás barcos comenzaron a formar un cordón alrededor de la isla, y él salió disparado en su Kiritsu Motorbike. Pronto Jack y Arthur se le unirían.
Mientras conducía y congelaba las olas iba centrándose en las voces de cada persona. La mayoría débiles, una la de Galhard y a su lado... ¿Cómo? Se trataba de una presencia que no había sentido desde hacía años, justo al lado de una tan deslumbrante que casi hacía frente a la de Dexter. ¿En qué lío se había metido el novato esta vez?
Aceleró cuanto pudo para llegar al lugar, y por poco no lo consiguió. Sin embargo, a unos veinte metros de él, allí estaban los tres, en medio de un callejón. Sin embargo así sería mejor. Sacó su violín y tocó una nota al aire, haciendo que desde sus pies una delicada capa de hielo cubriese cada rincón, suelo y pared en cien metros a la redonda. Al parecer fue lo suficientemente llamativo como para que la mujer se fijase en él.
- Terra Kepler, quedas detenida en nombre del Gobierno Mundial. -Primer paso... Fuerza no letal. Comenzó a tocar, y a su espalda aparecieron decenas de valkirias montadas a caballo, listas para cargar-. O atente a las consecuencias.
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La voz de Galhard se repitió en su mente varias veces. Le estaba pidiendo que ya, definitivamente, retirase los barcos. ¿Podía siquiera hacerlo? Puede que fuesen poco, pero seguía siendo una baza importante contra aquella mujer. Un plan B por si acaso todo salía mal. Antes siquiera de que pudiese decidirse a seguir o no el plan, su Denden Mushi volvió a sonar. Zuko lo respondió, esperando escuchar la voz de Galhard una vez más, ya sea insistiendo o retirando la orden, sin embargo... Escuchó la de otra persona. Una que reconocía como uno de los marines que capitaneaba uno de los barcos de los Justice Riders con los que había venido.
—¿Ha pedido usted refuerzos?
—¿Cómo?
—Ha llegado un Almirante, señor. En su propia flota.
Frunció el ceño. Salió de sus dependencias al aire libre y, de un potente salto, alcanzó la cofa. A lo lejos los vio. Unos enormes barcos, posiblemente los más grandes que haya visto jamás en la marina, yendo directos a la isla. ¿Habían cambiado de idea y mandado a un Almirante? No le habían avisado. O... ¿El Almirante vino por su cuenta? ¿Será Koneko o Kurookami? El dragón bajó de nuevo a cubierta. El plan había cambiado, por desgracia.
—Comodoro —dijo al segundo hombre de mayor rango en ese barco—. Dé la orden de que todos los barcos vuelvan a pegarse a la isla. Que se unan a esa flota.
Una vez el hombre se pusiese en marcha empezó a correr hacia el mascarón. Cambió a forma híbrida y, de un salto, despegó. Extendió las alas en el aire y siguió a la flota, dejando un rastro de llamas a sus espaldas. Se concentró lo que pudo, buscando la presencia más fuerte que la habitaba, esperando reconocer a cual de los dos almirantes había decidido venir. Era Koneko, congelando el agua a su paso. Un hombre al que apenas había visto en acción, ni siquiera en la Aguja, donde según dicen hizo grandes cosas. El dragón entonces buscó otras presencias. En cuanto localizó a Dark y Galhard se adelantó. Estaban en un callejón... Maldijo. Aquello iba a ponerse feo en nada. El vicealmirante aterrizó en lo más alto de uno de los edificios que formaban el callejón y se mantuvo allí. Koneko no tardó en llegar.
La temperatura bajó drasticamente. Lo había congelado todo, en un enorme radio y en muy poco tiempo. Tal vez, con el Almirante de su lado las probabilidades de victoria aumentarían un poco. Y por fin se pronunciaron. Aquellas palabras. "Quedas detenida", seguidas de una suave melodía de violín. Zuko suspiró. Se dejó caer entonces al callejón, aterrizando a un par de metros detrás de Kepler y Dark, que estaba junto a ella. El frío hielo se agrietó bajo sus pies y, al entrar estos en contacto con tan baja temperatura, se pudo escuchar un leve siseo y se pudo ver como un poco de vapor se alzaba. La respiración del dragón no era vaho, sino fuego, intentando mantener caliente su interior para que el frío no le afectase de más. No dejaba de ser un reptil, después de todo. Lo único que hizo fue mirar a Kepler, con una mirada que parecía decir "ya le has oído".
—¿Ha pedido usted refuerzos?
—¿Cómo?
—Ha llegado un Almirante, señor. En su propia flota.
Frunció el ceño. Salió de sus dependencias al aire libre y, de un potente salto, alcanzó la cofa. A lo lejos los vio. Unos enormes barcos, posiblemente los más grandes que haya visto jamás en la marina, yendo directos a la isla. ¿Habían cambiado de idea y mandado a un Almirante? No le habían avisado. O... ¿El Almirante vino por su cuenta? ¿Será Koneko o Kurookami? El dragón bajó de nuevo a cubierta. El plan había cambiado, por desgracia.
—Comodoro —dijo al segundo hombre de mayor rango en ese barco—. Dé la orden de que todos los barcos vuelvan a pegarse a la isla. Que se unan a esa flota.
Una vez el hombre se pusiese en marcha empezó a correr hacia el mascarón. Cambió a forma híbrida y, de un salto, despegó. Extendió las alas en el aire y siguió a la flota, dejando un rastro de llamas a sus espaldas. Se concentró lo que pudo, buscando la presencia más fuerte que la habitaba, esperando reconocer a cual de los dos almirantes había decidido venir. Era Koneko, congelando el agua a su paso. Un hombre al que apenas había visto en acción, ni siquiera en la Aguja, donde según dicen hizo grandes cosas. El dragón entonces buscó otras presencias. En cuanto localizó a Dark y Galhard se adelantó. Estaban en un callejón... Maldijo. Aquello iba a ponerse feo en nada. El vicealmirante aterrizó en lo más alto de uno de los edificios que formaban el callejón y se mantuvo allí. Koneko no tardó en llegar.
La temperatura bajó drasticamente. Lo había congelado todo, en un enorme radio y en muy poco tiempo. Tal vez, con el Almirante de su lado las probabilidades de victoria aumentarían un poco. Y por fin se pronunciaron. Aquellas palabras. "Quedas detenida", seguidas de una suave melodía de violín. Zuko suspiró. Se dejó caer entonces al callejón, aterrizando a un par de metros detrás de Kepler y Dark, que estaba junto a ella. El frío hielo se agrietó bajo sus pies y, al entrar estos en contacto con tan baja temperatura, se pudo escuchar un leve siseo y se pudo ver como un poco de vapor se alzaba. La respiración del dragón no era vaho, sino fuego, intentando mantener caliente su interior para que el frío no le afectase de más. No dejaba de ser un reptil, después de todo. Lo único que hizo fue mirar a Kepler, con una mirada que parecía decir "ya le has oído".
Si realmente pensaban que de alguna forma la estaban engañando, iban listos. Podía sentir demasiadas presencias poderosas alrededor y eso siempre solía ser una señal de peligro o de que algo no iba bien. Primeramente le hizo gracia que aquel que se hacía llamar Dark E.Staou se creyera que conseguía encandilar sus sentidos o algo por el estilo. En realidad era ella quien jugaba con él, le gustaba mucho despistar a los hombres haciéndoles creer que sentía cierto interés en ellos. No podía negar que de vez en cuando si que se tiraba a alguno, por mero gusto o aburrimiento, pero ni que fuera una fulana cualquiera.
Cuando escucho la voz del nuevo marine suspiro, pero no era el único, al parecer apareció uno más y eso hizo que comenzase a tomarse un poco mas enserio aquella amenaza que se había presentado ante ella. — A ver, dejad que cuente, uno, dos, tres, cuatro. Así que sois cuatro y yo una solamente, ¿y esta pobre chica que hará? — mientras hablaba con una voz totalmente sarcástica sacaba de entre sus pechos un pañuelo. Se lo puso ante la cara como si fuera a llorar y entonces tras fingir un estornudo una nube de lo que parecía ser un gas fluorescente salió de su cuerpo y cubrió un radio de diez metros.
Aquel gas tenía la capacidad de provocar en quien se veía afectado por el mismo ataques epilépticos que tenían una duración de un minuto. Ante el movimiento de Terra Kepler los afectados caerían al suelo y sufrirían convulsiones durante un minuto entero a no ser que estuvieran a mas de diez metros y pudieran evitarlo. Ese sería el momento en que la mujer aprovecharía para salir por patas vulgarmente hablando. Desaparecería entre la nube de gas fluorescente ocultando su presencia para evitar que pudiesen atraparla y entonces se esfumaría de la escena. Si querían atraparla era hora de jugar al gato y el ratón, buscad pequeñines, tal vez no este muy lejos.
Cuando escucho la voz del nuevo marine suspiro, pero no era el único, al parecer apareció uno más y eso hizo que comenzase a tomarse un poco mas enserio aquella amenaza que se había presentado ante ella. — A ver, dejad que cuente, uno, dos, tres, cuatro. Así que sois cuatro y yo una solamente, ¿y esta pobre chica que hará? — mientras hablaba con una voz totalmente sarcástica sacaba de entre sus pechos un pañuelo. Se lo puso ante la cara como si fuera a llorar y entonces tras fingir un estornudo una nube de lo que parecía ser un gas fluorescente salió de su cuerpo y cubrió un radio de diez metros.
Aquel gas tenía la capacidad de provocar en quien se veía afectado por el mismo ataques epilépticos que tenían una duración de un minuto. Ante el movimiento de Terra Kepler los afectados caerían al suelo y sufrirían convulsiones durante un minuto entero a no ser que estuvieran a mas de diez metros y pudieran evitarlo. Ese sería el momento en que la mujer aprovecharía para salir por patas vulgarmente hablando. Desaparecería entre la nube de gas fluorescente ocultando su presencia para evitar que pudiesen atraparla y entonces se esfumaría de la escena. Si querían atraparla era hora de jugar al gato y el ratón, buscad pequeñines, tal vez no este muy lejos.
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Todo iba realmente bien hasta que notó algo distinto. Casi como si rompiese sus sentidos, miró hacia un lado y vio a Al. Había mantenido varias peleas amistosas con él antes del torneo, pero la diferencia de su presencia era abrumadora a aquel entonces. Chasqueó la lengua y miró hacia su lado: todo empezaba a congelarse por debajo de ellos, por lo que su reacción lógica fue mirar hacia Galhard y avisarle de que se apartase. El marine era más que capaz de esquivar aquello, por lo que se centró en él mismo. Se transformó en forma completa antes de que el hielo llegase, elevándose en el aire varios metros y después sintiendo también a Zuko. El plan ya se había ido a la mierda completamente, y encima estaba rodeado de vice-almirantes y un almirante. ¿Era lo correcto huir o ayudarles? No sabía si podrían solos contra Terra Kepler y le preocupaba Galhard, por lo que decidió quedarse.
Por suerte al haber salido volando previamente, el gas no le afectó. Miró hacia el aura que lo rodeaba y... ¿Estaba huyendo? No lo iba a permitir. Elevó la mano y después cerró el puño, inundando toda el área posible de fuego. Al estar las calles vacías no había peligro de matar a nadie, por lo que decidió desatar un torrente de llamas por todos los lados. Exceptuando donde estuviese Al Naion y Galhard, claro. Después miró una vez más hacia abajo y chasqueó la lengua. ¿Qué era lo correcto? Porque si podía soltar gases de ese tipo no podría acercarse cuerpo a cuerpo. Desenvainó a Haruno Rö y decidió obsservar atentamente haciendo zoom con sus ojos todo el lugar desde la perspectiva cenital que tenía. A la mínima que saliese, caería en picado con el arma endurecida para soltarle una andanada de cortes.
—¡Spoiler alert, Terra Kepler! —Gritó, por lo menos para demostrar su inocencia—. ¡Parece ser que al final vas a tener que rendirte!
Por suerte al haber salido volando previamente, el gas no le afectó. Miró hacia el aura que lo rodeaba y... ¿Estaba huyendo? No lo iba a permitir. Elevó la mano y después cerró el puño, inundando toda el área posible de fuego. Al estar las calles vacías no había peligro de matar a nadie, por lo que decidió desatar un torrente de llamas por todos los lados. Exceptuando donde estuviese Al Naion y Galhard, claro. Después miró una vez más hacia abajo y chasqueó la lengua. ¿Qué era lo correcto? Porque si podía soltar gases de ese tipo no podría acercarse cuerpo a cuerpo. Desenvainó a Haruno Rö y decidió obsservar atentamente haciendo zoom con sus ojos todo el lugar desde la perspectiva cenital que tenía. A la mínima que saliese, caería en picado con el arma endurecida para soltarle una andanada de cortes.
—¡Spoiler alert, Terra Kepler! —Gritó, por lo menos para demostrar su inocencia—. ¡Parece ser que al final vas a tener que rendirte!
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La situación le abrumó, no sólo por la alegría de volver a ver a Al, si no porque con su presencia esto no iba a resolverse de forma pacífica, Terra al estar acorralada reveló que su plan era jugársela a ellos por intentar engañarla, así que con su aparición, Al había salvado a ambos de una trampa de la propia pirata que muy probablemente habría superado los planes del dúo.
—Almirante, dichosos los ojos, realmente me hiciste esperar ¿Cuanto ha pasado desde la última vez? — comentó el marine que trato de adoptar una posición de combate imitando a sus compañeros de institución.
Dark se apartó de forma abrupta pero Galhard dado el torrente de emociones que sentía en ese momento y que el lugar estaba cubierto de hielo no pudo hacer lo propio, su olfato, muy desarrollado, debería haberle dado una idea de lo que iba a ocurrir pero después de todo el marine no era alguien entendido en química y aquello aún le jugó una mala pasada pues aunque hubiese sido capaz de retirarse a una distancia prudencial el gas le habría afectado de la misma manera.
Galhard cayó al suelo, soltando espuma por la boca mientras que su cuerpo se convilsionava con violencia. ¿Aquello dejaría secuelas en el joven o por el contrario le arreglaría lo tonto? Como fuese el minuto seria largo, puede que en él incluso durase un poco más de aquel tiempo.
Sólo faltaba que llegasen Jack y Arthur y seguramente la bronca que le caería sería definitiva. Además, todavía tenía que plantarse en la oficina del almirante hyosi... Otra vez.
—Almirante, dichosos los ojos, realmente me hiciste esperar ¿Cuanto ha pasado desde la última vez? — comentó el marine que trato de adoptar una posición de combate imitando a sus compañeros de institución.
Dark se apartó de forma abrupta pero Galhard dado el torrente de emociones que sentía en ese momento y que el lugar estaba cubierto de hielo no pudo hacer lo propio, su olfato, muy desarrollado, debería haberle dado una idea de lo que iba a ocurrir pero después de todo el marine no era alguien entendido en química y aquello aún le jugó una mala pasada pues aunque hubiese sido capaz de retirarse a una distancia prudencial el gas le habría afectado de la misma manera.
Galhard cayó al suelo, soltando espuma por la boca mientras que su cuerpo se convilsionava con violencia. ¿Aquello dejaría secuelas en el joven o por el contrario le arreglaría lo tonto? Como fuese el minuto seria largo, puede que en él incluso durase un poco más de aquel tiempo.
Sólo faltaba que llegasen Jack y Arthur y seguramente la bronca que le caería sería definitiva. Además, todavía tenía que plantarse en la oficina del almirante hyosi... Otra vez.
La razón por la que siempre congelaba todo a su alrededor justo antes de iniciar un combate se debía a varias cosas, aunque fundamentalmente respondía a una cuestión práctica: No podía generar un carámbano allá donde quisiera, pero sí manipular y crear hielo allá donde su hielo ya se encontrase. Había aprendido hacía mucho tiempo que esa era la forma más apropiada de enfrentar a rivales en desventaja, como había hecho con Legim. No obstante, ella parecía mucho más fuerte que él y, pese a ser mucho más poderoso que en aquel entonces, volvía a sentirse en completa desventaja. Por eso, ahí no podía primar el orgullo. Pocas veces en su carrera había podido dejarse llevar por él, muchas menos había salido bien. De ahí que entendiera perfectamente el truco barato de Kepler: No valía la pena arriesgarse a un combate en desventaja, por muy segura de sí misma que estuviese. Como mínimo le costaría tiempo, y tal vez acabase con ella encerrada en Impel Down.
Al sonrió, pero por otra cosa.
Hizo un ademán con el brazo derecho, agitando el arco apasionadamente. Era un truco de magia que había aprendido hacía tiempo. Otros decidían liberar palomas de su chaqueta, pero él ataba bufandas en la gente y, antes de que se diese cuenta, Terra Kepler estaría ataviada con una bufanda verde pistacho que no combinaba en absoluto con su alocada vestimenta. Por su parte, Al había sido sustituido. Nadie podría reconocer a la figura sombría que se alzaba frente al gas, violín en mano. Llevaba consigo una bufanda azul celeste con bordado de gatitos gordos, muy apropiada para la ocasión, así como unas gafas de sol ahumadas de tono azulado. De ese modo, vestido con EL TRAJE, no podía ser derrotado.
Por su parte, mientras él se transformaba en el héroe favorito de todos -además de que EL TRAJE con suerte filtraría alguno de los gases que habían dejado a Galhard un poco muñeco-, ese hombre tan parecido al peligroso Freites D. Alpha había decidido incendiar la ciudad. Scarfguy no podía permitirlo, y un vendaval de hielo en suspensión comenzó a recorrer las calles, enfriando con temperaturas cercanas al cero absoluto cada mínimo foco de incendio. No sentía presencias en las calles, pero sí en los edificios, y bastaba con un tablón de madera seca o un barril de brea sin guardar para provocar un desastre. Sin embargo, su misión seguía siendo atrapar al Sol, por lo que mientras el hielo rondaba por las calles su figura se descompuso también en miles de partículas.
Al no era rápido, pero en esa forma estaba libre de sus limitaciones. Se movía a más de cien metros por segundo y podía maniobrar a la perfección, por lo que se dejó guiar por el mantra intentando encontrarla. Dado el cerco del moreno acompañante de Galhard, que de alguna forma compartía presencia con una chica que conoció una vez y... Bueno... Nada importante pasó aquella noche en esa isla, y sin duda no huyó de ninguna ventana... Pero eso, dado el cerco del hombre Kepler no debería haber podido ir muy lejos, así que en cuanto la detectase caería como un relámpago delante de ella.
- Ah, si yo fuese un poco menos marine y tú algo más joven -diría con un suspiro agotado si podía encararla-. Podríamos haber tenido algo muy especial. De hecho, si me dejas ponerte las esposas... Bueno, las de marine, las otras habría que negociarlo. -Le guiñó un ojo por debajo de las gafas-. Te prometo que escucharé tu historia e intentaré ayudarte.
Como muestra de buena voluntad guardaría el violín, esperando que se entregase voluntariamente. Si no... Bueno, volvería a pedírselo amablemente, pero no tan amablemente.
Al sonrió, pero por otra cosa.
Hizo un ademán con el brazo derecho, agitando el arco apasionadamente. Era un truco de magia que había aprendido hacía tiempo. Otros decidían liberar palomas de su chaqueta, pero él ataba bufandas en la gente y, antes de que se diese cuenta, Terra Kepler estaría ataviada con una bufanda verde pistacho que no combinaba en absoluto con su alocada vestimenta. Por su parte, Al había sido sustituido. Nadie podría reconocer a la figura sombría que se alzaba frente al gas, violín en mano. Llevaba consigo una bufanda azul celeste con bordado de gatitos gordos, muy apropiada para la ocasión, así como unas gafas de sol ahumadas de tono azulado. De ese modo, vestido con EL TRAJE, no podía ser derrotado.
Por su parte, mientras él se transformaba en el héroe favorito de todos -además de que EL TRAJE con suerte filtraría alguno de los gases que habían dejado a Galhard un poco muñeco-, ese hombre tan parecido al peligroso Freites D. Alpha había decidido incendiar la ciudad. Scarfguy no podía permitirlo, y un vendaval de hielo en suspensión comenzó a recorrer las calles, enfriando con temperaturas cercanas al cero absoluto cada mínimo foco de incendio. No sentía presencias en las calles, pero sí en los edificios, y bastaba con un tablón de madera seca o un barril de brea sin guardar para provocar un desastre. Sin embargo, su misión seguía siendo atrapar al Sol, por lo que mientras el hielo rondaba por las calles su figura se descompuso también en miles de partículas.
Al no era rápido, pero en esa forma estaba libre de sus limitaciones. Se movía a más de cien metros por segundo y podía maniobrar a la perfección, por lo que se dejó guiar por el mantra intentando encontrarla. Dado el cerco del moreno acompañante de Galhard, que de alguna forma compartía presencia con una chica que conoció una vez y... Bueno... Nada importante pasó aquella noche en esa isla, y sin duda no huyó de ninguna ventana... Pero eso, dado el cerco del hombre Kepler no debería haber podido ir muy lejos, así que en cuanto la detectase caería como un relámpago delante de ella.
- Ah, si yo fuese un poco menos marine y tú algo más joven -diría con un suspiro agotado si podía encararla-. Podríamos haber tenido algo muy especial. De hecho, si me dejas ponerte las esposas... Bueno, las de marine, las otras habría que negociarlo. -Le guiñó un ojo por debajo de las gafas-. Te prometo que escucharé tu historia e intentaré ayudarte.
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