[Misión Definitiva - Nuevo Mundo] Eclipsa al Sol

Y otra vez a salir de la base. De aquella forma no terminaría de hacer las pruebas y preparativos para el evento que tenía entre manos. Por suerte para mí era algo que a quien ayudaba entendía y no me dejaba pasar de ello. Fui al puerto y me subí en el primer barco de mi flota. Jack, bajó de mis hombros al subir y se dirigió hacia el timón del barco. Tenía un mal presentimiento, pero no tenía ganas de nada y se hacía tarde.

-Zarpamos toda la flota, acompañamos a la de Dan-cho. Jack, por favor, intenta que el barco no se choque con nada. Otra vez.

Los barcos se pusieron manos a la obra rápidamente y siguieron de cerca a la flota del almirante. Por mi parte, me acerqué a la borda y silbé. En unos pocos segundos apareció un rey marino al lado del barco, de un tamaño imponente y cara de perro. Noté por un momento que el jaleo se apoderó de la cubierta al ver al animal, sin duda la mayoría no se esperaban que apareciese un rey marino y habían empezado a preparar la artillería, pero al ver que me subía en él volvieron a su trabajo.

Tras horas de viaje pude ver como el almirante saltaba con su moto desde su barco al mar. La superficie del agua se fue congelando mientras avanzaba a gran velocidad hacia la isla que teníamos enfrente.

-Jack, vamos, mantener los barcos separados y rodeando la isla. Si hay algún enemigo no quiero que escapen. Quiero volver a casa pronto y eso me retrasaría.

Franco me llevó hasta el barco en el que se encontraba mi vehículo, tras arrancarlo subí de nuevo a la cabeza de Franco, quien me acercó a la isla, creé un hueso de azúcar delante de mí, y lo recorrí con la moto para acabar saltando a la playa. El animal cogió su premio y se giró para volver al mar.

-Franco apoya a los barcos y ayuda con el bloqueo de la isla.

Dicho eso, aceleré todo lo que la moto dio de sí en la misma dirección hacia la que se había dirigido el Almirante. “Espera, ¿cómo se frenaba con esta cosa?” dije mirando los controles del vehículo. Todo se convirtió en un borrón a los lados. Hasta que me pareció varias figuras de persona y un edificio delante de mí. Intenté girar, pero la moto acabó tumbada en el suelo conmigo debajo y cerré los ojos.

Cuando abrí los ojos me dolía todo el cuerpo, a pesar de haberlo convertido en azúcar antes del tremendo impacto. La moto seguía funcionando y encima de mí. La quité de encima y me levanté con dificultad. Salí del lugar donde me había chocado y delante de mí, había un montón de gente, entre los que reconocía a un par de personas.

-Dan-cho, creo que necesito que me digas donde está el freno.

Zuko se cubrió al instante la boca y la nariz con el codo. Enseguida llevó la otra mano al hombro contrario para accionar la Blue Dragon, que no tardó en empezar a cubrir su forma híbrida del brillante metal azulado y negro, cubriendo así su rostro. Esperaba que fuese suficiente para mantener a raya aquel extraño gas que... Ya había empezado a afectar a Galhard. Tanto Dark como Al salieron disparados a por la mujer que había intentado huir. Zuko dio una patada al aire, buscando con una onda de choque disipar el gas antes de que se extendiese demasiado. Entonces saltó hasta la posición de Galhard e intentó, si se dejaba, cogerlo en brazos cual princesa.

Expulsando llamas azules por los pies alzó el vuelo y salió del callejón, levitando en el aire unos tres metros con un Galhard temblando en sus brazos. Desde lo alto llegó hasta la posición de Al y Kepler, siguiendo sus presencias y se mantendría allí, levitando desde lo alto sin perderles el ojo. Parecía que el almirante quería seguir resolviendo eso por las buenas y sin una pelea, por lo que iba a respetar sus deseos hasta que se cansase y se diese el primer ataque.

Entonces apareció algo. Algo que se estrelló con fuerza contra una pared y al rato salió. Era alguien que conocía... El vicealmirante Suzume. Alguien a quien poco antes había conocido en Punk Hazard intentando desmantelar una poderosa arma. Debía suponer que el almirante se habría traído a alguien de su brigada con él, era de imaginar.

La armadura se abrió en su cabeza, mostrando su rostro y su ondeante cabello. Se mantuvo en silencio. Las palabras tenía que darlas Al, eso estaba claro, pero esperaba que su presencia ahí, en mitad de un vuelo, demostrando que tienen la determinación suficiente como para no dejar nadie atrás... Tal vez pudiese hacer algo de mella en la mujer y hacerle ver que no solo estaba rodeada, sino superada en número. Aquello no tenía que ser más difícil de lo que ya era.

El minuto se hizo eterno y para cuando Galhard recuperó la consciencia se encontraba en los brazos de Zuko aunque el pensamiento inicial del marine era que la había palmado y que un demonio gigante se lo llevaba al infierno.

Cuando reparó que era Zuko suspiró aliviado, aunque no menos frustrado. -Vaya día y vaya entrada... Se supone que precisamente hacer las cosas de forma calmada era para evitar problemas y facilitar las cosas y aquí me tienes... Siendo salvado por quien dije que se mantuviese al margen, anecdótico cuanto menos... Vaya un marine que soy... Gracias vicealmirante Zuko- Dijo con una voz cortada mientras aún le quedaban espasmos residuales que fueron aminorando cada segundo que pasaba.

-Jack... Me alegra verte por aquí, Terra no tiene ninguna posibilidad entonces ¿También vendrá Arthur? Quizás no...- Dijo aún en brazos de Zuko mirando a Jack.

Giró su vista hacia el pueblo, no podía ver a Terra pero con los mantras de Al, Dark, Jack y Zuko sería cuestión de segundos localizarla. Si tenía pensado jugar al gato y al ratón eso solo alargaría innecesariamente lo inevitable. Terra era de temer y una bestia acorralada siempre es más peligrosa así que podía esperar cualquier temeridad. Ahora mismo lo único que podía sentir el marine a parte de dolor muscular era una notoria frustración.

Estar rodeada no era algo que le hiciera mucha gracia, siendo sinceros en aquel momento tenía ganas de hacer una masacre con ellos, pero tampoco era tonta. Sabía que era gente peligrosa y que entre todos podrían darle muchos problemas así que era mejor escabullirse por el momento y buscar la forma de escapar de la isla y librarse de sus perseguidores. El gas se iba disipando del lugar por la acción de aquel hombre que ahora portaba una armadura, pero Terra ya no estaba allí. En su lugar había un profundo agujero en el suelo por el cual había escapado. Después de todo era una chica lista y sabía que no la dejarían huir fácilmente si la veían salir del gas.

De esa forma no la verían marchar hasta que fuera demasiado tarde. Se había metido en las alcantarillas de aquella isla o en lo que sea que lleva las aguas residuales, puede que fuera mejor o peor construcción pero suficiente para que la mujer pudiera escapar durante un tiempo. Había salido tras correr por ellas un rato. Aprovechando que estarían distraídos con el gas y con aquellos que se pudieran ver afectados por el mismo. Ahora faltaba ver cuánto tardarían en encontrarla, si lo harían juntos o si eran lo suficientemente osados como para querer enfrentarla por separado.

El juego había dado comienzo y ella estaba lista para jugar hasta las últimas consecuencias. No estaba dispuesta a permitir que unos marines la atrapasen, aún tenía muchas cosas que hacer y muchos planes que llevar a cabo antes de permitir que algo pudiera meterse en su camino.

Su transmisor empezó a vibrar. Paró brevemente para ver quién podía llamarle en ese mismo momento y su expresión cambió de golpe. Se mordió el labio y, cabizbajo, ignoró el túnel. Si Terra Kepler había hecho aquello, sabía que no podía hacer nada para perseguirla. De hecho estar rodeado de tantos marines empezaba a incomodarle, por lo que prefería evitar la situación y hacer algo importante de verdad. ¿El problema? Tenía que ir a Dressrosa. Y con Galhard. El Coletas le había llamado para notificarle de otro problema cerca de Villa Podemos, pero no sabía si simplemente podía irse de ahí. ¿Contaría como algún tipo de traición, o algo del estilo? No lo sabía. Pero lo que sí sabía es que eran más que capaces de parar a la pirata. Por lo que caminó hasta Galhard y, tras ver que se encontraba mejor gracias a Zuko, les dedicó a los dos una cálida sonrisa. Que no tardó en reemplazarse por un rostro consumido por la preocupación.

—Gracias, Zuko —dijo mientras bajaba la cabeza, se sentía algo avergonzado de haberle apartado para que acabase así, pero tampoco era su culpa que apareciese un almirante—. El plan al final se fue a la mierda, pero tengo un asunto más importante que atender. Tras ver esto estoy más que seguro de que podréis manejar vosotros la situación. Dressrosa está siendo atacada otra vez y tengo que ir a impedirlo —miró a Galhard—. Quédate por aquí si quieres, estoy seguro de que después de lo que te ha hecho Terra querrás tomar represalias. Me iré adelantando a hablar con El Coletas y te esperaré por allí, ¿vale?

Se despidió con la mano y despegó hacia el cielo, esperando que nadie le interceptase. Si no tendría que luchar de vuelta y no quería tener que matar a nadie, menos delante de Galhard.

Galhard arrugó la nariz y abandonó los brazos de zuko asegurándose de aterrizar de pie, sus músculos aún estaban tensos por lo que fue algo difícil. Allí donde se suponía que estaba Terra no había más que un túnel.

—Sin duda esta mujer sí nos va a hacer jugar al gato y al ratón.—Murmuró aún malhumorado mientras finalmente el dolor articular se disipaba. Dark recibió una llamada del Coletas, supongo que ahora que Al, Jack y Zuko estaban ahí podía permitirse volver a Dressrosa a atar cabos, después de todo la guerra contra Julius había comenzado tiempo atrás.

—Está bien Dark, nos reuniremos más tarde en Dressrosa, deja algo de diversión para cuando yo llegue, espero que Terra no nos coma más tiempo del necesario— Comentó mientras su amigo se alejaba.

Se encontraba en una situación similar a la de hace un año en la aguja, rodeado de monstruos mucho más fuertes y eficientes que él en cuanto a combate cuerpo a cuerpo se trataba.
No solo no podía permitirse sufrir otro ataque gaseoso si no que tampoco debía repetir la escena de la aguja donde fue más un peso muerto en el equipo que alguien de ayuda. Esta vez haría las cosas de otra forma y mientras cogía el Den Den Mushi de su abrigo comentó.

—El burro debe dejar paso al caballo, no tiene sentido que yo permanezca en primera línea, solo seré un estorbo... Por otra parte tengo un mal presentimiento de todo esto... Vicealmirante Zuko, me tomaré de nuevo la libertad de comandar la flota, supongo que tanto el almirante Al como el vicealmirante Jack habrán venido acompañados— Hizo una breve pausa mientras miraba a los marines presentes — Y si no le veis objeción, puesto que el despliegue ya está en marcha, daré la orden de acordonar la isla...— Suspiró mientras acercó el Den Den Mushi a su rostro. —Espero que los barcos sean suficientes para acordonar la isla y tengan cadenas para reforzar el cierre.— Dijo mientras se alejaba, camino al puerto.

—Aquí el vicealmirante Galhard, volveré a uno de los navíos para comandar la operación desde allí. Necesito un reporte de cuantos barcos y hombres disponemos, si consigo luz verde del almirante Koneko pasaremos a acordonar la isla, acercad un pequeño bote al puerto este de la isla, os esperaré allí para mi recogida, andad con ojo, Terra está fuera de nuestro rango visual, tomad toda precaución necesaria y no dejéis que nada salvo Dark.E.Satou abandone la isla.— Sabía que una bestia arrinconada daría más problemas pero ahora poco más podía hacer, estaba seguro que aquella mujer aprovecharía la conmoción para salirse con la suya y escapar, ya que en tierra él sería inútil debía dirigirse a la retaguardia donde podría ser de mayor utilidad.

A su vez, debería pensar una forma de generar un señuelo para Terra, un punto que simulase una debilidad en el cordón marine que la empujase a atacar allí. El tiempo, como siempre, era oro.

Spoiler:

Se dio cuenta justo a tiempo de que, pese a haber detectado su presencia, ella no estaba allí. Bueno, estaba y no, porque seguía sintiéndola muy cerca, a un par de metros... Por debajo de sus pies. ¿Cómo había logrado entrar en las alcantarillas? ¿Cómo podía haberlos engañado de esa forma tan burda? Se permitió el lujo de golpear el suelo con frustración mientras Zuko y Jack iban acercándose.

- ¡Maldita sea! -gritó, sin dejar de seguir el rastro de aquella poderosa voz-. Está en las alcantarillas.

Luego hablaría con Jack sobre el cuidado a la moto. Las Kiritsu Motorbikes eran vehículos de tecnología punta muy delicados que debían ser tratados con cariño y respeto. Pero primero tenía que enfrentarse a la perspectiva de sus cada vez más mermadas fuerzas, con el hombre-Kiseki huyendo -algo que contrastaba bastante con su molesta sensación de superioridad- y Galhard abandonando la formación tras ser gaseado por Kepler.

Podía entender su frustración, pero eran soldados de la Marina y, ante todo, estaban en medio de una misión. ¿Por qué habría de ser un estorbo ahora, si antes con menos apoyo no lo era? ¿Tenía que interpretar algo de aquella actitud derrotista? Suspiró profundamente, acercándose a él y poniéndole la mano en el hombro para evitar que se alejase. Parte de su trabajo, al fin y al cabo, era dar verdadero apoyo a sus hombres cuando estos lo necesitaban.

- Galhard, ¿no es acaso el talón una parte muy pequeña? -preguntó-. ¿Y el pulgar respecto al brazo? ¿Qué me dices? La Marina es un organismo vivo, un ser que cuida de todos aquellos que van tras él, pero que depende de todas y cada una de sus partes. Da igual que no estés a nivel de Jack, o de Zuko; sigues siendo un aliado formidable y una parte fundamental de la Brigada. Tal vez creas que ser marine es una cuestión de orgullo y modestia, de retirarte cuando crees que no puedes dar más, pero es todo lo contrario. -No le costó sacar del bolsillo interior de su chaqueta una gorra llena de manchas, más amarilla que blanca, con una gaviota descosida hacía años-. Todos hemos sido cadetes alguna vez, y tenido a alguien a quien creíamos jamás podríamos alcanzar. -Miró a su espalda, donde los dos vicealmirantes observaban la escena-. Ellos dos también se sintieron como tú, y yo también. Pero, aunque si entras tal vez seas un estorbo, si no luchas tampoco puedes ayudar. Piénsalo rápido.

Esperaba que comprendiese que, si él se sentía así, la situación en la que un barco estaba frente a Kepler era mucho más vulnerable. Él mismo se veía capaz de cortar a la mitad un buque de guerra, quién sabe lo que esa bestia sería capaz de hacerle. No, la única opción que tenían era encerrarla entre los cuatro; si Galhard necesitaba ayuda de alguna manera él mismo se la daría, pero él ahora necesitaba a Galhard. Una vez, Xemnas había dicho que la brigada era una gran familia; tenía más razón que un santo, aunque había tardado más tiempo del que le habría gustado admitir en darse cuenta.

- Si cuando esto termine quieres entrenar, te convertiré en el segundo mejor espadachín de la Mar...

Se deshizo en hielo sin terminar aquella frase, flotando a gran velocidad contra su objetivo. Aún tenía mucho que decirle a Galhard, pero Kepler estaba muy cerca de abandonar el rango de su Haki. Sin embargo, él no pensaba dejar que se escapase. Tal vez no pudiese desenvainar la espada contra una mujer, pero conocía hacía años una técnica para detenerla sin hacerle ningún daño. Aparte de la diplomacia, claro. Por eso, esa vez aterrizó a poco más de un metro de ella -o donde la detectaba-, retomando su forma natural para cerrarle el paso. Las bromas que había pensado para el momento tal vez eran repetirse un poco, así que simplemente intentó ser lo más amable posible:

- Sé que estás asustada. Yo también lo estaría. Pero lo único que deseo es ayudarte. Si no te entregas, mañana llegará alguien más fuerte que querrá hacerte daño, y al siguiente lo mismo... Y yo no podré protegerte si eso sucede. En cambio, si vienes conmigo, si la flota 83 te custodia, estarás a salvo. ¿Podrías ayudarnos a ambos? Por favor.

La marcha de Dark complicaba las cosas. Por si fuera poco, la mujer había jugado con ellos totalmente, engañándolos para desaparecer de la vista. Koneko la localizó enseguida, pues debía tener un haki de observación mucho más desarrollado que el del dragón. Frunció el ceño y aterrizó justo después de que el almirante detuviese a Galhard y empezase su discurso para que no se marchase. Volvió también a su forma humana, adaptándose su armadura a esta enseguida. Parecía que el almirante quería resolver esa misión por los derroteros diplomáticos, por lo que lo mismo un dragón humanoide enviaba la señal equivocada. Además, podía cambiar de forma en cualquier momento.

Sin embargo, mientras hablaba, Koneko desapareció en un montón de hielo y se marchó a una velocidad brutal. Debía haber detectado a Kepler, seguro. Zuko caminó hacia delante y miró a Galhard.

—Vamos, Vicealmirante. Sin ti no podemos ganar.

Y le dedicó una sonrisa justo antes de desaparecer con el soru, siguiendo a Al. No alcanzaba su velocidad, eso seguro, pero siguió el recorrido para alcanzarle rastreando su presencia y, con ella, la de Kepler, que brillaba con una intensidad que era casi como mirar a una bombilla fijamente durante un rato. Demasiado poderosa. El dragón volvió a cubrirse la cabeza con la armadura y activó la mimetización de la misma. Se mantuvo alejado de ellos, pegado a una pared. La armadura lo mimetizaba con la pared, haciéndole casi imperceptible... A menos que seas una persona prudente y entrenada en el haki de observación, claro. Que muy seguramente era el caso con Kepler.

Según me acercaba al grupo de marines y aquel extraño pude ver como de pronto una especie de humo apareció poniéndome alerta y haciendo que activase por instinto el haki de observación por si detectaba un ataque. Sin embargo, nada de eso, solo presencias moviéndose.

-Tranquilo, no está rota, me aseguré de ser yo el que recibiese el golpe. – le dije levantando las manos justo cuando añadió de que alguien estaba en las alcantarillas.

Efectivamente había una presencia en el interior de la tierra. Miré al Almirante y entendí la situación. El extraño le dijo algo al Vicealmirante Zuko de que tenía prisa y se marchó despidiéndose con la mano, a lo que le respondí con el mismo gesto. “Madre mía, como un destello, apareció en mi vista y desapareció igual de rápido” dije mirando hacia otro lado mientras señalaba al objeto que se alejaba.

-Bueno, por tu expresión considero que esto es serio, así que, intentaré actuar como tal.

De mí salieron tres monigotes de azúcar que se separaron y comenzaron a formar un perímetro con instrucciones que les iba dando según notaba la presencia bajo tierra. El Almirante comenzó a hablar echándole una reprimenda a Galhard por decir que se marcharía para no estorbar. Pero de pronto desapareció dejando la frase en medio.

-Lo que quiere decir, es que no te preocupes, sigue la corriente del río, siempre hay alguien que te necesitará, en este momento es aquí. Mira, nosotros acabamos de llegar y no sabemos la situación, al contrario que tú, así que ayuda aquí, para los barcos ya tengo a personal cualificado dirigiéndolos, solo espero que no exploten – dije mientras pasaban por mi cabeza imágenes de gente desorganizada en cubierta corriendo de un lado a otro según instrucciones de Jack y Franco.

En ese momento, me centré en donde se encontraba las presencias para seguir moviendo los monigotes para poder interceptarlos en caso de ser necesario. Para ello, además de mis dedos salieron tres hilos de azúcar gruesos que fueron hasta los monigotes, en caso de ser necesario iría hasta uno de ellos.

Desde luego aquel grupito era de lo más insistente. Estaba claro que no iban a dejarla ir sin dar batalla. ¿Realmente le era rentable pelar con todos ellos? En aquel momento tal vez fuera mejor dejarse capturar y después encontrar un modo de escapar cuando la estuvieran trasladando. Sobretodo teniendo en cuenta que sabía perfectamente que había una cantidad absurda de barcos rodeando la isla. Arqueo una ceja y suspiro de forma larga y cansada, desde luego aquella panda de hombretones eran unos aburridos.

Había estado pensando muchas formas de escapar de la isla, pero sabiendo lo que la esperaba en el puerto y rodeando la misma sabía que no tenía una escapatoria sencilla. Perder sus fuerzas en aquel momento no era algo que se pudiera permitir, tenía muchas cosas que hacer. Demasiados planes en su cabeza y otras prioridades las cuales debía atender con mayor preocupación que la de escapar de aquellos marines. Les echo una mirada, incluido al muchacho que se escondía en la pared, no servía de mucho ese camuflaje, pero bueno, tampoco era necesario alardear demasiado sobre sus habilidades.

Subió ambas manos a modo de aceptación, sabía que no podía escapar ilesa de aquel juego en el que se habían metido y como su plan de fuga inicial no había surtido efecto era mejor no tentar más a la suerte. — Esta bien, vosotros ganáis, pero sed buenos y no apretéis mucho las esposas — dio unos cuantos pasos hacía el rubio que tenía delante con las manos en alto y sin perder un ápice de su sensual caminar. Por que si, podría ser una pirata y una maleante, pero eso impedía que fuera una mujer de lo mas atrayente. No iba a resistirse en absoluto, se dejaría esposar y se dejaría llevar hacía el barco que fuera, después de todo, había muchas formas de llevar a cabo sus planes.

Al tras sus palabras alentadoras salió a toda velocidad hacia lo que en la mente de Galhard debía ser Terra. Zuko y Jack no tardaron en seguirle reafirmando las palabras que el almirante había dicho. Si bien parecía que sus palabras se habían interpretado más como derrotismo que como pragmatismo aceptó lo escuchado y mientras corrió junto a sus compañeros comentó.

—Agradezco enormemente vuestras palabras de aliento chicos... Si bien, quería más bien redirigir el perímetro desde el mar sin comprometer la vanguardia, dado que me siento con mayor soltura en el mar que en tierra...— Se aclaró la voz —Desde el momento que acepté venir a esta misión sabía que no había vuelta atrás, de ahí que con Dark planease llevar la operación de forma que evitase un conflicto directo, ya no solo por la gran amenaza que supone Terra si no para evitar daños colaterales a la población, lo cual me alegra que se haya evitado de todas formas.— Acabó de esclarecer el marine mientras aprovechó el hielo que Al había dejado para tratar de deslizarse torpemente sobre él y tener algo más de velocidad.

Una vez llegó allí observó como Zuko desaparecía de su vista como por arte de magia ¿Se había confundido con la fruta del vicealmirante y este en vez de un dragón se trataba de un camaleón? Bueno, aquello realmente no importaba en esos momentos del todo, aunque no pudo imaginar que útil debía ser tener ese poder para las misiones de infiltración que había estado haciendo últimamente.

Algo pero, rompió aquel pensamiento del marine. Terra, con las manos en alto, cedió a la petición de Al de entregarse, lo que supuso un enorme alivio para él y seguramente los otros tres marines. Realmente Terra debía ser alguien con los pies en el suelo si había decidido rendirse de forma pacifica, seguramente sabía que aquello supondría un trato favorable tanto en el transporte como en la entrega, seguramente tramaría algo pero no era trabajo de Gal especular sobre aquello.

Gal miró a Al y tras mirar sus esposas de Kairoseki decidió con paso lento pero seguro ser él quien se acercase a hacer los honores, pues lo más probable es que de los marines allí presente fuese el único con esposas de ese material.

—Aunque suene hipócrita... Agradezco que haya tenido la voluntad de entregarse sin que este altercado alcanzase mayor impacto, su actitud cooperativa será usada a su favor y tenida en cuenta en todo momento.— Dijo mientras con suavidad y educación colocó las esposas a Terra, asegurándose bien de que no quedaban sueltas pero que tampoco apretasen en exceso a la pirata. Debía sentirse algo débil por el efecto de las esposas al ser una usuaria de fruta pensó el marine por unos instantes mientras la llevaba hacia donde Al se encontraba. Aunque quien sabe, quizás era alguien tan curtida que no sentía el efecto de debilitación de la piedra marina.


—Al, te tomo la palabra, la misión a sido un éxito y no han habido daños que lamentar, no podría haberse logrado sin la colaboración de todos, incluido Terra y su buen juicio— Comentó mientras esperaba ver de nuevo a Zuko y a Jack.

Por unos segundos pareció que el mundo avanzaba demasiado despacio. Kepler era una mujer peligrosa, lo suficiente como para que el Comandante en Jefe estuviese dispuesto a borrar del mapa una isla de no poder atraparla. Algo olía muy mal en aquel encuentro, haciendo que Al llegase a temer por su vida mientras la pirata no tomó la decisión de rendirse. Tampoco se tranquilizó demasiado, pero recuperó el aliento y su corazón volvió a latir con normalidad.

Para cuando los demás llegaron, Kepler caminaba sensualmente hacia él y, con una voz que oscilaba entre la provocación y la condescendencia, pidió que no le apretasen mucho las esposas. Probablemente de haber estado los dos solos habría hecho un comentario inapropiado, la habría invitado a tomar una copa antes de desayunar o quién sabe qué, pero en su lugar dejó de embobarse con su cuerpo y apartó la mirada, cruzándose levemente con la de Galhard. Él, esposas en mano, fue quien cuidadosamente aferró esas muñecas que... Volvió a apartar la mirada. Ya luego se quitaría ese estúpido calentón de encima.

- Bien hecho, cadete -le dijo, ajustándose el chaquetón de nuevo-. Si te sigues esforzando así algún día llegarás a recluta de primera.

Se apartó de la escena, necesitando clarificar sus pensamientos. Zuko y Jack no tardarían en llegar, así que cuando lo hiciesen se acercaría a Zuko, alejándolo un poco de Galhard y la mujer. Una vez a salvo de oídos indiscretos, pero lo suficientemente cerca como para no perder tiempo de reacción si en el último momento Kepler traicionaba su confianza, Al expondría sus preocupaciones al dragón:

- Es una pena -comentó-. Las más guapas siempre son las más locas. -Eso no era lo importante, pero valía para romper el hielo-. Necesito que custodies a esta loca, vicealmirante. Yo me llevo a la brigada a Wano para dar apoyo a Kurookami. Al parecer un equipo de mercenarios ha conseguido robar tecnología experimental y a saber qué están haciendo los dragones rojos con ella. Haz escala en Dressrosa para el papeleo y reúne a tu flota. Algo se cuece...

Conocía al vicealmirante del traslado de Krauser. Era responsable, o al menos eso parecía. Seguramente fuese capaz de hacerse cargo de la situación si algo se torcía y, la verdad, habiendo tantas probabilidades de que en Wano estallase una guerra sin cuartel -mayor a la que ya se libraba- no podía abandonar a Douglas. Mucho menos dejar en manos de Hyoshi liderar el asalto. Necesitaban al mayor estratega de la Marina.

- ¡Jack! ¡Llama a Arthur! -le gritó, y comenzó a marchar camino a la moto-. Tenemos que activar el protocolo 41.

Sí, ese protocolo era la dicción numérica de "AL", y el resumen del protocolo 41-V3N63R. Era hora de liberar al Cracker. Al I-Scream Nut Cracker...

Cuando por fin estuvo la mujer rendida y esposada, Zuko dio un paso adelante desactivando la mimetización de su armadura. A su vez, la armadura se deshizo reuniéndose de nuevo a su espalda, quedando el dragón en sus ropas normales una vez más. En cuanto apareció, Koneko se acercó a él soltando un chascarrillo sobre la belleza de Kepler. Sin embargo, justo después se puso serio y confió al dragón el trabajo de escoltar a la mujer hasta Dressrosa para el papeleo y después llevarla a prisión. Además le pidió que reuniese a su flota, indicando sus sospechas de que algo serio estaba por suceder. El dragón también tenía esa intuición.

El vicealmirante asintió y entonces se acercó a Kepler, colocándose a su espalda e indicándole que empezase a caminar hacia puerto. Las esposas deberían debilitarla lo suficiente como para mantener su poder a raya, pero nunca se podía ser demasiado precavido. Mientras caminaban, el dragón llamó con su Denden Mushi a la flota con la que vino para que dejasen uno de los barcos cerca del puerto. Concretamente el único barco con el que vinieron que tenía un lugar para encerrarla.

La mujer no pareció resistirse y colaboró todo el camino. Tal vez... con demasiada confianza. El dragón no fue duro con ella durante el transporte, tampoco lo merecía, pues se había rendido con todas las de la ley y gracias a ello ningún civil había salido herido. Los demás marines se apartaban a su camino, como si le tuvieran... miedo. Zuko la llevó hasta la celda y dio la orden de constante vigilancia. Entonces habló con el oficial de mayor rango por debajo de él.

—Informa al resto de los barcos, ahora esto es un convoy que transporta a una prisionera. Ponemos rumbo a Dressrosa.