Rainbow662
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fuerza
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nivel: 115
Nombre: Hrothgar Vorldsen
Apodo: Sin Huesos
Raza: Gigante
Sexo: Masculino
Edad: 239
Rango/Empleo: Ciudadano
Banda: Líder de los Lobos de Midgard
Clase:
Haki:
Estilo de lucha: Hay pocas cosas más salvajes en el mundo que Hrothgar Sin Huesos en batalla. Su forma de combatir es la más brutal, instintiva y sangrienta que permitan las circunstancias. Nunca se reserva nada, como es costumbre entre los gigantes, así que busca aplastar a su enemigo desde el primer momento, machacándolo con su escudo o sus puños y usando como arma todo aquello que tenga a su alcance.
Armas: Hrothgar siempre ha utilizado un arma de lo más singular: el Volund. Se trata de un grueso escudo circular de madera que puede cubrir al portador desde el cuello hasta la cintura aproximadamente. Su peculiaridad es que su circunferencia termina en una hoja afilada, y además cuenta con un asa incorporada en el borde. Aparte de, obviamente, como defensa, también puede blandirse como un arma cortante o incluso arrojarse de forma similar a un disco volador.
Como complemento lleva también un mango atado al muslo, y puede enroscarlo a una base que sobresale de la parte trasera del escudo para convertirlo así en un arma parecida a un hacha de hoja circular. Además posee una honda que emplea para cazar o matar a distancia.
Oficios:
Artista:
Montaraz:
Aspecto: Hrothgar Sin Huesos da miedo, es lo que mejor le describe. Su cuerpo lo componen catorce metros de poderosos músculos tallados a cincel batalla a batalla. Su piel, del tono oscuro de la tierra fértil, luce cientos de pálidas cicatrices que evidencian los años de castigo. Cada una de ellas supone un motivo más para la furia de Hrothgar. Lleva la larga cabellera cobriza y canosa recogida en una trenza y una barba enmarañada y asilvestrada que le cubre por completo el mentón.
Suele vestir con un chaleco de piel de oso tachonado por placas circulares de bronce, bastante útil para el invierno, y unos bastos pantalones de cuero negro, casi tan desgastados como sus botas. Estas cuentan con una placa de hierro en la puntera y sus suelas están pensadas para garantizar un perfecto agarre en cualquier terreno.
Siempre lleva encima un colgante hecho con la punta de la primera espada que le hirió. Su casco de batalla, redondeado y del mejor acero plagado de muescas, luce una cresta de plumas blancas de águila que el mismo Hrothgar cazó cuando era niño.
Personalidad: Un buen amigo, un guerrero leal y un orgulloso héroe de Elbaf. Así era como se describía en los buenos tiempos a Hrothgar Sin Huesos. Desde esa época ha ido cambiando poco a poco. Actualmente, todo lo que es Hrothgar ha quedado contaminado por el odio y la ira. Ya solo es fiel a sus berserkers y a la meta última de encontrar una muerte digna tras saciar su sed de sangre. Aunque sigue considerando a algunos gigantes como amigos, su deseo de venganza está por encima. Luchará contra ellos si es necesario, mostrándoles el respeto que todo guerrero debe a otro en el campo de batalla.
Es un hombre taciturno, poco hablador. Al contrario de lo que pueda parecer, es bastante inteligente y reflexivo. Tiende a darle vueltas a las cosas. No se muestra cruel ni injusto, al menos no a propósito. Siempre ha procurado mantener al mínimo los daños colaterales, aunque eso le da un poco igual ahora mismo. Sin embargo, sigue teniendo algo de orgullo, y jamás se convertiría en un vulgar asesino. No alza su mano si no es en el fragor del combate, no derrama sangre si no lo considera necesario. Lo malo para todos es que actualmente lo considera. Y mucho.
Hrothgar es la clase de líder que entra el primero a la lucha y la abandona el último, que cargaría a un camarada herido en sus hombros o que mostraría interés por sus aficiones. Aunque ya no se considera como un hombre honorable, sigue haciendo gala del comportamiento que se esperaría de un auténtico hijo de Elbaf. No muestra piedad ni tampoco la pide, pues sería un insulto para su adversario, y siempre combate con todas sus fuerzas. Es la clase de hombre que llega siempre hasta el final sin importar cuántos obstáculos se interpongan en su camino, y eso es lo que lo hace tan peligroso.
Trasfondo: Hrothgar lleva mucho tiempo consumido por la ira, aguardando la oportunidad de poner Elbaf patas arriba. Aunque en su momento fuese un guerrero aclamado y respetado entre los suyos, cometió el sacrilegio de renunciar a la guerra por amor, lo cual le llevó a perderlo todo. Ahora solo le queda el odio para sustituir ambas cosas. Oculto y aguardando el momento adecuado, Hrothgar se fortalece y reúne una hueste de berserkers formada por parias y criminales, por gigantes sin nada que perder. Todo por el deseo de una última y gloriosa matanza que acabe con sus desdichadas vidas con el poco honor que pueda quedarles.
Historia: Hace ciento doce años, Hrothgar Sin Huesos era el guerrero más temido de toda Elbaf. Nacido para la batalla, ganó gloria y riquezas para su patria durante casi setenta años. Había sido criado por granjeros, pero su orgullo guerrero le llevó a coger las armas cuando su rey lo necesitó. Protegió Elbaf de peligrosos enemigos y encabezó varias expediciones a lo largo de todo el mundo. Era respetado por todos. Por todos excepto por una persona.
Su nombre era Niebmeln. No había mujer más hermosa en la tierra de los gigantes, ni hombre más enamorado de ella que el propio Hrothgar. Pero ella odiaba Elbaf tal y como era. Niebmeln valoraba más la vida que el honor, y semejante herejía la convertía en una paria. Pero no para Hrothgar. El poderoso guerrero intentó odiarla, y cuando no funcionó, trató de entenderla.
Cuando su amor por fin fue correspondido y él le propuso matrimonio, ella le pidió una promesa: que dejaría de matar, que se acabaría la batalla constante. Hrothgar estaba perdido y lo sabía. Si ella lo pedía, aceptaría. Y aceptó. Prometió que no derramaría más sangre mientras ella siguiera amándole.
Años después estalló la siguiente guerra, esta vez contra un clan rival. El rey Elgar exigió la presencia de Hrothgar, pero el guerrero, aunque se presentó en el campo de batalla, se negó a combatir, lo que costó la vida a decenas de los suyos. Aceptó el castigo a los cobardes con honor, sin exponer nunca sus razones para no luchar. Le rompieron todos los huesos del cuerpo, lo que le costó su apodo y una larga y dolorosa recuperación. En la siguiente batalla volvió a ocurrir lo mismo y Hrothgar aceptó de nuevo su castigo. Pero el rey no estaba dispuesto a que siguieran desafiándole así. El castigo se llevó a cabo en público y se dejó allí a un moribundo Hrothgar para que muriese, bajo amenaza de que cualquiera que lo ayudase compartiría su suerte.
Eso no disuadió a Niebmeln. Ayudó a su marido, pero ambos fueron capturados. Cuando Elgar iba a sentenciar a Niebmeln a muerte, Hrothgar hizo algo que ningún gigante había hecho jamás: suplicó. Y el honor de Elgar le obligó a ser clemente. Dio a Hrothgar una oportunidad de recuperar su honor y proteger a su amada. Niebmeln viviría en paz siempre y cuando él asumiera su castigo. De nuevo, aceptó algo que lo cambiaría todo para siempre. Hrothgar fue encerrado en un sótano, encadenado en la oscuridad, y durante cien años sus huesos fueron quebrados una y otra y otra vez. Su leyenda se extendió entre lo más bajo del pueblo gigante. Los criminales, los deshonrados, los odiados por todos comenzaron a hablar de él con temor y reverencia mientras su héroe agonizaba bajo las mazmorras del palacio, aguantando, siempre aguantando. Incluso cuando le dijeron que Niebmeln se había vuelto a casar, incluso cuando le hablaron de sus hijos con otro, él lo soportó.
Hasta el día en que dejó de sentirla. Su voz se alejó, quedó fuera de su alcance y entonces Hrothgar se liberó. Después de años de duro castigo, Hrothgar causó estragos. Con los huesos rotos, destrozó todo a su paso, masacró a cuanto guerrero se le interpuso y se alzó sobre las ruinas del palacio con la cabeza del hijo de Elgar entre sus manos. Fue después cuando se enteró. Niebmeln había tomado el liderazgo de todos aquellos que apoyaban a Hrothgar y los había conducido en un fallido intento de rescate. Elgar barrió con ellos y vendió a los supervivientes como esclavos para el Gobierno Mundial. Cuando Hrothgar lo supo, huyó de Elbaf y se entregó al mismo noble que había comprado a su esposa como forma de redimirse por haber roto la promesa de no matar. Pasó una década como esclavo. En ese tiempo ambos esposos pulieron hasta el extremo su odio, su rencor, hasta que Niebmeln, olvidados ya sus principios, se quitó la vida para que su esposo pudiera por fin ser libre de su promesa.
Fue entonces cuando Hrothgar Sin Huesos volvió a Elbaf y comenzó a reunir a todos aquellos deshonrados, a todos aquellos desterrados y marginados, los locos y los criminales. Toda la escoria gigante se agrupó en torno a la bandera del que antaño fuera un gran héroe y que ahora solo espera, paciente, su oportunidad de hacer todo el daño posible.
Habilidades: En un mundo donde la guerra y el pelo largo son lo más común, el talento innato de Hrothgar para poder recogerse el cabello en un segundo es de lo más útil. La verdad es que tiene un don para el estilismo que rara vez ha demostrado, porque dice que no es muy varonil. Pero mantener la trenza de combate en perfecto estado o poder pintar adecuadamente unos glifos de guerra es vital para un guerrero.
También es un maestro tatuador. Los guerreros acudían a él para que les tatuara algún logro o hazaña y así tener siempre la historia grabada en la piel. Ha dejado de hacerlo y ahora se dedica a grabar símbolos de guerra a sus berserkers, pero se le sigue dando de miedo. Hasta pone pircings si se le pide bien, pero nunca en sitios raros.
Fortalezas: ¿Qué mejor fortaleza que un esqueleto indestructible? Los huesos de Hrothgar han sido machacados y rotos tantas veces que se han vuelto casi irrompibles. Y no es que el resto de su cuerpo sea débil. Ha desarrollado tal tolerancia al dolor que es difícil sacarle siquiera una mueca de incomodidad. Las muecas de ira suelen ser más fáciles de ver.
Torpezas: A pesar de lo fiero que es, tiene los dientes bastante sensibles. Siempre ha odiado las bebidas o comidas muy frías; le dan dolor de cabeza. Además, siempre ha tenido un curioso problema, y es que no sabe cuánto debe apretar las cosas. Todo lo que sujeta lo acaba rompiendo por agarrarlo demasiado fuerte. Por eso dejó de beber en vasos y empezó a amorrar del río.
Debilidades: Sin duda, su mayor debilidad es que le da miedo el agua. Por supuesto, el miedo es algo relativo en un gigante. Quiere decir que evitará meterse ahí siempre que pueda, que no será tan eficiente y que a lo mejor no es tan preciso a la hora de arrancarle la cabeza a su enemigo, pero si la batalla lo requiere se lanzará de cabeza. Nunca ha entendido el motivo de esta fobia, y hace todo lo posible por mantenerla oculta de absolutamente todo el mundo. El problema de esto es que no sabe nadar más allá de una pobre y enorme imitación del estilo perro.
Tampoco es que se le dé muy bien el tema de la planificación. Es decir, más allá de esconderse, agruparse y atacar a lo loco, su estrategia de batalla es más bien inexistente.
Inventario: Su escudo y su kit de tatuaje (aguja, tinta y un palo para morder).
Pertenencias: -
Nombre: Hrothgar Vorldsen
Apodo: Sin Huesos
Raza: Gigante
Sexo: Masculino
Edad: 239
Rango/Empleo: Ciudadano
Banda: Líder de los Lobos de Midgard
Clase:
- Fuerza: Rango 16 [11 por nivel + 5 por raza] - Maestría en Estática
- Resistencia: Rango 17 [12 por nivel + 5 por raza] - Maestría en Analgesia
- Velocidad: Rango 8 - Maestría en Fondo
- Instinto salvaje: Rango 8 - Maestría en Dominio del entorno
- Agilidad: Rango 0 [3 por nivel; -3 por raza]
- Maestría extra: Frenesí
Haki:
- Haki de armadura de nivel 11 - Sintonía en Armamento
- Haki de observación de nivel 6 - Sintonía en Empatía
- Haki del rey de nivel 7 - Sintonía en Destrucción
Estilo de lucha: Hay pocas cosas más salvajes en el mundo que Hrothgar Sin Huesos en batalla. Su forma de combatir es la más brutal, instintiva y sangrienta que permitan las circunstancias. Nunca se reserva nada, como es costumbre entre los gigantes, así que busca aplastar a su enemigo desde el primer momento, machacándolo con su escudo o sus puños y usando como arma todo aquello que tenga a su alcance.
Armas: Hrothgar siempre ha utilizado un arma de lo más singular: el Volund. Se trata de un grueso escudo circular de madera que puede cubrir al portador desde el cuello hasta la cintura aproximadamente. Su peculiaridad es que su circunferencia termina en una hoja afilada, y además cuenta con un asa incorporada en el borde. Aparte de, obviamente, como defensa, también puede blandirse como un arma cortante o incluso arrojarse de forma similar a un disco volador.
Como complemento lleva también un mango atado al muslo, y puede enroscarlo a una base que sobresale de la parte trasera del escudo para convertirlo así en un arma parecida a un hacha de hoja circular. Además posee una honda que emplea para cazar o matar a distancia.
Oficios:
Artista:
- Pintor: Rango 14
Montaraz:
- Cazador: Rango 12
- Herborista: Rango 12
- Tatuajes de batalla:
- Gracias a su talento como pintor, Hrothgar ha grabado en sus hombres y en él mismo topo tipo de símbolos para mantenerlos concentrados y convertirlos en guerreros sin miedo, en auténticos berserkers.
Ojos de Fenrir: Alrededor de los ojos de sus guerreros ha tatuado una serie de formas abstractas que resaltan la mirada incluso durante el combate e intimidan a sus rivales.
La cabeza de Drakkar: De los brazos de Hrothgar y sus berserkers surgen todo tipo de bestias draconianas y furiosas. Estos tatuajes están diseñados con un juego de sombras tal que anulan el miedo de quien las porta y aumentan su fiereza en combate.
Las garras de Jörmun: Hrothgar usa sus talentos para resaltar sus cicatrices y las de sus berserkers. Es inevitable que las vean, y eso provoca una hipnosis colectiva que lleva a un escozor casi constante que se incrementa en la batalla, multiplicando su agresividad.
Aspecto: Hrothgar Sin Huesos da miedo, es lo que mejor le describe. Su cuerpo lo componen catorce metros de poderosos músculos tallados a cincel batalla a batalla. Su piel, del tono oscuro de la tierra fértil, luce cientos de pálidas cicatrices que evidencian los años de castigo. Cada una de ellas supone un motivo más para la furia de Hrothgar. Lleva la larga cabellera cobriza y canosa recogida en una trenza y una barba enmarañada y asilvestrada que le cubre por completo el mentón.
Suele vestir con un chaleco de piel de oso tachonado por placas circulares de bronce, bastante útil para el invierno, y unos bastos pantalones de cuero negro, casi tan desgastados como sus botas. Estas cuentan con una placa de hierro en la puntera y sus suelas están pensadas para garantizar un perfecto agarre en cualquier terreno.
Siempre lleva encima un colgante hecho con la punta de la primera espada que le hirió. Su casco de batalla, redondeado y del mejor acero plagado de muescas, luce una cresta de plumas blancas de águila que el mismo Hrothgar cazó cuando era niño.
Personalidad: Un buen amigo, un guerrero leal y un orgulloso héroe de Elbaf. Así era como se describía en los buenos tiempos a Hrothgar Sin Huesos. Desde esa época ha ido cambiando poco a poco. Actualmente, todo lo que es Hrothgar ha quedado contaminado por el odio y la ira. Ya solo es fiel a sus berserkers y a la meta última de encontrar una muerte digna tras saciar su sed de sangre. Aunque sigue considerando a algunos gigantes como amigos, su deseo de venganza está por encima. Luchará contra ellos si es necesario, mostrándoles el respeto que todo guerrero debe a otro en el campo de batalla.
Es un hombre taciturno, poco hablador. Al contrario de lo que pueda parecer, es bastante inteligente y reflexivo. Tiende a darle vueltas a las cosas. No se muestra cruel ni injusto, al menos no a propósito. Siempre ha procurado mantener al mínimo los daños colaterales, aunque eso le da un poco igual ahora mismo. Sin embargo, sigue teniendo algo de orgullo, y jamás se convertiría en un vulgar asesino. No alza su mano si no es en el fragor del combate, no derrama sangre si no lo considera necesario. Lo malo para todos es que actualmente lo considera. Y mucho.
Hrothgar es la clase de líder que entra el primero a la lucha y la abandona el último, que cargaría a un camarada herido en sus hombros o que mostraría interés por sus aficiones. Aunque ya no se considera como un hombre honorable, sigue haciendo gala del comportamiento que se esperaría de un auténtico hijo de Elbaf. No muestra piedad ni tampoco la pide, pues sería un insulto para su adversario, y siempre combate con todas sus fuerzas. Es la clase de hombre que llega siempre hasta el final sin importar cuántos obstáculos se interpongan en su camino, y eso es lo que lo hace tan peligroso.
Trasfondo: Hrothgar lleva mucho tiempo consumido por la ira, aguardando la oportunidad de poner Elbaf patas arriba. Aunque en su momento fuese un guerrero aclamado y respetado entre los suyos, cometió el sacrilegio de renunciar a la guerra por amor, lo cual le llevó a perderlo todo. Ahora solo le queda el odio para sustituir ambas cosas. Oculto y aguardando el momento adecuado, Hrothgar se fortalece y reúne una hueste de berserkers formada por parias y criminales, por gigantes sin nada que perder. Todo por el deseo de una última y gloriosa matanza que acabe con sus desdichadas vidas con el poco honor que pueda quedarles.
Historia: Hace ciento doce años, Hrothgar Sin Huesos era el guerrero más temido de toda Elbaf. Nacido para la batalla, ganó gloria y riquezas para su patria durante casi setenta años. Había sido criado por granjeros, pero su orgullo guerrero le llevó a coger las armas cuando su rey lo necesitó. Protegió Elbaf de peligrosos enemigos y encabezó varias expediciones a lo largo de todo el mundo. Era respetado por todos. Por todos excepto por una persona.
Su nombre era Niebmeln. No había mujer más hermosa en la tierra de los gigantes, ni hombre más enamorado de ella que el propio Hrothgar. Pero ella odiaba Elbaf tal y como era. Niebmeln valoraba más la vida que el honor, y semejante herejía la convertía en una paria. Pero no para Hrothgar. El poderoso guerrero intentó odiarla, y cuando no funcionó, trató de entenderla.
Cuando su amor por fin fue correspondido y él le propuso matrimonio, ella le pidió una promesa: que dejaría de matar, que se acabaría la batalla constante. Hrothgar estaba perdido y lo sabía. Si ella lo pedía, aceptaría. Y aceptó. Prometió que no derramaría más sangre mientras ella siguiera amándole.
Años después estalló la siguiente guerra, esta vez contra un clan rival. El rey Elgar exigió la presencia de Hrothgar, pero el guerrero, aunque se presentó en el campo de batalla, se negó a combatir, lo que costó la vida a decenas de los suyos. Aceptó el castigo a los cobardes con honor, sin exponer nunca sus razones para no luchar. Le rompieron todos los huesos del cuerpo, lo que le costó su apodo y una larga y dolorosa recuperación. En la siguiente batalla volvió a ocurrir lo mismo y Hrothgar aceptó de nuevo su castigo. Pero el rey no estaba dispuesto a que siguieran desafiándole así. El castigo se llevó a cabo en público y se dejó allí a un moribundo Hrothgar para que muriese, bajo amenaza de que cualquiera que lo ayudase compartiría su suerte.
Eso no disuadió a Niebmeln. Ayudó a su marido, pero ambos fueron capturados. Cuando Elgar iba a sentenciar a Niebmeln a muerte, Hrothgar hizo algo que ningún gigante había hecho jamás: suplicó. Y el honor de Elgar le obligó a ser clemente. Dio a Hrothgar una oportunidad de recuperar su honor y proteger a su amada. Niebmeln viviría en paz siempre y cuando él asumiera su castigo. De nuevo, aceptó algo que lo cambiaría todo para siempre. Hrothgar fue encerrado en un sótano, encadenado en la oscuridad, y durante cien años sus huesos fueron quebrados una y otra y otra vez. Su leyenda se extendió entre lo más bajo del pueblo gigante. Los criminales, los deshonrados, los odiados por todos comenzaron a hablar de él con temor y reverencia mientras su héroe agonizaba bajo las mazmorras del palacio, aguantando, siempre aguantando. Incluso cuando le dijeron que Niebmeln se había vuelto a casar, incluso cuando le hablaron de sus hijos con otro, él lo soportó.
Hasta el día en que dejó de sentirla. Su voz se alejó, quedó fuera de su alcance y entonces Hrothgar se liberó. Después de años de duro castigo, Hrothgar causó estragos. Con los huesos rotos, destrozó todo a su paso, masacró a cuanto guerrero se le interpuso y se alzó sobre las ruinas del palacio con la cabeza del hijo de Elgar entre sus manos. Fue después cuando se enteró. Niebmeln había tomado el liderazgo de todos aquellos que apoyaban a Hrothgar y los había conducido en un fallido intento de rescate. Elgar barrió con ellos y vendió a los supervivientes como esclavos para el Gobierno Mundial. Cuando Hrothgar lo supo, huyó de Elbaf y se entregó al mismo noble que había comprado a su esposa como forma de redimirse por haber roto la promesa de no matar. Pasó una década como esclavo. En ese tiempo ambos esposos pulieron hasta el extremo su odio, su rencor, hasta que Niebmeln, olvidados ya sus principios, se quitó la vida para que su esposo pudiera por fin ser libre de su promesa.
Fue entonces cuando Hrothgar Sin Huesos volvió a Elbaf y comenzó a reunir a todos aquellos deshonrados, a todos aquellos desterrados y marginados, los locos y los criminales. Toda la escoria gigante se agrupó en torno a la bandera del que antaño fuera un gran héroe y que ahora solo espera, paciente, su oportunidad de hacer todo el daño posible.
Habilidades: En un mundo donde la guerra y el pelo largo son lo más común, el talento innato de Hrothgar para poder recogerse el cabello en un segundo es de lo más útil. La verdad es que tiene un don para el estilismo que rara vez ha demostrado, porque dice que no es muy varonil. Pero mantener la trenza de combate en perfecto estado o poder pintar adecuadamente unos glifos de guerra es vital para un guerrero.
También es un maestro tatuador. Los guerreros acudían a él para que les tatuara algún logro o hazaña y así tener siempre la historia grabada en la piel. Ha dejado de hacerlo y ahora se dedica a grabar símbolos de guerra a sus berserkers, pero se le sigue dando de miedo. Hasta pone pircings si se le pide bien, pero nunca en sitios raros.
Fortalezas: ¿Qué mejor fortaleza que un esqueleto indestructible? Los huesos de Hrothgar han sido machacados y rotos tantas veces que se han vuelto casi irrompibles. Y no es que el resto de su cuerpo sea débil. Ha desarrollado tal tolerancia al dolor que es difícil sacarle siquiera una mueca de incomodidad. Las muecas de ira suelen ser más fáciles de ver.
Torpezas: A pesar de lo fiero que es, tiene los dientes bastante sensibles. Siempre ha odiado las bebidas o comidas muy frías; le dan dolor de cabeza. Además, siempre ha tenido un curioso problema, y es que no sabe cuánto debe apretar las cosas. Todo lo que sujeta lo acaba rompiendo por agarrarlo demasiado fuerte. Por eso dejó de beber en vasos y empezó a amorrar del río.
Debilidades: Sin duda, su mayor debilidad es que le da miedo el agua. Por supuesto, el miedo es algo relativo en un gigante. Quiere decir que evitará meterse ahí siempre que pueda, que no será tan eficiente y que a lo mejor no es tan preciso a la hora de arrancarle la cabeza a su enemigo, pero si la batalla lo requiere se lanzará de cabeza. Nunca ha entendido el motivo de esta fobia, y hace todo lo posible por mantenerla oculta de absolutamente todo el mundo. El problema de esto es que no sabe nadar más allá de una pobre y enorme imitación del estilo perro.
Tampoco es que se le dé muy bien el tema de la planificación. Es decir, más allá de esconderse, agruparse y atacar a lo loco, su estrategia de batalla es más bien inexistente.
Inventario: Su escudo y su kit de tatuaje (aguja, tinta y un palo para morder).
Pertenencias: -
Gareth Silverwing
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