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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Vie 21 Ago 2020 - 19:55}

Contratante: Micaiah Slavent.

Descripción de la misión: al parecer todo quedó en un mal susto. El responsable de los seísmos que sacudían Diamuird no era otro que un Emperador Marino cautivo en una profunda gruta en las costas de la isla. Habiendo zanjado ese asunto, los temblores se han detenido y las nuevas construcciones comienzan a florecer.

Pero las desgracias nunca vienen solas. Por un motivo aún desconocido, las cosechas de los lugareños y cualquier rastro de vida que necesite la tierra para germinar mueren. Los Slavent, cuya imagen ante el pueblo ya está bastante socavada, no dan con una solución y han pedido ayuda a todos sus asesores, así como agentes externos, para que identifiquen el problema y proporcionen una solución aceptable.

Objetivo: encontrar el motivo de que la tierra se haya vuelto yerma y solventar el problema.

Recompensa: cargo como mano derecha del patriarca del líder de los Slavent, con la importancia local que ello conlleva (el segundo al mando en la zona, vamos) y un tesoro familiar de los Slavent, de categoría Mítica.
Kaito Takumi
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Dom 30 Ago 2020 - 13:52}

Por si no fuera poco el estar con una fiebre de tres pares de narices, Kaito tenía que soportar a los estúpidos asesores de mente de medievo que tenían los Slavent. Que si generación espontánea, que si una enfermedad que se estaba extendiendo a los cultivos y la gente, que si una maldición por la impureza de tener a un monstruo marino en el comité...

Levantandose pesadamente sujetándose la bolsa de hielo con la punta de su curvo bichero, Kaito se levantó de la silla en la que estaba esparramado y se dirigió hacia la puerta. Recibió más quejas y tonterías varias de su falta de respeto y insultos ocultos entre la prosodia y los dobles sentidos de los mercaderes que, para él, no eran más que unos estúpidos. ¡Ay, si tan solo pudiera pronunciarse en público! Maldito sea su malestar interno y su incapacidad para hablar ante el juicioso jurado.

Uno de los jóvenes Slavent le abordó de camino a su tractor, allá donde la fiel Laberne, la mink vaca de amplio conocimiento mecánico, le esperaba refugiándose de las curiosas miradas ajenas.

—Señor Takumi, ¡no puede marcharse así! Usted es uno de los asesores —exigió el joven con preocupación.

—Me duele la cabeza. Además, estoy enfermo y lo único que hago aquí es perder mi puto tiempo —le espetó el pulpo, sin rastro alguno de paciencia o modales—. Ya sé qué pasa y tardaré un poco en arreglarlo, una semana o semana y media. Dos si la fiebre me va a más... O infinito si me acabo muriendo...

—¿Ya sabe qué es? ¡¿Y por qué no lo ha dicho?!

El enfermo apretó los dientes, cada pequeño ruido era una campanada directa a su pesado y tórrido cráneo, y aquel muchacho no hablaba precisamente bajo.

—Shh... la cabeza. Solo... déjame irme.

—Pero díganos al menos qué es. Para que pueda ir a comunicárselo a mi padre.

—Si claro, para que me pisen la idea otros y se aprovechen para quitarme el premio. Anda y vete a tomar por culo ya hombre.

Impactado por el vocabulario, el rico joven simplemente vio marchar a aquella maltrecha criatura que costosamente se dejó caer en el remolque que en otro momento había servido para transportar verduras.

—Vámonos...—mandó el hijo del mar.

—¿Estás bien? Ya te dije que era mejor no venir...—comentó tanto en queja como con preocupación.

—Va-mo-nos...
William White
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Miér 2 Sep 2020 - 0:11}

—¿Cómo qué “c'est fini”? ¿Sin más y ya está? — increpé indignado e incrédulo a partes iguales —¿Y a qué se debe? — pregunté incrédulo ante la noticia que acaba de darme el oficial = O’Connell.

-¿¡Qué a que se debe!? ¡Hay que joderse!— replicó iracundo el moreno —No sé, tal vez si un par de personas no hubieran asesinado a una agente gubernamental por su simple ego, tal vez, la vez la quilla no se hubiera ido al traste— increpó el oficial haciendo referencia al combate que había tenido junto con Yuu —El viaje ya era un agujero en el presupuesto lo suficientemente grande como para encima, esto…—masculló llevándose las manos a la cabeza.

Los dos nos encontrábamos discutiendo en la cabina del capitán, en una acalorada discusión sobre las culpas y quien asumiría los costes de la nueva embarcación. Sin lugar a duda, se trataba de un infortunio fatal, ya que tan solo quedaban unos días para la reunión de la asociación, diez de los once miembros habían sido citados en el pecio de Baristan con el objetivo de discutir sobre el próximo objetivo que tenía la banda, había empleado varios meses de trabajo y preparación.

—Cancelar no es una opción— mascullé a mis compañeros —Cómo si hay que tomar un barco por la fuerza y zarpar hacia el pecio de Baristan— proseguí haciendo más énfasis en mi decisión —Aunque claro, es posible que él pueda ayudarnos— mascullé.
Kaito Takumi
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Miér 2 Sep 2020 - 12:13}

Largo era el viaje hacia casa, demasiado largo como para volver con el estómago vacío. Así que Kaito hizo lo que tantas otras veces para saciar las necesidades propias y ajenas. Lo único que lamentaba era no tener un poco de miel que le endulzase el espíritu, aunque al menos no había tenido que pararse a hacer un fuego en mitad de la húmeda Diamuird para beber leche caliente.

El tiempo pasaba para el pulpo a veces muy rápido y otras veces muy lento. Incapaz de dar una cabezada sin estar encerrado, se veía obligado a vivir aquella febril experiencia al completo. ¿Cuándo llegarían? ¿Faltaba mucho? Desde luego le dolía la cabeza como para pensar en otra cosa que no fuese la prontitud de un bien merecido descanso. Aunque sus cultivos morían como lo estaban haciendo casi todos, acababa de recoger muchas de sus prósperas cosechas, y aquella extraña enfermedad que asolaba la tierra simplemente le estaba evitando tener que segar por fuerza propia. Ah, la podredumbre, esa dama tórrida e incomprendida.

—¿A quién debería darle la Popu-popu...? —balbuceó.
—¿Me... me preguntas a mí?

Ya casi se había olvidado de quién le había traido y dado sustento.
—Claro, por qué no. Eres una mujer inteligente, seguro que puedes darme buenas ideas.

No supo si era por estar enfermo, pero la espera a que volviese a contestarle le pareció horriblemente larga. ¿Había dicho algo malo? No, no lo creía así; y tampoco tenía muchas ganas de añadir más peso a su dolorida cabeza.

—Bueno... quizás podrías...
Kaito Takumi
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Sáb 5 Sep 2020 - 12:00}

Aquella era una pésima idea. Bueno, en realidad no era ni la mitad de mala mala que Kaito la consideraba; pero como hijo del mar no tomaba que alguien perdiera la capacidad de nadar tan a la ligera. Recostándose en una esquina odiando con toda su alma el traqueteo del vehículo sobre las carreteras de piedra y barro, el ningyo se quedó tan en silencio que parecíó haberse dormido.

Por supuesto, el pulpo no podía dormir allí, si no en grutas cerradas y oscuras, y, simplemente, estaba meditando mientras sufría estoicamente la tortura de su enfermedad. Era en aquellos momentos cuando se hacía patente lo bueno que era estar sano.

Pensando qué cosas tenía que hacer a su vuelta para acabar con aquella plaga que asolaba la tierra, se dijo que el principio se lo encasquetaría a sus becarios, mientras él dormía y descansaba, y una vez comenzase a verse los resultados iniciales, tomaría de nuevo el liderazgo para terminar de una vez por todas con lo obvio que a muchos se le escapaba.
William White
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Sáb 5 Sep 2020 - 13:47}

Las horas fueron pasando y casi todos los presentes a salvedad del silencioso y estoico Chalmers, todos estaban en contra de tomar un barco por la fuerza. O’Connell era el que más se oponía a esta idea, ya que, si bien aceptaba estar en un grupo de ladrones, se escudaba en una falta de meditación en el movimiento.

—Evidentemente que podemos robar un barco, ¿Por quién nos tomas?— soltó al borde de la colera —Pero no deja de ser un movimiento poco prudente, para empezar, no nos sirve cualquier embarcación al uso, debe ser una ligera y de un mínimo de dos velas si queremos llegar a tiempo, y a lo sumo solo debe haber una o dos embarcaciones que cumplan esos requisitos aquí— prosiguió mientras retomaba la taza de café que había preparado Chalmers —La primera es la perteneciente Cabrera, cabeza de una de las cinco del mar del oeste y la otra pertenece a los Slavent. Robes a quién robes, sabes perfectamente que irán tras de ti y se interpondrán en tus planes nada más llegar a Baristan. Ya no solo estarías dilatando el contratiempo, sino que lo estarías complicando— finalizó el oficial mientras se sentaba en el sillón del capitán de la embarcación que durante tantos años había comandado.

Por mucho que no me gustará reconocerlo, tenía razón, por lo que solo quedaba como alternativa el preguntar a Kaito, o como le conocía el resto de la organización, Señor Black. Sabía de muy buena mano que Black tenía una embarcación, aunque aquello era potencialmente más un zoológico que otra cosa, por lo que si además debíamos cargar con las pertenencias de la embarcación de la compañía del norte se nos hacía inviable el llegar a la isla en los plazos que nos habíamos establecido.

—Está bien— admití finalmente —Llamar al señor Black a través del Ubuntu y preguntarle si sabe si los Slavent estarían dispuestos vender su barco a un aventurero con el nombre de Jean Von Giorno, y si no es así, que instigué a la familia hasta convencerla, después de todos es un asesor de confianza— ordené mientras abría el armario y cambia mis ropajes por unos más elegantes y finos, algo anticuados y al estilo victoriano —Yo entretanto me pasaré por el puerto a ver si escucho algún rumor, y de paso mirare como de seguro es el puerto familiar— proseguí mientras terminaba de cambiarme las prendas.

Cerré el armario y un leve espasmo sacudió mi cuerpo, una sensación dolorosa sacudió mi cuerpo, huesos colocándose, músculos comprimiéndose y transformándose, todo un sistema moviéndose y confabulando para cambiar mi aspecto. Cuando volví a mirar al espejo volvía ser una persona nueva, el cazador Von Giorno, un hombre que había osado tratar de cazarme en el pasado y había fracasado vilmente.

—Procurar no salir del barco, preferiría evitar que los Slavent sospecharan que continuó por aquí. Dudo que ni tan si quiera sepan en el barco en el que llegue a la isla— mascullé mientras me soltaba el pelo y me lo peinaba la raya emulando el peinado de mi nueva identidad — Independientemente de lo que os diga, decirle a Black que me llame al den— concluí mientras terminaba de ajustarme la chaqueta y salía del camarote.

Esta vez no tenía tiempo que perder.
Kaito Takumi
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Lun 7 Sep 2020 - 17:04}

"Al fin el casa", ese pensamiento fue dicho con alivio por cada desgastada fibra de su maltrecho cuerpo mientras con esfuerzo se arrastraba rumbo a la que llamaba su cama. Mil bestias preocupadas de por medio salieron a su encuentro, asomándose con cuidado sin osar ponerse en el camino de su amo no por miedo, sino por puro y duro respuesto. Bueno, todas las inteligentes al menos.

—Venga, Vicentín... quita...—suspiró Kaito, azuzándolo con el bichero que le servía de apoyo—. ¿No ves que estás en medio?

Aquella bola de moco se le quedó mirando con sus negros y diminutos ojillos. ¿Qué quería su amo? ¿Era ya la hora de comer? ¡Ah, claro!

Saltándole como una pesada y densa mole, Vicentín tiró a Kaito al suelo sacándole del pecho el último recodo de aliento que le quedaba. Todos sus animales empezaron a formar un escándalo, como los siervos de una corte que acababa de presenciar al estúpido bufón abofetear al propio rey. Por un breve instante, más producto del dolor y el cansancio, Kaito colocó la mano sobre la amplia frente de la criatura con la intención de destruirla. Mas ahí, envuelto en el olor ácido de los efluvios que manaban de la pequeña boquita de la criatura, pudo oler la pura emoción de la misma.

—Ais... ¿cómo me voy a enfadar contigo?

Aunque torpe en sus actos y métodos, querer alegrar al que consideraba su padre con sus dañinos mimitos no era algo que fuera a reprocharle el pelirrojo. Sintiendo su piel escocer y sus huesos aplastándose contra el suelo, Kaito hizo lo único que podía hacer en esa situación para librarse de aquel enorme mondongo.

—¿Quién quiere un azucarillo?

Por que el bicho, por tonto, pero tonto que fuese, sabía latín. Apartándose rápidamete se dirigió hacia la alta estantería donde debía ser guardada aquella maravillosa sustancia, y extendiendo unos pequeños pedipalpos suplicó por la que era el más maravilloso de los alimentos.

—Ya voy... ya voy...—gruñó Kaito, apoyándose en el resto de criaturas que fueron a servirle de apoyo físico y moral—. Vamos a ver...

Pero claro, no era justo que sólo Vicentín tomara azucarillos, y pronto muchos reclamaron su justa parte del botín a cambio de repetir los trucos que sabían gracias al esfuerzo de la paciencia. Y en medio de aquella inmensa tontería llegó Beep. La mink no parecía en absoluto de buen humor.

—¡¿Pero se puede saber qué estás haciendo?!

Kaito apretó los dientes por el ruido. Aquella mujer podía ser tan sigilosa como gritona, y sus berridos en su estado actual resultaban fatales. La mayoría de engendros del pulpo se giraron hacia la nueva amenaza, matándola con la mirada a la espera de la orden.

—Ya, ya... debería estar durmiendo y descansando. Me han liado estos... Ya voy...—rumió, iniciando su lento reptar hacia el cuarto.

—¡¿Qué?! —Kaito se encogió de dolor y se tapó las orejas—.¡¿Pero cómo puedes ser tan idiota?! ¡Digo lo que has hecho con Laberne!

Y las risotadas de su hermano gemelo resonaron por el umbral de la puerta, aún más ruidosas que la propia indignación de la señorita.

—¿Qué? ¿Qué puñetas he hecho?
—¡Buah, no lo sabe! —chilló Enebish desde la puerta, dando con su puño contra el marco.

Saliendo como una tormenta de insultos y balidos, Beep se llevó arrastrando al clon del pelirrojo de la oreja. Confuso, cansado y sin ganas de más dramas en su vida en aquel momento, Kaito volvió a intentar a retirarse a descansar. Más cuando estaba cogiendo la postura y el sueño, un horrible timbre, uno no producido por las hermosas cuerdas vocales de sus muchos caracoles, resonó contra su cráneo.

—¡Me cago en la mar! ¿¡Quién puñetas es?!
William White
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 10 Sep 2020 - 13:26}

salio doble post...


Última edición por William White el Jue 10 Sep 2020 - 20:36, editado 1 vez
William White
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 10 Sep 2020 - 16:37}

Nada más salir a cubierta vi al grupo de marineros de O’Conelll cargando de un lado para otro con las pertenencias de bodega, al parecer los hombres ya contaban con instrucciones exactas del que era su jefe. Ciertamente sentía gran admiración por la estoicidad con la que el moreno dirigía a sus hombres, un grupo producto de las pericias, los años y la confianza habían dado nacimiento a un grupo admirable y exacto como el mecanismo de un reloj.

A pesar de ello había un gran vocerío en cubierta, algo impropio entre lo que estaba acostumbrado a lo largo de las últimas semanas. Al parecer los rumores de que el barco no podría volver a zarpar había logrado filtrarse, y si bien eso no nos dejaba en buena posición a “los diez”, si dejaba patentes las habilidades del grupo mercenario. Afilando el odio me percate que no se trataba solo del temor a lo que significaba la orden de O’Connell sino algo externo a nuestro barco.

-Es el séptimo que llega en una hora- dijo uno de los marineros, de complexión baja pero robusta, barba ligeramente cuidada y pelo largo recogido en una coleta -digáis lo que digáis, aquí pasa algo raro- masculló el hombre mientras achinaba más los ojos, como buscando algún tipo de respuesta escudriñando el horizonte -También lleva bandera del oeste ¿Reconoces la heráldica, Rivers? – preguntó mirando a su compañero.

-Me temo que no, no me suena de nada- masculló -Aunque si los anteriores eran los hombres de Kung, estos posiblemente también sean un grupo mercenario- anotó el hombre mientras afilaba la vista para percatarme del barco que acaba de llegar a puerto.

-Son la triada de Otaka, un grupo de “aventureros” del oeste- anoté mientras me dirigía a los dos hombres -Procurar no dormir al lado de uno de ellos si no queréis tener un corte en el gaznate cuando despertéis- concluí replicando lo que había oído y visto de aquellos hombres en Baristán.

Los hombres enmudecieron al escuchar mi declaración, tal vez una mezcla entre incomodidad por haberme inmiscuido en la conversación, tal vez temor por la frialdad de mis declaraciones o tal vez fuera una prudencia de tratar con el desconocido que parecía comandar a su jefe. Fuera lo que fuera, los hombres asintieron, dejando la charla para otro momento, reanudando sus tareas de forma metódica.

Sin terminar de abandonar la embarcación, me asomé a observar todo el lugar, efectivamente parecía haber una gran cantidad de recién llegados muy conocidos, casi toda competencia directa con las que convivíamos con cierta hostilidad no consumada. Además de los Otaka y los Kung, estaban los “marevianos” de Dao, los cosacos de Briska y otros grupos que si bien no reconocía intuía afiliados a los Slavent, al igual que los otros cinco. Me resultaba chocante que la familia hubiera convocado de forma tan sorpresiva a los siete y que estos hubieran acudido como una especie de fiebre del oro sacudiera las humildes y medievales costas de Diamuird.

Sin mucha más dilación me aventuré a bajar del barco, esta vez si con el claro propósito  de enterarme de un rumor en concreto, ¿Qué hacían las “Siete indeseables” reunidos?
Kaito Takumi
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 10 Sep 2020 - 21:24}

Qué harto de chorradas estaba el pobre Kaito, malito y sin ganas de siquiera ponerse a trabajar en los proyectos que le habían causado tantos o más dolores de cabeza que el que llevaba encima. Con el ceño fruncido fue preparando una bolsa de hielo llevando el Ubuntu de aquí para allá mientras los papanatas de William le iban explicando.

—Pero vamos a ver, ¿qué coño queréis que haga? ¿Les obligo a que os venda el barco? No es mi culpa si os habéis cargado el vuestro; ¿y te crees que no se van a oler que ese "cazador" no está asociado con vosotros? Los Slavent deberían estar comiéndome los...—Oh, de esos no tenía—, pero como ahora me han relaccionado con vosotros pues solo soy uno de tantos asesores que tienen al cargo. Y por si fuera poco el puto bicho pudriéndose está infectando el nivel subfreático y fermentando, cargándose todas las putas plantas. ¡Que soy granjero, cojones! ¡¿Tú sabes lo mal que me va a venir esta temporada?! Solo me está sobreviviendo el macetohuerto, y los animales, y las plantaciones que tengo en el agua. Y, bueno, todo a lo que le estoy poniendo su aporte de agua aireada para que las raíces no se me mueran.

En aquel momento entró Tortellini, el tontatta rollizo de comer siempre pizza. En otros casos hubiera tirado de los pantalones de con quien tenía que hablar para que le hiciera caso, pero en aquel momento se dio cuenta de que Kaito siempre iba desnudo, y eso le provocó una gran vergüenza.

—¡¿Cómo que no he perdido nada entonces?! ¡Las petunias! ¡Mis petunias! ¿Y por qué siempre me estáis pidiendo cosas? ¿Os he pedido yo algo de vuelta todavía? No. Puñetas. Y encima estoy malo. Cago en la mar ya de to...

Finalmente, y con la cara tapada, el enano le dio con su fiel pala de madera para llamar su atención.

—Un segundo, polilla—dijo, alejando el cacharro de su oreja—. ¿Qué quieres, Tortellini? —dijo Kaito recolocándose la enorme bolsa de hielo sobre la testa.

—Unos tipos han venido. Dicen que quieren comprar los carros, o alquilarlos. La cosa es que se están peleando por ellos, ahí con cuchillos y todo.

—¿Qué coño? ¿Es que no voy a poder dormir un ratejo? —lloriqueó el pobre enfermo—. Chachos, os llamo luego.

—¡No me cuelgues!

Obviamente colgó.
William White
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Dom 13 Sep 2020 - 20:03}

No tarde ni cinco segundos en casi chocar con alguien desde que descendí las escaleras del barco, efectivamente en el puerto había al menos un centenar de personas realizando diversas tareas. A la entrada de cada uno de los navíos siempre había siempre al menos un grupo de cinco personas, por un lado, estaban los cosacos de Briska los cuales estaban de brazos cruzados mientras mascaban algún tipo de tabaco negro mientras miraban de forma amenazadora a todo aquel que se atrevían a acercarse más de lo que estimaban necesario. No muy lejos de estos se encontraban los hombres de Otaka, los afamados “navajas” que se encontraban haciendo guardia mientras jugaban una partida de cartas en una posición aparentemente relajada para cualquier ojo poco perspicaz. En el muelle adyacente estaban la escolta de Dao brazos largos junto con los mercenarios de Kung, los cuales parecían ignorarse mutuamente tras el pequeño conflicto tan sonoro que habían tenido hacia escasas semanas en las aguas cercanas a Baristan.

-¿Has visto que también están los hombres de Geminis?- comentó uno de los marineros que bajaba de los buques de Briska, un hombre de rasgos brutos y unicejo frondoso.

-Llegaron esta mañana en el dique veintiuno, supongo que les habrá llamado para lo mismo que nosotros- respondió el segundo el cual tenía un bigote y perilla triangular – Por cierto, ¿Qué opinas sobre lo de la maldición? ¿No estarán perdiendo un poco el norte los Slavent? - preguntó de vuelta marinero a su compañero.

-Ni idea, oí que hace poco tenían temblores y ahora la tierra se les pudre ¿Aunque no sé qué demonios quieren hacer con nosotros? Ni que fuéramos agricultores- masculló el tipo antes de escupir a un lado.

Esquivando al par del bidón de aceite, proseguí por la calle durante un rato más, aunque sin mucho éxito, ya que los marineros de los grupos parecían estar igual de desconcertados que el resto del pueblo. Al menos sabía que el origen del problema estaba relacionado con una maldición y una tierra, y por suerte para él conocía a dos personas que podían conocer de aquello, aunque aquellos pensamientos fueron interrumpidos por una llamada a den den.

-¡Te juro por dios que la próxima vez que lo vea le pegó un tiro en la frente!- fue el primer gritó que escucho de Collins y a por su tono de voz, asumía que ya había hablado con Kaito.

-¿Y bien?- pregunté de vuelta.

-Es como pegarse de cabezazos con una pared- replicó este -Dijo que te llamará luego ¿Y tú…?- preguntó relajando el tono.

-Poca cosa, al parecer algo esta pasando con el terreno- mascullé mientras observaba alrededor, aunque con toda esta gente va a ser muy complicado robar el barco.

-Creo que Black sabe algo, pero no me ha dicho nada- respondió con un tono más calmado.

-Ya hablare luego con él, por ahora voy a ver si veo a una vieja conocida, tal vez pueda echarnos una mano. Te llamaré luego- finalicé colgando el terminal.

Si realmente había una maldición sobre a la tierra y alguien sabía su origen esa era la bruja de Canidia, una adivina para la cual había echo un par de encargos en el pasado, aunque quera una mujer difícil muy enfocada en sus magias y palabrería y con la que uno debía tener mucho cuidado si no quería verse inmerso en sus redes.


Última edición por William White el Miér 16 Sep 2020 - 21:51, editado 1 vez
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Lun 14 Sep 2020 - 20:37}

Para cuando Kaito arrastró su maltrecho cuerpo fuera del caserío de la granja, la pelea entre los tres líderes criminales ya llevaba fermentando un rato. Por allí tomateras pisadas, por allá macetas rotas, un par de vallas destrozadas y un montón de risas y alborotos de los impacientes subalternos que habían dejado aquella contienda a sus altos y dignos representantes.

Por si no fueran poco los dolores de cabeza que ya tenía, a Kaito le daban cada vez más. Entre el ruido, la angustia de ver profanados los pocos cultivos que le quedaban y la perspectiva de tener allí gente con mucho más poder que él pero sin duda mucho más débil... ¡Santo mar!

Contenta con sus cabriolas y saltos entre las destrozadas estructuras, la asesina sonrió con divertimento ante el triste y cansado bruto que no podía seguirle el ritmo. Por supuesto al espadachín, si es que a un mamotreto con una espada tres veces más grande y pesada que él, se le pudiera llamar así, no compartía su sonrisa.

—¡Vuelve aquí, cobarde! ¡Mancha de ladrones y asesinos! ¡El pillaje es el verdadero arte del criminal! —rugió, pronto coreado por sus subalternos de turbante y pantalones anchos.

—Brutos, simples y tontos brutos... Por cierto, el asesinato es un arte... Los engaños y la distracción son mi fuerte. ¿Pero qué es eso? —dijo, señalando hacia un lado sin, obviamente, que su enemigo se dejase burlar.

—¡Já!—Pero la risa fue cortada por una soberana patada.

El tercer líder, que al parecer acaba de salir de una de las montañas de escombros bajo la que había salido, reclamaba su digna atención como miembro del combate. ¡Ah, cómo vitorearon los muchachos de kimono y largas coletas el regreso de su líder!

—Si nos los cargamos aquí podemos repartirnos su territorio... y quizás pueda ofrecerte algo más de tu agrado —sugirió la mujer, cruzándose de piernas sobre la murallita de piedra.

—Siento desilusionarte, mujer, pero todos los miembros de mi banda practicamos el celibato —dijo, retomando su postura de combate para hacer frente a sus dos enemigos.

No muy lejos, un pulpo yacía en el suelo acariciando la tierra de las macetas destrozadas.

—Mis repollos...

Sintió la vida salir de los brotes que ya habían sufrido demasiado con el primer transplante como para aguantar un segundo. ¿Os habéis preguntado qué puede sentir algo que siquiera tiene un cerebro, si no solo alma? Si los animales simplemente no tenían control sobre sus emociones en la mayor parte de los casos, siendo estas simples y puras, las plantas llevaban aquello al extremo. Y aunque eran unas quejicas la mayor parte del tiempo, -Bueno, menos los dientes de león, que esos hijos de puta aguantan lo que sea- cuando realmente sentían que iban a morir... eso podía definir simplemente el concepto de la verdadera desesperación.

El ningyo se levantó dejando la muerte fluir por sus dedos. Con tanta gente no podía ni quejarse, y cada vez más la migraña apuntalaba su ánimo ya de por sí rancio y áspero. Pocas veces las emociones se quedaban en él, agitándose, emponzoándole, en lugar de dejarlas fluir y aceptarlas como una consecuencia de su entorno. No... esta vez no le quedaba ninguna paciencia en su organismo.



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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 17 Sep 2020 - 20:13}

Según me iba alejando del puerto, la actividad frenética de marineros se fue reduciendo, pasando de las grandes avenidas con carretas y carruajes a pequeños callejones más modestos repletos de andamios y escaleras con no pocos pueblerinos ultimando las reparaciones necesarias tras los terremotos.

La persona a la que buscaba regentaba un pequeño local a una distancia no mayor de dos calles, el local no tendría más de tres o cuatro palmos al estar encajado en una vieja casa nobiliaria de estilo indiana, una de esas que con los pasos de los años se había convertido en una pequeña comunidad de vecinos. Su fachada se componía de un portón de madera y un escaparate tintado de un color purpura opaco que solo permitía vislumbrar algunos de los productos pegados al cristal. Al lado de la entrada, había una pequeña pizarra con un listado precios y servicios que se ofertaban que iban desde una simple lectura de manos hasta rituales en los que elaborar elixires de amor.

Sin mucha más dilación, atravesé el portón y las cortinillas que ocultaban la entrada de la tienda, varios eran los humos, productos de los diferentes incensarios, que inundaban la sala en una mezcla de olores que ni tan si quiera en mi fumadero era capaz de percibir, a mi izquierda se encontraba un pequeño mostrador de no más de un metro cuadrado con una encimera de una caoba terriblemente fina con detalles y bornes trabajados a base de marfil donde destacaba un pequeño timbre de hojalata. Tras el pequeño mostrador había un pequeño estante repletos de gran variedad de artilugios, desde inofensivos adornos y bisutería pobre hasta inmensos cráneos y extraños utensilios rituales, a la derecha había un pasillo que se alargaba una serie de metros hasta una extraña puerta desde la que se veía la intermitente luz de un candil, a su lado una inmensidad de estantes, armarios atiborrados de diferentes utensilios.

Tras dar un repaso a la estancia y ver que todo se conservaba más o menos como lo recordaba, pulse el timbre, trascurrido unos segundos la puerta del armario se abrió de par en par dejándome volver a ver la figura de la hechicera. La morena de pelos albinos y ojos dorados traspaso el marco de la puerta contentando cada una de sus sugerentes curvas. Respecto a su indumentaria, la mujer tenía una falta corta de un color oscuro de un aspecto muy similar al cuero junto a un top terriblemente ajustado de un color anaranjado muy vivo, por encima llevaba una capa corta con capucha de un color granate a conjunto, por último, iba enfundada en unas medias de encaje de color oscuro y unas botas largas de piel.

-Había predicho que un joven entraría por la zona, aunque no me imaginaba que sería tan apuesto…- arrancó la hechicera mientras se acercaba al recibidor de su consultorio -Aunque tienes algo, esa aura, esa mirada, me resultan familiares ¿Puedo preguntar tu nombre? - preguntó la pitonisa mientras me escrudiñaba con la mirada, tal vez buscando algo que le indicará de quien se trataba el cliente.

-No nos conocemos, aún. Aunque eso tiene fácil solución, mi nombre es Jean, Jean Von Giorno, un placer- mascullé mientras sonreía, me aproximaba y besaba la mano de la mujer tratando de emular el papel de Jean lo mejor que sabía.

-Y dime Jean, ¿Qué mal te aflige? ¿Mal de amores tal vez? ¿Tal vez sientes curiosidad por el futuro? ¿O simplemente deseas buena fortuna? - preguntó de forma prudente.

-No te alejas demasiado, estoy en un búsqueda, pero creo que requeriré un servicio más… personalizado- arranqué a hablar mientras sacando del interior de la camisa un pequeño sobre blanco del interior de mi camisa.
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Vie 18 Sep 2020 - 21:35}

Aullidos de ánimo, gritos de dolor compartido, el crujido de macetas y madera rota; muy deprisa todo se había vuelto una cacofonía insoportable. Su propia respiración se le agolpaba en el pecho, y conjunto a la fiebre un dolor le vino sobreviniendo en los lados de la cabeza con tanta intensidad que Kaito se vio obligado a dejarse caer al suelo.

—¡Señor Black! ¡Señor Black! —gritó el pequeño tontatta, sujetándole la cabeza pálida del disgusto y caliente de fiebre.

El resto de sus trabajadores no estaban allí. Los golems de musgo seguían trabajando en el campo, Beep y Enebish se habían marchado para regocijarse en cuan estúpido podía ser Kaito, y Laberne intentaba recomponerse de lo que sabía no debía afectarla más. ¿Quién le quedaba? No tenía ni un mísero amigo para ayudarle, y aunque las intenciones del enano fueran buenas, todo su impecable esfuerzo no serviría para nada.

Muchos de aquellos indeseables sonrieron ante la obvia realización de que solo tendrían que encontrar un ganador para saber quién iba a llevarse los tractores y los carros que tanto necesitaban. Aquella ponzoñosa emoción llegó a las fosas nasales de Kaito muy por encima del sufrimiento que padecía. Siempre le habían encantado los carroñeros, fuesen cual fuesen su especie y género, pero debía reconocer que eran menos agradables cuando se aprovechaban de uno.

¿Pero qué podía hacer él en aquel terrible estado? Nada. Aquella era la horrible verdad... Lo único que podía hacer con la poca voluntad que le quedaba era... controlarles... Pero cuando uno ve a su amo y madre desmallarse y sufrir de aquella forma por unos visitantes indesables... Bueno.

—¿¡Qué cojones es eso?! —repitió el espadachín con la cara morada de la golpiza del karateka.

La risa de la mujer volvió a escucharse.

—Casi me lo cr...—Entonces fue consciente del espanto generalizado.

No tuvo apenas tiempo para mirar hacia atrás. Luego su cuerpo simplemene produjo un crujido húmedo al cerrarse unas fauces sobre su torso con la abismal potencia de un diseño que había sobrevivido a la extinción cuasitotal de los dinosaurios. Suchu, como exhibiendo su premio, se quedó agarrado al borde del muro abriendo y cerrando las fauces una y otra y otra vez. Aquella bestia, por mucho que pareciese un simple cocodrilo marino, tenía una fuerza desmedida, tanto que cada mordisco simplemente cercenaba la carne y el hueso de su maltrecha presa.

Los asesinos sacaron sus armas para vengar a su señora caída, más pronto llegaron más monstruos a la escena. Cerdos, pájaros, una mole gelatinosa que avanzaba con unos ojillos llenos de furia, una nutria kawaii y un rebaño de cabras aparecieron de todos los escondrijos y pasillos de la granja para defender a su amo y su hogar.

Y por si fuera poco no solo debían enfrentarse a la marabunta de animales, si no también al resto de enemigos que habían visto en la caída de la señora una oportunidad para eliminarse competencia del negocio.
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Lun 21 Sep 2020 - 15:32}

La mujer abrió el contenido del sobre, sonrió y me devolvió la mirada.

-Cómo puedes ver no es poca cantidad- anoté mientras me acomodaba la camisa, tras haber sacado el paquete.

-¿Pero suficiente? Eso dependerá de lo que quieras- masculló la mujer, mientras esbozaba una sonrisa y se guardaba el contenido en el interior de su chaqueta granate.

-Sé que “Los siete indeseables” andan en la isla, sé que están por que los ha convocado su jefe bajo el pretexto de una maldición- entoné mientras cerraba la puerta del local -¿Qué me puedes decir sobre esto?- pregunté de forma abierta, tratando de buscar un hilo interesante del que poder tirar.

-Bueno, asumiré que sabes por lo que preguntas, cazador- masculló la bruja bajando el tono y rodeándome por la espalda -Los Otaka, los Kung, los Dao, los Briska, los Geminis, los Torttola y los Sullivan, esas son los nombres de las siete familias- enumeró la mujer en una especie de susurro -cada cual más infame que el anterior, todos ellos conforman una especie de guardia para los Slavent, una de las cinco grandes del mar del oeste ¿Pero supongo que eso ya lo sabes?- comentó la mujer -Respecto a la maldición te puedo de decir que me susurran los espíritus- dijo mientras me invitaba a entrar en la habitación en la que había estado , donde tenía predispuesta una mesa con un topete rojizo a juego con dos sillas bastante modestas -Y es que no hay magia negra de por medio, solo es un ciclo de tantos- finalizó antes de sentarse.

La mujer se adelantó, se sentó en la silla y me hizo volvió a invitar una vez más, esta vez para sentarme en la silla enfrente suya, yo con cierta duda decidí sentarme, si algo teníamos en común tanto Jean como yo era el escepticismo con respecto a todo aquello que no se pudiera explicar más allá de las frutas del diablo o de la voluntad.

-Pensé que lo que te había dado iba a darme para algo más que una simple lectura de cartas- mascullé sentando con un tono serio y molesto, tal vez incluso chulesco -¿Me vas a leer mi futuro?- proseguí con las misma formas mientras me dejaba tirar sobre la silla.

-Deberías saber que mis predicciones nunca fallan- arrancó mientras comenzaba a barajear -Y que no solo se puede predecir el futuro de una persona, ni un grupo- dijo mientras comenzaba a desplegar las cartas boca abajo sobre el tapete -Sino el de una isla entera…- finalizó depositando la última carta en lo que parecía una disposición lineal de tres cartas -La primera carta es … El loco, nos cuenta el estado de caos en el que está sumido la isla- anotó mientras se disponía a dar la vuelta a la segunda carta –La fuerza, el motivo que mueve esta locura es la llegada de los siete y esto desembocará en…- arrancó a entonar mientras volteaba la última carta -La muerte, indica el fin de algo, puede ser el fin de estos o indicar el fin de un estado- masculló mientras volvía a barajar y a sobreponer tres cartas sobre las que había, volteando el ermitaño, la estrella y el carro, tras lo cual la mujer palideció.

-Esta predicción es de guerra, ¿Cómo es posible…? ¡Donde se encuentra el ermitaño los siete caerán…!-dijo la mujer tratando de resolver un puzzle en que faltaba una pieza.

-Bajo el filo de una estrella- dije levantándome de la mesa -Me marchó, aunque tengo el presentimiento de que no será la última vez que nos veamos, mujer- finalicé levantándome raudo y llevándome la mano a la espada, devolviendo la sonrisa picarona que había mantenido la mujer durante casi toda mi estancia.

Los minutos que siguieron pasaron igualmente rápidos, los pequeños callejones del casco viejo se abrieron de nuevo y se ensancharon dando lugar a casa más humildes y a enormes extensiones de campo. Efectivamente, estaba llegando a la zona más campestre de la isla. Fue allí,  en uno de los senderos de tierra entre empalizadas de piedra, donde vislumbre a un grupo de cinco hombres.que tenían aspecto rudo a pesar de sus diferentes complexiones y alturas, superando todos y cada uno de ellos con facilidad el metro setenta y rigiéndose todos por unos pelos pelirrojos, unas barbas de cuidados del mismo color y unos ropajes con una heráldica de caballería.

-Eh, tú, no puedes pasar-me amenazó uno de ellos con el garrote, desde la distancia -Nadie va ni viene sin permiso de los Sullivan- anotó dejando claro que las siete bandas andaban cada una con un plan por ganarse el favor de sus señor.

-“El chariot” no se detiene- mascullé envainando de nuevo mi arma, dejando atrás un torbellino de aire y acero que había rendido cuentas de cinco hombres de los Sullivan, y sin mirar atrás, continúe con mi pasó presto hacia el ermitaño, el diferente y el alejado señor Black.


Última edición por William White el Miér 23 Sep 2020 - 20:19, editado 1 vez
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Mar 22 Sep 2020 - 17:01}

¿Qué podríamos decir del combate que se estaba desarrollando en la granja de Kaito? Quizás que más bien era una matanza. Cerdos, cabras y todo el peculiar ganado del pulpo estaban anegando la tierra de sangre. Sangre humana.

Dicen que los animales se parecen a sus amos, y bajo el oscuro influjo de aquel caníbal salido de las más oscuras profundidades, las bestias de Kaito se habían convertido en auténticos monstruos. Tal y como los héroes de las aventuras contadas por los bardos y las epopeyas míticas se diferenciaban del hombre de a pie, las criaturas que poblaban los extensos territorios del hombre pulpo destacaban sobre los ejemplares que uno llamaría comunes. ¿Cómo si no una cabra, una simple cabra, era capaz de romper el pecho de un fornido guerrero de una sola carga? ¿Cómo iba a empuñar una pequeña nutria simples conchas con la destreza y la resultante destrucción de una espada? ¿Cómo las pezuñas, los cuernos, garras y dientes de animales destrozaban el hierro y la carne de guerreros acostumbrados a la batalla?

Arrastrado por el tontatta, el hermitaño que queriendo o sin querer ha alejado al resto de almas de su lado, sufre. La fiebre no le impide tomar los reflejos de la realidad, relfejos en los que es impotente de proteger a las criaturas que más quiere en todo el mundo. Araña el suelo con sus uñas, mas incluso sus ventosas son inútiles cuando las fuerzas no le llegan ni para gritar.

—¡Vamos, señor Black, tenemos que llamar a la policía! —dice tirando de la carga.

Pobre e incauto miembro de la tribu de las hadas. ¿Qué policía va a llegar allí a tiempo? ¿Dónde está su hermano con la mink oveja? Lejos, discutiendo a voces demasiado altas como para escuchar la tragedia en la distancia. Mas Laberne ha aprendido bien a llorar en silencio, y por ello se asoma para encontrar la desgracia golpeando su nuevo hogar y a su amo, pues parte de ella aún recurre a esa horrible palabra, tirado en el suelo.

—¡No te quedes ahí y ayúdame, per favore! —demanda el tontatta.

—¡Está ardiendo! —confirma haciendo el esfuerzo por tomarle en brazos.

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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Miér 23 Sep 2020 - 23:04}

Según apresure el paso, el sonido se comenzó a hacer más patente, el murmulló paso a ser un vocerío. Al fondo una autentica batalla campal se estaba sucediendo parecía como si un circo de criaturas salvajes se estuviera revuelto contra sus amos. En el suelo se entre mezclaban tantos restos que era imposible distinguir lo que era humano de lo que no, era sin lugar a duda una de las imágenes más dantescas que hubiera podido ver, casi que me daban ganas de vomitar.

Por un lado, podía ver a los cosacos, los cuales a lomos de sus afamados caballos cruzaban el terreno de un lado para otro matando a todo aquello que se imponía en los designios de los Briska, por otro lado, y formando un circulo se encontraban los brazos largos de Dao, que peleaban contra todo aquello que no fuera de su etnia, aunque por el número de compañeros que tenían a su alrededor, no parecían estar en su mejor momento. No muy lejos de los Dao, se encontraban los señores de Otaka, los asesinos no solo parecían dispersos, sino diezmados, siendo el grupo de los allí presentes, el que más perjudicados se encontraban.

Me disponía a bajar a ladero a bajo cuando de repente tras dar un paso escuché un sonido seco y cercano, sin mediar palabra desenfundé el arma y me voltee para donde había identificado el sonido, logrando interponer el delicado filo entre una cachiporra de madera que de otra forma habría volado completamente mi cabeza.

Un hombre corpulento que superaba los dos se había abalanzado sobre mi en un silencio inaudito para ser un hombre de una altura cercana a la de un semigigante, las armas chocaron enviando a cada portador varios metros hacia atrás producto del impacto. Rodeando al hombre de pelirrojo de pelo y largas blancas descuidadas y con mechones canosos se encontraba un grupo de al menos una decena de tipejos parecidos a los que había despachado antes, sin mediar palabra ambos nos recompusimos y tomamos nuestras respectivas posturas.

-Nos volvemos a ver Jean, pensé que te había dejado claro la última vez lo que pasaría si volvía a verte- gritó él hombre al que reconocí por los carteles Carter Sullivan, con una recompensa de cuarenta millones por su cabeza y lo peor de todo es que el hombre parecía conocer a jean, por lo que una palabra o una reacción desafortunada desembocaría en una reacción fatal.

-Tan charlatán como de costumbre, si pensaras la mitad de bien de lo que voceas estarías nadando en oro dije mientras adoptaba una postura como si empuñará un estoque, la misma que me había puesto Jean en el combate donde lo maté.

-¿Tan rico como tu herrero de confianza? Porque cada vez que te veo empuñas un arma diferente- fanfarroneo el bruto mientras, señalaba la hoja negra -Espero que no le hayas tomado mucho cariño a esta, porque…- anunció antes de verse interrumpido por un rápido estocada que casi le sacaba su ojo izquierdo de la cuenca.

El hombre se meció rápidamente hacia un lateral y respondió con un cachiporrazo descendente que amenazaba con estamparme contra el suelo. Haciendo caso omiso a mi instinto me aproximé más al gigantón reculando mi arma para en el último instante golpear con un tajo descendente al arma con la fuerza suficiente como para apartarla de mi trayectoria. Con la defensa rota me disponía a volver a finalizar el arco para iniciar un segunda y definitiva estocada cuando me volví a ver interrumpido esta vez por una lluvia de balas.


Reculando cualquier tipo de movimiento, me vi obligado a de voltereta en voltereta recular hasta que deje de escuchar el silbido de las balas.

-Hay que joderse, si mi padre levantará la cabeza- masculló un sujeto con una voz cerrada de itálica del sur -Qué sepas que esto solo lo hago por el jefe te quiere con vida, así que no te cruces en mi camino ¿Te queda claro Sullivan?- gritó la misma voz ronca, un hombre trajeado de punta en blanco y aspecto de gánster de la gran ciudad.

-¿Acaso te he pedido ayuda, pijo de mierda?- increpó Sullivan reincorporándose del suelo.

La situación se complicada por momentos, los Sullivan y los Torttola parecían haber aparatado sus diferencias con el único propósito de reforzar su posiciones con la familia local, y con los Geminis posiblemente no muy lejos del lugar, la situación se hacía cada vez más peliaguda. ¿se habrían equivocado los astros?


Última edición por William White el Jue 24 Sep 2020 - 21:18, editado 1 vez
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 24 Sep 2020 - 11:31}

De entre la batalla campal que habían surgido entre hombres y bestias apenas quedaban ya restos de los pobres sicarios. Allí el sigilo no servía contra el olfato, y los animales, carnívoros o no, eran muy capaces de oler su sangre. Podría parecer que los capaces artistas marciales de Dao serían los que más fácilmente hubieran despechado el entuerto, pero desde el principio de los tiempos las mismas prácticas que forjaban su cuerpo y espíritu habían sido diseñadas para enfrentarse a bípedos, y como tal resultaban inútiles, o más bien poco prácticas, ante seres que cargaban y mordían y frente a los cuales la inmobilización de un miembro te dejaba expuesto a las pezuñas de los otros tres.

Sin embargo los jinetes de Briska, esos paletos ignorantes que aún recurrían a los caballos incluso en batallas navales, estaban en su salsa. A golpe de lanza y cimitarra, los guerreros daban buena cuenta del enemigo a costa de muy pocas bajas. ¡Ah, quién lo hubiera dicho! Si es que al final la fuerza bruta y los métodos de siempre sacaban todo el partido posible en las tierras de granja.

¿Y quiénes eran aquellos trajeados que habían llegado? La famillia se unía a las otras en el entuerto, aunque su interés estaba más volcado en acabar limpiamente, todo lo que el plomo y la pólvora tenían de limpios, con todas las vidas humanas que las enfrentaban. Afortunadamente ellos conocían que aquellas tierras pertenecían a un querido, o apreciado, o más bien de interés, para la familia Slavent. Y, claro está, el amigo de tus amigos...

Dentro de la casa, envuelto en el hielo de la nevera cuyos cadáveres se estaban descongelando ahora en el suelo, estaba Kaito. Al teléfono, Laberne seguía las indicaciones de Mr. Weeb, que entre sugerencia y sugerencia sobre los atributos de la señora, daba las pautas para mantener a su jefe con vida.

—¿Y qué llevas puesto?
—¡Weeb! ¡Avisa a la policía! ¡Avisa a alguien!
—Qué frígida eres —escupió con desprecio, sin importarle todo lo que había sufrido—. Ya he avisado, van de camino con antibióticos y todo; lo que no sé es qué puñetas habrá cogido Black. ¿Usan los pulpos gomas? Si van de ocho en ocho tiene que gastarse una fortuna...

Un repentino movimiento le sacó al tontatta un gritito. Anclando sus garras a ambos lados de la nevera tumbada, el pelirrojo se fue reincorporando. Ninguno de los dos le había visto nunca así.




Conectad los aspersores.
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Jue 24 Sep 2020 - 23:17}

Diez, quince tal vez veinte hombres se me abalanzaron sobre mí, retrocedí ante el primero dando tres pasos hacia atrás, para contratacar lanzando un corte medio al aire, rajándolo en el pecho. Aprovechando la fuerza del giro pivote hacía una pareja de norteños dando una corte ascendente que le voló desde el abdomen izquierdo hasta el hombro opuesto, parándome en seco frené todo movimiento en el punto álgido. Desde ahí y aferrando la empuñadura con fuerza lancé una segunda estocada que atravesó el cráneo del otro, antes de que tan si quiera tuvieran oportunidad alguna de lanzar sendos garrotazo y porrazo que pretendían.

Prosiguiendo mi escabechina avancé hasta un grupo de ni uno, ni dos, sino cinco hombres Cortando a tres por la mitad según me movía con una fuerte onda cortante, simultáneamente a ello dos de los que quedan me propinaron un par de rasguños en brazo y el torso izquierdo producto de la navaja de filo largo que uno de los asalta caminos empuñaba. Sin más dilación decapité al primero y ensarté al segundo anteponiendo su cuerpo como escudo para frenar la lluvia de plomo de una Thompson que descargó uno de los mafiosos sobre mí.

Sin tiempo para reaccionar, Carter me tomó de la espalda, logrando escurrirme un par de centímetros, lo suficientemente como para que lo que agarrará fuera el cuello de la camisa y no del propio cuello, lo que si recibí fue un garrotazo del tronco que empuñaba, impactando de lleno en el antebrazo y provocando que comenzará a sangrar.

-¿Haki?- pensé para mis adentros anonadado por que un golpe contundente me hiciera sangrar.

Pasándome el arma de una mano a otra y propinando un bufido, reanudé mi carga, aun quedaba algo más de la mitad del grupo. Tajo a tajo, todos y cada uno de los hombres fueron cayendo casi al mismo ritmo que yo iba acumulando golpes, cortes y algún que otro silbido de bala, por mucho que me concentrar las presencias me era completamente imposible evadir, bloquear o reaccionar a los maleantes que constantemente me rodeaban. Tuvo que pasar un cuarto de hora antes de que los dos últimos mafiosos cayeran al suelo derrotados, yo por mi parte tenía dos magulladuras en la cara, el rabio roto, un hombro izquierdo bastante entumecido junto con el brazo del mismo lado, por el lado derecho tenía unas tres heridas en el costado y alguna que otra leve en las piernas.

Aunque lo peor era el cansancio, y la sensación de como las heridas del combate de Priscila parecían reabrir otra vez más, como si de un fantasma recurrente se tratará, sin tiempo para responder intercambie una tanda de golpes con el cabecilla de los Sullivan el cual balanceando el garrote a diestro y siniestro iba produciendo ondas de aire que estallaban y resquebrajaban toda la tierra que encontraban a su paso, por otro lado “la susurradora de estrellas” tampoco se quedaba atrás, tallando a cada impacto unos centímetros en la gruesa madera del arma del gigantón.
Por otro lado, a unos metros de distancia el líder de Torttola cargaba por quinta vez la ametralladora Thompson que empuñaba, para acto seguido lanzarme una ráfaga de fuego justo en el instante de que me separaba de su temporal aliado.

Pero en un golpe de suerte, o tal vez giro el destino, el arma del sureño pareció encasquillarse debido a uno de los tantos fallos de diseño que poseían las armas contemporáneas. Sin Mucho tiempo de reacción me desvanecí como una brisa apareciendo al cabo de menos de un segundo ante el mafioso de avanzada edad, ensartándolo con una ira barbárica unos instantes antes de que lograra sacar el revolver del interior de su chaqueta.

Sacando el arma y salpicándome de sangre en el proceso el líder de la primera de las familias cayó al suelo en un silencio sepulcral, ya solo restaba Carter el cual se aferraba al garrote mientras me fulminaba con la mirada, en un deseo ardiente de venganza por sus compañeros caídos. El hombre, o mejor dicho el ogro, me alcanzó de un salto, hundiendo la tierra a sus pies y balanceando el arma desde su espalda hasta donde me encontraba hasta hacia escasos segundos, creando una grieta en el terreno el cual comenzó a temblar como si de un terremoto se tratará.

Ambos nos miramos una última vez, dándonos un breve instante para recobrar el aliento. Entre inspiración y expiración me paré a analizar momentáneamente la situación, ciertamente acumulaba mucha mas heridas que el pelirrojo, por lo que, si la pelea se alargaba al desgaste, no me quedaría otro destino que una muerte segura. Por otro lado, tampoco creía conservar la fuerza suficiente como para resistir un encontronazo físico puro, él era más fuerte y mucho más resistente de lo que yo podía ser y si bien no era tan rápido como yo, nuestras velocidades se encontraban muy similares en el estado en el que me encontraba. Si quería vencer debía valerme de la única cosa en la que el desdichado de Sullivan era un patán, la destreza, un único golpe un único tajo en el que poder plasmar y proyectar toda mi fuera.

-Si, debe ser la única manera- mascullé entre dientes mientras envainaba el arma y jadeante, cambiaba mi postura arrastrando y adelantando mi pi opuesto, como si estuviera a punto de iniciar un nuevo paso.

Y entonces cerré los ojos y me centré en el aura, una figura se plasmó ante mí, un alma en ebullición roja que parecía quemar todo el bosque y que a pesar de ser salvaje y grotesca era clara como la luz del sol, la figura comenzó a moverse y yo hice lo mismo, dejando un susurro a mi paso- Shötobo-

Diez minutos más tarde, y con dos extraños sacos que goteaban, descolgué el den den.

-Sñ Black, nuestro el cliente, el cazador le ha echado una mano limpiando los senderos, estoy seguro de que encontrar esta noticia de su interés. Garantizada su mejor posición, asegúrese de que Jean obtenga ese barco. Y no, no hay discusión posible, simplemente hazlo posible- finaliza colgando el den den y marchándome del lugar, un relativamente desconocido cazador tenía que entregar dos piezas en los próximos días.
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[Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. Empty Re: [Misión Épica-West Blue] El mal que corroe la tierra. {Vie 25 Sep 2020 - 16:46}

Todo había, por fin, terminado. Los detalles del cómo, realmente, no importaban en absoluto, mas si uno era tan curioso como Kaito no aceptaría un final tan burdamente eludido; así que debemos dar ciertas pinceladas como explicación.

Por un lado podemos decir que aunque a costa de mucho dolor en las vidas que realmente le importaban, el pelirrojo logró destruir todo rastro de oposición ocultando su presencia entre los largos chorros del regadío. Habiéndose, o habiéndole, convertido en un monstruo fruto de la más oscura de las pesadillas, simplemente le costó parte de su ya magullada salud acabar con el enemigo.

Beep y Enebish volvieron a tiempo, aunque poco tuvieron que hacer, y las gentes del pequeño pueblo de la costa de Diamuird llegaron para ayudar al terrateniente que les había salvado en el pasado.

Después de aquello, y mientras recibía los tratamientos médicos que él y sus animales necesitaban, Kaito y sus becarios científicos despacharon con rapidez una ameba bacteriófaga de corta vida para eliminar los restos orgánicos del emperador marino podrido bajo tierra; y con ello la tierra se recuperó al morir y descomponerse en compuestos más fértiles el cultivo bacterial seleccionado.

Laberne le hizo saber a Kaito qué le había molestado del acto que había hecho y le había costado toda relacción con su preciada oveja, y este lo comprendió pese a que en su ignorancia no lo había visto como algo malo. Para él solo había sido comida, pero al parecer, hasta un caníbal debía mostrar escrúpulos cuando su comida aún estaba viva. Beep, la mink oveja, se refugió en el otro hermano, que disfrutó sin duda alguna ante la desgracia de su clon, y con ello las emociones que rumiaban dentro del pelirrojo se enturbiaron todavía más.

¿Cuánto había perdido aquel día? Para muchos hubieran sido solo animales, mas aunque el ganado que había muerto no era en absoluto especial, para Kaito todos y cada uno de sus animales lo eran tanto como él lo era para estos.

¿Y todo para qué?

—Ya, un barco. Se lo pediré, sin problema —dijo falto de vida y lleno de miseria para sorpresa de los hombres de Nameless—. ¿Algo más?

Terminada la llamada, Kaito miró dentro de si mismo. Hacía mucho tiempo que no sentía esa furia que empujaba a uno a golpearse contra las mesas y paredes para enturbiar la emoción con puro dolor. Reconoció entonces que debía hacer otra llamada antes de empezar su viaje para conocer a su madre.

—¿Podrías venir? No, no tengo ningún problema en un callejón...—no hubo lugar en su hueco para la sonrisa—. No me encuentro bien, y eso que... ya se supone que no estoy enfermo.

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