[Privado] Die komplikationen eines ex-freundes bei der arbeit

Si ya era difícil quitar los restos de sangre seca y pelo de una culata, por alguna razón, el pelo sintético no salía por mucho que rascase. Era como una peluda costra de plástico negra y roja que se había introducido en las fibras de la madera haciendo parecer a mi arma un bastardo entre un conejo rosa y una escopeta. Ni quería pensar en lo que debía de parecer el traje que llevaba sabiendo que muchos de ellos salpicaron como si no llevaran un traje completo.

La gente nos miraba, pero a estas alturas no importaba, nadie parecía tener lo necesario para ponerse en nuestro camino, por lo que todos esos degenerados abrieron un pasillo en silencio. Lo único que bailaba en la plaza eran sus sombras proyectadas por la taberna en llamas y el único sonido que emergía por encima de los murmullos era el de la madera quemada cediendo bajo su propio peso.

- Hecho. - Contesté de forma seca, sabiendo que ese secreto estaba siendo tragado por las llamas en este instante. - Sólo nos queda entregarlo y terminar el encargo.

Miré a los lados, no veía ni notaba que nadie estuviera escondido entre la muchedumbre con intención de emboscarnos. De todas formas no podíamos descartar la posibilidad de estar bajo vigilancia, y mi acompañante tenía pinta de estar algo cansado. Podíamos salir como habíamos llegado y despistar a los posibles curiosos, pero ahora teníamos un cuerpo más. Suspiré y extendí la mano hacia Miles.

- Deja que lo cargue yo. - Si accedía cargaría al hombro al objetivo y usaría el dispositivo que ambos teníamos para desplazarme rápidamente al punto de encuentro.

Dentro del traje todo el mundo me miraba. No podían, quizá, reconocerme tras la fursona robada, pero en mi mirada podía sentirse la vergüenza de ir dentro de aquello. RAL había aceptado olvidar todo lo que había pasado ahí dentro, pero a mí me costaba aún aceptarlo. Había sido fácil dar con el objetivo, pero al mismo tiempo... Suspiré. No quería pensar más en ello y, siendo sinceros, no creía que fuese a ganar nada haciéndolo una causa.

- Gracias -respondí quedamente. Todavía no era capaz de procesar por completo lo que acababa de suceder-. ¿Sigues sin querer tu parte?

Una pregunta de cortesía, pues el robot negó con la cabeza. Seguía sin quererla, lo cual era mejor para nosotros y hacía, en cierto modo, que me incomodase todavía más su cercanía. No mucha gente rechazaba el dinero fácil, mucha menos era capaz de enemistarse con la comunidad furry en menos de siete palabras. Siete palabras muy precisas. RAL era una persona peligrosa.

El resto del camino fue silencioso. El agente no era particularmente hablador, y yo apenas podía articular palabra. Lo vivido aquella noche había sido confuso, traumático y ligeramente erótico, en el mal sentido. Había descubierto todo lo que no habría querido conocer en una vida durante una sola noche, y todo para ganar un puñado de berries. Una vez llegamos al barco, sin embargo, mi ánimo se vio enormemente renovado cuando la peliverde nos recibió con sus dignidades de princesa y un maletín negro.

- ¿Habéis sido discretos? -preguntó ignorando por completo el disfraz, cosa que agradecí.

- Todo lo que ha sido posible -contesté-. ¿Tienes el dinero?

Un aspaviento malhumorado precedió a la maldición. ¿Por qué los mercenarios eran tan desconsiderados? ¿Por qué el agradecimiento del Germa no era suficiente? Ah, los plebeyos, tan interesados que no éramos capaces de adoptar el elegante rechazo del pago.

- Gracias -interrumpí, cogiendo el pago-. Hasta la próxima, princesa.

RAL tiró al suelo el paquete y yo me retiré. Quizá tuviesen algo que hablar en privado antes de separarse, pero no era de mi incumbencia ni tampoco de mi interés. Sin más era hora de volver al hotel y darme una larga ducha para quitarme el olor a animal.