Surya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por fin, habían logrado dejar atrás Little Paradise. Habían tardado un poco más de lo esperado, porque aunque tanto Alice como Surya llegaron al barco relativamente rápido, el resto de los marineros se hicieron esperar. El ángel no les culpaba, pero mentiría si dijera que no le había resultado un poco incómodo verles llegar. Aparecieron con sonrisas en la cara, engalanados con ropas y armas nuevas, absurdamente relajados y no poco sudorosos. Había tenido que pedirles que por favor se dieran una ducha antes de subir a cubierta, lo que había desatado una tormenta de risas y no pocas bromas acerca de su cara sonrojada.
Surya podía entender los atractivos de Little Paradise, pero no le gustaba que fueran requisito imprescindible. Había tenido que secuestrar su ropa para poder escapar de una pieza. No era que no le apeteciera hacer… eso, pero ¡no de repente! ¡no con un desconocido! O por lo menos no con un desconocido feo, como el sastre…
Aunque él ya había probado ese tipo de cosas anteriormente, nunca había llegado a… sumergirse del todo en el agua. No pasó mucho tiempo hasta que la insistencia de los marineros hizo que les contase la historia y, por algún motivo, acabaron convencidos de que tenían que remediarlo. Le decían que en la siguiente isla le buscarían una cita, alguien agradable y por más que el ángel trataba de negarse, su destino parecía estar decidido. Solo Tom le defendía y tampoco a él le hacían mucho caso.
Un día, el aire amaneció más frío que de costumbre. Salió a cubierta envuelto en una manta y vio la nieve por primera vez en su vida. Se quedó allí, sentadito, disfrutando de los copitos blancos preguntándose a dónde se estaban dirigiendo. Decidió ir a la cocina y se entretuvo un rato haciendo una pota de chocolate caliente para toda la tripulación. Era lo que hacía su hermana siempre que hacía frío, aunque no recordaba nunca haber sentido tanto como ahora. Colocó las tazas en una bandeja con cuidado y finalizó añadiendo un poco de azúcar glaseado y un par de nubecitas para terminar de endulzarlo.
Para cuando salió a cubierta y empezó a repartirlos, ya se veía en el horizonte su próximo destino. ¡Un árbol! Pero no un árbol cualquiera, si no un enorme pino que crecía más y más cuanto más se acercaban. No recordaba haber leído acerca de esa isla. Fue a buscar a Alice y le ofreció el último chocolate con una sonrisa, mientras señalaba al horizonte con la cabeza.
-¿Alguna idea de a dónde nos dirigimos?
Surya podía entender los atractivos de Little Paradise, pero no le gustaba que fueran requisito imprescindible. Había tenido que secuestrar su ropa para poder escapar de una pieza. No era que no le apeteciera hacer… eso, pero ¡no de repente! ¡no con un desconocido! O por lo menos no con un desconocido feo, como el sastre…
Aunque él ya había probado ese tipo de cosas anteriormente, nunca había llegado a… sumergirse del todo en el agua. No pasó mucho tiempo hasta que la insistencia de los marineros hizo que les contase la historia y, por algún motivo, acabaron convencidos de que tenían que remediarlo. Le decían que en la siguiente isla le buscarían una cita, alguien agradable y por más que el ángel trataba de negarse, su destino parecía estar decidido. Solo Tom le defendía y tampoco a él le hacían mucho caso.
Un día, el aire amaneció más frío que de costumbre. Salió a cubierta envuelto en una manta y vio la nieve por primera vez en su vida. Se quedó allí, sentadito, disfrutando de los copitos blancos preguntándose a dónde se estaban dirigiendo. Decidió ir a la cocina y se entretuvo un rato haciendo una pota de chocolate caliente para toda la tripulación. Era lo que hacía su hermana siempre que hacía frío, aunque no recordaba nunca haber sentido tanto como ahora. Colocó las tazas en una bandeja con cuidado y finalizó añadiendo un poco de azúcar glaseado y un par de nubecitas para terminar de endulzarlo.
Para cuando salió a cubierta y empezó a repartirlos, ya se veía en el horizonte su próximo destino. ¡Un árbol! Pero no un árbol cualquiera, si no un enorme pino que crecía más y más cuanto más se acercaban. No recordaba haber leído acerca de esa isla. Fue a buscar a Alice y le ofreció el último chocolate con una sonrisa, mientras señalaba al horizonte con la cabeza.
-¿Alguna idea de a dónde nos dirigimos?
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.