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Le saqué la lengua cuando vio mis intenciones, soltando luego una risita. No estaba acostumbrado a que me dijesen que no así que continuaría hasta conseguir lo que quiero o que efectivamente acabáramos la noche peleados.
-Creo que ya soy mayorcito como para tomar la decisión de a quién quiero piropear… Además, ya deberías saber que me gusta el peligro.
Comenté aquello felizmente, como si no hubiera dicho eso de forma tan directa. Ya estaba cansado de tener que fingir durante la… ¿Cena? Técnicamente solo habíamos bebido así que no sé muy bien cómo llamarlo. Esto era claramente una batalla y había decidido tomar un enfoque más agresivo, se iba a llevar un derechazo en toda la mandíbula con mi encanto personal. Encontraba cierta diversión en esto de intentar ligar con Albert. Hasta la fecha no lo había intentado con ninguna persona, simplemente no había encontrado la ocasión ni una persona que despertase mi interés lo suficiente. Aun así nunca había tenido dudas sobre mi sexualidad, veía como algo natural amar a quien quisieras mientras fuese correspondido y no con menores. El caso es que este tipo de dos metros, con su personalidad tan solemne había conseguido llamar mi atención de sobra. Lo tenía fácil la verdad, invitándome a cosas y yendo por ahí con el pecho descubierto, una pena que se lo hubiese tapado ahora. El único problema es que me rechazase, cosa que siempre podía ocurrir. Tal vez fuese porque estuviese como para saludar a la misma persona dos veces, pero no había dicho que me soltase de su brazo ni había hecho amago de apartarme, así que era una pequeña victoria para mí. Además, me daba la impresión de que no dudaría en mandarme a la mierda si de verdad lo molestaba.
-Tampoco exageres, tengo perfecto control de mis extremidades. Me imaginaba que no tendrías cosquillas, pero había que intentarlo por si acaso.
Me mordí un labio mientras pensaba hacia dónde podríamos ir. Durante el camino que tuve que hacer cuando me desperté había una zona bastante agradable, sin cangrejos asesinos, por la que ahora seguramente correría una brisa de lo más gustosa. De nuevo empecé a caminar, esta vez sin tirar de él ya que iba a su ritmo.
-Creo que hay un sendero perfecto por aquí, sígueme. En cuanto a lo de llamar a mi tripulación lo veo complicado, no tengo Den Den Mushi, pero bueno, podría pedirselo a cualquiera de aquí.-Salir del bar me estaba ayudando, el aire fresco venía genial para esto.- Ya allí puedo enseñarte la forma de hada, verás, tuve que desarrollarla cuando huí de casa porque controla muchísimo mejor el fue…- Fruncí el ceño, no fue eso lo que pasó.- No, perdón, no recuerdo muy bien cuando la descubrí, pero eso, que es para dominar el fuego a mi voluntad.
Parpadeé un par de veces con confusión, no sé de dónde había venido ese recuerdo, cuando huí de casa no tuve que usar el fuego en ningún momento, vaya tontería. No tardé demasiado en olvidarme del tema, ahora mismo no me iba a pensar en esa noche, tenía algo mucho más importante que hacer. Volví a mirar al chico, ya que estaba dándole vueltas a una cosa desde hace rato.
-Espero que cuando nos volvamos a encontrar no tengas que entregarme a la Liga o al Gobierno, no sé a cuál perteneces, pero supongo que por eso decías lo de matarme.- Solté una risita en ese momento.- Si mi segundo al mando supiese que estoy piropeando con uno de alguno de esos bandos, se volvería loco. Pero yo nunca he sido de juzgar a nadie por dónde haya nacido, trabaje o lo que sea… Soy más de ver las acciones de la gente y juzgar en ese momento, por eso me has caído tan bien. Por eso evito matar a alguien que forme parte de esos bandos, a veces uno no tiene más remedio que servir cuando se compromete a un puesto, no querría quitarle la vida a una persona que hace lo que hace por sobrevivir. La vida es una improbabilidad y hay que cuidarla.- La última frase habría sido un poco más bonita si no me hubiese pillado con la palabra “Improbabilidad”, pero es lo que hay.- Ugh… Perdón, me gustaría expresar esto mejor, no es el momento, pensar con claridad no me suele dar bien de normal, menos ahora.
El Yor de mañana ya se encargaría de ser más cortés… Y de aguantar la resaca, que se joda.
-Creo que ya soy mayorcito como para tomar la decisión de a quién quiero piropear… Además, ya deberías saber que me gusta el peligro.
Comenté aquello felizmente, como si no hubiera dicho eso de forma tan directa. Ya estaba cansado de tener que fingir durante la… ¿Cena? Técnicamente solo habíamos bebido así que no sé muy bien cómo llamarlo. Esto era claramente una batalla y había decidido tomar un enfoque más agresivo, se iba a llevar un derechazo en toda la mandíbula con mi encanto personal. Encontraba cierta diversión en esto de intentar ligar con Albert. Hasta la fecha no lo había intentado con ninguna persona, simplemente no había encontrado la ocasión ni una persona que despertase mi interés lo suficiente. Aun así nunca había tenido dudas sobre mi sexualidad, veía como algo natural amar a quien quisieras mientras fuese correspondido y no con menores. El caso es que este tipo de dos metros, con su personalidad tan solemne había conseguido llamar mi atención de sobra. Lo tenía fácil la verdad, invitándome a cosas y yendo por ahí con el pecho descubierto, una pena que se lo hubiese tapado ahora. El único problema es que me rechazase, cosa que siempre podía ocurrir. Tal vez fuese porque estuviese como para saludar a la misma persona dos veces, pero no había dicho que me soltase de su brazo ni había hecho amago de apartarme, así que era una pequeña victoria para mí. Además, me daba la impresión de que no dudaría en mandarme a la mierda si de verdad lo molestaba.
-Tampoco exageres, tengo perfecto control de mis extremidades. Me imaginaba que no tendrías cosquillas, pero había que intentarlo por si acaso.
Me mordí un labio mientras pensaba hacia dónde podríamos ir. Durante el camino que tuve que hacer cuando me desperté había una zona bastante agradable, sin cangrejos asesinos, por la que ahora seguramente correría una brisa de lo más gustosa. De nuevo empecé a caminar, esta vez sin tirar de él ya que iba a su ritmo.
-Creo que hay un sendero perfecto por aquí, sígueme. En cuanto a lo de llamar a mi tripulación lo veo complicado, no tengo Den Den Mushi, pero bueno, podría pedirselo a cualquiera de aquí.-Salir del bar me estaba ayudando, el aire fresco venía genial para esto.- Ya allí puedo enseñarte la forma de hada, verás, tuve que desarrollarla cuando huí de casa porque controla muchísimo mejor el fue…- Fruncí el ceño, no fue eso lo que pasó.- No, perdón, no recuerdo muy bien cuando la descubrí, pero eso, que es para dominar el fuego a mi voluntad.
Parpadeé un par de veces con confusión, no sé de dónde había venido ese recuerdo, cuando huí de casa no tuve que usar el fuego en ningún momento, vaya tontería. No tardé demasiado en olvidarme del tema, ahora mismo no me iba a pensar en esa noche, tenía algo mucho más importante que hacer. Volví a mirar al chico, ya que estaba dándole vueltas a una cosa desde hace rato.
-Espero que cuando nos volvamos a encontrar no tengas que entregarme a la Liga o al Gobierno, no sé a cuál perteneces, pero supongo que por eso decías lo de matarme.- Solté una risita en ese momento.- Si mi segundo al mando supiese que estoy piropeando con uno de alguno de esos bandos, se volvería loco. Pero yo nunca he sido de juzgar a nadie por dónde haya nacido, trabaje o lo que sea… Soy más de ver las acciones de la gente y juzgar en ese momento, por eso me has caído tan bien. Por eso evito matar a alguien que forme parte de esos bandos, a veces uno no tiene más remedio que servir cuando se compromete a un puesto, no querría quitarle la vida a una persona que hace lo que hace por sobrevivir. La vida es una improbabilidad y hay que cuidarla.- La última frase habría sido un poco más bonita si no me hubiese pillado con la palabra “Improbabilidad”, pero es lo que hay.- Ugh… Perdón, me gustaría expresar esto mejor, no es el momento, pensar con claridad no me suele dar bien de normal, menos ahora.
El Yor de mañana ya se encargaría de ser más cortés… Y de aguantar la resaca, que se joda.
Blaze Aswen
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Suspiró. Quizá no hubiese sido lo bastante directo, porque la contestación del pirata no se hizo esperar y trajo consigo un paso adelante. Que le gustaba el peligro, decía. Meneó la cabeza, algo incómodo. No estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones y mucho menos a escasas horas de comenzar una misión. En esos momentos debía mantenerse lo más estable mentalmente y tan tranquilo como fuese posible; por eso había bajado hasta la playa, por eso se había metido en el agua a ejercitar y dejar la mente en blanco. Quedaban días duros por delante, no podía lidiar con los arrebatos de alcoholismo de un muchacho que se creía mucho más galán de lo que era.
- Intentaba... Esto... -Las palabras de Yor interrumpieron las suyas del mismo modo que sus manos aferrando su brazo lo guiaban precipitadamente hacia quién sabía dónde.
Poco a poco el polen fue impregnando el ambiente y un campo de azaleas rojas los esperaba tras un pequeño cerro. Notaba cómo la garganta le picaba ligeramente, pero no le dio importancia, y sin tener muy claro cómo actuar en aquella situación y tal vez algo encandilado por el encanto de las flores se dejó convencer para apearse del camino. En realidad, aun si no se hubiese dejado convencer el pirata habría seguido tirando de él hasta arrancarle el brazo, por lo que no tenía tanto margen de elección como podría haber querido figurarse.
Cuando llegaron, Yor empezó a ponerse nostálgico... Sentimental... No sabría exactamente cómo describirlo, pero se notaba afectado. Había dejado de hablar de su familia súbitamente y tras eso comentó, no sin dificultades, cierto miedo a que debiese entregarlo a las autoridades cuando se encontrasen la próxima vez. En parte podría haber tenido razón, pero había obviado el pequeño detalle de que podría ser un cazarrecompensas y una cosita más:
- No pertenezco a nadie -sentenció-. Te has tomado demasiado a la tremenda una frase hecha, Yor. En cualquier caso, si lo fuese tu segundo al mando tendría razón: O tú acabarías encerrado o el marine de turno expulsado, si no algo peor. De todos modos, no tienes que estar preocupado por eso, porque no va a pasar.
El resto de sus palabras... No matar. Había demasiada gente que se permitía alardear de una regla básica de convivencia y moral. Eso solía hablar de lo mal que estaba el mundo, pero su reflexión no dejaba de ser hasta cierto punto más acertada. Le habría gustado que no hubiese una filosofía un tanto cursi detrás -y que hubiese evitado esa palabra habría estado bien, de hecho-, sino simplemente respeto a la vida de los demás por ser eso: Vida. Al final del día una vida concreta era improbable, pero la vida estaba lejos de ser un milagro. Cada especie, cada raza, había crecido y evolucionado para perpetuarse. La vida era rutinaria y hasta cierto punto vulgar, pero así debía ser. No había razones para respetarla, tan solo axiomas. Una vida no se podía tomar a la ligera. Punto.
- Acabo de decirte que estás borracho -lo reprendió-. Claro que no estás para hilar discursos. Con esa resistencia al alcohol me sorprende que siquiera sigas en pie. En cualquier caso la vida es vida; no importa por qué, hay que valorarla. Y también ser sincero con uno mismo.
Se zafó del agarre de Yor y lo puso frente a él, manos posadas en sus hombros y mirándolo cara a cara, ojo contra ojo mientras sus miradas se cruzaban. El rubor del alcohol y sus cada vez más afeminados rasgos lo hacían ver distinto, pero la extraña expresión ilusionada que tenía su rostro era algo que lo perturbaba enormemente. Acababan de conocerse, y ni siquiera sabía nada de él. ¿De verdad podía estar dejando que su mente se echase a volar llevada por instintos tan primarios? Frunció los labios, empapándolos con la lengua. Los tenía un poco secos. y se preparó. Uno, dos, tres...
- Encapricharte de mí solo te va a traer sufrimiento y desdicha -dijo con tono serio-. No me siento cómodo si te sigo la corriente por cortesía, menos si cada vez estás más ilusionado. -Lo recorrió un escalofrío-. No va a pasar nada entre tú y yo.
Dio un paso hacia atrás, soltándolo. Fue un paso difícil de dar; no estaba hecho para esas confrontaciones. Para muchas otras, quizá, pero no para esas.
- Intentaba... Esto... -Las palabras de Yor interrumpieron las suyas del mismo modo que sus manos aferrando su brazo lo guiaban precipitadamente hacia quién sabía dónde.
Poco a poco el polen fue impregnando el ambiente y un campo de azaleas rojas los esperaba tras un pequeño cerro. Notaba cómo la garganta le picaba ligeramente, pero no le dio importancia, y sin tener muy claro cómo actuar en aquella situación y tal vez algo encandilado por el encanto de las flores se dejó convencer para apearse del camino. En realidad, aun si no se hubiese dejado convencer el pirata habría seguido tirando de él hasta arrancarle el brazo, por lo que no tenía tanto margen de elección como podría haber querido figurarse.
Cuando llegaron, Yor empezó a ponerse nostálgico... Sentimental... No sabría exactamente cómo describirlo, pero se notaba afectado. Había dejado de hablar de su familia súbitamente y tras eso comentó, no sin dificultades, cierto miedo a que debiese entregarlo a las autoridades cuando se encontrasen la próxima vez. En parte podría haber tenido razón, pero había obviado el pequeño detalle de que podría ser un cazarrecompensas y una cosita más:
- No pertenezco a nadie -sentenció-. Te has tomado demasiado a la tremenda una frase hecha, Yor. En cualquier caso, si lo fuese tu segundo al mando tendría razón: O tú acabarías encerrado o el marine de turno expulsado, si no algo peor. De todos modos, no tienes que estar preocupado por eso, porque no va a pasar.
El resto de sus palabras... No matar. Había demasiada gente que se permitía alardear de una regla básica de convivencia y moral. Eso solía hablar de lo mal que estaba el mundo, pero su reflexión no dejaba de ser hasta cierto punto más acertada. Le habría gustado que no hubiese una filosofía un tanto cursi detrás -y que hubiese evitado esa palabra habría estado bien, de hecho-, sino simplemente respeto a la vida de los demás por ser eso: Vida. Al final del día una vida concreta era improbable, pero la vida estaba lejos de ser un milagro. Cada especie, cada raza, había crecido y evolucionado para perpetuarse. La vida era rutinaria y hasta cierto punto vulgar, pero así debía ser. No había razones para respetarla, tan solo axiomas. Una vida no se podía tomar a la ligera. Punto.
- Acabo de decirte que estás borracho -lo reprendió-. Claro que no estás para hilar discursos. Con esa resistencia al alcohol me sorprende que siquiera sigas en pie. En cualquier caso la vida es vida; no importa por qué, hay que valorarla. Y también ser sincero con uno mismo.
Se zafó del agarre de Yor y lo puso frente a él, manos posadas en sus hombros y mirándolo cara a cara, ojo contra ojo mientras sus miradas se cruzaban. El rubor del alcohol y sus cada vez más afeminados rasgos lo hacían ver distinto, pero la extraña expresión ilusionada que tenía su rostro era algo que lo perturbaba enormemente. Acababan de conocerse, y ni siquiera sabía nada de él. ¿De verdad podía estar dejando que su mente se echase a volar llevada por instintos tan primarios? Frunció los labios, empapándolos con la lengua. Los tenía un poco secos. y se preparó. Uno, dos, tres...
- Encapricharte de mí solo te va a traer sufrimiento y desdicha -dijo con tono serio-. No me siento cómodo si te sigo la corriente por cortesía, menos si cada vez estás más ilusionado. -Lo recorrió un escalofrío-. No va a pasar nada entre tú y yo.
Dio un paso hacia atrás, soltándolo. Fue un paso difícil de dar; no estaba hecho para esas confrontaciones. Para muchas otras, quizá, pero no para esas.
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Estaba bien confirmarlo, ahora estaba seguro de que se estaba pillando por uno de esos dos. Puede que dijese que no tenía dueño, pero si incumplía una orden, sería sancionado por mucho que proclamase que hacía lo que quería. Sin embargo, no iba a decirle aquello ahora, no tenía ningún sentido cuestionar en lo que creía. Si estaba contento donde estaba, me alegraba.
Desde que habíamos llegado a esta bonita zona con flores, había notado un actitud tensa por parte de Albert. Realmente desde antes, pero hasta ahora no se había convertido en algo desagradable. Me fui preparando mentalmente mientras aprovechaba el tiempo que tuviese. De todos modos eso no hizo que me tensara cuando me apartó para cogerme de los hombros, se venía algo desagradable.
Maldije por lo bajo haber tenido que beberme aquello, tendría que practicar un poco más para aumentar la resistencia al alcohol. No era agradable que mis emociones se disparasen por culpa de una bebida así. Asentí levemente, limpiándome con rapidez las casi lágrimas que amenazaron con salir. Puse mis manos detrás de mi espalda, no hacia falta que intentara disimular que estaba en tensión, era obvio en una situación así. Me hice sonreír un poco, para ayudar a mis ánimos y me dispuse a hablarle.
-No te creas que me ha afectado tanto, eh. Lo de las lágrimas es porque no estoy acostumbrado a que me digan que no y voy bebido, una mezcla bastante amarga.- Me tumbé sobre la hierba. Todo me dio vueltas a mi alrededor durante unos segundos.- Está bien, no pasa nada, no tienes por qué sentirte mal. Es culpa mía.
Solté una pequeña risa al pensar en la vergüenza que me daría pensar en esto mañana cuando mi juicio se despejara. Miré las estrellas un momento, suspirando, notando como me olía el aliento a Whiskey. Era cierto que estaba arrastrando al pobre chico por todas estas molestias. Bueno, soy un pirata, por supuesto que tengo actitudes egoístas, faltaría más.
-Pues más te vale no volverme a ver, puede que hayas escapado a mi encanto, pero quizá no tengas la misma suerte la próxima vez.- Le guiñé un ojo al decir aquello.- Puedes irte si quieres, no hace falta que te preocupes más, esperaré aquí hasta que se me pase y me iré a buscar mi barco. Ya has hecho suficiente por mí.
Mi primera derrota desde que había salido de aventuras. Era un trago difícil, pero es lo que hay. Me reí solo de golpe, vaya forma de lidiar con esto. Haciéndome el guay y el estoico delante de él cuando era obvio que no.
Desde que habíamos llegado a esta bonita zona con flores, había notado un actitud tensa por parte de Albert. Realmente desde antes, pero hasta ahora no se había convertido en algo desagradable. Me fui preparando mentalmente mientras aprovechaba el tiempo que tuviese. De todos modos eso no hizo que me tensara cuando me apartó para cogerme de los hombros, se venía algo desagradable.
Maldije por lo bajo haber tenido que beberme aquello, tendría que practicar un poco más para aumentar la resistencia al alcohol. No era agradable que mis emociones se disparasen por culpa de una bebida así. Asentí levemente, limpiándome con rapidez las casi lágrimas que amenazaron con salir. Puse mis manos detrás de mi espalda, no hacia falta que intentara disimular que estaba en tensión, era obvio en una situación así. Me hice sonreír un poco, para ayudar a mis ánimos y me dispuse a hablarle.
-No te creas que me ha afectado tanto, eh. Lo de las lágrimas es porque no estoy acostumbrado a que me digan que no y voy bebido, una mezcla bastante amarga.- Me tumbé sobre la hierba. Todo me dio vueltas a mi alrededor durante unos segundos.- Está bien, no pasa nada, no tienes por qué sentirte mal. Es culpa mía.
Solté una pequeña risa al pensar en la vergüenza que me daría pensar en esto mañana cuando mi juicio se despejara. Miré las estrellas un momento, suspirando, notando como me olía el aliento a Whiskey. Era cierto que estaba arrastrando al pobre chico por todas estas molestias. Bueno, soy un pirata, por supuesto que tengo actitudes egoístas, faltaría más.
-Pues más te vale no volverme a ver, puede que hayas escapado a mi encanto, pero quizá no tengas la misma suerte la próxima vez.- Le guiñé un ojo al decir aquello.- Puedes irte si quieres, no hace falta que te preocupes más, esperaré aquí hasta que se me pase y me iré a buscar mi barco. Ya has hecho suficiente por mí.
Mi primera derrota desde que había salido de aventuras. Era un trago difícil, pero es lo que hay. Me reí solo de golpe, vaya forma de lidiar con esto. Haciéndome el guay y el estoico delante de él cuando era obvio que no.
Blaze Aswen
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Eligió creerle. Que llorase bajo los efectos del alcohol -si bien había tomado una cantidad irrisoria- solo implicaba que su cerebro neurodeprimido se veía temporalmente más afectado por determinados estímulos, en aquel caso el rechazo. A nadie le gustaba ser rechazado, y si bien tenía cierta estima en algunos aspectos dudaba seriamente que de estar sobrio se hubiese planteado siquiera seriamente flirtear con él. Era un desconocido, al fin y al cabo, en una isla desconocida lejos de todo lo que le era seguro. Se encogió de hombros, asumiendo que aquello se debía a que Blaze había actuado como un ancla para su seguridad; lo había hecho sentir a salvo por un momento, como si nada más importase y solo debiese esperar a que su tripulación volviese a aparecer. Un faro entre la niebla.
- Lo es -respondió, quedamente.
Blaze se mantuvo de pie mientras Yor se tumbaba, cuadrado con las piernas levemente abiertas y las manos cruzadas sobre el abdomen, sosteniendo la muñeca derecha con la izquierda, que le temblaba levemente. Siempre que se sentía nervioso le temblaba un poco la mano, pero cerró el puño con fuerza hasta que el espasmo se desvaneció. No disfrutaba de aquellas situaciones, pero no podría haberse ido sin más. Prefería escuchar sus palabras hasta que decidiera despedirse; aunque no le debía nada, en realidad, pero no le gustaba hacerlo de otra forma. Quizás alguna clase de masoquismo, o una forma perversa de alimentar su arrogancia. En cualquier caso se mantuvo allí por varios minutos.
La amenaza no surtió particular efecto. Siguió ahí por un instante, mirándolo, pensando que en realidad, en cierto modo, tendría suerte si pudiera aligerar su mente. Sin embargo, sabía por experiencias propias y ajenas que un clavo no quitaba otro clavo; tampoco sentía especial atracción por los hombres. Nunca había querido entrar en qué o cómo los sistemas de atracción sexual funcionaban, solo sabía que para él era natural de ese modo. Quizá porque el ejemplo que había tomado siempre venía dado de sus padres, o que no hubiese tenido especial contacto con hombres que se sintiese especial. Aunque, para ser sincero, nunca había establecido una relación sentimental con nadie. No le había parecido pertinente, ni necesario. Tampoco deseable.
- El mar es muy grande -contestó-. Tan difícil de abarcar como los sueños. -Sacó su pequeño den den mushi, un caracol de concha negra y cuerpo azulado-. Puedes utilizar esto para llamar a tu tripulación. Cuando termines déjalo en la taberna, ¿vale?
A su lado, pastando de una azalea, el caracol se quedó con una sonrisa torva, similar a la suya. Él no dijo nada y se dio la vuelta, marchándose del lugar. El camino se hizo tenso y solitario, pero así debía ser. Después de aquello tratar de seguir como si nada solo le habría enviado mensajes confusos al pobre Yor, y no quería que se ilusionase.
Cuando volvió a su habitación en la taberna cogió dos vasos y los dejó sobre el escritorio. Como si brindase con un amigo que no estaba ahí sirvió ambos y bebió solo de uno. Después, el otro.
Se marchó. Debía seguir investigando la isla.
- Lo es -respondió, quedamente.
Blaze se mantuvo de pie mientras Yor se tumbaba, cuadrado con las piernas levemente abiertas y las manos cruzadas sobre el abdomen, sosteniendo la muñeca derecha con la izquierda, que le temblaba levemente. Siempre que se sentía nervioso le temblaba un poco la mano, pero cerró el puño con fuerza hasta que el espasmo se desvaneció. No disfrutaba de aquellas situaciones, pero no podría haberse ido sin más. Prefería escuchar sus palabras hasta que decidiera despedirse; aunque no le debía nada, en realidad, pero no le gustaba hacerlo de otra forma. Quizás alguna clase de masoquismo, o una forma perversa de alimentar su arrogancia. En cualquier caso se mantuvo allí por varios minutos.
La amenaza no surtió particular efecto. Siguió ahí por un instante, mirándolo, pensando que en realidad, en cierto modo, tendría suerte si pudiera aligerar su mente. Sin embargo, sabía por experiencias propias y ajenas que un clavo no quitaba otro clavo; tampoco sentía especial atracción por los hombres. Nunca había querido entrar en qué o cómo los sistemas de atracción sexual funcionaban, solo sabía que para él era natural de ese modo. Quizá porque el ejemplo que había tomado siempre venía dado de sus padres, o que no hubiese tenido especial contacto con hombres que se sintiese especial. Aunque, para ser sincero, nunca había establecido una relación sentimental con nadie. No le había parecido pertinente, ni necesario. Tampoco deseable.
- El mar es muy grande -contestó-. Tan difícil de abarcar como los sueños. -Sacó su pequeño den den mushi, un caracol de concha negra y cuerpo azulado-. Puedes utilizar esto para llamar a tu tripulación. Cuando termines déjalo en la taberna, ¿vale?
A su lado, pastando de una azalea, el caracol se quedó con una sonrisa torva, similar a la suya. Él no dijo nada y se dio la vuelta, marchándose del lugar. El camino se hizo tenso y solitario, pero así debía ser. Después de aquello tratar de seguir como si nada solo le habría enviado mensajes confusos al pobre Yor, y no quería que se ilusionase.
Cuando volvió a su habitación en la taberna cogió dos vasos y los dejó sobre el escritorio. Como si brindase con un amigo que no estaba ahí sirvió ambos y bebió solo de uno. Después, el otro.
Se marchó. Debía seguir investigando la isla.
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