Dorito
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La casualidad de haber perdido mis alas y que justo hubiéramos llegado a estas islas flotantes me escamaba totalmente. Era una muy cruel broma del destino. No podría explorar libremente cada isla sin el riesgo de caerme hasta el mar y ahí, ahogarme tristemente. Tampoco podía decir que eso me había parado de internarme en el bosque de la isla en la que había tenido la suerte de… ¿Atracar? ¿En el cielo sigue siendo atracar? El caso es que la vegetación era igual de rara que las islas sobre las que crecía. Estaba totalmente absorto en el paisaje, disfrutando del viento causado por la altitud, de las flores, de los animales tan peculiares… Hasta que una gran planta captó mi atención. Era como una especie de campana invertida y justo cuando me había acercado a verla mejor, de repente se movió. ¡Y no solo eso! La cabrona me engulló de una vez y cuando le di pelea con mis garras, la muy payasa me escupió con tanta fuerza que salí volando hasta otra isla. Vale, eso ya es bastante malo, me he separado de mi compañero, de nuevo, y me había puesto en peligro, de nuevo. Por suerte aterricé en tierra firme, por mala suerte, esa tierra firme resultaba ser un montículo que se levantaba alrededor de un montón de agua… No sé nadar…
-¿Hola? ¿Hay alguien?- Grité de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo había hecho a estas alturas-. Estaría muy feo que si hay alguien ahí no conteste porque estaría condenando a una muy buena persona a morir.
Suspiré, pasándome la mano por el pelo ya que me estaba empezando a impacientar. Como anécdota iba a ser muy gracioso. El problema es que para eso tendría que salir de esta situación y no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo. No tenía ningún flotador y la masa de agua era lo suficientemente profunda como para incapacitarme si la tocaba. No podía llegar de un salto o algo parecido al otro lado. Desde luego era una situación peliaguda. De todos modos, me negaba a morir aquí por algo tan estúpido. Después de haber sobrevivido a la mutilación de mis alas y casi ser ahogado a continuación, algo tan tonto como no poder nadar no podía suponer mi fin. Aunque, realmente, seguro que era la causa principal de la muerte de los consumidores de frutas del diablo. Miré al cielo, intentando que me llegase la inspiración divina, cosa que, extrañamente ocurrió. sonreí ampliamente y comencé a aspirar aire. Ya había hecho algo así en Dark Dome. Igual no sería tan visible ya que era de día y estaba perfectamente soleado, pero si había alguien cerca, no podría simplemente no verlo. Solté entonces una llamarada hacia el cielo, esperando que milagrosamente alguien capaz de ayudarme lo viera y viniese.
-Si esto no funciona igual solo me queda evaporar el agua con el fuego… No puede ser tan pesado, ¿verdad?- Solté un quejido perezoso y me recosté en el trozo de tierra que usaba como salvavidas-. Odio las plantas…
-¿Hola? ¿Hay alguien?- Grité de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo había hecho a estas alturas-. Estaría muy feo que si hay alguien ahí no conteste porque estaría condenando a una muy buena persona a morir.
Suspiré, pasándome la mano por el pelo ya que me estaba empezando a impacientar. Como anécdota iba a ser muy gracioso. El problema es que para eso tendría que salir de esta situación y no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo. No tenía ningún flotador y la masa de agua era lo suficientemente profunda como para incapacitarme si la tocaba. No podía llegar de un salto o algo parecido al otro lado. Desde luego era una situación peliaguda. De todos modos, me negaba a morir aquí por algo tan estúpido. Después de haber sobrevivido a la mutilación de mis alas y casi ser ahogado a continuación, algo tan tonto como no poder nadar no podía suponer mi fin. Aunque, realmente, seguro que era la causa principal de la muerte de los consumidores de frutas del diablo. Miré al cielo, intentando que me llegase la inspiración divina, cosa que, extrañamente ocurrió. sonreí ampliamente y comencé a aspirar aire. Ya había hecho algo así en Dark Dome. Igual no sería tan visible ya que era de día y estaba perfectamente soleado, pero si había alguien cerca, no podría simplemente no verlo. Solté entonces una llamarada hacia el cielo, esperando que milagrosamente alguien capaz de ayudarme lo viera y viniese.
-Si esto no funciona igual solo me queda evaporar el agua con el fuego… No puede ser tan pesado, ¿verdad?- Solté un quejido perezoso y me recosté en el trozo de tierra que usaba como salvavidas-. Odio las plantas…
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