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Elyria estaba en la estación del tren marítimo de San Faldo, agitada, agobiada. Normalmente no solía tener problemas en mantener la calma, pero esta vez… Esas putas ratas del gobierno habían detenido a Alvar en uno de sus viajes, a saber con qué puta excusa inventada. Realmente sabía lo que querían. Hundir su imagen y quitársela del medio, era uno de los mayores obstáculos de esos hijos de puta, que seguían intentando tomar el control de San Poplar.
Respiró profundamente, pero necesitaba más que eso para relajarse. Estábamos hablando de Alvar, ella era su mejor amiga, su amante… No podía soportar ni sacarse de la cabeza imágenes suyas siendo torturada por esos asquerosos legionarios. Pero tenía que tranquilizarse. No podría hacer nada si actuaba sin pensar. Y sin lugar a dudas, ella iba a sacarla de allí.
Por suerte, la prisión de San Faldo no era nada del otro mundo. Era bastante segura, pero nada comparado con bestias como Impel Down. Aunque estaba bajo tierra, y se accedía desde el cuartel de la Legión, así que sería un tanto complicado colarse. Por suerte, el sigilo era lo suyo.
Llevaba ropa negra y sus suelas deslizantes en los zapatos; y se había maquillado para no estar tan blanquita, eso llamaba demasiado la atención. También se había recogido el pelo en un moño que desafiaba las leyes de la física y de lo que se pensaba que era posible de hacer con un simple peinado.
Esta vez venía preparada, le había robado las llaves del cuartel a un despistado del cuerpo de policía. Ya había que ser tonto para darle esas cosas a un cuerpo que no formaba parte de las filas del gobierno directamente, aún si les lamían las botas continuamente. Y bueno, que llevarlas encima en una ciudad que siempre estaba hasta arriba de gente era una invitación a que desaparecieran misteriosamente.
Ya era bastante tarde, y no parecía haber mucha actividad aparte de los que estarían haciendo guardia en el edificio y en prisión. Le había pedido a Nissa que le avisara cuando no hubiese nadie al otro lado. Así que cuando le dio la señal, metió la llave en la cerradura y giró la mano, haciendo el menor ruido posible, y abriendo la puerta lo mínimo para poder pasar, entró en el edificio.
Como era obvio, nunca había estado aquí dentro, una Marine no podía simplemente plantarse en un cuartel de la Legión como quien no quiere la cosa. Pero ahora solo le importaba encontrar a Alvar. Nissa flotaba tranquilamente, revisando los pasillos para poder avisarle si se acercaba alguien. Era súper útil para este tipo de trabajos, ya que podía mostrarse solo a quien ella quisiera.
“Ely, por aquí, la prisión está abajo. Solo hay unos seis guardias patrullando, pero hay bastantes más durmiendo. Tenemos que tener cuidado de que no nos vean. Bueno, tú tienes que tener cuidado, no eres tan genial como yo.”
Elyria levantó una ceja, pero evidentemente no respondió nada. No iba a ponerse a hablar en mitad de una misión de infiltración.
“Quien calla otorga,” dijo Nissa con orgullo, llevando las manos a sus caderas en posición de victoria. Era bastante lindo ver a una mujer pequeñita de luz blanca hacer esas cosas. “Ya se que piensas que soy adorable, Ely, lo veo en tus ojos. Ahora vamos.”
Elyria asintió con la cabeza, usando sus suelas especiales para deslizarse hasta las escaleras que le había indicado. Eran bastante útiles, ya que así no hacía ruido con sus pasos. Las bajó poco a poco, con sumo cuidado para que no la escucharan.
Al llegar abajo, Nissa señaló hacia la derecha, así que tomó esa dirección, deslizándose de nuevo hasta la esquina, esperando nuevas indicaciones. Siguió infiltrándose en la prisión, evitando a los guardias que la patrullaban, bajando a otro piso. El lugar era bastante más grande de lo que esperaba, y la mayoría de celdas estaban ocupadas por presos durmiendo.
Evidentemente, la que le interesaba era Alvar, a quién estaban buscando, pero de repente se encontró con una persona que no esperaba encontrarse aquí. ¿Este no es el chico ese de la playa? Es el amigo de Alice, ¿qué hace aquí? ¿Acaso es un criminal? ¿O solo es otra pobre víctima de los sucios juegos del gobierno?
En cualquier caso, llevó los dedos a sus labios, en señal de que no hiciera ruido, ya que al parecer estaba despierto y pues no quería que le delatase. “¿Yor?” Susurró en voz muy baja, para que sólo pudiera escucharle el.
Respiró profundamente, pero necesitaba más que eso para relajarse. Estábamos hablando de Alvar, ella era su mejor amiga, su amante… No podía soportar ni sacarse de la cabeza imágenes suyas siendo torturada por esos asquerosos legionarios. Pero tenía que tranquilizarse. No podría hacer nada si actuaba sin pensar. Y sin lugar a dudas, ella iba a sacarla de allí.
Por suerte, la prisión de San Faldo no era nada del otro mundo. Era bastante segura, pero nada comparado con bestias como Impel Down. Aunque estaba bajo tierra, y se accedía desde el cuartel de la Legión, así que sería un tanto complicado colarse. Por suerte, el sigilo era lo suyo.
Llevaba ropa negra y sus suelas deslizantes en los zapatos; y se había maquillado para no estar tan blanquita, eso llamaba demasiado la atención. También se había recogido el pelo en un moño que desafiaba las leyes de la física y de lo que se pensaba que era posible de hacer con un simple peinado.
Esta vez venía preparada, le había robado las llaves del cuartel a un despistado del cuerpo de policía. Ya había que ser tonto para darle esas cosas a un cuerpo que no formaba parte de las filas del gobierno directamente, aún si les lamían las botas continuamente. Y bueno, que llevarlas encima en una ciudad que siempre estaba hasta arriba de gente era una invitación a que desaparecieran misteriosamente.
Ya era bastante tarde, y no parecía haber mucha actividad aparte de los que estarían haciendo guardia en el edificio y en prisión. Le había pedido a Nissa que le avisara cuando no hubiese nadie al otro lado. Así que cuando le dio la señal, metió la llave en la cerradura y giró la mano, haciendo el menor ruido posible, y abriendo la puerta lo mínimo para poder pasar, entró en el edificio.
Como era obvio, nunca había estado aquí dentro, una Marine no podía simplemente plantarse en un cuartel de la Legión como quien no quiere la cosa. Pero ahora solo le importaba encontrar a Alvar. Nissa flotaba tranquilamente, revisando los pasillos para poder avisarle si se acercaba alguien. Era súper útil para este tipo de trabajos, ya que podía mostrarse solo a quien ella quisiera.
“Ely, por aquí, la prisión está abajo. Solo hay unos seis guardias patrullando, pero hay bastantes más durmiendo. Tenemos que tener cuidado de que no nos vean. Bueno, tú tienes que tener cuidado, no eres tan genial como yo.”
Elyria levantó una ceja, pero evidentemente no respondió nada. No iba a ponerse a hablar en mitad de una misión de infiltración.
“Quien calla otorga,” dijo Nissa con orgullo, llevando las manos a sus caderas en posición de victoria. Era bastante lindo ver a una mujer pequeñita de luz blanca hacer esas cosas. “Ya se que piensas que soy adorable, Ely, lo veo en tus ojos. Ahora vamos.”
Elyria asintió con la cabeza, usando sus suelas especiales para deslizarse hasta las escaleras que le había indicado. Eran bastante útiles, ya que así no hacía ruido con sus pasos. Las bajó poco a poco, con sumo cuidado para que no la escucharan.
Al llegar abajo, Nissa señaló hacia la derecha, así que tomó esa dirección, deslizándose de nuevo hasta la esquina, esperando nuevas indicaciones. Siguió infiltrándose en la prisión, evitando a los guardias que la patrullaban, bajando a otro piso. El lugar era bastante más grande de lo que esperaba, y la mayoría de celdas estaban ocupadas por presos durmiendo.
Evidentemente, la que le interesaba era Alvar, a quién estaban buscando, pero de repente se encontró con una persona que no esperaba encontrarse aquí. ¿Este no es el chico ese de la playa? Es el amigo de Alice, ¿qué hace aquí? ¿Acaso es un criminal? ¿O solo es otra pobre víctima de los sucios juegos del gobierno?
En cualquier caso, llevó los dedos a sus labios, en señal de que no hiciera ruido, ya que al parecer estaba despierto y pues no quería que le delatase. “¿Yor?” Susurró en voz muy baja, para que sólo pudiera escucharle el.
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Por lo menos su tripulación debía estar bien. Les había prometido volver en menos de una semana, que solo me esperaran escondidos hasta que los perdiéramos de vista. La Legión había actuado más rápido y con más números de los que pensaba, pero no pasaba nada. Todo estaba bien, ellos estarían a salvo. Lo que más me molestaba era el hecho de que la fecha límite se estaba acercando y no veía forma de salir y como se les ocurriese ir a buscarlo...
También estaba el otro detalle... Puede que tuviese un pánico atroz a estar preso y aunque ya hubiese conseguido que me trasladaran a una celda más grande e individual (como prueba fehaciente, el ojo morado que tenía por malos comportamientos), seguía con todo el cuerpo en tensión. Tenía ya mi método para calmarme, era muy sencillo. Me sentaba de piernas cruzadas y cerraba los ojos e intentaba ser consciente de lo que me rodeaba, era lo que hacía cuando estaba en casa. La monotonía, una vez escuchada, en este tipo de lugares era un remanso de paz. No sabía cuanto tiempo llevaba escuchando lo mismo, pero era agradable. La tela de mi camisa rozándome el pecho cuando respiraba, el leve chirrido de los grilletes de piedra marina en mis muñecas con cada leve movimiento, una conversación lejana de unos guardias, la gotera del rincón de la habitación que era casi hipnótica, unos pasado que se acercaban a mi celda... ¿Unos pasos? Todavía no era el turno de ninguno guardia.
Al abrir un ojo no pude más que sonreír divertido ante lo que tenía delante. La misma chica que había intentado ligar con Alice en aquel resort. Me levanté del banco, encogiéndome un poco del dolor al tocar las plantas de mis pies el suelo, me habían intentado interrogar en el transcurso de los días y me habían forzado a caminar por cristal roto para aflojarme. No les había funcionado, como el resto de cosas, mis padres me habían educado muy bien. Finalmente me apoyé en los barrotes, mirando a la chica con una expresión amistosa.
-El mismo, vaya situación para reencontrarnos, ¿eh?- Miré a los lados, comprobando que efectivamente estaba sola. Todo este sigilo implicaba que venía a por algo aquí y que no trabajaba con ellos.- Creo que es obvio lo que te voy a pedir, ¿no? Si lo haces, te ayudaré a reducir este lugar a cenizas si hace falta.
Sin darme cuenta estaba apretando los barrotes con tanta fuerza y rabia contenida que mis nudillos habían cogido un color blanquecino enfermo. Solté y suspiré, intentando calmarme un poco. Me eché el pelo para atrás y volví a mirar a la chica, esta vez con una expresión menos agresiva.
-Perdón, no soy muy fan de estar entre barrotes, pero el mensaje es el mismo. Si me ayudas a escapar, te ayudaré en lo que seas que hayas venido a hacer.
Esta vez el tono fue más parecido al que usaba de normal, por mucho que estuviese en una situación horrible, la pobre no se merecía pagar el pato.
También estaba el otro detalle... Puede que tuviese un pánico atroz a estar preso y aunque ya hubiese conseguido que me trasladaran a una celda más grande e individual (como prueba fehaciente, el ojo morado que tenía por malos comportamientos), seguía con todo el cuerpo en tensión. Tenía ya mi método para calmarme, era muy sencillo. Me sentaba de piernas cruzadas y cerraba los ojos e intentaba ser consciente de lo que me rodeaba, era lo que hacía cuando estaba en casa. La monotonía, una vez escuchada, en este tipo de lugares era un remanso de paz. No sabía cuanto tiempo llevaba escuchando lo mismo, pero era agradable. La tela de mi camisa rozándome el pecho cuando respiraba, el leve chirrido de los grilletes de piedra marina en mis muñecas con cada leve movimiento, una conversación lejana de unos guardias, la gotera del rincón de la habitación que era casi hipnótica, unos pasado que se acercaban a mi celda... ¿Unos pasos? Todavía no era el turno de ninguno guardia.
Al abrir un ojo no pude más que sonreír divertido ante lo que tenía delante. La misma chica que había intentado ligar con Alice en aquel resort. Me levanté del banco, encogiéndome un poco del dolor al tocar las plantas de mis pies el suelo, me habían intentado interrogar en el transcurso de los días y me habían forzado a caminar por cristal roto para aflojarme. No les había funcionado, como el resto de cosas, mis padres me habían educado muy bien. Finalmente me apoyé en los barrotes, mirando a la chica con una expresión amistosa.
-El mismo, vaya situación para reencontrarnos, ¿eh?- Miré a los lados, comprobando que efectivamente estaba sola. Todo este sigilo implicaba que venía a por algo aquí y que no trabajaba con ellos.- Creo que es obvio lo que te voy a pedir, ¿no? Si lo haces, te ayudaré a reducir este lugar a cenizas si hace falta.
Sin darme cuenta estaba apretando los barrotes con tanta fuerza y rabia contenida que mis nudillos habían cogido un color blanquecino enfermo. Solté y suspiré, intentando calmarme un poco. Me eché el pelo para atrás y volví a mirar a la chica, esta vez con una expresión menos agresiva.
-Perdón, no soy muy fan de estar entre barrotes, pero el mensaje es el mismo. Si me ayudas a escapar, te ayudaré en lo que seas que hayas venido a hacer.
Esta vez el tono fue más parecido al que usaba de normal, por mucho que estuviese en una situación horrible, la pobre no se merecía pagar el pato.
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Elyria suspiró ante la respuesta del chico. ¿Seguro que era buena idea sacarlo de allí? A ver, era amigo de Alice, y no parecía mala gente, pero se le veía un tanto… agresivo. Cuando se calmó, llevó una mano a su cintura, clavando en sus ojos su mirada penetrante. Quería leer su expresión y su lenguaje no corporal para intentar ver sus intenciones.
“Te sacaré si me prometes que no harás nada raro. No puedes simplemente quemar la prisión. Dañar a gente inocente es más típico de esas ratas del gobierno,” susurró en voz baja, sin apartar la mirada de sus ojos con una expresión seria. Dependiendo de su respuesta le ayudaría o no, pero en cualquier caso, le mantendría el ojo encima. En cualquier caso, si resultaba ser un criminal peligroso, podría arrestarlo ella misma. Siempre prefería que estuviese en una prisión de la Marina, y no siendo torturado por la Legión.
“No hagas ruido, necesito unas llaves para sacarte de aquí.”
Miró a Nissa y asintió con la cabeza. ¿Quedaría demasiado raro en frente de Yor o lo vería como algo normal? En cualquier caso, siguió sus indicaciones, caminando en la dirección a la que se había ido. Esta vez le había dado por correr por el aire, como si hubiese una pasarela invisible bajo sus pies.
“Hay un guardia en este giro a la derecha, viene en nuestra dirección. Ataca cuando chasquee los dedos.” dijo Nissa, asomada en la esquina como si le fuesen a ver, aun si en estos momentos solo era visible para Elyria.
Entonces sacó el arma y esperó a la señal. También escuchaba los pasos acercándose, pero esto era bastante más fiable. Cuando llegó el momento, y antes de que el hombre pudiera ni tan siquiera gritar, tomó la esquina y en un hábil movimiento clavó a Khione en su cuello, atravesándolo y matándolo en el acto. Lo cogió antes de que cayera, ya que eso haría demasiado ruido, y lo posó delicadamente en el suelo. Luego rebuscó en su cuerpo hasta dar con unas llaves. Descanse en paz.
Volvió hasta la celda de Yor con cuidado con no cruzarse con más guardias. Tenía que estar aún más atenta ahora, no tardarían en encontrar el cadáver y llamar a los refuerzos. Había pensado en buscar antes a Alvar y luego sacarle a él, ya que no sabía nada sobre sus habilidades en sigilo y podrían descubrirles por su culpa. Pero con la prisa que tenía después de matar a alguien… Tendría que conformarse y usar su ayuda para buscar a la teniente, le daba la sensación de que las cosas se pondrían feas muy pronto.
“Bueno, ¿estás listo?” Dijo mientras abría la puerta de su celda, agachándose frente a él. “Las manos al frente.” Rápidamente le quitó las esposas de Kairoseki, guardando la llave de nuevo. “Vamos, no tenemos tiempo que perder. Y más te vale no hacer nada raro, Yor. No me gustaría tener que llevarme preso a un amigo de Alice, pero no dudes que lo haré si es necesario.”
Elyria suspiró profundamente, y entonces reinició la marcha, ahora con un acompañante. “Saltarán las alertas dentro de poco, pero necesitamos todo el tiempo que podamos conseguir. Intenta no hacer ruido, por lo que más quieras. Y no te pierdas, sígueme; no queremos que te encuentres de frente con la patrulla.”
“Te sacaré si me prometes que no harás nada raro. No puedes simplemente quemar la prisión. Dañar a gente inocente es más típico de esas ratas del gobierno,” susurró en voz baja, sin apartar la mirada de sus ojos con una expresión seria. Dependiendo de su respuesta le ayudaría o no, pero en cualquier caso, le mantendría el ojo encima. En cualquier caso, si resultaba ser un criminal peligroso, podría arrestarlo ella misma. Siempre prefería que estuviese en una prisión de la Marina, y no siendo torturado por la Legión.
“No hagas ruido, necesito unas llaves para sacarte de aquí.”
Miró a Nissa y asintió con la cabeza. ¿Quedaría demasiado raro en frente de Yor o lo vería como algo normal? En cualquier caso, siguió sus indicaciones, caminando en la dirección a la que se había ido. Esta vez le había dado por correr por el aire, como si hubiese una pasarela invisible bajo sus pies.
“Hay un guardia en este giro a la derecha, viene en nuestra dirección. Ataca cuando chasquee los dedos.” dijo Nissa, asomada en la esquina como si le fuesen a ver, aun si en estos momentos solo era visible para Elyria.
Entonces sacó el arma y esperó a la señal. También escuchaba los pasos acercándose, pero esto era bastante más fiable. Cuando llegó el momento, y antes de que el hombre pudiera ni tan siquiera gritar, tomó la esquina y en un hábil movimiento clavó a Khione en su cuello, atravesándolo y matándolo en el acto. Lo cogió antes de que cayera, ya que eso haría demasiado ruido, y lo posó delicadamente en el suelo. Luego rebuscó en su cuerpo hasta dar con unas llaves. Descanse en paz.
Volvió hasta la celda de Yor con cuidado con no cruzarse con más guardias. Tenía que estar aún más atenta ahora, no tardarían en encontrar el cadáver y llamar a los refuerzos. Había pensado en buscar antes a Alvar y luego sacarle a él, ya que no sabía nada sobre sus habilidades en sigilo y podrían descubrirles por su culpa. Pero con la prisa que tenía después de matar a alguien… Tendría que conformarse y usar su ayuda para buscar a la teniente, le daba la sensación de que las cosas se pondrían feas muy pronto.
“Bueno, ¿estás listo?” Dijo mientras abría la puerta de su celda, agachándose frente a él. “Las manos al frente.” Rápidamente le quitó las esposas de Kairoseki, guardando la llave de nuevo. “Vamos, no tenemos tiempo que perder. Y más te vale no hacer nada raro, Yor. No me gustaría tener que llevarme preso a un amigo de Alice, pero no dudes que lo haré si es necesario.”
Elyria suspiró profundamente, y entonces reinició la marcha, ahora con un acompañante. “Saltarán las alertas dentro de poco, pero necesitamos todo el tiempo que podamos conseguir. Intenta no hacer ruido, por lo que más quieras. Y no te pierdas, sígueme; no queremos que te encuentres de frente con la patrulla.”
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Tragué saliva cuando me recordó que había más gente aquí. ¿Cómo es que me había olvidado de aquello? Por mucho que yo lo estuviese pasando mal, no me justificaba para ser tan egoísta. Decidí no decir nada más, suficiente la había liado ya, por lo que asentí esperando que ella hiciese lo que considerara oportuno. Intenté estrujar mi cara entre los barrotes para poder ver a dónde iba, aunque no sirvió de mucho y lo único que hice fue quedar como un idiota. Por mucho que una parte racional de mi cerebro me dijese que seguro que la chica estaría bien, después de todo había logrado infiltrarse hasta aquí sin problema, me preocupaba que mi única oportunidad de escape acabase esposada y compartiendo celda conmigo. Cuando escuché un cuerpo caer al suelo, se me encogió el corazón en un puño, notando el sudor frío recorrer una de mis mejillas. Por suerte, Ely no tardó en volver con las llaves. Tenía que calmarme, por mucho que me emocionara estar a punto de experimentar la libertad, si cometía algún desliz todo este sueño se iría a la mierda muy pronto. Hice caso a sus palabras, sintiéndome mucho más despejado en cuanto la piedra marina dejó de tocar mi piel.
-No te preocupes, Ely, jamás traicionaría a una amiga.- Le sonreí mientras daba un paso fuera de la celda, siguiéndola luego.- No te preocupes, tendría que haber una razón muy buena para distraer…
Me callé de golpe cuando pasamos al lado de una sala de descanso. No había mucho la verdad, solo un par de sillas alrededor de una triste mesa. Pero lo que me llamó la atención de verdad fueron los bocadillos que estaban sobre esta, rugiéndome el estómago con fuerza. Le hice una señal para que me esperase mientras yo me acercaba a la mesa. Di una voltereta como hacían los espías de verdad para llegar más rápido, dándome sin querer con el borde de la mesa en la frente. Me asomé a esta, alargando un brazo hasta uno de los bocadillos que engullí en menos de lo que canta un gallo y así el siguiente y el siguiente... Sin embargo, había pasado por desapercibida una puerta en uno de los lados de la estancia, que cobró importancia en cuanto escuché el pomo girar. Reaccioné muy rápido, haciendo cambiar mis manos y pies por los de una salamandra, dando un salto al techo y pegándome a él. Estaba totalmente pegado a este, escuchando cómo los guardias se acercaban a la mesa, hasta que pararon en seco. Por favor que no miren arriba, que no miren arriba…
-¿Eh? ¿Dónde está nuestra cena?
-Tío, a mí qué me cuentas, se supone que el que los tenía que traer era Bob…
-¡Eh! ¡A mí no me echéis las culpas! ¡Siempre me toca a mí comerme el marrón!
-¿A quién vamos a culpar si no? ¿No eras tú el encargado de traerlos? ¿Seguro que no te los has comido de camino?
-Tío, da igual, vayamos a por otros y ya, total, así podemos escaquearnos un poco más del trabajo…
-¡Vale! ¡Pero os juro que yo no he sido!
La discusión acabó tan rápido como empezó. Los oí marcharse por la misma puerta que por la que entraron, pudiendo relajarme y llegar hasta el suelo así. Me estiré un poco ya que había sido un tanto complicado mantenerse quieto tanto tiempo y eructé un poco la comida. Salí del pequeño cuarto y vi a Ely, a la que me acerqué alegremente hasta volver a ponerme a su lado, en la misma posición de sigilo. Le di unas palmaditas en el hombro como para decir que todo estaba controlado.
-Oye, no nos ha salido ni tan mal, igual ahora tardan más en encontrar el cadáver por ir a hacer el vago.
Le sonreí mostrando todos los dientes y la miré impaciente por ver a dónde iba, después de todo tenía que seguirla. La verdad es que siempre me había imaginado que infiltrarse en un sitio como este tenía que ser complicado, pero hasta ahora no habíamos tenido ni un inconveniente e incluso había podido cenar de gratis.
-No te preocupes, Ely, jamás traicionaría a una amiga.- Le sonreí mientras daba un paso fuera de la celda, siguiéndola luego.- No te preocupes, tendría que haber una razón muy buena para distraer…
Me callé de golpe cuando pasamos al lado de una sala de descanso. No había mucho la verdad, solo un par de sillas alrededor de una triste mesa. Pero lo que me llamó la atención de verdad fueron los bocadillos que estaban sobre esta, rugiéndome el estómago con fuerza. Le hice una señal para que me esperase mientras yo me acercaba a la mesa. Di una voltereta como hacían los espías de verdad para llegar más rápido, dándome sin querer con el borde de la mesa en la frente. Me asomé a esta, alargando un brazo hasta uno de los bocadillos que engullí en menos de lo que canta un gallo y así el siguiente y el siguiente... Sin embargo, había pasado por desapercibida una puerta en uno de los lados de la estancia, que cobró importancia en cuanto escuché el pomo girar. Reaccioné muy rápido, haciendo cambiar mis manos y pies por los de una salamandra, dando un salto al techo y pegándome a él. Estaba totalmente pegado a este, escuchando cómo los guardias se acercaban a la mesa, hasta que pararon en seco. Por favor que no miren arriba, que no miren arriba…
-¿Eh? ¿Dónde está nuestra cena?
-Tío, a mí qué me cuentas, se supone que el que los tenía que traer era Bob…
-¡Eh! ¡A mí no me echéis las culpas! ¡Siempre me toca a mí comerme el marrón!
-¿A quién vamos a culpar si no? ¿No eras tú el encargado de traerlos? ¿Seguro que no te los has comido de camino?
-Tío, da igual, vayamos a por otros y ya, total, así podemos escaquearnos un poco más del trabajo…
-¡Vale! ¡Pero os juro que yo no he sido!
La discusión acabó tan rápido como empezó. Los oí marcharse por la misma puerta que por la que entraron, pudiendo relajarme y llegar hasta el suelo así. Me estiré un poco ya que había sido un tanto complicado mantenerse quieto tanto tiempo y eructé un poco la comida. Salí del pequeño cuarto y vi a Ely, a la que me acerqué alegremente hasta volver a ponerme a su lado, en la misma posición de sigilo. Le di unas palmaditas en el hombro como para decir que todo estaba controlado.
-Oye, no nos ha salido ni tan mal, igual ahora tardan más en encontrar el cadáver por ir a hacer el vago.
Le sonreí mostrando todos los dientes y la miré impaciente por ver a dónde iba, después de todo tenía que seguirla. La verdad es que siempre me había imaginado que infiltrarse en un sitio como este tenía que ser complicado, pero hasta ahora no habíamos tenido ni un inconveniente e incluso había podido cenar de gratis.
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Elyria sintió ganas de gritar cuando el idiota de Yor se puso a dar volteretas, haciendo incluso mas ruido al golpearse la cabeza con la mesa. ¿Qué demonios hace este imbécil? Se preguntó a sí misma mientras se llevaba las manos a la cabeza. Iba a ir tras él, pero entonces vió como se abría la puerta y tuvo que esconderse. Por suerte Yor fue capaz de… ¿pegarse al techo? En fin, no era el momento de preocuparse por esas cosas.
Casi le dió un infarto mientras escuchaba la conversación, les iban a pillar, era imposible que no notaran algo tan putamente evidente. Pero para su sorpresa, los legionarios eran aún más vagos y estúpidos de lo que ella pensaba. Cuando Yor volvió no sabía ni que decir, ni cómo reaccionar. Bueno, en realidad sí.
Lo agarró del cuello de la camisa, tirando hacia ella y clavándo en sus ojos su mirada penetrante. “¿Qué demonios haces? Ni se te ocurra separarte de nuevo. No pienso dejar que nos pillen y no pueda salvar a Alvar por tu culpa, te sacaré de aquí inconsciente si es necesario, ¿me oyes?” Le dijo en voz baja, en un tono totalmente serio antes de soltarle. “Vamos, no hay tiempo que perder.” Entonces le lanzó una mirada a Nissa, que estaba retorciéndose de risa en el aire.
Siguieron caminando por la prisión, esta vez con algo más de prisa que antes, ya que con toda la que se había liado los descubrirían en cualquier momento. Bajaron a una tercera planta bajo tierra, realmente no se esperaba para nada que la prisión de una islucha como San Faldo fuese a ser tan grande. Entonces escucharon un grito que venía desde arriba, y unos segundos después sonó una alarma por toda la prisión.
“Joder… parece que han visto el cadáver, tenemos que darnos prisa Yor. Estate atento, esto podría ponerse feo muy rápido.” Respiró profundamente para mantener la calma, y entonces aceleró el paso, usando sus suelas resbaladizas para deslizarse por los pasillos a toda velocidad. Y por fin, encontró a quien había venido a buscar. “Alvar…”
La teniente se encontraba en un estado lamentable. Estaba despierta, sí, pero probablemente sería porque no podía dormir por culpa del dolor. “Joder, ¿que te han hecho…?” Susurró con pena y dolor en su voz, usando las llaves para abrir la celda y quitarle las esposas como hizo con Yor.
El cuerpo de Alvar estaba lleno de golpes y cortes, al parecer le habían pegado una buena paliza. Entonces se levantó con dificultad, acercándose a abrazarla. “Ely… has venido a por mí.”
“Claro que sí, idiota…” Elyria tuvo que quedarse unos segundos concentrándose en su respiración. Odiaba a esos hijos de puta, quería hacerles pagar por el daño que le habían hecho a su amiga. Pero no debía buscar venganza, ese era un pozo en el que nadie debería entrar. Y Elyria no mataba por matar.
“Tenemos que salir de aquí… vamos…” susurró la teniente antes de darle un besito rápido y fugaz a Elyria en los labios. El tono de su voz dejaba claro lo agotada y físicamente destrozada que estaba después de los malos tratos de esas putas ratas de la Legión.
“Vamos Yor… ahora nos toca correr, no tenemos mucho tiem—” Sus palabras fueron interrumpidas abruptamente cuando un grupo de legionarios apareció tras una esquina.
“¡Alli están! Sabía que vendrían a por esta zorra, ¡enseñadles quién manda aquí!” Gritó el que parecía el líder. “Dejadles vivos, se van a enterar de lo que les pasa a los traidores que osan ir en contra del gobierno.”
Elyria miro a Yor. En la playa le había visto volando, y antes le vió transformando partes de su cuerpo para pegarse al techo, así que supuso que era usuario y que sabría defenderse mínimamente. “¡Yor! Prepárate para luchar. Están tapando nuestra única salida.” Y entonces llevó la mano a su cintura, sacando a Khione de su saya y tomando postura defensiva. “Atraelos aquí, yo me encargo de ellos.”
Alvar suspiró; no tenía armas, pero no las necesitaba, ella era más de usar los puños. Tomó posición por delante de Elyria, ya que su alcance era menor, y esperó a Yor para atacar junto a él. “Yo voy contigo. Van a arrepentirse de haberme dejado con vida.” Evidentemente, le dolía todo el cuerpo, y no estaba en su mejor momento, pero la adrenalina hacía mucho en estas situaciones.
Casi le dió un infarto mientras escuchaba la conversación, les iban a pillar, era imposible que no notaran algo tan putamente evidente. Pero para su sorpresa, los legionarios eran aún más vagos y estúpidos de lo que ella pensaba. Cuando Yor volvió no sabía ni que decir, ni cómo reaccionar. Bueno, en realidad sí.
Lo agarró del cuello de la camisa, tirando hacia ella y clavándo en sus ojos su mirada penetrante. “¿Qué demonios haces? Ni se te ocurra separarte de nuevo. No pienso dejar que nos pillen y no pueda salvar a Alvar por tu culpa, te sacaré de aquí inconsciente si es necesario, ¿me oyes?” Le dijo en voz baja, en un tono totalmente serio antes de soltarle. “Vamos, no hay tiempo que perder.” Entonces le lanzó una mirada a Nissa, que estaba retorciéndose de risa en el aire.
Siguieron caminando por la prisión, esta vez con algo más de prisa que antes, ya que con toda la que se había liado los descubrirían en cualquier momento. Bajaron a una tercera planta bajo tierra, realmente no se esperaba para nada que la prisión de una islucha como San Faldo fuese a ser tan grande. Entonces escucharon un grito que venía desde arriba, y unos segundos después sonó una alarma por toda la prisión.
“Joder… parece que han visto el cadáver, tenemos que darnos prisa Yor. Estate atento, esto podría ponerse feo muy rápido.” Respiró profundamente para mantener la calma, y entonces aceleró el paso, usando sus suelas resbaladizas para deslizarse por los pasillos a toda velocidad. Y por fin, encontró a quien había venido a buscar. “Alvar…”
La teniente se encontraba en un estado lamentable. Estaba despierta, sí, pero probablemente sería porque no podía dormir por culpa del dolor. “Joder, ¿que te han hecho…?” Susurró con pena y dolor en su voz, usando las llaves para abrir la celda y quitarle las esposas como hizo con Yor.
El cuerpo de Alvar estaba lleno de golpes y cortes, al parecer le habían pegado una buena paliza. Entonces se levantó con dificultad, acercándose a abrazarla. “Ely… has venido a por mí.”
“Claro que sí, idiota…” Elyria tuvo que quedarse unos segundos concentrándose en su respiración. Odiaba a esos hijos de puta, quería hacerles pagar por el daño que le habían hecho a su amiga. Pero no debía buscar venganza, ese era un pozo en el que nadie debería entrar. Y Elyria no mataba por matar.
“Tenemos que salir de aquí… vamos…” susurró la teniente antes de darle un besito rápido y fugaz a Elyria en los labios. El tono de su voz dejaba claro lo agotada y físicamente destrozada que estaba después de los malos tratos de esas putas ratas de la Legión.
“Vamos Yor… ahora nos toca correr, no tenemos mucho tiem—” Sus palabras fueron interrumpidas abruptamente cuando un grupo de legionarios apareció tras una esquina.
“¡Alli están! Sabía que vendrían a por esta zorra, ¡enseñadles quién manda aquí!” Gritó el que parecía el líder. “Dejadles vivos, se van a enterar de lo que les pasa a los traidores que osan ir en contra del gobierno.”
Elyria miro a Yor. En la playa le había visto volando, y antes le vió transformando partes de su cuerpo para pegarse al techo, así que supuso que era usuario y que sabría defenderse mínimamente. “¡Yor! Prepárate para luchar. Están tapando nuestra única salida.” Y entonces llevó la mano a su cintura, sacando a Khione de su saya y tomando postura defensiva. “Atraelos aquí, yo me encargo de ellos.”
Alvar suspiró; no tenía armas, pero no las necesitaba, ella era más de usar los puños. Tomó posición por delante de Elyria, ya que su alcance era menor, y esperó a Yor para atacar junto a él. “Yo voy contigo. Van a arrepentirse de haberme dejado con vida.” Evidentemente, le dolía todo el cuerpo, y no estaba en su mejor momento, pero la adrenalina hacía mucho en estas situaciones.
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Me sorprendió bastante su reacción, dejándome coger para no poner aún peor la situación. No le había sentado muy bien lo que había hecho por algún motivo y mira que había sido muy gracioso. Si hubiese salido mal, todavía entendería su enfado, pero nos habíamos librado de sobra y yo había recuperado energía por si hacía falta pelear dentro de poco. Que bueno, la alarma no tardó en empezar a sonar así que me mantuve bien cerca de Ely para no ponerla más nerviosa de lo que ya estaba. No pude evitar sonreír cuando vi su reencuentro, aunque me aseguré de no hacer ningún ruido para joderlo, era un momento íntimo y que un desconocido estuviera mirándolas seguro que no las ayudaba.
Alcé una ceja con molestia cuando llegaron los de La Legión, se les daba muy bien joder los mejores momentos. No despegué la mirada de los soldados mientras escuchaba a ambas chicas. Estaban entrando por donde nosotros lo habíamos hecho, empezando a extenderse por el ancho de la sala para impedirnos coger una vía libre de escape, sabían lo que se hacían. Por mucho que me jodiera, se organizaban muy bien. Las miré un tanto impresionado, sobre todo a la recién rescatada que tenía ganas de repartir hostias a pesar de lo malherida que estaba. Solté una pequeña risa, emocionado y conmovido por la muestra de valentía de ambas. Caminé tranquilamente hasta ponerme enfrente de ellas, llevándome las manos a la cintura, terminando de observar con detenimiento la situación. Se podía hacer de sobra, pero mejor si me colocaba aquí para asegurarme de que ninguna llama rebelde molestase a mis nuevas amigas.
-Puedo llevarlos a donde quieras, también puedo darles una paliza yo y así la curas o buscas una ruta de escape, tú me dirás. La verdad es que tu novia no está muy en condiciones de pelear, pero no le puedo negar diversión a nadie.- Dije con un tono de diversión. Giré la cabeza hacia los soldados que se iban acercando poco a poco, esperando un ataque por nuestra parte.- Y vosotros, ya os vale, sois unos seres sin corazón que disfrutan de hacer daño a los inocentes. Pues ya es hora de que probéis vuestra propia medicina.
Sonreí satisfecho por lo guay que me había quedado mi pequeño discurso. Chasqueé los dedos y una gran ráfaga de viento llegó desde mi espalda hasta ellos, que miraron a los lados en busca de algo que hubiese cambiado. Lo que no sabían es que ese no era el ataque, sino el aviso. De la nada crecieron llamas a su alrededor que funcionaron como cerco, siendo ellos ahora los que estaban entre la espada y la pared. Algunos de los presos que había cerca vitorearon el espectáculo, yo seguí caminando hacia ellos, no sufriendo ningún daño cuando las llamas me abrazaron cuando caminé por el camino cerrado. Me puse en posición de ataque y respiré profundamente, iba a descargar mucha rabia acumulada por mi cautiverio. Eso sí, antes de nada, miré hacia Ely.
-Si quieres pasar avisame y te abro un camino, no hace falta que os preocupéis por el fuego, no os hará daño si estoy aquí.
Dicho esto corrí de golpe hacia los soldados que intentaron empalarme con una estocada. Hice brotar las alas en mi espalda en un segundo, dando un impulso para saltar más altura y esquivar, cayendo y haciendo chocar las cabezas de dos soldados que estaban debajo de mí, cayendo al suelo aturdidos. La cola también era una parte crucial de mi combate por lo que brotó también. De esta manera podía mantener una distancia entre ellos y yo además de proporcionar fuertes latigazos y provocar caídas que los hacía romper sus formaciones. Por eso me habían puesto las esposas en cuanto había llegado aquí, parecía que estos soldados rasos no estaban al tanto de mis habilidades y ese fue su mayor error.
Bueno, no, su mayor error fue hacerme enfadar.
Alcé una ceja con molestia cuando llegaron los de La Legión, se les daba muy bien joder los mejores momentos. No despegué la mirada de los soldados mientras escuchaba a ambas chicas. Estaban entrando por donde nosotros lo habíamos hecho, empezando a extenderse por el ancho de la sala para impedirnos coger una vía libre de escape, sabían lo que se hacían. Por mucho que me jodiera, se organizaban muy bien. Las miré un tanto impresionado, sobre todo a la recién rescatada que tenía ganas de repartir hostias a pesar de lo malherida que estaba. Solté una pequeña risa, emocionado y conmovido por la muestra de valentía de ambas. Caminé tranquilamente hasta ponerme enfrente de ellas, llevándome las manos a la cintura, terminando de observar con detenimiento la situación. Se podía hacer de sobra, pero mejor si me colocaba aquí para asegurarme de que ninguna llama rebelde molestase a mis nuevas amigas.
-Puedo llevarlos a donde quieras, también puedo darles una paliza yo y así la curas o buscas una ruta de escape, tú me dirás. La verdad es que tu novia no está muy en condiciones de pelear, pero no le puedo negar diversión a nadie.- Dije con un tono de diversión. Giré la cabeza hacia los soldados que se iban acercando poco a poco, esperando un ataque por nuestra parte.- Y vosotros, ya os vale, sois unos seres sin corazón que disfrutan de hacer daño a los inocentes. Pues ya es hora de que probéis vuestra propia medicina.
Sonreí satisfecho por lo guay que me había quedado mi pequeño discurso. Chasqueé los dedos y una gran ráfaga de viento llegó desde mi espalda hasta ellos, que miraron a los lados en busca de algo que hubiese cambiado. Lo que no sabían es que ese no era el ataque, sino el aviso. De la nada crecieron llamas a su alrededor que funcionaron como cerco, siendo ellos ahora los que estaban entre la espada y la pared. Algunos de los presos que había cerca vitorearon el espectáculo, yo seguí caminando hacia ellos, no sufriendo ningún daño cuando las llamas me abrazaron cuando caminé por el camino cerrado. Me puse en posición de ataque y respiré profundamente, iba a descargar mucha rabia acumulada por mi cautiverio. Eso sí, antes de nada, miré hacia Ely.
-Si quieres pasar avisame y te abro un camino, no hace falta que os preocupéis por el fuego, no os hará daño si estoy aquí.
Dicho esto corrí de golpe hacia los soldados que intentaron empalarme con una estocada. Hice brotar las alas en mi espalda en un segundo, dando un impulso para saltar más altura y esquivar, cayendo y haciendo chocar las cabezas de dos soldados que estaban debajo de mí, cayendo al suelo aturdidos. La cola también era una parte crucial de mi combate por lo que brotó también. De esta manera podía mantener una distancia entre ellos y yo además de proporcionar fuertes latigazos y provocar caídas que los hacía romper sus formaciones. Por eso me habían puesto las esposas en cuanto había llegado aquí, parecía que estos soldados rasos no estaban al tanto de mis habilidades y ese fue su mayor error.
Bueno, no, su mayor error fue hacerme enfadar.
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Elyria suspiró profundamente al escuchar a Yor tomándose esto como un juego super divertido. ¿Se arrepentía de haberlo sacado de su celda? Realmente no. Aun si estaba siento un tanto molesto, y en cualquier momento le iba a provocar un puto ataque de ansiedad, no se arrepentiría de ayudar a alguién, sobretodo al amigo de una amiga. Pero no podía evitar sentirse un poco mal, e incluso hipócrita por el resto de presos. Seguramente muchos estarían allí de forma injusta, pero ella no podía saber quienes.
Cuando las llamó novias, Elyria y Alvan se miraron por medio segundo, riendo por lo bajo. No era eso exactamente, no eran pareja, pero no era momento de ponerse a explicar su historia.
Para qué mentir, su transformación se veía espectacular. No sabría decir si pegaba mucho con su cuerpo, pero desde luego, pegaba perfectamente con su actitud despreocupada. Al menos la parte de las alas de hada madrina echando purpurina, tal y como ya había visto en la playa. El fuego representaba otras cosas, parecía estar bastante enfadado. Comprensible.
Para qué mentir, con lo desastroso que era, no se le daba nada mal pelear. Le faltaba un poco de orden y coordinación con sus compañeras, pero sabía defenderse, estaba manejando la situación bastante bien. Al menos hasta que llegaron los refuerzos.
En unos pocos segundos, estaban rodeados. No solo no podían volver por donde habían venido, si no que ahora el otro camino también estaba bloqueado. ¿De dónde han salido estas ratas? Joder…
Una simple mirada con Alvar fue suficiente para que ambas se entendiesen y supieran qué hacer. La teniente atacó primero, soltándose un fuerte puñetazo en la cara a un legionario que se había adelantado demasiado. Este salió disparado, rodando por el suelo entre sus compañeros que se apartaban. Elyria cambió su postura a una más ofensiva, saltando por encima de Alvar y cayendo en picado frente a los legionarios, clavando a Khione en el suelo. Entonces una enorme spike de hielo salió de este, sorprendiendo a uno de los hombres, que no había tenido tiempo de esquivar y había sido atravesado. Una muerte rápida.
Ahora estaba algo más vulnerable, el poder elemental de su arma necesitaba cerca de un minuto para recuperarse del todo. Pero Alvar sabía eso, no era la primera vez que peleaban juntas. Así que cargó contra el grupo con el hombro por delante, yendo a embestirlos fuertemente con su cuerpo. Después de todo lo que habían visto, fueron lo suficientemente inteligentes como para retroceder, pero eso también le dió la oportunidad a Elyria de hacer lo mismo y tomar una posición más defensiva.
“No podemos ir con tanto cuidado, Ely. Si no salimos de aquí rápido no van a parar de llegar refuerzos, nos van a ganar por puro agotamiento,” dijo Alvar.
“Lo se, cielo. Dame este minuto y vamos con todo. Yor se está encargando de nuestra espalda.”
Evidentemente, Alvar no tenía ni idea de quién era ese tal Yor. Elyria le había hablado de sus aventuras en Kyuka Land, claro, pero no se había relacionado tanto con el chico como para hablar de él.
Elyria miró por encima de su hombro, por si acaso, comprobando que todo iba bien. “¡Grita si necesitas una ayudita rápida, Yor! ¡Nosotras haremos lo mismo!”
Los Legionarios no eran idiotas. Bueno, sí que lo eran, muchísimo; pero habían notado que las dos Marines estaban tratando de ganar tiempo. Así que se lanzaron al ataque. Por suerte, Elyria estaba preparada para eso, con una postura flexible que le permitía defenderse de varios ataques a la vez. Alvar estampó a uno con fuerza contra la pared, agrietándola por el impacto. Era impresionante lo que era capaz de hacer estando malherida. Solo se quedó como teniente por rechazar los ascensos, podría ser mucho más si quisiera. Y el combate ni siquiera era su fuerte.
Elyria mantuvo su postura, bloqueando los ataques de los legionarios, buscando cualquier apertura para atacar. Y encontró una cuando uno de los hombres se lanzó hacia ella con su espada por encima de la cabeza, agarrándola con ambas manos para hacer un ataque hacia abajo. Demasiado lento. Con su postura, pudo moverse hacia un lado rápidamente, aprovechando el aturdimiento del atacante—que había acabado golpeando el suelo—para atravesar su cuello con Khione, matándolo en el acto. Y esta vez, no se estaba sintiendo mal por ser una puta asesina.
Cuando las llamó novias, Elyria y Alvan se miraron por medio segundo, riendo por lo bajo. No era eso exactamente, no eran pareja, pero no era momento de ponerse a explicar su historia.
Para qué mentir, su transformación se veía espectacular. No sabría decir si pegaba mucho con su cuerpo, pero desde luego, pegaba perfectamente con su actitud despreocupada. Al menos la parte de las alas de hada madrina echando purpurina, tal y como ya había visto en la playa. El fuego representaba otras cosas, parecía estar bastante enfadado. Comprensible.
Para qué mentir, con lo desastroso que era, no se le daba nada mal pelear. Le faltaba un poco de orden y coordinación con sus compañeras, pero sabía defenderse, estaba manejando la situación bastante bien. Al menos hasta que llegaron los refuerzos.
En unos pocos segundos, estaban rodeados. No solo no podían volver por donde habían venido, si no que ahora el otro camino también estaba bloqueado. ¿De dónde han salido estas ratas? Joder…
Una simple mirada con Alvar fue suficiente para que ambas se entendiesen y supieran qué hacer. La teniente atacó primero, soltándose un fuerte puñetazo en la cara a un legionario que se había adelantado demasiado. Este salió disparado, rodando por el suelo entre sus compañeros que se apartaban. Elyria cambió su postura a una más ofensiva, saltando por encima de Alvar y cayendo en picado frente a los legionarios, clavando a Khione en el suelo. Entonces una enorme spike de hielo salió de este, sorprendiendo a uno de los hombres, que no había tenido tiempo de esquivar y había sido atravesado. Una muerte rápida.
Ahora estaba algo más vulnerable, el poder elemental de su arma necesitaba cerca de un minuto para recuperarse del todo. Pero Alvar sabía eso, no era la primera vez que peleaban juntas. Así que cargó contra el grupo con el hombro por delante, yendo a embestirlos fuertemente con su cuerpo. Después de todo lo que habían visto, fueron lo suficientemente inteligentes como para retroceder, pero eso también le dió la oportunidad a Elyria de hacer lo mismo y tomar una posición más defensiva.
“No podemos ir con tanto cuidado, Ely. Si no salimos de aquí rápido no van a parar de llegar refuerzos, nos van a ganar por puro agotamiento,” dijo Alvar.
“Lo se, cielo. Dame este minuto y vamos con todo. Yor se está encargando de nuestra espalda.”
Evidentemente, Alvar no tenía ni idea de quién era ese tal Yor. Elyria le había hablado de sus aventuras en Kyuka Land, claro, pero no se había relacionado tanto con el chico como para hablar de él.
Elyria miró por encima de su hombro, por si acaso, comprobando que todo iba bien. “¡Grita si necesitas una ayudita rápida, Yor! ¡Nosotras haremos lo mismo!”
Los Legionarios no eran idiotas. Bueno, sí que lo eran, muchísimo; pero habían notado que las dos Marines estaban tratando de ganar tiempo. Así que se lanzaron al ataque. Por suerte, Elyria estaba preparada para eso, con una postura flexible que le permitía defenderse de varios ataques a la vez. Alvar estampó a uno con fuerza contra la pared, agrietándola por el impacto. Era impresionante lo que era capaz de hacer estando malherida. Solo se quedó como teniente por rechazar los ascensos, podría ser mucho más si quisiera. Y el combate ni siquiera era su fuerte.
Elyria mantuvo su postura, bloqueando los ataques de los legionarios, buscando cualquier apertura para atacar. Y encontró una cuando uno de los hombres se lanzó hacia ella con su espada por encima de la cabeza, agarrándola con ambas manos para hacer un ataque hacia abajo. Demasiado lento. Con su postura, pudo moverse hacia un lado rápidamente, aprovechando el aturdimiento del atacante—que había acabado golpeando el suelo—para atravesar su cuello con Khione, matándolo en el acto. Y esta vez, no se estaba sintiendo mal por ser una puta asesina.
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Era entretenido ver cómo peleaban ambas chicas. Desde que había salido al mundo exterior, había compartido tiempo con un montón de gente curiosa y fuerte y estas dos no parecían quedarse atrás. También era curioso como ninguna de esta gente peculiar parecía repetir estilo de combate, supongo que por eso lo recordaba tanto, era un costumbre del pasado eso de reconocer a la gente por lo fácil o difícil que les resultaría matarme en un combate. Mientras que Alvar tomaba una posición mucho más ofensiva, dando golpes contundentes que tumbaban a nuestros enemigos fácilmente, Ely tomó un enfoque distinto, prefiriendo ser como una corriente de agua, moviéndose con gracia entre los legionarios, acabando con sus vida grácilmente pasando la hoja de su espada por sus cuellos. Y, claro, también, sacando un montón de hielo de a saber dónde.
Por mi parte tenía bien claro cómo afrontar este tipo de situaciones, a hostia limpia. Ahora que había comprobado que podían pelear sin problema alguno, asentí a las palabras de la marine, aunque seguro que ninguno de los dos necesitaríamos ayuda. Me lancé hacia los carceleros, formando una cadena de fuego en mis manos que usé para enroscarla en la cintura de uno de ellos para estamparlo contra un amigo suyo mientras yo seguía corriendo hacia ellos. Al llegar exhalé un montón de humo para cegarlos momentáneamente, aprovechando el efecto sorpresa para hacer un barrido con la pierna que por lo menos le rompió un par de costillas a uno y alguna contusión al que había justo a su lado. Nunca me había peleado en una prisión, pero debía decir que le daba a las cosas un toque de emoción mucho más interesante, es decir, si perdíamos aquí nos volverían a encerrar, el paisaje es más siniestro con todas estas piedras mohosas y los barrotes oxidados… Es como un viejo libro de aventuras, solo que era la vida real y, por tanto, el peligro también lo era.
En mitad del combate pude escuchar el sonido de una puerta abrirse, observando que justo detrás de nosotros estaban llegando los mismos tres guardias que se habían marchado a por sus bocatas. Sonreí contento al ver nuestra ruta de escape y sin dudarlo ni un segundo alcé el vuelo, llegando hasta Alvar a quien cogí en brazos a pesar de las protestas y luego a Ely, que la agarré enredando mi cola prensil alrededor de su cintura. Con la velocidad añadida del vuelo no tardamos en atravesar la sala y después la puerta, siendo los tres vagos estos lo suficientemente inteligentes como para apartarse de mi camino. Tras dejar a las chicas en el suelo, cerré la puerta detrás de nosotros. Inflé el pecho para acumular una buena cantidad de fuego y comencé a soldar los bordes de la puerta para que no pudiesen abrirla, consiguiéndolo a los segundos. Una vez el peligro inmediato fue solventado, me llevé las manos a la cintura, suspirando profundamente.
-Bueno, creo que eso ya está hecho.- Me giré hacia ellas, soltando una risa divertida.- ¡Ha sido muy divertido! Pero creo que si nos quedábamos más tiempo por ahí, habrían venido todas las fuerzas de combate de la prisión y eso quizás sí que habría sido una molestia.
Por mi parte tenía bien claro cómo afrontar este tipo de situaciones, a hostia limpia. Ahora que había comprobado que podían pelear sin problema alguno, asentí a las palabras de la marine, aunque seguro que ninguno de los dos necesitaríamos ayuda. Me lancé hacia los carceleros, formando una cadena de fuego en mis manos que usé para enroscarla en la cintura de uno de ellos para estamparlo contra un amigo suyo mientras yo seguía corriendo hacia ellos. Al llegar exhalé un montón de humo para cegarlos momentáneamente, aprovechando el efecto sorpresa para hacer un barrido con la pierna que por lo menos le rompió un par de costillas a uno y alguna contusión al que había justo a su lado. Nunca me había peleado en una prisión, pero debía decir que le daba a las cosas un toque de emoción mucho más interesante, es decir, si perdíamos aquí nos volverían a encerrar, el paisaje es más siniestro con todas estas piedras mohosas y los barrotes oxidados… Es como un viejo libro de aventuras, solo que era la vida real y, por tanto, el peligro también lo era.
En mitad del combate pude escuchar el sonido de una puerta abrirse, observando que justo detrás de nosotros estaban llegando los mismos tres guardias que se habían marchado a por sus bocatas. Sonreí contento al ver nuestra ruta de escape y sin dudarlo ni un segundo alcé el vuelo, llegando hasta Alvar a quien cogí en brazos a pesar de las protestas y luego a Ely, que la agarré enredando mi cola prensil alrededor de su cintura. Con la velocidad añadida del vuelo no tardamos en atravesar la sala y después la puerta, siendo los tres vagos estos lo suficientemente inteligentes como para apartarse de mi camino. Tras dejar a las chicas en el suelo, cerré la puerta detrás de nosotros. Inflé el pecho para acumular una buena cantidad de fuego y comencé a soldar los bordes de la puerta para que no pudiesen abrirla, consiguiéndolo a los segundos. Una vez el peligro inmediato fue solventado, me llevé las manos a la cintura, suspirando profundamente.
-Bueno, creo que eso ya está hecho.- Me giré hacia ellas, soltando una risa divertida.- ¡Ha sido muy divertido! Pero creo que si nos quedábamos más tiempo por ahí, habrían venido todas las fuerzas de combate de la prisión y eso quizás sí que habría sido una molestia.
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Las Marines siguieron peleando sin descanso; Alvar a la ofensiva, rompiendo sus líneas, y Elyria manteniendo su postura, acabando con los que se atrevían a acercarse a ella. Estaba yendo bastante bien, tenían la situación bajo control, y parecía que Yor también. Aunque tenían que salir de allí cuanto antes, si seguían llegando refuerzos las cosas se pondrían feas.
Pero antes de que se diera cuenta, el chico voló rápidamente hacia ellas, cogiendo a Alvar en brazos y a ella con la cola. “¡Pero qué demonios haces!” Gritó mientras eran llevadas en contra de su voluntad. Las llevó a la sala donde el muy idiota casi la había liado antes, y vió como Yor se ponía a soldar la puerta con sus poderes. Nissa estaba retorciéndose de risa frente a ella, hasta que se paró a mirarla, incluso tenía lágrimas en los ojos. En serio, ¿cómo demonios conseguía ese realismo?
“Cuándo te dije que me gustaría que pudieses volar no me refería a ésto, Ely… Tienes que hacerlo grácilmente, como yo,” dijo mientras estiraba sus brazos, volando felizmente, creando hilos de luz que simulaban las corrientes de aire.
“Cállate…” Replicó Elyria avergonzada, tapándose la boca al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta. Espero que no le hayan echado demasiada cuenta a eso… Suspiró, y miró a su alrededor. Y bueno, lo que se encontró no fue de su agrado. Se acababan de colar en el puto dormitorio donde un buen grupo de Legioniarios dormían mientras esperaban a su turno en la guardia. Y claro, por si hubiera cualquier emergencia. Y una infiltrada llevándose a dos presos era una emergencia.
Por suerte—por llamarlo de alguna manera, porque la situación era de todo menos ideal—la mayoría de los soldados ya habían salido a por ellas, y solo quedaban los más lentos y rezagados. Se les habrían pegado las sábanas, y habrían pensado que no era taaan grave como para requerir su ayuda. Unas ratitas cobardes, vamos.
“Bien hecho, genio, ahora estamos encerrados aquí…” Dijo Alvar con un suspiro, mirando mal a Yor para luego girarse en dirección a Ely. “¿Quién es este, es amigo tuyo?”
“Algo así. Es amigo de Alice, la chica esta que conocí en Kyuka Land, te hablé de ella.”
“Si, si, me acuerdo.”
“Pues lo saqué de su celda y ahora está con nosotras. Así que ya sabes, tenemos que salir los tres de aquí.”
“Como quieras, Ely… Si es aliado no le podemos dejar atrás. Aunque sea un poco… cortito.”
“En fin, vamos. Que no van a esperarnos pacientemente mientras nosotras estamos hablando de tonterías. Ni que viviéramos en un anime.”
“¿Que carajos es un anime?”
“¡Alvar!”
“Jo, perdon…”
“Yor, encuentra la forma de sacarnos de aquí, nosotros distraemos a estos idiotas.” Y entonces ambas fueron al ataque. Alvar volvió a tomar la iniciativa, demostrando su fuerza y resistencia. Aunque con esas heridas, no podía aguantar mucho más, tenía que cambiar de estrategia y ayudarle. Saltó tras ella, con Khione en su mano. La energía elemental volvía a estar cargada, así que tenía menos miedo.
Al menos hasta que escuchó un disparo a lo lejos, seguido de un grito de dolor de su compañera. Cuando se giró, estaba sangrando por la parte de arriba del brazo. “¡Alvar, estás bien! ¡Retrocede!” Gritó algo nerviosa, esforzándose por mantener la calma en esa situación. Identificó de dónde provenía el disparo, y se encontró con un hombre alto, aunque no especialmente musculoso. Llevaba un arma de fuego larga y extraña que no terminaba de reconocer, y tenía una sonrisa tétrica.
“Gracias por encerraros aquí conmigo, chicos… Haceis mi trabajo mucho más fácil. Podría haber matado ya a tu amiga, pero por desgracia los jefes os quieren vivas… Idiotas. Al menos me encargaré de que no volváis a caminar…”
Pero antes de que se diera cuenta, el chico voló rápidamente hacia ellas, cogiendo a Alvar en brazos y a ella con la cola. “¡Pero qué demonios haces!” Gritó mientras eran llevadas en contra de su voluntad. Las llevó a la sala donde el muy idiota casi la había liado antes, y vió como Yor se ponía a soldar la puerta con sus poderes. Nissa estaba retorciéndose de risa frente a ella, hasta que se paró a mirarla, incluso tenía lágrimas en los ojos. En serio, ¿cómo demonios conseguía ese realismo?
“Cuándo te dije que me gustaría que pudieses volar no me refería a ésto, Ely… Tienes que hacerlo grácilmente, como yo,” dijo mientras estiraba sus brazos, volando felizmente, creando hilos de luz que simulaban las corrientes de aire.
“Cállate…” Replicó Elyria avergonzada, tapándose la boca al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta. Espero que no le hayan echado demasiada cuenta a eso… Suspiró, y miró a su alrededor. Y bueno, lo que se encontró no fue de su agrado. Se acababan de colar en el puto dormitorio donde un buen grupo de Legioniarios dormían mientras esperaban a su turno en la guardia. Y claro, por si hubiera cualquier emergencia. Y una infiltrada llevándose a dos presos era una emergencia.
Por suerte—por llamarlo de alguna manera, porque la situación era de todo menos ideal—la mayoría de los soldados ya habían salido a por ellas, y solo quedaban los más lentos y rezagados. Se les habrían pegado las sábanas, y habrían pensado que no era taaan grave como para requerir su ayuda. Unas ratitas cobardes, vamos.
“Bien hecho, genio, ahora estamos encerrados aquí…” Dijo Alvar con un suspiro, mirando mal a Yor para luego girarse en dirección a Ely. “¿Quién es este, es amigo tuyo?”
“Algo así. Es amigo de Alice, la chica esta que conocí en Kyuka Land, te hablé de ella.”
“Si, si, me acuerdo.”
“Pues lo saqué de su celda y ahora está con nosotras. Así que ya sabes, tenemos que salir los tres de aquí.”
“Como quieras, Ely… Si es aliado no le podemos dejar atrás. Aunque sea un poco… cortito.”
“En fin, vamos. Que no van a esperarnos pacientemente mientras nosotras estamos hablando de tonterías. Ni que viviéramos en un anime.”
“¿Que carajos es un anime?”
“¡Alvar!”
“Jo, perdon…”
“Yor, encuentra la forma de sacarnos de aquí, nosotros distraemos a estos idiotas.” Y entonces ambas fueron al ataque. Alvar volvió a tomar la iniciativa, demostrando su fuerza y resistencia. Aunque con esas heridas, no podía aguantar mucho más, tenía que cambiar de estrategia y ayudarle. Saltó tras ella, con Khione en su mano. La energía elemental volvía a estar cargada, así que tenía menos miedo.
Al menos hasta que escuchó un disparo a lo lejos, seguido de un grito de dolor de su compañera. Cuando se giró, estaba sangrando por la parte de arriba del brazo. “¡Alvar, estás bien! ¡Retrocede!” Gritó algo nerviosa, esforzándose por mantener la calma en esa situación. Identificó de dónde provenía el disparo, y se encontró con un hombre alto, aunque no especialmente musculoso. Llevaba un arma de fuego larga y extraña que no terminaba de reconocer, y tenía una sonrisa tétrica.
“Gracias por encerraros aquí conmigo, chicos… Haceis mi trabajo mucho más fácil. Podría haber matado ya a tu amiga, pero por desgracia los jefes os quieren vivas… Idiotas. Al menos me encargaré de que no volváis a caminar…”
- Stats tirador:
Atributos (Lv. 25) Fuerza 6 0 6 Velocidad 7 0 7 Destreza 9 +1 10 Agudeza 7 0 7 Instinto 6 0 6 Fortaleza 5 0 5 Agilidad 6 0 6 Precisión 12 +3 15 Intelecto 10 +1 11 Energía 321 0 321
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Al girarme me di cuenta de que efectivamente igual nos había llevado hasta una habitación sin salida. Sonreí con cierto nerviosismo, cogiendo el cinto de mi brazo para hacerme una coleta, no queriendo que el pelo me molestase en esta pelea. Solté aire, mientras mi cerebro iba pensando en cómo afrontar la situación, asintiendo finalmente tras las palabras de las chicas.
-¡Ey! ¡No podía saber que esto era un dormitorio! Y también es mucho mejor enfrentarse a un número limitado de enemigos que esperar a que vengan todos los refuerzos.
Les saqué la lengua tras decirles aquello, no era justo que me echasen toda la culpa a mí. De todos modos, mi actitud juguetona desapareció en cuanto Alvar recibió un tiro en el brazo, tensándome por completo. Juzgué rápidamente la distancia que había entre nosotros y el tirador, comprobando que era demasiada por cubrir sin pretender recibir ningún disparo, no podríamos ir de frente. Lo que sí hice fue correr hasta ellas, exhalando una gran cantidad de humo que nos permitió salir del campo de visión del hombre, aunque aún así me rozó una bala mi brazo derecho, el tío tenía buena memoria e intuición. Ely cogió a su compañera, llevándola hasta detrás de una columna, yo las acompañé intentando no hacer demasiado ruido para que no se enterase de dónde nos habíamos escondido.
-Creo que debería quedarse aquí, tiene que haber alguna forma de poder acercarnos a él aunque también hay más soldados, mierda…- Entonces se me ocurrió una buena idea.- Ely, necesito que me acompañes, puedo hacer de escudo para aguantar unas cuantas balas hasta que nos tengamos que volver a cubrir.
Tras decir aquello empecé a hacer un extraño movimiento con la garganta, era prácticamente igual a vomitar. Comencé a regurgitar parte del veneno que podía llegar a escupir y me cubrí los brazos y pecho con este, solidificándolo tras unos segundos. Sonreí orgulloso a ambas ya que nunca había probado algo así, normalmente era solo para dar puñetazos más fuertes, pero quizá esto pudiese aguantar algún que otro impacto. Por lo que fuera, mis amigas no estaban tan contentas con lo que había hecho, pero eso no importaba mientras funcionase. Le hice una señal a Ely para comenzar con la ofensiva y salía “campo abierto” cubriéndome la cara con los brazos. No tardé en empezar a recibir los tiros, pero aunque eran tremendamente dolorosos, no atravesaron la coraza que se iba agrietando con cada impacto. Ely, por su parte, se ocupó de defenderme de los otros soldados que intentaban flanquearnos, con cuidado de no salir demasiado para que pudiese seguir protegiéndola con mi cuerpo. Cuando por fin la coraza se rompió, nos echamos a un lado para que nos cubriese otra de las columnas de la habitación. Respiraba apresuradamente ya que la actividad requería bastante esfuerzo, pero había valido totalmente la pena.
-Vale, creo que ya podemos empezar a pelear bien desde aquí contra ese idiota… ¿Alguna idea? Normalmente mi plan es siempre dar puñetazos, pero esa farola con pistola parece bastante listo, no ha vacilado en ninguno de los disparos…
-¡Ey! ¡No podía saber que esto era un dormitorio! Y también es mucho mejor enfrentarse a un número limitado de enemigos que esperar a que vengan todos los refuerzos.
Les saqué la lengua tras decirles aquello, no era justo que me echasen toda la culpa a mí. De todos modos, mi actitud juguetona desapareció en cuanto Alvar recibió un tiro en el brazo, tensándome por completo. Juzgué rápidamente la distancia que había entre nosotros y el tirador, comprobando que era demasiada por cubrir sin pretender recibir ningún disparo, no podríamos ir de frente. Lo que sí hice fue correr hasta ellas, exhalando una gran cantidad de humo que nos permitió salir del campo de visión del hombre, aunque aún así me rozó una bala mi brazo derecho, el tío tenía buena memoria e intuición. Ely cogió a su compañera, llevándola hasta detrás de una columna, yo las acompañé intentando no hacer demasiado ruido para que no se enterase de dónde nos habíamos escondido.
-Creo que debería quedarse aquí, tiene que haber alguna forma de poder acercarnos a él aunque también hay más soldados, mierda…- Entonces se me ocurrió una buena idea.- Ely, necesito que me acompañes, puedo hacer de escudo para aguantar unas cuantas balas hasta que nos tengamos que volver a cubrir.
Tras decir aquello empecé a hacer un extraño movimiento con la garganta, era prácticamente igual a vomitar. Comencé a regurgitar parte del veneno que podía llegar a escupir y me cubrí los brazos y pecho con este, solidificándolo tras unos segundos. Sonreí orgulloso a ambas ya que nunca había probado algo así, normalmente era solo para dar puñetazos más fuertes, pero quizá esto pudiese aguantar algún que otro impacto. Por lo que fuera, mis amigas no estaban tan contentas con lo que había hecho, pero eso no importaba mientras funcionase. Le hice una señal a Ely para comenzar con la ofensiva y salía “campo abierto” cubriéndome la cara con los brazos. No tardé en empezar a recibir los tiros, pero aunque eran tremendamente dolorosos, no atravesaron la coraza que se iba agrietando con cada impacto. Ely, por su parte, se ocupó de defenderme de los otros soldados que intentaban flanquearnos, con cuidado de no salir demasiado para que pudiese seguir protegiéndola con mi cuerpo. Cuando por fin la coraza se rompió, nos echamos a un lado para que nos cubriese otra de las columnas de la habitación. Respiraba apresuradamente ya que la actividad requería bastante esfuerzo, pero había valido totalmente la pena.
-Vale, creo que ya podemos empezar a pelear bien desde aquí contra ese idiota… ¿Alguna idea? Normalmente mi plan es siempre dar puñetazos, pero esa farola con pistola parece bastante listo, no ha vacilado en ninguno de los disparos…
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Elyria corrió en dirección a Alvar, saltando detrás de una columna antes de que el hombre pudiese volver a disparar, dejando allí a su compañera para que pudiera cubrirse. “¿Puedes defenderte de los soldados o necesitas ayuda?” Preguntó muy preocupada, mirando a su amiga a los ojos.
“Estaré bien Ely. Ten cuidado con el tirador, no es un tonto cualquiera,” respondió la teniente, llevando la mano a su herida, haciendo presión. “Cubreme un momento.” Alvar se arrancó un trozo de la camisa, haciéndose un torniquete improvisado en un momento.
Elyria se mantuvo a su lado, repeliendo los ataques de los legionarios que se atrevían a acercarse a ellas, con cuidado de no darle una apertura al tirador. Podría haber cambiado su posición y dispararles, pero parecía que estaba yendo a lo segudo y menteniendose a la defensiva.
Entonces apareció Yor con otra de sus ideas locas. No sabía si era buena idea fiarse de el después de todo lo que había hecho, pero tampoco es como si tuvieses muchas más opciones. Así que asintió con la cabeza, alzando una ceja al ver como escupía y se embadurnaba con una especie de fluido extraño. “¿Qué cojones haces Yor? Espero que lo que sea que estás pensando funcione, o estamos jodidos.”
Dicho eso corrió tras el, dejando que bloquease los disparos del tirador, que aún estupefacto ante lo que estaba viendo, mantenía la calma y la posición. “Ese desgraciado no se mueve de allí, así va a ser dificil acercarse.” Mientras corría tras el hombre hada, tuvo que defenderle de varios idiotas que querían hacerse los heroes. Heroes de una justicia distorsionada, pero heroes en sus cabezas. No les salió muy bien la jugada. Elyria simplemente los mantuvo lejos, bloqueando con Khione y lanzándolos hacia atras con patadas.
Escuchó como la coraza que les protegía se rompió, y se cubrieron con una de las columnas, similar a lo que habían hecho con Alvar. Preocupada, miró hacia atrás por encima del hombro, viendo que estaba bien, defendiéndose de unos idiotas que pensaban que podrían hacer algo contra ella porque estaba malherida.
“Puñetazos contra un tirador no es que sea la mejor idea,” respondió Elyria. “Aunque si conseguimos ponernos cuerpo a cuerpo esta acabado. El problema es que no eres especialmente rápido, te va a ser dificil llegar sin ese escudo extraño de antes.” Pero tenía una idea. “Intenta seguirme el ritmo. Puede que reciba uno o dos disparos, pero no va a matar. Al menos no hasta que no se vea en peligro, debería poder aguantar,” dijo agarrando firmemente la empuñadora de Khione, ajustándose sus suelas resbaladizas.
“Sacare una spike de hielo de la pared detrás suya. Cuando se agache para esquivarla, ataca con todas tus fuerzas. No podrá pararnos a los dos.” Entonces respiró profundamente, concentrándose en la posición del tirador. Debía ser rápida, o las cosas se pondrían feas muy rápido. Sin pensárselo mas, hizo un corte vertical con Khione, creando un camino de hielo en dirección a su objetivo, con una rampa al final. Salió de su cobertura y corrió rápidamente. O más bien, patino rápidamente, aprovechando la poca fricción del hielo y de sus suelas especiales para avanzar a toda velocidad.
El tirador reaccionó rápido, pero la propia rampa le impedía apuntar a sus piernas. Así que disparo a su brazo, impactando sin demasiada dificultad en su hombro izquierdo. Elyria contuvo el grito de dolor con una mueca. Y esa no era una bala normal, ardía mucho más de lo normal, tanto que prácticamente dejó de sentir el brazo poco después. Aún así el dolor no desparecía, era una sensación extraña.
En cualquier caso, ignoró el dolor, tomando la rampa y volando rápidamente por el aire, dando patadas en el mismo para ajustar su posición, clavando su katana en la pared detrás del atacante. Entonces hizo su parte del pan, sacando una enorme spike de hielo de la pared, que obligó al hombre a agacharse para no ser atravesado. Y cuando pensó que al estar tan cerca estaría a salvo, se había equivocado. Porque el hijo de puta sacó una pistola pequeña, disparando a su muslo derecho a bocajarro.
Esta vez si que gritó de dolor, solo esperaba que Yor pudiese dar el golpe de gracia.
“Estaré bien Ely. Ten cuidado con el tirador, no es un tonto cualquiera,” respondió la teniente, llevando la mano a su herida, haciendo presión. “Cubreme un momento.” Alvar se arrancó un trozo de la camisa, haciéndose un torniquete improvisado en un momento.
Elyria se mantuvo a su lado, repeliendo los ataques de los legionarios que se atrevían a acercarse a ellas, con cuidado de no darle una apertura al tirador. Podría haber cambiado su posición y dispararles, pero parecía que estaba yendo a lo segudo y menteniendose a la defensiva.
Entonces apareció Yor con otra de sus ideas locas. No sabía si era buena idea fiarse de el después de todo lo que había hecho, pero tampoco es como si tuvieses muchas más opciones. Así que asintió con la cabeza, alzando una ceja al ver como escupía y se embadurnaba con una especie de fluido extraño. “¿Qué cojones haces Yor? Espero que lo que sea que estás pensando funcione, o estamos jodidos.”
Dicho eso corrió tras el, dejando que bloquease los disparos del tirador, que aún estupefacto ante lo que estaba viendo, mantenía la calma y la posición. “Ese desgraciado no se mueve de allí, así va a ser dificil acercarse.” Mientras corría tras el hombre hada, tuvo que defenderle de varios idiotas que querían hacerse los heroes. Heroes de una justicia distorsionada, pero heroes en sus cabezas. No les salió muy bien la jugada. Elyria simplemente los mantuvo lejos, bloqueando con Khione y lanzándolos hacia atras con patadas.
Escuchó como la coraza que les protegía se rompió, y se cubrieron con una de las columnas, similar a lo que habían hecho con Alvar. Preocupada, miró hacia atrás por encima del hombro, viendo que estaba bien, defendiéndose de unos idiotas que pensaban que podrían hacer algo contra ella porque estaba malherida.
“Puñetazos contra un tirador no es que sea la mejor idea,” respondió Elyria. “Aunque si conseguimos ponernos cuerpo a cuerpo esta acabado. El problema es que no eres especialmente rápido, te va a ser dificil llegar sin ese escudo extraño de antes.” Pero tenía una idea. “Intenta seguirme el ritmo. Puede que reciba uno o dos disparos, pero no va a matar. Al menos no hasta que no se vea en peligro, debería poder aguantar,” dijo agarrando firmemente la empuñadora de Khione, ajustándose sus suelas resbaladizas.
“Sacare una spike de hielo de la pared detrás suya. Cuando se agache para esquivarla, ataca con todas tus fuerzas. No podrá pararnos a los dos.” Entonces respiró profundamente, concentrándose en la posición del tirador. Debía ser rápida, o las cosas se pondrían feas muy rápido. Sin pensárselo mas, hizo un corte vertical con Khione, creando un camino de hielo en dirección a su objetivo, con una rampa al final. Salió de su cobertura y corrió rápidamente. O más bien, patino rápidamente, aprovechando la poca fricción del hielo y de sus suelas especiales para avanzar a toda velocidad.
El tirador reaccionó rápido, pero la propia rampa le impedía apuntar a sus piernas. Así que disparo a su brazo, impactando sin demasiada dificultad en su hombro izquierdo. Elyria contuvo el grito de dolor con una mueca. Y esa no era una bala normal, ardía mucho más de lo normal, tanto que prácticamente dejó de sentir el brazo poco después. Aún así el dolor no desparecía, era una sensación extraña.
En cualquier caso, ignoró el dolor, tomando la rampa y volando rápidamente por el aire, dando patadas en el mismo para ajustar su posición, clavando su katana en la pared detrás del atacante. Entonces hizo su parte del pan, sacando una enorme spike de hielo de la pared, que obligó al hombre a agacharse para no ser atravesado. Y cuando pensó que al estar tan cerca estaría a salvo, se había equivocado. Porque el hijo de puta sacó una pistola pequeña, disparando a su muslo derecho a bocajarro.
Esta vez si que gritó de dolor, solo esperaba que Yor pudiese dar el golpe de gracia.
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Lo miré preocupado por su idea, pero no se me ocurrió discutírsela, era la determinación de una guerrera lo que estaba viendo delante de mí y yo no debía interponerme en esto. Ella había confiado en mi plan, como mínimo debería hacer lo mismo. Por eso en cuanto salió corriendo, no dudé en seguirla por detrás. Lo que no pensé es que se ayudaría de una pista de patinaje improvisada para llegar antes y yo jamás había patinado por lo que no tardé en caer al suelo. Sin embargo, para no perder el tiempo en intentar levantarme, di un impulso con las alas que me hizo propulsarme hacia delante. El único detalle es que ahora estaba dando vueltas como si fuese una tortuga de espaldas, pero por lo menos iba hacia delante y, oye, hizo que algunos legionarios fallaran algunos disparos que iban dirigidos hasta mí.
En cuanto la marine cumplió su parte del plan, transformé mis manos en las de la salamandra, que me otorgaron la fuerza suficiente para clavarlas en el suelo, aprovechando el momentum del giro y la carrera para impulsarme con fuerza hacia el francotirador. Que me hubiera caído no había estado tan mal finalmente, porque me había hecho estar a la altura perfecta para cuando se agachó el tirador. Hice un giro en mitad del aire, pudiendo darle un potente latigazo con mi cola que lo incrustó en la pared y aún para asegurarme de que este potente enemigo no se levantara de nuevo, alrededor de sus muñecas y tobillos, creé unas esposas de fuego que se engancharon en la pared, dejándolo inconsciente y sin posibilidad de que se levantara de nuevo. Parpadeé un par de veces para que se me fuese el mareo de los giros y me levanté por fin, mirando orgulloso lo que había hecho. Llevé mi atención a Alvar, que a pesar de estar sola y malherida a una distancia de nosotros, no había dudado en explicárselo a los legionarios que habían intentado acercársele, estando ahora en el suelo inconscientes. Por otra parte, Ely estaba quejándose por el último disparo que había recibido en la pierna, aunque por suerte se me había ocurrido ya una idea.
-Espera, tengo justo lo necesario para que te olvides de eso, al menos por ahora, cuando salgamos de aquí tendrás que hacer que te curen.- Tras decirlo, saqué la lengua, que se desenrolló como si fuese una serpentina ya que la había hecho cambiar a mi forma de salamandra. Entonces, de esta comenzó a brotar un poco de mi veneno.- Ef un veneno, pero eftá muy poco concentrado ací que cervirá como anefteciante local.
Le comenté aquello orgulloso y antes de que pudiese quejarse, ya que por el motivo que fuera cuando proponía aquello casi nadie accedía, dejé que cayera una gota en la herida del muslo. Tras eso mi lengua volvió a la normalidad y con eso mi atención volvió a buscar una forma de salir de aquí. Por suerte y por la muestra de habilidad que habíamos hecho, los pocos soldados que quedaban en la habitación, habían llegado a la conclusión de que mejor se quedaban en las camas, algunos utilizándolas como escudos. La habitación no tenía ninguna ventana al estar bajo tierra así que la solución más obvia fue pronto descartada, pero en un momento de lucidez se me ocurrió un buen uso de mis habilidades. Normalmente, cuando le prendía a algo fuego, corría una leve brisa como aviso, si podía conseguir que ocurriese aquí abajo, sabríamos cuál de las paredes daba a otro sitio, con suerte un pasillo que nos llevase bien lejos de aquí. No tardé en poner en práctica la idea, consiguiendo un agradable resultado cuando vi que la pared que teníamos detrás serviría a la perfección. Me acerqué hasta esta, dando un par de golpecitos a los ladrillos para intentar ver dónde sería mejor golpear.
Cuando ya estuvo decidido, volví a endurecer mi veneno alrededor de mi puño, ganando así potencia de golpe extra. Cogí aire, reuniendo fuerzas y de un potente golpe, pude hacer un boquete lo suficientemente grande para los tres. Agité levemente el puño ya que a pesar del recubrimiento, me había hecho daño, sobre todo después de haber tenido que aguantar los impactos de las balas. Sin embargo, solté una pequeña risita y me giré con una sonrisa hacia mis nuevas amigas.
-¿Veis? Yo os metí en este cuarto y yo os saco de él, al final todo está saliendo bien.
En cuanto la marine cumplió su parte del plan, transformé mis manos en las de la salamandra, que me otorgaron la fuerza suficiente para clavarlas en el suelo, aprovechando el momentum del giro y la carrera para impulsarme con fuerza hacia el francotirador. Que me hubiera caído no había estado tan mal finalmente, porque me había hecho estar a la altura perfecta para cuando se agachó el tirador. Hice un giro en mitad del aire, pudiendo darle un potente latigazo con mi cola que lo incrustó en la pared y aún para asegurarme de que este potente enemigo no se levantara de nuevo, alrededor de sus muñecas y tobillos, creé unas esposas de fuego que se engancharon en la pared, dejándolo inconsciente y sin posibilidad de que se levantara de nuevo. Parpadeé un par de veces para que se me fuese el mareo de los giros y me levanté por fin, mirando orgulloso lo que había hecho. Llevé mi atención a Alvar, que a pesar de estar sola y malherida a una distancia de nosotros, no había dudado en explicárselo a los legionarios que habían intentado acercársele, estando ahora en el suelo inconscientes. Por otra parte, Ely estaba quejándose por el último disparo que había recibido en la pierna, aunque por suerte se me había ocurrido ya una idea.
-Espera, tengo justo lo necesario para que te olvides de eso, al menos por ahora, cuando salgamos de aquí tendrás que hacer que te curen.- Tras decirlo, saqué la lengua, que se desenrolló como si fuese una serpentina ya que la había hecho cambiar a mi forma de salamandra. Entonces, de esta comenzó a brotar un poco de mi veneno.- Ef un veneno, pero eftá muy poco concentrado ací que cervirá como anefteciante local.
Le comenté aquello orgulloso y antes de que pudiese quejarse, ya que por el motivo que fuera cuando proponía aquello casi nadie accedía, dejé que cayera una gota en la herida del muslo. Tras eso mi lengua volvió a la normalidad y con eso mi atención volvió a buscar una forma de salir de aquí. Por suerte y por la muestra de habilidad que habíamos hecho, los pocos soldados que quedaban en la habitación, habían llegado a la conclusión de que mejor se quedaban en las camas, algunos utilizándolas como escudos. La habitación no tenía ninguna ventana al estar bajo tierra así que la solución más obvia fue pronto descartada, pero en un momento de lucidez se me ocurrió un buen uso de mis habilidades. Normalmente, cuando le prendía a algo fuego, corría una leve brisa como aviso, si podía conseguir que ocurriese aquí abajo, sabríamos cuál de las paredes daba a otro sitio, con suerte un pasillo que nos llevase bien lejos de aquí. No tardé en poner en práctica la idea, consiguiendo un agradable resultado cuando vi que la pared que teníamos detrás serviría a la perfección. Me acerqué hasta esta, dando un par de golpecitos a los ladrillos para intentar ver dónde sería mejor golpear.
Cuando ya estuvo decidido, volví a endurecer mi veneno alrededor de mi puño, ganando así potencia de golpe extra. Cogí aire, reuniendo fuerzas y de un potente golpe, pude hacer un boquete lo suficientemente grande para los tres. Agité levemente el puño ya que a pesar del recubrimiento, me había hecho daño, sobre todo después de haber tenido que aguantar los impactos de las balas. Sin embargo, solté una pequeña risita y me giré con una sonrisa hacia mis nuevas amigas.
-¿Veis? Yo os metí en este cuarto y yo os saco de él, al final todo está saliendo bien.
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Elyria retrocedió y se mordió el labio inferior por el dolor de aquellos disparos. Las balas se habían quedado dentro de su cuerpo, y ardían como si un enano hubiera montado una hoguera en su muslo y en su hombro y se hubiera puesto a bailar bachata en las heridas. Al menos Yor pudo cumplir con su parte del plan y dejar al tirador fuera de combate, así que había merecido la pena.
Le costaba horrores caminar, apoyar la pierna derecha esta terriblemente doloroso. Pero el líquido extraño que dejó caer en la herida de su muslo le ayudo mas de lo que pensaba. Realmente solo actuaba como una especie de analgésico, tendría que ir al hospital una vez pudiese volver a San Poplar, pero al menos le aliviaba y le permitía moverse, algo un tanto necesario para salir de aquí. La herida del hombro la dejó como estaba, no podían permitirse perder más tiempo, así que aguantaría.
Alvar volvió con ellos, jadeando y con la respiración acelerada. Era sorprendente que fuese capaz de seguir peleando; pero aun si era una mujer muy fuerte, todo el mundo tenía limites, y los suyos no parecían estar muy lejos. Después de todo, la habían torturado en prisión y ahora había recibido un tiro y peleado con varios Legionarios.
"Eso ha sido muy irresponsable, Ely," dijo la teniente con un tono de preocupación.
"Hice lo que había que hacer, ahora vamos, no hay tiempo para discutir." Elyria suspiró, cerrando los ojos por unos segundos, pensando en cómo salir de allí cuando la puerta estaba soldada. Y bueno, también pensando en otras cosas. Alvar apenas puede moverse y aún así lo primero que hace es preocuparse por mí. Idiota...
Bueno, al menos la parte de encontrar una salida fue sencilla. Yor simplemente golpeo con fuerza la pared, haciendo un boquete por el que podían escapar sin problemas. El chico era extraño y un desastres, pero no podía negar que era fuerte. Y lo bien que me habría venido algo así cuando me secuestraron... Pensó mientras se miraba ambas manos con algo de pena. Le encantaba el look que le daban los guantes de cuero, pero le gustaría que llevarlos fuese una decisión en vez de una necesidad.
"Buen trabajo, ahora salgamos de este sitio antes de que vuelvan esas ratas. Bueno, y porque necesitamos atención médica." Acto seguido se fijó en que no había nadie esperándoles al otro lado y saltó. Nissa ya se había adelantado, así que cuando volvió pudo guiarle en el camino de vuelta. "Seguidme, se como salir de aquí. No hay tiempo para explicaciones."
Subieron un piso, luego otro... Solo debería quedar subir al cuartel y alejarse para poder coger el tren marítimo, no tenían autoridad allí para detenerles, al contrario que en la ciudad.
Nissa le hizo un gesto con la mano para indicarle que parara cuando se pusieron a subir las escaleras, así que hizo eso mismo, esperando que Alvar y Yor captaran el mensaje. "Ely, hay como treinta legionarios armados esperando arriba. Tened cuidado..."
Elyria asintió con la cabeza y se giró a mirar a sus compañeros. "Chicos, si subimos ahora como si nada estamos acabados, hay juntado a un montón de ratitas para evitar que escapemos." Entonces miró a Yor fijamente a los ojos. "¿Crees que puedes sacarnos de aquí volando? Usare todo mi poder elemental para congelar el cuartel y ganar algo de tiempo, así que si puedes llevarnos como antes y salir de aquí sería perfecto. Y ten cuidado con Alvar, que está malherida."
Le costaba horrores caminar, apoyar la pierna derecha esta terriblemente doloroso. Pero el líquido extraño que dejó caer en la herida de su muslo le ayudo mas de lo que pensaba. Realmente solo actuaba como una especie de analgésico, tendría que ir al hospital una vez pudiese volver a San Poplar, pero al menos le aliviaba y le permitía moverse, algo un tanto necesario para salir de aquí. La herida del hombro la dejó como estaba, no podían permitirse perder más tiempo, así que aguantaría.
Alvar volvió con ellos, jadeando y con la respiración acelerada. Era sorprendente que fuese capaz de seguir peleando; pero aun si era una mujer muy fuerte, todo el mundo tenía limites, y los suyos no parecían estar muy lejos. Después de todo, la habían torturado en prisión y ahora había recibido un tiro y peleado con varios Legionarios.
"Eso ha sido muy irresponsable, Ely," dijo la teniente con un tono de preocupación.
"Hice lo que había que hacer, ahora vamos, no hay tiempo para discutir." Elyria suspiró, cerrando los ojos por unos segundos, pensando en cómo salir de allí cuando la puerta estaba soldada. Y bueno, también pensando en otras cosas. Alvar apenas puede moverse y aún así lo primero que hace es preocuparse por mí. Idiota...
Bueno, al menos la parte de encontrar una salida fue sencilla. Yor simplemente golpeo con fuerza la pared, haciendo un boquete por el que podían escapar sin problemas. El chico era extraño y un desastres, pero no podía negar que era fuerte. Y lo bien que me habría venido algo así cuando me secuestraron... Pensó mientras se miraba ambas manos con algo de pena. Le encantaba el look que le daban los guantes de cuero, pero le gustaría que llevarlos fuese una decisión en vez de una necesidad.
"Buen trabajo, ahora salgamos de este sitio antes de que vuelvan esas ratas. Bueno, y porque necesitamos atención médica." Acto seguido se fijó en que no había nadie esperándoles al otro lado y saltó. Nissa ya se había adelantado, así que cuando volvió pudo guiarle en el camino de vuelta. "Seguidme, se como salir de aquí. No hay tiempo para explicaciones."
Subieron un piso, luego otro... Solo debería quedar subir al cuartel y alejarse para poder coger el tren marítimo, no tenían autoridad allí para detenerles, al contrario que en la ciudad.
Nissa le hizo un gesto con la mano para indicarle que parara cuando se pusieron a subir las escaleras, así que hizo eso mismo, esperando que Alvar y Yor captaran el mensaje. "Ely, hay como treinta legionarios armados esperando arriba. Tened cuidado..."
Elyria asintió con la cabeza y se giró a mirar a sus compañeros. "Chicos, si subimos ahora como si nada estamos acabados, hay juntado a un montón de ratitas para evitar que escapemos." Entonces miró a Yor fijamente a los ojos. "¿Crees que puedes sacarnos de aquí volando? Usare todo mi poder elemental para congelar el cuartel y ganar algo de tiempo, así que si puedes llevarnos como antes y salir de aquí sería perfecto. Y ten cuidado con Alvar, que está malherida."
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Sonreí orgulloso en cuanto pasaron por el hueco y me felicitó,no sé qué habrían vivido ni cómo serían, pero desde luego no eran muy optimistas. A cada habitación siempre le correspondía una salida, aunque a veces estuviera escondida Ya casi podía sentir la libertad en nuestras manos, corría incluso una brisa agradable que venía de arriba de las escaleras. Sin embargo, nuestra huida se vio interrumpida cuando Ely nos paró de golpe, mirándola extrañado, luego un poco sorprendido cuando me miró directamente a los ojos.
¡Por supuesto!- Solté una risa confiada, sacando las alas para estirarlas un poco.- Tranquila, no hace falta que me lo expliques, si dices que puedes ganarnos tiempo, ya está.
Cogí a Alvar con cuidado de no hacerle daño por sus heridas y me puse delante de Ely para que se subiese a mi espalda, cosa que hizo a los segundos. Di unos pequeños saltos para hacerme una idea del peso que tendría que controlar durante el vuelo, sonriendo divertido ya que nunca había tenido que hacer de transporte así.
-Sujetaos bien fuerte, que el viaje va a ser movidito. Desgraciadamente no tengo cinturones ni nada, es el primer vuelo con pasajeros que hago.- Bromeé un poco antes de emprender el vuelo para calmar los ánimos.
Dicho esto emprendí el vuelo, yendo rápido por el túnel hasta subir las escaleras, viendo toda la formación de soldados apuntándonos con sus armas. Como me habían indicado seguí volando, intentando alejarme lo más posible de esta maldita prisión. Cuando los legionarios prepararon sus armas, noté como Ely se movió en mi espalda por lo que giré la cabeza para verla actuar, tenía que ser divertido. Esta deslizó la hoja de la espada por el aire, mandando un viento glacial que al entrar en contacto con nuestros enemigos formó una gran masa de hielo que cubrió tanto la entrada como a los soldados que estaban ya dispuestos a acribillarnos a balazos. Solté un silbido de emoción y celebración al ver el espectáculo, justo a la misma vez que parecían explotar en el cielo una serie de fuegos artificiales. Parecía que habíamos salido justo en algún festival de la isla, todas las luces resplandecían con belleza en el cielo estrellado.
-¡Lo hemos conseguido! ¡Y justo a tiempo para ver el festival! Os dije que lo lograríamos, solo había que tener un poco de fe.
Sin embargo, mis palabras fueron cortadas por el sonido de un disparo. Uno de los guardias se había librado del ataque de hielo y había apuntado con tan buen tino que me había dado en una de las alas. Solté un quejido por el impacto, notando como ya iba perdiendo potencia de vuelo, comenzando a descender. Abrí los ojos en busca de algo que nos salvase de caer y aplastarnos contra el suelo, sonriendo alegremente cuando entre dos filas de edificios vi cuerdas con ropa tendida que no ayudarían a amortiguar la caída. Agarré con fuerza a Alvar para evitar el mayor daño posible en ella y grité un “Agarráos” conforme caíamos en estas cuerdas. La ropa chocándose contra mí fue parando la velocidad que había cogido hasta que caímos al suelo, intentando aterrizar como pude. Me quité unos calzones enormes de corazones que se me había quedado en la cabeza y suspiré aliviado al ver que todos estábamos de una pieza. Miré unos segundos a lo lejos, observando la prisión.
-Bueno, estamos de una pieza finalmente… No ha sido mi peor aterrizaje, eso seguro.
¡Por supuesto!- Solté una risa confiada, sacando las alas para estirarlas un poco.- Tranquila, no hace falta que me lo expliques, si dices que puedes ganarnos tiempo, ya está.
Cogí a Alvar con cuidado de no hacerle daño por sus heridas y me puse delante de Ely para que se subiese a mi espalda, cosa que hizo a los segundos. Di unos pequeños saltos para hacerme una idea del peso que tendría que controlar durante el vuelo, sonriendo divertido ya que nunca había tenido que hacer de transporte así.
-Sujetaos bien fuerte, que el viaje va a ser movidito. Desgraciadamente no tengo cinturones ni nada, es el primer vuelo con pasajeros que hago.- Bromeé un poco antes de emprender el vuelo para calmar los ánimos.
Dicho esto emprendí el vuelo, yendo rápido por el túnel hasta subir las escaleras, viendo toda la formación de soldados apuntándonos con sus armas. Como me habían indicado seguí volando, intentando alejarme lo más posible de esta maldita prisión. Cuando los legionarios prepararon sus armas, noté como Ely se movió en mi espalda por lo que giré la cabeza para verla actuar, tenía que ser divertido. Esta deslizó la hoja de la espada por el aire, mandando un viento glacial que al entrar en contacto con nuestros enemigos formó una gran masa de hielo que cubrió tanto la entrada como a los soldados que estaban ya dispuestos a acribillarnos a balazos. Solté un silbido de emoción y celebración al ver el espectáculo, justo a la misma vez que parecían explotar en el cielo una serie de fuegos artificiales. Parecía que habíamos salido justo en algún festival de la isla, todas las luces resplandecían con belleza en el cielo estrellado.
-¡Lo hemos conseguido! ¡Y justo a tiempo para ver el festival! Os dije que lo lograríamos, solo había que tener un poco de fe.
Sin embargo, mis palabras fueron cortadas por el sonido de un disparo. Uno de los guardias se había librado del ataque de hielo y había apuntado con tan buen tino que me había dado en una de las alas. Solté un quejido por el impacto, notando como ya iba perdiendo potencia de vuelo, comenzando a descender. Abrí los ojos en busca de algo que nos salvase de caer y aplastarnos contra el suelo, sonriendo alegremente cuando entre dos filas de edificios vi cuerdas con ropa tendida que no ayudarían a amortiguar la caída. Agarré con fuerza a Alvar para evitar el mayor daño posible en ella y grité un “Agarráos” conforme caíamos en estas cuerdas. La ropa chocándose contra mí fue parando la velocidad que había cogido hasta que caímos al suelo, intentando aterrizar como pude. Me quité unos calzones enormes de corazones que se me había quedado en la cabeza y suspiré aliviado al ver que todos estábamos de una pieza. Miré unos segundos a lo lejos, observando la prisión.
-Bueno, estamos de una pieza finalmente… No ha sido mi peor aterrizaje, eso seguro.
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“¡Te dije que no dejaras la ventana abierta!” Se escuchó.
“¡Pero Barlow se tiro un pedo, olía fatal!”
Cuando se habían alejado lo suficiente, dejaron de escuchar todo el barullo, pero aún cuando pensaba que ya estarían a salvo, ocurrió lo impensable. Otra rata con buena puntería. Al parecer había alcanzado a Yor en una de sus alas, y ahora estaban perdiendo altura, a punto de estrellarse. “¡Yor, dime que sabes como aterrizar, por favor!” Dijo algo nerviosa, haciendo sus ejercicios de respiración para mantener la calma.
La respuesta positiva del chico le tranquilizó un poco, pero no podía evitar preocuparse por Alvar, no estaba ahora mismo para aguantar un aterrizaje feo. Cuando vio como colocaba su cuerpo para protegerle de la caída, sonrió agradecida, saltando de su espalda cuando vio que podría controlar su movimiento en el aire. Entonces su Sky Walk para estabilizarse, bajando con cuidado hasta el suelo, ayudándose también de las paredes.
“Gracias por proteger a Alvar, en serio,” dijo con una sonrisa, comprobando que estaba bien. Se sentó en el suelo al lado de su compañera, que no tenía muy buena cara por ponerlo bonito. “Aguanta cielo… Ya casi salimos de aquí,” susurró en un tono dulce.
“Estoy bien Ely. Pero todo esto me ha dejado agotada. No deberían encontrarnos aquí, así que descansemos un poco antes de ir a la estación…”
“Sin problema, ¿no Yor?”
Alvar se giró a mirar al hombre, esforzándose en esbozar una sonrisa. No era fácil en su estado físico. “Y no te he dado las gracias por sacarnos de allí. Y sobretodo por frenar la caída con tu cuerpo, no sé si seguiría consciente si no lo hubieses hecho. Gracias.”
Nissa también se sentó a su lado, apoyando la espalda en la pared, como si para ella significase algo. Se quedo moviendo las piernas de forma juguetona, sin darse cuenta de que sus pies estaban atravesando el suelo. “Ese chico hizo algo útil por fin después de dejaros encerradas. Buena forma de redimirse supongo. Aunque me hace gracia que os pongáis así cuando fue quien os metió en todo esto en primer lugar, los humanos sois raros…” Dijo Nissa sin entender del todo la situación.
Elyria quiso responder, pero entonces se tendría que poner a dar explicaciones y pues bueno, no era el momento. Ni si quiera estaba segura de ser capaz de explicarlo, y seguramente la gente solo pensaría que estaba loca e imaginaba cosas. Así que ya hablaría con ella más tarde.
Miro a Yor, girándose para hablar un poco con él. “Ahora dime Yor. ¿Por qué te encerraron esas ratas? No hagas que me arrepiente de sacarte de tu celda, en ese momento lo hice por Alice.” Realmente era un poco más por Miles, pero no tenía ni idea de si Yor sabía sobre su trastorno de identidad disociativa, así que no se complicó la vida.
“¡Te dije que no dejaras la ventana abierta!” Se escuchó.
“¡Pero Barlow se tiro un pedo, olía fatal!”
Cuando se habían alejado lo suficiente, dejaron de escuchar todo el barullo, pero aún cuando pensaba que ya estarían a salvo, ocurrió lo impensable. Otra rata con buena puntería. Al parecer había alcanzado a Yor en una de sus alas, y ahora estaban perdiendo altura, a punto de estrellarse. “¡Yor, dime que sabes como aterrizar, por favor!” Dijo algo nerviosa, haciendo sus ejercicios de respiración para mantener la calma.
La respuesta positiva del chico le tranquilizó un poco, pero no podía evitar preocuparse por Alvar, no estaba ahora mismo para aguantar un aterrizaje feo. Cuando vio como colocaba su cuerpo para protegerle de la caída, sonrió agradecida, saltando de su espalda cuando vio que podría controlar su movimiento en el aire. Entonces su Sky Walk para estabilizarse, bajando con cuidado hasta el suelo, ayudándose también de las paredes.
“Gracias por proteger a Alvar, en serio,” dijo con una sonrisa, comprobando que estaba bien. Se sentó en el suelo al lado de su compañera, que no tenía muy buena cara por ponerlo bonito. “Aguanta cielo… Ya casi salimos de aquí,” susurró en un tono dulce.
“Estoy bien Ely. Pero todo esto me ha dejado agotada. No deberían encontrarnos aquí, así que descansemos un poco antes de ir a la estación…”
“Sin problema, ¿no Yor?”
Alvar se giró a mirar al hombre, esforzándose en esbozar una sonrisa. No era fácil en su estado físico. “Y no te he dado las gracias por sacarnos de allí. Y sobretodo por frenar la caída con tu cuerpo, no sé si seguiría consciente si no lo hubieses hecho. Gracias.”
Nissa también se sentó a su lado, apoyando la espalda en la pared, como si para ella significase algo. Se quedo moviendo las piernas de forma juguetona, sin darse cuenta de que sus pies estaban atravesando el suelo. “Ese chico hizo algo útil por fin después de dejaros encerradas. Buena forma de redimirse supongo. Aunque me hace gracia que os pongáis así cuando fue quien os metió en todo esto en primer lugar, los humanos sois raros…” Dijo Nissa sin entender del todo la situación.
Elyria quiso responder, pero entonces se tendría que poner a dar explicaciones y pues bueno, no era el momento. Ni si quiera estaba segura de ser capaz de explicarlo, y seguramente la gente solo pensaría que estaba loca e imaginaba cosas. Así que ya hablaría con ella más tarde.
Miro a Yor, girándose para hablar un poco con él. “Ahora dime Yor. ¿Por qué te encerraron esas ratas? No hagas que me arrepiente de sacarte de tu celda, en ese momento lo hice por Alice.” Realmente era un poco más por Miles, pero no tenía ni idea de si Yor sabía sobre su trastorno de identidad disociativa, así que no se complicó la vida.
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-No es nada, me caéis bien y parecéis buenas personas, es un placer. Además, también me habéis ayudado un montón, es lo mínimo que podía hacer.
Me encogí de hombros, la verdad es que tampoco era algo tan importante, era lo que sentía correcto y ya. Que, hablando de sentir, subí un brazo para poder coger el ala que había recibido el disparo e hice una mueca al ver el agujero de bala. Por hoy no podría seguir volando, pero lo más difícil ya estaba hecho así que igualmente no era demasiado grave. Miré a ambos extremos de la calle, pensando qué camino cogeríamos ahora, pero no sirvió de mucho ya que tampoco conocía la zona, solo había estado en la prisión. Mi atención volvió a dirigirse a las chicas en cuanto oí la voz de Ely, sonriendo tranquilamente.
-Un amigo me pidió que destruyese una de sus fábricas de armas así que lo hice, pero se enfadaron bastante así que tuve que quedarme detrás para que mi tripulación escapase.- Hice una mueca al pensar en ello, aún tendría que recuperarme de mis heridas antes de volver.- Deberíamos ir moviéndonos, necesitamos tratamiento médico y en esta isla va a ser difícil sin que nos detengan, vamos a tener que ir al puerto y coger un barco.
A lo lejos empezaron a oírse las tropas movilizarse, no podíamos quedarnos en este sitio mucho más tiempo. Cogí a Alvar como a un saco de patatas, con cuidado de no hacerle daño, pero en esta posición me sería mucho más fácil moverme. Por suerte, el festival cubría nuestra conversación aquí mientras no gritamos mucho, por mala suerte, también podía hacer lo mismo con los legionarios, con la posibilidad de encontrarnos de frente con ellos sin poder reaccionar a tiempo. Por si acaso, me moví hacia un callejón cercano, asegurándome de que Ely me siguiese bien de cerca. Una vez estuvimos ahí, miré a la marine, ya había visto cómo había actuado dentro de prisión así que podía suponer que esto se le daba bien.
-No tengo ni idea de dónde estamos ni de cómo llegar al pueblo ni de cómo ir de forma que no nos descubran.- Dije directamente.- Pero supongo que si has venido a rescatar a tu chica, habrás pensado en todo eso así que te prometo que estaré calladito y seguiré tus instrucciones.
No tenía sentido alguno intentar ir a mi rollo o fingir que sabía lo que hacía, eso seguramente solo causaría que nos descubriesen en un segundo y que nos encarcelasen o ejecutasen directamente, cosas que no quería que se sucediesen bajo ningún concepto. Miré a la marine con una sonrisa, esperando su respuesta.
Me encogí de hombros, la verdad es que tampoco era algo tan importante, era lo que sentía correcto y ya. Que, hablando de sentir, subí un brazo para poder coger el ala que había recibido el disparo e hice una mueca al ver el agujero de bala. Por hoy no podría seguir volando, pero lo más difícil ya estaba hecho así que igualmente no era demasiado grave. Miré a ambos extremos de la calle, pensando qué camino cogeríamos ahora, pero no sirvió de mucho ya que tampoco conocía la zona, solo había estado en la prisión. Mi atención volvió a dirigirse a las chicas en cuanto oí la voz de Ely, sonriendo tranquilamente.
-Un amigo me pidió que destruyese una de sus fábricas de armas así que lo hice, pero se enfadaron bastante así que tuve que quedarme detrás para que mi tripulación escapase.- Hice una mueca al pensar en ello, aún tendría que recuperarme de mis heridas antes de volver.- Deberíamos ir moviéndonos, necesitamos tratamiento médico y en esta isla va a ser difícil sin que nos detengan, vamos a tener que ir al puerto y coger un barco.
A lo lejos empezaron a oírse las tropas movilizarse, no podíamos quedarnos en este sitio mucho más tiempo. Cogí a Alvar como a un saco de patatas, con cuidado de no hacerle daño, pero en esta posición me sería mucho más fácil moverme. Por suerte, el festival cubría nuestra conversación aquí mientras no gritamos mucho, por mala suerte, también podía hacer lo mismo con los legionarios, con la posibilidad de encontrarnos de frente con ellos sin poder reaccionar a tiempo. Por si acaso, me moví hacia un callejón cercano, asegurándome de que Ely me siguiese bien de cerca. Una vez estuvimos ahí, miré a la marine, ya había visto cómo había actuado dentro de prisión así que podía suponer que esto se le daba bien.
-No tengo ni idea de dónde estamos ni de cómo llegar al pueblo ni de cómo ir de forma que no nos descubran.- Dije directamente.- Pero supongo que si has venido a rescatar a tu chica, habrás pensado en todo eso así que te prometo que estaré calladito y seguiré tus instrucciones.
No tenía sentido alguno intentar ir a mi rollo o fingir que sabía lo que hacía, eso seguramente solo causaría que nos descubriesen en un segundo y que nos encarcelasen o ejecutasen directamente, cosas que no quería que se sucediesen bajo ningún concepto. Miré a la marine con una sonrisa, esperando su respuesta.
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Elyria sonrió satisfecha ante la respuesta de Yor. “Menos mal, me preocupaba que tal vez habrías cometido algún crimen que no ayudase a la humanidad. ¿Pero destruir una de las fábricas de armas de esas ratas? Deberían darte un premio por ello,” dijo con una amplia sonrisa en su rostro. Menos armas significaba menos capacidad de destrucción para el gobierno, aun si el efecto era nimio. Y claro, con todos los problemas que había últimamente entre San Faldo y San Poplar, también le venía bien estratégicamente. “Y ya he visto que proteges al resto por encima de ti. Tu tripulación tiene suerte de tenerte como compañero.”
Al escuchar los gritos de las tropas de legionarios acercándose, asintió con la cabeza, metiéndose con Yor y Alvar en medio de la muchedumbre. Cuando entraron a un callejón, negó con la cabeza, señalando la calle principal. “Me conozco esta ciudad, tranquilo. Tú solo sígueme y no llames la atención. Y si ves bocadillos tampoco,” le indicó en un tono serio, mirando a Alvar, que también conocía el lugar. “¿Puedes caminar?”
“Más o menos, pero estaré bien, no estamos muy lejos de la estación.”
“Perfecto.” Y entonces emprendió la marcha. Nissa se encargaría de decirle si había Legionarios cerca, y aún así ya se había ocultado por las calles de esta ciudad en el pasado. Sin demasiada dificultad, terminaron por llegar a la estación, justo antes de que llegase uno de los trenes marítimos. “Vamos. Yo pago tu billete, Yor, no te preocupes por eso,” dijo aún sin poder terminar de creerse que el hombre le había hecho caso por una vez y no les había delatado. Debería pedir una medalla al milagro por este logro.
“Daos prisa Ely, la Legión está llegando,” le advirtió Nissa, señalando la calle de la que habían venido. Efectivamente, podía escucharlo. Ademas de ratas eran ridículamente ruidosos, y eso que estaban en una ciudad abarrotada de gente. “¡Vamos chicos, daos prisa!” Y entonces entraron rápidamente al tren, viendo cómo se cerraban las puertas mientras terminaban de llegar a por ellos. Por suerte, no tenían ninguna autoridad aquí dentro. “Bueno, quién lo diría, pero parece que lo hemos conseguido.”
Elyria se relajó un poco, buscando un asiento. Se sentó en un bloque de cuatro, para poder hablar tranquilamente con Yor y Alvar mientras llegaban a San Poplar. Aunque ahora que se estaba enfriando, el dolor pudo volver en todo su esplendor. Le habían hecho bastante daño con esos dos disparos, y aún si esa especie de veneno anestesiante aliviaba el dolor de su pierna, el tiro en su hombro ardía como mil infiernos. Se llevó la mano a la herida, apretando un poco. Por suerte, con esa bala ardiente tan extraña, no había perdido demasiada sangre. Qué elección más rara de munición; era más dolorosa pero menos efectiva. Al menos si no podías usar el dolor del rival para terminal con él.
Miró a Yor y Alvar con una mirada seria, concentrándose a la vez en hablar con ellos y en su propia respiración. “¿Dónde está tu tripulación? Espero que estén a salvo y no sigan por San Faldo.”
Al escuchar los gritos de las tropas de legionarios acercándose, asintió con la cabeza, metiéndose con Yor y Alvar en medio de la muchedumbre. Cuando entraron a un callejón, negó con la cabeza, señalando la calle principal. “Me conozco esta ciudad, tranquilo. Tú solo sígueme y no llames la atención. Y si ves bocadillos tampoco,” le indicó en un tono serio, mirando a Alvar, que también conocía el lugar. “¿Puedes caminar?”
“Más o menos, pero estaré bien, no estamos muy lejos de la estación.”
“Perfecto.” Y entonces emprendió la marcha. Nissa se encargaría de decirle si había Legionarios cerca, y aún así ya se había ocultado por las calles de esta ciudad en el pasado. Sin demasiada dificultad, terminaron por llegar a la estación, justo antes de que llegase uno de los trenes marítimos. “Vamos. Yo pago tu billete, Yor, no te preocupes por eso,” dijo aún sin poder terminar de creerse que el hombre le había hecho caso por una vez y no les había delatado. Debería pedir una medalla al milagro por este logro.
“Daos prisa Ely, la Legión está llegando,” le advirtió Nissa, señalando la calle de la que habían venido. Efectivamente, podía escucharlo. Ademas de ratas eran ridículamente ruidosos, y eso que estaban en una ciudad abarrotada de gente. “¡Vamos chicos, daos prisa!” Y entonces entraron rápidamente al tren, viendo cómo se cerraban las puertas mientras terminaban de llegar a por ellos. Por suerte, no tenían ninguna autoridad aquí dentro. “Bueno, quién lo diría, pero parece que lo hemos conseguido.”
Elyria se relajó un poco, buscando un asiento. Se sentó en un bloque de cuatro, para poder hablar tranquilamente con Yor y Alvar mientras llegaban a San Poplar. Aunque ahora que se estaba enfriando, el dolor pudo volver en todo su esplendor. Le habían hecho bastante daño con esos dos disparos, y aún si esa especie de veneno anestesiante aliviaba el dolor de su pierna, el tiro en su hombro ardía como mil infiernos. Se llevó la mano a la herida, apretando un poco. Por suerte, con esa bala ardiente tan extraña, no había perdido demasiada sangre. Qué elección más rara de munición; era más dolorosa pero menos efectiva. Al menos si no podías usar el dolor del rival para terminal con él.
Miró a Yor y Alvar con una mirada seria, concentrándose a la vez en hablar con ellos y en su propia respiración. “¿Dónde está tu tripulación? Espero que estén a salvo y no sigan por San Faldo.”
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Cuando empezó a halagarme no pude evitar sonreír ampliamente. Hacía tiempo que nadie me decía algo así, de hecho, quizá por culpa de estar encarcelado por La Legión. Me rasqué la nuca un poco avergonzado.
-Pff… Tampoco hace falta decir cosas así… Además, es lo que uno debe hacer con la gente que le importa, si no pudiera protegerlos no les habría dicho de salir al mar a vivir aventuras juntos… O a ti de sacarme de esa celda.
Tras esas palabras, nos pusimos en marcha, la verdad es que fue bastante sencillo seguirla, estaba en total control de la situación y casi parecía poder anticiparse a la perfección a cualquier patrulla que estuviera en nuestro camino. Quizá ella también podía usar el haki de observación, tenía que ponerme las pilas con eso de una vez o me quedaría atrás. No sé hasta qué tipo de barco me llevó, pero se cerró a nuestras espaldas al entrar, sorprendiéndome bastante. De hecho, cuando de golpe comenzó a moverse me caí, no me esperaba ese movimiento de repente. Me senté donde me dijeron, aunque pude convencer a Alvar de que me dejase estar al lado de la ventanilla. Mirar al exterior desde aquí era muy entretenido, las olas salpicaban contra la ventana de vez en cuando y se sentía como caminar por el agua, solo que dentro de un gusano de metal enorme. Volví a dirigir mi atención hacia la chica cuando me habló.
-Pues… No lo sé.- Me encogí de hombros no dándole demasiada importancia.- Les dije que se fueran a algún lugar seguro y que ya los encontraría, seguramente a Jin se le ocurra qué se me va a ocurrir a mí, ¿me explico?
Mi intención era curarme antes de ir a buscarlos, si me encontraba a enemigos en este estado sería más complicado enfrentarme a ellos. De todos modos igual tendría que haber sido más específico con el punto de reencuentro, pero entre la urgencia del momento y que tampoco sabía cómo iba a solventar la situación, se me había pasado totalmente. Mmm… ¿Qué sitio pensaría Jin que pensaría yo para vernos? La verdad es que no habíamos pasado demasiado tiempo en ninguna isla en concreto así que igual la lista no era tan larga. Realmente, el único lugar en el que habíamos estado él y yo una temporada corta había sido la isla donde nos habíamos conocido, pero eso estaba en Samia. Con suerte, estaría cerca de aquí, aunque la verdad es que no tenía ni idea de dónde estábamos ni a dónde se dirigía esta extraña embarcación. Bueno, seguro que si lo pedía por favor, me ayudarían a volver y también podía preguntarle a Ely para entender mejor mi entorno. Aún cabía la posibilidad de que me equivocase y que esa no fuese la isla donde nos veríamos de nuevo, pero era mejor intentarlo que quedarme aquí de brazos cruzados.
-Creo que nos vamos a ver en Samia, pero no sé dónde estamos. También dijiste que íbamos a una isla donde pudiéramos curarnos, ¿no? Da igual, no voy a preocuparme, ya veré qué hacer cuando esté en mejores condiciones.
Era mejor verlo de esa manera, si no me comería la cabeza hasta niveles insospechados.
-Pff… Tampoco hace falta decir cosas así… Además, es lo que uno debe hacer con la gente que le importa, si no pudiera protegerlos no les habría dicho de salir al mar a vivir aventuras juntos… O a ti de sacarme de esa celda.
Tras esas palabras, nos pusimos en marcha, la verdad es que fue bastante sencillo seguirla, estaba en total control de la situación y casi parecía poder anticiparse a la perfección a cualquier patrulla que estuviera en nuestro camino. Quizá ella también podía usar el haki de observación, tenía que ponerme las pilas con eso de una vez o me quedaría atrás. No sé hasta qué tipo de barco me llevó, pero se cerró a nuestras espaldas al entrar, sorprendiéndome bastante. De hecho, cuando de golpe comenzó a moverse me caí, no me esperaba ese movimiento de repente. Me senté donde me dijeron, aunque pude convencer a Alvar de que me dejase estar al lado de la ventanilla. Mirar al exterior desde aquí era muy entretenido, las olas salpicaban contra la ventana de vez en cuando y se sentía como caminar por el agua, solo que dentro de un gusano de metal enorme. Volví a dirigir mi atención hacia la chica cuando me habló.
-Pues… No lo sé.- Me encogí de hombros no dándole demasiada importancia.- Les dije que se fueran a algún lugar seguro y que ya los encontraría, seguramente a Jin se le ocurra qué se me va a ocurrir a mí, ¿me explico?
Mi intención era curarme antes de ir a buscarlos, si me encontraba a enemigos en este estado sería más complicado enfrentarme a ellos. De todos modos igual tendría que haber sido más específico con el punto de reencuentro, pero entre la urgencia del momento y que tampoco sabía cómo iba a solventar la situación, se me había pasado totalmente. Mmm… ¿Qué sitio pensaría Jin que pensaría yo para vernos? La verdad es que no habíamos pasado demasiado tiempo en ninguna isla en concreto así que igual la lista no era tan larga. Realmente, el único lugar en el que habíamos estado él y yo una temporada corta había sido la isla donde nos habíamos conocido, pero eso estaba en Samia. Con suerte, estaría cerca de aquí, aunque la verdad es que no tenía ni idea de dónde estábamos ni a dónde se dirigía esta extraña embarcación. Bueno, seguro que si lo pedía por favor, me ayudarían a volver y también podía preguntarle a Ely para entender mejor mi entorno. Aún cabía la posibilidad de que me equivocase y que esa no fuese la isla donde nos veríamos de nuevo, pero era mejor intentarlo que quedarme aquí de brazos cruzados.
-Creo que nos vamos a ver en Samia, pero no sé dónde estamos. También dijiste que íbamos a una isla donde pudiéramos curarnos, ¿no? Da igual, no voy a preocuparme, ya veré qué hacer cuando esté en mejores condiciones.
Era mejor verlo de esa manera, si no me comería la cabeza hasta niveles insospechados.
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Elyria miró a Yor y apoyó un codo en la mesita que había entre los asientos, posando la cabeza en su mano, escuchándole con una sonrisa en su rostro. “Si vosotros os entendéis supongo que estará bien. Si no te tocará ponerte a buscar como loco.
Era un buen chico, eso había quedado claro, no se arrepentía de haberle ayudado a escapar. “Eso es muy noble, Yor,” dijo tomando un tono un poco mas serio. “Pero si tanto quieres protegerles, ¿no crees que deberías tener más cuidado con lo que haces? Eres bastante fuerte, pero ten cuidado. No siempre vais a conseguir salir bien parados.”
Entonces Alvar, que había estado callada hasta ahora, alzó una ceja. “Puedes ser un poco más directa, Ely,” dijo antes de mirar a Yor. “Lo poco que he visto me da a entender que eres un desastre y que no piensas antes de actuar. En el momento en el que te haces capitán de una tripulación empiezas a cargar con una responsabilidad enorme, no traiciones la confianza que tus compañeros pusieron en tí.”
Elyria suspiró. Tenía razón, pero no era la mejor forma de decírselo después de que les ayudase y le hiciera caso finalmente. “Es raro que sea yo la que lo diga, ya sabes lo…intensa que me pongo a veces. Pero podrías ser un poco mas amable cielo, no estamos tratando con un enemigo.”
“A veces es necesario decir las cosas directamente. Y ahora mismo lo que necesito es llegar a la clínica y poder descansar un poco, estoy destrozada.”
“Lo imagino… Lo siento por tardar tanto. Cuando estemos más tranquila hablamos de lo que hicieron esas ratas…”
Entonces escuchó que tenía que volver a Samia. Elyria hizo memoria, pensando en sus horas leyendo libros de todo tipo en su ciudad natal. Samia… ¿Cómo demonios ha acabado en el Grand Line? “Eh… Yor. Vamos de camino a San Poplar, estamos en la segunda mitad de Paradise. Samia esta en el South Blue. Buena suerte llegando hasta allí; la vas a necesitar.”
Se quedó pensando un rato, viendo si podía ayudarle de alguna forma. “¿Hay alguna recompensa por tu cabeza?” Preguntó antes de girarse a mirar a Alvar. “Si no es el caso, podemos intentar que le lleven en un barco de la Marina que vaya a South Blue por el Calm Belt… ¿Crees que es posible cielo?”
“Buena suerte convenciendo a alguien de llevar a un pirata en su barco,” respondió Alvar, mirando a Yor. “Pero podemos intentarlo. No prometemos nada, pero si no tienes un Wanted podemos intentar hacer algo. Sin recompensa solo eres un civil más, no te conoce nadie.”
Era un buen chico, eso había quedado claro, no se arrepentía de haberle ayudado a escapar. “Eso es muy noble, Yor,” dijo tomando un tono un poco mas serio. “Pero si tanto quieres protegerles, ¿no crees que deberías tener más cuidado con lo que haces? Eres bastante fuerte, pero ten cuidado. No siempre vais a conseguir salir bien parados.”
Entonces Alvar, que había estado callada hasta ahora, alzó una ceja. “Puedes ser un poco más directa, Ely,” dijo antes de mirar a Yor. “Lo poco que he visto me da a entender que eres un desastre y que no piensas antes de actuar. En el momento en el que te haces capitán de una tripulación empiezas a cargar con una responsabilidad enorme, no traiciones la confianza que tus compañeros pusieron en tí.”
Elyria suspiró. Tenía razón, pero no era la mejor forma de decírselo después de que les ayudase y le hiciera caso finalmente. “Es raro que sea yo la que lo diga, ya sabes lo…intensa que me pongo a veces. Pero podrías ser un poco mas amable cielo, no estamos tratando con un enemigo.”
“A veces es necesario decir las cosas directamente. Y ahora mismo lo que necesito es llegar a la clínica y poder descansar un poco, estoy destrozada.”
“Lo imagino… Lo siento por tardar tanto. Cuando estemos más tranquila hablamos de lo que hicieron esas ratas…”
Entonces escuchó que tenía que volver a Samia. Elyria hizo memoria, pensando en sus horas leyendo libros de todo tipo en su ciudad natal. Samia… ¿Cómo demonios ha acabado en el Grand Line? “Eh… Yor. Vamos de camino a San Poplar, estamos en la segunda mitad de Paradise. Samia esta en el South Blue. Buena suerte llegando hasta allí; la vas a necesitar.”
Se quedó pensando un rato, viendo si podía ayudarle de alguna forma. “¿Hay alguna recompensa por tu cabeza?” Preguntó antes de girarse a mirar a Alvar. “Si no es el caso, podemos intentar que le lleven en un barco de la Marina que vaya a South Blue por el Calm Belt… ¿Crees que es posible cielo?”
“Buena suerte convenciendo a alguien de llevar a un pirata en su barco,” respondió Alvar, mirando a Yor. “Pero podemos intentarlo. No prometemos nada, pero si no tienes un Wanted podemos intentar hacer algo. Sin recompensa solo eres un civil más, no te conoce nadie.”
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Me quedé callado mientras escuchaba las palabras de ambas, nunca me habían dicho algo así y no pude evitar echarme un poco para atrás en el sitio al sentirme un poco atacado. Estaba seguro de que lo decían con buena atención, sobre todo por sus tonos y caras amables, pero la sensación era la misma. Capitanear era algo muy extraño, había visto hacerlo a Alice y era cierto que había sentido cierta envidia por lo claras que tenía las cosas. Supongo que con el tiempo y práctica acabaría dominando también la materia, pero era cierto que ya estaba causando demasiados problemas.
-Es algo que había pensado ya… Aún estoy aprendiendo, tenéis toda la razón. Puedo decir orgulloso que nunca los he decepcionado o actuado en contra de su confianza o sueños, pero sí que podría haber llevado mejor esta situación… Intentaré mejorar a partir de ahora.
Estaba acostumbrado a hacer las cosas por mi propia cuenta. Era un problema que acarreaba desde siempre, todavía no me había deshecho de esa mala costumbre. Desde que tenía uso de razón, nunca me habían ofrecido ayuda, por lo que ahora me comportaba como si mis problemas fueran solo algo en lo que podía participar yo. No me cabía en la cabeza pedir consejo o que me facilitasen la vida. Por eso, en cuanto había visto que nos estaban persiguiendo, había tomado la decisión de darme de cara con los barcos de La Legión en vez de intentar reagruparnos y pensar en un plan mejor. Chasqueé molesto por mis acciones, pero ya no debía seguir comiéndome la cabeza con eso, ya había ocurrido y por mucho que le diese vueltas, no cambiaría nada. Mi cabeza paró por completo en cuanto escuché las palabras de Ely, tragando saliva nervioso.
-¿Eh? ¿Que estamos dónde? ¿¡En qué momento?! ¿Por qué estaría una prisión de La Legión tan lejos?- Me pasé una mano por la cara, no sabiendo cómo lo iba a hacer esta vez. Por suerte, pronto llegaron con una solución.- No tengo ninguna recompensa, igual dentro de poco sí, por lo de la fábrica y ahora escapar de prisión, así que habría que hacerlo rápido…
Me desparramé en el asiento, más tranquilo por saber que había una forma de volver. Ya era la segunda vez que estaba en el Grand Line sin querer. No entendía cómo terminaba en estos sitios sin querer, parecía tener un imán para acabar en líos. No me quejaba ya que por lo menos aprendía muchísimo de todo y a estas alturas muchos envidiarían el “turismo” que había hecho. Sin embargo, si ese turismo consistía en que me encarcelaran o tener que enfrentarme a cualquiera de las dos fuerzas policiales, tampoco es que me haga mucha ilusión.
-Es algo que había pensado ya… Aún estoy aprendiendo, tenéis toda la razón. Puedo decir orgulloso que nunca los he decepcionado o actuado en contra de su confianza o sueños, pero sí que podría haber llevado mejor esta situación… Intentaré mejorar a partir de ahora.
Estaba acostumbrado a hacer las cosas por mi propia cuenta. Era un problema que acarreaba desde siempre, todavía no me había deshecho de esa mala costumbre. Desde que tenía uso de razón, nunca me habían ofrecido ayuda, por lo que ahora me comportaba como si mis problemas fueran solo algo en lo que podía participar yo. No me cabía en la cabeza pedir consejo o que me facilitasen la vida. Por eso, en cuanto había visto que nos estaban persiguiendo, había tomado la decisión de darme de cara con los barcos de La Legión en vez de intentar reagruparnos y pensar en un plan mejor. Chasqueé molesto por mis acciones, pero ya no debía seguir comiéndome la cabeza con eso, ya había ocurrido y por mucho que le diese vueltas, no cambiaría nada. Mi cabeza paró por completo en cuanto escuché las palabras de Ely, tragando saliva nervioso.
-¿Eh? ¿Que estamos dónde? ¿¡En qué momento?! ¿Por qué estaría una prisión de La Legión tan lejos?- Me pasé una mano por la cara, no sabiendo cómo lo iba a hacer esta vez. Por suerte, pronto llegaron con una solución.- No tengo ninguna recompensa, igual dentro de poco sí, por lo de la fábrica y ahora escapar de prisión, así que habría que hacerlo rápido…
Me desparramé en el asiento, más tranquilo por saber que había una forma de volver. Ya era la segunda vez que estaba en el Grand Line sin querer. No entendía cómo terminaba en estos sitios sin querer, parecía tener un imán para acabar en líos. No me quejaba ya que por lo menos aprendía muchísimo de todo y a estas alturas muchos envidiarían el “turismo” que había hecho. Sin embargo, si ese turismo consistía en que me encarcelaran o tener que enfrentarme a cualquiera de las dos fuerzas policiales, tampoco es que me haga mucha ilusión.
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Elyria apoyó la cabeza en la ventana del tren, e inmediatamente pudo notar como Alvar aprovechaba y apoyaba la cabeza en su hombro y cerraba sus, a lo que respondió con una dulce sonrisa. “Descansa cielo, lo necesitas.” Entonces miró a Yor, que estaba sentado frente a ella. Al parecer estaba disfrutando de las vistas, siempre era algo bonito de ver si no estabas acostumbrado. Ella había pasado tantas horas de guardia que ya no le prestaba atención.
“Al menos tienes la intención de cambiar, al final fuiste capaz de hacerme caso y comportarte. No se por qué eres así, no conozco tu historia. Pero en cualquier caso, la responsabilidad que hay ahora sobre tus hombros no es una tontería.
No pudo evitar reírse ante su reacción al enterarse de que estaba tan lejos de su objetivo. “L-lo siento, pero me ha hecho gracia. Y no tengo ni idea de por qué te trajeron tan lejos, supongo que tenían que venir aquí para algo.” dijo antes de tranquilizarse un poco. “Pero bien, si no tienes recompensa podemos intentar hacer algo. Aunque tendrás que darte una ducha antes; no se cuánto tiempo llevas en prisión, pero con ese olor no te van a dejar pisar un barco. Han mejorado mucho las expectativas de higiene en estas cosas, que no es un barco pirata.”
Pensando en lo que habían hablado antes, sintió algo de curiosidad por el pasado del hombre. Y en cualquier caso, siempre era bonito e interesante escuchar las historias de los demás, siempre había algo nuevo que aprender. “Dime, Yor. ¿Cuál es tu historia? ¿Cómo acabaste convirtiéndote en el pirata de tu propia tripulación? No es una tarea fácil ni mucho menos, y ya hemos visto que las grandes responsabilidades no son lo tuyo. Aún. Pero me dá curiosidad como acabaste así. Y tranquilo, no tengo nada en contra de los piratas, solo de los que usan su poder para cometer crímenes y hacer daño a gente inocente. El único grupo al que realmente odio son esas ratas del Gobierno Mundial. El verdadero veneno de este mundo.”
Nissa seguía a lo suyo, mirando por la ventana. Al parecer ella tampoco se había cansado aún de las vistas. Pero cuando les escuchó, caminó por el aire tranquilamente, como si estuviese haciendo una marcha, y se presentó en la mesita delante de ella, haciendo un saludo militar. “Estamos a punto de llegar, teniente comandante Elyria.”
Al escucharla de esa forma, no pudo evitar romper a reir. Luego se fijó en como le miraba Yor, porque claro, el no podía ver a Nissa, no entendería lo que acababa de pasar. Algo avergonzada, se llevo la mano a la boca. “L-lo siento… Estaba pensando en un chiste que me contaron el otro día.”
Aunque Nissa no tenía que disimular, y se retorció de risa en la mesita, burlándose de ella. “No me puedo creer que hayas caído en un truco tan tonto, Ely…”
“Idiota…” Susurró con la cara roja de vergüenza.
“Al menos tienes la intención de cambiar, al final fuiste capaz de hacerme caso y comportarte. No se por qué eres así, no conozco tu historia. Pero en cualquier caso, la responsabilidad que hay ahora sobre tus hombros no es una tontería.
No pudo evitar reírse ante su reacción al enterarse de que estaba tan lejos de su objetivo. “L-lo siento, pero me ha hecho gracia. Y no tengo ni idea de por qué te trajeron tan lejos, supongo que tenían que venir aquí para algo.” dijo antes de tranquilizarse un poco. “Pero bien, si no tienes recompensa podemos intentar hacer algo. Aunque tendrás que darte una ducha antes; no se cuánto tiempo llevas en prisión, pero con ese olor no te van a dejar pisar un barco. Han mejorado mucho las expectativas de higiene en estas cosas, que no es un barco pirata.”
Pensando en lo que habían hablado antes, sintió algo de curiosidad por el pasado del hombre. Y en cualquier caso, siempre era bonito e interesante escuchar las historias de los demás, siempre había algo nuevo que aprender. “Dime, Yor. ¿Cuál es tu historia? ¿Cómo acabaste convirtiéndote en el pirata de tu propia tripulación? No es una tarea fácil ni mucho menos, y ya hemos visto que las grandes responsabilidades no son lo tuyo. Aún. Pero me dá curiosidad como acabaste así. Y tranquilo, no tengo nada en contra de los piratas, solo de los que usan su poder para cometer crímenes y hacer daño a gente inocente. El único grupo al que realmente odio son esas ratas del Gobierno Mundial. El verdadero veneno de este mundo.”
Nissa seguía a lo suyo, mirando por la ventana. Al parecer ella tampoco se había cansado aún de las vistas. Pero cuando les escuchó, caminó por el aire tranquilamente, como si estuviese haciendo una marcha, y se presentó en la mesita delante de ella, haciendo un saludo militar. “Estamos a punto de llegar, teniente comandante Elyria.”
Al escucharla de esa forma, no pudo evitar romper a reir. Luego se fijó en como le miraba Yor, porque claro, el no podía ver a Nissa, no entendería lo que acababa de pasar. Algo avergonzada, se llevo la mano a la boca. “L-lo siento… Estaba pensando en un chiste que me contaron el otro día.”
Aunque Nissa no tenía que disimular, y se retorció de risa en la mesita, burlándose de ella. “No me puedo creer que hayas caído en un truco tan tonto, Ely…”
“Idiota…” Susurró con la cara roja de vergüenza.
Dorito
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Akuma no mi
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Fruncí el ceño cuando me mencionó lo del olor corporal, no podía haber hecho mucho contra eso, llevaba en una celda todo este tiempo. Me olí a mí mismo, dándome cuenta de que efectivamente podría oler un poco mejor aunque fuera. Aprovechando que ellas dos se habían sentado juntas y yo tenía un asiento libre a mi lado me acosté, necesitaba descansar un poco tras todas las peleas que habíamos tenido que hacer. Alcé una ceja al oír su pregunta, no me esperaba que estuviese interesada en algo como eso. Me encogí de hombro, pensando qué le iba a contestar.
-¿Acaso importa? No soy esa persona ya, pero supongo que ya que me has salvado podría contestarte…- Suspiré, acomodándome un poco.- Provengo de una familia de nobles del South Blue y como es costumbre entre los poderosos, abusaban de su posición. En este caso el grupo de nobles de mi isla y de las de alrededor disfrutaban de las peleas clandestinas, concretamente porque hacían competir a sus propios hijos a muerte.
Me encogí de hombros, como si no me importase demasiado. Realmente era para separarme un poco de aquello, no quería pensar demasiado en esos años.
Mi recompensa por las peleas ganadas era poder ir a la biblioteca de mi casa y allí descubrí un libro sobre la Gran Era Pirata, todo los que aconteció hace siglos y… Bueno, me enamoré de la idea del pirata romántico, así que pensé que podría ser uno igual. Alguien que trajese alegría y esperanza a los que lo necesitaban, igual que había hecho conmigo ese libro y sus historias. Por eso quiero ser el Rey de los Piratas, para lograr la libertad más absoluta y así poder llevársela también a los que están sometidos con cadenas.- Solté una pequeña risa, pensar en eso siempre me animaba.- Por eso estaba tan nervioso cuando me viste en la celda, no estoy acostumbrado a volver a un entorno tan cerrado como cuando era pequeño.
Por algún motivo la marine comenzó a reírse, lo cual me descolocó un poco. No en el mal sentido, por lo menos, sino que me resultaba extraño que se riera tras esa historia. Sonreí ampliamente, quizá fuera imaginarme demasiado, pero si mi ambición la había hecho reír, me alegraba. Eso es lo que quería conseguir.
-Va a ser un camino duro, pero creo que voy bien. Obviamente encontrar el One Piece es un paso importante y el definitivo para ganarse el título, pero si no me lo paso bien por el camino ya podría haberme quedado en casa.- Solté una pequeña risa.- Y ya tengo una tripulación, gente que confía en que puedo lograr mi sueño, y si puedo cambiar sus vidas en algo, entonces todo esto no ha sido en vano.
Volví a mirar por la ventana, mucho más animado que antes. Todo el mar era precioso, no entendía nada, y eso solo lo hacía más interesante y divertido. No me arrepentía de haber vivido todo lo que he vivido, solo me entristece que otros haya tenido que pasar por lo mismo. Yo soy como soy gracias a todo eso, pero no significaba que estuviese bien. En fin, poco a poco iba dando pasos hacia delante.
-¿Acaso importa? No soy esa persona ya, pero supongo que ya que me has salvado podría contestarte…- Suspiré, acomodándome un poco.- Provengo de una familia de nobles del South Blue y como es costumbre entre los poderosos, abusaban de su posición. En este caso el grupo de nobles de mi isla y de las de alrededor disfrutaban de las peleas clandestinas, concretamente porque hacían competir a sus propios hijos a muerte.
Me encogí de hombros, como si no me importase demasiado. Realmente era para separarme un poco de aquello, no quería pensar demasiado en esos años.
Mi recompensa por las peleas ganadas era poder ir a la biblioteca de mi casa y allí descubrí un libro sobre la Gran Era Pirata, todo los que aconteció hace siglos y… Bueno, me enamoré de la idea del pirata romántico, así que pensé que podría ser uno igual. Alguien que trajese alegría y esperanza a los que lo necesitaban, igual que había hecho conmigo ese libro y sus historias. Por eso quiero ser el Rey de los Piratas, para lograr la libertad más absoluta y así poder llevársela también a los que están sometidos con cadenas.- Solté una pequeña risa, pensar en eso siempre me animaba.- Por eso estaba tan nervioso cuando me viste en la celda, no estoy acostumbrado a volver a un entorno tan cerrado como cuando era pequeño.
Por algún motivo la marine comenzó a reírse, lo cual me descolocó un poco. No en el mal sentido, por lo menos, sino que me resultaba extraño que se riera tras esa historia. Sonreí ampliamente, quizá fuera imaginarme demasiado, pero si mi ambición la había hecho reír, me alegraba. Eso es lo que quería conseguir.
-Va a ser un camino duro, pero creo que voy bien. Obviamente encontrar el One Piece es un paso importante y el definitivo para ganarse el título, pero si no me lo paso bien por el camino ya podría haberme quedado en casa.- Solté una pequeña risa.- Y ya tengo una tripulación, gente que confía en que puedo lograr mi sueño, y si puedo cambiar sus vidas en algo, entonces todo esto no ha sido en vano.
Volví a mirar por la ventana, mucho más animado que antes. Todo el mar era precioso, no entendía nada, y eso solo lo hacía más interesante y divertido. No me arrepentía de haber vivido todo lo que he vivido, solo me entristece que otros haya tenido que pasar por lo mismo. Yo soy como soy gracias a todo eso, pero no significaba que estuviese bien. En fin, poco a poco iba dando pasos hacia delante.
Elyria Priscraft
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Elyria suspiró profundamente, escuchando la historia de Yor con rabia. ¿Cómo podía alguien tratar tan mal a sus propios hijos? No odiaba a la gente poderosa por defecto, peor si era cierto que tendían más a corromperse en este mundo tan complicado. Pero pones a pelear a muerte a los tuyos… era sencillamente asqueroso. Yor había sobrevivido, ¿pero cuántos habían muerto en el proceso? ¿Cuánta gente se había visto obligado a matar? Debió haber sido muy duro para ellos, tanto física como mentalmente. Pero no le preguntaría ni comentaría más sobre el tema, el chico no parecía tener muchas ganar de hablar de ello y tampoco era plan de incomodarle.
Luego le escuchó hablar sobre cosas un poco más bonitas, sobre su sueño de encontrar el One Piece y convertirse en el rey de los piratas para conseguir libertad. Era algo noble, pero no era tan fácilmente como encontrar el supuesto tesoro. Y bueno, encontrarlo ya era extremadamente difícil de por sí, infinidad de gente había perdido la vida por el.
“No estoy tan segura de que convertirte en el Rey de los Piratas te vaya a dar mucha libertad, ¿qué te hace pensar eso? Porque si te conviertes en el pirata más buscado del mundo no creo que te vayan a dejar en paz. Y mientras esos cerdos del gobierno sigan aquí… Destruyen todo lo que se interpone en su camino…” Susurró apretando el puño con asco.
“Pero te deseo suerte en tu viaje. Ojalá todos los piratas fuesen como tú, y no criminales que saquean a inocentes para llenar sus bolsillos de oro.”
Unos minutos después paró el tren marítimo. Habían llegado a San Poplar. Por fin podrían recuperarse y descansar un poco. Se levantó de su asiento, despertando antes a Alvar, que aún seguía descansando sobre su hombro. Entonces salieron a tierra firme, y estiraron los brazos y la espalda, con cuidado de no empeorar sus heridas.
“Bueno Yor, ha sido un placer, yo tengo que ir a reportar al cuartel,” dijo Alvar, girándose a mirar a Elyria. “Y tú, ve con el, también necesitas que te mire el doctor. Cuándo termine todo esto iré a verte. Y a llevarle unos papeles a Yor si le consigo un viaje a North Blue.” Y entonces se acercó a su amiga a darle un besito fugaz en los labios y salió en dirección al cuartel de la Marina.
Elyria miró a Yor y comenzó a caminar en dirección al pequeño hospital—por llamarlo de alguna forma—de la ciudad. “Vamos. Nuestro merecido descanso está cerca.”
Luego le escuchó hablar sobre cosas un poco más bonitas, sobre su sueño de encontrar el One Piece y convertirse en el rey de los piratas para conseguir libertad. Era algo noble, pero no era tan fácilmente como encontrar el supuesto tesoro. Y bueno, encontrarlo ya era extremadamente difícil de por sí, infinidad de gente había perdido la vida por el.
“No estoy tan segura de que convertirte en el Rey de los Piratas te vaya a dar mucha libertad, ¿qué te hace pensar eso? Porque si te conviertes en el pirata más buscado del mundo no creo que te vayan a dejar en paz. Y mientras esos cerdos del gobierno sigan aquí… Destruyen todo lo que se interpone en su camino…” Susurró apretando el puño con asco.
“Pero te deseo suerte en tu viaje. Ojalá todos los piratas fuesen como tú, y no criminales que saquean a inocentes para llenar sus bolsillos de oro.”
Unos minutos después paró el tren marítimo. Habían llegado a San Poplar. Por fin podrían recuperarse y descansar un poco. Se levantó de su asiento, despertando antes a Alvar, que aún seguía descansando sobre su hombro. Entonces salieron a tierra firme, y estiraron los brazos y la espalda, con cuidado de no empeorar sus heridas.
“Bueno Yor, ha sido un placer, yo tengo que ir a reportar al cuartel,” dijo Alvar, girándose a mirar a Elyria. “Y tú, ve con el, también necesitas que te mire el doctor. Cuándo termine todo esto iré a verte. Y a llevarle unos papeles a Yor si le consigo un viaje a North Blue.” Y entonces se acercó a su amiga a darle un besito fugaz en los labios y salió en dirección al cuartel de la Marina.
Elyria miró a Yor y comenzó a caminar en dirección al pequeño hospital—por llamarlo de alguna forma—de la ciudad. “Vamos. Nuestro merecido descanso está cerca.”
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