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Suspiró, exasperado, al tiempo que dejaba caer varios documentos sobre la mesa, la cual estaba repleta de informes, carpetas, reportes y demás archivos por el estilo, incluidas las fichas de algunos miembros de la Cipher Pol, entre las cuales se encontraban la suya propia y la de algunos novatos. Se dejó caer hacia atrás, apoyándose en el respaldo del asiento y clavando su mirada en el techo, sin mirar a nada en particular. "Nunca pensé que formar una división diera tanto trabajo... Y eso que Issei me está echando una mano." De nuevo dejó escapar otro suspiro justo antes de ponerse en pie, estirándose y, por ende, haciendo que varios huesos de la espalda crujieran, descargando la tensión acumulada.
- Tal vez me venga bien dar una vuelta -susurró, dejando los papeles medianamente ordenados para continuar con el trabajo a su regreso. Y cuando digo ordenados me refiero a que al menos los dejó sobre el mueble, tras recoger algunos que andaban desperdigados por el suelo.
Tomó de una parche tanto su chaqueta negra como el parche, que se encontraba justo al lado de esta, ataviándose con ambas prendas antes de salir y cerrar la puerta, no sin antes envainar su espada a la altura de la cintura. ¿Qué podría hacer? Realmente necesitaba tomar un poco el aire, distraerse un rato y olvidarse del papeleo, tal vez yendo a comer algo o, por qué no, a entrenar un poco. Así al menos podría desfogarse, pero eso implicaría que volvería más cansado y, por ello, no se vería con fuerzas para seguir rellenando informes y seleccionando personal. En fin, lo primero sería salir del edificio, ya pensaría algo mientras caminase. No tardó mucho más de un par de segundos en cruzar la salida, dejando que los cálidos rayos del Sol iluminaran su rostro y calentaran su cuerpo, ante lo cual esbozó una leve sonrisa. "Y yo perdiéndome este día entre folios y bolígrafos."
Kusanagi comenzó a caminar con paso calmado, sin prisa alguna, guardando las manos en los bolsillos de la chaqueta y observando lo que ocurría a su alrededor. Ennies Lobbie era un sitio curioso, no solo por los interminables días que transcurrían allí, sino también por la incesante actividad que había a cualquier hora. Multitud de agentes deambulaban por las calles de la Isla sin Noche, corriendo de un lado para otro, llevando informes, preparándose para embarcar hacia alguna misión o simplemente tomando un descanso. Realmente parecía ser una ciudad cualquiera, con la diferencia de que su población estaba compuesta en su totalidad por miembros del Gobierno y la Marina. Algunos de ellos le reconocían al verle y saludaban en la lejanía; otros, especialmente los que habían sido víctimas de alguna broma, le lanzaban miradas frías como el hielo, mientras que los demás simplemente eran indiferentes. Se podría decir que todos sus conocidos, o al menos los más cercanos, vivían allí. "Si Hikari no hubiera salido podría convencerla de hacer algo interesante... Supongo que tendré que apañármelas solo hasta que vuelva." Tras unos minutos más deambulando por ahí decidió dirigirse hacia el campo de entrenamiento. No para ejercitarse o, al menos, no en un principio. Se limitaría a observar a los miembros más recientes de la Cipher Pol y, si procedía, les corregiría. ¿Quién sabe? Tal vez encontrara a alguien válido para su división.
- Tal vez me venga bien dar una vuelta -susurró, dejando los papeles medianamente ordenados para continuar con el trabajo a su regreso. Y cuando digo ordenados me refiero a que al menos los dejó sobre el mueble, tras recoger algunos que andaban desperdigados por el suelo.
Tomó de una parche tanto su chaqueta negra como el parche, que se encontraba justo al lado de esta, ataviándose con ambas prendas antes de salir y cerrar la puerta, no sin antes envainar su espada a la altura de la cintura. ¿Qué podría hacer? Realmente necesitaba tomar un poco el aire, distraerse un rato y olvidarse del papeleo, tal vez yendo a comer algo o, por qué no, a entrenar un poco. Así al menos podría desfogarse, pero eso implicaría que volvería más cansado y, por ello, no se vería con fuerzas para seguir rellenando informes y seleccionando personal. En fin, lo primero sería salir del edificio, ya pensaría algo mientras caminase. No tardó mucho más de un par de segundos en cruzar la salida, dejando que los cálidos rayos del Sol iluminaran su rostro y calentaran su cuerpo, ante lo cual esbozó una leve sonrisa. "Y yo perdiéndome este día entre folios y bolígrafos."
Kusanagi comenzó a caminar con paso calmado, sin prisa alguna, guardando las manos en los bolsillos de la chaqueta y observando lo que ocurría a su alrededor. Ennies Lobbie era un sitio curioso, no solo por los interminables días que transcurrían allí, sino también por la incesante actividad que había a cualquier hora. Multitud de agentes deambulaban por las calles de la Isla sin Noche, corriendo de un lado para otro, llevando informes, preparándose para embarcar hacia alguna misión o simplemente tomando un descanso. Realmente parecía ser una ciudad cualquiera, con la diferencia de que su población estaba compuesta en su totalidad por miembros del Gobierno y la Marina. Algunos de ellos le reconocían al verle y saludaban en la lejanía; otros, especialmente los que habían sido víctimas de alguna broma, le lanzaban miradas frías como el hielo, mientras que los demás simplemente eran indiferentes. Se podría decir que todos sus conocidos, o al menos los más cercanos, vivían allí. "Si Hikari no hubiera salido podría convencerla de hacer algo interesante... Supongo que tendré que apañármelas solo hasta que vuelva." Tras unos minutos más deambulando por ahí decidió dirigirse hacia el campo de entrenamiento. No para ejercitarse o, al menos, no en un principio. Se limitaría a observar a los miembros más recientes de la Cipher Pol y, si procedía, les corregiría. ¿Quién sabe? Tal vez encontrara a alguien válido para su división.
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Catherine se levanta de golpe en su cama. Se ha quedado dormida... otra vez. La mujer de pelo esmeralda observa su cuarto, con la mirada perdida aún, y algo mareada por el súbito despertar. Se lleva la mano a la cabeza y suspira. Apenas ha debido dormir tres horas desde... Sus ojos se clavaron en su despertador. ¡Las 13:41! En cuatro minutos tiene que estar en el campo de adiestramiento exterior al centro de entrenamiento. ¿Por qué siempre se queda dormida? Maldiciendo, se levanta de la cama, vestida únicamente con un conjunto de lencería negra de seda.
Corre hacia el armario y mete la mano dentro del mismo, sacando uno de los múltiples juegos de uniforme que tiene en él. Se viste con rapidez, embutiéndose prácticamente dentro del ajustado traje negro. La chica suspira y mira el reloj de nuevo: quedan dos minutos.
Un segundo después, la chica se encuentra corriendo como una exhalación por los pasillos del centro, esquivando por poco a su compañero Manner y al instructor Sanders, que hablaban en una parte del pasillo. Ambos dejan de hablar y a la chica cree escuchar un: "¡Corre, corre, que llegas tarde!" y un par de personas riéndose. La chica se sonroja un poco, pero sonríe también. Esos dos saben el problema que tiene con las camas, que parecen atraparla y aprisionarla.
La chica empieza a correr por la calle a toda velocidad, y su cuerpo se convierte en una mancha borrosa de color oscuro, mientras su velocidad aumenta aún más. Tras unos minutos llega al campo de instrucción, donde un montón de agentes ya están listos, rodeando a Mathew. Catherine ve a Akaru y a Konrad en una esquina, pero no logra encontrar a Arina. La peliverde se acerca a ellos y escucha atentamente lo que dice su tutor.
- ¡Vaya, CK! ¿Otra vez se te han pegado las sábanas? -pregunta Konrad con una sonrisa.
- Psé... -responde ella, no dignándose a decir nada más.
- Bueno, no has pasado desapercibida... -añade Akaru, mientras señala a los agentes que no forman parte del grupo, que miran embobados a la chica. Esto hace que la chica se sonroje un poco al ser el centro de tantas miradas, e hincha los mofletes.
El grupo de agentes se empieza a dispersar, y CK se da cuenta de que cada uno va por su lado, a hacer varios ejercicios. Konrad empieza a levantar enormes pesos, y Akaru empieza a hacer series de velocidad.
- Buf... -la chica suspira, mientras se pone a buscar algo que hacer. ¿Tal vez un trote ligero? Sí, es una buena opción. La chica sonríe y empieza a acelerar, corriendo a aproximadamente 50 kilómetros por hora alrededor del campo de entrenamiento, un trote suave para ella.
Corre hacia el armario y mete la mano dentro del mismo, sacando uno de los múltiples juegos de uniforme que tiene en él. Se viste con rapidez, embutiéndose prácticamente dentro del ajustado traje negro. La chica suspira y mira el reloj de nuevo: quedan dos minutos.
Un segundo después, la chica se encuentra corriendo como una exhalación por los pasillos del centro, esquivando por poco a su compañero Manner y al instructor Sanders, que hablaban en una parte del pasillo. Ambos dejan de hablar y a la chica cree escuchar un: "¡Corre, corre, que llegas tarde!" y un par de personas riéndose. La chica se sonroja un poco, pero sonríe también. Esos dos saben el problema que tiene con las camas, que parecen atraparla y aprisionarla.
La chica empieza a correr por la calle a toda velocidad, y su cuerpo se convierte en una mancha borrosa de color oscuro, mientras su velocidad aumenta aún más. Tras unos minutos llega al campo de instrucción, donde un montón de agentes ya están listos, rodeando a Mathew. Catherine ve a Akaru y a Konrad en una esquina, pero no logra encontrar a Arina. La peliverde se acerca a ellos y escucha atentamente lo que dice su tutor.
- ¡Vaya, CK! ¿Otra vez se te han pegado las sábanas? -pregunta Konrad con una sonrisa.
- Psé... -responde ella, no dignándose a decir nada más.
- Bueno, no has pasado desapercibida... -añade Akaru, mientras señala a los agentes que no forman parte del grupo, que miran embobados a la chica. Esto hace que la chica se sonroje un poco al ser el centro de tantas miradas, e hincha los mofletes.
El grupo de agentes se empieza a dispersar, y CK se da cuenta de que cada uno va por su lado, a hacer varios ejercicios. Konrad empieza a levantar enormes pesos, y Akaru empieza a hacer series de velocidad.
- Buf... -la chica suspira, mientras se pone a buscar algo que hacer. ¿Tal vez un trote ligero? Sí, es una buena opción. La chica sonríe y empieza a acelerar, corriendo a aproximadamente 50 kilómetros por hora alrededor del campo de entrenamiento, un trote suave para ella.
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No le llevó mucho tiempo llegar al lugar en cuestión: un amplio patio de entrenamiento dividido en diferentes zonas donde practicar los distintos ejercicios posibles, todo un templo dedicado al cuerpo y a la mente para que los agentes del CP se prepararan para su día a día. Como era de esperar, el lugar rebosaba de actividad, y multitud de caras nuevas se presentaron ante la penetrante mirada del pelirrojo. Nuevas adquisiciones para la Cipher Pol, veteranos de esta e incluso agentes de renombre, aunque estos últimos no le producían nada más allá del respeto hacia sus superiores y del reconocimiento de sus proezas. Pero no, aquél no era el día en que su interés se centró en grandes hazañas y héroes del mundo, todo lo contrario. Inmaculada, con una figura esbelta y un cabello esmeralda capaz de hechizar a cualquiera con ojos en la cara. Como una dulce estela verde deslizándose con gracilidad a lo largo del lugar, con un ritmo envidiable y sin aparentes muestras de cansancio.
- Parece que mi día se va a animar y todo -susurró para sí mismo sin perderla de vista.
Agente C.K, de la Cipher Pol 6 al igual que él. No habían sido escasas las veces que había escuchado hablar de ella, ni pocos los rumores que corrían a su alrededor. Se contaban grandes cantidades de logros, así como de proezas, aunque sin duda lo que más destacaba entre todas (o, al menos, lo que más se nombraba) era su increíble velocidad. No tenía muy claro cuánto había de verdad en aquellas historias, pero por lo que estaba viendo debía de poseer una carrera envidiable. Ni él sería capaz de mantener ese ritmo con tanta facilidad, y eso que el pelirrojo no era alguien en baja forma precisamente. Ni siquiera parecía acalorada por ello, incluso debía de resultarle un simple ejercicio de calentamiento.
- Pues vaya, ¿sabes qué? Creo que al final sí que me voy a animar a entrenar un poco.
Se quitó con calma la chaqueta y dejó esta sobre uno de los bancos cercanos, así como su espada, asignándole a un chico que pasaba por su lado (probablemente, algún novato) que le echara un ojo de vez en cuando. Tampoco es como si alguien fuera a robarle en aquel lugar, pero siempre convenía estar atento y prepararse para cualquier posibilidad. Se acercó un poco a la zona central y se dispuso a realizar algunos calentamientos, ejercitando las piernas principalmente. Lo iba a necesitar. Tras unos tres o cuatro minutos, el pelirrojo cesó los estiramientos y se dispuso a averiguar rápidamente la posición de la chica, viendo que estaba a escasos segundos de pasar a su lado, aún corriendo. "Vamos allá" se dijo a sí mismo antes de emprender la marcha, comenzando suave y acelerando poco a poco para alcanzar la velocidad a la que ella iba justo cuando le alcanzara. Una vez la tuvo cerca, sin duda pudo asegurar que de cerca su belleza era incluso mayor.
- Un buen día para practicar, verdad? -comentó sin siquiera mirarla, centrado en mantener el ritmo lo mejor que podía, mientras sentía las miradas de los demás, incluso escuchando un "pobre chico" como comentario de alguno de los presentes, cosa que tan solo provocó en él una sutil sonrisa.
- Parece que mi día se va a animar y todo -susurró para sí mismo sin perderla de vista.
Agente C.K, de la Cipher Pol 6 al igual que él. No habían sido escasas las veces que había escuchado hablar de ella, ni pocos los rumores que corrían a su alrededor. Se contaban grandes cantidades de logros, así como de proezas, aunque sin duda lo que más destacaba entre todas (o, al menos, lo que más se nombraba) era su increíble velocidad. No tenía muy claro cuánto había de verdad en aquellas historias, pero por lo que estaba viendo debía de poseer una carrera envidiable. Ni él sería capaz de mantener ese ritmo con tanta facilidad, y eso que el pelirrojo no era alguien en baja forma precisamente. Ni siquiera parecía acalorada por ello, incluso debía de resultarle un simple ejercicio de calentamiento.
- Pues vaya, ¿sabes qué? Creo que al final sí que me voy a animar a entrenar un poco.
Se quitó con calma la chaqueta y dejó esta sobre uno de los bancos cercanos, así como su espada, asignándole a un chico que pasaba por su lado (probablemente, algún novato) que le echara un ojo de vez en cuando. Tampoco es como si alguien fuera a robarle en aquel lugar, pero siempre convenía estar atento y prepararse para cualquier posibilidad. Se acercó un poco a la zona central y se dispuso a realizar algunos calentamientos, ejercitando las piernas principalmente. Lo iba a necesitar. Tras unos tres o cuatro minutos, el pelirrojo cesó los estiramientos y se dispuso a averiguar rápidamente la posición de la chica, viendo que estaba a escasos segundos de pasar a su lado, aún corriendo. "Vamos allá" se dijo a sí mismo antes de emprender la marcha, comenzando suave y acelerando poco a poco para alcanzar la velocidad a la que ella iba justo cuando le alcanzara. Una vez la tuvo cerca, sin duda pudo asegurar que de cerca su belleza era incluso mayor.
- Un buen día para practicar, verdad? -comentó sin siquiera mirarla, centrado en mantener el ritmo lo mejor que podía, mientras sentía las miradas de los demás, incluso escuchando un "pobre chico" como comentario de alguno de los presentes, cosa que tan solo provocó en él una sutil sonrisa.
C. K.
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Catherine ha recorrido ya más de veinte vueltas alrededor del campo de entrenamiento, y su cuerpo y sus músculos empiezan a estar calientes y listos para pasar al siguiente nivel de series cuando un hombre joven, con pelo escarlata, casi con un tono de rubí incandescente, y con un parche cubriéndole el ojo derecho se coloca a su lado, corriendo a su velocidad y manteniéndole el ritmo y diciendo que es un buen día para practicar.
La agente mira al chico sin comprender que viene a hacer a interrumpirla. Simplemente arquea una ceja, con cierta incredulidad, y dice:
- Supongo. -sí, la chica no es precisamente todo amor y elogios.
Ahora mismo Catherine está pensando en quién es ese hombre que se ha puesto a su lado. Le suena de haberlo visto con anterioridad por la isla, por lo que no es de una nueva remesa de agentes, y parece ser capaz de mantener el ritmo de su carrera, lo cual sería envidiable para cualquier humano que no formase parte del CP, e incluso para muchos de los novatos que apenas llevan tiempo en la isla judicial. Las vueltas se suceden con rapidez, y C. K. pregunta entonces:
- ¿Nombre e identificación? Creo conocerte de haberte visto antes por aquí, agente. -la curiosidad puede a la chica peliverde, que decide seguirle el juego por el momento. Tras formular la pregunta, decide que ya ha calentado lo suficiente, y empieza a acelerar hasta duplicar su velocidad actual, más o menos. Ahora mismo ya superaría el ritmo del soru, y espera dejar atrás al agente. Si no es así, tal vez hasta pueda medirse con el único que parece poder mantenerle el ritmo en una carrera.
La agente mira al chico sin comprender que viene a hacer a interrumpirla. Simplemente arquea una ceja, con cierta incredulidad, y dice:
- Supongo. -sí, la chica no es precisamente todo amor y elogios.
Ahora mismo Catherine está pensando en quién es ese hombre que se ha puesto a su lado. Le suena de haberlo visto con anterioridad por la isla, por lo que no es de una nueva remesa de agentes, y parece ser capaz de mantener el ritmo de su carrera, lo cual sería envidiable para cualquier humano que no formase parte del CP, e incluso para muchos de los novatos que apenas llevan tiempo en la isla judicial. Las vueltas se suceden con rapidez, y C. K. pregunta entonces:
- ¿Nombre e identificación? Creo conocerte de haberte visto antes por aquí, agente. -la curiosidad puede a la chica peliverde, que decide seguirle el juego por el momento. Tras formular la pregunta, decide que ya ha calentado lo suficiente, y empieza a acelerar hasta duplicar su velocidad actual, más o menos. Ahora mismo ya superaría el ritmo del soru, y espera dejar atrás al agente. Si no es así, tal vez hasta pueda medirse con el único que parece poder mantenerle el ritmo en una carrera.
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Fría y seria como un témpano de hielo, esa era la primera impresión que pudo obtener de la agente. Apenas pareció tomarle en cuenta, como si estuviera demasiado concentrada en el entrenamiento o, simplemente, no pretendiera darle mucha importancia al pelirrojo. Sonaba divertido, sin duda, a la par que interesante, ya que su curiosidad se había visto incrementada ante su actitud. ¿Por qué era así y qué guardaba tras esa coraza de rectitud y seriedad? Tal vez no en ese día, pero terminaría averiguando la respuesta.
- Es posible que nos hayamos cruzado antes, sí. Kusanagi Yu, Cipher Pol 6 -respondió con formalidad, ahora sí, mirándola de lado con su ojo bueno.
"Bueno, al menos parece haberse interesado un poco. Es un comienzo. Me pregunto si podré ver algo más de sus capacidades... Podría llegar a ser un gran fichaje para la división." Sin duda, había algo especial en ella, no era como los agentes comunes... Y no tardó en darse cuenta de ello. Sin previo aviso la chica comenzó a incrementar su velocidad hasta prácticamente duplicar la que estaba manteniendo, llegando incluso a superar el soru. El pelirrojo no pudo hacer nada más que sonreír ante aquello, pues parecía estar probándole de alguna forma.
- Yo no pienso quedarme atrás -susurró para sí mismo antes de cambiar su expresión a una más seria.
Desde el punto de vista de los agentes menos experimentados, tanto el pelirrojo como la peliverde debieron de esfumarse ante sus ojos. Kusanagi había incrementado su velocidad notablemente en apenas un instante, gracias a los poderes de su akuma no mi, alcanzando en unos pocos segundos a la chica para aminorar la marcha e igualar su velocidad, de nuevo a su lado. Sin duda era bastante impresionante, pues de no poseer aquellas habilidades la agente le habría dejado atrás rápidamente. ¿Cómo reaccionaría ante aquello? Apenas debían de ser un par de estelas que daban vueltas alrededor del campo para los ojos del resto de agentes, que se difuminaban ligeramente al ir tan rápido. Comenzaron a murmuran entre ellos, e incluso alguno se vio obligado a dejar sus ejercicios para prestarles atención, probablemente asombrados por lo que estaban viendo.
- Es poco común ver agentes capaces de desplazarse a esta velocidad con semejante facilidad. Parece que los rumores sobre ti son bastante acertados -comentó, dando a entender que él sí había oído hablar de ella con anterioridad, concentrado en mantener ese ritmo para no quedarse atrás.
- Es posible que nos hayamos cruzado antes, sí. Kusanagi Yu, Cipher Pol 6 -respondió con formalidad, ahora sí, mirándola de lado con su ojo bueno.
"Bueno, al menos parece haberse interesado un poco. Es un comienzo. Me pregunto si podré ver algo más de sus capacidades... Podría llegar a ser un gran fichaje para la división." Sin duda, había algo especial en ella, no era como los agentes comunes... Y no tardó en darse cuenta de ello. Sin previo aviso la chica comenzó a incrementar su velocidad hasta prácticamente duplicar la que estaba manteniendo, llegando incluso a superar el soru. El pelirrojo no pudo hacer nada más que sonreír ante aquello, pues parecía estar probándole de alguna forma.
- Yo no pienso quedarme atrás -susurró para sí mismo antes de cambiar su expresión a una más seria.
Desde el punto de vista de los agentes menos experimentados, tanto el pelirrojo como la peliverde debieron de esfumarse ante sus ojos. Kusanagi había incrementado su velocidad notablemente en apenas un instante, gracias a los poderes de su akuma no mi, alcanzando en unos pocos segundos a la chica para aminorar la marcha e igualar su velocidad, de nuevo a su lado. Sin duda era bastante impresionante, pues de no poseer aquellas habilidades la agente le habría dejado atrás rápidamente. ¿Cómo reaccionaría ante aquello? Apenas debían de ser un par de estelas que daban vueltas alrededor del campo para los ojos del resto de agentes, que se difuminaban ligeramente al ir tan rápido. Comenzaron a murmuran entre ellos, e incluso alguno se vio obligado a dejar sus ejercicios para prestarles atención, probablemente asombrados por lo que estaban viendo.
- Es poco común ver agentes capaces de desplazarse a esta velocidad con semejante facilidad. Parece que los rumores sobre ti son bastante acertados -comentó, dando a entender que él sí había oído hablar de ella con anterioridad, concentrado en mantener ese ritmo para no quedarse atrás.
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Catherine rebaja la marcha de nuevo, asintiendo ante la respuesta de Kusanagi. Parece que forma parte de su misma división. Eso explicaría el por qué le suena el pelirrojo del ojo parcheado. Tal vez estuviera en uno de los grupos de la base ARCAS, o tal vez no. En cualquier caso, el chico parece saber lo que se trae entre manos, pues logra igualarla sin aparente dificultad. Catherine observa el campo de entrenamiento, donde Konrad parece ser uno de los pocos que no han detenido su ejercicio para observar la carrera de ambos. La mujer peliverde incluso ve a Mathew, que está en una esquina del campo de instrucción, con los brazos cruzados y lo que parece una sonrisa de satisfacción en la cara, aunque la agente no puede jurarlo, debido a la velocidad a la que se está moviendo.
La mujer escucha al pelirrojo que corre a su lado. Dice que los rumores que hay sobre ella son ciertos. Supone que se refiere a las habladurías de que es la más rápida del cuerpo, y que podría llegar a compararse al difunto Ivanovich, que antaño fue el agente más rápido, y maestro del actual líder del CP-9, Ashi, a quien la mujer había conocido en la base ARCAS un tiempo atrás.
- Bueno, no es algo que me extrañe. Pero creo que cada uno debería centrarse en lo que es mejor. En mi caso, es la velocidad. -al tiempo que dice esto, la mujer acelera aún más el ritmo, llegando a rozar los doscientos kilómetros por hora. A esa velocidad, tomar las cerradas curvas que forman las esquinas del recinto debería ser un problema, pero la chica ha llegado a dominar su velocidad hasta tal punto que eso le resulta simplemente un juego de niños. Su corazón empieza a acelerarse, mientras observa si Kusanagi logra mantenerle el ritmo. Sería una grata sorpresa para ella. Y si así es, tal vez se plantee echar una carrera en serio, para ver el límite de su compañero. Las vueltas se suceden con rapidez, y la mujer es solo un borrón negro y verde alrededor del campo de entrenamiento.
La mujer escucha al pelirrojo que corre a su lado. Dice que los rumores que hay sobre ella son ciertos. Supone que se refiere a las habladurías de que es la más rápida del cuerpo, y que podría llegar a compararse al difunto Ivanovich, que antaño fue el agente más rápido, y maestro del actual líder del CP-9, Ashi, a quien la mujer había conocido en la base ARCAS un tiempo atrás.
- Bueno, no es algo que me extrañe. Pero creo que cada uno debería centrarse en lo que es mejor. En mi caso, es la velocidad. -al tiempo que dice esto, la mujer acelera aún más el ritmo, llegando a rozar los doscientos kilómetros por hora. A esa velocidad, tomar las cerradas curvas que forman las esquinas del recinto debería ser un problema, pero la chica ha llegado a dominar su velocidad hasta tal punto que eso le resulta simplemente un juego de niños. Su corazón empieza a acelerarse, mientras observa si Kusanagi logra mantenerle el ritmo. Sería una grata sorpresa para ella. Y si así es, tal vez se plantee echar una carrera en serio, para ver el límite de su compañero. Las vueltas se suceden con rapidez, y la mujer es solo un borrón negro y verde alrededor del campo de entrenamiento.
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El pelirrojo sonrió satisfecho ante su respuesta, coincidiendo. Tenía razón, no a todo el mundo podía dársele bien absolutamente todo, por no decir que esa hazaña la cumplirían escasas personas en todo el planeta, si no ninguna. Fue en ese momento cuando al chico se le planteó una pregunta interna. A ella lo que mejor se le daba era la velocidad, pero... ¿De qué se trataba en su caso? Si bien es cierto que probablemente su velocidad fuera muy superior a la de una buena parte de los agentes, no tenía demasiado claro que aquél fuera su punto más fuerte. En ese caso, ¿qué era?
- Supongo que tienes razón -se limitó a responderle a la chica, aún sumido en esa pregunta, pero sin borrar aquella sonrisa amable que le caracterizaba.
"Sí, supongo que eso es lo que me diferencia del resto" se dijo a sí mismo. No se trataba de ninguna capacidad física, pues al fin y al cabo existían auténticos monstruos a lo largo de todos los mares, con una fuerza, velocidad, resistencia y agilidad inhumanas, tal vez incluso superiores a las de su compañera (por difícil que fuera de creer). No, él no destacaba por nada de eso. Lo que realmente le hacía único y diferente al resto era, pese a lo romántico e ingenuo que pudiera sonar, su corazón. Un corazón completamente exento de maldad, con la única voluntad de llevar a puerto aquel sueño utópico que nació en él desde el mismo instante en que se uniera a las filas de la Cipher Pol.
Aún sumido en estos pensamientos, tan solo cuando su mantra le advirtió de que su compañera se había adelantado pudo darse cuenta de que ya no la tenía a su lado. Volviendo en sí, el chico se preparó para acelerar y darle alcance, aunque aún existía un problema: los giros cerrados de las esquinas. Sí, no era la primera vez que se desplazaba a esas velocidades, pero por lo general lo empleaba para recorrer distancias cortas y con escasos cambios de dirección. Ello no implicaba que no fuera capaz de hacerlos, pero para hacerlo de forma efectiva precisaba de detenerse un instante antes de redireccionarse. "Debo corregir eso de alguna forma. Trabajaré en ello." En un instante incrementó su velocidad, dando alcance a la chica y manteniendo el mismo ritmo que ella de nuevo. Para tomar las curvas seguía frenándose, aunque el tiempo que utilizaba era tan escaso (de apenas unas milésimas), que pocos podrían llegar a darse cuenta de ello, por no decir casi nadie, y deberían prestar bastante atención para hacerlo. Dudaba incluso de que C.K se pudiera percatar, sobre todo teniendo en cuenta que no se estaba deteniendo para mirarle.
- Es realmente impresionante. Hasta ahora no me había topado con nadie que pudiera seguir un ritmo así por mucho tiempo, aunque sin duda esto no debe suponer más que un leve esfuerzo para ti -comentó con calma, mientras sus latidos se aceleraban- Me pregunto si podría llegar a verte correr en serio.
Aquello, lógicamente, era casi como una invitación a mostrarle la verdadera velocidad que podía llegar a alcanzar. Sin duda sentía curiosidad por ello, y esperaba que fuera bastante superior a la que estaban manteniendo en ese instante. Tal vez hubiera logrado llamarle la atención al poder seguirle el ritmo hasta ese punto, y el pelirrojo comenzaba a plantearse la posibilidad de incluirla entre los miembros de su división especial. Sí, podría convertirse en una poderosa aliada, pero había una incógnita que resolver antes de hacerlo. ¿Qué clase de corazón se escondería en su interior?
- Supongo que tienes razón -se limitó a responderle a la chica, aún sumido en esa pregunta, pero sin borrar aquella sonrisa amable que le caracterizaba.
"Sí, supongo que eso es lo que me diferencia del resto" se dijo a sí mismo. No se trataba de ninguna capacidad física, pues al fin y al cabo existían auténticos monstruos a lo largo de todos los mares, con una fuerza, velocidad, resistencia y agilidad inhumanas, tal vez incluso superiores a las de su compañera (por difícil que fuera de creer). No, él no destacaba por nada de eso. Lo que realmente le hacía único y diferente al resto era, pese a lo romántico e ingenuo que pudiera sonar, su corazón. Un corazón completamente exento de maldad, con la única voluntad de llevar a puerto aquel sueño utópico que nació en él desde el mismo instante en que se uniera a las filas de la Cipher Pol.
Aún sumido en estos pensamientos, tan solo cuando su mantra le advirtió de que su compañera se había adelantado pudo darse cuenta de que ya no la tenía a su lado. Volviendo en sí, el chico se preparó para acelerar y darle alcance, aunque aún existía un problema: los giros cerrados de las esquinas. Sí, no era la primera vez que se desplazaba a esas velocidades, pero por lo general lo empleaba para recorrer distancias cortas y con escasos cambios de dirección. Ello no implicaba que no fuera capaz de hacerlos, pero para hacerlo de forma efectiva precisaba de detenerse un instante antes de redireccionarse. "Debo corregir eso de alguna forma. Trabajaré en ello." En un instante incrementó su velocidad, dando alcance a la chica y manteniendo el mismo ritmo que ella de nuevo. Para tomar las curvas seguía frenándose, aunque el tiempo que utilizaba era tan escaso (de apenas unas milésimas), que pocos podrían llegar a darse cuenta de ello, por no decir casi nadie, y deberían prestar bastante atención para hacerlo. Dudaba incluso de que C.K se pudiera percatar, sobre todo teniendo en cuenta que no se estaba deteniendo para mirarle.
- Es realmente impresionante. Hasta ahora no me había topado con nadie que pudiera seguir un ritmo así por mucho tiempo, aunque sin duda esto no debe suponer más que un leve esfuerzo para ti -comentó con calma, mientras sus latidos se aceleraban- Me pregunto si podría llegar a verte correr en serio.
Aquello, lógicamente, era casi como una invitación a mostrarle la verdadera velocidad que podía llegar a alcanzar. Sin duda sentía curiosidad por ello, y esperaba que fuera bastante superior a la que estaban manteniendo en ese instante. Tal vez hubiera logrado llamarle la atención al poder seguirle el ritmo hasta ese punto, y el pelirrojo comenzaba a plantearse la posibilidad de incluirla entre los miembros de su división especial. Sí, podría convertirse en una poderosa aliada, pero había una incógnita que resolver antes de hacerlo. ¿Qué clase de corazón se escondería en su interior?
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Catherine observa al agente, que parecía mantener su ritmo. La chica peliverde no puede evitar sonreír levemente ante ese chico que parece dispuesto a seguirla en su carrera. Cuando el hombre le dice que le gustaría verla correr en serio, la chica empieza a detenerse, gradualmente, para que el chico se de cuenta con facilidad de eso. Cuando se detiene del todo, bastante gente del campo de entrenamiento parece tener sus ojos clavados en ellos dos. La mayoría de ellos son agentes que no tienen relación con la peliverde, aunque Konrad sigue mirando la escena desde su posición. Catherine se lleva la mano al pelo y otra a su traje, de donde saca una pequeña goma. Tras atarse el pelo en una coleta, mira a Kusanagi y murmura:
- No suelo hacer esto, pero esprintar un poco no me vendrá mal -la chica se coloca en posición, y empieza a cambiar de forma, brotándole dos brazos extra bajo los que ya posee. Su piel pasa a volverse parda, y en su rostro aparecen dos quelíceros similares a los de una araña. La mujer, ahora hibridada con una especie de animal extraño, mira a su acompañante y dice, con una voz más grave-. Tápate los oídos, agente -el cuerpo de la mujer se vuelve más oscuro, casi llegando al punto de un negro puro, y de pronto desaparece en una nube de polvo, al tiempo que un fuerte estallido resuena. Acaba de arrancar desde parado hasta romper la barrera del sonido. Un fuerte vendaval se levanta, y un par de segundos después, la mujer vuelve a estar en el mismo sitio, con un periódico en la mano
- Lo he cogido del centro de información, espero que no les moleste -dice, mientras abre por una página al azar-. No es mi máximo, ni mucho menos, pero sí que es suficiente para atrapar criminales, la mayor parte de las veces -mira a Kusanagi con una mirada escrutadora-. Considera esta muestra de velocidad como un favor. No me gusta usar mi poder a la ligera.
- No suelo hacer esto, pero esprintar un poco no me vendrá mal -la chica se coloca en posición, y empieza a cambiar de forma, brotándole dos brazos extra bajo los que ya posee. Su piel pasa a volverse parda, y en su rostro aparecen dos quelíceros similares a los de una araña. La mujer, ahora hibridada con una especie de animal extraño, mira a su acompañante y dice, con una voz más grave-. Tápate los oídos, agente -el cuerpo de la mujer se vuelve más oscuro, casi llegando al punto de un negro puro, y de pronto desaparece en una nube de polvo, al tiempo que un fuerte estallido resuena. Acaba de arrancar desde parado hasta romper la barrera del sonido. Un fuerte vendaval se levanta, y un par de segundos después, la mujer vuelve a estar en el mismo sitio, con un periódico en la mano
- Lo he cogido del centro de información, espero que no les moleste -dice, mientras abre por una página al azar-. No es mi máximo, ni mucho menos, pero sí que es suficiente para atrapar criminales, la mayor parte de las veces -mira a Kusanagi con una mirada escrutadora-. Considera esta muestra de velocidad como un favor. No me gusta usar mi poder a la ligera.
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Alzó una ceja al darse cuenta de que la peliverde había comenzado a aminorar la marcha, haciendo lo propio hasta que, tras unos segundos, terminaron por detener su "carrera". Al parecer, la chica estaba dispuesta a mostrarle las velocidades que podía llegar a alcanzar, como si se tratara de un favor para el chico. ¿Por qué lo haría? Tal vez hubiera llegado a llamar su atención, le cayera bien o, simplemente, le resultara divertido el imaginarse cómo reaccionaría, pero eso a Kusanagi le importaba bastante poco, a decir verdad. Confirmar los rumores sobre ella incrementaría más si cabe las ganas que tenía el agente de conseguir que se uniera a Reiko.
- Supongo que, en ese caso, puedo considerarme bastante afortunado -le respondió él mientras esbozaba media sonrisa, con su ojo fijo en la agente.
No pudo hacer más que mostrarse increíblemente sorprendido en cuanto vio la transformación que se estaba dando en el cuerpo de su compañera, la cual no solo cambió su color de piel, sino que incluso obtuvo un par de extremidades más, así como dos quelíceros. "Zoan" se dijo a sí mismo, sin apartar la mirada. Aquello podría explicar en parte por qué era capaz de alcanzar tales velocidades, aunque algo le decía que no se basaba completamente en el poder de la akuma no mi que hubiese ingerido. Al fin y al cabo, las frutas de tipo zoan incrementaban las capacidades del propio usuario. Y, pese a que la imagen que ahora mostraba el cuerpo de la peliverde no era especialmente atractiva para la vista, el pelirrojo no sintió asco o temor alguno. Tan solo una creciente curiosidad en su interior.
- ¿Los... Oídos? -preguntó ladeando levemente la cabeza, sin comprender en un primer momento el motivo por el que le advertía.
Fue entonces cuando su mantra le advirtió de lo que estaba a punto de suceder. No por el avernal ruido que produciría su movimiento, ni mucho menos. Al fin y al cabo, sería bastante irónico que alguien que era el propio sonido pudiera verse dañado por este. No, lo preocupante era lo que lo acompañaría. Una fuerte explosión de viento, como era obvio, producida al superar la velocidad del mismo. En cuanto la chica se esfumó ante sus ojos el joven Cipher Pol adoptó su forma elemental justo después de impulsarse hacia atrás por acto reflejo, salvándose así de lo que podría haber sido un verdadero estropicio para sus huesos, músculos, órganos... Y reconstruyéndose al momento, sin poder ocultar la sorpresa en su rostro. Una sorpresa agradable, a decir verdad, al ver que escasos segundos después C.K volvía a presentarse ante él, con la prensa en la mano. Sonrió satisfecho y se cruzó de brazos tras volver a acercarse hasta donde ella se encontraba.
- Realmente... Vaya, no tengo palabras -comenzó, preguntándose si se habría dado cuenta de lo ocurrido, conteniendo una pequeña risa de forma disimulada ante el detalle del periódico. Era realmente impresionante, y ella lo sabía- No quiero ni imaginarme quién podría ser lo suficientemente rápido como para que ese ritmo no fuera suficiente. Gracias por mostrármelo, agente -prosiguió, haciendo una pequeña pausa para escoger con cuidado las palabras que utilizaría a continuación. Era el momento de conocer a la persona, más allá de sus habilidades- Tan solo tengo una pregunta que hacer, y es... ¿Qué motivos mueven a alguien tan rápido a hacer lo que hace?
Y ahí iba, sin rodeos, tal vez incluso pecando de ser demasiado directo, con la única esperanza de que la chica no se sintiera ofendida por la transparencia de sus palabras. El pelirrojo echó un rápido vistazo a su alrededor, observando a los agentes que les miraban desde una distancia prudencial, probablemente preguntándose qué tipo de conversación estarían manteniendo los dos CP6. No era de extrañar que lo hicieran, especialmente tras ese despliegue de velocidad inhumana que había mostrado la contraria y que incluso había llegado a infundir tal impresión en los más novatos que parecían paralizados. Incluso alguno de ellos palideció levemente.
- Supongo que, en ese caso, puedo considerarme bastante afortunado -le respondió él mientras esbozaba media sonrisa, con su ojo fijo en la agente.
No pudo hacer más que mostrarse increíblemente sorprendido en cuanto vio la transformación que se estaba dando en el cuerpo de su compañera, la cual no solo cambió su color de piel, sino que incluso obtuvo un par de extremidades más, así como dos quelíceros. "Zoan" se dijo a sí mismo, sin apartar la mirada. Aquello podría explicar en parte por qué era capaz de alcanzar tales velocidades, aunque algo le decía que no se basaba completamente en el poder de la akuma no mi que hubiese ingerido. Al fin y al cabo, las frutas de tipo zoan incrementaban las capacidades del propio usuario. Y, pese a que la imagen que ahora mostraba el cuerpo de la peliverde no era especialmente atractiva para la vista, el pelirrojo no sintió asco o temor alguno. Tan solo una creciente curiosidad en su interior.
- ¿Los... Oídos? -preguntó ladeando levemente la cabeza, sin comprender en un primer momento el motivo por el que le advertía.
Fue entonces cuando su mantra le advirtió de lo que estaba a punto de suceder. No por el avernal ruido que produciría su movimiento, ni mucho menos. Al fin y al cabo, sería bastante irónico que alguien que era el propio sonido pudiera verse dañado por este. No, lo preocupante era lo que lo acompañaría. Una fuerte explosión de viento, como era obvio, producida al superar la velocidad del mismo. En cuanto la chica se esfumó ante sus ojos el joven Cipher Pol adoptó su forma elemental justo después de impulsarse hacia atrás por acto reflejo, salvándose así de lo que podría haber sido un verdadero estropicio para sus huesos, músculos, órganos... Y reconstruyéndose al momento, sin poder ocultar la sorpresa en su rostro. Una sorpresa agradable, a decir verdad, al ver que escasos segundos después C.K volvía a presentarse ante él, con la prensa en la mano. Sonrió satisfecho y se cruzó de brazos tras volver a acercarse hasta donde ella se encontraba.
- Realmente... Vaya, no tengo palabras -comenzó, preguntándose si se habría dado cuenta de lo ocurrido, conteniendo una pequeña risa de forma disimulada ante el detalle del periódico. Era realmente impresionante, y ella lo sabía- No quiero ni imaginarme quién podría ser lo suficientemente rápido como para que ese ritmo no fuera suficiente. Gracias por mostrármelo, agente -prosiguió, haciendo una pequeña pausa para escoger con cuidado las palabras que utilizaría a continuación. Era el momento de conocer a la persona, más allá de sus habilidades- Tan solo tengo una pregunta que hacer, y es... ¿Qué motivos mueven a alguien tan rápido a hacer lo que hace?
Y ahí iba, sin rodeos, tal vez incluso pecando de ser demasiado directo, con la única esperanza de que la chica no se sintiera ofendida por la transparencia de sus palabras. El pelirrojo echó un rápido vistazo a su alrededor, observando a los agentes que les miraban desde una distancia prudencial, probablemente preguntándose qué tipo de conversación estarían manteniendo los dos CP6. No era de extrañar que lo hicieran, especialmente tras ese despliegue de velocidad inhumana que había mostrado la contraria y que incluso había llegado a infundir tal impresión en los más novatos que parecían paralizados. Incluso alguno de ellos palideció levemente.
C. K.
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La agente alza su mirada de las lineas del periódico, desviando su atención del titular a la cara del joven de pelo rojo, y regresando a su forma humana.
- Eliminar los crímenes. Los crímenes muestran la imperfección del mundo. Y no puedo permitir eso.
La mujer entonces baja la mirada de nuevo al periódico, doblándolo. En ese momento, un hombretón vestido con un traje de agente se acerca: es Konrad, que saluda con un gesto alegre. Extiende la mano y dice, con su habitual tono despreocupado:
- Vaya, vaya, C.K., parece que has hecho un amigo -lo mira, acercándose a Kusanagi y le murmura algo al oído que la chica no logra entender, aunque se supone lo típico de "es una buena chica, cuando la conoces". Tras eso, se separa del pelirrojo y añade-. ¿Podrías pasarme el periódico, peliverde? Aún no me he enterado de lo que pasa en el mundo.
La mujer suspira y le tiende el boletín informativo, para después responderle:
- Tal vez debería volver a correr un poco, nos vemos después en el centro, Konrad. -la chica mira entonces a Kusanagi, y se gira para salir corriendo a un ritmo intenso, similar al soru, hacia el muelle de la ciudad judicial. Le parece escuchar un "Esta chica..." por parte de su compañero de la base ARCAS, pero decide ignorarlo.
- Eliminar los crímenes. Los crímenes muestran la imperfección del mundo. Y no puedo permitir eso.
La mujer entonces baja la mirada de nuevo al periódico, doblándolo. En ese momento, un hombretón vestido con un traje de agente se acerca: es Konrad, que saluda con un gesto alegre. Extiende la mano y dice, con su habitual tono despreocupado:
- Vaya, vaya, C.K., parece que has hecho un amigo -lo mira, acercándose a Kusanagi y le murmura algo al oído que la chica no logra entender, aunque se supone lo típico de "es una buena chica, cuando la conoces". Tras eso, se separa del pelirrojo y añade-. ¿Podrías pasarme el periódico, peliverde? Aún no me he enterado de lo que pasa en el mundo.
La mujer suspira y le tiende el boletín informativo, para después responderle:
- Tal vez debería volver a correr un poco, nos vemos después en el centro, Konrad. -la chica mira entonces a Kusanagi, y se gira para salir corriendo a un ritmo intenso, similar al soru, hacia el muelle de la ciudad judicial. Le parece escuchar un "Esta chica..." por parte de su compañero de la base ARCAS, pero decide ignorarlo.
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El pelirrojo cerró los ojos, inclinando levemente la cabeza y sonriendo ante su respuesta. Sí, ciertamente, acababa de tomar una decisión. Cuando volvió a abrirlos, ante él se presentó un hombre trajeado, probablemente alguno de los agentes que les habían estado observando... O no, la verdad es que no estaba muy seguro, pero el hecho es que parecía conocer a la chica. Tras intercambiar unas pocas palabras con ella se dirigió a él, susurrándole al oído. Casi parecía como si se estuviera excusando por la actitud algo ruda de la veloz joven, aunque para él no había resultado una molestia ni mucho menos. Tan solo que se hubiera mostrado distinta a cómo era en realidad podría haberle decepcionado. Asintió ante sus palabras y, después, se limitó a observarles mientras hablaban... Los pocos segundos que lo hicieron, vaya, pues en cuanto tuvo la oportunidad C.K se esfumó.
- Creo... Que yo también debo irme -dijo, sin mirar al contrario, con una sonrisa cómplice en su rostro- Ha sido un placer.
Hizo un gesto con la mano como despedida y comenzó a caminar tranquilamente hacia el banco donde se encontraban su chaqueta y la espada, agradeciéndole al joven iniciado que se encontraba al cargo de ellas su colaboración. Con calma envainó el arma a la altura de la cintura y se colocó la prenda. No había prisa, tendría suficiente margen si mantenía aquel ritmo.
- Por esa dirección debería estar dirigiéndose hacia los muelles -susurró para sí mismo, pensando la ruta- ¡Muy bien!
Tomó cierto impulso, flexionando las rodillas, y salió disparado hacia el cielo a su velocidad máxima, habiendo adoptado su forma elemental. Contaba con la ventaja de que no tendría que sortear obstáculos y, con suerte, la peliverde no habría acelerado el ritmo. Con esta idea en mente, Kusanagi avanzó por encima de los edificios a una velocidad cercana a los 70 metros por segundo, alcanzando los muelles instantes después y apoyándose en uno de los pivotes de madera, con los brazos cruzados.
- No debería tardar demasiado -se dijo a sí mismo mientras extendía su mantra para averiguar su posición exacta. Supuso que su sola presencia bastaría para que entendiera que había algo que quería tratar con ella, pero de no ser este el caso llamaría su atención- Me pregunto qué responderá...
Algunos de los hombres que se encontraban cerca se habían sobresaltado un poco ante su repentina aparición, por lo que incluso se formó algo de alboroto con ello, aunque no demasiado. Eso también serviría como señal... Tal vez.
- Creo... Que yo también debo irme -dijo, sin mirar al contrario, con una sonrisa cómplice en su rostro- Ha sido un placer.
Hizo un gesto con la mano como despedida y comenzó a caminar tranquilamente hacia el banco donde se encontraban su chaqueta y la espada, agradeciéndole al joven iniciado que se encontraba al cargo de ellas su colaboración. Con calma envainó el arma a la altura de la cintura y se colocó la prenda. No había prisa, tendría suficiente margen si mantenía aquel ritmo.
- Por esa dirección debería estar dirigiéndose hacia los muelles -susurró para sí mismo, pensando la ruta- ¡Muy bien!
Tomó cierto impulso, flexionando las rodillas, y salió disparado hacia el cielo a su velocidad máxima, habiendo adoptado su forma elemental. Contaba con la ventaja de que no tendría que sortear obstáculos y, con suerte, la peliverde no habría acelerado el ritmo. Con esta idea en mente, Kusanagi avanzó por encima de los edificios a una velocidad cercana a los 70 metros por segundo, alcanzando los muelles instantes después y apoyándose en uno de los pivotes de madera, con los brazos cruzados.
- No debería tardar demasiado -se dijo a sí mismo mientras extendía su mantra para averiguar su posición exacta. Supuso que su sola presencia bastaría para que entendiera que había algo que quería tratar con ella, pero de no ser este el caso llamaría su atención- Me pregunto qué responderá...
Algunos de los hombres que se encontraban cerca se habían sobresaltado un poco ante su repentina aparición, por lo que incluso se formó algo de alboroto con ello, aunque no demasiado. Eso también serviría como señal... Tal vez.
C. K.
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Catherine recorre las calles a toda velocidad, levantando nubes de panfletos, hojas de los árboles y faldas de mujeres por igual, para disfrute de algunos de los agentes más pervertidos del cuerpo. La chica avanza a toda velocidad por la isla judicial, pasando por las calles de la misma y alcanzando la muralla exterior, donde están los muelles de embarque, los mismos que la recibieron a ella en su primer día y los mismos que llevan a los criminales para que sean juzgados en la isla.
- Mmmm... -la mujer ve un gran alboroto formado por varios agentes pertenecientes a las secciones numéricas del 1 al 3, novatos a sus ojos. Y entre ellos, apoyado en una enorme estaca de madera, está apoyado Kusanagi. El agente parece haber llegado hasta ahí antes que ella. ¿La habrá seguido solo para demostrarle que es más rápido? Qué infantil.
La mujer de pelo verde se detiene y observa a los agentes que rodean al pelirrojo. Frunciendo el ceño, la chica carraspea para llamar su atención y exclama:
- ¡Agentes, volved a vuestras tareas! -la marea tarda pocos segundos en dispersarse y volver a sus quehaceres diarios, mientras la agente da un par de pasos hacia el pelirrojo del parche y le dice-. No es de buena educación acosar a una dama siguiéndola -su tono es serio, y su mirada está clavada en el ojo sano del hombre-. ¿Hay algo por lo que deba suponer que tu visita no es un simple caso de acoso laboral y deba evitar denunciarte a tus superiores? -la amenaza de la mujer no es gratuita. Odia a los pervertidos, y quiere dejárselo claro al agente. Puede que simplemente haya sido una coincidencia el hecho de encontrarse ahí de nuevo, pero nunca está de más avisar.
- Mmmm... -la mujer ve un gran alboroto formado por varios agentes pertenecientes a las secciones numéricas del 1 al 3, novatos a sus ojos. Y entre ellos, apoyado en una enorme estaca de madera, está apoyado Kusanagi. El agente parece haber llegado hasta ahí antes que ella. ¿La habrá seguido solo para demostrarle que es más rápido? Qué infantil.
La mujer de pelo verde se detiene y observa a los agentes que rodean al pelirrojo. Frunciendo el ceño, la chica carraspea para llamar su atención y exclama:
- ¡Agentes, volved a vuestras tareas! -la marea tarda pocos segundos en dispersarse y volver a sus quehaceres diarios, mientras la agente da un par de pasos hacia el pelirrojo del parche y le dice-. No es de buena educación acosar a una dama siguiéndola -su tono es serio, y su mirada está clavada en el ojo sano del hombre-. ¿Hay algo por lo que deba suponer que tu visita no es un simple caso de acoso laboral y deba evitar denunciarte a tus superiores? -la amenaza de la mujer no es gratuita. Odia a los pervertidos, y quiere dejárselo claro al agente. Puede que simplemente haya sido una coincidencia el hecho de encontrarse ahí de nuevo, pero nunca está de más avisar.
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El pelirrojo observó satisfecho a la agente, justo al tiempo que esta aparecía frente a ellos. Tenía carácter, autoridad... Y eso le gustaba en muchos sentidos, pero más por su utilidad que cualquier otro. No estaba tan enfermo... ¿O puede que sí? Bueno, eso no importa ahora. El caso es que, mientras los hombres y mujeres que había a su alrededor volvían a sus tareas, interrumpidas por su repentina aparición, C.K dio varios pasos para acercarse y dirigirle unas palabras. Unas no muy amables, a decir verdad, aunque era lógico que se sintiera confusa por aquella persecución.
- Discúlpame -fue lo primer que dijo, apartándose de la estaca y dando un paso al frente- No era mi intención hacerte sentir así. Puedes estar tranquila, no tiene nada que ver con eso.
Su rostro se volvió mucho más serio en comparación con la expresión que había mostrado durante el resto del día. No podía permitirse andar bromeando, no si quería lograr que se convirtiera en una aliada potencial de la división, más allá de formar parte del conjunto de la Cipher Pol. Y, definitivamente, no parecía ser alguien que acostumbrara a bromear muy a menudo, por no decir nunca. El chico guardó silencio durante unos segundos sin apartar su mirada de ella, meditando las palabras que iba a emplear con mucho cuidado. Tan solo tendría una oportunidad, pero antes debía conseguir que la acompañara a algún lugar más discreto. Ese no era el mejor sitio para hablar.
- Antes has dicho que tu deseo es el de eliminar los crímenes que, dentro de lo que cabe, es lo que deberíamos querer todos. Pero tú has hablado de perfección, y yo tengo algo que decir al respecto -entrecerró los ojos y prosiguió tras una leve pausa- Quiero proponerte algo que tal vez pueda interesarte, pero un muelle no es el lugar más adecuado para tratarlo. Temo que tendrás que confiar en mí para poder pasar de este punto, así que... -guardó las manos en los bolsillos y ladeó el cuerpo, comenzando a caminar con calma- Si quieres saber más, ven conmigo.
Se lo explicaría todo con más calma una vez hubiera llegado a su "despacho" improvisado, que no era más que una habitación con un escritorio y un amasijo sin sentido de papeles. Le siguiera o no se dirigiría hacia allí, aunque esperaba que le acompañara, independientemente de la respuesta que pudiera darle después. De todos modos, debía volver a sus tareas como líder de división cuanto antes, y ya había se había distraído suficiente ese día. "Issei... ¿Acaso has aprendido a huir cuando hay papeleo?"
- Discúlpame -fue lo primer que dijo, apartándose de la estaca y dando un paso al frente- No era mi intención hacerte sentir así. Puedes estar tranquila, no tiene nada que ver con eso.
Su rostro se volvió mucho más serio en comparación con la expresión que había mostrado durante el resto del día. No podía permitirse andar bromeando, no si quería lograr que se convirtiera en una aliada potencial de la división, más allá de formar parte del conjunto de la Cipher Pol. Y, definitivamente, no parecía ser alguien que acostumbrara a bromear muy a menudo, por no decir nunca. El chico guardó silencio durante unos segundos sin apartar su mirada de ella, meditando las palabras que iba a emplear con mucho cuidado. Tan solo tendría una oportunidad, pero antes debía conseguir que la acompañara a algún lugar más discreto. Ese no era el mejor sitio para hablar.
- Antes has dicho que tu deseo es el de eliminar los crímenes que, dentro de lo que cabe, es lo que deberíamos querer todos. Pero tú has hablado de perfección, y yo tengo algo que decir al respecto -entrecerró los ojos y prosiguió tras una leve pausa- Quiero proponerte algo que tal vez pueda interesarte, pero un muelle no es el lugar más adecuado para tratarlo. Temo que tendrás que confiar en mí para poder pasar de este punto, así que... -guardó las manos en los bolsillos y ladeó el cuerpo, comenzando a caminar con calma- Si quieres saber más, ven conmigo.
Se lo explicaría todo con más calma una vez hubiera llegado a su "despacho" improvisado, que no era más que una habitación con un escritorio y un amasijo sin sentido de papeles. Le siguiera o no se dirigiría hacia allí, aunque esperaba que le acompañara, independientemente de la respuesta que pudiera darle después. De todos modos, debía volver a sus tareas como líder de división cuanto antes, y ya había se había distraído suficiente ese día. "Issei... ¿Acaso has aprendido a huir cuando hay papeleo?"
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Catherine se cruza de brazos mientras escucha lo que le propone Kusanagi. Ir a un lugar más discreto, apartado. No puede evitar ruborizarse ligeramente, no tanto por vergüenza como por sentirse ligeramente ofendida. ¿Acaso no se fia de los compañeros de trabajo que están presentes en el lugar? Además, aunque no le haya pasado mucho, no es la primera vez que una persona que le ofrece eso tan solo quiere intentar conquistarla para acostarse con ella. Duda que esa sea la intención de ese hombre... en este mismo instante, pero no puede evitar hacer correlación de hechos. Sin embargo, sí que siente algo de curiosidad, saber qué clase de secreto de alta importancia hace que ese hombre que parece tan abierto y extrovertido (cualidades que CK solo ven como algo molesto la mayor parte del tiempo) se ponga serio y pida una reunión más discreta.
- Mmmmmm... -aún con los brazos cruzados, la mujer asiente casi imperceptiblemente. el hombre empieza a caminar con paso relajado hacia las calles de la ciudad. La chica lo sigue a una distancia medianamente prudencial.
Cuando terminan llegando a lo que parece un pequeño intento de despacho destartalado, lleno de montañas de papeles que parecen a punto de desmoronarse ante la inflexible ley de la gravedad. Catherine reflexiona acerca de esto unos momentos. La gravedad, esa ley que no permite objeciones, que iguala a todos sobre la faz de la tierra. Una ley única, que nadie puede incumplir. Una ley perfecta, como las grandes obras de la antigüedad. Suspira y mira al hombre, que parece estar en su salsa en ese lugar. La verdad es que le pega, tan desordenado y caótico, acorde a su desparpajo.
- ¿Y bien? -la chica se vuelve a cruzar de brazos-. No tengo todo el día para oír lo que sea que tengas que decir, tengo que seguir entrenando.
- Mmmmmm... -aún con los brazos cruzados, la mujer asiente casi imperceptiblemente. el hombre empieza a caminar con paso relajado hacia las calles de la ciudad. La chica lo sigue a una distancia medianamente prudencial.
Cuando terminan llegando a lo que parece un pequeño intento de despacho destartalado, lleno de montañas de papeles que parecen a punto de desmoronarse ante la inflexible ley de la gravedad. Catherine reflexiona acerca de esto unos momentos. La gravedad, esa ley que no permite objeciones, que iguala a todos sobre la faz de la tierra. Una ley única, que nadie puede incumplir. Una ley perfecta, como las grandes obras de la antigüedad. Suspira y mira al hombre, que parece estar en su salsa en ese lugar. La verdad es que le pega, tan desordenado y caótico, acorde a su desparpajo.
- ¿Y bien? -la chica se vuelve a cruzar de brazos-. No tengo todo el día para oír lo que sea que tengas que decir, tengo que seguir entrenando.
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Cuando llegaron el simple viento que produjo la puerta del despacho al abrirse hizo que una de las torres de documentos perdiera su no tan perfecto equilibrio, el cual pendía de un hilo antes de que llegasen, haciendo que varios de los papeles se desperdigaran por toda la habitación, mientras que el resto formaba un buen amasijo caótico y sin sentido. Kusanagi dejó escapar una leve risita nerviosa al tiempo que se llevaba la mano a la nuca y ladeaba la cabeza para mirar a su compañera, quien parecía estar analizándole con solo observar el caos que había formado en el cuarto.
- Disculpa el desorden -murmuró, rascándose tras la cabeza.
Tras esto el pelirrojo se puso a buscar, aparentemente, algo por aquel cuarto, casi desapareciendo por un momento entre las innumerables pilas de papel, las cuales formaban un verdadero laberinto. Aquello debió de alterar en sobremanera a la peliverde, quien parecía tener prisa... Y probablemente buscar algo en ese lugar podría llegar a ser una odisea. Ante su comentario, el chico respondió aún perdido entre las blancas columnas, sin que ella pudiera verle.
- Tranquila, te prometo que esto no llevará mucho tiem... ¡Oh! Aquí está -exclamó alegre, segundos antes de salir para aparecer frente a ella con un papel en la mano, sin mostrar aún su contenido.
El agente se apoyó con calma en el escritorio y la miró fijamente durante unos segundos, cruzado de brazos. ¿Cómo debía explicarle aquello? No era una proposición que te hicieran todos los días, desde luego, y tampoco se podía decir que fuera algo carente de importancia. Finalmente tomó aire y se dispuso a comenzar.
- La perfección, esa cualidad de todo aquello que carece de defecto alguno. Se podría decir que la justicia es algo que busca eso en un sentido social... Aunque, como estoy seguro que sabrás, no es así del todo. No solo por los criminales a los que hay que combatir de forma externa, sino también por aquellos que actúan desde el interior del gobierno. La Justicia no es perfecta. No así -hizo una leve pausa en la que intentó no perder detalle alguno de sus reacciones, incluso la más mínima- La Justicia es algo que debe llegar a todos por igual. Un criminal lo sigue siendo pese a que vista traje y corbata. La corrupción es otro tipo de crimen que debe ser extirpado. Desde hace escasas semanas, y bajo la aprobación de los altos mandos, así como supervisión del propio Cipher Pol 9, he estado reuniendo un grupo de gente lo suficientemente capaz como para llevar a la realidad esta idea. Un grupo destinado no solo a la erradicación de los crímenes comunes, sino también a limpiar el mal que se esconde entre nosotros. Un grupo que busca la Justicia Absoluta.
Se incorporó, acercándose a la peliverde y tendiéndole el papel, sin apartar su mirada de ella, pero suavizando su expresión y esbozando una suave sonrisa.
- Apenas sé de ti, pero con lo que he visto creo que puedo afirmar que eres una persona fiel a esos principios, que podría aportar lo suficiente como para hacer posible el cambio. Como líder de Reiseina Kōu, te invito a formar parte de la división -señaló con el índice de la otra mano el papel- Es tan solo una pequeña ficha para tramitar tus datos y hacerlo oficial. No tienes por qué responder ahora, puedes tomarte el tiempo que quieras para pensarlo. De aceptar, bastará con que hagas llegar el documento a este despacho y yo me encargaré del resto. De rehusarte... Simplemente haremos como que esta conversación jamás ha tenido lugar -hizo otra pequeña pausa- Gracias por su tiempo, agente.
- Disculpa el desorden -murmuró, rascándose tras la cabeza.
Tras esto el pelirrojo se puso a buscar, aparentemente, algo por aquel cuarto, casi desapareciendo por un momento entre las innumerables pilas de papel, las cuales formaban un verdadero laberinto. Aquello debió de alterar en sobremanera a la peliverde, quien parecía tener prisa... Y probablemente buscar algo en ese lugar podría llegar a ser una odisea. Ante su comentario, el chico respondió aún perdido entre las blancas columnas, sin que ella pudiera verle.
- Tranquila, te prometo que esto no llevará mucho tiem... ¡Oh! Aquí está -exclamó alegre, segundos antes de salir para aparecer frente a ella con un papel en la mano, sin mostrar aún su contenido.
El agente se apoyó con calma en el escritorio y la miró fijamente durante unos segundos, cruzado de brazos. ¿Cómo debía explicarle aquello? No era una proposición que te hicieran todos los días, desde luego, y tampoco se podía decir que fuera algo carente de importancia. Finalmente tomó aire y se dispuso a comenzar.
- La perfección, esa cualidad de todo aquello que carece de defecto alguno. Se podría decir que la justicia es algo que busca eso en un sentido social... Aunque, como estoy seguro que sabrás, no es así del todo. No solo por los criminales a los que hay que combatir de forma externa, sino también por aquellos que actúan desde el interior del gobierno. La Justicia no es perfecta. No así -hizo una leve pausa en la que intentó no perder detalle alguno de sus reacciones, incluso la más mínima- La Justicia es algo que debe llegar a todos por igual. Un criminal lo sigue siendo pese a que vista traje y corbata. La corrupción es otro tipo de crimen que debe ser extirpado. Desde hace escasas semanas, y bajo la aprobación de los altos mandos, así como supervisión del propio Cipher Pol 9, he estado reuniendo un grupo de gente lo suficientemente capaz como para llevar a la realidad esta idea. Un grupo destinado no solo a la erradicación de los crímenes comunes, sino también a limpiar el mal que se esconde entre nosotros. Un grupo que busca la Justicia Absoluta.
Se incorporó, acercándose a la peliverde y tendiéndole el papel, sin apartar su mirada de ella, pero suavizando su expresión y esbozando una suave sonrisa.
- Apenas sé de ti, pero con lo que he visto creo que puedo afirmar que eres una persona fiel a esos principios, que podría aportar lo suficiente como para hacer posible el cambio. Como líder de Reiseina Kōu, te invito a formar parte de la división -señaló con el índice de la otra mano el papel- Es tan solo una pequeña ficha para tramitar tus datos y hacerlo oficial. No tienes por qué responder ahora, puedes tomarte el tiempo que quieras para pensarlo. De aceptar, bastará con que hagas llegar el documento a este despacho y yo me encargaré del resto. De rehusarte... Simplemente haremos como que esta conversación jamás ha tenido lugar -hizo otra pequeña pausa- Gracias por su tiempo, agente.
C. K.
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Catherine mira arqueando una ceja al agente entrar en el despacho y tirar un montón de documentos por el suelo. Mientras se para a recogerlos, la mujer no puede evitar pensar que el hombre es un impresentable.
- No te preocupes... -la mujer suspira y se cruza de brazos mientras el hombre pelirrojo rebusca entre sus cosas. Parece que por fin encuentra un documento entre todo aquel desastre, y se coloca tras el escritorio del "despacho", mirándola a los ojos con un gesto serio, cruzándose de brazos. Es entonces cuando empieza a soltar una especie de discurso sobre la justicia y la imperfección de la misma, una larga lista de palabras bonitas y oscuras verdades, entretejidas entre sí, posiblemente de una forma que podría parecer poco engatusadora, pero que a C. K. encandila enseguida. Aquel hombre dice cosas sobre la preservación de la justicia, la eliminación de la corrupción y la abolición del crimen.
Sin embargo, lo que hace a continuación simplemente la echa para atrás. La propone como nueva miembro de una organización de hombres y mujeres con la única finalidad de proteger estos principios, y si bien es cierto que Catherine siente que podría ser de utilidad, pues comparte la misma opinión que Kusanagi, el hecho de compartir responsabilidad con un grupo de personas, más allá de la simple relación de trabajo, le resulta algo abrumadora.
- Tengo que pensármelo con calma-la mujer agarra el papel que le tiende el agente de pelo rojizo, mientras lo mira a los ojos-. Prometo estudiar la oportunidad que me ofreces, agente Kusanagi, pero no prometo mi adhesión al cuerpo -la mujer guarda rápidamente el papel en un pequeño bolsillo de su uniforme y se da media vuelta, dirigiéndose a la salida de la sala-. Y por cierto, tal vez deberías arreglar un poco este lugar... da bastante mal aspecto. -la mujer esboza una sonrisa, algo más relajada,mientras se aleja a paso ligero, en dirección al campo de entrenamiento. Sus compañeros deben estar esforzándose al máximo y ella mientras tanto tan solo está perdiendo el tiempo ahí. Ya mirará por la noche el papel con más detenimiento. Ahora toca entrenar.
- No te preocupes... -la mujer suspira y se cruza de brazos mientras el hombre pelirrojo rebusca entre sus cosas. Parece que por fin encuentra un documento entre todo aquel desastre, y se coloca tras el escritorio del "despacho", mirándola a los ojos con un gesto serio, cruzándose de brazos. Es entonces cuando empieza a soltar una especie de discurso sobre la justicia y la imperfección de la misma, una larga lista de palabras bonitas y oscuras verdades, entretejidas entre sí, posiblemente de una forma que podría parecer poco engatusadora, pero que a C. K. encandila enseguida. Aquel hombre dice cosas sobre la preservación de la justicia, la eliminación de la corrupción y la abolición del crimen.
Sin embargo, lo que hace a continuación simplemente la echa para atrás. La propone como nueva miembro de una organización de hombres y mujeres con la única finalidad de proteger estos principios, y si bien es cierto que Catherine siente que podría ser de utilidad, pues comparte la misma opinión que Kusanagi, el hecho de compartir responsabilidad con un grupo de personas, más allá de la simple relación de trabajo, le resulta algo abrumadora.
- Tengo que pensármelo con calma-la mujer agarra el papel que le tiende el agente de pelo rojizo, mientras lo mira a los ojos-. Prometo estudiar la oportunidad que me ofreces, agente Kusanagi, pero no prometo mi adhesión al cuerpo -la mujer guarda rápidamente el papel en un pequeño bolsillo de su uniforme y se da media vuelta, dirigiéndose a la salida de la sala-. Y por cierto, tal vez deberías arreglar un poco este lugar... da bastante mal aspecto. -la mujer esboza una sonrisa, algo más relajada,mientras se aleja a paso ligero, en dirección al campo de entrenamiento. Sus compañeros deben estar esforzándose al máximo y ella mientras tanto tan solo está perdiendo el tiempo ahí. Ya mirará por la noche el papel con más detenimiento. Ahora toca entrenar.
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Kusanagi asintió ante sus palabras, observando satisfecho cómo tomaba el papel de su mano. Supuso que no iba a ser tan sencillo como eso, aunque al menos su respuesta no había sido un no. Aún había posibilidades.
- Lo comprendo. Tómate el tiempo que consideres necesario -le dijo, apartándose del escritorio y mirándola mientras salía por la puerta, para después echar un rápido vistazo a la habitación- Sí, definitivamente este sitio es un completo desastre... Y no creo que Issei acepte ordenar todo esto él solo -murmuró, dejando escapar un suave suspiro y quitándose tanto la banda como el parche- Está bien...
Dejó ambos objetos sobre una silla, la cual apartó para dejarla pegada a una pared y, tras volver a mirar con detenimiento el caótico mar de papeles y carpetas que se presentaba ante él, al tiempo que se remangaba antes de ponerse a trabajar. Mentiría si dijera que le llevó poco tiempo pues, de hecho, cuando quiso terminar debían de rondar las ocho o nueve de la noche, tan solo habiéndose detenido para tomar algún pequeño descanso y comer un poco. ¿Cómo podían entrar tantos documentos en un mismo sitio? Desafiaba toda ley física. Más aún, ¿cómo podía el agente del CP9 ocuparse de todo aquel papeleo por su cuenta, todos los días? Había de todo, desde informes de las misiones cumplidas por los miembros de la división hasta perfiles de agentes prometedores de los escalones más bajos de la Cipher Pol. Incluso algún que otro posible implicado en tramas de corrupción, aunque estos estaban bien guardados bajo llave. Tal vez la única sección del trabajo que mantenía realmente en orden.
La noche llegó a Ennies Lobbie... En un sentido figurado, claro, por eso de que jamás oscurecía en la ciudad gubernamental. Las persianas del despacho, sin embargo, se encontraban lo suficientemente bajadas como para que apenas entrase una luz similar a la del atardecer. Exhausto y agotado tras pasarse el día entero entre montañas y montañas de papeles, el pelirrojo había terminado por sucumbir al cansancio y ahora se encontraba dormido, apoyado sobre sus brazos en el escritorio y con unos cuantos informes bajo él. El resto de la instancia, para la posible sorpresa de todos aquellos que le conocían, se encontraba perfectamente ordenada.
- Lo comprendo. Tómate el tiempo que consideres necesario -le dijo, apartándose del escritorio y mirándola mientras salía por la puerta, para después echar un rápido vistazo a la habitación- Sí, definitivamente este sitio es un completo desastre... Y no creo que Issei acepte ordenar todo esto él solo -murmuró, dejando escapar un suave suspiro y quitándose tanto la banda como el parche- Está bien...
Dejó ambos objetos sobre una silla, la cual apartó para dejarla pegada a una pared y, tras volver a mirar con detenimiento el caótico mar de papeles y carpetas que se presentaba ante él, al tiempo que se remangaba antes de ponerse a trabajar. Mentiría si dijera que le llevó poco tiempo pues, de hecho, cuando quiso terminar debían de rondar las ocho o nueve de la noche, tan solo habiéndose detenido para tomar algún pequeño descanso y comer un poco. ¿Cómo podían entrar tantos documentos en un mismo sitio? Desafiaba toda ley física. Más aún, ¿cómo podía el agente del CP9 ocuparse de todo aquel papeleo por su cuenta, todos los días? Había de todo, desde informes de las misiones cumplidas por los miembros de la división hasta perfiles de agentes prometedores de los escalones más bajos de la Cipher Pol. Incluso algún que otro posible implicado en tramas de corrupción, aunque estos estaban bien guardados bajo llave. Tal vez la única sección del trabajo que mantenía realmente en orden.
La noche llegó a Ennies Lobbie... En un sentido figurado, claro, por eso de que jamás oscurecía en la ciudad gubernamental. Las persianas del despacho, sin embargo, se encontraban lo suficientemente bajadas como para que apenas entrase una luz similar a la del atardecer. Exhausto y agotado tras pasarse el día entero entre montañas y montañas de papeles, el pelirrojo había terminado por sucumbir al cansancio y ahora se encontraba dormido, apoyado sobre sus brazos en el escritorio y con unos cuantos informes bajo él. El resto de la instancia, para la posible sorpresa de todos aquellos que le conocían, se encontraba perfectamente ordenada.
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