Naoko
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Akuma no mi
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¿Dónde demonios estaba Yor? Madre mía, no ha pasado ni tan siquiera tres horas y ya lo había perdido de vista en la pequeña aldea de Mock Town. Era la primera vez que acudía a aquella isla, y por lo visto Yor no mentía cuando me había dicho que era un lugar de anarquía pura y depravación. No me desagradaba en absoluto, vamos a ser sinceros, pero tampoco era un lugar en el que me gustaría meterme en problemas...aunque siempre acabo corriendo por algún motivo delante de una turba furiosa, pero ese es otro cantar. Fuera como fuera, estaba allí, cerca del pequeño puerto de la isla. Había bastantes barcos anclados y la hora de lo más conveniente: las 6:10 de la tarde; buena hora para un tentempié.
El problema era el de siempre, mi liquidez monetaria. Me había fundido mi parte del botín junto a Yor en ciertos placeres que iban desde alcohol caro, buena compañía hasta unas nuevas cuerdas para mi violín, que ¡Es verdad!, llevaba en una funda negra a modo de maletín conmigo. En cuanto a mi vestimenta era muy similar a la que había llevado en la última isla que había visitado: Camiseta de color blanco, una chaqueta, similar a la de un chándal abierta. En mi mano derecha llevaba un guante de cuero abierto por el lomo de color negro, varias pulseras en la mano izquierda adornadas con estrellas, lunas y otros símbolos. En el cuello llevaba una pequeña cinta negra adornada con una estrella roja y una corchea, y en la cabeza una gorra, dejando ver el pelo suelto hasta la cadera. También se podía ver que iba mascando un chicle, haciendo de vez en cuando algún globo con la boca, explotándolo y volviendo a empezar. Vamos, algo cómodo y que no me impidiera usar las piernas cuando tuviera que correr.
Podía ganarme unas cuantas monedas rápidas tocando en algún sitio, aunque si lo pensaba bien...estaba en una ciudad criminal y en cuanto asomara la gorra con las monedas, y ya no digamos el violín....me iban a dejar más pelada que un pollo escalfado. Me detuve igualmente en la plaza, y me puse a pensar y a ver el panorama de mi alrededor. Al fondo una tasca a rebosar de borrachos, a la izquierda otra y a la derecha varias tiendas cerradas...y una pequeña tasca también. ¿Aquí solo saben beber o qué?. Suspiré con pesadez, aunque admitía que una buena cerveza quitaba muchas penas, y eso era lo que yo tenía ahora...pero sigo sin dinero.
Rebusqué en los bolsillos del pantalón , porque algo habrá seguro. Un par de botones, una pelusa y ¡¡¡bingo!!! Unos cuantos berries para pagarme una cerveza fría...pero solo una.
"Menos es nada" Pensé siendo obvia.
¿Qué tasca coger? Fuera a la que fuera todas estaban llenas así que...la que menos borrachos tuviera en su haber. La de la izquierda de la plaza. Así que me dispuse a caminar hacia ella, aferrando mis huesudos dedos al mango del maletín, por si las moscas. Una vez dentro de un local, totalmente convencional de muchos borrachos, timbas de cartas, música de pianola y el típico tabernero mugriento de jarra y paño en mano me dispuse a sentarme en la barra. No quería pararme mucho, ya que solo quería mi consumición y luego largarme y echar algún vistazo por las calles paralelas, donde había tiendas, seguro que allí era más seguro tocar algo de música para sacarme unos berries rápidos.
El tabernero me sirvió la cerveza, la pagué al momento mientras escuchaba la música de la pianola. El pirata que estaba tocándola lo hacía bastante bien, pero estaba segura de que, si tuviera ganas, le podría dar mi toque, pero no, no era el momento adecuado. Estaba sola y con un montón de criminales de borrachera, no era buena idea ir de sobrada. Tocaba beber y luego dar otro paseo. Así que, como siempre acabo haciendo lo que me da la gana....le pregunté al tabernero si podía tocar algún temita, y este al principio no parecía muy convencido, pero con un par de pucheritos aceptó ( No sin antes decirle que el setenta por ciento de las limosnas se las quedaba él, ya que con el restante podía tener suficiente dinero para esta noche. Además, los borrachos contentos gastan más, todo el mundo lo sabe) Así que salí corriendo hacia el de la pianola, que resultaba ser el cuñado del tabernero. Este último le hizo un aceno con la cabeza para que dejara de tocar la pianola, y en su lugar, abrí el estuche del violín, tomé asiento sobre el brazo de la pianola, y tras unos segundos comencé a tocar una alegre melodía para todos los borrachuzos del local. Mientras la melodía iba cogiendo fuerza, me animé a bailar mientras animaba a los piratas y demás morralla a seguirme.
El problema era el de siempre, mi liquidez monetaria. Me había fundido mi parte del botín junto a Yor en ciertos placeres que iban desde alcohol caro, buena compañía hasta unas nuevas cuerdas para mi violín, que ¡Es verdad!, llevaba en una funda negra a modo de maletín conmigo. En cuanto a mi vestimenta era muy similar a la que había llevado en la última isla que había visitado: Camiseta de color blanco, una chaqueta, similar a la de un chándal abierta. En mi mano derecha llevaba un guante de cuero abierto por el lomo de color negro, varias pulseras en la mano izquierda adornadas con estrellas, lunas y otros símbolos. En el cuello llevaba una pequeña cinta negra adornada con una estrella roja y una corchea, y en la cabeza una gorra, dejando ver el pelo suelto hasta la cadera. También se podía ver que iba mascando un chicle, haciendo de vez en cuando algún globo con la boca, explotándolo y volviendo a empezar. Vamos, algo cómodo y que no me impidiera usar las piernas cuando tuviera que correr.
Podía ganarme unas cuantas monedas rápidas tocando en algún sitio, aunque si lo pensaba bien...estaba en una ciudad criminal y en cuanto asomara la gorra con las monedas, y ya no digamos el violín....me iban a dejar más pelada que un pollo escalfado. Me detuve igualmente en la plaza, y me puse a pensar y a ver el panorama de mi alrededor. Al fondo una tasca a rebosar de borrachos, a la izquierda otra y a la derecha varias tiendas cerradas...y una pequeña tasca también. ¿Aquí solo saben beber o qué?. Suspiré con pesadez, aunque admitía que una buena cerveza quitaba muchas penas, y eso era lo que yo tenía ahora...pero sigo sin dinero.
Rebusqué en los bolsillos del pantalón , porque algo habrá seguro. Un par de botones, una pelusa y ¡¡¡bingo!!! Unos cuantos berries para pagarme una cerveza fría...pero solo una.
"Menos es nada" Pensé siendo obvia.
¿Qué tasca coger? Fuera a la que fuera todas estaban llenas así que...la que menos borrachos tuviera en su haber. La de la izquierda de la plaza. Así que me dispuse a caminar hacia ella, aferrando mis huesudos dedos al mango del maletín, por si las moscas. Una vez dentro de un local, totalmente convencional de muchos borrachos, timbas de cartas, música de pianola y el típico tabernero mugriento de jarra y paño en mano me dispuse a sentarme en la barra. No quería pararme mucho, ya que solo quería mi consumición y luego largarme y echar algún vistazo por las calles paralelas, donde había tiendas, seguro que allí era más seguro tocar algo de música para sacarme unos berries rápidos.
El tabernero me sirvió la cerveza, la pagué al momento mientras escuchaba la música de la pianola. El pirata que estaba tocándola lo hacía bastante bien, pero estaba segura de que, si tuviera ganas, le podría dar mi toque, pero no, no era el momento adecuado. Estaba sola y con un montón de criminales de borrachera, no era buena idea ir de sobrada. Tocaba beber y luego dar otro paseo. Así que, como siempre acabo haciendo lo que me da la gana....le pregunté al tabernero si podía tocar algún temita, y este al principio no parecía muy convencido, pero con un par de pucheritos aceptó ( No sin antes decirle que el setenta por ciento de las limosnas se las quedaba él, ya que con el restante podía tener suficiente dinero para esta noche. Además, los borrachos contentos gastan más, todo el mundo lo sabe) Así que salí corriendo hacia el de la pianola, que resultaba ser el cuñado del tabernero. Este último le hizo un aceno con la cabeza para que dejara de tocar la pianola, y en su lugar, abrí el estuche del violín, tomé asiento sobre el brazo de la pianola, y tras unos segundos comencé a tocar una alegre melodía para todos los borrachuzos del local. Mientras la melodía iba cogiendo fuerza, me animé a bailar mientras animaba a los piratas y demás morralla a seguirme.
Claude von Appetit
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Akuma no mi
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¿Cuánto tiempo ha pasado? Llevo años evitando la pregunta, sin querer saber la respuesta. Ya no queda nadie. Illje sigue ahí, ¿pero los demás? Toda la gente que conocía, todo lo que dejé atrás... ¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Cuánto tiempo llevo aquí sin haberme dado cuenta? Casi he podido vivir sin enterarme de que todo lo que solía ser mi vida ya no estaba, de que los recuerdos son ahora, sencillamente, polvo. ¿Cuántos años desde que subí a Merveille con Ivan? ¿Cuánto tiempo va desde que Lysbeth y yo cambiamos las banderas de Marineford? Ninguno de los dos sigue aquí; nadie queda ya. Ni siquiera tú, mamá.
Avanzo por las calles de Mock Town como un fantasma, una sombra pelirroja ante la que nadie repara. Normal, en realidad. ¿Acaso puedo culparlos de no recordar mis hazañas? Yo, que conquisté el mar vertical y navegué por el Nuevo Mundo hasta los confines del Grand Line... Olvidado. Sencillamente perdido en el tiempo, en una era que no me corresponde. No queda ya venganza posible por lo que me hicieron, tampoco un hogar al que volver. ¿Qué pensaste cuando desaparecí? ¿Acaso te acordaste de mí en tus últimos días? Al final, todo lo que hice buscaba demostrarnos algo a los dos. A ti, que podía llegar alto sin tu ayuda. A mí... Que merecía lo que estaba consiguiendo. Que no necesitaba a nadie. Pero era mentira.
Debería alegrarme, en realidad. No queda nadie para recordar el engaño de Dark. ¿Cuánto tiempo fui el hazmerreír tras eso? Huí hasta Skypiea, quise abandonarlo todo, desaparecer... Parecía como si todo el mundo lo supiese ahí abajo. Las miradas burlonas, las risas silentes, la condescendencia de algunas personas y tantas otras cosas que se sienten como si hubiesen pasado hace tan poco. Lysbeth me salvó aquella vez, y en Long Ring Long descubrí su verdadera identidad. ¿Hace cuánto ya de eso? ¿Conocía a Illje por aquel entonces? Ya casi ni puedo recordar el orden de mis recuerdos, pero sí sé que cuando la pelirroja se desveló algo murió en mí. Junto a Lys había hecho cosas legendarias, juntos entrenamos nuestras habilidades sobrenaturales de Hamon y Habuso, nos hicimos fuertes juntos. La pelirroja podría ser la misma persona, pero no era lo mismo. Incluso si se notaba que Lys era pelirroja de corazón, Lys no era Aki.
Hoy nadie me atraca. Mi mirada es suficiente para espantar a los ladrones, que en medio de callejones oscuros huyen de mí mientras deambulo con la mente perdida en el pasado. El presente es una oportunidad de regresar y crear una leyenda aún más grande; de que el asalto a Kyuka desde el Fancy Rooster sea solo un epígrafe en nuestra historia, uno de tantos. Casi me da pereza tener que volver a ganarme la fama que me merezco, pero ahora sé cómo construirla. No me gusta la idea. Sin embargo, es lo que queda.
Abro la puerta de una taberna al azar en la que suena una canción que he escuchado demasiadas veces. Todos los músicos la tocan en Jaya, todos los borrachos la piden, a todos los veteranos nos aburre. Me acerco a la barra y pido una cerveza, observando meticulosamente a cada delincuente. Suspiro. Si así debe ser, que así sea.
- Son trescientos berries -me dice el tabernero.
- Es una cerveza -contesto yo, empezando a beber-. A esta invita la casa.
Avanzo por las calles de Mock Town como un fantasma, una sombra pelirroja ante la que nadie repara. Normal, en realidad. ¿Acaso puedo culparlos de no recordar mis hazañas? Yo, que conquisté el mar vertical y navegué por el Nuevo Mundo hasta los confines del Grand Line... Olvidado. Sencillamente perdido en el tiempo, en una era que no me corresponde. No queda ya venganza posible por lo que me hicieron, tampoco un hogar al que volver. ¿Qué pensaste cuando desaparecí? ¿Acaso te acordaste de mí en tus últimos días? Al final, todo lo que hice buscaba demostrarnos algo a los dos. A ti, que podía llegar alto sin tu ayuda. A mí... Que merecía lo que estaba consiguiendo. Que no necesitaba a nadie. Pero era mentira.
Debería alegrarme, en realidad. No queda nadie para recordar el engaño de Dark. ¿Cuánto tiempo fui el hazmerreír tras eso? Huí hasta Skypiea, quise abandonarlo todo, desaparecer... Parecía como si todo el mundo lo supiese ahí abajo. Las miradas burlonas, las risas silentes, la condescendencia de algunas personas y tantas otras cosas que se sienten como si hubiesen pasado hace tan poco. Lysbeth me salvó aquella vez, y en Long Ring Long descubrí su verdadera identidad. ¿Hace cuánto ya de eso? ¿Conocía a Illje por aquel entonces? Ya casi ni puedo recordar el orden de mis recuerdos, pero sí sé que cuando la pelirroja se desveló algo murió en mí. Junto a Lys había hecho cosas legendarias, juntos entrenamos nuestras habilidades sobrenaturales de Hamon y Habuso, nos hicimos fuertes juntos. La pelirroja podría ser la misma persona, pero no era lo mismo. Incluso si se notaba que Lys era pelirroja de corazón, Lys no era Aki.
Hoy nadie me atraca. Mi mirada es suficiente para espantar a los ladrones, que en medio de callejones oscuros huyen de mí mientras deambulo con la mente perdida en el pasado. El presente es una oportunidad de regresar y crear una leyenda aún más grande; de que el asalto a Kyuka desde el Fancy Rooster sea solo un epígrafe en nuestra historia, uno de tantos. Casi me da pereza tener que volver a ganarme la fama que me merezco, pero ahora sé cómo construirla. No me gusta la idea. Sin embargo, es lo que queda.
Abro la puerta de una taberna al azar en la que suena una canción que he escuchado demasiadas veces. Todos los músicos la tocan en Jaya, todos los borrachos la piden, a todos los veteranos nos aburre. Me acerco a la barra y pido una cerveza, observando meticulosamente a cada delincuente. Suspiro. Si así debe ser, que así sea.
- Son trescientos berries -me dice el tabernero.
- Es una cerveza -contesto yo, empezando a beber-. A esta invita la casa.
Naoko
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Parecía que la música había logrado calar en todo aquel montón de tontos piratas. La verdad es que no podía culparles, pues el beber y divertirse no era algo malo, y más para gente como nosotros, que nos pasábamos la vida en el mar, y sinceramente para un rato que tenemos en tierra, lo disfrutamos. Aun así una vez pasado el cepillo, algunos de estos piratas dieron de buena gana algunas monedas, otras directamente metieron botellas de cerveza como pago. Bueno, algo es algo, y al menos volvería ebria al barco. Aun así una vez me despedí de mi público volví a la barra, no sin antes haber guardado el violín en su funda, como debe ser.
Mientras caminaba hacia ella, pude ver que iba llegando más gente a la tasca, y una de ellas era de lo más peculiar....porque era de esas personas que no sabría como llamarlas, por miedo a errar. Tenía el pelo rojizo, algunos tatuajes y parecía ser bastante más joven que muchos de los borrachos que entraron tras ella buscando una mesa para comer y beber. Igualmente no le di mucha importancia, ya que era un cliente más. Así que me puse a contar el dinero que tenía dentro de la gorra en la barra, a la par, las tres botellas de cerveza que me habían dado las puse al lado mía. Tras hacer cuentas, había sacado el suficiente dinero para que mi canción estuviera amortizada, y fue entonces, cuando la mano el tabernero agarró aquella gorra mientras me miraba con cierto aire de superioridad.
Es verdad, le debo parte de la pasta sacada...a veces soy tonta. Así que mientras el tabernero cogía su parte yo sacaba un pequeño chicle de mi bolsillo izquierdo y me lo llevé a la boca, para empezar a masticarlo. Cuando el tabernero me devolvió la gorra, apenas había dinero, pero bueno, había sido dinero rápido y yo cumplo con mi palabra. Así que cuando me disponía a guardar mis ganancias en mi bolsita de cuero atada a la cintura, pude escuchar como el tabernero le exigía 300 berries a aquella chica pelirroja. Claramente estaba tomándole el pelo a la joven. ¿Cómo iba a valer 300 monedas una cerveza? Era un poco más caro de lo normal, y yo ya me empezaba a preguntar si era buena idea pedir una.
Cuando guardé el dinero, vi que la respuesta de la chica había bastante directa, pues con un " Invita la casa" había dejado planchado al tabernero. A ver, sé que era nuevo en esto de la piratería, pero creo que no es buena idea autoinvitarte, y menos con alguien que de seguro te puede sacar un mosquetón tras la barra...anda que no le pasó a Yin veces.... Así que me quedé expectante a ver qué pasaba, como quien no quería la cosa, junté mis manos sobre la barra, agaché un poco la cabeza y esperé a ver como se iba a resolver esta situación. Admito que por morbo, y además, quería beber algo antes de irme, y me interesaba saber si iba a poder beber la cerveza tranquila, o si por el contrario, iban a empezar las tortas y tendría que irme antes de poder beber.
Por suerte, y para mi propio entretenimiento, aquella situación se cortó cuando el cuñado del tabernero, el de la pianola, se sentó junto a mí.
-Muchacha tocas muy bien el violín, ¿Dónde aprendiste?.¡ Oh, disculpa mis modales! Que estemos rodeados de piratas y otros bravucones no significa que no deba tener educación contigo. Me llamo Susko, y el que está poniendo cara de perro y es dueño de esta taberna es Claren, mi cuñado. Es un poco avaro, pero ya sabes, aquí el dinero escasea y cada dos por tres hay que reponer mobiliario, ya sabes a lo que me refiero.
Sonreí levemente mientras comenzaba a tener una charla con él sobre la música y tal. Era, curiosamente muy educado, y para nada se parecía a su cuñado o a un tipo de estos de la isla, cerdos y bravucones, y le gustaba la música...cosa muy rara en un lugar donde la gente sol bebe, caga y mea antes de volver a beber; A pesar de esto, no podía evitar tener una oreja puesta en la pelirroja y el tabernero y otra en el cuñado con el que estaba hablando.
Mientras caminaba hacia ella, pude ver que iba llegando más gente a la tasca, y una de ellas era de lo más peculiar....porque era de esas personas que no sabría como llamarlas, por miedo a errar. Tenía el pelo rojizo, algunos tatuajes y parecía ser bastante más joven que muchos de los borrachos que entraron tras ella buscando una mesa para comer y beber. Igualmente no le di mucha importancia, ya que era un cliente más. Así que me puse a contar el dinero que tenía dentro de la gorra en la barra, a la par, las tres botellas de cerveza que me habían dado las puse al lado mía. Tras hacer cuentas, había sacado el suficiente dinero para que mi canción estuviera amortizada, y fue entonces, cuando la mano el tabernero agarró aquella gorra mientras me miraba con cierto aire de superioridad.
Es verdad, le debo parte de la pasta sacada...a veces soy tonta. Así que mientras el tabernero cogía su parte yo sacaba un pequeño chicle de mi bolsillo izquierdo y me lo llevé a la boca, para empezar a masticarlo. Cuando el tabernero me devolvió la gorra, apenas había dinero, pero bueno, había sido dinero rápido y yo cumplo con mi palabra. Así que cuando me disponía a guardar mis ganancias en mi bolsita de cuero atada a la cintura, pude escuchar como el tabernero le exigía 300 berries a aquella chica pelirroja. Claramente estaba tomándole el pelo a la joven. ¿Cómo iba a valer 300 monedas una cerveza? Era un poco más caro de lo normal, y yo ya me empezaba a preguntar si era buena idea pedir una.
Cuando guardé el dinero, vi que la respuesta de la chica había bastante directa, pues con un " Invita la casa" había dejado planchado al tabernero. A ver, sé que era nuevo en esto de la piratería, pero creo que no es buena idea autoinvitarte, y menos con alguien que de seguro te puede sacar un mosquetón tras la barra...anda que no le pasó a Yin veces.... Así que me quedé expectante a ver qué pasaba, como quien no quería la cosa, junté mis manos sobre la barra, agaché un poco la cabeza y esperé a ver como se iba a resolver esta situación. Admito que por morbo, y además, quería beber algo antes de irme, y me interesaba saber si iba a poder beber la cerveza tranquila, o si por el contrario, iban a empezar las tortas y tendría que irme antes de poder beber.
Por suerte, y para mi propio entretenimiento, aquella situación se cortó cuando el cuñado del tabernero, el de la pianola, se sentó junto a mí.
-Muchacha tocas muy bien el violín, ¿Dónde aprendiste?.¡ Oh, disculpa mis modales! Que estemos rodeados de piratas y otros bravucones no significa que no deba tener educación contigo. Me llamo Susko, y el que está poniendo cara de perro y es dueño de esta taberna es Claren, mi cuñado. Es un poco avaro, pero ya sabes, aquí el dinero escasea y cada dos por tres hay que reponer mobiliario, ya sabes a lo que me refiero.
Sonreí levemente mientras comenzaba a tener una charla con él sobre la música y tal. Era, curiosamente muy educado, y para nada se parecía a su cuñado o a un tipo de estos de la isla, cerdos y bravucones, y le gustaba la música...cosa muy rara en un lugar donde la gente sol bebe, caga y mea antes de volver a beber; A pesar de esto, no podía evitar tener una oreja puesta en la pelirroja y el tabernero y otra en el cuñado con el que estaba hablando.
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