Silly Simphony (Privado Yor- Naoko)

Habíamos vuelto a Samia para recomponernos un poco, últimamente habían pasado infinidad de cosas y la tripulación necesitaba descansar un poco. Por eso esta tranquila isla dónde había comenzado mi grupo pirata era una estupenda opción, sobre todo porque ya teníamos nuestra cueva donde hacer el vago tranquilamente sin temor a que nos interrumpiesen. Sin embargo, ya me había aburrido así que había decidido dar un pequeño paseo por el poblado cercano, la última vez que estuvimos aquí no me dio tiempo a ver mucho y tenía realmente curiosidad por el sitio. No era nada del otro mundo, otra ciudad costera en otra isla, pero se sentía un poco como casa, o al menos el sentido bonito de casa, porque pensar en la mía me traía de todo menos paz.

Mi corriente de pensamientos se paró de golpe cuando escuché música impregnar el aire, además, la canción que más me había gustado cuando era pequeño. Caminé con curiosidad hasta llegar a la fuente de esta, siendo una chica de lo más hermosa, a los pies de una fuente. Parecía mayor que yo, desde luego más alta, aunque eso solía ser la norma. Me quedé en silencio mientras la miraba absorto en la actuación, no eran pocos los que se acercaban a dejarle unos cuantos berries como tributo, yo mismo le habría dejado algo de dinero también si hubiese llevado encima. Cuando terminó de tocar el instrumento el ambiente se notaba más ligero, como si la gravedad estuviese siendo más amable de lo normal. Yo, por mi parte, no dudé en sonreír ampliamente y aplaudir, todo esto mientras me acercaba para decirle unas palabras.

-Ha sido muy entretenido oírte y verte tocar, lo haces como si nos estuvieses haciendo un favor, muy divertido.- Solté una pequeña risa entonces.- No eres de por aquí, ¿verdad? Me acordaría de haberte visto la última vez que vine.

Aunque la mayor parte del tiempo de mi anterior visita se había enfocado en remodelar el barco que había robado a La Legión, habíamos tenido que venir hasta aquí en varias ocasiones para comprar provisiones y materiales, así que no, definitivamente no había estado esta chica aquí. Y menos que tocase música. No sé si es solamente el barrio en el que vivía Jin o es que la gente de este pueblo son unos malhumorados aguafiestas, cada vez que pasaba hablando y riendo con él, todos sus vecinos me miraban como si les hubiese cagado en la mesa, no les gustaba pasárselo bien en general. Por eso me parecía tan raro que hubiese un músico de este talento en este sitio tan cortarrollos en ocasiones. En ese momento, me percaté del leve detalle de que ni siquiera me había presentado, por lo que reí levemente por mi torpeza antes de volver a hablar.

-Mi nombre es Yor D. Krein, con Yor ya vale realmente. Soy el próximo Rey de los Piratas, aunque ahora mismo estamos descansando en esta isla, llevamos unas semanas muy movidas…- Agité la cabeza cuando empecé a desvariar y contar más de la conta.- ¡Me alegra ver que hay gente por aquí que sabe hacer buena música! La última vez que estuve no me dejaron montar una fiesta para celebrar que por fin tenía un barco…

Me crucé de brazos un tanto molesto por el recuerdo, en general no caía muy bien a los lugareños más adultos de por aquí.

Parecía que la cosa había gustado mucho a los curiosos que se habían acercado a escuchar la melodía. Así como acabé, agradecí con una leve reverencia a todos los presentes mientras sostenía mi gorra con la mano antes de volver a colocármela en la cabeza. En la funda del violín había bastantes monedas, con lo cual, el haber tocado aquella melodía había valido la pena enormemente. Con una leve sonrisa fui recogiendo las monedas para guardarlas en mi pequeño bolso de cuero antes de darme cuenta de un detalle. Todos se estaban retirando nuevamente a sus quehaceres, salvo un joven, un a persona que se acercó a mi y empezó a entablar conversación conmigo.

Aquel chico se había alegrado por mi melodía, y eso era algo que me gustaba y no iba a negarlo. Sin embargo no me gustó tanto que se acercara a mi. Principalmente porque esta persona era un desconocido, además que un desconocido te haga preguntas solo quiere decir dos cosas: O que es tan extranjero como tu, o que quiere que acabemos en una taberna a medianoche...como siempre. Igualmente traté de ser educada, y tras hacer un globo de chicle que explotó en mi cara, para luego volver a mi boca, le respondí:

- La música siempre es algo bonito de lo que disfrutar, así me lo enseñaron, así lo estoy haciendo yo. Además...-dije metiendo el violín en la funda y cerrando esta-...hay que ganarse la vida ¿No?.

Me aparté el cabello hacia atrás, ya que varios mechones habían caído hacia adelante al agacharme a cerrar la funda, momento en que aproveché para responderle sobre lo de ser extranjera. - Digamos que si, soy recién llegada a la isla, pero parece que tu también lo eres ¿No?- Esto lo decía porque aquel chico tan animado, no era como el resto de los que estaban allí escuchándome, sino que era una persona más...expontánea.

El problema de todo esto es que se me encendió la alarma cuando dijo que se llamaba Yor, no por el nombre, sino porque dijo que iba a ser el próximo rey de los piratas...este tío era un pirata...madre mía. Sabía que no eran trigo limpio, ya que mi padre no lidió con pocos de su calaña, pero también la Legión no es que fueran unos santos. Así que procuré tener un acercamiento con Yor, escucharle al menos, saber que pensaba.

-Eso son palabras mayores, ya nadie se atreve a decirlas muy en alto, y menos en un lugar desconocido. O eres muy fuerte, o muy tonto.-dije con tono serio antes de cambiarlo a tono de broma- Y los tontos son los que suelen convertirse en reyes.

Dicho esto me acerqué lentamente a él. No parecía ser alguien peligroso, pero ya sólo por ser pirata había que tener cuidado.

-Bueno Yor, espero que tengas mucha fortuna en tu "Aventura" de ser el futuro rey de los Piratas, pero es que se va a hacer de noche y tengo todavía que buscar alojamiento, y necesito más dinero, así que tendré que tocar dos o tres piezas más en otras calles de la urbe. Si quieres escuchar más, no sé...podría tocar otra pieza aquí...aún queda gente por la calle, y seguro quieren un bis...pero- dudaba y dudaba- Quizás sea mejor que vaya a descansar un poco y tomar un trago.

Así que comencé a caminar muy lentamente, pasando por su lado y a pocos metros de él, me giré y le dije:

-Ah y gracias por el halago- dije explotando nuevamente otro globo de chicle de mi boca.

-Supongo que tienes razón, para mí, además, la música siempre ha sido algo muy extraño. Un sentimiento que flota en el aire, soluciones para problemas que no hay…- Suspiré nostálgico, hacía tiempo que no escuchaba buena música.- Yo no diría que hay que ganarse la vida, sino más bien mantenerla.

Solté una pequeña risa, sabía que no se refería a que cada uno se merece un puesto en la vida, pero aún así no pude evitar decir aquello y que el pensamiento me rondase la cabeza, era una mala costumbre que tenía. Supongo que por culpa de mis padres. Miré unos segundos a la chica antes de contestar. Normalmente cuando decía esas palabras la gente no me tomaba muy en serio o simplemente se reía y aunque su reacción tampoco es que fuera extremadamente reveladora en cuanto a su postura hacia mis palabras, sí que me parecieron curiosas. Era sin duda agradable que se las tomase en serio dentro de lo que cabía, no me había desestimado de primeras, sino que había buscado una explicación, cosa que agradecí con una sonrisa aún más grande.

-Te entiendo, la mayoría de la gente que conozco me pone en uno de esos dos grupos, a veces incluso en los dos, pero no me importa mucho… Es decir, soy yo el que persigue este sueño y el que tiene que luchar por él, si no me lo creyese lo único que estaría haciendo sería jugar a ser pirata.- Volví a callarme cuando vi que hizo el amago de irse. Me resultó extraño, ¿por qué no simplemente me pedía ayuda?- Si necesitas un lugar para dormir te puedo guiar a mi barco, no hace falta que pagues nada, me has caído bien.

Tras decirlo, le ofrecí una agradable sonrisa. Había espacio de sobra en mi barco, la verdad es que cuando le robamos el barco a La Legión, no pensé mucho en el espacio sobrante. Me estaba viniendo bien realmente, así a la gente que la invitase a mi tripulación tendría espacio y no nos pelearíamos.

-Si no te gusta la idea de estar en un barco pirata también está la casa de Jin, mi segundo al mando. El vivía aquí hasta que lo invité a unírseme y ahora vamos por el mar.

La verdad no estaba seguro de si la casa seguía vacía, pero no estaría de más pasarse y ver qué tal. No creo que nadie de todos modos piense que es buena idea venir a vivir aquí. Parpadeé un par de veces al darme cuenta de una cosa, mirando de nuevo a la chica. No me había dicho su nombre, lo cual estaba un poco feo teniendo en cuenta que yo me había presentado de mi buena gana. En fin, tal vez me lo diría luego y si no, pues se arriesgaría a que le pusiera un apodo, así funcionaban las cosas.

Había algo en él que me había provocado un "click" en el cerebro. No sabía lo que era, pero esa pasión y gusto por la música me recordaba a mi de pequeña, además de que compartía la misma visión que yo. Era muy difícil encontrar a alguien así, aunque todavía no sabía si este chico solo usaba palabrería barata, o lo decía en serio. Fuera como fuera me detuve y me quedé mirándolo mientras escuchaba sus palabras. Llegué hacer hasta tres globos de chicle que exploté antes de decir palabra alguna.

- Pues mira, tienes razón....sin la vida estaríamos muertos, así que si, supongo que hay que mantenerla- dije irónica a la par que jocosa antes de amarrar bien al funda del violín. Aún así que un pirata tuviera sueños me parecía poco más que improbable. No dejaban de ser ladrones, y había visto bastantes casos de auténticas fieras son domar por boca de mi padre. Aunque bueno, realmente mi padre siempre habla por La legión, y no con su hija como un progenitor. Aún así Yor no parecía el típico pirata al uso, sino que parecía raro, anodido e incluso ladino e intrigante. En definitiva, o era tonto....o un genio oculto. Como no quería quemarme la cabeza pensando, escuché su proposición de hospedaje. En un primer momento no me hizo gracia ninguna, pero la noche acabaría llegando y yo me vería durmiendo en un banco a la intemperie por esta noche. Como era obvio ir a su barco no era una opción; pues temía acostarme allí y levantarme en alta mar secuestrada. Aún así la otra opción me valía, ya que había más rutas de escape posibles.

-Acepto tu propuesta , Yor.- dije con tono calmo- La verdad es que me vendría bien un lugar tranquilo donde descansar para mañana tener toda la pila necesaria. Pero creo que será mejor ir a casa de tu amigo si te parece.- Entonces fue cuando me sorprendí que dijera que le caía bien, No me conocía de nada, y me trababa de forma cercana- Tengo dinero, eso no es problema, y te pagaré por el hospedaje sin problema alguno, además te agradezco la ayuda mucho.

Así que amarré bien la funda y me ajusté la gorra antes de decirle:

-Te sigo Yor.

Así que comencé a caminar con intención de que él me dijera el camino a seguir. La verdad es que estaba algo cansada, pero me apetecía tocar un poco más de música, y sin embargo ya me estaba recogiendo allí, con un desconocido al que le caigo bien, y con un objetivo bastante mundano; dormir.

Me alegró escucharla decir que sí, así no tendría que preocuparme cuando fuese a dormir de si ella había logrado encontrar un sitio o no. Sin más distracciones empecé a caminar con la chica al lado, yo silbaba tranquilamente, recordando más o menos el camino que teníamos que seguir. Había sido hace tiempo, pero creo que con un poco de esfuerzo lo recordaría y llegaríamos en muy poco tiempo.

-¿Y qué te trae por Samia? Yo la primera vez que llegué a esta isla fue por error, aunque con suerte. Mi bote se había roto y me habría ahogado sin dudar, pero en cuanto vi la orilla de la playa que hay aquí cerca, remé con todas mis fuerzas hasta llegar aquí.- Reí de nuevo por el recuerdo.- Cuando lo pienso parece que fue hace mucho…

Desde aquel entonces había descubierto muchísimas cosas, el haki, las industrias Cognito, mi familia al acecho… Con lo sencillo que era todo antes, a veces tenía problemas de sueño por culpa de todo esto. De normal ya era propenso a las pesadillas con las imágenes de mi infancia atormentando mis noches, pero ahora con todo esto en la cabeza, dormía mal y tarde y cuando lo conseguía, eran pesadillas. Por suerte recuperaba las energías con relativa facilidad, si no iría por los suelos lamentándome. Además, no todo era tan malo, había conocido a un montón de personas muy interesantes, su recuerdo me calmaba siempre.

No tardamos demasiado en llegar a la casa, tal y como había previsto. Lo mejor de todo es que no parecía haber ni un alma, las luces estaban apagadas, no parecía haber habido ni un alma por el jardín desde que nosotros nos marchamos. Una casa abandonada en toda regla. Era bastante austera, una casa de madera más práctica que cómoda, con un apartado en el jardín para los peces que pescaba Jin cuando vivía aquí. Eso sin contar que la casa era una sola habitación en la que estaba tanto la cama como la cocina como el salón... No había ni una hamaca, ni una piscina ni nada, cosas totalmente necesarias para que alguien pudiese vivir felizmente. Bueno, la piscina mejor si no cubría mucho la verdad, no me gustaría ahogarme.

-Verás, no es muy bonita, pero una cama sigue siendo una cama y…- Le estaba diciendo aquello conforme abría la puerta, pero me callé de golpe al ver que había gente dentro.

En el interior habrían por lo menos unas diez personas, ataviadas con ropajes largos y oscuros, además de máscaras y guantes para que sus identidades se mantuviesen en secreto. Había dos claros grupos, cinco a la izquierda y cinco a la derecha. Los de la derecha tenían un maletín abierto, enseñando lo que parecía ser una fruta del diablo a los de la izquierda, que tenían también un maletín con lo que debía ser sí o sí dinero o algún bien preciado. Hacía mucho que no veía una fruta así y no tenía ni idea de lo que decir en este tipo de situación por lo que hice tranquilamente fue cerrar la puerta despacio como si no hubiera pasado nada. No obstante, cuando cerré la puerta, unas balas salieron atravésandola, pudiendo esquivarlas por los pelos. Suspiré cansado y miré a la chica con una expresión de disculpa.

-Dame un segundo, ahora me encargo, la verdad es que no tenía ni idea de esto…

Dicho esto transformé mi pierna en la de una salamandra para otorgarme de más fuerza que sirvió para lanzar la puerta de una fuerte patada, golpeando al pobre diablo que había detrás hasta que se chocó con la pared. A continuación, solté una llamarada de fuego para que la gente se apartara, intentando no provocar ninguna herida fea a alguno con este aliento. Me lancé hacia dentro, brotando de mi espalda baja una cola de salamandra bastante larga para poder usarla como ataque y defensa. A los que se me intentaban acercar por detrás mientras estaba peleando a puños con un contrabandista, le hacía la zancadilla con el rabo, provocando que se cayeran al suelo. La pelea no estaba siendo ni iba a ser difícil, pero era tarde y no tenía demasiadas ganas de hacer esto ahora, sobre todo cuando estaba conociendo a una nueva amiga. Eso no quitaba que hubiera cierta diversión por mi parte; pelear siempre significaban ejercitar los músculos y constituía una lenta, pero imparable mejora en tus capacidades de combate.

Eso y que era muy divertido molestar a los tipos malos con la cola que me daba mi fruta, nunca sabían cómo reaccionar.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Que gran verdad y que ñoña me estoy poniendo. Caminar con aquel tipo no era desagradable, sobre todo porque me estaba dando conversación. Al final si que me iba a creer que era buena gente y todo a pesar de enarbolar una bandera negra, cuyo significado era de todo menos justicia. Así que mientras caminaba procuraría responder a sus preguntas, y como siempre, entre frase y frase haría un globo de chicle.

-Vaya, casi podría decirse que no lo hubieras contado si no fuera porque sacaste fuerzas de donde no las había. Igualmente parece que la isla te ha tratado bien aunque - señalé a algunos de los viandantes de la zona, dándole a entender que por su cara de rechazo al muchacho esto no era así. Me preguntaba que demonios había hecho para ganarse el recelo de algunos de los viandantes de Samia, bueno, da igual. -Pues yo digamos estoy de viaje, de aquí para allá. Ahora mismo hice una para da aquí ya que me dirijo a Wano.

No le comenté nada más ya que no era necesario y su pregunta había obtenido una respuesta por mi parte. Aún así cuando llegamos a la casa pude ver que esta no era gran cosa y parecía haber estado cerrada bastante tiempo.

-Si, tienes razón, y mi espalda lo va a agradecer la verdad...cargar con este violín todo...-entonces me callé de golpe al ver que Yor hacía lo mismo. Parecía que había alguien dentro de la casa, y por la cara del pirata, no eran de los suyos. Entonces...sucedió.., varias balas atravesaron la puerta y con un gran grito me lancé hacia el ladi izquierdo con intención de cubrirme. Por inercia puse la funda del violín delante de mi para protegerme, y afortunadamente sólo una de las balas dañó la funda, y esperaba que no el violín. Al ver el daño me puse toda roja del enfado y empecé a suspirar muy fuerte, haciendo globos de chicle muy grandes debido a la fuerza de mi respiración.

-Pienso reventarlos...eh- entonces miré como la pierna de Yor se convertía y la usaba para hacer de ariete contra la puerta -¡KIAAAAAAAAAAA!¡PERO QUE DEMONIOS ERES!-dije mientras distintas partes de su cuerpo se convertían en las de un ser del que desconocía su nombre.

De hecho tardé unos cuantos segundos en reaccionar, pero entonces quise ayudarle pero....mierda, no llevaba las pistolas encima esta vez, pues las había dejado en el barco donde había venido, ya que mañana tendría que volver a subir a él para partir a la siguiente isla. Sólo había bajado el violín para hacer algo de dinero rápido, pues no me esperaba tener que pelear...mierda.

-A la porra...¡BANZAI!- dije entrando por la puerta y golpeando al primer tipo que me encontrara con la funda del violín en la cara, mientras veía como Yor se divertía, o eso parecía con el resto de tipos que intentaban tumbarlo sin éxito. -¿Pero esto no era casa de tu amigo? ¿Dónde me has metido?- dije replicándole mientras usaba la funda de porra contra todo aquel que tratara de acercarse a mi.

Di un pequeño bote en el salto al escuchar el pedazo de grito que soltó la violinista al verme transformarme. Esta había sido la reacción más visceral hasta la fecha, no pensé que fuese tan sorprendente ver a alguien con una zoan, pero supongo que dependía mucho de la isla en la que estuviese. Tampoco podía distraerme demasiado si quería acabar con esto pronto, no parecía ser una buena peleadora. Me tragué mis palabras en cuanto la vi abalanzarse sobre un pobre diablillo con la funda del instrumento, haciendo que me riera tanto que doblé la espalda de la risa, esquivando un ataque por casualidad en ese momento. Me recompuse tras la carcajada, no pudiendo perder demasiado tiempo.

-¡Así se hace! ¡Con ímpetu!- Acumulé veneno en mi garganta, hinchándola un poco, y lo escupí en el suelo, justo por donde estaba corriendo uno de los matones para ir hasta ella. Al resbalarse se estampó contra la pared, cosa que provocó de nuevo una risita en mí.- ¡Y lo es! Pero parece que la estaban ocupando para hacer contrabando de frutas, quién iba a decir que se hiciesen estas cosas en sitios como este… Bueno, eso ya es una buena razón para hacerlo, ¡factor sorpresa!

Interrumpí un momento el duelo que estaba teniendo con uno de ellos cuando vi que estaban rodeando a la joven violinista. Estiré mi cola, enroscándola alrededor de su cintura, de modo que al tirar de ella hacia mí, dio un par de giros hasta que acabó en mis brazos, casi como si fuese un paso de baile ensayado. La solté al momento ya que tampoco quería invadir su espacio personal y me puse en medio de los que venían a por ella.

-Siento quitarte parte de la diversión, pero aunque sea muy divertida, tu “arma” no es la mejor para esta situación.- Di una patada giratoria, estampando a uno contra la pared y al que vino detrás le di un cabezazo que lo hizo quedarse K.O.- Un segundo y ya acabo con esto.

Ya solo quedaba uno, aunque por lo visto era el más competente de todos. Llevaba un chaleco de combate que le permitía aguantar golpes más ligeros. Mientras se acercaba a mí fui preparando el golpe que le iba a dar. Puede que se creyese que con un poco de armadura se iba a librar, pero lo que no se esperaba era el puñetazo que estaba cargando. Mi brazo se incendió por completo, serpenteándolo en espiral hasta llegar a mi puño donde se concentraba la potencia. La cara del contrabandista fue de lo más cómica al ver que ya era demasiado tarde como para esquivarlo y yo simplemente le di tal golpe que salió volando por el techo de madera, dejando un agujero en este y una estela de humo y fuego por donde recorría. Suspiré, estirándome un poco después del combate, soltando una risa de satisfacción y alegría.

-Creo que la opción de dormir aquí se ha cancelado, una pena…- Me giré para verla con una gran sonrisa.- ¡Ha sido muy divertido! Pensé que te ibas a acobardar, pero verte pelear ha sido lo mejor que he visto en toda la semana.

No era una luchadora profesional, tal y como se podía ver, pero al menos sabía defenderme de lo que no quería. Si bien era cierto que había estado muy poco tiempo en la Legión, había aprendido lo básico para defenderme. Allí me habían enseñado que mi cuerpo en si era un arma, y en caso de no tener esta última mi propio cuerpo lo era. El problema de esto no era ya el tener armas o no a mi disposición, sino el número de enemigos.

Yor parecía estar divirtiéndose como una mona ¿ Divertirse? Nos habíamos metido en la boca del lobo sin saberlo contra muchos enemigos ¿ Y se divertía? Era un chico de lo más raro. Si por mi fuera hubiéramos dado media vuelta y aquí no pasó nada. Sin embargo en cuanto vi que Yor tenía todo controlado en el momento en que le había salido una cola, ya me dije: "Este tio no es normal". Sin duda alguna los contrabandistas eran unos sujetos de cuidado, y según Yor se iba deshaciéndo de ellos yo tenía la vista puesta en los sacos y arpillera que había la fondo de la sala ¿ Sería su botín?. Si. Yo ando falta de dinero y me apuesto a que Yor también.

-Tu a tu ritmo- le dije sin molestarme por aquellas palabras, pues cualquier día le enseño mis armas, y no son de metal.

Mientras Yor acababa de "jugar" con aquellos contrabandistas yo me colé por "detrás" de la pelea, ya que solo quedaba uno y yo me fui directa al botín. Como buena gata empecé a arañar y a abrir los distintos sacos. Había poco dinero, algunas armas que seguramente eran para el intercambio. ¡Oh una pistola! Me la quedo. Fue entonces cuando escuché aquel golpe de Yor y cuando me giré, ya no estaba el último tipo que quedaba. Solo estaba Yor riéndose tras una batalla concluída.

"Que tipo más raro..y fuerte".

No dudé en coger la pistola para mi, ya que Yor tiene razón, un violín no es un arma de combate.

-¡Yor! Aqui hay dinero y armas- le dije antes de responder su comentario- No hay problema, siempre se puede dormir bajo un árbol- entonces me giré- ¿Divertido? Podían haberte matado.

Si, me estaba preocupando por alguien al que acababa de conocer, pero él me había salvado. Lo comido por lo servido. Fue entonces cuando abrí el último saco, y este solo contenía frutas de colores muy raros y formas diversas. Saqué la primera que vi para enseñársela a Yor.

-¿Tan mal está la cosa por acá que trafican con "comida" ?. Bueno al menos ya tenemos para hacer compota.

Entonces me di cuenta. Recuerdo que en La Legión había gente con habilidades muy raras y mágicas que ocupaban altos cargos en la institución, de hecho sin ir más lejos mi instructor tenía la capacidad de partirse en trozos. Aún así nunca había visto el poder que Yor había mostrado, fuera lo que fuera él. Fue cuando vinieron las palabras de mi padre a la cabeza: "Eso son akuma no mi, o frutas del diablo, quien las toma adquiere un gran poder, pero también una gran debilidad. Son codiciadas por todos y odiadas por muchos, por ello es nuestro deber que no pululen por los mares"

Entonces miré a Yor confusa con una fruta en mi mano.

-Esto es...¿Una akuma no mi? ¿Verdad?- dije antes de posar el rostro en el resto que había en el saco.

Me acerqué hasta ella, mirando un poco lo que me había comentado. Desde luego aquí había bastantes cosas peligrosas, ¿quién diría que la tranquila Samia daría para este tipo de cosas? No cogí nada, ya que no me pareció ver nada interesante entre el dinero y las armas. Volví a dirigir mi atención hacia la rubia cuando siguió hablándome.

-No puedo quejarme por cada peligrosa que se me cruce por el camino, ¡soy un pirata! En todo caso lo hace más entretenido, nadie disfruta de un viaje sin sus obstáculos. Además, algunos peligros dan las mejores recompensas. Por ejemplo, soy alérgico al queso, pero eso no impide que alguna vez tome un poco… Qué rico está…

No tardé en volver a distraerme, mirando alrededor. Ya había sido mala suerte que justo hubieran ocupado esta casa de todas los lugares de esta aburrida isla. Ahora había puesto en peligro a esta chica y había abierto un agujero en el techo de la casa de Jin… Espera, había abierto un agujero en el techo por culpa de uno de mis golpes. Definitivamente si se enteraba me iba a matar, si con suerte no se pasaba por aquí para ver qué tal iba la cosa podría librarme, pero ya me veía castigado en una jaula del barco por haber hecho el imbécil sin preocuparme por la casa.

-La he liado, he roto el techo y cuando Jin se entere va a… ¿Eh?- Paré en cuanto me di cuenta de lo que había dicho, volviendo a verla y acercándome hasta ver el interior del saco.- Oh, pues sí que son… Me comería otra, pero moriría al instante, una pena… En realidad no, ya es un rollo a veces ser un hada. En fin… ¿Vas a comerte una? Igual consigues algún poder chulo.

Bromeé un poco con la idea, pero perfectamente podría hacerlo. Perdería la capacidad de nadar y la piedra marina sería un problema, pero había gente a la que no le importaba tomar el riesgo. Yo si hubiera podido negarme la verdad es que no me habría comido la mía, pero no tenía sentido de arrepentirse ahora de ello, tocaba seguir hacia delante. Tampoco sabía muy bien qué hacer con toda esta mercancía, la verdad me daba pereza comerciar con todo esto y realmente los pobres contrabandistas solo habían recibido la paliza porque habían decidido empezar a dispararme si no, habría pasado bastante de la situación. Yo simplemente me dediqué a ver qué haría ella, podía ser divertido.

-Oh, te aviso, saben fatal. Por si decides tomarte una, cuando me pasó a mí me pilló por sorpresa. ¿Se podrán cocinar? ¿En ese caso perderán el poder o…? Nunca lo había pensado la verdad, podría ser interesante.

No tardé en volver a perderme en mi tren de pensamientos, me solía pasar.

Si, era cierto, había un gran agujero en el techo. Yor parecía no cortase tanto en sus acciones como en sus propios pensamientos, los cuales, decía al aire como si nadie lo estuviera escuchando. Es un tipo muy raro, no había visto alguien tan " especial" como él. El problema es que era un pirata, pero no un pirata al uso. De hecho no lo parecía en absoluto puesto que se tomaba todo a broma, era despreocupado...pero tenía una fuera enorme como para tumbar a todos esos tipos sin despeinarse.

- Un pirata- le dije todavía con la fruta en la mano- Tu no pareces un pirata si me permites el atrevimiento. No sé. La verdad es que no he conocido a piratas en persona y solo por meros rumores e historias. Tu no pareces alguien sanguinario, maldavo y sin corazón. Es más, pareces un...chico que juega a serlo. No te ofendas- dije haciendo un gesto con la mano precipitado para que no se enfadara. Ya había visito lo que era capaz de hacer.

Entonces fue cuando se conoció al fin su poder, un hada. Espera, ¿un hada? Las hadas no tienen cola ni se asemejan a un raptil. ¿Que clase de hada era?, voy a preguntárselo.

-¿Un hada? Pues parecías de todo menos eso- le dije con tono calmado antes de echar un vistazo al saco de akumas.- He escuchado algo sobre ellas Yor, y no cosas precisamente buenas, pero la verdad es que he visto gente que tiene su poder, y la verdad, dan miedo. Admito que ir sola no es seguro, y que siempre me encuentro con problemas para ir de un lado a otro...cuando no son asaltantes, son rateros y cuando no borrachos. A este paso no llegaré a Wano entera.

Suspiré y me quedé mirando el saco y luego a Yor.- Quizás un pequeño empuje, o poder, como quieras llamarlo me pueda beneficiar. ¿No?- le pregunté dudosa.- No podré nadar es lo único que me preocupa, además La Leg....la gente tiene muchas veces la mira puesta en usuarios.- dije antes de mirar el resto de akumas y revolver el interior del saco. Buscaba una que fuera bonita, y quizás me tocaría un poder bonito- Espero que me toque algo de hadas también.

Así que cogí una un tanto rara, pues parecían tres frutas en una, con similitud a un caramelo que se le dan a los niños. Tenía tres rabitos haciendo espiral de cada uno de los extremos y centro y su color era amarillento a la izquierda y rojizo a la derecha- ¿Que tal esta?.

La olí mientras escuchaba lo que Yor me decía que era que estaban amargas.

-Venga, a ver que pasa, si con esto puedo defenderme mejor, bienvenida sea- y le pegué un pequeño mordisco a aquella fruta. Efectivamente sabía a rayos, y de hecho tosí un par de veces antes de mirar a Yor -¿ Y ahora que?

Me sentía un poco rara, pero como veía que no pasaba nada decidí responderle a Yor.

-Pues con este dinero, estas pocas armas y este saco de akumas podrías comprarte muchas cosas para tus nakamas y tu barco, aunque claro, yo si te soy sincera necesito algo de dinero. Me gusta tocar el violín y esas cosas, pero no le digo que no a que me den dinero porque si,

Entonces tosí nuevamente.

-Argg...si que está pocha esta cosa.

Miré con curiosidad a la chica, la verdad es que no se estaba equivocando. Bueno, sí que lo hacía, pero porque los piratas de hoy en día eran muchas cosas, muchas cosas menos piratas. Me aclaré la garganta y puse un pie sobre uno de los cuerpos inconscientes, poniéndome en posición de contar algo importante. Curiosamente era algo que tenía muy bien pensado, le había dado vueltas al tema durante mucho tiempo.

-Lo que hay ahora no son piratas, la era de la piratería se acabó hace mucho tiempo. Te diré lo que diferencia a los piratas de La Legión y los marines, que no es tanto. La libertad. nosotros somos los dueños de nuestro destino y todas nuestras acciones las tomamos por puro egoísmo, porque queremos y podemos.- Solté una pequeña risa tras decir aquello, estando a punto de resbalarme con el cuerpo en el que me había apoyado.- Un verdadero pirata defiende la libertad por encima de todo, por eso, si ves a un autoproclamado pirata subyugando a la gente a su paso o cometiendo atrocidades, lo único que es es un imbécil. Solo usan la excusa de la piratería para obrar como le plazca. En cuanto me haga Rey de los Piratas, seré la persona más libre del mundo y nadie volverá a sufrir como he sufrido yo.

Sonreí satisfecho cuando dije aquello, volviendo a ponerme en una posición normal, cruzándome de brazos mientras me apoyaba contra la pared. Pensé en su pregunta unos segundos antes de responder, intentando que se me entendiese bien.

-Es un hada salamandra, son como… El espíritu del fuego, es una zoan que me permite tanto transformarme en una salamandra gigante como en un hada delicada, yo lo que hago normalmente es ir mezclando ambas transformaciones según requiera la ocasión. ¡Es un poder divertido!

Miré con curiosidad como al final sí que se tomaba la fruta, esperando lo que fuera que fuese a pasar. En cuanto no vi ningún cambio aparente, me decepcioné un poco, pero bueno, no todo el mundo lo sacaba a la primera. Me acerqué de nuevo a ella, por si se hacía daño sin querer probando sus nuevas habilidades.

-De acuerdo… Si eres como yo, intenta concentrarte en cambiar tu cuerpo, normalmente eso basta. Si eres una paramecia, intenta expulsar algo de ti y si eres una logia… La verdad es que esos últimos no sé muy bien cómo funcionan, pero tengo entendido que son intangibles. Tendré que pegarte si lo otro no funciona.

Iba medio en broma lo último, pero si lo otro no funcionaba seguramente sería lo mejor. Era curioso estar ante una recién establecida usuaria de fruta del diablo, pero me alegraba poder ayudarla en eso. La primera vez que probé mis habilidades fue estando solo y la verdad es que dio un poco de miedo. De todos modos estaba seguro de que ella podría manejárselas bien. Era lista, aunque un poco descortés porque no me había dicho su nombre todavía. Aunque, espera un momento…

-¡Burbuja! ¡Ya se me ha ocurrido un apodo! Todavía no me has dicho tu nombre, así que te vas a quedar con eso, por lo del chicle, ¿lo pillas?- Me quedé en silencio unos segundos.- Yo creo que no está tan mal…

¡Rey de los Piratas! Iba en serio, o al menos eso parecía. No pude evitar mirarle arqueando la ceja izquierda mientras todavía me relamía los labios para quitar el mal sabor de boca con mi propia saliva. Pocos habían osado decir en alto que querían ser el rey de los piratas, y los que lo habían dicho acaban bajo tierra por cortesía de la Marina o la Legión. Este chico parecía realmente necio, y un maldito genio. Vale, pues tenía una akuma muy poderosa y rara que podría rivalizar perfectamente con algunas de las que había visto en altos cargos de la Legión. Pero esto no era importante ahora, lo importante era ver como este chico, tenía las ideas muy claras.

-¿Rey de los piratas?. No pides tu nada, eso no es como pedir un rollito de carne en el chiringuito de la esquina. Es difícil y muchos lo intentaron antes que tu. ¿Qué te hace pensar que lo lograrás? Quiero decir...no es un camino de rosas.

Aún así su visión de la piratería me parecía demasiado romántica para lo que realmente era, pero de entrada, este "pirata" parecía ser muy diferente a otros, y eso me daba, por algún motivo, cierta seguridad.

-Así que una salamandra- hada por así decirlo. Es curioso decía mientras iba haciendo nudos a pequeñas bolsitas del montón de dinero que había dentro de un saco mientras las metía en la funda del violín. -Divertido y peligroso- maticé antes de levantarme y dejar apoyada la funda del violín sobre el saco de akumas, ahora también cerrado por mi . Escuché lo que me había dicho acerca de las akumas, y eso si me sonaba ya más, sin embargo yo no notaba nada raro, pero procuré hacerle caso.

-Umm está bien- fue entonces cuando sentí en ese momento, al igual que una computadora, como un montón de información, por así decirlo, me invadía el cuerpo. Notaba que sabía el poder que había adquirido, lo que podía hacer y lo que no. Me llevé las manos a la cintura y otra al pecho, como buscando algo sorprendida- Espérate que igual no va a ser necesario...apártate un poquito Yor, creo que sé como hacerlo.

Si Yor se apartaba me pondría en paralelo a él y extendería mi mano, a unos cuatro metros de una pared de la casa que tenía en frente. Entonces una palabra me invadía la cabeza "Pero" "Pero". Entonces fue cuando un gran chorro de líquido de color morado brotó de la palma de mi mano y salió disparado como un chorro contra la pared, dejando un gran pegote en ella. Yo me quedé mirando la mano, ya que la  esta volvió a la normalidad al no haber el chorro, sin embargo no pude evitar lamer levemente la palma de la mano.

-Sabe dulce...es caramelo...

Entonces miré a Yor y le dije una frase como si solo yo la entendiera.

-Pero pero no mi Yor....soy una mujer caramelo.- dije volviendo a mirar la pared donde estaba el pegote, viendo que este se había solidificado casi al momento dejando una gran mancha de caramelo morado. Me quedé mirando las manos, entre sorprendida y asustada.

-¿Burbuja?- le miré algo molesta. Suspiré y me acerqué a él para ofrecerle la mano - Naoko, me llamo Naoko.

No sabía muy bien qué responder a esa pregunta, no tenía ningún método mágico que sirviera para convertirse en el Rey de los Piratas; obviamente, como decía ella, era un camino escabroso lleno de problemas. Pero eso solo lo hacía más apetecible. Sonreí de golpe cuando se me ocurrió una respuesta, hasta ahora solo había sido un sentimiento alojado en el pecho, encontrarle por fin palabras a lo que sentía se sintió muy bien.

-Porque me estoy divirtiendo. Es decir, creo que la gente piensa en el Rey de los Piratas como un puesto oficial o algo, pero… Un Rey de los Piratas es aquel que ha navegado el mar y encontrado el One Piece y si lo piensas, la razón por la que empezó todo esto es porque un pirata quería que toda una generación saliese al mar a divertirse. No tengo ni idea de si lo estoy haciendo bien para conseguirlo ni de si voy por el camino correcto, pero ya hay gente en mi tripulación, gente a la que hablar conmigo le ha hecho decidir ayudarme en mi sueño así que, ¡algo estaré haciendo bien!- En ese momento me reí un poco, pensar en eso siempre me hacía sentirme flotar entre las estrellas. Adoraba a mi tripulación.- Y si no, ¡al menos estamos agitando el avispero!

Le hice caso y me puse a un lado, mirándola con los ojos bien abiertos esperando lo que fuera que fuese a hacer. Fue muy gratificante ver cómo de repente sacaba aquello de la palma de su mano, acercándome al resultado pegado a la pared para inspeccionarlo. Olía bien, pero preferí no tocarlo por ahora por si era tóxico o algo por el estilo. Di un pequeño salto en cuanto dijo que sabía a caramelo, pegando la lengua a lo de la pared, empezando a saborearlo con ganas en cuanto vi lo delicioso que estaba. Giré un poco la cabeza para verla mientras me hablaba, pero sin dejar de tomar del dulce caramelo.

-¿Una mujef cafamelo? Mola.- Le comenté entre lamidas, aunque tuve que separarme en cuanto me dió la mano. Le sonreí divertido, decidiéndome por fin sobre la idea que llevaba macerando un rato.- Bien, ahora, ¡únete a mi tripulación! Me caes bien, sabes tocar música y haces caramelo a placer, no puede ser que no viajes con nosotros. ¿No crees?

Solté una carcajada entonces. Me pondría triste que me dijese que no, pero seguro que si era el caso, tras un poco más de insistencia pueda conseguir que se uniera. Además, decía que iba hacia Wano, podría ser interesante alcanzar esa isla en algún momento.

-Oh, en cuanto a lo de Wano, podemos ir sin problema, si cogemos bien la ruta acabaremos llegando o con un Eternal Pose ya nos valdría. No te creas que solo estamos en busca de cumplir mi sueño, soy vuestro capitán, también velo por vuestra felicidad y vuestros sueños.

No me dí cuenta de que inconscientemente ya había dicho que era su capitán, pero tampoco me retracté cuando caí en ello. Quizá así también jugaría en su mente con trucos mentales, aunque lo dudaba mucho, eso se le daba mejor a Alice. Solo quedaba esperar a que ella me dijera su decisión y desgraciadamente, estaba nervioso por ese motivo. Ojalá se me diese mejor esconder mis sentimientos, pero supongo que nací simplón en ese sentido.

Arqueé la ceja dejando de ver mi nuevas habilidades por un momento para escuchar a Yor. ¿Agitar el avispero? ¿Pero acaso pensaba que esto era un juego? Ser rey de los piratas eran palabras mayores. No creo que fuera plato de gusto el ser el objetivo de todo el globo porque si. ¿Qué lograrías? Los tiempos del One Piece han pasado, ya no es necesario agitar el avispero...y menos con una doble amenaza latente: La legión y la Marina, que si bien antes ya eran un único ente peligroso, imagínate ahora...¿Yor nunca escuchó lo de divide y vencerás?

Me quedé muy sorprendida con todo aquello, pero lo que más me llamó la atención es que me dijera esto mientras lamía le caramelo que había lanzado contra la pared. Ni siquiera sabía si era comestible pero se lo tragó/ chupó. Ay...este chico era muy raro pero no era un pirata al uso. En el brillaba un fulgor raro, que solo había visto una vez en mi vida, lástima que esa persona ya no está entre nosotros, y por ello deseaba ir a Wano. Fue entonces mientras le miraba atentamente sin saber que responderle cuando me ofreció entrar en su tripulación ¡Por el simple hecho de caerle bien! ¿ Tan laxo eran sus requisitos? . Me quedé con la boca abierta unos segundos mientras escuchaba todo lo que decía, sin saber muy bien que responderle, hasta que encontré las palabras.

-¿Yo? ¿Unirme a unos piratas? No , gracias, creo que- fue entonces cuando se me "encendió la bombilla" y callé la boca, ¿por que? simple; Me estaba facilitando una ruta a Wano rápida y segura, lo primero porque no  disponía de un Eternal Pose, pero por sus palabras sería para él fácil de encontrar uno, y segundo, había demostrado tener mucha fuerza. Ya no solo eso, sino que me había echado una mano cuando más lo necesitaba. Él no era un pirata al uso, y eso fue lo que me permitió tomar una decisión, pues vería Wano, tendría unos nakamas y de seguro veríamos mundo y correríamos aventuras, al menos hasta llegar a la isla de mi madre.

-Esta bien Yor, me uniré a tu tripulación, al menos hasta llegar a Wano. Cuidaré de ti y de tus nakamas como tu acabas de hacerlo conmigo, pero quiero destacar una cosa; no soy una persona fácil, y no aceptaré órdenes que vea injustas, por muy capitán mío que seas. Tu me dejas tener mi dignidad, y yo....- entonces creé una pequeña bolita de caramelo, la cual puse en la mano de Yor-  y tu tienes una nakama. Ahora bien, quiero un cuarto propio en el barco- bromeé.

Cogí  entonces la funda del violín cargada de oro, y a su vez cogí el resto de bolsas, tanto la de las akumas como una pequeña con las armas que más me interesaban, dejando el resto allí. Vamos, cogí un par de pistolas, un mosquete y un puñal de lo más bonitos, pero sabía que lo realmente valioso era el dinero y las akumas.

-¿Que te parece si las vendemos? Sacarías una buena tajada para mejorar tu barco y yo para unos zapatos nuevos y algunas cosas más. Total, ya que no podemos consumirlas al menos podemos sacarles rendimiento económico.

Dicho esto, y por algún motivo que desconocía traté de abrazarlo a pesar de llevar las manos ocupadas, pero al menos le mostraría por una vez que estaba agradecida.

-Gracias.

Por fin vería la tierra de mi madre, y quizás hasta tendría una nueva familia, quien sabe.

La gran decepción que sentí ante la negación de Naoko se fue muy rápido y fue reemplazada por una emoción igual de fuerte en cuanto vi su cambio de decisión. No sabía qué la había hecho cambiar de opinión en tan poco tiempo, pero desde luego no me iba a quejar ya que conseguiría lo que quería. La escuché con una gran sonrisa, realmente poco me importaba lo que me dijese a partir de ahora, ya tenía a la violinista en mi tripulación. No me preocupé demasiado por el aspecto temporal de su estancia, estaba seguro que aunque llegáramos a Wano, se quedaría con nosotros después, sería muy triste para todos de lo contrario. Solté una risa por sus palabras y negué levemente.

-No tienes que pagar ninguna deuda cuidando de nosotros, he hecho todo esto porque quería. En cuanto a lo de cuidarnos, te lo agradezco mucho, yo haré lo mismo por ti ahora que estás en mi grupo.- Me sorprendí entonces cuando habló de su dignidad, inclinando un poco la cabeza incluso.- ¿Por qué piensas eso? No soy dueño de ninguno de vosotros y dejaría yo mismo mi puesto de capitán si alguna vez me pongo en medio de los sueños de cualquiera de mi tripulación.- Me llevé el caramelo a la boca entonces, sonriendo.- ¿Puedes hacerlos de distintos sabores? Si puedes, me gustan los de vainilla…

Miré por encima toda la mercancía que se había quedado detrás, no había nada que me interesara particularmente, lo típico que se solía vender en este tipo de transacciones. Había visto ya un par de casos como este, lo peor que había visto eran aquellos pingüinos envenenados… Suspiré, apoyándome en la pared hasta que Naoko volvió a hablarme tras coger lo que necesitaba.

-No lo había pensado… La verdad es que no sé dónde podríamos vender las frutas y no me gusta mucho la idea de traficar con cosas así… Igual podríamos preguntarle a Jin, él suele saber qué hacer en este tipo de cosas.

Me encogí de hombros, sorprendido de nuevo cuando fue a abrazarme, no dudando en corresponderlo e incluso levantarla un poco del suelo mientras. Reí un poco y cogí el montón que se había quedado en el suelo, llevándome el saco a la espalda.

-¡No es nada! Ahora al barco, todavía queda espacio así que seguro que podrás tener tu habitación como has pedido. Ya veremos de todos modos… Seguro que te caen bien todos, son todos muy majos, hasta Jin que a veces es un poco cascarrabias, pero es solo fachada.

Emprendí la marcha con la chica detrás, caminando alegremente. Había salido para entretenerme un rato y no solo lo había conseguido sino que ahora volvía al barco con una nueva compañera de tripulación. Sentía todo el cuerpo lleno de emoción, hoy dormiría muy bien.