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Ichigo había leído libros de vaqueros cuando era pequeño. Y bueno, algún que otro comic también. Recordaba en concreto las aventuras del intrépido Arthur Marston, forajido y llanero solitario que a lomos de su fiel corcel huía de la corrupta ley y salvaba a los necesitados. Sabiendo que esa isla era una isla de vaqueros, por mucho que Illje le dijese que no (él sabía en su corazón que si lo era), decidió conseguirse una indumentaria de sheriff. Para pasar desapercibido, más que nada. Y porque le gustaba disfrazarse, claro. Llevaba una camisa amarilla con dos enormes botones blancos. Encima de la misma tenía un chaleco de piel sintética que imitaba el patrón de manchas negras sobre blanco que tenían las vacas. Un pañuelo rojo al cuello, un sombrero marrón, unos pantalones tejanos, botas altas con espuelas, una funda de pistola vacía al cinturón y, en el pecho, una estrella de sheriff. Hecha de plástico. Iba perfecto.
Por desgracia tuvo que taparse la boca y la nariz con el pañuelo. El aire allí olía mal. Muy mal. Y encima era amarillo. ¿Por eso se llamaba así la isla? ¿Le habían engañado y no era en realidad una isla de vaqueros? Seguro que era todo culpa de Claude. Estaba caminando por las calles cuando, de golpe, un hombre enorme se chocó con su hombro.
—¡Eh, gilipollas! —gritó el tipo girándose para verlo —. ¿Es qué no ves por donde vas?
Y se giró para seguir con su camino, enfurruñado. Ichigo carraspeó. Intentó recordar como hablaban los vaqueros en sus libros y sus comics, tal vez pudiese contestarle del mismo modo. Se cruzó de brazos adoptando una pose de tío duro y dijo:
—Esta ciudad no es lo bastante grande para los dos.
El tipo enorme se paró en seco. Se giró poco a poco e Ichigo pudo ver la ira en su mirada. ¿Lo había pronunciado mal? El tipo se acercó de nuevo a él y se paró a escasos centímetros, teniendo que mirarlo desde arriba. Ichigo alzó la mirada y apenas podía verle la cara a través de los pectorales bajo su prieta camisa.
—¿Qué has dicho?
—Eh... ¡Howdy! Am... —¿Qué solía decir Arthur Marston...?—... No busques problemas sino quieres enfrentarte a la solución.
El hombre pareció enfadarse aún más y cogió a Ichigo del chaleco con una mano. Lo levantó del suelo sin esfuerzo ninguno y llevó un puño hacia atrás. Ichigo miró hacia abajo, viendo lo lejos que estaba del suelo ahora. Volvió a mirar al hombre enfadado, algo confuso. ¿Se había equivocado en algo?
—¿Es qué quieres que te reviente la cara?
A su alrededor había empezado a acumularse gente. Ichigo podía oír alguna que otra tos entre la multitud que no dejaba de mirarlos, tal vez esperando sangre y espectáculo. O tal vez esperando a que el muchacho de pelo negro hablase de nuevo otra vez como un vaquero. Eso siempre podía ser divertido. Vamos, Ichigo, recuerda otra frase de Marston...
—Eres más feo que una bota quemada.
—¡¿QUÉ?!
—¡Rómpele los dientes! —gritó alguien de entre la multitud.
Por desgracia tuvo que taparse la boca y la nariz con el pañuelo. El aire allí olía mal. Muy mal. Y encima era amarillo. ¿Por eso se llamaba así la isla? ¿Le habían engañado y no era en realidad una isla de vaqueros? Seguro que era todo culpa de Claude. Estaba caminando por las calles cuando, de golpe, un hombre enorme se chocó con su hombro.
—¡Eh, gilipollas! —gritó el tipo girándose para verlo —. ¿Es qué no ves por donde vas?
Y se giró para seguir con su camino, enfurruñado. Ichigo carraspeó. Intentó recordar como hablaban los vaqueros en sus libros y sus comics, tal vez pudiese contestarle del mismo modo. Se cruzó de brazos adoptando una pose de tío duro y dijo:
—Esta ciudad no es lo bastante grande para los dos.
El tipo enorme se paró en seco. Se giró poco a poco e Ichigo pudo ver la ira en su mirada. ¿Lo había pronunciado mal? El tipo se acercó de nuevo a él y se paró a escasos centímetros, teniendo que mirarlo desde arriba. Ichigo alzó la mirada y apenas podía verle la cara a través de los pectorales bajo su prieta camisa.
—¿Qué has dicho?
—Eh... ¡Howdy! Am... —¿Qué solía decir Arthur Marston...?—... No busques problemas sino quieres enfrentarte a la solución.
El hombre pareció enfadarse aún más y cogió a Ichigo del chaleco con una mano. Lo levantó del suelo sin esfuerzo ninguno y llevó un puño hacia atrás. Ichigo miró hacia abajo, viendo lo lejos que estaba del suelo ahora. Volvió a mirar al hombre enfadado, algo confuso. ¿Se había equivocado en algo?
—¿Es qué quieres que te reviente la cara?
A su alrededor había empezado a acumularse gente. Ichigo podía oír alguna que otra tos entre la multitud que no dejaba de mirarlos, tal vez esperando sangre y espectáculo. O tal vez esperando a que el muchacho de pelo negro hablase de nuevo otra vez como un vaquero. Eso siempre podía ser divertido. Vamos, Ichigo, recuerda otra frase de Marston...
—Eres más feo que una bota quemada.
—¡¿QUÉ?!
—¡Rómpele los dientes! —gritó alguien de entre la multitud.
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El vaho salió del respirador de la máscara antes de deshacerse rápidamente entre las constantes gotas de lluvia. El silencio reinaba en esa zona de la ciudad, sólo acompañado del constante goteo en los charcos de agua contaminada. Lo que hace poco había sido una calle atestada de actividad ahora no era más que una zona completamente abandonada, varios edificios habían sido aplastados o dañados por los trozos de cúpula que habían caído sobre estos, y los trabajos de reconstrucción estaban todavía centrándose en otra área distinta. Entre la lluvia ácida y la atmósfera nociva pocos eran los que se aventuraban ahora fuera de las calles periféricas, todavía cubiertas bajo parte de la cúpula. Los que lo hacían era por trabajo y porque contaban con alguna clase de protección, un respirador y un traje lo suficientemente aislante solía bastar. Daba gracias de que para esta misión por lo menos hubieran tenido la decencia de dejarme una ropa resistente, aunque algo distinta a la que llevaba. El sombrero de ala ancha, las botas de cuero, la gabardina y el chaleco, todos ellos habían sido tratados para resistir la corrosión de esta lluvia, aunque no era recomendable quedarme mucho más tiempo expuesto.
Pasé la mano sobre el trozo de metal, los bordes estaban chamuscados por un lado, por otro el metal parecía haber sido fundido. El punto de fallo parecía un corte limpio más que una simple ruptura por estrés, de todas formas el color irisado del acero, así como algunas manchas azuladas en medio del corte me daba una pista de lo que pudo haber sido usado. Se había oxidado con la lluvia, pero ahí estaba inconfundible, restos de cobre oxidado en medio del corte. Con esto podía descartar la posibilidad de un fallo catastrófico, había sido un sabotaje en toda regla, y lo peor de todo, quien hubiera sido trataba de inculpar al Gobierno de lo ocurrido, o por lo menos eso fue lo que comentaba la gente.
Tomé aire y me levanté tras hacer un par de fotos a los restos encontrados y los cortes que presentaban las vigas de metal. Tras eso lancé un cable a uno de los edificios más cercanos para comenzar a desplazarme de nuevo hasta la zona cubierta de la ciudad. Necesitaba recabar más datos, pero para eso tendría que subir a la propia cúpula.
La máscara ahogó un suspiro, pensaba quedarme sólo el tiempo justo en esta isla, lo suficiente como para repostar y llegar a la siguiente, pero antes de que llegara alguien decidió que era buena idea derribar la cúpula y echar la culpa al Gobierno. Habían contactado conmigo para reunir pruebas que demostrasen la inocencia del Gobierno en este asunto y evitar que este perdiera a uno de sus proveedores de metales raros.
Por fin llegué a una de las calles cubiertas por los restos de la cúpula, sobre nuestras cabezas se podía ver cómo los encargados de la restauración habían proyectado andamios en los restos de esta para comenzar a reponer las piezas perdidas, de todas formas dado el tamaño del agujero calculaba que tardarían meses a pleno rendimiento para tenerlo todo listo. Un grito me hizo bajar la mirada, un gran número de personas se habían arremolinado alrededor de otras dos. Por el ruido parecía una simple pelea callejera, nada interesante, pero ocupaban toda la calle, y tenía que pasar por ahí. Trataba de meterme entre la gente, no me interesaba lo que fuera que estuviera ocurriendo, cuanto menos llamase la atención y en menos problemas me metiese mejor. Pero un detalle llamó mi atención. Di un par de pasos al frente y saqué la pistola, apuntando a su cabeza a pocos centímetros de esta.
- Deja al chico en el suelo despacito y vamos a calmarnos ¿Quieres? - Amartillé el arma para añadir más peso a mi amenaza. - Si eres tan amable me gustaría hacerte un par de preguntas.
Pasé la mano sobre el trozo de metal, los bordes estaban chamuscados por un lado, por otro el metal parecía haber sido fundido. El punto de fallo parecía un corte limpio más que una simple ruptura por estrés, de todas formas el color irisado del acero, así como algunas manchas azuladas en medio del corte me daba una pista de lo que pudo haber sido usado. Se había oxidado con la lluvia, pero ahí estaba inconfundible, restos de cobre oxidado en medio del corte. Con esto podía descartar la posibilidad de un fallo catastrófico, había sido un sabotaje en toda regla, y lo peor de todo, quien hubiera sido trataba de inculpar al Gobierno de lo ocurrido, o por lo menos eso fue lo que comentaba la gente.
Tomé aire y me levanté tras hacer un par de fotos a los restos encontrados y los cortes que presentaban las vigas de metal. Tras eso lancé un cable a uno de los edificios más cercanos para comenzar a desplazarme de nuevo hasta la zona cubierta de la ciudad. Necesitaba recabar más datos, pero para eso tendría que subir a la propia cúpula.
La máscara ahogó un suspiro, pensaba quedarme sólo el tiempo justo en esta isla, lo suficiente como para repostar y llegar a la siguiente, pero antes de que llegara alguien decidió que era buena idea derribar la cúpula y echar la culpa al Gobierno. Habían contactado conmigo para reunir pruebas que demostrasen la inocencia del Gobierno en este asunto y evitar que este perdiera a uno de sus proveedores de metales raros.
Por fin llegué a una de las calles cubiertas por los restos de la cúpula, sobre nuestras cabezas se podía ver cómo los encargados de la restauración habían proyectado andamios en los restos de esta para comenzar a reponer las piezas perdidas, de todas formas dado el tamaño del agujero calculaba que tardarían meses a pleno rendimiento para tenerlo todo listo. Un grito me hizo bajar la mirada, un gran número de personas se habían arremolinado alrededor de otras dos. Por el ruido parecía una simple pelea callejera, nada interesante, pero ocupaban toda la calle, y tenía que pasar por ahí. Trataba de meterme entre la gente, no me interesaba lo que fuera que estuviera ocurriendo, cuanto menos llamase la atención y en menos problemas me metiese mejor. Pero un detalle llamó mi atención. Di un par de pasos al frente y saqué la pistola, apuntando a su cabeza a pocos centímetros de esta.
- Deja al chico en el suelo despacito y vamos a calmarnos ¿Quieres? - Amartillé el arma para añadir más peso a mi amenaza. - Si eres tan amable me gustaría hacerte un par de preguntas.
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Una persona enmascarada apareció de la nada, amenazando a ese señor con un arma para que lo soltase. Ahora todo tenía sentido. ¡Claude le había mentido! Esa no era una isla de vaqueros, sino una isla de superhéroes. ¡Claro! ¡Por eso ese señor está tan enfadado! ¡Estaba usando las frases equivocadas! Pero claro... Ichigo no había leído muchos cómics de superhéroes. Su hermana no le solía dejar. Aunque consiguió sacar a escondidas de la biblioteca de Reddo ejemplares de SmileyMan: The Dark Smile Returns, Scarf Guy: Old Man Al Naion, Sugarboy: The Killing Joke, Alvengers: Identity Crisis, Alvengers: Civil War, Scarf Guy: Born Again, All-Star SmileyMan and Firefly y Iron Kai: Demon in a Bottle.
A lo mejor esa persona enmascarada era el nuevo miembro de los Alvengers. O tal vez quería serlo. Los cómics que Ichigo había leído eran casi todos bastante deprimentes, así que no entendió por qué nadie querría ser un superhéroe de esos. El hombre pareció hacer caso a las amenazas y bajó a Ichigo, alzando las manos mostrando respeto a la letalidad que podía tener un arma. Ichigo se inclinó un poco a un lado para ver a su salvador detrás del hombre enorme y escuchó como le decía que tenía que hacerle unas preguntas.
—¿A él o a mí? —preguntó Ichigo—. Sí es a mí que sepas que soy un experto en responder preguntas. Siempre ganaba a mi hermana en las noches de Trivial... Hasta que se hizo oficial que se convirtiese en la emperatriz, claro... de golpe dejó de tener tiempo. A veces se enfadaba cuando papá no podía estar en las noches de Trivial porque tenía una misión con los Revolucionarios o algo así. No sé quienes son esos, la verdad, ni papá ni su mujer ni mi hermana me lo quieren explicar. Yo asumo que papá es un superhéroe. ¡Hablando de eso! ¿De quién es tu cosplay? Está muy chulo y...
Paró en seco cuando vio que la gente le estaba mirando. El tipo grande incluido, que parecía decirle con la mirada "cállate ya, que tiene un arma". ¿Había hablado demasiado? Siempre lo hacía... Incluso consigo mismo. Zhu estaba harto de tener que escucharle, seguro, era con quién más tiempo pasaba, aunque no se lo trajo para evitar que respirase esa cosa. Ichigo asintió en silencio, imitando al señor grande y levantando las manos.
—Me llamo Ichigo, por cierto.
A lo mejor esa persona enmascarada era el nuevo miembro de los Alvengers. O tal vez quería serlo. Los cómics que Ichigo había leído eran casi todos bastante deprimentes, así que no entendió por qué nadie querría ser un superhéroe de esos. El hombre pareció hacer caso a las amenazas y bajó a Ichigo, alzando las manos mostrando respeto a la letalidad que podía tener un arma. Ichigo se inclinó un poco a un lado para ver a su salvador detrás del hombre enorme y escuchó como le decía que tenía que hacerle unas preguntas.
—¿A él o a mí? —preguntó Ichigo—. Sí es a mí que sepas que soy un experto en responder preguntas. Siempre ganaba a mi hermana en las noches de Trivial... Hasta que se hizo oficial que se convirtiese en la emperatriz, claro... de golpe dejó de tener tiempo. A veces se enfadaba cuando papá no podía estar en las noches de Trivial porque tenía una misión con los Revolucionarios o algo así. No sé quienes son esos, la verdad, ni papá ni su mujer ni mi hermana me lo quieren explicar. Yo asumo que papá es un superhéroe. ¡Hablando de eso! ¿De quién es tu cosplay? Está muy chulo y...
Paró en seco cuando vio que la gente le estaba mirando. El tipo grande incluido, que parecía decirle con la mirada "cállate ya, que tiene un arma". ¿Había hablado demasiado? Siempre lo hacía... Incluso consigo mismo. Zhu estaba harto de tener que escucharle, seguro, era con quién más tiempo pasaba, aunque no se lo trajo para evitar que respirase esa cosa. Ichigo asintió en silencio, imitando al señor grande y levantando las manos.
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Dios mío, no se callaba. Estaba intentando contener con cada fibra de mi ser el impulso de dar un disparo al aire para ver si así se callaba. Pero tenía pocas balas en ese arma, no quería dejar sordo a aquel tipo para que luego no escuchase mis preguntas y, por último, no quería que esto llamase la atención más de lo esperado. El chaval parecía tener a alguien de la familia en la revolución, y por lo que podía escuchar hicieron bien en no contarle nada, porque lo estaba largando absolutamente todo. Seguro que habían visto que era una mina de información y se callaron para protegerlo... y protegerse. En fin, no me importaba, si la revolución no estaba implicada en esto no había razón para agitar el avispero, que fueran nuestros enemigos no significaba que tuviéramos que ir tras cada persona que dijera estar relacionada con la Revolución.
Respiré aliviada cuando las miradas de todos los presentes hicieron que se diera cuenta, al fin, de que estaba hablando de más. Por fin pude centrarme en lo que me había llevado a esta situación.
- Bien, vamos a un lugar algo más tranquilo ¿quieres? - Dije sin dejar de apuntarle con el arma. - En cuanto a ti... Ichigo... - Me paré a pensar un poco ¿De verdad sería buena idea hacer que se largase? Su mirada parecía estar demasiado fijada en mí para estar cómoda, insistiría o peor, trataría de seguirnos, y habiendo visto la primera impresión que nos había dado era simple cuestión de tiempo que empezase a cantar a los cuatro vientos dónde estaba o lo que quería averiguar, eso llamaría más la atención. - Esto no es un disfraz, y no soy un héroe de cómic. - Golpeé con la culata la nuca de aquel hombre en cuanto noté que la intención de salir corriendo al verme distraída. Fue a caer seco pero lo paré con el brazo libre. - Pero voy a necesitar a alguien que me ayude... sígueme.
Dediqué una mirada a los que se habían arremolinado. No tardaron en comprender que era mejor no meterse donde no les llamaban. Esta era una isla en la que la ley brillaba por su ausencia, lo más parecido era la fuerza que ejercían las familias que gestionaban la industria. No era raro que uno no quisiera mojarse viendo o escuchando lo que no debía, por lo menos si quería vivir lo suficiente. Sin mediar palabra me cargue al hombre a la espalda y comencé a caminar buscando un lugar apartado y oscuro, cuanto más cerca de la zona que no estaba cubierta por los restos de la cúpula mejor.
No tardé mucho en encontrar un sitio ideal, un edificio a medio derruir, abandonado. Até sus brazos a una columna, asegurándome de que estaba bien asegurado. Le quité la mascarilla que llevaba para filtrar el aire tóxico y la examiné, algo usada, pero parecía estar casi como nueva, los filtros estaban recién cambiados, y su cara no tenía una marca distintiva de haberla usado durante muchos días.
- Usa esto. - Dije dándole la mascarilla al chico. - Cada hora que pasas respirando esto sin una máscara es un año de vida que pierdes. - Mentí, no sabía la cantidad exacta, pero no podía estar muy desencaminada. - Ahora necesito que estés atento y me avises si viene alguien.
Respiré aliviada cuando las miradas de todos los presentes hicieron que se diera cuenta, al fin, de que estaba hablando de más. Por fin pude centrarme en lo que me había llevado a esta situación.
- Bien, vamos a un lugar algo más tranquilo ¿quieres? - Dije sin dejar de apuntarle con el arma. - En cuanto a ti... Ichigo... - Me paré a pensar un poco ¿De verdad sería buena idea hacer que se largase? Su mirada parecía estar demasiado fijada en mí para estar cómoda, insistiría o peor, trataría de seguirnos, y habiendo visto la primera impresión que nos había dado era simple cuestión de tiempo que empezase a cantar a los cuatro vientos dónde estaba o lo que quería averiguar, eso llamaría más la atención. - Esto no es un disfraz, y no soy un héroe de cómic. - Golpeé con la culata la nuca de aquel hombre en cuanto noté que la intención de salir corriendo al verme distraída. Fue a caer seco pero lo paré con el brazo libre. - Pero voy a necesitar a alguien que me ayude... sígueme.
Dediqué una mirada a los que se habían arremolinado. No tardaron en comprender que era mejor no meterse donde no les llamaban. Esta era una isla en la que la ley brillaba por su ausencia, lo más parecido era la fuerza que ejercían las familias que gestionaban la industria. No era raro que uno no quisiera mojarse viendo o escuchando lo que no debía, por lo menos si quería vivir lo suficiente. Sin mediar palabra me cargue al hombre a la espalda y comencé a caminar buscando un lugar apartado y oscuro, cuanto más cerca de la zona que no estaba cubierta por los restos de la cúpula mejor.
No tardé mucho en encontrar un sitio ideal, un edificio a medio derruir, abandonado. Até sus brazos a una columna, asegurándome de que estaba bien asegurado. Le quité la mascarilla que llevaba para filtrar el aire tóxico y la examiné, algo usada, pero parecía estar casi como nueva, los filtros estaban recién cambiados, y su cara no tenía una marca distintiva de haberla usado durante muchos días.
- Usa esto. - Dije dándole la mascarilla al chico. - Cada hora que pasas respirando esto sin una máscara es un año de vida que pierdes. - Mentí, no sabía la cantidad exacta, pero no podía estar muy desencaminada. - Ahora necesito que estés atento y me avises si viene alguien.
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Su voz parecía femenina, aunque Ichigo sabía mejor que nadie no juzgar ese tipo de cosas. Pero aquello no fue lo que le decepcionó. Resultó no ser un superhéroe. ¿Cuándo podría conocer a uno? Su padre solía decirle que él conoció a Scarf Guy y que peleó contra Smiley Man, aunque Ichigo no terminaba de creerle. Obviamente esos personajes en concreto no eran reales, existían solo en las páginas de los cómics. Aunque bueno... en Alvengers: Civil War si que había un personaje bastante parecido al padre de Ichigo, en aspecto, personalidad y poderes. Y además en la historia ese personaje causaba un conflicto entre la Marina y el Gobierno. Aunque su padre siempre negó que fuese él...
Después de decir eso la chica golpeó al tipo con su arma. Por lo visto había intentado escapar. Después le dijo que iba a necesitar ayuda. Ichigo se cuadró como la caricatura exagerada de un militar y la siguió. Siempre estaba contento de ayudar, fuese como fuese, aunque no tenía ni idea de que podría hacer. Después de espantar a los que se habían quedado a mirar, la chica encontró un lugar oculto. Era un edificio a medio derruir e Ichigo empezaba a preocuparse de que terminase de derrumbarse con ellos dentro. Mientras ataba al señor en una columna, el joven y novato pirata miró sus alrededores.
Parecía un lugar peligroso en el que estar. En cualquier momento se le podría caer el techo encima y... bueno, seguro que eso le hacía daño. No era un muchacho precisamente fuerte y resistente, por mucho que lo intentase. Lo único que sabía hacer era un par de movimientos que le había enseñado su padre. Movió un par de escombros con los pies, curioso, mientras su cola se menaba de lado a lado como cada vez que la curiosidad se apoderaba de él. ¿Qué querrá de él esa persona? Bueno, si quería que se uniese a su tripulación iba lista porque Ichigo ya estaba cogido. Podría ofrecerle a Zhu... Al pequeño cerdito le vendría bien una temporada de aventuras por su cuenta, dónde no estará tan mimado.
Miró a la chica cuando esta le tendió la máscara. Ichigo se bajó el pañuelo y le hizo caso. Al ponerse la máscara se sintió algo más... aliviado. El aire que respiraba dejaba de saber tan mal. Al menos no mucho, seguía habiendo trazos de suciedad. Asintió con la cabeza cuando le dijo que vigilara si venía alguien y se colocó en posición mirando hacia fuera. No parecía un lugar muy transitado, la gente parecía querer evitar esas calles en concreto. De vez en cuando miraba hacia atrás y agudizaba el oído esperando escuchar que le preguntaba al señor violento. A lo mejor le iba a preguntar por qué quería pegar a Ichigo.
Después de decir eso la chica golpeó al tipo con su arma. Por lo visto había intentado escapar. Después le dijo que iba a necesitar ayuda. Ichigo se cuadró como la caricatura exagerada de un militar y la siguió. Siempre estaba contento de ayudar, fuese como fuese, aunque no tenía ni idea de que podría hacer. Después de espantar a los que se habían quedado a mirar, la chica encontró un lugar oculto. Era un edificio a medio derruir e Ichigo empezaba a preocuparse de que terminase de derrumbarse con ellos dentro. Mientras ataba al señor en una columna, el joven y novato pirata miró sus alrededores.
Parecía un lugar peligroso en el que estar. En cualquier momento se le podría caer el techo encima y... bueno, seguro que eso le hacía daño. No era un muchacho precisamente fuerte y resistente, por mucho que lo intentase. Lo único que sabía hacer era un par de movimientos que le había enseñado su padre. Movió un par de escombros con los pies, curioso, mientras su cola se menaba de lado a lado como cada vez que la curiosidad se apoderaba de él. ¿Qué querrá de él esa persona? Bueno, si quería que se uniese a su tripulación iba lista porque Ichigo ya estaba cogido. Podría ofrecerle a Zhu... Al pequeño cerdito le vendría bien una temporada de aventuras por su cuenta, dónde no estará tan mimado.
Miró a la chica cuando esta le tendió la máscara. Ichigo se bajó el pañuelo y le hizo caso. Al ponerse la máscara se sintió algo más... aliviado. El aire que respiraba dejaba de saber tan mal. Al menos no mucho, seguía habiendo trazos de suciedad. Asintió con la cabeza cuando le dijo que vigilara si venía alguien y se colocó en posición mirando hacia fuera. No parecía un lugar muy transitado, la gente parecía querer evitar esas calles en concreto. De vez en cuando miraba hacia atrás y agudizaba el oído esperando escuchar que le preguntaba al señor violento. A lo mejor le iba a preguntar por qué quería pegar a Ichigo.
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Lo podía notar, no estaba precisamente prestando atención por si venía alguien, más bien tenía curiosidad por lo que estaba haciendo. Aunque ¿De verdad le podía culpar? No era más que un chico que parecía demasiado fuera de lugar en esta isla al que le había pedido que vigilase. Precisamente porque no parecía de por aquí le había pedido que lo hiciera, eso y otra razón. Dudaba que lo de la cúpula hubiera sido trabajo de alguien de la propia isla, mi teoría era que se trataba de alguien de fuera, y todos los que parecieran no ser de por aquí eran sospechosos. Puede que él no estuviera detrás de esto, pero si lo mantenía cerca podía llegar a averiguar algo, sino... bueno siempre podía perderle el rastro y que se las apañase sólo. Pero ahora era el momento de dirigir mi atención hacia nuestro invitado especial.
Traje un balde oxidado con agua que había encontrado en una de las habitaciones y se lo eché por encima. La respuesta fue inmediata, se despertó con una mueca de desagrado ante el olor de aquel líquido, no tenía ni idea de lo que había dentro, pero seguro que no era nada bueno para la piel desnuda ni para que te entrase por un orificio.
- ¿Sabes? A pesar de que esta sea una isla sin ley la gente suele estar bastante bien organizada en el trabajo, sobre todo los más intensivos como la construcción. - Comencé a decir una vez me aseguré de que tenía su atención. - Eso incluye horarios, instrumentos de trabajo y... por su puesto la propia indumentaria. - Dije señalando la forma bastante chapucera en la que se había puesto el mono de trabajo, así como un arnés de herramientas al que le faltaban la mitad de ellas. - Todos los trabajadores están haciendo jornadas a destajo para arreglar la cúpula lo antes posible, pero tú parecías tener mucha prisa en ir en dirección al puerto. Dime, no me suena que la isla haya recibido suministros para la reparación, por lo menos no hoy, así que no hay motivos para que alguien fuera de horario y con un traje mal puesto se dirija a ese lugar ¿Buscabas a caso una forma de escapar? ¿O acaso alguien te esperaba ahí? ¿Alguien para quien trabajas quizás? - Hice una pausa y dejé que procesara las preguntas, aunque por su mirada no parecía muy dispuesto a colaborar.
- Que te jodan ¿Tienes acaso idea del lío en el que te está- Una patada en la boca cortó su frase a la mitad.
- Yo soy quien hace las preguntas. - Procuré no levantar la voz, pero usé un tono lo suficientemente autoritario como para que le quedase clara su situación. - Tras eso agarré un trozo de tela y lo amordacé.
- Parece que no tiene las ideas claras. Voy a buscar un poco de agua a ver si bebiendo un poco se le despeja la cabeza. - Dije al chico dándome la vuelta. - No le quites el ojo de encima, enseguida vuelvo. - Dicho esto salí del edificio, era una respuesta demasiado desafiante como para ser de alguien que no está en control de la situación, o era un idiota o intentaba ganar tiempo no soltando prenda. Tenía sentido, si alguien lo echaba en falta no tardarían en intentar buscarlo.
Traje un balde oxidado con agua que había encontrado en una de las habitaciones y se lo eché por encima. La respuesta fue inmediata, se despertó con una mueca de desagrado ante el olor de aquel líquido, no tenía ni idea de lo que había dentro, pero seguro que no era nada bueno para la piel desnuda ni para que te entrase por un orificio.
- ¿Sabes? A pesar de que esta sea una isla sin ley la gente suele estar bastante bien organizada en el trabajo, sobre todo los más intensivos como la construcción. - Comencé a decir una vez me aseguré de que tenía su atención. - Eso incluye horarios, instrumentos de trabajo y... por su puesto la propia indumentaria. - Dije señalando la forma bastante chapucera en la que se había puesto el mono de trabajo, así como un arnés de herramientas al que le faltaban la mitad de ellas. - Todos los trabajadores están haciendo jornadas a destajo para arreglar la cúpula lo antes posible, pero tú parecías tener mucha prisa en ir en dirección al puerto. Dime, no me suena que la isla haya recibido suministros para la reparación, por lo menos no hoy, así que no hay motivos para que alguien fuera de horario y con un traje mal puesto se dirija a ese lugar ¿Buscabas a caso una forma de escapar? ¿O acaso alguien te esperaba ahí? ¿Alguien para quien trabajas quizás? - Hice una pausa y dejé que procesara las preguntas, aunque por su mirada no parecía muy dispuesto a colaborar.
- Que te jodan ¿Tienes acaso idea del lío en el que te está- Una patada en la boca cortó su frase a la mitad.
- Yo soy quien hace las preguntas. - Procuré no levantar la voz, pero usé un tono lo suficientemente autoritario como para que le quedase clara su situación. - Tras eso agarré un trozo de tela y lo amordacé.
- Parece que no tiene las ideas claras. Voy a buscar un poco de agua a ver si bebiendo un poco se le despeja la cabeza. - Dije al chico dándome la vuelta. - No le quites el ojo de encima, enseguida vuelvo. - Dicho esto salí del edificio, era una respuesta demasiado desafiante como para ser de alguien que no está en control de la situación, o era un idiota o intentaba ganar tiempo no soltando prenda. Tenía sentido, si alguien lo echaba en falta no tardarían en intentar buscarlo.
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Vale, no era un vaquero, tampoco un superhéroe, pero todo lo que estaba haciendo era sospechosamente similar a las cosas que ocurrían en los libros de espías. Esa persona era obviamente un agente especial en busca de información. ¿Sería el 008? ¿El 009? ¿O el siet...? No, nadie sería tan estúpido de tener el siete como nombre en clave de espía. Todo el mundo sabía que ese era el número de la mala suerte. ¿O ese era el trece...? Lo era, el siete era el número de la buena suerte. Ya estaba decidido. Ichigo iba a ser el verdadero 007. Cero de recompensa por su cabeza, cero berries en su bolsillo y siete veces que se le había prohibido la entrada a los restaurantes de Reddo por alterar el orden público.
El agente 007 escuchó con atención las preguntas que le hacía la persona misteriosa al malhechor. Este último parecía bastante enfadado, teniendo tanta confianza en si mismo o en los suyos como para no dejarse amedrentar por las amenazas del espía. Aunque la contraamenaza del señor fue interrumpida de golpe por una patada en la boca y una mordaza bastante fea. Fue entonces cuando el agente se dirigió a él, diciéndole que iba a por agua para ese señor. Debía tener sed. También le ordenó que no le quitase ojo de encima. Ichigo se cuadró y, de un grácil salto, se colocó en cuclillas delante del malhechor.
Se sacó el bastón de su espalda y lo colocó encima de sus piernas para tenerlo a mano pasase lo que pasase. Abrió mucho los ojos, pestañeando solo cuando se le hacía incómoda la vida y lo hacía turnándose los ojos para de verdad no quitarle la vista de encima en ningún momento. El tipo parecía muy incómodo, llegando al punto que incluso intentaba apartar la mirada, pero eso solo provocaba que el agente 007 se acercase más a él.
—Soy nuevo en esto—dijo sin apartar la mirada en ningún momento—. Tengo que causar buena impresión, tú me entiendes.
—Mmmhmm— se quejó amordazado.
—Ya, te entiendo. Debe ser un horror llevar eso. Pero si ese agente te está haciendo esto es que tienes que ser uno de los malos. Intentaría interrogarte yo, pero yo no sé, soy nuevo y estoy aprendiendo a ser espía.
—¿Mmmmh? —dijo con cara de incertidumbre.
—Ay no, perdona, que se supone que esas cosas son secreto. No soy un espía, soy un... Cantante de rock profesional. Sí, eso.
El agente 007 escuchó con atención las preguntas que le hacía la persona misteriosa al malhechor. Este último parecía bastante enfadado, teniendo tanta confianza en si mismo o en los suyos como para no dejarse amedrentar por las amenazas del espía. Aunque la contraamenaza del señor fue interrumpida de golpe por una patada en la boca y una mordaza bastante fea. Fue entonces cuando el agente se dirigió a él, diciéndole que iba a por agua para ese señor. Debía tener sed. También le ordenó que no le quitase ojo de encima. Ichigo se cuadró y, de un grácil salto, se colocó en cuclillas delante del malhechor.
Se sacó el bastón de su espalda y lo colocó encima de sus piernas para tenerlo a mano pasase lo que pasase. Abrió mucho los ojos, pestañeando solo cuando se le hacía incómoda la vida y lo hacía turnándose los ojos para de verdad no quitarle la vista de encima en ningún momento. El tipo parecía muy incómodo, llegando al punto que incluso intentaba apartar la mirada, pero eso solo provocaba que el agente 007 se acercase más a él.
—Soy nuevo en esto—dijo sin apartar la mirada en ningún momento—. Tengo que causar buena impresión, tú me entiendes.
—Mmmhmm— se quejó amordazado.
—Ya, te entiendo. Debe ser un horror llevar eso. Pero si ese agente te está haciendo esto es que tienes que ser uno de los malos. Intentaría interrogarte yo, pero yo no sé, soy nuevo y estoy aprendiendo a ser espía.
—¿Mmmmh? —dijo con cara de incertidumbre.
—Ay no, perdona, que se supone que esas cosas son secreto. No soy un espía, soy un... Cantante de rock profesional. Sí, eso.
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Un cubo de agua bien lleno. Agua amarillenta y marrón, con algunos toques irisados que resplandecían cuando le daba la luz, todo ello aderezado con unos misteriosos vapores que salían de esta. No tenía ni idea de lo que era esa mezcla, pero estaba en un charco no muy lejos de aquí, al lado de una pila de bidones metálicos apilados de mala manera que el tiempo y el óxido habían acabado por agujerear. Había visto cómo una rata pelada del tamaño de un perro había bebido un par de tragos y tras unos segundos había comenzado a convulsionar hasta quedarse quieta en el suelo. Si esto no lo hacía hablar, nada lo haría.
Cuando regresé escuché la voz de aquel chico, estaba hablando con el sospechoso. Bueno, no era de extrañar, a diferencia de mí no parecía alguien de pocas palabras precisamente, sino justo lo contrario, alguien que no se callaría ni debajo del agua sucia y asquerosa que plagaba esta isla. El sospechoso parecía intentar contestar pero la mordaza no le dejaba. Me asomé para ver, su cara era un poema, aunque parece que el otro no se fijaba. Un abanico de emociones podían reflejarse en su rostro, las cuales cambiaban a cada palabra de Ichigo, desde la ira, a la exasperación, pasando por la impaciencia y la negación. Era una reacción más emocional y sincera de lo que había logrado con un poco de agua sucia y una patada. Comencé a pensar que esto podía ser más útil que el plan original.
- No pasa nada Agente Ichigo. - Dije poniendo una mano en su hombro. - Ese error es normal en los novatos. He traído un poco de agua, pero por su cara parece que no tiene mucha sed. Se me está ocurriendo que podemos enfocar esto desde otro punto de vista. En vez de por las malas podemos convencerle de que nos cuente lo que sabe por las buenas. Yo soy muy aburrido, pero estoy seguro de que tú puedes contarle algo que le anime, cualquier cosa que se te ocurra, incluso una canción si quieres.
Cuando escuchó eso abrió los ojos como platos y comenzó a retorcerse intentando desesperadamente de liberarse de sus ataduras. Cogí una cinta que había encontrado en mi anterior salida y le fijé la frente atándola bien para que no se moviera tanto. Podía intentar salir de esta golpeándose la cabeza hasta perder el sentido... o algo peor. No dejaría que llegase a tanto.
- Vamos, no te emociones tanto que te vas a hacer daño. - Dicho esto hice un gesto para que Ichigo siguiera y me retiré unos metros hasta la puerta para vigilar que no viniese nadie.
Cuando regresé escuché la voz de aquel chico, estaba hablando con el sospechoso. Bueno, no era de extrañar, a diferencia de mí no parecía alguien de pocas palabras precisamente, sino justo lo contrario, alguien que no se callaría ni debajo del agua sucia y asquerosa que plagaba esta isla. El sospechoso parecía intentar contestar pero la mordaza no le dejaba. Me asomé para ver, su cara era un poema, aunque parece que el otro no se fijaba. Un abanico de emociones podían reflejarse en su rostro, las cuales cambiaban a cada palabra de Ichigo, desde la ira, a la exasperación, pasando por la impaciencia y la negación. Era una reacción más emocional y sincera de lo que había logrado con un poco de agua sucia y una patada. Comencé a pensar que esto podía ser más útil que el plan original.
- No pasa nada Agente Ichigo. - Dije poniendo una mano en su hombro. - Ese error es normal en los novatos. He traído un poco de agua, pero por su cara parece que no tiene mucha sed. Se me está ocurriendo que podemos enfocar esto desde otro punto de vista. En vez de por las malas podemos convencerle de que nos cuente lo que sabe por las buenas. Yo soy muy aburrido, pero estoy seguro de que tú puedes contarle algo que le anime, cualquier cosa que se te ocurra, incluso una canción si quieres.
Cuando escuchó eso abrió los ojos como platos y comenzó a retorcerse intentando desesperadamente de liberarse de sus ataduras. Cogí una cinta que había encontrado en mi anterior salida y le fijé la frente atándola bien para que no se moviera tanto. Podía intentar salir de esta golpeándose la cabeza hasta perder el sentido... o algo peor. No dejaría que llegase a tanto.
- Vamos, no te emociones tanto que te vas a hacer daño. - Dicho esto hice un gesto para que Ichigo siguiera y me retiré unos metros hasta la puerta para vigilar que no viniese nadie.
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