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Akuma no mi
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Sobre la pequeña ciudad de la isla "Toriara" había caído un contundente rocío mañanero, el cual dejó rastros de su presencia con pequeñas gotas en los cristales de las ventanas, gotas apunto de caer en las cornisas o tejados, suelo húmedo y ese aire fresco que invita a ponerse una prenda de ropa más encima para poder sentirte a gusto. En uno de los pequeños talleres de la zona, desde bien temprano salía humo de la chimenea, el taller además, tenía una tienda abierta al publico preparada para iniciar un buen día desde la misma hora que el humo empezó a brotar por el tejado.
La pequeña armería era de una pareja de ancianos, la mujer se encargaba de la venta de utensilios, armas y demás pedidos que hicieran los ciudadanos, como verjas para proteger sus tierras, o adornos de hierro o madera para... Bueno, eso, adornar y su marido, que era quien fabricaba cualquier cosa sencilla en su pequeño taller con una pequeña forja, donde hacía hasta jarrones de cristal, con poco detalle y nada perfectos pero aún así, alguno se vendía. Pero esta vez, no había ninguno de ellos dos, desde hacía unos tres meses habían contratado a una muchacha con potencial, quien no tenía donde vivir ni que comer, dando pena a los ancianos acabó siendo contratada para limpiar la tienda y tras mostrar sus dotes, ya tenía manga ancha para hacer casi todo lo que quisiera.
La muchacha, madrugadora como la que más, se despertaba pronto para mientras el fuego cogía cuerpo, acicalar la tienda, quitar el polvo, barrer, ordenar, luego, poco a poco se metía en la forja y cada dos o tres días hacía un cuchillo, sí, sí, un solo cuchillo cada dos o tres días, pequeño, de unos cuatro centímetros de hoja pero no por pereza o desmotivación, si no por que en cada uno de los cuchillos le ponía empeño, afilado como el que más, decorando la hoja siempre con flores y colocando un mango con madera algo quemada para darle ese color añejo y barnizada para protegerla.
Hoy, todavía no había empezado con el cuchillo diario, aún se estaba calentando el hierro, tenía para un buen rato, por lo que con orgullo salió a la tienda, abrió la puerta y tras colocarse en el mostrador, sacó una pequeña caja la cual abrió y dejo sobre el mostrador. Dentro de dicha caja habían cuatro cuchillos, los cuatro que hizo y aún no se habían vendido...
La pequeña armería era de una pareja de ancianos, la mujer se encargaba de la venta de utensilios, armas y demás pedidos que hicieran los ciudadanos, como verjas para proteger sus tierras, o adornos de hierro o madera para... Bueno, eso, adornar y su marido, que era quien fabricaba cualquier cosa sencilla en su pequeño taller con una pequeña forja, donde hacía hasta jarrones de cristal, con poco detalle y nada perfectos pero aún así, alguno se vendía. Pero esta vez, no había ninguno de ellos dos, desde hacía unos tres meses habían contratado a una muchacha con potencial, quien no tenía donde vivir ni que comer, dando pena a los ancianos acabó siendo contratada para limpiar la tienda y tras mostrar sus dotes, ya tenía manga ancha para hacer casi todo lo que quisiera.
La muchacha, madrugadora como la que más, se despertaba pronto para mientras el fuego cogía cuerpo, acicalar la tienda, quitar el polvo, barrer, ordenar, luego, poco a poco se metía en la forja y cada dos o tres días hacía un cuchillo, sí, sí, un solo cuchillo cada dos o tres días, pequeño, de unos cuatro centímetros de hoja pero no por pereza o desmotivación, si no por que en cada uno de los cuchillos le ponía empeño, afilado como el que más, decorando la hoja siempre con flores y colocando un mango con madera algo quemada para darle ese color añejo y barnizada para protegerla.
Hoy, todavía no había empezado con el cuchillo diario, aún se estaba calentando el hierro, tenía para un buen rato, por lo que con orgullo salió a la tienda, abrió la puerta y tras colocarse en el mostrador, sacó una pequeña caja la cual abrió y dejo sobre el mostrador. Dentro de dicha caja habían cuatro cuchillos, los cuatro que hizo y aún no se habían vendido...
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Aún no se me había pasado el cabreo que me había entrado cuando Hayato me había entregado las armas, mis armas que me habían robado hacía ya y cuando me las volví a empuñar estas estaban rotas. Era cierto que no era el mejor acero ni tan si quiera eran de las mejores forjadas. Pero eran de mi pueblo y un gran recuerdo para mí.
Si por mí fuese, habría resucitado a aquella panda de cabrones y los había vuelto a matar. Aunque pensándolo bien, aún quedaban en la ciudad pútrida. Cuando consiguiese unas nuevas iría de nuevo para acabar con toda aquella mafia. No iba a ser como la vez pasada que todo había sido preparado.
Me dirigía de nuevo en un pequeño barco hacia la isla en la que acabé creciendo y de la que partí con Hayato para conseguir un nuevo daisho. Sin embargo, tuvo que hacer una parada en la isla de Baterilla. Concretamente en la ciudad de Tolliara, dado que pasaríamos uno o dos días antes de retomar el viaje. Tiempo suficiente para dar una vuelta por la zona y ver el género que se podía encontrar por allí, aunque dudaba que fuese mejor que una espada original de Wano.
Me había levantado pronto para ver como atracábamos en el puerto. No hacía frío, pero se notaba que la temperatura era baja por el rocío que se notaba en algunos objetos de la cubierta. Cuando el barco se detuvo y se puso la rampa para poder desembarcar el sol ya comenzaba a calentar el lugar. Pude notar que había ambiente por el puerto, y la ciudad parecía que comenzaba a despertar de la noche pasada. Si los artesanos eran responsables debían de comenzar a abrir la tienda ya aunque debían de estar trabajando de antes.
Si por mí fuese, habría resucitado a aquella panda de cabrones y los había vuelto a matar. Aunque pensándolo bien, aún quedaban en la ciudad pútrida. Cuando consiguiese unas nuevas iría de nuevo para acabar con toda aquella mafia. No iba a ser como la vez pasada que todo había sido preparado.
Me dirigía de nuevo en un pequeño barco hacia la isla en la que acabé creciendo y de la que partí con Hayato para conseguir un nuevo daisho. Sin embargo, tuvo que hacer una parada en la isla de Baterilla. Concretamente en la ciudad de Tolliara, dado que pasaríamos uno o dos días antes de retomar el viaje. Tiempo suficiente para dar una vuelta por la zona y ver el género que se podía encontrar por allí, aunque dudaba que fuese mejor que una espada original de Wano.
Me había levantado pronto para ver como atracábamos en el puerto. No hacía frío, pero se notaba que la temperatura era baja por el rocío que se notaba en algunos objetos de la cubierta. Cuando el barco se detuvo y se puso la rampa para poder desembarcar el sol ya comenzaba a calentar el lugar. Pude notar que había ambiente por el puerto, y la ciudad parecía que comenzaba a despertar de la noche pasada. Si los artesanos eran responsables debían de comenzar a abrir la tienda ya aunque debían de estar trabajando de antes.
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Todo estaba listo para comenzar un nuevo día, cobraba por días así que siempre se levantaba con motivación, con la idea de poder ahorrar un poco para saltar de isla en isla y poder investigar, aquí ya estaba todo hecho, había preguntado en todos lados, nadie sabía nada de su hermana, también había buscado en las zonas más oscuras de la ciudad o por lo menos así lo creía ella, aún que solo había acariciado la superficie del bajo fondo.
Tras mirar el hierro, ya estaba listo para ponerse en marcha, debía esperar a ir a la forja pues no podía desatender la tienda pero el dueño vino al poco -¿Todo bien Hikari?- Preguntó con su voz temblorosa y anciana pero con una sonrisa de oreja a oreja, la muchacha simplemente asintió y tras ver al hombre ponerse detrás del mostrador pasó directa a la forja donde empezó a darle martillazos al hierro. Fuego, golpes, agua, fuego, golpes, agua... Así era el proceso, seguramente tenía más cosas pero hasta ahí llega mi entendimiento, menos mal que Hikari es una prodigio.
Tras un rato el hierro ya tenía forma de cuchillo pero aún le quedaba bastante trabajo, hoy se iba a tomar tiempo en darle forma, mañana perfilaría y afilaría, pasado los detalles... Solo tenía un par de horas, luego tendría que hacerse cargo de la tienda mientras los dueños descansaban un poco. Por muy profesional que sea uno, siempre hay pequeños errores y este fue uno de ellos, el hierro no se fundió correctamente y tras un buen martillazo, la hoja se partió -¡No!- Gritó Hikari con bastante mala leche, observó bien el hierro y por lo visto, por dentro contenía alguna burbuja ¿Le habían timado con el hierro o lo había fundido mal? La rabia la invadió y lanzó el cacho de cuchillo que tenía contra el suelo... Hoy no habría cuchillo...
Salió de la forja, algo sudada y con dos mechones pegados en la frente -Parece ser que hoy no habrá cuchillo... Me voy a limpiar un poco- Comentó mientras se iba a asear, ella pensaba como buena herrera que cada creación tiene su momento y hay que darle el mimo adecuado, si el cuchillo se había roto era por que hoy no debía crear nada, seguramente saldría algo en mal estado o peor, por lo que hoy tocaba vender y afilar...
Tras mirar el hierro, ya estaba listo para ponerse en marcha, debía esperar a ir a la forja pues no podía desatender la tienda pero el dueño vino al poco -¿Todo bien Hikari?- Preguntó con su voz temblorosa y anciana pero con una sonrisa de oreja a oreja, la muchacha simplemente asintió y tras ver al hombre ponerse detrás del mostrador pasó directa a la forja donde empezó a darle martillazos al hierro. Fuego, golpes, agua, fuego, golpes, agua... Así era el proceso, seguramente tenía más cosas pero hasta ahí llega mi entendimiento, menos mal que Hikari es una prodigio.
Tras un rato el hierro ya tenía forma de cuchillo pero aún le quedaba bastante trabajo, hoy se iba a tomar tiempo en darle forma, mañana perfilaría y afilaría, pasado los detalles... Solo tenía un par de horas, luego tendría que hacerse cargo de la tienda mientras los dueños descansaban un poco. Por muy profesional que sea uno, siempre hay pequeños errores y este fue uno de ellos, el hierro no se fundió correctamente y tras un buen martillazo, la hoja se partió -¡No!- Gritó Hikari con bastante mala leche, observó bien el hierro y por lo visto, por dentro contenía alguna burbuja ¿Le habían timado con el hierro o lo había fundido mal? La rabia la invadió y lanzó el cacho de cuchillo que tenía contra el suelo... Hoy no habría cuchillo...
Salió de la forja, algo sudada y con dos mechones pegados en la frente -Parece ser que hoy no habrá cuchillo... Me voy a limpiar un poco- Comentó mientras se iba a asear, ella pensaba como buena herrera que cada creación tiene su momento y hay que darle el mimo adecuado, si el cuchillo se había roto era por que hoy no debía crear nada, seguramente saldría algo en mal estado o peor, por lo que hoy tocaba vender y afilar...
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Según me fui adentrando en el puerto, la gente se fue apartando de mi lado y los que estaban lejos me miraban durante un momento. Sin duda todo seguía sin cambiar salvo por el echo de que llevaba armas que estaban rotas, algo inaceptable para mí.
Había otra posibilidad para que me siguiesen con la mirada y era que tenía una herida en la cara que había tapado con unas gasas para que no se viese que era algo fea a la vista. Mientras caminaba me acercaba a algunas personas pensando que eran de allí para que me diesen alguna referencia de donde podía encontrar alguna armería o herrería. Sin embargo, ninguno me respondió, o bien me decían que no eran de allí o que no sabían donde podía haber.
Me fui adentrando en la ciudad. No quise meterme dentro de la zona más habitada porque una herrería, que sería lo más sencillo de encontrar no estaría ahí, sino a las afueras, y dado que era una ciudad portuaria lo normal era que las herrerías se ubicasen relativamente cerca del puerto para ayudar con alguna pieza a los barcos. Y no había pensado mal dado que tras un rato de paseo pude encontrar una calle que era especialmente ruidosa.
Me adentré en la calle, iba mirando si podía ver la forja y ver como trabajaban los herreros. No entendía demasiado, pero lo justo para saber si alguno trataba de una manera más pura o más similar a lo que estaba acostumbrado el acero de una katana.
Casi todas las forjas estaban fuera de la vista, y las que lograba ver trabajaban el metal de una forma un tanto brusca para mi gusto. No dudaba de sus capacidades, incluso podía ser que fuesen los mejores, sin embargo, consideraba que si el trabajo lo hacía alguien en quien confiase un poco más por la forma de trabajar podría ser mejor.
De pronto, de la tienda de una herrería pude escuchar un grito. Me asomé un poco a la entrada y una chica que parecía ser la autora del grito dijo algo de que no había cuchillo aquel día. Sus rasgos y vestimenta me resultaron algo familiares. No porque la conociese, sino que ya los había visto similares en otras personas. Decidí entrar.
Había otra posibilidad para que me siguiesen con la mirada y era que tenía una herida en la cara que había tapado con unas gasas para que no se viese que era algo fea a la vista. Mientras caminaba me acercaba a algunas personas pensando que eran de allí para que me diesen alguna referencia de donde podía encontrar alguna armería o herrería. Sin embargo, ninguno me respondió, o bien me decían que no eran de allí o que no sabían donde podía haber.
Me fui adentrando en la ciudad. No quise meterme dentro de la zona más habitada porque una herrería, que sería lo más sencillo de encontrar no estaría ahí, sino a las afueras, y dado que era una ciudad portuaria lo normal era que las herrerías se ubicasen relativamente cerca del puerto para ayudar con alguna pieza a los barcos. Y no había pensado mal dado que tras un rato de paseo pude encontrar una calle que era especialmente ruidosa.
Me adentré en la calle, iba mirando si podía ver la forja y ver como trabajaban los herreros. No entendía demasiado, pero lo justo para saber si alguno trataba de una manera más pura o más similar a lo que estaba acostumbrado el acero de una katana.
Casi todas las forjas estaban fuera de la vista, y las que lograba ver trabajaban el metal de una forma un tanto brusca para mi gusto. No dudaba de sus capacidades, incluso podía ser que fuesen los mejores, sin embargo, consideraba que si el trabajo lo hacía alguien en quien confiase un poco más por la forma de trabajar podría ser mejor.
De pronto, de la tienda de una herrería pude escuchar un grito. Me asomé un poco a la entrada y una chica que parecía ser la autora del grito dijo algo de que no había cuchillo aquel día. Sus rasgos y vestimenta me resultaron algo familiares. No porque la conociese, sino que ya los había visto similares en otras personas. Decidí entrar.
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Antes de poder irse, por la puerta entró un hombre más alto que Hikari, piel un tanto morena pero en estos tiempos nada raro, seguro que le azota el sol, quizás sea de trabajar en los campos pero es más normal que se deba a alta mar, a percepción de nuestra pequeña herrera los ojos eran de un tono metal, justo antes de calentarlo. La muchacha se quedó absorta en esos ojos, cuando se dio cuenta de que estaba algo embobada, rápidamente se giró y alzó la mano, haciendo el gesto de limpiar la estantería así por encima... No estaba limpiando, era una estrategia planeada, simplemente alzaba la mano para olfatear de manera discreta su axila y así saber si olía a perro mojado... -Bue.. buenos días señor, ¿Que se le puede ofre... ofrecer?- Estaba nerviosa, esos ojos le habían llamado la atención, quería mirarlos, pero se sabe que observar a alguien fijamente a los ojos incomoda. Tan descuidada como siempre no se dio cuenta ni siquiera de la vestimenta del muchacho ¿Marine? ¿Cazador? Le daba igual, solo podía pensar en el color metálico de sus orbes...
El anciano fue más "profesional" a sabiendas de la pequeña dependienta atolondrada que había contratado decidió actuar -Buenas joven guerrero, se nota que entrena y combate bastante, podría decirlo por su físico y claramente por esas dos pobres espadas que no han soportado el estrés... ¿Que podemos ofrecer? ¿Nuevas armas, reparaciones, consejos?- "Clinck" Así sono en la mente de la muchacha lo de "espadas rotas" rápidamente se giró y observó las dos herramientas de guerrero que llegaron a su fin... -Pobres, almas rotas...- Se acercó al muchacho y extendió sus manos -¿Podría dejar que examine dichas espadas?- Ya no tartamudeaba, ¿El por qué? Fácil, ahora no miraba a los ojos del chico, ni siquiera le prestaba atención, frente a ella se le había presentado lo que su gran obsesión necesitaba, una forma de mejorar su forja...
En su pequeña cabecita peluda entraba la idea de que si, podía observar y estudiar como se rompía un arma, en su siguiente trabajo podría evitar que acabase igual... Aún que para ella lo roto no tiene sentido, pues podría arreglarlo como tal, las espadas son diferentes, tienen un alma y estas ya habían partido..
El anciano fue más "profesional" a sabiendas de la pequeña dependienta atolondrada que había contratado decidió actuar -Buenas joven guerrero, se nota que entrena y combate bastante, podría decirlo por su físico y claramente por esas dos pobres espadas que no han soportado el estrés... ¿Que podemos ofrecer? ¿Nuevas armas, reparaciones, consejos?- "Clinck" Así sono en la mente de la muchacha lo de "espadas rotas" rápidamente se giró y observó las dos herramientas de guerrero que llegaron a su fin... -Pobres, almas rotas...- Se acercó al muchacho y extendió sus manos -¿Podría dejar que examine dichas espadas?- Ya no tartamudeaba, ¿El por qué? Fácil, ahora no miraba a los ojos del chico, ni siquiera le prestaba atención, frente a ella se le había presentado lo que su gran obsesión necesitaba, una forma de mejorar su forja...
En su pequeña cabecita peluda entraba la idea de que si, podía observar y estudiar como se rompía un arma, en su siguiente trabajo podría evitar que acabase igual... Aún que para ella lo roto no tiene sentido, pues podría arreglarlo como tal, las espadas son diferentes, tienen un alma y estas ya habían partido..
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Al poco tiempo de entrar en la tienda salió a recibirme una chica. La chica al verla me llamó la atención, no era el tipo de chica que al verla se pensase que trabajaba en una forja como herrera, de todos modos, quizás fuese porque llevaba un tiempo enfadado o deprimido o viajando solo, pero la chica en un primer momento, al ver como era físicamente y como se movía le hacían una chica bastante atractiva.
Sin embargo, me pasó lo de siempre, al verme la chica, apartó la mirada de mí, posiblemente asustada por mi aspecto y ese “problema” de parpadear poco o casi nada que me daban un aspecto algo aterrador a los ojos de la gente. Terminó de acercarse al mostrador y me preguntó qué me podía ofrecer aunque pareció algo tímida al preguntar, por lo que apareció por detrás de ella un anciano con más soltura.
Con un simple vistazo que me hizo pudo deducir que era alguien que combatí bastante y de alguna manera pudo que yo no comprendía, pudo notar que las armas que portaba estaban rotas. Comencé a sacar las sayas del cinturón cuando la chica se acercó para pedirme las armas y revisarlas.
-Por supuesto – le dije dejándoselas –. Quería saber un par de cosas, la primera que si se pueden reparar y la segunda cómo se ha dado cuenta de que estaban rotas aún estando envainadas – hice una pequeña pausa mientras las revisaban –. El problema es que no sé como se han roto, tuve un pequeño problema con unos mafiosos que me capturaron y que quitaron las armas, intuyo que ellos las han roto. Ah, y necesitaría una caja de clavos como estos – añadí sacando uno del protector del antebrazo para que viesen el tamaño que quería.
Sin embargo, me pasó lo de siempre, al verme la chica, apartó la mirada de mí, posiblemente asustada por mi aspecto y ese “problema” de parpadear poco o casi nada que me daban un aspecto algo aterrador a los ojos de la gente. Terminó de acercarse al mostrador y me preguntó qué me podía ofrecer aunque pareció algo tímida al preguntar, por lo que apareció por detrás de ella un anciano con más soltura.
Con un simple vistazo que me hizo pudo deducir que era alguien que combatí bastante y de alguna manera pudo que yo no comprendía, pudo notar que las armas que portaba estaban rotas. Comencé a sacar las sayas del cinturón cuando la chica se acercó para pedirme las armas y revisarlas.
-Por supuesto – le dije dejándoselas –. Quería saber un par de cosas, la primera que si se pueden reparar y la segunda cómo se ha dado cuenta de que estaban rotas aún estando envainadas – hice una pequeña pausa mientras las revisaban –. El problema es que no sé como se han roto, tuve un pequeño problema con unos mafiosos que me capturaron y que quitaron las armas, intuyo que ellos las han roto. Ah, y necesitaría una caja de clavos como estos – añadí sacando uno del protector del antebrazo para que viesen el tamaño que quería.
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La muchacha agarró las armas y las desenfundó, dejó la primera mitad sobre el mostrador, "volcó" las Tsubas y dejó caer la otra parte al lado de la primera y las observó, dejó las vainas a un lado y se centró en las hojas -Es muy fácil, tras años y años en esta vida, he conseguido obtener la habilidad de analizar a la gente en un segundo, tras entrar por el umbral de la puerta he podido usar esa habilidad y mágicamente saber que había sucedido... También por que nada más entrar se escuchaba el "clinck click" de la fricción de las hojas en su vaina, eso sumado a que tienes gasas por la cara y tu forma de caminar más tu silueta corporal, me han hecho pensar que has tenido una pelea...- Contesta el anciano a la pregunta del muchacho, lo primero era por vacilar, simplemente se había dado cuenta que pareció meterse en problemas, la vista no, pero el oído si que lo tenía entrenado, escuchaba como rozaba el hierro entre sí y una bolsa de monedas a kilometros...
Volviendo a la muchacha tras un rato pensando empezó a hablar -Dos daisho, un estilo raro pues los que usan esta espada, suelen usar una daisho y otra wakizashi, pero no es la primera vez que veo a un guerrero usar dos gemelas, tienen una rotura en forma de triangulo descendente por parte de la hoja, parece que han intentado resistir un duro golpe el cual traspasó su defensa, parece una espada o un hacha, pero por la forma identica parece ser que resistieron el ataque a la vez, me decantaría más por una espada más gruesa... Aún que un hacha pesada como las de decapitar también podría ser una opción. Si la rotura fuera plana o invertida diría que fue provocada por un martillo pero lo descarto... ¿Puedo repararlas? Sí, pero la pregunta es ¿Te servirán? Si quieres puedo, pero creo que deberías buscar un mejor hierro o una mejor forja, estas dos aún que especiales por su historia son comunes, si vas a maltratarlas de esta forma te aconsejo algo un poco más resistente... Digo maltrato por que las has roto pero la hoja no esta muy desgastada, se puede afilar pero parece que sabes usarlas y las mantienes...- Se había olvidado del "usted" para hablar con el cliente de lo que se concentró en las espadas...
Volviendo a la muchacha tras un rato pensando empezó a hablar -Dos daisho, un estilo raro pues los que usan esta espada, suelen usar una daisho y otra wakizashi, pero no es la primera vez que veo a un guerrero usar dos gemelas, tienen una rotura en forma de triangulo descendente por parte de la hoja, parece que han intentado resistir un duro golpe el cual traspasó su defensa, parece una espada o un hacha, pero por la forma identica parece ser que resistieron el ataque a la vez, me decantaría más por una espada más gruesa... Aún que un hacha pesada como las de decapitar también podría ser una opción. Si la rotura fuera plana o invertida diría que fue provocada por un martillo pero lo descarto... ¿Puedo repararlas? Sí, pero la pregunta es ¿Te servirán? Si quieres puedo, pero creo que deberías buscar un mejor hierro o una mejor forja, estas dos aún que especiales por su historia son comunes, si vas a maltratarlas de esta forma te aconsejo algo un poco más resistente... Digo maltrato por que las has roto pero la hoja no esta muy desgastada, se puede afilar pero parece que sabes usarlas y las mantienes...- Se había olvidado del "usted" para hablar con el cliente de lo que se concentró en las espadas...
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Después de que la chica cogiese las armas, el viajo comenzó a dar una explicación de que tenía un control mágico para detectar lo que le había pasado a las armas. Aunque como me imaginaba era una tomadura del pelo y explicó que había escuchado el sonido del metal dentro de la saya chocando entre sí. No quise responder al anciano aquel dado que sería el jefe del lugar y no tenía hacer malas migas con aquel que me ayudaría con las armas.
Mientras, la chica estuvo analizando las diferentes partes de las espadas durante unos minutos antes de dar su valoración, la cual tras una rápida mirada del herrero a estas lo confirmó asintiendo. Parecía ser que las armas las habían roto por no saber usarlas. Por lo general mucha gente pensaba que las katanas era resistentes, pero no era así, y quienes conseguían defenderse de potentes ataques con ellas eran maestros en su uso minimizando el daño al máximo.
-Sí, me servirán para un último propósito, luego quedarán envainadas y reposando de su daño. Y disculpame, pero me gustaría que no supusieses que las maltrato, no entran en combate bajo mi mano si antes no las he revisado y dejado en la mejor de las condiciones – respondí serio ante las palabras de la joven por buena que fuese su intención –. Si me las reparáis, en cuanto termine mi trabajo como digo las dejaré y compraré unas nuevas, deben vengarse de quien les hizo esto. Cambiando de tema, los clavos los tienen ¿verdad? Me vendría bien una caja, y cuando me digan que están reparadas volveré. ¿Saben de algún lugar de esta ciudad para visitar o comer bien?
No quería meterles prisa, los herreros de mi pueblo natal siempre te decían que la paciencia y el metal iban ligado de la mano y para que saliese un buen trabajo había que tener la más absoluta de las paciencias y un gran acero, con eso se podían conseguir armas poderosas y de gran calidad.
Mientras, la chica estuvo analizando las diferentes partes de las espadas durante unos minutos antes de dar su valoración, la cual tras una rápida mirada del herrero a estas lo confirmó asintiendo. Parecía ser que las armas las habían roto por no saber usarlas. Por lo general mucha gente pensaba que las katanas era resistentes, pero no era así, y quienes conseguían defenderse de potentes ataques con ellas eran maestros en su uso minimizando el daño al máximo.
-Sí, me servirán para un último propósito, luego quedarán envainadas y reposando de su daño. Y disculpame, pero me gustaría que no supusieses que las maltrato, no entran en combate bajo mi mano si antes no las he revisado y dejado en la mejor de las condiciones – respondí serio ante las palabras de la joven por buena que fuese su intención –. Si me las reparáis, en cuanto termine mi trabajo como digo las dejaré y compraré unas nuevas, deben vengarse de quien les hizo esto. Cambiando de tema, los clavos los tienen ¿verdad? Me vendría bien una caja, y cuando me digan que están reparadas volveré. ¿Saben de algún lugar de esta ciudad para visitar o comer bien?
No quería meterles prisa, los herreros de mi pueblo natal siempre te decían que la paciencia y el metal iban ligado de la mano y para que saliese un buen trabajo había que tener la más absoluta de las paciencias y un gran acero, con eso se podían conseguir armas poderosas y de gran calidad.
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La muchacha miró las espadas, se estaba pensando en darles una oportunidad más o dejarlas descansar en paz, pero el hombre parecía convencido de lograr su objetivo y esos ojos, ¿Como podía decirle que no a esos ojos grises penetr... Profun... Bonitos? Sí, dejemoslo en bonitos... La muchacha algo apenada asintió -Esta bien... Las repondré, tardaré un día entero, vuelve mañana por la tarde las tendré reforjadas y afiladas para un último asalto, pero una vez termines, dales el descanso que merecen, puedo ofrecerte unas nuevas que aguanten más para sustituir a estas, mi jefe aquí presente puede ayudarte a encontrar lo que necesitas- La muchacha alzó una ceja, no por sorpresa, no por observar algo, si no por soberbia, ¿Un día? podía tenerlas listas para el combate en un par de horas y lo que le consumía ese tiempo era afilarlas y darles buen mantenimiento, Pero ¿Reforjar? en cuanto se las comiera podría vomitarlas en un par de minutos como máximo y ya estarían listas, pero si lo dijera, sus poderes ya no serían secretos y podría ser objetivo de cualquiera interesado en ello... -Sigo asombrado muchacha, yo no sería capaz de aceptar el trabajo, ni soldando quedarán como nuevas, tendrás que fundir el metal para volver a darles forma y eso es una perdida de tiempo, la calidad y la cantidad de metal merman- La chica miró al anciano y con una sonrisa encantadora contestó -En mi familia hay un estilo para hacer dicho trabajo, dejando como nuevas las armas que han sufrido rotura, como si regresaran del pasado antes de romperse, pero es un estilo del que se enorgullecen y protegen, aún que ya no me tengan como familia conozco el proceso y lo protegeré de igual forma, siento no poder transmitírselo- El anciano hizo un gesto para quitarle hierro al asunto (Nunca mejor dicho) y esperó las indicaciones del cliente, si quería un arma nueva, dos o prefería esperar a la magia de la muchacha
Si el hombre no ponía ninguna objeción, Hikari pasaría a la forja para fingir que trabaja en ella, seguramente después de un par de horas se escaquearía por la ventana con el trabajo hecho. Siempre pensó que así podría ganarse la vida, reparando cosas y engañando a clientes, pero prefería que sus esfuerzos fueran reconpensados con gran gratitud... Aún que de vez en cuando la Baku baku podía darle algún capricho ¿Qué se compraría con el dinero del hombre de los ojos como perlas?
Si el hombre no ponía ninguna objeción, Hikari pasaría a la forja para fingir que trabaja en ella, seguramente después de un par de horas se escaquearía por la ventana con el trabajo hecho. Siempre pensó que así podría ganarse la vida, reparando cosas y engañando a clientes, pero prefería que sus esfuerzos fueran reconpensados con gran gratitud... Aún que de vez en cuando la Baku baku podía darle algún capricho ¿Qué se compraría con el dinero del hombre de los ojos como perlas?
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La chica, aunque pareció que a regañadientes, aceptó el repararme las armas, aunque me exigió que luego cumpliese con mi palabra de dejarlas cuando terminase el trabajo. Simplemente asentí al escucharla, no iba a discutir algo que tenía pensado hacer, era alguien que intentaba seguir siempre sus palabras y lo que prometía lo hacía.
El anciano pareció extrañado de la decisión de la chica dado que a él le resultaría demasiado trabajoso, sin contar el echo de que el calidad del arma disminuiría, a lo cual la chica le dijo algo sobre su familia y que provenía de herreros con una técnica especial para trabajar que eso lo podía solucionar. El viajo no dijo nada más y la chica entro dentro para comenzar a trabajar. El anciano se giró la miró una última vez con el ceño fruncido, sin embargo, no dijo nada más.
-Bien, una caja de clavos. ¿Algo más joven?
-¿Tienen armas que sean de calidad superior a las que tenía antes?
-Mmm, el acero era muy bueno y su fabricación era más que decente, me costaría encontrar algo en mi negocio que lo igualara, y creo que en el resto de la isla pasaría lo mismo. No se donde las conseguiste, pero sin duda su artesano debe de estar orgulloso de su trabajo.
-Bien, entonces solo los clavos.
Pagué al hombre lo correspondiente, abrí la caja y comencé a colocar los clavos en los agujeros de la armadura, la cual estaba casi sin ninguno, había usado muchos y no había tenido ocasión de reponerlos, con aquella caja tendía para llenar todos los huecos varias veces. El hombre quedó extrañado al ver aquello.
-Si necesitas una armadura también tengo, una con placas completas que no es de clavos..
-¿Eh? Ah, esto, no se preocupe, los clavos no los uso para mejorar la armadura, lo uso para combatir, aunque no lo pueda parecer – le respondí colocando el último –. Bueno, mañana sobre esta hora volveré a por mis armas. Tenga buen día.
Salí de la tienda y la gente comenzaba a moverse más por las calle. Paseando pude ver un par de lugares que podían ser interesantes, y de echo, mirando el bolsillo, me quedaba poco dinero, el justo para pagar las armas. Me dirigí a las afueras de la ciudad en dirección al bosque, durante el paseo escuché que no era muy frecuentado. Supuse que por animales salvajes peligrosos, quizás en algún lugar me pagasen por una buena caza.
El anciano pareció extrañado de la decisión de la chica dado que a él le resultaría demasiado trabajoso, sin contar el echo de que el calidad del arma disminuiría, a lo cual la chica le dijo algo sobre su familia y que provenía de herreros con una técnica especial para trabajar que eso lo podía solucionar. El viajo no dijo nada más y la chica entro dentro para comenzar a trabajar. El anciano se giró la miró una última vez con el ceño fruncido, sin embargo, no dijo nada más.
-Bien, una caja de clavos. ¿Algo más joven?
-¿Tienen armas que sean de calidad superior a las que tenía antes?
-Mmm, el acero era muy bueno y su fabricación era más que decente, me costaría encontrar algo en mi negocio que lo igualara, y creo que en el resto de la isla pasaría lo mismo. No se donde las conseguiste, pero sin duda su artesano debe de estar orgulloso de su trabajo.
-Bien, entonces solo los clavos.
Pagué al hombre lo correspondiente, abrí la caja y comencé a colocar los clavos en los agujeros de la armadura, la cual estaba casi sin ninguno, había usado muchos y no había tenido ocasión de reponerlos, con aquella caja tendía para llenar todos los huecos varias veces. El hombre quedó extrañado al ver aquello.
-Si necesitas una armadura también tengo, una con placas completas que no es de clavos..
-¿Eh? Ah, esto, no se preocupe, los clavos no los uso para mejorar la armadura, lo uso para combatir, aunque no lo pueda parecer – le respondí colocando el último –. Bueno, mañana sobre esta hora volveré a por mis armas. Tenga buen día.
Salí de la tienda y la gente comenzaba a moverse más por las calle. Paseando pude ver un par de lugares que podían ser interesantes, y de echo, mirando el bolsillo, me quedaba poco dinero, el justo para pagar las armas. Me dirigí a las afueras de la ciudad en dirección al bosque, durante el paseo escuché que no era muy frecuentado. Supuse que por animales salvajes peligrosos, quizás en algún lugar me pagasen por una buena caza.
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Una vez dentro de la forja, la muchacha gastó el poco tiempo que le dedicó en encender la fragua, claramente necesitaba hacer parecer que trabajaba, una vez ya tenía el fuego cogió dos espadas cutres del anciano que aún no estaban terminadas y las puso a calentar, no se daría cuenta que esas espadas no coincidían, no solía ni bajar a la fragua, pero claramente tenía que faltar en el taller, madera, algo de hierro, también tenía que golpear hierro... En ese momento tubo una idea mejor que dejar el tiempo pasar, ¿Y si hacía algo más? ¿Un cuchillo? Le valía, si hacía un cuchillo, su tiempo no sería malgastado, su técnica mejoraría y así estaría un tanto entretenida. Dejó las espadas del viejo y agarró los materiales para hacer un buen cuchillo, empezó a fundir las bolas de hierro, las vertió en la plancha con la forma correcta, lo golpeó, lo mojó, lo calentó, repitió, afilo, pulió, limpió... Se dice rápido pero es un proceso bastante largo, cuando se dio cuenta ya era muy tarde...
El rugir de su estomago demandaba comida, como dato extra desde que obtubo los poderes de su fruta no solía pasar hambre pues deboraba cualquier porquería que tenía a mano, se había acostumbrado a comer absolutamente de todo... Sí, sí, de todo con tal de no pasar hambre, pero ahora no le hacía falta comer piedras o brasas, simplemente podía dejar el trabajo a medio hacer y salir a comer... ¡El trabajo! Se había centrado tanto en como aprovechar su tiempo que no había arreglado las espadas. Agarró las espadas en su funda, con fuerza empezó a morder las armas y en segundos ya estaban dentro de la boca, con un fuerte trago pasaron de la boca al estomago y ahí empezó la magia. En menos de un minuto vomitó forzadamente las dos armas en su forma original, sin roturas, sin problemas... -Más tarde os pondré a punto, ahora mismo tengo hambre...- Les dijo a las espadas, tras esto, salió por la ventana.
Como ya conocía bien la zona, se escabulló hacia la plaza central donde los puestos de mercado, ahí había un pequeño restaurante donde servían unas carnes hechas al fuego de brasa ¡En la propia mesa! que hacían babear a la pequeña herrera, por lo que con energía acabó entrando sin contemplación y sentándose en su mesa de siempre, tras un gesto al camarero este le trajo lo de siempre, pero primero se tenía que calentar un poco las brasas... -Que hambre- Dijo en voz alta para si misma
El rugir de su estomago demandaba comida, como dato extra desde que obtubo los poderes de su fruta no solía pasar hambre pues deboraba cualquier porquería que tenía a mano, se había acostumbrado a comer absolutamente de todo... Sí, sí, de todo con tal de no pasar hambre, pero ahora no le hacía falta comer piedras o brasas, simplemente podía dejar el trabajo a medio hacer y salir a comer... ¡El trabajo! Se había centrado tanto en como aprovechar su tiempo que no había arreglado las espadas. Agarró las espadas en su funda, con fuerza empezó a morder las armas y en segundos ya estaban dentro de la boca, con un fuerte trago pasaron de la boca al estomago y ahí empezó la magia. En menos de un minuto vomitó forzadamente las dos armas en su forma original, sin roturas, sin problemas... -Más tarde os pondré a punto, ahora mismo tengo hambre...- Les dijo a las espadas, tras esto, salió por la ventana.
Como ya conocía bien la zona, se escabulló hacia la plaza central donde los puestos de mercado, ahí había un pequeño restaurante donde servían unas carnes hechas al fuego de brasa ¡En la propia mesa! que hacían babear a la pequeña herrera, por lo que con energía acabó entrando sin contemplación y sentándose en su mesa de siempre, tras un gesto al camarero este le trajo lo de siempre, pero primero se tenía que calentar un poco las brasas... -Que hambre- Dijo en voz alta para si misma
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Cuando llegué a las lindes del bosque ya era casi media mañana, la mayor parte de la gente de por allí comenzaba a retirarse de nuevo hacia sus casas para comer y luego volver a la faena. De hecho, al verme ir hacia el bosque la mayor parte de la gente se me quedaba mirando y alguno que sacó coraje para hablarme me dijo que era mejor que no me adentrase en el bosque yo solo. Como era evidente agradecí los consejos, pero mi intención era la de adentrarme.
Sabía manejarme perfectamente por bosque y demás terrenos, además, había aprendido muy bien como cazar casi cualquier animal, muchos aún nunca habían tenido la oportunidad, pero me había enterado de cómo hacerlo por si las moscas. Sin embargo, cuando entré en el bosque, noté el por qué la gente decía de no acercarse al bosque. Casi nada más entrar, noté como si algo o alguien me estuviese vigilando constantemente.
Esto hizo que mis sentidos se pusiesen alerta y casi sin darme cuenta, me centré en mi respiración y en el entorno sin usar el haki. Al centrarme en el entorno noté como si mi piel se erizase y notaba a mi alrededor cada movimiento, unos pequeños seres moviéndose rápido a nivel del suelo por mi derecha y… otro de tamaño medio en la rama de un árbol. Instintivamente miré pero no había nada, debía haber sido mi imaginación.
Seguí caminando con mayor precaución. Y aunque no escuchaba nada, lo que fuera que estaba en la rama del árbol comenzó a moverse siguiéndome, de vez en cuando intentaba echar una ojeada para ver si veía algo, pero nada. No me gustaba tener aquella sensación de que yo era la presa de algún animal. Por lo que me aparté del camino y me adentré un poco en el bosque, arranqué una pequeña rama de un árbol que acababa en punta y parecía lo suficientemente resistente. Una vez preparado, me senté en una posición en la que pudiese moverme rápidamente, además de que por si acaso marqué un clavo y lo lancé a un par de metros de donde estaba.
Lo que me imaginaba no se hizo derogar, en un rápido movimiento, lo que no veía, pero si notaba como se movía, hizo un salto desde lo alto del árbol hacia donde yo estaba, como cebo que era. Sin pensarlo rodé hacia un lado evitando que me cayese encima, fue entonces cuando pude ver una especie de silueta similar a la de un gato, pero mucho más grande, esta fue tornándose a unos colores algo más claros que los que tenía hacía un momento, pero ahora ya la veía.
Sabía manejarme perfectamente por bosque y demás terrenos, además, había aprendido muy bien como cazar casi cualquier animal, muchos aún nunca habían tenido la oportunidad, pero me había enterado de cómo hacerlo por si las moscas. Sin embargo, cuando entré en el bosque, noté el por qué la gente decía de no acercarse al bosque. Casi nada más entrar, noté como si algo o alguien me estuviese vigilando constantemente.
Esto hizo que mis sentidos se pusiesen alerta y casi sin darme cuenta, me centré en mi respiración y en el entorno sin usar el haki. Al centrarme en el entorno noté como si mi piel se erizase y notaba a mi alrededor cada movimiento, unos pequeños seres moviéndose rápido a nivel del suelo por mi derecha y… otro de tamaño medio en la rama de un árbol. Instintivamente miré pero no había nada, debía haber sido mi imaginación.
Seguí caminando con mayor precaución. Y aunque no escuchaba nada, lo que fuera que estaba en la rama del árbol comenzó a moverse siguiéndome, de vez en cuando intentaba echar una ojeada para ver si veía algo, pero nada. No me gustaba tener aquella sensación de que yo era la presa de algún animal. Por lo que me aparté del camino y me adentré un poco en el bosque, arranqué una pequeña rama de un árbol que acababa en punta y parecía lo suficientemente resistente. Una vez preparado, me senté en una posición en la que pudiese moverme rápidamente, además de que por si acaso marqué un clavo y lo lancé a un par de metros de donde estaba.
Lo que me imaginaba no se hizo derogar, en un rápido movimiento, lo que no veía, pero si notaba como se movía, hizo un salto desde lo alto del árbol hacia donde yo estaba, como cebo que era. Sin pensarlo rodé hacia un lado evitando que me cayese encima, fue entonces cuando pude ver una especie de silueta similar a la de un gato, pero mucho más grande, esta fue tornándose a unos colores algo más claros que los que tenía hacía un momento, pero ahora ya la veía.
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Tras una panzada de comer que llevó su tiempo, la muchacha pagó su demanda y tranquilamente puso camino hacia la forja, entró por la ventana, el fuego eran simples brasas que ya no emitían ni calor por lo que decidió echarse a dormir, había estado pensando en la comida en dormir pronto y levantarse para acabar con las espadas del cliente, pero al pasar por el lado de las brasas la pequeña brisa que produjo su cuerpo hizo que una de estas se iluminara brevemente. Hikari observó ese brillo con atención y como era tan espiritual lo entendió como un golpe de inspiración, ¿Por qué no pensar que algo le incitaba a reavivar esas llamas? Pues no se dijo más, se puso manos a la obra y agarró las dos espadas del cliente, las volvió a ingerir, expulsar y las puso al fuego.
Hiakri era una herrera normal, nada fuera de lo común, lo que le hacía realmente especial era el poder de su fruta del diablo, pero a parte, cuando no usaba su fruta y tenía la "inspiración divina" como ella quería llamarlo, era una verdadera herrera de Wano. su intención era centrarse en el cliente y en su demanda ¿Quería que las espadas cumplieran con su venganza? Las haría suficiente resistentes para ello, aparte aprovecharía el tirón para que ese hombre, esparciera su nombre por donde pasara, si se hacía famosa por su forja, conocería a más gente, más gente podría ser más contactos y eso le llevaría a su hermana, la cual también podría sentir alivio al escuchar el nombre de su hermana. Si lo hacía sabría que se escapó de Wano para buscarla, ¿Por qué otra razón saldría de la isla?
Tubo una idea, ese hombre dijo algo de que usaba clavos en combate, ¿Quizás era su distintivo? decidió ella misma cambiar la Tsuba de las dos espadas ya que iba a darles otra vida, ¿Por qué no otro aspecto? y así fue... Tooooda la noche para dejar las armas más afiladas que la hoja de afeitar, trabajo complicado pues no trabajaba hierro, ni acero, si no ese maldito metal generado en su estomago...
Sin darse cuenta el sol de un nuevo amanecer, empezaba a alumbrar el suelo de la forja por el pequeño cristal de la ventana
Hiakri era una herrera normal, nada fuera de lo común, lo que le hacía realmente especial era el poder de su fruta del diablo, pero a parte, cuando no usaba su fruta y tenía la "inspiración divina" como ella quería llamarlo, era una verdadera herrera de Wano. su intención era centrarse en el cliente y en su demanda ¿Quería que las espadas cumplieran con su venganza? Las haría suficiente resistentes para ello, aparte aprovecharía el tirón para que ese hombre, esparciera su nombre por donde pasara, si se hacía famosa por su forja, conocería a más gente, más gente podría ser más contactos y eso le llevaría a su hermana, la cual también podría sentir alivio al escuchar el nombre de su hermana. Si lo hacía sabría que se escapó de Wano para buscarla, ¿Por qué otra razón saldría de la isla?
Tubo una idea, ese hombre dijo algo de que usaba clavos en combate, ¿Quizás era su distintivo? decidió ella misma cambiar la Tsuba de las dos espadas ya que iba a darles otra vida, ¿Por qué no otro aspecto? y así fue... Tooooda la noche para dejar las armas más afiladas que la hoja de afeitar, trabajo complicado pues no trabajaba hierro, ni acero, si no ese maldito metal generado en su estomago...
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Era algún tipo de gato grande que su pelaje actuaba igual que la piel escamosa de un camaleón. Sin embargo, una vez lo ves, aunque se camufle puedes intuir bastante exactamente la silueta del animal. Me puse en una posición de guardia esperando si el animal volvía a saltar sobre mí intentado conseguir golpearme. En ese momento recordé que el clavo estaba detrás del animal.
Cambié mi posición a la que solía hacer de forma ofensiva agachándome y quedando mi cabeza a la misma altura que la del animal aprovechando que no tenía armas. Apoyé una mano en el suelo y cambié mi posición cogí el clavo y salté sobre el animal que se había agachado y estaba mirando a los lados buscándome, cuando me vio era ya tarde y le dí un puñetazo entre las orejas poniendo mi voluntad en aquel impacto.
Tal y como esperaba de la potencia del golpe, la cabeza del animal golpeó en el suelo por la mandíbula. Antes de que pudiese levantarme me coloqué encima del animal y coloqué en el clavo sobre su nuca. En cuanto el animal hizo un esfuerzo para levantarse con la mano que no sujetaba el clavo le di un golpe al clavo travesando la piel carne y hueso del animal con un golpe seco con el lateral de la mano como si un martillo golpease el clavo.
Salté a un lado preparado para el próximo movimiento del animal, que se levantó y al girar su cabeza hacia mí cayó al suelo. Comenzó a dar rugidos aunque no movía ni el cuello. Creía entender que era lo que había pasado, aunque no había sido mi intención final cuando le había echo aquello, tan solo intentar que su cuello estuviese más rígido y me diese ventaja.
Me incorporé y caminé hasta el gato, podía notar que intentaba moverse y atacarme, más aún cuando me acercaba. Aquel animal ya era una presa de casi cualquier cosa. Cogí el cuello y la cabeza del animal y con un giro rápido y seco acabé con su vida. Cargué al animal y salí del bosque en dirección a la aldea.
Tardé unas horas en llegar, y casi media hora hasta que encontré a un peletero que me pareciese bueno. El tpo alucinó que hubiese podido derrotar a aquel animal y más aún sin armas aparentes. Me dio una buena cantidad de dinero por el animal completo, algo que me serviría para unos cuantos viajes y pagar de sobra a la chica herrera por el trabajo. Al salir de allí busqué una posada en la que alojarme y descansar.
Cambié mi posición a la que solía hacer de forma ofensiva agachándome y quedando mi cabeza a la misma altura que la del animal aprovechando que no tenía armas. Apoyé una mano en el suelo y cambié mi posición cogí el clavo y salté sobre el animal que se había agachado y estaba mirando a los lados buscándome, cuando me vio era ya tarde y le dí un puñetazo entre las orejas poniendo mi voluntad en aquel impacto.
Tal y como esperaba de la potencia del golpe, la cabeza del animal golpeó en el suelo por la mandíbula. Antes de que pudiese levantarme me coloqué encima del animal y coloqué en el clavo sobre su nuca. En cuanto el animal hizo un esfuerzo para levantarse con la mano que no sujetaba el clavo le di un golpe al clavo travesando la piel carne y hueso del animal con un golpe seco con el lateral de la mano como si un martillo golpease el clavo.
Salté a un lado preparado para el próximo movimiento del animal, que se levantó y al girar su cabeza hacia mí cayó al suelo. Comenzó a dar rugidos aunque no movía ni el cuello. Creía entender que era lo que había pasado, aunque no había sido mi intención final cuando le había echo aquello, tan solo intentar que su cuello estuviese más rígido y me diese ventaja.
Me incorporé y caminé hasta el gato, podía notar que intentaba moverse y atacarme, más aún cuando me acercaba. Aquel animal ya era una presa de casi cualquier cosa. Cogí el cuello y la cabeza del animal y con un giro rápido y seco acabé con su vida. Cargué al animal y salí del bosque en dirección a la aldea.
Tardé unas horas en llegar, y casi media hora hasta que encontré a un peletero que me pareciese bueno. El tpo alucinó que hubiese podido derrotar a aquel animal y más aún sin armas aparentes. Me dio una buena cantidad de dinero por el animal completo, algo que me serviría para unos cuantos viajes y pagar de sobra a la chica herrera por el trabajo. Al salir de allí busqué una posada en la que alojarme y descansar.
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Observó que los rayos de sol empezaban a acariciar su rostro, con los ojos entre abiertos se dio cuenta al mirar tras el cristal que nuevamente había perdido el sentido del tiempo pero por fin estaba acabado. Su trabajo le pareció hermoso y aún que no preguntó pro el cambio de estilo del arma, lo hizo sin pensar, no le hacía falta permiso tenía ante ella un par de armas dignas de un buen guerrero, si el hombre no las apreciaba se enfadaría mucho pero le dejaría vivir igualmente, gracias a él tenía ante si una obra maestra (Desde su punto de vista).
Sin nadie más que ella en la forja, levantó su brazo derecho y utilizó el sentido del olfato cerca de su axila, para acto seguido darse cuenta que podría matar a alguien con ese tufo, por lo que usando un trapo para limpiarse el sudor, se marchó pronto a los baños públicos. Estaba acostumbrada a ducharse con más mujeres pero siempre pensaba que algún hombre entraría a echar un ojo, por lo que nunca dejaba de estar atenta. Tras unos treinta minutos salió sin incidentes, aseada y oliendo a su perfume. Caminando hacia la forja se acicaló el pelo y cuando llegó a la tienda como todos los días, la abrió y esperó a sus clientes... (Ruidos extraños) Quizá debió comprar algo para comer después de un buen baño. Por suerte para ella, apareció el dueño con una bandeja de onigiris con diferentes ingredientes para saborear -Muchas gracias- Dijo ella -No hay de qué, me despierto mucho por las noches y he oído que has estado ahí metida toda la noche ¿Conseguiste arreglarlas?- Preguntó curioso -No solo eso, las he mejorado- Dijo orgullosa pero mirando hacia otro lado, como si no fuera con ella la cosa, aún que le encantaba que admirasen su trabajo siempre intentaba mostrarse impasible ante todo -¿Y si no puede pagarte?- La curiosidad sobre las reacciones de Hikari en el abuelo era profunda -Me ha influido para crear dos hermosas espadas, hacía tiempo, podría decirse que desde que salí de Wano que no había creado dos "hijas" tan hermosas, solo por eso, merece llevárselas- Desde que salió de la isla de Wano pensó que había perdido su toque, pero este muchacho le había devuelto un atisbo de magia -Aún que no son las mejores, en Wano hice muchas armas que podrían considerarse legendarias...- Comentó, si es verdad que con su familia hacía mejores armas pero todo influía, mejores materiales, mejor maquinaria y la ayuda de grandes herreros, pero las de ahora, no estaban mal...
Sin nadie más que ella en la forja, levantó su brazo derecho y utilizó el sentido del olfato cerca de su axila, para acto seguido darse cuenta que podría matar a alguien con ese tufo, por lo que usando un trapo para limpiarse el sudor, se marchó pronto a los baños públicos. Estaba acostumbrada a ducharse con más mujeres pero siempre pensaba que algún hombre entraría a echar un ojo, por lo que nunca dejaba de estar atenta. Tras unos treinta minutos salió sin incidentes, aseada y oliendo a su perfume. Caminando hacia la forja se acicaló el pelo y cuando llegó a la tienda como todos los días, la abrió y esperó a sus clientes... (Ruidos extraños) Quizá debió comprar algo para comer después de un buen baño. Por suerte para ella, apareció el dueño con una bandeja de onigiris con diferentes ingredientes para saborear -Muchas gracias- Dijo ella -No hay de qué, me despierto mucho por las noches y he oído que has estado ahí metida toda la noche ¿Conseguiste arreglarlas?- Preguntó curioso -No solo eso, las he mejorado- Dijo orgullosa pero mirando hacia otro lado, como si no fuera con ella la cosa, aún que le encantaba que admirasen su trabajo siempre intentaba mostrarse impasible ante todo -¿Y si no puede pagarte?- La curiosidad sobre las reacciones de Hikari en el abuelo era profunda -Me ha influido para crear dos hermosas espadas, hacía tiempo, podría decirse que desde que salí de Wano que no había creado dos "hijas" tan hermosas, solo por eso, merece llevárselas- Desde que salió de la isla de Wano pensó que había perdido su toque, pero este muchacho le había devuelto un atisbo de magia -Aún que no son las mejores, en Wano hice muchas armas que podrían considerarse legendarias...- Comentó, si es verdad que con su familia hacía mejores armas pero todo influía, mejores materiales, mejor maquinaria y la ayuda de grandes herreros, pero las de ahora, no estaban mal...
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La noche transcurrió tranquila, algo que no me solía pasar de forma habitual. Hice algo de ejercicio en la habitación y me revisé las heridas que aún me quedaban. No eran demasiadas ni de peligrosidad, pero debía vigilar que no se infectasen, fui al patio de la posada y me tiré encima un par de cubos de agua para limpiarme un poco el sudor. Más relajado y ya listo fui al salón principal de la posada para tomar un desayuno abundante.
Tras el desayuno pagué la cuenta de mi estancia y salí a dar una vuelta por la ciudad, no quería parecer alguien impaciente que metiese prisa. Un artesano necesitaba calma para hacer las cosas bien. Y ya que estaban trabajando en mis armas esperaba que el trabajo fuese más perfecto y minucioso. A pesar de que la gente se apartaba según avanzaba o me miraba de forma extraña, como con miedo, la ciudad parecía ser bastante activa, fruterías-verdulerías, carnicerías, lonjas, barcos nuevos que llegaban con nueva mercancía que intercambiar. Sin duda, era una ciudad bastante atractiva para una vida más o menos cómoda, aunque no me dedicaba a una vida tranquila y tenía un propósito para mi viaje.
Pasada ya la media mañana me puse en dirección a la herrería donde había dejado el daisho. Cuando llegué a la herrería el anciano estaba hablando con ella, y por lo poco que pude escuchar la chica era de Wano y que podía llevármelas gratis si no tenía para pagar por ellas.
-Pues entonces podía haberme ahorrado la cacería de ayer – dije cuando la chica terminó de hablar en tono de broma –. Intuyo por ese comentario que las has reparado tal y como dijiste, ¿me equivoco? No te preocupes si no están perfectas, se que el trabajo era complicado y tal y como entendí al maestro era algo casi imposible.
Avancé hacia el mostrador sacando una bolsa con monedas para hacer el pago y la deposité en el mostrador, suponía que con eso bastaría, pero si no era así, que me lo dijesen y pagaría más, pues era lo justo.
-Por cierto, ¿De qué parte de Wano eres?
Tras el desayuno pagué la cuenta de mi estancia y salí a dar una vuelta por la ciudad, no quería parecer alguien impaciente que metiese prisa. Un artesano necesitaba calma para hacer las cosas bien. Y ya que estaban trabajando en mis armas esperaba que el trabajo fuese más perfecto y minucioso. A pesar de que la gente se apartaba según avanzaba o me miraba de forma extraña, como con miedo, la ciudad parecía ser bastante activa, fruterías-verdulerías, carnicerías, lonjas, barcos nuevos que llegaban con nueva mercancía que intercambiar. Sin duda, era una ciudad bastante atractiva para una vida más o menos cómoda, aunque no me dedicaba a una vida tranquila y tenía un propósito para mi viaje.
Pasada ya la media mañana me puse en dirección a la herrería donde había dejado el daisho. Cuando llegué a la herrería el anciano estaba hablando con ella, y por lo poco que pude escuchar la chica era de Wano y que podía llevármelas gratis si no tenía para pagar por ellas.
-Pues entonces podía haberme ahorrado la cacería de ayer – dije cuando la chica terminó de hablar en tono de broma –. Intuyo por ese comentario que las has reparado tal y como dijiste, ¿me equivoco? No te preocupes si no están perfectas, se que el trabajo era complicado y tal y como entendí al maestro era algo casi imposible.
Avancé hacia el mostrador sacando una bolsa con monedas para hacer el pago y la deposité en el mostrador, suponía que con eso bastaría, pero si no era así, que me lo dijesen y pagaría más, pues era lo justo.
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-La capital de... Un momento, ¿Conoces Wano?- La pregunta estaba más que justificada, no se había encontrado a nadie que conociera Wano a excepción de un par de personas pero no eran del tipo del muchacho. Uno era un pescador que cometió un delito y se dio a la fuga, era una tontería de faltarle el respeto a uno que se creía más de lo que era pero delito igual, el otro un herrero errante, mayor el hombre pero bastante curioso. Pero el muchacho daba la nota al preguntar de esa forma sobre la isla natal de la joven. La muchacha dejó a la vista las espadas para que observaran el trabajo de reparación que hizo pero solo era algo secundario, lo que verdaderamente importaba era... -¿Has estado en Wano?- Quería preguntarle si sabía algo de su hermana, de la tripulación pirata o sobre el tema pero primero empezaría por la isla en sí ¿Era pirata?
La muchacha se puso nerviosa, cuando recibía información sobre Wano era falsa, ambigua o un callejón sin salida, el tema de su hermana la estaba obsesionando y no sabía por donde tirar ¿Y de pronto aparece un don nadie y le salta con....? Oohhh espera... ¿No lo habrá dicho de esa forma como el que saca algo de información y lo usa para ligar? El hombre era guapo pero... Solo el simple hecho de pensar eso, hizo que la muchacha se sonrojara sin motivo aparente...
La muchacha se puso nerviosa, cuando recibía información sobre Wano era falsa, ambigua o un callejón sin salida, el tema de su hermana la estaba obsesionando y no sabía por donde tirar ¿Y de pronto aparece un don nadie y le salta con....? Oohhh espera... ¿No lo habrá dicho de esa forma como el que saca algo de información y lo usa para ligar? El hombre era guapo pero... Solo el simple hecho de pensar eso, hizo que la muchacha se sonrojara sin motivo aparente...
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La chica se extraño de mi pregunta, aunque antes, pareció responder que era de la capital. Nunca había estado en ella pero había oído muchas cosas de ella, como lo grande que era, con actividad todo el día y toda la noche. Sin embargo, la chica me pregunto por si conocía la isla.
-¿Qué si la conozco y he estado? Viví allí hasta los trece años cosa así, pero de eso ya han pasado unos cuatro años. Concretamente en la provincia de Ringo, traicionaron al samurai que gobernaba en la zona y mi aldea se vio obligada a huir junto con el hijo del señor para sobrevivir dado que gran parte murieron en el ataque.
La chica enseño el arma que había reparado, aunque más bien, casi debería decir que se había vuelto a forjar. Aunque muy similar a la original, había detalles que la cambiaban de su origen además de que se podían leer los kanjis de la herrera como un artista firmando su trabajo.
-Impresionante, no noto que sea igual a la que te dejé ayer, sin embargo, noto que es mejor de alguna forma.
La desenfundé y la blandí para notar las sensaciones que me daba al utilizarla. Comprobé el filo y luego la volví a envainar. Sin duda era un trabajo impecable, mucho más de lo que me había esperado dado el estado en el que estaba cuando me la devolvió Hayato.
-Creo que el nuevo color les queda bien, me gusta. Como es evidente, el pago lo he traído, y creo que con esto debería de bastar.
Saqué un saco lleno de dinero que me habían pagado por la criatura a la que había matado el día anterior, bueno, casi todo. Dado que tenía el arma de vuelta necesitaría algo de dinero para volver a encontrarme con Alice y Hayato, así como para poder probar el poder del arma para alguna recompensa, o mejor, darle la venganza que se merecían las armas rotas.
-¿Qué si la conozco y he estado? Viví allí hasta los trece años cosa así, pero de eso ya han pasado unos cuatro años. Concretamente en la provincia de Ringo, traicionaron al samurai que gobernaba en la zona y mi aldea se vio obligada a huir junto con el hijo del señor para sobrevivir dado que gran parte murieron en el ataque.
La chica enseño el arma que había reparado, aunque más bien, casi debería decir que se había vuelto a forjar. Aunque muy similar a la original, había detalles que la cambiaban de su origen además de que se podían leer los kanjis de la herrera como un artista firmando su trabajo.
-Impresionante, no noto que sea igual a la que te dejé ayer, sin embargo, noto que es mejor de alguna forma.
La desenfundé y la blandí para notar las sensaciones que me daba al utilizarla. Comprobé el filo y luego la volví a envainar. Sin duda era un trabajo impecable, mucho más de lo que me había esperado dado el estado en el que estaba cuando me la devolvió Hayato.
-Creo que el nuevo color les queda bien, me gusta. Como es evidente, el pago lo he traído, y creo que con esto debería de bastar.
Saqué un saco lleno de dinero que me habían pagado por la criatura a la que había matado el día anterior, bueno, casi todo. Dado que tenía el arma de vuelta necesitaría algo de dinero para volver a encontrarme con Alice y Hayato, así como para poder probar el poder del arma para alguna recompensa, o mejor, darle la venganza que se merecían las armas rotas.
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La explicación del chico sorprendió a Hikari, sabía de que estaba hablando, conocía la historia, era cierto que era de Wano, eso no podía inventarse de forma aleatoria y que cuadrara, eso había que haberlo vivido para contarlo de una forma tan clara. El hombre desenvainó, observó y comentó sobre las espadas, no estaba equivocado, no eran iguales, el metal que ahora tenían en su interior era más liviano, más resistente, más flexible. Esa era la firma de Hikari, algo que aún que no era ni por asomo la herrera que quería ser, la hacía única entre los de su trabajo -La matanza de Ringo... ¿Eres un superviviente?- Preguntó sin tapujos -Yo soy de la familia herrera "Tomoshi" aún estaba en Wano cuando pasó todo eso. Fue una trágica noticia, conmocionó a toda la isla- Y aún que no lo dijera, el hierro con el que se segaron tantas vidas tenía padre, lo que un herrero nunca se hace cargo de lo que los humanos obligan a hacer a sus hijas. El hierro estaba forjado a manos de los Tomoshi, pero claro, un cuarto de las armas de todo wano tenía la misma condición y más de la mitad de armas de la isla pasaban por la forja para afilar o arreglar, no era culpa del herrero si no del que compró dicho hierro -Siento lo que pasó- Al mencionar su apellido quizás ese hombre enloquecería pero había que ser sinceros, ese apellido estaba en sus armas.
Si la cólera no se apoderaba de el Hikari seguiría -¿Conoces a más gente de Wano por aquí?- Le muestra un dibujo hecho a mano bastante realista de una chica más joven y parecida a ella -¿Has visto por algún lado a esta muchacha?- Quizás este hombre tenía todas las respuestas y podría dejar de buscar para dedicarse a cazar -Es mi hermana, fue secuestrada de Wano por unos piratas, la llevo buscando mucho tiempo y no he encontrado aún una sola pista de su paradero. He conocido muchas historias sobre esos piratas pero no he llegado a estar cerca ni por asomo, cada vez que sigo un rumor y llego a la isla, hace tiempo que partieron...- Estaba bastante decaida, no encontrar absolutamente nada de esos piratas era una derrota para ella, pero no se rendía, su alma forjada a hierro y fuego no permitía que se rompiera...
El viejo agarró la bolsa del dinero y la guardó raudo y veloz, a la par que Hikari observaba con ojos de cordero degollado a Sasaki, ¿Daría luz sobre la oscuridad que tiñe el corazón de la mujer?
Si la cólera no se apoderaba de el Hikari seguiría -¿Conoces a más gente de Wano por aquí?- Le muestra un dibujo hecho a mano bastante realista de una chica más joven y parecida a ella -¿Has visto por algún lado a esta muchacha?- Quizás este hombre tenía todas las respuestas y podría dejar de buscar para dedicarse a cazar -Es mi hermana, fue secuestrada de Wano por unos piratas, la llevo buscando mucho tiempo y no he encontrado aún una sola pista de su paradero. He conocido muchas historias sobre esos piratas pero no he llegado a estar cerca ni por asomo, cada vez que sigo un rumor y llego a la isla, hace tiempo que partieron...- Estaba bastante decaida, no encontrar absolutamente nada de esos piratas era una derrota para ella, pero no se rendía, su alma forjada a hierro y fuego no permitía que se rompiera...
El viejo agarró la bolsa del dinero y la guardó raudo y veloz, a la par que Hikari observaba con ojos de cordero degollado a Sasaki, ¿Daría luz sobre la oscuridad que tiñe el corazón de la mujer?
Sasaki
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¿Había escuchado de aquel ataque? ¿La matanza de Ringo? Aquello me sonaba cuanto menos extraño, no sabía demasiado de aquel conflicto, pero sí que el motivo principal había sido la usurpación de la zona que controlaba el padre de Hayato, aunque los motivos que impulsaron aquel ataque para mí eran desconocidos aún, quizás ventaja estratégica en las montañas y el bosque en la zona donde vivíamos. La chica se identificó como parte de la familia “Tomoshi” y por lo que decía fue una trágica noticia que había conmocionado a toda la isla. Sin embargo, no lo recordaba así.
-Lo soy, toda la aldea, bueno casi toda la aldea quitando a los guerreros samurai y algún voluntario, sobrevivimos. Y si me disculpas, puede que porque no estuviese en la isla, pero no me enterado de que nadie, ni otras provincias, ni el shogun hayan echo nada por criminalizar o perseguir a quien atentó contra nosotros.
Aquello me recordó que mis padres, aunque no fuesen los biológicos, son los qu eme había criado y me habían enseñado una gran cantidad de cosas, a pesar de todo la chica si parecía sentir aquello que pasó y lo pronunció.
-No te preocupes, gente así abunda por todo el mundo, y todos reciben su castigo con el tiempo, además, el hijo del magistrado inició un camino para convertirse en un gran guerrero y tomar venganza por el asalto y la muerte de su padre – Expliqué quitando seriedad al asunto –. El único problema es que es corto de pensamiento y la cabeza no le da para mucho más que combatir.
La chica comenzó una especie de ataque de verborrea con un montón de preguntas y de información, entre animada e ilusionada por tener información de Wano, o bueno, posible información sobre ¿su hermana había dicho? Sí, un dibujo que puso delante de mi cara lo confirmaba.
-Tranquila, serenate. ¿Hace cuanto desapareció? y ¿cómo se llama la banda que la secuestro?, porque yo no he visto que recuerde a nadie como tu hermana. Por otra parte, si quieres conocer a gente de mi aldea, se encuentra cerca, en Sabishima, no creo que sepan nada de tu hermana dado que no salen de la isla y se comercia lo justo por la peculiaridad de la isla.
-Lo soy, toda la aldea, bueno casi toda la aldea quitando a los guerreros samurai y algún voluntario, sobrevivimos. Y si me disculpas, puede que porque no estuviese en la isla, pero no me enterado de que nadie, ni otras provincias, ni el shogun hayan echo nada por criminalizar o perseguir a quien atentó contra nosotros.
Aquello me recordó que mis padres, aunque no fuesen los biológicos, son los qu eme había criado y me habían enseñado una gran cantidad de cosas, a pesar de todo la chica si parecía sentir aquello que pasó y lo pronunció.
-No te preocupes, gente así abunda por todo el mundo, y todos reciben su castigo con el tiempo, además, el hijo del magistrado inició un camino para convertirse en un gran guerrero y tomar venganza por el asalto y la muerte de su padre – Expliqué quitando seriedad al asunto –. El único problema es que es corto de pensamiento y la cabeza no le da para mucho más que combatir.
La chica comenzó una especie de ataque de verborrea con un montón de preguntas y de información, entre animada e ilusionada por tener información de Wano, o bueno, posible información sobre ¿su hermana había dicho? Sí, un dibujo que puso delante de mi cara lo confirmaba.
-Tranquila, serenate. ¿Hace cuanto desapareció? y ¿cómo se llama la banda que la secuestro?, porque yo no he visto que recuerde a nadie como tu hermana. Por otra parte, si quieres conocer a gente de mi aldea, se encuentra cerca, en Sabishima, no creo que sepan nada de tu hermana dado que no salen de la isla y se comercia lo justo por la peculiaridad de la isla.
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Con paciencia y más tranquila, Hikari le explicó como la banda (no me acuero del nombre e intento responder a todo rápido para que no me olvide de nadie) se llevo a su hermana, cuanto tiempo había desaparecido y sobre todo el motivo de su salida de la isla, desde la persecución que tiene con esa banda, de como fue repudiada por su familia por abandonar Wano y algunas penurias (no todas) de como había llegado hasta la isla, claramente no le dijo la cantidad de piratas que desaparecieron misteriosamente por intentar sobrepasarse con la muchacha, ni la de veces que ha tenido que robar o estafar, esas cosas no se suelen contar nunca, si no, no habrían princesas Disney... ¿O ya habéis olvidado como Blancanieves realiza allanamiento de morada y ocupación de la misma? Dos años estuvo hasta que un juez le dijo, "nena, o te largas o te comes otra manzana" pero bueno, no me desvío del tema. Hizo partícipe de todo lo que se podía contar al muchacho, también evito lo de su fruta y que en realidad esos piratas no desaparecieron si no, que fueron devo... ¿Ah, tampoco se puede decir en off?
La muchacha miró al chaval -Pareces un buen tipo, si te encuentras con mi hermana ¿Podrías ponerla a salvo? Te pagaré por ello y crearé la mejor arma que existe sobre la faz de la tierra. Aún que se la tenga que pedir a otro herrero- Eso le arrancaría el corazón, sería como admitir su derrota, pero es capaz de hacerlo por su hermana, luego le mostró su nombre inscrito en la espada -Cualquier cosa, búscame, seguiré intentando encontrarla por mi cuenta, pero vendo muchas espadas para pagarme el sustento de calidad normal, no todos aprecian una buena obra de arte, así que... ¿Para qué esmerarse?- Vendía sobre todo cuchillos, no quería hacer espadas cutres, pero a los cocineros un cuchillo decente les llamaba la atención. Con esa firma acabaría dando con ella.... -Iré a Sabishima y preguntaré a tu gente, muchas gracias por la información- Dijo tras una reverencia...
En su cabeza nuevamente entraron ganas de salir en su búsqueda, este hombre no le había arrojado luz sobre el tema, pero lo que si había hecho era darle esperanzas por otro lado... Finalmente encontró a alguien de Wano, por lo que había más posibilidades de encontrar a su hermana. En cuanto el hombre se fuera, no dudaría en ponerse en marcha para ir a la isla que le había comentado...
La muchacha miró al chaval -Pareces un buen tipo, si te encuentras con mi hermana ¿Podrías ponerla a salvo? Te pagaré por ello y crearé la mejor arma que existe sobre la faz de la tierra. Aún que se la tenga que pedir a otro herrero- Eso le arrancaría el corazón, sería como admitir su derrota, pero es capaz de hacerlo por su hermana, luego le mostró su nombre inscrito en la espada -Cualquier cosa, búscame, seguiré intentando encontrarla por mi cuenta, pero vendo muchas espadas para pagarme el sustento de calidad normal, no todos aprecian una buena obra de arte, así que... ¿Para qué esmerarse?- Vendía sobre todo cuchillos, no quería hacer espadas cutres, pero a los cocineros un cuchillo decente les llamaba la atención. Con esa firma acabaría dando con ella.... -Iré a Sabishima y preguntaré a tu gente, muchas gracias por la información- Dijo tras una reverencia...
En su cabeza nuevamente entraron ganas de salir en su búsqueda, este hombre no le había arrojado luz sobre el tema, pero lo que si había hecho era darle esperanzas por otro lado... Finalmente encontró a alguien de Wano, por lo que había más posibilidades de encontrar a su hermana. En cuanto el hombre se fuera, no dudaría en ponerse en marcha para ir a la isla que le había comentado...
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La chica comenzó a hablar de muchas cosas en relación a su vida, su hermana, los piratas y otras cosas. Sin duda una historia bastante cruel si había sucedido como ella contaba, además, por lo que decía, yo no estaba seguro de que su hermana pudiese seguir viva, y de seguir con vida no sería haciendo lo que a ella le gustase. Si no era una esclava para la tripulación, lo sería de alguien y no era algo peor. Me mantuve callado y no compartí mis pensamientos con la joven. Seguramente, ella ya se hubiese imaginado esas cosas, pero escucharlas de un tercero podía ser duro.
Cuando terminó, pareció ligeramente desesperada dado que me prometió la mejor espada jamás fabricada si conseguía dar con su hermana y salvarla. Las cosas se me comenzaban a acumular, entre encontrar a mis compañeros y luego la venganza, sin embargo, si su hermana era alguien que pudiese ser salvada y que necesitase ser rescatada, podía intentar hacer algo por ella, aunque no podría destinarle más recursos que a mi objetivo principal.
-No puedo asegurarte que vaya a ser algo rápido ni que pueda dedicarle todo mi tiempo, pero estaré atento a cualquier información que me cruce al respecto, y si me cruzo con ella, haré lo posible para que os volváis a ver.
La chica me comentó que se pasaría por Sabishima a buscar información al respecto, antes de marchar, le avisé que era una isla de náufragos y salir de ella era complicado, pero entrar sencillo pues posiblemente se naufragase. Luego me despedí y seguí con mi viaje. Había tenido suerte, no me había echo falta regresar a Sabishima para conseguir una nueva arma o que me las reparasen. Revisé las firmas en las armas quedándome con cada detalle de la firma. Siendo herrera aquella la encontraría en alguna ocasión más.
Cuando terminó, pareció ligeramente desesperada dado que me prometió la mejor espada jamás fabricada si conseguía dar con su hermana y salvarla. Las cosas se me comenzaban a acumular, entre encontrar a mis compañeros y luego la venganza, sin embargo, si su hermana era alguien que pudiese ser salvada y que necesitase ser rescatada, podía intentar hacer algo por ella, aunque no podría destinarle más recursos que a mi objetivo principal.
-No puedo asegurarte que vaya a ser algo rápido ni que pueda dedicarle todo mi tiempo, pero estaré atento a cualquier información que me cruce al respecto, y si me cruzo con ella, haré lo posible para que os volváis a ver.
La chica me comentó que se pasaría por Sabishima a buscar información al respecto, antes de marchar, le avisé que era una isla de náufragos y salir de ella era complicado, pero entrar sencillo pues posiblemente se naufragase. Luego me despedí y seguí con mi viaje. Había tenido suerte, no me había echo falta regresar a Sabishima para conseguir una nueva arma o que me las reparasen. Revisé las firmas en las armas quedándome con cada detalle de la firma. Siendo herrera aquella la encontraría en alguna ocasión más.
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