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Berry
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Berry se limitó a sonreír pese a que el grito de Alice le hizo abrir los ojos de par en par. ¿Se perdía? Era bastante novata cazando recompensas y nunca se puso a pensar en que había más requisitos que llevar un cuerpo. Sasaki no había dicho nada de eso, simplemente le dijo que bastaba con matarlos y que esos criminales una vez listados estaban mejor muertos. Se sumió en sus pensamientos, mientras Alice lograba rescatar a un bronceado Le Roy de las llamas, al parecer la chica tenía sus trucos algo relacionado con la oscuridad.
La mink levantó su mirada para cruzar sus ojos con los de Alice, había salido bien, al menos el fuego de su electro se apagaba tras un rato al provenir de una chispa y no de una llama como tal. Todo se estaba calmando, suspiró antes de responderle a la rubia.
—Las mejores personas lo están ¿Verdad? Y pensaba en lo que me dijiste, que era un tipo poderoso, escurridizo, que era una escoria para todos. Un esclavista, mafioso, pirata de mal augurio. Creo que me dejé llevar un poco con tus palabras, aunque el aceite le cayó encima creí que de algun modo escaparía... ¡Mala mía!—
Comentó observando que el bronceado era mucho más grave de lo pensado, incluso quedando ciego y con parte de su piel hecha una sabrosa milanesa. Berry olfateó mientras se relamía, aunque expresó un pequeño quejido en cuanto su compañera se puso a tratar su brazo.
—Tsk... el agua se siente bien... prrr eso está muy frío... auch... ahí arde un poco... snif... Quedará un buen lugar para tatuar bajo el pelaje ¿Verdad?—
La mink bromeaba pese a que la quemadura había sido un poco más grave de lo previsto, sin embargo no se cortó a la hora de observar la gravedad del asunto tratando de mover un poco su brazo sin que doliese mucho. Sentía su piel estirarse de forma algo forzosa, pero gracias a la crema el ardor y las ganas de rascarse se habían calmado. Cerró y abrió su garra, su puño no había sufrido tanto como su codo, que era dónde más había sentido el calor. Pero por fortuna la quemadura no era tan grave como para exponer un hueso o destrozar completamente su piel, ventajas de tener un pelaje tan grueso adaptado a quemarse gracias a su estilo.
—Mhmmm, duele un poco si lo flexiono pero estaré bien. Muchas gracias por tratarme y descuida encontraré algún médico en cuanto entreguemos a Le Roy...—
Berry se levantó torpemente, dejando su brazo relajado, no deseaba someterlo a demasiada presión. Observó a la mujer y luego al cuerpo del pirata, dedicando una sonrisa a ambos.
—Te dije que las dos juntas podríamos darle caza. ¿Chocamos los cinco o prefieres darme alguna caricia en mi cabecita?—
Berry levantó su mano sana aunque también inclinó su cabeza moviendo su cola de lado a lado como un adorable cachorro. Solo faltaba entregar a Le Roy y ambas podrían disfrutar de la merecida recompensa. La mink no se olvidó de esos esclavos, levantando su pulgar ante un inesperado refuerzo, ojalaá pudiera hacer más por darles un nuevo lugar de donde vivir. Cargar ese aceite con su estado les habría supuesto un gran dolor y por ese motivo intentó que tal hazaña no fuese en vano.
La mink levantó su mirada para cruzar sus ojos con los de Alice, había salido bien, al menos el fuego de su electro se apagaba tras un rato al provenir de una chispa y no de una llama como tal. Todo se estaba calmando, suspiró antes de responderle a la rubia.
—Las mejores personas lo están ¿Verdad? Y pensaba en lo que me dijiste, que era un tipo poderoso, escurridizo, que era una escoria para todos. Un esclavista, mafioso, pirata de mal augurio. Creo que me dejé llevar un poco con tus palabras, aunque el aceite le cayó encima creí que de algun modo escaparía... ¡Mala mía!—
Comentó observando que el bronceado era mucho más grave de lo pensado, incluso quedando ciego y con parte de su piel hecha una sabrosa milanesa. Berry olfateó mientras se relamía, aunque expresó un pequeño quejido en cuanto su compañera se puso a tratar su brazo.
—Tsk... el agua se siente bien... prrr eso está muy frío... auch... ahí arde un poco... snif... Quedará un buen lugar para tatuar bajo el pelaje ¿Verdad?—
La mink bromeaba pese a que la quemadura había sido un poco más grave de lo previsto, sin embargo no se cortó a la hora de observar la gravedad del asunto tratando de mover un poco su brazo sin que doliese mucho. Sentía su piel estirarse de forma algo forzosa, pero gracias a la crema el ardor y las ganas de rascarse se habían calmado. Cerró y abrió su garra, su puño no había sufrido tanto como su codo, que era dónde más había sentido el calor. Pero por fortuna la quemadura no era tan grave como para exponer un hueso o destrozar completamente su piel, ventajas de tener un pelaje tan grueso adaptado a quemarse gracias a su estilo.
—Mhmmm, duele un poco si lo flexiono pero estaré bien. Muchas gracias por tratarme y descuida encontraré algún médico en cuanto entreguemos a Le Roy...—
Berry se levantó torpemente, dejando su brazo relajado, no deseaba someterlo a demasiada presión. Observó a la mujer y luego al cuerpo del pirata, dedicando una sonrisa a ambos.
—Te dije que las dos juntas podríamos darle caza. ¿Chocamos los cinco o prefieres darme alguna caricia en mi cabecita?—
Berry levantó su mano sana aunque también inclinó su cabeza moviendo su cola de lado a lado como un adorable cachorro. Solo faltaba entregar a Le Roy y ambas podrían disfrutar de la merecida recompensa. La mink no se olvidó de esos esclavos, levantando su pulgar ante un inesperado refuerzo, ojalaá pudiera hacer más por darles un nuevo lugar de donde vivir. Cargar ese aceite con su estado les habría supuesto un gran dolor y por ese motivo intentó que tal hazaña no fuese en vano.
Aquella frase tan inocente después de hacer una estupidez semejante era algo que habrías esperado de Krein. De hecho, estabas segura de que Krein la decía al menos una vez a la semana. O eso, o su tripulación era inusualmente paciente con él y merecía un reconocimiento mayor al que ya le daba por aguantar a semejante mentecato. Ambas cosas podían ser ciertas, en cualquier caso, pero Berry seguía siendo una maldita descerebrada que se había hecho un destrozo tremendo en una maniobra que... No quisiste mirar hacia Le roy, que seguía chillando débilmente.
- Es un ser terrible, ¿pero no se supone que el punto es acabar con los criminales sin convertirse en uno? -deslizaste la mano una última vez por su brazo y te separaste un poco-. Que a todo esto, ¿cómo de potente tiene que ser la cocina de ese edificio para haber hervido el aceite tan rápido?
Era cierto que había pasado un rato entre la huida de esos tres y la llegada de Le roy, pero que hubieran subido hasta ahí con premeditación a hervir aceite por si acaso no te cuadraba. Tampoco era una cantidad coherente; había un buen charco de lo que no podían ser menos de veinte litros a tus pies, o algo menos ahora que gran parte se había incendiado por culpa de Berry.
Te encogiste de hombros. En realidad preferiste no indagar más. Atendiste a Berry mientras esta empezaba a mover los dedos de la mano, calmándote en gran medida que simplemente notase la piel un poco tirante. Hasta bromeaba al respecto, eso era bueno. No estabas segura de que en la piel quemada volviese a crecer el pelo, o que volviese con la misma fuerza, pero si era posible construir ciborgs no debía ser tan complicado un injerto capilar. ¿De verdad estabas pensando en eso mientras veías ese brazo?
- Como mínimo véndalo antes de nada -sugeriste, sacando gasas y esparadrapo de tu bolso. No tenías mucha idea de primeros auxilios, pero si años de fragilidad te habían enseñado algo era lo importante de una buena asepsia en general.
Tras eso hiciste como pudiste para alcanzar su cabeza. Medía casi treinta centímetros más que tú, por lo que el movimiento no era muy natural y tus caricias algo torpes, pero entonces bajaste hasta su nuca y le diste cariño ahí durante un rato. No demasiado tampoco, ya que tanto pelo te hacía cosquillas en los dedos, pero sí lo bastante como para que supiese que apreciabas lo que había hecho... A pesar del terrible resultado.
- Parece que solo queda entregar a Le roy de una vez por todas. -Llevabas mucho tiempo siguiendo su pista-. ¿Quieres una parte del botín? Es lo justo, dado que has ayudado.
- Es un ser terrible, ¿pero no se supone que el punto es acabar con los criminales sin convertirse en uno? -deslizaste la mano una última vez por su brazo y te separaste un poco-. Que a todo esto, ¿cómo de potente tiene que ser la cocina de ese edificio para haber hervido el aceite tan rápido?
Era cierto que había pasado un rato entre la huida de esos tres y la llegada de Le roy, pero que hubieran subido hasta ahí con premeditación a hervir aceite por si acaso no te cuadraba. Tampoco era una cantidad coherente; había un buen charco de lo que no podían ser menos de veinte litros a tus pies, o algo menos ahora que gran parte se había incendiado por culpa de Berry.
Te encogiste de hombros. En realidad preferiste no indagar más. Atendiste a Berry mientras esta empezaba a mover los dedos de la mano, calmándote en gran medida que simplemente notase la piel un poco tirante. Hasta bromeaba al respecto, eso era bueno. No estabas segura de que en la piel quemada volviese a crecer el pelo, o que volviese con la misma fuerza, pero si era posible construir ciborgs no debía ser tan complicado un injerto capilar. ¿De verdad estabas pensando en eso mientras veías ese brazo?
- Como mínimo véndalo antes de nada -sugeriste, sacando gasas y esparadrapo de tu bolso. No tenías mucha idea de primeros auxilios, pero si años de fragilidad te habían enseñado algo era lo importante de una buena asepsia en general.
Tras eso hiciste como pudiste para alcanzar su cabeza. Medía casi treinta centímetros más que tú, por lo que el movimiento no era muy natural y tus caricias algo torpes, pero entonces bajaste hasta su nuca y le diste cariño ahí durante un rato. No demasiado tampoco, ya que tanto pelo te hacía cosquillas en los dedos, pero sí lo bastante como para que supiese que apreciabas lo que había hecho... A pesar del terrible resultado.
- Parece que solo queda entregar a Le roy de una vez por todas. -Llevabas mucho tiempo siguiendo su pista-. ¿Quieres una parte del botín? Es lo justo, dado que has ayudado.
Berry
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Berry se encontraba todavía más confundida, todas las palabras de Alice sonaban a lo contrario que Sasaki le había dicho, suspiró llevando su mano sana al mentón mientras movía sus orejas como agujas de un segundero. Indagando entre lo que también conocía por parte de los marines y la visión de los piratas, era cierto que los marines tenían sus límites aunque Berry se escudaba en la defensa propia. Estaba rodeada, un criminal peligroso le apuntaba y Alice también corria peligro, contempló un sacrificio por un bien mayor al limpiar las calles de una persona tan peligrosa. Bajó su mirada a Le Roy, estaba algo chamuscado pero sin dudas parte de su cara era reconocible, al menos no lo había arruinado del todo.
—Ustedes me confunden, el otro cazador me dijo que las personas así no valen nada y no hay posibilidad de que abandonen esta vida que llevan. Que era mejor matarlos y más cuando estabas luchando por proteger a alguien más. Mis superiores dicen que el deber de un marine es proteger a los civiles y en este estado que ha quedado he salvado a muchos de quedar esclavizados o drogados... Reconozco que me he pasado un poco, actué por instinto y tal vez ya estaba derrotado. ¿Pero si no era así? ¿Si lograba revolcarse y en lugar de derrotarlo solo se enfadaba más? No permitiría que nadie nos pusiera en peligro y mucho menos se aprovechase para inventarse algo y hacernos quedar como las villanas...—
La mink asintió terminando de vendar su brazo, conocía los trucos que una rata arrinconada podía usar, decir que era un noble atacado por dos locas, tildarlas de asesinas por defenderse de sus hombres. Fingir demencia, Le Roy se había escapado por meses e incluso años y nada le aseguraba a Berry que un poco de aceite le sacudiese el cerebro para dejar de actuar así. Incluso podía ser algo planificado, que le tirasen aceite, salir corriendo y dejarlas a merced de los legionarios al verse superado.
—¿No crees que fue muy conveniente que le cayese aceite y nunca mirase hacia arriba? Para mí estaba claro que deseaba inculparnos a nosotras y dejarnos a manos de los legionarios... Lástima que no contaba con que una de nosotras se dejase llevar por los instintos...—
La mink comenzó a ronronear ante las caricias y más al sentirlas en su cuello, agachandóse más hasta sentarse en cuatro patas y rascar con su pierna su abdomen, simulando ser un cachorrito. Incluso pareció llorar al sentir que la mano de la rubia se apartaba, aunque se sacudió un poco, no se quejaría tras tales mimos.
—Normalmente me negaría, pero ya que me llevo un recuerdo, podemos repartirla. Claro que tu llevas mucho buscando a este sujeto y te dejaré la mayor parte, no soy tampoco una aprovechada y tengo mi sueldo para vivir.—
Berry señaló su brazo vendado sonriendo con sinceridad ante el humilde gesto de no exigir mucho por su ayuda, después de todo sabía del duro mundo de alguien que trabajaba como mercenaria sin ningún sustento fijo y ella podía darse el lujo de vivir con un sueldo por hacer bien su trabajo. Se quedó moviendo su cola, mientras observaba a Alice para que esta le indicase adonde levarían a aquel desgraciado.
—Ustedes me confunden, el otro cazador me dijo que las personas así no valen nada y no hay posibilidad de que abandonen esta vida que llevan. Que era mejor matarlos y más cuando estabas luchando por proteger a alguien más. Mis superiores dicen que el deber de un marine es proteger a los civiles y en este estado que ha quedado he salvado a muchos de quedar esclavizados o drogados... Reconozco que me he pasado un poco, actué por instinto y tal vez ya estaba derrotado. ¿Pero si no era así? ¿Si lograba revolcarse y en lugar de derrotarlo solo se enfadaba más? No permitiría que nadie nos pusiera en peligro y mucho menos se aprovechase para inventarse algo y hacernos quedar como las villanas...—
La mink asintió terminando de vendar su brazo, conocía los trucos que una rata arrinconada podía usar, decir que era un noble atacado por dos locas, tildarlas de asesinas por defenderse de sus hombres. Fingir demencia, Le Roy se había escapado por meses e incluso años y nada le aseguraba a Berry que un poco de aceite le sacudiese el cerebro para dejar de actuar así. Incluso podía ser algo planificado, que le tirasen aceite, salir corriendo y dejarlas a merced de los legionarios al verse superado.
—¿No crees que fue muy conveniente que le cayese aceite y nunca mirase hacia arriba? Para mí estaba claro que deseaba inculparnos a nosotras y dejarnos a manos de los legionarios... Lástima que no contaba con que una de nosotras se dejase llevar por los instintos...—
La mink comenzó a ronronear ante las caricias y más al sentirlas en su cuello, agachandóse más hasta sentarse en cuatro patas y rascar con su pierna su abdomen, simulando ser un cachorrito. Incluso pareció llorar al sentir que la mano de la rubia se apartaba, aunque se sacudió un poco, no se quejaría tras tales mimos.
—Normalmente me negaría, pero ya que me llevo un recuerdo, podemos repartirla. Claro que tu llevas mucho buscando a este sujeto y te dejaré la mayor parte, no soy tampoco una aprovechada y tengo mi sueldo para vivir.—
Berry señaló su brazo vendado sonriendo con sinceridad ante el humilde gesto de no exigir mucho por su ayuda, después de todo sabía del duro mundo de alguien que trabajaba como mercenaria sin ningún sustento fijo y ella podía darse el lujo de vivir con un sueldo por hacer bien su trabajo. Se quedó moviendo su cola, mientras observaba a Alice para que esta le indicase adonde levarían a aquel desgraciado.
- Si tengo que elegir entre mi vida o la suya siempre voy a elegir la mía -respondiste-. Pero hay líneas que cada vez que pisas se difuminan un poco más. No quiero borrar las mías.
Berry también veía demasiado conveniente lo del aceite, pero lo achacaba a un plan macabro del propio Le roy. Tú frunciste el ceño, confusa. ¿Por qué un tipo paranoico iba a dejarse hervir en aceite? ¡Para incriminaros, ni más ni menos! No, ya no solo porque en sí misma era una mala idea sino por todas las variables que se iban a escapar de su control en cuanto cayese, empezando por la posibilidad de que alguien optase por quemarlo vivo aprovechando el momento. No, definitivamente tenía que ser otra cosa.
- Es un criminal buscado -rezongaste-. La única razón por la que podría hacer esto...
Caíste en la cuenta. Miraste hacia abajo. Le roy estaba difícilmente identificable, aunque aún se le podía distinguir por unas pocas marcas de belleza que no se habían ido y la forma de su rostro, muy cuadrada. Te agachaste junto a él, tratando de llamar su atención con el chasquido de tus dedos. Dolía un poco, pero en ese momento apenas notabas algo tan levemente molesto.
- ¡Tú! -le espetaste-. ¡Sí, tú! -Chasqueaste de nuevo los dedos-. Dime tu nombre.
Como si no comprendiese nada de lo que estabas diciendo se quedó mirando para ti, aunque terminó sonriendo antes de cerrar los ojos. Seguía respirando, así que le pegaste una patada en el pecho. Se retorció de dolor y su piel, quebradiza, empezó a romperse mostrando grietas sanguinolentas. Tragaste saliva, intentando evadirte de aquello.
- ¡Que quién eres! -Otra patada. Escuchaste risas. Miraste hacia arriba. Los tres andrajosos-. ¡Mierda!
Miraste a Berry, molesta. No con ella, claro, pero estabas frustrada. Todo era su plan desde el principio. ¡Todo! Los tipos encerrados, el doble que teníais a vuestros pies... Habíais perdido el tiempo; Le roy iba varios pasos por delante de vosotras desde el principio. Iba por delante de todo el mundo.
- No es posible que sea tan bueno -te quejaste-. No puede tener tantas cosas planeadas; no debería poder controlar su fruta si no está aquí. No, no... -Cabeceaste violentamente antes de encogerte de hombros, derrotada-. ¿Cómo? Nunca me había visto. ¿Tiene todo esto organizado esté en donde esté? ¿Siempre tiene estos dispositivos de seguridad? No puede ser.
Te diste cuenta de que estabas haciendo un numerito. Movías mucho los pies, hacías aspavientos nada elegantes con las manos y estabas a punto de botar de rabia, si bien aún no estabas lo bastante enajenada como para recordar que, tras lo que habías hecho, no era una buena idea.
- En fin, vuelta a empezar -asumiste-. Gracias igualmente, Berry. Como mínimo este es un palo a su tripulación; alguien habrá que valga algo o a quien podamos interrogar.
Tu voz salía como un hilo bajo, todavía sin asimilar del todo lo que acababa de pasar.
Berry también veía demasiado conveniente lo del aceite, pero lo achacaba a un plan macabro del propio Le roy. Tú frunciste el ceño, confusa. ¿Por qué un tipo paranoico iba a dejarse hervir en aceite? ¡Para incriminaros, ni más ni menos! No, ya no solo porque en sí misma era una mala idea sino por todas las variables que se iban a escapar de su control en cuanto cayese, empezando por la posibilidad de que alguien optase por quemarlo vivo aprovechando el momento. No, definitivamente tenía que ser otra cosa.
- Es un criminal buscado -rezongaste-. La única razón por la que podría hacer esto...
Caíste en la cuenta. Miraste hacia abajo. Le roy estaba difícilmente identificable, aunque aún se le podía distinguir por unas pocas marcas de belleza que no se habían ido y la forma de su rostro, muy cuadrada. Te agachaste junto a él, tratando de llamar su atención con el chasquido de tus dedos. Dolía un poco, pero en ese momento apenas notabas algo tan levemente molesto.
- ¡Tú! -le espetaste-. ¡Sí, tú! -Chasqueaste de nuevo los dedos-. Dime tu nombre.
Como si no comprendiese nada de lo que estabas diciendo se quedó mirando para ti, aunque terminó sonriendo antes de cerrar los ojos. Seguía respirando, así que le pegaste una patada en el pecho. Se retorció de dolor y su piel, quebradiza, empezó a romperse mostrando grietas sanguinolentas. Tragaste saliva, intentando evadirte de aquello.
- ¡Que quién eres! -Otra patada. Escuchaste risas. Miraste hacia arriba. Los tres andrajosos-. ¡Mierda!
Miraste a Berry, molesta. No con ella, claro, pero estabas frustrada. Todo era su plan desde el principio. ¡Todo! Los tipos encerrados, el doble que teníais a vuestros pies... Habíais perdido el tiempo; Le roy iba varios pasos por delante de vosotras desde el principio. Iba por delante de todo el mundo.
- No es posible que sea tan bueno -te quejaste-. No puede tener tantas cosas planeadas; no debería poder controlar su fruta si no está aquí. No, no... -Cabeceaste violentamente antes de encogerte de hombros, derrotada-. ¿Cómo? Nunca me había visto. ¿Tiene todo esto organizado esté en donde esté? ¿Siempre tiene estos dispositivos de seguridad? No puede ser.
Te diste cuenta de que estabas haciendo un numerito. Movías mucho los pies, hacías aspavientos nada elegantes con las manos y estabas a punto de botar de rabia, si bien aún no estabas lo bastante enajenada como para recordar que, tras lo que habías hecho, no era una buena idea.
- En fin, vuelta a empezar -asumiste-. Gracias igualmente, Berry. Como mínimo este es un palo a su tripulación; alguien habrá que valga algo o a quien podamos interrogar.
Tu voz salía como un hilo bajo, todavía sin asimilar del todo lo que acababa de pasar.
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Berry balanceaba su cabeza con aquello de las lineas, los hilos y las borraduras. Si bien comprendía todo en el mundo de los cazadores era algo confuso, abrió los ojos tras ver a Alice tan eenfadada, por lo cual prefirió abrir sus alas y volar hasta el edificio no porque estuviese intimidada si no al recordar algo. Volvió conteemplando a la rubia hacer todo un numerito con el tal Jadon colgando de su mano y lo lanzó sobre el falso Le Roy, este si estaba reconocible y en una pieza.
—Tranquila tal vez no sacamos el premio gordo pero ese tal Jadon era un peso pesado y puede valer algo, yo digo que te lo lleves y compres algun vestido con lo que valga. O algo más revelador... tu decides.—
La mink sonrió mientras escuchaba a Alice atormentarse por el aparente fracaso de la misión, pero no se alarmó en su lugar buscaba resaltar lo positivo más que ver un fracaso. Ella conocía que a veces las cosas no salían como se planeaban e incluso en un juego de ajedrez hasta los campeones perdían y tenían malas rachas.
—Hey no te presiones tanto, tal vez se escapó hoy pero mira, ya no podrá seguir aqui hemos destartalado su farsa y tendrá que mudarse luego. Hemos atrapado a uno de sus coleguitas y desfigurado a su gemelo o quien sea este lo que significa que no podrá usar el mismo truco en un futuro. Hemos quemado varios de sus aces y nosotras aún guardamos más de un truco bajo la manga. Creeme no es lo último que escuchará de nosotras y tarde o temprano acabará cayendo, tal vez la próxima debamos pensar más como un pirata y no tanto como agentes de la ley... ¡Ojalá conociese alguno!—
La mink bromeó un poco ya que revelar su poca o nula verguenza de trabajar con piratas como un hecho firme le podría meter en problemas, pero para una cazadora sería mucho más sencillo aliarse con algún pirata honesto que viese a través de los trucos de Le Roy. Berry se había divertido y el intento era lo importante, esperaba poder ayudar más a Alice en un futuro, tal vez atrapando a algún criminal menos escurridizo.
En total habían conseguido asestar varios golpes, tal vez debilitando la fortuna del pirata y consiguiendo que este tuviera que arriesgarse a dar pasos en falso para recomponerse, mientras que Berry continuaría entrenando para escalar en la marina y Alice tampoco se quedaría atrás. El reloj ahora apuraba a Le Roy y la mink no iba a permitir que Alice pudiera creer lo contrario, cuanto más éxito tenía una persona más cerca del fracaso estaba, Le Roy no era la excepción.
—Tranquila tal vez no sacamos el premio gordo pero ese tal Jadon era un peso pesado y puede valer algo, yo digo que te lo lleves y compres algun vestido con lo que valga. O algo más revelador... tu decides.—
La mink sonrió mientras escuchaba a Alice atormentarse por el aparente fracaso de la misión, pero no se alarmó en su lugar buscaba resaltar lo positivo más que ver un fracaso. Ella conocía que a veces las cosas no salían como se planeaban e incluso en un juego de ajedrez hasta los campeones perdían y tenían malas rachas.
—Hey no te presiones tanto, tal vez se escapó hoy pero mira, ya no podrá seguir aqui hemos destartalado su farsa y tendrá que mudarse luego. Hemos atrapado a uno de sus coleguitas y desfigurado a su gemelo o quien sea este lo que significa que no podrá usar el mismo truco en un futuro. Hemos quemado varios de sus aces y nosotras aún guardamos más de un truco bajo la manga. Creeme no es lo último que escuchará de nosotras y tarde o temprano acabará cayendo, tal vez la próxima debamos pensar más como un pirata y no tanto como agentes de la ley... ¡Ojalá conociese alguno!—
La mink bromeó un poco ya que revelar su poca o nula verguenza de trabajar con piratas como un hecho firme le podría meter en problemas, pero para una cazadora sería mucho más sencillo aliarse con algún pirata honesto que viese a través de los trucos de Le Roy. Berry se había divertido y el intento era lo importante, esperaba poder ayudar más a Alice en un futuro, tal vez atrapando a algún criminal menos escurridizo.
En total habían conseguido asestar varios golpes, tal vez debilitando la fortuna del pirata y consiguiendo que este tuviera que arriesgarse a dar pasos en falso para recomponerse, mientras que Berry continuaría entrenando para escalar en la marina y Alice tampoco se quedaría atrás. El reloj ahora apuraba a Le Roy y la mink no iba a permitir que Alice pudiera creer lo contrario, cuanto más éxito tenía una persona más cerca del fracaso estaba, Le Roy no era la excepción.
¿Tan desolada parecías? Berry soltó a Jadon despreocupadamente encima de un malherido imitador de Le roy, ofreciéndotelo como compensación para que se te hiciese más liviano el trago de haber fracasado estrepitosamente. Luego se dispuso a consolarte. De forma efectiva, en realidad, y aunque no llegaste a sentirte bien del todo sí que terminaste de ver las cosas desde una perspectiva tal vez un poco más complaciente. Tú no estabas hecha al fracaso, mucho menos a fallar delante de otra gente, por lo que podía llegar a hacérsete un poco complicado lidiar con la frustración. Y con la vergüenza.
- Quizá debería -dijiste, finalmente-. Pero parecía tan cerca... ¿Cómo podía tener planeado algo tan intrincado? ¿Cómo ha sido capaz? -De pronto cayó en las demás palabras de la marine. Con la mirada notablemente perdida, decidiste preguntar-: ¿Cómo algo más revelador? ¿Estás... coqueteando conmigo?
Hasta cierto punto se te seguía haciendo ajena la idea de alguien tratando de cortejarte. A lo largo de tu adolescencia tus pretendientes habían estado más centrados en agradar a tu padre o a Lewis que en resultar atractivos para ti. Una alianza, una relación comercial, un par de fábricas... El deseo y el amor estaban muy lejos en ese entorno, y por mucho que llevaras tiempo lejos de él te costaba mucho comprender las costumbres sociales de la plebe. No era que te terminasen de desagradar, pero resultaban en cierto modo incómodas y no sabías reaccionar debidamente a ellas.
- No sé si la ropa particularmente reveladora me quedará bien -contestaste, cargada de falsa modestia. Entre otras cosas porque ese día no lucías especial recato-. Prefiero algo un poco más elegante, la verdad. Quizá un vestido de fiesta; hace mucho que no voy a un baile, y el último me lo arruinó Momo...
En realidad Momojiro no era estrictamente el culpable, pero en gran parte habías llegado tarde al baile porque él se había entretenido en lugar de investigar la parte que le correspondía. Podríais haber tenido resuelto todo el problema de Lvneel mucho antes de lo que había sido, y estabas convencida de que era por ese retraso que no te habían invitado desde entonces. Pero bueno, tampoco ibas a llorar; preferías convites más privados en los que no te intentasen emparejar con el primer primo medio tonto de un príncipe.
- En fin, muchas gracias por todo. Aunque este valga menos -ni sabías cuánto podía valer- lo justo es que tú también te lleves tu parte. ¿Me acompañas un momento a entregarlo antes de marchar y te doy lo tuyo? Y tu parte, claro.
Lamentable. No tenías claro que debieras responder eso y no estabas para nada segura de que fuese buena idea devolverle aquellas bromas, pero era una muchacha agradable. A lo mejor haciéndolo dejabas de sentirte tan rara.
- Quizá debería -dijiste, finalmente-. Pero parecía tan cerca... ¿Cómo podía tener planeado algo tan intrincado? ¿Cómo ha sido capaz? -De pronto cayó en las demás palabras de la marine. Con la mirada notablemente perdida, decidiste preguntar-: ¿Cómo algo más revelador? ¿Estás... coqueteando conmigo?
Hasta cierto punto se te seguía haciendo ajena la idea de alguien tratando de cortejarte. A lo largo de tu adolescencia tus pretendientes habían estado más centrados en agradar a tu padre o a Lewis que en resultar atractivos para ti. Una alianza, una relación comercial, un par de fábricas... El deseo y el amor estaban muy lejos en ese entorno, y por mucho que llevaras tiempo lejos de él te costaba mucho comprender las costumbres sociales de la plebe. No era que te terminasen de desagradar, pero resultaban en cierto modo incómodas y no sabías reaccionar debidamente a ellas.
- No sé si la ropa particularmente reveladora me quedará bien -contestaste, cargada de falsa modestia. Entre otras cosas porque ese día no lucías especial recato-. Prefiero algo un poco más elegante, la verdad. Quizá un vestido de fiesta; hace mucho que no voy a un baile, y el último me lo arruinó Momo...
En realidad Momojiro no era estrictamente el culpable, pero en gran parte habías llegado tarde al baile porque él se había entretenido en lugar de investigar la parte que le correspondía. Podríais haber tenido resuelto todo el problema de Lvneel mucho antes de lo que había sido, y estabas convencida de que era por ese retraso que no te habían invitado desde entonces. Pero bueno, tampoco ibas a llorar; preferías convites más privados en los que no te intentasen emparejar con el primer primo medio tonto de un príncipe.
- En fin, muchas gracias por todo. Aunque este valga menos -ni sabías cuánto podía valer- lo justo es que tú también te lleves tu parte. ¿Me acompañas un momento a entregarlo antes de marchar y te doy lo tuyo? Y tu parte, claro.
Lamentable. No tenías claro que debieras responder eso y no estabas para nada segura de que fuese buena idea devolverle aquellas bromas, pero era una muchacha agradable. A lo mejor haciéndolo dejabas de sentirte tan rara.
Berry
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Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Berry se dedicó a no darle más vueltas al asunto, era un pirata paranoico y aquel tema del doble lo habrá tenido preparado para cualquiera no solo para Alice en especial. Seguramente ni siquiera conocía a la muchacha o a la mink hasta aquel día y lo que podrían informarles sobre ellas era realmente irrelevante. Berry había hecho todo un número y Alice apenas había intervenido siendo un misterio la mayoría de sus capacidades. Guiñó su ojo al escuchar la pregunta, casi sin creerse que una chica tan bonita estuviera tan poco familiarizada con el coqueteo.
—Claro que te estoy coqueteando, eres muy bonita y me agradas, es mi forma de mostrar que me importas. Sé que no es lo normal, pero no conozco otra manera de entablar amistades sin ligoteo de por medio y desaprovechar la oportunidad de verte sonreír o sonrojarte sería un grave error de mi parte.—
Berry expresó aquello como si fuese lo más normal del mundo, incluso sabiendo que coqueteaba muchas veces con personas de dudosa moralidad y que no escatimaba en usar ese recurso para conocer a muchas personas. Lo veía como un gesto divertido, muchas veces rompía el hielo que todas las personas construían a su alrededor. ¿Qué importaba que le llamasen pervertida a veces? Nunca toqueteaba sin permiso y sus insinuaciones eran en forma de sutiles o no tan sutiles bromas.
—Creo que cualquier cosa luciría bien en tu cuerpo, pero un vestido sea revelador o no parece calzar perfecto con tu estilo. ¿Baile? En mi tribu bailamos bastante, bueno bailaba porque hace mucho no voy, también cantamos. Incluso teníamos una canción para las fiestas, decía algo como Nana miné waka waka ehoeh... o era Naminaminé aca aca ye ye... hmmm nunca la aprendí del todo, pero era complicada ni siquiera sabían que decía la letra ¡Bwahahaha!—
La mink comenzó a reír tratando de recordar la canción mientras juntaba sus palmas y comenzaba a hacer una danza moviendo sus caderas al ritmo. Un ritmo que tampoco recordaba e incluso la hacían ver más graciosa si es que todavía cabía la posibilidad. Escuchó a Alice, asintiendo con la cabeza para luego demostrar un fugaz brillo en su mirada ante el chiste de su compañera, le agradaba estar en una sintonía similar.
—Prometo recordarla la próxima vez y enseñarte a bailarla, no era muy complicada creo recordar que había algunos saltos. Y claro que te acompaño a que me des y no consejos, aunque también acepto consejos. ¡Vamos de paseo a entregar a un feo!—
Y así la mink comenzó a cantar nuevamente siguiendo a la rubia, la había pasado bien y se estaba divirtiendo tanto con las insinuaciones y costumbres que se había olvidado casi por completo de su brazo chamuscado. Sin dudas no había sido una quemadura tan severa y con algunos cuidados volvería a estar como nueva en unos cuantos días.
—Claro que te estoy coqueteando, eres muy bonita y me agradas, es mi forma de mostrar que me importas. Sé que no es lo normal, pero no conozco otra manera de entablar amistades sin ligoteo de por medio y desaprovechar la oportunidad de verte sonreír o sonrojarte sería un grave error de mi parte.—
Berry expresó aquello como si fuese lo más normal del mundo, incluso sabiendo que coqueteaba muchas veces con personas de dudosa moralidad y que no escatimaba en usar ese recurso para conocer a muchas personas. Lo veía como un gesto divertido, muchas veces rompía el hielo que todas las personas construían a su alrededor. ¿Qué importaba que le llamasen pervertida a veces? Nunca toqueteaba sin permiso y sus insinuaciones eran en forma de sutiles o no tan sutiles bromas.
—Creo que cualquier cosa luciría bien en tu cuerpo, pero un vestido sea revelador o no parece calzar perfecto con tu estilo. ¿Baile? En mi tribu bailamos bastante, bueno bailaba porque hace mucho no voy, también cantamos. Incluso teníamos una canción para las fiestas, decía algo como Nana miné waka waka ehoeh... o era Naminaminé aca aca ye ye... hmmm nunca la aprendí del todo, pero era complicada ni siquiera sabían que decía la letra ¡Bwahahaha!—
La mink comenzó a reír tratando de recordar la canción mientras juntaba sus palmas y comenzaba a hacer una danza moviendo sus caderas al ritmo. Un ritmo que tampoco recordaba e incluso la hacían ver más graciosa si es que todavía cabía la posibilidad. Escuchó a Alice, asintiendo con la cabeza para luego demostrar un fugaz brillo en su mirada ante el chiste de su compañera, le agradaba estar en una sintonía similar.
—Prometo recordarla la próxima vez y enseñarte a bailarla, no era muy complicada creo recordar que había algunos saltos. Y claro que te acompaño a que me des y no consejos, aunque también acepto consejos. ¡Vamos de paseo a entregar a un feo!—
Y así la mink comenzó a cantar nuevamente siguiendo a la rubia, la había pasado bien y se estaba divirtiendo tanto con las insinuaciones y costumbres que se había olvidado casi por completo de su brazo chamuscado. Sin dudas no había sido una quemadura tan severa y con algunos cuidados volvería a estar como nueva en unos cuantos días.
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