Okada Rokuro
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Habían pasado muchas cosas, y pocas de ellas buenas. Desde aquella extraña entidad —que le sigue debiendo un deseo— que le hizo intercambiar cuerpos con su jefe hasta su pequeña —en realidad enorme— crisis existencial. Especialmente esto último le había obligado a permanecer a las sombras últimamente, incapaz de seguir trabajando hasta que tomase una decisión. Los agentes encargados de su reconocimiento médico habían sido bastantes indulgentes, aunque tras las entrevistas psicológicas había ciertas amenazas veladas.
«Pues claro que puedes coger la baja por depresión. Y esperamos que puedas volver pronto al trabajo. Sería una completa lástima perder a un valioso agente...» habían dicho tras su última entrevista. A juzgar por Rokuro, lo más probable es que los encargados de los análisis psicológicos del Gobierno que le atendieron hubieran supuesto que no iba a causar problemas. Al menos, de momento. Rokuro había demostrado ser un agente fiel, que no causaba excesivos problemas y no dejaba de pertenecer a lo más bajo del escalafón. Las crisis de ansiedad no eran poco comunes en el Gobierno Mundial, y no podían andar ejecutando a cualquiera que decidiese dejar el trabajo una temporada por si se iba de la lengua. De hacerlo, se quedarían al menos sin la mitad de su personal. No, era más sencillo concederle cierto tiempo para que aclarase su mente.
«Aunque en ningún momento me ofrecieron asesoramiento psicológico» razonó. Para sus superiores era más fácil desentenderse de él. Y probablemente el Gobierno no tuviese ningún programa del estilo. Si por él fuera, tendrían programas similares y mucho más. Aunque la paga era buena, esta se debía principalmente a los riesgos del trabajo. No había prácticamente ningún otro derecho del trabajador, y el miedo a las ejecuciones clandestinas no ayudaba precisamente. Por eso, durante su tiempo en reclusión, alejado del constante flujo de misiones en las que se veía obligado a dejar a un lado sus sentimientos para realizar todo tipo de actos delictivos no delictivos, tomó una decisión: cambiar las cosas.
Por eso, tras un tiempo que dedicó a entrenar y fortalecer su cuerpo y su mente, volvió al trabajo. Por eso, y porque el plazo que le había concedido el Gobierno Mundial era bastante corto, a decir verdad.
En esta ocasión, la misión ocurría en Sabadoy, hogar de mafiosos y criminales. Por una vez, la premisa de su trabajo era sencilla: acabar con la banda de Kaden Cross, un relativamente conocido traficante de la zona. Rokuro se dirigió a la zona de reunión, un callejón semioculto, cerca del parque de atracciones, para esperar a su compañero para esta misión. No sabía de quién podría tratarse, aunque en la información que le habían facilitado lo calificaron como un «viejo conocido». Allí, oculto entre las sombras, Rokuro esperaba con la mano en su arma, esperándose lo peor.
«Pues claro que puedes coger la baja por depresión. Y esperamos que puedas volver pronto al trabajo. Sería una completa lástima perder a un valioso agente...» habían dicho tras su última entrevista. A juzgar por Rokuro, lo más probable es que los encargados de los análisis psicológicos del Gobierno que le atendieron hubieran supuesto que no iba a causar problemas. Al menos, de momento. Rokuro había demostrado ser un agente fiel, que no causaba excesivos problemas y no dejaba de pertenecer a lo más bajo del escalafón. Las crisis de ansiedad no eran poco comunes en el Gobierno Mundial, y no podían andar ejecutando a cualquiera que decidiese dejar el trabajo una temporada por si se iba de la lengua. De hacerlo, se quedarían al menos sin la mitad de su personal. No, era más sencillo concederle cierto tiempo para que aclarase su mente.
«Aunque en ningún momento me ofrecieron asesoramiento psicológico» razonó. Para sus superiores era más fácil desentenderse de él. Y probablemente el Gobierno no tuviese ningún programa del estilo. Si por él fuera, tendrían programas similares y mucho más. Aunque la paga era buena, esta se debía principalmente a los riesgos del trabajo. No había prácticamente ningún otro derecho del trabajador, y el miedo a las ejecuciones clandestinas no ayudaba precisamente. Por eso, durante su tiempo en reclusión, alejado del constante flujo de misiones en las que se veía obligado a dejar a un lado sus sentimientos para realizar todo tipo de actos delictivos no delictivos, tomó una decisión: cambiar las cosas.
Por eso, tras un tiempo que dedicó a entrenar y fortalecer su cuerpo y su mente, volvió al trabajo. Por eso, y porque el plazo que le había concedido el Gobierno Mundial era bastante corto, a decir verdad.
En esta ocasión, la misión ocurría en Sabadoy, hogar de mafiosos y criminales. Por una vez, la premisa de su trabajo era sencilla: acabar con la banda de Kaden Cross, un relativamente conocido traficante de la zona. Rokuro se dirigió a la zona de reunión, un callejón semioculto, cerca del parque de atracciones, para esperar a su compañero para esta misión. No sabía de quién podría tratarse, aunque en la información que le habían facilitado lo calificaron como un «viejo conocido». Allí, oculto entre las sombras, Rokuro esperaba con la mano en su arma, esperándose lo peor.
Matt
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Hace unos días:
En un barco procedente del basto océano atraca en uno de los puertos de Shabondy. Dicho barco parecía llevar enseres y suministros para reabastecer mercados, su objetivo era descargar, pasar la noche y salir temprano en la madrugada, pero una vez estuvo vacío y todos sus tripulantes descansaban, la mitad en el barco, la otra en tierra firme, un acontecimiento extraño tenía vida en su interior... Dos hombres con bata blanca se acercaron a la única caja que había, era grande unos cinco o seis metros de ancho por tres de alto, clavaron una palanca en uno de los laterales y ejercieron la suficiente fuerza para quitar uno de los laterales de la caja que andaba clavado, mostrando así su interior.
En su interior se podía ver el cuerpo inerte de M.A.T.T. el proyecto más ambicioso del profesor, no tenía la luz en su cara la cual indicaba por así decirlo "actividad cerebral" lo que indicaba que estaba desconectado -Hay que quitarle el polvo...- Comenta el más viejo de los dos -Si profesor- El segundo presente en la escena, el más joven empieza a prepararlo, primero con un paño húmedo empieza a limpiar el cuerpo metálico del antiguo agente del gobierno, después, conecta un montón de cables de un ordenador que había al lado de MATT al susodicho en cuestión y por último, el más viejo empieza a toquetear el ordenador -Antes de que se inicie, recuerda, al más mínimo cambio, lo desconectas y me informas, primero ¡DESCONECTA! y luego informas... ¿Queda claro?- El muchacho asiente -No podemos volver a dejar que se descontrole... O cancelarán mi proyecto- Comentó algo iracundo...
Tras un par de horas toqueteando el ordenador que había al lado, -Ahora...- Tras la orden y apretar un botoncito, el cuerpo de MATT empieza a hacer un ruido, seguido de unos pocos espasmos hasta que al final, la luz de su cabeza se enciende en un tono azul a la par que la alza... Estaba de vuelta... -Matt, Soy yo, ¿Me reconoces?- El cyborg asiente -Tienes una nueva misión, no hay probabilidad de fallo- Vuelve a asentir -Tu asistente te dará los datos de la misión, yo haré un par de comprobaciones y podremos ponernos en marcha... Una última pregunta ¿Como te llamas? ¿Qué eres?- La pregunta fue realizada con algo de tensión momentaneo -M.A.T.T. Soldado- El profesor sonrió -Perfecto, sigamos...-
En la actualidad:
Por la entrada del callejón donde esperaba Rokuro, entró un chaval, pelo revuelto, gafas, vestido como el típico turista, como cuando te quieres hacer pasar por uno pero te flipas demasiado con la ropa. Camisa abierta enseñando... Costillas por que no tenía ni chicha ni limoná, bermudas y chanclas con calcetines, todo esto a juego con un bonito estampado de arboles de Shabondy dibujado en la tela... -Bue... Buenas, soy su... su en..lace- Estaba acojonado, sabía que tenía delante a un asesino, sabía cual era la misión pues se encargaba de "programar" a MATT para los objetivos -Usted ya tiene toda la información y su compañero también... Inof... Inff Informe de cualquier problema en la misión tras finalizarla... Matt está a su disposición...- Dicho eso, deja un dosier en el suelo, se da la vuelta y sale corriendo hasta el callejón para luego andar con cautela, disimulando... -Cuide a Matt por favor...- Dijo apenado, para el muchacho Matt era más que un proyecto...
Por encima de la cabeza de Rokuro se empezó a escuchar un "Crick, Crick, Crick" el cual cada vez era más fuerte y rápido hasta que tras un ruido extraño, desde arriba cayó la figura de una persona, totalmente vendada y cubierta con una capa de tela roñosa, hasta unos dos metros del suelo, donde frenó en seco y se quedó como "levitando" si uno se fijaba bien, podía ver que la figura tenía alzada una mano la cual agarraba un cable bastante fino, solo reflejaba en parte un poco la poca luz que había en el ambiente, tras unos segundos se soltó y cayó al suelo, haciendo.. Bastante ruido, se notaba que pesaba más de lo que aparentaba -Soldado Matt a su servicio-
Explicación:
-En el dosier viene la información de MATT para que estés un poco enterado
-Matt estaba transformado en araña por el techo, en la oscuridad cambió su forma y se dejó caer con una tela de araña para sostenerse
En un barco procedente del basto océano atraca en uno de los puertos de Shabondy. Dicho barco parecía llevar enseres y suministros para reabastecer mercados, su objetivo era descargar, pasar la noche y salir temprano en la madrugada, pero una vez estuvo vacío y todos sus tripulantes descansaban, la mitad en el barco, la otra en tierra firme, un acontecimiento extraño tenía vida en su interior... Dos hombres con bata blanca se acercaron a la única caja que había, era grande unos cinco o seis metros de ancho por tres de alto, clavaron una palanca en uno de los laterales y ejercieron la suficiente fuerza para quitar uno de los laterales de la caja que andaba clavado, mostrando así su interior.
En su interior se podía ver el cuerpo inerte de M.A.T.T. el proyecto más ambicioso del profesor, no tenía la luz en su cara la cual indicaba por así decirlo "actividad cerebral" lo que indicaba que estaba desconectado -Hay que quitarle el polvo...- Comenta el más viejo de los dos -Si profesor- El segundo presente en la escena, el más joven empieza a prepararlo, primero con un paño húmedo empieza a limpiar el cuerpo metálico del antiguo agente del gobierno, después, conecta un montón de cables de un ordenador que había al lado de MATT al susodicho en cuestión y por último, el más viejo empieza a toquetear el ordenador -Antes de que se inicie, recuerda, al más mínimo cambio, lo desconectas y me informas, primero ¡DESCONECTA! y luego informas... ¿Queda claro?- El muchacho asiente -No podemos volver a dejar que se descontrole... O cancelarán mi proyecto- Comentó algo iracundo...
Tras un par de horas toqueteando el ordenador que había al lado, -Ahora...- Tras la orden y apretar un botoncito, el cuerpo de MATT empieza a hacer un ruido, seguido de unos pocos espasmos hasta que al final, la luz de su cabeza se enciende en un tono azul a la par que la alza... Estaba de vuelta... -Matt, Soy yo, ¿Me reconoces?- El cyborg asiente -Tienes una nueva misión, no hay probabilidad de fallo- Vuelve a asentir -Tu asistente te dará los datos de la misión, yo haré un par de comprobaciones y podremos ponernos en marcha... Una última pregunta ¿Como te llamas? ¿Qué eres?- La pregunta fue realizada con algo de tensión momentaneo -M.A.T.T. Soldado- El profesor sonrió -Perfecto, sigamos...-
En la actualidad:
Por la entrada del callejón donde esperaba Rokuro, entró un chaval, pelo revuelto, gafas, vestido como el típico turista, como cuando te quieres hacer pasar por uno pero te flipas demasiado con la ropa. Camisa abierta enseñando... Costillas por que no tenía ni chicha ni limoná, bermudas y chanclas con calcetines, todo esto a juego con un bonito estampado de arboles de Shabondy dibujado en la tela... -Bue... Buenas, soy su... su en..lace- Estaba acojonado, sabía que tenía delante a un asesino, sabía cual era la misión pues se encargaba de "programar" a MATT para los objetivos -Usted ya tiene toda la información y su compañero también... Inof... Inff Informe de cualquier problema en la misión tras finalizarla... Matt está a su disposición...- Dicho eso, deja un dosier en el suelo, se da la vuelta y sale corriendo hasta el callejón para luego andar con cautela, disimulando... -Cuide a Matt por favor...- Dijo apenado, para el muchacho Matt era más que un proyecto...
Por encima de la cabeza de Rokuro se empezó a escuchar un "Crick, Crick, Crick" el cual cada vez era más fuerte y rápido hasta que tras un ruido extraño, desde arriba cayó la figura de una persona, totalmente vendada y cubierta con una capa de tela roñosa, hasta unos dos metros del suelo, donde frenó en seco y se quedó como "levitando" si uno se fijaba bien, podía ver que la figura tenía alzada una mano la cual agarraba un cable bastante fino, solo reflejaba en parte un poco la poca luz que había en el ambiente, tras unos segundos se soltó y cayó al suelo, haciendo.. Bastante ruido, se notaba que pesaba más de lo que aparentaba -Soldado Matt a su servicio-
Explicación:
-En el dosier viene la información de MATT para que estés un poco enterado
-Matt estaba transformado en araña por el techo, en la oscuridad cambió su forma y se dejó caer con una tela de araña para sostenerse
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«Un viejo amigo... Un viejo amigo —pensaba intranquilo Rokuro—. Por los Siete Pergaminos Perdidos, ¿de quién se puede tratar?» El ninja había tenido toda variedad de compañeros de misiones a lo largo de su carrera en el Cipher Pol, a cada cuál más variopinto. Por ejemplo, estaba el callado aunque bondadoso Jojo, quién de bueno era tonto y siempre atraía atenciones indeseadas con su variopinto aspecto y su peculiar carácter. Peculiar se quedaba corto, pero acordándose de él Rokuro se dio cuenta de que, si seguía en el Cipher Pol, era por gente como el mundo.
Sin embargo, había habido otros compañeros no tan buenos. «Sí, sin duda el más extraño fue aquel...» pensaba Rokuro antes de verse interrumpido por un agudo chillido. Allí, en el cielo, se podía vislumbrar la oscura figura de Takarashi, el águila, sobrevolando la zona, vigilando con su atenta mirada. Al escuchar su llamado, descubrió que un joven bastante escuálido se adentraba en el callejón, hecho un manojo de nervios y con las ropas más llamativas que había visto Rokuro. No sabía si intentaba pasar desapercibido o llamar la atención, puesto que su conjunto vacacional le hacía destacar cumpliendo más de un tópico sobre los extranjeros.
El ninja escuchó con atención sus palabras, intrigado. ¿Enlace? ¿Informe? Ya le habían facilitado toda la información en lo referente a la misión, a la excepción de la identidad de su compañero. Aunque... La última vez que le habían facilitado un enlace y un informe... No, no podía ser. Llevaba mucho tiempo sin saber nada de «él». A esas alturas, lo daba por retirado o en la chatarrería. ¿El flacucho había dicho Matt? El corazón de Rokuro dio un vuelco.
Crick, crick, crick.
De su espalda surgió un cuerpo, grande y robusto, cubierto de ropas raídas y el rostro cubierto bajo gruesas vendas, aunque el peliblanco sabía qué se ocultaba debajo. Los recuerdos de los icebergs, el ataque de la revolución, su espeluznante forma de matar y el momento de adquirir sus poderes del diablo no le habían abandonado. Rokuro casi podía sentir admiración por su forma de trabajar, siempre preciso, impertérrito, aunque sabía que detrás de aquel «ser» se ocultaba uno de los mayores secretos del Gobierno Mundial. O al menos eso imaginaba. Por otro lado, se relajó. Ahora sabía con quién le tocaba trabajar y, a pesar de todo lo que conllevaba, sabía que aquel trabajo se llevaría a cabo.
—Hola, Matt —saludó de forma seca—. Supongo que te habrán facilitado la información de esta misión, pero te haré un resumen rápido para que te sea más fácil de asimilar. Kaden Cross está bajo la protección de gente importante. No sé por qué, a nuestros jefes les interesa buscarles las cosquillas a estos traficantes, pero no podemos hacerlo sin más. Hay que hacerlo a plena luz del día, haciéndonos pasar por revolucionarios. Quizás si gritas «¡Viva la revolución!» de vez en cuando logremos que parezca convincente. Y también debemos dejar escapar a tantos esclavos como nos sea posible, ya que es una acción muy revolucionaria. De resto, puedes matar a destajo. Es más, nos exigen hacerlo. ¿Entendido? Pues en marcha.
Sin embargo, había habido otros compañeros no tan buenos. «Sí, sin duda el más extraño fue aquel...» pensaba Rokuro antes de verse interrumpido por un agudo chillido. Allí, en el cielo, se podía vislumbrar la oscura figura de Takarashi, el águila, sobrevolando la zona, vigilando con su atenta mirada. Al escuchar su llamado, descubrió que un joven bastante escuálido se adentraba en el callejón, hecho un manojo de nervios y con las ropas más llamativas que había visto Rokuro. No sabía si intentaba pasar desapercibido o llamar la atención, puesto que su conjunto vacacional le hacía destacar cumpliendo más de un tópico sobre los extranjeros.
El ninja escuchó con atención sus palabras, intrigado. ¿Enlace? ¿Informe? Ya le habían facilitado toda la información en lo referente a la misión, a la excepción de la identidad de su compañero. Aunque... La última vez que le habían facilitado un enlace y un informe... No, no podía ser. Llevaba mucho tiempo sin saber nada de «él». A esas alturas, lo daba por retirado o en la chatarrería. ¿El flacucho había dicho Matt? El corazón de Rokuro dio un vuelco.
Crick, crick, crick.
De su espalda surgió un cuerpo, grande y robusto, cubierto de ropas raídas y el rostro cubierto bajo gruesas vendas, aunque el peliblanco sabía qué se ocultaba debajo. Los recuerdos de los icebergs, el ataque de la revolución, su espeluznante forma de matar y el momento de adquirir sus poderes del diablo no le habían abandonado. Rokuro casi podía sentir admiración por su forma de trabajar, siempre preciso, impertérrito, aunque sabía que detrás de aquel «ser» se ocultaba uno de los mayores secretos del Gobierno Mundial. O al menos eso imaginaba. Por otro lado, se relajó. Ahora sabía con quién le tocaba trabajar y, a pesar de todo lo que conllevaba, sabía que aquel trabajo se llevaría a cabo.
—Hola, Matt —saludó de forma seca—. Supongo que te habrán facilitado la información de esta misión, pero te haré un resumen rápido para que te sea más fácil de asimilar. Kaden Cross está bajo la protección de gente importante. No sé por qué, a nuestros jefes les interesa buscarles las cosquillas a estos traficantes, pero no podemos hacerlo sin más. Hay que hacerlo a plena luz del día, haciéndonos pasar por revolucionarios. Quizás si gritas «¡Viva la revolución!» de vez en cuando logremos que parezca convincente. Y también debemos dejar escapar a tantos esclavos como nos sea posible, ya que es una acción muy revolucionaria. De resto, puedes matar a destajo. Es más, nos exigen hacerlo. ¿Entendido? Pues en marcha.
Matt
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Tras recibir las ordenes pertinentes por parte de su compañero que ahora era su superior, Matt asintió -Recibido- Contesto con su típica voz metálica aún que algo mejorada tras aquella visita a la isla con Jojo, el cyborg se acercó a la pared de la izquierda y tiró de otro cable igual que, del que se había dejado caer, al hacerlo se escuchó un ruido similar al roce de la cuerda en un eje pero algo más agudo y de la nada cayó un bulto grande envuelto en las mismas vendas que el agente del gobeirno. Era su espada, la cual iba oculta para no llamar la atención... Bueno, para no llamar más la atención quiero decir, se la colocó en la espalda y se colocó en la sombra de Rokuro, dispuesto a seguirlo ahí donde fuera.
Matt había vuelto a ser reiniciado, tras su última misión donde según el profesor Hojo, había tenido un error en la programación de los cuales ya informó que podían ocurrir, el proyecto MATT se salvó por el simple hecho de esa puntualización en los documentos entregados desde un inicio por el profesor, pero al gobierno no le gustó nada que hablando mal y en plata, se le fuese la olla y acabara matando a los enemigos y al pelotón aliado del gobierno... Muchos agentes cayeron ese día en manos del robot, más de los que cayeron ante el enemigo.
El problema vino tras ingerir la akuma no mi, la cual agregó un factor extra que no estaba calculado en la personalidad de Matt, Hojo ya había previsto algunos cambios pero parecía ser que el instinto asesino y de caza proveniente del animal de la fruta del diablo hizo un desajuste mental en el cerebro humano del soldado y despertó una mente que no debía salir a la luz...
Pero eso son cosas del pasado que no volverán a pasar... Bueno, eso dice el profesor, habrá que creerle que para eso ha estudiado, bloqueó de forma científica las conexiones neuronales con... Bueno, jerga científica que no entiendo y no voy a intentar razonar, soy el narrador, no un catedrático... Ahora Matt estaba como cuando se estrenó y por si fuera poco no solo eso, ahora tenía un equipo científico a su cuidado, era un soldado que valía por muchos pero también necesitaba quien cuidara de él... O mejor dicho quien se diese cuenta de los fallos que tenía.
Matt había vuelto a ser reiniciado, tras su última misión donde según el profesor Hojo, había tenido un error en la programación de los cuales ya informó que podían ocurrir, el proyecto MATT se salvó por el simple hecho de esa puntualización en los documentos entregados desde un inicio por el profesor, pero al gobierno no le gustó nada que hablando mal y en plata, se le fuese la olla y acabara matando a los enemigos y al pelotón aliado del gobierno... Muchos agentes cayeron ese día en manos del robot, más de los que cayeron ante el enemigo.
El problema vino tras ingerir la akuma no mi, la cual agregó un factor extra que no estaba calculado en la personalidad de Matt, Hojo ya había previsto algunos cambios pero parecía ser que el instinto asesino y de caza proveniente del animal de la fruta del diablo hizo un desajuste mental en el cerebro humano del soldado y despertó una mente que no debía salir a la luz...
Pero eso son cosas del pasado que no volverán a pasar... Bueno, eso dice el profesor, habrá que creerle que para eso ha estudiado, bloqueó de forma científica las conexiones neuronales con... Bueno, jerga científica que no entiendo y no voy a intentar razonar, soy el narrador, no un catedrático... Ahora Matt estaba como cuando se estrenó y por si fuera poco no solo eso, ahora tenía un equipo científico a su cuidado, era un soldado que valía por muchos pero también necesitaba quien cuidara de él... O mejor dicho quien se diese cuenta de los fallos que tenía.
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«Kaden Cross, antiguo pirata y actual traficante de esclavos —pensó Rokuro, repasando la información sobre su objetivo—. Dueño de la casa de subastas Patíbulo del Destino. Los informes le describen como la clase más baja de escoria, un hombre sin ningún miramiento ni contemplaciones hacia nada ni nadie. Su cabeza vale veintitrés millones, poco para un ex pirata, pero sí bastante para un criminal de su clase».
Los criminales como él solían ocultarse a plena luz del día, evitando llamar la atención. Muchos ni siquiera tenían recompensas sobre sus cabezas, lo que los hacía más difícil de identificar. Cross no. Al parecer el traficante no era de los que agachaban la cabeza con facilidad, aunque el hecho de que nadie le hubiese puesto un dedo encima decía mucho. Sin duda trabajaba para alguien, alguien poderoso. ¿Quizás por eso querían que la Revolución cargara con las culpas, para hacer que su patrón lanzara sus fuerzas contra la Revolución? No era un mal plan, aunque los actos de Rokuro y su robótico compañero podrían ser el inicio de un largo y sangriento conflicto. ¿Podría vivir con ello?
Rokuro miró a su compañero, quién tras empezar la marcha hacia su destino no había dicho ni una sola palabra. «Hasta Jojo era más comunicativo, ¡y eso que no podía hablar!» pensó mientras observaba al cyborg, androide o lo que fuese. Aparentemente no había cambiado desde la última vez que lo había visto, salvo por el hecho de que ahora parecía poder usar sus poderes del diablo. Era la primera vez que Rokuro los veía, y aunque lo disimuló bien, tenía cierta curiosidad. ¿Tela de araña? Aquello parecía un ninjutsu endiabladamente útil. Tomó una nota mental mientras seguía intentando escrutar el rosto de Matt. Parecía tan frío e insensible como siempre, demostrando de forma indudable que él sí que podría vivir con la matanza que estaba por librarse. Si él podía, Rokuro que había nacido y vivido toda su infancia en una aldea de ninjas donde entrenaba sin para ser una máquina de matar sin sentimientos también debía ser capaz.
No le gustaba pensar en ello, su infancia fue dura. Y todo empeoró tras la muerte de su hermana. La expresión de su padre aquel día... ¿Por qué se acordaba ahora de aquello? No era momento de estar pensando en el trabajo. Llevaba meses entrenando su cuerpo y fortaleciendo su mente precisamente por eso. No, debía centrarse. Debía poner a raya sus sentimientos. Estaba trabajando, tenía una misión que cumplir, y pesase lo que pesase, no iba dejar de cumplirla.
—Hemos llegado —dijo de sopetón al descubrir de frente la casa de subastas de Kaden—. Por la hora que es, parece que hay una sesión en curso.
Se acercó más a su compañero, para hablarle sin que nadie pudiera escucharles.
—El lugar estará plagado de esclavos, civiles, guardias y nobles. Por lo que sé, hasta podría haber incluso Nobles Mundiales. Estos últimos no entran en nuestra lista: son intocables y no pueden recibir ningún tipo de daño. Tampoco podemos permitirnos bajas civiles. Debemos liberar a los esclavos, herir a varios de los hombres de Kaden Cross, e irnos —Miró hacia los lados, asegurándose de que no había nadie cerca—. Mi plan es el siguiente: tú causas una distracción, no creo que te sea difícil, mientras yo me cuelo y libero a los esclavos. Una vez hecho, llamamos un poco la atención y nos largamos.
Una vez el plan estaba organizado, Rokuro señaló la enorme puerta de robusta madera que resguardaba la entrada al local.
—Te cedo los honores —le dijo a Matt haciendo un irónico gesto de cortesía.
Los criminales como él solían ocultarse a plena luz del día, evitando llamar la atención. Muchos ni siquiera tenían recompensas sobre sus cabezas, lo que los hacía más difícil de identificar. Cross no. Al parecer el traficante no era de los que agachaban la cabeza con facilidad, aunque el hecho de que nadie le hubiese puesto un dedo encima decía mucho. Sin duda trabajaba para alguien, alguien poderoso. ¿Quizás por eso querían que la Revolución cargara con las culpas, para hacer que su patrón lanzara sus fuerzas contra la Revolución? No era un mal plan, aunque los actos de Rokuro y su robótico compañero podrían ser el inicio de un largo y sangriento conflicto. ¿Podría vivir con ello?
Rokuro miró a su compañero, quién tras empezar la marcha hacia su destino no había dicho ni una sola palabra. «Hasta Jojo era más comunicativo, ¡y eso que no podía hablar!» pensó mientras observaba al cyborg, androide o lo que fuese. Aparentemente no había cambiado desde la última vez que lo había visto, salvo por el hecho de que ahora parecía poder usar sus poderes del diablo. Era la primera vez que Rokuro los veía, y aunque lo disimuló bien, tenía cierta curiosidad. ¿Tela de araña? Aquello parecía un ninjutsu endiabladamente útil. Tomó una nota mental mientras seguía intentando escrutar el rosto de Matt. Parecía tan frío e insensible como siempre, demostrando de forma indudable que él sí que podría vivir con la matanza que estaba por librarse. Si él podía, Rokuro que había nacido y vivido toda su infancia en una aldea de ninjas donde entrenaba sin para ser una máquina de matar sin sentimientos también debía ser capaz.
No le gustaba pensar en ello, su infancia fue dura. Y todo empeoró tras la muerte de su hermana. La expresión de su padre aquel día... ¿Por qué se acordaba ahora de aquello? No era momento de estar pensando en el trabajo. Llevaba meses entrenando su cuerpo y fortaleciendo su mente precisamente por eso. No, debía centrarse. Debía poner a raya sus sentimientos. Estaba trabajando, tenía una misión que cumplir, y pesase lo que pesase, no iba dejar de cumplirla.
—Hemos llegado —dijo de sopetón al descubrir de frente la casa de subastas de Kaden—. Por la hora que es, parece que hay una sesión en curso.
Se acercó más a su compañero, para hablarle sin que nadie pudiera escucharles.
—El lugar estará plagado de esclavos, civiles, guardias y nobles. Por lo que sé, hasta podría haber incluso Nobles Mundiales. Estos últimos no entran en nuestra lista: son intocables y no pueden recibir ningún tipo de daño. Tampoco podemos permitirnos bajas civiles. Debemos liberar a los esclavos, herir a varios de los hombres de Kaden Cross, e irnos —Miró hacia los lados, asegurándose de que no había nadie cerca—. Mi plan es el siguiente: tú causas una distracción, no creo que te sea difícil, mientras yo me cuelo y libero a los esclavos. Una vez hecho, llamamos un poco la atención y nos largamos.
Una vez el plan estaba organizado, Rokuro señaló la enorme puerta de robusta madera que resguardaba la entrada al local.
—Te cedo los honores —le dijo a Matt haciendo un irónico gesto de cortesía.
Matt
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Destreza
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Matt analizó el plan, se quedó pensativo... Bueno, se quedó como siempre, inmóvil mirando fijamente a Rokuro mientras hablaba, la situación del robot era fácil, acatar ordenes, no podía fallar si solo hacía lo que le pedían y para eso había sido creado, por lo que entraría por la puerta principal, cortaría cabezas y... Espera... No puede hacer eso, en principio es como fue configurado pero parece ser que tras el accidente con fuego amigo había cambiado un poco aquello por lo que como ahora demostraría, quizás si que cambió algo...
Rokuro gesticuló para que Matt entrara por la puerta principal, por lo que eso es lo que hizo, abrió un poco, entro cual cliente interesado en comprar alguna vida hasta que se topó con la primera barrera de seguridad -Disculpe, ¿Su nombre?- Matt miró con la luz azul a los dos tipos que habían en la entrada, uno era delgado, bajito, parecía más el encargado de las gestiones que otra cosa, el otro era rudo, grande, gordo, pesaría unos ciento cincuenta kilos, por su apariencia podría levantar unos ciento treinta kilos de pecho, quizás unos doscientos de piernas, este era el matón, quien se encargaba de zanjar problemas si ocurrían en la puerta -Jonh Smitt- Contestó con una voz rota como afónica. En el listado de nombres agregados a su información había la parte de "Nombres de relleno" cogió el más usado por los agentes -Veamos...- El hombre revisó la lista -Oh sí, aquí, pase, pase, hoy tenemos a un semi-gigante de tres metros y medio, no es la gran cosa pero quedaría bien en una colección- Comentó mientras el grandullón iba a la puerta y la abría para Matt... Sí, ¿tú también estás flipando que lo hayan dejado entrar con ese nombre? Vaya seguridad hay últimamente...
Sentado en la última fila, analizó a todos y cada uno de los presentes, ninguno portaba un cristal en la cabeza cual escafandra, ni aparato de respiración ajena para purificar el aire, nadie iba de blanco en desmedida ni protegido, no había ningún noble mundial, perfecto pues si se hubiera topado con uno, habría abortado misión en el acto. Tras la primera puja, empezó con su misión... Alzó el número que tenía asignado en todos y cada uno de los esclavos que eran expuestos, siendo la mayor puja de estos, generando el recelo de todos los presentes quien dudaban de que tuviera tantos millones para pagar... Así hizo para quedarse con siete esclavos por el momento... Hasta que llegó el Semi-gigante, que antes de que dijera nada se levantó y pujó -Veinte millones- Ante la mirada atónita de los presentes, de forma leve, estaba llamando la atención...
Rokuro gesticuló para que Matt entrara por la puerta principal, por lo que eso es lo que hizo, abrió un poco, entro cual cliente interesado en comprar alguna vida hasta que se topó con la primera barrera de seguridad -Disculpe, ¿Su nombre?- Matt miró con la luz azul a los dos tipos que habían en la entrada, uno era delgado, bajito, parecía más el encargado de las gestiones que otra cosa, el otro era rudo, grande, gordo, pesaría unos ciento cincuenta kilos, por su apariencia podría levantar unos ciento treinta kilos de pecho, quizás unos doscientos de piernas, este era el matón, quien se encargaba de zanjar problemas si ocurrían en la puerta -Jonh Smitt- Contestó con una voz rota como afónica. En el listado de nombres agregados a su información había la parte de "Nombres de relleno" cogió el más usado por los agentes -Veamos...- El hombre revisó la lista -Oh sí, aquí, pase, pase, hoy tenemos a un semi-gigante de tres metros y medio, no es la gran cosa pero quedaría bien en una colección- Comentó mientras el grandullón iba a la puerta y la abría para Matt... Sí, ¿tú también estás flipando que lo hayan dejado entrar con ese nombre? Vaya seguridad hay últimamente...
Sentado en la última fila, analizó a todos y cada uno de los presentes, ninguno portaba un cristal en la cabeza cual escafandra, ni aparato de respiración ajena para purificar el aire, nadie iba de blanco en desmedida ni protegido, no había ningún noble mundial, perfecto pues si se hubiera topado con uno, habría abortado misión en el acto. Tras la primera puja, empezó con su misión... Alzó el número que tenía asignado en todos y cada uno de los esclavos que eran expuestos, siendo la mayor puja de estos, generando el recelo de todos los presentes quien dudaban de que tuviera tantos millones para pagar... Así hizo para quedarse con siete esclavos por el momento... Hasta que llegó el Semi-gigante, que antes de que dijera nada se levantó y pujó -Veinte millones- Ante la mirada atónita de los presentes, de forma leve, estaba llamando la atención...
Okada Rokuro
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Rokuro se preparó, con una mano en el arma y otra en uno de sus compartimentos, tanteando los pergaminos con sus dedos. Matt se adelantó hacia la puerta, y Rokuro le siguió, manteniendo cierta distancia, esperando la inminente escabechina. «Tres, dos, uno...» La escabechina nunca llegó. De alguna forma ajena a todos sus conocimientos, el robot había pasado de forma natural al interior del edificio, como un cliente más. ¿De verdad le habían dejado pasar? Solo el estricto entrenamiento de su pasado le había impedido reflejar un arrebato de perplejidad en su rosto, aunque hubo un pequeño lapso de tiempo en el que no supo exactamente qué hacer. Al darse cuenta, recuperó la compostura y, adoptando un aire de indiferencia, continuó caminando de largo. Dio un pequeño rodeo, lo más rápido que pudo, y se dirigió a uno de los laterales del Patíbulo, que no tenía puertas ni entradas, y por ende, tampoco seguridad.
Se encontraba solo y, aunque le dolía reconocerlo, se sentía frustrado. ¿Era posible que se tratase de una lección de humildad? Rokuro había pensado en todo momento que la misión se convertiría en una masacre, y por una vez, era algo beneficioso, al menos hasta cierto punto. Y sin embargo, era la primera vez que veía comportarse a Matt de forma tan civilizada, tan propia de un agente —aunque solo había coincidido con el hombre mitad robot, mitad humano, en una ocasión—. Sí, sin duda era una lección de que no debía juzgar a nadie, y de que las personas podían cambiar. ¿Podía él mismo cambiar también? ¿Podía tener lo necesario para convertirse en quién debía convertirse? No lo sabía, diantres, de verdad que no lo sabía. Aunque una cosa sí que tenía clara: no iba a permitir que la misión fuera un fracaso. Si Matt era capaz de usar artimañas para infiltrarse en aquel lugar, Rokuro no iba a ser menos. Entre los dos, iban a realizar una de las misiones más exitosas del Cipher Pol.
Se dirigió hasta la entrada trasera, que daba a una especie de almacén, y buscó una vía de acceso a su alrededor. Arriba, en lo alto, en lo que parecía un tercer piso, parecía que se habían dejado una ventana abierta, lo suficientemente grande para que cupiera una persona de complexión media, lo que le incluía a él. Tras echar una rápida mirada a su alrededor, decidió lanzarse hacia la ventana. Concentró una notable cantidad de chakra en los pies y, haciendo uso del Soru, saltó a una velocidad incapaz de percibir para el ojo corriente y se impulsó pared arriba usando su energía espiritual para mantenerse unido a la pared mientras corría. En un abrir y cerrar de ojos alcanzó dicha ventana, a la accedió ágilmente mientras daba una voltereta que le permitía ser silencioso.
Lo primero que se encontró fue un amplio pasillo, con varias habitaciones a los lados. Lo más probable es que se tratasen de alojamientos para los miembros de la banda. Rokuro caminó silenciosamente hasta las escaleras que descendían, agudizando el oído. Oyó bastante movimiento, y unas voces imperiosas que transmitían órdenes. ¿Iban a sacar a un semigigante? Sin duda, los pisos inferiores estaban llenos de trabajadores de la casa de subastas, llevando y trayendo esclavos para ser presentados. Así no iba a poder liberar a los esclavos, de modo que realizó un inciso de dos pasos a su plan.
Se atrincheró en una de las habitaciones y desenrrolló un pergamino en blanco sobre el que se dispuso a dibujar con la tinta que generaban sus dedos con toda la rapidez que su destreza le permitía. Trazos simples pero firmes, rostros comunes pero realistas. Sus dibujos no podían permitirse ser meras caricaturas, debía alcanzar mayores cotas de realidad a la vez que dibujaba realmente rápido. Ahí radicaba la dificultad de su arte y su ninjutsu, pero con vehemencia logró completar la labor con un resultado satisfactorio. Enrrolló el pergamino y, al salir de la habitación manteniendo su sigilo lo desenrrolló nuevamente sobre el suelo, al lado de las escaleras.
Los dibujos brotaron del papel, tomando vida. Dos docenas de hombres armados con bastones, espadas y mazos y que portaban insignias del Ejército Revolucionario aparecieron de pronto ocupando todo el pasillo de la planta alta. Comenzaron a generar un fuerte alboroto, que sin duda llamaría la atención, aunque aquello entraba dentro de lo planeado. Descendieron en tropel, escaleras abajo, siguiendo las simples directrices mentales de Rokuro. Luchar, armar un revuelo. Servir de distracción.
Rokuro siguió al numeroso grupo escaleras abajo, procurando no dejarse ver ni destacar, buscando los esclavos para liberarlos, mientras las personas de abajo comenzaban a dar la alarma.
Se encontraba solo y, aunque le dolía reconocerlo, se sentía frustrado. ¿Era posible que se tratase de una lección de humildad? Rokuro había pensado en todo momento que la misión se convertiría en una masacre, y por una vez, era algo beneficioso, al menos hasta cierto punto. Y sin embargo, era la primera vez que veía comportarse a Matt de forma tan civilizada, tan propia de un agente —aunque solo había coincidido con el hombre mitad robot, mitad humano, en una ocasión—. Sí, sin duda era una lección de que no debía juzgar a nadie, y de que las personas podían cambiar. ¿Podía él mismo cambiar también? ¿Podía tener lo necesario para convertirse en quién debía convertirse? No lo sabía, diantres, de verdad que no lo sabía. Aunque una cosa sí que tenía clara: no iba a permitir que la misión fuera un fracaso. Si Matt era capaz de usar artimañas para infiltrarse en aquel lugar, Rokuro no iba a ser menos. Entre los dos, iban a realizar una de las misiones más exitosas del Cipher Pol.
Se dirigió hasta la entrada trasera, que daba a una especie de almacén, y buscó una vía de acceso a su alrededor. Arriba, en lo alto, en lo que parecía un tercer piso, parecía que se habían dejado una ventana abierta, lo suficientemente grande para que cupiera una persona de complexión media, lo que le incluía a él. Tras echar una rápida mirada a su alrededor, decidió lanzarse hacia la ventana. Concentró una notable cantidad de chakra en los pies y, haciendo uso del Soru, saltó a una velocidad incapaz de percibir para el ojo corriente y se impulsó pared arriba usando su energía espiritual para mantenerse unido a la pared mientras corría. En un abrir y cerrar de ojos alcanzó dicha ventana, a la accedió ágilmente mientras daba una voltereta que le permitía ser silencioso.
Lo primero que se encontró fue un amplio pasillo, con varias habitaciones a los lados. Lo más probable es que se tratasen de alojamientos para los miembros de la banda. Rokuro caminó silenciosamente hasta las escaleras que descendían, agudizando el oído. Oyó bastante movimiento, y unas voces imperiosas que transmitían órdenes. ¿Iban a sacar a un semigigante? Sin duda, los pisos inferiores estaban llenos de trabajadores de la casa de subastas, llevando y trayendo esclavos para ser presentados. Así no iba a poder liberar a los esclavos, de modo que realizó un inciso de dos pasos a su plan.
Se atrincheró en una de las habitaciones y desenrrolló un pergamino en blanco sobre el que se dispuso a dibujar con la tinta que generaban sus dedos con toda la rapidez que su destreza le permitía. Trazos simples pero firmes, rostros comunes pero realistas. Sus dibujos no podían permitirse ser meras caricaturas, debía alcanzar mayores cotas de realidad a la vez que dibujaba realmente rápido. Ahí radicaba la dificultad de su arte y su ninjutsu, pero con vehemencia logró completar la labor con un resultado satisfactorio. Enrrolló el pergamino y, al salir de la habitación manteniendo su sigilo lo desenrrolló nuevamente sobre el suelo, al lado de las escaleras.
Los dibujos brotaron del papel, tomando vida. Dos docenas de hombres armados con bastones, espadas y mazos y que portaban insignias del Ejército Revolucionario aparecieron de pronto ocupando todo el pasillo de la planta alta. Comenzaron a generar un fuerte alboroto, que sin duda llamaría la atención, aunque aquello entraba dentro de lo planeado. Descendieron en tropel, escaleras abajo, siguiendo las simples directrices mentales de Rokuro. Luchar, armar un revuelo. Servir de distracción.
Rokuro siguió al numeroso grupo escaleras abajo, procurando no dejarse ver ni destacar, buscando los esclavos para liberarlos, mientras las personas de abajo comenzaban a dar la alarma.
Matt
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Tras alborotar un poco demasiado a la gente, el "presentador" del evento decidió hacer la pregunta en cuestión -Disculpe señor Smitt, no quisiera dudar de sus intenciones pero.. Entiendo que, dispone del efectivo en cuestión ¿Verdad?- Todo el mundo quedó en silencio, había gente que claramente tenía dicho dinero, pero Matt había apostado una suma considerable con los demás esclavos y encima agregó sin miramientos la suma de veinte millones sin esperar a que las pujas llegaran a esa cifra... -Claro- Contestó Matt a la vez que se levantaba de su silla. -La armada revolucionaria (pausa) pagará gustosamente sus (pausa) capital- Ante su respuesta, el presentador dudó, algunos invitados se cuestionaron si lo que acababan de escuchar era del todo real, que su sentido del oído no le fallaba pero no fue así. Matt sin tapujos decidió que la infiltración ya estaba hecha, ahora venía la distracción.
Se acercó con decisión al hombre que tenía sentado al lado derecho y metió sin vergüenza alguna su mano izquierda en la cintura del hombre, quien parecía ser un guardaespaldas. Agarró su arma de fuego, un revolver y tras arrebatarle dicha arma, y la intención era de pegarle dos tiros en el pecho pero no, no iban a haber bajas civiles y este hombre no parecía ser parte de la subasta por lo que decidió disparar al aire para llamar la atención de todos...
El propietario del arma se levantó e intentó recuperarla, pero de un empujón, Matt se libró de haciendo que cayese al suelo, ahora venía el problema más gordo, recuerda que Rokuro le ordenó no matar a civiles ¿Pero como saber quien es un objetivo y quien no? Sería fácil, aquí se instaura la norma de siempre... Quien dispare a Matt atenta contra la propiedad del gobierno, ese... es culpable y sera ejecutado en consecuencia... Sí, quizás no a cambiado tanto al final...
La gente empezó a correr y quien no corría empezó a disparar al agente del gobierno, pero este simplemente ignoraba las balas pues no eran gran problema para su cuerpo. Tras quitar los vendajes de su arma y empuñarla, el ejecutor volvió a ser el de antaño... La gente empezó a gritar desesperada al ver tal estampa, ¿Cual? La del cyborg arrancando a correr de pronto, alzar esa gigantesca espada y dejarla caer con energía sobre una persona que estaba disparando contra el, la cual... Bueno, digamos que ni el superglu iba a arreglar ese estropicio. La moqueta de las gradas quedó manchada y la sangre bajaba lenta y espesa por cada peldaño de escalera... ¿Esta era la distracción que buscaría su compañero? Había gente que ya había salido del local y claramente escuchó lo de la armada, pero por si acaso... -La armada revolucionaria... Acabará con... Nobles mundiales- Quizás sobre actuado... Que más da, nadie prestará atención a eso...
Se acercó con decisión al hombre que tenía sentado al lado derecho y metió sin vergüenza alguna su mano izquierda en la cintura del hombre, quien parecía ser un guardaespaldas. Agarró su arma de fuego, un revolver y tras arrebatarle dicha arma, y la intención era de pegarle dos tiros en el pecho pero no, no iban a haber bajas civiles y este hombre no parecía ser parte de la subasta por lo que decidió disparar al aire para llamar la atención de todos...
El propietario del arma se levantó e intentó recuperarla, pero de un empujón, Matt se libró de haciendo que cayese al suelo, ahora venía el problema más gordo, recuerda que Rokuro le ordenó no matar a civiles ¿Pero como saber quien es un objetivo y quien no? Sería fácil, aquí se instaura la norma de siempre... Quien dispare a Matt atenta contra la propiedad del gobierno, ese... es culpable y sera ejecutado en consecuencia... Sí, quizás no a cambiado tanto al final...
La gente empezó a correr y quien no corría empezó a disparar al agente del gobierno, pero este simplemente ignoraba las balas pues no eran gran problema para su cuerpo. Tras quitar los vendajes de su arma y empuñarla, el ejecutor volvió a ser el de antaño... La gente empezó a gritar desesperada al ver tal estampa, ¿Cual? La del cyborg arrancando a correr de pronto, alzar esa gigantesca espada y dejarla caer con energía sobre una persona que estaba disparando contra el, la cual... Bueno, digamos que ni el superglu iba a arreglar ese estropicio. La moqueta de las gradas quedó manchada y la sangre bajaba lenta y espesa por cada peldaño de escalera... ¿Esta era la distracción que buscaría su compañero? Había gente que ya había salido del local y claramente escuchó lo de la armada, pero por si acaso... -La armada revolucionaria... Acabará con... Nobles mundiales- Quizás sobre actuado... Que más da, nadie prestará atención a eso...
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Rápidamente, el alboroto se hizo notar.
Al bajar los escalones de madera, Rokuro se encontró en una habitación enorme. La escalera daba a una especie de terraza interior que permitía observar aquella estancia, mientras continuaba descendiendo hasta dicho lugar. Los dibujos revolucionarios continuaron corriendo escaleras abajo, armando un escándalo que atrajo la atención enseguida. Rokuro se quedó en el balcón
Abajo, un grupo de hombres armados —mercenarios con toda seguridad— dirigía a diversas personas encadenadas y esposadas para que subiesen al escenario, del que solo se podían ver unas enormes cortinas rojas que impedían la vista más allá, aunque Rokuro se imaginaba lo que habría. Un escenario, lleno de gente con los bolsillos llenos en busca de un buen esclavo... y Matt. ¿Cómo le estaría yendo? No podía ver nada, solo podía escuchar. El presentador se encargaba de organizar los desfiles de esclavos y coordinar la subasta. «¿Será Kaden Cross el presentador?» se preguntó mientras escuchaba un disparo. Sí, Matt debía de haber empezado con su parte del plan.
Rokuro volvió a centrarse en su propia batalla. Los dibujos que había creado se enfrentaban a un grupo de mercenarios confundidos, quiénes seguramente se estarían preguntando de dónde habían salido. Los revolucionarios a los que les había dado vida, dibujos con los detalles suficientes para tener el aspecto de un humano común y hacerlos pasar por rebeldes, luchaban de forma sencilla. Golpes amplios y predecibles, ataques en bandadas sin organización. Como apoyo no estaba mal, y al ser mayoría, mantenían cierta ventaja, pero acabarían por ser derrotados. «Debo trabajar en ello», decidió, pensando que su nivel de control de los dibujos aún dejaba que desear.
Tras analizar toda la escena desde arriba, comenzó a bajar los escalones desenfrenadamente mientras desenvainaba la espada de su espalda. Al bajar, comenzó a correr grupo que estaba luchando. En medio de la refriega, uno de los guardias se le cruzó, amenazándole con impedirle el paso. Rokuro, sin dejar de correr, se tiró al suelo de rodillas mientras dejaba que su cuerpo se deslizase por el mismo para evitar el golpe que iba directo hacia su pecho. A su vez, realizó un tajo en el costado del hombre, lo dejó atrás y en un solo movimiento se levantó del suelo y continuó corriendo hasta alcanzar a un grupo de tres esclavos que se habían escondido detrás de unas cajas.
Manos esposadas, ropas rudimentarias y el miedo en los ojos, aquellos hombres debían de haber pasado grandes penurias, pero su desdicha se había terminado. En cierto aspecto, aquello enorgullecía a Rokuro. A pesar de que la misión pudiese desencadenar un mal aún mayor, sentía que estaba haciendo un bien que, aunque inmediato, salvaría unas vidas que de otra forma no hubiesen podido ser salvadas. ¿Por qué no podían ser todas sus misiones así? Se agachó y sacó un pergamino, el mismo que había usado para crear a sus soldados. Dibujó tres llaves, que tomaron forma real al momento, y se las dio a los hombres.
—Ahora sois libres. Liberad al resto de esclavos y huid —les dijo.
Los hombres asintieron, embargados por una felicidad que no podían expresar, y se pusieron manos a la obra. Una vez libres, cada uno tomó una de las llaves y fueron tras los distintos esclavos que aún seguían aprisionados.
Rokuro los dejó hacer y se volvió al grupo de mercenarios, que poco a poco habían ido ganando terreno a sus dibujos. Ya había salvado vidas. Ahora llegaba el turno de quitarlas. «Y de acabar con Kaden Cross».
Al bajar los escalones de madera, Rokuro se encontró en una habitación enorme. La escalera daba a una especie de terraza interior que permitía observar aquella estancia, mientras continuaba descendiendo hasta dicho lugar. Los dibujos revolucionarios continuaron corriendo escaleras abajo, armando un escándalo que atrajo la atención enseguida. Rokuro se quedó en el balcón
Abajo, un grupo de hombres armados —mercenarios con toda seguridad— dirigía a diversas personas encadenadas y esposadas para que subiesen al escenario, del que solo se podían ver unas enormes cortinas rojas que impedían la vista más allá, aunque Rokuro se imaginaba lo que habría. Un escenario, lleno de gente con los bolsillos llenos en busca de un buen esclavo... y Matt. ¿Cómo le estaría yendo? No podía ver nada, solo podía escuchar. El presentador se encargaba de organizar los desfiles de esclavos y coordinar la subasta. «¿Será Kaden Cross el presentador?» se preguntó mientras escuchaba un disparo. Sí, Matt debía de haber empezado con su parte del plan.
Rokuro volvió a centrarse en su propia batalla. Los dibujos que había creado se enfrentaban a un grupo de mercenarios confundidos, quiénes seguramente se estarían preguntando de dónde habían salido. Los revolucionarios a los que les había dado vida, dibujos con los detalles suficientes para tener el aspecto de un humano común y hacerlos pasar por rebeldes, luchaban de forma sencilla. Golpes amplios y predecibles, ataques en bandadas sin organización. Como apoyo no estaba mal, y al ser mayoría, mantenían cierta ventaja, pero acabarían por ser derrotados. «Debo trabajar en ello», decidió, pensando que su nivel de control de los dibujos aún dejaba que desear.
Tras analizar toda la escena desde arriba, comenzó a bajar los escalones desenfrenadamente mientras desenvainaba la espada de su espalda. Al bajar, comenzó a correr grupo que estaba luchando. En medio de la refriega, uno de los guardias se le cruzó, amenazándole con impedirle el paso. Rokuro, sin dejar de correr, se tiró al suelo de rodillas mientras dejaba que su cuerpo se deslizase por el mismo para evitar el golpe que iba directo hacia su pecho. A su vez, realizó un tajo en el costado del hombre, lo dejó atrás y en un solo movimiento se levantó del suelo y continuó corriendo hasta alcanzar a un grupo de tres esclavos que se habían escondido detrás de unas cajas.
Manos esposadas, ropas rudimentarias y el miedo en los ojos, aquellos hombres debían de haber pasado grandes penurias, pero su desdicha se había terminado. En cierto aspecto, aquello enorgullecía a Rokuro. A pesar de que la misión pudiese desencadenar un mal aún mayor, sentía que estaba haciendo un bien que, aunque inmediato, salvaría unas vidas que de otra forma no hubiesen podido ser salvadas. ¿Por qué no podían ser todas sus misiones así? Se agachó y sacó un pergamino, el mismo que había usado para crear a sus soldados. Dibujó tres llaves, que tomaron forma real al momento, y se las dio a los hombres.
—Ahora sois libres. Liberad al resto de esclavos y huid —les dijo.
Los hombres asintieron, embargados por una felicidad que no podían expresar, y se pusieron manos a la obra. Una vez libres, cada uno tomó una de las llaves y fueron tras los distintos esclavos que aún seguían aprisionados.
Rokuro los dejó hacer y se volvió al grupo de mercenarios, que poco a poco habían ido ganando terreno a sus dibujos. Ya había salvado vidas. Ahora llegaba el turno de quitarlas. «Y de acabar con Kaden Cross».
Matt
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En la parte del centro de las escaleras que subían por todas las gradas para acceder a los diferentes niveles de asientos, habían tres hombres, vestidos de negro, con fusiles, los cuales estaban disparando hacia Matt y los proyectiles rebotando contra la hoja de hierro de su espada, la cual clavó en el suelo y con la que se estaba protegiendo ahora. Podía resistir los simples disparos pero poco o mucho hacían que el metal del cuerpo de Matt se resistiera y el profesor Hojo le dijo que también era su deber proteger el material del gobierno. Cuando les tocó recargar los fusiles, fue el momento preciso. Nuevamente arrancó a correr hacia los tres hombres, saltando por encima de los respaldos de los asientos terciopelados para lanzar tres ataques, el primero fue lateral, hincando el filo de su espada en las tripas del objetivo del ataque, intentó protegerse con el brazo, pero simplemente lo amputó. Tras una patada en el pecho, liberó la espada del trozo de carne que tenía a los dos lados del hierro. Tras girar sobre si mismo, Matt lanzó un ataque ascendente el cual cortó hasta las mismas escaleras superficialmente para luego impactar de pleno en el segundo objetivo, quien fue lanzado hacia atrás un par de metros, el corte que recibió lo dejó sin vida... Faltaba el tercero, tras recuperar la posición, el cyborg lanzó una estocada con ese gran espadón que clavó en el estomago y salió por la espalda, levantando al hombre y manteniendo su cuerpo en el aire... Aún estaba vivo, agarró la espada como si pudiera hacer algo, pero solo observaba como la sangre brotaba a borbotones de su estomago al mango agarrado por Matt...
Divina escena donde un hombre empalado levantado del suelo, observa con los ojos abiertos sin poder hacer absolutamente nada como su vida se le escapa... Trás un movimiento fuerte descendente y seco, el pincho moruno cae al suelo -¡Todo por la armada!- Gritó Matt sin inmutarse por haber arrebatado tres vidas más...
Pero de pronto la visión del hombre de hierro giró sin que Matt lo quisiera, miraba el escenario y en un santiamen estaba con meda visión negra y la otra del escenario pero desde otra perspectiva, tardó poco en entender que estaba sucedienco, separó el cuerpo que tenía apoyado en la pared con la cabeza incrustada en ella, al separarse miró hacia su izquierda y se encontró a un hombre con una maza con pinchos atada a una cadena que llevaba un mango agarrado por sus manos... Le había zumbado con la maza en la cabeza... "Sistema de defensa: Daño en articulación del cuello funcionamiento al 72 por ciento" Le habían dado fuerte
Divina escena donde un hombre empalado levantado del suelo, observa con los ojos abiertos sin poder hacer absolutamente nada como su vida se le escapa... Trás un movimiento fuerte descendente y seco, el pincho moruno cae al suelo -¡Todo por la armada!- Gritó Matt sin inmutarse por haber arrebatado tres vidas más...
Pero de pronto la visión del hombre de hierro giró sin que Matt lo quisiera, miraba el escenario y en un santiamen estaba con meda visión negra y la otra del escenario pero desde otra perspectiva, tardó poco en entender que estaba sucedienco, separó el cuerpo que tenía apoyado en la pared con la cabeza incrustada en ella, al separarse miró hacia su izquierda y se encontró a un hombre con una maza con pinchos atada a una cadena que llevaba un mango agarrado por sus manos... Le había zumbado con la maza en la cabeza... "Sistema de defensa: Daño en articulación del cuello funcionamiento al 72 por ciento" Le habían dado fuerte
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Los mercenarios avanzaban, sin dudar. Los soldados de tinta habían ido perdiendo terreno poco a poco, a pesar de la superioridad numérica, y se estaban viendo reducidos. Unos pocos de ellos habían desaparecido, convertidos en meros charcos de tinta negra sin forma, y otros cuantos habían sido «heridos», expulsando la misma tinta negra que sus compañeros caídos a través de varias heridas.
Si los mercenarios se habían sorprendido ante las extrañas circunstancias de los atacantes, lo escondían muy bien. Había llamado a los refuerzos y pasado a la formación de batalla con auténtica rapidez y eficacia. No era la primera vez que se enfrentaban a un usuario de frutas del diablo. «Kaden debe pagarles muy bien» pensó Rokuro. Se encaminó hacia ellos.
―¿Pero qué es esto? ―preguntó a gritos a un hombre alto y escuálido, tan flaco que parecía un esqueleto, con una larga melena rubia mal cuidada, un sombrero negro de ala ancha terminado en pluma y gafas de sol. Había aparecido desde el escenario, cruzando las enormes cortinas de tela y lo reconoció por el cartel de recompensa: Kaden Cross―. Ataques por el frente, ataques por detrás. El modo de operar de estos revolucionarios se me hace familiar. Casi se podría decir que son del Cipher Pol.
Rokuro se detuvo por un momento, a punto de cambiar de rumbo y dirigirse hacia Kaden Cross para acabar con él. Si su tapadera era revelada, tal y como empezó a creer con el comentario de Kaden, la misión sería un rotundo fracaso y habrían vuelto a una poderosa facción de los bajos fondos contra el Gobierno Mundial en vez de contra la Armada Revolucionaria. Se volvió hacia el criminal.
―¡Lazel! ―gritó.
Un hombre apareció de pronto a su lado, portando una larga espada con la intención de cercenar su cabeza. Por acto reflejo, Rokuro utilizó el Kami-e. Su cuerpo se volvió ligero y flexible, y casi como movido por el viento causado por la espada se apartó por poco centímetros del arma que amenazaba su cuello. Seguidamente dio un salto hacia atrás y se puso a la defensiva, alzando a Susurro de Oscuridad.
―Lo sabía ―dijo Kaden entre risas―. Lo supe desde que tu compañero armó revuelo allí delante. Los revolucionarios no actúan de esa forma, novato. No sé lo que pretendes, pero tranquilo, no tendrás que volver con la cola entre las piernas ante tus jefes. Lazel se encargará de eso.
El espadachín se desplazó a una velocidad endiablada, lanzando diestros y pesados ataques. La concentración de Rokuro había decaído; que le hubieran descubierto había supuesto cierto impacto, y estaba tratando de rehacer la estrategia. Se preguntó qué estaría haciendo Matt mientras se defendía de los ataques.
Lazel era un hombre grande, esbelto, con un rostro atractivo si no te fijabas en las distintas cicatrices que atravesaban su rostro. Llevaba una armadura ligera y su espada parecía ser de buena calidad. Cuando la blandía, parecía un demonio.
«Tengo que acabar con él o no podré impedir que Kaden le cuente la verdad a sus protectores» pensó mientras adoptaba una postura de combate. Ahora era su momento de atacar.
Si los mercenarios se habían sorprendido ante las extrañas circunstancias de los atacantes, lo escondían muy bien. Había llamado a los refuerzos y pasado a la formación de batalla con auténtica rapidez y eficacia. No era la primera vez que se enfrentaban a un usuario de frutas del diablo. «Kaden debe pagarles muy bien» pensó Rokuro. Se encaminó hacia ellos.
―¿Pero qué es esto? ―preguntó a gritos a un hombre alto y escuálido, tan flaco que parecía un esqueleto, con una larga melena rubia mal cuidada, un sombrero negro de ala ancha terminado en pluma y gafas de sol. Había aparecido desde el escenario, cruzando las enormes cortinas de tela y lo reconoció por el cartel de recompensa: Kaden Cross―. Ataques por el frente, ataques por detrás. El modo de operar de estos revolucionarios se me hace familiar. Casi se podría decir que son del Cipher Pol.
Rokuro se detuvo por un momento, a punto de cambiar de rumbo y dirigirse hacia Kaden Cross para acabar con él. Si su tapadera era revelada, tal y como empezó a creer con el comentario de Kaden, la misión sería un rotundo fracaso y habrían vuelto a una poderosa facción de los bajos fondos contra el Gobierno Mundial en vez de contra la Armada Revolucionaria. Se volvió hacia el criminal.
―¡Lazel! ―gritó.
Un hombre apareció de pronto a su lado, portando una larga espada con la intención de cercenar su cabeza. Por acto reflejo, Rokuro utilizó el Kami-e. Su cuerpo se volvió ligero y flexible, y casi como movido por el viento causado por la espada se apartó por poco centímetros del arma que amenazaba su cuello. Seguidamente dio un salto hacia atrás y se puso a la defensiva, alzando a Susurro de Oscuridad.
―Lo sabía ―dijo Kaden entre risas―. Lo supe desde que tu compañero armó revuelo allí delante. Los revolucionarios no actúan de esa forma, novato. No sé lo que pretendes, pero tranquilo, no tendrás que volver con la cola entre las piernas ante tus jefes. Lazel se encargará de eso.
El espadachín se desplazó a una velocidad endiablada, lanzando diestros y pesados ataques. La concentración de Rokuro había decaído; que le hubieran descubierto había supuesto cierto impacto, y estaba tratando de rehacer la estrategia. Se preguntó qué estaría haciendo Matt mientras se defendía de los ataques.
Lazel era un hombre grande, esbelto, con un rostro atractivo si no te fijabas en las distintas cicatrices que atravesaban su rostro. Llevaba una armadura ligera y su espada parecía ser de buena calidad. Cuando la blandía, parecía un demonio.
«Tengo que acabar con él o no podré impedir que Kaden le cuente la verdad a sus protectores» pensó mientras adoptaba una postura de combate. Ahora era su momento de atacar.
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De la nada el cuerpo de Matt cae desde las gradas al escenario, rompiendo bastantes tablones de madera, el cyborg se recompuso como podía, sus sistemas estaban gritando daños por todas partes, no importantes, pero ya saben, gota a gota... Poco a poco bajando las escaleras con aires de grandeza estaba el hombre de la maza con pinchos, había acertado todos los ataques y no solo eso, no había que olvidar que el arma de Matt estaba aún entre las butacas, había sido apartada de ella y ahora no tenía modo de defenderse ni de atacar... -Maldita armadura... Es resistente...- Comentó el hombre mientras empezaba a hacer girar esa gran bola de hierro por encima de su cabeza. Ágilmente volvió a lanzar la bola contra el agente, este, salió del pequeño agujero entre las maderas y logró escibar dicho ataque pero de un movimiento bastante hábil de muñeca del agresor, cambió la trayectoria de la maza y golpeó a Matt en pleno salto quien salió nuevamente disparado, arañando con su cuerpo los tablones del escenario...
El robot se levantó -Daños... Puede cambiar trayectoria... Necesito, perder peso, ganar movimiento... La armada me habló... De ti...- Dijo en voz alta, como pensando para si mismo y llamando nuevamente la atención a la distracción inventada por Rokuro... El mercenario se reía, creía tener al agente del gobierno entre las cuerdas hasta que la cosa cambió un poco...
Las piernas de Matt se parten por la mitad a la par que crecen, haciendo así cuatro extremidades con la forma de patas de araña, sus brazos más de lo mismo, se dividen y luego aumentan en tamaño, la lente que tiene en el centro de la cabeza se divide en un total de ocho ojos y bueno, en general su cuerpo cambia a orgánico, peludo y fuerte.
Matt había adoptado su forma híbrida generando el grito de desespero en los cuatro gatos que quedaban. El usuario de la zoan, ahora no era tan "racional" por así decirlo como antes, algo de locura animal se mezcla en este estado lo que complica su control, pero esto... Es problema de los vivos... Tras lanzar un alarido hacia el cielo, con sus ojos empieza a localizar a sus objetivos, ahora cinco en total, el mercenario más cuatro personas que estaban viendo su forma, la cual supuestamente era secreto... Así que al lío...
Cuando el mercenario intentó aplastar a la araña, esta se desplazó lateralmente, ahora que tenía cuatro piernas su rango de movimiento aumentó y tras clavar dichas patas en la pared, subió rápidamente hacia su arma, la cual cogió y de un salto se colocó en la puerta de la entrada principal, bloqueando así la salida a los otros cuatro personajes. Quedó frente a uno que empezó a gritar despavorido ante tal escena y Matt le gritó a pocos centímetros de su cara soltando perdigones de veneno. No pasó ni diez segundos hasta que el pobre hombre con las babas de Matt en la cara empezó a arañarse el rostro de dolor... Sus gritos eran siniestros, pero ahí estaba, gritando, pero... Como Matt es piadoso, dando una imagen de monstruo total, le lanza un mordisco que le coje todo el cuello y parte de la clavícula derecha, inyectando tanto veneno como para matar al hombre... En un rato, dejemoslo ahí sufriendo... Con un fuerte movimiento de expansión de columna, el ahora Hombre-araña, lanza hacia atrás al pobre envenenado gritando, ahora desangrando y casi finiquitado cliente de la subasta... -¡Pero que mierdas eres, estás fatal de la chota!- Gritó el mercenario
El robot se levantó -Daños... Puede cambiar trayectoria... Necesito, perder peso, ganar movimiento... La armada me habló... De ti...- Dijo en voz alta, como pensando para si mismo y llamando nuevamente la atención a la distracción inventada por Rokuro... El mercenario se reía, creía tener al agente del gobierno entre las cuerdas hasta que la cosa cambió un poco...
- Spoiler:
Las piernas de Matt se parten por la mitad a la par que crecen, haciendo así cuatro extremidades con la forma de patas de araña, sus brazos más de lo mismo, se dividen y luego aumentan en tamaño, la lente que tiene en el centro de la cabeza se divide en un total de ocho ojos y bueno, en general su cuerpo cambia a orgánico, peludo y fuerte.
Matt había adoptado su forma híbrida generando el grito de desespero en los cuatro gatos que quedaban. El usuario de la zoan, ahora no era tan "racional" por así decirlo como antes, algo de locura animal se mezcla en este estado lo que complica su control, pero esto... Es problema de los vivos... Tras lanzar un alarido hacia el cielo, con sus ojos empieza a localizar a sus objetivos, ahora cinco en total, el mercenario más cuatro personas que estaban viendo su forma, la cual supuestamente era secreto... Así que al lío...
Cuando el mercenario intentó aplastar a la araña, esta se desplazó lateralmente, ahora que tenía cuatro piernas su rango de movimiento aumentó y tras clavar dichas patas en la pared, subió rápidamente hacia su arma, la cual cogió y de un salto se colocó en la puerta de la entrada principal, bloqueando así la salida a los otros cuatro personajes. Quedó frente a uno que empezó a gritar despavorido ante tal escena y Matt le gritó a pocos centímetros de su cara soltando perdigones de veneno. No pasó ni diez segundos hasta que el pobre hombre con las babas de Matt en la cara empezó a arañarse el rostro de dolor... Sus gritos eran siniestros, pero ahí estaba, gritando, pero... Como Matt es piadoso, dando una imagen de monstruo total, le lanza un mordisco que le coje todo el cuello y parte de la clavícula derecha, inyectando tanto veneno como para matar al hombre... En un rato, dejemoslo ahí sufriendo... Con un fuerte movimiento de expansión de columna, el ahora Hombre-araña, lanza hacia atrás al pobre envenenado gritando, ahora desangrando y casi finiquitado cliente de la subasta... -¡Pero que mierdas eres, estás fatal de la chota!- Gritó el mercenario
Okada Rokuro
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«Lazel... Lazel... ¿No he escuchado este nombre en algún lugar?» pensó, mientras giraba alrededor del espadachín para tenerle a él y a Kaden dentro de su rango de visión. Al parecer, el criminal confiaba en las habilidades de su perro guardián, pues no hizo amago de retirarse. Quizás quería observar cómo era derrotado para reírse y burlarse de él antes de morir. Si existía alguien así de retorcido, ese seguramente fuera Kaden.
El mercenario se abalanzó rápidamente, tomando la delantera. Blandió su arma con soltura, descargando golpes aplastantes. Rokuro solo podía protegerse. El espadachín de Kaden era sumamente hábil: sus golpes no solo eran fuertes, también golpeaban con precisión.
Un paso atrás. Lazel siguió golpeando, una y otra vez. No dejaba aberturas y parecía tener la capacidad de seguir atacando hasta la extenuación. Otro paso atrás. «Esto no es bueno, me está llevando a su terreno —entendió Rokuro—. Pues muy bien, que así sea». Se mantuvo a la defensiva, bloqueando sus arremetidas con toda la soltura y destreza de la que era capaz. Otro paso atrás. Lazel siguió atacando, incansable, mientras Rokuro parecía irse debilitando. Cada vez le costaba bloquear los ataques, y su espada llegaba a tiempo de evitar golpes mortales por décimas de segundo. Otro paso más. Lazel levantó su espada, confiado. En aquel momento, sujetando a Susurro de Oscuridad, activó la habilidad oculta de la shinobigatana.
En todo el tiempo que había transcurrido del combate, había fingido ir debilitándose a un ritmo frenético. En parte no había sido mentira: los golpes continuos del mercenario habían logrado que sus brazos se resintiesen. Sin embargo, se encontraba en mejor estado del que había querido mostrar. Una vez usado el poder de su arma, el cuál creó una esfera de oscuridad que impedía la visión de cualquiera que se encontrase en su interior salvo la del portador, lanzó un Rankyaku a quemarropa contra el espadachín, el cuál se vio empujado varios metros hacia atrás.
—Muy bien —se dijo a sí mismo—. Y ahora...
—Vaya, menuda sorpresa —dijo el perro guardián, todavía en pie. Y completamente ileso, para perplejidad de Rokuro—. Si no hubiese sentido el ataque, me habrías cortado en dos.
¿Sentido el ataque? ¿Lazel también era un usuario de haki? Y a juzgar por su reacción, había utilizado tanto armadura como observación. Bajo la capa y las vendas, su rostro se ensombreció. Aquel era uno de los peores escenarios que se podía encontrar.
«A partir de ahora encontrarás cada vez más y más usuarios de haki». La voz de su abuelo resonó en su mente. Le costaba admitirlo, pero el viejo había tenido razón. Una carcajada le sacó de sus pensamientos.
—Vamos, ¿a qué esperas? —inquirió, divertido, Kaden. Parecía disfrutar del espectáculo—. Todavía quiero ver cómo intentas acabar conmigo. O tu compañero. Por cierto, ¿por qué no ha llegado hasta aquí? ¿No será que se ha topado con otra molestia?
Rokuro no se preocupó en exceso por el comentario. Sabía de qué era capaz Matt, y estaba seguro de que arrasaría con cualquiera que se interpusiera en su camino. Los gritos y el estruendo que había escuchado de más allá del escenario durante su combate lo demostraban. Aún así, quizás alguien le estuviera dando problemas como Lazel a él. Por fortuna Kaden parecía entretenido. Debía aprovechar la situación antes de que se le escapase. Esta vez debía lanzarse al ataque antes que Lazel, y debía darlo todo.
El mercenario se abalanzó rápidamente, tomando la delantera. Blandió su arma con soltura, descargando golpes aplastantes. Rokuro solo podía protegerse. El espadachín de Kaden era sumamente hábil: sus golpes no solo eran fuertes, también golpeaban con precisión.
Un paso atrás. Lazel siguió golpeando, una y otra vez. No dejaba aberturas y parecía tener la capacidad de seguir atacando hasta la extenuación. Otro paso atrás. «Esto no es bueno, me está llevando a su terreno —entendió Rokuro—. Pues muy bien, que así sea». Se mantuvo a la defensiva, bloqueando sus arremetidas con toda la soltura y destreza de la que era capaz. Otro paso atrás. Lazel siguió atacando, incansable, mientras Rokuro parecía irse debilitando. Cada vez le costaba bloquear los ataques, y su espada llegaba a tiempo de evitar golpes mortales por décimas de segundo. Otro paso más. Lazel levantó su espada, confiado. En aquel momento, sujetando a Susurro de Oscuridad, activó la habilidad oculta de la shinobigatana.
En todo el tiempo que había transcurrido del combate, había fingido ir debilitándose a un ritmo frenético. En parte no había sido mentira: los golpes continuos del mercenario habían logrado que sus brazos se resintiesen. Sin embargo, se encontraba en mejor estado del que había querido mostrar. Una vez usado el poder de su arma, el cuál creó una esfera de oscuridad que impedía la visión de cualquiera que se encontrase en su interior salvo la del portador, lanzó un Rankyaku a quemarropa contra el espadachín, el cuál se vio empujado varios metros hacia atrás.
—Muy bien —se dijo a sí mismo—. Y ahora...
—Vaya, menuda sorpresa —dijo el perro guardián, todavía en pie. Y completamente ileso, para perplejidad de Rokuro—. Si no hubiese sentido el ataque, me habrías cortado en dos.
¿Sentido el ataque? ¿Lazel también era un usuario de haki? Y a juzgar por su reacción, había utilizado tanto armadura como observación. Bajo la capa y las vendas, su rostro se ensombreció. Aquel era uno de los peores escenarios que se podía encontrar.
«A partir de ahora encontrarás cada vez más y más usuarios de haki». La voz de su abuelo resonó en su mente. Le costaba admitirlo, pero el viejo había tenido razón. Una carcajada le sacó de sus pensamientos.
—Vamos, ¿a qué esperas? —inquirió, divertido, Kaden. Parecía disfrutar del espectáculo—. Todavía quiero ver cómo intentas acabar conmigo. O tu compañero. Por cierto, ¿por qué no ha llegado hasta aquí? ¿No será que se ha topado con otra molestia?
Rokuro no se preocupó en exceso por el comentario. Sabía de qué era capaz Matt, y estaba seguro de que arrasaría con cualquiera que se interpusiera en su camino. Los gritos y el estruendo que había escuchado de más allá del escenario durante su combate lo demostraban. Aún así, quizás alguien le estuviera dando problemas como Lazel a él. Por fortuna Kaden parecía entretenido. Debía aprovechar la situación antes de que se le escapase. Esta vez debía lanzarse al ataque antes que Lazel, y debía darlo todo.
Matt
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Dos ojos miraban a el de la corbata, otros dos al de la pajarita, dos más al del sombrero y otros dos al mercenario, todos bien vigilados. De pronto se escuchó como cuando alguien carraspea la garganta para acabar escupiendo semejante esputo que podría tener vida propia, lo mismo hizo Matt, carraspeo o hizo gárgaras, como lo quieras llamar pues generó suficiente veneno como para que rebosara de la boca y sí, sonaba como cuando uno mismo hace gárgaras con el listerine, quizás hasta le quemase de la misma forma. Se abalanzó sobre el de la pajarita, por no estar a la moda quizás y al estar a un par de metros escupió en toda la cara una buena descarga de veneno de araña, el resultado fue igual al anterior, gritos, la cara le quemaba, le entró en los ojos, si no moría intoxicado claramente le quedaría una vida de ceguera, piel más que atópica y a saber que más... Pareció cogerle el gusto pues, tras eso volvió a regurgitar veneno para lanzarse contra el de la corbata y sombrero, pero en el camino lo que hizo fue escupir al mercenario, quien hábilmente bloqueó el esputo con una de las butacas que acababa de arrancar. Al desviar su atención se pasó de frenada y con una de sus patas atravesó el pecho del hombre del sombrero, por desgracia ahí se quedó, atorado antes de la articulación. El cuerpo de Matt era más grande lo que le hacía dar más miedo... Imaginate semejante monstruo mientras vas al baño después de desvelarte a las cuatro de la mañana en un pasillo oscuro... A mi se me hace el culo agua...
Al hombre de la corbata, le agarró del cuello con una de sus manos, alzando su cuerpo en el aire y a la que abrió la boca para coger una bocanada de aire, el cyborg aprovechó para "vomitarle" dentro, este sí moriría, ingerir veneno no es muy saludable. Soltó al hombre quien cayó al suelo retorciéndose de dolor, por mucho que ahora era él quien estaba "descomiendo" las toxinas ya habían entrado en su cuerpo. Solo quedaba un problema, bueno, dos si contabas al hombre que aún estaba en una de sus patas, vivo por cierto... El mercenario miró y con valentía empezó a girar la maza, pero en un arranque de ira, Matt echó a correr y placó con todas sus ganas al mercenario. Ingeniosamente, en la carrera recuperó el arma, pero ahora tanto el mercenario como el monstruo aparecerían de forma estelar tras el escenario... -¡¡Graaaaagggghhh!!- Gritó Matt mientras atravesaba cortinas y paredes...
Al hombre de la corbata, le agarró del cuello con una de sus manos, alzando su cuerpo en el aire y a la que abrió la boca para coger una bocanada de aire, el cyborg aprovechó para "vomitarle" dentro, este sí moriría, ingerir veneno no es muy saludable. Soltó al hombre quien cayó al suelo retorciéndose de dolor, por mucho que ahora era él quien estaba "descomiendo" las toxinas ya habían entrado en su cuerpo. Solo quedaba un problema, bueno, dos si contabas al hombre que aún estaba en una de sus patas, vivo por cierto... El mercenario miró y con valentía empezó a girar la maza, pero en un arranque de ira, Matt echó a correr y placó con todas sus ganas al mercenario. Ingeniosamente, en la carrera recuperó el arma, pero ahora tanto el mercenario como el monstruo aparecerían de forma estelar tras el escenario... -¡¡Graaaaagggghhh!!- Gritó Matt mientras atravesaba cortinas y paredes...
Okada Rokuro
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«La verdad que no parecemos muy revolucionarios» reflexionó tras el acontecimiento.
Pero había que admitirlo: la cara de pánico de Kaden Cross al ver la aparición brutal de Matt no tenía pérdida. Porque... sí, aquella criatura agresiva y desbocada solo podía ser Matt. A Rokuro le constaban sus habilidades arácnidas, aunque nunca había llegado a ver realmente su aspecto. Nunca imaginó que fuera tan grotesco y desagradable... ¿Y aquello masa de carne y sangre había sido una persona? Sí, definitivamente Matt había cambiado, pero quizás no fuera a mejor.
Por fortuna, aquella entrada inesperada y sorprendente se había convertido en la distracción perfecta. Había pocas formas de enfrentarse a un usuario de haki si no eras tan habilidoso como él, y pillarle con la guardia baja era una de ellas. Lazel parecía tener un manejo básico de la armadura, pero el mero hecho de poder predecir sus movimientos le volvía superior en cuanto a observación, ya que Rokuro era incapaz de utilizarlo con tal destreza. Sin embargo, haciendo uso de la distracción —que solo mantuvo un par de segundos distraído a Lazel, pero era suficiente— se abalanzó sobre el mercenario. Usó el Soru para impulsarse y, envolviendo a Susurro de Oscuridad con su propio haki de armadura, lanzó una estocada contra el estómago de Lazel. En esta ocasión, una mancha oscura creció sobre su estómago, y el arma en vez de atravesarle le empujó nuevamente hacia atrás.
—No está mal, no está mal —dijo el mercenario—, pero tendrás que hacerlo mejor si quieres lograr herirme.
«Confía mucho en su capacidad defensiva, debo aprovechar eso» decidió, aunque no era fácil. La aparición de Matt era una ayuda, sin duda, pero aún quedaban enemigos a los que hacer frente, incluidos el grupo de mercenarios que luchaba contra los dibujos revolucionarios. Y el mayor problema era Lazel, quién estaba resultando un auténtico reto; ni con haki había sido capaz de herirle. ¿De verdad era tan fuerte? ¿No había nada que pudiera hacer?
—Te voy a recompensar por tu habilidad —continuó diciendo el diestro espadachín—. Has sido capaz de golpearme en dos ocasiones, lo que demuestra tu habilidad. Te diré que no estás peleando contra un don nadie. Yo soy Lazelle Tranchant. ¿Me conoces?
«Tranchant... ¡Pues claro! ¿Cómo no me di cuenta antes?» se culpó Rokuro. Tranchant había sido un antiguo legionario que, movido por sus ansias de dinero, había traicionado al Gobierno para convertirse en un mercenario. Hacía tiempo que se le había perdido la pista, pero entre sus antecedentes antes de volverse un criminal se encontraba el haber defendido un puerto asolado por dos tripulaciones completas de piratas él solo junto a dos subordinados, siendo un referente dentro de la Legión. Su traición había hecho mucho daño, y su caso aunque olvidado al perderle la pista tras su huida, no había desactivado la recompensa de treinta y cuatro millones que había sobre su cabeza. Se podía decir que, en el mejor de los casos, Lazelle era tan importante como el propio Kaden. Quizás incluso más.
Y, a pesar de todo, conocer la identidad del mercenario no le servía de nada si era incapaz de atravesar su armadura. «El viejo sabía que esto pasaría. Y me preparó para ello».
Los recuerdos le vinieron de golpe. La aparición del anciano cuando menos se lo esperaba, justo después de pedir la baja voluntaria. Al principio, su presencia no le había ayudado a aclarar sus pensamientos ni a superar su ansiedad, más bien todo lo contrario. Pero el entrenamiento al que le sometió, aunque infernal, dio sus frutos. Okada Satoru, quién se había retirado del mundo ninja hacía muchos años, cuando su hijo heredó el título de líder del clan, le obligó a entrenar duramente, llegando a la extenuación día tras día, entrenando desde que salía el sol hasta que se ponía.
Las mañanas las pasaba ejercitando su cuerpo y realizando el entrenamiento básico, un pilar fundamental para el pleno desarrollo según el anciano. Pero las tardes se ocupaban con los entrenamientos especiales, entre los que se encontraba el entrenamiento del haki. A lo largo de múltiples semanas, Rokuro se vio obligado a blandir sus puños y sus armas a lo largo de una infinidad de horas usando su haki de armadura.
—Tienes un gran potencial —le dijo su abuelo, un ninja retirado—, pero como todos los jóvenes te confías y no ves más allá. Cuando te enfrentas a un obstáculo lo evades, lo rodeas, en vez de atravesarlo de frente. No me malinterpretes; la culpa no es tuya, sino de nuestras costumbres. Tu padre te enseñó, al igual que yo le enseñé a él, que si el enemigo es más poderoso, debes retirarte. Siempre tendrás más oportunidades para volver a enfrentarlo, atrapándole cuando no se pueda defender, a ser posible. Pero diantres, sabemos perfectamente que eso no es siempre así. Hay situaciones en las que, ya sea por orgullo o por supervivencia, no puedes huir ni echarte atrás. Situaciones en las que si fallas, sencillamente no tendrás ninguna oportunidad. Tú, Rokuro, debes aprender a atravesar el muro, romperlo con tus propias manos. Debes estar preparado.
—No lo entiendo —respondió Rokuro rotundamente—. Tanto para los ninjas como para los agentes del Cipher Pol, seguir las órdenes lo es todo. ¿Y si esas órdenes priorizan conservar tu propia vida? O, por el contrario, ¿si más vale morir antes que fracasar y verte obligado a retroceder?
—En esos casos es cuando más importa ser capaz de «romperlo». No se trata solo de derribar lo que tengas delante, sino que es la forma correcta de avanzar. De volverte más fuerte. Y para ello debes golpear, golpear y golpear sin parar. La clave, como en todo, es no rendirse.
¿Era aquello a lo que se refería su abuelo? ¿Aquella clase de barreras? Estaba seguro de que, si fracasaba en la misión, tanto él como Matt serían desechados por el Gobierno Mundial. No solo expondrían su plan, llevándolo al fracaso, sino que se convertirían en dos peones inútiles. ¿De verdad quería eso? Claro que no.
Rokuro tenía un objetivo, y para cumplirlo necesitaba crecer, volverse aún más fuerte y superar a Lazelle Tranchant. Solo así sería capaz de ascender y alcanzarlo. Solo así podría estar orgulloso de sí mismo. Esta vez, huir no era una opción. Por los Siete Pergaminos, cómo odiaba que aquel viejo tuviese razón.
—Sí, te conozco —respondió al ex legionario, lleno de convicción. Iba a ir con todo, de nada servía lo contrario—. Ahora conóceme a mí. Soy el agente Kurokage, y seré quién te derrote. ¡Mi próximo ataque te golpeará!
Pero había que admitirlo: la cara de pánico de Kaden Cross al ver la aparición brutal de Matt no tenía pérdida. Porque... sí, aquella criatura agresiva y desbocada solo podía ser Matt. A Rokuro le constaban sus habilidades arácnidas, aunque nunca había llegado a ver realmente su aspecto. Nunca imaginó que fuera tan grotesco y desagradable... ¿Y aquello masa de carne y sangre había sido una persona? Sí, definitivamente Matt había cambiado, pero quizás no fuera a mejor.
Por fortuna, aquella entrada inesperada y sorprendente se había convertido en la distracción perfecta. Había pocas formas de enfrentarse a un usuario de haki si no eras tan habilidoso como él, y pillarle con la guardia baja era una de ellas. Lazel parecía tener un manejo básico de la armadura, pero el mero hecho de poder predecir sus movimientos le volvía superior en cuanto a observación, ya que Rokuro era incapaz de utilizarlo con tal destreza. Sin embargo, haciendo uso de la distracción —que solo mantuvo un par de segundos distraído a Lazel, pero era suficiente— se abalanzó sobre el mercenario. Usó el Soru para impulsarse y, envolviendo a Susurro de Oscuridad con su propio haki de armadura, lanzó una estocada contra el estómago de Lazel. En esta ocasión, una mancha oscura creció sobre su estómago, y el arma en vez de atravesarle le empujó nuevamente hacia atrás.
—No está mal, no está mal —dijo el mercenario—, pero tendrás que hacerlo mejor si quieres lograr herirme.
«Confía mucho en su capacidad defensiva, debo aprovechar eso» decidió, aunque no era fácil. La aparición de Matt era una ayuda, sin duda, pero aún quedaban enemigos a los que hacer frente, incluidos el grupo de mercenarios que luchaba contra los dibujos revolucionarios. Y el mayor problema era Lazel, quién estaba resultando un auténtico reto; ni con haki había sido capaz de herirle. ¿De verdad era tan fuerte? ¿No había nada que pudiera hacer?
—Te voy a recompensar por tu habilidad —continuó diciendo el diestro espadachín—. Has sido capaz de golpearme en dos ocasiones, lo que demuestra tu habilidad. Te diré que no estás peleando contra un don nadie. Yo soy Lazelle Tranchant. ¿Me conoces?
«Tranchant... ¡Pues claro! ¿Cómo no me di cuenta antes?» se culpó Rokuro. Tranchant había sido un antiguo legionario que, movido por sus ansias de dinero, había traicionado al Gobierno para convertirse en un mercenario. Hacía tiempo que se le había perdido la pista, pero entre sus antecedentes antes de volverse un criminal se encontraba el haber defendido un puerto asolado por dos tripulaciones completas de piratas él solo junto a dos subordinados, siendo un referente dentro de la Legión. Su traición había hecho mucho daño, y su caso aunque olvidado al perderle la pista tras su huida, no había desactivado la recompensa de treinta y cuatro millones que había sobre su cabeza. Se podía decir que, en el mejor de los casos, Lazelle era tan importante como el propio Kaden. Quizás incluso más.
Y, a pesar de todo, conocer la identidad del mercenario no le servía de nada si era incapaz de atravesar su armadura. «El viejo sabía que esto pasaría. Y me preparó para ello».
Los recuerdos le vinieron de golpe. La aparición del anciano cuando menos se lo esperaba, justo después de pedir la baja voluntaria. Al principio, su presencia no le había ayudado a aclarar sus pensamientos ni a superar su ansiedad, más bien todo lo contrario. Pero el entrenamiento al que le sometió, aunque infernal, dio sus frutos. Okada Satoru, quién se había retirado del mundo ninja hacía muchos años, cuando su hijo heredó el título de líder del clan, le obligó a entrenar duramente, llegando a la extenuación día tras día, entrenando desde que salía el sol hasta que se ponía.
Las mañanas las pasaba ejercitando su cuerpo y realizando el entrenamiento básico, un pilar fundamental para el pleno desarrollo según el anciano. Pero las tardes se ocupaban con los entrenamientos especiales, entre los que se encontraba el entrenamiento del haki. A lo largo de múltiples semanas, Rokuro se vio obligado a blandir sus puños y sus armas a lo largo de una infinidad de horas usando su haki de armadura.
—Tienes un gran potencial —le dijo su abuelo, un ninja retirado—, pero como todos los jóvenes te confías y no ves más allá. Cuando te enfrentas a un obstáculo lo evades, lo rodeas, en vez de atravesarlo de frente. No me malinterpretes; la culpa no es tuya, sino de nuestras costumbres. Tu padre te enseñó, al igual que yo le enseñé a él, que si el enemigo es más poderoso, debes retirarte. Siempre tendrás más oportunidades para volver a enfrentarlo, atrapándole cuando no se pueda defender, a ser posible. Pero diantres, sabemos perfectamente que eso no es siempre así. Hay situaciones en las que, ya sea por orgullo o por supervivencia, no puedes huir ni echarte atrás. Situaciones en las que si fallas, sencillamente no tendrás ninguna oportunidad. Tú, Rokuro, debes aprender a atravesar el muro, romperlo con tus propias manos. Debes estar preparado.
—No lo entiendo —respondió Rokuro rotundamente—. Tanto para los ninjas como para los agentes del Cipher Pol, seguir las órdenes lo es todo. ¿Y si esas órdenes priorizan conservar tu propia vida? O, por el contrario, ¿si más vale morir antes que fracasar y verte obligado a retroceder?
—En esos casos es cuando más importa ser capaz de «romperlo». No se trata solo de derribar lo que tengas delante, sino que es la forma correcta de avanzar. De volverte más fuerte. Y para ello debes golpear, golpear y golpear sin parar. La clave, como en todo, es no rendirse.
¿Era aquello a lo que se refería su abuelo? ¿Aquella clase de barreras? Estaba seguro de que, si fracasaba en la misión, tanto él como Matt serían desechados por el Gobierno Mundial. No solo expondrían su plan, llevándolo al fracaso, sino que se convertirían en dos peones inútiles. ¿De verdad quería eso? Claro que no.
Rokuro tenía un objetivo, y para cumplirlo necesitaba crecer, volverse aún más fuerte y superar a Lazelle Tranchant. Solo así sería capaz de ascender y alcanzarlo. Solo así podría estar orgulloso de sí mismo. Esta vez, huir no era una opción. Por los Siete Pergaminos, cómo odiaba que aquel viejo tuviese razón.
—Sí, te conozco —respondió al ex legionario, lleno de convicción. Iba a ir con todo, de nada servía lo contrario—. Ahora conóceme a mí. Soy el agente Kurokage, y seré quién te derrote. ¡Mi próximo ataque te golpeará!
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Tras aparecer al otro lado forcejeando con el mercenario, quien de una patada apartó al monstruo en el que se había convertido, Matt blandió su espada y le apuntó con la punta de esta, demostrando así que dentro de ese caparazón arácnido repelente de bicho aún mantenía algo de sesos lo que no debe ser confundido con razonamiento, quizás aún estaban algo lejos de la justa medida entre Matt y la fruta. El mercenario sacó una daga, pero cuando la guillotina de espadón manipulada por el cyborg bajó con esa fuerza, se partió tanto cuchillo como cuerpo. El frío y ensangrentado metal se hincó hasta la altura del estomago y columna desde la clavícula, casi haciendo dos partes del mismo humano por separado. Matt sacó el arma mientras aún estaba el mercenario de pie, creando así una gran fuente de color rojo que empezó a bañar todo a su alrededor.
La araña giró su cuerpo y fijo los ojos en Rokuro y su contrincante, pero un ruido extra llamó su atención cuando Kaden Cross gritó a los esbirros que estaban perdiendo el tiempo con las copias de tinta, que le protegieran a toda costa... Matt avanzó pasando bastante cerca de su compañero y Lazel, podrían haber pensado que eran su objetivo pero paso de ellos como de comer nocilla con chorizo para ir directo a por Cross, de nada sirvió que dos de sus soldados quisieran interponerse pues de un choque cual camión, los apartó a los dos. No tardaron en levantarse y apuntar con sus armas el cuerpo de Matt, quien de forma hábil cambió su físico a una araña completa para evitar los disparos. Tras evadir con éxito esos ataques, la araña con toda la boca rebosante de babas ponzoñosas escupió a los dos de forma rápida y repetida, quienes recibieron de pleno el ataque y bueno... Ya sabemos como actúa el veneno...
Ahora frente a Kaden había una araña grande de cojones mirando con sus ocho ojos al objetivo... Parecía que el pobre hombre iba a ser devorado por una araña... Ahora es cuando pensáis que Matt volverá en sí y misión cumplida... Pues lo siento, para cuentos felices haber roleado en un foro disney. La araña saltó sobre Cross y empezó a envolverlo en una tela blanca hermosa, el hombre gritaba, forcejeaba y hasta se meó encima, pero eso poco le importaba a la araña, la cual simplemente acabó haciendo un capullo de telaraña el cual hábilmente llevó al techo del lugar y dejó ahí colgado...
Tras dejar un capullo sedoso suspendido en el aire, (El cual aún seguía moviéndose y gritando) la araña empezó a tomar el papel de "Ametralladora automática" pues empezó a escupir a todos los presentes en la sala...
La araña giró su cuerpo y fijo los ojos en Rokuro y su contrincante, pero un ruido extra llamó su atención cuando Kaden Cross gritó a los esbirros que estaban perdiendo el tiempo con las copias de tinta, que le protegieran a toda costa... Matt avanzó pasando bastante cerca de su compañero y Lazel, podrían haber pensado que eran su objetivo pero paso de ellos como de comer nocilla con chorizo para ir directo a por Cross, de nada sirvió que dos de sus soldados quisieran interponerse pues de un choque cual camión, los apartó a los dos. No tardaron en levantarse y apuntar con sus armas el cuerpo de Matt, quien de forma hábil cambió su físico a una araña completa para evitar los disparos. Tras evadir con éxito esos ataques, la araña con toda la boca rebosante de babas ponzoñosas escupió a los dos de forma rápida y repetida, quienes recibieron de pleno el ataque y bueno... Ya sabemos como actúa el veneno...
Ahora frente a Kaden había una araña grande de cojones mirando con sus ocho ojos al objetivo... Parecía que el pobre hombre iba a ser devorado por una araña... Ahora es cuando pensáis que Matt volverá en sí y misión cumplida... Pues lo siento, para cuentos felices haber roleado en un foro disney. La araña saltó sobre Cross y empezó a envolverlo en una tela blanca hermosa, el hombre gritaba, forcejeaba y hasta se meó encima, pero eso poco le importaba a la araña, la cual simplemente acabó haciendo un capullo de telaraña el cual hábilmente llevó al techo del lugar y dejó ahí colgado...
Tras dejar un capullo sedoso suspendido en el aire, (El cual aún seguía moviéndose y gritando) la araña empezó a tomar el papel de "Ametralladora automática" pues empezó a escupir a todos los presentes en la sala...
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Era más fácil decirlo que hacerlo. Rokuro no se consideraba alguien débil, o al menos hacía mucho tiempo que no lo hacía, pero no podía negar que el mercenario le superaba. Atacaba como un demonio y no tenía fisuras en su pose; no por nada había sido un antiguo héroe de guerra. No solo eso, sino que su defensa era férrea, casi inexpugnable. Y aún con todo, una pequeña sensación de certeza y convencimiento recorría todo su cuerpo, como una calidez que le invadía. Nunca se había sentido así, tan seguro.
A su alrededor todo desapareció. Los dibujos producto de su fruta del diablo, los mercenarios a los que se enfrentaban, Matt en su forma bestial yendo a por Kaden Cross... Al momento, no quedaba nada de eso. Solo estaban Lazelle Tranchant, él mismo y su propia voluntad. Alzó su arma y la blandió contra el espadachín. Susurro de Oscuridad, de natural oscura, comenzó a verse envuelta por un tono aún más oscuro, el color de la profundidad del mar. El mismo color del vacío.
En esta ocasión fue Rokuro quién lanzó su ataque primero. Aunque su entrenamiento había incluido formación en todo tipo de armas, especialmente las de filo, no se le podía considerar un experto en el arte de la espada. A nivel de habilidad, el criminal resultaba superior, pero los ataques que lanzaba Rokuro se habían vuelto más exactos y vigorosos. Lazelle comenzó a protegerse bloqueando con su espada larga, mientras retrocedía lentamente. La tornas se habían cambiado.
—¿Lo estás sintiendo? —preguntó Lazelle, divertido—. Esa emoción, sentirse superior. ¡Es lo mejor!
Una sonrisa endemoniada se dibujó en su rostro. En menos de un segundo, aquel hombre parecía haber cambiado para convertirse en feroz guerrero, dejando de retroceder. Comenzó a igualar los movimientos de Rokuro y a golpear con aún más fuerza. Durante un momento, sus fuerzas se vieron realmente igualadas. Cuando uno golpeaba, el otro bloqueaba, en un incesante intercambio de ataques sin parangón. Cada vez que las armas se cruzaban chispas salían despedidas, y en cierto punto los dos hombres se convirtieron en un borrón casi indistinguible.
—Varios compañeros no lo comprendían, no me aceptaban. ¡Por eso les di una lección! —bramó el antiguo legionario.
Aquella declaración cambiaba la percepción de Lazelle Tranchant. El que antaño fuera un valiente soldado de la legión no era más que un hombre despiadado y sanguinario, con que vivía por y para la lucha. No era un auténtico héroe.
Rokuro analizaba toda esa información mientras seguía lanzando un ataque detrás de otro, buscando superar de una vez a su rival. Cuánto más luchaba contra él, más lo conocía. Y cuánto más lo conocía, mayor era el ansia por derrotarlo.
Un paso atrás. Lazelle trazó un movimiento extraño, desviándose del curso natural que había tomado el enfrentamiento. Se volvió hacia un lado, desviando la shinobigatana y moviéndose con tal soltura que desapareció del área de visión de Rokuro. El ninja sintió un sudor frío en su frente.
«Déjate llevar» había dicho su abuelo. Palabras extrañas para un ninja. Palabras que no comprendía aún. Palabras que iba a seguir.
En un acto de lo que muchos hubieran llamado locura cerró los ojos. Sentía que, en esa ocasión, no los iba a necesitar. Y, movido por su propia intuición, alzó a Susurro de Oscuridad con sendos brazos, pasándola por encima de su cabeza hasta alcanzar su espalda. El ataque llegó una fracción de segundo después, siendo detenido justo en el sitio exacto. Lo había predicho. Lo había predicho con su intuición. «El haki que me explicó el viejo».
Sabiendo lo que debía hacer, maniobró para desviar la espada de Lazelle y giró sobre sí mismo, sujetando con fuerza la shinobigatana. Habia abierto, inesperadamente, un hueco en la defensa del mercenario. Sin dudar, se concentró en el golpe, en la victoria. Sintió cómo no se había rendido, ni cómo lo iba a hacer, y descargó un tajo vertical descendente contra el torso de su rival. Encontró resistencia. Como las otras veces, Lazelle había usado su haki de armadura para protegerse, pero en esta ocasión Rokuro no desistió. Volcó todo lo que tenía en aquel tajo. No se trataba de derrotar a Tranchant, ni siquiera de cumplir con la misión. Se trataba del objetivo final de Rokuro y su propia convicción. Finalmente, la defensa cedió, permitiendo a la espada trazar un corte limpio.
Los ojos del mercenario se volvieron blancos, y cayó de rodillas mientras un reguero de sangre salió volando de su herida. Una herida que parecía imposible de hacer. Echando espuma por la boca, cayó al suelo.
Rokuro se dejó caer hacia atrás, todavía consciente pero exhausto. Su cabeza parecía estar a punto de explotar, embargado por una extraña felicidad que no había sentido nunca. Se incorporó, y vio cómo a su alrededor todo había vuelto a la normalidad. Sus dibujos habían reducido a los mercenarios restantes con ayuda de Matt, quién había atrapado muy eficazmente al presentador de subastas.
—Gracias, abuelo —se vio obligado a murmurar.
Se dirigió hacia Matt, quién había acabado con los mercenarios restantes.
—Buen trabajo —lo miró de arriba a abajo, convencido de que detrás de aquella espantosa forma debía de haber mucho más. Quizás, algún día lo descubriera—, compañero. Nuestra misión ha sido un éxito. Ahora, a elimirar las pruebas e irnos aquí. Tú lleva a Kaden.
Lamentablemente, dentro de «eliminar las pruebas», se incluía el acabar con los pocos supervivientes. No era especialmente doloroso: se había criado arrebatando vidas humanas. Pero sí que sentía lástima por tener que hacerlo. En aquel momento no era capaz de tomar sus propias decisiones concernientes al trabajo, pero había decidido cambiarlo todo. Lo cambiaría todo.
Una vez acabaron con los testigos, le prendieron fuego al lugar para acabar con el resto de posibles pruebas y desaparecieron por la parte de atrás, con Rokuro portando el cuerpo de Lazelle. La noticia de que la revolución había acabado con los traficantes se extendería como las llamas que consumían el Patíbulo. La misión estaba cumplida. Y mucho más.
A su alrededor todo desapareció. Los dibujos producto de su fruta del diablo, los mercenarios a los que se enfrentaban, Matt en su forma bestial yendo a por Kaden Cross... Al momento, no quedaba nada de eso. Solo estaban Lazelle Tranchant, él mismo y su propia voluntad. Alzó su arma y la blandió contra el espadachín. Susurro de Oscuridad, de natural oscura, comenzó a verse envuelta por un tono aún más oscuro, el color de la profundidad del mar. El mismo color del vacío.
En esta ocasión fue Rokuro quién lanzó su ataque primero. Aunque su entrenamiento había incluido formación en todo tipo de armas, especialmente las de filo, no se le podía considerar un experto en el arte de la espada. A nivel de habilidad, el criminal resultaba superior, pero los ataques que lanzaba Rokuro se habían vuelto más exactos y vigorosos. Lazelle comenzó a protegerse bloqueando con su espada larga, mientras retrocedía lentamente. La tornas se habían cambiado.
—¿Lo estás sintiendo? —preguntó Lazelle, divertido—. Esa emoción, sentirse superior. ¡Es lo mejor!
Una sonrisa endemoniada se dibujó en su rostro. En menos de un segundo, aquel hombre parecía haber cambiado para convertirse en feroz guerrero, dejando de retroceder. Comenzó a igualar los movimientos de Rokuro y a golpear con aún más fuerza. Durante un momento, sus fuerzas se vieron realmente igualadas. Cuando uno golpeaba, el otro bloqueaba, en un incesante intercambio de ataques sin parangón. Cada vez que las armas se cruzaban chispas salían despedidas, y en cierto punto los dos hombres se convirtieron en un borrón casi indistinguible.
—Varios compañeros no lo comprendían, no me aceptaban. ¡Por eso les di una lección! —bramó el antiguo legionario.
Aquella declaración cambiaba la percepción de Lazelle Tranchant. El que antaño fuera un valiente soldado de la legión no era más que un hombre despiadado y sanguinario, con que vivía por y para la lucha. No era un auténtico héroe.
Rokuro analizaba toda esa información mientras seguía lanzando un ataque detrás de otro, buscando superar de una vez a su rival. Cuánto más luchaba contra él, más lo conocía. Y cuánto más lo conocía, mayor era el ansia por derrotarlo.
Un paso atrás. Lazelle trazó un movimiento extraño, desviándose del curso natural que había tomado el enfrentamiento. Se volvió hacia un lado, desviando la shinobigatana y moviéndose con tal soltura que desapareció del área de visión de Rokuro. El ninja sintió un sudor frío en su frente.
«Déjate llevar» había dicho su abuelo. Palabras extrañas para un ninja. Palabras que no comprendía aún. Palabras que iba a seguir.
En un acto de lo que muchos hubieran llamado locura cerró los ojos. Sentía que, en esa ocasión, no los iba a necesitar. Y, movido por su propia intuición, alzó a Susurro de Oscuridad con sendos brazos, pasándola por encima de su cabeza hasta alcanzar su espalda. El ataque llegó una fracción de segundo después, siendo detenido justo en el sitio exacto. Lo había predicho. Lo había predicho con su intuición. «El haki que me explicó el viejo».
Sabiendo lo que debía hacer, maniobró para desviar la espada de Lazelle y giró sobre sí mismo, sujetando con fuerza la shinobigatana. Habia abierto, inesperadamente, un hueco en la defensa del mercenario. Sin dudar, se concentró en el golpe, en la victoria. Sintió cómo no se había rendido, ni cómo lo iba a hacer, y descargó un tajo vertical descendente contra el torso de su rival. Encontró resistencia. Como las otras veces, Lazelle había usado su haki de armadura para protegerse, pero en esta ocasión Rokuro no desistió. Volcó todo lo que tenía en aquel tajo. No se trataba de derrotar a Tranchant, ni siquiera de cumplir con la misión. Se trataba del objetivo final de Rokuro y su propia convicción. Finalmente, la defensa cedió, permitiendo a la espada trazar un corte limpio.
Los ojos del mercenario se volvieron blancos, y cayó de rodillas mientras un reguero de sangre salió volando de su herida. Una herida que parecía imposible de hacer. Echando espuma por la boca, cayó al suelo.
Rokuro se dejó caer hacia atrás, todavía consciente pero exhausto. Su cabeza parecía estar a punto de explotar, embargado por una extraña felicidad que no había sentido nunca. Se incorporó, y vio cómo a su alrededor todo había vuelto a la normalidad. Sus dibujos habían reducido a los mercenarios restantes con ayuda de Matt, quién había atrapado muy eficazmente al presentador de subastas.
—Gracias, abuelo —se vio obligado a murmurar.
Se dirigió hacia Matt, quién había acabado con los mercenarios restantes.
—Buen trabajo —lo miró de arriba a abajo, convencido de que detrás de aquella espantosa forma debía de haber mucho más. Quizás, algún día lo descubriera—, compañero. Nuestra misión ha sido un éxito. Ahora, a elimirar las pruebas e irnos aquí. Tú lleva a Kaden.
Lamentablemente, dentro de «eliminar las pruebas», se incluía el acabar con los pocos supervivientes. No era especialmente doloroso: se había criado arrebatando vidas humanas. Pero sí que sentía lástima por tener que hacerlo. En aquel momento no era capaz de tomar sus propias decisiones concernientes al trabajo, pero había decidido cambiarlo todo. Lo cambiaría todo.
Una vez acabaron con los testigos, le prendieron fuego al lugar para acabar con el resto de posibles pruebas y desaparecieron por la parte de atrás, con Rokuro portando el cuerpo de Lazelle. La noticia de que la revolución había acabado con los traficantes se extendería como las llamas que consumían el Patíbulo. La misión estaba cumplida. Y mucho más.
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