Los días de nieve roja y piratas Cap. 2 [Priv. Berry-Alpha]

Sigues el entrenamiento con toda la calma, además del dolor del día anterior, mantenías tu mente totalmente enfocada a seguir siendo constante. El dolor no era algo que te molestase del todo, eso te demostraba que aun seguías bastante vivo. De hecho, de cierto modo, disfrutabas el dolor. Más que nada porque eres consciente de que eres alguien con una resistencia y fortaleza física enorme, a pesar tu pequeña estatura. Esto curiosamente no es algo que te haga sentir acomplejado. De hecho, en vez de complejos, tienes un trauma más que problemático.

Bueno… algún defecto tenías que tener.

- Yo agradezco poder aprender de ti. – Le dijiste sonriendo. – Realmente soy consciente que he dejado mucho mi entrenamiento de lado, pero mientras viajo planeo dedicarle más tiempo. – Al menos, el que te pudieras permitir. – Pero la verdad es que... pasar tiempo contigo de cualquier manera es muy agradable. – Le dijiste mientras seguías con la rutina. Luego de un momento ella te indico parar. La verdad no era algo que te molestase y esta vez no planeabas entrenar a lo idiota. Así que hiciste caso a sus palabras y te dispusiste a comer con ella mientras observaban el atardecer. Ella te indico la menara en la cual culminarían el día de hoy. Asentiste y proseguiste a disfrutar de la vista.

Ya tocaba finiquitar el día, pequeño. Respiraste profundo e hiciste lo que ella te había indicado. Poco a poco golpeando a fondo. Rápido y preciso. De hecho, te imaginabas haciendo sobra contigo mismo por un momento. Y hasta que ella te indicase, tu no pararías.

Resoplaste fuertemente. – Rayos… - Sacudiste tu cabellera. Tomaste una toalla y comenzaste a secar tu sudor para luego beber algo de agua. Te encontrabas algo agitado, pero aun asi gracias a las indicaciones de ella, pudiste llegar al final del día.

-¿Volvemos al barco? – Preguntaste.

Alpha era un buen compañero de entrenamientos, casi siempre que hablaba sus halagos inspiraban bastante confianza en la mink que se dedicaba a entrenar con mucho mayor esmero, no para impresionar si no porque realmente lo disfrutaba. Tras haber evaluado los dos primeros días, la zorra concluyó que el pirata estaba bien encaminado ahora que no buscaba romper sus límites a diario y había terminado por imitar la rutina de Berry buscando constancia en lugar de únicamente forzar su cuerpo. Al llegar a la noche, ambos estaban empapados de sudor pero la zorra mostraba una sonrisa de satisfacción, asintió ante la idea de regresar ya que no había mucho más que hacer además de que el clima nocturno en la isla solía ser demasiado frío como para arriesgarse a enfermarse.

—Supongo que es necesario darnos un baño y descansar, mañana empieza a repetirse y deberemos estar preparados para llegar al séptimo día con todos nuestros sentidos.—

Decidió la zorra dando por finalizado el entrenamiento mientras regresaba en cuatro patas al barco, los siguientes días no serían diferentes a levantarse, ejercitar y regresar al barco alternando las maneras de golpear para no hacer del entrenamiento algo aburrido. A Berry siempre se le ocurría algo, como agregar peso, buscar un enfoque diferente o practicar cambiando de lado en ciertos días para poder notar la progresión que el otro estaba llevando. La coraza del casco para cuando la semana estaba a punto de finalizar ya estaba bastante hundida, como si algo le hubiera chocado por ambos lados, una muestra de su gran constancia al no haberse detenido en ningún día.

—Estamos muy bien encaminados, hoy terminaremos con esto por lo cual es momento de romper nuestros límites. Con todo lo que hemos hecho es hora de concentrar nuestro haki en un único golpe que produzca un gran impacto, ese será el objetivo, quizás tardemos unos cuantos intentos pero lo sentirás cuando se produzca. No intentes hacerlo de manera apresurada, cada uno tiene su tiempo y no es una carrera de velocidad si no de resistencia como te comenté los primeros días.—

La mink se puso en guardia, cerrando sus ojos y llevando su haki al brazo derecho, para lentamente comenzar a acumularlo en su puño. No pareció darle importancia a su alrededor, siendo que al cabo de unos segundos el viento le acariciaba lentamente mientras el azabache de su garra se volvía más intenso, a diferencia de los otros días esta vez era algo controlado y la zorra no parecía tener apuro en lanzar el golpe, su trabajo de respiración era lento y constante, sonrió al sentir ese calor peculiar recorrerle el cuerpo abriendo sus ojos mientras lanzaba un potente golpe a la madera del barco. El impacto crujió la madera con gran potencia, el sonido se expandió por el ambiente como el viento levantado tras el golpe.

Y allí estaba Berry, sonriendo mientras su puño había logrado abrirse paso por la madera, dejando un hueco de gran tamaño como si de una bala de cañón se hubiera tratado y al retirar su brazo observó que su garra no tenía ningún rasguño.

—¡Ahora es tu turno Alpha! ¡Estoy segura de que puedes atravesarlo con todo lo que hemos practicado!—

Comentó con una sonrisa traviesa, antes de sentarse a unos pasos de su posición inicial, atenta a como Alpha podría responder ante este desafío. Estaba segura que no era nada en la vida del pirata, incluso podría verse como un desafío insignificante, pero cada paso contaba y este en particular sería el cierre con broche de oro frente al primer entrenamiento del pequeño al estilo de la alocada mink.

El tiempo de entrenamiento fue algo que realmente disfrutaste, joven pirata. Muchos rechazarían la oportunidad de practicar de esta manera, pero tú no. Tu cuerpo y mente disfrutaban cada minuto, cada segundo. Berry definitivamente sabía cómo sacar lo mejor de una persona en un entrenamiento. Días de respirar agitantemente, sentir tu cuerpo que te quema y la falta de aire. Por supuesto que era el camino correcto a seguir, era el mejor camino de todos. Y te tocaba hacerlo, Alpha.

Te tocaba hacerlo por el bien de los tuyos.

Finalmente el fraugulloso día había llegado. Tocaba ver si los resultados de aquel enteramiento habían dado resultado. Era momento de dar pie a que era momento de ver si lograrías dar el siguiente paso en el camino del haki. Respiraste profundamente. Cerraste los ojos. Y buscabas la concentración. Estabas totalmente calmado. Tranquilo. En total sumisión. Buscabas que la energía llegara a tu puño. Y así fue, como poco a poco el armamento negro apareció. Desde tu puño hasta el antebrazo. Abriste de golpe los ojos y con fuerza, arrojaste un golpe armatoste. Logrando al igual que ella, darle un buen golpe a tu objetivo. Lo habías logrado, joven pirata. Sonreíste. Estabas feliz. Tenías tiempo sin disfrutar la dicha de lograr un objetivo a corto plazo. Era bastante delicioso para ti llegar a esto.

Todo, gracias al trabajo en equipo.

- Lo logre… - Dijiste mirando el armamento. Luego, este se desvanecio – Aunque aún sigue siendo cansado. Supongo que aún tengo que acostumbrarme a esto. - Usar haki era una cosa diferente a generar armamento con este. Aunque era algo nuevo para ti llegar a este punto, estabas más que emocionado para dar el salto al siguiente nivel. Querías seguir explorando tu potencial y llegar ser aún más fuerte. Querías saber cuál era tu limite, y luego superarlo nuevamente.

Tenías… una promesa que cumplir.

- Gracias, cielo. – Dijiste a Berry. – Pero algo me dice que este no es mi límite. – le dijiste sonriente a la mink. – Espero que me ayudes a averiguar cuál es.

La zorra aplaudió y abrazó a Alpha tras su demostración saltando de alegría por aquel progreso. Era evidente que horas de esfuerzo durante días constantes de ejercicios y una rutina preparada solo para los más fuertes había dado sus frutos. Claro que el camino no era sencillo y era un trabajo conjunto de cuerpo, voluntad y corazón pero lo más importante era divertirse mientras se transitaba el camino.

La mink luego escuchó que su capitán comentaba sobre todavía serle complicado dominar el haki, asintiendo mientras se separaba del abrazo y comenzando a recopilar en su memoria las primeras veces que ella tuvo que usarlo. Al principio debía tomaarse su tiempo de concentrarse y aplicarlo con fuerza, incluso siendo complicado de mantener por más de meros segundos. Luego con ayuda de sus mentores y el trabajo diario el haki se fue volviendo parte de ella, al punto de que en la actualidad usarlo le fuese tan sencillo como ponerse y quitarse un guante.

—Es lo de menos, al principio cuesta e incluso requiere periodos largos de concentración pero conforme lo vayas entrenando o utilizando te resultará tan fácil como tomar un arma. Recuerda que esto es parte de ti y cuanto más rápido logres asimilarlo menos tiempo tardarás en estar usandolo a toda hora como si fuese un amigo más que te acompaña.—

Las palabras de Berry que eran una manera sencilla de lo que le habían explicado en la marina restaban dificultad al asunto, no lo omitían pero lo hacían bastante llevadero. Sin embargo, al escuchar de un límite la mink levantó una ceja y se echó a reír mientras negaba con su cabeza ante tal información.

—¡Bwahahaha! ¿Qué dices? ¡La voluntad y los sueños no tienen límites! Esto no se trata de una fuerza con límites, el único techo es que no hay techo. Si pienso en mis primeras impresiones también me gustaba ver un límite, me sentía segura. Mi haki de observación era una basura y como me resultaba díficil entrenarlo tenía esa actitud de decir "debe ser mi límite". Hasta que una ciega me abrió los ojos, no podía seguir excusándome y trabajé duro hasta que hoy en día domino ambos mucho mejor. Pero no creo que haya un límite, mientras no lo visualices ¡Tu propia ambición es lo que te impulsa!—

La mink levantó lo brazos al cielo mientras reía, le gustaba pensar en que no había límites solo momentos de estabilidad o de avance más duro. Pero siempre seguiría avanzando, sea con sus amigos o en busca de ellos, Berry se giró contemplando el oceáno pensando en los secretos que podría descubrir en sus viajes futuros. Su chaqueta ondeaba con el viento, mientras los kanjis dorados de libertad brillaban con el sol del mediodía, se giró a su amado levantando el puño para colocarlo frente a este.

—¡Avancemos juntos hasta que nuestra voluntad arda como un volcán!—

Sonriente la mink esperó por la respuesta del pirata, entrenarían no para alcanzar un límite o buscar su propio freno, lo harían para superar todo lo que alguna vez se consideró un límite. Seguirían escalando hasta la verdadera cima, donde podrían observar el mundo a sus pies.