Out for blood [Berry-Iulia] [Privado]

El ruido de barriles rodando, las voces de piratas y el sonido del gentío dominaban el muelle. El nivel de actividad era casi frenético; la tripulación se aprestaba a descargar toda la mercancía de la bodega y cargarla en carros tirados por cabras rojas. A su vez, varias cajas pesadas, toneles y cofres esperaban a un lado custodiadas por dos corpulentos gyojins con pesadas porras. No eran los únicos hombres pez del lugar, otros como ellos se preparaban para llevar los carros, y una mujer barracuda especialmente grande hablaba con el capitán pirata.

El muelle en cuestión era una zona alejada de los puertos habituales de la isla. Eso en sí no era algo extraño; en un territorio pirata sin un dueño claro, que los habituales usasen puertos ocultos u alejados para evitar que a los forasteros les pudiera la codicia era habitual. Sin embargo, la prisa que ambos grupos se estaban dando en efectuar el intercambio sí que era más llamativa. Lo bastante para captar la atención de alguien con demasiada curiosidad para su propio bien y escaso respeto por la propiedad privada.

Una chica de pelo oscuro recogido en dos moños observaba a los piratas trabajando. Estaba sentada sobre una roca a unos saludables diez metros del muelle, bebiendo un refresco de cola. Una sonrisa traviesa brillaba en su rostro, acompañada por una mirada codiciosa. Donde había esa clase de actividad, habría oro de por medio, sin lugar a dudas. Había llegado a Bloothe a reunirse con su capitán, pero una pequeña aventura para calentar motores no vendría mal. Igual hasta podía sorprender a Alpha con un pequeño botín. O en el peor caso, con una horda de piratas furiosos siguiéndola.

El tiempo se hacía largo en aquella isla, Alpha le había comentado que estaban esperando a otros miembros de la banda que todavía no llegaban a destino. La zorra se estiró tras despertarse y tras ducharse se dirigió a la cocina, mientras degustaba su arroz matutino pronto llegó a sus ojos algunos carteles con recompensas apilados en la mesa. Si bien algunos eran viejos, otros parecían recientes y más importante, no estaban tachados.

Bloothe era una isla con una tregua marcada entre piratas, violar esa norma parecía algo muy habitual pero a la vez el que lo hacía quedaba marcado entre los piratas. Se sentía curioso respetar una norma por el mero estigma social, estigma que Berry nunca temía ni daba importancia a la hora de vivir. Ese día quería salir de caza, dado su entrenamiento y diferentes aventuras por el lugar, precisaba algo de acción.

Tomó unas tartas de frambuesa y comenzó a caminar sin rumbo, vistiendo solo una chaqueta abierta, holgados pantalones y unos zapatos usados que le brindaban comodidad al andar. Fue caminando que un aroma le llegó a la nariz, agradecía ya haberse adaptado a la temperatura ambiente y estar en plenas condiciones una vez más. Era un olor que le recordaba a sus primeros días y como no, a sus primeras aventuras como marine que ya habían quedado bien atrás.

—Es verdad, me debe una cita...—

Movió su cola mientras el camino de su nariz le conducía hasta una distancia bastante curiosa del muelle. Su rostro mostró una sonrisa al identificarla, aunque al haber llegado por detrás no quiso tirarse encima por si llegaba a asustarle.

—¡Miren a quien me encuentro! Queria cazar algo pero no imaginaba sacarme la lotería... Me debes una cita y espero que tengas una buena idea entre manos.—

La mink sonrió mientras crujió sus nudillos, su actitud era alegre aunque esto se podía malinterpretar cuando una zorra de casi dos metros se te aparece de la nada por la espalda y con una sonrisa salvaje que más que amistad invita a correr.

—¿Qué hacías? ¿Esos tipos de ahí son amigos tuyos? Parecen fuertes, pero no les veo gran cosa. He conocido a otros que valen más la pena... si necesitas a alguien fuerte para pasar la noche puedo ser tu compañera.—

Coqueteó observando a los Gyojin a la distancia, para Berry ninguno era buena opción para Iulia a menos que le gustasen en exceso los tentaculos o los rostros extraños de pescados. Y sí, la sorra nunca olvidaba un aroma y esa chica ante sus ojos era inconfundible. Tampoco había cambiado demasiado a comparación de como le recordaba, tal vez estaba un poco más pequeña o Berry se había hecho más grande.

Iulia se levantó de golpe y echó la mano a una de las dagas que colgaban de su cinto. Su expresión era firme y severa, sus ojos transmitiendo claramente su determinación de defenderse. Dicho de otra manera, se había llevado un susto de campeonato y había asumido que le habían descubierto. Grande fue su sorpresa cuando reconoció a la marine de la tribu mink que se había topado en el North Blue. La pirata se mostró sorprendida por un instante, pero luego soltó una carcajada apartando la mano de la daga.

- El mundo es un pañuelo. ¡Y pensar que volvería a verte aquí! Espero que esta vez no pretendas arrestarme, salvo que pretendas tener una cita en un cuartel - tras considerarlo unos segundos, añadió con una sonrisa pícara - aunque si me prometes esposarme a los barrotes, a lo mejor me lo planteo. Me gusta cuando la primera cita se pone kinky.

Iulia se irguió sobre la roca, olvidando por un momento que se suponía que estaba intentando pasar desapercibida. Iba vestida con su traje ninja, aunque en ese momento estaba sin máscara. Al cinto llevaba la ninjato, dagas y una pequeña riñonera negra. Por su parte, la mink había crecido una barbaridad. Pese a su pelaje, no se le escapaba la poderosa musculatura que había desarrollado. A diferencia de la otra vez, no iba de uniforme. Siendo una isla pirata a lo mejor estaba de vacaciones o de incógnito.

- ¿Acabamos de reencontrarnos y ya quieres llevarme a la cama? - se relamió los labios - Invítame primero a cenar, ¿no?

Flirtear tan abiertamente con Berry era divertido y excitante, tanto que le costó recordar que estaba vigilando los movimientos de dos peligrosas bandas piratas. Se giró y echó un vistazo detrás de ella. Algunos hombres les miraban desde el barco, pero no parecían haberles considerado una amenaza aún. El resto no les prestaba atención.

- A decir verdad, planeaba hacer un acto de caridad y robar a esos piratas pez en cuanto se llevasen la mercancía a su guarida. Seguro que una marine fuerte y grande como tú podría ayudarme, ¿verdad? Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón - le guiñó un ojo.

La mink comenzó a reír ante la idea de arrestar a Iulia, lo hubiera hecho solo por diversión aunque ya había dejado sus días de marine y ahora solo buscaba hacer la justicia por su propia cuenta. La zorra rascó su cabeza ante la idea de esposarla y juguetear un poco, aunque cayó en cuenta que no tenía esposas ni tampoco un cuartel en aquella isla. Una pena ya que el escenario descrito llegaba a interesarle, a lo mejor podía encontrar algo parecido en el barco de Alpha.

—¡Bwahahaha! No te preocupes, dejé mi vida de marine hace un tiempo logré mi meta y ya no tenía caso seguir. Ahora solo viajo impartiendo justicia a mi modo y bueno con un chico guapo, aunque tu no vendrías mal a la tripulación, le caeras bien.—

La mink guiñó su ojo mientras estiraba su cuerpo, recordaba ese apretado traje ninja y verlo a la luz del día lo hizo todavía más interesante. La mink se llevó la mano al mentón al escuchar sobre lo de invitarla a cenar, era pleno día aunque quizás se refería a su cita postergada que podía darse justo esa noche.

—¿Cenar? Pero si la que me debe la cita eras tú, aunque bueno podemos cenar más tarde.—

Replicó la mink sin mucho problema, su rostro sonrió mientras escuchaba el plan de la ninja con atención. No solía ver con buenos ojos el robar a civiles o comerciantes, pero a piratas era otra historia. Alpha lo hacía, Alice lo hacía y la marina incautaba varios bienes de los piratas cuando los atrapaban.

—Robar a civiles no está bien, pero darle un merecido a unos piratas no suena mal. Cuenta conmigo, solo dime a quien mato y a quien dejo vivo. ¡Los malos merecen morir y los buenos solo otra oportunidad!—

Una justicia bastante simple, aunque la zorra parecía dispuesta a brindar su ayuda. Desconocía si la muchacha sabría identificar a piratas malvados y buenos, si los veía como objetivos o como parte de algún plan mayor. La realidad es que Berry estaba emocionada por poder golpear cosas, crujiendo sus nudillos y esperando en cuatro patas por las indicaciones a seguir, siendo su rostro adornado por una gran sonrisa.