[Pasado//Privado]Encuentro inesperado... E inoportuno.

Llevaba días en los revolucionarios tras haberme encontrado con Legim y con Uracha, la promesa de entrenarme estaba cayendo en saco roto día tras día. Me pasaba los días entrenándome yo sola y replicándole a Legim una y otra vez que cumpliese su promesa. Las constantes peleas con Legim y los intentos fallidos de Uracha de poner paz solo me ponían más y más de los nervios. Algunos revolucionarios se irían a la isla de Arabasta para arreglar unos determinados asuntos, lo ciento es que no me importaban lo más mínimo, el reciente reclutamiento en los mercenarios solo se debía al hecho de que deseaba que Legim me entrenase. Por ser un miembro demasiado reciente y mi nombre no ser aún muy conocido era perfecta para la misión encomendada por los revolucionarios, la verdad es que les escuché hablar sobre la misión la noche anterior así que me ofrecí voluntaria para cumplirla.

Lo cierto es que me agobiaba estar rodeada de tanto hombre y más me agobiaban Legim y Uracha los cuales no me dejaba tranquila un solo segundo, pero ninguno de los dos me entrenaba y eso me enfurecía aún más. Sin duda necesitaba un merecido descanso, y pensé que haciendo esta misión sencilla lo conseguiría. Además era la típica misión que se le daba a los novatos y una excusa perfecta para alejarme durante varios días y despejarme un poco de tanta testosterona. La misión era muy sencilla, llegar a Alabasta, entregarle una carta con determinadas indicaciones a uno de nuestros topos y luego volver. Eso era todo, sin duda era una misión fácil, además Arabasta era una ciudad de desierto y habría bastante sol, podría entrenarme para aprender a soportar mejor el calor y me compraría algún que otro capricho.

Yo y algunos revolucionarios más nos embarcamos en un barco pesquero, para no levantar sospechas, rumbo a Arabasta. Pasaron los días en el interior del barco en el cual me entretenía pescando o simplemente tumbándome en la baranda que separaba el límite del barco para mirar el cielo durante varias horas. Como era costumbre en mí también solía entrenarme, el problema es que dentro del maldito barco no había nada con lo que pudiese entrenar por lo que me hice con dos enormes barriles repletos de provisiones unas pesas improvisadas, atándolas a un palo, los primeros días apenas podía levantarla apoyándomela en los hombros, pero al décimo o quinto día ya conseguía hacer varias repeticiones con ellas solo usando mi único brazo, el derecho. Aunque 5 repeticiones para mí no eran suficientes, sin duda cuando llegase a casa seguiría entrenando pero por suerte o desgracia nuestro barco atracó en Arabasta.

El resto de revolucionaros esperarían el barco para partir en cuanto la misión estuviese completa, bajé del barco estirándome y respirando un poco de ese ardiente viento caluroso, sin pensármelo mucho comencé a andar. Alquilé un dromedario y un guía con el dinero que los revolucionarios me proporcionaron para la misión, por supuesto no pensaba usar un solo centavo de mi bolsillo. Ese dinero estaba destinado en perfumes, vestidos y ungüentos típicos de Arabasta, por no hablar de que necesitaba medicinas para los revolucionarios, ya que desde que llegué a la banda yo me encargaba de los heridos menos graves para así aumentar mis habilidades como médico y poco a poco aumentar la dificultad.

Solo pasaron unas horas hasta llegar por fin a Alubarna, el dromedario me estaba empezando a hacer algo de daño en la espalda y las caderas de montarlo durante mucho tiempo por lo que llegar a la isla era un gran alivio para mí. Los revolucionarios habían quedado con nuestro topo en la plaza central a las 00:00 del día 3 para hacer la entrega del documento el cual guardaba con cautela junto con mis objetos más preciados. Teniendo en cuenta que llegué a Alubarna a las 3 de la tarde eso me daba casi 9 horas para hacer lo que quisiese por la ciudad. Tenía carta blanca para hacer lo que quisiese y eso me encantaba, por primera vez en mucho tiempo estaba sola de nuevo, era una sensación extraña, en parte les echaba de menos y no sabía el motivo, agitando mi cabeza con fuerza recuperé la razón y comencé a andar por las calles de la ciudad para buscar tiendas y sitios que mirar.

Miré diferentes tiendas y compré algunos perfumes, tras eso me metí en un bar a pasar el rato en él empecé a tontear con unos hombres que parecían tener interés en mí, ellos eran bastante lindos y la verdad es que tras estar con Legim y Uracha todo el rato se me apetecía manipular un poco, para empezar conseguí que uno me invitase a beber y otro a comer por lo que todo me salió gratis. Estuve un rato más en su compañía disfrutando del espectáculo y pasándolo bastante bien. Al rato acabé hartándome de estar ahí dentro, demasiado hombre a mi alrededor para mi gusto además ya había conseguido lo que deseaba que era una cena gratis. Tras eso di otro paseo por Alubarna mirando los puestos caseros hasta ver una tienda de medicinas regentada por una anciana, la mujer era adorable y muy simpática, sin duda al ver los botes de medicina me acordé de los chicos, sobretodo de Uracha que aún tenía algunas heridas de cuando le encontré en la isla sakura. Aunque sus heridas ya estaban casi curadas preferí comprarle ungüentos y medicinas para el dolor y la infección, lo cierto es que siempre debía reñirle Uracha era como un crio pequeño que no se acordaba de sus medicinas, luego compré algunas cosas un poco más fuertes para Azumi, él parecía bastante destrozado y tener medicinas en el campamento nunca venían mal, para Leguim le compré un tranquilizantes, puede que no le hiciese falta pero como un día se pasase de la raya le dejaría dormido durante una semana. Recogí todas mis compras y las llevé al sitio donde me alojaba para luego ir a recogerlas mientras me disponía a dar otro paseo. Esta vez fui a la plaza, lo cierto es que era una plaza muy hermosa donde los niños jugaban alegres y felices.

Tras unos momentos un anciano de bastante edad se me acerco con un especie de potaje de color verde en un cuenco, al cual sin dudarlo apenas empecé a dirigirlo hacia mi boca, dejando que su sabor fresquito y a la par bastante dulce penetrase dentro de mí. Aquella cosa esta bastante rica y nunca la había probado, por lo cual mis ojos bastantes alegres siguieron tomando aquella sustancia, la cual empezó a recuperarme las fuerzas que había perdido durante todo el viaje. Nada más terminarlo coloque dicho bol encima de la mesilla de noche y con mi propia camiseta me limpie los restos de líquidos que quedaban en mis labios, dejando que una sonrisa se dibujase en mi rostro.

-Mmm estaba buenísimo. ¿Qué es esto? Su sabor era bastante dulce y el color me había asustado durante unos momentos.

-Es un plato típico de la zona. Se basa en las mismas propiedades que el helado de menta pero en estado liquido. Lo usamos para la gente que va por el desierto y pasa mucho calor.

Mi cara se quedo ante asombro manjar y además tan clásico, ya que según él se trata únicamente de helado pero liquido, por lo que me levante y tendiéndole la mano le agradecí por lo que había hecho. Además me acerque a uno de mis maletines y saque unos 120.000 berries, con los cuales le pedí que llevase una gran cantidad de ese material a una isla donde tenía unos buenos cocineros, los cuales me harían la receta cuando quisiese.

Salí de la taberna dejando mis cosas a buen regazo ( excepto los maletines) y empecé a caminar por la zona buscando algo que me entretuviese, ya que debía buscar información, pero realmente y después de haber probado esa suculenta receta no tenía ganas de trabajar, por lo que me auto asigne unas horas de descansos, donde iría a alguna tienda a comprar algo nuevo para mi colección, aunque antes me gustaría ir a la plaza, donde me han comentado que suele haber unos chicos con la piel oscura que vende cosas a muy bajo precio, por lo que empecé a dirigirme hacia esa zona con mis maletines dando vueltas de 360 grados, dejando que mi actitud de niña pequeña me dominase.

-OOO que bueno el Helado de menta-digo medio tatareando-Rico rico rico…

Estaba en esa hermosa plaza donde los pájaros cantaban y los niños jugaban, era una plaza muy hermosa adornada con una enorme fuente justo en mitad de la plaza, de mármol blanco tallado a mano, de notaba por algunas imperfecciones hechas de forma natural ,a pesar de eso la estatua era preciosa. La estatua de mármol era de una joven muy hermosa, parecía una elfa o algo por el estilo que suele salir en los cuentos de hadas. La elfa sostenía un cántaro en su mano del cuál desprendía agua, y en su mano izquierda lo que parecía ser un recipiente parecido a una jarra ornamentado con flores. La chica vestía con unas ligeras telas que cubrían su pecho y luego su partes nobles a modo de vestido, pegado al cuerpo mostrando las curvas de la mujer de la estatua pero manteniendo la sensación de tener puesta tela semitransparente en el cuerpo. Me quedé un rato mirando la fuente la cual parecía que echaría a andar en cualquier momento antes de acercarme a dos mercaderes que estaban vendiendo objetos en la plaza.

Los objetos eran joyería no muy cara pero si muy bonita y artesanal, sin duda Alubarna era un gran y hermoso país. Estaba tan relajada que apenas me di cuenta de que una mujer entró en la plaza. Me di la vuelta cuando logré verla, apenas podía creérmelo… ¿era ella? Parece que Roslin aún no me había reconocido, era normal al fin y al cabo había pasado mucho tiempo, en realidad muchos años, y tanto ella como yo estábamos muy cambiadas. Se notaba que la vida nos había tratado a ambas duramente. Roslin era una niña mimada cuando la conocí, era malcriada, caprichosa y arrogante. Una niña criada en los lujos de la vagancia y el poder gracias a la situación social de sus padres los cuales eran amigos de los míos. Roslin vino a mi mansión en más de una ocasión y me miraba por encima del hombro por ser ella de familia real y yo solo ser una noble más, según sus propias palabras.

Mis padres no se saltaban un día para mi educación, la intención de mis padres era colocar a nuestra familia a la altura de la familia de Roslin. “La familia Takamire es mucho más noble y dura que la de los Winterfell, ellos disfrutan de un gran título pero sin duda nosotros somos mucho más ricos y pronto no tendrán nada que restregarnos a la cara” Decía mi padre en cuanto los Winterfell se marchaban de casa… Y efectivamente mi educación estaba dirigida a eso exactamente, a ser la esposa de alguien de la familia real para conseguir el título. Los días que Roslin se quedaba en mi casa me agradaban mucho, ella era caprichosa y tenía que hacer siempre lo que ella quería, si no quería que llorase… pero no me importaba… eran los únicos días en los que podía dejar mi educación de lado para ser una niña. Mis padres debían aparentar por lo que no podían dejar que Roslin viese la realidad de mi casa y que luego se lo dijese a su padre. Mi padre estaba a menudo en casa y jugaba al matrimonio feliz con mi madre, yo no estaba encarcelada en vida aumentando mi educación y mi padre actuaba como un buen noble y un gran militar.

Sin duda Roslin había cambiado mucho… bueno… no sé de qué me quejaba yo había cambiado mucho más. Roslin tenía 14 años y parecía que tenía 19… era muy desarrollada para su edad, muy linda, muy femenina, todo lo contrario a mí. Ella tenía unos pechos enormes a pesar de su edad mientras que yo estaba prácticamente plana siendo tres años mayor que ella. Tenía una figura y una cara de adolescente. Recuerdo que era muy popular entre los chicos nobles. Además Roslin era muy coqueta y llamaba mucho la atención. Yo siempre fui la amiga fea… pero tampoco me molestaba mucho, no solo parecía una niña por mi aspecto físico, si no que mi mente estaba muy ocupada en otras cosas que no era el género masculino. Por no hablar que para ellos era un chico más del grupo a pesar de ser una mujer. Aunque Roslin era distinta… ella sin duda causaba furor. Yo era muy distinta a ella en casi todo… pero ahora era muy cambiada… Ella seguía siendo hermosa, pero parecía mucho mayor que yo … Parecía que me conservaba mejor en cierto modo… Aunque la perdida de mi brazo y mi ojo la verdad es que intimida a los hombres, ya no era la niña fea del grupo, la amiga que parecía el amigo, ni el hombro en el que llorar de todos… Sin duda la chica tímida y alegre de antes ahora era mucho más atrevida, no sabía cómo reaccionaría Roslin al verme … no supe nada de ella desde mi supuesta muerte en la famosa y nombrada “boda carmesí”.

Me limité a observarla de arriba hacia abajo mirando lo mucho que había cambiado y pensando en lo mucho que cambié yo también, estuve un rato mirándola sin saber qué hacer. Si acercarme ni a saludar, de hecho hice el intento dos o tres veces. Pero no pude… estaba a punto de marcharme de la plaza cuando me fijé en que ella me miraba fijamente. Creo que me había visto… y ya no había vuelta atrás…

Roslin me miró fijamente, estaba muy afectada, parecía que le afectaba bastante el hecho de reencontrarnos. Sabía que me tenía mucho aprecio pero jamás pensé que me pudiese tener tanto. La chica avanzó cual zombie entre la multitud acercándose a mí, muchos recuerdos de la infancia con ella me vinieron a la mente, era cierto que siempre vivía a su sombra pero me encantaba estar a su lado. Ella era la única aparte de mis hermanos que me evadía de mi casa y me hacía ser feliz.

La chica avanzó hacia mí con gran rapidez y frenó en seco justo en frente de mi rostro, me cogió de la mano con gran delicadeza y me miró a mi único ojo, y pude ver que una lagrima salió de los suyos me quedé extrañamente cohibida y alagada.

-¿Eres Kanae-chan? Te eche muchísimo de menos en toda mi vida, dime que si por favor…

Me limité sonreírle un poco con una mirada amorosa por el paso delos años y a contestarle con una voz dulce, aunque se podía notar el cambio de mi voz a una voz más ruda y contundente para ella intentaba ser lo más dulce posible.

-Veo que has crecido mucho Roslin, y veo que te has vuelto mucho más humilde – dije entre risas divertidas a modo de broma cordial .- en antaño no hubieses derramado una lagrima por nadie… ¿Acaso se ha ablandado tu frío corazón? –Le sonreí amigablemente- Me alegro de que estés bien… ¿como te fueron las cosas después de mi supuesta muerte?