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Akuma no mi
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Actualmente me encontraba en el desértico Reino de Arabasta, más concretamente en la pequeña ciudad de Nanohara, una ciudad portuaria, sin embargo, no estaba allí en ninguna misión de la armada, si no de vacaciones, por decirlo de alguna manera, me habían dado un permiso de varios días y tras mucho pensar en que isla de la Gran Line iría decidí que sería esa, por la única razón de que nunca la había visto y estaba muy interesado de que, a pesar de estar en un enorme desierto y una sequía constante había algunos sectores de la ciudad que habían prosperado hasta tener una importancia bastante.
Aquel día, iba con la camisa desabrochada, no solo por que fuese mi look habitual, si no por el calor sofocante que tenía, en aquella ocasión los decorados eran bordados dorados, que hacían la forma de un águila en la espalda, los pantalones eran absolutamente negros y las botas con un león dorado en el costado de estas además de mi espada larga guardada a la izquierda con su respectiva funda de cuero y la katana a mi espalda, guardada como no, en su funda de madera con algunos decorados.
Estaba paseando por las calles de la ciudad, estaba aún poco transitada, debido a que las calles que ahora frecuentaba eran las secundarias y que era aún primeras horas de la mañana, por lo que la actividad comercial aún no estaba en su máximo apogeo. Sin embargo, parecía haber ya transeúntes bastante peculiares, ya que algunos iban armados, algunos parecían guardias de aquel reino por su forma de vestir y la resta serían de cualquier cosa, desde piratas hasta compañeros marines también en descanso, pasando como no por los cazadores de piratas.
Aquel día, iba con la camisa desabrochada, no solo por que fuese mi look habitual, si no por el calor sofocante que tenía, en aquella ocasión los decorados eran bordados dorados, que hacían la forma de un águila en la espalda, los pantalones eran absolutamente negros y las botas con un león dorado en el costado de estas además de mi espada larga guardada a la izquierda con su respectiva funda de cuero y la katana a mi espalda, guardada como no, en su funda de madera con algunos decorados.
Estaba paseando por las calles de la ciudad, estaba aún poco transitada, debido a que las calles que ahora frecuentaba eran las secundarias y que era aún primeras horas de la mañana, por lo que la actividad comercial aún no estaba en su máximo apogeo. Sin embargo, parecía haber ya transeúntes bastante peculiares, ya que algunos iban armados, algunos parecían guardias de aquel reino por su forma de vestir y la resta serían de cualquier cosa, desde piratas hasta compañeros marines también en descanso, pasando como no por los cazadores de piratas.
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El sol brilla como nunca, emitiendo sus fuertes rayos sobre el suelo árido, el vapor que sale sobre el suelo puede notarse en el horizonte, como las gotas de sudor que caen por el rostro de la mayoría de los transeúntes; algunos casi desnudos y otros cubiertos totalmente para protegerse del agresivo sol.
Parece un día común y corriente en esta isla, a la cual he llegado por accidente y de la cual quisiera marcharme lo antes posible, ya que el calor es un clima que prefiero evitar. Lamentablemente mis bolsillos no están de acuerdo, ya que lo único que contienen es una cajetilla de cigarros a medias y unos fósforos. Mis labios comienzan a secarse, y mi piel pálida empieza a enrojecerse.
-Buen día joven-
Saluda un hombre de avanzada edad, conocido como el viejo funk, un comerciante querido en la ciudad por su amabilidad y cortesía. El viejo accedió a darme un empleo apenas a los minutos de conocerme, con lo cual pude comprarle una mesa y un par de sillas. Le pareció rara mi compra pero en unos momentos sabría el motivo de esta.
-Mal día viejo- respondí sonriendo.
Alentado por el calor y la sed, coloque la mesa y las sillas, una frente a la otra y de por medio la mesa. Me senté en una y coloque un letrero que dice “Apuesta a las vencidas, apuesta mínima: 1000 berries. Apuesta máxima: ¿?”
Espero paciente a que algún retador llegue y juntar el dinero para poder largarme de esta isla.
Parece un día común y corriente en esta isla, a la cual he llegado por accidente y de la cual quisiera marcharme lo antes posible, ya que el calor es un clima que prefiero evitar. Lamentablemente mis bolsillos no están de acuerdo, ya que lo único que contienen es una cajetilla de cigarros a medias y unos fósforos. Mis labios comienzan a secarse, y mi piel pálida empieza a enrojecerse.
-Buen día joven-
Saluda un hombre de avanzada edad, conocido como el viejo funk, un comerciante querido en la ciudad por su amabilidad y cortesía. El viejo accedió a darme un empleo apenas a los minutos de conocerme, con lo cual pude comprarle una mesa y un par de sillas. Le pareció rara mi compra pero en unos momentos sabría el motivo de esta.
-Mal día viejo- respondí sonriendo.
Alentado por el calor y la sed, coloque la mesa y las sillas, una frente a la otra y de por medio la mesa. Me senté en una y coloque un letrero que dice “Apuesta a las vencidas, apuesta mínima: 1000 berries. Apuesta máxima: ¿?”
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Me encontraba aún paseando por las calles de la ciudad, mientras el calor sofocante cada vez se posaba más sobre el cielo, la actividad comercial había empezado ya a despertar y al parecer, había una gran cantidad de perfumerías, algunas más humildes pero otras tenían a trabajadores trasportando cajas en dirección hacia el puerto, por lo que deduje en pocos minutos, que la principal fuente de ingresos de aquella ciudad desértica era sin duda la perfumería.
Mientras paseaba, ajustando mis armas a mi espalda y mi cintura, entré en una pequeña y humilde tienda de comestibles, y compré algo para el almuerzo, un poco de fruta, algo más dulce y algo que no podía faltar, lo esencial para combatir aquel lugar... agua. Todo aquello me costó más berries de los esperados, sobretodo el agua, aunque en aquel lugar me pareció un poco comprensible,
Mientras caminaba, hubo algo que me llamó la atención, parecía un tipo, sentado en una silla con un cartel sobre la mesa, ante eso, me acerqué al cartel, leyéndolo muy interesado, la verdad es que tenía berries suficientes y sería interesante algún reto así, aunque primero debería descubrir en que apostaba. Me metí la mano en el bolsillo y saqué justamente mil berries, mirando fijamente al hombre.
Dime... ¿de que va la apuesta? ¿juegos de azar? ¿lucha quizás?
Comenté ya con el dinero en la mano y dispuesto a jugar y por supuesto, ganar fuese cual fuese la apuesta, mientras de reojo, podía observar como algunos transeúntes se miraban aquella escena e incluso alguien se paraba interesado o simplemente curioso ante aquel cartel, la verdad es que tenía ya ganas de un poco de acción sin jugarme realmente el cuello.
Mientras paseaba, ajustando mis armas a mi espalda y mi cintura, entré en una pequeña y humilde tienda de comestibles, y compré algo para el almuerzo, un poco de fruta, algo más dulce y algo que no podía faltar, lo esencial para combatir aquel lugar... agua. Todo aquello me costó más berries de los esperados, sobretodo el agua, aunque en aquel lugar me pareció un poco comprensible,
Mientras caminaba, hubo algo que me llamó la atención, parecía un tipo, sentado en una silla con un cartel sobre la mesa, ante eso, me acerqué al cartel, leyéndolo muy interesado, la verdad es que tenía berries suficientes y sería interesante algún reto así, aunque primero debería descubrir en que apostaba. Me metí la mano en el bolsillo y saqué justamente mil berries, mirando fijamente al hombre.
Dime... ¿de que va la apuesta? ¿juegos de azar? ¿lucha quizás?
Comenté ya con el dinero en la mano y dispuesto a jugar y por supuesto, ganar fuese cual fuese la apuesta, mientras de reojo, podía observar como algunos transeúntes se miraban aquella escena e incluso alguien se paraba interesado o simplemente curioso ante aquel cartel, la verdad es que tenía ya ganas de un poco de acción sin jugarme realmente el cuello.
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Los transeúntes parecen interesados, sus miradas curiosas caen sobre el pequeño cartel y algunos llegan a detenerse. Espero paciente a que algún interesado llegue y me ayude a salir de esta isla.
Dime... ¿de qué va la apuesta? ¿Juegos de azar? ¿Lucha quizás?
Mis orejas llegaron a moverse de la emoción al escuchar las palabras de aquel enorme cabeza blanco, mi boca no pudo resistir y se estiro de oreja a oreja, mis mejillas se marcaron por la enorme sonrisa y mis ojos que permanecían abiertos, parecían cerrados.
-Vencidas, copito de nieve. Un juego popular de mi pueblo- Levante mi mano derecha y la posicione quedando mi codo sobre la mesa y mi antebrazo en un ángulo cercano a los 90° con la mano extendida.
Al parecer mi pequeño juego empezó a traer a la multitud, en un instante copito de nieve y yo estábamos rodeados de miradas intrusas. Algunos parecen estar muy interesados y comienzan a formar una fila; dos hombres están en ella, los cuales muestran una enorme confianza, merecida al ver sus enormes brazos. Pero con lo que no cuentan, es que su servidor posee el poder de una fruta del diablo que me otorga la mismísima fuerza de Hércules.
Algunos pueden llamarlo fraude, pero yo lo veo como un pequeño entretenimiento y una manera de sacar plata para salir de esta isla.
-Copito, no seas tímido y toma asiento-
Lo mire a los ojos, como si de un duelo de cowboys se tratara, esperando pacientemente mientras las gotas de sudor seguían cayendo de mi frente, una a una.
Dime... ¿de qué va la apuesta? ¿Juegos de azar? ¿Lucha quizás?
Mis orejas llegaron a moverse de la emoción al escuchar las palabras de aquel enorme cabeza blanco, mi boca no pudo resistir y se estiro de oreja a oreja, mis mejillas se marcaron por la enorme sonrisa y mis ojos que permanecían abiertos, parecían cerrados.
-Vencidas, copito de nieve. Un juego popular de mi pueblo- Levante mi mano derecha y la posicione quedando mi codo sobre la mesa y mi antebrazo en un ángulo cercano a los 90° con la mano extendida.
- Spoiler:
- (Estas son las vencidas)
Al parecer mi pequeño juego empezó a traer a la multitud, en un instante copito de nieve y yo estábamos rodeados de miradas intrusas. Algunos parecen estar muy interesados y comienzan a formar una fila; dos hombres están en ella, los cuales muestran una enorme confianza, merecida al ver sus enormes brazos. Pero con lo que no cuentan, es que su servidor posee el poder de una fruta del diablo que me otorga la mismísima fuerza de Hércules.
Algunos pueden llamarlo fraude, pero yo lo veo como un pequeño entretenimiento y una manera de sacar plata para salir de esta isla.
-Copito, no seas tímido y toma asiento-
Lo mire a los ojos, como si de un duelo de cowboys se tratara, esperando pacientemente mientras las gotas de sudor seguían cayendo de mi frente, una a una.
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Me quedé mirando directamente al otro chico, mientras escuchaba de que se trataba la competición, la verdad es que había escuchado hablar y había visto dicho juego, sobretodo en las tabernas y también en la marina, además lo de las apuestas también estaba vigente en ambas veces, sin embargo las apuestas no solían pasar los 350 berries si se trataba de gente muy confiada y fuerte, sin embargo, me iba a arriesgar, tenía dinero suficiente como para participar y no tenía nada que hacer.
Al escuchar aquella broma de mal gusto hacia mi cabellera, me molesté un poco, no me gustaba que se metiesen conmigo y menos de esa forma, la verdad es que tenía mucha suerte de que no me enfadase por nada, de que no estuviese de servicio en esos momentos pero sobretodo, de que no fuese de ese tipo de marines, por que si no le empapelaría de tantas cosas que se iba a pasar en la cárcel una buena temporada.
Escuché como, llamándome de nuevo "copito de nieve" y me incitaba a sentarme, yo haciendo oídos sordos ante su nueva ofensa, tomé la silla, puse la mano en la misma posición que el, aferrándome a esta, mirándole de manera retadora y esperando a que diese el inicio de la competición, tragando saliva y carraspeando, al tener la garganta un poco seca.
venga, empezemos
Le dije de manera desafiante, sin dejarme amedrentar, no iba a dejarme vencer de manera tan fácil con alguien como el, aun con todo, no me esforzaría al máximo ya que sabía que un mal movimiento en una de esas posiciones podía hacerte bastante daño al brazo y no quería volver a la armada con un brazo roto, otra cosa es rompérselo en servicio, ya que por eso si te conceden la baja.
Al escuchar aquella broma de mal gusto hacia mi cabellera, me molesté un poco, no me gustaba que se metiesen conmigo y menos de esa forma, la verdad es que tenía mucha suerte de que no me enfadase por nada, de que no estuviese de servicio en esos momentos pero sobretodo, de que no fuese de ese tipo de marines, por que si no le empapelaría de tantas cosas que se iba a pasar en la cárcel una buena temporada.
Escuché como, llamándome de nuevo "copito de nieve" y me incitaba a sentarme, yo haciendo oídos sordos ante su nueva ofensa, tomé la silla, puse la mano en la misma posición que el, aferrándome a esta, mirándole de manera retadora y esperando a que diese el inicio de la competición, tragando saliva y carraspeando, al tener la garganta un poco seca.
venga, empezemos
Le dije de manera desafiante, sin dejarme amedrentar, no iba a dejarme vencer de manera tan fácil con alguien como el, aun con todo, no me esforzaría al máximo ya que sabía que un mal movimiento en una de esas posiciones podía hacerte bastante daño al brazo y no quería volver a la armada con un brazo roto, otra cosa es rompérselo en servicio, ya que por eso si te conceden la baja.
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Copito de nieve se sentó sin vacilar, su mirada seria y desafiante me alertaban que no era un chico normal, o que simplemente no le había gustado su apodo. Sujeto fuertemente su mano y nuestras miradas se encontraron en duelo eterno, donde ninguno cedía al pestañeo. De pronto el mundo pareció volverse una película muda, el silencio habito nuestros oídos y la impaciencia al público espectador, quienes miraban detenidamente nuestro pequeño duelo.
El sonido retorno con el suave viento que empujaba una bola del desierto frente a nuestro pequeño espectáculo. Una ligera sonrisa se formó en mi rostro y a la par que una gota de sudor se paseaba cuesta abajo por mi mentón lleve a cabo una cuenta regresiva.
-Tres- La gota resbalo hasta llegar al final de mi mentón separándose de él.
-Dos- La gota desciende por el aire.
-Uno- La gota se estrella en la mesa.
Queriendo apresurar las cosas, decido ir con todo desde el principio. Los músculos de mi brazo por unos instantes se inflaron increíblemente y pude sentir una fuerza sobrehumana, tanta fuerza que fui incapaz de controlarla y la mesa termino colapsando.
Al final de cuentas parece que no hay ningún ganador, los transeúntes que esperaban impacientes se retiran decepcionados, algunos hasta abuchean y reniegan antes de irse.
-Copito, dejémoslo en un empate-
El sonido retorno con el suave viento que empujaba una bola del desierto frente a nuestro pequeño espectáculo. Una ligera sonrisa se formó en mi rostro y a la par que una gota de sudor se paseaba cuesta abajo por mi mentón lleve a cabo una cuenta regresiva.
-Tres- La gota resbalo hasta llegar al final de mi mentón separándose de él.
-Dos- La gota desciende por el aire.
-Uno- La gota se estrella en la mesa.
Queriendo apresurar las cosas, decido ir con todo desde el principio. Los músculos de mi brazo por unos instantes se inflaron increíblemente y pude sentir una fuerza sobrehumana, tanta fuerza que fui incapaz de controlarla y la mesa termino colapsando.
Al final de cuentas parece que no hay ningún ganador, los transeúntes que esperaban impacientes se retiran decepcionados, algunos hasta abuchean y reniegan antes de irse.
-Copito, dejémoslo en un empate-
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Seguía mirando fijamente y de manera retadora al pelinegro, mientras me aferraba fuertemente al chico, tragando saliva y preparándome para la acción, mirando como todos los transeúntes y los que querían participar se empezaban a poner al rededor nuestra, curiosos de ver empezar aquella prueba de fuerza, para ver quien de los dos demostraba un poderío físico mejor, era un cara o cruz, solamente podía haber un ganador y estaba totalmente decidido a que ese sería yo.
Escuchaba la cuenta atrás del hombre que enfrente mía estaba, mientras no apartaba para nada la vista de mi contrincante y me preparaba para dar todo en aquella prueba de vencidas. Cuando finalmente terminó la cuenta empecé a hacer toda mi fuerza en intentar tumbar el brazo de mi contrincante, como si me fuese la vida en ello, se que posiblemente antes me dijese a mi mismo de no ir totalmente en serio, pero aun así mi espíritu competitivo era superior a mi.
Para mi sorpresa, sentí como si algo anormal pasase y más cuando la mesa se rompió cosa que me extrañó mucho, ya que parecía una mesa bastante solida capaz de aguantar la presión ejercida por un pulso entre dos personas normales. A la par que la mesa se hizo pedazos, también lo hicieron las esperanzas de victoria de los demás concursantes, escuchando las palabras ajenas.
si, parece que hemos empatado
Le dije con una sonrisa en mi rostro, tendiéndole 500 berries y quedándome yo los otros 500 mientras le tendía la mano aún sentado, mientras le miraba aún de manera fija y aún la misma sonrisa proseguía dibujada en mis labios, a la par que me ajustaba a mi asiento
Es lo justo por un empate, por cierto... es curioso que la mesa se haya roto, parece muy resistente y solida
El primer comentario lo hice ante el reparto de dinero que hice anteriormente y lo otro, ante la extraña rotura de la mesa, la cual toque con la palma de mi mano lo que quedaba de lo que hacía más bien unos momentos era una mesa, la cual pude comprobar que no se trataba de una mesa endeble, que era una mesa rígida y fiable, la cual era extraño que hubiese terminado así.
Escuchaba la cuenta atrás del hombre que enfrente mía estaba, mientras no apartaba para nada la vista de mi contrincante y me preparaba para dar todo en aquella prueba de vencidas. Cuando finalmente terminó la cuenta empecé a hacer toda mi fuerza en intentar tumbar el brazo de mi contrincante, como si me fuese la vida en ello, se que posiblemente antes me dijese a mi mismo de no ir totalmente en serio, pero aun así mi espíritu competitivo era superior a mi.
Para mi sorpresa, sentí como si algo anormal pasase y más cuando la mesa se rompió cosa que me extrañó mucho, ya que parecía una mesa bastante solida capaz de aguantar la presión ejercida por un pulso entre dos personas normales. A la par que la mesa se hizo pedazos, también lo hicieron las esperanzas de victoria de los demás concursantes, escuchando las palabras ajenas.
si, parece que hemos empatado
Le dije con una sonrisa en mi rostro, tendiéndole 500 berries y quedándome yo los otros 500 mientras le tendía la mano aún sentado, mientras le miraba aún de manera fija y aún la misma sonrisa proseguía dibujada en mis labios, a la par que me ajustaba a mi asiento
Es lo justo por un empate, por cierto... es curioso que la mesa se haya roto, parece muy resistente y solida
El primer comentario lo hice ante el reparto de dinero que hice anteriormente y lo otro, ante la extraña rotura de la mesa, la cual toque con la palma de mi mano lo que quedaba de lo que hacía más bien unos momentos era una mesa, la cual pude comprobar que no se trataba de una mesa endeble, que era una mesa rígida y fiable, la cual era extraño que hubiese terminado así.
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Curiosamente, aquel hombre que hace unos momentos me miraba tan seriamente y que parecía disgustado por mis comentarios acerca del color de su cabello, extendió su mano amablemente otorgándome 500 berries, aceptando el empate sin ninguna objeción.
Tome los 500 berries sin pensarlo, aun sabiendo que no debería aceptarlos ya que el empate significaba que ninguno perdía ni ganaba. Pero en esta ocasión, gane 500 berries, lo cual me puso de muy buen humor.
-Sí que es extraño lo de la mesa, debe ser que somos muy fuertes-Dije con una sonrisa mientras me levantaba de la silla y cambiaba el tema de la mesa.
-copito de nieve, ¿qué te trae por estos lugares?-
Lleve mis manos a los bolsillos y con la mirada busque alrededor una cantina o cualquier lugar que pudiera proporcionarme un vaso de agua refrescante.
Tome los 500 berries sin pensarlo, aun sabiendo que no debería aceptarlos ya que el empate significaba que ninguno perdía ni ganaba. Pero en esta ocasión, gane 500 berries, lo cual me puso de muy buen humor.
-Sí que es extraño lo de la mesa, debe ser que somos muy fuertes-Dije con una sonrisa mientras me levantaba de la silla y cambiaba el tema de la mesa.
-copito de nieve, ¿qué te trae por estos lugares?-
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Me levanté, acomodándome en el sitio mis armas, mientras miraba a aquel chico, aun extrañado por lo que me pareció sentir o más bien ver justo cuando la cuenta atrás llegó al final y se pudo iniciar el enfrentamiento de fuerza, pero en fin, no tenía muchas ganas de pensar en eso ahora, por lo que miré una última vez la mesa y pensé para mi mismo que esperaba que para el bien del otro no fuese alquilada o prestada la mesa.
oh...simple turismo ¿y a ti?
Comenté mientras me acomodaba la camisa y sacaba mi cantimplora de agua, dando un buen trago a esta para refrescarme, mirando de nuevo al otro y tendiendo dicha cantimplora, en señal de ofrecimiento, sabía que el desierto era duro y además por simple cortesía y educación debía realizar aquel ofrecimiento.
por cierto, me llamo Teil Nathman, encantado
Solté en una pequeña presentación cordial de mi parte, con una sonrisa muy característica de mi mientras le tendía la mano en señal de saludo, esperando que me la aceptase, mientras varias gotas de sudor recorrían desde mi frente por mi rostro, debido al sofocante e inaguantable calor del Reino de Arabasta.
oh...simple turismo ¿y a ti?
Comenté mientras me acomodaba la camisa y sacaba mi cantimplora de agua, dando un buen trago a esta para refrescarme, mirando de nuevo al otro y tendiendo dicha cantimplora, en señal de ofrecimiento, sabía que el desierto era duro y además por simple cortesía y educación debía realizar aquel ofrecimiento.
por cierto, me llamo Teil Nathman, encantado
Solté en una pequeña presentación cordial de mi parte, con una sonrisa muy característica de mi mientras le tendía la mano en señal de saludo, esperando que me la aceptase, mientras varias gotas de sudor recorrían desde mi frente por mi rostro, debido al sofocante e inaguantable calor del Reino de Arabasta.
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El peliblanco venía a esta isla por simple turismo, de todas las maravillosas islas con refrescantes y frías temperaturas decidió venir al mismísimo infierno, un gusto peculiar o tal vez le gustaba andar enseñando su cuerpo y esta era la isla perfecta. Por lo menos había dejado de lado el tema de la mesa y amablemente me ofreció su cantimplora, la cual tome sin dudar un segundo ya que mis secos labios morían por una gota de agua. Después de darle un gran sorbo de agua regrese la cantimplora agradeciendo al hombre.
-Gracias-
Teil Nathman es su nombre, su mano extendida en el aire esperaba la mía, imagino que sus oídos también esperaban escuchar mi nombre, así que procedí amablemente a presentarme en agradecimiento a su gesto.
-Mi nombre es Black- le dije mientras apretaba su mano.
Termine el saludo y mire a mí alrededor quedándome pensativo.
-He llegado por accidente a esta isla y busco salir desesperadamente de ella, no me gusta nada este clima- respondo a su anterior pregunta.
A lo lejos alcanzo a divisar una taberna, a la cual no dude en querer asistir.
-Ya que estas de turista, ¿no te apetece ir por un poco de ron?-
Si tengo suerte, tal vez este tipo de me saca de esta isla, al parecer es bastante amable, o simplemente no estoy acostumbrado a encontrarme gente educada.
-Gracias-
Teil Nathman es su nombre, su mano extendida en el aire esperaba la mía, imagino que sus oídos también esperaban escuchar mi nombre, así que procedí amablemente a presentarme en agradecimiento a su gesto.
-Mi nombre es Black- le dije mientras apretaba su mano.
Termine el saludo y mire a mí alrededor quedándome pensativo.
-He llegado por accidente a esta isla y busco salir desesperadamente de ella, no me gusta nada este clima- respondo a su anterior pregunta.
A lo lejos alcanzo a divisar una taberna, a la cual no dude en querer asistir.
-Ya que estas de turista, ¿no te apetece ir por un poco de ron?-
Si tengo suerte, tal vez este tipo de me saca de esta isla, al parecer es bastante amable, o simplemente no estoy acostumbrado a encontrarme gente educada.
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