(Privado) Nuevo barco, nueva vida.

Como de costumbre se separaron para descansar por la noche, cada uno siguiendo su camino, aunque fuese temporalmente. Era más fácil así y desde luego Yukie estaba totalmente de acuerdo en que no quería compartir una habitación con ninguno de sus compañeros. No es que no se fiase de ellos, que no lo hacía, es solo que eran bastante propensos a pasarse de la raya y cuanto más lejos estuviesen a cada lado de esa raya más fácil sería evitar los problemas.

Era de noche y ajetreo de la ciudad era ligeramente más pausado que por el día. La cosa iba decayendo durante la tarde hasta que la luna decide alzarse por fin para poner punto y final a la tiranía del sol. Yukie sabía que era buen momento para ejercer una de las profesiones más antiguas. No, esa no. Pedir en las calles era la respuesta correcta. Buscó un punto clave en la plaza de la ciudad donde convergían la mayoría de las calles y por donde los transeúntes estaban casi obligados por fuerza a pasar. Apoyó su espada en un pilar y se recostó espalda contra fría piedra nocturna, bajó su máscara hasta que casi tapaba su labio superior y sacó su melódica para entonar una melodía.



Estaba al lado de una taberna y la luz del interior la iluminaba lo justo para que no pasara desapercibida. Con suerte algún bebedor olímpico se sentiría generoso aquella noche después de remojar el gaznate, eran los mejores dejando propinas con diferencia. Yukie estuvo allí toda la noche y por poco no se duerme un par de veces. Pero ahí estaba aguantando el tipo como una campeona.

Aunque para ella siempre era de noche, había indicios que apuntaban a que ya estaba amaneciendo, como el simple y ligero aumento en la temperatura. Se levantó del suelo a la vez que se desperezaba con algún que otro estiramiento, cogió su espada y con la certeza de no haber escuchado el repicar de monedas contra el suelo puso rumbo al punto de reunión. Tras una parsimoniosa caminata había llegado por fin al lugar donde se encontraban dos "buenos" "amigos" suyos. ¿Qué cómo lo sabía? Quizás el vaivén de la mar traía consigo historias y secretos, viejas leyendas olvidadas... o quizás era por la peste a ron y tabaco del malo. Nunca lo sabremos.

- Os veo bien, como siempre. Dijo con una amplísima sonrisa mientras se subía la máscara a lo alto de su cabeza. ¿Dónde están los otros? Con lo tarde que es pensaba que ya os habríais ido sin mí.

Eikel corría saltando de tejado en tejado por toda la ciudad. Como de costumbre se había pasado la noche en la biblioteca de la ciudad, leyendo libros hasta caer exhausto.

¡No puedo llegar tarde, se irán sin mi! Gritaba mientras realizaba acrobáticos giros en el aire tocando lo mínimo las repisas de las estructuras para no perder tiempo. Por fin divisaba el puerto, saltó lo mas alto que pudo y planeo hacia su destino. La ubicación de las calles no ayudaban en su vuelo ya que había corrientes que no le permitían redirigir su destino, cada vez se acercaba mas al muelle y si no hacia algo caería al agua. De pronto la fortuna volvió a sonreirle, cuando un transeúnte alto y corpulento se interpuso en su camino. La ardilla aterrizo de lleno en su cara. ¡Perdone señor! Ni siquiera se dio cuenta de que el hombre le perseguía furioso en el momento que diviso a sus compañeros, siguió corriendo hasta que por fin llego hasta ellos.

Siento llegar tarde, aunque veo que no soy el último. Dijo con una amplia sonrisa. El hombre que lo perseguía al ver personas armadas, con un suspiro dio media vuelta. La ardilla saco unos papeles del bolsillo interior de su capa. Espero que este todo cargado, tendré que revisar el cargamento nada mas llegar al barco. Siguió caminando lentamente pensando en voz alta mientras se dirigía a su destino.

Parece que sus compañeros eran unos tiquismiquis los cuales se dividieron para dormir cada uno por su lado, era una noche de espera, solo una más antes de poder comenzar la verdadera Aventura, un borracho, un drogadicto, una ciega y una ardilla serían inseparables a partir de ese alba.

Cuando se quedo solo pretendió buscar un lugar en el que dormir, pensativo por el futuro, comenzó a caminar hacia la mar, cambiando su rostro entre dubitativo y feliz se perdió en el fondo del azul horizonte. Nado hasta el fondo, cuando hizo pie no dudo en acurrucar unas cuantas algas y tranquilamente acomodarse para dormir, fue una buena noche llena de sueños...

Sus compañeros habían llegado, tarde, pero se habían reunido, aunque de Rhi no había ni rastro, parecía que no les importase mucho. Mientras cuchicheaban y decían toda clase de sandeces algo fue arrastrado por la marea... algo grande y azul lo cual se dirigía hacia la orilla, justo hacia el lugar en el que se encontraban todos, conforme se aproximaba, se demostró que aquella silueta era Rhi, boca abajo en el agua en una posición de “ahogado”, el cuerpo chocó contra la arena y dejó de ser arrastrado por el oleaje.

Su rostro ya era visible, estaba completamente dormido, roncando más bien, un ronquido ligero y dulce... hasta que tragó arena. Se puso de pie lo más rápido que pudo tosiendo, tirando una pequeña cantidad de arena, cuando se recompuso, se sacudió todo el cuerpo y miro a su alrededor para ubicarse. - Youh. - Es lo único que expreso como saludo medio dormido al ver a todos sus compinches allí delante.

La vida pirata es la vida mejor. Discutible como mínimo pero como toda forma de vida tiene sus ventajas y desventajas. Algún día esperaba poder encontrar esas ventajas, por el momento tenía que lidiar con los trabajos de abordo, véase el reabastecimiento de víveres. Yukie mantuvo silencio mientras los mandamases hablaban, o discutían, o lo que fuese. Iba a ser un día largo e injusto, sobre todo largo pero sobre todo injusto... de todas formas no podía negar que estaban faltos de casi cualquier cosa.

- ¿Nos cargáis el muerto mientras os vais a la taberna a...? Sabía que estaba luchando una batalla que estaba perdida mucho antes de haberla empezado. Olvídalo. No he dicho nada, demasiado temprano para discutir. Se acercó a donde había escuchado a Einkel y hablándole por lo bajo en un tono cómplice intentó aclarar ciertos aspectos del aprovisionamiento. Esta gente no tiene ni idea de lo que hace, encárgate tú de la comida y las medicinas, ardillita. Confío en ti. Se lo dijo con una amplia sonrisa intentando que sonase lo menos cuelgue de marrón posible.

Yukie supuso que Rhi estaba de acuerdo y listo para la acción. Desgraciadamente aquel gyojin siempre solía estar listo para la acción y usando lesa palabra con la mayor connotación sexual posible. Él era un nuevo nivel en la expresión cachondo como un mono. Se medio colocó la máscara sobre el rostro dejando la boca al descubierto, era más una manía que otra cosa, simplemente no podía estarse quieta.

- Vale, Rhi, nos vamos al centro. Menea tus posaderas y pégate a mí. No. Rectificó rápidamente. Ignora eso último pero procura que no te pierda de vista. Cogió su espada a modo de bastón y empezó a caminar por el camino que había tomado hacía un momento para venir. Hasta la tarde. Se despidió.

No tenía muy claro cómo iba a conseguir algo de ropa o unos trapos siquiera, aunque sí que le hacía falta un equipo para el cuidado de su arma. Se le estaba acabando el aceite de choji y ya casi no le quedaban polvos de piedra de afilar. Esperaba sinceramente que el pescado tuviese un plan para no volver con las manos vacías.

Se sorprendió al escuchar las ordenes de su capitán, no dejarle a él el tema de las provisiones le descuadro completamente, pero lo que no le había sorprendido fue la reacción de sus dos capitanes poco después, lo que no le terminaba de sentar demasiado bien.

Todo eso fue agua pasada cuando Yukie le dijo que se encargara él de comprar la comida, una amplia sonrisa ilumino la cara de la ardilla y salio corriendo hacia el mercado central a la par que contaba el dinero que había sido entregado por Raion y hacia una nota mental de todo lo que necesitaría.

Toda esta ilusión fue convertida en desesperación al llegar al mercado, no había pensado como llevaría toda la comida al barco. La ardilla dirigió un rápido vistazo a su alrededor, y de nuevo, la suerte estaba de su parte. Corrió hacia un puesto, era de unos mozos de carga, equipados con carros que prestaban sus servicios a marineros a cambio de unas cuantas monedas. Eikel selecciono al mas grande y fuerte de todos, que tenia un carro bastante mas grande que los del resto. Mientras caminaban por el mercado conversando, este le dijo que era mitad gigante, cosa que no parecía demasiado disparatada debido al gran tamaño del hombre.

Por fin llegaron a los puestos de comida, no dudo ni un momento en llenar el carro de frutos secos, unos cuantos alimentos frescos, tubérculos, montones de carnes secas y salazones. Debía seleccionar cuidadosamente los alimentos, no llevar demasiadas cosas que se echaran a perder en poco tiempo era un factor clave. Le sorprendió bastante que los múltiples mercaderes no se asombraran por su aspecto, aunque suponía que estaban mas interesados en el dinero y en los grandes pedidos que estaba realizando que centrarse en él. También pensando en sus capitanes, aparte de grandes cantidades de agua, cogió unos cuantos barriles de ron y unas cuantas cajas de puros.
La ultima parada del mercado, fue en un puesto de hierbas y especias. Eikel no dudo en coger varias plantas como tomillo, perejil, etc... en sus respectivas macetas para poder tener una cierta autosuficiencia al estar en alta mar.

Eikel estaba contento con su administración y sus compras, aun le sobraba bastante dinero para dirigirse a las boticas de la ciudad y hacia allí se encamino con su gran amigo con el carro cargado hasta arriba.

Seguía siendo demasiado pronto... ¿Porque dar ordenes a esas horas de la mañana? Lo mejor hubiera sido echar otra cabezadita y esperar al medio día, cuando el transito de personas fuera menor aunque la verdad, a esas horas y con ese calor, no le gustaría ir por las calles para convertirse en pescado churrascado. Hacia un calor de mil demonios, tenia sueño y encima estaba prestando atención nula a sus Capitanes, pues dudaba que le mandaran algo importante.

Recopilo las palabras sueltas que escucho: ciega y Pescao, ropa, cosas, cosas nazis, ardilla, mimimi trabajos para ella, taberna, emborracharse, puterío.

Parecía que todo correcto, tenían que conseguir ropa y cosas para la ardilla, esta debería ir a la taberna y trabajar, seguramente en la prostitución, para emborrachar a los clientes y conseguir... algo, ¿No?. Es igual tenia que ir con la pequeña ciega y punto, eso seria divertido, siempre puedes gastar alguna bromilla con un invidente de tu lado.

Cuando volvió en si ya estaba siguiendo a la joven niña, alejándose del punto de encuentro de su banda, alzando la mano se despidió de ellos por el momento, tenia un rumbo y no sabia cual era. - Bueno Casimiro, ¿Que nos toca hacer? - Preguntó dubitativo mientras  se acariciaba cuidadosamente la barbilla, estaba claro que no se había enterado de nada, pero esperaba que la joven espadachín no fuera muy dura por el apelativo cariñoso que le había puesto.

Mientras caminaban hacia lo que parecía el distrito comercial del pueblo veía como muchas miradas se postraban sobre él, era normal, un apuesto Gyojin en bañador no se ve todos los días, pero no, eran miradas de miedo, los humanos siguen temiendo lo desconocido y aquel Gyojin no era muy común por la zona “Chus... siempre lo mismo, estúpidos”.

Harto ya de las miradas, pese a que sonreía y disfrutaba con algunos niños los cuales se quedaban sorprendidos ante él, y con este calor encima se puso a la altura de Yukie, sin cesar el ritmo le preguntó entonces cuales habían sido las ordenes, esta sin prisa pero sin pausa y con una voz recta le comentó exactamente las mismas palabras que habían dicho los dos holgazanes que tenían de “jefes”. Que faena, buscar ropa... sin dinero, estaba claro que era una difícil tarea, no digna del más poderoso de los poderosos pero si de un astuto personaje.

Pasó su mano por la frente para quitarse el sudor - ¡Tengo una idea! - Exclamó mientras corría y arrastraba a Yukie del brazo, recorrieron algunos callejones, este miraba de un lado para otro de la calle sin parar dando la sensación de buscar algo conocido. La chica no paraba de preguntar, pues no sabia claramente lo que estaba pasando, de repente y después de un largo paseo se detuvieron. El Gyojin exhausto, paro a recobrar un poco de aliento y tomando aire se dirigió a la pequeña. - ¡Mira mira!...- Se produjo un silencio. - Bueno tu ya me entiendes, ¡Los Baños Termales! - Le dijo estirando los brazos en forma de presentación, dándole un pequeño tirón la llevó al callejón más próximo, donde le contó su plan: Se introducirían en los baños y quitarían la ropa a aquellas personas que estaban dentro, era fácil, unas simples “taquillas” vacías y sin vigilancia llenas de suministros de todos los tamaños y para todas razas. Solo necesitaban una distracción y que mejor que un Gyojin para eso...

Volviendo a la puerta, hizo estiramientos, esta vez estaba solo, inspiro y expiro unas cuantas veces, crujió casi todas las partes de su cuerpo y se dispuso a entrar adentro, actuó con normalidad, caminaba hacia el mostrador como si fuera un cliente más, la cara de la dependienta iba cambiando acorde al aproximamiento del pez, una vez en contacto con el mostrador se dispuso a hablar con la dependienta, una joven y atractiva moza la cual estaba apunto de meterse en un compromiso.

- Disculpe bella dama, ¿Me podría proporcionar una taquilla? - Dijo lo más sensual y masculino posible. La chica empezó a ruborizarse y entristecerse, era un cambio de cara muy extraño el cual Rhi sabia perfectamente a que se debía, la chica pasado unos segundos en silencio procedió a hablar...

- Dis... disculpe...- Tartamudeó un poco. - Pero no están permitidos en este establecimiento los Gyo... Gyojin... - Dijo avergonzada. Claramente Rhi se dio cuenta que para nada era la opinión de la chica, ella era una empleada, seguramente la hija del jefe y ella allí no dictaba las normas pero era la oportunidad perfecta.

El Gyojin golpeo en seco la mesa, la chica se asusto y comenzó a temblar un poco, la mirada de este estaba oculta ya que miraba al suelo, hasta que repentinamente miro al frente, directamente a los ojos de la chica. - ¿Racismo? ¡Estoy harto del comportamiento que tienen algunos seres tratando de forma inferior a otros! ¿No se dan cuenta de que todos somos iguales? - Dramatizó un poco creando la distracción perfecta, en ese momento salió el verdadero gerente, probablemente el padre de la susodicha chica, este y Rhi comenzaron una batalla verbal, mientras que la chica asustada miraba a los dos con miedo, la perfecta distracción...

- No me llames así si quieres evitar que te salga alguna branquia extra. Dijo propinándole a su compañero un golpe de puño bien dirigido al abdomen que no pasó a mayores. En vez de eso le explicó lo que se suponía tenían que hacer allí en Loguetown con paciencia infinita aunque omitió los pequeños detalles como el hecho de que no tenía ni idea de por dónde empezar. De todas formas tampoco le dio mucho tiempo a calentarse la cabeza ya que en un impulso de los suyos Rhi la cogió del brazo y comenzó a guiarla hacia Dios sabe dónde mientras presumía de tener una idea.

Con pocas ganas de luchar contra corriente se dejó llevar con más o menos trompicones, apoyándose con la funda de la katana cuando era necesario para mantener el equilibrio. Cuando por fin se cansó de corretear por las calles en pez la llevó a un centro de operaciones improvisado situado en algún callejón cercano. ¿Las termas de la ciudad? No era tan descabellado en realidad, de hecho era como un gran "sírvase usted mismo" de ropa. Trazaron un plan. Quizá no era el mejor plan de la historia, quizá había algún que otro cabo suelto, quizá se habían pasado llamándolo "plan" pero era lo mejor que tenían. Mitad acción, mitad improvisación. Esa era la idea.

Antes de que Rhi iniciase su distracción, Yukie se había encargado de preguntarle cómo era más o menos el lugar para hacerse una especia de plano mental del lugar. A través de unos ventanales en lo alto de la pared a los que el gyojin se había conseguido encaramar le dijo que los vestidores eran la primera sala que había a la izquierda justo al entrar. Yukie recorrió una distancia similar a lo largo del callejón para hacerse una idea de las dimensiones de la sala y la idea era sacar tanta ropa como pudieses a través de alguno de los ventanales cuando nadie miraba.

En el momento que empezaron los insultos vulgares sabía que era la hora de hacer su entrada. Había dejado su ropa y demás pertenencias en el callejón e iba vestida con poco más que su ropa interior que cumplía perfectamente su función de traje de baño. Sabía que la mayor probabilidad de que todos los presentes se fijasen en la discusión era sus comienzos así que en mitad del caos se agachó junto al mostrados alegrándose de que este estuviera justo donde Rhi le dijo que estaba. Pegada al mueble avanzó hasta el umbral interior y siguiendo la pared se coló en los vestidores simulando ser una clienta más. El vapor y la humedad llegaban hasta allí creando un ambiente asfixiante. Cuando escuchó el ruido del ventanal abrirse se aseguró de encontrar el momento en el que nadie andase cerca. Una por una fue abriendo las taquillas que los confiados cerraban sin llave y fue lanzando las prendas de ropa con sorprendente precisión a través del ventanal que casualmente daba al callejón. Sabía que en cualquier momento podría entrar alguien así que se dio toda la prisa posible mientras sudaba la gota gorda por culpa de los vapores.

Según avanzaba el día las calles comenzaban a ser mas concurridas y la pequeña ardilla acompañada del semi-gigante empezaban a llamar mas la atención. Era algo que había sentido desde hace mucho, ya que en la protección de su pequeño pueblo ya era tratado como uno mas.

Nos observan demasiado...Se dirigió al gigante, el cual solo se limito a encogerse de hombros. Lo que menos buscaba en ese momento era ser el centro de todas las miradas, no sabia si seria malo o no, era un pirata novato.

Llegaron a la primera parada, una botica de plantas medicinales. Eikel sacó del bolsillo de su capa una de sus muchas listas y empezó a ojearla, mientras le pedía a la dependienta todo lo que necesitaría, tanto en pequeñas dosis como algunas en planta para tenerlas a mano en el barco. Dentro del relajado ambiente de la botica empezó a pensar con claridad y suspiró al darse cuenta de quien demonios se fijaría en él para lo malo, ni siquiera había realizado ninguna fechoría como para tener una ínfima recompensa que pudiera convertirlo en un blanco.

Salió de la botica para dirigirse a la farmacia central de la ciudad, dejo las compras en el carro y se puso a caminar delante del gran hombre.

Esta sera nuestro último destino, luego iremos a buscar a mis compañeros, comeremos algo juntos e iremos de vuelta al barco. Exclamo, aclarándole así que no tendría que cargar con el carro mucho mas, aunque este no parecía importarle lo mas mínimo.
Por fin llegaron a la farmacia, había bastante cola y avanzaba lentamente. La ardilla confiada volvió a sacar el dinero para contarlo y en el momento que lo metio en su capa, un hombre choco contra el de forma violenta, tirándolo así al suelo. No tardo en pedirle disculpas y ayudarle a ponerse en pie acompañado con una enorme sonrisa de complicidad mientras se intentaba alejar, pero en ese mismo instante, una mano del semi-gigante se interpuso en su camino. Una mirada furiosa y un gesto fueron suficientes para que el hombre sacara el dinero que había intentando robar a Eikel y devolvérselo. El espectáculo del hombre gritando perdón mientras corría era bastante lamentable. Aquí había aprendido una valiosa lección, intentaría ser mas cuidadoso a partir de ahora, aunque no estaba demasiado acostumbrado a ello.

Después de varios minutos al sol, por fin llego su turno, hizo las pertinentes compras y las dispuso en el carro. Esta vez había contabilizado mentalmente lo que le sobraba y estaba seguro de que seria mas que suficiente para invitar a sus amigos a comer.

¡Listo, vamos a buscar a mis amigos! Grito la ardilla sonriente mientras se ponía en marcha hacia las tiendas de ropa de la ciudad. Pobre iluso...

El apuesto Gyojin seguía desvariando con el viejo dueño, alargando todo lo que podía la disputa hasta que su compañera se encontrara dentro. Las cosas parecían ir hiendo a más, el  supuesto dueño saco una escoba y se puso a la defensiva, seguramente para sentirse más protegido.

En esos momentos la chica, la cual seguía asustada, desconecto unos instantes para saludar a alguien que había entrado, un nuevo cliente. El pájaro ciego ya estaba en el nido, su trabajo ahí había concluido pero... ¿Como salir ahora de ahí? Todo fue solucionado de nuevo por el viejo dueño, el cual con un salto se interpuso entre Rhi y la puerta con la escoba en alto.

- ¡Este es mi negocio y estas son mis leyes! - Exclamó golpeando con la escoba el suelo. - ¡Como que me llamo Thomas Alva Tesla que no pasas! - Gritó de nuevo golpeando una vez más el suelo.

Una leve risa de Rhi por lo bajo al escuchar el nombre del dueño hizo que este se enfureciera aún más. - ¡Con uve, Alva con uve! - Dijo enfurecido mientras se aproximaba para golpear al risueño Gyojin cual maestro en el arte de la espada. La chica intentó detenerle, eso se le estaba hiendo de las manos, pero este ahora mismo no atendía a razones.

Esquivando los fáciles golpes del viejo, el Gyojin se fue alejando de él, pero sin prisa pues no peligraba en ningún momento, y se aproximaba a la puerta. Una vez tomo contacto su espalda con esta, la abrió rápidamente y se escabulló sin dejar rastro, realmente salio corriendo y se metió en el callejón de al lado pero claro eso un viejo lento no puede percibirlo. Muy bien, ahora solo quedaba coger la ropa, la verdadera misión, abrió la ventana y formuló un leve silbido para avisar a la chica ciega, debían darse prisa pues el dueño no tendría piedad si se lo encontraba allí por segunda vez.

- Cógeme unos gallumbos azules – Susurró el Gyojin entre risas, al cabo de un tiempo el callejón estaba bastante lleno de todo tipo de ropa la cual había sido lanzada por Yukie, ahora solo quedaba un problema... ¿Como trasladar tanta ropa sin parecer sospechoso? O mejor dicho ¿Como llevar tanta ropa sin cansarse? Eran los dilemas que le recorrían la cabeza, un ultimo rayo de esperanza le vino, seguro que alguien habría acudido con algún tipo de bolsa o mochila ya que mucha gente se suele llevar utensilios de higiene personales o ropa limpia así que solo tuvo que echar un ultimo vistazo para ver si veía algo.

En efecto, había justo en la pared de la ventana una pequeña sección con mochilas etiquetadas, para reconocerlas o cualquier cosa, intentó agarrar alguna asomándose desde la ventana, pero había demasiada separación. - Pss, pss – Susurró de nuevo tapando con una mano parte de la boca para no hacer mucho ruido. - Taka No Me, por aquí, ya hay suficiente, pero necesitamos algo para transportar la ropa. - Aclaro de forma evidente el pez. - Tranquila, aquí abajo de la ventana se encuentran bastantes mochilas, solo tienes que pillar un par y pasarmelas, vamos no tenemos mucho tiempo. - Culminó sacando de nuevo la cabeza al callejón para echar un vistazo y comprobar que no había nadie.

(La misma de antes.)

Aquel hombre tenía una pinta bastante normalilla. De su ropa lo único que se podía deducir era que no destacaba, para bien o para mal. Estaba recién afeitado; sus uñas limpias y los dientes bastante blancos indicaban que desde luego no era un pirata, o al menos no uno de tres al cuarto. Eso tenía sus ventajas e incovenientes. Para empezar con lo malo, sus historias también eran "normalillas", sin promesas ni expectaciones demasiado grandes, a veces ni siquiera merecían la pena el tiempo escucharlas. Pero por el contrario, solían ser ciertas.

Como de costumbre y con mucha experiencia, Willem se acercó a la mesa del hombre poniéndole la jarra en las narices con una sonrisa. - Algo me dice que necesitas un trago, compañero. - añadió, mientras acercaba un poco más la bebida con los dedos. El desconocido, un tanto desconcertado, levantó la vista hasta Willem, ojeó rápidamente el ron, y de nuevo observó la cara desenfadada de Willem. Éste tomó una posición muy relajada en la silla, estiró el cuello en ambas direcciones para ponerse cómodo; algunas historias se alargaban mucho.

El marinero, tras agradecérselo, le pegó un gran y rápido trago. ¿Y eso era bueno? Pues lo cierto es que no. Willem debería levantarse de la mesa inmediatamente e irse antes de que el otro empiece una conversación que no lleve a ninguna parte, como por ejemplo problemas con su mujer o similares. Y tal y como era de esperar, le preguntó por su nombre. - Vladimir... Vladimir Putin. Solo estoy de paso por Loguetown. - mintió como un bellaco. Aunque no fuera un pirata conocido, puede que algún día llegaría a serlo, y no le interesaba que le siguieran la pista. Y aunque no llegara a ser famoso nunca, seguiría siendo un pirata. Toda precaución con la Marina era poca. En fin, parecía que iba a perder bastante tiempo...

- Yo estoy aquí por... el funeral de mi madre... - volvió a hacer uso de la jarra. La sonrisa de Willem se apagó. Y no, no fue por pena y lástima. Lo cierto es que toda esa clase de cosas le traían sin cuidado. La gente viene y va, y a ese tío no le conocía de nada. ¿Qué leches le importaba su madre? - Soy mercader, ¿sabes? Un hombre honrado. Nunca me gustaron las aventuras. Y ni siquiera pude darle mi apoyo en su lecho de muerte. - Willem estuvo apunto de soltar un bufido, pero tuvo que disimular una expresión ojiplática al oir la siguiente frase de aquel desgraciado. - Y todo por un sueño que solo un loco, o un pirata podría creer. Tsk... - y de nuevo volvió a ingerir una cantidad importante de ron. Parecía que al final el tiempo iba a estar bien invertido. O quizás no...

Cansada ya de jugar al tiro de ropa, Yukie se alegró por una vez de escuchar a su acuático compañero. Parecía que en cuestión de cantidad ya era suficiente con la tonelada de prendas de diversos tipos y tejidos que llevaban para transportar... de hecho ese era el nuevo problema. Según Rhi había unas bolsas o mochilas por ahí cerca así que se dio toda la prisa que pudo en encontrarlas. No muy lejos empezaba a escuchar algunas voces acercándose cada vez más seguramente en busca de prendas y quizás algo de almuerzo, ya iba siendo hora de almorzar la verdad.

Yukie pasó un par de mochilas a través del ventanal y rápidamente se empezó a cambiar con algo de ropa que había apartado deliberadamente del resto como parte de su plan de huida. No estaba segura de si iría muy conjuntada pero al menos todo le venía como un guante y con eso era suficiente. Con paso disimulado aunque apresurado emprendió el camino que había tomado para entrar solo que a la inversa. Era increíble lo bien que había salido todo.

Justo al salir de los vestuarios una mano se detuvo en su hombro, agarrándola con fuerza e impidiendo seguir su camino. Yukie se quedó helada, apretando mucho los labios y con una expresión ojiplática oculta bajo su flequillo. ¿Se puede saber qué haces con la ropa de mi hija puesta? Le inquirió una voz en su espalda que sonaba de todo menos contenta. Piensa rápido, se dijo Yukie. ¿Y si intentaba colarle que era suya y solo se le parecía? Nah, demasiada casualidad, no era creíble.

- Y-... yo, de-debo de haberme equivocado, señor, ¡señora! Puso una voz tan cortada y dulce que hasta Yukie dudó que era la suya propia. Dijo esto mientras se giraba lentamente con movimientos temblorosos, a sabiendas que aquella madre descontenta buscaba una excusa que al menos fuese creíble. No... no puedo ver muy bien, lo siento. Dijo con profunda tristeza mientras se apartaba el flequillo que cubría casi por completo su rostro, dejando ver momentáneamente la horrible cicatriz que lo atravesaba y sus ojos cortados, apagados y sin vida. Casi pudo ver la expresión horrorizada de la mujer y como a punto estuvo de desmayarse ahí mismo. A Yukie le costó una barbaridad no echarse a reír.

- ¡Ay, hijita! No sé qué decir, no sabes cuánto lo siento. Le contestó aun con la voz alterada. A Yukie también le entraron ganas de contestarle que ella si que sentía lo imbécil que era. Al parecer su ceguera le había dado la vuelta al asunto así que mientras la señora le decía que la acompañaría a por su ropa, Yukie asentía con timidez y a la que le dio la espalda salió pitando a la entrada, largándose antes de que nadie le pudiese decir algo.

Llegó al callejón donde la esperaba el gyojin y sin esperar un "buen trabajo" o un "coge esta mochila" le dijo que era mejor escampar raudos cual centella (igual con unas palabras algo más vulgares pero al caso era lo mismo). Dicho esto salió corriendo sin esperarlo intentando ubicarse desde donde estaba para dirigirse de vuelta al puerto, aunque antes necesitaban alguna que otra cosa más para las provisiones. Sea como fuere eso no era el momento de preocuparse, lo primero era que nadie les siguiese la pista.

Eikel se había recorrido todas las tiendas de ropa de la ciudad, había preguntado a todos los dependientes por sus compañeros pero sin éxito alguno.

Ya cansado, decidió volver al puerto y por fuerza debía pasar por la zona de recreo, con balnearios y todas esas cosas. Se pararon en un balneario en el cual en la entrada estaba una señora gritando como loca, éste quería seguir su regla de no llamar la atención así que continuo caminando con su nuevo amigo y su gigantesco carro. De pronto escucharon un estruendo a sus espaldas, algo había chocado contra su carro.

Eikel corrió preocupado pensando que se trataría de unos ladrones y cual fue su sorpresa cuando se encontró a Yukie en el suelo agarrándose la cabeza y a Rhi partiéndose de risa mientras la señalaba. No hay tiempo, fueron las palabras del Gyojin que ayudo a levantarse a Yukie, se coloco a la ardilla debajo del brazo mientras lanzaba las mochilas en el carro y salio corriendo. El semi-gigante se encogió de hombros con su ya conocida parsimonia y salió corriendo tras ellos.

-¡Que bellotas pasa aquí! Exclamo enfadada la ardilla mientras Rhi le contestaba entre carcajadas que habían conseguido la ropa muy "barata".

Cuando parecía que estaban a salvo, todos se recompusieron y siguieron caminando hacia el puerto. Eikel emocionado olvidó rápido todo esto, mientras les contaba todo lo que le había ocurrido.

-Por cierto, ha sobrado suficiente dinero para un pequeño banquete, pero debo pediros un favor. Que mi nuevo amigo cene con nosotros. Dijo la ardilla con una gran sonrisa mientras señalaba al semi-gigante.

La buena noticia era que la ciudad era demasiado grande como para alterarse por un pequeño accidente y liarse con él, la mala, que estaba empezando a tener hambre. Se puso la ardilla en la espalda, en un lateral para que pudiera asomarse por le hombro, y giró por completo el cuerpo hacia el gigante corriendo de espaldas.

-Así que este “pequeñin” estaba de nuestro lado. – Dijo mirándole con una gran sonrisa a la cara del gigante – ¡Fiuh! Pensé que ya te habías metido en líos redondito. - Aclaró mientras fingía quitarse el sudor de su frente. Se chocó accidentalmente con una señora que se encontraba frente a un escaparate, por suerte fue un leve golpe que solo le desestabilizo un poco y la señora prácticamente había notado el golpe, aun así aprovecho el desequilibrio para ponerse de nuevo frente a donde corría y levantando la mano pidiendo la mano se disculpó por el golpe.

El puerto al fin se divisó, la cara de alegría y satisfacción se veía ya reflejada en todos los atletas, relajando ya el paso continuaron hacia él con el deseo de no tener que esperar mucho más. Por desgracia aún no estaba nadie allí así que tenían dos opciones: Esperar o ir a picar algo.

-Bueno, como todos esperábamos aquí no hay ná – Remarco su ultima palabra con un movimiento de manos tajante en forma de equis, en ese momento su tripa resonó dando a entender su hambre. - ¿Que os parece tomar algo? Invita la ardillita. - La señaló con un dedo de la mano izquierda mientras usaba la otra para bajarla a tierra.

Dicho esto y dando a entender sus próximo deseo, se giro cara al mar para hacer estiramientos esperando la respuesta de sus lacayos.

[OFF: Se salta el turno de Willem ya que no puede postear por motivos personales.]

Por fin habían llegado al puerto otra vez, había resultado bastante más ajetreado de lo que en un primer momento esperaba Yukie. Por suerte se encontraron con Eikel y su nuevo compañero, que según lo que dio a entender Rhi y la potencia de sus pisadas debía tener una altura más que considerable. Había sido una suerte porque también les acompañaba un carro que facilitaba infinitamente le transporte.

Tocaba otra espera interminable, aunque esta vez casi y solo casi se agradecía como descanso retribuido por todo lo que habían pasado. El hambre empezaba a hacer mella en ellos y Yukie no pudo aguantarlo más.

- Sois unos pesados, si no podéis aguantar unas pocas horas sin algo de comida os merecéis morir de hambre aquí mismo. Dijo al mismo tiempo que un rugido salía de su estómago exigiendo alimento. La ciega se sentó en el suelo espalda contra muro y aceptó su derrota con la mayor dignidad posible. Su boca era una gran “C” y su silencio valía más que mil palabras.

Gracias al cielo apareció uno de sus queridos y amados capitanes en ese momento. Su voz era como un canto angelical en el coro de una iglesia, era luz en la oscuridad, era comida sobre un plato. Tocaba merienda-cena y como nadie había objetado nada el gigante se venía con ellos. ¿Dónde se habría metido Willen? Surgió como pregunta que no espera respuesta. Sabía cuidarse de todas formas, era un tío duro y estaría bien.

- Antes hemos pasado por un sitio que olía a carne bien hecha y donde he oído más de un comentario alabando al cocinero. Yo probaría allí. Les explico más o menos a que altura de la ciudad estaba, suponía que unas calles antes de llegar a la plaza central. También quedaron en dejar alguna especia de indicación a su otro capitán para que los buscase o acudiese luego allí.

La ardilla se alegró de que por fin estuvieran todos juntos, mientras Willem llegaba opto por ir un momento con el semi gigante a dejar el cargamento en el barco, no sin antes llenar una pequeña mochila con múltiples frutos secos y ponérsela sobre sus pequeños hombros.

Se junto de nuevo con sus compañeros e indicó que fuesen al sitio que Yukie había comentado. De camino entre carcajadas Rhi contaba a su manera la aventura en los baños termales sin obviar y reiterar en repetidas ocasiones el golpe que la pobre Yukie se había dado contra el carro, parece ser que el Gyojin tenia nueva historia para unos cuantos días. Mientras caminaban por las calles de la ciudad, no paraban de llamar la atención dado lo pintoresco del grupo, pero esto no parecía preocuparles demasiado, cuando estaban juntos se formaba como un ecosistema aparte en el cual no importaba lo demás, eran ellos y luego el resto del mundo, una sensación muy agradable por lo menos para Eikel que se sentía como en casa, con su familia.

Después de una pequeña caminata llegaron al local, parecía demasiado ostentoso para lo que estaban acostumbrados, pero que narices, un día es un día. Se pusieron en la entrada y no tardo en salir un metre que los recibió con una enorme sonrisa, al menos hasta que abrió los ojos. Su cara se tornó bastante mas seria al ver las pintas de sus nuevos clientes y mas aun al ver que llevaban un "animal" y a un Gyojin con ellos. Tras una breve discusión, Blaze no dudo en hacer uso de su palabrería y lo que es mejor, de su billetera para que les dejaran pasar, el metre no se pudo negar ante tal "demostración de buen gusto".

Nada mas entrar recibieron miradas de todas las personas de clase alta que se encontraban en el restaurante, no pudieron evitar sentirse incómodos ante los cuchicheos que venían de las mesas, pero en cuanto se sentaron, el clima cambio por completo. El semi gigante ocupó un banco completo que se encontraba contra la pared y los demás comenzaron a tomar posiciones. Eikel arrastró una silla hasta ponerla delante de otra para utilizarla de mesa y fue colocando con sumo cuidado los frutos secos que llevaba en su pequeña mochila.

El metre volvió a la mesa para tomar nota. -Un zumo de arándanos para mi por favor. Dijo Eikel mientras miraba a sus compañeros para darles paso a sus peticiones.

Bueno, lo más difícil ya estaba hecho, llegar al local. El camino hacia allí fue entretenido pero pesado ya que el hambre estaba atacando a todos y por todos lados, no tenia ya ni chistes sobre ciegos.

El local tenia su puntillo, pese a que estaba claro que allí no pintaban nada y tampoco era bien recibidos. Obvió el montarle un numerito al metre por el hambre y solo por el hambre que tenían, así que se la guardó para más adelante. Primero llenar el estomago, después tocar algo las narices por el lugar.

Al sentarse todos Rhi espero paciente a que se sentara el grandullón para coger el lado opuesto a este, bueno... opuesto era difícil ya que era un ser tan grande casi como la mesa, pero bueno a lo que íbamos, las intenciones de Rhi eran comer todo lo posible y más, claramente al lado de un tipo tan grande lo tendría complicado. Pese a su esquelética figura cabe decir que el joven Gyojin comía mucho.

Eikel, el cual estaba inventando cosas o haciendo cualquier tontiardilleria, estaba a su lado arrastrando un par de sillas lo cual hacia bastante ruido debido al tamaño y la poca fuerza del pequeño. Rhi, molesto por el zumbido, se giró a ver que bellotas hacia, estaba distribuyendo lo que parecían granadas por una silla, ¿¡Acaso quería volar el local por lo de aquel metre!?... ¡Ah no! Perdona, que eran un grupo de frutos secos distribuidos de forma confusa desde la posición del pez.

Menos mal que pensó por una vez antes de actuar lo cual salvo al grupo de una embarazosa situación. Para el momento en el que volvió a tener constancia de donde se encontraba, vio que ya había uno de los camareros tomando nota sobre lo que iban a pedir. Antes del que pobre Capitán Blaze, el cual se dispuso a hablar como portavoz sobre que pedir, pudiera tan siquiera pronunciar la primera palabra, Rhi había saltado de la silla con su culamen propulsándose hacia arriba para así levantarse de un brinco.

Con un rápido movimiento puso la carta directamente en la cara del camarero y a buen ritmo y con una voz ya aclarada de antemano fue señalando todos y cada uno de los platos mientras lo acompañaba con un “Esto”. Un día es un día, ¿No? Pues que ese día les dure en sus interiores para siempre, pensó para si mismo mientras seguía pidiendo. Estaba deseoso de ver la cara oculta de Blaze tras la carta, pero no le importaba su reacción... ¿Verdad?