Lie
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El ruido del mercado de Loguetown se hacía denotar como cualquier día por allí. El correteo de unos niños, los gritos de los tenderos, el gruñido de un gato a la hora de escapar con un pescado... Nada parecía haberse movido de sitio. El olor a picante de algunos puestos de comida impregnaban un ambiente húmedo por el mar y cargado de un sol sofocante. El tiempo se presentaba estático para el mundo. Un mundo que había dejado de tener sentido no hacía demasiado. De hecho, solo habían pasado unos días desde lo ocurrido. La sangre aún estaba fresca. Las hendiduras en mi alma abiertas, pero seguía allí. Seguía necesitando de respirar, de beber, de comer e iba a necesitar de lo mejor de mi mismo para completar aquello por lo que ne había metido en la CP hacía tan solo unos minutos *mi enemigo es fuerte, pero venceré. Lo masacraré* pensé mientras analizaba lo que hacer paseando por aquel lugar y tocaba el galeón bañado en sangre que estaba escondido en su bolsa.
Pero aún estaba muy débil. Mis músculos necesitaban descansar y el estómago me gruñía desesperado *una taberna* me dije decidido. Sin embargo nunca había estado allí. ¿Qué haría? ¿A quién preguntaría? Había un tendero ocupado atendiendo a clientes exigentes que se atropellaban unos a otros... *¿y debo de entender el porqué?* pensé frustrado. Otra opción era preguntar a los niños, ¿pero qué sabrían? *¿Qué va a saber un niño acerca de un alojamiento barato por aquí?* nada, evidentemente. Siguió así durante unos minutos hasta que posé mi mirada ambarina en un hombre que estaba apoyado en una pared con las piernas cruzadas.
No era ni muy alto ni bajo, mediría en torno al 1.70m. En sus brazos se podían ver algunos tatuajes azules como el lapislázuli que le cubrían desde los antebrazos hasta la cabeza. Pero no fue por los tatuajes por lo que me fijé en sus brazos: tenía una espada envainada apoyada también que sostenía con los brazos cruzados *un guerrero, perfecto* me dije. Sin embargo tenía que tener cuidado. Parecía fuerte ya que estaba bien musculado y mantenía una pose tranquila. No aparentaba querer pelea pero nunca se sabe, sin embargo ¿qué otra opción tenía? Si era un luchador estaba seguro de que conocería algún lugar en el que guarecerse en la ciudad,y yo no estaba en condiciones de seguir viviendo en el bosque. Necesitaba una cama, por mucho que me doliera admitirlo.
Así que decidido me acerqué y le hablé directamente, esperando no molestarle pero preparado para desenvainar el sable en cualquier momento- perdone señor, ¿me podría decir de alguna posada o taberna cercana en la que no sea muy costoso alojarse?- terminé de decirle de forma clara, sencilla pero educada, muy educada mientras mantenía mi postura y mi mirada seria y tranquila.
Pero aún estaba muy débil. Mis músculos necesitaban descansar y el estómago me gruñía desesperado *una taberna* me dije decidido. Sin embargo nunca había estado allí. ¿Qué haría? ¿A quién preguntaría? Había un tendero ocupado atendiendo a clientes exigentes que se atropellaban unos a otros... *¿y debo de entender el porqué?* pensé frustrado. Otra opción era preguntar a los niños, ¿pero qué sabrían? *¿Qué va a saber un niño acerca de un alojamiento barato por aquí?* nada, evidentemente. Siguió así durante unos minutos hasta que posé mi mirada ambarina en un hombre que estaba apoyado en una pared con las piernas cruzadas.
No era ni muy alto ni bajo, mediría en torno al 1.70m. En sus brazos se podían ver algunos tatuajes azules como el lapislázuli que le cubrían desde los antebrazos hasta la cabeza. Pero no fue por los tatuajes por lo que me fijé en sus brazos: tenía una espada envainada apoyada también que sostenía con los brazos cruzados *un guerrero, perfecto* me dije. Sin embargo tenía que tener cuidado. Parecía fuerte ya que estaba bien musculado y mantenía una pose tranquila. No aparentaba querer pelea pero nunca se sabe, sin embargo ¿qué otra opción tenía? Si era un luchador estaba seguro de que conocería algún lugar en el que guarecerse en la ciudad,y yo no estaba en condiciones de seguir viviendo en el bosque. Necesitaba una cama, por mucho que me doliera admitirlo.
Así que decidido me acerqué y le hablé directamente, esperando no molestarle pero preparado para desenvainar el sable en cualquier momento- perdone señor, ¿me podría decir de alguna posada o taberna cercana en la que no sea muy costoso alojarse?- terminé de decirle de forma clara, sencilla pero educada, muy educada mientras mantenía mi postura y mi mirada seria y tranquila.
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