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Raion Blaze
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A pesar de que al principio Blaze se asustó un poco al ver los rostros ojipláticos de sus compañeros al invitarlos a un gran banquete pues tenía la sensación de que lo veían como un buffet libre andante, se alegró de que todo el grupo se reuniera para celebrar una comida. Pasarían mucho tiempo juntos y vivirían un sinfín de aventuras, por lo que había que comenzar a estrechar lazos.
Esperaron a que Eikel y su empleado almacenaran los productos conseguidos y partieron rumbo al restaurante que la joven chica había propuesto guiados por esta.
No tardaron demasiado en llegar al local donde se apresuraron a coger asiento. Blaze tenía suficiente para pagar una buena comida aunque esperaba que el semigigante no tuviera el estomago tan grande como lo era él o debería de pedir un préstamo para pagar la cuenta. Cuál fue su sorpresa al descubrir que el gigante no era la mayor de sus preocupaciones. Cuando Blaze estaba dispuesto a pedir su plato de alitas de pollo a la barbacoa, el hombre pescao entro en acción pidiendo prácticamente todos los platos de la carta mientras Blaze comprobaba el precio de cada plato y hacia sus cálculos mentales. Temiéndose lo peor, Blaze le preguntó al metre a cuánto ascendería la cuenta. Cuando oyó la cifra su rostro fue un poema.
Sacó la billetera y comprobó si tenía suficiente dinero para pagar la cuenta mientras una gota de sudor frío se deslizaba por su frente. Al menos Eikel solo había pedido un zumo de arándanos, tampoco le podía caber gran cosa en su estomaguito de ardilla.
De su labor matemática lo sacó Willem, el cual apareció repentinamente en el local creando algo de alboroto lo cual hizo que el metre le llamará la atención en numerosas ocasiones. Cuando al fin se sentó y cerro la boca, la volvió a abrir para agrandar el pedido realizado por Rhi lo cual hizo que a Blaze le entraran unas ganas monumentales de abrirle la cabeza en dos.
Extrañado ante el nuevo acompañante, Willem le preguntó a Blaze sobre su identidad mientras lo apuntaba discretamente con su arma por debajo de la mesa de lo cual se percató Blaze. Tranquilo amigo. Es el subordinado de nuestro amigo el chiquitín. Le ha ayudado a cargar con la compra y por ello le hemos invitado a comer con nosotros. Curiosa pareja, ¿verdad? Dijo mientras metía su mano por debajo de la mesa con la misma sutileza con la que Willem lo había hecho para que guardara el arma.
Bueno Willem, has tardado un buen rato, espero que eso signifique que has conseguido recopilar mucha información. ¿Has descubierto algo interesante? Dijo con un tono curioso mientras se encendía un puro en lo que traían la comida a la mesa.
Esperaron a que Eikel y su empleado almacenaran los productos conseguidos y partieron rumbo al restaurante que la joven chica había propuesto guiados por esta.
No tardaron demasiado en llegar al local donde se apresuraron a coger asiento. Blaze tenía suficiente para pagar una buena comida aunque esperaba que el semigigante no tuviera el estomago tan grande como lo era él o debería de pedir un préstamo para pagar la cuenta. Cuál fue su sorpresa al descubrir que el gigante no era la mayor de sus preocupaciones. Cuando Blaze estaba dispuesto a pedir su plato de alitas de pollo a la barbacoa, el hombre pescao entro en acción pidiendo prácticamente todos los platos de la carta mientras Blaze comprobaba el precio de cada plato y hacia sus cálculos mentales. Temiéndose lo peor, Blaze le preguntó al metre a cuánto ascendería la cuenta. Cuando oyó la cifra su rostro fue un poema.
- Spoiler:
De su labor matemática lo sacó Willem, el cual apareció repentinamente en el local creando algo de alboroto lo cual hizo que el metre le llamará la atención en numerosas ocasiones. Cuando al fin se sentó y cerro la boca, la volvió a abrir para agrandar el pedido realizado por Rhi lo cual hizo que a Blaze le entraran unas ganas monumentales de abrirle la cabeza en dos.
Extrañado ante el nuevo acompañante, Willem le preguntó a Blaze sobre su identidad mientras lo apuntaba discretamente con su arma por debajo de la mesa de lo cual se percató Blaze. Tranquilo amigo. Es el subordinado de nuestro amigo el chiquitín. Le ha ayudado a cargar con la compra y por ello le hemos invitado a comer con nosotros. Curiosa pareja, ¿verdad? Dijo mientras metía su mano por debajo de la mesa con la misma sutileza con la que Willem lo había hecho para que guardara el arma.
Bueno Willem, has tardado un buen rato, espero que eso signifique que has conseguido recopilar mucha información. ¿Has descubierto algo interesante? Dijo con un tono curioso mientras se encendía un puro en lo que traían la comida a la mesa.
A Yukie le alegró comprobar que sus sentidos no la habían engañado, el restaurante seguía en el mismo lugar que antes cuando pasaron. Siguió a la tripulación hasta el interior pero fue detenida por una frase del metre: “nada de máscaras ni armas”. Normas de la casa, supuso, además su espada era casi tan grande como ella por lo que no le resultó extraño que no le dejasen pasar con ella. Se colocó la máscara a la espalda a modo de collar y le entregó la espada al hombre.
- Mi espada. Tu responsabilidad. Dijo tajantemente mientras se apartaba el flequillo para “mirarle” a los ojos y hacia un gesto de degüello con el dedo índice en su propio pescuezo para darle a entender cuán grande era su responsabilidad para con esa espada. Yukie le escuchó tragar saliva, estaba un poco cansada de tener que usar ese truco pero era tan efectivo que no podía evitarlo.
Todos parecían llamar mucho la atención a juzgar por el nivel de cuchicheos, que en una escala de medida Saiyajin debía rondar los nueve mil. Yukie esperó a que alguien se sentara para evaluar la ubicación de la mesa y sillas, busco una de estas y cuando dio con ella se sentó sin más preámbulos. Para su desgracia se encontraba al lado de Rhi, así que rezó para que la comida lo mantuviese ocupado toda la tarde-noche.
Yukie estaba muy callada, la verdad es que estaba molesta porque nadie le había dicho que había en la carta y era demasiado orgullosa para preguntarlo y ser el blanco perfecto de las burlas del pescao. Pero contra todo pronóstico el mayor causante de sus problemas fue quien le brindó la solución esta vez pidiendo prácticamente todo lo que podían servir. Ella se limitaría a coger lo que mejor oliese y no tendría que pedir algo al azar.
Para colmo el capitán Willen entraba con su característico estilo chapado a la antigua, al menos les había encontrado, eso era bueno. También iba a beber aun después de venir de la taberna, eso era malo. Bastante quieta y con los ojos fijos en algún punto delante suya, Yukie esperó ansiosa la comida pero como tardó más de dos segundos en venir dejó caer su cabeza como un plomo sobre la mesa con un suspiro de impaciencia y un rugido en el estómago.
- Mi espada. Tu responsabilidad. Dijo tajantemente mientras se apartaba el flequillo para “mirarle” a los ojos y hacia un gesto de degüello con el dedo índice en su propio pescuezo para darle a entender cuán grande era su responsabilidad para con esa espada. Yukie le escuchó tragar saliva, estaba un poco cansada de tener que usar ese truco pero era tan efectivo que no podía evitarlo.
Todos parecían llamar mucho la atención a juzgar por el nivel de cuchicheos, que en una escala de medida Saiyajin debía rondar los nueve mil. Yukie esperó a que alguien se sentara para evaluar la ubicación de la mesa y sillas, busco una de estas y cuando dio con ella se sentó sin más preámbulos. Para su desgracia se encontraba al lado de Rhi, así que rezó para que la comida lo mantuviese ocupado toda la tarde-noche.
Yukie estaba muy callada, la verdad es que estaba molesta porque nadie le había dicho que había en la carta y era demasiado orgullosa para preguntarlo y ser el blanco perfecto de las burlas del pescao. Pero contra todo pronóstico el mayor causante de sus problemas fue quien le brindó la solución esta vez pidiendo prácticamente todo lo que podían servir. Ella se limitaría a coger lo que mejor oliese y no tendría que pedir algo al azar.
Para colmo el capitán Willen entraba con su característico estilo chapado a la antigua, al menos les había encontrado, eso era bueno. También iba a beber aun después de venir de la taberna, eso era malo. Bastante quieta y con los ojos fijos en algún punto delante suya, Yukie esperó ansiosa la comida pero como tardó más de dos segundos en venir dejó caer su cabeza como un plomo sobre la mesa con un suspiro de impaciencia y un rugido en el estómago.
Eikel
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Eikel ordenaba plácidamente los frutos secos en el orden que se los iba a comer, era muy meticuloso con el orden y siempre tenia oportunidad de demostrarlo. Por un momento se dio cuenta de que Yukie no podría seleccionar ningún plato de la carta y cuando se dispuso a ayudarla, Rhi arrasó con todo lo que tenían en la misma, así que dio por sentado que no haría falta pedir nada por separado. Volvió a su mundo de bellotas, avellanas y demás para salir de pronto con unos chillidos característicos, que la verdad, no le gustaba demasiado tener que escucharlos en público. Avergonzado por su borracho y ruidoso capitán, la ardilla no pudo hacer mas que encogerse hecho una bolita sobre la silla, intentando pasar desapercibido.
Al sentarse, Willem se reclinó sobre la silla y puso los pies sobre la mesa, mas de lo que la pobre ardilla pudo soportar, hecho una furia se levanto y empujó ligeramente la silla de su capitán, lo justo para que este perdiera el equilibrio y volviese a posar las botas en el suelo.
-!Compórtese un poco por favor! Esto no es una taberna ni un sucio burdel. Dijo la ardilla enfadada mientras retornaba a su asiento. Willem tan solo replicó con un "bah" y una especie de pedorreta a modo de burla, pero le hizo caso y eso es lo que a Eikel le importaba.
Lo primero en llegar fueron todas las bebidas, transportadas en carritos por tres camareros, de los cuales dos tuvieron que ser dejados a los lados de la mesa puesto que no habría sitio para todas las bebidas y la comida. La bebida de Eikel llego después, la que fue entregada por una esbelta señorita que portaba una amplia sonrisa. La chiquilla deposito la bebida en la silla de los frutos secos de Eikel, la cual fue adornada por una pajita con un par de moras clavadas. La ardilla sonrió entusiasmada y le dio las gracias gentilmente con la mirada fija en el vaso.
Cuando empezó a darle un trago a su bebida, no pudo hacer mas que atragantarse al ver la cantidad de platos que se dirigían a su mesa. Otra vez se vio obligado a convertirse en un ovillo al darse cuenta que todas las miradas del local iban dirigidas hacia ellos.
Al sentarse, Willem se reclinó sobre la silla y puso los pies sobre la mesa, mas de lo que la pobre ardilla pudo soportar, hecho una furia se levanto y empujó ligeramente la silla de su capitán, lo justo para que este perdiera el equilibrio y volviese a posar las botas en el suelo.
-!Compórtese un poco por favor! Esto no es una taberna ni un sucio burdel. Dijo la ardilla enfadada mientras retornaba a su asiento. Willem tan solo replicó con un "bah" y una especie de pedorreta a modo de burla, pero le hizo caso y eso es lo que a Eikel le importaba.
Lo primero en llegar fueron todas las bebidas, transportadas en carritos por tres camareros, de los cuales dos tuvieron que ser dejados a los lados de la mesa puesto que no habría sitio para todas las bebidas y la comida. La bebida de Eikel llego después, la que fue entregada por una esbelta señorita que portaba una amplia sonrisa. La chiquilla deposito la bebida en la silla de los frutos secos de Eikel, la cual fue adornada por una pajita con un par de moras clavadas. La ardilla sonrió entusiasmada y le dio las gracias gentilmente con la mirada fija en el vaso.
Cuando empezó a darle un trago a su bebida, no pudo hacer mas que atragantarse al ver la cantidad de platos que se dirigían a su mesa. Otra vez se vio obligado a convertirse en un ovillo al darse cuenta que todas las miradas del local iban dirigidas hacia ellos.
[Off: Perdón por el retraso, fallos técnicos del Ordenador que ya fueron arreglados]
El hambre se estaba apoderando de él con la espera de toda la comida, su boca se hacia agua al mismo son que recordaba todos los platos que había pedido, un rugido de estomago le despertó de ese sueño lleno de comida lo que hizo que se llevara las manos al estomago y comenzara la desesperación.
Para ese mismo instante había llegado su segundo Capitán, el Capitán Botella y... bueno... cabe decir que tampoco hizo buenas migas con el “buen amigo” de Rhi, el metre. La mosca iba apoderándose del pescado cada vez más, ese hombre no le gustaba lo más mínimo, pero de nuevo, una vez más, el rugido de su estomago le despertó de nuevo.
Ya estaban todos, menos la comida claro esta, así que solo faltaba hacer una cosa, ¡Pedirla! Mientras mantenía una pierna apoyada de forma lateral en la silla se inclinó hacia la mesa y se elevó un poco, llevó su mano lo más alto que pudo y cogiendo aire comenzó su ritual. - ¡Comida! ¡Comida! ¡Comida! - Decía sin parar dando una palmada en la mesa al mismo son que pronunciaba la palabra.
A su “cántico” no tardo en unirse su Capitán Botella lo cual hizo que las miradas de los presentes en el Restaurante no tardara en volver a fijarse hacia ellos. Antes de que tuvieran que darles un toque de nuevo, por suerte para ellos, llegó la comida lo cual hizo que la jauría se calmara.
Con un fuerte y alargado “¡Bieeeen!” seguido de un “¡Que os aproveche desescamados!” empezó a comer nuestro querido Gyojin sin parar. Plato tras plato intentó probar todos los posibles, hasta que... llegó a un plato en concreto... “Langosta cocida con arroz y pato”... allí estaba, la langosta entera, bella como ella sola y que leches, a Rhi le aburriría no hacerlo.
Cogió la langosta con sumo cuidado – Ni...no ni... no ni no ni... - Comenzó a entonar con su propia voz una melodía triste, cuando la cogió por completo se puso de la forma más dramática que pudo de rodillas y para culminar soltó un doloroso “¡NoOoOoOooOo!” el cual haría llorar hasta a la nutria más despiadada.
En ese instante, el metre que se encontraba por una de las mesas adyacentes acomodando a una familia y el cual ya estaba harto de la banda, no pudo evitar soltar en voz baja un “Chus, como odio a esos hombres pez, son repulsivos”. No venia al cuento, no, pero el hombre no pudo contenerse más, tenia que soltarlo, pero lo que no supo es que su susurro no paso tan desapercibido como él pensaba...
El dramático Rhi lo había escuchado, tampoco era muy difícil ya que el local era bastante tranquilo si no fuera por sus berridos, se levanto poco a poco con unas “lagrimas falsas” por su dramatización, con aun la langosta en sus manos con la misma cautela con la que la cogió, se fue aproximando poco a poco hacia el metre... hasta que estuvo lo suficiente cerca como para...
- ¡Tenazitas SLAM! - Gritó mientras “estampaba”, en el sentido literal de la palabra, la langosta contra la cara de aquel desgraciado. Como pensó no fue muy difícil tumbarle y el metre calló noqueado con un solo golpe al suelo.
Girándose a sus amigos con una gran sonrisa dibujada en su rostros les alzó el purgar y procedió a hablarles a todos – Creo que la he liao parda. – Les comentó antes de echarse a reír a carcajada limpia con los brazos en jarra y una gran felicidad con cero remordimientos por lo que había cometido.
El hambre se estaba apoderando de él con la espera de toda la comida, su boca se hacia agua al mismo son que recordaba todos los platos que había pedido, un rugido de estomago le despertó de ese sueño lleno de comida lo que hizo que se llevara las manos al estomago y comenzara la desesperación.
Para ese mismo instante había llegado su segundo Capitán, el Capitán Botella y... bueno... cabe decir que tampoco hizo buenas migas con el “buen amigo” de Rhi, el metre. La mosca iba apoderándose del pescado cada vez más, ese hombre no le gustaba lo más mínimo, pero de nuevo, una vez más, el rugido de su estomago le despertó de nuevo.
Ya estaban todos, menos la comida claro esta, así que solo faltaba hacer una cosa, ¡Pedirla! Mientras mantenía una pierna apoyada de forma lateral en la silla se inclinó hacia la mesa y se elevó un poco, llevó su mano lo más alto que pudo y cogiendo aire comenzó su ritual. - ¡Comida! ¡Comida! ¡Comida! - Decía sin parar dando una palmada en la mesa al mismo son que pronunciaba la palabra.
A su “cántico” no tardo en unirse su Capitán Botella lo cual hizo que las miradas de los presentes en el Restaurante no tardara en volver a fijarse hacia ellos. Antes de que tuvieran que darles un toque de nuevo, por suerte para ellos, llegó la comida lo cual hizo que la jauría se calmara.
Con un fuerte y alargado “¡Bieeeen!” seguido de un “¡Que os aproveche desescamados!” empezó a comer nuestro querido Gyojin sin parar. Plato tras plato intentó probar todos los posibles, hasta que... llegó a un plato en concreto... “Langosta cocida con arroz y pato”... allí estaba, la langosta entera, bella como ella sola y que leches, a Rhi le aburriría no hacerlo.
Cogió la langosta con sumo cuidado – Ni...no ni... no ni no ni... - Comenzó a entonar con su propia voz una melodía triste, cuando la cogió por completo se puso de la forma más dramática que pudo de rodillas y para culminar soltó un doloroso “¡NoOoOoOooOo!” el cual haría llorar hasta a la nutria más despiadada.
En ese instante, el metre que se encontraba por una de las mesas adyacentes acomodando a una familia y el cual ya estaba harto de la banda, no pudo evitar soltar en voz baja un “Chus, como odio a esos hombres pez, son repulsivos”. No venia al cuento, no, pero el hombre no pudo contenerse más, tenia que soltarlo, pero lo que no supo es que su susurro no paso tan desapercibido como él pensaba...
El dramático Rhi lo había escuchado, tampoco era muy difícil ya que el local era bastante tranquilo si no fuera por sus berridos, se levanto poco a poco con unas “lagrimas falsas” por su dramatización, con aun la langosta en sus manos con la misma cautela con la que la cogió, se fue aproximando poco a poco hacia el metre... hasta que estuvo lo suficiente cerca como para...
- ¡Tenazitas SLAM! - Gritó mientras “estampaba”, en el sentido literal de la palabra, la langosta contra la cara de aquel desgraciado. Como pensó no fue muy difícil tumbarle y el metre calló noqueado con un solo golpe al suelo.
Girándose a sus amigos con una gran sonrisa dibujada en su rostros les alzó el purgar y procedió a hablarles a todos – Creo que la he liao parda. – Les comentó antes de echarse a reír a carcajada limpia con los brazos en jarra y una gran felicidad con cero remordimientos por lo que había cometido.
El Errante
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Toooodo eran réplicas y quejas. Ni que un pirata no pudiera hacer lo que quisiera. Nada más adoptar una postura cómoda en la silla, con los pies en la mesa, como Dios manda, Eikel se puso hecho una fiera (o una fierita). Y aunque quiso ignorarle, tener al médico y al cocinero del barco contento nunca estaba de más. Eso sí, no se libró de una burla una vez éste se giró a seguir con lo suyo.
Ya habían pasado algunos minutos de espera desde que pidieron los comensales y algo tenía que hacer para pasar el rato. Y qué mejor actividad que molestarle a un discapacitado, o discapacitada en este caso, quien a causa del hambre y seguramente cansancio dejó caer su cabeza sobre la mesa. Cogió una de las servilletas (que por suerte eran de papel), la dividió en varios trozos, las arrugó incluso con desprecio, y uno a uno esos trozos fueron impactando en el cogote de Yukie, hasta que por fin el último se metió entre el cuello y la camisa. Willem celebró su triple alargando la mano para que Blaze se la chocara acompañando el gesto con un - ¡Yarr-ha-har!
Entonces a Rhi se le ocurrió una idea genial. Más que genial incluso. - ¡Comida! ¡Comida! ¡Comida! - sus puños comenzaron a golpear la mesa, cada vez más fuerte, y así siguió hasta que el primer camarero con su carrito salió de la cocina para traer por fin la comida. Entonces, una canción comenzó a cobrar vida...
- Mor' rum, mor' rum... mor' rum o'the pirates. - siguió Rhi; - Mor' rum, mor' rum... mor' rum o'the pirates. - se unió también Yukie, alentada por el olor a comida, saboreando ya el inminente bocado. Tener a dos músicos en la tripulación debía tener sus ventajas, ¿no? Sobretodo cuando a uno de los capitanes le encanta cantar (aunque se le de bastante regular). Los cánticos no cesaron ni siquiera durante la comida. Trozos y escupitajos de ella acabaron practicamente por toda la mesa, lo importante era seguir cantando. Al acabar el primer plato, Yukie incluso sacó una melódica (a saber de dónde) para acompañar, mientras Rhi ponía la percusión a base de cucharazos a la mesa y los platos.
- Fifteen men on a dead man's chest~ Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum!~ Drink an' the devil had done o'the rest~ Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum!~ Pero entonces algo pasó. Algo triste y deplorable. Rhi comenzó a "llorar", estaba disappointed. Y lo que le siguió era de esperar (o no). Le estampó la langosta al metre que soltó un comentario poco apropiado. Aquello solo podía significar una cosa: ¡MOTÍN! (más o menos).
Al levantarse de la silla bruscamente, ésta cayó al suelo tras de él. Tenía claro que tendrían que salir rápido de allí. En momento de tensión como esos, un capitán debía tomar decisiones, y rápidas. Lo primero era que no cundiera el pánico... o que cundiera lo suficiente como para que todos se queden quietos en el sitio. De modo que sin pensárselo dos veces sacó la pistola del cinto y disparó al techo. Muy util no era, ya que solo tenía un disparo, pero el ruido llamaría bastante la atención, y asustaría a más de uno.
- Se'uid comiendo, muchachos. - dijo con la voz bastante alta y ronca al púbico. - Se'uid papeando y nadie será herido. - le dió una palmada al Pescao para que le hiciera caso un momento - Pilla uno d'esos - señaló con un gesto de la cabeza uno de los carritos de los camareros, quienes ya empezaban a sudar la gota fría sin atreverse a mover ni un músculo -... y llénalo de que quieras, ¡hoy invita la casa! Mientras tanto vió a la ardilla salir por la puerta, tan tranquila y campante. Eso era lo de menos, no podía cargar mucho peso de todas formas. Mientras tanto, confió en que su co-capitán asumiera su posición para mantener la "paz", para poder él girarse y recoger todo el mantel haciendo el Santa-Claus [películas de miedo, también de Mickey Mouse - Mickey Mouse], con toda la comida y cubiertos dentro de ella. Y finalmente, a paso decidido, emprendió el camino hacia la salida, like a baws. - ¡Andando!
Ya habían pasado algunos minutos de espera desde que pidieron los comensales y algo tenía que hacer para pasar el rato. Y qué mejor actividad que molestarle a un discapacitado, o discapacitada en este caso, quien a causa del hambre y seguramente cansancio dejó caer su cabeza sobre la mesa. Cogió una de las servilletas (que por suerte eran de papel), la dividió en varios trozos, las arrugó incluso con desprecio, y uno a uno esos trozos fueron impactando en el cogote de Yukie, hasta que por fin el último se metió entre el cuello y la camisa. Willem celebró su triple alargando la mano para que Blaze se la chocara acompañando el gesto con un - ¡Yarr-ha-har!
Entonces a Rhi se le ocurrió una idea genial. Más que genial incluso. - ¡Comida! ¡Comida! ¡Comida! - sus puños comenzaron a golpear la mesa, cada vez más fuerte, y así siguió hasta que el primer camarero con su carrito salió de la cocina para traer por fin la comida. Entonces, una canción comenzó a cobrar vida...
- Mor' rum, mor' rum... mor' rum o'the pirates. - siguió Rhi; - Mor' rum, mor' rum... mor' rum o'the pirates. - se unió también Yukie, alentada por el olor a comida, saboreando ya el inminente bocado. Tener a dos músicos en la tripulación debía tener sus ventajas, ¿no? Sobretodo cuando a uno de los capitanes le encanta cantar (aunque se le de bastante regular). Los cánticos no cesaron ni siquiera durante la comida. Trozos y escupitajos de ella acabaron practicamente por toda la mesa, lo importante era seguir cantando. Al acabar el primer plato, Yukie incluso sacó una melódica (a saber de dónde) para acompañar, mientras Rhi ponía la percusión a base de cucharazos a la mesa y los platos.
- Fifteen men on a dead man's chest~ Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum!~ Drink an' the devil had done o'the rest~ Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum!~ Pero entonces algo pasó. Algo triste y deplorable. Rhi comenzó a "llorar", estaba disappointed. Y lo que le siguió era de esperar (o no). Le estampó la langosta al metre que soltó un comentario poco apropiado. Aquello solo podía significar una cosa: ¡MOTÍN! (más o menos).
Al levantarse de la silla bruscamente, ésta cayó al suelo tras de él. Tenía claro que tendrían que salir rápido de allí. En momento de tensión como esos, un capitán debía tomar decisiones, y rápidas. Lo primero era que no cundiera el pánico... o que cundiera lo suficiente como para que todos se queden quietos en el sitio. De modo que sin pensárselo dos veces sacó la pistola del cinto y disparó al techo. Muy util no era, ya que solo tenía un disparo, pero el ruido llamaría bastante la atención, y asustaría a más de uno.
- Se'uid comiendo, muchachos. - dijo con la voz bastante alta y ronca al púbico. - Se'uid papeando y nadie será herido. - le dió una palmada al Pescao para que le hiciera caso un momento - Pilla uno d'esos - señaló con un gesto de la cabeza uno de los carritos de los camareros, quienes ya empezaban a sudar la gota fría sin atreverse a mover ni un músculo -... y llénalo de que quieras, ¡hoy invita la casa! Mientras tanto vió a la ardilla salir por la puerta, tan tranquila y campante. Eso era lo de menos, no podía cargar mucho peso de todas formas. Mientras tanto, confió en que su co-capitán asumiera su posición para mantener la "paz", para poder él girarse y recoger todo el mantel haciendo el Santa-Claus [películas de miedo, también de Mickey Mouse - Mickey Mouse], con toda la comida y cubiertos dentro de ella. Y finalmente, a paso decidido, emprendió el camino hacia la salida, like a baws. - ¡Andando!
Chiratsu Dreyar
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un barco. No, mejor dicho un bote. Un minúsculo bote flotaba con gran libertad sobre el vasto mar, dejándose guiar por aquella brisa, una brisa helada. La luz de la Luna era lo único que iluminaba el pequeño bote sin rumbo. Tumbado en su interior se hallaba un cuerpo de un hombre, el cual no mostraba señas de vida. Se encontraba tumbado boca abajo, con los brazos extendidos a la par que retorcidos entre toda la basura del interior, las piernas cruzadas, la piel deshidratada y una cara moribunda y babeante. ¿Qué cojones era ese monstruo? Pues bien, era un mero piratilla (O al menos él se autoproclamaba un pirata, sin haber echo nada para mecerse ese título) el cual, en busca de una gran aventura, se subió a este esmirriado bote y partió a la acción. ¿El resultado? Más arrugado que una pasa. Eso le pasa por olvidar lo imprescindible, la comida y el agua amigo mío... Este botecito estuvo a flote durante cuatro días y tres noches, sin topar tierra en todo ese tiempo. Pues bien, al parecer la escasa suerte de ese chaval moribundo le dio una última oportunidad. El Sol comenzaba a brotar por aquel infinito horizonte, empapando de luz todo el mar, y el comienzo de una gran tierra al fondo del panorama. Aún así, aquel muchacho ni se percató del echo, y solamente alzó la vista al ser apaleado por el choque entre el bote y aquel puerto. El chico se alzó de pie como pudo e caminó unos pasos adentrándose minimamente en la isla. Alzó ambos brazos energeticamente y empezó a gritar a lo loco, llamando la atención a todo aquel que se encontraba en el lugar. Corrió con rapidez a saciar sus mayores necesidades en aquel momento; se acercó a la primera tienda con la que se topó y se zampó a base de pocos tragos y mordiscos todo el repertorio de comida, además de beber la mayoría de los líquidos que se ofrecían a la venta. Una gran mano se posó sobre el hombro del joven que aún masticaba sin cesar.
-Espero que puedas pagar eso, insecto. ¿Pagar?, esa palabra ya no existía en la conciencia del chico, se había convencido a si mismo que un pirata puede hacer lo que quiera... Pero no pensó en las consecuencias que eso traería. Terminó de masticar, mirando a aquel hombre grandote, y se largó por patas sin decir palabra alguna. Claro está que fue perseguido durante un buen tiempo, pero el chico por fortuna era más ágil, claro está que consiguió evadirlo con clara sencillez. Se quedó pensativo mirando embobado todas las fincas y negocios que había por aquella ciudad, siendo interrumpido esta vez por un dolor de estómago. ¿No había comido suficiente? Qué se le va a hacer... Chiratsu se propuso encontrar comida de nuevo, pero en aquella zona solo había restaurantes y bares, cosa que no le dejaba más opción que pedir un buen menú y luego salir corriendo de nuevo. Dejó sonar un gran suspiro y fue mirando alrededor por un buen restaurante, ya que si iba a robar de todos modos, prefería que sea uno de lujo. Mientras observaba todas las clases de restaurantes que había por aquella calle, su melodioso oído captó una melodía que le era familiar, algo así como un canto pirata. Esbozó una sonrisa carismática y fue corriendo en dirección a aquella canción. Se detuvo en frente de un decorativo restaurante, que el parecer era bastante costoso... La pregunta era... ¿Qué hace sonando una canción así en un restaurante como este? Sólo había una forma de averiguarlo.
Se acercó a las puertas del dicho local y asomó la cabeza ojeando en el interior. Todo parecía tranquilo y relajado en la mayor parte de ese local, a excepción de una sola mesa de unas cinco personas que armaban todo ese jaleo. A Chiratsu le agradaba esa actitud, uno se podía dar cuenta sin mucho esfuerzo que seguramente se trataba de una banda pirata. Se acercó a ellos sonriente, sin saludar siquiera y entonó aquella canción junto a ellos, ya que, después de todo se especializaba en la música.
-And cookey's throat was marked belike,
And there they lat, all good dead men,
Like break o'day in a boozikng ken,
Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum.
Sin detener su canto que entonaba bastante bien con dos de aquel grupo (Había un tercero que cantaba con ganas, pero por pena desentonaba.), procedió a ponerse cómodo, sentándose en una silla aparentemente vacía y relajarse cantando. Sin embargo, un giro argumental inesperado apareció. La pata de la silla se partió al hacer contacto con el chico, dejándolo en una situación algo lamentable.
-Espero que puedas pagar eso, insecto. ¿Pagar?, esa palabra ya no existía en la conciencia del chico, se había convencido a si mismo que un pirata puede hacer lo que quiera... Pero no pensó en las consecuencias que eso traería. Terminó de masticar, mirando a aquel hombre grandote, y se largó por patas sin decir palabra alguna. Claro está que fue perseguido durante un buen tiempo, pero el chico por fortuna era más ágil, claro está que consiguió evadirlo con clara sencillez. Se quedó pensativo mirando embobado todas las fincas y negocios que había por aquella ciudad, siendo interrumpido esta vez por un dolor de estómago. ¿No había comido suficiente? Qué se le va a hacer... Chiratsu se propuso encontrar comida de nuevo, pero en aquella zona solo había restaurantes y bares, cosa que no le dejaba más opción que pedir un buen menú y luego salir corriendo de nuevo. Dejó sonar un gran suspiro y fue mirando alrededor por un buen restaurante, ya que si iba a robar de todos modos, prefería que sea uno de lujo. Mientras observaba todas las clases de restaurantes que había por aquella calle, su melodioso oído captó una melodía que le era familiar, algo así como un canto pirata. Esbozó una sonrisa carismática y fue corriendo en dirección a aquella canción. Se detuvo en frente de un decorativo restaurante, que el parecer era bastante costoso... La pregunta era... ¿Qué hace sonando una canción así en un restaurante como este? Sólo había una forma de averiguarlo.
Se acercó a las puertas del dicho local y asomó la cabeza ojeando en el interior. Todo parecía tranquilo y relajado en la mayor parte de ese local, a excepción de una sola mesa de unas cinco personas que armaban todo ese jaleo. A Chiratsu le agradaba esa actitud, uno se podía dar cuenta sin mucho esfuerzo que seguramente se trataba de una banda pirata. Se acercó a ellos sonriente, sin saludar siquiera y entonó aquella canción junto a ellos, ya que, después de todo se especializaba en la música.
-And cookey's throat was marked belike,
And there they lat, all good dead men,
Like break o'day in a boozikng ken,
Yo-ho, yo-ho and a bottle of rum.
Sin detener su canto que entonaba bastante bien con dos de aquel grupo (Había un tercero que cantaba con ganas, pero por pena desentonaba.), procedió a ponerse cómodo, sentándose en una silla aparentemente vacía y relajarse cantando. Sin embargo, un giro argumental inesperado apareció. La pata de la silla se partió al hacer contacto con el chico, dejándolo en una situación algo lamentable.
Raion Blaze
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Tras su entrada “espectacular” Willem adoptó una postura desenfadada poniendo los pies sobre la mesa lo que sacó a la ardilla de quicio y esta le amonestó verbalmente lo que hizo que Willem sorprende moderara su conducta a pesar de que se burló de él con una carantoña. Realmente Eikel era el ejemplo perfecto de educación y protocolo por lo que en más de una ocasión la banda conseguía que se sintiera avergonzado, sobre todo por culpa de Willem y el pescao’.
Willem inició lo que sería un festival de música que nada tendría que envidiar al Viña Rock pues todos siguieron sus silbidos cantando a la vez un cantico que sonaba como uno pirata que la banda ya se sabía de memoria por todas las veces que le habían oído a Willem reproducir ese tema. Repentinamente un chico atraído por el cantico como si de un canto de las sirenas se tratase y comenzó a entonarlo con ellos. Lo que a Blaze al principio le pareció un gesto simpático pronto le pareció un gesto grotesco el que se sentara con ellos sin presentarse si quiera pero el destino le jugó una mala pasada al chico partiéndose una para de la silla en la que pretendía depositar su culo cayendo este al suelo de forma vergonzosa.
El chico se salvó de un recibimiento hostil (Blaze no era muy amable con los desconocidos) gracias al comienzo del 2º acto de la obra de teatro que parecía estar protagonizando Rhi. Tras un comentario ofensivo del metre hacia los Gyojins, el pescao’ estampó la langosta que le habían servido como alimento en la cara del metre lo que hizo que la tensión en el establecimiento se pudiese cortar con un cuchillo. Blaze acto seguido se levanto de su silla y le pegó un capón al hombre pez cual madre hace con sus hijos pequeños cuando se portan mal y trato de disculparse con el metre pero su disculpa fue interrumpida por un disparo del co-capitán del caótico grupo.
La cosa se estaba desmadrando. Rhi caldeó un ambiente que ya lo estaba bastante debido al alboroto que llevaba montando la banda en el restaurante durante un buen rato. Eikel harto del comportamiento de sus compañeros decidió marcharse del establecimiento para evitar la vergüenza ajena a la que estaba siendo sometido. Willem sabe Dios porque había comenzado un motín y estaba saqueando los carritos de comida a punta de pistola.
Blaze no era muy amigo de montar gresca pero viendo la situación, de perdidos al río. Blaze ordenó a Yukie y Rhi salir del establecimiento mientras él les cubría las espaldas, incluida la de Willem aunque ya estaba casi fuera del local. Blaze andaba de espaldas hacia la puerta con la mirada fija en los allí presentes los cuales se habían sumado al enfado del metre. No tenía una pistola como Willem con la que amenazar y al ver que estos empezaban a desenvainar sus espadas y alguna pistola, no tuvo más remedio que intimidarlos a su manera, mejor eso que matarlos a todos ya que al fin y al cabo ellos no tenían la culpa de lo que había pasado, no iban a morir encima.
El ojo de Blaze se torno de color negro y sus colmillos comenzaron a agrandarse como los de un lobo con la esperanza de que les atemorizara la idea de combatir contra un “monstruo”. Parece que dio resultado, no solo guardaron sus armas, si no que retrocedieron un par de pasos. Blaze volvió a su forma normal con una mirada amenazadora a los allí presentes y con una medio sonrisa dio media vuelta bajo la atenta mirada de los allí presentes, incluido el chico que se cayó de la silla, y salió del local con intención de matar a sus compañeros por el numerito que habían montado.
Willem inició lo que sería un festival de música que nada tendría que envidiar al Viña Rock pues todos siguieron sus silbidos cantando a la vez un cantico que sonaba como uno pirata que la banda ya se sabía de memoria por todas las veces que le habían oído a Willem reproducir ese tema. Repentinamente un chico atraído por el cantico como si de un canto de las sirenas se tratase y comenzó a entonarlo con ellos. Lo que a Blaze al principio le pareció un gesto simpático pronto le pareció un gesto grotesco el que se sentara con ellos sin presentarse si quiera pero el destino le jugó una mala pasada al chico partiéndose una para de la silla en la que pretendía depositar su culo cayendo este al suelo de forma vergonzosa.
El chico se salvó de un recibimiento hostil (Blaze no era muy amable con los desconocidos) gracias al comienzo del 2º acto de la obra de teatro que parecía estar protagonizando Rhi. Tras un comentario ofensivo del metre hacia los Gyojins, el pescao’ estampó la langosta que le habían servido como alimento en la cara del metre lo que hizo que la tensión en el establecimiento se pudiese cortar con un cuchillo. Blaze acto seguido se levanto de su silla y le pegó un capón al hombre pez cual madre hace con sus hijos pequeños cuando se portan mal y trato de disculparse con el metre pero su disculpa fue interrumpida por un disparo del co-capitán del caótico grupo.
La cosa se estaba desmadrando. Rhi caldeó un ambiente que ya lo estaba bastante debido al alboroto que llevaba montando la banda en el restaurante durante un buen rato. Eikel harto del comportamiento de sus compañeros decidió marcharse del establecimiento para evitar la vergüenza ajena a la que estaba siendo sometido. Willem sabe Dios porque había comenzado un motín y estaba saqueando los carritos de comida a punta de pistola.
Blaze no era muy amigo de montar gresca pero viendo la situación, de perdidos al río. Blaze ordenó a Yukie y Rhi salir del establecimiento mientras él les cubría las espaldas, incluida la de Willem aunque ya estaba casi fuera del local. Blaze andaba de espaldas hacia la puerta con la mirada fija en los allí presentes los cuales se habían sumado al enfado del metre. No tenía una pistola como Willem con la que amenazar y al ver que estos empezaban a desenvainar sus espadas y alguna pistola, no tuvo más remedio que intimidarlos a su manera, mejor eso que matarlos a todos ya que al fin y al cabo ellos no tenían la culpa de lo que había pasado, no iban a morir encima.
El ojo de Blaze se torno de color negro y sus colmillos comenzaron a agrandarse como los de un lobo con la esperanza de que les atemorizara la idea de combatir contra un “monstruo”. Parece que dio resultado, no solo guardaron sus armas, si no que retrocedieron un par de pasos. Blaze volvió a su forma normal con una mirada amenazadora a los allí presentes y con una medio sonrisa dio media vuelta bajo la atenta mirada de los allí presentes, incluido el chico que se cayó de la silla, y salió del local con intención de matar a sus compañeros por el numerito que habían montado.
Sobre todos los olores y sensaciones que se arremolinaban en la extensión de aquel restaurante, el de la comida recién hecha acercándose sobre carritos (o eso parecía según el sonido de las ruedas deslizándose por el suelo) era el que destacaba sobre todos ellos. Ya estaba allí, cada vez más cerca, casi podía tocarla. Yukie se relamió los labios y tragó saliva con un ansia propia de un animal salvaje en mitad de la caza. En su cabeza se formaban imágenes de deliciosos platos que bailaban y desfilaban para ella, aunque cualquier parecido con los de la realidad era pura coincidencia.
Notó como algo minúsculo a la vez que molesto la golpeaba y la sacaba de su ensimismamiento gastronómico, como fragmentos o algo por el estilo. Si hubiese tenido que acertar con el culpable habría apuntado al capitán Willen ya que Rhi se encontraba en una espiral en el mismo estado de hambruna extrema que ella y no tendría ganas para ello. Por si fuera poco unos cánticos se alzaron sobre la casi nula algarabía del local, una canción que hablaba sobre estómagos vacíos. Nada que temer, el papeo estaba en camino.
Aquello derivo en otra canción mayor, era como el efecto de una bola de nieve rodando cuesta abajo por una montaña nevada. Esto sí que si, ahora estaban hablando su idioma. Yukie levantó la cabeza de la mesa con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro y se puso a seguir el ritmo de la canción aportando una voz algo más suave lo cual era de agradecer Incluso acompañó con su melódica, que diablos.
Todo iba de maravilla hasta que de pronto una cuarta voz la cual desconocía se unió al trio de cantantes. No tuvo ni tiempo a enterarse de quien era ya que al igual que el gyojin la chica escuchó el comentario despectivo del camarero y supo que se iba a armar una buena. Con un cien por cien de predicciones acertadas, la profeta Yukie observó o mejor dicho escuchó a Willen levantarse estruendosamente y amenazar a los presentes con un disparo de advertencia que supuso dio en el techo ya que el ruido del impacto fue bastante cercano y sobre sus cabezas. Tocaba escampar según parecía.
El capitán Blaze corroboró sus sospechas con la orden de retirada. Yukie se preguntó dónde estaría Eikel pues había estado muy callado después de poner orden en el comportamiento de su otro capitán, pero sabiendo que la prisa imperaba decidió no preocuparse innecesariamente por personas o ardillas ajenas. Se puso la máscara en la cara y con expresión oculta pero decidida buscó la espada en su espalda como acto reflejo. Sorpresa. No estaba allí ya que la entregó al entrar al restaurante. Se giró para preguntar a alguien si la veía cuando de sopetón fue embestida por algo que se la llevó arrastrando cual muñeca de trapo. A juzgar por la velocidad a la que iba y su forma diría que estaba sobre uno de esos carritos en los que habían traído la comida antes y a juzgar también por las carcajadas del conductor mucho se temía de que se trataba del pescao haciendo honor a su sobrenombre, “La Ola”.
- ¡Rhi! ¡Espera! Gritó mientas intentaba no caerse agarrándose como podía al improvisado vehículo. Justo se dio cuenta de que estaba sobre restos de comida que seguramente eran el rehén de este secuestro. ¡Mi espada! ¡No sé dónde está! Aunque encontraba la situación emocionante y divertida a partes iguales, digna de asociarse a la vida pirata, no le hacía ni pizca de gracia perder de vista su espada y menos en aquel instante. No es que la fuera a usar ni mucho menos pero era una cuestión de disciplina y aunque no lo pareciese, Yukie entendía de eso por mucho que se dejase llevar por el caos del momento.
Notó como algo minúsculo a la vez que molesto la golpeaba y la sacaba de su ensimismamiento gastronómico, como fragmentos o algo por el estilo. Si hubiese tenido que acertar con el culpable habría apuntado al capitán Willen ya que Rhi se encontraba en una espiral en el mismo estado de hambruna extrema que ella y no tendría ganas para ello. Por si fuera poco unos cánticos se alzaron sobre la casi nula algarabía del local, una canción que hablaba sobre estómagos vacíos. Nada que temer, el papeo estaba en camino.
Aquello derivo en otra canción mayor, era como el efecto de una bola de nieve rodando cuesta abajo por una montaña nevada. Esto sí que si, ahora estaban hablando su idioma. Yukie levantó la cabeza de la mesa con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro y se puso a seguir el ritmo de la canción aportando una voz algo más suave lo cual era de agradecer Incluso acompañó con su melódica, que diablos.
Todo iba de maravilla hasta que de pronto una cuarta voz la cual desconocía se unió al trio de cantantes. No tuvo ni tiempo a enterarse de quien era ya que al igual que el gyojin la chica escuchó el comentario despectivo del camarero y supo que se iba a armar una buena. Con un cien por cien de predicciones acertadas, la profeta Yukie observó o mejor dicho escuchó a Willen levantarse estruendosamente y amenazar a los presentes con un disparo de advertencia que supuso dio en el techo ya que el ruido del impacto fue bastante cercano y sobre sus cabezas. Tocaba escampar según parecía.
El capitán Blaze corroboró sus sospechas con la orden de retirada. Yukie se preguntó dónde estaría Eikel pues había estado muy callado después de poner orden en el comportamiento de su otro capitán, pero sabiendo que la prisa imperaba decidió no preocuparse innecesariamente por personas o ardillas ajenas. Se puso la máscara en la cara y con expresión oculta pero decidida buscó la espada en su espalda como acto reflejo. Sorpresa. No estaba allí ya que la entregó al entrar al restaurante. Se giró para preguntar a alguien si la veía cuando de sopetón fue embestida por algo que se la llevó arrastrando cual muñeca de trapo. A juzgar por la velocidad a la que iba y su forma diría que estaba sobre uno de esos carritos en los que habían traído la comida antes y a juzgar también por las carcajadas del conductor mucho se temía de que se trataba del pescao haciendo honor a su sobrenombre, “La Ola”.
- ¡Rhi! ¡Espera! Gritó mientas intentaba no caerse agarrándose como podía al improvisado vehículo. Justo se dio cuenta de que estaba sobre restos de comida que seguramente eran el rehén de este secuestro. ¡Mi espada! ¡No sé dónde está! Aunque encontraba la situación emocionante y divertida a partes iguales, digna de asociarse a la vida pirata, no le hacía ni pizca de gracia perder de vista su espada y menos en aquel instante. No es que la fuera a usar ni mucho menos pero era una cuestión de disciplina y aunque no lo pareciese, Yukie entendía de eso por mucho que se dejase llevar por el caos del momento.
Eikel
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Eikel estaba orgulloso de como estaban transcurriendo los acontecimientos, a pesar de que su capitán tiraba bolitas de papel a Yukie cual niño pequeño, todo estaba bastante tranquilo, de momento. De pronto Rhi empezó a entonar lo que para el roedor parecía un cántico maorí, que terminó como no, con Willem entonando una canción siendo acompañado por los otros dos músicos de la tripulación. Era más de lo que podía soportar y decidió poner en practica una técnica que llevaba entrenando durante meses, comenzó a tararear una alegre cancioncilla mientras dejaba su mente volar, imaginando que se encontraba en casa paseando por el bosque, echaba de menos esos momentos de paz.
Todo era ajeno a su alrededor, mientras Rhi golpeaba con una langosta en la cara al metre y toda la tangana se desarrollaba, Eikel comía sus frutos secos y solo paraba su tarareo para dar pequeños sorbos a su zumo. Pero el disparo fue demasiado, con toda la dignidad que pudo, el roedor se levanto con la mayor de sus sonrisas, se limpió la boca con una servilleta recatadamente y abandono el local a paso lento. Cuando se encontraba fuera, un tik nervioso adornó la cara de la ardilla, parecía que un ojo se le cerraba inconscientemente a la par que su boca se torcía generando un ligero chasquido. Todo esto era demasiado, como de una tranquila cena se había formado todo esto, no era raro, pero no se acostumbraba a las formas de dos de sus compañeros, lo intentaba, pero no había manera.
De pronto empezó a escuchar el traqueteo de los carros, no quería saber lo que ocurría dentro, pero no pudo evitar escuchar a Yukie preguntar por su espada mientras el pescao no paraba de reírse. La ardilla volvió a entrar en el local, escaló el mostrador del guardarropas y recogió la espada, la posó en el mostrador y repitió la acción para salir. Dirigió una rápida ojeada y localizó a Yukie, subida encima de un carro de comida mientras Rhi recorría todo el local como un energúmeno, arramplando con todo lo que podía. El roedor se acerco y en una de esas pasadas, posó la espada en el regazo de Yukie. A pesar de que era la que mejor le caía de la tripulación junto a Blaze, no pudo evitar pensar si había hecho lo correcto ya que en otras ocasiones, la chica no había dudado en mostrar sus dotes para con el esgrima a la ligera.
El último movimiento de Eikel en el local, fue dar un silbido a su amigo el semi gigante para darle a entender de que era hora de irse. Salieron detrás de sus compañeros, dejando atrás solo a Blaze que parecía controlar la situación. Una vez fuera, la ardilla se subió en una esquina del carrito donde estaba Yukie y empezó a tararear la canción de nuevo con la mirada perdida y un toque macabro, realmente daba miedo, la alegre cancioncilla se había transformado en una melodía tétrica acompañada por los tiks nerviosos que habían vuelto.
Todo era ajeno a su alrededor, mientras Rhi golpeaba con una langosta en la cara al metre y toda la tangana se desarrollaba, Eikel comía sus frutos secos y solo paraba su tarareo para dar pequeños sorbos a su zumo. Pero el disparo fue demasiado, con toda la dignidad que pudo, el roedor se levanto con la mayor de sus sonrisas, se limpió la boca con una servilleta recatadamente y abandono el local a paso lento. Cuando se encontraba fuera, un tik nervioso adornó la cara de la ardilla, parecía que un ojo se le cerraba inconscientemente a la par que su boca se torcía generando un ligero chasquido. Todo esto era demasiado, como de una tranquila cena se había formado todo esto, no era raro, pero no se acostumbraba a las formas de dos de sus compañeros, lo intentaba, pero no había manera.
De pronto empezó a escuchar el traqueteo de los carros, no quería saber lo que ocurría dentro, pero no pudo evitar escuchar a Yukie preguntar por su espada mientras el pescao no paraba de reírse. La ardilla volvió a entrar en el local, escaló el mostrador del guardarropas y recogió la espada, la posó en el mostrador y repitió la acción para salir. Dirigió una rápida ojeada y localizó a Yukie, subida encima de un carro de comida mientras Rhi recorría todo el local como un energúmeno, arramplando con todo lo que podía. El roedor se acerco y en una de esas pasadas, posó la espada en el regazo de Yukie. A pesar de que era la que mejor le caía de la tripulación junto a Blaze, no pudo evitar pensar si había hecho lo correcto ya que en otras ocasiones, la chica no había dudado en mostrar sus dotes para con el esgrima a la ligera.
El último movimiento de Eikel en el local, fue dar un silbido a su amigo el semi gigante para darle a entender de que era hora de irse. Salieron detrás de sus compañeros, dejando atrás solo a Blaze que parecía controlar la situación. Una vez fuera, la ardilla se subió en una esquina del carrito donde estaba Yukie y empezó a tararear la canción de nuevo con la mirada perdida y un toque macabro, realmente daba miedo, la alegre cancioncilla se había transformado en una melodía tétrica acompañada por los tiks nerviosos que habían vuelto.
Aquello era un desmadre, de una situación completamente aburrida y monótona a un verdadero festival piratil. Rhi no podía parar de reír con la situación, sobrepasaba sus limites humorísticos, pese a que he de decir que el capón le dolió un poquito.
Ocupándose de su buena amiga la ciega, el pescao saqueaba toda la comida que podía a su paso como “método de pago” por parte del restaurante ya que no habían recibido un buen trato. Absorto en su saqueó, Rhi no se percataba de nada más hasta que su amiga, con una bonita exclamación en su cabeza, le “mandó” una misión, recuperar su espada.
Frenó el carrito en seco y como un ser poseído miró hacia todas las direcciones en busca del objeto que buscaba. Fue en vano y no solo eso, al parar, el metre junto a dos cocineros aparecieron con unos cuchillos no muy agradables a la vista del pez. - Preparate para ser cocinado pescado – Dijo el desagradable jefe mientras reía, los otros dos caminaron junto a él en dirección de su victima.
-¡Atras! - Gritó el Gyojin poniendo su cuerpo delante del carro a modo de protección, recordando el vistazo la local recordó como en una mesa próxima había un simple vaso de agua. Con un rápido movimiento lo cogió y volvió a su posición. - No me habéis dejado otra opción...- Suspiró tras amenazas con esas palabras a los tres individuos. Extendió su brazo izquierdo, el cual tenia libre, hacia la posición de sus enemigos para que pudieran contemplarlo perfectamente, mientras tanto con su mano derecha, derramó lentamente el agua sobre el brazo extendido.
Ahora venia la magia, por extraño que pareciera el agua no calló de forma inmediata, en este caso, las gotas cayeron ligeramente por la mano del Gyojin pero sin llegar a desprenderse de esta. - Soy experto en las artes Gyojin, ¡Temed el poder del mar! - Amenazó el pez con una voz seria.
Se llevó el brazo con el agua a su espalda, dejando visible en todo momento el agua goteando, lo hizo lentamente y sin apartar en ningún momento su fija mirada de las tres personas. En esos instantes un carrito inesperado, de los que solían portar la comida, arrasó a los tres y les derribó dejandoles aturdidos durante unos instantes, lo que no dudó el Gyojin para escapar corriendo de la zona.
-Menos mal, no sabia como continuar a partir de ahí – Dijo mientras se giraba hacia el carrito como si estuviera hablando con su amiga de la Once. - ¡AaAaaAaaAh! - Es lo único que pudo decir a encontrarse cara a cara con un ser monstruoso con ticks nervioso, calló al suelo dándose un culazo contra este antes de poder apreciar de que se trataba. Al ver que solo era la desaparecida ardilla, saltó de forma acrobática para ponerse en pie y salir con sus dos nakamas del local.
Ya estaban fuera del local, pero aún no se detuvieron, con rumbo al puerto y sin preocupación por sus compañeros que se quedaron atrás, tomaron rumbo por fin hacia el inicio de sus grandes aventuras.
Ocupándose de su buena amiga la ciega, el pescao saqueaba toda la comida que podía a su paso como “método de pago” por parte del restaurante ya que no habían recibido un buen trato. Absorto en su saqueó, Rhi no se percataba de nada más hasta que su amiga, con una bonita exclamación en su cabeza, le “mandó” una misión, recuperar su espada.
Frenó el carrito en seco y como un ser poseído miró hacia todas las direcciones en busca del objeto que buscaba. Fue en vano y no solo eso, al parar, el metre junto a dos cocineros aparecieron con unos cuchillos no muy agradables a la vista del pez. - Preparate para ser cocinado pescado – Dijo el desagradable jefe mientras reía, los otros dos caminaron junto a él en dirección de su victima.
-¡Atras! - Gritó el Gyojin poniendo su cuerpo delante del carro a modo de protección, recordando el vistazo la local recordó como en una mesa próxima había un simple vaso de agua. Con un rápido movimiento lo cogió y volvió a su posición. - No me habéis dejado otra opción...- Suspiró tras amenazas con esas palabras a los tres individuos. Extendió su brazo izquierdo, el cual tenia libre, hacia la posición de sus enemigos para que pudieran contemplarlo perfectamente, mientras tanto con su mano derecha, derramó lentamente el agua sobre el brazo extendido.
Ahora venia la magia, por extraño que pareciera el agua no calló de forma inmediata, en este caso, las gotas cayeron ligeramente por la mano del Gyojin pero sin llegar a desprenderse de esta. - Soy experto en las artes Gyojin, ¡Temed el poder del mar! - Amenazó el pez con una voz seria.
Se llevó el brazo con el agua a su espalda, dejando visible en todo momento el agua goteando, lo hizo lentamente y sin apartar en ningún momento su fija mirada de las tres personas. En esos instantes un carrito inesperado, de los que solían portar la comida, arrasó a los tres y les derribó dejandoles aturdidos durante unos instantes, lo que no dudó el Gyojin para escapar corriendo de la zona.
-Menos mal, no sabia como continuar a partir de ahí – Dijo mientras se giraba hacia el carrito como si estuviera hablando con su amiga de la Once. - ¡AaAaaAaaAh! - Es lo único que pudo decir a encontrarse cara a cara con un ser monstruoso con ticks nervioso, calló al suelo dándose un culazo contra este antes de poder apreciar de que se trataba. Al ver que solo era la desaparecida ardilla, saltó de forma acrobática para ponerse en pie y salir con sus dos nakamas del local.
Ya estaban fuera del local, pero aún no se detuvieron, con rumbo al puerto y sin preocupación por sus compañeros que se quedaron atrás, tomaron rumbo por fin hacia el inicio de sus grandes aventuras.
El Errante
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Pues por lo visto la huida fue todo un éxito. Los compañeros se cubrían los unos a los otros y prácticamente nadie opuso resistencia, salvo tres valientes (y estúpidos) camareros que al parecer querían cocinar al Pescao. Willem dudó por unos instantes ya que Rhi parecía tener la situación bajo control jugando con un vaso de agua. Sin embargo aquello no iba mucho más allá. Visto que no atacaba, el capitán decidió que no había tiempo que perder, y que una manita no le vendría mal. Haciendo uso de su ya famosa bota se puso detrás de uno de los carritos de comida que ya fueron saqueados y lo empujó con todas sus fuerzas hacia ellos. El tiro fue certero y uno tras uno fueron cayendo como bolos quejándose por el golpe recibido e insultándose entre ellos por sus "torpezas".
Al cruzar la puerta, fueron raudos directamente hacia el puerto sin hablar demasiado (excepto Rhi, eso era inevitable). Willem observó el botín conseguido con su mantel. No se había perdido nada y eso era bueno, muy bueno. Tenía comida, cubiertos de plata por los que podría sacar quizás unos centenares de berries, platos de cerámica para hacer tiro al plato y algunas provisiones ya empezadas que tendrían que ser consumidas en un plazo de tiempo bastante breve. Aquello también despertó la curiosidad de Rhi quien se asomó a mirar en el interior y sonrió complacido.
Antes de llegar a mitad del camino, cansado de tener que hacer el trabajo sucio, le encasquetó todo el saco a Blaze quien casi pierde el cigarrilo que estaba fumando de la boca, pero poco había que rechistar pues Willem se alejó silbando como quien no quiere la cosa a liderar la marcha. Mientras tanto intentó entablar una conversación con Yukie ofreciendole antes un muslo de pollo con curry (porque al parecer en el restaurante también había comida china) cuyo sabor no distaba mucho del pollo con pis. Aun así era comida, y la habían conseguido con el sudor de sus frentes. También le ofreció un trago de su petaca, pero ya sabía la respuesta de antemano. Realmente solo era una excusa para sacar la petaca del bolsillo para pegarle un trago él.
No tardaron mucho en llegar al puerto donde les estaba esperando su embarcación. Y tampoco tardó Willem en ponerse a dar órdenes.
- ¡To's a bordo, muchachos! ¡Carga'l botín en la bodega, parte nos la comeremo-'sta noche! ¡Contram'estre Pescao, a la cola del mástil! ¡Teniente Katari, a la toldilla, llevará 'l timón hasta primera luz! Gritó aquellas palabras casi a todo pulmón, mientras Blaze daba instrucciones a Eikel sobre qué debía hacer, mientras tanto Willem concretaba las cordenadas a seguir a su explorador y timonel.
Tras esto, poniendo las manos en jarra a la puerta del camarote de los capitanes, anunció bien alto - ¡Señores, rumbo a South Blue! Debemos salir de puerto antes que oscurezca! e inmediatamente se apresuró a entrar dentro, colgándole el marrón a Blaze de supervisar, al menos durante un rato más. Por la mañana Willem sustituiría a Yukie y Rhi quienes por fin podrán ir a descansar.
Al cruzar la puerta, fueron raudos directamente hacia el puerto sin hablar demasiado (excepto Rhi, eso era inevitable). Willem observó el botín conseguido con su mantel. No se había perdido nada y eso era bueno, muy bueno. Tenía comida, cubiertos de plata por los que podría sacar quizás unos centenares de berries, platos de cerámica para hacer tiro al plato y algunas provisiones ya empezadas que tendrían que ser consumidas en un plazo de tiempo bastante breve. Aquello también despertó la curiosidad de Rhi quien se asomó a mirar en el interior y sonrió complacido.
Antes de llegar a mitad del camino, cansado de tener que hacer el trabajo sucio, le encasquetó todo el saco a Blaze quien casi pierde el cigarrilo que estaba fumando de la boca, pero poco había que rechistar pues Willem se alejó silbando como quien no quiere la cosa a liderar la marcha. Mientras tanto intentó entablar una conversación con Yukie ofreciendole antes un muslo de pollo con curry (porque al parecer en el restaurante también había comida china) cuyo sabor no distaba mucho del pollo con pis. Aun así era comida, y la habían conseguido con el sudor de sus frentes. También le ofreció un trago de su petaca, pero ya sabía la respuesta de antemano. Realmente solo era una excusa para sacar la petaca del bolsillo para pegarle un trago él.
No tardaron mucho en llegar al puerto donde les estaba esperando su embarcación. Y tampoco tardó Willem en ponerse a dar órdenes.
- ¡To's a bordo, muchachos! ¡Carga'l botín en la bodega, parte nos la comeremo-'sta noche! ¡Contram'estre Pescao, a la cola del mástil! ¡Teniente Katari, a la toldilla, llevará 'l timón hasta primera luz! Gritó aquellas palabras casi a todo pulmón, mientras Blaze daba instrucciones a Eikel sobre qué debía hacer, mientras tanto Willem concretaba las cordenadas a seguir a su explorador y timonel.
Tras esto, poniendo las manos en jarra a la puerta del camarote de los capitanes, anunció bien alto - ¡Señores, rumbo a South Blue! Debemos salir de puerto antes que oscurezca! e inmediatamente se apresuró a entrar dentro, colgándole el marrón a Blaze de supervisar, al menos durante un rato más. Por la mañana Willem sustituiría a Yukie y Rhi quienes por fin podrán ir a descansar.
Raion Blaze
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Tras el lamentable espectáculo que habían montado sus compañeros, principalmente Rhi y Willem, y que tuvo que finiquitar Blaze, este salió del local con cara de pocos amigos buscando con una mirada de asesino al pescao’ del demonio para arrancarle cada una de las escamas de su cuerpo lenta y dolorosamente… no, no lo hizo, pero le habría encantado.
En un intento de calmar sus nervios, se encendió un cigarro mientras ponían rumbo al puerto a realizar las preparaciones antes de zarpar por primera vez en el nuevo navío. Su cigarro casi acabó en el suelo dado que Willem le hizo cargar con el saco de provisiones sin aviso previo que habían “tomado prestadas” del restaurante.
Por fin llegaron al que sería su navío por mucho tiempo si alguna tormenta o la torpeza de sus compañeros al timón no provocaban un naufragio en alta mar. Blaze soltó el saco bruscamente una vez en cubierta lo que provocó un ruido bastante notorio pues el saco iba realmente cargado… tendría que felicitar a sus compañeros pues todo el lio que habían montado en el restaurante que sacó de quicio tanto a Eikel como a él mismo, parecía haber tenido su “recompensa” al fin y al cabo.
Tras desprenderse de la carga y siendo presa del calor, se quitó la gabardina y la camisa dando a ver un gran tatuaje en la espalda de un lobo motivo de que Willem se refiriera a Blaze muchas veces como “El Lobo” pues ninguno tenía conocimiento de que Blaze fuera usuario de una fruta del diablo. Se sentó en un escalón de las escaleras que conducían hasta una plataforma mas elevada donde se encontraba el timón donde se encendió un puro y dio un par de caladas mientras relajadamente miraba el movimiento de las nubes en una perfecta armonía con la naturaleza… armonía que pronto se rompió gracias a Willem y sus estridentes gritos, para variar.
El capitán borracho comenzó a dar órdenes con el fin de poder zarpar cuando antes para que la noche no les acompañara en su travesía. Blaze, contagiado de los gritos de Willem como si de un virus se tratase, iba a gritarle las instrucciones a la ardilla pero pudo apreciar que la ardilla seguía “mosqueada” con el comportamiento de sus compañeros e incluso se le escapaba algún que otro tic a pesar de que estaba más calmada que antes. Eikel, organiza la despensa y prepara la cena para esta noche. Dijo con un tono directo pero gentil.
La ardilla miró fijamente el saco donde se encontraban las cosas para… ¿despensar? con una mirada de impotencia dando a ver que le resultaría bastante difícil cargar dicho saco. Blaze con una media sonrisa en el rostro, apagó el puro aún a medio fumar, se levantó del escalón y volvió a coger el saco para llevarlo a la despensa y así que una vez allí la ardilla pudiera proceder con sus quehaceres. Tras el transporte hasta la despensa, Blaze volvió a salir a la cubierta del barco para ocupar el mismo escalón donde estaba sentado minutos antes y encenderse el puro a medias que había apagado antes de ayudar a la ardilla con la misma pregunta rondando por su cabeza una y otra vez ¿Cuánto tiempo duraría vivo ese caótico grupo?
En un intento de calmar sus nervios, se encendió un cigarro mientras ponían rumbo al puerto a realizar las preparaciones antes de zarpar por primera vez en el nuevo navío. Su cigarro casi acabó en el suelo dado que Willem le hizo cargar con el saco de provisiones sin aviso previo que habían “tomado prestadas” del restaurante.
Por fin llegaron al que sería su navío por mucho tiempo si alguna tormenta o la torpeza de sus compañeros al timón no provocaban un naufragio en alta mar. Blaze soltó el saco bruscamente una vez en cubierta lo que provocó un ruido bastante notorio pues el saco iba realmente cargado… tendría que felicitar a sus compañeros pues todo el lio que habían montado en el restaurante que sacó de quicio tanto a Eikel como a él mismo, parecía haber tenido su “recompensa” al fin y al cabo.
Tras desprenderse de la carga y siendo presa del calor, se quitó la gabardina y la camisa dando a ver un gran tatuaje en la espalda de un lobo motivo de que Willem se refiriera a Blaze muchas veces como “El Lobo” pues ninguno tenía conocimiento de que Blaze fuera usuario de una fruta del diablo. Se sentó en un escalón de las escaleras que conducían hasta una plataforma mas elevada donde se encontraba el timón donde se encendió un puro y dio un par de caladas mientras relajadamente miraba el movimiento de las nubes en una perfecta armonía con la naturaleza… armonía que pronto se rompió gracias a Willem y sus estridentes gritos, para variar.
El capitán borracho comenzó a dar órdenes con el fin de poder zarpar cuando antes para que la noche no les acompañara en su travesía. Blaze, contagiado de los gritos de Willem como si de un virus se tratase, iba a gritarle las instrucciones a la ardilla pero pudo apreciar que la ardilla seguía “mosqueada” con el comportamiento de sus compañeros e incluso se le escapaba algún que otro tic a pesar de que estaba más calmada que antes. Eikel, organiza la despensa y prepara la cena para esta noche. Dijo con un tono directo pero gentil.
La ardilla miró fijamente el saco donde se encontraban las cosas para… ¿despensar? con una mirada de impotencia dando a ver que le resultaría bastante difícil cargar dicho saco. Blaze con una media sonrisa en el rostro, apagó el puro aún a medio fumar, se levantó del escalón y volvió a coger el saco para llevarlo a la despensa y así que una vez allí la ardilla pudiera proceder con sus quehaceres. Tras el transporte hasta la despensa, Blaze volvió a salir a la cubierta del barco para ocupar el mismo escalón donde estaba sentado minutos antes y encenderse el puro a medias que había apagado antes de ayudar a la ardilla con la misma pregunta rondando por su cabeza una y otra vez ¿Cuánto tiempo duraría vivo ese caótico grupo?
En medio de aquel baile de salón al más puro estilo pirata, Yukie seguía teniendo como único pensamiento el encontrar su querida arma. Al trasmitirle sus preocupaciones al pescao y pedirle su ayuda, la respuesta que recibió por parte de este fue un frenado en seco que la pilló completamente desprevenida. Salió disparada hacia delante como si el mismísimo demonio la estuviese empujando por detrás (no pensar mal, es solo una expresión). Reaccionó lo más rápido que pudo, intentando agarrarse a los lados de la superficie del carrito con ambas manos pero Newton y sus leyes habían apostado en su contra. La inercia hizo que su cuerpo fuese hacia delante y como se negó a soltar el carrito, hizo el pino puente para acabar dándose el castañazo padre contar el suelo justo al lado de aquel infernal vehículo.
Yukie estaba aturdida, desorientada y dolorida. Sobre todo esto último. Tardó unos largos segundos en recomponerse en los que le pareció escuchar a varios tipos raros y a Rhi profiriendo cualquier clase de amenazas sin sentido. Si tan solo tuviese su espada. Maldijo también el hecho de dejarse el wakizashi en el barco, ya que le habría hecho sentir mejor en esos momentos. Se apoyó en el carrito con las rodillas aun en el suelo, mientras se frotaba con la mano el lugar de su cráneo donde en breves florecería un hermoso chichón. Se subió otra vez al carrito como pudo. Juraría haber escuchado un tremendo estruendo en el lugar de donde procedían aquellas voces enfadadas de antes. No le importaba lo más mínimo en ese instante, simplemente quería que la cabeza dejase de darle vueltas.
En ese momento, justo cuando todo parecía perdido y su estaba a punto de abandonarla, notó como algo caía por arte de magia sobre su regazo. ¿Podía ser? Palpó la larga funda que albergaba una espada en su interior. Era su arma sin el menor lugar a dudas. Dio gracias al cielo, aunque este poco había hecho a parte de contener estrellas y algún que otro cuerpo celeste más. Un silbido inconfundible por la altura de la cual provenía le reveló que quizás la ardilla había tenido algo que ver. El caso es que aquel carrito volvió a ponerse en marcha entre más barullo y frenéticas turbulencias.
Una vez estuvieron fuera del local por fin, Yukie se bajó de una vez por todas del carrito, esperando no tener que volver a verlo jamás de los jamases. Eikel parecía extraño, canturreaba tétricas melodías sin sentido aparente. La comida debía de haberle sentado mal, eso pensó la joven. Según parecía se había separado de su amigo el gigante y emprendían el camino de vuelta a los muelles para embarcar. Yo también quiero echar un vistazo. Comentó Yukie con una sonrisa cuando todos parecían estar como locos contemplando su increíble y bien merecido botín. Después de eso arrancó casi de sus manos el muslo de pollo que le ofrecía el Errante, ya que con tanta tontería casi no había probado bocado. Obviamente rechazó el trago que le ofreció no porque fuese abstemia, sino porque no pensaba acercar esa petaca a sus labios ni por todos los berries del mundo.
Una vez en el barco se iniciaron todos los preparativos necesarios antes de partir. Ella se reunió con Willen que también sabía algo del tema y acordaron el rumbo según donde se encontraban y a donde querían dirigirse. Puede que Yukie fuese ciega pero no le suponía problema en absoluto llevar el timón del barco, dejándose guiar por la dirección del viento, corrientes marinas, posición del Sol y demás fenómenos útiles para los navegantes. Por la mañana su capitán la sustituiría y tomaría su tan merecido descanso, así que no quedaba nada más por hacer. ¡Viento en popa y a toda vela!
Yukie estaba aturdida, desorientada y dolorida. Sobre todo esto último. Tardó unos largos segundos en recomponerse en los que le pareció escuchar a varios tipos raros y a Rhi profiriendo cualquier clase de amenazas sin sentido. Si tan solo tuviese su espada. Maldijo también el hecho de dejarse el wakizashi en el barco, ya que le habría hecho sentir mejor en esos momentos. Se apoyó en el carrito con las rodillas aun en el suelo, mientras se frotaba con la mano el lugar de su cráneo donde en breves florecería un hermoso chichón. Se subió otra vez al carrito como pudo. Juraría haber escuchado un tremendo estruendo en el lugar de donde procedían aquellas voces enfadadas de antes. No le importaba lo más mínimo en ese instante, simplemente quería que la cabeza dejase de darle vueltas.
En ese momento, justo cuando todo parecía perdido y su estaba a punto de abandonarla, notó como algo caía por arte de magia sobre su regazo. ¿Podía ser? Palpó la larga funda que albergaba una espada en su interior. Era su arma sin el menor lugar a dudas. Dio gracias al cielo, aunque este poco había hecho a parte de contener estrellas y algún que otro cuerpo celeste más. Un silbido inconfundible por la altura de la cual provenía le reveló que quizás la ardilla había tenido algo que ver. El caso es que aquel carrito volvió a ponerse en marcha entre más barullo y frenéticas turbulencias.
Una vez estuvieron fuera del local por fin, Yukie se bajó de una vez por todas del carrito, esperando no tener que volver a verlo jamás de los jamases. Eikel parecía extraño, canturreaba tétricas melodías sin sentido aparente. La comida debía de haberle sentado mal, eso pensó la joven. Según parecía se había separado de su amigo el gigante y emprendían el camino de vuelta a los muelles para embarcar. Yo también quiero echar un vistazo. Comentó Yukie con una sonrisa cuando todos parecían estar como locos contemplando su increíble y bien merecido botín. Después de eso arrancó casi de sus manos el muslo de pollo que le ofrecía el Errante, ya que con tanta tontería casi no había probado bocado. Obviamente rechazó el trago que le ofreció no porque fuese abstemia, sino porque no pensaba acercar esa petaca a sus labios ni por todos los berries del mundo.
Una vez en el barco se iniciaron todos los preparativos necesarios antes de partir. Ella se reunió con Willen que también sabía algo del tema y acordaron el rumbo según donde se encontraban y a donde querían dirigirse. Puede que Yukie fuese ciega pero no le suponía problema en absoluto llevar el timón del barco, dejándose guiar por la dirección del viento, corrientes marinas, posición del Sol y demás fenómenos útiles para los navegantes. Por la mañana su capitán la sustituiría y tomaría su tan merecido descanso, así que no quedaba nada más por hacer. ¡Viento en popa y a toda vela!
Eikel
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
A Eikel todo le daba igual, no podía parar de pensar en el vergonzoso incidente que acababan de protagonizar sus compañeros. Los tiks y chasquidos se apoderaban de él al mismo tiempo que el viento golpeaba su rostro subido al frente de aquel carrito. El aire frío le estaba volviendo hacer volver en sí y empezó a analizar sus síntomas, lo había leído en un libro y recordaba perfectamente el nombre TEPT o síndrome de estrés postraumático. Cogió una de las bolsas que estaban sobre el carrito y el roedor como buenamente pudo, comenzó a respirar en ella, intentando así controlar su ansiedad. Parecía que no le iba mal, poco a poco todo remitía, aunque seguía teniendo ligeras secuelas de vez en cuando, algún que otro guiño o chasquido se le escapaban sin remedio, pero no era la locura que antes estaba pasando.
Una vez llegaron a puerto, su capitán alcohólico parecía que tenia prisa por zarpar, era gracioso, primero la montaba y ahora tenían todos que trabajar el doble. Willem no tardó en gritar sus ordenes y escapar a su camarote, como si nada de esto fuera con él. Eikel observaba como Yukie y Rhi se dirigían al timón, mientras que su otro capitán, Raion, se acomodaba empezando a fumar. Las ordenes para el roedor no tardaron en llegar, acomodar todo el "botín" en la despensa y preparar la cena.
Eikel miró varias veces a su capitán descamisado mientras fumaba y la enorme carga que se suponía que tenía que portar, repitió este gesto varias veces hasta que por fin tuvo éxito y Raion se dispuso a bajar el saco a la despensa. Eikel notó que volvían los tiks, así que caminó detrás de su cargado capitán respirando en la bolsa, su nueva mejor amiga, decidió tenerla cerca porque algo le decía que la iba a tener que utilizar en múltiples ocasiones.
Una vez en la despensa, la ardilla abrió el saco, realmente era peor de lo que imaginaba una maldita orgía de platos entremezclados, platos rotos por medio y decenas de cubiertos de por medio. La bolsa volvió a salvarle la vida. Intentó recuperar todo lo que pudo para hacer una especie de banquete esta noche, tuvo mas éxito del que pensaba y llenó varias fuentes con comida que debía de ser consumida ya mismo o se echaría a perder. El roedor sirvió todo en el comedor, que realmente estaba en la cocina, gracias a dios esa parte del barco era bastante amplia. La ventaja de todo esto, es que Eikel podría preparar platos en un futuro, a la vez que los servía sin perder tiempo, todo estaba pensado ya que cada miembro de la tripulación tenía sus gustos culinarios y su intención era contentarlos a todos.
El pequeño, se armó con un cucharón y una cacerola saliendo así a la cubierta del barco. Empezó a golpear con fuerza los dos metales al grito de:
-¡El rancho esta listo! Al llegar sus compañeros corriendo añadió. -Es todo lo que he podido salvar, disfrutadlo.
Lo primero que observaron al llegar fue la cubertería elegante del restaurante adornando la mesa, con toda la comida perfectamente dispuesta, cualquiera diría que había viajado en un saco dando brincos. Eikel se postró ante ellos y con semblante serio les dedico unas palabras.
-Como pago por lo ocurrido, la cubertería es mía, desde ahora pertenece al barco. Sentenció el roedor, dando a entender que no daría lugar a discusiones.
Dicho esto, la ardilla cogió un par de frutos secos y se dirigió a la despensa de nuevo, aun tenía que ordenar todo lo que había comprado y le quedaba una larga noche por delante.
Una vez llegaron a puerto, su capitán alcohólico parecía que tenia prisa por zarpar, era gracioso, primero la montaba y ahora tenían todos que trabajar el doble. Willem no tardó en gritar sus ordenes y escapar a su camarote, como si nada de esto fuera con él. Eikel observaba como Yukie y Rhi se dirigían al timón, mientras que su otro capitán, Raion, se acomodaba empezando a fumar. Las ordenes para el roedor no tardaron en llegar, acomodar todo el "botín" en la despensa y preparar la cena.
Eikel miró varias veces a su capitán descamisado mientras fumaba y la enorme carga que se suponía que tenía que portar, repitió este gesto varias veces hasta que por fin tuvo éxito y Raion se dispuso a bajar el saco a la despensa. Eikel notó que volvían los tiks, así que caminó detrás de su cargado capitán respirando en la bolsa, su nueva mejor amiga, decidió tenerla cerca porque algo le decía que la iba a tener que utilizar en múltiples ocasiones.
Una vez en la despensa, la ardilla abrió el saco, realmente era peor de lo que imaginaba una maldita orgía de platos entremezclados, platos rotos por medio y decenas de cubiertos de por medio. La bolsa volvió a salvarle la vida. Intentó recuperar todo lo que pudo para hacer una especie de banquete esta noche, tuvo mas éxito del que pensaba y llenó varias fuentes con comida que debía de ser consumida ya mismo o se echaría a perder. El roedor sirvió todo en el comedor, que realmente estaba en la cocina, gracias a dios esa parte del barco era bastante amplia. La ventaja de todo esto, es que Eikel podría preparar platos en un futuro, a la vez que los servía sin perder tiempo, todo estaba pensado ya que cada miembro de la tripulación tenía sus gustos culinarios y su intención era contentarlos a todos.
El pequeño, se armó con un cucharón y una cacerola saliendo así a la cubierta del barco. Empezó a golpear con fuerza los dos metales al grito de:
-¡El rancho esta listo! Al llegar sus compañeros corriendo añadió. -Es todo lo que he podido salvar, disfrutadlo.
Lo primero que observaron al llegar fue la cubertería elegante del restaurante adornando la mesa, con toda la comida perfectamente dispuesta, cualquiera diría que había viajado en un saco dando brincos. Eikel se postró ante ellos y con semblante serio les dedico unas palabras.
-Como pago por lo ocurrido, la cubertería es mía, desde ahora pertenece al barco. Sentenció el roedor, dando a entender que no daría lugar a discusiones.
Dicho esto, la ardilla cogió un par de frutos secos y se dirigió a la despensa de nuevo, aun tenía que ordenar todo lo que había comprado y le quedaba una larga noche por delante.
Hacía un fantástico día para volver a navegar, Rhi ya echaba de menos la brisa marina, el oleaje y como no, la increíble inmensidad del propio mar. Ahora que el Capitán Petaca le había enviado a lo alto del mastil, no tenia mayor preocupación que echar de vez en cuando una miradita para prevenir si algo se aproximaba. Así pues, aprovecho ese rato de tranquilidad para llevarse a lo alto su instrumento y practicar con él, esperaba que la melodía pudiera oírse por todo el barco para así poder contentar y relajar a su compañeros.
El atardecer iba cayendo y la noche se acercaba, por el momento, la tranquilidad de alta mar les permitió tomarse un descanso merecido. De pronto, un sonido mayor a de su guitarra inundó la proa del barco, se trataba de la pequeña ardilla cocinera la cual anunciaba que la cena ya estaba lista.
Bajando lo más rápido que pudo, pues el hambre volvía a aflorar en su pequeño estomago, llegó a la cocina donde pudo ver el enorme banquete que allí les aguardaba. Para ser una sobras, Eikel había echo un fantástico trabajo, tanto con la comida, como con la cubertería la cual parecía completamente nueva. Ignorando la petición del pequeño, se dispuso a sentarse en la mesa, pero antes tuvo una genial idea. Buscó entre las despensas una botella de sake, removió todo lo que encontró a su paso hasta dar con su objetivo.
Procedió a coger un ochoko (vaso típico en el cual se sirve el sake) por cabeza, colocando cada uno delante de cada miembro de la tripulación, de forma seguida, llenó cada ochoko con la botella de sake y alzando su propio vaso, permaneciendo en todo momento de pie, procedió a brindar. - Nuevo barco, nueva aventura, nueva vida – Dijo con una sonrisa enorme dibujada en su rostro. - ¡Kampai!- Añadió de forma inminente antes de beberse de un trago la bebida.
Sus nakamas no dudaron en brindar también y proceder a beber de forma seguida, habían echo un nuevo lazo con ese cacharro llamado barco lo cual le convertiría en uno más de la tripulación hasta el fin de sus días. Dejando la escena de un puerto ya al horizonte, el barco junto a su loca tripulación se puso rumbo hacia el South Blue.
El atardecer iba cayendo y la noche se acercaba, por el momento, la tranquilidad de alta mar les permitió tomarse un descanso merecido. De pronto, un sonido mayor a de su guitarra inundó la proa del barco, se trataba de la pequeña ardilla cocinera la cual anunciaba que la cena ya estaba lista.
Bajando lo más rápido que pudo, pues el hambre volvía a aflorar en su pequeño estomago, llegó a la cocina donde pudo ver el enorme banquete que allí les aguardaba. Para ser una sobras, Eikel había echo un fantástico trabajo, tanto con la comida, como con la cubertería la cual parecía completamente nueva. Ignorando la petición del pequeño, se dispuso a sentarse en la mesa, pero antes tuvo una genial idea. Buscó entre las despensas una botella de sake, removió todo lo que encontró a su paso hasta dar con su objetivo.
Procedió a coger un ochoko (vaso típico en el cual se sirve el sake) por cabeza, colocando cada uno delante de cada miembro de la tripulación, de forma seguida, llenó cada ochoko con la botella de sake y alzando su propio vaso, permaneciendo en todo momento de pie, procedió a brindar. - Nuevo barco, nueva aventura, nueva vida – Dijo con una sonrisa enorme dibujada en su rostro. - ¡Kampai!- Añadió de forma inminente antes de beberse de un trago la bebida.
Sus nakamas no dudaron en brindar también y proceder a beber de forma seguida, habían echo un nuevo lazo con ese cacharro llamado barco lo cual le convertiría en uno más de la tripulación hasta el fin de sus días. Dejando la escena de un puerto ya al horizonte, el barco junto a su loca tripulación se puso rumbo hacia el South Blue.
El Errante
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Aunque pareciera que Willem se había ido a dormir la mona al camarote, él era un hombre responsable dentro de su irresponsabilidad. Se sentó en la silla de la mesa, encendió dos velas, una a cada lado y desplegó un gran pergamino. El mobiliario al igual que todo lo demás era nuevo, así que tardó un buen rato en acomodarse en el asiento, probando una por una todas las almohadas que había en la estancia hasta encontrar la perfecta que se ajustaba a su trasero. Y como también iba algo perdido, la búsqueda de tinta y pluma atrasaron un poco más su trabajo. Había diarios que escribir y mapas que medir y anotar.
Su trabajo, aunque breve, fue bastante productivo y relajado pues se oía la guitarra de Rhi, que todo sea dicho, tocaba muy bien y sus melodías solían ser de su agrado. Finalmente fue interrumpido por una vocecilla a la par que algunos golpes metálicos anunciando la cena. Asomó la cabeza a la borda donde no vio ni un alma. Respiró el aire profundamente, y un sentimiento de tranquilidad le invadió por completo.
Olor a mar... Su propio barco... Su tripulación farfullando en la cocina, seguramente reunidos en la mesa cenando y bebiendo. Y todo eso después de una huida satisfactoria. ¿Podía ser aquel momento más perfecto?
Lo cierto es que todos habían hecho muy bien su trabajo, en mayor o menor medida. Se merecían un descanso. Su trabajo podría esperar. Observó el horizonte por delante de ellos, una inmensidad marina lista para ser explorada. Digirió después su vista hacia atrás, el puerto todavía brillaba con tenues luces en la lejanía. Suspiró, contento. La aventura les esperaba y ellos estaban sobradamente preparados. ¿Sería esta la tripulación que estaba esperando los últimos años? Tras el "poco" tiempo que llevaban juntos habían permanecido juntos, se completaban los unos con otros.
Antes de decidir acudir tardíamente a la llamada de Eikel para la cena, pasó de nuevo por el camarote para recoger su sobrero de tres puntas de capitán (Blaze no lo tenía porque según él "le estropeaba la estética").
Se asomó por la puerta de la cocina y los observó a todos uno a uno con una sonrisa. Eran como una familia, y él el padre que los cuidaba (y Blaze debería ser la madre... ). Por suerte llegó a tiempo para recoger su ochoko y acompañar a Rhi en su - ¡Kampai! al que después se unieron todos en un animado grito. Se bebió el sake de un solo trago, depositó el recipiente en la mesa y cogió su plato llenándolo de algunas cosas de la mesa. Antes de marcharse de la cocina se acercó a Eikel y le colocó el sombrero de capitán sobre la cabeza (aunque la mitad de su cuerpo desapareció en su interior), el cual se lo recolocó como pudo para al menos poder ver qué pasa a su alrededor y sonrió devolviéndole una mirada bastante más amigable que algunas horas antes. - Buen trabajo, Condestable.
Echó una última mirada a los presentos y se dirigió hacia la cubierta de nuevo con las provisiones, pero antes de salir de la estancia anunció - Tomad un descanso 'sta noche, mi vigilaré-'l timón 'sta mañana. Espero tu relevo con primer rayo de Sol, Yukie.
Y así continuó su camino el Leman Russ, alejándose de Loguetown con una suave brisa en popa hacia lo desconocido.
Su trabajo, aunque breve, fue bastante productivo y relajado pues se oía la guitarra de Rhi, que todo sea dicho, tocaba muy bien y sus melodías solían ser de su agrado. Finalmente fue interrumpido por una vocecilla a la par que algunos golpes metálicos anunciando la cena. Asomó la cabeza a la borda donde no vio ni un alma. Respiró el aire profundamente, y un sentimiento de tranquilidad le invadió por completo.
Olor a mar... Su propio barco... Su tripulación farfullando en la cocina, seguramente reunidos en la mesa cenando y bebiendo. Y todo eso después de una huida satisfactoria. ¿Podía ser aquel momento más perfecto?
Lo cierto es que todos habían hecho muy bien su trabajo, en mayor o menor medida. Se merecían un descanso. Su trabajo podría esperar. Observó el horizonte por delante de ellos, una inmensidad marina lista para ser explorada. Digirió después su vista hacia atrás, el puerto todavía brillaba con tenues luces en la lejanía. Suspiró, contento. La aventura les esperaba y ellos estaban sobradamente preparados. ¿Sería esta la tripulación que estaba esperando los últimos años? Tras el "poco" tiempo que llevaban juntos habían permanecido juntos, se completaban los unos con otros.
Antes de decidir acudir tardíamente a la llamada de Eikel para la cena, pasó de nuevo por el camarote para recoger su sobrero de tres puntas de capitán (Blaze no lo tenía porque según él "le estropeaba la estética").
Se asomó por la puerta de la cocina y los observó a todos uno a uno con una sonrisa. Eran como una familia, y él el padre que los cuidaba (y Blaze debería ser la madre... ). Por suerte llegó a tiempo para recoger su ochoko y acompañar a Rhi en su - ¡Kampai! al que después se unieron todos en un animado grito. Se bebió el sake de un solo trago, depositó el recipiente en la mesa y cogió su plato llenándolo de algunas cosas de la mesa. Antes de marcharse de la cocina se acercó a Eikel y le colocó el sombrero de capitán sobre la cabeza (aunque la mitad de su cuerpo desapareció en su interior), el cual se lo recolocó como pudo para al menos poder ver qué pasa a su alrededor y sonrió devolviéndole una mirada bastante más amigable que algunas horas antes. - Buen trabajo, Condestable.
Echó una última mirada a los presentos y se dirigió hacia la cubierta de nuevo con las provisiones, pero antes de salir de la estancia anunció - Tomad un descanso 'sta noche, mi vigilaré-'l timón 'sta mañana. Espero tu relevo con primer rayo de Sol, Yukie.
Y así continuó su camino el Leman Russ, alejándose de Loguetown con una suave brisa en popa hacia lo desconocido.
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