El reencuentro de dos hombres en el desierto (privado)(pasado) (Kenway D Eduard y Whitedog)

Era un día como otro cualquiera, los piratas Zoso estábamos rumbo hacía a Arabasta. Embarcamos en el puerto de Nanohana, entonces decidí ir un poco por mi cuenta y ir yo solo por Nanohana. Había mucha gente por las calles y muchos puestos para comprar, aunque muchos de los vendedores eran timadores y algunos ciudadanos eran carteristas. Ignoraba a los vendedores porque me intentaban engañar pero hubo un puesto de manzanas doradas que no pude ignorar tenía ganas de reírme así que le seguí el juego al vendedor.
- Joven, compra una de estas manzanas doradas hará que vivas más de cien años, y es una ganga. -dijo el vendedor.
- Mira, hagamos un trato. Usted me da la manzana y si dentro de cien años estoy vivo vengo y te la pago. -le dije yo con una sonrisa picara.
Esto hizo que el vendedor cambiara de cara, parece que mis palabras le habían molestado, entonces yo seguí mi camino riéndome por mi hazaña. Más adelante encontré un puesto de ropa de la que se lleva en el desierto para protegerse del sol, compre una que era de color azul y me la puse esto también me ayudaría a pasar desapercibido si me encontraba con la armada.
Entonces me entro hambre, y me puse a buscar un restaurante.
- Perdona, sabes si hay algún sitio para comer por aquí? -le pregunte a un ciudadano.
- Si, hay un restaurante llamado Spice bean un poco más adelante solo tiene que ir recto. -me explico el hombre.
- Muchas gracias! -le dije y seguí hacía el restaurante.

Me encontraba en Arabasta, sólo para conocer sitios nuevos, ya que me parecía una cosa importante. Aunque había elegido una ciudad la cual no le faltasen ni comida ni bebida, y seguramente no estaba en el lugar equivocado. Lo primero que hice fue ver más o menos las tiendas que había para ver si había algo interesante. Vi que había bastantes timadores pero también había puestos que vendían buenas cosas. Mientras esto pasaba me dio la sensación de ver a un tipo que había conocido hace mucho tiempo. Pero pensé que era imposible, ya que sería demasiada coincidencia. Lo siguiente que hice fue irme a tomar ron y me dijeron que había un sitio muy bueno por allí. Así qué me dispuse a ir y como siempre hacia cuando visitaba un lugar nuevo era relajarme y tomar un poco de ron de aquel lugar.

Seguía caminando por las calles el restaurante estaba un poco mas lejos de lo que pensaba, así que también aproveche para ojear un poco los puestos que habían, prácticamente no habían puestos diferentes a los prácticamente todos venden lo mismo seguían habiendo puestos de manzanas de oro, e incluso había uno de frutas del diablo pero eran frutas normales pintadas, en fin los puestos más útiles eran los que vendían ropa del desierto ya que esa ropa es necesaria.
Por fin llegue a el restaurante, por fuera tenía la pared de color blanco y el tejado era una especie de cúpula verde. Cuando entre lo vi por dentro era un bar bastante popular había mucha gente, el decorado le quedaba bien, las paredes no estaban pintadas ya que se veían los ladrillos y en el techo había como una especie de baldosas blancas. Me senté junto a la barra.
- Me traes un plato de arroz y otro de carne, por favor? -le dije al camarero con educación.
- Marchando chico. -contestó el.
No tardo mucho en servirme los platos así que enseguida me puse a comer, estaba todo muy rico.

Al fin llegue al restaurante, cuando entré lo primero que hice fue sentarme y pedir un poco de ron y un poco de pollo. La verdad es que el servicio era rápido y la comida y el ron estaban muy ricos, como no era un sitio hostil ni nada parecido lo que hice fue quitarme la capucha. La verdad es que solo me quito la capucha cuando estoy muy relajado y no veo peligro. Y ese era un buen momento para quitarme la capucha. Justo cuando estaba disfrutando de esa buena comida y bebida me pareció ver otra vez al mismo tipo de antes el cual si no recordaba mal se llamaba Whitedog. Y en ese momento fue cuando supe que no era que a mi me pareciese verlo sino que de verdad estaba ahí sentado comiendo algo como yo.

Estaba comiendo todo estaba muy rico y además cuando se esta en el desierto siempre esta bien comer de mas, ya que nunca sabes cuando lo vas a necesitar.
- Trae mas, por favor! -le decía al camarero cada vez que me acababa un plato.
Entonces decidí hacer una pequeña pausa para dejar descansar mi estomago, entonces me gire y vi a un hombre que su rostro me daba la sensación de haberlo visto antes. El parecía que me había reconocido entonces fui yo cuando caí en quien era, ese hombre era el revolucionario que vi antes de empezar mi aventura, su nombre era Kenway D Eduard.
- Hola amigo, hace mucho tiempo que nos vemos ven aquí a hablar un poco. -le dije sonriendo, mientras le señalaba la banqueta que estaba al lado de la mía.
Tenía curiosidad por saber como le había ido todo desde la otra vez que nos vimos. Esta vez seguro que tendríamos mas historias para contar.
- Disculpe jefe, traiga otro plato de arroz y lo que te pida mi amigo. -le dije al camarero, que ya parecía sorprendido por el atracón que me estaba dando.