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La mar estaba en calma. Hacía un día soleado, algunas gaviotas pasaban sobre la tartana de Willem y su tripulación anunciando la cercanía de tierra, pero aquel no era su destino y tan solo estaban pasando de largo. Tenían provisiones suficiente y el barco todavía no se estaba hundiendo por lo cual no había motivos para atracar en el puerto. Yukie estaba hablando distraída con Rhi con el timón en sus manos, y aquello era bien raro pues el Pescao podía sacar de quicio a cualquiera (menos a Willem, lo de aquellos dos era un duelo de titanes de locura). Era un momento de suma tranquilidad y calma. Lo cierto es que se habría agradecido un poco de viento para llegar antes a su destino, pero al asomarse a la bodega todos se quedaban más tranquilos.
Raion Blaze se estaba echando una de sus famosas siestas, costumbre que era casi sagrada para él, y lo hacía en las hamacas de la galería, como un auténtico lobo de mar, así que Willem pasaba gran parte del día solo en el camarote del capitán, o capitanes en este caso. Aunque para ser sinceros, aquello parecía más bien un cuchitrill con una mesa, dos camas, mapas en papeles plegados cual pergaminos o simplemente arrugados y manchados, y algún que otro libro suelto por ahí. Y eso último era lo que le interesaba en ese mismo momento a Willem. Cogió uno al azar, le quitó el polvo y lo ojeó unos instantes. Pareció tan bueno como otro cualquiera, o incluso de los mejores porque no era el que más páginas tenía ni por asomo. Tras pesarlo con las manos le pareció incluso un buen arma para matar. Echó una mirada a la puerta del camarote para asegurarse que estuviera cerrada, no le gustaba que le molestasen cuando estaba ocupado. O aunque no lo estuviera.
Se acercó hasta su cama y volvió a ojear el libro. Intentó leer el título, pero todo era en vano. "Seguro que no es importante..." Se dejó caer sobre ella de espaldas y se acomodó como pudo sin siquiera quitarse las botas o el sombrero. Estaba convencido que leer era cosa de querer, y nada más, de modo que abrió la primera página y observó con detenimiento todos los símbolos que había. Se quedó un buen rato mirándola y decidió que ya había "acabado", de modo que decidió pasar la hoja. Repitió el proceso una y otra vez durante varios minutos hasta que llegó por fin a una en la que había una ilustración. Y vaya si ilustraba. Resulta que había cogido el libro del revés... Se rió de su mismo intercalando un par de Arr y Yarr. Sin duda habría sido una situación bastante embarazosa si alguien lo estuviera observando. Ahora todo tenía sentido: no podía leer ¡porque tenía el libro del revés! Tan solo tenía que volver a intentarlo pero bien. Y allá que fue, pero el resultado fue completamente el mismo. No consiguió entender absolutamente nada. Incluso luchó mentalmente por darle algún significado a aquellos símbolos, pero no hubo manera. Estaba perdiento el tiempo.
Se incorporó rápidamente de la cama tirando con desgana el libro sobre la mesa para observarlo con los brazos en jarra. Si estuviera borracho, seguramente hasta lo amenazaría o lo tiraría por la borda "para que aprendiera la lección de no desafiar a Willem", pero por suerte no era el caso.
Decidido. Solo había una manera de resolver aquello. Lo que él no sabía es que aprender a leer no era cuestión de minutos. Pero eso es lo de menos. Salió con paso firme a cubierta y con su ronca voz gritó bastante alto (como ya estaba acostumbrado) - ¡Eikel! ¡Eikeeeeeel! Te necesito en mi camarote. Y dicho aquello, se metió adentro a esperar al Condestable.
Eikel
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Todo estaba tranquilo, los estómagos de sus compañeros habían sido saciados y eso calmaba las cosas durante unas horas. Lamentablemente para Eikel, la cocina de aquel barco era diminuta y se veían obligados a comer en la cubierta del barco, así que cada vez que terminaban de comer, sus "queridos" amigos dejaban todo tirado y el pequeño tenía que hacer múltiples viajes de la cubierta a la cocina para limpiar todo. Aún así lo agradecía en cierto modo, lo mantenía ocupado, hacía tiempo que no pisaban tierra y no le quedaban lecturas, había pensando en escribir un diario, pero lamentablemente no tenía tinta a la que recurrir, ese sería su objetivo nada mas llegar a puerto.
El roedor corría por la cubierta de un lado a otro cargado con platos y restos de comida, de vez en cuando se paraba para darle algún resto de pescado o pan a las gaviotas y se paraba a charlar con ellas como si le entendieran. Ya había terminado de limpiar toda la vajilla y transportaba a duras penas un cubo de agua con una fregona, por si no tenía suficiente con esto, de pronto escucho un grito el cual contenía su nombre, del silencio al estruendo, Eikel se sobresalto de tal manera que se le calló el cubo, esparciendo el líquido elemento por toda la cubierta. Estupendo, ahora le tocaría fregar el doble. Ocupándose de fregar lo mas rápido que pudo, ya que no quería dejar todo así, el riesgo de que alguno de los miembros de la tripulación resbalase y cayese por la borda, no le permitía abandonar la madera empapada.
Una vez hecho esto, el pequeño se dirigió al camarote del capitán, era raro que hiciera algo así, pero las últimas veces no habían sido demasiado agradables. Aun recordaba la última bronca cuando el ron se terminó, acusándole de que había comprado demasiada comida y poca bebida. Fueron tres días horribles hasta que llegaron a puerto, llenos de miradas inquisidoras e insultos por lo bajo hacia el pequeño. Eikel estaba doblemente asustado cuando se aproximó a la puerta del camarote, aun por encima llegaba tarde a la llamada, de un salto agarró el pomo de la puerta y entró a la estancia con los ojos cerrados.
-¿Me llamaba capitán? Fueron sus palabras esperando lo peor.
El roedor corría por la cubierta de un lado a otro cargado con platos y restos de comida, de vez en cuando se paraba para darle algún resto de pescado o pan a las gaviotas y se paraba a charlar con ellas como si le entendieran. Ya había terminado de limpiar toda la vajilla y transportaba a duras penas un cubo de agua con una fregona, por si no tenía suficiente con esto, de pronto escucho un grito el cual contenía su nombre, del silencio al estruendo, Eikel se sobresalto de tal manera que se le calló el cubo, esparciendo el líquido elemento por toda la cubierta. Estupendo, ahora le tocaría fregar el doble. Ocupándose de fregar lo mas rápido que pudo, ya que no quería dejar todo así, el riesgo de que alguno de los miembros de la tripulación resbalase y cayese por la borda, no le permitía abandonar la madera empapada.
Una vez hecho esto, el pequeño se dirigió al camarote del capitán, era raro que hiciera algo así, pero las últimas veces no habían sido demasiado agradables. Aun recordaba la última bronca cuando el ron se terminó, acusándole de que había comprado demasiada comida y poca bebida. Fueron tres días horribles hasta que llegaron a puerto, llenos de miradas inquisidoras e insultos por lo bajo hacia el pequeño. Eikel estaba doblemente asustado cuando se aproximó a la puerta del camarote, aun por encima llegaba tarde a la llamada, de un salto agarró el pomo de la puerta y entró a la estancia con los ojos cerrados.
-¿Me llamaba capitán? Fueron sus palabras esperando lo peor.
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La ardilla se hizo esperar. Bastante además. A Willem incluso le dio tiempo a comprobar si quedaba ron en algún rincón del camarote y efectivamente no, no quedaba ni una gota. Se apuntó mentalmente en su lista de cosas pendientes traer varias botellas de la bodega. Sin tener nada más que hacer, pegó un pequeño saltito para subirse a la mesa y esperar a la ardilla, mientras miraba distraidamente por la ventana, observando el oleaje ir y venir meciendo su barco.
Por fin Eikel hizo aparición en su camarote entrando tímidamente por la puerta preocupado por respirar una vez de más. Era cierto que sus encuentro anteriores en aquel mismo sitio no fueron demasiado agradables, pero algo le decía al capitán que esta vez iba a ser distintos, que incluso le haría ilusión. Sus capacidades intelectuales casi siempre pasaban desapercibida y siempre se le encargaban recados que no estaban a la altura de su pequeña cabezota. Además, su ausencia hasta la hora de cenar no iba a notarse demasiado. En cuanto Blaze viera el barco sucio se pondría a limpiarlo él mismo. Al fin y al cabo, él era el "capitán del barco", y Willem el "capitán de la tripulación. Al menos por ahora, hasta que consiguieran un barco de verdad y lo pagaran a medias y el lobo se ganara la confianza en la misma medida que la tenía Willem de Rhi y Yukie (con Eikel pasaba más bien al contrario).
Al contrario de lo que el Condestable pudiera esperar, la cara del pirata parecía más bien amable, o al menos no enfadada. Le miró durante algunos instantes y enseguida se giró para alcanzar aquel endemoniado libro que le venció en un duelo a muerte, y sin despeinarse. Le enseñó la portada desde su asiento. Naturalmente Eikel no tenía ni idea de qué estaba pasando, ni por qué se le estaba mostrando la carátula de "La isla del tesoro", libro que ya se había leído varias veces por falta de repertorio.
- Q'ero que m'enseñes a leerlo. fueron sus palabras. Breves pero claras. No sonaba como una orden. Incluso habría un "por favor" detrás si es que Willem lo usara alguna vez. Y ahí se quedó con cara de sepia, esperando la respuesta de Eikel.
Lo cierto es que nunca tuvo la posibilidad de aprender a leer. Y ganas tampoco, para qué nos vamos a engañar. Pero ahora era capitán, tenía responsabilidades. Aunque su tripulación fuera pequeña y todavía en experta en la piratería, pero eran sus pequeños cachorritos de mar. Desde los 11 años surcó los mares espada en mano, aprendiendo los gajes de oficio de hombres sin educación y en muchos casos sin dientes. Sus fallos se le quedaban grabados a fuego, o mejor dicho a látigo en la espalda, y eso a fuerza convirtió esos fallos en su principal preocupación, no el interpretar símbolos extraños de un trozo de papel. Varios años después fue suya la mano que sostenía el látigo donde no había lugar para modales. Y posteriormente sustituyó el látigo por una botella de ron. Ya era hora de cambiar. Era ya bastante viejo y tozudo, pero nunca era tarde para aprender.
Por fin Eikel hizo aparición en su camarote entrando tímidamente por la puerta preocupado por respirar una vez de más. Era cierto que sus encuentro anteriores en aquel mismo sitio no fueron demasiado agradables, pero algo le decía al capitán que esta vez iba a ser distintos, que incluso le haría ilusión. Sus capacidades intelectuales casi siempre pasaban desapercibida y siempre se le encargaban recados que no estaban a la altura de su pequeña cabezota. Además, su ausencia hasta la hora de cenar no iba a notarse demasiado. En cuanto Blaze viera el barco sucio se pondría a limpiarlo él mismo. Al fin y al cabo, él era el "capitán del barco", y Willem el "capitán de la tripulación. Al menos por ahora, hasta que consiguieran un barco de verdad y lo pagaran a medias y el lobo se ganara la confianza en la misma medida que la tenía Willem de Rhi y Yukie (con Eikel pasaba más bien al contrario).
Al contrario de lo que el Condestable pudiera esperar, la cara del pirata parecía más bien amable, o al menos no enfadada. Le miró durante algunos instantes y enseguida se giró para alcanzar aquel endemoniado libro que le venció en un duelo a muerte, y sin despeinarse. Le enseñó la portada desde su asiento. Naturalmente Eikel no tenía ni idea de qué estaba pasando, ni por qué se le estaba mostrando la carátula de "La isla del tesoro", libro que ya se había leído varias veces por falta de repertorio.
- Q'ero que m'enseñes a leerlo. fueron sus palabras. Breves pero claras. No sonaba como una orden. Incluso habría un "por favor" detrás si es que Willem lo usara alguna vez. Y ahí se quedó con cara de sepia, esperando la respuesta de Eikel.
Lo cierto es que nunca tuvo la posibilidad de aprender a leer. Y ganas tampoco, para qué nos vamos a engañar. Pero ahora era capitán, tenía responsabilidades. Aunque su tripulación fuera pequeña y todavía en experta en la piratería, pero eran sus pequeños cachorritos de mar. Desde los 11 años surcó los mares espada en mano, aprendiendo los gajes de oficio de hombres sin educación y en muchos casos sin dientes. Sus fallos se le quedaban grabados a fuego, o mejor dicho a látigo en la espalda, y eso a fuerza convirtió esos fallos en su principal preocupación, no el interpretar símbolos extraños de un trozo de papel. Varios años después fue suya la mano que sostenía el látigo donde no había lugar para modales. Y posteriormente sustituyó el látigo por una botella de ron. Ya era hora de cambiar. Era ya bastante viejo y tozudo, pero nunca era tarde para aprender.
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Eikel sujetaba el cantó de la puerta alerta, lo primero que vio fue que Willem portaba un libro en la mano, un libro, obviamente sería para arrojarselo en cualquier momento. La preocupación del roedor aumentó al ver el rostro del capitán, parecía estar forzando una sonrisa afable, lo que al pequeño le daba una mezcla de grima y terror, nunca había visto esa expresión en él. Cuando Willen cogió aire para pronunciarse, se preparó para lo peor y se escondió ligeramente detrás de la puerta, pero cuando las palabras salieron de su boca, fue un palo mas grande que recibir el libro en toda la cocorota.
Entre una mezcla de desconcierto e ilusión, Eikel cerró la puerta de golpe y corrió hacia Willem arrebatandole el libro de las manos, "La isla del tesoro", lo había leido múltiples veces, de hecho era uno de sus libros preferidos, pero teniendo en cuenta que el capitán no sabía leer no era una lectura demasiado adecuada para principiantes.
-Un momento señor. Dijo mientras salió corriendo del camarote.
El pequeño llego hasta la habitación común y empezó a revolver entre sus cosas hasta que por fin lo encontró. Un libro infantil que le había regalado uno de los niños con los que vivía como despedida. "Buggy el pirata payaso", rezaba en la portada. Una vez recuperado el libro, volvió corriendo al camarote del capitán. Este lo primero que hizo fue reprocharle que si le había dicho algo a alguien, de la manera que el viejo Willem lo diría, pero éste negó con la cabeza y le mostró el libro.
-Creo que esto se adecua mas a nuestro nivel de momento. Dijo la ardilla con una sonrisa, algo mas tranquila de volver a ver a su viejo capitán.
-¿Sabe diferenciar algunas letras?¿Las vocales por lo menos? La única respuesta que recibió fue que Willem se encogió de hombros.
Eikel lo tenía complicado, como enseñaría lo básico cuando él aprendió lo básico por si mismo. Decidió empezar por el vocabulario, sería más fácil si reconocía las letras para luego juntarlas y crear palabras. Rebuscó en la habitación hasta que encontró varias colillas de Raion, le valdrían como pincel rudimentario. Empezó a dibujar letras en pergaminos y a intentar que las aprendiera, poco a poco, sabía que no sería una tarea fácil y le traería mas de un quebradero de cabeza.
Entre una mezcla de desconcierto e ilusión, Eikel cerró la puerta de golpe y corrió hacia Willem arrebatandole el libro de las manos, "La isla del tesoro", lo había leido múltiples veces, de hecho era uno de sus libros preferidos, pero teniendo en cuenta que el capitán no sabía leer no era una lectura demasiado adecuada para principiantes.
-Un momento señor. Dijo mientras salió corriendo del camarote.
El pequeño llego hasta la habitación común y empezó a revolver entre sus cosas hasta que por fin lo encontró. Un libro infantil que le había regalado uno de los niños con los que vivía como despedida. "Buggy el pirata payaso", rezaba en la portada. Una vez recuperado el libro, volvió corriendo al camarote del capitán. Este lo primero que hizo fue reprocharle que si le había dicho algo a alguien, de la manera que el viejo Willem lo diría, pero éste negó con la cabeza y le mostró el libro.
-Creo que esto se adecua mas a nuestro nivel de momento. Dijo la ardilla con una sonrisa, algo mas tranquila de volver a ver a su viejo capitán.
-¿Sabe diferenciar algunas letras?¿Las vocales por lo menos? La única respuesta que recibió fue que Willem se encogió de hombros.
Eikel lo tenía complicado, como enseñaría lo básico cuando él aprendió lo básico por si mismo. Decidió empezar por el vocabulario, sería más fácil si reconocía las letras para luego juntarlas y crear palabras. Rebuscó en la habitación hasta que encontró varias colillas de Raion, le valdrían como pincel rudimentario. Empezó a dibujar letras en pergaminos y a intentar que las aprendiera, poco a poco, sabía que no sería una tarea fácil y le traería mas de un quebradero de cabeza.
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La idea no le pareció en absoluto mala a Eikel, quien incluso pareció entusiasmado y animado lo que complació a Willem. Estaba claro que ninguno dos sabía dónde se estaba metiendo, ya que ni aprender a leer era cuestión de minutos... ni horas, ni días; ni Willem era tan buen alumno como Eikel se podría imaginar. Pero en fin, era cosa de probar.
La ardilla se subió a la mesa para quitarle el libro de las manos y observarlo de cerca. Tras mirarlo se le ocurrió una idea y sin decirle en qué consistía se disculpó y salió corriendo del camarote. Por un momento se le pasó por la cabeza que Eikel iría a contarle a todo el mundo la petición que le había hecho. No es que le diera vergüenza, pero había cosas que eran mejor que nadie supiera y esa era una de ellas. El número de secretos que tenía Willem acerca de su vida pasada era más que numeroso y lo más probable es que nadie los conocería jamás.
Comenzó a inquietarse por la ausencia del Condestable y cuando ya estuvo apunto de salir a buscarle, éste volvió con otro libro entre sus pequeñas manos. Era bastante más pequeño y parecía menos serio. Tras preguntarle para confirmar o rechazar sus sospechas sobre si se lo había dicho algo a alguien, la ardilla negó con la cabeza y le mostró la portada. La cara de Willem fue un poema, pues seguía sin entender ni papa, pero a juzgar por la ilustración supuso que era para un público más... "joven". Se trataba de un pirata vestido de payaso a bordo de una embarcación muy pequeño con un loro verde y azul en el hombro. No parecía gran cosa. A esto le siguió una pregunta sobre algo así como "¿Covales? ¿Qué leches es eso?" a lo cual Willem contestó encogiéndose de hombros.
Parecía que esa no era la respuesta correcta, así que Eikel decidió corretear por todas partes buscando cosas por el camarote. Entre otras cosas, reunió una cantidad importante de colillas. Comenzó a pinturrear símbolos extraños, cinco en concreto. Luego miró al capitán, quien seguía con la misma cara que antes, como si esperara que entendiera algo, pero obviamente no era así. Al menos se dio cuenta de la intención de Eikel de escribir algo. Cierto era que no les quedaba tinta, pero aunque Willem no supiera ni leer ni escribir, sí entendía algo de mapas, y dedicaba bastante tiempo a entender la cartografía. Pero su aprendizaje se veía bastante dificultado por la falta de esa misma habilidad. Resumiendo: se acordó de los compases que tenía guardados en el cajón del escritorio. No eran plumas con tinta, obviamente, pero si servían para dibujar circunferencias también podrían servir para dibujar "covales".
Interrumpió el arduo trabajo de Eikel para ponerle delante algunos pergaminos con mapas mal hechos en la parte de atrás y darle los compases. Aunque fuera inteligente, no parecía tener mucha experiencia enseñando a los demás. De eso Willem sí sabía, pues había instruido a otros marineros anteriormente en bastantes labores, antes de darse a la bebida y convertirse en un patán. Esta vez tendría que enseñarle a Eikel a enseñar. Los pasos eran sencillos: enseñar las bases, repetición, enseñar lo complejo, repetición, enseñar el conjunto, repetición. Decidió echarle una mano.
- Para el carro, muchacho. Vuelve a eso de las "covales". ¿Qué's eso y pa' qué sirve?
La ardilla se subió a la mesa para quitarle el libro de las manos y observarlo de cerca. Tras mirarlo se le ocurrió una idea y sin decirle en qué consistía se disculpó y salió corriendo del camarote. Por un momento se le pasó por la cabeza que Eikel iría a contarle a todo el mundo la petición que le había hecho. No es que le diera vergüenza, pero había cosas que eran mejor que nadie supiera y esa era una de ellas. El número de secretos que tenía Willem acerca de su vida pasada era más que numeroso y lo más probable es que nadie los conocería jamás.
Comenzó a inquietarse por la ausencia del Condestable y cuando ya estuvo apunto de salir a buscarle, éste volvió con otro libro entre sus pequeñas manos. Era bastante más pequeño y parecía menos serio. Tras preguntarle para confirmar o rechazar sus sospechas sobre si se lo había dicho algo a alguien, la ardilla negó con la cabeza y le mostró la portada. La cara de Willem fue un poema, pues seguía sin entender ni papa, pero a juzgar por la ilustración supuso que era para un público más... "joven". Se trataba de un pirata vestido de payaso a bordo de una embarcación muy pequeño con un loro verde y azul en el hombro. No parecía gran cosa. A esto le siguió una pregunta sobre algo así como "¿Covales? ¿Qué leches es eso?" a lo cual Willem contestó encogiéndose de hombros.
Parecía que esa no era la respuesta correcta, así que Eikel decidió corretear por todas partes buscando cosas por el camarote. Entre otras cosas, reunió una cantidad importante de colillas. Comenzó a pinturrear símbolos extraños, cinco en concreto. Luego miró al capitán, quien seguía con la misma cara que antes, como si esperara que entendiera algo, pero obviamente no era así. Al menos se dio cuenta de la intención de Eikel de escribir algo. Cierto era que no les quedaba tinta, pero aunque Willem no supiera ni leer ni escribir, sí entendía algo de mapas, y dedicaba bastante tiempo a entender la cartografía. Pero su aprendizaje se veía bastante dificultado por la falta de esa misma habilidad. Resumiendo: se acordó de los compases que tenía guardados en el cajón del escritorio. No eran plumas con tinta, obviamente, pero si servían para dibujar circunferencias también podrían servir para dibujar "covales".
Interrumpió el arduo trabajo de Eikel para ponerle delante algunos pergaminos con mapas mal hechos en la parte de atrás y darle los compases. Aunque fuera inteligente, no parecía tener mucha experiencia enseñando a los demás. De eso Willem sí sabía, pues había instruido a otros marineros anteriormente en bastantes labores, antes de darse a la bebida y convertirse en un patán. Esta vez tendría que enseñarle a Eikel a enseñar. Los pasos eran sencillos: enseñar las bases, repetición, enseñar lo complejo, repetición, enseñar el conjunto, repetición. Decidió echarle una mano.
- Para el carro, muchacho. Vuelve a eso de las "covales". ¿Qué's eso y pa' qué sirve?
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Eikel se daba cuenta de que no lo estaba haciendo muy bien, su cabecita contenía un montón de información y podía procesar muchas cosas, pero estaba claro que no sabía como enseñarlas. Su paso por el colegio de los pequeños, fue simplemente anecdótico, mas bien un acoso directo a los maestros.
Mientras el pequeño estaba haciendo el paria con colillas, a Willem se le ocurrió la brillante idea de utilizar la mina de los compases como lápices, junto a unos mapas viejos mal dibujados que utilizarían como papel, ya tenía todo el material necesario, y en mejores condiciones de lo que esperaba. No tardó en dar un bonito recital acerca de las vocales y las consonantes, diciendo de carrerilla las letras del abecedario hasta que el capitán le paro los pies. "Covales", era obvio que tenía que empezar por el principio de nuevo y mucho mas despacio.
-Vocales, son vocales. Son el núcleo de las palabras, sin ellas no seríamos capaz de pronunciar ni una sola. Empecemos por el principio. La A se dibuja... Eikel comenzó a enseñarle palabras que contuvieran la letra A, para empezar a dibujar en su mente una idea individual de un todo.
Parecía que el truco funcionaba, mas o menos, pero con mas aciertos que errores Willem comenzaba a diferenciar la A en algunas palabras. Iban progresando y Eikel no dudó en mostrar su alegría.
-Muy bien señor. A este ritmo conseguirá aprender las cinco vocales en un par de días. Dijo el roedor con una gran sonrisa.
Mas o menos el capitán se había hecho una idea de la cantidad de vocales y consonantes en las primeras explicaciones de la ardilla, con lo cual no le hizo mucha gracia el comentario. Parecía querer aprender a leer en una sola tarde y su cara de disgusto fue notable. Eikel optó por no darle importancia y seguir con la lección, eso era mejor que recibir un rapapolvo. La siguiente parada era la vocal E, nada del otro mundo, tan solo tenía que seguir los patrón de la anterior letra, parecía irle bien así que utilizó el truco con el resto de vocales. Cuando terminaron la ardilla le hizo unas cuantas preguntas y le escribió unas cuantas palabras haciéndole varios juegos, como diferenciar por que vocal empezaban ciertas palabras o que vocal era la mas concurrida en otras.
Mientras el pequeño estaba haciendo el paria con colillas, a Willem se le ocurrió la brillante idea de utilizar la mina de los compases como lápices, junto a unos mapas viejos mal dibujados que utilizarían como papel, ya tenía todo el material necesario, y en mejores condiciones de lo que esperaba. No tardó en dar un bonito recital acerca de las vocales y las consonantes, diciendo de carrerilla las letras del abecedario hasta que el capitán le paro los pies. "Covales", era obvio que tenía que empezar por el principio de nuevo y mucho mas despacio.
-Vocales, son vocales. Son el núcleo de las palabras, sin ellas no seríamos capaz de pronunciar ni una sola. Empecemos por el principio. La A se dibuja... Eikel comenzó a enseñarle palabras que contuvieran la letra A, para empezar a dibujar en su mente una idea individual de un todo.
Parecía que el truco funcionaba, mas o menos, pero con mas aciertos que errores Willem comenzaba a diferenciar la A en algunas palabras. Iban progresando y Eikel no dudó en mostrar su alegría.
-Muy bien señor. A este ritmo conseguirá aprender las cinco vocales en un par de días. Dijo el roedor con una gran sonrisa.
Mas o menos el capitán se había hecho una idea de la cantidad de vocales y consonantes en las primeras explicaciones de la ardilla, con lo cual no le hizo mucha gracia el comentario. Parecía querer aprender a leer en una sola tarde y su cara de disgusto fue notable. Eikel optó por no darle importancia y seguir con la lección, eso era mejor que recibir un rapapolvo. La siguiente parada era la vocal E, nada del otro mundo, tan solo tenía que seguir los patrón de la anterior letra, parecía irle bien así que utilizó el truco con el resto de vocales. Cuando terminaron la ardilla le hizo unas cuantas preguntas y le escribió unas cuantas palabras haciéndole varios juegos, como diferenciar por que vocal empezaban ciertas palabras o que vocal era la mas concurrida en otras.
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La cosa no pintaba nada bien. Eikel se volvió loco y empezó a invocar a Satanás diciendo cosas raras de carrerrilla. Y por si fuera poco cuando le interrumpió para preguntar por aquel palabro le dijo un nosequé de "núquelos", y se puso a dibujar algo. A primera vista parecía que fuese a dibujar un navío empezando por el palo mayor con la vela, pero acabó siendo un churro decepcionante. A eso lo había llamado "A". ¿Y eso ya le servía para leer? Estaba tan confuso que se hirió a sí mismo.
- ¿Pero qué me estás contando? Mi no quiero núquelos ni... "vocales". Mi lo que qu'ero es leer. ¡Ni siqueira qu'ero dibujar! Aquello era un tanto frustrante. Tan solo había 5 símbolos dibujados en el pergamino, pero estaba convencidísimo de que en una página de aque libro había visto como 10.000 y ninguno se parecía a ese. ¿Tenía que aprenderlos todos uno a uno?
Tras un buen rato de debates, discusiones y monólogos internos, Willem empezó a entender MÁS O MENOS qué era una letra, incluso se había aprendido la A y pudo distinguirlo de todo lo que no era una A, aunque no tuviera ni pajolera idea de qué eran los demás símbolos. Solo sabía que a esos cinco se les llamaba vocales por alguna razón que tenía que ver con "núquelos".
La lección continuó con la E.Era más de lo mismo, pero no entendía por qué sonaba como una E y no como cualquier otro sonido. ¿Quién lo decidió así? ¿Y si él quería pronunciarla como una flatulencia? El comentario sobre el tiempo que iba a tardar en aprender tan solo esos cinco símbolos no le agradó en absoluto. Él tenía intención de leerse ese libro antes de que oscureciera, pues no quería malgastar las velas. Pero por lo visto no iba a ser posible.
A la E le siguieron las otras tres, junto con un complicadísimo ejercicio de diferenciarlas en distintas palabras. Al parecer leer consistía en diferenciar las letras, hacer una lista de cuántas veces sale cada una, y... no tenía ni idea de qué servía eso. Pero en fin, eso era cosa de intelectuales. Más valía callarse que empezar desde el principio, ya estaba tardando demasiado con esas dichosas vocales. Y esperaba con todas sus fuerza no tener que dibujar él mismo aquellas cosas sin tener una chuleta delante, porque entonces lo tenían claro...
- O sea, que si pongo la "A" y la "E" juntas, sale... Emitió un intento de sonido que juntaba la A y la E en una sola letra. - Está chupado. Venga, ¡dame más!
- ¿Pero qué me estás contando? Mi no quiero núquelos ni... "vocales". Mi lo que qu'ero es leer. ¡Ni siqueira qu'ero dibujar! Aquello era un tanto frustrante. Tan solo había 5 símbolos dibujados en el pergamino, pero estaba convencidísimo de que en una página de aque libro había visto como 10.000 y ninguno se parecía a ese. ¿Tenía que aprenderlos todos uno a uno?
Tras un buen rato de debates, discusiones y monólogos internos, Willem empezó a entender MÁS O MENOS qué era una letra, incluso se había aprendido la A y pudo distinguirlo de todo lo que no era una A, aunque no tuviera ni pajolera idea de qué eran los demás símbolos. Solo sabía que a esos cinco se les llamaba vocales por alguna razón que tenía que ver con "núquelos".
La lección continuó con la E.Era más de lo mismo, pero no entendía por qué sonaba como una E y no como cualquier otro sonido. ¿Quién lo decidió así? ¿Y si él quería pronunciarla como una flatulencia? El comentario sobre el tiempo que iba a tardar en aprender tan solo esos cinco símbolos no le agradó en absoluto. Él tenía intención de leerse ese libro antes de que oscureciera, pues no quería malgastar las velas. Pero por lo visto no iba a ser posible.
A la E le siguieron las otras tres, junto con un complicadísimo ejercicio de diferenciarlas en distintas palabras. Al parecer leer consistía en diferenciar las letras, hacer una lista de cuántas veces sale cada una, y... no tenía ni idea de qué servía eso. Pero en fin, eso era cosa de intelectuales. Más valía callarse que empezar desde el principio, ya estaba tardando demasiado con esas dichosas vocales. Y esperaba con todas sus fuerza no tener que dibujar él mismo aquellas cosas sin tener una chuleta delante, porque entonces lo tenían claro...
- O sea, que si pongo la "A" y la "E" juntas, sale... Emitió un intento de sonido que juntaba la A y la E en una sola letra. - Está chupado. Venga, ¡dame más!
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La cosa parecía ir de maravilla, hasta que Willem abrió la boca. El capitán se empezó a poner nervioso y en un intento de replicar las palabras de Eikel, éste se dio cuenta de que no se había enterado de nada. Todo lo que pensaba que habían logrado, fue azar o un golpe de suerte del destino. Así que optó por otro método, lo tomaría todo como un juego, esa era la única manera en la que podían avanzar lo mas mínimo. Lo principal de un juego son las recompensas, así que tenía que pensar algo y rápido.
Eikel salió de nuevo del camarote y bajó a la bodega por un par de botellas de ron. La idea era la siguiente, cada vez que acertara una palabra, podría darle un sorbo a la botella, en el mejor de los casos, cada vez se pondría mas "contento y animado" y en el peor, se pondría como una cuba, ignorando las reglas del juego y podría librarse de él fácilmente hasta el próximo día, o cuando se acordase. El roedor volvió al camarote y plantó las dos botellas en la mesa junto a un vaso. Le explicó las reglas que tenía que seguir y como iban a utilizar las botellas, tenía que hacerlo de tal manera que el capitán no se aburriese, ese era el truco, o eso pensaba.
La ardilla cogió cinco objetos de la habitación, un compás, el propio vaso, la botella, un cenicero y un libro. Cortó uno de los mapas en cinco partes bastante grandes y escribió el nombre de cada objeto en cada una. El juego comenzó, Eikel puso cada papel, al lado o sobre el objeto en cuestión y le dio a Willem unos segundos para memorizar las palabras. Después de esto removía todos los papeles y le pedía que encontrase el nombre del objeto, señalándolo. A veces lo hacía al revés, alternando.
-Empecemos de nuevo señor. Ya sabe las reglas. Dijo la ardilla en tono autoritario.
Después de un largo rato, repitiendo esto una y otra vez, la ardilla optó directamente porque intentara leer los papeles, si fallaba, volverían a empezar. Todo esto cada vez mas controlado por ciclos de tiempo del roedor, le estaba pillando el truco a esto, a ver si funcionaba.
Eikel salió de nuevo del camarote y bajó a la bodega por un par de botellas de ron. La idea era la siguiente, cada vez que acertara una palabra, podría darle un sorbo a la botella, en el mejor de los casos, cada vez se pondría mas "contento y animado" y en el peor, se pondría como una cuba, ignorando las reglas del juego y podría librarse de él fácilmente hasta el próximo día, o cuando se acordase. El roedor volvió al camarote y plantó las dos botellas en la mesa junto a un vaso. Le explicó las reglas que tenía que seguir y como iban a utilizar las botellas, tenía que hacerlo de tal manera que el capitán no se aburriese, ese era el truco, o eso pensaba.
La ardilla cogió cinco objetos de la habitación, un compás, el propio vaso, la botella, un cenicero y un libro. Cortó uno de los mapas en cinco partes bastante grandes y escribió el nombre de cada objeto en cada una. El juego comenzó, Eikel puso cada papel, al lado o sobre el objeto en cuestión y le dio a Willem unos segundos para memorizar las palabras. Después de esto removía todos los papeles y le pedía que encontrase el nombre del objeto, señalándolo. A veces lo hacía al revés, alternando.
-Empecemos de nuevo señor. Ya sabe las reglas. Dijo la ardilla en tono autoritario.
Después de un largo rato, repitiendo esto una y otra vez, la ardilla optó directamente porque intentara leer los papeles, si fallaba, volverían a empezar. Todo esto cada vez mas controlado por ciclos de tiempo del roedor, le estaba pillando el truco a esto, a ver si funcionaba.
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De nuevo su respuesta no fue la correcta, y la ardilla abondonó otra vez el camarote a toda prisa. Mientras tanto Willem seguía mirando las letras dibujadas, intentaba relacionarlas con objetos a lo que se parecían aquellos dibujos. El problema era que ya no se acordaba de cómo se pronunciaban la gran mayoría.
Al volver el pequeñado, éste comenzó a revolotear por toda la estancia, cogiendo cinco objetos distintos. A continuación partió algunos pergaminos en cinco partes, garabateando en ellos palabras, y los puso al lado de esos objetos. Pudo reconocer unos cuantos carácteres de cada, sobretodo las vocales. Parecía que Eikel quería jugar a una especie de juego, y las reglas de éste consistían en adivinar qué palabra ponía ahí. Le dio unos momentos para que las memorizara, luego las retiró y las puso aleatoriamente delante de él. Ahora venía lo "difícil", tenía que decir qué papel correspondía a qué objeto.
Estaba chupado. Cada palabra empezaba por dos letras distintas y no había necesidad de leer el resto. Un tramposo lo es siempre. Y más todavía si el premio es un trago a su delicioso ron. No sabía si aquello realmente era productivo, pero desde luego conseguía ponerle contento. Y así, acierto tras acierto sus mejillas se ponían cada vez más rojas, y su estado de ánimo mejoraba.
Pero luego vino lo dificil, en lo que se estancó un buen rato. Tenía que leer la palabra del papel... Se quedó mirando a Eikel con cara de circunstancias, otra vez. Pero que no se diga de Willem que se ha rajado. Lo intentó, y varias veces. Le costó mucho, peor por fin consiguió leer la palabra. La leyó mal, pero al menos la leyó hasta el final. Tras recibir unas cuantas correcciones, consiguió leerla aceptablemente, aunque puso la tilde en el lugar equivocado. Al leerla completa, se dio cuenta de que conocía esa palabra (que no era ni más ni menos que "botella", y vaya si la conocía bien, así que se corrigió a sí mismo antes de que Eikel tuviera tiempo. Continuó así con el resto de las palabras y poco a poco empezó a diferencias aquellas letras. Pero tuvo una duda existencian, y empezaba a pensar que se estaba volviendo loco. ¿Una misma letra que se lee de dos formas distintas? "Compas" y "Cenicero". No entendía nada...
- Pero mecagüentó, ¡¿No m'habías dicho que la "C" se leía como "K"?! ¡La madre q'-inventó esta mierda...!
Al volver el pequeñado, éste comenzó a revolotear por toda la estancia, cogiendo cinco objetos distintos. A continuación partió algunos pergaminos en cinco partes, garabateando en ellos palabras, y los puso al lado de esos objetos. Pudo reconocer unos cuantos carácteres de cada, sobretodo las vocales. Parecía que Eikel quería jugar a una especie de juego, y las reglas de éste consistían en adivinar qué palabra ponía ahí. Le dio unos momentos para que las memorizara, luego las retiró y las puso aleatoriamente delante de él. Ahora venía lo "difícil", tenía que decir qué papel correspondía a qué objeto.
Estaba chupado. Cada palabra empezaba por dos letras distintas y no había necesidad de leer el resto. Un tramposo lo es siempre. Y más todavía si el premio es un trago a su delicioso ron. No sabía si aquello realmente era productivo, pero desde luego conseguía ponerle contento. Y así, acierto tras acierto sus mejillas se ponían cada vez más rojas, y su estado de ánimo mejoraba.
Pero luego vino lo dificil, en lo que se estancó un buen rato. Tenía que leer la palabra del papel... Se quedó mirando a Eikel con cara de circunstancias, otra vez. Pero que no se diga de Willem que se ha rajado. Lo intentó, y varias veces. Le costó mucho, peor por fin consiguió leer la palabra. La leyó mal, pero al menos la leyó hasta el final. Tras recibir unas cuantas correcciones, consiguió leerla aceptablemente, aunque puso la tilde en el lugar equivocado. Al leerla completa, se dio cuenta de que conocía esa palabra (que no era ni más ni menos que "botella", y vaya si la conocía bien, así que se corrigió a sí mismo antes de que Eikel tuviera tiempo. Continuó así con el resto de las palabras y poco a poco empezó a diferencias aquellas letras. Pero tuvo una duda existencian, y empezaba a pensar que se estaba volviendo loco. ¿Una misma letra que se lee de dos formas distintas? "Compas" y "Cenicero". No entendía nada...
- Pero mecagüentó, ¡¿No m'habías dicho que la "C" se leía como "K"?! ¡La madre q'-inventó esta mierda...!
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Iban avanzando poco a poco, aunque con dificultades había conseguido leer una palabra medianamente bien, botella, en realidad era bastante irónico que esa fuese su primera palabra. La verdad es que Willam parecía estar pillándolo, hasta que llego a las dos palabras, compás y cenicero, no entendía porque una se leía como una "K" y la otra no.
-Vamos a ver, diferéncialo de esta manera. Ahora que conoces las vocales, la "C" con la E y la I se lee "ce", "ci". Y con el resto, o,a,u se lee como si fuera esa "K" Intentó explicar foneticamente el roedor.
Siguieron practicando con el juego, a esperanza de que Willem fuera reconociendo palabras, con sus silabas y conseguir así una evolución lectora. Visto la dificultad que tenía con la letra C, comenzó a añadir un par de palabras, cómo civil o cuerno. Iban a paso lento pero seguro, al menos ya no le hacían falta para nada los objetos y podían utilizar simplemente los papelitos. Eikel iba jugando con las palabras, utilizando algunas parecidas para que no le costase tanto, jugando con las silabas de otras palabras y construyendo nuevas, era un trabajo la mar de divertido para el roedor, como una especie de sopa de letras reducida.
La noche se acercaba y Eikel tenía que volver a la cocina a preparar la cena, pero le daba miedo darle la noticia de que deberían parar por hoy al capitán, así que intentó apurar todo lo que pudo, a ver si a este le entraba el hambre y le dejaba marchar. El pequeño estaba cada vez más distraído y de vez en cuando corregía de forma errónea a Willem, rectificando inmediatamente, pero al capitán no parecía hacerle demasiada gracia. El joven roedor se armó de valor.
-Capitán. ¿No cree que es una buena hora para hacer la cena? Eikel forzó la sonrisa mas grande que pudo para ver si Willem se apiadaba de él.
-Además, si no sirvo la cena en un rato la gente se preguntara donde he estado. Dijo rápidamente intentado evitar las palabras de furia que suponía que saldrían de la boca de su superior.
-Vamos a ver, diferéncialo de esta manera. Ahora que conoces las vocales, la "C" con la E y la I se lee "ce", "ci". Y con el resto, o,a,u se lee como si fuera esa "K" Intentó explicar foneticamente el roedor.
Siguieron practicando con el juego, a esperanza de que Willem fuera reconociendo palabras, con sus silabas y conseguir así una evolución lectora. Visto la dificultad que tenía con la letra C, comenzó a añadir un par de palabras, cómo civil o cuerno. Iban a paso lento pero seguro, al menos ya no le hacían falta para nada los objetos y podían utilizar simplemente los papelitos. Eikel iba jugando con las palabras, utilizando algunas parecidas para que no le costase tanto, jugando con las silabas de otras palabras y construyendo nuevas, era un trabajo la mar de divertido para el roedor, como una especie de sopa de letras reducida.
La noche se acercaba y Eikel tenía que volver a la cocina a preparar la cena, pero le daba miedo darle la noticia de que deberían parar por hoy al capitán, así que intentó apurar todo lo que pudo, a ver si a este le entraba el hambre y le dejaba marchar. El pequeño estaba cada vez más distraído y de vez en cuando corregía de forma errónea a Willem, rectificando inmediatamente, pero al capitán no parecía hacerle demasiada gracia. El joven roedor se armó de valor.
-Capitán. ¿No cree que es una buena hora para hacer la cena? Eikel forzó la sonrisa mas grande que pudo para ver si Willem se apiadaba de él.
-Además, si no sirvo la cena en un rato la gente se preguntara donde he estado. Dijo rápidamente intentado evitar las palabras de furia que suponía que saldrían de la boca de su superior.
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Poco a poco les empezaba a faltar luz, pero encender las velas le daba una pereza extrema. Además, ya tenía varios tragos de más para poder seguir aprendiendo algo. Eikel también parecía cansado, pues hasta él se equivocaba a la hora de corregir. Era suficiente para un solo día. Además, a eso se le sumó la excusa de Eikel para ir a hacer la cena. Y razón no le faltaba.
- Maldita sea, ¡tienes razón! dijo con tono alto pero simpático incorporándose de un brinco desde la mesa. La verdad es que no le vendría mal un tentempié antes de cenar. Total, no tenía nada mejor que hacer aparte de relevar a Yukie en el timón, pero eso podía esperar. - ¡Marchando a la cocina! Sin mediar más palabra, cogió a Eikel con la mano y lo soltó sobre su hombo cual loro. Antes de salir de la estancia se colocó su sombrero de capitán que le estaba esperando en la puerta del camarote. Y a paso ligero se dirigió a la cocina.
Una vez dentro, se esperó un momento al lado de la mesa para que Eikel pudiera bajar y en seguida se dirigió a la despensa en busca de una manzana en buenas condiciones. Ahí había todo tipo de frutas y verduras que la ardilla misma había elegido una a una antes de zarpar. Escogió una roja, la frotó contra su atuendo y de inmediato le pegó un gran bocado. Y todavía con la boca llena se dirigió al cocinero.
- Y dígame, señor Eikel, ¿qué-'s lo que espera conseguir en este barco? Era más que evidente que el aclohol empezaba a sacar su vena de charlatán filosófico. Siempre tenía curiosidad por saber por qué se había unido a su tripulación, cuando sabía perfectamente que Willem no era de sus favoritos, y su habitat natural distaba mucho del mar. Se apoyó en una de las encimeras, cruzando la pierna derecha con la izquierda, esperando la respuesta del chef mientras éste procedía a trabajar en sus artes culinarias.
- Maldita sea, ¡tienes razón! dijo con tono alto pero simpático incorporándose de un brinco desde la mesa. La verdad es que no le vendría mal un tentempié antes de cenar. Total, no tenía nada mejor que hacer aparte de relevar a Yukie en el timón, pero eso podía esperar. - ¡Marchando a la cocina! Sin mediar más palabra, cogió a Eikel con la mano y lo soltó sobre su hombo cual loro. Antes de salir de la estancia se colocó su sombrero de capitán que le estaba esperando en la puerta del camarote. Y a paso ligero se dirigió a la cocina.
Una vez dentro, se esperó un momento al lado de la mesa para que Eikel pudiera bajar y en seguida se dirigió a la despensa en busca de una manzana en buenas condiciones. Ahí había todo tipo de frutas y verduras que la ardilla misma había elegido una a una antes de zarpar. Escogió una roja, la frotó contra su atuendo y de inmediato le pegó un gran bocado. Y todavía con la boca llena se dirigió al cocinero.
- Y dígame, señor Eikel, ¿qué-'s lo que espera conseguir en este barco? Era más que evidente que el aclohol empezaba a sacar su vena de charlatán filosófico. Siempre tenía curiosidad por saber por qué se había unido a su tripulación, cuando sabía perfectamente que Willem no era de sus favoritos, y su habitat natural distaba mucho del mar. Se apoyó en una de las encimeras, cruzando la pierna derecha con la izquierda, esperando la respuesta del chef mientras éste procedía a trabajar en sus artes culinarias.
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Eikel se había salvado, parece ser que a Willem también le estaba entrando el hambre. El capitán lo levanto como si fuera un muñeco y lo posó en su hombro, lejos de parecerle mal al roedor le parecía incluso divertido, y así transcurrió su viaje hasta la cocina. Una vez allí, Willem se puso al lado de la mesa para que pudiera bajar y Eikel, de dos ágiles saltos, se apoyo en la mesa y se posó en el suelo. Todo transcurría con normalidad, con un intercambio de palabras de rigor, hasta que el pirata entro en la despensa sin permiso, cosa que no le hacía demasiada gracia a Eikel, que era un maniático del orden y pensaba que cualquiera que entrara allí causaría un caos tremendo. Cuando vio a su capitán salir de la despensa con una manzana, no le dio importancia, prefirió callarse de hecho, las cosas parecían calmadas y le parecía que Willem estaba siendo incluso agradable.
Cuando observó como el hombre, tan solo frotó la manzana contra su ropa antes de morderla, Eikel entró en pánico. De un rápido salto, le quitó la manzana, la lavó bien con agua y se la devolvió a su capitán. Mientras tanto éste le había formulado una pregunta un tanto extraña, pero que a la vez, le sorprendía que no se la hubiera formulado hasta el día de hoy.
-Uhm... Que espero conseguir, es algo complicado. Dijo dubitativo. -Si lo que me pregunta es si busco riquezas, la respuesta es sí, pero no por fama como otros piratas o para vivir la gran vida. Lo único que deseo es tener mi propia clínica algún día, y tener el suficiente dinero como para que todos los gastos médicos del que necesite mi ayuda, pasen por mi cuenta. Respondió el roedor con una gran sonrisa.
Eikel obviamente esperaba la réplica mientras cogía un saco de patatas y una tina con agua. Mientras las pelaba e iba colocando las patatas en el agua miró al capitan fijamente.
-Y que es lo que busca usted, señor. Que espera de nosotros, su tripulación. Añadió el roedor algo mas serio que de costumbre.
Cuando observó como el hombre, tan solo frotó la manzana contra su ropa antes de morderla, Eikel entró en pánico. De un rápido salto, le quitó la manzana, la lavó bien con agua y se la devolvió a su capitán. Mientras tanto éste le había formulado una pregunta un tanto extraña, pero que a la vez, le sorprendía que no se la hubiera formulado hasta el día de hoy.
-Uhm... Que espero conseguir, es algo complicado. Dijo dubitativo. -Si lo que me pregunta es si busco riquezas, la respuesta es sí, pero no por fama como otros piratas o para vivir la gran vida. Lo único que deseo es tener mi propia clínica algún día, y tener el suficiente dinero como para que todos los gastos médicos del que necesite mi ayuda, pasen por mi cuenta. Respondió el roedor con una gran sonrisa.
Eikel obviamente esperaba la réplica mientras cogía un saco de patatas y una tina con agua. Mientras las pelaba e iba colocando las patatas en el agua miró al capitan fijamente.
-Y que es lo que busca usted, señor. Que espera de nosotros, su tripulación. Añadió el roedor algo mas serio que de costumbre.
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La manazna que iba a ser mordida de inmediato le fue arrebatada de las manos por la ardilla. Willem sorprendido observó como el roedor fue corriendo a lavarla. ¿Y qué más daba? No se iba a morir por una simple manzana... ¿no? De todas formas no dijo nada, simplemente esperó a que se la devolviese para disfrutar de su sabor mientras su jugo se exparcía por su barba sin afeitar.
La respuesta de Eikel no se hizo esperar. Tenía grandes sueños e ilusiones para el futuro. Incluso le dio envidia. Willem nunca había sentido tanta emoción por algo que todavía ni siquiera era real (todavía). Pero ahora esos sueños eran suyos, pues como capitán era su deber cuidar de su tripulación. Le pegó otro mordisco a la manzana pensativo, mientras Eikel comenzaba su labor pelando patatas. A pesar de su ya considerable edad, no estaba seguro de estar preparado para todos los retos que le esperaban. Había conseguido una pequeña tripulación, pero todos tenían sus esperanzas puestas en él (aunque fuera mínimamente). Debía estar a la altura. Nunca fue un hombre cruel a pesar de tener que golpear espaldas desnudas con el látigo hasta desprender la carne del hueso. Aquello era justicia para él, al igual que él la recibió años atrás y como todavía rezan las marcas debajo de su ropa. Ahora que era capitán él decidía la manera de imponer orden en su barco. Desechó el látigo por la borda el primer día que montó al barco de Blaze hacía ya un tiempo, metafóricamente hablando, pues no tenía ninguno. Ese mismo día decidió buscar no solo una tripulación, sino unos verdaderos nakamas.
Eikel interrupió su ensimismamiento devolviéndole la pregunta con una mirada seria en su pequeño rostro peludo. Siguió masticando durante algunos segundos pensando en su respuesta, y lo único que se le ocurrió fue contestarle con otra pregunta.
- ¿Sabes, Eikel, lo q'-es tener ye propio lu'ar en el mundo? Un lu'ar donde de veras ye sientas a gusto. Algo que sea realmente tuyo. Desde ya muy temprana edad, lo único que conoció Willem fue el vaivén de las olas y horizontes infinitos. Cualquier otro sitio que no fuera el mar le parecía pequeño, como una cárcel, como aquella isla en la que lo abandonaron para morir.
- El mar, en to'a su infinidá', con to'as sus posibilidades. Le dió otro mordisco a la manzana y continuó con la boca todavía llena, lo que rompió un poco la magia del momento... - Explorarlo de cabo a rabo. Por sus palabras parecía que estaba enamorado de Calypso, con la mirada perdida, imaginando mil aventuras.
La respuesta de Eikel no se hizo esperar. Tenía grandes sueños e ilusiones para el futuro. Incluso le dio envidia. Willem nunca había sentido tanta emoción por algo que todavía ni siquiera era real (todavía). Pero ahora esos sueños eran suyos, pues como capitán era su deber cuidar de su tripulación. Le pegó otro mordisco a la manzana pensativo, mientras Eikel comenzaba su labor pelando patatas. A pesar de su ya considerable edad, no estaba seguro de estar preparado para todos los retos que le esperaban. Había conseguido una pequeña tripulación, pero todos tenían sus esperanzas puestas en él (aunque fuera mínimamente). Debía estar a la altura. Nunca fue un hombre cruel a pesar de tener que golpear espaldas desnudas con el látigo hasta desprender la carne del hueso. Aquello era justicia para él, al igual que él la recibió años atrás y como todavía rezan las marcas debajo de su ropa. Ahora que era capitán él decidía la manera de imponer orden en su barco. Desechó el látigo por la borda el primer día que montó al barco de Blaze hacía ya un tiempo, metafóricamente hablando, pues no tenía ninguno. Ese mismo día decidió buscar no solo una tripulación, sino unos verdaderos nakamas.
Eikel interrupió su ensimismamiento devolviéndole la pregunta con una mirada seria en su pequeño rostro peludo. Siguió masticando durante algunos segundos pensando en su respuesta, y lo único que se le ocurrió fue contestarle con otra pregunta.
- ¿Sabes, Eikel, lo q'-es tener ye propio lu'ar en el mundo? Un lu'ar donde de veras ye sientas a gusto. Algo que sea realmente tuyo. Desde ya muy temprana edad, lo único que conoció Willem fue el vaivén de las olas y horizontes infinitos. Cualquier otro sitio que no fuera el mar le parecía pequeño, como una cárcel, como aquella isla en la que lo abandonaron para morir.
- El mar, en to'a su infinidá', con to'as sus posibilidades. Le dió otro mordisco a la manzana y continuó con la boca todavía llena, lo que rompió un poco la magia del momento... - Explorarlo de cabo a rabo. Por sus palabras parecía que estaba enamorado de Calypso, con la mirada perdida, imaginando mil aventuras.
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La verdad, la respuesta de su capitán le sorprendió gratamente. De cualquiera de las maneras, Eikel esperaba una respuesta completamente egoísta. Mientras cortaba las patatas el pequeño soñaba con todo lo que aprendería si seguía a Willem, no se hace uno el mejor médico del mundo de la noche a la mañana. Ni lo pensó dos veces.
-Me parece una buena idea explorar el mar de un lado a otro, ni me imagino todo lo que podría aprender. Cuente conmigo, lo mío puede esperar un poco. Dijo el roedor sonriente mientras empezaba a cortar unas hortalizas.
La cena que iba a preparar necesitaba una buena ración de carne, lamentablemente no le quedaba carne fresca así que había dejado previamente carne en remojo para quitarle el salazón. Sacó la carne y la raspó ligeramente para dejarla completamente limpia. Mientras la troceaba una idea no paraba de rondar su cabeza, hasta que no pudo mas.
-¿Señor, que ha visto en nosotros para elegirnos? Le gustaba su tripulación, habían hecho algunas fechorías en su contra, sí, pero en el fondo sabía que todos tenían buen corazón, aunque algunos más mala baba que otros. Las bandas con las que se habían encontrado hasta ahora, todas estaban llenas de bravos piratas con poderosas akumas, su banda en un principio carecía de las dos cosas.
El roedor comenzó a poner la mesa, dándole al capitán un par de platos para que le ayudase en la distribución, decidió no darle cubiertos, ya que supuso que no tendría ni idea de su colocación. Mientras terminaba los preparativos de su estofado, Eikel esperaba la respuesta de su capitán, tenía especial curiosidad en él mismo, ya que era el que menos potencial bélico tenía, el mar estaba lleno de mejores doctores y cocineros que él. Rhi se había pasado un par de veces por la puerta de la cocina preguntando si la comida estaba lista, la impaciencia se empezaba a hacer notable entre sus compañeros, así que no gozarían de mucho mas tiempo de soledad.
-Me parece una buena idea explorar el mar de un lado a otro, ni me imagino todo lo que podría aprender. Cuente conmigo, lo mío puede esperar un poco. Dijo el roedor sonriente mientras empezaba a cortar unas hortalizas.
La cena que iba a preparar necesitaba una buena ración de carne, lamentablemente no le quedaba carne fresca así que había dejado previamente carne en remojo para quitarle el salazón. Sacó la carne y la raspó ligeramente para dejarla completamente limpia. Mientras la troceaba una idea no paraba de rondar su cabeza, hasta que no pudo mas.
-¿Señor, que ha visto en nosotros para elegirnos? Le gustaba su tripulación, habían hecho algunas fechorías en su contra, sí, pero en el fondo sabía que todos tenían buen corazón, aunque algunos más mala baba que otros. Las bandas con las que se habían encontrado hasta ahora, todas estaban llenas de bravos piratas con poderosas akumas, su banda en un principio carecía de las dos cosas.
El roedor comenzó a poner la mesa, dándole al capitán un par de platos para que le ayudase en la distribución, decidió no darle cubiertos, ya que supuso que no tendría ni idea de su colocación. Mientras terminaba los preparativos de su estofado, Eikel esperaba la respuesta de su capitán, tenía especial curiosidad en él mismo, ya que era el que menos potencial bélico tenía, el mar estaba lleno de mejores doctores y cocineros que él. Rhi se había pasado un par de veces por la puerta de la cocina preguntando si la comida estaba lista, la impaciencia se empezaba a hacer notable entre sus compañeros, así que no gozarían de mucho mas tiempo de soledad.
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A Eikel no le disgustó en absoluto el plan, y eso que no tenía ningún rumbo concreto. Tras eso le tendió cinco platos que supuso que tendría que colocar en la mesa. Seguía sin entender para qué servían exactamente los platos y los cubiertos si uno podía comer con las manos perfectamente, pero se ve que su nueva tripulación era algo más refinada y civilizada.
El pequeño parecía entusiasmado con la idea de explorar los mares en búsqueda de nuevos conocimientos y todo eso a pesar de que su hábitat natural eran los bosques, nada que ver con la monotonía del reino acuático. Y todo aquello por abrir una clínica. Quién iba a decir que un ser tan pequeño podría tener un corazón tan grande. Sin embargo Willem sabía que sus sueños e ilusiones no le iban a pagar todo aquello, y que aun le esperaba mucho trabajo y sacrificio para llegar a esa meta. Lo que no podía hacer era dejar que mermara su espíritu, debía luchar por conseguirlo con todas sus pequeñas fuerzas de ardilla.
Le observó durante un rato viendo con qué agilidad preparaba lo que iba a ser después su cena y la de su tripulación. Al verle cortar la carne a toda prisa se preguntó si algún día comerían dedo o brazo de ardilla para cenar por error. Aunque hasta ahora no había tenido ninguna queja sobre la comida, y prefería que siguiera así. Pero de nuevo el roedor lo volvió a sacar de su trance pensativo para hacerle una nueva pregunta.
¿Qué ha visto Willem para elegirlos? Desde luego era una buena pregunta, y difícil. Ni él mismo se lo había preguntado. Simplemente le parecieron buen partido cuando los vio. Pero ¿por qué? Se sentía a gusto en su compañía. Sentía que tenía a alguien cerca, alguien que cuidaría de él y alguien de quién él podría cuidar sin estar obligado a ello. Lanzó la manzana al aire para volver a atraparla, evadiendo por unos instantes la respuesta. Lo cierto es que con Eikel nunca tuvo una relación estrecha, hasta le daba la sensación de que la ardilla le temía, y no era precisamente esa relación la que quería tener con su tripulación. Esbozó una sonrisa cálida aunque inmediatamente bajó la cabeza, ocultando su rostro detrás de su enorme sombrero.
- Fuisteis los primeros pringa'os en aceptar. Dijo con un tono claramente burlón. Al fin y al cabo, estaba de buen humor y nunca se podía resistir a meter un chiste de vez en cuando. - Además, ¡resulta más fácil a'usar d'una ardilla! A lo que añadió posteriormente una pequeña carcajada acabada en un "Ya-harr"
El olor a comida se le infiltró en las fosas nasales despertando su hambre. Eso le hizo recordar que Yukie llevaba prácticamente todo el día al timón, y seguramente tendría más hambre que él. Y Rhi... bueno, él siempre tenía hambre. Raion probablemente seguiría durmiendo, así que habría que ir a despertarlo, pero antes de salir por la puerta se dirigió una vez más a Eikel.
- ¿Y q'-has visto tú en nos para unirte? Pronunció mientras se acercaba a la puerta, y volvió a morder la manzana esperando la respuesta.
El pequeño parecía entusiasmado con la idea de explorar los mares en búsqueda de nuevos conocimientos y todo eso a pesar de que su hábitat natural eran los bosques, nada que ver con la monotonía del reino acuático. Y todo aquello por abrir una clínica. Quién iba a decir que un ser tan pequeño podría tener un corazón tan grande. Sin embargo Willem sabía que sus sueños e ilusiones no le iban a pagar todo aquello, y que aun le esperaba mucho trabajo y sacrificio para llegar a esa meta. Lo que no podía hacer era dejar que mermara su espíritu, debía luchar por conseguirlo con todas sus pequeñas fuerzas de ardilla.
Le observó durante un rato viendo con qué agilidad preparaba lo que iba a ser después su cena y la de su tripulación. Al verle cortar la carne a toda prisa se preguntó si algún día comerían dedo o brazo de ardilla para cenar por error. Aunque hasta ahora no había tenido ninguna queja sobre la comida, y prefería que siguiera así. Pero de nuevo el roedor lo volvió a sacar de su trance pensativo para hacerle una nueva pregunta.
¿Qué ha visto Willem para elegirlos? Desde luego era una buena pregunta, y difícil. Ni él mismo se lo había preguntado. Simplemente le parecieron buen partido cuando los vio. Pero ¿por qué? Se sentía a gusto en su compañía. Sentía que tenía a alguien cerca, alguien que cuidaría de él y alguien de quién él podría cuidar sin estar obligado a ello. Lanzó la manzana al aire para volver a atraparla, evadiendo por unos instantes la respuesta. Lo cierto es que con Eikel nunca tuvo una relación estrecha, hasta le daba la sensación de que la ardilla le temía, y no era precisamente esa relación la que quería tener con su tripulación. Esbozó una sonrisa cálida aunque inmediatamente bajó la cabeza, ocultando su rostro detrás de su enorme sombrero.
- Fuisteis los primeros pringa'os en aceptar. Dijo con un tono claramente burlón. Al fin y al cabo, estaba de buen humor y nunca se podía resistir a meter un chiste de vez en cuando. - Además, ¡resulta más fácil a'usar d'una ardilla! A lo que añadió posteriormente una pequeña carcajada acabada en un "Ya-harr"
El olor a comida se le infiltró en las fosas nasales despertando su hambre. Eso le hizo recordar que Yukie llevaba prácticamente todo el día al timón, y seguramente tendría más hambre que él. Y Rhi... bueno, él siempre tenía hambre. Raion probablemente seguiría durmiendo, así que habría que ir a despertarlo, pero antes de salir por la puerta se dirigió una vez más a Eikel.
- ¿Y q'-has visto tú en nos para unirte? Pronunció mientras se acercaba a la puerta, y volvió a morder la manzana esperando la respuesta.
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Cuan estúpido había sido, por alguna razón esperaba una respuesta seria del capitán. Estaban intimando más que nunca y tenía que intentarlo. La comida iba marchando a fuego lento e iba embriagando la estancia. Rhi se asomó por el marco de la puerta de pronto y exhalo exageradamente mientras se reía, a la par que decía que esperaba que supiese igual que olía. La intervención del gyojin le había venido bastante bien, ya que tendría que hablar de él para contestar a la última pregunta de Willem.
-Realmente es una larga y corta historia a la vez. Pero si hoy estoy a bordo de este barco es gracias a Rhi. El pequeño esbozó una sonrisa antes de seguir hablando, mientras removía un par de veces el estofado. -¿Sabe qué señor? No creo en el azar, si las cosas pasan, es por algo. El día que Rhi y yo nos unimos a la tripulación, éste llevaba horas intentando convencerme de lo maravilloso que sería ser pirata, lo fácil que sería cumplir mi sueño.
El roedor hizo una pausa para parar el fuego y recoger unas cuantas especias de la despensa. Después las añadió a la cacerola mientras removía suavemente su contenido. Después puso sobre las brasas otro pequeño cacharro, esta vez lleno de azúcar y empezó a removerlo hasta que se hizo liquido. Luego mezcló unos cuantos huevos, con más azúcar, leche y unas vainas de vainilla y mezcló todo. Después de montarlo, Willem entendió lo que estaba haciendo, su famoso flan, aunque nunca había visto como lo realizaba. Después de la "breve" pausa, dejando a un lado el flan para dejarlo enfriar, continuó con su reflexión.
-Realmente buscaba una banda en la que pudiera confiar y a pesar de que usted me dió miedo al principio, no parecían la clase de personas que matarían a inocentes por un botín. Así que creo que el destino nos ha unido a todos, para hacer grandes cosas juntos. Añadió el roedor con un temple bastante más serio de lo habitual pero amigable a la vez.
La comida siguió reposando mientras Eikel distribuía unos pequeños trozos de pan de maíz por la mesa, el pan era un bien escaso en alta mar y tenía que racionarlo sabiamente. Después puso unos cuantos frutos secos de la despensa en su plato y añadió un par de jarras de agua a la mesa. No le dio tiempo a llamar al rancho, cuando el resto de miembros de la tripulación asomaron por la cocina y empezaron a tomar posiciones.
-Realmente es una larga y corta historia a la vez. Pero si hoy estoy a bordo de este barco es gracias a Rhi. El pequeño esbozó una sonrisa antes de seguir hablando, mientras removía un par de veces el estofado. -¿Sabe qué señor? No creo en el azar, si las cosas pasan, es por algo. El día que Rhi y yo nos unimos a la tripulación, éste llevaba horas intentando convencerme de lo maravilloso que sería ser pirata, lo fácil que sería cumplir mi sueño.
El roedor hizo una pausa para parar el fuego y recoger unas cuantas especias de la despensa. Después las añadió a la cacerola mientras removía suavemente su contenido. Después puso sobre las brasas otro pequeño cacharro, esta vez lleno de azúcar y empezó a removerlo hasta que se hizo liquido. Luego mezcló unos cuantos huevos, con más azúcar, leche y unas vainas de vainilla y mezcló todo. Después de montarlo, Willem entendió lo que estaba haciendo, su famoso flan, aunque nunca había visto como lo realizaba. Después de la "breve" pausa, dejando a un lado el flan para dejarlo enfriar, continuó con su reflexión.
-Realmente buscaba una banda en la que pudiera confiar y a pesar de que usted me dió miedo al principio, no parecían la clase de personas que matarían a inocentes por un botín. Así que creo que el destino nos ha unido a todos, para hacer grandes cosas juntos. Añadió el roedor con un temple bastante más serio de lo habitual pero amigable a la vez.
La comida siguió reposando mientras Eikel distribuía unos pequeños trozos de pan de maíz por la mesa, el pan era un bien escaso en alta mar y tenía que racionarlo sabiamente. Después puso unos cuantos frutos secos de la despensa en su plato y añadió un par de jarras de agua a la mesa. No le dio tiempo a llamar al rancho, cuando el resto de miembros de la tripulación asomaron por la cocina y empezaron a tomar posiciones.
El Errante
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La imapciencia de Rhi por probar el sabroso bocado cada vez se hacía más notoria. No paraba de asomarse por la puerta, lo cual quería decir que su charla estaba llegando a su fin. Eikel le contó sobre como aquel mismo Gyojin le había convencido de convertirse en pirata poco antes de aparecer Blaze y él. Sin embargo no estaba del todo de acuerdo con él, pues Willem sí creía en la casualidad y en el azar. Se le hacía difícil creer en algo tan cruel y predeterminado como el destino, sin que uno pueda salirse de sus propias riendas, ¿para qué quiere entonces uno elegir entonces? Para él, ese encuentro fue simplemente un buen augurio, un poco de suerte en su desgraciada vida.
La preparación estaba llegando a su fin. Incluso decidió añadir algo de pan, cosa que no sucedía todos los días. Sin embargo, a criterio de Willem, a aquellos sabrosos platos les faltaba algo... un toque personal. Tendría que dárselo una vez tenga el papeo en el plato.
El cocinero, más tarde, reconoció que le tenía miedo a Willem, tal y como había sospechado en numerosas ocaciones. Además, le dijo que se unió a él porque pensaba que no era la clase de hombre que mataría a inocentes por un botín. Cuán lejos estaba eso de la verdad. También tuvo que hacerlo por menos anteriormente. Le invadió un sentimiento de culpa desde los huesos, y ocultó una mueca de angustia en su rostro. Le costaba reconocerlo incluso para sí mismo, pero ¿cómo podía culparse? No era más que un soldado a las órdenes de su antiguo capitán. Era él o el otro, la desobediencia no era una opción. En aquel barco todos querían vivir un día más. El número de veces que tuvo que amaestrar a nuevos reclutas se le escapaba de la mente, pues los anteriores sufrieron accidentes, o se vieron obligados a caminar por la tabla. Hubo más de uno que incluso pasó una semana entera atado al mástil sin comida ni bebida. Aun recordaba cómo se iba apagando su respiración hora tras hora, día tras día, hasta que acabó siendo peso muerto que había que desechar al agua.
Tras tragar saliva, y antes de que sus compañeros entraran en la cocina, se dirigió una última vez a Eikel - Sea-'l destino, la suerte, o la madre que lo parió, m'alegra q-'estés a bordo, chico. Justamente al terminar aquellas palabras, Rhi entró a toda prisa en la cocina, harto de esperar. A éste le siguió Yukie y más tarde Blaze quien gracias a su excelente olfato se despertó antes de tiempo. Comenzaron a charlar animadamente entre ellos, comiendo como si no hubiera mañana. Willem mientras tanto y como de costumbre cogió su plato, le echó un pequeño chorrito de ron, observó a sus nakamas unos instantes con media sonrisa, y salió por la puerta. Le esperaba una larga noche de vigilia al timón.
- ¡Mañana a la misma hora en mi camarote! Gritó ya una vez fuera a Eikel, las clases debían seguir.
La preparación estaba llegando a su fin. Incluso decidió añadir algo de pan, cosa que no sucedía todos los días. Sin embargo, a criterio de Willem, a aquellos sabrosos platos les faltaba algo... un toque personal. Tendría que dárselo una vez tenga el papeo en el plato.
El cocinero, más tarde, reconoció que le tenía miedo a Willem, tal y como había sospechado en numerosas ocaciones. Además, le dijo que se unió a él porque pensaba que no era la clase de hombre que mataría a inocentes por un botín. Cuán lejos estaba eso de la verdad. También tuvo que hacerlo por menos anteriormente. Le invadió un sentimiento de culpa desde los huesos, y ocultó una mueca de angustia en su rostro. Le costaba reconocerlo incluso para sí mismo, pero ¿cómo podía culparse? No era más que un soldado a las órdenes de su antiguo capitán. Era él o el otro, la desobediencia no era una opción. En aquel barco todos querían vivir un día más. El número de veces que tuvo que amaestrar a nuevos reclutas se le escapaba de la mente, pues los anteriores sufrieron accidentes, o se vieron obligados a caminar por la tabla. Hubo más de uno que incluso pasó una semana entera atado al mástil sin comida ni bebida. Aun recordaba cómo se iba apagando su respiración hora tras hora, día tras día, hasta que acabó siendo peso muerto que había que desechar al agua.
Tras tragar saliva, y antes de que sus compañeros entraran en la cocina, se dirigió una última vez a Eikel - Sea-'l destino, la suerte, o la madre que lo parió, m'alegra q-'estés a bordo, chico. Justamente al terminar aquellas palabras, Rhi entró a toda prisa en la cocina, harto de esperar. A éste le siguió Yukie y más tarde Blaze quien gracias a su excelente olfato se despertó antes de tiempo. Comenzaron a charlar animadamente entre ellos, comiendo como si no hubiera mañana. Willem mientras tanto y como de costumbre cogió su plato, le echó un pequeño chorrito de ron, observó a sus nakamas unos instantes con media sonrisa, y salió por la puerta. Le esperaba una larga noche de vigilia al timón.
- ¡Mañana a la misma hora en mi camarote! Gritó ya una vez fuera a Eikel, las clases debían seguir.
Eikel
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Justo antes de entrar todos sus compañeros en la cocina, Willem le dedicó unas palabras de aliento que el roedor recibió de buena gana. Despues de todo, parecía que su capitán no era tan mal tipo. Rhi como era costumbre, fue el primero en sentarse a la mesa, golpeando ligeramente los platos mientras Eikel no miraba y cuando este se giraba, paraba, disimulando como si no hubiese sido él, era ridículo, porque la mitad de las veces estaba solo sentado a la mesa. Sus compañeros se alegraron ligeramente al ver que hoy podrían comer pan y se sentaron con tranquilidad. No sabía muy bien porque, pero Willem tenía la extraña manía de esperar a que sus compañeros casi terminaran de comer para servirse y luego se iba con su plato de la estancia, le gustaría comer solo pensaban todos.
La cena transcurrió agradablemente, la tripulación estaba bastante animada ya que pronto llegarían a puerto, no sabían que aventuras los esperarían, pero les gustaba hacer un juego. Se trataba de exagerar todo lo que pudiese ocurrir en su próximo viaje y el que fuese mas imaginativo ganaba. Los premios iban desde algo de comida, bebida extra o unos cuantos berries. Rhi mentó algo de un combate contra la marina lo cual creó un silencio incomodo durante unos segundos que acabó en un brote de risa generalizado.
Después de terminar con el estofado, Eikel pasó a servir el postre. A todo el mundo le gustaba el flan aunque no lo podían disfrutar tampoco a menudo, llegar a puerto era otra de las causas por las que el roedor se permitía hacerlo. Cogió un plato y corto un trozo generoso del blandengue postre, saliendo de la cocina con el en la mano mientras atrapaba una cucharilla. La ardilla subió a la cubierta, tal como esperaba, encontró a su capitán en el timón cantando una de sus canciones. Parecía que el alcohol ya estaba empezando a hacer efecto, así que se acercó y le tendió el plato, mientras recogía el otro sucio.
-Se le ha olvidado el postre señor. Dijo el roedor sonriente. -Mañana no seré tan permisivo, así que estudie duro esta noche. Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer de la cubierta.
La cena transcurrió agradablemente, la tripulación estaba bastante animada ya que pronto llegarían a puerto, no sabían que aventuras los esperarían, pero les gustaba hacer un juego. Se trataba de exagerar todo lo que pudiese ocurrir en su próximo viaje y el que fuese mas imaginativo ganaba. Los premios iban desde algo de comida, bebida extra o unos cuantos berries. Rhi mentó algo de un combate contra la marina lo cual creó un silencio incomodo durante unos segundos que acabó en un brote de risa generalizado.
Después de terminar con el estofado, Eikel pasó a servir el postre. A todo el mundo le gustaba el flan aunque no lo podían disfrutar tampoco a menudo, llegar a puerto era otra de las causas por las que el roedor se permitía hacerlo. Cogió un plato y corto un trozo generoso del blandengue postre, saliendo de la cocina con el en la mano mientras atrapaba una cucharilla. La ardilla subió a la cubierta, tal como esperaba, encontró a su capitán en el timón cantando una de sus canciones. Parecía que el alcohol ya estaba empezando a hacer efecto, así que se acercó y le tendió el plato, mientras recogía el otro sucio.
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