Capítulo 2: Marea Negra. Un encuentro inesperado

Todos mis subordinados, para mi sorpresa, habían actuado y habíanse movido rápido, y en cuestión de segundos plantaron un bote en la superficie del agua. Todos entraron con presteza, los remos últimos, mas yo quedéme un instante pensativo, hondeante mi capa, hondeante mi moral. ¿Sería seguro dejar el barco solo? Hasta el más valeroso navío precisa de la vigilia. Echando un inseguro vistazo cargado de tensión al interior de la nave, suspiré resignado y volvíme al frente. Bajé la escala raudo y firme, acabando en la parte delantera del bote, en pie y sin apartar la vista de la isla, olvidando ya toda posibilidad de mal que acechara a nuestra embarcación. Gusi, "el artista", aferrando con fuerza los remos, tomó relativamente el mando para conducirnos a la costa, y así nuestro último viaje de cercanía restó en una quietud aterradora, un silencio atronador, una tensión que acechaba con calma.
Arribamos a la orilla con el crujiente ruido que hacía la madera contra la espesa arena, y salté del bote sin pensármelo dos veces, manos en los bolsillos, semblante sereno adornado con un tinte de repulsión por la exasperante situación de masiva inacción. Me sacaba de quicio tanto sosiego, pues presagiaba algo terrible. Recorriendo el lugar con la mirada me llamó la atención el centellear del pueblo, lo cual me recordaba casi a las estrellas, a los sueños. El resto, la nada, me caló hasta los huesos por la ausencia que desprendía, como si el pueblo estuviese, literalmente, muerto.
-Yume, Lilith -llamé a las dos marines, que aún salían de la barca-. Adentraos en el pueblo y mantenedlo vigilado. Gusi y yo -miré al nombrado- iremos a la fortaleza de la Armada para presentarnos y recibir las instrucciones. No tenemos Den Den Mushis, así que si surge algún problema os las arregláis solas, ¿queda claro? -exclamé con un cierto tono de enfado por la tensa situación.
Realmente, no les tenía en estima ninguna, pero sus vidas me concernían a mí y confiaba en que pudiesen afrontar cualquier peligro.
Al paso de estos fugaces pensamientos, me adelanté camino a la base tocando el hombro del cocinero para que me siguiese. En todo ese momento no había retirado las manos de los bolsillos, desconfiado.

Mientras el capitán y su tripulante Gusi emprendían camino a la fortaleza, las mujeres cooperarían juntas en el poblado, donde se podía palpar la tensión e incertidumbre. Conforme se acercaban estas dos, una persona al parecer ebria, y con uniformes marines, salía de una posada dando tumbos y gritos incoherentes. Al cabo de un rato una persona llena de tatuajes con una espada ligeramente mellada aparecía por delante de este marine y le cortaba el paso.



Desconocido- Vas a morir maldito...
Marine- Shi kers vivir lrgat o mere... hip... apart.

Aquél desconocido comenzó a caminar hacia el marine apretando fuertemente su espada en su mano izquierda.

Seguí el paso de mi capitán, un poco preocupado por mis dos nakamas que se dirigían a ese extraño pueblo,pero bueno al menos sabía que no tendrían problemas por que eran muy fuertes y unas de las mejores marines del Grand Line.
Seguí los pasos de mi capitán firme y sin pausa hacía la fortaleza de la Armada.Mientras sentía una gran confianza y seguridad con aquella respetable persona, mientras su capa y su pelo largo hondeaba el aire.
-Mi capitán , ¿qué opina usted que ha ocurrido en este lugar?. Le dije mientras seguíamos el rumbo hacía aquella fortaleza.
¿Qué habría pasado para sentir esta sensación? ¿Había una penumbra que me hacía tener un poco de temor?...Que narices somos marines, venimos a iluminar este sitio, destruyendo toda la maldad que haya y repartir justicia.

Mis pasos resonaban firmes con el pequeño tacón que mi zapato elegante poseía. Sin sacar las manos de los bolsillos, y manteniendo la cabeza alta, vagaba mi mirada de aquí a allá, de casa en casa y de rincón en rincón. Realmente parecía estar muerto, era la quietud tal que paralizaba casi físicamente. La incertidumbre de esa gran ausencia general me había puesto en guardia severamente. Mi camarada, casi pupilo, me habló con con seguridad, mas en su voz podíase notar un deje de temor.
-El silencio es el grito más fuerte -murmuré, dando por zanjada cualquier absurda palabrería que no nos llevaría a ningún sitio.
Aun así esto lo había dicho concienzudamente, sabía lo que me decía. Me guiaba a sabiendas de que el silencio era la peor señal.
Ascendíamos el sendero sinuoso que, a medida de la avanzada, nos mostraba regularmente las grandes torres de la fortaleza de la Marina. En breve nos plantaríamos allí, y por fin caería alguna respuesta... o algún problema.

Mientras que mi capitán y mi compañero Gusi se encargaban de otras cosas. Lilith y yo vimos como un hombre atacaba a un marine, claramente incapacitado por su estado de embriaguez. En cuanto aquél hombre de aspecto agresivo empuñó el arma en posición de ataque, no lo dudé, lancé una de mis bolas de sangre a su mano, cuya espada voló a unos cuantos metros de donde estaban. Desarmado ,me acerqué rápidamente y me situé entre los dos. Frente a mi una rabia palpable y tras de mi un olor inconfundible a bebidas de mala muerte.

Aproveché el momento en que Yume desarmaba al individuo y me mantenía unos metros a su lado.

-Quedate un momento ahí, por favor -dije amablemente al marine-

Inmediatamente, me giré hacia el desconocido y calculé la distancia aproximada entre él y su espada. Si intentara cogerla, se quedaría sin manos.

-¿Qué pasa aqui? -dije con una mano en la katana-

Aquél extraño hombre quedó asombrado al ver su espada saltar por los aires alejándose de él y cayendo al suelo. Entonces, cuando aparecieron las dos mujeres este tipo apretó los dientes y comenzó a gritarles.

- Maldita sea. ¿Sois estúpidas? ¿Acaso sabéis lo que estáis haciendo o sois de ellos también?

Los tatuajes comenzaron a emitir un destello rojizo y la voz de este tipo varió.

- Apartaros, de ahí mujeres.

Interpuso sus brazos en cruz por delante de su rostro, a modo que apenas se podía reconocer sus ojos. Comenzó a gritar un poco, sus tatuajes se extendieron a modo que poco a poco le iban cubriendo todo el cuerpo, incluído los ojos, en un tribal enorme.

El marine desde atrás importunó a su salvadora, cogió un cuchillo y lo clavó directamente en el cuello de Yume, dejándolo clavado mientras decía algo indescifrable e intentaba apartarla para encararse al misterioso tipo de los tatuajes, hacia el cual decía unas palabras que parecían estar en otro idioma de lo bebido que se encontraba.

- Calla borracho asesino...

El tipo de los tatuajes extiró los brazos de un golpe seco, entonces se produjo un destello cegador que dejó sin visión momentáneamente a Yime y a Lilith, cuando volvieron a adaptarse a la luz y poder ver, tan solo podían contemplar el cuerpo inerte de aquél marine tendido en el suelo, con todo el cuerpo calcinado, sus ojos eran dos cuencas ardientes que se consumieron en poco tiempo.

No había rastro alguno del tipo de los tatuajes. Al momento varias personas comenzaron a salir de los hogares a contemplar el cuerpo del marine, de primeras sus rostros eran de pánico, mas después todos comenzaron a variar. El pánico se convirtió en felicidad y el silencio en un gran alarido de agradecimiento. Sus labios resonaban gritando un nombre.

- ¡JACK!

En el momento en el que la daga rozó mi cuello, me transformé en un cuerpo de sangre, por lo que el corte no me hizo nada y al cabo de un momento volví al estado original, justo en el momento en que el halo de luz lo envolvía todo.
Después de que mi vista se acostumbrará a aquel extraño golpe de luz, la gente del pueblo comenzó a salir y se comportaron de forma que no pude entender con claridad.

*Una silueta se cernía en el mar, lejos de Sheltown, pero acercándose cada vez más allí.Esta se camuflaba perfectamente por el mar, ya que era casi por completo azul, y los únicos que podían verlo, eran los peces.Aún así no tenían mucho tiempo de verlo, ya que los peces que le impedían llegar a esta ciudad, este los devoraba con total facilidad, sin embargo no quería recurrir a esto. Los otros peces huían nada más sentir la presencia de este. Tanto tiempo llevaba , buscando la isla, que tan siquiera recordaba el contacto con tierra firme, el zapato, rozando contra el suelo, la tierra , la arena.

Quién conociera a este gyojin, bien podía saber que era el gyojin medusa león, Rasta Trip, y pobre del ingenuo pirata que no conociera su silueta bajo el mar, ya que cuando te encuentras con este, sin saber que es lo que hay en el mar, solo es símbolo de mal augurio para el desafortunado. Rasta Trip, solo iba a la isla, porque creía que la Marea Negra necesitaría su ayuda, y por su amistad con el capitán de esta*

En mi camino me había limitado a mirar al suelo, al camino de tierra batida que se nos abría hasta el destino. Los guijarros que resonaban bajo las zuelas de mis zapatos y los de Gusi me transportaban a un tiempo en el que no había otra importancia más que correr y saltar. El sendero hollábase salpicado de las sombras de las hojas, que crujían en las alturas y daban frescor a nuestra marcha. Desprendían un susurro poético que velaba por nosotros en forma de brisa.
Mi burdo ensimismamiento fue interrumpido por un destello fugaz y lejano que se alzó en el pueblo, el cual me hizo girar la cabeza hacia atrás para otear. El viento que se levantó luego fue tal que mi rostro quedó preso por la vorágine de mis cabellos, los cuales aparté con la mano derecha, sacándola del bolsillo como excepción. Respirando hondo, preocupado por las marines, sorbí con la nariz reacio a dar la vuelta. Miré a Gusi de reojo, asegurándome de que no se había alarmado más de la cuenta. Enarcando una ceja, díme la vuelta con el hondeo de mi capa, otra vez enfundé mi mano en el bolsillo de la chaqueta, y continué hacia arriba por la sinuosidad que nos acercaba a la fortaleza marina de Shelltown. Si estaban de mi lado, si pertenecían a "Marea negra", podían apañárselas solas. Eso esperaba...

*últimamente me había estado aburriendo, y vagando por el gran mundo había ido a para a una pequeña isla, en la cual se hallaba una base de los marines, como descubrí mas tarde aquella era la isla de La Base Naval o la isla de Shelltown.

Llevaba unos días en la isla, por alguna razón mi instinto me decía que en esa isla pasaban cosas raras, aparte de ver muy pocos marines por el pueblo era todo demasiado silencioso, en una isla como aquella debería haber mucho mas bullicio pero no era así, eso me extraño por lo que decidí quedarme a ver que pasaba si las cosas que allí ocurrían eran graves siempre podría intentar sacar tajada.*

* Así trascurrieron 3 días en el pueblo sin que ocurriese nada mas.*

*Cuando me levante al cuarto día no sabia que ese día pasarían cosas interesantes en la pequeña isla de Shelltown, por la mañana me levante de un pequeño refugio que había encontrado en el bosquecito de la isla y que había usado esos días para descansar. Tenia ya la ropa algo sucia, debería lavarla pronto, no me gustaba estar sucio.
Esa mañana había decido ir a dar un paseo por la playa a ver si ocurría algo interesante, de pronto vi un barco atracando cerca de la costa, eso me sorprendió era el 1º barco que veía llegar desde que estaba en la isla, rápidamente me oculte en la playa, no quería que me viesen de momento, pero me pareció que sin querer alguien me veía, bueno no tenia importancia no había sido mucho tiempo, y no podrían reconocerme. Tras unas pequeñas maniobras vi como echaba el ancla y bajaban un bote al mar, no sabia si había alguien mas en el barco aparte de los que bajaban en el bote, pero me arriesgaría, no todos los días tenia uno la oportunidad de poder registrar un barco entero.

Cuando vi a la tripulación del barco llegar en bote a la costa, use mi poder para llegar a la cubierta del barco, y según toque la madera me agache no quería que mirasen hacia el barco y me viesen, caminado sin hacer ruido pues no sabia si todavía quedaba alguien en el barco, en el bote de tierra conté a 4 personas y eso me parecía poco para la tripulación de un barco pero quien sabia, llegue a la puerta que daba a los camarotes y entre, la cerré detrás de mi y vi varias habitaciones.
Mi principal objetivo era la sala del capitán, donde encontraría el Bitácora y podría sacar información, luego ya registraría el resto de cuartos en busca de algo valioso.

Gracias al bitácora me entere que el barco solo contaba con 4 tripulantes, los nombres de todos y que el capitán era Kanzo Kaori, también ponía que el objetivo del viaje hasta Shelltown era recibir nuevas ordenes.
Tras leer un poco por encima eso registre el cuarto, pero no entre nada de valor.*

Menudo capitán mas pobre, no tiene ni para comer, que mal pagan los marines -cometen en voz alta-

*Sali del cuarto del capitán, dejándolo todo colocado, no quería que supiesen que había estado allí.
Registre el resto de cuartos y tampoco encontré nada de valor, el la cocina encontré comida, tenia algo de hambre así que me comí la comida de la tripulación.

Sali a cubierta y justo a lo lejos en el pueblo vi una luz cegadora, eso me preocupo, y me teleporte de inmediato al pueblo.
Allí vi a 1 marine en el suelo, muerto claramente, y 2 mujeres, por su aspecto sabia que eran parte de la tripulación de Kenzo y a varias personas del pueblo salir de sus casa gritando JACK*

Con que Jack eeeee -dije a media voz, antes de desaparecer de allí-

*Dado que no había visto allí a los 2 hombres de Marea negra, supuse que habría ido a la base naval a por sus ordenes, decidí ir a esperarles de camino al la base y me teleporte a un lado del camino, a lo lejos ya les veía, se distinguía claramente a Kenzo de Gusi, por su porte, sabia que no tardarían en verme, pero esa era mi intención.*

OFF: aspecto del PJ

Kenzo y Gusi llegaron finalmente a la entrada de la fortificación naval de Shelltown, mas por allí no se advertía movimiento alguno, parecía como si estuviese repleta de fantasmas, y no muy lejos, observándoles fijamente se podía apreciar aquél tipo con negros ropajes y que ocultaba su rostro con una capa, aquél que se teletransportaba de un lugar a otro a antojo.

Al otro lado de la puerta tan solo habría un marine, pero un marine que parecía una estatua, no se movería, no hablaría, y allí permanecería con los ojos cerrados y plantado como una estatua, inmovible. Nadie respondería si llamasen a la puerta.

*Rasta trip comenzó a caminar, directo a la base de la marina que se hallaba en el lugar, ya que ya había llegado a tierra, y intuía que sus nuevos camaradas estarían por allí.
Inspeccionaba la isla de arriba a abajo, ya que , aún siendo más fuerte que un normal humano, sabía que debía ser precavido, nunca se sabe, que misterios puede albergar una isla tal y como esta.Y claro, nunca faltan peligros en islas, como piratas...
Rasta Trip seguía acercándose a la base de la isla, mientras suspiraba, por el cansancio de haber nadado durante días sin tregua ni descanso, y aligeraba el paso, para reunirse ya con sus compañeros.*
Espero no haber venido para nada, y que lo que me ha costado llegar sirva para algo. *Pensó hacia si mismo.* Aunque... conociendo al capitán, todo lo que me depara son divertidas aventuras.

Volviendo mis pensamientos y mirada al suelo, dejando al polvo flotar con cada uno de mis pasos, intentaba distraer mis pensamientos. ¿Qué demonios habría pasado en el pueblo? Eso me carcomía. Lo mejor era no centrarse en ello, tiempo al tiempo y cada cosa al suyo.
Pasados unos instantes, apenas dos minutos, volví a alzar la cabeza para encontrarme al fin, de frente, las puertas de la base. Suspiré aliviado. Me había aburrido del aburrimiento. Y, al parecer, ya poco habría. A un lado del camino, a nuestra derecha, casi oculto entre el enramado de los bajos árboles, una turbia figura, de negros ropajes y capucha oscura como las mismas tinieblas del infierno que introducían a su ser un halo de misterio, parecía aguardar. Tan negra, tan opaca como lo que atisbamos mi pupilo Gusi y yo en la orilla de la playa. Frenéme en seco, y con un ademán del codo ordené al cocinero parar a mi lado. Fría mirada mantuve, fruncidos los labios, mi porte en calma pero supremo y altivo.
-Identificaos, ahora. Os lo ordena el capitán de "Marea negra", Kenzo Kaori -cité automáticamente, esperando una respuesta urgente. La entrada de la base marina no podía esperarnos más.
Olisqueaba el ambiente sin apartar mis ojos de su rostro desaparecido, intentando escudriñar algo. Todo permanecía en una quietud tal que recordaba a la presencia de fantasmas y entes inquietantes, como inquietante era el lugar, y cada vez más.

Jajajajajajajajajajajajajaja -me reí cuando el capitán Kenzo Kaori termino de hablar-

*Identificaos, ahora. Os lo ordena el capitán de "Marea negra", Kenzo Kaori - Aquello era lo que me había echo reír, tanta seriedad y urgencia con la que el capitán exigía la cosas, yo ya sabia que no estaba delante del típico capitanzucho de barco que estaba ahí porque había tenido suerte, no Kenzo Kaori era un experimentado capitán y no tenia que tomarlo a la ligera.

Mi nombre no os interesa capitán Kaori de los Marea Negra -dije en tono sombrío, mientras salia al medio del camino para ponerme delante de el y de su pupilo- Pero puede que si os interese saber que ha ocurrido con vuestras 2 amiguitas no?? jajajajajaja -me reí entre sádico y siniestro-

Sabia que aquello iba a alterarlo, y era justo lo que necesitaba la gente alterada nunca pensaba las cosas fríamente.

*Mientras caminaba hacia la base,escuchó una voz familiar, la del capitán Kenzo Kaori, y no pudo evitar acercarse a esta voz, esperando encontrar a su viejo conocido. Este aligeró su paso, para verlo pronto. Y cuando ya podía observar la silueta de su capitán, lo encontró con gesto preocupado, junto a otro...suponía que era uno de sus aliados.Enfrente tenían a alguien, que parecía haberse presentado ahí mismo, y en ese justo momento.*
Suerte que llega RastaTrip para evitar una desgracia. *Dijo esta vez más cerca del capitán y su aliado, poniéndose enfrente del desconocido, en medio de los tres, por así decirlo.Rasta contuvo la mirada en los ojos del desconocido, con unos ojos ardientes, ya que no quería que nada entorpeciera su encuentro con su viejo amigo.*

(OffRol: Informo a nuestro moderador Nocturne93, administrador y actual Web Master, que la usuaria Lilith ha decidido marcharse del foro radicalmente, borrándosele la cuenta sin más. Así pues, es mi deber decir que contamos con un tripulante menos, una ficha más que borrar y un personaje que puede decidir matar o secuestrar con alguna artimaña del capítulo a moderar.
Gracias por la atención, y disculpen las molestias del Off.)


OnRol:

Una chillona risa, rota, casi loca y muy molesta surgió de la boca de aquél endiablado. ¿Quién sería, que con hartos enigmas terroríficos se apostaba frente a nosotros? ¿Nos evitaría continuar? Eso no lo sabía, pero en breve lo averiguaría. Una cosa era segura, y es que sabía de la existencia de mi tripulación, de mis dos reclutas en el pueblo y de mi nombre como capitán de la flota. Eso me desconcertó, pero no me alteró, y claras eran sus intenciones de preocuparme cuando mencionó el paradero de las chicas y su situación, mas no lo consiguió. Bien sabía -bien experimentado estaba- de las múltiples estrategias desmoralizadoras que se me presentarían en el camino, pero tan frío era mi corazón y adusta mi persona que ni una sola expresión más que la interrogante surgió en mi rostro.
-Si quieres informarme sobre ellas adelante, me ahorrarás el dinero de un Den Den Mushi. Si no vas a hacerlo pero tantas ganas tienes de fanfarronear y parlotear, ¡identifícate, repito! Y si no piensas hacerlo, apártate de nuestro camino -a las claras hablé, exasperado, impaciente. No había llegado tan lejos para mantener una guerra de verbos.
Escudriñando la oscuridad que ocultaba su rostro, atisbé un mechón de cabello rojizo. Pelirrojo... Pero, ¿quién? Desenfundé de los bolsillos mis manos, los puños apreté y los labios fruncí. No iba a esperar mucho más.
Mas algo sucedió al margen de todo, y es que por el camino, con extremo silencio y más sigilo, surgió un buen amigo. De grande melena puntiaguda, casi como rastas se alzaban, ropajes celestes y rostro calmado, ¡era mi Segundo de Abordo! Le sonreí con la mirada, aliviado por su presencia. Jack James Smee, "Rasta Trip", un gran gyojin Medusa León de habilidades sobrenaturales se presentaba en el enfrentamiento, y para no manchar éste, me limité al silencio. No habría yo de romperlo y desconcertar a mi rival, mi decisión era la frivolidad. Llegaría el momento de la calurosa bienvenida y el más arduo saludo que deseaba, pero no ahora...
Mi posición defensiva, con Gusi a mi derecha y "Rasta Trip" a la izquierda y por delante de mí, calmóse en cierta manera. Me sentía más seguro, y mi mirada, más fogosa, seguía cuestionando las intenciones del extraño.

En el poblado todos estaban de júbilo celebrando la victoria sobre la muerte de aquél marine. Mas en un momento, esos gritos fueron ahogados por otro más sonoro todavía.

- ¡CORREEED, ESTÁN AQUÍ!

En pánico cundió y en cuestión de un instante por el frente apareció un pequeño pelotón de marines cargados con sus armas de fuego apuntando a la población, únicamente había uno que no cargaba una de esas armas, e iba al frente del grupo.

La gente del poblado se detuvieron aterrados, quedaron como paralizados y no movieron ni un músculo. El jefe del pelotón cogió el arma del compañero que había más próximo y apuntó al grupo, en el cual al frente se encontraban las dos tripulantes de marea negra.

Con un puro en la boca apuntó firmemente y comenzó a hablar.

- Quién ha sido el responsable de esto.

Nadie contestaba pues todos enmudecieron con la llegada de este pelotón.

- Me parece que no me habéis escuchado, por lo que lo repetiré. Quien es el que ha matado al hijo del coronel, que salga ahora o los mataremos a todos.

Se continuaba produciendo silencio.

- Me parece que todavía no sabéis quienes somos... Os daré una pista.

Aquél hombre apuntó a una de las dos mujeres que estaban al frente, una de las dos tripulantes de marea negra. Disparó a sangre fría hacia el estómago de Lilith, quien sufrió el impacto y cayó hacia atrás al suelo.

- Ahora decidme quien ha sido si no queréis que os pase lo mismo.

Después de tanto tiempo descansando me desperté, me dolía la cabeza y no sabía muy bien donde estaba. Al lado mía tenía un gran cofre del tesoro. ''Lo enterraré aquí mismo.''-Pensé.
Aquel cofre contenía nada más y nada menos que mis trajes y mis máscaras de la época revolucionaria.
''Estoy oxidado, y se me ha hecho el pelo blanco... ya empiezo a tener arrugas y ya no estoy tan en forma...'' Entonces me agaché y cogí aquel cofre lanzandolo lejos de la isla en la que me encontraba.
'...pero sigo siendo igual de fuerte... jeje.''
Entonces decidí partir otra vez en busca de aventuras. Con los años había tenido tiempo de hacerme una ''pequeña'' balsa de unos 10 metros de largo y otros 10 metros de ancho, con una vela hecha con pieles de animales y un remo bastante grande. Sin pensármelo dos veces me monté en ella y me lancé al ancho y largo mar, y me tiré semanas navegando y comiendo pescado crudo, hasta que pude ver una isla en el horizonte... me acerqué a ella y dejé mi balsa en la orilla. ''Que buen tiempo hace hoy, no hay nubes y no hace frío.'' -Pensé mientras me adentraba en un bosque que había casi pegado a aquella playa.
Pasaron como diez minutos cuando a lo lejos pude ver una base militar de la marina y a un grupo de personas que parecían estar discutiendo con un tipo que estaba justo en frente de la puerta... quizás si me acercara me metería en problemas serios... pero a estas alturas de la vida ya me da un poco igual. Pero de todas formas me ''escondí '' entre los árboles. Caminé agachado hasta ponerme a la altura del hombre misterioso, y parecía que estaba discutiendo con un capitán de una flota marina... ''Marea Negra''... me gustaba el nombre y quizás tuvieran comida... así que decidí quitarles un estorbo de encima. Al ver que no se identificaba no pude evitar gritar... <<¡Qué te identifiques, ostia!>> . Aquel grito retumbó por todo el bosque, tanto que hizo temblar la tierra, entonces me levanté muy furioso lanzando arboles por los aires y me lancé a por aquel chico pegandole una patada tan potente que podría romper con ella casi cualquier cosa que se me pusiera por delante. [AMF] [Hakki]

De golpe apareció un gigante de entre los arboles, no sabia de donde había salido, pues no era pequeño que digamos. Parecía conocer a Kenzo de alguna forma, porque lo único que hizo el muy animal fue llegar gritarme que me identificase y acto seguido, me intento golpear, y viendo que era un gigante el golpe no iba a ser flojito.

Para evitar el golpe salte hacia atrás pero eso no evito que me golpease en el brazo derecho, dejandomelo muy dolorido y adormecido.

Tras recibir el golpe me teleporte a unos 50 metros de ellos, teleportando conmigo la bonita y lujosa capa de marine de Kenzo, tendría tiempo de examinar esa capa mas adelante.

Me la quedo como compensación al golpe vale -les guiñe un ojo- Y la próxima vez espero que seáis mas amables a lo mejor así recuperas tu bonita capa capitán Kaori. Aunque no te sera fácil.

Tras estas palabras me teleporte a la plaza, al mismo sitio donde había desaparecido, y lo que vi no me gusto ni un pelo. Había un escuadrón de marines con las armas apuntando a la gente del pueblo, y una de las tripulantes de Kaori tirada en el suelo sangrando. Me puse sobre los hombros la capa de Kenzo, podría aprovecharme de su rango en la marina.

Avance, desde el borde de la plaza con la capa sobre los hombros.

En dos zancadas llegué al pueblo, tenía hambre y quería comer. Miré alrededor . -¿Donde está el mozo del brazo dormido? Tal vez se encuentre por aquí. Al cabo de un rato lo vi, estaba de espaldas. ''Maldito, con un pisotón de un píe que es casi más grande que un segundo piso alto solo le he dormido un brazo, esto es una locura.''
Me acerqué como si nada, con una cara alegre pero triste, enfadada pero contenta, dantesca y escalofriante, pero amable y sencilla, algo complicada pero fácil, apocalíptica y a la par muy chunga, y me vi a un perrito, era mono pero muy feo y lo cogí, lo acaricié y tenía ganas de comérmelo, pero me aguanté. Entonces recordé que lo último que había comido era una vieja muy fea, y sin arrugas que vivía en mi isla desierta, que al parecer no estaba desierta, ella me dijo que tenía hambre, y yo como buen loco de la cabeza me la comí en su favor. Se me ocurrió una grandiosa idea, usar al perro como palillo de dientes, ya que la cabeza de esa atractiva y asquerosa vieja estaba atascada en mi muela, entonces usé al perro, pude quitar la cabeza pero el perro mugroso me mordió la encía. En un arrebato de furia, lancé al perro volando, casi fuera de la isla. Me saqué un moco, lo pegué en una casa, dejándola toda verde, que asco, y le pegué un pisotón a aquel chico del brazo dormido, que hizo temblar todo el pueblo, que digo pueblo, toda la isla. Los niños lloraban, y las madres, asustadas, seguían cocinando. Cuando le pisé grité: -¿Y AHORA QUÉ? TE ENTRARÁ DOLOR DE CABEZA, ¿O QUÉ?? [AB][Hakki]

El pelotón del pueblo no recibía respuesta alguna. El capitán había acabado a sangre fría con una mujer, miembro de la banda del capitán Kenzo Kaori. Su compañera parecía haber quedado como en estado de shock, pues no realizaba ningún movimiento.

Entonces, el personaje conocido como Xavier Foster apareció en escena escondido. El capitán alzó su arma nuevamente para acabar con la otra mujer, mas un pequeño temblor de tierra le hizo detenerse. La base se derrumbaba de un lado, y al momento aparecía un gigante haciendo tonterias tales como impregnar casas de viscosas mucosas.

El gigante Dromp asestó una patada hacia lo que parecía el centro de la plaza, aplastando dos casas, el pelotón de marines, el cuerpo inerte de Lilith y alguna que otra persona. Por otra parte se desconocía que había sido de Xavier foster y Yume, la otra tripulante de Marea Negra.

Tras levantar el pie, Dromp no encontró más que cadáveres de marines y algunos civiles y astillas de madera clavadas en su planta.

Por otra parte, el capitán Kenzo Kaori, y su compañero gyojin tuvieron que eludir una montaña de escombros que se les avecinaba encima. No tardó en salir un tipo con un uniforme de alto rango de la marina. Su rostro estaba lleno de cicatrices por todas partes, parecía furioso en ese momento. Este hombre portaba una katana e iría a matar a todo el que se encontrase, aun que fuese en capitán Kenzo o sus compañeros.

*Rasta Trip, esquivó como pudo los escombros, ya que como no era ni mucho menos pequeño, era más fácil que los escombros le alcanzaran a los que podían alcanzarle a Kenzo, pero al ser más grande, tenía más fuerza, y podía destruirlos con facilidad. Cuando salió de su tumba de escombros, buscó al capitán Kenzo de entre estos, mientras escuchaba a alguien gritar hacia su camino, Rasta fijó su mirada en el. Parecía un marine , con un cuerpo lleno de cicatrices , Rasta estaba confuso, ya que este se dirigía hacia ellos, con cara de pocos amigos. También tenía que esquivar mientras al pesado gigante.*
Somos de la marina, compañero. *Dijo Rasta refiriéndose al marine que iba a por ellos.*

El marine de las cicatrices ignoró el comentario de Rasta Trip y en cuanto le vio se puso a gritarle.

- ¡ME IMPORTA UNA MIERDA QUIEN SEAS. TE VOY A MATAR!

Aquél hombre cargó contra el gyojin con un sable curvo un tanto extraño, conforme corría hacia el gyojin se generaba un tono azulado en el filo de ese sable, y cuando estuvo cerca comenzó a lanzar cortes al aire. Unas ondas de choque invisibles completamente arremetían con gran velocidad y potencia contra Rasta Trip, y lo mismo haría con todo aquél que apareciese. No se detendría en ningún momento.